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miércoles, 30 de octubre de 2024

Conflicto del Beagle: Escenarios de batalla


Playa de desembarco de poco más de un kilómetro al norte de la isla Nueva.

Escenarios de una guerra en el Sur, 1978




Las tensiones entre Argentina y Chile en 1978 por la disputa del Canal Beagle, específicamente la soberanía de las islas Picton, Lennox y Nueva, casi escalaron hasta convertirse en un conflicto a gran escala. El Orden de Batalla (ORBAT) de ambas naciones en ese momento incluía extensas fuerzas navales, aéreas y terrestres preparadas para una posible confrontación. En este análisis, esbozaré el planeado asalto argentino a las islas en disputa y examinaré cuatro escenarios potenciales de escalada del conflicto.

Contexto histórico y ORBAT

A finales de 1978, tanto Argentina como Chile habían movilizado importantes recursos militares en previsión de un posible conflicto. El ORBAT de Argentina incluyó:




ORBAT argentino:

  • Fuerzas Navales: Flota compuesta por destructores, fragatas, corbetas, submarinos, buques anfibios y portaaviones (por ejemplo, ARA Veinticinco de Mayo).
  • Fuerza Aérea: una combinación de aviones Mirage III, A-4 Skyhawk e IAI Dagger (118 aproximadamente), junto con aviones de reconocimiento y transporte (47 aproximadamente).
  • Ejército: varias divisiones que incluyen tropas de montaña, brigadas blindadas (M4 repotenciado como principal tanque) y regimientos de infantería, apoyadas por artillería y unidades logísticas.


ORBAT chileno:

  • Fuerzas navales: una flota más pequeña pero capaz de destructores, fragatas, submarinos y lanchas patrulleras. El único submarino en condiciones de navegabilidad había sido detectado y estaba siendo seguido por submarinos argentinos.
  • Fuerza Aérea: aviones F-5E Tiger II, aviones Hawker Hunter, A-37s (54 a lo máximo) y otros aviones de apoyo (24).
  • Ejército: Unidades bien entrenadas, incluidas brigadas de montaña y de infantería, apoyadas por artillería y unidades blindadas ( pocas decenas de M41 Pershing).


Asalto argentino planificado a las islas Picton, Lennox y Nueva


El plan de Argentina para asaltar las islas probablemente involucraría una operación de armas combinadas, aprovechando su superior poder naval y aéreo para asegurar las islas de manera rápida y decisiva. La operación comenzaría con:

  1. Bombardeo y bloqueo naval: las fuerzas navales argentinas llevarían a cabo un bombardeo inicial de las posiciones chilenas en las islas, seguido de establecer un bloqueo para evitar que los refuerzos chilenos lleguen al área.
  2. Superioridad y apoyo aéreo: La Fuerza Aérea Argentina tendría como objetivo lograr la superioridad aérea sobre el canal, apuntando a bases aéreas chilenas y brindando apoyo aéreo cercano a las fuerzas terrestres.
  3. Asalto anfibio: Fuerzas anfibias, incluida la infantería de marina, desembarcarían en las islas, apoyadas por disparos navales y ataques aéreos. Asegurar las islas rápidamente sería esencial para evitar que Chile montara un contraataque eficaz.
  4. Preparativos defensivos: Una vez aseguradas las islas, las fuerzas argentinas establecerían posiciones defensivas para repeler cualquier contraofensiva chilena.

Análisis de escenarios

Escenario 1: Argentina toma las islas y Chile responde en el área


En este escenario, Chile responde directamente a la toma argentina de las islas con un contraataque concentrado.

  • Respuesta naval chilena: Chile movilizaría su flota para enfrentarse a la armada argentina en el Canal de Beagle. Dada la proximidad de las bases chilenas, sería posible un despliegue rápido. El objetivo sería romper el bloqueo y retomar las islas.
  • Enfrentamientos aéreos: Se producirían intensas batallas aéreas sobre el canal, con ambos lados intentando controlar el espacio aéreo. Los Hunters de Chile se enfrentarían a los Mirages y Daggers argentinos. Los pocos F-5Es chilenos se supone quedarían para defensa de la capital. A los activos aéreos de la FAA se sumarían los activos aéreos del COAN con base en tierra (BAN Río Grande). Ello incluirían T-28 Fennec, Turbo Mentors y Aermacchi MB-326, todos con capacidad de ataque aéreo ligero.
  • Contraofensiva terrestre: los infantes de marina chilenos intentarían defender las fortificaciones de las islas, apoyados por disparos navales y cobertura aérea. Dadas las preparaciones defensivas de Argentina, esto resultaría en una lucha prolongada y sangrienta.
  • Contraofensiva naval argentina: El portaaviones Veinticinco de Mayo y su grupo aéreo de A-4Q podría diezmar a la flota chilena (capacidad observada empíricamente en Malvinas). Ello lo podría hacer de manera impune dada que incapacidad de respuesta submarina chilena. Una vez atacada la flota chilena, los A-4Qs podrían reubicar posición para lanzar ataques a blancos terrestres e infraestructura desde el Sur y Suroeste como factor sorpresa.

Escenario 2: Argentina toma las islas y Chile ataca en el norte (penetración en la provincia de Salta)


Chile podría optar por abrir un nuevo frente en el norte para desviar las fuerzas argentinas.

  • Frente Norte: Las fuerzas chilenas, ¿potencialmente apoyadas por fuerzas internacionales?, lanzarían una ofensiva en la provincia argentina de Salta. El objetivo sería alejar a las tropas argentinas del teatro sur y ejercer presión en un nuevo frente.
  • Respuesta argentina: Argentina tendría que redesplegar unidades de otras regiones, lo que podría debilitar sus defensas en las islas. Se movilizarían tropas de montaña y unidades blindadas para contrarrestar el avance del norte.
  • Compromiso prolongado: El terreno accidentado del norte de Argentina conduciría a un conflicto prolongado y de desgaste, en el que ambas partes enfrentarían importantes desafíos logísticos.






Escenario 3: Argentina toma las islas y ataca por el centro (hacia Santiago), junto con Perú por el norte


Argentina, con potencial apoyo de Perú, abre una campaña en múltiples frentes.

  • Ofensiva Central: Las fuerzas argentinas avanzarían por los Andes hacia Santiago. Esto implicaría una desafiante guerra de montaña, con importantes consideraciones logísticas y de cadena de suministro.
  • Participación peruana: Perú, al entrar en el conflicto, abriría un frente norte contra Chile, añadiendo presión a las defensas chilenas y agotando sus recursos.
  • Defensa chilena: Chile se vería obligado a adoptar una postura defensiva en múltiples frentes. El principal esfuerzo sería proteger a Santiago y al mismo tiempo contener los avances peruanos en el norte.
  • Coordinación aliada: La coordinación entre las fuerzas argentinas y peruanas sería crucial. Si tiene éxito, esto podría abrumar las defensas chilenas, pero la complejidad de las operaciones en múltiples frentes plantearía desafíos importantes.


Caída del Palacio de Gobierno de Punta Arenas a manos de paracaidistas argentinos.

Escenario 4: Chile respondió atacando a través de la Patagonia central y norte


Chile decide atacar territorio argentino en la Patagonia, con el objetivo de capturar lugares estratégicos clave.

  • Ofensiva Patagónica: Las fuerzas chilenas, sin apoyo aéreo ni naval, apuntarían a la Patagonia central y norte, con el objetivo de capturar Comodoro Rivadavia y Bahía Blanca.
  • Operaciones navales: la armada chilena intentaría controlar los accesos al Atlántico Sur, interrumpiendo las líneas de suministro argentinas y apoyando las ofensivas terrestres. Escenario altamente difícil sin submarinos para contrarrestar a la FLOMAR siendo que los submarinos de ésta operarían con plena libertad dada la escasez de activos ASW de la ACh.
  • Defensa argentina: Argentina necesitaría defender centros urbanos e instalaciones petroleras clave en la Patagonia. Los refuerzos se obtendrían de otras regiones, incluidas las fuerzas que aseguran las islas.
  • Conflicto extendido: la región vasta y escasamente poblada daría lugar a escaramuzas extendidas y guerras de maniobras, con ambos lados compitiendo por el control de puntos estratégicos.


Conclusión

Los escenarios del conflicto del Canal de Beagle de 1978 resaltan las complejidades y el potencial de escalada de las tensiones entre Argentina y Chile. Cada escenario presenta desafíos y oportunidades únicos para ambas naciones, enfatizando la importancia de la planificación estratégica y la diplomacia internacional. Si bien el contexto histórico proporciona una base, la naturaleza impredecible de los conflictos militares subraya la necesidad de una evaluación y adaptación continuas tanto por parte de Argentina como de Chile.

domingo, 3 de diciembre de 2023

Carrera armamentística Argentina-Chile: El abrazo del estrecho

El histórico abrazo del Estrecho: la muñeca diplomática de Roca cuando estuvimos por ir a la guerra con Chile

En 1899 el presidente Julio A. Roca decidió tomar el toro por las astas y viajar a Chile para coronar las negociaciones que se hacían a contrarreloj. Los reclamos de territorios en disputa habían llevado a ambos países a una carrera armamentística que por poco no terminó en un conflicto armado

 
Ya en su segundo mandato, Roca tenía más experiencia. Los que trabajaron entonces con él, lo encontraron más reflexivo y observador

Martín Rivadavia, un marino de 46 años ascendido a comodoro en octubre de 1896 y ministro de Marina en el segundo gobierno de Julio Argentino Roca, no se movía del puesto de mando del Acorazado General Belgrano, comprado a nuevo a Italia el año anterior. Llevaba un pasajero ilustre, al propio Presidente, que iba a reunirse con su par chileno, Federico Errázuriz.

El encuentro sería en Punta Arenas y el ministro tuvo una idea de la que se arrepintió cuando era demasiado tarde: en lugar de acceder a Chile por el Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes, le propuso a Roca hacerlo por los canales fueguinos, lo que representaba una navegación mucho más complicada y riesgosa, pero que sabía que sorprendería a los chilenos. Aclaró que él mismo respondería personalmente por la decisión tomada.

El Presidente aceptó gustoso y cuando llegaron a destino se enteró de que Rivadavia había sudado a mares y que guardaba una pistola con la que pensaba volarse la cabeza si se hundía el acorazado con el Presidente a bordo, en esos canales que no eran del todo conocidos.

Cuando la tensión con Chile iba en aumento, y muchos imaginaban una guerra, el presidente argentino decidió ir a encontrarse con Federico Errázuriz

Había asumido la primera magistratura el 12 de octubre de 1898. En la carrera hacia la Casa Rosada, asomaban dos candidatos potables: uno era él y otro Carlos Pellegrini. El general Bartolomé Mitre intentó cortar el avance de Roca a la presidencia al proponer una alianza entre radicales y nacionalistas. Pero Hipólito Yrigoyen la rechazó de plano. Él era el líder indiscutido desde el suicidio de su tío Leandro Alem el año anterior.

Lo que primó a la hora de ungir a Roca presidente fue la situación internacional, especialmente con nuestros vecinos los chilenos. Ese país venía de proclamarse triunfador en su guerra contra Perú y Bolivia y ese ambiente de un posible enfrentamiento por cuestiones limítrofes amenazaban la paz. Para algunos políticos, la guerra era un hecho, y quién mejor para conducirla que el único militar que nunca había sido derrotado. Así se afianzó la idea de su candidatura.

Invitación cursada por el gobierno de Chile, para participar de la histórica jornada (Gentileza Museo Roca)

Ya no era un joven de 37 años, sino que a sus 55 años se había convertido, según lo describe Ibarguren, en una persona flexible, tolerante, reflexiva y observadora.

Fue elegido gracias al voto de 218 electores. Su vice era Norberto Quirno Costa, con experiencia en política exterior.

“Felizmente, nos hallamos en paz y concordia con todas las naciones del mundo”, señaló Roca. “Las últimas cuestiones de límites, que heredamos del coloniaje, marchan a su solución, por los medios y procedimientos que presenten los tratados internacionales. La cuestión de Chile, resuelta desde 1891, ha sido entregada al arbitraje y de acuerdo con el tratado de este año y el de 1893. Esperamos tranquilos el fallo del árbitro, confiados en que nada turbará nuestras relaciones internacionales y en que la terminación pacífica de este largo pleito que será una victoria de la razón y del buen sentido, influirá en las relaciones de los estados sudamericanos”.

De etiqueta y ambos con la banda presidencial, en la cubierta del O'Higgins (Archivo General de la Nación)

Era consciente de la situación irresuelta con Chile. Unas de las cuestiones que se resolvería entonces sería la Puna de Atacama, un conflicto que se arrastraba desde el fin de la guerra del Pacífico, cuando Chile ocupó tierras que estaban en disputa entre Argentina y Bolivia. A partir de un laudo celebrado en Buenos Aires entre el 1 y el 9 de marzo de 1899, Argentina terminó quedándose con el ochenta por ciento y Chile con el veinte restante del sector en disputa.

De la mano de su ministro de guerra Pablo Riccheri modernizó el Ejército y adquirió armamento. También se creó el ministerio de Marina, a cuyo frente puso a Martín Rivadavia y compró barcos, en un vasto plan que incluyó la ley 4031 del servicio militar obligatorio.

Devolución de gentilezas. Luego del encuentro en el buque chileno, Errázuriz abordó el acorazado Belgrano. Fotografía revista Caras y Caretas.

El objetivo de Roca era mostrarse fuerte, en el ajedrez del cono sur, frente a Chile y a Brasil.

“Roca fue una figura central del proceso de consolidación del Estado nacional entre fines del siglo XIX e inicios del XX, y por aquellos años sus gobiernos tuvieron que enfrentar delicados conflictos con el Vaticano y con países limítrofes. También se retomaron antiguos reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas. Asimismo, se dio gran importancia a la organización y desarrollo de un cuerpo diplomático, enviado a diversas partes del mundo”, explican desde el Museo Roca.

Como los peritos de ambos países no lograban ponerse de acuerdo, Roca tomó el toro por las astas y decidió concretar un viejo anhelo, el de viajar al sur y cerrar él la cuestión.

A comer. El menú que se sirvió la noche del 16 de febrero (Gentileza Museo Roca)

No fue una decisión apresurada: daba el puntapié inicial de los presidentes argentinos que se involucraban personalmente en la solución de diferendos internacionales. Se la llamó la diplomacia presidencial, algo novedoso para la época. “Era consciente que la guerra había sido un impedimento en los procesos de modernización del Estado y de desarrollo económico”, se explica en un trabajo del citado museo. Sabía que su par chileno opinaba lo mismo.

Junto a su ministro de Marina y secretarios, el 20 de enero de 1899 partió en el ferrocarril del Sud hasta Bahía Blanca, donde abordó el acorazado Belgrano. Luego, el ministro de Relaciones Exteriores Amancio Alcorta lo alcanzó con el Transporte Chaco. Una comitiva de periodistas lo seguía en el crucero liviano Patria.

Junto al menú, se distribuyó el programa musical ejecutado en la cena (Gentileza Museo Roca)

En Puerto Belgrano -entonces se llamaba Puerto Militar- visitó las obras que se estaban realizando. A Puerto Madryn llegaron con lluvia y fueron en ferrocarril hasta Trelew. De ahí se trasladó en carruaje a Rawson y Gaiman.

Nuevamente a bordo, continuaron el viaje bordeando la costa patagónica. En Río Gallegos se hospedó en la casa del gobernador del territorio de Santa Cruz, Matías Mackinlay Zapiola. Cuando los pobladores se enteraron se concentraron y Roca les habló desde el balcón, donde prometió la concreción de obras. Era la primera vez que un Presidente los visitaba. Esa casa se demolió pero se conservó el balcón.

Cuando navegaban hacia Ushuaia, quiso visitar la estancia Haberton, donde fue agasajado por la viuda del dueño. El Presidente aprovechó a conversar con los indígenas onas y yaganes que trabajaban allí.

Debía cumplir con la agenda. Para el 15 de febrero al mediodía el mandatario chileno lo esperaba en Punta Arenas, tramo que cumplieron siguiendo la ruta propuesta por el comodoro Rivadavia. Al anochecer del 14, la comitiva argentina fondeó en Puerto Hambre, donde se sumó la fragata Sarmiento, el buque escuela que había decidido modificar su itinerario para sumarse al viaje.


El acorazado General Belgrano, comprado a Italia. En ese buque viajó Roca. Fue desguazado en el Riachuelo en 1947 (Wikipedia)

Los chilenos apostados en el muelle del puerto se sorprendieron al ver cerca de las dos de la tarde que la flota argentina aparecía por el sur y no por el este, el camino fácil y conocido. Junto al buque insignia O’Higgins, estaban los cruceros livianos Zenteno y Errázuriz y el transporte Argamos.

Apenas se avistó a los buques, en un día soleado en el que soplaba una brisa helada, fueron recibidos con interminables salvas de cañones. Había expectativa y ansiedad entre los funcionarios chilenos.

Errázurriz envió una embarcación con una comisión integrada por el general Vergara y el coronel Quintavalla para arreglar los detalles del ceremonial. El chileno ofrecía ir al buque argentino, pero Roca, vestido de civil y con banda presidencial -dejó a bordo su uniforme militar y medallas- se adelantó y abordó el O’Higgins, junto a sus ministros Alcorta y Rivadavia. Su par chileno estaba acompañado por sus ministros de Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, Justicia e Instrucción Pública y por el director de la Armada, Jorge Montt, ex presidente.

Se saludó con Errázuriz con un apretón de manos, no con un abrazo. Igualmente pasó a la historia como “El abrazo del Estrecho”. La banda militar de la marina chilena ejecutó los himnos.

Luego, el chileno abordó el Belgrano y repitieron los saludos.

Hubo una reunión importante entre ellos al día siguiente, por la noche, en la que organizó un banquete. Se imprimió el menú, escrito en francés y con platos que aludían a la jornada, como “pigeons aux a vocats, a la Belgrano” y “soufflé de volaille, a la O’Higgins”. Una orquesta ejecutó diversas piezas musicales a lo largo de la velada.

A la hora de los brindis, el mandatario transandino expresó que “la paz, siempre benéfica, es fecunda entre naciones vecinas y hermanas, armoniza sus intereses materiales y políticos, estimula su progreso, da vigor a sus esfuerzos, hace más íntimos sus vínculos sociales y contribuye a la solución amistosa de sus dificultades y conflictos. La paz es un don de la Divina Providencia”.

Por su parte, Roca dijo que “la paz, como medio y como fin de civilización y engrandecimiento es, en verdad, un don de la Divina Providencia, pero es también un supremo deber moral y práctico para las naciones que tenemos el deber de gobernar. Pienso, pues, como el señor presidente de Chile y confundo mis sentimientos y mis deseos con los suyos, como se confunden en estos momentos las notas de nuestros himnos, las salvas de nuestros cañones y las aspiraciones de nuestras almas”.

Acordaron dirimir las disputas de límites por el camino diplomático. Tres años después se firmarían los Pactos de Mayo, donde ambos países renunciaban a reclamos de expansiones territoriales, que alejaron el fantasma de la guerra. Errázuriz falleció en julio de 1901 en el ejercicio de su cargo, y su sucesor Germán Riesco continuó con la misma política.

Roca permaneció tres días en Punta Arenas. El 22 de febrero ya estaba de regreso en Buenos Aires.

Ese mismo año viajó a Uruguay y Brasil. A este último país lo hizo acompañado, entre otros, por los generales Nicolás Levalle, José Garmendia y Luis María Campos, veteranos de la Guerra de la Triple Alianza.

El objetivo principal del viaje fue el encuentro con el presidente brasileño Campos Salles, con quien estableció muy buenas relaciones y le sirvió a Roca para estrechar lazos y mantener el equilibrio en la región.

Algo ducho en la materia debía ser, ya que cuando ya no era más presidente, le encomendaron dos misiones diplomáticas al Brasil, a fin de aquietar tensiones derivadas de la carrera armamentística y de ocupación de territorios. La última la cumplió en 1912, dos años antes de su muerte.

Tapa de Caras y Caretas del 25 de febrero de 1899, ironizando sobre el viaje del presidente. Roca se había transformado en un clásico en el semanario

Pasaron 124 años del aquel histórico encuentro entre Roca y Errázuriz, donde el sentido común solo estuvo ausente en el comodoro Martín Rivadavia, que sorprendió a propios y a extraños con sus dotes de navegante y experto conocedor de los peligrosos canales fueguinos. Todo lo vale para evitar una guerra.

Fuentes: Museo Roca – Instituto de Investigaciones Históricas; Félix Luna – Soy Roca; Carlos Ibarguren – La historia que he vivido; diario El Mercurio; revista Caras y Caretas



viernes, 8 de julio de 2022

Aviación naval: Grumman J2F Duck, un pato rebelde



Grumman J2F Duck

Un Grumman J2F-5 Duck a inicios de 1942.

Tipo Hidroavión
Fabricante Grumman Aircraft
Primer vuelo 1936
Introducido 1936
Usuarios principales
-Armada de los Estados Unidos
-Guardia Costera de los Estados Unidos
-Comando de Aviación Naval Argentina
N.º construidos 632
Variantes Grumman JF Duck



El Grumman J2F Duck (designación de la compañía G-15) fue un monomotor biplano anfibio estadounidense. Fue utilizado por cada rama principal de las fuerzas armadas de Estados Unidos desde mediados de la década de 1930 hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial, principalmente para funciones de utilidad y rescate aire-mar. También fue utilizado por la Armada Argentina, quien hizo la entrega de su primer Duck en 1937. El Duck fue empleado en combate durante la Revolución Libertadora en 1955 perdiéndose un ejemplar por fuego antiaéreo. Después de la guerra, los J2F Duck vieron servicio con operadores civiles independientes, así como a las fuerzas armadas de Colombia y México.

El J2F era una versión mejorada del JF Duck anterior, con su principal diferencia es un flotador más largo. [1]



Desarrollo

El G-15 fue una versión mejorada del anterior Grumman JF Duck, que se distinguía por tener un flotador más largo.1 Fue ordenado por la Armada estadounidense como el J2F Duck.


Escuadrilla de aviones navales Grumman J2F-5 similares a los que comandaba el CC Eduardo Estivariz (Imagen: gentileza Fundación Histarmar. Historia y arqueología Marítima)

El J2F-1 Duck voló por vez primera el 2 de abril de 1936, propulsado por un motor Wright R-1820 Cyclone de 750 cv (559 kW) y fue suministrado a la Armada el mismo día. El J2F-2 tenía un motor Wright Cyclone, pero con una potencia de 790 cv (589 kW). Veinte unidades de la variante J2F-3 fueron construidas en 1939 como transportes exclusivos para oficiales de la Armada, con interiores forrados de raso. Pero debido a la presión para aumentar la producción causada por la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en 1941, la producción del J2F Duck fue transferida a la Columbia Aircraft Corporation de Nueva York. Esta empresa produjo 330 hidroaviones para la Armada y la Guardia Costera estadounidenses.



Varios hidroaviones Duck sobrantes de la Armada fueron convertidos en 1948 para su empleo por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos como aviones de rescate marino con la denominación OA-12.


Un Duck argentino accidentado

Diseño

El J2F era un biplano con alas de igual envergadura y un gran flotador central monocasco que también albergaba el tren de aterrizaje retráctil. Tenía flotadores auxiliares montados sobre pivotes bajo cada ala inferior. Una tripulación de dos o tres iba en cabinas tandem, con el piloto delante y el observador atrás, con espacio para un operador de radio si era necesario. Tenía una cabina en el fuselaje, con espacio para dos pasajeros o una camilla.



El flotador central del Duck estaba fusionado con el fuselaje, haciéndolo casi un hidroavión a pesar de su parecido con un avión equipado con flotadores. Este formato era compartido por el anterior Loening OL , del que Grumman compró los derechos de los diseños del casco, el flotador central y el tren de aterrizaje.2 Al igual que el F4F Wildcat, su estrecho tren de aterrizaje era accionado mediante una manivela.


Otro J-2F5 Duck de la Aviación Naval Argentina accidentado en la Base Aeronaval Comandante Espora

Empleo

Este avión fue empleado por la Armada y la Guardia Costera estadounidenses, en esta última como avión utilitario en misiones tales como mapeo, rescate, fotografía aérea y remolque de blancos.

Variantes






J2F-1
Versión de serie inicial, con motor R-1820-20 de 750 cv, 29 unidades construidas.
J2F-2
Versión del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos con ametralladoras dorsales, en el morro y soportes de bombas bajo las alas, 21 unidades construidas.
J2F-2A
Como el JF2 pero con modificaciones menores para su empleo en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, 9 unidades construidas.



J2F-5 argentino

J2F-3
Un J2F-2 propulsado por un motor R-1820-26 de 850 cv, 20 unidades construidas.
J2F-4
Un J2F-2 propulsado por un motor R-1820-30 y equipado con aparejos para remolque de blancos, 32 unidades construidas.
J2F-5
Un J2F-2 propulsado por un motor R-1820-54 de 1050 cv, 144 unidades construidas.
J2F-6
Versión del J2F-5 construida por la Columbia Aircraft, con un motor R-1820-64 protegido por una cubierta alargada, soportes de bombas bajo las alas y capacidad de instalar aparejos para remolque de blancos, 330 unidades construidas.
OA-12
Conversión de rescate marino para la USAAF.



Usuarios

  •  Estados Unidos
  • Argentina. Fueron empleados por los rebeldes argentinos durante la Revolución Libertadora. Un ejemplar fue derribado por fuego antiaéreo en el pueblo de Saavedra, cerca de Bahía Blanca.
  • Colombia4
  • México: la Armada de México empleó tras la Segunda Guerra Mundial una pequeña cantidad de hidroaviones J2F-6 que habían pertenecido a la Armada estadounidense.5



Especificaciones (J2F-6)[editar]
Referencia datos: Jane’s Fighting Aircraft of World War II6

Características generales

Tripulación: 2 (piloto y observador)
Capacidad: 2 pilotos rescatados
Longitud: 10,37 m
Envergadura: 11,9 m
Altura: 4,25 m
Peso vacío: 2485 kg
Peso cargado: 3496 kg
Planta motriz: 1× radial Wright R-1820-54.
Potencia: 900 cv 670 kW
Rendimiento
Velocidad máxima operativa (Vno): 304 km/h 190 mi/h
Velocidad crucero (Vc): 248 km/h 155 mi/h
Velocidad de entrada en pérdida (Vs): 112 km/h 70 mi/h
Alcance: 1255 km 780 mi
Techo de servicio: 6100 m 20000 ft
Armamento
Armas de proyectiles: 1 ametralladora Browning M1919 calibre 7,62 mm
Bombas: hasta 295 kg de bombas o cargas de profundidad
Aparición en películas[editar]

Un Grumman J2F Duck fue empleado en la película de Peter O'Toole, La guerra de Murphy de 1971, en la cual se ve una espectacular secuencia de tosco despegue desde el agua con una duración de tres minutos, así como varias escenas de vuelo y acrobacia aérea.


Notas

  1. Allen 1983, p.49.
  2. Allen 1983, p. 47.
  3. Nuñez Padin, 2002.
  4. Allen 1983, p. 77.
  5. Allen 1983, p. 52.
  6. Bridgeman, Leonard. “ The Grumman Duck .” Jane's Fighting Aircraft of World War II. London: Studio, 1946.. p. 235-236 . ISBN 1 85170 493 0.

Referencias

  • Allen, Francis J. "A Duck Without Feathers". Air Enthusiast. Issue 23, December 1983—March 1984. Bromley, Kent UK: Pilot Press, 1983. pp.46—55, 77—78.
  • Bridgeman, Leonard. “ The Grumman Duck .” Jane's Fighting Aircraft of World War II. London: Studio, 1946.. p. 235-236 . ISBN 1 85170 493 0.
  • Hosek, Timothy. Grumman JF Duck - Mini in Action 7. Carrollton, Texas: Squadron/Signal Publications Inc., 1996. ISBN 0-89747-366-3.
  • Jarski, Adam. Grumman JF/J2F Duck (Monografie Lotnicze 98) (en polaco, con descripciones en inglés). Gdańsk, Poland: AJ-Press, 2007. ISBN 83-7237-169-0.
  • Nuñez Padin, Jorge Félix. Grumman G.15, G.20 & J2F Duck (Serie Aeronaval Nro. 15). Buenos Aires, Argentina: Museo de Aviación Naval, Instituto Naval, 2002.


miércoles, 21 de octubre de 2020

Argentina: La vida de Tomás Espora

A 185 años del fallecimiento de un héroe: la vida de Tomás Espora

La vida de Espora, signada por el heroísmo y la aventura, por el sacrificado servicio al honor de la República, es una de las que mejor configuran una lección y más acabadamente perfilan un ejemplo.
Gaceta Marinera

El Coronel de Marina Tomás Espora fue uno de los capitanes predilectos de Brown, debido a la bravura que expuso en todas las acciones en que intervino.

Espora nació en Buenos Aires el 19 de setiembre de 1800 y apenas 15 años más tarde comenzó su carrera naval a bordo de la corbeta «Halcón» que comandaba Bouchard, para un crucero corsario dispuesto por el Gobierno por las costas de Chile, Perú y Ecuador con el fin de obstaculizar el comercio español en esa región. Estaba a cargo del Almirante Brown con la fragata «Hércules» y el bergantín «Santísima Trinidad».

En 1816 participó en el ataque que las naves corsarias patriotas realizaron contra la fortaleza de El Callao. De regreso en Buenos Aires, Espora se embarcó como oficial a bordo de la fragata «La Argentina», nuevamente bajo las órdenes de Bouchard, e inició un periplo corsario que duró dos años.



Coronel de Marina Tomás Domingo de los Dolores Espora

Cuando el General San Martín alistó la Expedición Libertadora al Perú, Espora tomó parte de la misma. Luego fue oficial de la Marina de Guerra peruana formada por San Martín y combatió para rendir la fortaleza de El Callao, último baluarte que los españoles sostuvieron en el Pacífico.

Regresó a Buenos Aires en 1825 y al poco tiempo se produjo la declaración de guerra con el Imperio del Brasil. De inmediato pasó a formar parte de la escuadra al mando de Brown. Durante el transcurso de ese conflicto, hubo dos acciones en las cuales Espora demostró un valor y audacia rayanos en el heroísmo. Fueron ellas el asalto de las cañoneras a la Colonia del Sacramento que Brown llevó a cabo el 1° de marzo de 1826, con el objeto de apoderarse de la plaza. Y el combate de Quilmes.

En este último, ocurrido el 30 de julio de 1826, Espora intervino en calidad de Comandante de la fragata «25 de Mayo», buque insignia del Almirante Brown. Esta nave prácticamente sostuvo la mayor parte del encuentro soportando el fuego que le hacía una veintena de naves brasileñas, durante tres horas. Espora fue herido gravemente y una bala le arrancó de la mano su bocina de órdenes. Pidió otra y continuó imperturbable dirigiendo la acción, solicitando además a los oficiales que en caso de que la nave fuera rendida al abordaje, echaran su cuerpo al mar para que no fuera trofeo de los enemigos de su Patria.





1-Fragata «25 de Mayo»/2-Corbeta «Halcón»/3-Bergantín «Santísima Trinidad»

Cuando la «25 de Mayo» era ya «despojo ingobernable» –según la expresión del Almirante Brown– rodeada por las cañoneras se retiró del combate y entró a puerto, maltrecha y escorada, pero empavesada como en los días de gloria. Así llegó a la rada en medio de la patriótica exaltación del pueblo. Espora recibió las más emocionadas pruebas de gratitud de la gente de Buenos Aires. Una verdadera multitud se congregó ante la casa donde había sido transportado el heroico marino y sólo se disolvió cuando el parte médico anunció que Espora se recuperaría de sus heridas.

A lo largo de sus 20 años de carrera, tuvo numerosas participaciones en acciones navales destacadas, fue ascendido a Coronel de Marina el 10 de octubre de 1828 y en noviembre de 1833 fue designado Comandante General de Marina, encomendándosele la Capitanía del Puerto de Buenos Aires.

En julio de 1835 enfermó gravemente y falleció el 25 de ese mes. El Almirante Brown dijo ante su cadáver: «Considero la espada de este valiente oficial una de las primeras de América y más de una vez admiré su conducta en el peligro».

Cinco buques en la Armada Argentina llevaron el nombre del Coronel de Marina Tomás Espora: bergantín «Espora» (1865), vapor de guerra «Coronel Espora» (1867), torpedera de mar «Espora» (1890), destructor «Espora» (1972) y corbeta misilística «Espora» (1983).






En su honor, el 19 de septiembre de 1975 se inauguró el Museo Tomás Espora, en la que fue su casa y que habitó hasta su muerte, en el barrio de Parque Patricios. Lo invitamos a hacer un recorrido de 360º a través de nuestro sitio web.

https://www.visita360.com.ar/armada/tour/museo-naval-tomas-espora

domingo, 6 de enero de 2019

Argentina: Cronología de la Conquista del Chaco

Campaña al Chaco (1870/1917)





A fines del siglo XIX, la región comprendida entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado (conocida como el Gran Chaco), se hallaba habitada por diversos pueblos indígenas pertenecientes a las etnias de los guaycurúes (pilagaes, tobas y mocovíes), de los mataco-mataguayos (wichís, chorotes y chulupíes) y de las tribus tonocotés, tapietés, chanés y chiriguanos, que mantenían una ancestral disputa con el hombre blanco por la posesión de las tierras que habitaban, rechazando todo intento civilizador y dominando por el terror esos vastos territorios, mediante violentas acciones llevadas a cabo por las tribus más belícosas, que con sus correrías y asaltos a poblados, guarniciones militares y establecimientos de campo, mantenían en permanente zozobra a los pobladores, impidiendo la colonización de esas tierras.
Decidido a poner fin a esta situación, el gobierno argentino decidió la ocupación militar del Chaco Central y Austral, un enorme territorio que comienza en el norte de Santa Fe, se extiende por el noreste de Santiago del Estero, el noreste de Salta y las actuales provincias de Chaco y Formosa. Se la denomina Chaco Austral, por oposición al Chaco Boreal o Paraguayo y su voz proviene de la voz quechua “Chacu”, que significa “cacería” o “lugar propicio para la caza”.
La primera expedición militar organizada expresamente para ejercer el pleno dominio soberano sobre esos territorios, cruelmente asolados por los aborígenes de la región, se realizó en 1970, al finalizar la guerra con Paraguay y concluyó en 1917, cuando  se dio por finalizada la misma, habiéndose logrado el objetivo perseguido, pacificando a las tribus beligerantes

Antecedentes

Entre mediados del siglo XVII, durante la época de la conquista emprendida por la corona española, hasta 1872, ya durante el ejercicio de la soberanía de esos territorios por parte del Gobierno Nacional Argentino, se firmaron nueve tratados de paz con los indígenas y todos fueron solamente papeles sin valor, pues, ya sea por la mendacidad de las autoridades nacionales, o por la intransigencia o desconfianza de los aborígenes, ninguno de ellos, tuvo un efecto muy duradero. Ellos fueron:
  • 1662: Tratado de paz entre los indios tocagües y vilos y Santa Fe
  • 1710: Tratado entre el gobernador URIZAR y los malbalaes
  • 17??: Tratado entre el gobernador URIZAR y los lules
  • 1774: Tratado de paz entre el gobernador MATORRAS y Paykin
  • 1822: Tratado de paz entre Corrientes y los abipones
  • 1824: Acuerdo perpetuo entre Corrientes y los abipones
  • 1825: Tratado de paz entre Corrientes y los indígenas  chaqueños
  • 1864: Convenio entre el gobernador correntino FERRÉ y los caciques chaqueños
  • 1872: Tratado de paz entre el Gobierno Nacional y el cacique CHANGALLO CHICO
  • 1875: Tratado de paz entre el Gobierno Nacional y el cacique LEONCITO

Solamente la creación del primer Cuerpo de Blandengues de la frontera de Santa Fe (1724/1726), prácticamente puso fin por un largo período, a la presión de las tribus chaqueñas sobre esa castigada ciudad y desplaza los malones hacia otras poblaciones limítrofes, donde continúan con sus actos de vandalismo recibiendo la consecuente réplica por parte de las milicias locales.
Transcurren así poco más de 56 años (1724/1780), de acción y reacción, de ataques y contraataques, caracterizados por las operaciones de represión contra un enemigo escurridizo, limitado en sus correrías al sector comprendido entre el río Paraná y las estribaciones cordilleranas andinas y en medio de un cerco, cada vez más denso, de fortines, guardias, misiones, reducciones y poblados.
Los primeros proyectos de actividades militares ofensivas en estas tierras, reconocen como antecedente, la política enunciada en 1679 por el virreinato del Perú, cuando propuso a las fuerzas españolas asentadas en Buenos Aires, Tucumán y Asunción, actuar en conjunto contra los bastiones aborígenes. La idea se concreta con el inmediato apoyo que brinda el gobernador de Buenos Aires, BRUNO MAURICIO DE ZABALA, quien comisiona al Maestre de Campo FRANCISCO JAVIER ECHAGÜE a “entrar” al Chaco, quien culmina su acción con la  primera paz que se acuerda con los belicosos abipones y mocovíes en 1729 (“Paz de Echagüe”).
Rápidamente los colonos fueron animándose a marchar hacia esas tierras ahora en paz y así la expansión poblacional va cercando a los aborígenes hacia zonas más alejadas, donde no llega la acción civilizadora del blanco por lo que vuelven a dedicarse al pillaje y al saqueo en esos desprotegidos territorios.
Es por ello que, por ejemplo, desde Tucumán en 1731 se operó durante cuatro meses bajo el mando de su gobernador MANUEL FÉLIX DE ARECHE, que con una fuerza compuesta por 1.000 soldados, les impone una nueva paz (“Paz de Areche”), a los nativos, que lejos de respetarla por mucho tiempo, se lanzan a nuevos ataques produciendo una nueva marea de malones hacia todos los rumbos, barriendo las cuatro fronteras. En Salta los “chirigüanos baten a las milicias y asesinan a 300 pobladores, arrean gran cantidad de ganado y resisten denodadamente los contraataques que sobre ellos llevan MATÍAS DE ANGLES GORTARU y LIZARAZUY, desde Tucumán y de FÉLIX DE ARECHE desde Salta, generando un caos que conmueve íntegramente la orilla occidental del Chaco durante largos meses (1735/1739).
En 1734. Mientras Santa Fe renueva sus tratados de paz con los abipones y los mocovíes (“Segunda Paz de Echagúe), caen los malones sobre Salta (1735), sobre Tucumán (1736/1736/1737), y sobre Corrientes (1738/1739), donde saquean e incendian los enclaves de Utaty, Ohoma y Santiago Sánchez. En respuesta, el gobernador de Tucumán, JUAN DE SANTISO Y MOSCOSOS, cae sin piedad sobre los matacos (1739 y 1741) obligándolos a convenir una paz definitiva, fijando una línea de separación interna (“Paz de Santiso).
Desde Corrientes, la inestable situación, mueve su gobernador, FELIPE DE CEBALLOS a incursionar en dos oportunidades (1744 y 1745) al Chaco paranaense, pactando con sus dos principales caciques el cese de las hostilidades (“Paz de Ceballos”) al tiempo que, desde el reborde santiagueño, el misionero jesuita DIEGO DE HORBEEGOZO, al amparo de las “paces de Echagüe” reúne aborígenes y españoles y concreta la “Paz de Añapiré” en 1747, dando así nacimiento a los poblados de “San Jerónimo del Rey” (1748) y “Purísima Concepción” (1749).
Ante el éxito que significa la instalación de nuevas y más pobladas “reducciones”, debido a la paz lograda en esos territorios, el gobernador de Tucumán, JUAN VICTORINO MARTÍNEZ DE TINEO, abastece de ganado e implementos agrícolas a las tribus que se avinieron a vivir en paz, funda con familias Tobas “San Ignacio de Ledesma y decidido a poner fin al estado de guerra que proponen los guerreros “mbayaes”, los combate  con milicianos de La Rioja, Salta, Jujuy y Tucumán.
Finalmente, a mitad del siglo XVIII (1750), la historia se inclina decididamente hacia el equilibrio y comienza una época que promete una paz duradera. Se inauguran muchas nuevas reducciones, con el ingreso de muchos de los “hostiles de antaño”, se completa la cadena de fortines, se instalan nuevas misiones, algunas tribus comienzan a comerciar, mediante el trueque con las poblaciones vecinas “blancas” y adoptan sus prácticas agrícolas, la obra catequizadora de los religiosos comienza a dar sus primeros frutos.
Un rebrote de la violencia encabezada por las comunidades tobas, mocovíes y vilelas, decide al gobernador de Tucumán, JOAQUÍN ESPINOSA Y DÁVALOS a llevar una expedición punitiva contra éstos (1758/1759), logrando reducirlos y a partir de entonces, la masa de la población aborigen del Gran Chaco (196.584 individuos), se llama a sosiego.
Pero en 1767 se produjo un lamentable hecho que tiró  por tierra todos los avances logrados en la búsqueda de una convivencia en armonía y en paz con los naturales: la expulsión de los jesuitas de los territorios de América pertenecientes a la corona española, trajo nuevamente la tragedia de la guerra a estas tierras.

La expulsión de los jesuítas

Si bien el asentamiento de las misiones jesuíticas, se mide en términos de una trascendente asistencia moral, religiosa y material a los aborígenes, no son menos importantes los servicios de todo orden que los ejércitos de nativos, prestaron a la corona española:  Desalojando de portugueses la Colonia de Sacramento (1680), defendiendo Buenos Aires contra piratas dinamarqueses (1700), reprimiendo rebeliones en territorios de los charrúas (1702), desalojando por segunda vez a los portugueses de la Colonia del  Sacramento luego de ocho meses de campaña formando parte de un ejército de 4.000 hombres (1704), despejando de enemigos las vaquerías próximas (1718) y hasta defendiendo la propia ciudad de Montevideo.
Empero, el desafortunado “Tratado de Permuta” (1750) comprometió a  España a canjear las florecientes Misiones  Orientales por la decadente Colonia del Sacramento que estaba en poder de Portugal, trueque que las comunidades indígenas rechazaron, desencadenando la llamada “guerra guaranítica” (1754 a 1756), contienda en la que las fue combinadas hispanolusitanas,  impusieron sangrientamente el cumplimiento del pacto luego de las batallas de Bacacay (7 de febrero de1766) y Caibaté (10 de febrero de 1766), provocando la masiva huida de las misiones, grandes contingentes de aborígenes,
Un censo realizado en esa época dará una idea cabal de este fenómeno: en 1767, en las misiones había 88.864 indígenas; en 1772, eran 80.351; en el año 1785, 70.000; en 1779, 54.388 y ya en 1801, quedaban solamente 42.885. Algunos grupos se unen a los charrúas, al sur; otros a las indiadas chaqueñas, que al mando de los siempre temibles abipones, desatan la “gran ofensiva”, con centro de gravedad hacia Santa Fe, cuyas reducciones se ven obligadas a reubicarse en el sur. Quedan en pie, solamente la de San Javier, Las Garzas (con aborígenes de S Fernando), San Pedro e Insipín, en el sector  meridional; Miraflores, Balbuena, Pitos, Santa Rosa, Macapillo y Petacas, al norte del  río Salado; y Apa, Asunción y Bordón, en región boreal.
Dentro de la confusión que genera esta nueva situación, se destaca la renovada fiereza y la continuidad  de los ataques de los malones hacia tierra santafesina, hostilizada, saqueada y devastada en 1776, 1778, 1784, 1786 y 1788, mientras una relativa estabilidad en la línea del altiplano,  había permitido realizar los primeros intentos serios de penetración al corazón del Gran Chaco.
En efecto, el gobernador JERÓNIMO MATORRAS y su maestre de campo FRANCISCO GABINO ARIAS —como JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ CAMPERO y MIGUEL DE ARRASCAETA lo habían hecho en 1764— partieron de San Fernando del Río del Valle (1774), penetran profundamente en las tierras vírgenes y firman con gran pompa el primer tratado de amistad con  los aborígenes más irreductibles, los tobas y los mocovíes de LACHIRIKIN y PAIKIN (“Paz de Lacangayé” o “Paz de Matorras”), mientras otras tribus estallan en rebeldía (1778 y 1779) y vuelven a acosar a los establecimientos rurales hasta que la situación comienza a estabilizarse en la llamada “línea del norte”.
Igual situación se vive  en la “línea Sur”. Los abipones atacan la reducción charrúa de Cayastá y el gobernador MELCHOR ECHAGÜE Y ANDÍA encabeza tres largas campañas de represión que dejan los campos de labranza abandonados, arruinados los sembrados y disperso el ganado por todo el territorio santafecino.
Es entonces que en el Alto Perú estalla la  revolución de Tupac-Amarú (4 de noviembre de 1780) y la derrota y posterior martirio del líder aborigen, parece sosegar el ánimo belicoso de los indígenas, mientras llega el perito FÉLIX DE AZARA para demarcar los límites y el “bolsón indio” se va estrechando  cada vez más.
Durante la última década del siglo XVIII  se producen nuevas sublevaciones, pero éstas son cada vez más espaciadas y los malones ya no llevan la inmensa cantidad de guerreros que llevaban otrora, por lo que así, la “civilización blanca”, con la instalación de nuevos fortines,  va ganando terreno y se afianza su control en estos territorios.

La Revolución de Mayo

El estallido independista, modifica sustancialmente el sistema ofensivo-defensivo y el aborigen comienza a participar en la gesta libertadora, depone las armas y se une al blanco, ya como su aliado.
Pero resabios del antigüo odio a los “blancos” generado entre sus antepasados por los españoles, exacerbado ahora por la mendacidad de los gobiernos rioplatenses, que no cumplen con los compromisos que asumen ante las comunidades indígenas, llevan a los aborígenes a una nueva “guerra contra el blanco” blanco” y renueva sus devastadores ataques a los poblados y establecimientos instalados en los territorios llamados el “Gran Chaco”, del que participan las provincias argentinas de Chaco, Formosa, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, San Luis y Tucumán.
Los hechos posteriores a la Revolución de Mayo, cancelaron absolutamente todos los planes, proyectos y decisiones que no se vincularan con ella. Era la única prioridad que concitaba las autoridades de los territorios recientemente emancipados y todos los esfuerzos y medios con que se contaba, fueron puestos a disposición de este gran compromiso que habían asumido los revolucionarios y el pueblo de Buenos Aires: lograr el reconocimiento y la adhesión de los gobiernos vecinos, para esta gesta libertaria.
Así fueron pasando los años, sin que la preocupante situación que se vivía en la tierra chaqueña, fuera tenida en cuenta, hasta que el gobernador de Buenos Aires, JUAN MANUEL DE ROSAS pone su atención al problema y dispone poner en marcha una acción ofensiva para detener los ataques de los indígenas sobre los pueblos sometidos a un despiadado salvajismo.

Primera ofensiva (1833)

Se realiza contra los “mocovíes”, que ocupaban las zonas de Monigotes y Sunchales y el 25 de marzo de 1833, el comandante MATÍAS DÍAZ, en el combate en la “Laguna de las Tortugas”, Chaco, bate en sus tolderías a los indígenas “abipones”, comandados por los caciques JUAN PORTEÑO, PEDRITO, MANUELITO e HIPÓLITO.

Segunda ofensiva (1834)

Se dirige hacia Cayastá Vieja, en la provincia de Santa Fe.

Tercera ofensiva (1834)

Se realiza contra los aborígenes que hostilizaban los poblados de San Jerónimo (Santa Fe).

Cuarta ofensiva (1834)

Bate las tribus insurgentes que habitaban sobre las márgenes del río Salado.

Quinta ofensiva (1836)

Durante la cual se realiza una batida general hacia las tolderías de los indígenas belicosos y la provincia de Córdoba se suma a este esfuerzo que pretende lograr una paz duradera, pero por el contrario la lucha por la posesión de estas tierras, se renueva.
Luego de este intento, poco y nada se hace para solucionar el problema. Los ataques de los aborígenes continúan sin que las autoridades locales puedan hacer algo para detenerlos,  ya que no cuentan con los medios necesarios para hacerlo y el gobierno de Buenos Aires, se muestra impedido de ir en ayuda de ellos, bloqueado como lo estaba, por una situación interna explosiva, como lo fueron los enfrentamientos contra el caudillaje y las guerras civiles que oscurecieron durante muchos años a la Historia de la Argentina
14 de junio de 1870
Finalizada la guerra con Paraguay,  el gobierno argentino decide iniciar acciones ofensivas para poner fin a las incursiones que los aborígenes de la región, realizaban sobre los poblados y estancias de esos territorios.
Es entonces, que al igual que las campañas llevadas a cabo al sur de la provincia de Buenos Aires,  entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en 1870 se pusieron en marcha una serie de acciones militares en el Gran Chaco, con el mismo objetivo que fundamentó aquella: Recuperar esas tierras para la soberanía nacional, dejando ambos territorios expeditos para su ocupación y poblamiento, alejando definitivamente los peligros de una hostil actividad de los pueblos originarios, que rechazaban la presencia del “blanco”, considerando que siendo “dueños de esas tierras”, tenían derecho a defenderlas.
La primera expedición militar se realizó en 1870 al finalizar la guerra con el Paraguay y en 1877 finalizaron las operaciones, habiéndose logrado el control de todo el territorio, una vasta región comprendida entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado, que se hallaba habitada por los Guaycurúes, Mocovíes, Tobas, Pilagáes, Matacos, Mataguayos, Wichis, Chorotes , Chulupíes, Vilelas, Tonocotés, Tapietés , Chanés y Chiriguanos.
La campaña al Gran Chaco provocó la muerte de millares de indígenas, pero con una diferencia fundamental con la que se desarrolló al sur de la provincia de Buenos Aires: con la del Chaco, la población autóctona no fue exterminada, rescatándose como su principal logro, el haber permitido la expansión territorial de tres provincias:  Salta, que se expandió hacia el este, Santiago del Estero que avanzó hacia el noreste y Santa Fe, que agrandó su territorio hacia el norte, mientras que como consecuencia  directa de estas campañas, surgieron dos nuevas provincias a mediados del siglo XX, Chaco y Formosa, .
A principios del decenio que comienza en 1880, el “Gran Chaco” se encontraba definitivamente repartido entre la Argentina,-que conservaba la parte austral y el Paraguay, que era dueño de la boreal, al norte del río Pilcomayo. El arbitraje del Presidente norteamericano RUTHEFORD HAYES (12 de noviembre de 1878),  había concluido el pleito limítrofe que enfrentaba a ambos países  y los argentinos, una vez entregada la “Villa Occidental”, al país vecino, se habían instalado en la “isla del Cerrito”, capital circunstancial del territorio, hasta que, en 1879, el comandante FONTANA fundó Formosa, donde se instalaría la sede del gobierno
Los progresos del territorio continuaron lentamente. Los pobladores cultivaban mandioca, maní, caña de azúcar y  legumbres y algunos hornos de ladrillo facilitaban el material necesario para la construcción de viviendas. Funcionaban tahonas y trapiches para la industria de la alimentación  y el comercio de la madera, cada vez más intenso,  representaba la base más sólida (y a largo plazo, la más predatoria)  de la riqueza chaqueña. Quedaba, eso sí, un problema por resolver: el indio, que había vuelto a sus prácticas de asalto y robo a los poblados.
Los acontecimientos ocurridos por esos años en los territorios del sur argentino,  no dejaban muchas dudas sobre la suerte que correrían los aborígenes chaqueños: serían acorralados y exterminados. Algunos se incorporarían a las reservas, otros integrarían la mísera mano de obra de los obrajes. La supervivencia del  más fuerte era un dogma implícito en la Argentina de los “80”  y nadie iba a enternecerse por el destino que aguardaba a “los salvajes del norte”, cuya fama de indómitos, por otra parte, venía desde la época colonial.

Cronología de los hechos más trascendentes durante la Campaña al Chaco

Antes de la década de 1870, ya se habían  desarrollado algunas campañas militares en el territorio del Chaco.  Estuvieron a cargo de NAPOLEÓN URIBURU y MANUEL OBLIGADO, quienes peinaron el territorio en dirección este-oeste y viceversa. Una de estas marchas fue protagonizada por el comandante FONTANA, quien procuró unir las ciudades de Corrientes y Salta, debiendo enfrentarse innumerables veces con partidas de indígenas que lo obligaron a batirse con vigor, perdiendo uno de sus brazos en el combate de “La Cangayé”, librado en el centro de los territorios en disputa.

1º de marzo de 1866

El comandante militar de “La Carlota, provincia de Córdoba, JACINTO QUIRÓS, sale en busca de una partida de indígenas que había entrado en la provincia por “los Barriales” y los enfrenta en un paraje ubicado entre Algarrobos y La Carlota y los pone en fuga

16 de abril de 1870

El teniente coronel NAPOLEÓN URIBURU, salió de Jujuy con 250 hombres montados en mula, pertenecientes a un regimiento que había formado con reclutas de Salta y Jujuy y destinado a la frontera de Orán. Pasó por La Cangayé, la antigua reducción de Nuestra Señora de los Dolores que había sido fundada en 1781y abandonada en 1793 cerca de la unión de los ríos Teuco y Bermejo, continuó costeando el Bermejo y luego se internó en el Chaco hasta alcanzar el río Paraná frente a Corrientes luego de 1.250  km. recorridos en 56 días. Sometió a once caciques y miles de indígenas que fueron destinados a la zafra de la caña de azúcar y reconoció un camino hacia Corrientes. Durante esta campaña, un destacamento expulsó a un escuadrón boliviano que incursionaba en territorio argentino.

03 de junio de 1866

El comandante interino de la frontera norte, coronel MATÍAS OLMEDO, sorprende en su toldería a la tribu de los caciques TOMÁS NOVIRI y RAFAEL ALEZORE y los obliga a huir

26 de febrero de 1871

Partió de Buenos Aires el barco “Sol Argentino”,  que realizó la exploración del río Bermejo hasta la provincia de Salta y regresó luego a Buenos Aires en febrero de 1872. Durante este viaje se produjeron numerosos enfrentamientos con indígenas.

31 de enero de 1872

El presidente DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO creó el Territorio Nacional del Gran Chaco, estableciendo como su ciudad capital a la Villa Occidental (hoy territorio paraguayo), siendo su primer gobernador JULIO DE VEDIA.

1872

NAPOLEÓN URIBURU viajó hacia el Chaco para auxiliar al vapor “Leguizamón” que se hallaba varado en el Bermejo, mientras se cumplía tareas de rastrillaje por las costas de ese  río, cuyos poblados vecinos, sufrían ataques de los abipones..

1875

El coronel NAPOLEÓN URIBURU, ya como gobernador del Chaco, atacó las tolderías de los caciques NOIROIDIFE y SILKETROIQUE, derrotándolos. Ese año fue asesinado por los aborígenes el capitán estadounidense SANTIAGO BIGNEY y seis tripulantes de la chata “Río de las Piedras” cuando navegaba por el Bermejo e intentaba comerciar con ellos. Para recuperan la embarcación y otra que la había auxiliado, el 25 de diciembre de 1876 el capitán de marina FEDERICO SPURR ingresó en el Bermejo con la nave Viamonte”, combatiendo en varias acciones contra los tobas, a los que derrotó en Cabeza del Toba. Las dos embarcaciones que habían sido hundidas por los indígenas, fueron recuperadas por Spurr con parte de la carga, arribando a Corrientes el 17 de enero de 1877.

23 de julio de 1875

El comandante LUIS JORGE FONTANA inició un reconocimiento de la entrada del río Pilcomayo, navegando 70 kilómetros por su recorrido.

19 de abril de 1878

El coronel NAPOLEÓN URIBURU realizó una nueva expedición punitiva.

29 de agosto de 1879

El coronel MANUEL OBLIGADO partió desde la ciudad de Reconquista con 150 hombres en misión de reconocimiento y vigilancia y regresó el 12 de octubre, luego de recorrer 750 km, sin combatir con los indígenas.

04 de mayo de 1880

Por orden del presidente NICOLÁS AVELLANEDA, el mayor LUIS JORGE FONTANA, partió de Resistencia con 7 oficiales, 30 soldados, 8 indígenas y 2 rastreadores,  con el objetivo de reconocer un camino que uniera Corrientes con Salta. Luego de 104 días de marcha, llegó a Colonia Rivadavia, en la provincia de Salta. Luego de  recorrer 520 km bordeando el río Bermejo y dejando abierta una picada en el monte. Durante el transcurso de esa marcha, derrotó a un grupo de tobas que lo superaban en número en un combate en el que perdió un brazo, acción de la que informó mediante el siguiente telegrama que le envió al Presidente Avellaneda: “Estoy en Rivadavia. Queda el Chaco reconocido. He perdido el brazo izquierdo en un combate con los indios, pero me queda el otro para firmar el plano del Chaco que he completado en esta excursión”.

 20 de mayo de de 1881

El coronel JUAN SOLÁ Y CHAVARRÍA partió al mando de una fuerza compuesta por 9 oficiales, 50 hombres de tropa y 3 voluntarios desde el fuerte de Dragones en la provincia de Formosa,  con el objetivo de reconocer el interior de la zona entre el Pilcomayo y el Bermejo hasta el puerto de Formosa, mientras que con su presencia, eficazmente disuasoria, brindaba protección a las poblaciones ribereña. Desde el Fortín Belgrano costeó luego el Bermejo y ante su demora en llegar a destino, el gobernador del Chaco, coronel BOSCH, envió 100 soldados en su búsqueda. El 3 de septiembre, el coronel SOLÁ alcanzó la localidad de Herradura y desde allí, viajó de regreso por barco hasta Formosa.
En todos los casos, estas campañas, emprendidas  con medios precarios, en las que los inconvenientes (como lo señala el historiador militar FÉLIX BEST), “se salvaban gracias a una mezcla de audacia y buena suerte”, sin contar que además, se sacaba partido de la merma del valor combativo de los indígenas, a quienes el alcohol, la pérdida progresiva de las regiones boscosas que le daban sustento y el avance inexorable de los blancos en sus tierras ancestrales, producían un efecto desmoralizador.
Factores estos, que no son demérito del “valor desalmado de los salvajes (“Campaña del Desierto” de JOSÉ E. RODRÍGUEZ) y la astucia con que combatieron estos bravos guerreros aborígenes, que casi sin poseer ningún armamento idóneo para enfrentarse con las fuerzas nacionales, las habían combatido en inferioridad de condiciones, durante muchas décadas,  algunos de los cuales, como  LEONCITO, PETISO, CAMBÁ y SALARNEK-ALÓN, han dejado grabado en la memoria de nuestra Historia, el recuerdo de sus hazañas.

19 de abril de 1882

Los tobas y chirigüano asesinaron al médico francés JULES CREVAUX y A once de sus compañeros cerca de La Horqueta, al norte del paralelo 22° S, en el Pilcomayo.

02 de junio de 1882

El mayor LUIS JORGE FONTANA al comando del vapor “Avellaneda” y la lancha “Laura Leona”, exploró el río Pilcomayo en busca de los restos de Crevaux, regresando el 18 de septiembre sin haber  podido  hallarlos.

 11 de junio de 1883

Desde Dragones, en la provincia de Formosa, el teniente coronel RUDECINDO IBAZETA partió al mando de un destacamento compuesto por 135 hombres, con la orden de encontrar a los culpables del asesinato de CRAVEAUX y de traerlos de regreso para ser juzgados.

 29 de junio de 1883

Desde la ciudad de Resistencia, actual provincia del Chaco, el coronel MANUEL OBLIGADO dio cuenta del resultado de su campaña al interior del Chaco contra los indígenas que de tiempo de tiempo hacían sus malones a las poblaciones que se estaban formando al amparo de las autoridades de la Nación. Esta campaña ha sido una de las que dieron mejores resultados; sorprendiendo varias tolderías, consiguiendo arrollar y deshacer los últimos restos de las feroces tribus de “mocovíes”, aprisionando muchos indígenas, arrebtándoles gran cantidad de caballos, mulas, animales vacunos, ovejas y cabras que se habían robado; estableciendo fortines, levantando planos, clasificando bosques. Todo esto luchando contra la inclemencia del tiempo, la ferocidad de los indígenas y las alimañas peligrosas que abundaban por esos lugares.

10 de agosto de 1883

Seiscientos cincuenta indígenas tobas y chirigüanos montados (presumiblemente, los asesinos del doctor CRAVEAUX), atacaron en las riberas del río Pilcomayo, a las fuerzas del coronel IBAZETA, quien logró rechazarlos, causando la muerte de 60 de ellos.

 18 de setiembre de 1883

El teniente coronel IBAZETA  regresa a Dragones luego de realizar una expedición punitiva

1883, 1885, 1886 y 1892

El explorador francés ARTURO THOUAR realizó cuatro expediciones en la zona del Pilcomayo.

Entre  1883 y 1884

Se llevaron a cabo varios avances simultáneos sobre el territorio chaqueño. El historiador ORLANDO MARIO PUNZI ha realizado la crónica de la campaña del comandante IBAZETA contra los “chiriguanos” de Salta -que sirvió para reconocer buen parte del Chaco central- y la de OBLIGADO, que partió de Chilcas, Fortín Inca y Reconquista. Pero estas expediciones, que tenían más de exploraciones geográficas, que de campañas militares, sólo fueron el antecedente de la que se considera definitiva en la incorporación del Chaco a la Nación: la que encabezó el ministro de Guerra, general y doctor BENJAMÍN VICTORIA.

21 de agosto de 1884

Acompañado por el naturalista e ingeniero hidrólogo OLAF J. STORM, salió de Formosa una flota al mando del sargento mayor de marina VALENTÍN FEILBERG conformada por la bombardera “Pilcomayo”, el remolcador “Explorado”, la lancha a vapor “Atlántico”, la chata “Sara” y  otra más pequeña con la misión de explorar el río Pilcomayo y establecer un fortín en su boca. Este Fortín, llamado  “Coronel Fotheringham”, fue la base de la actual ciudad de Clorinda. Exploraron luego varios brazos del río hasta cerca del Salto Palmar y regresaron a Buenos Aires el 14 de abril de 1885.

17 de octubre de 1884

El general BENJAMÍN VICTORICA, ministro de guerra y marina del presidente JULIO A. ROCA, encabezó una expedición con el objetivo de llevar la frontera con los indígenas del Chaco hasta el río Bermejo, estableciendo una línea de fortines que llegara hasta Salta.
Con su campaña, VICTORICA se proponía llegar hasta el río Bermejo y unir definitivamente el litoral paranaense con el altiplano, contando con la guía de dos exploradores de gran experiencia que acompañaron su marcha: El comandante FONTANA en el Chaco central y navegando el río Pilcomayo y VALENTÍN FEILBERG, un marino que, años atrás, había remontado el río Santa Cruz, hasta llegar al Lago Argentino, en el extremo sur del país.
A tales efectos, cinco columnas partieron desde Las ciudades de Córdoba, Resistencia y Formosa, con la orden de confluir sobre “La Cangayé”, Dos de ellas, debían remontar los ríos Bermejo y Pilcomayo, mientras que las otras tres, constituyendo la reserva de esas fuerzas, integrada con parte del Regimiento de Infantería de Marina, se instalarían en el Fortín General Belgrano. La campaña se realizó entre el 17 de octubre y el 21 de diciembre y en esos dos meses, se lograron todos los objetivos que se habían propuesto.
Se habían reconocido infinitas picadas y senderos, fundándose Fuerte Expedición, Puerto Bermejo y Presidencia Roque Sáenz Peña. El río Bermejo había quedado expedito para ser navegado en todo su recorrido. El desierto verde ya era conocido en sus rumbos principales. En cuanto a los indios, se suponía que ya se habían terminado  los malones sobre las poblaciones de Santa Fe, Santiago del Estero  y Córdoba. La guerra iniciada en el siglo XVII terminaba así con la derrota de los aborígenes, y sólo elementos residuales, mezclados con delincuentes blancos  y mestizos, continuarían trayendo alguna inquietud a los pobladores. De hecho, el último malón ocurriría en 1924.
Conviene destacar que la campaña de VICTORICA no tuvo características épicas. Hubo más pérdidas de ganado que de gente, más accidentes provocados por inconvenientes del clima y del suelo que por encuentros con los aborígenes. El avance resultó más incómodo que peligroso y la preocupación fundamental fue re conocer la fauna y la flora, apreciar las condiciones del suelo, identificar las aguadas y los accidentes geográficos en aquella monotonía de montes bajos, lomadas y esteros. El general IGNACIO FOTHERINGHAM también ha narrado la parte que le cupo en esta empresa, en la que participó como gobernador de Formosa. En su libro dedica largos párrafos a describir las incomodidades provocadas por el calor y los mosquitos, las arañas y las víboras. Recuerda la esterilidad de la tierra, ese lodo calcáreo sobre el que se alzaban los lapachos y quebrachales. Delinea esa guarida de tigres y antas que era la selva chaqueña y enumera los medios de transporte usados: los pies por por empezar, pero además el caballo, la lancha a vapor, los botes y sobre todo los carros y carretas. La naturaleza era el obstáculo más duro; el mismo FEILBERG tuvo que abandonar su exploración del Pilcomayo, al igual que dos oficiales que posteriormente, también intentaron la empresa, “corridos” por esa “infernal naturaleza”.
Simbólicamente, la marcha de VICTORICA en el norte fue contemporánea de la que en ese momento realizaba el coronel  LORENZO VINTTER en la región austral, que fuera el colofón final de la  expedición de JULIO ARGENTINO ROCA al río Negro. Al norte y al sur de la República, para dejar liberados del terror a esos territorios para su ocupación y poblamiento.

25 de junio de 1885

Zarpó de Buenos Aires el vapor “Teuco” al mando de JUAN PAGE para explorar el río Bermejo, regresando a Corrientes el 3 de octubre.

Agosto de 1885

Una flotilla de tres embarcaciones al mando GUILLERMO ARÁOZ navegó por el río Bermejo, explorando también el río Teuco. La expedición continuó en enero de 1886 hasta el río San Francisco al mando de los subtenientes SÁENZ VALIENTE y ZORRILLA.

19 de septiembre de 1886

Zarpó de Buenos Aires una escuadrilla al mando del capitán de marina FEDERICO WNCELSAO FERNÁNDEZ, compuesta por el vapor “sUCRE” Yy la chata “Susana”, para explorar el río Aguaray Guazú y verificar sus vinculaciones con el Pilcomayo.

23 de noviembre de 1886

El capitán EULOGIO RAMALLO con una partida del Regimiento 12 de Caballería derrota a los caciques SADUA y PITERATY.

 02 de enero de 1887

El alférez ÁNGEL A. HERRERA del Regimiento 12 de Caballería, en el paraje llamado “Conchas” bate a una partida de indígenas.

09 de enero de 1887

El capitán FENELÓN ÁVILA con 20 soldados del Regimiento 12 de Caballería derrota a un malón  que había robado en la “Colonia Las Toscas”.

22 de enero de 1887

El alférez ÁNGEL A. HERRERA con 11 soldados del Regimiento 12 de Caballería, ataca una toldería de indígenas que habían estado de correría, logrando rescatar 3 cautivas y numeroso ganado.

27 de enero de 1887

El capitán FENELÓN ÁVILA, sale al mando de un destacamento del Regimiento 12 de caballería en misión de vigilancia de los territorios al sur de la línea del Bermejo y al llegar a “Riacho de Oro”, logra batir a una importante partida de indígenas guerreros que se resistían a dejar las armas.

 1889

Campaña del Lorenzo Winter. Se pone en marcha para proteger poblaciones asentadas en Santa Fe y en las márgenes de los ríos Paraná y Paraguay, contra indígenas y bandoleros aliados para cometer fechorías.

 12 de marzo de 1890

Los barcos “Bolivia” y “General Paz”, iniciaron una nueva exploración del Pilcomayo al mando del capitán de fragata Juan Page, que murió durante el viaje, explorando el Brazo Norte.

1º de setiembre de 1899

El general LORENZO VINTTER, inició una campaña militar en el Chaco austral al mando de 1.700 hombres de la División de Operaciones del Chaco, formada por un batallón de infantería, cinco regimientos de caballería y un regimiento de artillería. Se intentó convencer pacíficamente a los indígenas de que debían someterse, pero se realizaron varios combates y la línea de frontera fue establecida en el río Pilcomayo. Se crearon puestos militares avanzados comunicados por telégrafo y un camino. La campaña concluyó con la ocupación militar efectiva del Chaco argentino, que se realizó con escasa resistencia indígena.

Campaña al Chaco. Tropas al mando del Cte Astorga, entregan pilchas y lanzas a indígenas lugareños, Ca 1895

 1907

Se crea la División  Caballería del Chaco. Con la intención de ocupar paulatinamente todos los territorios afectados por la hostilidad de los aborígenes, tratando de pacificarlos y de llevar la zona de seguridad hasta el río Pilcomayo
1911
Creación de de las “Fuerzas en Operaciones del Chaco”. Con el objetivo de eliminar la frontera interior existente, llevándola hasta el Pilcomayo
1914
Es disuelta la División de Caballería del Chaco, quedando a cargo de las últimas operaciones en la zona,  el Regimiento 9 de Caballería.
31 de diciembre de 1917
Así concluye prácticamente la “Campaña al Gran Chaco”, ya que hasta 1919 y más adelante, aún, sólo se registrarán pequeños ataques aislados y sorpresivos, ejecutados por bandas de indígenas (no siempre argentinos) y vagabundos que hostilizaban a los fortines de frontera, conducta que adquiere su máximo dramatismo en el caso del “Fortín Yunká” (19 de marzo de 1919), a cuyos atacantes se los considera como el último malón (ver “La tragedia del Fortín Yunká” en Crónicas)
PUEBLOS ABORÍGENES INVOLUCRADOS EN ESTAS ACCIONES
Muchas eran las tribus pertenecientes a distintas etnias las que habitaban la región en la época que nos ocupa, pero no todas participaron en las acciones que se desarrollaron durante la “Campaña al Gran Chaco”, por lo que consignaremos a continuación, las que tuvieron una más activa participación en dicho evento.

Abipones

Tenían su “hábitat” en la ribera norte del río Bermejo inferior. A comien
zos del siglo XVIII adoptaron el caballo y se dedicaron a la depredación, atacando las estancias y las ciudades de los españoles.

Chirigüanos

Pueblo originario del noreste de la provincia de Salta, se vieron involucrados en la lucha contra el hombre blanco, arrastrados por sus “hermanos” del sur de esa provincia, los “vilelas”, que por ser más combativos, estuvieron más dispuestos para defender lo que consideraban su tierra, por derecho de nacimiento  y su modo de vida.

Mocovíes (de la etnia de los guaycurúes)

Aliados de los abipones en sus correrías, originariamente vivían en las fronteras del antigüo Tucumán y contribuyeron en gran medida con la destrucción de “Concepción del Bermejo” y en los ataques que se llevaban a cabo sobre Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba. Alejados de esos centros de población por la expedición que ESTEBAN DE IURIZAR Y ARESPACOCHAGA llevara contra ellos en 1770,  se dedicaron a hostilizar poblaciones y estancias de Santa Fe.

Matacos

Vivían al oeste de Chaco y Formosa y este de Salta. Tenían una agricultura muy rudimentaria. En sus ataque a poblados utilizaban lanzas y “macanas” (un temible garrote hecho con madera dura, quizás quebracho, árbol nativo de la zona). Cuando llegaron los españoles, se dedicaron casi exclusivamente al asalto de sus instalaciones.

Pilagaes (de la etnia de los guaycurúes)

Habitan en la parte central de la provincia de Formosa, sobre la margen derecha del río Pilcomayo, en las zonas anegadizas del estero “Patiño”. Son los únicos de la familia de los  “guaycurúes” que todavía tienen una importante cultura autóctona

Sanavirones.

Habitaban el bajo río Dulce y en la cuenca de Mar Chiquita, hasta el río Primero en territorios que hoy ocupa la provincia de Córdoba y desde allí hostilizaban  a sus vecinos, los “comechingones”  hasta que llegados los españoles, comprobando que con ellos obtenían
mejores botines en sus correrías, se dedicaron a atacar y a saquear sus poblaciones.

Tobas (de la etnia de los guaycurúes)

Ocupaban originariamente  el territorio que hoy ocupa la provincia de Formosa; después se replegaron hacia el este, extendiéndose luego hacia el norte y el sur. En el siglo XVIII también adoptaron el caballo y así aumentó su peligrosidad, pues como hábiles jinetes, les resultó muy conveniente la velocidad con que sus montados  les permitían ataques relámpago a estancias y poblados de esos territorios

Vilelas

Habitaban el sudeste de Salta. Se distinguieron por su fierez y valor en el combate y en varias oportunidades derrotaron a las tropas españolas que intentaban penetrar en su intrincado territorio. Con la incorporación del caballo, como su arma de combate más eficaz, se transformaron en hábiles jinetes y con la lógica mayor movilidad que les daba ir montados, sus ataques al hombre blanco, se hicieron más profundos, audaces y repetidos. Son hoy un pueblo cuyos escasos descendientes viven en las provincias del Chaco, Santiago del Estero, junto a pequeños grupos emigrados a Rosario y el Gran Buenos Aires

CÓMO COMBATIR EL INDIO EN LA FRONTERA NORTE.

Por considerarlo de interés, recordamos que la expedición al río Pilcomayo, efectuada por el gobernador intendente de Potosí, FRANCISCO DE PAULA SÁENZ, le sirvió a este, para producir un informe sobre los resultados de su expedición, acompañado por una serie de conclusiones, que según su criterio, deberían ser tenidas en cuenta para combatir con éxito a los indígenas hostiles. Dice al respecto en su informe del 21 de mayo de 1805:  “Es necesario tener en cuenta que la preparación y ejecución de una excursión contra los indígenas del Chaco, deberá afrontar serias dificultadas, fundamentalmente presentadas por factores geográficos. Es de capital importancia entonces realizar exploraciones previas y empleando pequeñas unidades de tropa, conocedoras del terreno y de las tribus que lo ocupaban; preparar detalladamente la zona de operaciones, de manera tal que los  operativos de la lucha contra los indígenas, se realicen contando con la debida organización, el necesario equipo y el suficiente adiestramiento de la tropa a emplear. La escasez de soldados y la falta de un equipamiento militar adecuado resulta menos peligrosa que la carencia de agua o abastecimientos. Por ello debe insistirse repetidamente en el aprovisionamiento de ganado vacuno y caballar, enviándolo  por remesas, previamente concertadas con las guarniciones  instaladas en tierras de indígenas o reunido luego de atacar los pueblos hostiles que se encuentren  en el camino. Ir penetrando en territorio indígena mediante etapas sucesivas para afianzarse en el terreno conquistado y abastecerse convenientemente para las próximas etapas. Utilizar, en lo posible, la vía fluvial y poseer un depósito de víveres siempre en las cercanías de las columnas. En nuestro caso,  el centro de abastecimiento fue el Fuerte de San Luis. Medir las jornadas diarias de marchas por la presencia de agua y pasto en primer término. Por ello, el indio quema siempre los pastos. Contar siempre con la presencia de indios aliados y baquianos. Arrasar con los pueblos hostiles para luego de quemar las casas buscar los “troges” de maíz, que muchas veces han sido enterrados y apoderarse de todos los animales que se encuentren como gallinas patos, etc. además del ganado caballar o vacuno  que posean. Dentro de la táctica operativa indígena,  además de la quema de los pastizales,  está también el retiro inmediato de sus muertos en batalla,  para evitar que el enemigo conozca el alcance del daño efectuado entre las filas de la indiada” Finalmente opina sobre la táctica operativa que será conveniente aplicar en la guerra contra los indígenas, diciendo que “se deben realizar ataques rápidos y decisivos y no efectuar operaciones prolongadas y  lejanas, dificultadas por las posibilidades de abastecimiento”.

Gran parte de este material ha sido extraído de una nota titulada “La conquista del Chaco” publicada en el Anuario Nº 1 del año 1983, de la Revista “Chasque del Desierto”, obra a la que nos permitimos sugerir que se recurra, para ampliar y mejorar esta información