jueves, 4 de julio de 2024

Biografía: Eustoquio Frías, el granadero de San Martín que llegó a general

El granadero Eustoquio Frías que llegó a general







EL 20 DE SEPTIEMBRE DE 1801, EN CACHI, SALTA, NACE EUSTOQUIO FRÍAS, GRANADERO DE SAN MARTÍN, QUIEN LLEGARÍA AL GRADO DE TENIENTE GENERAL DEL EJÉRCITO ARGENTINO, Y FUE EL ÚLTIMO GRANADERO QUE VIO BUENOS AIRES: "...LA PATRIA ERA POBRE Y YO TAMBIÉN."

Eustoquio Frías fue el último de los jefes del Ejército de los Andes que vio Buenos Aires. Un día le preguntó el presidente de la Nación Argentina, Caros Pellegrini, si aún conservaba alguna de sus espadas usadas en las campañas Libertadoras, y Frías le contestó con voz pausada: "No, aunque he cuidado mucho mis armas, porque la Patria era pobre y yo también. El sable que me regaló Necochea en Mendoza, lo rompí en Junín. Ya estaba algo sentido...."
Nacido el 20 de septiembre de 1801 en Cachi, Salta, Virreinato Español del Río de la Plata, era hijo del comandante Pedro José Frías Castellanos, que perdió una pierna en la batalla de Tucumán, y de la patriota María Loreto Sánchez Peón y Ávila, junto con Juana Moro una de las líderes de la organización de espionaje constituida por las salteñas. En esa batalla, por orden del mismo general Manuel Belgrano, el niño se dedicó a alcanzar agua a los soldados de la artillería patriota.



Tuvo contacto por primera vez con el Regimiento de Granaderos a Caballo en 1814, época en que el entonces coronel José de San Martín era Jefe del Ejército del Norte, y juró que algún día iba a pertenecer a mismo. Cuando su familia se mudó a San Juan, antes de cumplir los 15 años se incorporó como cadete a los Ganaderos, en marzo de 1816, gracias al padrinazgo del comandante Mariano Necochea, que había conocido a su padre durante las campañas del Alto Perú, aunque no participó en el Cruce de los Andes ni en la campaña de Chile.
No obstante en 1818 fue trasladado a Chile con el último Batallón de Granaderos y participó de la campaña de Chillán, o segunda del sur de Chile. Hizo la campaña del Perú y participó de las campañas de la sierra, de Quito, de Puertos Intermedios y de Ayacucho, y en las batallas de Nasca, Cerro de Pasco, Callao, Riobamba y Pichincha, en todos los casos a órdenes del coronel Juan Lavalle.
Cuando Lavalle regresó a Lima, dejó los Granaderos a cargo de Frías, que los llevó hasta la capital peruana unos meses más tarde. Hizo toda la campaña del Perú, fue de la primera y segunda expedición a la sierra, a las órdenes de Arenales, se batió en Nazca y en cerro de Pasco. Concurrió al asalto del Callao, a la campaña de Quito y fue uno de los noventa y seis granaderos con que Lavalle cumplió la hazaña de Riobamba. Lo condecoraron en Pichincha. Volvió a Lima conduciendo a los granaderos que habían quedado en la capital del Ecuador. A mediados de enero de 1823 combatió en Chunchanga, donde una bala le cruzó el brazo derecho. En 1824 formó entre los 120 granaderos que se incorporan al Ejército de Simón Bolívar en Huarar. Con ellos llegó hasta la batalla de Junín.
En la batalla de Ayacucho fue una de las 80 lanzas, todas en manos de granaderos argentinos, que participaron en la victoria; y allí fue herido de un bayonetazo en la rodilla.
Regresó a la Argentina en diciembre de 1825, como bien se reflejó el 25 de diciembre de 1825 cuando se publicó la noticia de que había llegado a Mendoza, conducido por el coronel Félix Regado (o Bogado), el "resto del Ejército de Los Andes, después de nueve años de campaña", y se dio la lista de los diecinueve o veinte "sobrevivientes", entre los cuales figuraba el portaestandarte Eustoquio Frías. Estos restos del Regimiento de Granaderos arribaron a Buenos Aires en febrero de 1826, y allí la unidad fue disuelta; no obstante Frías se incorporó a la campaña del Brasil en el Regimiento de Caballería N° 16, a órdenes de Olavarría, luchando en el Ombú. En la batalla de Ituzaingó combatió a órdenes del coronel Juan Lavalle, siendo ascendidos ambos al término de la batalla; Lavalle alcanzó el grado de general, y Frías el de capitán.



A su regreso a Buenos Aires, acompañó a Lavalle en la revolución contra Manuel Dorrego y en la guerra contra Juan Manuel de Rosas; luchó en Navarro y Puente de Márquez. Permaneció en Buenos Aires cuando Lavalle se exilió, y fue destinado a la frontera oeste con los indígenas.
A fines de 1830, cuando se estaba organizando la campaña contra la Liga del Interior, Frías fue convocado para la misma. Pero escribió al gobernador Rosas, pidiéndole su pase a retiro, ya que, según su puño y letra, "pertenezco al partido contrario al de V.E. y mis sentimientos tal vez me obliguen a traicionarle, y para no dar un paso que me desagrada, suplico a V.E. se digne concederme el retiro."
Rosas lo llamó -según Ibarguren- para manifestarle "que le agradaba su franqueza", le donó quinientos pesos, le concedió el retiro y le aseguró que en caso de necesidad lo buscara -"no al gobernador, sino a Rosas"- pues no lo iba a olvidar.
Permaneció en Buenos Aires, dedicado al comercio. Cuando la presión de los partidarios de Rosas se hizo insostenible, en 1839 se exilió en Montevideo, desde donde pasó a la provincia de Entre Ríos, incorporándose al ejército de Lavalle.
Fue uno de los oficiales del segundo ejército correntino contra Rosas, combatiendo en las batallas de Don Cristóbal, Sauce y Quebracho Herrado. El general Lavalle lo nombró segundo jefe de la división del coronel José María Vilela, destinada a la campaña de Cuyo, con el grado de teniente coronel. En la derrota de Sancala fue tomado prisionero y conducido a pie hasta Buenos Aires.
Durante ocho meses permaneció encerrado en un calabozo del cuartel de Retiro, hasta que fue liberado por pedido expreso del jefe de la escuadra francesa del Río de la Plata.
En marzo de 1842 se fugó a Montevideo, donde participó de la defensa de la ciudad durante el sitio impuesto por el general Manuel Oribe. Luego pasó a Corrientes a órdenes del general José María Paz, y se quedó allí después de las desavenencias entre éste y los Madariaga. Participó en la batalla de Vences y (tras la derrota) huyó al Paraguay.
Regresó al Uruguay cuando le llegó la noticia de la rendición de Oribe. Se incorporó al Ejército Grande de Urquiza y participó en la batalla de Caseros. Apoyó la revolución del 11 de septiembre de 1852 y la defensa contra el sitio de Buenos Aires impuesto por los federales.
Fue destinado como comandante a la frontera oeste, con sede en Salto, y realizó varias campañas contra los indígenas a órdenes de Emilio Mitre. Mandó en jefe una importante campaña hacia la sierra de la Ventana en 1858, que no obtuvo resultados satisfactorios.
Participó en la victoria porteña en la batalla de Pavón, tras la que fue ascendido al grado de general, y regresó a la frontera.



No fue admitido en la guerra del Paraguay por su avanzada edad, salvo en breves misiones de intendencia y administración. Después de la batalla de Tuyutí fue ascendido al grado de general de división. Pero, ¡molesto porque no se le permitía luchar!, pidió el pase a retiro.
Fue ascendido a teniente general en retiro en 1882. Dos años más tarde, fue nombrado comandante de la Guarnición Militar Buenos Aires, un cargo puramente administrativo.
Destaca de esa época una fotografía de él junto a un moreno asistente, tomada por Witcomb, pudiéndose leer al dorso de la misma “Dedicada en recuerdo de amistad a la amable y simpática señorita Brígida López”, y firmada “Eustoquio Frías”, con fecha: “Buenos Ays. Enero 28 de 1886”.
Aún ocupaba el cargo de comandante de la Guarnición Militar Buenos Aires cuando se sucedió la golpista revolución radical de 1890, pero no tuvo actuación alguna en la misma. Pasó definitivamente a retiro en diciembre de ese año.
Falleció en Buenos Aires el 16 de marzo de 1891, descansando sus restos durante 40 años en el Cementerio de la Recoleta, hasta ser trasladados a la ciudad de Salta, donde aún permanecen hoy, en el Panteón de las Glorias del Norte, de esa ciudad.


miércoles, 3 de julio de 2024

Patagonia Argentina: ¡Butch Cassidy, Sundance Kid y Ethel Place!

¡Butch Cassidy, Sundance Kid y Ethel Place…

Mateando en la Patagonia!
La Wild Bunch, EEUU.




Luego de asaltar el First National Bank of Winemuca, Nevada, cometido el 19 de setiembre de 1900 por la Wild Bunch, cinco de sus miembros se toman en Fort Worth, Texas, la famosa fotografía que recorría el mundo.



 A comienzos  del año siguiente Butch, Sundance y Ethel se reúnen en Nueva York. Luego de comprar en la casa Tiffany un reloj de oro para Ethel y de que ella  y el Sundance se retrataran en la casa de De Young [ver foto], el trío se embarca a fines de febrero de 1901, en el vapor británico Herminius, bajo los nombres de Santiago Ryan, Harry Place y Ethel Place. En marzo arriban a Buenos Aires donde, luego de visitar al vicecónsul de los  EEUU, George Newbery, se dirigieron por consejo de éste para establecerse como ganaderos en la Patagonia.


El “Lejano Sur argentino”

A comienzos de 1901, Butch Cassidy, el Sundance Kid y Ethel Place, se instalan como respetables ganaderos de Cholila, paraje ubicado al noroeste del Territorio del Chubut, entre la Colonia 16 de Octubre (Trevelin) y el Valle Nuevo (El Bolsón).


El paraje contaba por entonces con muy pocas familias pobladores. Sobre la margen izquierda del río Blanco o Cholila construyen una cabaña al estilo norteamericano,  con troncos acostados y techo a dos aguas de tejuelas de ciprés, piso natural y cielo raso de arpillera empapelada, paredes también empapeladas, puertas con marcos y ventanas guillotina de buena calidad. La casa principal constaba de tres habitaciones, en las que se alojaba el matrimonio Place.

Cartas y fotos desde la Patagonia

En la Estancia, había una cuarta habitación en otra cabaña ubicada detrás de la principal, como se alcanza a ver sobre la derecha de la foto de los jinetes, que los bandoleros enviaron a sus parientes de los EEUU y a los Jones del Nahuel Huapí.



Desde Cholila Butch escribiría la famosa carta a su amiga Mrs. Davies, fechada en Cholila el 10 de agosto de 1902, en la que le cuenta:  "(...) Probablemente le sorprenderá tener noticias mías desde este país tan lejano, pero los Estados Unidos me resultaron demasiado pequeños durante los últimos años que pasé allá (...) otro de mis tíos murió y dejo 30.000 dólares a nuestra pequeña familia de tres miembros. Tome, pues, mis 10.000 dólares y partí para ver un poco más del mundo".  Lo del tío muerto era un eufemismo por el robo al First National Bank of Winemuca.
Al año siguiente el trío se toma una fotografía sobre la parte posterior de la cabaña. La foto, conocida como “Te Party”, ya que aparentemente Ethel estará sirviendo el té a sus compañeros. La foto habría sido enviada por el Sundance a su hermana Samanna Logabaugh. Una copia de la misma, perteneciente Paul Ernst, descendiente de los Longabaugh, fue publicada por primera vez en 1992, por su esposa Donna Ernst, en su libro “Sundance. My Uncle”, y reproducida en nuestro artículo “Back at the Ranch”, publicado en True West. Lamentablemente dicha copia era de muy baja definición…



¿“Te Party” o “Mate Party”? -  ¡Una novedosa y reveladora imagen!
Recientemente, una copia de mucho mejor calidad que la imagen citada, fue publicada en la nota “Etta Place, the Sundance Kid and Williamsport, Pennsylvania”, en el Williamsport Sun-Gazette (May 20, 2023). En ella se puede notar claramente que en realidad no se trataría de un  "Te party", sino un "Mate Party”, o en criollo…

“Una mateada patagónica”:

Efectivamente, lo que Ethel tiene en la mano no es una taza de té, sino una calabaza para mate, de la cual sale hacia arriba una bombilla! Debajo del recipiente en el cual va a servir, no parece haber un platito sino una servilleta (seguramente por si chorrea el agua que va a introducir en el agujero del mate). Y lo que sostiene con la mano derecha no sería una tetera, sino una pava. Además la forma que tiene Ethel de tomar la pava para servir el líquido, con la palma de la mano hacia arriba asiendo el mango de la pava desde abajo,  es la típica forma en que los pobladores patagónicos acostumbraban  a cebar el mate.
Como se observa, el trío ya había adquirido algunas de las costumbres patagónicas…  El 15 de febrero de 1902 Place y Ryan adquieren “dos kilogramos de yerba, uno de azúcar y una bombilla”, según quedó registrado en el libro Diario del Boliche Viejo [ver imagen], que Jarred Jones poseía en su Estancia, ubicada cerca de la salida del Nahuel Huapí al río Limay (Edith Jones, comunicación personal, y Ricardo Vallmitjana, 1997 y 2004).

Detalles de la cabaña

Finalmente se puede observar que lo que en la imagen original se veía como una superficie borrosa, se trata en realidad de un gran hueco de la cabaña. Sobre el hombro izquierdo del Sundance se puede ver el perfil, el grosor, de la pared de troncos. Y sobre el perro negro se ve el otro borde del hueco.
Siempre se ha creído que la habitación posterior habría sido agregada por los habitantes posteriores... Pero ese hueco en medio de la cabaña, con el trío posando delante, nos hace pensar que tal vez ellos estuvieran preparando para construir dicha habitación posterior, la que se observa en la foto tomada por @Michael Bell en 2007.




Nota:

Agradecemos a @Daniel Buck y @Anne Meadows que nos alertaron sobre la publicación del Williamsport Sun-Gazette, que el lector puede ver en el link indicado al pie. Si bien el artículo es un tanto confuso y sus datos pueden no ser del todo correctos, la fotografía del trio es una fuente extraordinaria y publicada por primera vez!
(www.sungazette.com)
Por: Marcelo Gavirati
Sitios web y enlaces sociales:
(https://acortar.link/kaYElU)
(https://buscadospatagonia.blogspot.com)

domingo, 30 de junio de 2024

Argentina: El aquilombado historial del Boeing 737 LV-JNE de Aerolíneas Argentinas


Aviones con historia: la dura vida del 737 LV-JNE de Aerolíneas Argentinas

Raul Viorel Moga




Hay aviones que «tienen suerte», pues son entregados a una aerolínea tras salir de la planta de montaje y pasan toda su vida útil volando para dicha aerolínea, sin sobresaltos y sin periplos. Pero, el 737 protagonista de nuestra historia no tuvo esa suerte.




El sexto 737 de Aerolíneas Argentinas


O el séptimo, según se mire. La aerolínea de bandera argentina recibió el 24 de enero de 1970 un Boeing 737-200 alquilado de Britannia Airways, probablemente para preparar la llegada de sus propios aviones. Esta unidad, registrada como G-AVRL estuvo volando en Argentina apenas tres meses, pues el 28 de abril fue devuelto a su dueño.


Pero si, el LV-JNE fue el sexto 737-200 recibido directamente por Aerolíneas Argentinas el 2 de octubre de 1970 y también fue el último avión recibido ese año, dado que el siguiente no llegaría hasta el 8 de octubre de 1971. Además, fue el segundo combi de la compañía, es decir, podía llevar tanto carga como pasajeros.

Al incorporarse a la flota de la aerolínea, recibió el nombre de «Ciudad de Trelew», dado que la compañía decidió nombrar a sus primeros 737 con nombres de ciudades de Argentina.

Primer susto: 1973

Cuando apenas había cumplido tres años en la flota de la compañía, nuestro 737 protagonista sufrió un primer susto: fue secuestrado en pleno vuelo.

El avión partió el 20 de octubre de 1973 del aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires con destino al aeropuerto de Salta, en el noroeste del país. A bordo se encontraban en ese momento 49 pasajeros y 7 miembros de la tripulación. En pleno vuelo, 4 pasajeros de origen uruguayo secuestraron el avión, obligándolo a tomar tierra en el aeropuerto de Tucumán, un poco más al sur de Salta.

Los secuestradores exigieron que el avión fuera repostado con la intención de volar a Lima, en Perú, desde donde volverían a repostar para llegar a Cuba. Sin embargo, las autoridades negaron el repostaje al avión y los secuestradores obligaron a la tripulación a volver a despegar.

Poco después, el avión tomó tierra en el aeropuerto de Yacuiba, una ciudad boliviana que literalmente está en la frontera con Argentina. El avión permaneció en tierra durante 4 días, un tiempo durante el cual los secuestradores fueron liberando rehenes hasta un total de 38 personas de las (sin contarlos a ellos) 53 que se encontraban a bordo del avión. Finalmente el 24 de octubre se rindieron cuando se les prometió que podrían abandonar el país.


Y nuestro 737 protagonista volvió al servicio comercial.


Segundo susto: 1975

La mala suerte se volvió a cernir sobre nuestro protagonista con otro secuestro en pleno vuelo. Esta vez, el 737 estaba realizando el vuelo 706 de Aerolíneas Argentinas el 5 de octubre de 1975. Se trataba de un vuelo regular entre las ciudades de Buenos Aires y Camba Punta pero, en medio del vuelo, un comando de la guerrilla peronista Montoneros secuestró el avión, desviándolo al aeropuerto de El Pucú.

Una vez en tierra, desalojaron a los 102 pasajeros que se encontraban a bordo del avión, pero mantuvieron cautiva a la tripulación con la intención de volar a Brasil. Antes de dirigirse a Brasil, los secuestradores desviaron el avión a Formosa para permitir el embarque de otro grupo guerrillero. Sin embargo, el avión no tuvo suficiente combustible a bordo, por lo que acabó aterrizando en un campo de cultivo cerca de la localidad de Rafaela, en la provincia de Santa Fe.


  Foto del Boeing 737-200 de Aerolíneas Argentinas LV-JNE despegando desde el campo de cultivo.


Los secuestradores consiguieron escapar, pero el avión se quedó en un terreno empantanado. El Batallón de Ingenieros de Construcciones de Santo Tomé construyó una pista con planchas metálicas de 600m de largo y 30 de ancho. El avión se aligeró lo máximo posible y los pilotos de Aerolíneas Argentinas consiguieron sacarlo en vuelo el 22 de octubre, 17 días después del secuestro. Sobre este hecho os hemos hablado en este otro artículo.

Y nuestro 737 protagonista volvió al servicio comercial (tras una revisión).

Tercer susto: 1978

Cuando todavía no se habían olvidado los dos primeros secuestros, nuestro 737 sufrió otro susto, esta vez más serio. El avión estaba realizando el vuelo AR665 entre Bahía Blanca y el aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires. Todo transcurrió de forma normal hasta la aproximación.

Cuando el avión se encontraba a pocas millas de aterrizar, comenzó a sonar a bordo la alarma de tren de aterrizaje no bajado. La tripulación decidió apagar dicha alarma para que dejase de sonar y tomaron tierra. Pero, si la alarma suena es por algo y en este caso era porque efectivamente el tren no estaba abajo, por lo que el 737 acabó tomando tierra sin el tren de aterrizaje.

A bordo se encontraban 99 pasajeros y 6 miembros de la tripulación, resultando heridos leves 6 pasajeros, aunque un pasajero falleció poco después por un paro cardíaco. Se achaca al estrés sufrido en este suceso.

Después de una larga reparación, nuestro 737 protagonista volvió al servicio comercial, una vez más.


Cuarto susto: el definitivo, 1992.

En 1992 nuestro protagonista sufrió un accidente que lo dejaría fuera de servicio, con un final que no merecía. El 20 de noviembre estaba operando el vuelo AR8525 entre San Luis y el aeropuerto Jorge Newbery. A bordo se encontraban 107 pasajeros y 6 miembros de la tripulación.

La historia, sin embargo, comienza al final del vuelo AR8524 entre Buenos Aires y San Luis con escala en Córdoba. El avión había completado el vuelo entre Córdoba y San Luis de forma normal, pero el aterrizaje en este último aeropuerto fue demasiado duro, por lo que la tripulación pidió revisar el tren del aterrizaje.


Un video grabado poco antes del accidente:



Estando todo normal, el avión se dispuso a despegar de vuelta a Buenos Aires. El avión rodó a la pista 18 para despegar, pero durante la carrera de despegue los neumáticos del tren principal derecho sufrieron problemas: el número 4 explotó y el número 3 perdió presión (había sufrido daños en el aterrizaje y comenzó a rajarse).

El avión comenzó a desviarse hacia la derecha cuando ya había superado V1, pero los pilotos decidieron abortar el despegue aplicando la máxima potencia de frenado, lo cual no fue suficiente pues el avión acabó saliéndose de la pista. Se detuvo a 125m del umbral de la pista y se procedió a evacuar a los pasajeros.

En este punto, hay algo de confusión puesto que algunas versiones aseguran que los bomberos utilizaron al menos uno de los camiones para llevar a los pasajeros a la terminal. Otros aseguran que el camión no tenía espuma y que luego se quedó sin agua. Sea como fuere, unos minutos después de la salida de pista, la aeronave comenzó a arder por el ala derecha, siendo declarado el avión como destruido sin reparación posible.

  Aerolíneas Argentinas mantuvo al 737-200 en servicio hasta el año 2009, casi 4 décadas después de haber introducido el modelo. Foto: Patrick Mutzenberg.


No hubo heridos de consideración, pero nuestro protagonista quedó destruido tras cumplir 22 años de servicio con la compañía argentina, después de varias incidencias que la mayoría de los aviones de pasajeros, por suerte, no tienen que afrontar.

Aerolíneas Argentinas retiró de servicio el último de sus 51 Boeing 737-200 en el año 2009, tras casi 4 décadas en servicio con la compañía. Pero, sin duda, «El Mufa» como fue apodado, ha quedado en la memoria colectiva por los incidentes en los que se vio envuelto y, sobre todo, por la hazaña de despegar de un campo de cultivo hace ya muchos años.

viernes, 28 de junio de 2024

Genealogía: La familia Bullrich

La familia Bullrich






Pocos saben que el apellido Bullrich, además de ser uno de las familias más aristocráticas argentinas, es de origen alemán.
Este apellido tan común de escuchar hoy día en estas pampas se remonta hacia el año 1803, cerca de Hannover nace August Bullrich. Era hijo de August Sigmund Bullrich y Frederike Reichel. Viajó al Brasil en tiempos de la guerra con la Provincias Unidas del Río de la Plata, dónde se incorporó al ejército como sargento, siendo tomado prisionero en la batalla de Ituzaingó y conducido a Buenos Aires, donde se radicó, estableciendo un almacén de productos importados. Este se encontraba en la actual esquina de Florida y Bartolomé Mitre, que adquirió en 1835. En marzo de 1842, junto con el alemán Karl Ziegler, también almacenero, estableció una fábrica de cerveza en la entonces plaza del Retiro, en una casa arrendada perteneciente a la familia Azcuénaga. Ambos hicieron grandes reformas en la propiedad que se encontraba en estado de destrucción y luego le vendieron a los señores Adam Fogel y Schmitz la fábrica de cerveza, transfiriéndole todos los derechos del contrato. Esta pequeña fábrica fue la primera en vender cerveza en envases de vidrio y otros de barro, además de tener un complejo sistema de refrigeración para que siempre se venda fresca.
 

Se casó con Baldomera María Rejas, con quien tuvo diez hijos, entre ellos Adolfo Bullrich, que fuera Intendente de la Ciudad de Buenos Aires. Murió en Buenos Aires el 22 de marzo de 1882.
En la imagen vemos a su hijo, Adolfo Bullrich, quien fuera intendente de la ciudad entre 1898 y 1902. A la edad de 8 años su padre August lo envía a estudiar a Alemania y a su regreso comenzó una exitosa carrera como abogado y comerciante. Fue fundador en 1867 de la casa de remates Adolfo Bullrich y Cía, en donde hoy se encuentra el Shopping Patio Bullrich.

Por: Guillermo Walter  - Alemanes y Descendientes en Argentina

jueves, 27 de junio de 2024

Guerra aérea sobre Cuba, 1956-59

Guerra aérea sobre Cuba 1956-1959

Contribuido por Krzysztof Dabrowski || ACIG



Cuando se mencionan las operaciones aéreas sobre Cuba, las más famosas que vienen a la mente son las de la crisis de los misiles cubanos de 1962 y el intento de invasión de Bahía de Cochinos un año antes; pero la más larga e intensa fue la campaña COIN que libraron las fuerzas de Batista contra la insurgencia de Castro. Esta guerra civil a menudo se pasa por alto, especialmente el lado aéreo de las operaciones, que es lo que este artículo analiza en detalle.



Decir que el corrupto y opresivo gobernante de Cuba, Fulgencio Batista, no era popular entre su pueblo es quedarse corto. Teniendo esto en cuenta, no debería sorprender que muchos quisieran sacarlo del poder y, dado que votar a Batista no era una opción, se intentaron otros medios. Uno de esos intentos fue realizado por Fidel Castro, quien encabezó un ataque contra el Cuartel Moncada en Santiago el 26 de julio de 1953. [1] Esta acción fracasó con la mayoría de los atacantes muertos o capturados y Fidel terminando en prisión. Sin embargo, en 1955 fue liberado como resultado de una amnistía y se fue a México, donde comenzó a preparar una expedición armada a Cuba. Antes de continuar hay que señalar que Castro no estaba solo en su deseo de lidiar con Batista y todo lo demás que defendía el dictador. Incluso hubo complots en el ejército como el que encabezó el coronel Barquin. Entre los conspiradores también se encontraba personal de la FAEC (el brazo aéreo de Cuba, ver más abajo), por ejemplo, el teniente Villafaña, que era piloto. El complot se comprometió en abril de 1956, pero se avecinaba un desafío aún mayor al gobierno de Batista. Terminadas sus preparaciones, una banda de rebeldes armados al mando de Fidel partió hacia Cuba en el yate “Granma”.

Antes de seguir adelante, el brazo aéreo de Cuba merece unas palabras. La FAEC (Fuerza Aérea Ejército de Cuba) era una organización semiautónoma equipada principalmente con aviones antiguos de la Segunda Guerra Mundial fabricados en EE. UU., Como el B-26 "Invaders" y el P-47 "Thunderbolts" (los únicos aviones eran T -33 entrenadores con capacidad de combate), transportes y otros tipos auxiliares, así como hidroaviones, también tenían un papel marítimo. Dado que Cuba tenía su propia escuela de aviación militar, no había escasez de aviadores entrenados. Las perspectivas para el futuro parecían, si no brillantes, que al menos seguras para los Estados Unidos que se ofrecieron a proporcionar cazas F-80 a sus propias expensas. Por lo tanto, se puede afirmar que según los estándares de Centroamérica y el Caribe, la FAEC era una fuerza capaz con una base sólida.


También se conocía una "Jarra" FAEC como los P-47 "Thunderbolts". La mayoría de las fuentes afirman que el brazo aéreo de Cuba recibió 29 fuselajes ex-USAF. Junto con los B-26 "Invaders", los P-47 formaron la columna vertebral de la fuerza de combate de la FAEC. A fines de la década de 1950, el P-47 se consideraba obsoleto, pero tales aviones propulsados ​​por hélice eran muy adecuados para las tareas COIN y, por lo tanto, eran exactamente el tipo que necesitaba la FAEC para luchar contra la rebelión de Castro. Un solo P-47 debería estar en exhibición en La Habana. (Colección Albert Grandolini)


Llega Granma

Volviendo a la expedición de Castro, el régimen cubano recibió información de que algo estaba pasando y actuó en consecuencia. Aviones de la FAEC patrullaban las aguas de la costa cubana con la esperanza de localizar a “Granma” y hacer frente a los rebeldes antes de que pusieran un pie en la isla. Sin embargo, esta vez la fortuna estuvo del lado de Castro, ya que a pesar de una búsqueda aérea intensiva, en relación con el tamaño y las capacidades de la FAEC, el barco lleno de rebeldes no se descubrió hasta que llegaron a Cuba el 2 de diciembre de 1956. El único resultado del esfuerzo de la Fuerza Aérea fue una Incidente vergonzoso cuando algunos pilotos felices dispararon "Thunderbolt" ametrallaron un barco hondureño cargado de plátanos causando una serie de bajas entre su tripulación. Finalmente, el “Granma” fue avistado desde el aire [2] varado cerca de la costa, pero en ese momento los rebeldes ya estaban en tierra. Ahora "sólo" tenían que marchar tierra adentro e iniciar una revolución. Era más fácil decirlo que hacerlo y los rebeldes pronto se agotaron. Sin molestarse en ocultar su presencia, Castro y sus hombres descansaron cerca de Alegría de Pío. Mientras tanto, la FAEC buscaba a los rebeldes desde el aire y, efectivamente, divisó al grupo. Sin perder tiempo, se desplegaron tropas terrestres en el área y también se convocaron ataques aéreos. A pesar de ver el avión de reconocimiento que, por supuesto, también debe haberlos visto, los insurgentes no tomaron ni siquiera las precauciones más elementales. Como resultado, fueron atrapados con los pantalones bajados y casi completamente aniquilados porque solo veintidós escaparon del ataque de las fuerzas gubernamentales. Sin embargo, como Fidel, su hermano Raúl y el "Che" Guevara estuvieron entre los afortunados, la rebelión no fue aplastada. A partir de entonces, los rebeldes serían mucho más cuidadosos, siempre esforzándose por evitar ser detectados desde el aire; la lección se aprendió de la manera difícil, pero seguramente se asimiló.

Si bien Batista afirmó que Castro fue asesinado y le hubiera gustado olvidarse de él, este último, mientras estaba abajo, no salió. Habiendo encontrado un paraíso seguro en Sierra Maestra montañas comenzó a organizar una insurgencia y pronto se hizo notar. El 16 de enero de 1957, los rebeldes atacaron un pequeño puesto de avanzada del ejército en La Plata. Siete soldados murieron o resultaron heridos; además, el botín que incluía armas, municiones y otro equipo militar también era de considerable importancia. Anticipando correctamente que el Ejército intentaría perseguirlos, los insurgentes prepararon una emboscada y, efectivamente, una patrulla del ejército entró directamente en ella y, como resultado, fue prácticamente aniquilada. Fueron victorias modestas en términos militares, pero su valor propagandístico no podía subestimarse. Sobre todo después de que Castro concediera el 17 de febrero una entrevista a Herbert Matthews del "New York Times", era imposible ignorarlo y mucho menos reclamar su muerte. Con el tiempo, los rebeldes hicieron otro movimiento militar. El 28 de mayo los insurgentes tomaron un puesto de avanzada del ejército ubicado en El Uvero. Como fue el caso con el ataque anterior de La Plata, los rebeldes tuvieron éxito y sufrieron solo pequeñas bajas. Se capturaron cantidades sustanciales de armas y municiones, así como otros suministros, y el efecto propagandístico fue incluso mayor que antes. Pero esto no fue todo: a juzgar por los pequeños puestos de avanzada que no se pueden defender en caso de ataques insurgentes, los militares desmantelaron los ubicados en áreas infestadas de rebeldes. Es necesario decir que esta decisión aumentó enormemente la libertad de movimiento de Castro.

Golpe fallido

Los insurgentes en Sierra Maestra no eran la única preocupación de Batista. De hecho, el dictador tuvo una escapada estrecha cuando el 13 de marzo de 1957 el Palacio Presidencial en La Habana fue atacado por rebeldes del Directorio Revolucionario. Los atacantes lograron sorprender, lograron penetrar en la residencia de Batista y estuvieron cerca de matarlo o capturarlo excepto que, por pura coincidencia, había salido de su oficina y se había ido a su departamento a causa de un dolor de cabeza. En una reacción tan típica de la mayoría de los dictadores, Batista ordenó una brutal represión que eliminó a la mayoría de los miembros del Directorio Revolucionario, pero mucha gente inocente también sufrió. Estos hechos tuvieron efectos secundarios importantes: el primero fue la eliminación de un grupo rebelde que potencialmente podría ser una competencia para Castro, mientras que la brutalidad del régimen aliena aún más a la población de Cuba. El fallido ataque al palacio no lo era todo para Batista. Mientras tanto, se formó una amplia conspiración que involucró a la Armada de Cuba, la Fuerza Aérea y miembros de grupos civiles descontentos con el estado de cosas. Dichos elementos iban a intentar el derrocamiento del dictador cubano en otoño de 1957. Esta rebelión estuvo bien planeada, o eso parecía, con ataques simultáneos de la Armada, las FAEC y conspiradores armados en el terreno que se llevarían a cabo en varios lugares de la isla. . Sin embargo, los conspiradores no coordinaron adecuadamente sus acciones y cuando el 5 de septiembre de 1957 la base naval de Caya Loco en Cienfuegos se rebeló, quedó prácticamente sin apoyo externo.

Cuando la noticia de la rebelión llegó a La Habana, el régimen ordenó a la Fuerza Aérea que reconociera a Caya Loco para averiguar qué estaba pasando exactamente. Dos B-26 con el Capitán Mario Zúñiga y el Capitán Agustín Piñeira Machín a los mandos realizaron la misión. La situación se hizo clara cuando ambos recibieron fuego terrestre que sufrió daños mientras sobrevolaban la base. Sin perder tiempo, Batista envió a las FAEC para bombardear a los rebeldes para que se sometieran. Los primeros en atacar fueron los P-47, pero fueron piloteados por pilotos que también estuvieron involucrados en la conspiración. No es de extrañar que el bombardeo no produjera resultados, ya que los pilotos lanzaron la artillería en el mar o en tierra, pero sin armar primero las bombas. Desafortunadamente para los interesados, todo esto fue presenciado por oficiales superiores de la FAEC que estaban observando la acción desde un C-47 orbitando cerca. Una vez que los "Thunderbolts" regresaron a la base, sus pilotos fueron castigados y puestos bajo investigación. Mientras tanto, la tarea de bombardear a los rebeldes fue encomendada a los “invasores”, tripulados por tripulaciones que no formaban parte del complot anti-Batista. Estos aviadores insistieron en sus ataques y dieron en el blanco. No en una pequeña parte debido al bombardeo, el Ejército pudo tomar Caya Loco a un costo de 33 hombres muertos en acción. Hubo 60 muertos entre los rebeldes mientras que 83 más fueron capturados. Estos últimos fueron sacados de Cienfuegos en aviones de transporte C-54 y posteriormente entregados en manos del aparato de seguridad.

En lo que respecta a la FAEC, la rebelión tuvo varias consecuencias negativas. Para empezar, los siguientes pilotos de “Thunderbolt” fueron convocados por la corte: Mayor Enrique Carreras Rolas, Mayor Mario J. Leon Gonzáles, Capitán Gastón Bernal y Fernández, Capitán Eduardo A. Ferrer, Capitán Jorge Perramón Spencer, Teniente 1º Rolando Cossío Soto, teniente 1º Lázaro Rey Moriña, teniente 1º Aurelio Martínez Leiro, teniente 2º Alvaro Prendes y teniente 2º Martín Klein Schiller; además, muchos otros aviadores fueron dados de baja del servicio. Esto no fue exactamente un refuerzo moral para la Fuerza Aérea y para colmo de males, Batista mostraría a partir de entonces abiertamente su desconfianza hacia la FAEC, aunque su reacción no es de extrañar. También se produciría una severa repercusión de los Estados Unidos. El equipo del arma aérea se fabricó prácticamente exclusivamente en EE. UU., Pero los estadounidenses opinaron que debería usarse para la defensa de Cuba y no para lidiar con los problemas internos de Batista. Por esta razón, Estados Unidos no proporcionaría más piezas de repuesto ni artillería y la FAEC también podría despedirse de los prometidos cazas F-80 [3].

Difundiendo la rebelión

Todo el tiempo, los rebeldes de Castro trabajaron por su objetivo de poner fin al gobierno del dictador. Intensificando sus esfuerzos propagandísticos el 24 de febrero de 1958 comienza a transmitir "Radio Rebelde" y con ello los insurgentes habían ganado la capacidad de transmitir directamente su mensaje al pueblo cubano. Poco después, el 1 de marzo, Raúl Castro, al frente de 67 hombres, marchó desde Sierra Maestra hasta Sierra Cristal al norte de Santiago con el objetivo de ampliar sustancialmente el área de insurgencia. Los rebeldes tampoco pasaron por alto la necesidad de aumentar sus filas y potencia de fuego. Esto último se lograría, entre otras cosas, mediante la compra de armas en el extranjero. Para traerlos al país se alquiló en Miami un costarricense C-46 (matrícula TI-1019C). El 30 de marzo de 1958, el transporte de Curtiss con Pedro Luis Díaz Lanz a los mandos entregó las armas y municiones que tanto necesitaban a Cienaguilla, que en ese momento estaba temporalmente bajo el control de Fiedel. Durante el aterrizaje, la aeronave resultó dañada y no pudo despegar. Por esta razón, una vez descargada la carga, los insurgentes incendiaron el avión. Debido a la falta de comunicaciones adecuadas entre los rebeldes, Raúl Castro con la banda de insurgentes bajo su mando dimensionó Moa y su pista de aterrizaje el 31 de marzo esperando que el transporte aterrizara allí. Por supuesto que nunca llegó porque para entonces sus restos ya ni siquiera ardían y Raúl con sus hombres se retiró con las manos vacías. A pesar de que esto y otras cosas sucedieron, hubo poca actividad militar aérea o general en el período de finales de 1957 y principios de 1958 que valga la pena mencionar. Sin embargo, como lo demostraron los acontecimientos posteriores, esto fue un momento de calma antes de la tormenta.

A fines de la primavera de 1958, las filas de los insurgentes aumentaron a unos 300 hombres armados. Obviamente Batista no pudo tolerar esto y los esfuerzos militares COIN se intensificaron visiblemente. Frente a fuerzas enemigas superiores, los rebeldes utilizaron tácticas de emboscada cuando la situación era favorable o evadieron a las tropas gubernamentales cuando no lo era. Gracias a su flexibilidad, los insurgentes pudieron contraatacar sin mermar su limitada fuerza. En la lucha contra los rebeldes, los aviones se utilizaron ampliamente para misiones de reconocimiento y ataque una vez que se localizó un objetivo. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, alrededor de 100 misiones se volaron solo en mayo, el FAEC demostró no ser tan efectivo como se esperaba, sobre todo porque el terreno difícil y la espesa vegetación perjudicaron el reconocimiento y mitigaron los resultados de los ataques aéreos. Para empeorar las cosas, los insurgentes capturaron un aparato de radio del Ejército completo con los códigos utilizados para las comunicaciones entre las fuerzas terrestres y el avión de apoyo. De esta manera, los hombres de Castro pudieron conocer los movimientos del enemigo a tiempo y ajustar sus acciones en consecuencia. Un simple cambio de frecuencias o códigos no podría resolver el problema para las fuerzas gubernamentales, ya que en el transcurso de los enfrentamientos librados, más equipo de comunicaciones y material de código caerían en manos de los rebeldes [4]. Gracias a la capacidad de interceptar las comunicaciones de las fuerzas gubernamentales, los rebeldes tendieron una emboscada a varias unidades del Ejército que se movían en carreteras previamente declaradas libres del enemigo por el reconocimiento aéreo de la FAEC. Frustrada por la incapacidad de lidiar con los insurgentes, la Fuerza Aérea cambiaría su modus operandi a un enfoque de "quitarse los guantes". Los transportes C-47 lanzaron un gran número de folletos aconsejando a la población civil que abandonara el área operativa, creando así una zona de fuego libre donde cualquier persona que se viera podría ser atacada de inmediato. Podría decirse que este movimiento tenía sentido desde un punto de vista puramente militar, pero produjo efectos propagandísticos adversos. No todo el mundo podía o quería salir de la zona de conflicto y, como resultado, aumentaron las bajas civiles resultantes de los bombardeos de las FAEC. Los rebeldes no perdieron el tiempo en explotar esto para sus propios fines.

El FAEC no fue un "ganador de la guerra" por sí mismo, pero tener tal activo le dio al lado del gobierno una ventaja obvia. Por lo tanto, no debería sorprendernos que Castro deseara tener aviones y se dispusiera a organizar una fuerza aérea propia. Las FAR [5], como se conocieron oficialmente, iban a estar equipadas con aviones civiles comprados en el mercado comercial que luego volarían a Cuba. Para ello los insurgentes construyeron una pista de aterrizaje en la finca "La Esmeralda" en las cercanías de Sagua de Tánamo. Este iba a ser el destino del primer avión rebelde, un Cessna 195 en Miami. Sin embargo, el aeródromo rebelde fue descubierto por aviones de la FAEC el 20 de junio. Al día siguiente, un C-47 en funciones de reconocimiento le dio al aeródromo una mirada más cercana. Posteriormente, la ubicación fue "visitada" dos veces por dos formaciones de naves mixtas, cada una de las cuales consta de un "Rayo" y un "Invasor". Al enterarse de los ataques aéreos de la FAEC en curso, Raúl Castro condujo hasta el lugar para inspeccionar personalmente la situación. Llegó justo a tiempo para que su jeep fuera ametrallado por un “Castor” que sobrevoló el lugar para observar los resultados del bombardeo. En lo que respecta al rebelde Cessna, nunca llegó al destino previsto para el avión que desarrolló problemas de motor y se estrelló en las cercanías de San Germán. Su tripulación compuesta por Orestes del Río y Guillermo Verdaguer tuvo la suerte de alejarse del incidente.

Mientras tanto, los rebeldes decidieron presionar a Batista jugando "la carta estadounidense". Fidel ya había acusado a Estados Unidos de violar su propio embargo al brindar apoyo a la FAEC a través de la base estadounidense en la Bahía de Guantánamo. Dado que esto no logró atraer suficiente atención de Estados Unidos, los insurgentes concluyeron que secuestrar a estadounidenses sí lo haría. Raúl Castro ordenó que esto se hiciera el 22 de junio y pronto los rebeldes tenían bajo su custodia a 50 estadounidenses, incluidos 28 militares estadounidenses. Fue un paso audaz pero al mismo tiempo arriesgado, pero los insurgentes manejaron la situación con mucha habilidad. Pretendiendo ser más anfitriones que tomadores de rehenes, los rebeldes pronto ganaron la simpatía de sus cautivos y consiguieron que el público estadounidense los escuchara [6]. Washington, obviamente, no podía ignorar la situación, especialmente que la opinión pública en aquellos tiempos todavía importaba y Batista era visto por la "América oficial" cada vez más como un problema.


Se muestra la aeromovilidad militar cubana. Aunque no fue un factor decisivo para ganar la guerra, todavía le dio al lado del gobierno una ventaja considerable. Teniendo en cuenta la postura bastante relajada de los soldados en la foto, parece que la foto fue tomada durante un ejercicio y no durante las operaciones de combate reales. Tenga en cuenta que se está cargando un jeep en el transporte (apenas visible detrás del ala), así como un pequeño avión de observación a la derecha. (Colección Albert Grandolini)


Operación "Verano"

Ante la situación, Batista se sintió obligado a actuar. De hecho, el ejército cubano trabajaba desde mayo en un plan denominado Operación Verano, que tenía como objetivo destruir a las fuerzas rebeldes en su bastión de Sierra Maestra, poniendo fin a la insurgencia de Castro de una vez por todas. Con este fin, se desplegaron no menos de 12 000 efectivos terrestres, así como recursos navales y de aviación. El primer ataque fue lanzado el 28 de junio de 1958 por dos batallones del Ejército que avanzaron desde el ingenio Estrada Palma hacia las montañas. Resultó que no llegaron muy lejos. A pocos kilómetros de su punto de partida, las tropas gubernamentales fueron emboscadas por fuerzas rebeldes al mando del "Che" Guevara. Los insurgentes lucharon hábil y agresivamente, lo que no se puede decir de sus adversarios, por lo que el avance se detuvo primero y luego se hizo retroceder y la retirada pronto se convirtió en una derrota. Habiendo analizado este revés, los militares cubanos concluyeron que marchar hacia las montañas presentaba demasiados peligros, por lo que sería más aconsejable acercar a las tropas al enemigo sin exponerlas primero a posibles emboscadas. Un desembarco marítimo parecía ofrecer tal posibilidad y se emprendieron los preparativos para llevar a cabo una operación de este tipo. El plan elaborado requería que un batallón de fuerza principal desembarcara en la desembocadura del río La Plata con dos compañías más desembarcando hacia el oeste. Simultáneamente, otro batallón se movería sobre tierra para completar una maniobra clásica de martillo y yunque. Se esperaba que, dado que los rebeldes se concentrarían en los desembarcos anfibios, el segundo batallón podría trasladarse a las montañas sin caer en una emboscada.

El plan se puso en vigencia el 11 de julio con la fuerza principal que comprende el Batallón No.18 del Ejército de Cuba desembarcando según lo planeado, pero cuando las dos compañías adicionales intentaron llegar al lugar de aterrizaje planeado, se encontraron bajo fuego de ametralladoras pesadas. Observando la situación desde un helicóptero, el general Cantillo que estaba a cargo del operativo les ordenó desembarcar en el mismo lugar que el cuerpo principal. Sin embargo, los problemas solo estaban comenzando porque después de moverse hacia el interior, el batallón reforzado fue rápidamente rodeado por los insurgentes. Esto no fue todo para el otro batallón que se suponía que atacaría por tierra se encontró con una resistencia decidida, no logró vencerla y se retiró. Resultó que, a pesar de que el número de rebeldes era limitado, Castro no los entregó a todos a la batalla, sino que dejó al "Che" y sus hombres en reserva. Una vez que las intenciones del enemigo quedaron claras, la fuerza entró en acción y logró controlar con éxito el avance del segundo batallón. Volviendo al batallón número 18, la posición de la unidad era difícil porque estaba rodeada. En vista de las probables emboscadas, se consideró que una operación de socorro por tierra no era una opción. Por esta razón, un esfuerzo intensivo de la Fuerza Aérea parecía la única forma de salvar a las tropas asediadas. El 15 de julio, la FAEC entró en acción, pero numerosas misiones de "Invaders" y "Thunderbolts", que expandieron grandes cantidades de artillería, incluidas municiones incendiarias para quemar la vegetación que protegía a los rebeldes, demostraron no ser suficientes. Para el 21 de julio, los soldados del gobierno ya lo tuvieron y depusieron las armas.

Como resultado de esta victoria, Castro se volvió demasiado confiado, lo que lo llevó a una situación peligrosa. Es decir, dado que resultó imposible derrotar a los rebeldes en las montañas, el ejército cubano trató de llevarlos a las tierras bajas. Los insurgentes mordieron el anzuelo persiguiendo a las tropas gubernamentales en retirada solo para que su cuerpo principal caminara directamente hacia los brazos de una fuerza enemiga superior. Para el 31 de julio, a pesar de los intentos de alivio realizados por el "Che", los rebeldes de Castro seguían inmovilizados. Al no ver otra salida, Fidel se ofreció a negociar con el régimen y, en un movimiento muy sorprendente, Batista accedió a iniciar las conversaciones [7]. Castro no tenía ninguna intención de negociar en serio, pero logró ganar tiempo suficiente para que los rebeldes se escabullieran en pequeños grupos de regreso al santuario de Sierra Maestra. Cuando las conversaciones fracasaron y el Ejército decidió dar el golpe final a los insurgentes, estos últimos ya se habían ido. No tener a nadie para luchar con las tropas no podía hacer más que retirarse a sus guarniciones. Para el 8 de agosto todo había terminado, pero para el ejército cubano, el resultado final fue mucho más que una simple retirada porque todo el ejército, desde los generales en la parte superior hasta los soldados rasos, estaba desmoralizado por su incapacidad para derrotar a los rebeldes. En contraste, los insurgentes celebraron como si hubieran vencido a las tropas gubernamentales en lugar de apenas haber logrado escapar de ellas. Podría decirse que la mejor manera de resumir los resultados de la Operación "Verano" es decir que el Ejército cubano no logró eliminar a los rebeldes que sobrevivieron para luchar otro día y, como lo demostraron los acontecimientos posteriores, ese día llegó pronto.

Antes de continuar, surge la pregunta obvia: ¿por qué fracasó la Operación "Verano" o, para decirlo con otras palabras, cómo fue posible que 12 000 hombres no pudieran derrotar a solo 300? Para empezar, las cifras son engañosas porque a la gran mayoría de las tropas se les tuvo que encomendar la tarea de bloquear el área operativa. Además, el terreno montañoso favorecía a los rebeldes y "canalizaba" los movimientos de tropas, lo que también limitaba el número de hombres que podían desplegarse para la batalla en cualquier lugar dado; lo que significa que no era posible utilizar más de uno o dos batallones para la lucha real con la excepción del combate final de la operación. Los propios soldados presentaron otro conjunto de problemas. Su nivel de formación era inadecuado ya que más de la mitad de ellos eran hombres reclutados poco antes. La mayoría se alistó en el ejército después de no encontrar un empleo civil en lugar de porque tenían un sentido de deber patriótico. Servir a un dictador impopular tampoco era un incentivo para luchar. En pocas palabras, no debería sorprendernos que hombres que carecían de formación y motivación fracasaran en su tarea. Como se demostró, las tropas no estaban a la altura del trabajo, pero su liderazgo no era mejor. El control operativo se dividió entre los generales Cantillo y Chaviano; este último, aunque menos competente que el primero, estaba políticamente mejor conectado. Por último, pero no menos importante, la aviación o, más precisamente, su ausencia también fue un factor importante en el resultado de los combates. Las fuentes disponibles parecen indicar que la FAEC participó poco en el desarrollo de la Operación "Verano". La única contribución notable de la Fuerza Aérea se hizo cuando la situación del Batallón N ° 18 se volvió terrible, pero dado que esa unidad no pudo ser revivida ni salir del cerco, el poder aéreo por sí sola no pudo salvarla. Finalmente, es justo decir que los insurgentes no se habrían derretido tan fácilmente en las montañas si hubiera habido aviones de la FAEC sobre la escena.

FAEC versus FAR

Habiendo sobrevivido a la ofensiva de Batista, Castro ahora podía lanzar una propia. El líder rebelde decidió que era hora de que la insurgencia envolviera al resto de Cuba. Para que esto sucediera, grupos de rebeldes (columnas) liderados por hombres de confianza de Fidel fueron enviados a otras partes de la isla. Debían evitar la confrontación con las fuerzas gubernamentales mientras estaban en marcha y esforzarse por llegar a las zonas montañosas donde se pudiera encontrar refugio. Una vez bien establecidos en las montañas, los rebeldes los utilizarían como base para su actividad en un área determinada. Entre los que encabezaron una columna estaba el "Che" Guevara. El 30 de agosto un Beechcraft D 18 rebelde con armas y municiones para los hombres de Guevara aterrizó en las cercanías de Cayo Espino. Sin embargo, el lugar de aterrizaje fue visto desde el aire por la FAEC y en poco tiempo fue objeto de intensos ataques aéreos. También se enviaron tropas gubernamentales para asegurar la ubicación. Si eso no fuera suficiente, los rebeldes también perdieron un camión que transportaba combustible para sus vehículos: "Che" y sus hombres planearon viajar con estilo en lugar de marchar a pie todo el camino. Para detener el bombardeo, los insurgentes incendiaron el avión que atraía la atención del enemigo y el 31 de agosto partieron a pie. Al final resultó que sus problemas no habían terminado. La columna rebelde en movimiento pronto fue localizada por reconocimiento aéreo y la Fuerza Aérea lanzó ataques intensivos para hacer frente a ellos. “Invasores” y “Thunderbolts” apoyados por transportes C-47 golpearon a los insurgentes mientras aviones de observación ligeros intentaban seguirles la pista. A los rebeldes les resultó difícil esconderse de los omnipresentes "ojos en el cielo" y, como resultado, fueron bombardeados con frecuencia o bajo la amenaza de un ataque aéreo. Sin embargo, a pesar de esto, así como de otras penurias y dificultades, el 15 de octubre "Che" y sus hombres estaban instalados en el Escambray. Mientras tanto, más columnas rebeldes se dirigieron a otras partes de Cuba y, con la llegada del otoño, la insurgencia estaba afectando un área cada vez mayor.

En noviembre, los rebeldes habían logrado avances sustanciales, pero aún no habían alcanzado sus objetivos, siendo la FAEC un obstáculo importante en el camino o más bien por encima de él. De hecho, a pesar del embargo estadounidense, la Fuerza Aérea estaba mejorando sus habilidades tácticas al introducir operaciones nocturnas; Las primeras misiones nocturnas de ataque se realizaron el 10 de noviembre contra insurgentes que asaltaron un destacamento del Ejército en Minas de Ocujal. También se realizaron más salidas de ataque en otras áreas según lo requiriera la situación militar en desarrollo. Lo que podría describirse como una batalla clásica de la guerra se libró por el pueblo Guisa. En un movimiento de apertura, el 20 de noviembre, los insurgentes rodearon una compañía del ejército cubano de 133 hombres que estaba estacionada allí. Una feroz batalla estalló al día siguiente cuando los soldados, aunque aislados, no tenían intención de rendirse, especialmente porque los refuerzos se enviaron rápidamente. Antes de que pasaran por los B-26 llegaron a la escena bombardeos y ametrallamientos intensos. Los “Invasores” utilizaron completamente las opciones de armamento disponibles para ellos: ametralladoras cal .50, cohetes de 5 pulgadas, así como bombas HE, fragmentación y napalm. Mientras tanto, la columna de socorro tenía aviones Pa-22 con ametralladoras montadas en la puerta "escopeta voladora" sobre sus cabezas. Eran muy necesarios para que los rebeldes establecieran emboscadas dando a los artilleros la oportunidad de expandir alrededor de mil rondas de municiones de .30 cal. Por su parte, los insurgentes no miraban boquiabiertos al cielo sin hacer nada, sino que decidieron poner a prueba sus habilidades de tiro contra objetivos voladores. Afirmaron que un avión fue derribado y que puede haber algo de sustancia en esto, la víctima posiblemente sea un Pa-22. Además de participar directamente en el combate, la FAEC brindó un apoyo útil con sus aviones de transporte entregando municiones y otros suministros. La batalla duró diez días: la columna de socorro llegó a Guisa solo para ser aislada, lo que obligó al Ejército a alimentar refuerzos adicionales, incluidos los blindados, en la lucha. Al mismo tiempo, la Fuerza Aérea llevó a cabo numerosas misiones de ataque realizadas en su mayor parte por "Invasores" y "Thunderbolts". Finalmente, tropas gubernamentales con apoyo aéreo lograron abrirse paso a través de un corredor hacia las asediadas fuerzas en Guisa, pero ante la actividad rebelde se hizo evidente que el lugar no pudo ser retenido. Dadas las circunstancias, se decidió evacuar la guarnición, lo que no significó otra cosa que una victoria para los insurgentes.

Mientras se llevaban a cabo todos estos desarrollos, ambas partes siguieron trabajando en sus respectivas capacidades de aviación. La FAEC se esforzaba por seguir siendo una fuerza capaz frente a los crecientes problemas. El mantenimiento de aviones fabricados en Estados Unidos se estaba volviendo cada vez más difícil debido al embargo estadounidense. Para mantenerlos operativos se probaron varias soluciones, por ejemplo, se utilizaron frenos adaptados de camiones en el B-26 (¡sic!). Otro problema fue el gasto en artillería causado por las operaciones de combate en curso. Para hacer frente a la escasez resultante, los cubanos comenzaron a fabricar municiones en el país. Sin embargo, la falta de experiencia en este campo trajo un resultado trágico: el teniente Héctor González Hernández murió y su T-33 se perdió cuando una bomba de 250 libras fabricada en Cuba explotó mientras aún estaba bajo el ala del avión. Las bombas que detonan prematuramente son un peligro grave, pero las que no explotan en absoluto también son un problema. Las bombas fallidas lanzadas por aviones de la FAEC pronto se convierten en una fuente importante de explosivos para los rebeldes. Como se demostró, las reparaciones improvisadas de aviones y las bombas de aficionados no fueron suficientes para satisfacer la demanda de una campaña aérea intensiva. Era evidente que se necesitaban nuevos aviones y, dado que Estados Unidos no los proporcionaría [8], Batista se dirigió a Gran Bretaña. Debido a que en ese momento los excedentes de Sea Furies estaban fácilmente disponibles, se compraron aviones de este tipo para la FAEC. Además de participar directamente en el combate y proporcionar apoyo relacionado con el combate, la Fuerza Aérea también desempeñó un papel importante en mantener al ejército del país provisto de armamento. El embargo estadounidense presentó un grave problema, pero Batista pudo comprar armas a la República Dominicana y Nicaragua gracias a los "viejos amigos" Trujillo y Somoza que no defraudaron a ningún otro dictador, especialmente porque se podía ganar dinero en el proceso. Los aviones de transporte de la FAEC realizaron numerosas salidas para traer dichos suministros militares desde su lugar de compra a Cuba. [9]



Un "Sea Fury" de la FAR en exhibición en 1959. Dado que Batista no pudo obtener aviones de combate de los Estados Unidos debido al embargo, se dirigió a Gran Bretaña para ese propósito. Las "Furias del Mar" llegaron demasiado tarde para ser de alguna utilidad para las FAEC, pero proporcionaron a las FAR una capacidad de combate creíble (como se demostró claramente en Bahía de Cochinos) hasta la llegada de los MiG. Tenga en cuenta los cohetes debajo de las alas que se muestran con una buena ventaja, también se pueden ver los tanques de caída que descansan contra el tren de aterrizaje. Una serie 542 de Sea Fury todavía existe en La Habana. (Colección Albert Grandolini)


Transportes de la FAEC. Sin la capacidad que ofrecen estos aviones para trasladar hombres y suministros alrededor de Cuba, así como para traer material de guerra muy necesario del exterior, las fuerzas del gobierno habrían sido derrotadas por los insurgentes de Castro mucho antes. (Colección Albert Grandolini)


Al mismo tiempo, los rebeldes intentaban construir las FAR. En su búsqueda de aviones que pudieran comprarse en el extranjero y luego volar a Cuba, se encontraron con varios militares excedentes. Los operativos rebeldes en los Estados Unidos lograron comprar un solo "Trojan" T-28 y dos "Mustangs" P-51, pero el último dúo no alcanzó el estado operativo hasta el final de las hostilidades. Los insurgentes también intentaron construir aviones por su cuenta comenzando con un helicóptero. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, el proyecto resultó demasiado difícil técnicamente de completar. Otra fuente de aviones fueron los secuestros. Los rebeldes secuestraron tres aviones: el 22 de octubre un DC 3 (CU-T266), el 5 de noviembre otro DC 3 (CU-T8) y un Super 260 el 25 de noviembre. Todos los aviones fueron trasladados a Mayarí Arriba y luego camuflados junto a la pista. [10] Ambos DC 3 fueron destruidos el 12 de noviembre. Un piloto de B-26 de mirada aguda e inquisitiva vio montículos de vegetación junto a la pista que parecían estar fuera de lugar. A petición suya, se envió otro B-26 y ametrallaron la "vegetación". Como resultado, ambos DC 3 se incendiaron y fueron consumidos por las llamas. Con la atención de FAEC ahora atraída, Mayarí Arriba fue sometida a ataques aéreos adicionales a fines de mes (más sobre esto a continuación). Además, los rebeldes también lograron capturar un solo avión de la FAEC el 10 de noviembre. Más precisamente, cayó en sus manos porque la aeronave en cuestión, un OS2U-3 "Kingfisher" pilotado por el teniente A. E. Bascaró Sánchez, desarrolló problemas de motor y se vio obligado a aterrizar en territorio controlado por los rebeldes. [11]


Una ordenada alineación de los "Trojans" T 28 de FAR. Fueron heredados de la escuela de aviación militar de la FAEC (Escuela Aviación Militar). Las series conocidas incluyen 150, 151, 152 y 153. Además, los rebeldes de Castro también lograron obtener un solo "troyano". Al menos un T-28 sobrevive hasta hoy en exhibición en La Habana. (Colección Albert Grandolini)


En el período del 21 al 23 de noviembre, la FAEC realizó varias "visitas" a Mayarí Arriba. La ubicación se convirtió en un objetivo atractivo después de que los aviones secuestrados por los rebeldes fueran descubiertos en el aeródromo local (ver arriba). Pensando que el Ejército podría incluso airear tropas allí, los insurgentes bloquearon la pista colocando obstáculos a través de ella. Además, el rebelde "Kingfisher", que estaba esperando reparaciones del motor, pasó a utilizarse como emplazamiento antiaéreo. Es decir, su arma fue disparada contra el avión atacante desde la posición del artillero trasero. El fuego no fue solo un gesto de desafío, ya que dañó un "Invasor" el 22 de noviembre y un "Thunderbolt" un día después. Pronto la guerra aérea se volvería menos unilateral, ya que las tropas gubernamentales se encontraron en el extremo receptor del bombardeo aéreo. El 7 de diciembre, las FAR llevaron a cabo su primera verdadera misión de combate. En lo que se conoció como Operación "A-001", el "Martín pescador" tripulado por Silva Tablada y Leonel Paján (piloto y artillero respectivamente) bombardeó La Maya donde una guarnición de 200 hombres resistía con éxito a los insurgentes. A pesar de que solo se lanzaron dos bombas, se logró el efecto deseado y las tropas se rindieron. Tres misiones de ataque más fueron voladas por el "Kingfisher" escoltado por el "Trojan", este último con Jorge Triana a los mandos. Todos tuvieron como objetivo Sagua de Tánamo y dieron como resultado que la guarnición de esa ciudad deponga las armas el 20 de diciembre. Sin embargo, las acciones de FAR, aunque tuvieron algún significado táctico, fueron en su mayor parte de valor simbólico. Para ponerlos en perspectiva, basta decir que solo en el período de tiempo del 16 al 24 de diciembre, la FAEC realizó 70 misiones de combate solo sobre la provincia de Oriente.

La batalla de Santa Clara

Sin embargo, todo esto fue de importancia secundaria porque el verdadero enfrentamiento llegó con la batalla por Santa Clara. La ciudad estaba ubicada en el centro de Cuba y su captura permitiría a los insurgentes bloquear los movimientos desde el oeste hacia el este y viceversa cortando así de facto la isla en dos. A mediados de diciembre los rebeldes pasaron a la ofensiva tomando las localidades de Fomento, Remedios, Caibarién, Cienfuegos y Yaguajay. Sólo en estos últimos lugares se encontró una seria resistencia. A finales de mes, fuerzas rebeldes que convergían desde todas las direcciones atacaron Santa Clara. Tratando de influir en el resultado de la batalla a favor del Ejército, las FAEC envían "Thunderbolts", "Invaders" y por primera vez "Sea Furies". Sin embargo, los ataques aéreos, aunque no facilitaron las cosas a los insurgentes, llegaron demasiado tarde y no consiguieron revertir la suerte de la guerra. La lucha por la ciudad, caracterizada por varios episodios dramáticos, terminó con una victoria rebelde el 31 de diciembre. La derrota de las fuerzas gubernamentales y la consiguiente captura de Santa Clara por parte de los rebeldes fue el punto de inflexión en la guerra, como lo demostraron los acontecimientos posteriores.

Las noticias de los avances rebeldes fueron recibidas con tristeza por Batista y sus compinches, los llamados "Batistanos". Además, Estados Unidos, a través de su embajador en Cuba, estaba presionando al dictador para que dimitiera. La perspectiva de tener que salir del país era ahora una posibilidad realista para Batista. Para no sorprenderse por los acontecimientos repentinos, el dictador hizo arreglos para una rápida huida en avión. La proverbial gota que colmó el vaso fue la captura de Santa Clara. Batista recibió esta información mientras celebraba el Año Nuevo y sin terminar la fiesta decidió huir de Cuba. A las 2:10 a.m. el dictador abordó un DC-4 y fue seguido por su familia, así como por los mejores "Batistanos" en otros cuatro aviones. Una vez a salvo, Batista ordenó al coronel Antonio Soto Rodríguez, que estaba en los controles de la aeronave, que volara a República Dominicana. Luego, el quinteto aéreo se partió con dos aviones siguiendo al de Batista mientras que el resto puso rumbo a Florida. El trío con el dictador a bordo aterrizó en San Isidor, República Dominicana y era claramente esperado, pues el general Ramfis (hijo de Trujillo) estaba allí para recibir a los "invitados" cubanos. En contraste, los que aterrizaron en Jacksonville, Estados Unidos, fueron una sorpresa para todos. Aquí termina la historia, al menos su primera parte, porque Cuba sería el centro de mucha más actividad aérea y militar en los años siguientes.

Antes de cerrar, merecen unas breves observaciones para resumir la guerra aérea sobre Cuba. La FAEC luchó en circunstancias difíciles, pero hizo una contribución significativa a la lucha. Se podría decir que sus aviones antiguos propulsados ​​por hélice de la Segunda Guerra Mundial eran más adecuados para las tareas COIN que los aviones rápidos que eran en ese momento la vanguardia de la aviación militar. En más de una ocasión la Fuerza Aérea Cubana brindó un apoyo táctico muy necesario al Ejército, además de que también fue importante el apoyo logístico que brindó. Habiendo dicho esto, surge la pregunta obvia: si la FAEC fue tan buena, ¿por qué fracasó el esfuerzo militar del gobierno? Decir que funcionó bien no significa que fue perfecto. En varias ocasiones la Fuerza Aérea no coordinó adecuadamente sus acciones con el Ejército, lo que unido a la dificultad del terreno hizo que los resultados obtenidos dejaran en ocasiones mucho que desear. También debe tenerse en cuenta que la FAEC se enfrentó a una lucha cuesta arriba contra las dificultades técnicas, la falta de repuestos, la escasez de municiones y similares. La derrota también tuvo mucho que ver con la situación general, incluida la moral generalmente baja de los militares cubanos, especialmente los soldados de infantería que llevaban la carga principal de luchar en la guerra. Sin embargo, la razón principal es que un dictador corrupto e impopular como Batista no podría sobrevivir a un desafío serio a largo plazo. Cuando apareció tal desafío en forma de una insurgencia duradera, era solo cuestión de tiempo antes de que fuera derrocado y la FAEC solo pudiera retrasarlo.



Un T-28 "Trojan" rinde homenaje volador por el aniversario desde 1960 del atentado contra el Cuartel Moncada en Santiago el 26 de julio de 1953 como lo muestra claramente la inscripción del fuselaje. (Colección Albert Grandolini)


Un helicóptero Sikorsky H-19 (S-55) de la FAR sobrevolando uno de esos mítines populares que tanto les gusta organizar a las autoridades cubanas de la posrevolución. (Colección Albert Grandolini)


Notas al pie


  1. Al menos, los cuarteles de Bayamo también fueron asaltados el mismo día.
  2. El capitán Gastón Bernal, quien fue uno de los pilotos involucrados en la búsqueda, incluso afirmó haberla ametrallado, pero hay poca evidencia para sustentar esta afirmación.
  3. El fin del apoyo material no significó el fin completo de toda la asistencia militar, ya que el personal estadounidense involucrado en el entrenamiento de la FAEC se quedaría.
  4. Un simple cambio de códigos y frecuencias no podría remediar el problema porque los insurgentes capturarían aún más equipos de comunicaciones en un futuro próximo. A principios de agosto, cuando la gran ofensiva del gobierno llegó a su fin, nada menos que 14 aparatos de radio del Ejército habían caído en manos de los rebeldes.
  5. FAR originalmente significaba Fuerza Aérea Rebelde (Fuerza Aérea Rebelde), que luego se cambió a Fuerza Aérea Revolucionaria: este último sigue siendo el título oficial del brazo aéreo de Cuba hasta el día de hoy.
  6. A uno de los militares estadounidenses retenidos se le permitió incluso retener su arma (¡sic!) Y una vez liberados, algunos ex cautivos hablaron en superlativos de Castro y sus rebeldes.
  7. Incluso ahora es difícil decir exactamente por qué el régimen acordó negociar. Se dan varias razones, pero todas son una cuestión de conjeturas en lugar de estar basadas en pruebas "contundentes". Para empezar, el ejército cubano sobrestimó el número de rebeldes de Castro juzgando su fuerza en 1000 y quizás hasta 2000 hombres además, los combates hasta ahora han demostrado que los insurgentes son un enemigo peligroso y liquidarlos podría resultar muy complicado. costoso. Finalmente, Batista podría haber estado bajo una creciente presión de Estados Unidos para detener la acción militar, pero esto es puramente especulativo.
  8. De hecho, Estados Unidos confiscó diez "Trojan" T-28 comprados para la FAEC.
  9. Además, se compraron un gran número de armas en Italia. Estos fueron luego trasladados a Cuba vía Columbia por los "Flying Tigers", una compañía de aviación dirigida por ex miembros de AVG, como se puede deducir fácilmente.
  10. Todos los aviones secuestrados eran cubanos y sus pasajeros fueron bien tratados y pronto fueron liberados. Las únicas bajas fueron el piloto del Super-260 Mario Díaz, quien fue asesinado por los rebeldes.
  11. Para confundir al ejército cubano, los insurgentes afirmaron que fue "interceptado", dando a entender que los rebeldes tenían aviones de combate operativos, lo cual no fue el caso.