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lunes, 4 de noviembre de 2024

Operación Azalee: Comandos franceses sobre las Comoros

Operación Azalee

Weapons and warfare




Las Islas Comoras habían sido una colonia francesa hasta julio de 1975, cuando obtuvieron su independencia. Las islas son una economía agrícola poco desarrollada que depende en gran medida de subvenciones extranjeras para sustentar a aproximadamente 550,000 personas. Hay poca industria y pocos recursos naturales. El terreno es montañoso, con solo 750 km (450 millas) de caminos, 540 km (324 millas) de los cuales es grava.

El 28 de septiembre de 1995, Bob Denard y 33 mercenarios tomaron el control de las islas Comoras en un golpe (denominado operación Kaskari por los mercenarios) contra el Presidente Djohar. A pesar de haber recibido aviso previo y sugerencias sobre el golpe, Francia no hizo nada hasta el día de la invasión; Cuando lo denunciaron severamente.

El presidente Jacques Chirac solicitó que el Ministro de Defensa y el Jefe de Estado Mayor del Ejército comiencen a redactar planes para la recuperación de las Islas Comoras. Se recopiló la inteligencia y se pusieron en alerta los activos de COS (comando de operaciones especiales). Equipos de GIGN, DRM y DGSE comenzaron a desplegarse discretamente en el área alrededor del Océano Índico. El 3 de octubre, el gobierno francés dio luz verde a la Operación Azalee.

Bob Denard comenzó a crear un gobierno civil en un esfuerzo por evitar la invasión inminente. Se creó una nueva guardia presidencial a partir de miembros leales de la vieja guardia que Denard mismo había entrenado. Puntos fuertes estratégicos armados con ametralladoras pesadas se establecieron alrededor de la isla, particularmente alrededor de las islas, dos aeropuertos.

Para entonces, más de 200 miembros de COS y DRM se dirigían a las islas a bordo de una fragata y dos barcos patrulleros. Miembros de GIGN y Commandos Jaubert, así como varios escuadrones Puma, también estaban en el área.



LA OPERACION

Los franceses finalmente desplegaron 600 hombres contra una fuerza de 33 mercenarios y una fuerza disidente de 300 hombres. La operación comenzó a las 11 pm el 3 de octubre cuando los miembros de Commandos Jaubert exploraron las playas cerca de los dos aeropuertos de la isla en Hahaya y Iconi. A las 2:30 am, tres Pumas entregaron miembros de 1erRPIMa, 13eRDP a la pista del aeropuerto de Hahaya. Inicialmente bajo el fuego de las ametralladoras pesadas del insurrecto, los soldados franceses usan su equipo de visión nocturna y la cubierta de la oscuridad para asegurar el aeropuerto y el área local. 20 soldados comoranos son capturados en el proceso.

A las 3:00 am, los miembros de Commandos Jaubert habían asegurado el aeropuerto de Iconi. Los elementos de 5eRIAOM, 2eRAMa y 2eRPIMa están volando en C-160 Transals para sostener el campo de aviación mientras los Comandos Jaubert se dirigen al cuartel de Kandani. 30 soldados comoranos son capturados en el proceso. Luego, 15 miembros de GIGN son enviados y liberan a la Embajada de Francia en Moroni. Otro equipo de comandos de Jaubert asalta y toma el Vulcain; el barco utilizado por Denard y sus mercenarios para llegar a Comoras.

El asalto aéreo principal comienza a las 5 AM, cuando dos Transalls entregan elementos de la Legión Extranjera a la pista en Hahaya. 30 minutos después se les unen miembros de 2ea, RIAOM Marines y 2e RAMa artillery. A las 5:50 el aeropuerto está seguro y se ha establecido una zona de seguridad alrededor de él. Los suministros comienzan a llegar en lanzadera a medida que las unidades francesas comienzan a moverse hacia la capital de Moroni.

A las 6:30 AM, las unidades francesas están compitiendo para llegar al cuartel de Kandani antes de que Bob Denard y sus mercenarios se liberen. Otra fuerza corre hacia el paso donde se ha informado de una fuerza de 200 insurgentes.

A las 3:00 pm del día siguiente, Bob Denard y sus mercenarios se habían rendido. Después de ser cacheado por los gendarmes GIGN, lo llevan al aeropuerto de Iconi, lo llevan a Francia y lo encarcelan.

Si bien no es una acción puramente de operaciones especiales, la nueva toma francesa de las Islas Comoras es de notable estatus. Las unidades de operaciones especiales se desplegaron con éxito y se utilizaron de manera oportuna. En siete días, se elaboraron planes y se desplegaron aproximadamente 1,000 soldados para apoyar esta operación. Los activos aéreos se utilizaron para mover a los soldados de forma rápida y concisa.

Una vez que Denard se dio cuenta de que los franceses planeaban recuperar Comoras, se ordenó a los mercenarios que no lucharan. Además, las probabilidades eran muy desproporcionadas; algunos podrían decir que esto no fue una pelea "justa". Sin embargo, al presentar tales probabilidades abrumadoras, los franceses hicieron inútil cualquier resistencia y, por lo tanto, evitaron el derramamiento de sangre. Francia actuó de manera decisiva y utilizó sus fuerzas especiales para moverse rápidamente y lograr una sorpresa táctica. Se usaron unidades como GIGN y Commandos Jaubert para despejar edificios potencialmente peligrosos. Usando la combinación correcta de paracaidistas y equipos de fuerzas especiales, las unidades francesas pudieron volver a tomar la isla en menos de 48 horas.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Chile: La cronología del golpe de estado contra Allende

Minuto a minuto: así fue el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 en Chile

Una cronología del día del golpe de Estado militar contra el presidente socialista Salvador Allende que quebró la democracia chilena
El Palacio de La Moneda durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973



El palacio presidencial de La Moneda durante el bombardeo de las tropas de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973. Bettmann (Bettmann Archive)


Antonia Laborde || El País


El golpe de Estado contra el Gobierno del socialista Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, arrancó por la madrugada, en el puerto de Valparaíso, en el corazón de la Marina. El mandatario repitió varias veces durante la jornada que no renunciaría a la presidencia de Chile. El bombardeo liderado por la Fuerzas Armadas se anunció para las once, pero comenzó al filo del mediodía. Tras media hora de ataque, con el palacio de Gobierno en llamas, los pelotones irrumpieron por la puerta del número 80 de la calle Morandé. Allende, que había adelantado en su último discurso que pagaría con su vida la lealtad al pueblo, se suicidó en el segundo piso.

Esta es la cronología del día que se quebró la democracia en Chile, en br a la información entregada por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y la plataforma Memoria Histórica:

1.00 horas

Le informan al presidente Salvador Allende que tropas militares se trasladan desde el norte hacia la capital, Santiago. La Comandancia General de la Guarnición del Ejército justifica el movimiento con que son refuerzos ante posibles disturbios por el desafuero del senador Carlos Altamirano y el diputado Óscar Guillermo Garretón.

4.00 horas

Fuerzas del Ejército dan inicio a la Operación Silencio en Valparaíso, una maniobra para acallar las radiodifusoras afines a la Unidad Popular que unían el puerto con la capital. Más tarde bomardearían antenas radiales en distintos rincones del país. Mientras tanto, las Fuerzas Armadas preparan su propia cadena de transmisión a través de radio Agricultura.

5.00 horas

El coronel Roberto Guillard, el comunicador Álvaro Puga, el gerente de comunicaciones de la Sociedad Nacional de Agricultura, Federico Willoughby, el presidente la Feria Internacional de Santiago (FISA), Sergio Romero, se toman el quinto piso del Ministerio de Defensa, desde donde se encargarán de la cadena de transmisión de las fuerzas golpistas.

6.00 horas

Barcos de la Armada, que habían zarpado el día anterior para participar de la Operación Unitas, coordinada por Estados Unidos, regresan al puerto de Valparaíso. Efectivos navales se despliegan en las calles, la Intendencia y las plantas de la Compañía de Teléfonos de Viña y Valparaíso. Desde la Escuela Militar, se pone en ejecución el Plan A, que establece el estado de alerta para prevenir desbordes de la población.


Controles militares en los alrededores de La Moneda el 11 de septiembre de 1973. Horacio Villalobos (Corbis via Getty Images)

6.30 horas

En Santiago, el general Augusto Pinochet está instalado en la Escuela de Telecomunicaciones, el general Gustavo Leigh en la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), el general César Mendoza, que ha dado su propio golpe en Carabineros, se instala en el edificio de la institución en el centro de la ciudad, y el vicealmirante Patricio Carvajal, quien coordina la ejecución del golpe.

6.45 horas

En la br Carriel Sur de la Fuerza Aérea de Concepción, a 430 kilómetros al sur de Santiago, se alistan 12 aviones Hawker Hunter con una capacidad de tiro total de 5.600 proyectiles explosivos por minuto para emprender rumbo a la capital.

7.20 horas

El presidente Allende llama al Ministerio de Defensa pidiendo explicaciones de los movimientos de las Fuerzas Armadas. Unos minutos después, abandona su casa en la calle Tomás Moro y se dirige hacia La Moneda, acompañado de sus asesores y guardia personal. El Palacio de Gobierno ya se encuentra rodeado por las tropas rebeldes y algunos de los colaboradores del mandatario son detenidos por carabineros.

7.30 horas

El ministro de Defensa Orlando Letelier llega a su oficina y su ayudante, el coronel Sergio González, le manifiesta que ha sido depuesto de su cargo. El general Sergio Arellano lo detiene y dispone su traslado al Regimiento Tacna, convirtiéndose en el primer detenido del 11 de septiembre de 1973.

7.55 horas

El presidente Salvador Allende se dirige al país por radio Corporación, del Partido Socialista. Informa que los militares han ocupado y cortado la comunicación con Valparaíso, lo que califica como un “levantamiento en contra del Gobierno legítimo, constituido, amparado por la ley y la voluntad de los ciudadanos”. “Lo que deseo es que los trabajadores estén atentos, vigilantes, que eviten provocaciones. Como primera etapa, tenemos que ver la respuesta, espero que sea positiva, de los soldados de la patria que han jurado defender el régimen establecido”.

8.00 horas

Con Valparaíso totalmente controlado por las Fuerzas Armadas, el almirante José Toribio Merino habla por primera vez ese día y asegura que lo que está ocurriendo “no es un golpe de Estado”. “Solo se persigue el restablecimiento de un Estado de derecho. No tenemos compromiso, solo gobernarán los más capaces y honestos. Estamos formados en la escuela del civismo, del respeto a la persona humana, de la convivencia, de la justicia, del patriotismo…”.

8.20 horas

El presidente Allende vuelve a dirigirse al país con la esperanza de que la sublevación esté circunscrita solamente a la Armada y Valparaíso.

8.30 horas

Las radios de oposición transmiten en cadena la primera proclama de las Fuerzas Armadas en la que se insta a renunciar a Allende. “Las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile están unidos en iniciar la histórica y responsable misión de luchar por la liberación de la patria del yugo marxista y la restauración del orden y de la institucionalidad”, sostiene el teniente coronel Roberto Guillard. “Los trabajadores de Chile deben tener la seguridad de que las conquistas económicas y sociales que han alcanzado hasta la fecha no sufrirán modificaciones en lo fundamental”, añadió.

9.00 horas

Comienzan a escucharse los primeros disparos de un enfrentamiento entre militares y carabineros con francotiradores instalados en los edificios públicos del sector aledaño al Palacio de Gobierno.

9.20 horas

“No lo haré”, responde tajante Allende a través de las radios Magallanes y Corporación, que lograban salir por frecuencia modulada. “Hago presente mi decisión irrevocable de seguir defendiendo a Chile en su prestigio, en su tradición, en su norma jurídica, en su Constitución”. “¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente”.

10.00 horas

El teniente coronel Roberto Guillard realiza un ultimátum a través de las radios golpistas: “Si no hay rendición, La Moneda será bombardeada a las 11 de la mañana”. Media hora después, advierten que las mujeres del palacio de Gobierno tienen tres minutos para salir porque el edificio será bombardeado por la Fuerza Aérea “en tres minutos”.

10.30 horas

Salvador Allende transmite su último mensaje a través de radio Magallanes. “Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan sabiendo ustedes que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡viva el pueblo!, ¡vivan los trabajadores!”. El presidente, tras una conversación con el coronel Patricio Carvajal, congrega a quienes estaban en La Moneda y les informa que se acuerda una tregua de 10 minutos para el abandono del lugar. Sólo quedan los miembros del Grupo de Amigos Personal (GAP) y otras 25 personas, entre dirigentes y asesores cercanos.

11.00 horas

Allende rechaza los llamados de Carvajal a la rendición y su ofrecimiento de un avión para partir al exilio. La Guardia Presidencial de Carabineros abandona el Palacio. Las tropas militares atacan frontalmente el Palacio de La Moneda. El bombardeo aéreo provoca un incendio. En 16 minutos, los aviones lanzan más de 20 bombas sobre el edificio. Dos aviones bombardean la residencia del mandatario de calle Tomás Moro.


Soldados a favor del Golpe se refugian mientras aviones bombardean La Moneda. ENRIQUE ARACENA (ASSOCIATED PRESS)

12:00 horas

La infantería ataca el Palacio presidencial con artillería y armas pesadas.

13.00 horas

Con La Moneda en llamas y en medio del combate, Osvaldo Puccio, Fernando Flores y Daniel Vergara salen del palacio de Gobierno y se dirigen hacia el Ministerio de Defensa para conversar algunas condiciones de rendición: no más bombardeos, formación de un gobierno de civiles y respeto de las conquistas sociales. Cuando llegan, son detenidos.

13.30 horas

Allende acepta la rendición. Todos debían salir sin armas, caminando y con una bandera blanca. La última en salir es Payita, su íntima secretaria, a quien el presidente entrega el Acta de Independencia, la que minutos después será destruida por uno de los militares que la detiene.

13.40 horas

El presidente Salvador Allende se suicida con la metralleta regalada por Fidel Castro. En el Salón Independencia, del segundo piso, el general Javier Palacios, al mando del operativo, lo encuentra muerto.

14.00 horas

Palacios comunica la noticia a Carvajal: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”. Carvajal, a su vez, lo informa a los generales Pinochet y Leigh: “They say that the Allende committed suicide and is dead now”.

14.20 horas

El teniente coronel Roberto Guillard informa por la radio: “Las Fuerzas Armadas y de Orden han asumido el deber moral que la Patria les impone de destituir al Gobierno que, aunque inicialmente legítimo, ha caído en la ilegitimidad flagrante, y han decidido asumir el poder por el solo lapso que las circunstancias lo exijan, apoyados en la evidencia del sentir de la gran mayoría nacional, lo cual por sí, ante Dios y ante la Historia, hace justo actuar y, por ende, las resoluciones, normas e instrucciones que se dicten para consecución de la tarea de bien común y de alto interés patriótico que se dispone a cumplir. Firmado: Junta de Gobierno de las Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile”.

15.00 horas

Los bomberos llegan a apagar el fuego en La Moneda. La Junta Militar conmina a 95 políticos de la Unidad Popular a entregarse en el plazo de una hora en el Ministerio de Defensa. Algunos de los colaboradores y guardias personales de Allende, detenidos en La Moneda, son trasladados al regimiento Tacna. No se los vuelve a ver.

17.00 horas

Militares retiran el cuerpo de Allende del Palacio de la Moneda, cubierto en una manta, y lo trasladan en una ambulancia al Hospital Militar, donde se certifica la causa de su muerte. “La causa de la muerte es la herida a bala cérvico-buco-cráneo-encefálica reciente, con salida de proyectil. El disparo corresponde a los llamados “de corta distancia” en medicina legal… El disparo ha podido ser hecho por la propia persona”. El informe fue dado a conocer en 1990.


Soldados y bomberos sacan el cuerpo de Salvador Allende del palacio presidencial. Anonymous (ASSOCIATED PRESS)

18.00 horas

Se inicia el toque de queda. Una hora más tarde, los jefes de la nueva Junta Militar inician su primera reunión.

20.00 horas

En el Ministerio de Defensa se organizan las fuerzas para asegurar el control de la capital, a través de un masivo despliegue de tropas y bandos militares difundidos por la cadena oficial.

20.30 horas

Se habilita el Estadio Chile y el Estadio Nacional como campos de prisioneros. En este último se detiene a cerca de 5.600 personas, entre ellas, más de 600 estudiantes, profesores y empleados de la Universidad Técnica del Estado y 150 trabajadores de la fábrica textil Sumar.



04:45
Sobrevivientes del golpe de Estado, regresan al estadio donde fueron torturados
Personas detenidas tras el golpe de estado contra el gobierno del presidente Salvador Allende son tomadas como prisioneras en el Estadio Nacional, Santiago de Chile.Foto:AP | Vídeo:EPV

22.00 horas

El Canal 13 de televisión emite las primeras imágenes de la recién asumida Junta Militar. Frente a las cámaras toma juramento como presidente Augusto Pinochet. Se da lectura al Decreto ley N° 1 con el que se implanta el estado de sitio.

La dictadura duró 17 años. Chile reconoce a más de 40.000 víctimas y la cifra oficial es de 3.065 los muertos y desaparecidos desde 1973 a 1990. Las víctimas de desaparición forzada son 1.469. Solo 307 cuerpos o restos óseos han sido identificados.

 

viernes, 26 de julio de 2024

Argentina: Los cadetes del CMN al mando de Perón

Los subordinados de Perón en el golpe de 1930

Los inocentes subordinados del capitán Perón en el golpe de estado del 6 de septiembre de 1930


Sean Eternos Los Laureles

"Si ellos siguen repitiendo sus mentiras, nosotros tenemos que seguir repitiendo la verdad.", rezaba Ludwig von Mises, y no se equivoca.

En esta fotografía tomada en el diario “Crítica” el 7 de septiembre de 1930 donde aparece a la derecha junto a sus compañeros, el cadete del Colegio Militar, Álvaro Alsogaray. El día anterior todos ellos, bajo las órdenes del Capitán Juan Domingo Perón (quien era voluntaria parte del Estado Mayor de la conspiración golpista, encargado de inteligencia y reclutar adeptos a la causa), habían participado con entusiasmo juvenil, en el derrocamiento del gobierno constitucional argentino.
Increíblemente "El Relato" coloca hoy al voluntario autor de la conspiración que alteró el rumbo de la República y el constitucionalismo argentino, al golpista Juan Domingo Perón (quien volvió a reincidir en 1942 y 1943), como un "demócrata", mientras a su víctima, Alvaro Alsogaray, quien años después sólo respondió políticamente al abuso, totalitarismo, inconstitucionalismo y golpismo peronista, como un "oligarca" y "golpista". Por eso hoy Argentina es el único país del mundo donde los árboles mean a los perros.


 
1: 6/9/30 Los jóvenes cadetes del Colegio Militar fueron los que llevaron a cabo el golpe; en el extremo derecho apreciamos al santafesino Cadete Alvaro Alsogaray. Para los jóvenes que no lo conocen este hombre nacido en Esperanza, el22 de junio de 1913 y fallecido en Buenos Aires, 1 de abril de 2005, fue un político, militar y economista argentino que impulsó los principios del liberalismo en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, recordado por muchos como el Ministro de Economía del Presidente José María Guido y luego Arturo Frondizi por su famosa frase "hay que pasar el invierno", consecuencia del verdadero desastre económico heredado de las dos primeras presidencias peronistas, pero que comparado con el holocausto socioeconómico y político que padece Argentina hoy, y comenzó hace 37 años, realmente ha de quedar en el olvido las razones por las cuales a este economista tan injustamente se lo lapidó.

2: El entonces Capitán Juan Domingo Perón estaba al comando de la columna golpista de cadetes del Colegio Militar de la Nación. Voluntario miembro del Estado Mayor golpista, subordinado directo del Coronel Deslcalzo y el General Uriburu, el propio Uriburu lo designó como jefe de inteligencia de la conspiración, y el encargado de reclutar adeptos a la causa golpista. Era Perón un uriburista convencido, y para quienes creen la versión que el golpe fue "pro-inglés y oligarca", algo reapecto a lo cual existen más que serias dudas, desde ya, no deberían negar esa tendencia de Perón; aunque lo curioso es que quienes abrazan esa fábula, son quienes sostienen el supuesto "nacionalismo" de Perón...

 
3: 6/9/1930 Cadetes desfilando rumbo a la Casa Rosada entre la algarabía de los civiles, que se veían extrañamente desencantados con el gobierno radical que, tras ganar las elecciones de 1928 con 60% de votos, la Caída de la Bolsa de New York en 1929 repercutió en Argentina, y generó perder las elecciones legislativas en marzo de 1930 al radicalismo, pero que de ningún modo se esperaba algo semejante a un golpe de Estado.


4: 6/9/1930 6/9/1930 Efectivos del Ejército Argentino apostados con un fusil ametrallador Madsen en la terraza de la Casa Rosada una vez tomado el poder del gobierno.

•5: 6/9/1930 Mujeres expresan su apoyo a los cadetes que desfilan rumbo a la Casa Rosada.


•6: 6/9/1930 Civiles saludan desde un balcón el paso de las tropas golpistas.

7: 6/9/1930 Un coche cargado de cadetes avanza rumbo a la Casa Rosada entre civiles que los vitorean.

8: 6/9/1930 Tiroteos en el Congreso Nacional, en un vano intento de oponerse al golpe, por parte de militantes radicales.

9: 6/9/1930 Tras los enfrentamientos que hubo en el Congreso, la Aviación de Ejército se movilizó para exhibiendo su poder, y dejando en claro que las Fuerzas Armadas ya se habían plegado al grupúsculo de golpistas, que contraviniendo al 60% de votantes que en 1930 le habían otorgado el poder a Hipólito Yrigoyen (otro golpista, aunque infructuoso), habían alterado el órden constitucional en Argentina.


10: El Teniente General José Félix Benito Uriburu, un militar de origen salteño y brillante trayectoria en el Ejército Argentino, sus motivos para el golpe de 1930 aún hoy son motivo de controversia. Lo que no deja lugar a dudas son las derivaciones de ese golpe en la vida institucional argentina, y por sobre todas las cosas en que en el uriburismo golpista está el germen, el origen del peronismo, de corte evidentemente fascista (en la ascepción política del término, no en la tergiversación del mismo, que hoy mal se utiliza con tanta ridícula e intolerante soltura).

11: 8/9/19 Homenaje en Plaza de Mayo a los caídos durante el golpe de estado del 6 de septiembre de 1930.




martes, 9 de julio de 2024

Argentina: La revolución radical de 1905

La revolución radical de 1905





El 4 de febrero de 1905 tuvo lugar la revolución cívico-militar organizada por la Unión Cívica Radical y dirigida por Hipólito Yrigoyen, que intentó derrocar al gobierno constitucional de Manuel Quintana, en reclamo de elecciones libres y democráticas. Fue una de las rebeliones más importantes que sufrió la Argentina hasta ese momento, por el número de militares comprometidos, las fuerzas vinculadas y la extensión del movimiento a lo largo del país.



Hacia finales de 1893 la Unión Cívica Radical enfrentaba su primera disputa interna y se encontraba dividida en dos grupos: los radicales rojos que apoyaban la conducción del partido por parte de Leandro Alem, y los radicales líricos que apoyaban la interpretación de Hipólito Yrigoyen respecto a la toma del poder y su liderazgo en el radicalismo.



Los rojos eran partidarios de la revolución como método para cambiar el sistema imperante mientras que los líricos eran considerados "evolucionistas" y no confiaban en la realización de un golpe de estado como método para los cambios que ellos consideraban necesarios.




Apoyaban a Alem en la interna partidaria dirigentes como Bernardo de Irigoyen, Francisco Barroetaveña, Leopoldo Melo, Mariano Demaría, Lisandro de la Torre, Vicente Gallo, Simón S. Pérez, Joaquín Castellanos, Adolfo Saldías, José Nicolás Matienzo, Martín Torino, Mariano Candioti, Adolfo Mugica, Víctor M. Molina, entre otros. Apoyan a Yrigoyen algunos jóvenes como Marcelo T. de Alvear y la mayoría de los dirigentes radicales en la provincia de Buenos Aires, cuyo comité provincial estaba liderado por el mismo Yrigoyen.





En 1896, Aristóbulo Del Valle fallece y Leandro Alem, hundido en una profunda depresión afectado por las sucesivas derrotas políticas, una fallida relación amorosa y la profunda división interna del radicalismo, se suicida. En ese momentos los dos grupos radicales intentan volver a unificarse ante la muerte de los dos máximos líderes del partido. Pero la unión duró poco y en 1897 se vuelve a producir la separación.




Los ex rojos, ahora liderados por Bernardo de Irigoyen y llamados radicales coalicionistas o bernardistas, luego del suicidio de Alem, intentan alcanzar un acuerdo con el general Bartolomé Mitre y la Unión Cívica Nacional para enfrentar al roquismo en los comicios presidenciales y de Buenos Aires de 1898. El acuerdo incluía la formación de una fórmula mixta para la presidencia de la Nación, encabezada por el radical Bernardo de Irigoyen, y lo mismo, pero encabezada por el ingeniero Emilio Mitre, dirigente de la UCN, para la gobernación de la provincia de Buenos Aires.



Este acuerdo se lo conoció como la "política de las paralelas" y ponía la semilla para una futura reunificación de la Unión Cívica, como estaba confirmada en 1890 antes de la división que aconteció al año siguiente entre radicales y mitristas, pero Yrigoyen y sus aliados (ahora conocidos como intransigentes o hipolistas) se negaron a aceptarla e hicieron todo lo posible para boicotearla desde su bastión del comité radical de la provincia de Buenos Aires.



Al final el acuerdo entre radicales y mitristas se cayó definitivamente debido a la acción de Yrigoyen de disolver el Comité de la Unión Cívica Radical de la provincia de Buenos Aires, lo que terminó con toda posibilidad que el radicalismo de la provincia aceptara un candidato mitrista para la gobernación de la provincia. La caída de la política de las paralelas pavimentó el camino para la segunda presidencia del general Julio Argentino Roca.



Aun así, en la provincia de Buenos Aires, los autonomistas nacionales de Pellegrini, los radicales coalicionistas y los intransigentes de Hipólito Yrigoyen lograron negociar en el Colegio Electoral y lograron establecer a Bernardo de Irigoyen, líder de los radicales coalicionistas, como gobernador de la provincia junto al radical intransigente Alfredo Demarchi como vicegobernador, para arrebatarle la provincia a la Unión Cívica Nacional, quienes habían vencido en el voto popular.




A lo largo de los siguientes años el radicalismo ingresaría en un tumultuoso periodo en el que todas las estructuras partidarias colapsaron y la interna entre coalicionistas e intransigentes nunca se saldo. Durante la gobernación de Bernardo de Irigoyen, los hipolistas fueron sus principales opositores, por lo tanto el gobierno provincial sobrevivió gracias al apoyo de los pellegrinistas y del gobierno nacional de Roca.



Para el año 1900, el sector bernardista del radicalismo, que agrupaba a algunos de los hombres que más cercanos habían sido de Alem, se incorporaron al Partido Autonomista de la provincia de Buenos Aires, que lideraba Carlos Pellegrini. La fusión entre el Partido Autonomista y el sector bernardista del radicalismo eventualmente resultó en la formación de los Partidos Unidos, que llevó a Marcelino Ugarte a la gobernación de Buenos Aires en 1902, siendo el ex radical Adolfo Saldías su vicegobernador.




Hacia los primeros años del siglo XX, la Unión Cívica Radical había dejado de existir oficialmente. Pero la sobrevivencia del radicalismo como fuerza política hasta la actualidad fue mayormente obra del trabajo de Hipólito Yrigoyen y el círculo político que lo acompañaba desde la interna partidaria de 1893. A comienzos de 1903, Yrigoyen comenzó a reorganizar a la Unión Cívica Radical, invitando a un acto político para el 26 de julio de ese año, en el decimotercero aniversario de la Revolución del Parque.



El acto recibió una gran respuesta del público y fue asistido por aproximadamente 50.000 personas. Yrigoyen también tuvo éxito en atraer a importantes figuras que habían formado parte de las filas del radicalismo y que para esos años formaban parte de otros partidos políticos, como el caso del cordobés Pedro C. Molina, que formaba parte del Partido Republicano, liderado por Emilio Mitre.


En octubre de 1903, se reunió en Buenos Aires la llamada "Convención de Notables", formada por más de 300 dirigentes políticos de todo el país, que tenía como objetivo elegir al candidato a presidente que debía reemplazar a Julio Argentino Roca en el cargo en 1904.



La Convención de Notables se desarrolló en medio de la fuerte disputa entre Roca y Carlos Pellegrini, que se venía dando desde la ruptura de relaciones entre ambos en 1901 luego de un desacuerdo por un proyecto de unificación de la deuda externa, que dividió al Partido Autonomista Nacional en dos sectores: roquistas y pellegrinistas.




Antes de la convención, Pellegrini se perfilaba como el principal candidato a la presidencia de la Nación pero durante el desarrolló de la misma, Roca logró bloquear la candidatura de Pellegrini. Por esa razón, Pellegrini acusó públicamente a Roca de destruir al Partido Autonomista Nacional. La ruptura entre ambos, que se insinuó en la segunda presidencia de Roca, terminó por concretarse y Pellegrini fundó el Partido Autonomista. Por tal motivo Pellegrini y sus partidarios abandonaron la convención, cosa que también hizo el núcleo político que lideraba Bernardo de Irigoyen.


Debido a la ruptura con Pellegrini y con parte de la dirigencia del interior, Roca tuvo que pactar con Marcelino Ugarte, gobernador de Buenos Aires, quien impuso el nombre de Manuel Quintana como candidato a la presidencia para intentar posicionarse él como su sucesor. El triunfador de la Convención de Notables fue Marcelino Ugarte quien pudo imponer a Manuel Quintana, que era un hombre "extraño a los partidos" y que había sido rival político de Roca en 1893/1894 cuando se desempeñaba como hombre fuerte del gobierno de Luis Sáenz Peña, como presidente y aceptó al cordobés José Figueroa Alcorta, nombre que impulsaban las dirigencias del interior asociadas al oficialismo, como vicepresidente.




En febrero de 1904, Yrigoyen organizó una convención partidaria, la primera desde la convención de 1897 que debatió la política de las paralelas. Sin embargo, casi ningún antiguo alemnista o bernardista regresó a las filas partidarias y el radicalismo que se reorganizaba estaba compuesto casi exclusivamente por aquellos hombres que formaron parte del viejo grupo radical bonaerense de Yrigoyen.



La reconstrucción de la UCR llevada a cabo por Yrigoyen mostró una serie de rasgos distintivos. Para reunir al partido, el líder bonaerense recurrió a los símbolos sagrados del radicalismo: la figura de Alem, la revolución de julio de 1890, las convenciones partidarias y la revolución. Yrigoyen supo emplear la simbología partidaria para darle a su organización una imagen de continuidad con la agrupación original.


Obviamente no fue mencionado que durante la década de 1890 el sector político de Yrigoyen se había comportado como una organización independiente del tronco partidario, que su líder había mantenido una tensa relación con Alem, que la participación de Yrigoyen en la revolución del Parque de 1890 había sido menor, que se sospechaba que se había negado a cooperar en los alzamientos armados proyectados por Alem después de 1893, y que había desafiado la autoridad de la última convención del partido en 1897.




Mientras que otros sectores del viejo radicalismo se habían dispersado y fundido en diferentes partidos políticos, Yrigoyen se presentaba como el heredero legítimo de la Unión Cívica Radical, leal a sus objetivos y estrategias fundacionales. La nueva organización radical se manifestaba contra la omnipotencia del PAN, contra su política económica, contra la corrupción, y contra la ausencia de garantías para elecciones limpias.




La UCR retomaba en parte su viejo lenguaje y estilo, aunque lo hacía en un contexto marcadamente distinto al anterior y con algunas particularidades propias. En la primera década del siglo XX, el PAN se encontraba en plena decadencia y completamente dividido, la economía retornaba a sus altos ritmos de crecimiento y nuevos partidos políticos, como el Socialista y el Republicano, experimentaban los beneficios directos de la competencia electoral.




El 29 de febrero de 1904, el recién reorganizado Comité Nacional de la Unión Cívica Radical declaraba la abstención electoral del partido en las elecciones presidenciales y legislativas del año 1904. Pero mientras declaraban su abstensión electoral para los comicios de 1904, sus dirigentes conspiraban. Hipólito Yrigoyen había recorrido el país convenciendo y comprometiendo a centenares de militantes radicales y jóvenes oficiales del Ejército, e incluso había formado una junta revolucionaria que lideraba, secundado por José Camilo Crotto, Delfor del Valle y Ramón Gómez.



El objetivo inicial era que este movimiento revolucionario estallara el 10 de septiembre de 1904, durante el gobierno de Julio Roca. Pero la revolución debió postergarse. El gobierno sospechaba y había tomado algunas medidas preventivas. Yrigoyen, único que conocía toda la trama revolucionaria, decidió esperar el momento adecuado.




El 12 de octubre de 1904, Roca completó su mandato presidencial y entregó la presidencia a su sucesor, Manuel Quintana. Por su parte, Yrigoyen les explicaba a sus correligionarios que no se trataba de una revolución contra una persona sino contra "el Régimen", por lo que poco importaba si se iniciaba antes o después.



Finalmente, en la madrugada del 4 de febrero de 1905, el movimiento revolucionario cívico-militar, que se venía preparando desde principios de 1904 por los dirigentes de la Unión Cívica Radical y aliados dentro del Ejército, se inició en la Capital Federal, Bahía Blanca, Mendoza, Córdoba, Rosario y Santa Fé.



En la Capital Federal, el elemento clave del complot era la toma del Arsenal, desde donde se distribuirían armas a grupos de militantes radicales. Sin embargo, una infidencia permitió al gobierno conocer el plan revolucionario. El general Carlos Smith, jefe del Estado Mayor, en colaboración con el coronel Rosendo Fraga, jefe de policía de la Capital Federal, se anticipó y se hizo fuerte en el Arsenal, impidiendo el levantamiento de los vecinos regimientos 1 y 10 de infantería. De esta forma evitó que grupos de revolucionarios civiles fueran provistos de armamento. Sin esas armas el plan estaba destinado a fracasar. Si bien en las jornadas previas el caudillo radical había advertido la posibilidad de un fracaso, ya era tarde para dar la contraorden. No obstante, lo ocurrido en el Arsenal no fue suficiente para detener a centenares de militantes radicales que, durante toda la madrugada, atacaron numerosas comisarías de la ciudad.



El gobierno del presidente Manuel Quintana, que conocía los planes revolucionarios, reaccionó con rápidas medidas: declaró el estado de sitio en todo el país por los próximos noventa días, y estableció la censura de prensa. La policía, leal al gobierno nacional, allanó decenas de edificios en busca de revolucionarios. Tan sólo algunas tropas del 9 regimiento de Infantería marcharon hacia Buenos Aires desde Campo de Mayo, pero poco después se dispersaron. Las tropas leales y la policía recuperaron pronto las comisarías tomadas por sorpresa y los cantones revolucionarios. Al mediodía del 4 de febrero la revolución en la Capital Federal había sido vencida completamente.




Pero no ocurría lo mismo en otros lugares del país.  El levantamiento había tenido éxito en Mendoza, Córdoba y Bahía Blanca, donde los civiles habían contado con el apoyo de varios regimientos militares. En Mendoza, toda la guarnición militar se sumó al alzamiento junto a un regimiento de artillería de montaña de San Juan. Estas tropas proveyeron armas a los civiles que se identificaban con sus boinas blancas. Los revolucionarios atacaron la capital mendocina, se llevaron 300.000 pesos del Banco Nación y atacaron los cuarteles defendidos por el teniente Basilio Pertiné. El gobierno mendocino y algunos militares intentaron resistir en la Casa de Gobierno pero depusieron las armas. José Néstor Lencinas, jefe de la Junta Revolucionaria, constituyó un gobierno provisional luego de derrocar al gobernador constitucional Carlos Galigniana Segura.




En Córdoba, las tropas militares al mando del coronel Daniel Fernández se movilizaron desde las primeras horas de la madurgada y comenzaron a moverse luego de una arenga del coronel Fernández, en la que dijo: “¡Soldados: vamos a realizar una cruzada trascendental! Para la argentinidad próxima a morir, que es el reverso de Caseros y Pavón”!




Las tropas militares rebeldes tomaron la Jefatura de Policía, coparon la ciudad capital y se enfrentaron contra las tropas leales al gobernador Olmos, dirigidas por el coronel Gregorio Vélez. Las hostilidades, duraron hasta el mediodía y arrojaron varios muertos de ambos bandos. Una vez finalizados los comabates, derrocaron al gobierno de José Vicente Olmos para imponer un gobierno provisional al mando del coronel Daniel Fernández, acompañado por Abraham Molina y Aníbal Pérez del Viso como ministros. La proclama difundida en Córdoba marca el tono de los revolucionarios radicales: "... ha llegado el día en que termina el régimen oprobioso que ha dominado el país desde hace 30 años, cubriéndolo de ignominia ante propios y extraños".



En Córdoba, los revolucionarios radicales tomaron como rehenes al gobernador Olmos, al vicepresidente José Figueroa Alcorta, que por casualidad se hallaba en Córdoba, al diputado Julio Roca, hijo del general Julio Argentino Roca, a Francisco J. Beazley, que regresaba de actuar como interventor en San Luis, a Felipe Yofre, exministro del Interior durante la presidencia de Roca, al Barón Antonio Demarchi, yerno del expresidente Roca, entre otros funcionarios y dirigentes políticos de la oposición.



Los radicales también se dirigieron hacia la estancia La Paz, propiedad de Julio Argentino Roca, para intentar detener al expresidente, pero Roca, que había sido advertido de que los revolucionarios se dirigían hacia su estancia, logró escapar de ser tomado prisionero y se dirigió a la vecina provincia de Santiago del Estero.



En Rosario las tropas militares radicales marcharon desde San Lorenzo hacia Rosario, donde grupos civiles habían tomado la estación del Ferrocarril Central Argentino. En Rosario también se produjeron intensos combates en la zona del Arroyito. Sin embargo, conocido el fracaso de la revolución en Buenos Aires, las tropas sublevadas retornaron a sus cuarteles, y abandonaron a su suerte a los civiles.



Las tropas sublevadas en Bahía Blanca y otras ciudades del interior ni tuvieron perspectiva, ni hallaron eco en el pueblo. El presidente Manuel Quintana empleó la misma táctica usada en 1893 para sofocar el movimiento radical; el estado de sitio se convirtió en ley marcial. Pese a los éxitos iniciales en Córdoba y Mendoza, el gobierno nacional mantenía la situación bajo control y envió tropas desde diferentes puntos del país para reducir los focos revolucionarios.



La intentona revolucionaria no había prosperado en las otras provincias, y los radicales cordobeses quedarían solos en la lucha. En búsqueda de una salida a la difícil situación, el ministro revolucionario Aníbal Pérez del Viso llevó al vicepresidente Figueroa Alcorta hasta las oficinas del telégrafo, donde le hizo establecer comunicación con el presidente Manuel Quintana. Una vez realizada la misma, Pérez del Viso tomó el lugar de Figueroa Alcorta y comenzó a proponer distintas soluciones, que obviamente protegían a los insurrectos. Los revolucionarios llegaron a solicitarle al presidente Quintana su renuncia a cambio de la vida del vicepresidente Figueroa Alcorta, sin embargo el presidente no cedió y la amenaza no fue ejecutada.


Al acercarse las poderosas columnas encabezadas por los generales Lorenzo Winter e Ignacio Fotheringham, los revolucionarios en Córdoba y Mendoza comenzaron a dispersarse. Finalmente la Junta Revolucionaria Radical decidió deponer las armas para evitar más derramamiento de sangre. El 8 de febrero, no quedaba ningún foco revolucionario en toda la República. Inmediatamente, el gobierno del presidente Manuel Quintana, detuvo y mandó a enjuiciar a los sublevados, que fueron condenados con penas de hasta 8 años de prisión y enviados al penal de Ushuaia, muchos otros se exiliaron en Chile o Uruguay. En el caso de los militares, quienes se plegaron al alzamiento perdieron sus carreras.



La represión se llevó a cabo contra los revolucionarios radicales y simultáneamente contra el movimiento obrero, los socialistas y sus organizaciones, su prensa, etc, aunque ellos no había tenido ninguna vinculación con el movimiento del 4 de febrero. Fueron detenidos centenares de gremialistas, la prensa socialista y anarquista fue prohibida, se allanaron los locales de los periódicos La Vanguardia y La Protesta, entre otros, y los locales sindicales fueron clausurados.



Después de los sucesos del mes de febrero, Quintana se dirigió al Congreso y dijo al respecto: "Al recibir el gobierno conocía la conspiración que se tramaba en el Ejército y por eso dirigí aquella incitación para se mantuviera extraño a las agitaciones de la política invocando al mismo tiempo el ejemplo de sus antepasados y la gloria de sus armas. Una parte de la oficialidad subalterno no quiso escucharme y ha preferido lanzarse a una aventura que no excusa la inexperiencia ante los deberes inflexibles del soldado".




Luego de la derrota de la revolución, Yrigoyen se retiró a la clandestinidad ya que era buscado por las autoridades nacionales y durante meses no se tuvo noticias sobre su paradero. Finalmente, el 19 de mayo, se presentó ante la Justicia para asumir su responsabilidad como jefe máximo de la Junta Revolucionaria.



La revolución fue derrotada, pero desencadenaría una corriente de cambio institucional dentro del oficialismo que ya no podría ser detenida. El Partido Autonomista Nacional se había dividido, y tanto Carlos Pellegrini como Roque Sáenz Peña, principales referentes del nuevo Partido Autonomista, fundado en 1903, comprendían la necesidad de realizar profundos cambios institucionales si se pretendía contener el creciente conflicto social y político.




Aunque por el momento las hostilidades contra el gobierno nacional seguían en alta y el 11 de agosto de 1905 se produjo un atentado contra Quintana, mientras se dirigía en su carruaje a la Casa de Gobierno, un hombre dispara varias veces contra el presidente sin lograr hacer fuego. El coche siguió su marcha, y los agentes de custodia detuvieron al agresor, que resultó ser un obrero catalán llamado Salvador Planas y Virella, simpatizante anarquista, que actuó por iniciativa propia.



En marzo de 1906 fallece el presidente Manuel Quintana y es reemplazado en el cargo por José Figueroa Alcorta, quien hasta entonces era el vicepresidente de la Nación y se inclinaba políticamente hacia el pellegrinismo. En junio de 1906, Figueroa Alcorta y Pellegrini impulsan una Ley del Olvido, para ofrecer una amnistía general a todos los radicales participantes de la revolución del año anterior, desterrados en Uruguay y Chile o que se hallaban ocultos o presos.



En los años que siguieron, el radicalismo fue creciendo en apoyo entre los sectores de la incipiente clase media de la Capital Federal y del interior, especialmente entre aquellos jovenes profesionales, hijos de inmigrantes. También cambió la composición social de la dirigencia radical con respecto a aquella de la década de 1890. La mayoría de sus dirigentes pareció provenir mayormente de fdamilias que habían llegado al país en fechas recientes y que habían tenido poca o ninguna participación en política. En comparación a aquella luego de la Revolución del Parque, en donde sus dirigentes provenían de familias tradicionales del país.



El sistema político también fue cambiando en aquellos años, cuando un sector de la clase dirigente decidió una apertura y una transformación de las reglas de juego de la política. Los reformistas encabezados por el presidente Figueroa Alcorta creían en la necesidad de promover una reforma electoral que estableciera un gobierno realmente representativo. Y la reforma electoral finalmente llegó, en 1912, de la mano de Roque Sáenz Peña. Cuatro años después, el 12 de octubre de 1916, el líder de la revolución de 1905, Hipólito Yrigoyen, asumía como presidente de la Nación.