jueves, 25 de julio de 2024
martes, 28 de mayo de 2024
Argentina: Los pampas y su arte textil
Los “Pampas”, una mirada al universo del arte textil
"Su vestimenta era más o menos como la de los gauchos, pero el poncho y el chiripá, generalmente azules con dibujos blancos y colorados, son obra de sus mujeres. Ellas confeccionan esa clase de tejidos con una gran habilidad, empleando telares rudimentarios y completamente primitivos. Algunas estacas clavadas en la tierra sirven para sostener los hilos del género, que ellas entrecruzan con destreza para ir formando los dibujos. La trama se hace con un simple ovillo o con una mala lanzadera; una especie de sable de madera les sirve para apretar bien el tejido y juntar los hilos de la trama. A veces tiñen la lana en madejas; pero a menudo las indias van tejiendo todo en blanco, y tiñen luego la pieza entera, reservando los dibujos en blanco que forman cruces y rombos, y lo logran empleando sistemas completamente primitivos, pero muy ingeniosos. Sus tinturas las extraen de las plantas, unas veces de sus raíces, otras de su corteza o de su fruto, y los colores que emplean son sobre todo el azul, el amarillo, el rojo y el castaño. El mordiente empleado no es otra cosa que una materia orgánica que no tengo necesidad de nombrar; por eso, los ponchos nuevos tienen un olor amoniacal muy poco agradable; pero su color es inalterable, y los tejidos son de mucha duración y casi impermeables al agua."
Así describía el médico francés Henry Armaignac, desde su mirada permeada por los avances tecnológicos de la revolución industrial europea hace casi un siglo y medio, a la vestimenta y las destrezas de las tejedoras de la población "pampa" de la zona de Azul que observó durante su viaje por el Río de la Plata. Este interés que despertó en Armaignac la numerosa población indígena que poblaba entonces la zona de Azul, Tapalqué y Olavarría es apenas la punta de un ovillo que conduce a una historia milenaria desde los primeros grupos de cazadores y recolectores a la región pampeana hasta los actuales descendientes de las tribus "pampas", de este sector de la frontera bonaerense durante el siglo XIX. Historia que ha sido indagada por muchas personas, desde los enfoques más diversos y se ha plasmado en narraciones disímiles, entre las que se hallan las descripciones de los primeros viajeros y misioneros, tales como el jesuita Tomás Falkner, las crónicas de las expediciones de Manuel Pinazo o Pedro A. García, los escritos de militares asignados a la frontera que estuvieron en contacto directo con la población indígena, Juan Cornell, Federico Barbará y Alvaro Barros, entre otros, así como los relatos de viajeros que recorrieron la zona en distintos momentos del siglo XIX: Charles Darwin, William Mac Cann, Alfred Ebelot o el nombrado Henry Armaignac. Finalmente, deben mencionarse las recientes investigaciones científicas desarrolladas desde la historia, la antropología, la arqueología, entre otras disciplinas sociales. A partir de todo el cúmulo de información, en este trabajo se presenta una semblanza histórica de los pueblos indígenas, tocando especialmente las cuestiones referidas a la territorialidad, la continuidad cultural y el desarrollo de las actividades textiles entre los grupos "pampas" y sus actuales descendientes.
Milenios de ocupación indígena regional
Antes de la llegada de los españoles al Río de la Plata, la región pampeana estaba habitada por grupos de cazadores y recolectores organizados en pequeñas bandas que tenían una alta movilidad. De tal modo, explotaban eficientemente los recursos naturales que ofrecían los distintos ambientes, tales como las sierras, las llanuras, los ríos, arroyos, lagunas y la costa. En estos amplios espacios cazaban animales, tales como guanacos, venados de las pampas, ñandúes, peludos, mulitas, coipos, etc, a la vez que recolectaban huevos, frutas, raíces y semillas y se aprovisionaban de distintos elementos necesarios para su vida cotidiana. Así, obtenían agua en los arroyos y las lagunas; en las sierras, rocas para elaborar instrumentos y colorantes minerales para hacer pigmentos y madera de los escasos árboles y arbustos nativos que crecían en la región. Las evidencias más antiguas de los primeros pobladores del partido de Azul se remontan a unos 7.000 años atrás y se hallaron en el sitio arqueológico La Moderna, cercano a las nacientes de arroyo Azul, donde fue carneado un gliptodonte utilizando instrumentos de piedra.
Si bien son pocos los testimonios arqueológicos azúleños posteriores a La Moderna, las investigaciones desarrolladas en otros sitios de la región han permitido conocer algunos de los cambios que fueron experimentando esas primeras bandas de cazadores. Estos cambios se vinculan con el crecimiento demográfico de las poblaciones originarias y con una tendencia a la disminución de la movilidad, que se fue traduciendo en reocupaciones más asiduas de los lugares de habitación, así como en estadías más prolongadas en los mismos. A su vez, hace unos 3.000 a 5.000 años, comenzaron a registrarse importantes innovaciones técnicas, tales como la alfarería, el arco, la flecha y la boleadora, se incorporaron nuevos objetos de uso cotidiano y se desarrollaron expresiones artísticas y rituales que se plasmaron en pinturas rupestres y en la decoración de otros objetos, tales como bolsas y mantos de cuero (Nde. Claras evidencias de la evolución comunes de los pueblos Hets o querandies, con idénticos usos, costumbres, cultura y artes, incluido la funeraria).
Simultáneamente, las poblaciones indígenas integraban amplias redes de intercambio con otros grupos de regiones distantes, mediante las cuales accedían a otros bienes foráneos. La llegada de los conquistadores europeos al Río de la Plata en el siglo XVI desencadenó profundos cambios ecológicos en la pampa. Se reemplazaron los pastizales nativos y las llanuras se poblaron de miles de vacas (Nde. esto desde principios del siglo XVI) y caballos que habían sido introducidos por los españoles (Nde. los pocos abandonados por la primera fundación de Buenos Aires de 1536 por Pedro de Mendoza) y encontraron un hábitat óptimo en las planicies herbáceas pampeanas, multiplicándose en estado salvaje a un grado tal que constituyeron la base productiva de los grupos indígenas durante casi tres siglos.
En este nuevo escenario, los cazadores recolectores originarios (Nde. Taluhets, Chechehets y Diuihets, todos “Querandies” o antiguos pampas caguaneros, algarroberos y serranos) se convirtieron en hábiles jinetes que reorientaron su economía hacia la captura de este ganado y su cría para consumo propio y comercialización. Los caballos de la pampa fueron un bien de mucha demanda. Rápidamente se sumó la demanda de ganado vacuno, requerido tanto por los indígenas como por los comerciantes españoles al oeste de la cordillera de los Andes y, al sur/este de la misma, por los habitantes de los escasos enclaves hispano-criollos de la costa patagónica.
El uso del caballo permitió un manejo más eficiente e intensivo de la producción pastoril y de las actividades de caza y recolección, potenciando el comercio regional dentro de las sociedades nativas y entre éstas y los centros hispano-criollos. Para mediados del siglo XVIII funcionaban verdaderas ferias comerciales en las Sierras de Tandilia, la más conocida fue la llamada "feria del Chapaleofú" (Nde. ancestralmente en el Cayru) donde, además de ganado, se intercambiaban manufacturas de sogas, tientos, lazos, botas y mantos en cuero, ponchos, matras, vinchas y fajas tejidas, así como una variedad de productos de procedencia europea: cuentas de vidrio, armas de metal, bebidas alcohólicas, tabaco, azúcar, ponchos ingleses, etc.
En esta zona confluían entonces extensas redes de intercambio que llegaban incluso hasta el actual Chile y a la sureña Patagonia, conectadas por las rastrilladas. Historiadores y antropólogos, como R. Mandrini y M. A. Palermo, sostienen que en las sierras bonaerenses y la llanura interserrana se había desarrollado, para comienzos del siglo XIX, un centro especializado en la producción pastoril. De hecho, las poblaciones indígenas que habitaban la región pampeana al sur del río Salado ocuparon ese espacio con un alto grado de independencia y autonomía, organizando el control territorial y los mecanismos de explotación y obtención de recursos desde una lógica de funcionamiento interna y a partir de la articulación de asentamientos semipermanentes, la movilidad estacional, las redes de caminos y las encrucijadas territoriales.
Este modo de ocupación del espacio, cuyas características son aplicables al período colonial y se extendieron hasta la segunda década del siglo XIX, estuvo ligado, indefectiblemente, a la explotación del ganado cimarrón y a la instalación y desarrollo de los asentamientos hispano-criollos. Sin embargo, a partir de 1820 comenzó un proceso de expansión territorial estatal de carácter en principio ofensivo (en base a campañas militares como las efectuadas por Martín Rodríguez, Juan Manuel de Rosas, etc), que estuvo precedido por un incipiente poblamiento hispano-criollo espontáneo. Esto ocasionó el desplazamiento hacia el sur y al oeste de las poblaciones indígenas pampeanas, con la consiguiente pérdida y reorganización territorial y la imposición por parte de Rosas de una única lengua indígena general “franca” para toda la region. Así, con el devenir secular fue concluyendo un tipo de ocupación del espacio posibilitada por la independencia relativa de las sociedades nativas y sus actividades económicas, aunque condicionada, indudablemente, por sus vínculos con la sociedad "blanca". Tales vínculos se basaban, entre otros elementos, en los intercambios comerciales y las actividades laborales, en el marco de relaciones interétnicas que incluyeron recíprocas influencias culturales.
La territorialidad de la comunidad "pampa" en el centro de la actual provincia de Buenos Aires se rastrea ya desde inicios del siglo XIX hasta finales del mismo, cuando la campaña militar efectuada por el general Roca, la mentada y mal denominada "campaña al desierto" (Nde. antes por Alsina y ambos bajo la presidencia de Avellaneda) significó la desestructuración física y cultural de las poblaciones originarias y el comienzo de su incorporación como minoría relegada dentro de la sociedad y el estado nacional argentinos. El establecimiento in situ de numerosos contingentes de "indios amigos” …
El universo femenino del arte textil
Los textiles han tenido y tienen, sin duda, una enorme importancia dentro de la economía de las sociedades indígenas de la región pampeana. En primer lugar, los productos de confección textil tuvieron una gran relevancia entre los intercambios mercantiles que se desarrollaron durante los siglos XVII al XIX, tanto al interior de los circuitos indígenas dentro de la región pampeana, el norte de la patagonia y la zona cordillera andina, como con la sociedad hispano-criolla. El "poncho pampa", en particular, fue un producto articulado al circuito comercial con el interior del espacio rioplatense durante la colonia y también un bien de prestigio, pues los de mayor calidad se convirtieron en prendas buscadas y exhibidas por personajes de la sociedad criolla que tuvieron un papel destacado en la interacción con los indígenas. A modo de ejemplo, basta mencionar los famosos ponchos del mismo gobernador de la provincia de Buenos Aires durante 1829-1852, Juan Manuel de Rosas, y de su sobrino Lucio V. Mansilla, quien había recibido el valioso obsequio del cacique Ranquel Mariano Rosas. A su vez, los ponchos confeccionados de forma menos elaborada en las tolderías se tornaron indispensables dentro de la indumentaria de los pobladores rurales, sin ser nunca superados por los ponchos importados de fabricación industrial (Nde. de Inglaterra y Francia). Pero más allá de su valor de uso doméstico o ceremonial y como bienes de intercambio, los diversos objetos confeccionados mediante la actividad textil constituyen una vía de expresión y comunicación simbólica, pues son vehículos de un antiguo lenguaje que encierra mensajes, historias, mitos y recetas, entre otros conocimientos. Las mujeres comprenden ese lenguaje y custodian su saber, siendo las encargadas de escribirlo en los tejidos para las generaciones futuras, así como de transmitirlo a su propia descendencia.
Conclusiones finales
La región del centro de la provincia de Buenos Aires fue habitada por poblaciones indígenas mucho antes de la instalación de los "indios amigos" (Nde. y otros pueblos vecinos “invitados” por el poder de turno) que se produjo durante el rosismo. De aquellas primeras bandas de cazadores-recolectores ancestrales (Querandies-Hets) que han llegado hasta nuestros días evidencias arqueológicas sobre su modo de vida, rituales, creencias y cultura material, que testimonian su interacción con el medio, así como con otros pueblos de regiones distantes (sic). A partir de la conquista española las tribus pampeanas reorganizaron sus actividades económicas, aprovechando el ganado introducido, dando un fuerte impulso a las actividades comerciales e incorporando nuevas prácticas, saberes y objetos a su vida cotidiana, a la vez que la sociedad hispanocriolla se transformó a lo largo de estos siglos de interrelación. Durante el siglo XIX, una vez producida la revolución independentista, se produjo una diversidad de situaciones entre los pueblos indígenas y las autoridades criollas. Así, algunas tribus mantuvieron su autonomía política y territorial mientras otras negociaron nuevas relaciones con el estado provincial porteño, como los "indios amigos"
Por: Sergio Smith
NACION QUERANDI MEGUAY
Compartió: vestigios tehuelches
Fragmento de: Los "Pampas" de Azul y Tapalqué desde sus orígenes hasta hoy - Una mirada al universo femenino del arte textil
Por: Dra. Victoria Pedrotta - (CONICET/ INCUAPA-UNICEN/ Fundación Azara-U. Maimónides)
Dra. Sol Lanteri - (CONICET/ Instituto Ravignani-UBA)
viernes, 17 de mayo de 2024
Argentina-URSS: Lolita y Gagarin
'Lolita Torres y el cosmonauta'
En 1954 se estrena en Argentina la película La edad del amor, cuya protagonista era una cantante devenida en actriz llamada Beatriz Mariana Torres Iriarte, más conocida como Lolita Torres.
Las copias de este filme deambularon por varios países de habla hispana e increíblemente por la Unión Soviética. Si alguien tuvo la desdicha de ver una película soviética de los años ‘50 comprenderá porque La edad del amor fue un éxito.
Las películas soviéticas eran tragedias donde reinaba una depresión masturbatoria. Una estepa nevada, un triste trabajador cansado, un niño hambriento y mujeres grises que no tenían un solo motivo para reír. Ahí cayó Lolita, pateando puertas, cantando contenta, siempre feliz, con dos hileras de dientes y querida por todos.
El pueblo ruso la amó de inmediato, por ello se estrenaron todas sus películas y se comercializaron todos sus discos. Las mujeres les decían ‘Lolita’ a sus hijas y los jóvenes soviéticos soñaban con una mujer así.
Uno de sus más grandes admiradores era un joven piloto militar de Oremburgo llamado Yuri Gagarin. Cuando este se convirtió en el primer hombre en ver la tierra desde el espacio y por ende en una celebridad, Lolita supo de su existencia, pero no estaba preparada para lo que pasó luego de su proeza.
En 1962 es invitada a la embajada de la Unión Soviética en Buenos Aires, allí le hacen entrega de una carta de puño y letra del mismísimo Yuri. En la misiva le expresaba toda su admiración y le solicitaba una foto autografiada. Lolita sorprendida y honrada le envía la foto solicitada y le pide lo mismo, una foto del gran héroe.
La respuesta de Yuri hizo temblar las piernas de Beatriz, ‘–querida Lolita, no soy ningún héroe, soy su fan número uno’. Yuri tenía la necesidad de contarle algo que ella y el mundo ignoraban. En una segunda carta le cuenta que durante el entrenamiento que lo convirtió en cosmonauta, pasaba horas escuchando sus canciones hasta memorizarlas. Cuando en 1961 realizó el histórico vuelo que lo convirtió en el primer hombre en el espacio, esas canciones explotaban en su corazón y no pudo evitar tararearlas. Por esto aseguraba que Lolita era la primera cantante en llegar al espacio.
Al año siguiente, Beatriz Mariana Torres Iriarte fue invitada al Festival de Cine de Moscú. El día de apertura, mientras respondía preguntas, se sacaba fotos y comía algún que otro canapé, ve entrar al salón a un hombre muy elegante que le parecía familiar. Yuri esquivó a todos los que querían saludarlo, abriendo un surco en el piso del salón, avanzó hasta donde estaba Lolita. Sin registrar que a su lado estaba su flamante pareja Julio César Caccia, tomó la mano de Lolita, inclinó levemente su cabeza y le dijo en perfecto castellano ‘–es un honor’. Lolita petrificada apenas pudo balbucear unas palabras, cuando el encuentro terminó, sin pensar lo que hacía, le dijo a su segundo esposo ‘–Es un churro bárbaro’.
Esta nota forma parte del capítulo 'Macedonias y Miscelaneas' incluido en el libro Pequeñas Piezas de la Historia '
Por: Pequeñas piezas de la historia
Podés adquirirlo en:
(breminger.mercadoshops.com.ar)
miércoles, 17 de enero de 2024
Argentina: Primer registro de la bandera flameando en Buenos Aires
Acuarela del Fuerte de Buenos Aires en 1816 mostrando orgullosa la albiceleste
6 de septiembre de 1816: Emeric Essex Vidal, acuarelista británico, desde la borda de la fragata inglesa “Hyacinth”, pintó una acuarela de gran valor documental, donde se ve a pleno color la insignia celeste y blanca tremolando en la torre del Fuerte de la ciudad. Es la primer representación de la Bandera Nacional.
Esta acuarela sobre papel, mide 25 x 37 cm. Firmado E. E. Vidal y fechada 1816 abajo a la derecha.
Ref: En el reverso una detallada descripción de la costa de la ciudad de Buenos Ayres, debajo lleva la inscripción "The Castle of Buenos Ayres, and the beach beneath taken from the Mole Head: 6 sept. 1816 -
E.E. Vidal".
Reproducida en la lámina 58 del libro "Iconografía de Buenos Aires" de Bonifacio del Carril y Anibal Aguirre Saravia. Citamos el comentario de esta acuarela tomada del libro ".. En la primera acuarela que Vidal pintó al llegar a Buenos Aires el 6 de septiembre de 1816 dibujó, precisamente la imagen del Fuerte. Se estaban realizando en esos días las ceremonias del juramento de la independencia, declarada el 9 de julio en Tucumán.
Aparece enarbolada en el bastión norte la bandera adoptada como símbolo patrio por el Congreso. Es también la primera representación pictórica de la Bandera que se conoce. Para ejecutar esta acuarela, Vidal se situó en el antiguo muelle que existía desde la época colonial a la altura de las calle Cangallo y Sarmiento, frente a la Alameda ...".
jueves, 12 de octubre de 2023
Israel: Los poemas visionarios de Jorge Luis Borges
Los visionarios poemas de Borges sobre las batallas de Israel
En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, el autor habló de su apoyo al Estado judío y escribió versos. Luego lo visitó y compuso una obra que mira al pasado y predice lo que sigue pasandoPor Elena Lidl || Infobae
Jorge Luis Borges en el Muro de los Lamentos (https://www.aurora-israel.co.il/)
Hace unos años, en el programa Conversaciones en el laberinto -una serie del canal Encuentro sobre Jorge Luis Borges que conducía Claudia Piñeiro- el escritor Carlos Gamerro sostuvo que, contra lo que se suele suponer, el escritor argentino no era frío respecto de la política sino todo lo contrario: muy caliente. Lo decía, Gamerro, por el convencido antiperonismo del autor de El Aleph.
Pero tal vez también haya que pensar que ese calor está detrás de sus escritos sobre el Estado de Israel. Allí analizó, recordó, vio lo que pasaba y vislumbró lo que seguiría pasando.“Cuando empezó la Guerra de los Seis Días, me acuerdo que el primer día yo no estaba seguro de la victoria, dudaba como todos acaso dudábamos en Buenos Aires, pero estaba seguro de mi fervor a la causa de Israel”, contó Borges en una entrevista publicada en 1971 en Tierra de Israel. Testimonios Argentinos.
El ya fallecido escritor Bernardo Ezequiel Koremblit -que dirigió la revista literaria Davar, de la Sociedad Hebraica Argentina- contó en la revista Sefardica que ese fervor de Borges se tradujo, no podía ser de otra manera, en palabras: “No ha de quedar omitido el recuerdo de la mañana en que Borges se nos apareció en nuestra alcazaba cultural de Hebraica, el tercer día de la Guerra de los Seis Días, diciendo por todo saludo al entrar en el cuarto: “¡Viva la Patria!”. Llevaba, para publicar, un poema.
Cuenta Koremblit: “Con la voz emocionada, resistiéndose a sentarse, rechazando el café, comenzó a decir los estremecedores endecasílabos del célebre soneto: Quién me dirá si estás en el perdido/ laberinto de ríos seculares/ de mi sangre, Israel? ¿Quién los lugares/ que mi sangre y tu sangre han recorrido? / No importa. Sé que estás en el sagrado/ libro que abarca el tiempo y que la historia/ del rojo Adán restaca y la memoria/ y la agonía del Crucificado. / En ese libro estás, que es el espejo/ de cada rostro que sobre él se inclina/ y del rostro de Dios, que en su complejo/ y arduo cristal, terrible se adivina. / Salve, Israel, que guardas la muralla/ de Dios, en la pasión de tu batalla”.
“Un poema que escribí en esos días refleja tal angustia”, contaría Borges más tarde. “Luego le siguió otro poema, posterior a la victoria israelí, en el cual ya entendía que Israel venció y se salvó, con todo lo que ello implica”.
En ese primer poema, Borges ya muestra algunas de las ideas que seguiría desarrollando: un pueblo antiguo, el vínculo de ese pueblo con uno de los libros que considera fundantes de la civilización occidental -la Biblia- y ese presente de batallas.
Después del triunfo israelí, Koremblit había quedado en ir a la casa de Borges a buscar otro poema pero el escritor se le adelantó y volvió a aparecer en la redacción de Davar. Llevaba estos versos.
Un hombre encarcelado y hechizado, /un hombre condenado a ser la serpiente/ que guarda un oro infame, /un hombre condenado a ser Shylock/ un hombre que se inclina sobre la tierra/ y que sabe que estuvo en el Paraíso,/ un hombre viejo y ciego que ha de romper/las columnas del templo, /un rostro condenado a ser una máscara,/ un hombre que ha pesar de los nombres/ es Spinoza y el Baal Shem y los cabalistas,/ un hombre que es el Libro,/ una boca que alaba desde el abismo/ la justicia del firmamento,/ un procurador o un dentista/ que dialogó con Dios en una montaña,/ un hombre condenado a ser el escarnio,/ la abominación, el judío, / un hombre lapidado, incendiado/ y ahogado en cámaras letales, un hombre que se obstina en ser inmortal/ y que ahora ha vuelto a su batalla, /a la violenta luz de la victoria, /hermoso como un león al mediodía.
Otra vez, Borges retomaba la historia del viejo Israel -ya no el Estado sino el pueblo judío-, recorría su historia -ahí están Adán y Eva, Sansón, los filósofos, la Biblia, Moisés, el nazismo- y llegaba al presente de un Israel combativo.
El autor, se sabe, siempre apeló a la contradicción entre hombres de letras y hombres de acción. En su propia familia, la biblioteca por un lado, el paterno, y las armas, el materno. Él, que imaginaba el Paraíso “bajo la especie de una biblioteca”, también hizo un culto del coraje. Aquí, hace de la historia del pueblo judío la de un solo hombre y va de la filosofía y el Libro -la Biblia- a la batalla, a la “violenta luz de la victoria”. La biblioteca y las armas, en un recorrido.
En 1969, Borges visitó Israel. Pero unos años había intercambiado algunas cartas David Ben Gurión, quien fuera Primer Ministro entre 1948 -la creación del Estado- y 1954. El investigador argentino Martín Hadis encontró esas cartas.
“Acaso usted no ignore la afinidad que siempre he sentido por su admirable pueblo. He estudiado con singular dedicación la mente de Espinoza, he aprendido el alemán en la obra de Heine, he procurado penetrar a través de las páginas de Buber y de Scholem en el orbe insondable de la cábala y de los Hasidim. Creo asimismo que más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y judíos”, le decía Borges a Ben Gurión en octubre de 1966.
De ahí saldría la invitación a visitar Israel. Borges escribiría luego: “A principios de 1969, pasé diez días muy emocionantes en Tel Aviv y Jerusalén como invitado del Gobierno de Israel. Volví con la convicción de haber estado en la más antigua y la más joven de las naciones, de haber venido de una tierra viva, alerta, a un rincón medio dormido del mundo”.
Después escribió otro poema, en el que vuelve a la Historia, esta vez para ir dejándola atrás. Esta es la Historia, dice, pero ¿hay nostalgia? Ahora que conoce el terreno advierte que el riesgo -el que él imaginaba- era trasladar a la nueva tierra a los judíos diaspóricos y extrañar una forma de ser que había quedado atrás. Pero, dice “la más antigua de las naciones es también la más joven”. Entonces, lo que hubo que hacer -lo deduce pero lo escribe omo un mandato bíblico, es olvidar las viejas lenguas, olvidar quién se ha sido y ser “un israelí, un soldado”. En Israel ve el reencuentro de judíos dispersos. Por eso: “Trabajará contigo tu hermano, cuya cara no has visto nunca”, dice. Nada de esto -Borges lo sabe- es gratis. Por eso advierte, como si estuviera mirando al futuro: “Una sola cosa te prometemos: /tu puesto en la batalla”.
Éste es el poema. Como los dos anteriores, integra el libro Elogio de la sombra.
Israel (1969)
Temí que en Israel acecharía
con dulzura insidiosa
la nostalgia que las diásporas seculares
acumularon como un triste tesoro
en las ciudades del infiel, en las juderías,
en los ocasos de la estepa, en los sueños,
la nostalgia de aquellos que te anhelaron,
Jerusalén, junto a las aguas de Babilonia,
¿Qué otra cosa eras, Israel, sino esa nostalgia,
sino esa voluntad de salvar,
entre las inconstantes formas del tiempo,
tu viejo libro mágico, tus liturgias,
tu soledad con Dios?
No así. La más antigua de las naciones
es también la más joven.
No has tentado a los nombres con jardines,
con el oro y su tedio
sino con el rigor, tierra última.
Israel les ha dicho sin palabras:
olvidarás quién eres.
Olvidarás al otro que dejaste.
Olvidarás quién fuiste en las tierras
que te dieron sus tardes y sus mañanas
y a las que no darás tu nostalgia.
Olvidarás la lengua de tus padres y aprenderás la lengua del Paraíso.
Serás un israelí, serás un soldado.
Edificarás la patria con ciénagas: la levantarás con desiertos.
Trabajará contigo tu hermano, cuya cara no has visto nunca.
Una sola cosa te prometemos:
tu puesto en la batalla.
martes, 26 de septiembre de 2023
Propaganda: La firma del Armisticio de Corea en 1953
Pintura norcoreana (2009) mostrando la firma del Acuerdo de Armisticio Coreano del 27 de Julio de 1953.
La pintura muestra a la delegación de Corea del Norte posando triunfante mientras que la delegación de la ONU está desesperada, con el teniente general Harrison firmando el acuerdo con la cabeza entre las manos.
La pintura es de Cui Gexin y se exhibió en una exposición de 2009 celebrada en el Museo de Arte Songzhuang de Beijing para celebrar los 60 años de amistad entre la República Popular China y la RPDC (y parece haber generado una pequeña controversia en China por la omisión del delegado chino Peng Dehuai ).
miércoles, 9 de agosto de 2023
Argentina: Escultura de Fernando Pugliese sobre la acción de Cabral
Cabral en San Lorenzo
La misma se encuentra en el Regimiento de Granaderos a Caballo, ubicado sobre la Avenida Luis María Campos 554, la cual exhibe temporariamente, sobre la vereda, frente a su puerta de ingreso, en determinadas fechas.
Esta recrea el heroico salvataje realizado por el Sargento Cabral al General San Martín en medio del histórico combate.
Fotos: E imágenes del grupo escultórico desde distintos ángulos.
Fernando Pugliese: Es el artista responsable y ha diseñado parques temáticos, museos, esculturas hiperrealistas de próceres, artistas, animales, personajes históricos, monumentos en la vía pública, figuras religiosas ubicadas en distintos puntos del país y del mundo. Ambientaciones y servicios a agencias de publicidad, particulares y gobernaciones, utilizando materiales policromáticos, bronce, mármol, epoxis, fibra de vidrio o texturas de acuerdo a lo solicitado.
jueves, 22 de junio de 2023
Argentina: El artista León Pallière
León Pallière y su valioso testimonio
Por Roberto L. Elissalde || La PrensaEl domingo se cumplen 200 años del nacimiento de José León Pallière, nacido en Río de Janeiro, en la calle de los Barbonios al número 72 a las nueve de la noche. Era hijo de Arnaud Julien Pallière un artista francés que se trasladó desde Portugal a Brasil en 1817 en el mismo navío que llevaba a la princesa austríaca Leopoldina, la futura emperatriz. Talento no le faltaba y bien relacionado en la Corte, se casó con Agustina Elisa Julia Grandjean de Montigny, hija de don Enrique un afamado arquitecto y pintor también radicado en Portugal.
El primogénito llevó los nombres de Juan Pedro León, aunque sólo usó el último, y fue anotado en la Legación de Francia en Río de Janeiro, en el Registro Civil de los franceses por lo que a pesar del lugar de su nacimiento, ha sido muchas veces mencionado como ``un pintor europeo''. En Río completa su primera educación y en 1830 su padre lo lleva a París donde se forma con Francisco Picot, antiguo condiscípulo de su padre.
Permaneció allí por 18 años. En 1848, viene a Buenos Aires por una breve temporada. De regreso a Río se inscribe en la Academia de Bellas Artes; en 1850 se traslada a Roma, donde permanece dos años de perfeccionamiento, donde pinta algunos cuadros que se conservan en el Museo del Janeiro. Pasa a París, logra prolongar su beca y en 1854 visita España y Marruecos alternando de ese modo el conocimiento de nuevos paisajes con las novedades artísticas locales y dibujos o bocetos.
Llegó a Buenos Aires el 22 de diciembre de 1855, junto a su colega Gautier. Gozó del beneficio de la prensa local, ya que el 24 de abril del año siguiente El Nacional daba cuenta que era pintor ``de distinguido mérito'' y que ``a más de algunos retratos encomendados, ha pintado una carreta cargada de lana, de las que vienen al Mercado 11 de septiembre, en cuyos conductores hay una fidelidad admirable de trajes y costumbres''. Poco después Sarmiento que colaboraba en mencionado diario y protegía a su comprovinciano Franklin Rawson le pidió un juicio sobre tres cuadros que el pintor exponía al público, la que se publicó el 27 de mayo. Se instaló en una casa de la calle Maipú 17 y después se trasladó a la de Cuyo (Sarmiento) 48, en ambas residió largo tiempo y tuvo su taller, donde además enseñó su arte.
Vinculado a figuras representativas de la política y de lo más destacado de sociedad local como Andrés Lamas, los hermanos Varela, Estrada, Gallardo, Terry, Marcó del Pont; Mariquita Sánchez de Mendeville que mucho lo estimaba y protegía, se empeñó y obtuvo el nombramiento de Pallière como profesor de la Escuela Normal de Huérfanas. Seguramente ella también influyó en la Sociedad de Beneficencia para que dibujara un proyecto del mausoleo a Rivadavia a erigirse en la Recoleta con motivo de la repatriación de sus restos.
A comienzos de 1858 comenzó un viaje, primero en barco hasta Rosario y de allí cruzando las pampas a Chile en compañía del duque alemán Guillermo de Mecklenbourg y su ayudante de campo el barón Jorge de Brackenhein. En Santiago tuvo trato con el Benjamín Vicuña Mackena, el general Viel y el pintor y litógrafo Narciso Desmadryl. Vivió unos meses con sus tíos por parte de su madre en una quinta cerca de Viña del Mar, embarcó luego en Valparaíso, desembarcó en Cobija, cruzó el desierto de Atacama y acompañado por el general Dionisio Puch (cuñado del general Güemes) y el coronel Segundo Martínez viajó en coche desde Salta a Rosario, de donde en un vapor llegó a Buenos Aires. En Tucumán visitó al gobernador Marcos Paz y lo mismo en Santiago del Estero y Córdoba se vinculó a personas de esa sociedad y tomó en todos lados apuntes para sus futuras obras. Durante su estadía en Chile, una prestigiosa revista londinense, The Ilustrated London News, publicó el 5 de junio de 1858 dos dibujos de Pallière con el título Apuntes de Buenos Aires.
Ya de regreso en Buenos Aires tuvo en su casa alumnos que fueron aventajados como Enrique Sheridan y Ventura Marcó del Pont, a la vez que mostraba en las ventanas de la sala alguna de sus obras para que los observaran los vecinos y a la vez poder comercializarlos. Los fines de semana nuestro artista viajaba por el ferrocarril al Tigre o a Morón, punta de rieles, para recorrer las cercanías de esas estaciones e inspirarse en temas rurales.
En 1859 prepara un proyecto para la fachada de la Escuela Catedral al Norte y con Sheridan organizan una exposición con más de sesenta obras en un local de la calle San Martín. Sabemos que otro lugar en el que expuso sus cuadros fue la Casa Fusoni Hermanos y Maveroff, un local de venta de artículos navales, ferretería, papeles pintados, espejos y otras cosas para artistas, que por los diarios de la época era la preferida por los mejores pintores de la época como Prilidiano Pueyrredon e Ignacio Manzoni entre otros.
Los diarios porteños elogiaban la obra de Pallière, especialmente sus cuadros costumbristas, el gaucho en el rancho, ``fisonomías que ríen y que alegran, gauchos que cantan, mujeres que hacen saltar con su mirada''. Lo mismo que algunas escenas de la ciudad, o retratos que como decía el cronista ``cuya semejanza con personas de nuestra sociedad, nos excusa pronunciar sus nombres''.
En 1859 el gobierno proyectó una exposición de pinturas que no pudo realizar en el Teatro Colón, postergada por la situación política, que motivó la renuncia de Prilidiano Pueyrredon presidente de la Comisión organizadora, reemplazado por Manuel José de Guerrico que a pesar del prestigio social no pudo tampoco concretar.
Vuelta a Europa
A pesar de haberse anunciado varias veces que don León regresaba a Francia, esto no se concretó hasta 1866. En esos años, pensamos que utilizó esos comentarios para vender sus cuadros, ya que se remataron en Fusoni con la intervención de los martilleros Mariano Billinghurst o de Carlos Ristorini. Estuvo en Montevideo, Entre Ríos y en agosto de 1865 cincuenta y dos grabados suyos, en un álbum fueron, puestos a la venta. Vuelto a Francia, mantuvo relación con los argentinos que residían en la capital francesa, entre ellos Eduarda Mansilla de García y con otros compatriotas que visitaban la ciudad manteniéndose al tanto de la vida de nuestro país a lo largo de su vida.
Una carta suya fue publicada en El Diario en octubre de 1886 interesándose por el buen nombre de nuestro país, ante informaciones inexactas y malévolas que se daban a conocer en Europa. Falleció en Lloris el 12 de febrero de 1887, y bueno sería que en este bicentenario de León Pallière se organizara una muestra con sus obras que son una acabada expresión de la vida cotidiana urbana y rural de mediados del siglo XIX, junto con la Embajada de Francia.
martes, 18 de octubre de 2022
Biografía: Emeric Essex Vidal
Emeric Essex Vidal
RevisionistasEmeric Essex Vidal (1791-1861)
Nació en Bredford, cerca de Londres, el 29 de marzo de 1791. Se le supone ascendencia francesa, a pesar de ser hijo de Emeric Vidal (se pronuncia Vaidel), contador de la Real Marina Inglesa. Siguió las huellas de su padre, e ingresó a la Armada a los catorce años. Entró a prestar servicios en el “Clyde” como voluntario en 1806, de estación en el Mar del Norte. Desde entonces, evidenció amplios conocimientos de dibujo y pintura a la acuarela, habilidades que le serían muy útiles para llenar las horas de holganza a bordo. Pasó luego como escribiente y oficial de secretaría al “Calypso”, y después al “Caliope”.
En 1808, formó en la escuadrilla inglesa que escoltó a la flota lusitana que condujo al Brasil a la familia real portuguesa, cuando las tropas napoleónicas invadieron su reino. De ese primer contacto del artista con la América del Sur, no se conoce ninguna noticia relativa a su estada.
Desde 1809 a 1823, estuvo en situación de retiro. En 1814 se casó en Londres con Anna Jane, hija del reverendo James Capper, con la que tuvo varios hijos. Entre 1814 y 1816, Vidal prestó servicios en los lagos de Canadá, ocupándose de trabajos cartográficos. Se conocen sus primeras acuarelas, tales como las que representan a Kingston Harbour (Lago Ontario), las cataratas del Niágara (1806) y Sacketts Harbour (1815), que pintó para lady G. Moore, esposa del almirante George Moore. Debajo de estos cuadros se encuentran anotaciones hechas por el artista de los diversos edificios, embarcaciones y otros detalles que agregan a su mérito artístico, gran valor histórico.
Entre mayo de 1816 y setiembre de 1818, durante 31 meses, estuvo a bordo del “Hyacinth” como comisario y secretario del almirante de la flota inglesa del Atlántico Sur, patrullando con los navíos encargados de proteger en aquella zona, el comercio británico. En ese lapso pintó en el Brasil como en el Río de la Plata, el mayor número de acuarelas que le dieron notoriedad. Muchas de ellas representan aspectos de Río de Janeiro: Botafogo, Pan de Azúcar, la Isla de Bon Viagem, etc., paisajes que dan exactos detalles de la vegetación que cubre todos estos parajes, representaciones arquitectónicas de gran valor, apareciendo la figura humana solamente como algo accesorio.
Cuando Vidal arribó a Montevideo, en el navío “Hyacinth”, en setiembre de 1816, realizó una acuarela titulada “Vista de la ciudad y Puerto de Montevideo”, que fue el primer trabajo que efectuó en el Río de la Plata. En esos años críticos para la estabilidad política de estos países, dicha nave quedó fondeada durante largo tiempo en la rada de Buenos Aires, haciendo periódicos viajes a Montevideo, y algunos a Río de Janeiro. Aprovechó entonces para interesarse por las costumbres, maneras e indumentarias de las gentes en la forma más sorprendente. Se vinculó a personas de la sociedad porteña, entre ellas, a Mariquita Sánchez de Thompson.
Representó a Buenos Aires de esos años desde el fondeadero de las naves entre la rada exterior e interior. En sus acuarelas llenas de color, mostró las vistas de la ciudad, de sus edificios: Iglesias, Fuerte, torre del Cabildo, etc., de sus calles, y de los habitantes transitando por ellas, vendedores ambulantes, gauchos, indios y soldados, escenas al aire libre en la campaña, como La Posta (1819), La carrera de caballos (1819), etc. Pintó una de sus más interesantes acuarelas, El desembarco en Buenos Aires, de la misma fecha, donde se puede apreciar el complicado sistema para desembarcar en la ciudad. Aparecen en ella, el bote que los conducía desde la rada a una “carretilla” de grandes ruedas, con llantas de madera dura, que era arrastrada “a la cincha” hasta llegar al muelle. En la playa dibuja a los pescadores y a las carretas que llevaban las mercancías a la Aduana.
Desde el muelle de piedra, pintó en setiembre de 1816, el Fuerte de Buenos Aires y la playa animada por la colorida presencia de multitud de negras lavanderas y alegres bañistas. Detrás del Fuerte, muy bien dibujadas, se ven las torres y cúpulas de San Francisco y Santo Domingo. En La Plaza del Mercado, realizó Vidal su pintura más evocadora, de un trozo de la vida porteña de ese tiempo. También pintó los pueblos de alrededores, como El pueblo de San Isidro (1817). Realizó varios aspectos de la Plaza Mayor, con el arco de la Recova, el Cabildo, la Catedral y la Pirámide de Mayo.
En su Vista General de Buenos Aires desde la Plaza de Toros (1819), se observa el macizo edificio destinado a las corridas demolido en ese año. En la acuarela titulada Señoras paseando (1817), reprodujo una evocadora escena: una señora porteña en compañía de sus dos hijas y de una criada se pasean por la vereda de toscas piedras junto a la doble puerta en la esquina de una tienda.
El gaucho rioplatense interesó mucho al artista, que lo evocó repetidas veces en sus costumbres, faenas campesinas, juegos favoritos, dibujando los detalles de vestimenta, sus útiles de labor, así como todo lo relativo al caballo.
Un motivo que pintó con asiduidad fue el modo como los gauchos enlazaban el ganado vacuno o boleaban avestruces. También fueron objeto de su curiosidad los indios pampas que llegaban a la ciudad trayendo los productos de sus industrias: ponchos, lazos, bolas, botas de potro, plumero de plumas de avestruz y cueros de animales salvajes. En febrero de 1818, realizó Vidal la primera acuarela sobre este tema Los Indios de La Pampa, boceto ejecutado con gran facilidad, vigor y colorido bellamente armonizado.
Las acuarelas y sus grabados fueron “el punto de partida de la iconografía de Buenos Aires, verídica y prolijamente documentada”, ha escrito Alejo B. González Garaño. Fue el primer pintor que entró a la ciudad, porque antes de él, otros se ocuparon de ilustrarla a lo lejos; circuló Vidal por sus calles y anotó todo lo que vio.
José León Pagano lamenta de que no tuvo acceso a los interiores, a las casas de familia, a las costumbres de los porteños de entonces. De haberlo hecho le hubiera brindado una materia preciosa, y si no se detuvo a transcribirla, fue porque no alcanzó a observarla directa y detenidamente.
En setiembre de 1818, regreso el “Hyacinth” a Inglaterra, y Vidal se reintegró a su hogar. Alejado por un tiempo del servicio activo, ordenó sus notas y los apuntes realizados en el viaje.
En 1819, R. Ackermann, uno de los editores más importantes de Londres, observó sus acuarelas y decidió publicarlas en una edición de lujo. Vidal accedió a ello, eligió 25 acuarelas originales y las pintó de nuevo; al mismo tiempo, preparó el texto, basado en las notas que había escrito al dorso de las pinturas y en su libreta de apuntes. Cuando estuvo terminado su trabajo fue llamado a prestar servicios como secretario del contralmirante Lambert, jefe de la escuadra estacionada en el Cabo de Buena Esperanza y en la Isla de Santa Elena. Debido a su apresurada partida, tuvo que entregar al editor sus acuarelas junto con las inconclusas notas del texto,
En 1820, R. Ackermann publicó el álbum, bajo el título: Picturesque Illustrations of Buenos Ayres and Montevideo, etc., consistente en 24 vistas, acompañadas de descripciones del paisaje y de las indumentarias, costumbres, etc., de los habitantes de esas ciudades y sus alrededores. Lo imprimió en Londres, L. Harrison. El tiraje fue de ochocientos ejemplares, y se imprimieron también 150 de mayor tamaño. Durante la edición de su libro, Vidal no se encontraba en Londres. De julio de 1820 a setiembre de 1821, fue secretario de Lambert, jefe de la escuadra en el sur de Africa.
En 1821, año de la muerte de Napoleón, hizo apuntes de la Isla de Santa Elena, habiendo compuesto unas vistas de Longwood y de la tumba del emperador. Incluso, realizó tres pinturas que representan la mascarilla de Napoleón, sus funerales y su entierro, ceremonias a las que asistió el artista.
Vidal realizó un segundo viaje al Río de la Plata y Brasil en 1827/28, embarcado en la nave “Ganges”. Las acuarelas cariocas son muy numerosas, y reflejan en su mayoría diferentes aspectos de Río de Janeiro.
Entre las que realizó en el Río de la Plata figuran: El muelle de Montevideo en 1828; Modo de enlazar ganado en Buenos Aires y Carreta atravesando un pantano, éstas dos últimas dedicadas a Lord Ponsomby (1829).
Entre 1831 y 1834, estuvo embarcado en el “Asia” de estación en Lisboa, donde una bala de mosquete le atravesó el cuerpo, dañándole el hígado durante los combates que se llevaron a cabo entre los portugueses. Desde que fue herido, el hígado le ocasionó frecuentes molestias que, complicadas con otros males, le hicieron inútil para el servicio de la marina. Sin embargo, por pedido especial del almirante Bart viajó a Río de Janeiro en 1835/37, a bordo del “Talbot”, ejecutando alrededor de 50 dibujos y acuarelas, entre las cuales se halla una Vista de la ciudad de Río de Janeiro, dibujos de fiestas ofrecidas a bordo de las naves en honor del emperador Pedro II de Brasil, así como un retrato del soberano a la edad de diez años, vestido de gala. Pero lo más valioso de esta serie son las 20 acuarelas dedicadas a representar tipos populares cariocas y damas de la sociedad de esa ciudad. Varias marinas, panoramas amenísimos, mansiones brasileñas del pasado y otros temas configuran un ameno ramillete de cuadros dignos de la paleta del afamado artista.
Vidal se retiró de la Marina en 1853, redactó su testamento en 1860, y en el mismo se refiere cariñosamente a su esposa y cinco hijos. Murió repentinamente en Brighton, el 7 de mayo de 1861, a los 70 años.
Dejó una obra gráfica y documentada que es un aporte invalorable para el arte y la historia de los argentinos. En 1933, González Garaño realizó en los salones de “Amigos del Arte” una exposición de todas las piezas que había reunido sobre Vidal, exhibiendo además raros ejemplares de su obra, y de las publicaciones posteriores a ésta en la que se reproducían sus láminas. Con este motivo publicó un detallado Catálogo en el que se reeditaba su monografía y se estudiaban y describían prolijamente todos los ejemplares expuestos. Una calle de la ciudad de Buenos Aires lo recuerda.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1985)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
martes, 17 de mayo de 2022
SGM: ¿Polonia encuentra el oro perdido de las SS?
¿Oro perdido encontrado? La fundación afirma haber encontrado un recipiente oculto en el sur de Polonia
Clare Fitzgerald, autora invitadaCrédito de la foto: Xxkazik / Wikimedia Commons CC BY-SA 3.0 pl
Durante mucho tiempo, los cazadores de tesoros han estado fascinados con la localización del oro y el botín ocultos tomados por el ejército alemán y escondidos en Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial. Un grupo afirma haber encontrado parte del tesoro (cuatro toneladas de oro) bajo los terrenos de un conservatorio abandonado en el pueblo de Minkowskie, en el sur de Polonia.
Según la Silesian Bridge Foundation , el oro se encuentra dentro de un recipiente enterrado a 10 pies bajo tierra en el Palacio Seydlitz. Se dice que mide entre 1,2 y 1,5 metros de largo, con un diámetro de 50 cm. El lugar en el que está enterrado alguna vez fue utilizado como burdel por las Waffen-SS , que estaba encabezada por Heinrich Himmler .
El tesoro escondido fue descubierto después de que el grupo recibiera documentos, el diario de un oficial de las SS y un mapa. Fueron donados por descendientes de las SS como una forma de expiación por el sufrimiento que experimentaron los polacos durante la Segunda Guerra Mundial .
Después de examinar los documentos, el grupo usó un geo-radar para determinar la ubicación exacta del bote. Luego perforaron una serie de agujeros en la propiedad, lo que confirmó anomalías debajo de la superficie. También encontraron que había piedras y rocas que no habrían estado naturalmente presentes en el terreno.
Heinrich Himmler sirvió como líder de las Waffen-SS durante la Segunda Guerra Mundial. (Crédito de la foto: Bundesarchiv, Bild / Wikimedia Commons CC BY-SA 3.0 de)
Según los documentos, el tesoro es posiblemente el “Oro de Breslau”, que fue depositado en el Reichsbank de la ciudad (ahora Wrocław) y posteriormente robado durante los últimos meses de la guerra para financiar el llamado Cuarto Reich .
Bajo la protección de las SS , el oro fue transportado a través de la ciudad de Hirschberg, ahora Jelenia Góra, antes de ser enviado a las montañas de los Sudetes. Luego, el rastro se enfrió y la ubicación del tesoro ha sido un misterio desde entonces.
Hablando con The First News , el jefe de la fundación, Roman Furmaniak, dijo que los documentos mostraban que “las SS planeaban usar [el oro] para restablecer la agricultura en Ucrania para alimentar al nuevo Reich”.
Soldados estadounidenses con el famoso cuadro “Wintergarden” de Edouard Manet. Estaba entre el tesoro saqueado por el ejército alemán y escondido en una mina de sal en Merkers, Alemania. (Crédito de la foto: Bettmann / Getty Images)
El diario, según The Daily Mail , fue escrito por un oficial de las SS llamado Michaelis, y señala que hay 11 escondites diferentes de tesoros escondidos en la Baja Silesia. Este alijo, en particular, fue escondido por otro oficial llamado von Stein.
El diario también describe un alijo que contiene 47 piezas de arte robadas de Francia, incluidas obras de Rembrandt, Botticelli, Rafael, Monet, Cézanne, Durero y Carravagio. Todos estaban escondidos para mantenerlos fuera del alcance del Ejército Rojo que avanzaba.
The Silesian Bridge Foundation in #Poland claims to have found a hidden canister dating back to #WW2 with the help of SS documents. They believe it contains of tonnes of looted gold. An interesting project to keep an eye on!
— Aquila Polonica (@polandww2) May 10, 2022
Full read @the_1st_news:https://t.co/L6sYT8Nf95 pic.twitter.com/a8WU4GkfQ1
Se dice que Michaelis fue el vínculo entre las SS y los aristócratas locales. Formó parte de los Quedlinburgers, un grupo asociado con el culto del Tercer Reich durante las décadas de 1930 y 1940. Su historia se remonta al siglo X, cuando el rey Enrique el Pajarero gobernaba Alemania. El Tercer Reich usó su legado para legitimar su propio poder, y en el aniversario de su muerte celebró ceremonias en su tumba en Quedlinburg.
Se dice que Himmler estaba fascinado con el reinado de Enrique y creía que él mismo era la reencarnación del gobernante.
Tesoro alemán escondido en una iglesia en Ellingen, Alemania. Fue descubierto por el Tercer Ejército de EE. UU. en abril de 1945. (Crédito de la foto: Pictures from History / Universal Images Group / Getty Images)
En apoyo de su búsqueda, la Fundación del Puente de Silesia ha firmado un contrato de arrendamiento de 10 años en el Palacio Seydlitz. Actualmente, el grupo está esperando el permiso para sacar el bote a la superficie, así como el permiso de los zapadores del ejército, ya que creen que las SS podrían haber puesto trampas explosivas en el área . Se espera que esto último tome meses.
miércoles, 1 de septiembre de 2021
SGM: Pecio del SS Karlsruhe podría contener los restos de la Cámara Ámbar
Un naufragio nazi podría ocultar los tesoros robados de la mítica Cámara de Ámbar
Robada por los nazis en 1941, todo hace indicar que fue sacada de la URSS a través del mar y, se sospecha, que puede estar hundida en un naufragio recientemente descubiertoUno de los vehículos militares hallados en la cubierta del naufragio del SS Karlsruhe. (Reuters)
Por Rubén Rodríguez || El Confidencial
A comienzos de 1945, el ejército nazi ya era consciente de que solo un milagro haría que no perdieran la Segunda Guerra Mundial. Confiaban en abandonar todos los frentes y replegarse en Alemania, con el objetivo de resistir las embestidas aliadas y poder reforzarse en territorio propio para volver a recuperar terreno en un futuro próximo. Por esa razón, muchos efectivos comenzaron a volver a sus posiciones iniciales durante el último año de contienda y eso es, exactamente, lo que hizo el SS Karlsruhe el 12 de abril de 1945: ahora, podrían haber encontrado sus restos, que podrían esconder el tesoro perdido de la mítica Cámara de Ámbar de la URSS.
El SS Karlsruhe partió de la ciudad rusa de Kaliningrado (Königsberg durante la contienda bélica) con más de 1.000 soldados nazis, además de decenas de vehículos militares y más de 360 toneladas de cargamento en su interior. El objetivo era desembarcar el Copenhague (Dinamarca), desde donde el cargamento sería trasladado a Alemania, pero solo unas horas después de partir, en la mañana del 13 de abril, un avión de combate ruso localizó a la nave nazi al norte de la ciudad polaca de Ustka (por aquel entonces Stolpmünde). Sin dudarlo, comenzó a bombardear al carguero y uno de sus torpedos impactó de lleno contra él, mandándole al fondo del mar.
Desde Kaliningrado había partido un convoy formado por los vapores SS Santander, SS Karlsruhe y tres dragaminas, que salieron poco después de las 09:00 horas. En su viaje hacia Dinamarca, el ejército soviético acabó con todos los barcos, sin dejar ni rastro de ellos. Pero ¿por qué entonces tenía tanta importancia encontrar el SS Karlsruhe? Muy sencillo: se trataba del barco con mayor capacidad de transporte y, a pesar del gran secretismo que rodeaba la carga que llevaba, todo hacía pensar que se trataba de algo de gran valor, dado el enorme dispositivo montado para tratar de que la embarcación llegara a destino por todos los medios.
La URSS sabía que los nazis habían saqueado la famosa Cámara de Ámbar del Palacio de Catalina, situado en las afueras de San Petersburgo, después de que lo tomaran como botín de guerra en 1941, a pesar de que los soviéticos se afanaron por cubrirlo con una serie de paneles falsos que escondían este increíble salón. El ejército alemán descubrió la treta, desmontó la sala y la transportaron por piezas hasta Kaliningrado, donde lo volvieron a montar para exhibirlo en el castillo de la ciudad. Pero cuando los nazis huyeron de allí no quedaba nada, por lo que todo hace pensar que lo habían vuelto a desmontar para enviarlo a Alemania por mar.
Una de las pocas fotos a color que existen de la Cámara de Ámbar, tomada en 1917. (CC/Wikimedia Commons)
Posiblemente uno de los tesoros más increíbles de todos los tiempos había desaparecido en plena II Guerra Mundial y lo había hecho para siempre pues, a día de hoy, sigue sin conocerse su paradero. ¿Dónde está el tesoro? Ese hecho llevó a los expertos a pensar en la posibilidad de que este material estuviera hundido en el fondo del mar y que, casi un siglo después de ser robado, siga allí. Por esa razón, un equipo de expertos buceadores dirigidos por Tomasz Stachura, fundador de Baltictech, comenzó a estudiar la posibilidad de que el tesoro estuviera en el interior de algún barco alemán hundido en la II Guerra Mundial.
Un tesoro desaparecido
No en vano, contaría con uno de los tesoros más importantes de todos los tiempos: seis toneladas de ámbar labrado a mano, decenas de obras de arte y cientos de objetos preciosos que, a día de hoy, estarían valorados en unos 500 millones de euros. Pronto, el nombre del SS Karlsruhe se puso sobre la mesa. Se estudiaron los relatos de los 113 supervivientes del hundimiento, de las crónicas que reseñaban dónde había sido hundido exactamente y, por supuesto, las opiniones de los pescadores que faenaban en la zona, para saber en qué puntos se atascaban sus redes. Una vez obtenida la fotografía completa, empezó la investigación.Imagen del SS Karlsruhe, tomadas por el equipo de Stachura. (Reuters)
Así, el equipo de Stachura utilizó un sonar con el que localizaron hasta 22 naufragios que coincidían en lugar y tamaño con el barco alemán. Sería el 24 de septiembre de este año cuando, tras tres inmersiones, confirmaron que una de las naves halladas era el SS Karlsruhe, gracias al distintivo arco con el que contaba. Sin embargo, no han podido acceder hasta la carga dada la gran profundidad a la que se encuentra el barco. Lo cierto es que, según los expertos que lo encontraron, el estado de conservación del barco es realmente bueno y se puede observar intacta buena parte de la carga, en el mismo lugar donde fue deposita al salir de Kaliningrado.
"Bucear a una profundidad de 88 metros es muy difícil. Nos hemos centrado únicamente en el inventario, la filmación de videos y la documentación fotográfica. En sus bodegas de carga descubrimos vehículos militares, porcelana y muchos cofres con contenidos hasta ahora desconocidos, pero el posible examen de la carga almacenada en cajas tendrá que discutirse con la Oficina Marítima en Gdynia, Polonia, y ellos tomarán la decisión final", explicó Stachura a Santi Diving. ¿Estará allí la famosa Cámara de Ámbar? Solo dentro de unos meses podremos saber si se ha recuperado uno de los tesoros más grandes de todos los tiempos.
sábado, 5 de octubre de 2019
Guerra del Paraguay: El vívido arte de Cándido López
Cándido López, testigo y artista en la guerra del Paraguay
Uno de los retratos
Roque A. Sanguinetti || La Nación
"Saludemos la enseña inmaculada/ que heroica tremoló en Curupaytí/ cuyo cerro regaron con su sangre/ Rivas, Díaz, Charlone y otros mil", dice la hermosa Marcha de Curupaytí, que tiene música de Cayetano Silva y letra de Carlos Benielli, los mismos autores de la Marcha de San Lorenzo. Evoca la guerra del Paraguay o de la Triple Alianza, en la que la Argentina, el Brasil y el Uruguay unidos derrotaron al Paraguay después de cruentas batallas entre 1864 y 1870.
En las tropas argentinas fueron al frente gauchos y paisanos "conchabados" aunque también soldados de toda laya, hasta "niños bien" y el hijo de un presidente, Dominguito Sarmiento, que murió en esas trincheras. Y entre los que derramaron su sangre ante la inexpugnable fortaleza paraguaya de Curupaytí estaba un joven pintor y fotógrafo que se había enrolado en el Batallón San Nicolás, que fue diezmado. No murió, pero perdió su mano derecha destrozada por una granada. Dramas de la guerra. Antes de esa desgracia él que era diestro, en ratos libres había dibujado con lápiz croquis de la campaña militar, y volvió lisiado y sin futuro.
Pero unos años después fue el propio Bartolomé Mitre, que había sido presidente de la Argentina y simultáneamente generalísimo de la Triple Alianza, quien lo alentó para que adiestrara su mano izquierda y pintara escenas de esa guerra. Mitre ya lo conocía de mucho antes, cuando tenía su mano derecha y le había pintado un retrato de cuerpo entero.
Cándido López ejercitó con ardua paciencia su mano menos hábil durante dos años, y en base a sus antiguos croquis y a sus nítidos recuerdos personales comenzó a pintar la guerra del Paraguay. No completó tantas obras como se había propuesto, pero alcanzó a terminar nada menos que cincuenta y ocho cuadros sobre el tema.
Pintados con calidad pictórica y gran originalidad, con los conocimientos que solo podría tener quien hubiera estado allá, participando en las batallas. Son óleos de buen tamaño, de formato muy horizontal, coloridos, y que muestran espacios amplios y la vez abundantes en detalles minuciosos. Él comentó: "Es la verdad de los hechos y de los detalles, salvados del tiempo para servicio de la historia y de mi patria." Paisajes bellos y quizás idealizados, donde se remarcan las escenas militares pero no se dramatiza la parte oscura de la guerra. Y de este modo, así como antiguas campañas quedaron en la historia por relatos notables, Cándido López documentó la guerra del Paraguay con sus pinturas, hoy patrimonio de los argentinos.
Tuvo una familia con doce hijos y pasó apremios, pero el Estado lo ayudó comprándole obras. Muchas de ellas se conservan en el Museo Histórico Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo de la Casa del Acuerdo de San Nicolás, la ciudad desde donde partió un día hacia la guerra, el sufrimiento, la superación y una fama imperecedera.
Son cuadros que al mirarlos se vive la historia, y al fondo a uno le parece oir lejanamente un clarín y aquella marcha: "Gloria eterna bandera azul y blanca,/ gloria eterna a los bravos que por ti/ inmolaron sus vidas en los campos/ de Tuyutí, Humaitá y Curupaytí".
Por: Roque A. Sanguinetti
miércoles, 12 de junio de 2019
Arte; La obra "Las putas de San Julián" inspirada en Bayer
‘Las putas de San Julián’
Las meretrices del prostíbulo La Catalana se enfrentaron a los soldados del ejército de la Patagonia con palos y escobasEnric González | El País
Una escena de la obra de teatro 'Las putas de San Julián', inspirada en un hecho real ocurrido en la Patagonia.
Este es un asunto antiguo. Fue descubierto hace unos años y desde entonces no deja de crecer: ya se ha incorporado a la historia de la izquierda argentina. Se refiere a una institución llamada La Catalana y a un grupo de mujeres. La institución era un prostíbulo y las mujeres, prostitutas. Pero lo que hicieron Paulina Rovira, catalana, dueña del establecimiento, y las cinco mujeres que trabajaban para ella, el 17 de febrero de 1922, fue algo heroico.
Es difícil imaginar la Patagonia de hace un siglo: un páramo inmenso azotado por el viento y dominado por unos cuantos terratenientes. Los presos políticos y los peores criminales eran enviados al terrible penal de Ushuaia, frente a la Antártida; el viaje duraba tanto tiempo que alguno llegó a cumplir condena antes de llegar. Hablamos de un lugar y de un tiempo realmente salvajes.
En noviembre de 1920, los peones agrarios agrupados en la Sociedad Obrera de Río Gallegos se declararon en huelga justo antes de empezar la esquila de las ovejas. Reclamaban cosas elementales: un día de descanso semanal, un lugar limpio y seco donde dormir y velas para alumbrarse. Los dueños de las fincas, británicos y argentinos, reclamaron al gobierno que acabara con la protesta. El presidente Hipólito Yrigoyen envió a la Patagonia el Décimo Regimiento de Caballería del teniente coronel Héctor Benigno Varela, que impuso a ambas partes una negociación, consiguió un principio de acuerdo y regresó en cuanto pudo a Buenos Aires.
El historiador argentino Osvaldo Bayer descubrió el episodio de las prostitutas que inspiró una obra de teatro
El acuerdo no fue cumplido y recomenzó la huelga. En noviembre de 1921, el teniente coronel Varela y sus soldados aparecieron de nuevo en la región. Esta vez, a sangre y fuego. Cualquiera que participara en la huelga o la respaldara de alguna forma era fusilado en el acto. La matanza duró casi dos meses. Murieron unas 1.500 personas.
El historiador Osvaldo Bayer investigó aquella barbaridad para su libro La Patagonia rebelde (2012), compendio de cuatro tomos aparecidos entre 1972 y 1978 (con el autor ya en el exilio por la dictadura militar) bajo el título genérico Los vengadores de la Patagonia trágica. Y gracias a un viejo informe policial descubrió el episodio de La Catalana. Lo que hicieron las meretrices tuvo tanto impacto un siglo después que el propio historiador, en 2013, estrenó en el teatro Cervantes de Buenos Aires una obra titulada Las putas de San Julián.
La campaña del teniente coronel Varela se dio por terminada en febrero de 1922. Los peones supervivientes habían huido a Chile o a los rincones más remotos de la Patagonia argentina. En las fincas reinaba el silencio de los cementerios. Los soldados inspiraban un miedo casi absoluto. Varela decidió premiar a sus hombres con una gratificación sexual. El 17 de febrero, un grupo de soldados a las órdenes de un suboficial acudió a un conocido prostíbulo del Puerto de San Julián para cobrar su recompensa.
Pero el prostíbulo, llamado La Catalana porque lo dirigía la catalana Paulina Rovira, estaba cerrado. Llamaron a la puerta una y otra vez. Gritaron y amenazaron hasta que Paulina Rovira salió y, dirigiéndose al suboficial, anunció que sus chicas no iban a atender a los soldados. La tropa, enfurecida, entró por la fuerza. Y fue rechazada a palos y escobazos por las mujeres. Según el informe policial, las prostitutas les llamaban “asesinos” y gritaban “nunca nos acostaremos con asesinos”, además de “otros insultos obscenos propios de aquellas mujerzuelas”. Las mujeres de La Catalana se atrevieron a plantar cara al Décimo de Caballería y, por supuesto, fueron detenidas. Normalmente deberían haber sido fusiladas. Después de matar a tantos cientos de peones, eso no era nada. Pero al comisario de San Julián le pareció que ejecutar a las mujeres engrandecería su acto de resistencia, y optó por dejarlas ir.
Quedaron sus nombres en el expediente. Eran, además de Paulina Rovira, Consuelo García, de 29 años, argentina, soltera; Ángela Fortunato, de 31 años, argentina, casada; Amalia Rodríguez, de 26 años, argentina, soltera; María Juliache, de 28 años, española, soltera; y Maud Foster, de 31 años, inglesa, soltera. No se sabe qué fue de ellas después de aquella jornada.
El teniente coronel Héctor Benigno Varela murió un año después, el 27 de enero de 1923. Un anarquista alemán, Kurt Wilckens, arrojó una bomba a su paso y después lo remató con cuatro disparos, los mismos que recibían los peones patagónicos. Para proteger de la metralla a una niña de 10 años que pasaba por el lugar, María Antonia Pelazzo, Wilckens se colocó ante ella y sufrió varias heridas. Quedó en el lugar hasta que le detuvo la policía.
“No fue venganza, yo no vi en Varela al insignificante oficial”, escribió Wilckens desde la cárcel. “No, él era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal”. Wilckens fue asesinado en la cárcel por un pariente de Varela, quien fue a su vez asesinado poco después.