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martes, 29 de marzo de 2022

PGM: El fantástico Paul von Lettow-Vorbeck

Paul von Lettow, el único militar alemán que en la Primera Guerra Mundial invadió territorio británico y acabó invicto

La Brújula Verde
Por Jorge Álvarez




Von Lettow desfilando en Berlín en marzo de 1919 / foto Bundesarchiv, B 145 Bild-P008268 en Wikimedia Commons


«Nunca he conocido a otro alemán que me haya dado una impresión tan fuerte de lo que era la Alemania imperial y lo que representaba». Ésto fue lo que dejó escrito Karen Blixen, autora de Memorias de África, sobre un militar germano al que conoció en 1913 durante su viaje en barco al continente africano. Se llamaba Paul von Lettow y tiempo después, al acabar una Primera Guerra Mundial que ya entonces se veía inminente, podía presumir de haber sido responsable del único frente en el que su país consiguió terminar invicto: el África Oriental, donde además también protagonizó la única invasión de territorio británico durante esa contienda.

Situémonos en Saarlouis cerca del último cuarto del siglo XIX. Es una modesta ciudad del Sarre que por su ubicación geográfica había cambiado de manos varias veces y en esa época era germana, tras haberla tenido que entregar Francia al caer Napoleón (después de la Primera Guerra Mundial la recuperó para perderla definitivamente en 1935).

Pues bien, allí nació Paul Emil von Lettow-Vorbeck en 1870, en el seno de una familia de la pequeña nobleza originaria de Pomerania. El padre, militar, estaba destinado en Saarlouis y determinó inevitablemente la vocación de su hijo, que al acabar su formación en varios internados berlineses ingresó en la academia de artillería y recibió su despacho de teniente en 1890, siendo asignado al Estado Mayor.


La casa natal de Paul von Lettow en Saarlouis/Imagen: LoKiLeCh en Wikimedia Commons

En 1900 tuvo ocasión de iniciar su experiencia bélica formando parte de la espedición internacional enviada a China para combatir la Rebelión de los Bóxer, regresando al año siguiente con cierta decepción por haber tenido que combatir sólo a guerrilleros. En 1904 se le envió al África Sudoccidental Alemana (actual Namibia) para sofocar la insurrección de los maji maji, herero y namaqua. Una herida en un ojo le obligó a ser ingresado en Sudáfrica, por lo que se evitó participar en el genocidio posterior. En 1907 ascendió a mayor y dos años más tarde fue comandante del II Seebataillion (Infantería de Marina).


Paul von Lettow en 1904, cuando recibió su primer destino en África/Imagen: Bundesarchiv, Bild, en Wikimedia Commons

En 1913 ya era teniente coronel y retornó a África al recibir el mando de las Schutztruppe (tropas coloniales) de Camerún (que entonces incluía parte de Nigeria). Pero antes de que lo asumiera, sobre la marcha, se le redestinó al África Oriental Alemana, un vasto territorio que abarcaba Tanganika (hoy Tanzania), Ruanda y Burundi. Fue durante el trayecto en barco, por cierto, cuando entabló amistad con la baronesa Karen Christence Blixen-Finecke, que en 1937 y bajo el pseudónimo de Isak Dinesen publicaría su famoso libro autobiográfico. El caso es que al poco de tomar posesión de su cargo estalló la contienda que iba a ser bautizada con el nombre de Gran Guerra.

Ahora se la conoce más como Primera Guerra Mundial, fundamentalmente para distinguirla de la Segunda, que llegaría dos décadas más tarde, pero también porque fue pionera en su carácter global, con participación de todas las potencias de la época divididas en dos alianzas: las llamadas Potencias Centrales (los imperios Alemán, Austrohúngaro y Otomano más Bulgaria, con el apoyo de otros diecisiete estados) y la Entente (una treintena de países que incluía a los imperios Británico, Ruso y Japonés más Francia, Italia, Portugal, EEUU, etc).


El África colonial en 1914/Imagen: Milenioscuro en Wikimedia Commons

Pero los hechos que nos ocupan aquí transcurrieron íntegramente en las colonias, donde von Lettow apenas disponía de dos millares y medio de soldados más otros tantos askaris (tropas indígenas, muy bien instruidas y bien pagadas) y, lo que sería peor, no podría recibir ayuda porque la Royal Navy bloqueaba los puertos. En el otoño de 1917, en un momento crítico, se intentó un abastecimiento mediante un zepelín que despegó de Bulgaria y llegó a Sudán pero tuvo que dar la vuelta al no poder contactar. Tan precaria era la situación que el propio gobernador Heinrich Schnee había solicitado dejar el territorio al margen de la contienda -a lo que Londres se negó- y dio a su comandante la orden de mantenerse a la defensiva.


No era precisamente lo que éste deseaba oir e hizo caso omiso. Por supuesto, asumía que aquel era un frente secundario pero, a la vez, estaba decidido a obligar a los británicos a esforzarse y entretenerles el mayor número posible de efectivos. Las posesiones británicas rodeaban las alemanas por el norte (Uganda y Kenia) y sur (Rodesia), mientras que el Congo Belga lo hacía por el oeste, así que había que enfrentarse al enemigo antes de que tuviera tiempo de organizarse. Paradójicamente, fue éste el que tomó la iniciativa al atacar la Fuerza Expedicionaria de la India la ciudad de Tanga, al norte de Tanganika, en noviembre de 1914. Ninguno de los dos bandos imaginaba que aquella sería la mayor batalla librada en el continente durante la guerra.

Von Lettow apenas pudo trasladar un millar de askaris para reforzar a la solitaria compañía de la guarnición ante ocho mil indios y frenar lo que era un claro intento de conquistar el puerto germano más importante de la colonia, primer paso para invadir ésta aprovechando su debilidad, como pasó en otros sitios (en concreto, Camerún, Togo, Namibia y Nueva Guinea). Sin embargo, aquellas exiguas fuerzas tendieron una emboscada a un enemigo inexperto que había hecho un desembarco a ciegas y avanzaba confiado por la selva. Los askaris, con la anecdótica colaboración de un enjambre de abejas primero y cargando a la bayoneta después, provocaron el caos entre los indios, que sufrieron más de un millar de bajas entre muertos y heridos; pudieron ser muchos más pero Von Lettow les ofreció una rendición honrosa y hasta les prestó asistencia médica. A cambio, obtuvo un rico botín armamentístico.


La batalla de Tanga (Martin Frost)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La primera prueba se había pasado con sobresaliente y a continuación les tocó el turno de jugar a los alemanes atacando primero las líneas ferroviarias y después la ciudad de Jassin, que estaba en Tanganika pero los británicos la habían ocupado para proteger la frontera. Esta vez, von Lettow contaba con superioridad numérica, nueve compañías frente a cuatro, y logró rendir la ciudad en un día. De nuevo hizo alarde de caballerosidad permitiendo marchar a los defensores a cambio de su promesa de no participar más en la guerra; los otros harían gala de una caballerosidad similar (por ejemplo le informaron de que el káiser le había concedido la Cruz de Hierro), algo que parecía sacado directamente del Medievo.

Ahora bien, en Jassin las bajas fueron parejas; 86 muertos y 200 heridos atacantes por 93 fallecidos y 94 heridos defensores, unas cifras que éstos podían permitirse pero los primeros no. Máxime teniendo en cuenta que perdió a 27 oficiales alemanes y que aquella nueva derrota llevara a los británicos a concentrar sus fuerzas para asegurarse la superioridad y facilitar la protección de las posiciones. Así que, en lo sucesivo, von Lettow (que recibió un balazo en un brazo) evitó las batallas campales en favor de aquel tipo de acciones que tan poco le habían gustado cuando estuvo en China: las de guerrilla. Los obvios objetivos inmediatos pasaron a ser los fortines menores, el ferrocarril y las comunicaciones en general.


Paul von Lettow con oficiales y askaris/Imagen: Bundesarchiv, Bild, en Wikimedia Commons

Las tropas alemanas aguijoneaban como avispas aquí y allá, en puntos menores del África Oriental Británica (Kenia, Uganda, Zambia), para forzar al adversario a desviar tropas de Europa hacia allí. Von Lettow aprovechaba su equipo al máximo, aunque recibió askaris de refuerzo hasta sumar catorce mil efectivos junto a la tripulación y cañones del crucero SMS Königsberg, al que la Royal Navy había hundido en el río Rufiji. Pero el comandante germano tenía algo más: el respeto y la admiración de los soldados nativos, al haber aprendido a hablar swahili y nombrar a muchos de ellos oficiales; «todos somos africanos aquí», decía.

En la primavera de 1916, se le confió al general sudafricano Jan Christian Smuts la misión de conquistar el África Oriental Alemana, para lo cual contó con la ayuda belga procedente del vecino Congo; en total, 45.000 hombres que se apoderaron de la colonia teutona, obligando a von Lettow a retirarse, evitando la lucha directa hasta que en un terreno propicio, en Mahiwa, tendió una emboscada a sus perseguidores y les causó casi tres millares de bajas, perdiendo él sólo medio centenar. Sin embargo, los británicos seguían teniendo una superioridad abrumadora y, por contra, los germanos se quedaron sin munición, debiendo continuar la retirada en aquel eterno peregrinar bajo el sol ecuatorial.


Una columna de askaris durante una marcha/Imagen: Bundesarchiv, Bild, en Wikimedia Commons

Pese a todo, el alto mando estaba contento con la actuación de von Lettow, que fue ascendido a general. Eso fue en octubre de 1917; exactamente un mes después, éste se desplazó al sur intentando poner distancia con sus perseguidores y, sin apenas víveres (de ahí el fracaso del mencionado zepelín), cruzó la frontera con Mozambique y atacó a la guarnición portuguesa de Ngomano, donde se reaprovisionó. La captura de un vapor médico le proporcionó también medicinas y la toma de Namakura en el verano de 1918, armas y municiones. De esta manera, pudo volver a pasar la frontera en dirección contraria; su objetivo esta vez era el norte de Rodesia, que asaltó eludiendo el intento de atraparle de los británicos, desesperados por encontrarle.

Fue así cómo capturó la ciudad de Kasama, que cayó el 13 de noviembre. Von Lettow ignoraba que dos días antes se había firmado el armisticio que suponía la rendición de Alemania y el fin de la guerra, por lo que continuó avanzando hacia Katanga. Cuando diez jornadas más tarde llegó al río Chambezi se encontró a los británicos ondeando una bandera blanca e informándole de la noticia. Una vez confirmada, acordó el alto el fuego y recibió la orden de ir a Abercorn (actual Mbala, en el norte de Zambia) para que sus hombres entregaran allí las armas (en su mayor parte arrebatadas al enemigo). Dado que no había perdido ninguna batalla, en la práctica fue más un licenciamiento que una rendición. En ese momento tenía bajo su mando a 30 oficiales alemanes, 125 suboficiales, 1.168 askaris y unos 3.500 porteadores, con los que había mareado a 130 generales británicos, provocándoles cerca de 60.000 bajas en total.


La batalla de Ngomano/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Se había terminado por fin la marcha, tan larga como penosa porque muchos hombres llevaban consigo a sus familias, ya que se evitaba acercarse a los poblados para evitar la tentación de desertar; algo que apenas fue testimonial gracias a que von Lettow les dio el mismo trato que a los blancos. Los alemanes quedaron prisioneros en Dar es Salaam en espera de ser repatriados, tarea en la que su jefe se volcó pero exigiendo el mismo trato para sus askaris, recluidos en Tabora. Él regresó a Alemania en marzo de 1919 y hasta encabezó un desfile por la Puerta de Brandeburgo con sus Schutztruppen vistiendo todavía los andrajosos uniformes que traían de la campaña. Ese mismo año contrajo matrimonio con Martha Wallroth; tuvieron dos hijos y dos hijas.


Von Lettow en 1930 / foto Bundesarchiv, Bild 102-10133 en Wikimedia Commons

Durante la República de Weimar le tentaron con la política pero lo rechazó y prefirió seguir en el ejército, colaborando en la represión de la revuelta espartaquista. Años después tuvo ocasión de conocer personalmente a los mandos británicos a los que se había enfrentado, entablando buena amistad con Jan Smuts. En 1928 cedió por fin y se afilió al DNVP (Partido Nacional del Pueblo de Alemania, de corte conservador), presentándose a las elecciones de 1930. Salió elegido por la Alta Baviera y el propio Hitler le ofreció unirse al movimiento nazi, algo que él rechazó (la leyenda dice que le mandó «a tomar por culo», literalmente; su sobrino declaró décadas después que le parecía creíble, salvo que no habría sido de una forma «tan cortés»).

Esa actitud le hizo sospechoso, por lo que se registró su casa y fue puesto bajo vigilancia. Pero a la vez era tan popular que a sus 68 años le ascendieron a general para asuntos especiales, quizá porque era un cargo honorífico y no le obligaba a un servicio activo del que el régimen prefería tenerlo lejos. De hecho, nunca se incorporó al Partido Nacional-Socialista y tras la Segunda Guerra Mundial, en la que perdió a sus dos hijos varones, quedó en la miseria, dependiendo de lo que le mandaban aquellos ex-enemigos británicos a los que había combatido en África. Luego logró recobrar cierta comodidad y en 1953 fue invitado a visitar la antigua colonia, donde sus veteranos askaris le recibieron con honores, igual que las autoridades británicas.


Falleció en Hamburgo en 1964, a los 94 años de edad, dispensándosele un emotivo funeral por todo lo alto. Poco después, el gobierno alemán aprobó conceder una pensión a los askaris que pudieran demostrar haber estado a sus órdenes; unos presentaron sus documentos, otros los restos del uniforme y algunos se sometieron a una prueba de instrucción que todos aprobaron pese a haber transcurrido cuatro décadas. Una muestra del magnífico entrenamiento que les había dado aquel viejo dinosaurio prusiano ya extinto. No se trata sólo una metáfora; a una especie de iguanodóntido del Jurásico se le ha puesto de nombre Dysalotosaurus lettowvorbecki, por su agilidad para escapar de los depredadores.


Fuentes

My reminiscences of East Africa (Paul Emil von Lettow-Vorbeck)/African Kaiser. General Paul von Lettow-Vorbeck and the Great War in Africa, 1914-1918 (Robert Gaudi)/El sueño de África (Javier Reverte)/When elephants clash. A critical analysis of major general Paul Emil Von Lettow-Vorbeck (Major Thomas A. Crowson)/Guerilla. Colonel von Lettow-Vorbeck and Germany’s East African Empire (Edwin P. Hoyt)/Wikipedia
 


miércoles, 26 de septiembre de 2018

PGM: La mano de obra africana del conflicto

Casi 2 millones de africanos fueron arrastrados a la Primera Guerra Mundial, su recompensa fue aún más colonización



La conquista anglofrancesa de Togoland muestra un regimiento Gold Coast en la marcha, Togoland (ahora Togo) y Camerún fueron dos colonias alemanas en África. En agosto de 1914, una fuerza combinada británica y francesa conquistó Togoland y estableció un protectorado conjunto, mientras que otro anglo-francés la fuerza invadió Camerún, pero aquí las fuerzas alemanas no se rindieron hasta el 4 de marzo de 1916, Camerún fue dividido en colonias separadas francesas y británicas.
Por siempre en la marcha. (Popperfoto / Getty Images)

Jackie Bischof | Quartz

Puede ser difícil comprender con qué facilidad África ha sido borrada de la historia mundial. Un ejemplo poderoso es su participación en la Primera Guerra Mundial, que ha sido prácticamente olvidada, a pesar del hecho de que aproximadamente 2 millones de africanos fueron arrastrados al conflicto como soldados, trabajadores y personal, tanto en Europa como en África, según los historiadores.

La "Gran Guerra" fue provocada por el asesinato del Archiduque Franz Ferdinand, hace 104 años (28 de junio) y terminó hace 100 años este noviembre. La mayoría de la gente conoce lo básico: que la guerra duró cuatro años, se libró en gran parte entre las potencias europeas, vio la muerte de más de 16 millones de personas y finalmente condujo al ascenso de Adolf Hitler y, finalmente, la Segunda Guerra Mundial.

Pero lo que rara vez se discute es el despliegue de cientos y miles de africanos no solo en los campos de batalla europeos, sino en casa, en una batalla por el poder sobre las colonias africanas.

"Todas las potencias coloniales promovieron la idea de una 'misión civilizadora europea', es decir, llevar el estado de derecho, el orden, la estabilidad y la paz a África", escribe Daniel Steinbach para el British Council. "Sin embargo, en agosto de 1914, mostraron poca vacilación antes de convertir ... a África en un teatro de guerra".


Tropas localmente reclutadas bajo el mando alemán en Dar Es Salaam, Tanzania, entonces parte del África Oriental Alemana, alrededor de 1914. (Hulton Archive / Getty Images)

Esta parte oculta de la historia es el tema de un nuevo espectáculo épico del artista sudafricano William Kentridge titulado "La cabeza y la carga". Con un reparto internacional, el espectáculo se estrenará en el Tate Modern de Londres el próximo mes y en el Parque de Nueva York Avenue Armory en diciembre. El título de la obra es un giro en un proverbio ghanés, "la cabeza y la carga son los problemas del cuello", y se refiere a la carga soportada por los porteadores en el esfuerzo de guerra cuando se marcharon de sus hogares en busca de fuerzas que buscaran controlar ellos.

A diferencia de los combates en Europa, que tuvieron lugar principalmente en las trincheras, la guerra en África tuvo lugar en largas extensiones de tierra. La falta de carreteras y ferrocarriles, combinado con el hecho de que la mayoría de los caballos fueron víctimas de la mosca tsetsé, llevó a las fuerzas alemanas, francesas y británicas a utilizar porteadores africanos -cuatro a cada soldado- para llevar suministros y piezas de maquinaria. Se estima que 300,000 porteadores murieron en el camino, según la historiadora Kathleen Bomani.

"The Head and the Load" coloca a un conjunto internacional de actores, cantantes, músicos y artistas de performance en un escenario masivo y alargado, moviéndolos en una procesión entre un diseño casi surrealista de escaleras y plataformas giratorias, y en un contexto de proyecciones de películas y animaciones stop-motion exclusivas de Kentridge. La obra también aborda la participación a veces voluntaria de África en la guerra como una forma de demostrarlo. "Para mí, la Primera Guerra Mundial encapsula, comprime y calienta a una temperatura determinada todas las paradojas y contradicciones del colonialismo", dice Kentridge.



Puede que este haya sido un momento olvidado en la historia, pero la interacción repentina y violenta entre europeos y africanos también tuvo un profundo impacto en el futuro de África. Mientras que algunos africanos lucharon voluntariamente, muchos otros resistieron su despliegue y la forma brutal en que fueron tratados. Los poderes coloniales tomaron nota.

Después de la guerra, a pesar de sus esfuerzos, a los africanos se les negó su solicitud de representación en el Tratado de Versalles. Las colonias africanas de Alemania se dividieron entre las potencias europeas, lo que convirtió a Gran Bretaña y Francia en fuerzas dominantes en el continente. La división impactó a millones de personas, en países como Ruanda, Togo, Camerún, Namibia y Sudáfrica, y tendría un efecto dominó en las próximas décadas.

"Fundamentalmente, la Primera Guerra Mundial aceleró el proceso de cambio político y económico en el África colonial", escribe Richard Rathbone en el Journal of African History (pdf). "Fue un período en el que un mundo colonial mayoritariamente azaroso se convirtió en un asunto cada vez más centralizado. En muchos sentidos, la Guerra marcó el período en el que la "pacificación" de los críticos africanos y metropolitanos del colonialismo termina y comienza el dominio colonial propiamente dicho ".

Más de un millón de soldados africanos -los "veteranos olvidados" - seguirían luchando por los poderes coloniales en la Segunda Guerra Mundial.

martes, 2 de septiembre de 2014

PGM: La Campaña en el África Oriental (Parte 5)

La Campaña en el África Oriental
Quinta Parte

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4


La batalla de Tanga

La batalla de Tanga
Debido a la defectuosa organización solo a las 12.10 hrs se dio la órden de avanzar. El avance fue penosamente lento. Dos hora después, luego de haber cubierto unos cientos de metros, el enemigo no había sido avistado, también era imposible, dada la densidad del bosque ver claramente lo que estaba directamente enfrente. Dado lo desorganizado de la marcha, se abrieron grandes claros entre las diversas unidades. El calor era atroz, muchos hombres caían desmayados. A las 14.30 hrs los alemanes abrieron fuego. Estaban justamente en en las posiciones expectadas. Von Lettow acababa de llegar con resfuerzos y concentró a sus askaris en las afueras de la villa. Al comenzar el combate el batallón de North Lancashire avanzó, dejando atrás a otras unidades de esa brigada a sus flancos. Muchos fueron volteados por el intenso fuego de fusilería y ametralladoras.

El 50% de los efectivos del desdichado 13o. Batallón de Rajputs huyeron despavoridas del campo de batalla, arrastrando tras de si, en su desbandada a otro batallón cercano. En su diario Meinehrtzhagen anotó:


"¡Todos cuchicheaban como monos aterrados!. ¡No tenían deseo alguno de pelear!"

 
Los Rajputs disparaban con los fusiles en cualquier dirección, inclusive sobre las propias tropas que avanzaban. Esas mismas, creyendo que los alemanes atacaban por la retaguardia se dispersaron. 
"Tuve que usar mis botas y mi pistola para detenerlos" observó Meinertzagen, quien disparó contra un oficial hindú que desenvainó su espada y lo amenazó.

La confusión y el pánico ganaban la batalla a pocos minutos de haber comenzado. Parte de la tropa trataba de ocultarse en las rugosidades del terreno, otros oraban. Meinertzhagen ordenó a un cipayo, que temblaba de miedo levantarse. El soldado se negó, apuntándole con el fusil Meinertzhagen agrega lacónicamente


"¡Mate al bruto que se hallaba acostado en el suelo, medio loco de puro miedo!"

 La penosa verdad era que las tropas hindúes estaban completamente fuera de su elemento en este tipo de combate, para el cual jamas habían sido entrenados. Los oficiales británicos, tampoco entrenados, no atinaban sino a tiranizar esos hombres, conduciéndolos al fracaso.

Aitken lamentaba haber declinado la oferta de un destacamento de King's African Rifles!, ya que la tropa de von Lettow daba la impresión de saber lo que estaban haciendo. Un sobreviviente luego comentó: 


"¡Empleaban tácticas de fuego jamas vistas o empleadas en la India!"

Mientras tanto, algunas tropas del Regimiento North Lancashire y de otros batallones lograron llegar a Tanga, a pesar de los esfuerzos del Capitán von Hamerstein, quien arrojaba botellas a los askaris que se batían en retirada. Amigos y enemigos gritaban en una variedad de idiomas. Un grupo del batallón North Lancashire llegó hasta el Hotel Kaiser, un oficial trepó al techo y arrió la bandera alemana, pero a esta altura del entrevero, muchas unidades habían perdido a sus oficiales, y algunas de las compañías en la vanguardia habían sido reducidas al 50% de sus efectivos, Los askaris no solo manejaban bien las ametralladoras, sino que demostraron ser excelentes tiradores con el fusil. La defensa de la villa se hizo fiera,y un feroz combate casa por casa tomó lugar cuando los alemanes intentaron neutralizar a las tropas británicas que habían logrado penetrar en la villa.

Al recibir un pedido de fuego de apoyo, el crucero H.M.S. Fox arrojó una granada que cayó sobre el hospital de Tanga.


 
Tendiendo líneas del Telegráfo de Campaña 
 
¡Askaris al Ataque! 

Otra granada cayó sobre lo que quedaba de las linéas británicas, arrojando al formidable de Meinertzhagen a la copa de una palmera. Una batería de artillería abordo de las barcazas, sujetada contra las bordas
por sacos de carbón, intento apoyar con sus fuegos a las tropas británicas. A pesar que el jefe de esta batería pretendió dirigir el tiro desde el alto de un mástil, sin lograr su objetivo.

Mientras todo esto ocurría, un grupo de marineros del Fox desembarcó para comprar alimentos. A duras penas lograron regresar al buque bajo un intento fuego de armas livianas.

Al no recibir refuerzos, el batallón North Lancashire no tuvo más remedio que retirarse y los alemanes lograron cerra su línea. Según la historia oficial inglesa: 


"El resto de las tropas que atacaron, desagraciadamente se disperso entre la espesa vegetación o se amontonó en las playas. Los portadores, que fueron los primeros en huir fueron confundidos por askaris alemanes, dada la similitud de sus uniformes khaki, y esto acrecentó aún más el pánico."


Askaritreue "Lealtad Askari"

 
"Un cálido saludo" para las tropas de desembarco inglesas. La ametralladora es una Hotchkiss de 37 mm.

El "Arma Secreta" de von Lettow 
 Otra desagradable sorpresa aguardaba a los británicos: un feroz ataque por parte de un enjambre de abejas africanas. Los nativos acostumbraban colgar las colmenas de abejas de las ramas de los árboles. Debemos agregar que las abejas africanas son no solo mas grandes que las conocidas en Europa. Su ataque es más persistente, ya que las abejas europeas persiguen a sus presas por unos 30-35 metros, las africanas por 100-120 metros. Estas abejas africanas en particular estaban muy irritadas: las colmenas habían sido acribilladas a tiros. Aunque tanto las tropas alemanas como las británicas fueron el blanco de estos "amables" insectos, un rumor persistente entre las tropas del Regimiento North Lanchasire atribuía el ataque a "una endemoniada treta de los alemanes" Un suboficial de comunicaciones llamado Preston continuó transmitiendo por el telégrafo mientras era blanco de las abejas. Algo mas tarde debieron extirparle mas de 300 aguijones de la cabeza, Por este acto recibió la Distinguished Conduct Medal.

Varios años después del armisticio oficiales británicos le preguntaron a von Lettow si el había empleado "abejas entrenadas" en Tanga. La leyenda pesistió. Un libro de historia de post-guerra afirmaba que: Cañas y alambres habían sido hábilmente desplegados en el monte. Cualquier persona que tropezara con ellos destapaba a los nidos de abejas"

Regresemos a la batalla de Tanga-todo lo que quedaba en pie de la línea británica era un puñado de oficiales luchando solitarias batallas individuales. La estampida hacia las playas motivó que varios oficiales británicos abriesen fuego contra sus propias tropas. A esta altura de los acontecimientos, al ver su carrera militar cayendo en picada y su reputación hecha trizas, el General Aitken se lanzó a la carga con su plana mayor. Según un testigo ocular, apenado, desmoralizado al oir los gemidos y gritos de dolor de la tropa, su juicio y su temperamento fueron naturalmente más afectados aún.

Al caer la tarde la fuerza expedicionaria británica se hallaba en un estado total de confusión. Había sufrido 817 bajas sobre un total de 8.000 hombres. Tighe había perdido la mitas de sus oficiales. Si von Lettow hubiera contra-atacado, aquello hubiera sido una masacre. Pero no fue asi.
No convencido del grado de desmoralización de la fuerza enemiga, y aún temeroso de los cañones del H.M.S. Fox, que batían a Tanga con vigor, von Lettow optó por reunir a sus tropas fuera de la villa.

Mientras los británicos intentaban restaurar el orden y controlar a sus tropas, von Lettow advirtió que el enemigo había sufrido un contraste, aunque no tenía una idea exacta de la gravedad . En su Cuartel General, en el bosque detrás de la villa. Malhumorado por la escaséz de agua, hasta que las tropas aliviaron la sed con leche de coco, botellas de vino y de soda. La mayor carnicería de Tanga envió cantidades de salchichas calientes para alimentar a la tropa.
H.M.S. Fox

La playa de invasión

Trompa Askari

Por la noche, von Lettow aun estaba en la duda si Tanga estaba en manos del enemigo o en su poder. Para satisfacer su curiosidad, decidió explorar personalmente Por lo tanto, salto sobre una bicicleta y acompañado por dos oficiales se desplazo por las calles de la villa, que estaba totalmente abandonada. Las casas blancas reflejaban los rayos de la luna sobre las calles por las cuales von Lettow y sus oficiales transitaban. Al llegar al pueblo, pudo comprobar que Tanga definitivamente no estaba en manos de los ingleses


"A un cuarto de milla, en la rada se hallaban los buques de transporte británicos, cubiertos por un resplandor de luces. Mucho me lamente que nuestra artillería, dos cañones modelo 1873 aun no habían llegado "

Von Lettow descartó la bicicleta y se dirigió a pie hacia la playa, frente a la cual se hallaba el crucero Fox. Continuó sus observaciones y regreso al pueblo. Momentos después, una patrulla británica hizo fuego. Esta era una patrulla de dos hombres al mando de Meinertzhagen. En las palabras de un historiador inglés. "Si hubieran matado a von Lettow, el desembarco en Tanga hubiera valido la pena"

Al planear esta batalla, el Estado Mayor británico no había considerado la posibilidad de re-embarcar, y por consecuencia, no habían trazado plan alguno que contemplara esta circunstancia. La evacuación comenzó al dia siguiente, en el más completo desorden. Todas las unidades habían quedado desorganizadas, había muchísimos hombres con heridas demasiado graves para someterlos al brusco caminar de los camilleros, y a los sobresaltos que experimentarían al ser embarcados abordo de las barcazas y los 2.000 rechinantes e indisciplinados portadores complicaban aún más la situación.

Finalmente, los mandos ingleses decidieron dejar a los heridos más serios donde estaban y abandonar el grueso de los materiales. En total 130 hombres gravemente heridos fueron abandonados. Para facilitar la tarea de re-embarco, las ametralladoras fueron descartadas.

Al día siguiente, a las 09.00 hrs, Meinertzhagen se hallaba nuevamente en Tanga. Junto a Hamerstein, montados en mula se dirigieron a la playa, que se hallaba completamente abandonada. Alli, Meinertzhagen entregó oficialmente todos los suministros británicos. Estos incluían 16 ametralladoras, 455 fusiles, 600.00 cartuchos, teléfonos de campaña, unifomes etc. Von Lettow estaba encantado, ya que los nuevos uniformes y mantas satisfacerian las necesidades de sus tropas "por un año, por lo menos." De hecho, tres compañías de reciente creación fueron equipadas con estos materiales.

Inspeccionando los materiales, Meinerthagem tomo conocimiento de que el oficial británico a cargo del Cuartel de Maestranza no estaba protegido por la bandera blanca: "Se hallaba levantando inventario de los materiales abandonados en silencio. Hamerstein le preguntó que estaba haciendo detrás de las líneas alemanas, a lo que Meinertzhagen respondió que esto se debía a un error, y ordenó al oficial embarcarse en uno de los botes. Momentos después Hamerstein y Meinertzhagen advirtieron que una barcaza con tropas del North Lanchashire se aproximaba. La tropa saltó por la borda, a unos 50 metros de la playa para bañarse y nadar. Hamerstein le advirtió a Meinertzhagen que el no tendría otro remedio que hacer fuego contra estos hombres. Luego de furiosas señales, Meinertzhagen logró que regresaran al convoy.

Una vez finalizado el inventario de los materiales, Hamerstein y Meinertzhagen dedicieron desayunar: "Buena cerveza, hielo, cantidades de huevos, crema y espárragos"

El alemán y el británico se despidieron amablemente, intercambiaron direcciones y acordaron reunirse en el futuro. Hamerstein obsequió a Mienertzhagen con una foto de su persona. Luego de una buena charla de sobremesa con un joven oficial alemán, entusiasmado por los pájaros Meinertzhagen se marchó. Antes que de embarcarse. Hamerstein le advirtió que si los transportes no se alejaban, daría la orden de abrir fuego con uno de los anticuado cañones de campaña, aunque, agregó: "Nosotros, los alemanes no deseamos abrir fuego contra transportes desarmados"

Al subir a bordo del navío-cuartel del Gral. Aitken, Meinertzhagen reportó este detalle a Aitken. De inmediato, las naves levaron anclas y enfilaron hacia el mar abierto. Durante el día anterior, los jefes y oficiales trataron de separar a la confusa tropa y de darle a las unidades la misma organización prevaleciente al comienzo de operaciones.

Lo mas extraño de esta desdichada procesión era el hecho de que que el crucero H.M.S. Fox, la nave asignada por la Royal Navy a proteger el convoy encabezaba la retirada, encabezaba el convoy. Los alemanes abrieron fuego contra el último de los buques, aunque sin causar daños Meinertzhagen apuntó en su diario: " Me imagino que esta clase de comportamiento en la Royal Navy es caso único". Esta irritación se debía en parte a lo dolores de cabeza que experimentaba en esos momentos, debido a haber quedado colgado de las ramas de una palmera, al explotar una de las granadas del Fox.



El Hospital de Tanga

Askaris de la guardia Tabora

viernes, 29 de noviembre de 2013

PGM: La Campaña en el África Oriental (Parte 4)

La Campaña en el África Oriental
Cuarta Parte
Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4


La batalla de Tanga

La batalla de Tanga
Debido a la defectuosa organización solo a las 12.10 hrs se dio la órden de avanzar. El avance fue penosamente lento. Dos hora después, luego de haber cubierto unos cientos de metros, el enemigo no había sido avistado, también era imposible, dada la densidad del bosque ver claramente lo que estaba directamente enfrente. Dado lo desorganizado de la marcha, se abrieron grandes claros entre las diversas unidades. El calor era atroz, muchos hombres caían desmayados. A las 14.30 hrs los alemanes abrieron fuego. Estaban justamente en en las posiciones expectadas. Von Lettow acababa de llegar con resfuerzos y concentró a sus askaris en las afueras de la villa. Al comenzar el combate el batallón de North Lancashire avanzó, dejando atrás a otras unidades de esa brigada a sus flancos. Muchos fueron volteados por el intenso fuego de fusilería y ametralladoras.

El 50% de los efectivos del desdichado 13o. Batallón de Rajputs huyeron despavoridas del campo de batalla, arrastrando tras de si, en su desbandada a otro batallón cercano. En su diario Meinehrtzhagen anotó:


"¡Todos cuchicheaban como monos aterrados!. ¡No tenían deseo alguno de pelear!"

 
Los Rajputs disparaban con los fusiles en cualquier dirección, inclusive sobre las propias tropas que avanzaban. Esas mismas, creyendo que los alemanes atacaban por la retaguardia se dispersaron. 
"Tuve que usar mis botas y mi pistola para detenerlos" observó Meinertzagen, quien disparó contra un oficial hindú que desenvainó su espada y lo amenazó.

La confusión y el pánico ganaban la batalla a pocos minutos de haber comenzado. Parte de la tropa trataba de ocultarse en las rugosidades del terreno, otros oraban. Meinertzhagen ordenó a un cipayo, que temblaba de miedo levantarse. El soldado se negó, apuntándole con el fusil Meinertzhagen agrega lacónicamente


"¡Mate al bruto que se hallaba acostado en el suelo, medio loco de puro miedo!"

 La penosa verdad era que las tropas hindúes estaban completamente fuera de su elemento en este tipo de combate, para el cual jamas habían sido entrenados. Los oficiales británicos, tampoco entrenados, no atinaban sino a tiranizar esos hombres, conduciéndolos al fracaso.

Aitken lamentaba haber declinado la oferta de un destacamento de King's African Rifles!, ya que la tropa de von Lettow daba la impresión de saber lo que estaban haciendo. Un sobreviviente luego comentó: 


"¡Empleaban tácticas de fuego jamas vistas o empleadas en la India!"

Mientras tanto, algunas tropas del Regimiento North Lancashire y de otros batallones lograron llegar a Tanga, a pesar de los esfuerzos del Capitán von Hamerstein, quien arrojaba botellas a los askaris que se batían en retirada. Amigos y enemigos gritaban en una variedad de idiomas. Un grupo del batallón North Lancashire llegó hasta el Hotel Kaiser, un oficial trepó al techo y arrió la bandera alemana, pero a esta altura del entrevero, muchas unidades habían perdido a sus oficiales, y algunas de las compañías en la vanguardia habían sido reducidas al 50% de sus efectivos, Los askaris no solo manejaban bien las ametralladoras, sino que demostraron ser excelentes tiradores con el fusil. La defensa de la villa se hizo fiera,y un feroz combate casa por casa tomó lugar cuando los alemanes intentaron neutralizar a las tropas británicas que habían logrado penetrar en la villa.

Al recibir un pedido de fuego de apoyo, el crucero H.M.S. Fox arrojó una granada que cayó sobre el hospital de Tanga.


 
Tendiendo líneas del Telegráfo de Campaña 
 
¡Askaris al Ataque! 

Otra granada cayó sobre lo que quedaba de las linéas británicas, arrojando al formidable de Meinertzhagen a la copa de una palmera. Una batería de artillería abordo de las barcazas, sujetada contra las bordas
por sacos de carbón, intento apoyar con sus fuegos a las tropas británicas. A pesar que el jefe de esta batería pretendió dirigir el tiro desde el alto de un mástil, sin lograr su objetivo.

Mientras todo esto ocurría, un grupo de marineros del Fox desembarcó para comprar alimentos. A duras penas lograron regresar al buque bajo un intento fuego de armas livianas.

Al no recibir refuerzos, el batallón North Lancashire no tuvo más remedio que retirarse y los alemanes lograron cerra su línea. Según la historia oficial inglesa: 


"El resto de las tropas que atacaron, desagraciadamente se disperso entre la espesa vegetación o se amontonó en las playas. Los portadores, que fueron los primeros en huir fueron confundidos por askaris alemanes, dada la similitud de sus uniformes khaki, y esto acrecentó aún más el pánico."


Askaritreue "Lealtad Askari"

 
"Un cálido saludo" para las tropas de desembarco inglesas. La ametralladora es una Hotchkiss de 37 mm.

El "Arma Secreta" de von Lettow 
 Otra desagradable sorpresa aguardaba a los británicos: un feroz ataque por parte de un enjambre de abejas africanas. Los nativos acostumbraban colgar las colmenas de abejas de las ramas de los árboles. Debemos agregar que las abejas africanas son no solo mas grandes que las conocidas en Europa. Su ataque es más persistente, ya que las abejas europeas persiguen a sus presas por unos 30-35 metros, las africanas por 100-120 metros. Estas abejas africanas en particular estaban muy irritadas: las colmenas habían sido acribilladas a tiros. Aunque tanto las tropas alemanas como las británicas fueron el blanco de estos "amables" insectos, un rumor persistente entre las tropas del Regimiento North Lanchasire atribuía el ataque a "una endemoniada treta de los alemanes" Un suboficial de comunicaciones llamado Preston continuó transmitiendo por el telégrafo mientras era blanco de las abejas. Algo mas tarde debieron extirparle mas de 300 aguijones de la cabeza, Por este acto recibió la Distinguished Conduct Medal.

Varios años después del armisticio oficiales británicos le preguntaron a von Lettow si el había empleado "abejas entrenadas" en Tanga. La leyenda pesistió. Un libro de historia de post-guerra afirmaba que: Cañas y alambres habían sido hábilmente desplegados en el monte. Cualquier persona que tropezara con ellos destapaba a los nidos de abejas"

Regresemos a la batalla de Tanga-todo lo que quedaba en pie de la línea británica era un puñado de oficiales luchando solitarias batallas individuales. La estampida hacia las playas motivó que varios oficiales británicos abriesen fuego contra sus propias tropas. A esta altura de los acontecimientos, al ver su carrera militar cayendo en picada y su reputación hecha trizas, el General Aitken se lanzó a la carga con su plana mayor. Según un testigo ocular, apenado, desmoralizado al oir los gemidos y gritos de dolor de la tropa, su juicio y su temperamento fueron naturalmente más afectados aún.

Al caer la tarde la fuerza expedicionaria británica se hallaba en un estado total de confusión. Había sufrido 817 bajas sobre un total de 8.000 hombres. Tighe había perdido la mitas de sus oficiales. Si von Lettow hubiera contra-atacado, aquello hubiera sido una masacre. Pero no fue asi.
No convencido del grado de desmoralización de la fuerza enemiga, y aún temeroso de los cañones del H.M.S. Fox, que batían a Tanga con vigor, von Lettow optó por reunir a sus tropas fuera de la villa.

Mientras los británicos intentaban restaurar el orden y controlar a sus tropas, von Lettow advirtió que el enemigo había sufrido un contraste, aunque no tenía una idea exacta de la gravedad . En su Cuartel General, en el bosque detrás de la villa. Malhumorado por la escaséz de agua, hasta que las tropas aliviaron la sed con leche de coco, botellas de vino y de soda. La mayor carnicería de Tanga envió cantidades de salchichas calientes para alimentar a la tropa.


H.M.S. Fox



La playa de invasión

Trompa Askari

Por la noche, von Lettow aun estaba en la duda si Tanga estaba en manos del enemigo o en su poder. Para satisfacer su curiosidad, decidió explorar personalmente Por lo tanto, salto sobre una bicicleta y acompañado por dos oficiales se desplazo por las calles de la villa, que estaba totalmente abandonada. Las casas blancas reflejaban los rayos de la luna sobre las calles por las cuales von Lettow y sus oficiales transitaban. Al llegar al pueblo, pudo comprobar que Tanga definitivamente no estaba en manos de los ingleses


"A un cuarto de milla, en la rada se hallaban los buques de transporte británicos, cubiertos por un resplandor de luces. Mucho me lamente que nuestra artillería, dos cañones modelo 1873 aun no habían llegado "

Von Lettow descartó la bicicleta y se dirigió a pie hacia la playa, frente a la cual se hallaba el crucero Fox. Continuó sus observaciones y regreso al pueblo. Momentos después, una patrulla británica hizo fuego. Esta era una patrulla de dos hombres al mando de Meinertzhagen. En las palabras de un historiador inglés. "Si hubieran matado a von Lettow, el desembarco en Tanga hubiera valido la pena"

Al planear esta batalla, el Estado Mayor británico no había considerado la posibilidad de re-embarcar, y por consecuencia, no habían trazado plan alguno que contemplara esta circunstancia. La evacuación comenzó al dia siguiente, en el más completo desorden. Todas las unidades habían quedado desorganizadas, había muchísimos hombres con heridas demasiado graves para someterlos al brusco caminar de los camilleros, y a los sobresaltos que experimentarían al ser embarcados abordo de las barcazas y los 2.000 rechinantes e indisciplinados portadores complicaban aún más la situación.

Finalmente, los mandos ingleses decidieron dejar a los heridos más serios donde estaban y abandonar el grueso de los materiales. En total 130 hombres gravemente heridos fueron abandonados. Para facilitar la tarea de re-embarco, las ametralladoras fueron descartadas.

Al día siguiente, a las 09.00 hrs, Meinertzhagen se hallaba nuevamente en Tanga. Junto a Hamerstein, montados en mula se dirigieron a la playa, que se hallaba completamente abandonada. Alli, Meinertzhagen entregó oficialmente todos los suministros británicos. Estos incluían 16 ametralladoras, 455 fusiles, 600.00 cartuchos, teléfonos de campaña, unifomes etc. Von Lettow estaba encantado, ya que los nuevos uniformes y mantas satisfacerian las necesidades de sus tropas "por un año, por lo menos." De hecho, tres compañías de reciente creación fueron equipadas con estos materiales.

Inspeccionando los materiales, Meinerthagem tomo conocimiento de que el oficial británico a cargo del Cuartel de Maestranza no estaba protegido por la bandera blanca: "Se hallaba levantando inventario de los materiales abandonados en silencio. Hamerstein le preguntó que estaba haciendo detrás de las líneas alemanas, a lo que Meinertzhagen respondió que esto se debía a un error, y ordenó al oficial embarcarse en uno de los botes. Momentos después Hamerstein y Meinertzhagen advirtieron que una barcaza con tropas del North Lanchashire se aproximaba. La tropa saltó por la borda, a unos 50 metros de la playa para bañarse y nadar. Hamerstein le advirtió a Meinertzhagen que el no tendría otro remedio que hacer fuego contra estos hombres. Luego de furiosas señales, Meinertzhagen logró que regresaran al convoy.

Una vez finalizado el inventario de los materiales, Hamerstein y Meinertzhagen dedicieron desayunar: "Buena cerveza, hielo, cantidades de huevos, crema y espárragos"

El alemán y el británico se despidieron amablemente, intercambiaron direcciones y acordaron reunirse en el futuro. Hamerstein obsequió a Mienertzhagen con una foto de su persona. Luego de una buena charla de sobremesa con un joven oficial alemán, entusiasmado por los pájaros Meinertzhagen se marchó. Antes que de embarcarse. Hamerstein le advirtió que si los transportes no se alejaban, daría la orden de abrir fuego con uno de los anticuado cañones de campaña, aunque, agregó: "Nosotros, los alemanes no deseamos abrir fuego contra transportes desarmados"

Al subir a bordo del navío-cuartel del Gral. Aitken, Meinertzhagen reportó este detalle a Aitken. De inmediato, las naves levaron anclas y enfilaron hacia el mar abierto. Durante el día anterior, los jefes y oficiales trataron de separar a la confusa tropa y de darle a las unidades la misma organización prevaleciente al comienzo de operaciones.

Lo mas extraño de esta desdichada procesión era el hecho de que que el crucero H.M.S. Fox, la nave asignada por la Royal Navy a proteger el convoy encabezaba la retirada, encabezaba el convoy. Los alemanes abrieron fuego contra el último de los buques, aunque sin causar daños Meinertzhagen apuntó en su diario: " Me imagino que esta clase de comportamiento en la Royal Navy es caso único". Esta irritación se debía en parte a lo dolores de cabeza que experimentaba en esos momentos, debido a haber quedado colgado de las ramas de una palmera, al explotar una de las granadas del Fox.



El Hospital de Tanga

Askaris de la guardia Tabora

domingo, 6 de octubre de 2013

PGM: La Campaña en el África Oriental (Parte 3)

La Campaña en el África Oriental
Tercera Parte
Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4



La bandera del gobernador del África Oriental Alemana


Tanga: II Parte 
Gracias a periódicos y correspondencia inglesa capturados Von Lettow supo que una fuerza expedicionaria de 10.000 hombres estaba siendo alistada para un ataque en gran escala en las proximidades a Tanga. Von Lettow observa en sus memorias: 


"Me dirigí al puerto a fines de Octubre, y fuimos por todas parte en un automóvil que traje. Discutí el tema, allí, en la campaña con el Capitán Adler, comandante de la 17a. Compañía de Askaris y con el Comisionado del Districto Auracher. Me agrado que este último opinaba que si Tanga estaba realmente amenazada, la necesidad primordial sería la unidad de acción Le asegure que, por supuesto me haría responsable de cualquier consecuencia que pudiera ocurrir. Esto era de suma importancia, en especial porque según las ordenes del gobernador, debería evitarse que Tanga fuese bombardeada bajo cualquier circunstancia."

Poco después que el convoy inglés había zarpado hacia Tanga, dos de los buques de guerra sufrieron serios desperfectos, dejando sólo como escolta al crucero H.M.S. Fox. Aún si los cañones del viejo buque y las fuerzas disponibles eran consideradas adecuadas, la marcha era lenta y penosa del convoy a través de las olas del mar en dirección Sud. A la distancia se apreciaban columnas de humo elevándose sobre la costa; quizás éstas fueran señales de las tribus nativas que observaban el progreso del convoy.



Una postal alemana de Tanga

Von Lettow-Vorbeck y Schnee


A unas 15 millas al Este de Tanga, el convoy hizo ensamble con cuatro remolcadores que arrastraban barcazas que traían abordo 2.000 portadores de Zanzíbar. Ningún ejército podría avanzar en el África sin una fuerza de portadores nativos de al menos un cuarto el total de sus efectivos, ya que los caminos eran prácticamente inexistentes. Poco después el convoy se detuvo y el H.M.S. Fox procedió por si solo hacia el canal fuera del puerto de Tanga, bajo una bandera blanca de parlamento. La madrugada brumosa prometía un día realmente caluroso.

El Fox atracó en el puerto con su dotación lista para abrir fuego. Su capitán, F.W. Caulfield envió un mensaje al Comisionado Alemán del Distrito a subir a bordo. Todas las piezas de artillería del crucero apuntaban a la villa. El Comisionado subió abordo inmediatamente. Este funcionario intenso y patriótico era uno de los pocos alemanes en el Africa Oriental que desde el principio admiraban a von Lettow. Cauldfield le pidió que rindiera la ciudad, advirtiéndole que en caso que su respuesta fuera negativa Tanga sería bombardeada, al mismo tiempo preguntó si las cercanías del puerto habían sido minadas

Esta posibilidad preocupaba a Caulfield de sobremanera, y esta preocupación se convirtió en obsesión para el el capitán R. Meinertzhagen, Jefe del Servicio de Inteligencia británico en el África Oriental, anotó en su diario:


"(Caulfield) parecía estar nervioso aunque pomposo, de ojos traicioneros y nada dispuesto a ayudar. Me dio la impresión que definitivamente tenía miedo, y hacia continuas referencias a la seguridad de su maldito buque, ignorando el simple hecho de que era su deber protegernos, aun si llegase a perder su buque"

La voz de Caulfield denotaba tensión al mencionar las minas. El Comisionado se sobresaltó, debido a un error de traducción, que le hizo creer que sería fusilado si no revelaba esa información. Esta es, de todas maneras la versión oficial de esta entrevista. A pesar de todo, el Comisionado no reveló información alguna y le hizo saber al susceptible oficial naval que Tanga era una villa abierta, sin defensas y por lo tanto no podía ser bombardeada. En cuanto a la demanda de rendición, hizo saber a Caulfield que debería consultar con autoridades superiores. Se le concedió un plazo de una hora.


La amenaza sobre Tanga
El Comisionado fue llevado en bote a la costa,. Al tocar tierra corrió hacia su oficina, de donde telegrafió a von Lettow, quien se hallaba en Moshi y precavió a la gente del pueblo que un cañoneo era inminente.

Una vez cumplido su deber civil, vistió el uniforme de teniente de reserva y procedió a reunir a todos los policías disponibles, y los formó con la tropa. La población civil evacuó el pueblo y la compañía de infantería, reforzada por la policía tomó posiciones defensivas en las afueras del pueblo. Todo este proceso tomó menos de media hora.

Mientras tanto, el Fox, con el agua verde obscura lamiéndole y meciendo la obra muerta color gris de la nave. El Sol ardiente comenzaba a surgir en esa mañana azul y diáfana. Las banderas alemanas sobre los techos de los edificios gubernamentales ondeaban lentamente con la brisa. El pueblo parecía haber sido abandonado, los únicos sonidos que se percibían eran el batir de las olas y cantos de pájaros.

Caulfied contactó al General Aitken por radio, detallando la situación y pidiendo naves rastreadoras de minas. Luego de aguardar una hora y diez minutos envió un nuevo mensaje: "¡No se rinden! ¡Regreso al convoy!"

Hacia eso del mediodía, el crucero Fox se había reintegrado al convoy. De esta forma los alemanes habían sido informados del ataque pendiente con medio día de anticipación. Las operaciones de rastreo comenzaron de inmediato, y el Capitán Caulfield se transfirió a uno de los rastreadores, haciéndose cargo personalmente de la operación. Aitken y Caulfield se devanaban los sesos tratando de determinar donde podría efectuarse el desembarco. El puerto parecía irradiar peligro. Varios puntos fueron considerados. A la larga, una playa en un promontorio, a 1,6 km del puerto fue seleccionado. El General Aitken dio órdenes de ocupar a Tanga por la noche, mientras que los transportes se aproximaban a la playa.

Mientras tanto, a muchos kilómetros de distancia, el Coronel von Lettow-Vorbeck, con 1.000 de sus mejores tropas procedía hacia Tanga a bordo de un tren del FFCC de Usambara, a toda velocidad. Los vagones del tren estaban repletos de Askaris. Las bayonetas y los rifles destellaban bajo el sol, mientras que el pito pululante de la locomotora resonaba en cada curva del trayecto.



Caulfield regresó al Fox alrededor de las 15.00 hrs y procedió a reorganizar el convoy mas a su manera, esto a su vez resultó en nuevas demoras, ya que los capitanes de los transportes y buques mercantes tenían poca experiencia en estas tareas y causaron un mar de dificultades. Mientras tanto, los rastreadores proseguían su tarea. Más de dos horas habían transcurrido y el desembarco aun no había comenzado.


Askari del África Oriental Alemana 



A bordo del Fox, Caulfield creó divisar tropas alemanas cerca de la costa y una granada de 152 mm fue disparada contra el monte, que luego se supo, estaba desierto. El sol se puso, y al anochecer las tropas procedieron de los transportes hasta las barcazas. Los remolcadores arrastraron a las barcazas recibieron una larga serie de órdenes contradictorias y los primeros contingentes de tropas con ametralladoras emplazadas en la proa de las barcazas enfilaron hacia la costa a las 22.00 hrs. A unos 300 metros de la costa, las barcazas encallaron en aguas poco profundas. Allí quedaron, incapaces de moverse en dirección alguna, y claramente visibles en una moche de luna.

Si bien las aguas eran poco profundas para las barcazas, eran demasiado altas para la tropa, que sobrecargada con sus equipos marchaba con el agua a la cintura. Las tropas indias debieron aguardar hasta que un oficial logro vadear hasta la costa y regresara para poder intentarlo. Las tropas que vadearon a tierra a través de la noche, eran presas del terror según un observador. Lámparas de señales centellaban mensajes de un buque al otro y con las tropas en tierra. El Brigadier General Tighe y su estado mayor desembarcaron. Abordo de la nave donde había instalado su cuartel general, Aitken aguardaba la captura de Tanga con impaciencia, dando su opinión de vez en cuando, y expresando, según uno de sus oficiales su "supremo desprecio" por las tropas nativas empleadas por los alemanes. Al rayar el alba, el grueso de las tropas de Tighe estaban en las orillas del mar, aunque totalmente exhaustas, ya que habían dormido mal o poco, además de haber sufrido mareos por un mes entero y faltos de ejercicio. Una patrulla que fue enviada a reconocer al bosque y logró alcanzar el perímetro de la villa, desde la que fueron recibidos por el fuego de dos ametralladoras. La patrulla regresó rápidamente, aunque sus informes fueron recibidos con escepticismo.



Todos quedaron sorprendidos por lo espeso que era el bosque, que en partes consistía de palmeras, zarzas y pastizales que a veces solían medir casi dos metros de altura. Los ingleses no volvieron a enviar patrullas, ya que la tropa estaba algo nerviosa, imaginando ver, detrás de cada mata al enemigo.

El Teniente Coronel de uno de los tres batallones de Tighe, ya que no tenía el mas mínimo conocimiento del terreno, donde se hallaba (¿si se hallaba?) el enemigo fue con su ayudante y otro oficial hasta un montículo para poder poder observar el terreno desde un punto ventajoso. El enemigo abrió fuego y dos de estos oficiales cayeron muertos, el tercero fue herido. La brigada de Tighe, compuesta por aprensivas tropas indias comenzó a desplazarse lentamente a través de la maleza. En ese preciso momento, puesto que habían sido advertidos con 24 horas de anticipación del ataque, el primer tren alemán desde Moshi llegó y se detuvo en las afueras de Tanga, donde los Askaris desembarcaron de los vagones playos y corrieron a tomar posiciones, e inmediatamente lanzaron un contra-ataque.

Estupefactos, los portadores de Zanzibar, que llevaban las ametralladoras del 13o. Batallón de Rajputs, abandonaron los bultos apresuradamente, y se echaron a correr hacia la playa. El 13o. Batallón de Rajputs hizo otro tanto, y luego la brigada entera se dispersó presa del pánico, sólo para ser fusilados y ametrallados. Los alemanes, bien versados en esta clase de entreveros habían situado francotiradores y ametralladoras en las copas de los arboles. Debido a la falta absoluta de apoyo de aquellos grupos aislados que trataron de resistir, como el que estaba al mando del Capitán B.E.A. Manson, bravo oficial del 61o. de Ingenieros, fueron aniquilados. Afortunadamente para los ingleses, los alemanes no persiguieron a los derrotados, y el fuego fue amainando, con la excepción de la ocasional granada disparada por el H.M.S. Fox. A eso de las 10.00 hrs de la mañana, la brigada se había reconcentrado cerca de la playa, luego de haber perdido un alto porcentaje de los oficiales británicos. En un batallón, cinco de los 12 oficiales murieron, mientras que otro batalló perdió 25% de sus tropas. Los sobrevivientes quedaron sorprendidos al ver que llegaban dos compañías, las últimas tropas de la brigada. Estas eran las tropas que habían quedado abandonadas a su suerte cuando la barcaza que los transportaba encalló entre los muertos, se hallaba un oficial de inteligencia, el único hombre en la expedición que tenía ciertos conocimientos sobre Tanga y la disposición de la villa.



Transporte de ametralladoras a lomo por los cerros del Africa Oriental Alemán 



¿Qué le había pasado a ese "pasito fácil" hacia Tanga? Algo sacudido por lo sucedido, Tighe se reportó a Aitken. Se decidió desembarcar la brigada de Wapshare, y de esta forma con dos brigadas, que incluían un batallón totalmente británico, la extraordinaria resistencia alemana sería desbordada por el pánico.


La brigada de Bangalore, al mando de del Major General R. Wapshare desembarcó por la tarde, bajo un torrencial aguacero. Las tropas y materiales comenzaron a llegar a la playa y en la costa. Algo después, esa tarde desembarcó el General Aitken, quien no estaba de buen talante, por cierto. Aitken y su estado mayor trataron infructuosamente de resolver los problemas que afectaban el desembarco, problemas causaban demoras. Tan ocupado estaba el estado mayor con estos problemas que a nadie se le ocurrió despachar patrullas para reconocer el terreno, durante esa confusa tarde o durante la noche.

Esto probó ser un error colosal, pues si se lo hubiesen propuesto, los ingleses podrían haber caminado hasta Tanga en esos momentos sin oposición alguna, ya que los alemanes, por temor a la artillería del crucero H.M.S. Fox, y el tamaño de la fuerza invasora habían abandonado sus posiciones y se habían replegado tras de las vías del tren. Von Lettow aun no había llegado

La confusión en la playa fue agravada por una muchedumbre de portadores indisciplinados. Poco a poco, las tropas improvisaron un campamento, utilizando cajones y bultos para dormir. Un cipayo disparó su fusil por error y los demás hindúes de la brigada de Tighe corrieron muy de prisa hasta la playa. Solo con gran dificultad lograron los oficiales y jefes que la tropa regresara al campamento

"¡Fantásticos tipos para ir a guerrear con los alemanes!" anotó sarcásticamente Meinertzhagen en su diario. El desembarco de las tropas indias finalizó a la puesta del sol. Uno de los batallones recibió órdenes de regresar a los transportes, sólo para ser enviado otra vez a la playa en la madrugada. Poco durmieron estas tropas ese dia...

Aitken se hizo cargo personalmente de las preparaciones para un ataque. Su plan consistía de tácticas convencionales, sin tomar para nada en cuenta las condiciones excepcionales y el terreno donde este ataque tomaría lugar. La fuerza expedicionaria avanzaría, en un flaco frente a la playa. De esta manera esperaba desbordar a los defensores alemanes, que Aitken presumía estaban alineados en las afueras del pueblo. Las unidades que se habían desbandado el día anterior prestarían apoyo.



Fin de Parte 3