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martes, 18 de septiembre de 2018

Armadas: La Regia Marina (1/2)

Regia Marina




La Marina Real (en italiano: Regia Marina, pronunciada [rɛdʒa marina]) fue la armada del Reino de Italia (Regno d'Italia) de 1861 a 1946. En 1946, con el nacimiento de la República Italiana (Repubblica Italiana), la Marina Real cambió su nombre a Marina Militar (Marina Militare).


Orígenes


Insignia naval de Regia Marina hasta 1900

La Regia Marina se estableció el 17 de marzo de 1861 tras la proclamación de la formación del Reino de Italia. Así como el Reino fue una unificación de varios estados en la península italiana, así la Regia Marina se formó a partir de las marinas de esos estados, aunque los principales constituyentes fueron las armadas de los antiguos reinos de Cerdeña y Nápoles. La nueva Armada heredó una gran cantidad de barcos, tanto a vela como a vapor, y las largas tradiciones navales de sus electores, especialmente los de Cerdeña y Nápoles, pero también sufrió algunas desventajas importantes.

En primer lugar, adolecía de una falta de uniformidad y cohesión; el Regia Marina era una mezcla heterogénea de equipos, normas y prácticas, e incluso vio hostilidad entre los oficiales de las diversas armadas anteriores. Estos problemas se vieron agravados por la continuación de las escuelas de oficiales separadas en Génova y Nápoles, y no se abordaron por completo hasta la apertura de una Academia Naval unificada en Livorno en 1881.

En segundo lugar, la unificación se produjo durante un período de rápidos avances en tecnología y táctica navales, como se caracterizó por el lanzamiento de Gloire por Francia en 1858, y más tarde por la aparición y batalla entre USS Monitor y CSS Virginia en 1862. Estas innovaciones rápidamente hizo buques de guerra más viejos obsoletos. Italia no poseía los astilleros o la infraestructura para construir los barcos modernos necesarios, pero el entonces Ministro de Marina, el almirante Carlo di Persano, lanzó un programa sustancial para comprar buques de guerra de los astilleros extranjeros.

La Guerra de las Siete Semanas 


La batalla del mar de Lissa, por Carl Frederik Sørensen, 1868

El bautismo de fuego de la nueva armada se produjo el 20 de julio de 1866 en la batalla de Lissa durante la Tercera Guerra de Independencia italiana (paralela a la Guerra de las Siete Semanas). La batalla se libró contra el Imperio austriaco y ocurrió cerca de la isla de Vis en el mar Adriático. Esta fue una de las pocas acciones de la flota del siglo XIX, y como una importante batalla naval que involucró embestidas, tuvo un efecto profundo, aunque en retrospectiva, perjudicial en el diseño y las tácticas del buque de guerra.

La flota italiana, comandada por el almirante Persano, reunió 12 blindados y 17 barcos de casco de madera, aunque solo uno, Affondatore, tenía el diseño más moderno de torreta. A pesar de una marcada desventaja en cuanto a cantidad y equipamiento, el manejo superior de los austriacos bajo el almirante Wilhelm von Tegetthoff resultó en una severa derrota para Italia, que perdió dos barcos blindados y 640 hombres.

Disminución y resurgimiento

Después de la guerra, la Regia Marina pasó por algunos años difíciles ya que el presupuesto naval se redujo sustancialmente, lo que perjudicó la eficiencia de la flota y el ritmo de las nuevas construcciones; solo en la década de 1870, bajo el ministerio de Simone Pacoret de Saint Bon, la situación comenzó a mejorar. En 1881, se encargó el acorazado Caio Duilio, seguido en 1882 por el acorazado Enrico Dandolo; en ese momento, estos eran los buques de guerra más poderosos del mundo y señalaban el renovado poder de la flota italiana. En 1896, la corbeta magenta completó una circunnavegación del mundo. Al año siguiente, la Regia Marina realizó experimentos con Guglielmo Marconi en el uso de las comunicaciones de radio. 1909 vio el primer uso de aviones con la flota. Un oficial de la marina italiana, Vittorio Cuniberti, fue el primero en 1903 en imaginar en un artículo publicado el diseño de acorazado de cañones de grandes dimensiones, que más tarde se conocería como dreadnought.

Guerra italo-turca

En 1911 y 1912, la Regia Marina estuvo involucrada en la guerra Italo-Turca contra las fuerzas del Imperio Otomano. Como la mayoría de la flota otomana se mantuvo detrás de la seguridad relativa de los Dardanelos, los italianos dominaron el Mediterráneo durante el conflicto al ganar victorias contra unidades ligeras otomanas en la Prevenza y la Batalla de Beirut. En el Mar Rojo, las fuerzas italianas eran muy superiores a las de los otomanos, que solo poseían un escuadrón de cañoneras allí. Estos fueron destruidos cuando intentaban retirarse al Mediterráneo en la Batalla de la Bahía de Kunfuda.


Primera Guerra Mundial

Szent István bajo en el agua, después de ser torpedeado por barcos italianos MAS

Antes de 1914, el Reino de Italia construyó seis dreadnought acorazados: (Dante Alighieri como prototipo, Giulio Cesare, Conte di Cavour y Leonardo da Vinci de la clase Conte di Cavour, y Andrea Doria y Caio Duilio de la clase Andrea Doria), pero no participaron en acciones navales importantes en la Primera Guerra Mundial, ya que estaban en posición de interceptar una gran salida de la Armada austro-húngara que nunca ocurrió.

Durante la guerra, la Regia Marina pasó sus mayores esfuerzos en el Mar Adriático, luchando contra la Armada austro-húngara. La Campaña Adriática resultante de la Primera Guerra Mundial consistió principalmente en bombardeos costeros austro-húngaros de la costa adriática de Italia, y una guerra submarina alemana / austro-húngara de mayor alcance en el Mediterráneo. Las fuerzas aliadas se limitaron principalmente a bloquear las marinas alemanas / austrohúngaras en el Adriático, que tuvieron éxito en lo que respecta a unidades de superficie, pero fracasaron en los submarinos, que encontraron puertos seguros y un fácil acceso dentro y fuera del área durante todo el año. la guerra. Considerado una parte relativamente menor de la guerra naval de la Primera Guerra Mundial, afectó sin embargo a fuerzas significativas.


Acorazado Vittorio Emanuele durante la PGM

Durante la mayor parte de la guerra, las armadas italianas y austro-húngaras mantuvieron una vigilancia relativamente pasiva de sus adversarios. La flota italiana perdió el acorazado previo al dreadnought Benedetto Brin en Brindisi (27 de septiembre de 1915) y el dreadnought Leonardo da Vinci en Taranto (2 de agosto de 1916) debido a una explosión de la santa bárbara (aunque hubo rumores de sabotaje austríaco). En la última parte de la guerra, la Regia Marina desarrolló nuevas armas: los barcos MAS, que hundieron el acorazado austro-húngaro SMS Szent István en el Mar Adriático el 10 de junio de 1918; y un tipo temprano de torpedo humano (Mignatta) entró en el puerto de Pula y hundió el buque insignia Austro-Húngaro SMS Viribus Unitis el 1 de noviembre de 1918 poco después de que toda la Armada austrohúngara fuera entregada al recién fundado Estado neutral de Eslovenos, croatas y serbios. El acorazado SMS Tegetthoff (hermana de los dos primeros) fue entregado a Italia como un premio de guerra en 1919.


Wikipedia

martes, 24 de abril de 2018

Guerra ítalo-turca de 1911

La guerra de Libia (1911) entre Italia y el imperio otomano





En entradas anteriores del blog he hablado sobre la situación en el imperio otomano en los años previos a la Primera Guerra Mundial: la revolución de 1908 y la cuestión armenia. Otro conflicto que sacudió al tambaleante imperio turco en esos años fue la guerra de Libia que enfrentó a los otomanos contra Italia en 1911.

Las posesiones turcas en el Norte de África se habían visto drásticamente reducidas al perder Argelia (1830) y Túnez (1881), que pasaron a manos francesas, mientras que Egipto era ocupada por los ingleses en 1882. Todo lo que quedaba del imperio otomano en la zona eran las provincias de Bengasi y Trípoli (en la actual Libia) y en ellas iba a poner su mirada el nuevo estado italiano, nacido en 1871 después de culminar su proceso de unificación. la joven nación no deseaba ser la única potencia occidental sin un dominio colonial en África.

Italia, tras asegurarse de la neutralidad de Francia y Gran Bretaña, trató de encontrar un casus belli en el que amparar sus ambiciones sobre Libia, y lo halló cuando los turcos enviaron un cargamento de armas y municiones a sus guarniciones en la provincia. Argumentando que eso suponía un riesgo para sus nacionales residentes en Trípoli y Bengasi, Italia declaró la guerra a Turquía el 29 de septiembre de 1911.

La contienda estaba claramente desequilibrada: 4.200 soldados turcos sin apoyo naval frente a un ejército invasor italiano de 34.000 militares. En Turquía, mientras el gran visir y el gobierno eran partidarios de no desgastar a su ejército en una campaña con escasa posibilidades de éxito por un territorio marginal, los Jóvenes Turcos vieron en el desafío italiano un ataque a la patria que su exacerbado nacionalismo no podía permitir que quedara sin respuesta. El comandante Enver, del que ya hablé en la primera  de las entradas del blog citadas arriba, consiguió convencer al Comité Central del CUP (Comité para la Unión y el Progreso) de iniciar una guerra de guerrillas contra Italia en Libia, hostigando a las fuerzas italianas en pequeñas escaramuzas que fueran diezmando al enemigo y evitando en todo momento un enfrentamiento a gran escala.

Enver zarpó hacia Alejandría y, siguiendo su ejemplo, en los meses siguientes centenares de oficiales de los Jóvenes Turcos llegaron por diferentes caminos a Libia, dispuestos a librar la planeada guerra de guerrillas. Se hacían llamar fedai  o fedayines, combatientes dispuestos a dar la vida por la causa. Aunque oficialmente el gobierno turco se desmarcó de estos «aventureros decididos a actuar en contra de los deseos del gobierno otomano», el tesoro turco realizaba pagos regulares a los comandantes de la nueva fuerza turca en Libia. Entre estos jóvenes militares turcos desplazados a Libia se encontraba Mustafá Kemal, llamado a liderar el país en un futuro no muy lejano y a pasar a la Historia como el fundador de la Turquía moderna con su sobrenombre de Ataturk.

Enver centró sus operaciones en la Cirenaica, donde los italianos habían ocupado las ciudades costeras de Bengasi, Derna y Tobruk, pero no habían podido avanzar hacia el interior debido a la resistencia de las tribus libias. Enver logró ser rápidamente aceptados por los líderes de esas tribus y por la poderosa secta religiosa de los sanusitas, que rendía culto al sultán otomano como líder espiritual del islam.

Las fuerzas otomanas al mando de Enver, con el reseñado refuerzo local, pusieron sitio a la ciudad de Derna y desarrollaron con notable éxito en los años 1911 y 1912 su táctica de guerra de guerrillas. Impidieron que los italianos avanzaran hacia el interior del país y causaron más de siete mil bajas, entre muertos y heridos, al ejército invasor. Parecía que la estrategia diseñada por Enver daría resultado y que Turquía evitaría la pérdida de Libia.

El gobierno italiano, al que la aventura le estaba costando una fortuna, decidió cambiar de táctica y tratar de obligar a los turcos a firmar un tratado de paz. Para ello  su fuerzas comenzaron a atacar los puertos otomanos del Mediterráneo oriental: bombardearon Beirut en marzo de 1912 y ocuparon las islas griegas del Dodecaneso en mayo de ese año.  Y para forzar más las cosas, la corona italiana hizo uso de sus relaciones familiares con el rey Nicolás I de Montenegro para convencer a este país balcánico de que declarara la guerra a Turquía el 8 de octubre de 1912, con la esperanza de que la mecha se extendiese al resto de dominios otomanos en los Balcanes.

Esta posibilidad hizo saltar todas las alarmas en Estambul. Los miembros del gobierno y del ejército se dieron cuenta del tremendo error que había supuesto para la supervivencia del imperio la obcecación de los Jóvenes Turcos en defender las lejanas provincias de Bengasi y Trípoli. Solo diez días después de la declaración de guerra montenegrina, Turquía firmaba el tratado de Lausana con Italia por el que cedía al país transalpino el  dominio sobre Libia. Los fedayines turcos, que solo unos meses antes habían jurado alianza eterna a sus correligionarios musulmanes de las tribus libias y de la secta sanusita, abandonaron precipitadamente el país norteafricano y regresaron a Estambul pues debían prepararse para una crisis mucho mayor que la de Libia. Efectivamente, la mecha en los dominios balcánicos del imperio otomano había prendido y ello culminaría en el conflicto conocido como Primera guerra de los Balcanes… pero esa es otra historia.

Curiosidades de la Historia