viernes, 13 de diciembre de 2024
viernes, 18 de octubre de 2024
lunes, 26 de agosto de 2024
PGM: El programa Hindenburg
El programa Hindenburg
Weapons and Warfare
Los nombramientos del mariscal de campo Paul von Hindenburg al mando del ejército alemán y de su jefe de Estado Mayor, Erich Ludendorff, como primer intendente general de la fuerza el 29 de agosto de 1916 abrieron una nueva fase de la guerra de las potencias centrales. Los dos soldados habían alcanzado la cúspide de su profesión gracias a sus habilidades marciales, bastante suerte y una gran dosis de intriga. Gracias a sus victorias en el frente oriental y a una imagen pública cuidadosamente cultivada, gozaron de la fe del pueblo. En un momento en que el káiser Guillermo II había desaparecido de la vista pública y la mayoría de las instituciones del Reich estaban perdiendo credibilidad, esto les dio una inmensa influencia. El programa del dúo era la victoria, sin importar el costo. El esfuerzo bélico de Alemania bajo su mando estuvo marcado por una nueva crueldad. Para ambos hombres, la necesidad militar prevaleció sobre cualquier escrúpulo humanitario. Como admitió francamente Ludendorff, recordando el período de la Tercera OHL (Oberste Heeresleitung), el Alto Mando del Ejército alemán, "en todas las medidas que tomamos, las exigencias de la guerra por sí solas resultaron ser el factor decisivo".
El mariscal de campo Paul von Hindenburg, que tenía sesenta y ocho años cuando se convirtió en jefe del Estado Mayor, era en 1916 la personalidad más venerada en el mundo de habla alemana. Para la mayoría de los habitantes del Reich, era el hombre que por sí solo había salvado en agosto de 1914 protegió al país de los estragos de las hordas del zar. Con la victoria en Tannenberg, se había convertido de la noche a la mañana en un tesoro nacional. La inmortalización de su persona en la enorme figura de un clavo de Berlín en 1915 fue una señal imponente de cuán completamente había usurpado al Kaiser como símbolo del esfuerzo bélico de Alemania. Se depositó una enorme fe en este hombre: "Nuestro Hindenburg", se repetía el público alemán en tiempos de crisis, "lo solucionará". Su nombre, que evocaba visiones de un castillo medieval, con sus robustos muros inamovibles contra todos los ataques, se adaptaba a su corpulencia física. Medía un metro ochenta y cinco y era un hombre muy alto, con una cabeza cuadrada como un bloque de mampostería montado sobre anchos hombros. Parecía como si nada pudiera sacudirlo, una impresión amplificada por su legendaria calma y resolución. También fue exagerada por la propaganda; Hindenburg se esmeró mucho en su imagen pública. Artistas y escultores de renombre fueron invitados a su sede para promocionar su fama y mantuvo estrechas relaciones con la prensa. Era indudablemente vanidoso, pero también era muy consciente del poder que le conferían sus seguidores populares. No era un simple símbolo o cifra, sino un general altamente político, seguro de lo que deseaba lograr pero contento de dejar los detalles a subordinados competentes. El capital político obtenido de su culto a la personalidad le dio una oportunidad única de imponer un cambio radical en la forma en que libraba la guerra no sólo el ejército alemán sino toda la sociedad.
Erich Ludendorff, primer intendente general y mano derecha de Hindenburg, tenía una personalidad muy diferente. Era un maestro de las minucias y un adicto al trabajo compulsivo. Mientras que su jefe podía ser una buena compañía y encantar a los visitantes del cuartel general del ejército de campaña con modales relajados y un ingenio seco, Ludendorff era frío, muy nervioso y absolutamente carente de sentido del humor. Desde que se unió a una institución de cadetes a la tierna edad de trece años en 1877, había hecho del ejército su vida y había luchado contra las desventajas de sus raíces burguesas para convertirse en uno de los oficiales del Estado Mayor más respetados, si no queridos, de la fuerza. Su preocupación por aprovechar la mano de obra alemana para las necesidades militares se había expresado tempranamente en 1912-13, cuando junto con Moltke (el entonces Jefe del Estado Mayor) había presionado para que se aumentara enormemente el tamaño del ejército. En aquel momento, bajo la influencia de Ludendorff, Moltke había insistido en que "nuestra posición política y geográfica hace necesario preparar todas las fuerzas disponibles para una lucha que determinará la existencia o no existencia del Reich alemán". En el verano de 1916, mientras la batalla se libraba en todos los frentes, el mismo pensamiento obsesionó a Ludendorff. El enorme desembolso de hombres y material por parte de la Entente durante la ofensiva del Somme le había dejado claro con "claridad despiadada" la urgente necesidad de una removilización drástica. El nuevo Primer Intendente General no respetaba la división habitual entre esferas "políticas" y "militares" dentro del gobierno del Reich, que era irremediablemente inadaptada a las condiciones globales de una agotadora guerra de resistencia. Con el Kaiser incapaz de coordinarse y el gobierno civil bajo ataque de la derecha y cada vez más desacreditado por la escasez de alimentos, el ejército, con su prestigio aún intacto, era la institución con mayores posibilidades de proporcionar cierta unidad a un esfuerzo bélico fragmentado. Sin embargo, la estrecha experiencia militar de Ludendorff y sus instintos ultraconservadores no le habían permitido comprender la complejidad de la sociedad alemana ni negociar sus intereses en competencia. Lo que emerge de sus memorias, además de arrogancia, patente exculpación y obstinada ceguera ante la gran responsabilidad que tenía en la derrota de su nación, no es una sensación de poder, sino más bien una frustración incomprensible por cómo los planes de la Tercera OHL fueron frustrados en todo momento. por las realidades políticas.
Característicamente, el nuevo programa de OHL para la removilización alemana tenía como punto de partida el ejército. Para contrarrestar la superioridad material del enemigo, sería necesario mejorar la fuerza. Ludendorff se había encontrado con las tropas de asalto de élite en septiembre de 1916. Impresionado, un mes después ordenó el establecimiento de batallones similares dentro de cada ejército, y en diciembre se emitieron nuevas instrucciones tácticas para la guerra defensiva basadas en sus técnicas y en el análisis de las campañas recientes. Para los veteranos del Somme y Verdún, estas instrucciones tenían poca novedad; Las lecciones aprendidas habían circulado por toda la fuerza durante los combates, y muchas unidades ya habían adoptado técnicas de combate en grupos pequeños por necesidad, ya que al final de las batallas se habían perdido o destruido líneas resistentes construidas expresamente, dejando a las tropas dispersas en bombardeos. defensas del agujero. Sin embargo, para afrontar los nuevos desafíos, la fuerza requería no sólo la institucionalización del creciente énfasis en el trabajo en equipo y la iniciativa individual, sino también un amplio rearme. La Tercera OHL quería triplicar la producción de artillería y ametralladoras. Se duplicaría el número de morteros de trinchera, armas que daban a los grupos de combate su propio apoyo cercano. Con el recuerdo aún fresco de los angustiosos gritos pidiendo más proyectiles desde las formaciones de primera línea en el Somme, también se decidió duplicar la producción de municiones. Todo esto debía lograrse en mayo de 1917, cuando se podía esperar una nueva ofensiva de la Entente. Para alcanzar estos objetivos y su visión militar, los nuevos líderes del ejército alemán tuvieron que intervenir fuertemente en la industria y la sociedad de su país. La consiguiente campaña industrial y propagandística fue bautizada como "Programa Hindenburg".
La Tercera OHL no perdió tiempo en impulsar la movilización total de las fuerzas alemanas para el esfuerzo bélico. Ya el 31 de agosto de 1916, el coronel Max Bauer, el experto en adquisiciones de armas que trabajaba estrechamente con Ludendorff, había redactado un memorando para el Ministerio de Guerra en el que se describía la situación desventajosa de material y mano de obra del ejército del Reich y se destacaba que "los hombres...". . . "Debemos ser cada vez más sustituidos por máquinas". Dos semanas después, la Tercera OHL envió propuestas concretas a la canciller Bethmann Hollweg. Para acelerar la producción, Ludendorff y Hindenburg consideraban esencial la reforma administrativa: la gestión de la economía de guerra tendría que estar centralizada. Más fundamentalmente, como los industriales habían recalcado a los nuevos líderes, cualquier aumento en la producción de armamentos dependería de que se incorporaran trabajadores a las fábricas de armas. El ejército estaba dispuesto a despedir a trabajadores calificados para ayudar con la campaña de armamento. Sin embargo, también sería necesario encontrar y movilizar nuevas fuentes de mano de obra.
La principal innovación administrativa introducida por la Tercera OHL con fines de removilización económica fue la Oficina Suprema de Guerra (Kriegsamt), a cuyo frente estaba instalado el afable experto en ferrocarriles del sur de Alemania, el general Wilhelm Groener. El nuevo organismo nació el 1 de noviembre de 1916. En parte, fue producto de luchas internas burocráticas. Ludendorff y Hindenburg miraban con desdén al Ministerio de Guerra, cuyas agencias habían sido responsables de la adquisición de armas y municiones. Aunque la Oficina Suprema de Guerra estaba situada dentro del Ministerio de Guerra, Groener en la práctica respondía ante Ludendorff. No obstante, la reorganización fue también un intento genuino de acercarse a una economía dirigida que funcione. La nueva oficina estaba, en sus niveles superiores, organizada según líneas militares para la toma de decisiones decisivas, mientras que en la parte inferior operaba una estructura burocrática más convencional, con seis departamentos principales. Las responsabilidades del Ministerio de Guerra en materia de adquisición de mano de obra, armas y prendas de vestir, así como de la Sección de Materias Primas de Guerra, la Sección de Alimentos y las importaciones y exportaciones, pasaron todas a su competencia. Eminentes científicos, expertos económicos e industriales componían su personal técnico, a quien se le encomendaba la tarea de planificar y asesorar a su jefe. La capacidad de la Oficina Suprema de Guerra para coordinar la economía del Reich se vio enormemente facilitada por el nuevo derecho a dar órdenes a los generales al mando adjuntos prusianos en los distritos militares locales. Este derecho fue conferido al Ministerio de Guerra y transferido por un nuevo Ministro de Guerra, instalado a instancias de la Tercera OHL, a la Oficina Suprema de Guerra. La asignación de mano de obra y material al ejército y la industria finalmente podría planificarse y centralizarse racionalmente, en lugar de depender del capricho de comandantes militares regionales sin formación económica y sujetos a presiones locales.
Sin embargo, la Oficina Suprema de Guerra no era la institución coordinadora que Ludendorff y Groener habían deseado. El nuevo Ministro de Guerra, Hermann von Stein, era el hombre de Ludendorff, pero cuando se enfrentó al demasiado poderoso cargo de Groener dentro de su propio Ministerio, sus instintos territoriales burocráticos se encendieron y resistió todos los intentos de controlar los poderes de los generales al mando adjuntos. También hubo conflictos con las autoridades civiles, en particular con la Oficina del Interior de Prusia, que defendía sus propias jurisdicciones administrativas. Baviera, Sajonia y Württemberg se negaron a subordinar sus instituciones a cualquier organismo administrativo prusiano y, en consecuencia, establecieron sus propias oficinas de guerra paralelas dentro de sus ministerios de guerra. Además, la Oficina Suprema de Guerra no era en sí misma un modelo de eficiencia. Su extraña estructura mitad militar y mitad burocrática condujo a mucha duplicación de esfuerzos y confusión. Tan grande fue la avalancha de directivas contrapuestas emitidas por sus jefes de personal y jefes de departamento que Groener consideró necesario en un momento imponer una pausa de dos semanas. Sin embargo, incluso si la Oficina de Guerra hubiera estado organizada racionalmente y no hubiera estado en el centro de las luchas internas burocráticas, nunca podría haber patrocinado un resurgimiento industrial capaz de cumplir los fantásticos objetivos de la Tercera OHL.
El Programa Hindenburg estaba condenado al fracaso por la naturaleza totalmente arbitraria de sus objetivos. Ludendorff y otros subrayarían más tarde la motivación parcialmente propagandística del plan; la orden de duplicar o, en algunos casos, triplicar la producción de armas ciertamente añadió dramatismo al inicio de la Tercera OHL. Sin embargo, como reflexionó Groener, no era forma de gestionar una economía de guerra. El Ministerio de Guerra, cuyos esfuerzos por conseguir municiones eran desdeñados por la Tercera OHL, había utilizado sensatamente la producción de pólvora explosiva como base para su planificación armamentista. Después de la primera escasez del otoño de 1914, había establecido un programa incremental para aumentar la fabricación de pólvora, en un primer momento hasta 3.500 toneladas. El objetivo se había elevado en febrero de 1915 a 6.000 toneladas por mes, producción que finalmente se alcanzó en julio de 1916. La batalla de Somme impulsó al Ministerio de Guerra a aumentar aún más su objetivo, a una cantidad mensual de 10.000 toneladas de pólvora, que debía alcanzarse en mayo. 1917. En aras de 2.000 toneladas extra y de algunos titulares de prensa llamativos, la Tercera OHL destrozó estos planes cuidadosamente calibrados. El resultado fue, como era de esperar, un desastre. El Programa Hindenburg, a diferencia del plan del Ministerio de Guerra, necesitaba crear nueva capacidad para cumplir sus objetivos y, en consecuencia, desvió materiales y mano de obra escasos para la construcción de fábricas, algunas de las cuales no pudieron completarse. El programa exigió demasiado tanto los ferrocarriles del Reich como su suministro de carbón. Combinado con un clima helado que cubrió los canales, el programa contribuyó sustancialmente a la escasez y la miseria de la población alemana durante el "invierno del nabo". También agravó los problemas de los civiles al alimentar la inflación: la Tercera OHL recortó las exportaciones de acero que generaban divisas y, en un intento de incentivar una mayor producción, abandonó la cuidadosa administración del Ministerio de Guerra y ofreció generosas ganancias a los fabricantes de armamento. Proliferó el papel moneda en circulación. Sorprendentemente, la pólvora y las armas no estaban vinculadas en su programa, por lo que si se hubieran alcanzado los objetivos, habría habido un desajuste. Sin embargo, la interrupción significó que la producción nunca estuvo cerca de concretarse. En realidad, la producción de acero fue menor en febrero de 1917 que seis meses antes. La fabricación de pólvora también sufrió. Hasta octubre de 1917 Alemania no produjo 10.000 toneladas de pólvora en un mes. A OHL le habría ido mejor si hubiera seguido el ritmo del plan del Ministerio de Guerra.
La característica más significativa del Programa Hindenburg fue sin duda su aspiración de cambiar la base moral del esfuerzo bélico de Alemania. Se necesitaba desesperadamente mano de obra. Incluso bajo el plan de armamento del Ministerio de Guerra, había un déficit de entre 300.000 y 400.000 trabajadores. El impulso de la Tercera OHL planteó la necesidad de contar con entre dos y tres millones de hombres más. El ejército liberó del frente a 125.000 trabajadores cualificados. Se llevó a cabo una eliminación despiadada de industrias que no producían directamente para el esfuerzo bélico, desviando su mano de obra hacia el sector armamentista. En 1917 se cerraron a gran escala fábricas pequeñas y menos eficientes para redirigir tanto la mano de obra como los recursos escasos. En Prusia, las 75.012 plantas registradas en 1913 se habían reducido a 53.583 en 1918. Sin embargo, en el centro del plan de Ludendorff y Bauer estaba el deseo de obtener un control total sobre la fuerza laboral. Hasta entonces, los Burgfrieden habían guiado la política laboral de las autoridades nacionales. El gobierno y los comandantes generales adjuntos se habían ganado, a cambio de concesiones menores, la cooperación voluntaria de los socialistas y los sindicatos. Ahora se adoptarían métodos mucho más coercitivos. En carta dirigida a la Canciller el 13 de septiembre, la Tercera OHL propuso, entre otras medidas, ampliar el límite superior del servicio militar de los cuarenta y cinco a los cincuenta años (aumento implementado por los austrohúngaros ya a principios de 1915). , y que debería introducirse una nueva ley sobre desempeño en la guerra que permita transferir a los trabajadores a fábricas de armamento y hacer que el trabajo en la guerra sea obligatorio, incluso para las mujeres. Se argumentó que todos los departamentos universitarios, excepto el de medicina, deberían cerrarse. El alcance del radicalismo de los nuevos líderes del ejército quedó mejor resumido en la escalofriante advertencia de Hindenburg de organizarse sobre la base de que "el que no trabaja no comerá".
Hay poca evidencia de que, si la Tercera OHL se hubiera salido con la suya, el desempeño económico de Alemania habría mejorado. Austria también fue incluida en el Programa Hindenburg; El artículo 4 de su Ley de Guerra de 1912 permitía el reclutamiento de todas las personas sanas que no estuvieran en el ejército, y el artículo 6 retenía a los trabajadores en su lugar de trabajo. Sin embargo, a pesar de esta legislación coercitiva y aunque se pagaron 454 millones de coronas para construir o ampliar fábricas, la producción de armas austriaca de hecho disminuyó en la segunda mitad de 1917. En el Reich, los líderes civiles se oponían totalmente a los planes de la OHL de movilización civil obligatoria. . El Secretario de Estado del Interior, Karl Helfferich, objetó que los intentos de obligar a las mujeres a trabajar eran superfluos, ya que ya había más mujeres buscando empleo de las que se ofrecían. Temía con razón que cualquier intento de introducir la coacción sería ruinoso para la "colaboración voluntaria y entusiasta" que los trabajadores habían demostrado en gran medida durante el Burgfrieden. El Ministerio de Guerra también se mostró hostil, dudaba de que elevar la edad del servicio militar a cincuenta años supusiera una gran diferencia y destacó que la convicción interna, no la coerción, debe motivar a los trabajadores. La respuesta de Ludendorff fue simplemente plantear sus demandas y argumentar que todos los hombres de quince a sesenta años tuvieran una obligación militar. Lo más notable y problemático fue la insistencia de la Tercera OHL en que las medidas debían aprobarse como ley y, por tanto, legitimarse ante el Reichstag. El gobierno prusiano, muy consciente de que los diputados estaban rebeldes como resultado de la ineptitud de la gestión oficial de alimentos y de los abusos de los generales adjuntos de la Ley de Sitio, y consciente de lo controvertidas que serían las disposiciones de la ley, consideró esto como un grave error. . Sin embargo, Hindenburg y Ludendorff ignoraron ciegamente todas las reservas. "El Reichstag", afirmaron, "no negará la aprobación de este proyecto de ley cuando quede claro que la guerra no se puede ganar sin la ayuda de tal ley".
Lo que se convirtió en el Proyecto de Ley del Servicio Auxiliar Patriótico fue redactado por Groener, cuya Oficina Suprema de Guerra controlaría y asignaría la mano de obra cautiva de la nación. Groener era un hombre razonable. A diferencia de Hindenburg y Ludendorff, había trabajado en el frente interno y conocía las terribles condiciones allí. Estaba dispuesto a llegar a un compromiso con los representantes del proletariado, reconociendo que "nunca podremos ganar esta guerra luchando contra los trabajadores". Su borrador tuvo en cuenta las críticas civiles. La extensión del servicio militar a los jóvenes de quince a sesenta años se había transformado en una nueva obligación, el Servicio Auxiliar Patriótico, que comprendía trabajos bélicos de todo tipo, en oficinas gubernamentales y en la agricultura, así como en la industria bélica. Sólo los hombres estaban sujetos a este nuevo deber; Se abandonó la exigencia de Hindenburg de que las mujeres también estuvieran obligadas. De acuerdo con los deseos de la Tercera OHL, el proyecto de ley era breve y general, pero implícito en su declaración de que "por orden del Ministro de Guerra" los hombres de entre quince y sesenta años podrían "ser llamados a realizar el Servicio Auxiliar Patriótico" estaba la radical nuevo poder para transferir mano de obra y restringir su libre circulación. Aunque Ludendorff presionó para una implementación inmediata, aprobar tal cambio a través del Reichstag requirió amplias consultas. Las autoridades civiles no estaban dispuestas a renunciar a todo el control y añadieron cláusulas que otorgaban al Bundesrat, la cámara que representa a los estados federados de Alemania, el control de los decretos emitidos por la Oficina Suprema de la Guerra en la aplicación de la ley y el derecho a revocarla. Los ministros también rechazaron una disposición sobre entrenamiento militar obligatorio para adolescentes mayores de quince años y elevaron el límite inferior de obligación para el Servicio Auxiliar Patriótico a diecisiete años. Después de reuniones con industriales y representantes sindicales, también se agregaron directrices que detallan cómo debería implementarse el proyecto de ley. Para tranquilizar a la izquierda, se incluían disposiciones para la creación de comités de arbitraje con representación de los trabajadores, que mediarían cuando un empleado deseaba dejar su trabajo pero su empleador no le otorgaba un "certificado de salida". La intención era aprobar el proyecto de ley en el Bundesrat y luego llevarlo al Comité Directivo del Reichstag, donde los representantes del partido regatearían con Groener y Helfferich sobre su contenido a puerta cerrada. Una vez que se alcanzara un acuerdo, se esperaba que el proyecto de ley recibiera en poco tiempo una aceptación atronadora en el Reichstag, enviando un poderoso mensaje de unidad y voluntad para continuar la lucha y colocando el esfuerzo bélico de Alemania sobre una base nueva, más eficiente y controlada.
Hindenburg y Ludendorff se llevaron una dura sorpresa. Los diputados socialdemócratas, de centro y progresistas del Reichstag y su Comité Directivo no compartían la visión de la Tercera OHL de una economía dirigida sobornada y no estaban dispuestos a depositar una confianza incondicional en manos de los militares o del gobierno. El proyecto de ley fuertemente revisado, aceptado por el parlamento el 2 de diciembre y promulgado por el Kaiser tres días después, era muy diferente de las intenciones de los generales. En contraste con el borrador inicial, conciso y general de Groener, el extenso texto estaba lleno de concesiones a los trabajadores y sus instituciones; Ludendorff denunció más tarde "la forma en que se aprobó el proyecto de ley" como "equivalente a un fracaso". El descontento Helfferich se quejó de manera similar de que "casi se podría decir que los socialdemócratas, los polacos, los alsacianos y los secretarios sindicales hicieron la ley". Para los soldados y estadistas conservadores era profundamente preocupante que el Reichstag hubiera forzado la exigencia de crear un comité especial de quince de sus miembros para supervisar la aplicación de la Ley de Servicios Auxiliares, y más aún que las normas generales necesitaran su aprobación. consentir. Muchos industriales, deseosos de tener una fuerza laboral cautiva a su disposición, facilitando la planificación y socavando la capacidad de los empleados para negociar salarios más altos, se sintieron consternados al descubrir que se imponían comités de trabajadores y agencias de conciliación a cualquier fábrica con más de cincuenta empleados. Los sindicatos se habían acercado más a lograr un objetivo de larga data de obligar a los empleadores a reconocerlos y negociar con ellos. Quizás lo peor de todo es que el objetivo principal de reducir la movilidad de los trabajadores, una condición previa para la gestión centralizada de los recursos humanos, se había visto frustrado en gran medida. La izquierda había detectado el potencial de enormes beneficios para los industriales y había insistido en que los trabajadores también deberían tener la oportunidad de mejorar su suerte. En consecuencia, aunque teóricamente los trabajadores de guerra estaban fijos en su empleo, se reconoció explícitamente que la perspectiva de "una mejora adecuada de las condiciones de trabajo" era una justificación válida para cambiar de trabajo.
El intento de la Tercera OHL de removilizar a Alemania sobre una nueva base de coerción y control fue, por tanto, un rotundo fracaso. Ludendorff mostró una gran ingenuidad al imaginar que una ley que limitara las libertades laborales sería aceptada sin exigir compensación. Repudió la Ley final del Servicio Auxiliar Patriótico por considerarla "no sólo insuficiente, sino positivamente dañina"; fue, argumentó egoístamente, una manifestación de la debilidad de las autoridades civiles y la avaricia de la izquierda política lo que finalmente le costó la victoria al Reich. Sin embargo, el verdadero problema para Ludendorff fue que se había visto frustrado y las fuerzas de la democracia y el socialismo habían recibido un impulso. La supervisión de la ley por parte del comité del Reichstag, la cooperación entre el SPD y los partidos burgueses centristas y la imposición de comités de arbitraje en los que los trabajadores juzgaban junto a los empleadores fueron profundamente perturbadores para los conservadores. Sus afirmaciones, respaldadas por algunos historiadores, de que la Ley de Servicios Auxiliares socavaron el esfuerzo bélico generalmente carecen de una base firme en evidencia. El aumento de las huelgas en 1917 fue una respuesta al deterioro de las circunstancias sociales más que a las condiciones de empleo alteradas bajo la nueva ley, y la queja de que la ley aumentó la rotación laboral parece dudosa. Por el contrario, la ley tuvo un gran éxito en liberar mano de obra militar al sustituir trabajadores aptos por hombres responsables del servicio auxiliar. Fundamentalmente, las concesiones hechas también mantuvieron a los sindicatos comprometidos con el régimen imperial y aseguraron su cooperación; un logro invaluable, especialmente teniendo en cuenta la tumultuosidad de 1917. Intentar militarizar la fuerza laboral independientemente de todos los demás intereses habría llevado inevitablemente al desastre. En una guerra que sólo podía librarse con el consentimiento del pueblo, el compromiso y las concesiones de la Ley del Servicio Auxiliar Patriótico eran la mejor esperanza de Alemania para resistir.
domingo, 28 de julio de 2024
PGM: La interminable batalla de Verdún
La batalla de Verdún
La batalla de Verdún, librada entre el 21 de febrero y el 18 de diciembre de 1916, fue uno de los enfrentamientos más largos y brutales de la Primera Guerra Mundial. Situada en el noreste de Francia, Verdún se convirtió en el epicentro de un conflicto que definió la resistencia y la tenacidad del ejército francés frente a la ofensiva alemana. El plan del alto mando alemán, bajo la dirección del general Erich von Falkenhayn, era desgastar y desangrar al ejército francés en un campo de batalla de importancia simbólica y estratégica. Verdún, con sus fortificaciones históricas y su valor nacional, se convirtió en el objetivo ideal para este propósito.
Desde el inicio de la ofensiva, el 21 de febrero, los alemanes lanzaron un devastador bombardeo de artillería, considerado uno de los más intensos de la guerra, sobre las defensas francesas alrededor de Verdún. El objetivo inicial de los alemanes era capturar rápidamente los fuertes clave que protegían la ciudad. Fort Douaumont, el más grande y uno de los más importantes de los fuertes que rodeaban Verdún, cayó rápidamente en manos alemanas el 25 de febrero sin una lucha significativa, debido a la negligencia en su guarnición. Esta captura fue un duro golpe para los franceses, tanto tácticamente como moralmente.
La captura de Fort Douaumont por parte de las fuerzas alemanas tuvo un efecto dominó en la batalla. El control alemán de este fuerte permitió a sus fuerzas avanzar y establecer posiciones avanzadas que amenazaban las defensas francesas. Sin embargo, la respuesta francesa fue rápida y feroz. Bajo el liderazgo del general Philippe Pétain, los franceses reorganizaron sus líneas defensivas y establecieron un sistema de rotación de tropas que mantuvo frescas a las unidades en el frente. Pétain también aumentó el suministro de artillería y municiones a las tropas en Verdún, asegurando que los soldados pudieran sostener sus posiciones.
El siguiente fuerte en la línea de fuego fue Fort Vaux, que se convirtió en un símbolo de resistencia heroica durante la batalla. Defendido por el comandante Sylvain-Eugène Raynal y su guarnición, Fort Vaux soportó intensos bombardeos y ataques directos durante varios días en junio de 1916. Las condiciones dentro del fuerte se deterioraron rápidamente, con escasez de agua, alimentos y municiones. A pesar de estas adversidades, la guarnición resistió valientemente hasta el 7 de junio, cuando finalmente se vio obligada a rendirse debido a la falta de recursos. La resistencia en Fort Vaux se convirtió en un testimonio de la determinación francesa y sirvió para inspirar a las tropas en el frente.
El punto culminante de la batalla llegó en torno a Fort Souville, el último baluarte defensivo antes de Verdún. A lo largo del verano de 1916, los alemanes intentaron repetidamente capturar este fuerte, utilizando enormes cantidades de artillería y tropas de asalto. Sin embargo, cada ataque fue rechazado por los franceses, quienes lucharon con tenacidad y determinación para mantener sus posiciones. El papel de Fort Souville fue crucial en detener el avance alemán y marcar el punto de inflexión en la batalla. La capacidad de los defensores para resistir los ataques demostró que la estrategia alemana de desgaste no estaba logrando los resultados esperados.
La batalla de Verdún finalmente comenzó a decaer a favor de los franceses en el otoño de 1916. Las fuerzas alemanas, exhaustas y debilitadas, no pudieron mantener la presión necesaria para romper las líneas francesas. A partir de octubre, los franceses lanzaron una serie de contraofensivas exitosas que recapturaron Fort Douaumont el 24 de octubre y Fort Vaux el 2 de noviembre. Estas victorias elevaron la moral francesa y simbolizaron la recuperación de un terreno clave. Para diciembre, los alemanes se vieron obligados a abandonar su ofensiva, y Verdún quedó firmemente en manos francesas, habiendo resistido uno de los asaltos más feroces de la guerra.
En resumen, la batalla de Verdún se caracterizó por su brutalidad y su duración, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia y el sacrificio franceses. Los fuertes de Douaumont, Vaux y Souville desempeñaron roles cruciales en la defensa de la ciudad, con cada uno representando diferentes aspectos de la lucha: Douaumont como un golpe inicial devastador, Vaux como un ejemplo de heroica resistencia, y Souville como el punto donde se detuvo el avance alemán. La batalla no solo definió la tenacidad del ejército francés sino que también se convirtió en un punto de inflexión en la Primera Guerra Mundial, demostrando que el espíritu de resistencia podía prevalecer frente a una estrategia de desgaste aparentemente imparable.
jueves, 21 de marzo de 2024
PGM: Japón enfrenta a Alemania en Tsing Tao (1)
Japón en la Primera Guerra Mundial: La Campaña de Tsingtao
Por Lehto
1. JAPÓN ANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
1. 1. La diplomacia
Cuando estalló la guerra en Europa, los británicos dieron por supuesto que Japón permanecería neutral. No obstante, el Almirantazgo, temiendo las operaciones de los buques germanos en las posesiones asiáticas de Gran Bretaña, convenció a un reticente Foreign Office para que iniciara conversaciones con Japón con la finalidad de recabar su alianza. Las negociaciones encontraron dificultades por el choque de intereses entre Japón y China, al tiempo que Estados Unidos y Australia veían con reticencia un posible aumento de presencia japonesa en el Pacífico.
En un primer momento, Japón no estaba dispuesto a participar en la guerra tal y como comunicó el Gobierno japonés a la Entente:
“Las tropas japonesas han nacido del servicio obligatorio. No son mercenarias: están reservadas para la defensa del territorio nacional. La cuestión de su posible empleo crea dificultades, cuando se las requiere para participar en hostilidades extranjeras cuyas causas se ignoran”
No obstante la diplomacia británica inició su camino y finalmente la Marina japonesa se decidió a ponerse del lado aliado. Desde un principio el Estado Mayor de la Marina dedujo que si lograban eliminar la presencia alemana de Tsingtao, el Mar Amarillo se convertiría en un “lago japonés”. El Ejército, por su parte, pensó que era una manera de recuperar el prestigio e incrementar su fuerza. En consecuencia, Japón envió un ultimátum a Alemania el 15 de agosto y el 23 del mismo mes declaró la guerra a las potencias centrales.
En noviembre de 1914 se produjo el sitio y batalla de Tsingtao. Tras este episodio, el barón Kato, ministro de AA.EE. de Japón, manifestó el 19 de noviembre de 1914:
“Si nos hemos visto obligados al combate con Alemania, es porque deseamos el mantenimiento de la paz en Oriente. Pero ¿qué necesidad hay de enviar tropas japonesas a Europa si allí no tenemos intereses directos desde el punto de vista de la seguridad de nuestro país y de la paz en Oriente? Por estas razones, me opongo al envío de tropas a Europa”
1. 2. El Ejército Japonés en 1914
Inicialmente Japón organizó su ejército a semejanza del francés, pero algunos reveses sufridos en diferentes maniobras motivaron que el Alto Mando se decidiera por sustituir los asesores franceses por alemanes. No obstante se mantuvo la organización francesa y se adoptaron las ideas de combate germanas, todo ello con la idea de un nuevo enfrentamiento con Rusia, potencial enemigo de Japón.
El Ejército Japonés estaba formado por 250.000 hombres repartidos en 19 divisiones de Infantería, 4 Brigadas de Caballería, 3 Brigadas de Artillería de Campo, 6 Regimientos de Artillería Pesada y una Brigada de Señales. En caso de movilización general, Japón podía contar con 1.500.000 soldados para su Ejército.
Cada División de Infantería estaba compuesta por un batallón logístico, un batallón de Ingenieros (3 compañías), un Regimiento de Artillería (6 baterías de 6 cañones), un Regimiento de Caballería (3 escuadrones), y 2 brigadas de infantería. Algunas divisiones contaban también con un batallón de artillería de montaña (2 baterías de 4 cañones). A ellas se unían las unidades de señales y sanidad. Una vez que se produjo la movilización, cada división recibió una brigada de infantería de reserva.
Las tropas japonesas sufrieron la carencia de armamento moderno. Contaban con el fusil Arisaka, que frecuentemente se encasquillaba. Por otro lado, las piezas de artillería tenían un alcance muy corto. La artillería pesada, destinada a la defensa costera, consistía en numerosas piezas capturadas en China (1895) o Rusia (1905).
Las tácticas de asalto de las tropas japonesas, que habían dado resultado en Rusia, consistían en una preparación artillera previa, y un asalto concentrando el fuego de armas ligeras y una posterior carga a la bayoneta.
1. 3. La Marina Japonesa durante la Gran Guerra
Japón construyó su flota a imagen de la británica, tanto en tipos de naves, como doctrina y tácticas. Esta influencia británica se mantuvo hasta bien entrados los años 30, y la semejanza de algunos buques resultó un problema durante la Segunda Guerra Mundial.
En agosto de 1914 la Marina Japonesa contaba con 2 acorazados pesados, 2 cruceros de batalla, 14 acorazados ligeros, 13 cruceros, 13 cruceros ligeros, 7 cruceros (anticuados), 9 cañoneros, 50 destructores, 31 torpederos y 13 submarinos, sumando un total de 460.000 Tn. Esta fuerza estaba destinada a patrullar el Pacífico.
Los británicos temían que los ataques de los acorazados alemanes destruyeran sus líneas de comercio marítimo y de aprovisionamiento, por lo que planearon destruir las bases de operación de las naves alemanas. Los aliados localizaron bases alemanes en dos direcciones, en el Norte: desde el ecuador hasta Japón, y al Sur del ecuador. Una fuerza neozelandesa escoltada por buques británicos, franceses y australianos llegó al territorio germano de Samoa el 28 de agosto. Una operación de desembarco en Nauru consiguió hacerse con el control de la base. En septiembre, una fuerza de la Marina Australiana ocupó las Islas Bismarck. Posteriormente aseguraron la Nueva Guinea alemana y las Islas Solomon.
Mientras tanto, las fuerzas japonesas ocuparon las islas Palau, Carolinas, Marshall y Marianas, y con ellas las bases germanas de Yap, Ponape y Jaluit. Al mismo tiempo descubrieron la base de Truk, donde los alemanes operaban con sus acorazados.
Después de la captura de Tsingtao, la Marina Japonesa continuó patrullando el Pacífico lo que ayudó a que los británicos pudieran desplazar más buques a los escenarios navales de Europa. Los acorazados japoneses prestaron escolta a los convoys de tropas aliados evitando el ataque de los corsarios alemanes. Dos cruceros japoneses formaban parte de la fuerza británica que patrullaba Ciudad del Cabo. Un peculiar episodio se produjo cuando la dotación de un crucero ayudó a los británicos a sofocar un motín que se produjo en el Batallón Indio estacionado en Singapur.
En 1917, cuando se produjo la mayor ofensiva de submarinos germanos, la Royal Navy solicitó a Japón que enviara entre 4 y 6 destructores al Mediterráneo. El ejército nipón se opuso a esta demanda, ya que aun no estaban seguros de si Alemania sería derrotada. Japón envió un oficial para evaluar la situación y solo tras cerciorarse de la realidad de las operaciones en Europa, Japón envió sus buques: un viejo crucero y 8 destructores, que llegaron a Malta en abril de 1917. Más adelante enviaron otro crucero y 4 nuevos destructores. Buques que cumplieron a la perfección las misiones de escolta de los convoys.
En abril de 1918, la Marina Japonesa desembarcó 500 marineros para proteger los intereses aliados en Vladivostok. El Ejército envió refuerzos en agosto en la forma de una división de infantería, unos 70000 hombres, que ocuparon Liberia Oriental hasta entrado el año 1922. En este sentido, al final de la guerra la RAF inició un programa para ayudar a modernizar la aeronaval de Japón, no obstante en años posteriores Japón inclinó sus preferencias en asesoría militar hacia los Estados Unidos.
2. LAS FUERZAS ENFRENTADAS
2. 1. Orden de batalla
2. 1. 1. Alemania
Escuadra Alemana de Asia Oriental:
La Escuadra Alemana en la zona estaba compuesta por los cruceros pesados Scharnhorst (buque insignia) y Gneisenau, los cruceros ligeros Nurnberg, Emden y Leipzig, las cañoneras Jaguar, Luchs, Tiger, Iltis, Cormoran, las cañoneras fluviales Tsingtau, Vaterland, Otter y el destructor S90.
Cuando la guerra estalló, el Scharnhorst, el Gneisenau y el Nurnberg estaban patrullando las Carolinas. El Leipzig partió hacia México para defender los intereses alemanes durante la Revolución. El Emden, el Tiger, el Iltis y el Cormoran estaban en Tsingtao.
Las cañoneras fluviales Vaterland y Otter navegaban en la parte superior del Yangtze mientras que el Jaguar lo hacía en la parte inferior. El Tsingtao patrullaba en las inmediaciones de Canton, el Luchs estaba en Shanghai y el S90 en Chifu.
El Emden y el mercante corsario Prinz Eitel Friedrich abandonaron el puerto, en su lugar llegó el crucero austrohúngaro Kaiserin Elisabeth y las cañoneras Jaguar y Luchs junto al destructor S90, empleados ampliamente durante el sitio junto al Lauting, un vapor convertido en minador.
Defensas costeras de Tsingtao:
Batería de Hui Tschuen: dos cañones de 240mm, tres de 150mm y reflectores en cúpulas blindadas.
Batería de la Colina Bismarck: 4 cañones de 280mm
Batería de Tsingtao: 4 cañones (de procedencia china) de 150mm
Batería de Hsiauniwa: cuatro cañones de 210mm, reflectores y la rada del puerto cubierta por siete 88mm y minas.
Defensas terrestres:
Batería de la Colina Iltis: dos cañones 105mm y seis cañones de 120mm, reflectores.
Batería Moltke: dos cañones de 105mm, 32 cañones de 37mm, 22 de 90mm y seis de 120mm.
2 aeroplanos Taube (solo uno estará operativo durante el sitio), 1 globo de observación y 1 globo meteorológico.
Guarnición de Tsingtao:
Alrededor de 750 artilleros navales estaban al cargo de las diferentes baterías de la base. 180 hombres estaban destinados a misiones de señalamiento, y tareas logísticas. Cerca de 100 policías chinos se encargaban de mantener el orden en el interior de la base.
El grueso de la guarnición estaba compuesto por el 3° Batallón de Marina, con cerca de 1300 hombres. Estaban divididos en 4 compañías de infantería (210 hombres cada una de ellas), 1 compañía de caballería (140 hombres), 1 batería de campaña (133 hombres y seis cañones Krupp de 77mm), 1 compañía de ingenieros (108 hombres) y 2 compañías de ametralladoras (38 hombres y 6 ametralladoras).
Junto a esto, el Destacamento Naval de Asia Oriental contaba en Tientsin y en Pekín con 4 compañías de infantería de 100 hombres cada una de ella, 1 batallón de ametralladoras (60 hombres y 14 ametralladoras) y 2 secciones de artillería (3 cañones de 88mm y 3 howitzer de 150mm). Todas estas unidades –salvo los 3 cañones de 88 y sus dotaciones- fueron enviadas a Tsingtao. También se sumaron a la guarnición unos 200 hombres de la reserva. Junto con los marineros de los buques la guarnición alcanzó la cifra de 4000 hombres equipados con 120 ametralladoras y 90 cañones.
2. 1. 2. Japón
Segunda Escuadra Japonesa:
La fuerza naval japonesa constaba de los acorazados: Suwo, Iwami, Tango, Okinoshima, y Mishima; los cruceros Iwate, Tokiwa, Yakumo, Chitose, Tone, Mogami, Yodo, Akashi, Akitsushima, Chiyoda, y Takachiho; además de 24 destructores, 4 cañoneras y 13 torpederos/minadores y el portaaeronaves Wakamiya (equipado con 4 Farman operativos y 1 en reserva). Junto a esta fuerza contaban con numerosos buques de mantenimiento y transporte.
Los británicos añadieron a esta fuerza el acorazado Triumph y 4 destructores que estaban estacionados en Weiheiwei.
Fuerzas Japonesas en el sitio de Tsingtao:
La fuerza desplegada por Japón fue la 18ª División de Infantería, compuesta por: 23° Brigada de Infantería (46° y 55° Regimientos de Infantería) y 24ª Brigada de Infantería (48° y 56° Regimientos de Infantería), 29ª Brigada de Infantería (67° Regimiento de Infantería y 1 batallón del 34° Regimiento de Infantería); 22° Regimiento de Caballería, 24° Regimiento de artillería de campaña (con 6 cañones cada una de las 6 baterías), un batallón de ingenieros, un batallón logístico y secciones de señales y sanitarias.
La 6ª y 12ª Divisiones de Infantería enviaron 2 batallones de ingenieros y dos batallones logísticos. Además de recibirse 3 aviones Farman. Más adelante el 8° Regimiento de Infantería se desplazó a la zona para ocupar el ferrocarril de Shantung.
La artillería de sitio consistía en un destacamento naval con cañones navales de 100 y 150 mm encuadrados en los regimientos de artillería pesada Miyama, y Yokosuka, y los batallones Shimonoseki y Tadanoumi, sumando un total de 100 cañones con calibres que oscilaban entre los 100 y 280mm.
Los británicos desplegaron el 2° Batallón del South Wales Borderers reforzado más adelante por 2 compañías de infantería del 36° Regimiento Sikhs.
2. 2. Las operaciones previas
2. 2. 1. El origen de la base de Tsingtao
Alemania fundó su colonia en China como parte del programa propagandístico de Tirpitz quien abogaba por la construcción de una gran flota alemana capaz de competir en fuerza y poder con la Royal Navy, y que en caso de guerra podría dañar seriamente las flotas de Francia o Rusia. Tirpitz encontró aliados de su idea en el lobby colonial, argumentando que la prosperidad económica de Alemania reposaba en la creación y mantenimiento de un imperio colonial. Los interesados en esta idea, entre los que se encontraba el Kaiser, no obstante favorecieron la construcción de una flota de cruceros en lugar de acorazados. A pesar de este revés, Tirpitz logro imponer su criterio de construir una gran base naval en el Pacífico en donde debía permanecer una escuadra de cruceros permanentemente y que en caso de estallar un conflicto podría defender la base hasta la llegada de una flota mayor.
En 1897, con la excusa de la muerte de unos misioneros, una unidad de la Marina Alemana desembarcó en Tsingtao y tomó posesión del lugar.
Tsingtao era una pequeña villa de pescadores ubicada en una isla cobijada en una bahía de aguas profundas. Dado este estratégico potencial, China había empezado a construir una pequeña base unos años antes, pero no se concluyó la obra. Durante la guerra Chino-Japonesa, las tropas japonesas continuaron la labor de construir la base naval. No obstante, tras la victoria japonesa en la guerra, las potencias europeas (Francia, Rusia y Alemania) presionaron a Japón para conseguir intereses en la zona antes de que Japón se quedara con todo. Obligaron a Japón a que devolviera los territorios ocupados, y en ese momento Rusia se hizo con el control de Port Arthur, Francia estableció numerosas factorías en el sur de China y Alemania se apropió de Tsingtao bajo la excusa antes mencionada. Gran Bretaña, también llegó a la zona y se hizo con Weiheiwei, desde donde podría vigilar los movimientos en Port Arthur y Tsingtao.
A partir de ese momento la colonia comenzó a desarrollarse, bajo administración naval, para poder sostener las necesidades de la escuadra de cruceros. Se construyó un puerto con tecnología alemana, se introdujeron infraestructuras de comunicación (la estación de radio alcanzaba la isla Yap en Palao), un ferrocarril, minas de carbón y finalmente se construyó una ciudad que alcanzó niveles de riqueza muy pronto. En 1913 Tsingtao era el cuarto puerto en importancia –volumen de comercio- superado solo por Shangai, Hong Kong y Canton.
Durante la rebelión de los Boxer, los alemanes fortificaron la base en prevención de un ataque por tierra. Se estableció una línea defensiva principal que iba de Kaiserstuhl a las colinas de Litsuner. Se trataba de una posición que corría a lo largo de las colinas y que descendían abruptamente al mar con una caída de 400 metros. Una segunda línea se ubicaba en las colinas de Prinz Heinrich a Kuschan, no obstante Tirpitz eliminó esta posición por considerar que para su defensa se deberían de emplear demasiadas tropas. En su lugar se construyó una línea defensiva a lo largo de las colinas interiores, esto es: en el eje Iltis, Bismarck, Moltke.
2. 2. 2. El estallido de la guerra
Cuando estalló la guerra, el gobernador Meyer-Waldeck, reunió todas las fuerzas alemanas en Tsingtao. Las cañoneras Luchs y Jaguar escaparon de la flota aliada que las tenía localizadas llegando a la base en agosto, lo mismo ocurrió con el destructor S90. La tripulacion de la patrullera fluvial Tsingtao escabulló la nave y se dirigieron a la base por tierra. Las tripulaciones de la Otter y la Vaterland “vendieron” las naves a un comerciante de Nanking, si bien China se hizo con las naves y procedió a requisarlas, mientras que las tripulaciones se dirigieron a Tsingtao por tierra. Al mismo tiempo, de toda China acudieron los reservistas alemanes, los cuales se dedicaron a tareas de logística y artilleras.
Los buques Iltis, Tiger y Luchs fueron desprovistos de su artillería para armar buques corsarios al tiempo que parte de la tripulación de aquellos pasó a formar parte de estos. El buque postal Prinz Eitel Friedrich fue uno de los armados con estas piezas artilleras. Al mismo tiempo, el crucero Emden abandonó la base para iniciar su misión de combate y regresó al poco tiempo con el trasatlántico ruso Rjasan capturado a los pocos días de partir. Este trasatlántico fue armado con la artillería del Cormoran y adoptó este nombre antes de partir convertido en un buque corsario.
El crucero austriaco Kaiserin Elisabeth llegó al puerto con órdenes de apoyar a la guarnición alemana y combatir a los ingleses pero no contra los japoneses. 100 marineros fueron desembarcados y otros 300 permanecieron a bordo.
Después de las primeras semanas de la guerra, Meyer-Waldeck decidió que ya no zarpara ningún buque para evitar encuentros con las naves aliadas. Preparó la ciudad para un asedio, esperando que una rápida victoria en Europa aliviara la situación en la ciudad. Se procedió a minar la bahía y a colocar minas terrestres.
Los alemanes estaban bien pertrechados pero debían de cuidar el uso de las municiones (la entrega anual de munición se realizaba en septiembre). No obstante, las reservas de la Escuadra de Cruceros aliviaron la situación, incluso los ingenieros fabricaron cientos de minas usando la munición de pequeño calibre de los barcos.
Algunos oficiales deseaban efectuar un ataque sobre Weiheiwei, pero Meyer-Waldeck los hizo desistir de esa idea ya que el camino era accidentado y al llegar se encontrarían con una guarnición inglesa bien entrenada y descansada. Al mismo tiempo los mandos en Tsingtao comenzaron a especular con las opciones de los japoneses: un rápido ataque o un asedio prolongado. Al mismo tiempo comenzaron a correr rumores: que un señor de la guerra chino iba a apoyar a la guarnición con 80.000 hombres, que los Estados Unidos había prohibido a Japón que atacara a los alemanes, y que la flota alemana había derrotado a la británica y estaba de camino para ayudarlos.
2. 2. 3. Los planes japoneses
El Mando Japonés quería mostrar la profesionalidad y preparación de su Ejército a las potencias europeas. Contaban con una excelente logística y una buena capacidad de fuego, esperaban pues una operación con pocas bajas. Se buscaba también impresionar a la propia nación y hacerle olvidar el alto coste en bajas de la exitosa campaña contra Rusia en 1905.
El Mando eligió al teniente general Mitsuomi Kamio, conocido por su precaución. Sobre él estaba la responsabilidad de conseguir una gran victoria, para ello podría contar con todo lo que necesitara para llevar adelante la operación.
Kamio decidió efectuar un desembarco cerca de Tsingtao, para evitar un posible contraataque alemán sobre la cabeza de playa, prefirió no correr riesgos y eligió desembarcar su infantería en el zona norte de la península y avanzar por tierra hacia Tsingtao, una vez que asegurara las playas cercanas podría emplazar la artillería de asedio.
3. EL ASEDIO Y LA BATALLA DE TSINGTAO
3. 1. Encuentro naval
La campaña se inició con una escaramuza naval. Para cubrir la misión de minado de la bahía de Tsingtao realizada por el Lauting, el destructor S90 patrullaba la zona. La escuadra Británica de China, dedicada a proteger los convoys y patrullar las líneas de abastecimiento, no estaba en condiciones de efectuar un bloqueo de Tsingtao. Todo los más que habían conseguido era capturar algún mercante alemán.
El 22 de agosto, 3 destructores británicos de la clase River que estaban efectuando un reconocimiento se encontraron con el S90. El buque británico Kennet inició la maniobra para enfrentarse al S90, no obstante este último hizo un viraje con dirección a la seguridad de la base germana al tiempo que alcanzó al Kennet con dos impactos. El S90 consiguió llegar a Tsingtao y las baterías costeras abrieron fuego contra las naves inglesas que se retiraron. El encuentro fue aclamado por los alemanes como una victoria.
El 27 de agosto la Segunda Escuadra del vicealmirante Sadakichi Kato inició el bloqueo de Tsingtao. La Inteligencia Naval británica estaba segura que la Escuadra alemana había abandonado la zona, por lo que los japoneses no tomaron mayores medidas de precaución. Tomando 3 pequeñas islas costeras como punto de observación y protección, la escuadra inicio el minado de la zona.
El 30 de agosto las condiciones climatológicas cambiaron. Tsingtao, conocido como “La Riviera del Este” se caracterizaba por otoños secos, pero 1914 registró el mayor índice de precipitaciones en años y numerosos huracanes se precipitaron sobre la península. Esa noche del 30, una fuerte tormenta hizo encallar al destructor japonés Shirotaye. La tripulación logró ponerse a salvo, pero el Jaguar –respaldado por la artillería costera- salió del puerto y lo destruyó.
3. 2. El desembarco
El 2 de septiembre los japoneses comenzaron a desembarcar en Lungkou, en la costa septentrional de la península. Cuatro compañías de infantería de marina, apoyadas por una compañía de ametralladoras y varios marineros llegaron como cabeza de playa sin encontrar resistencia por parte alemana. Un batallón de ingenieros llegó a continuación y construyeron un puente flotante y 2 muelles de piedra en apenas 24 horas. Les siguieron un regimiento de caballería y uno de infantería.
Para ese momento el clima había empeorado y la playa estaba inundada. Las condiciones se hicieron realmente complejas: barro, olas, lluvia, viento…
Kamio detuvo las siguientes descargas de material y ordenó a las tropas que avanzaran tierra adentro sin importar el coste. Consecuentemente los japoneses se atascaron en su avance. Por delante de ellos se encontraron con pueblos enteros inundados. Miles de campesinos habían muerto en Shantung en el peor desastre natural que se recuerde. Al mismo tiempo los oficiales chinos elevaron una protesta por el desembarco japonés, lo que se consideraba una violación de la neutralidad china, pero no ofrecieron oposición alguna; por otro lado, las autoridades locales vieron con agrado la presencia japonesa ya que prestaron ayuda en las áreas devastadas por las tormentas.
El 7 de septiembre, tras una mejoría del tiempo, la caballería inició el avance seguida por la infantería. Tras el desastre climático, las tropas no recibieron raciones por lo que tuvieron que vivir de lo que encontraban en su avance en los mercados locales que si bien estaban bien abastecidos, no evitó que los soldados recibieran la orden de consumir la mitad de sus raciones mientras durase el avance.
El 5 de septiembre un avión de la Marina Japonesa sobrevoló Tsingtao, sorprendiendo a los alemanes quienes no esperaban actividad aérea. El piloto informó de la presencia del crucero austriaco, las 5 cañoneras, un destructor y numerosos vapores. Confundió los cascos abandonados del Cormoran, Tigre, Iltis y Luchs por buques listos para la batalla, y no descubrió la conversión del Lauting en minador, si pudo cerciorarse de la marcha de la Escuadra de Cruceros. En virtud de este informe, Kato envió a sus acorazados y cruceros. La Marina creó 2 escuadras rápidas destinadas a destruir a los buques alemanes, en este sentido ofreció el apoyo a los británicos en la forma de un crucero para proporcionar escolta a los convoys y otros dos cruceros para operar contra los corsarios en la zona de Singapur. En contrapartida, los ingleses enviaron a la escuadra de Kato el acorazado Triumph que se encontraba en Hong Kong.
Los habitantes ingleses de la zona formaron una agrupación de autodefensa uniéndose posteriormente a las fuerzas del ejército. El Ejército Británico contribuyó con las fuerzas de Kamio: un batallón de infantería acompañó a las fuerzas de artillería de asedio japonesas, además de 2 compañías de infantería hindú.
El 13 de septiembre, la caballería japonesa llegó al puesto avanzado germano de Tsimo en el extremo del protectorado alemán. Los alemanes, apenas repuestos de la sorpresa de verse atacados presentaron una débil resistencia antes de huir. Los japoneses tomaron Kiautschou al día siguiente, cortando la línea del ferrocarril de Shantung.
Los caminos construidos por los alemanes unían estos puntos con Tsingtao, por lo que Meyer-Waldeck envió refuerzos a los puestos ubicados en las montañas con la esperanza de poder detener el avance japonés.
3. 3. El avance japonés
Mientras tanto, Kamio decidió suspender el desembarco en el norte ya que el tiempo empeoró nuevamente. Esto suponía que se tardaría varias semanas en tener agrupada la división completa. Llegó a la conclusión que los alemanes no se iban a arriesgar a dejarse aislar en Tsingtao por lo que preparó una operación para tomar Tsimo.
Tras calcular el riesgo, Kamio ordenó a la 24ª Brigada de Infantería –la cual acababa de desembarcar- que reembarcara. La caballería, los ingenieros y la 23ª Brigada de Infantería –que recibieron la misma orden- avanzarían hacia Tsimo. Ordenó a sus tropas que desembarcaran cerca de Tsingtao, en la bahía de Lau Schan.
La infantería japonesa llegó a Tsimo el 18 de septiembre exhausta y casi sin provisiones. Una fuerza de avanzada se acercó a los puestos alemanes ubicados en la montaña. Al amanecer los cruceros japoneses comenzaron a bombardear la playa de Lau Schan y la 23ª Brigada de Infantería desembarcó. Una vez asegurada Tsimo, Kamio ordenó a las tropas que avanzaran tan rápido como fuera posible por las montañas y se unieran a la fuerza de avanzada. Esa tarde una compañía de infantería ocupó el paso de Hotung después de una escaramuza con fuerzas alemanas. La llegada de la caballería y el contacto de todas las fuerzas ese día terminó con Tsingtao cercado por los japoneses.
3. 4. El cerco de Tsingtao
Al día siguiente, con un clima que iba empeorando, la infantería japonesa tomó el Mecklenburg Haus, un balneario de montaña, en la línea de defensa exterior. Posteriormente ordenó un avance por las montañas el cual se realizó en pequeñas columnas sin encontrar resistencia.
En este momento de los acontecimientos, ambas partes reclutaron a sirvientes chinos para que actuaran como espías. Algunos oficiales japoneses, disfrazados de sirvientes chinos, llegaron incluso a trabajar en las líneas alemanas. En cualquier caso la población china veía con más agrado a los japoneses que a los alemanes. Las tropas japonesas avanzaron hacia sus objetivos utilizando dispositivos de camuflaje para ocultar su movimiento.
Los japoneses tomaron el control de los pasos uno a uno y se reorganizaron. Los ingenieros y tropas de apoyo desembarcaron y construyeron plataformas en Lau Schan y un aeródromo en Tsimo. El 21 de septiembre 3 aviones del ejército japonés comenzaron a efectuar sus patrullas desde Tsimo. Kamio habia ordenado que destruyeran el avión de los alemanes, pero los japoneses nunca consiguieron derribarlo. No obstante acosaron a los alemanes disparándoles desde los aviones (con pistolas, rifles y una ametralladora montada en uno de ellos), acciones que sirvieron para descubrir hasta el más mínimo detalle las posiciones germanas.
Kamio recibió ordenes del Alto Mando, las cuales daban inicio a una serie de acciones de caracter político en China aprovechando la coyuntura de la guerra. La toma del Ferrocarril de Shantung aseguraba los intereses japoneses en la zona, y en momento actual ¿quién iba a cuestionar que una de las naciones aliadas tomara una infraestructura que pertenecía a los alemanes? Kamio ocupó el ferrocarril con un batallón de infantería, una vez conocido el hecho, el Ejército envió un regimiento de infantería desde Japón para que se hiciera cargo de esta conquista.
Meyer-Waldeck, tras la captura japonesa del Mecklenburg Haus, ordenó un contraataque para tratar de evitar que las fuerzas de Kamio siguieran avanzando por los pasos entre las montañas. El Mando alemán organizó un contraataque en el Paso de Kletter, cerca de Tsimo. Una fuerza de 130 hombres –contaban con 4 ametralladoras y 2 cañones de campaña- sorprendió a la guarnición japonesa y la rodeó, no obstante, los oficiales japoneses lograron mantener la calma entre sus hombres y las compañías niponas cercanas al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo acudieron en apoyo de sus compañeros. Los alemanes no tuvieron otra opción más que retirarse sin haber conseguido sus objetivos. Ese mismo día, el contingente británico comenzó su desembarco en Lau Schan.
El 26 de septiembre, con todas sus fuerzas posicionadas y desplegadas, Kamio ordenó un avance general. Como de costumbre, sus tropas se movieron en pequeños grupos. Las escaramuzas que se produjeron en el avance alertó al Mando Alemán de que algo estaba ocurriendo. Ordenaron al S90 y al Jaguar que abrieran fuego contra el flanco derecho japonés, pero esto no evitó que los puestos avanzados alemanes fueran cayendo uno tras otro e hicieran que los alemanes se replegaran hacia su segunda línea de defensa. Los bombardeos efectuados por el Kaiserin Elisabeth, el Jaguar y el S90 sobre las tropas japonesas, motivaron que Kamio destinara una batería a atacar a los buques, pero éstos lograron alcanzar un puesto de observación y silenciaron la batería. Impresionado por el poder de fuego de las naves enemigas, Kamio requirió de Kato que bombardeara las baterías terrestres enemigas para distraer al enemigo e intentar efectuar un avance. Kato –dando paso a la típica falta de colaboración entre Ejército y Marina- realizó su bombardeo sobre las baterías costeras enemigas.
3. 5. El ataque a la Colina Prinz Heinrich
Meyer-Waldeck se dio cuenta de que tendría que abandonar esta segunda línea de defensa, pero tenía una ventaja. La Colina Prinz Heinrich superaba en altura a las colinas circundantes, ofreciendo una difícil subida y proporcionando un excelente puesto de observación con una visibilidad muy buena en varios kilómetros a la redonda. Los Ingenieros alemanes prepararon un puesto de observación, al que conectaron con las baterías pesadas con una línea telefónica y ubicando un heliógrafo, desde el que podrían observar al enemigo y dirigir a la artillería. El puesto fue ocupado por 60 hombres equipados con ametralladoras y con provisiones para resistir dos meses.
En la noche del 27 al 28 de septiembre el clima volvió a empeorar. Kamio eligió una compañía del 46° Regimiento de Infantería, reforzada por un pelotón de Ingenieros, y les encomendó la misión de trepar por la colina aprovechando la oscuridad y el ruido causado por el tifón que se había desatado sobre la zona. Los ingenieros prepararon el terreno –cavando escalones- sin hacer prácticamente ruido y en completa oscuridad. Esta tarea les llevó toda la noche y permitió que al amanecer la fuerza de ataque al completo estuviera en la cima de la colina, al abrigo de una cornisa.
Los alemanes, sorprendidos en un principio, reaccionaron rápidamente obligando a los atacantes a permanecer en sus precarias posiciones. Los japoneses devolvían el fuego pero de manera errática. Después de varias horas de esta situación el comandante japonés inició una carga con sus hombres, pero los alemanes los rechazaron. Uno de los pelotones, dirigido por un teniente, intentó un segundo ataque. Los alemanes abrieron fuego sobre ellos matando al oficial que los dirigía. En lugar de regresar, se arrastraron por el terreno hasta quedar fuera del alcance de los alemanes y tras un penoso avance de 3 horas consiguieron llegar a la cima de la colina. El pelotón japonés abrió fuego sobre los alemanes, quienes se encontraron de repente en un fuego cruzado. El suboficial alemán al cargo decidió negociar: rendiría el puesto si se permitía que sus hombres regresaran a Tsingtao. Para su sorpresa, los japoneses ignoraron la bandera blanca que portaba y lo hicieron prisionero. Inmediatamente los alemanes de rindieron. Los japoneses habían conquistado el vital puesto alemán, tan solo sufrieron 24 bajas. Los alemanes perdieron 6 hombres mientras que el resto, 54, fueron hechos prisioneros.
3. 6. El asedio
Perplejos por la pérdida de su puesto y por un ataque masivo de la flota aliada, los alemanes se retiraron de su segunda línea defensiva. El Kaiserin Elisabeth, el Jaguar y el S90 alcanzados por numerosos disparos de la artillería de campaña japonesa se refugiaron en el puerto.
Kamio adelantó a sus tropas hasta la línea interior de la defensa alemana, estableciendo una base en la Bahía de Schatsykou, cerca de Tsingtao. La Marina limpió de minas y obstáculos la zona, perdiendo 2 dragaminas en la operación. Los ingenieros construyeron un muelle, una carretera y un pequeño ferrocarril que unía esta base con Lau Schan y finalmente un almacén para aprovisionar a las tropas. El ferrocarril podía desplazar 150 toneladas diarias, al mismo tiempo que servía para transportar a las tropas. Los ingenieros construyeron también plataformas de hormigón para la artillería de asedio y construyeron puestos de observación camuflados equipados con líneas telefónicas y radio. Todas las construcciones estaban dirigidas hacia Tsingtao.
Meyer-Waldeck decidió entonces entorpecer la actividad de los aliados. Las baterías terrestres comenzaron a bombardear la retaguardia japonesa. El aeroplano alemán en servicio indicaba de manera muy imprecisa los objetivos, además de que la actividad aérea japonesa obligó a que no pudiera acercarse a las posiciones enemigas. Los globos de observación eran objetivo fácil para la artillería antiaérea, por lo que los observadores se negaban a subir. El empleo de un globo meteorológico –equipado con equipos fotográficos- tampoco dio resultado ya que fue destruido por los japoneses. Los alemanes desde ese momento se vieron obligados a abrir fuego artillero a ciegas, disparando 1500 obuses al día. Pensando que su capacidad de fuego había mermado las defensas de los aliados, el Mando Alemán decidió efectuar una salida contra las posiciones enemigas. La noche del 2 de octubre 3 compañías alemanas partieron. Una encontró se encontró con una trinchera japonesa abandonada y tras reconocer la posición regresó a sus líneas. Las otras dos se toparon con una resistencia enemiga muy fuerte. Los japoneses capturaron a 6 alemanes y mataron a 29. De nuevo una victoria para los japoneses.
Las fuerzas de Kamio cavaron trincheras frente a la línea alemana. En este momento se produjeron incidentes entre las fuerzas japonesas y británicas en primer lugar motivados por diferencia de criterios: los británicos demandaban que la artillería japonesa respondiera al fuego alemán, mientras que Kamio estaba reservando la artillería para la fase final del asedio. Por otro lado los soldados en las trincheras no llegaban a diferenciar el alemán del inglés y se produjeron incidentes armados entre las tropas (lo que se solventó obligando a los soldados ingleses a llevar puestos abrigos japoneses). Junto a ello, la diferencia en procedimientos (incluso sanitarios), alimentación, y la típica arrogancia británica estuvo a punto de causar un serio revés en la moral de las tropas. Curiosamente, la Royal Navy no experimentó este tipo de problemas y sus fuerzas se integraron a la perfección con sus homólogos japoneses.
Los bombardeos navales destinados a destruir las defensas costeras de Tsingtao no tuvieron éxito. El 6 y el 10 de octubre 3 de los barcos que efectuaban el bloqueo se acercaron y entablaron un combate directo contra las baterías costeras, pero los alemanes los rechazaron. Kato, contrariado, decidió atacar con más fuerza y el 14 de octubre envió a toda su fuerza naval para efectuar un fuerte bombardeo y destacar a cuatro de sus buques para un ataque más cercano. El Triumph fue alcanzado de lleno por un disparo alemán y se tuvo que retirar (sería reparado por las naves de apoyo en apenas 24 horas). El resto de la flota desistió de continuar el bombardeo.
El 15 de octubre de nuevo se desató un tifón. El ferrocarril se inundó y una inundación arrastró las piezas de artillería, además, 25 soldados japoneses se ahogaron en la inundación. Los alemanes, por su parte, abandonaron todos los barcos que no eran esenciales en el puerto y desembarcaron a las tripulaciones que actuarían como infantería. Los aliados permitieron que los alemanes evacuaran a los no combatientes.
Meyer-Waldeck ordenó una salida del S90 en contra de la flota aliada. La noche del 17 de octubre el destructor alemán salió sigilosamente del puerto. Después de navegar durante unas horas localizó una sombra sobre la superficie. El S90 disparó un torpedo que alcanzó al crucero Takachiho haciendo estallar las municiones (de los 256 hombres a bordo tan solo sobrevivieron 3). A los disparos del resto de la flota aliada se unieron los de la artillería costera germana, en medio de esta confusión el S90 logró evadir a los enemigos y días después atracó en un puerto chino. Tras este episodio, en Tsingtao tan sólo el Jaguar y el Kaiserin Elisabeth permanecían a flote.
Meyer-Waldeck ordenó otra misión terrestre que se efectuó el 22 de octubre. No obstante la patrulla de 80 alemanes fue descubierta por los centinelas enemigos y tuvieron que retirarse.
El 25 de octubre, la artillería de asedio japonesa informó que estaba lista y en posición. Kamio, que había planificado minuciosamente el ataque, ordenó que ningún cañón abriera fuego hasta que cada uno de ellos no tuviera los 1200 proyectiles que se habían destinado para cada uno. Además, para evitar revelar la posición de los cañones, todos abrirían fuego al mismo tiempo. Cuando terminara el bombardeo e iniciara el ataque final, los ingenieros japoneses formarían pelotones de asalto equipados con fusiles, granadas y tubos de bambú llenos de explosivo (una especie de torpedo Bangalore) con el que abrir paso a través de las alambradas.
Con una inesperada mejoría del clima, la Segunda Escuadra de Kato inició un bombardeo naval sobre las baterías costeras. Los días 29 y 30 de octubre la flota –a la que había vuelto el Triumph- bombardeó sistemáticamente las posiciones germanas.
El 31 de octubre, día del cumpleaños del emperador, la artillería pesada abrió fuego, secundada por las naves de Kato. Irónicamente el tiro estaba dirigido desde el puesto de observación ubicado en la Colina Prinz Heinrich. El primer día, la artillería de asedio había destruido las baterías terrestres alemanas. Durante la noche el constante disparo de bengalas disuadió a los alemanes de tratar de efectuar cualquier reparación. Los atacantes cavaron nuevas posiciones 300 metros más adelante.
El bombardeo continuó el siguiente día -1 de noviembre- y algunos disparos alcanzaron los depósitos de combustible y los muelles del puerto, mientras que el resto cayó sobre las baterías terrestres que aun estaban intactas. La flota continuó disparando contra las cada vez menos baterías costeras. Esa noche los japoneses intentaron un ataque de infantería pero fueron rechazados. Meyer-Waldeck, pensando que el final ya estaba cerca, ordenó que el Kaiserin Elisabeth y el Jaguar fueran hundidos y su tripulación desembarcara para reforzar a la guarnición.
El 2 de noviembre, con las baterías de Tsingtao destruidas, la artillería japonesa empezó a disparar contra los reductos y las alambradas. Esa noche los japoneses avanzaron otros 300 metros y cavaron trincheras. Al día siguiente -3 de noviembre- algunas baterías arrasaron la central eléctrica, mientras el resto continuó disparando sobre los reductos y las alambradas. Los alemanes comenzaron a abandonar los reductos. Esa noche los japoneses se posicionaron en la línea de ataque.
Al amanecer del 4 de noviembre, una compañía de infantería japonesa reforzada por un pelotón de ingenieros atacó el depósito de agua. Lo tomaron con facilidad capturando a 21 prisioneros. A partir de ese momento los defensores debían racionar el agua. Esa noche los aliados volvieron a avanzar otros 300 metros y cavaron trincheras y túneles. Los británicos, ubicados en un sector peligroso, no pudieron seguir el ritmo de los japoneses y sufrieron además 26 bajas (8 muertos) debido al fuego de los defensores. Obviamente, esto vino a agriar aun más las relaciones anglo japonesas.
El 5 de noviembre, la flota aliada aniquiló la última batería costera: Hui tschuen huk. Mientras tanto la artillería pesada siguió bombardeando los reductos abandonados. Tsingtao ya no tenía más defensas. Esa noche los japoneses avanzaron hasta la última línea de asalto que habían planeado. Según los sectores del frente se encontraban entre los 100 y los 1000 metros de los defensores alemanes. Los defensores, cuyas trincheras habían quedado en muchas zonas reducidas a escombros se parapetaban en los cráteres de las explosiones.
Meyer-Waldeck se hizo cargo de que el final estaba por llegar. El 6 de noviembre ordenó al Taube que volara hasta territorio chino con sus últimos despachos, los cuales fueron enviados posteriormente a Alemania.
El piloto del Taube era el teniente Gunther Plüschow. Tras realizar esta misión, fue internado en China pero logró escapar y llegar a Shanghai, de allí embarcó con destino a San Francisco. Cruzó los Estados Unidos y llegó a embarcar con destino a Europa, no obstante fue arrestado en el buque y enviado a la prisión de Gibraltar. De nuevo consiguió escapar y llegó a Londres, cruzó el Canal, llegó a Holanda y de allí consiguió llegar a Alemania en 1915. Paradójicamente, en su patria fue arrestado y considerado espía. No obstante, una vez que se verificó su historia fue aclamado como héroe nacional. Fue el único combatiente alemán que escapó del asedio de Tsingtao.
La artillería, una vez destruidos los objetivos principales, disparó sobre cualquier lugar que pudiera prestar protección a los defensores. Igualmente la flota, se unió a este bombardeo.
Kamio quería que los británicos se acercaran y se unieran al ataque. Le dijo a los mandos británicos que concluyeran sus túneles y trincheras esa misma noche a cualquier coste, contarían con la cobertura del fuego de las armas ligeras de las unidades japonesas cercanas. El ataque final se produciría la siguiente noche y los británicos participarían en la primera oleada. Estas órdenes crisparon los ánimos de los británicos, ya que consideraban que era innecesario exponer a sus fuerzas en este tipo de maniobra.
Mientras tanto, Kamio ordenó a sus unidades probar las defensas alemanas. Una compañía de infantería japonesa avanzó hasta el reducto 4 antes de que los defensores lo detectaran. Los alemanes abrieron fuego y lanzaron una carga a la bayoneta para rechazar al enemigo. Los japoneses se retiraron. Otra compañía japonesa hizo lo mismo contra el reducto 3. Los alemanes se atrincheraron en el interior del bunker de hormigón. Una segunda compañía japonesa se unió al ataque y comenzó a disparar a través de las brechas de la estructura logrando que los defensores se rindieran. El reducto 2, pobremente defendido, cayó rápidamente. Los japoneses intentaron atacar nuevamente el reducto 4, pero en esta ocasión se toparon con tropas alemanas de reserva que se incorporaban a su defensa. Después de 3 horas de fieros combates, los japoneses lograron tomar la posición efectuando una carga a la bayoneta. En los flancos, los reductos 1 y 5 resistieron desesperadamente. Cuando Kamio tuvo noticia del éxito de estos ataques ordenó el asalto final.
Avanzando a través de la brecha en el centro de la línea alemana, los japoneses se desplegaron. Una compañía de infantería cargó hacia la Colina Iltis. Allí se produjo en episodio curioso. Un teniente alemán que dirigía a una compañía de infantería espada en mano se encontró con un capitán japonés que atacaba también con la espada de samurai en sus manos, como si fuera un combate de otra época ambos hombres iniciaron un duelo a espada ante la atónita mirada de los soldados de ambos bandos. Finalmente el japonés mató al oficial alemán, lo que hizo que la tropa se rindiera. Otra compañía japonesa capturó la Colina Bismarck.
Meyer-Waldeck y sus hombres se rindieron saliendo de los reductos 1 y 5. La mañana del 7 de noviembre, un día claro y despejado, los japoneses y los británicos entraron en la ciudad de Tsingtao.
Los alemanes sufrieron 493 bajas (199 muertos), además de 3600 prisioneros. La Inteligencia Alemana estimó las bajas aliadas en 12000, una exageración que pervivió durante cierto tiempo en los documentos alemanes. Lo cierto es que los japoneses sufrieron 1900 bajas (415 muertos). La Marina perdió al crucero ligero Takachiho, al destructor Shirotaye, una lancha torpedera y 2 minadores con 400 bajas (300 muertos). Los británicos sufrieron 74 bajas en el Ejército (13 muertos) y 9 (3 muertos) en la Marina.
Japón devolvió Tsingtao a China, pero conservó el Ferrocarril de Shantung. Su guarnición fue el inicio del Ejército de Kwantung. Kamio, aclamado por el éxito al conquistar esta posición alemana, se retiró del servicio, en parte porque no compartía las ideas de corte fascista de gran parte de su oficialidad que reclamaban territorios y una expansión nipona a costa de China.
El éxito de la operación residió en el abrumador poder de fuego desplegado por Kamio, lo que se tradujo en pocas bajas a la hora de efectuar el ataque final. Paradójicamente, los oficiales que formaban su estado mayor, negaron esa realidad y dieron paso a la idea de una victoria japonesa debida a la superioridad racial del soldado japonés heredero de la tradición samurai. Soldados que sometidos a una disciplina del código samurai se convertían en invencibles, punto de vista que en años posteriores prosperó y lanzó a Japón a una serie de conquistas territoriales y a la larga a la Segunda Guerra Mundial.
4. LAS CONSECUENCIAS
Las consecuencias de Tsingtao fueron diversas. En primer lugar Alemania perdió su colonia de Asia, pero esta pérdida también eliminó las suspicacias existentes entre Alemania y las naciones asiáticas, al punto de que la China Nacionalista solicitó la presencia de consejeros militares alemanes. Incluso Japón inició un acercamiento a Alemania una vez acabada la contienda, por lo que se puede decir que Alemania obtuvo una especie de victoria diplomática.
En segundo lugar, Gran Bretaña firmó un contrato de arrendamiento para emplear el puerto militar de Weiheiwei donde podía estacionar a su Escuadra de China. No obstante con la devolución de la base de Tsingtao a China en 1920 por parte de Japón, expiró el contrato y Gran Bretaña tuvo que devolver la base. Su puerto militar más cercano en la zona sería Hong Kong. Japón se convirtió en la principal potencia en la zona dando comienzo una serie de tensiones con los británicos. Junto a ello, China comenzó a mostrar un resentimiento cada vez más fuerte hacia la presencia británica.
Por último, en Japón los efectos de la victoria en Tsingtao se tradujeron en una campaña política a favor de emprender una campaña imperialista. El primer paso fue presentar, en 1915, una serie de demandas territoriales y económicas en China y que no prosperaron tan solo por la intervención de los aliados. Japón no obstante empezó a inmiscuirse en los asuntos internos de China y a participar en la guerra civil china apoyando, poniendo en marcha una maniobra de desestabilización, a los diferentes bandos enfrentados. La llegada de los asesores militares fue el inicio del futuro ejército de Kwantung. Por otro lado, la intervención japonesa en Siberia contra los bolcheviques –como parte de la intervención de las grandes potencias en la Guerra Civil Rusa- terminó con una fuerte tensión diplomática entre Japón y Estados Unidos. Por último la intervención japonesa en Corea, territorio que era considerado como un trampolín para posteriores acciones en China, alcanzó niveles de violencia de gran ferocidad cuando el Ejército nipón se hizo cargo de la administración y reprimió la presencia de los políticos. En este momento, Gran Bretaña al comprobar los niveles de tensión existentes en el propio y la rivalidad latente con Estados Unidos, dio por terminada su alianza con los japoneses. Todo este clima enrarecido acabó por poner a Japón en la órbita de las ideologías ultranacionalistas y dio paso, ya en los años 30, a una dictadura militar de corte fascista.
Fuentes
Websites:
http://www.allstar.fiu.edu/aero/pluschow.htm
http://www.sandafayre.com/atlas/china.htm
http://europeanhistory.about.com/library/prm/blswaneast3.htm
http://www.firstworldwar.com/battles/tsingtao.htm
http://www.firstworldwar.com/bio/kamio.htm
http://www.sacktrick.com/igu/germancolonialuniforms/tsingtao.htm
http://www.greatwardifferent.com/
http://www.tsingtau.info/
Textos:
Renouvin, Pierre: Las crisis internacional y la primera Guerra mundial. 1905 – 1919. Akal.
Neville Hilditch: Battle Sketches 1914 – 1915 Oxford University Press, 1915 en http://www.greatwardifferent.com/Great_War/Tsing_Tao/Tsing_Tao_Text_01.htm
Journal of Great Deeds, May 1 1915 en http://www.greatwardifferent.com/Great_War/Tsing_Tao/Tsing_Tao_Text_03.htm