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miércoles, 19 de junio de 2024

Vida prehistórica: Sobreviviendo como cazador-recolector

 

Vivir cerca de los huesos: un día en la vida de un cazador-recolector


Por Robert Garland || Ancient Origins



Al comienzo de las Historias de Heródoto, el legislador ateniense Solón, uno de los siete sabios de la antigua Grecia, señala a su interlocutor Creso, rey de Lidia, que si una persona vive hasta los 70 años, vivirá 26.250 días -según su Calculando que la duración de un año es de 375 días, y que no hay dos días iguales. Vale la pena tener en cuenta la observación de Solón al intentar imaginar la vida de un cazador-recolector promedio porque lo más probable es que cada día fuera muy similar tanto al anterior como al siguiente. Sin duda, la amenaza constante de ser devorados por un depredador habría aliviado cualquier aburrimiento que pudieran haber experimentado los cazadores-recolectores, aunque también tenían que estar alerta a los cambios en el clima, ya que una tormenta de hielo, por ejemplo, o una niebla podrían causar estragos. Pero la mayoría de los días habrían estado dominados por la búsqueda interminable de comida.

Este es el período en el que los homínidos –es decir, todas las especies humanas extintas que precedieron al homo sapiens actual e incluido– se separaron por primera vez de los gorilas, orangutanes y chimpancés, hace quizás cinco millones de años. Desde entonces hasta alrededor del 8000 a. C., la caza-recolección fue el estilo de vida dominante para todos los homínidos. A partir de esa fecha, el homo sapiens, la única especie superviviente, empezó poco a poco a adaptarse a un estilo de vida sedentario estableciendo comunidades y dejando de llevar una existencia nómada.



Aprendiendo a aprovechar el fuego

La historia, por definición, nunca es estática e incluso en el Paleolítico se estaban produciendo grandes cambios, aunque tendían a ocurrir a un ritmo glacial, sin ánimo de hacer ningún juego de palabras. El avance más importante en el último millón de años de la historia de la humanidad ha sido el aprovechamiento del fuego, un punto plenamente consciente de los griegos, quienes explicaron el fuego como un regalo del titán Prometeo. Aclamado como amigo del hombre, Prometeo robó el fuego del Monte Olimpo, la morada de los dioses, y lo escondió en un tallo de hinojo.

Fue hacia el año 800.000 a.C. cuando el Homo erectus, el hombre erguido, una especie de homínido originario de África que se extinguió poco antes de que el Homo sapiens apareciera en escena, empezó a utilizar el fuego para cocinar los alimentos y mantenerse calientes. ¿Cómo hicieron esto? Ciertamente no aprendiendo a frotar dos palos. Muy probablemente aprovecharon un incendio provocado por la caída de un rayo, que lograron preservar alimentándolo con ramitas y ramas.

jueves, 28 de enero de 2021

Prehistoria: Las primeras cazadoras americanas fueron mujeres?

 Los primeros grandes cazadores de América... eran mujeres

La tumba de una joven de hace 9.000 años pone en duda la interpretación de la distribución del trabajo en la prehistoria

Los hombres a cazar. Las mujeres, a recolectar. Durante décadas, los historiadores tuvieron muy claro cómo se repartían las tareas en las comunidades de cazadores-recolectores prehistóricos. Quizás era una forma de justificar las “realidades” de sus propias épocas. Esos momentos en los que ellos se iban a “trabajar” y ellas se quedaban en “la cocina” o “cuidando los niños”.

De golpe y porrazo, sin embargo, tenemos un golpe de realidad que amenaza con desestabilizar todo este sistema de creencias. ¿Y cuál ha sido la última bocanada de aire fresco? Descubrir que, en América, los primeros cazadores de grandes animales fueron… las mujeres.

En un sitio de gran altura

La sepultura de esta joven cazadora de la cordillera de los Andes fue descubierta en 2018 en Wilamaya Patjxa

Investigadores de la Universidad de California en Davis han estudiado el entierro de una cazadora de hace 9.000 años que vivió en la cordillera de los Andes, en América del Sur. Los detalles del hallazgo, explicados en un artículo publicado en la revista Science Advances , revela una historia diferente de nuestros ancestros, mucho menos patriarcal.

”Este descubrimiento arqueológico y el análisis de las prácticas funerarias tempranas anula la hipótesis del ‘hombre-cazador’”, afirma el antropólogo Randy Haas en un comunicado. “La interpretación de las prácticas laborales entre sociedades de cazadores-recolectores presenta un alto grado de diferencia de género, lo que podría llevar a algunos a creer que las desigualdades sexistas en (temas actuales como) el salario o el rango son de alguna manera ‘naturales’. Pero ahora está claro que la división sexual del trabajo fue probablemente más equitativa”, añade.

 La tumba de la cazadora y las herramientas de caza que fueron encontradas junto a ella
La tumba de la cazadora y las herramientas de caza que fueron encontradas junto a ella (Science Advances)

La tumba se encontró en 2018, durante las excavaciones en un sitio a gran altitud llamado Wilamaya Patjxa, en lo que ahora es Perú. El entierro contenía a una joven de entre 17 y 19 años junto a un juego de herramientas de caza con puntas de proyectil y útiles para el procesamiento de animales. “Los objetos que acompañan a las personas en la muerte suelen ser los que los acompañaron en la vida”, apuntan los investigadores.

El primer análisis ya determinó que el cuerpo sepultado probablemente pertenecía a una mujer, un extremo que ha sido confirmado a través del estudio de las proteínas dentales. Desde su hallazgo, los antropólogos comenzaron a preguntarse si era un caso aislado a un patrón extendido. Observar antiguos registros del Pleistoceno tardío y del Holoceno temprano en América del Norte y del Sur publicados anteriormente les dio la respuesta.


Los restos óseos de la joven (Science Advances)

Los especialistas identificaron un total de 429 individuos de 107 sitios distintos. Entre estos, hasta 27 fueron enterrados junto a herramientas de caza mayor: 11 eran mujeres y 16 eran hombres. La muestra fue suficiente para “garantizar la conclusión de que la participación femenina en la caza mayor no fue trivial”, aseguran. El análisis sirvió, además, para confirmar que la tumba de esta joven de Wilamaya Patjxa era el entierro de cazadores más antiguo registrado en América.

El artículo va incluso más allá y los expertos de la Universidad de California se atreven a obtener una apreciación estadística que muestra que entre el 30 y el 50 por ciento de los cazadores en estas poblaciones eran mujeres. “Este nivel de participación contrasta fuertemente con los grupos de cazadores-recolectores recientes, e incluso con las sociedades agrícolas y capitalistas, donde la caza es una actividad decididamente masculina con bajos niveles de participación femenina”, concluye Haas.