La historia oficial asegura que el nazi se suicidó junto a su esposa hace 70 años en el bunker subterráneo de la cancillería de Berlín, cercado por el Ejército Rojo. Otros investigadores sostienen que huyó y pasó sus últimos días en el sur argentino. Detalles del Proyecto Tierra del Fuego que trajo a Hitler hasta la Patagonia. El Patagónico
"Hitler está vivo, escapó a España o Argentina", había dicho Stalin para responder a una pregunta de James Byrnes, secretario de Estado norteamericano, durante la conferencia de Potsdam, el 17 de julio de 1945. El dictador soviético acusaba a los aliados occidentales de ser cómplices de la huida del líder nazi. En el mes anterior, el general Gueorgui Zhúkov, uno de los más destacados generales del Ejército Rojo, se había pronunciado en el mismo sentido durante una rueda de prensa. Hitler posiblemente escapó en avión antes de que se cierre el cerco sobre Berlín, aseguró. ¿Pero no eran los rusos los que habían encontrado los restos de Hitler y de su esposa Eva Braun? ¿Se trataba solo de acusaciones del astuto Stalin para sembrar discordia en la antesala de la Guerra Fría? Rápidos de reflejos, los ingleses encomendaron su propia investigación a Hugh Trevor Roper, que servía como oficial de inteligencia.
A través de varias entrevistas con miembros del séquito de Hitler llegó a la conclusión "terminante" del suicidio. Concluyó que Hitler se casó con Eva Braun el 29 de abril de 1945 y al otro día ambos se quitaron la vida en el bunker subterráneo de la Cancillería, rodeados de tropas rusas. Luego, sus cuerpos fueron quemados en los jardines del edificio por sus acólitos, dentro del cráter provocado por una bomba.
Trevor Roper publicó su trabajo en 1947 en formato de libro (Los últimos días de Hitler) y este fue fundacional para la teoría del suicidio. La mayor parte de los investigadores que lo sucedieron lo citaron de una y otra manera, sin poner en duda sus conclusiones. A Trevor Roper se sumó Michael Musmanno, uno de los jueces norteamericanos del proceso de Nüremberg.
Musmanno hizo su propio libro con entrevistas a funcionarios nazis (Los últimos testigos de Hitler). El magistrado norteamericano llegó a conclusiones similares a las de Trevor Roper. Trevor Roper y Musmanno instalaron la teoría del suicidio en base a testimonios orales Pero, más allá de los testimonios de los que "vieron morir a Hitler", ¿había otras pruebas? ¿Dónde estaba el cuerpo? Tras la muerte de Stalin, en 1953, los rusos informaron que sí tenían restos del Führer y que habían sido debidamente identificados. Los puentes dentales habían sido la prueba clave para concluir que era Hitler.
Luego, los cadáveres de Hitler, su esposa y los de la familia Goebbels fueron enterrados bajo un cuartel de Magdeburgo. En 1970 todos los cuerpos fueron exhumados y -salvo un pedazo de cráneo de Hitler- fueron incinerados y las cenizas arrojadas al mar. En los 90, los rusos exhibieron por primera vez lo que se suponía era el último vestigio del esqueleto de Hitler. Decían que era una prueba concluyente, que acallaría los rumores. Pero expertos convocados para una investigación de History Channel revelaron que se trataba del trozo de cráneo de una mujer de entre 20 y 40 años.
Investigadores confirmaron que el cráneo exhibido como del dictador Adolf Hitler era de una mujer de entre 20 y 40 años Las contradicciones, las versiones cruzadas, la falta de pruebas tangibles abonaron el terreno para que se generara una línea de investigación paralela, que rechazó la versión oficial y buscó saber qué había realmente detrás de la muerte de Hitler.
El húngaro-argentino Ladislao Szabo lanzó la primera piedra en 1947, con su libro Hitler está vivo, que sostenía que el líder del Tercer Reich había logrado escapar de Europa en submarino. Varios recogieron el guante y siguieron las pistas con el correr de los años. Jeff Kristenssen (seudónimo del capitán Manuel Monasterio) o el italiano Patrick Burnside fueron algunos de ellos. En los últimos años, profundizaron la investigación dos británicos, Simon Dunstan y Gerrard Williams, con Lobo Gris y un argentino, Abel Basti, con El exilio de Hitler y otras publicaciones.
Ellos continuaron la zaga, aportaron datos y dieron por hecho que el dictador nazi huyó y vivió tranquilamente en la Argentina. Hasta dicen el día exacto en que murió. Revelaron que otros dos "muertos" en 1945, Martín Bormann -mano derecha de Hitler- y Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, habrían sido los que urdieron el plan de escape.
Hitler en la Argentina. ¿Fantasía o realidad?
Luego de recordar la falta de evidencia forense sobre la muerte de Hitler y su esposa, tanto Dunstan y Williams como Basti se preguntan por qué los servicios de inteligencia de los Estados Unidos continuaron buscando a Hitler y recibiendo informes de sus agentes desde Sudamérica, donde varias personas aseguraban haber visto a Hitler. Cables desclasificados en los últimos años así lo indican.
"Si uno accede a los medios de época, diarios, agencias de noticias, emisiones radiales y demás, la noticia es que Hitler escapó. Que luego haya cambiado, es otra cosa", señaló Basti, recordando la historia de Stalin con Byrnes, citada al principio de la nota.
¿Pero cómo era posible que Hitler haya burlado el cerco? ¿De quién era el cuerpo encontrado? La respuesta a la primera pregunta: con complicidad de los aliados occidentales. La segunda: con un doble. De hecho Dunstan y Williams afirman que el que aparece en la última filmación conocida de Hitler no es él, sino Gustav Weber, uno de sus dobles.
La cinta fue grabada el 20 de marzo de 1945 y se ve a Hitler -o a su doble- junto a Artur Axmann, líder de las juventudes hitlerianas, entregando medallas a los niños-soldados que defendían las ruinas del Tercer Reich. Para llegar a esta conclusión, los autores de Lobo Gris recurrieron a análisis faciales de un destacado experto británico que trabaja con la policía científica. Luego del escape de Hitler del bunker, el desafortunado Weber recibió un disparo y fue "plantado" como el cadáver de Hitler.
El pacto con los aliados
El año 1943 marcó un quiebre en la guerra. El Eje estaba en retirada y ya quedaba claro que los Aliados avanzaban hacia una clara victoria. Consciente de esto, Bormann planificó la Aktion Feuerland (Proyecto Tierra del Fuego) con la intención de pactar con Occidente el escape de Hitler, de él mismo y la evacuación del tesoro nazi, proveniente de años de rapiña en los países ocupados y que incluía innumerables obras de artes saqueadas. A cambio, el secretario del Führer ofrecía información sensible sobre las avanzadas armas secretas nazis y la ubicación de los investigadores y técnicos, para que Estados Unidos pueda reclutarlos. Además, ofertaba la rendición del millón de hombres de la Wehrmacht que todavía combatían en Italia.
Pero no todo eran promesas, también había amenazas. Una, volar por los aires las minas en donde estaban escondidas miles de obras de arte robadas por los nazis y que representaban lo mejor de la cultura europea de siglos. Además, estaba el rumor de que el Reich tenía misiles de largo alcance -similares a la V2- con capacidad de atacar la costa este de los Estados Unidos. Prometía desactivarlos como parte de la negociación.
El interlocutor de Bormann -que negociaba a través de "Gestapo" Müller y de Ernst Kaltenbrunner- era nada menos que Allen Dulles. ¿Quién era? Dulles dirigía en Suiza el principal centro europeo de la OSS, la Oficina de Servicios Estratégicos, el servicio de inteligencia de los Estados Unidos durante la guerra. Dulles venía haciendo su trabajo con habilidad, reclutando agentes a lo largo y ancho del viejo continente, muchos de ellos diplomáticos nazis.
Ante el inminente choque con el bloque comunista, Dulles creyó más importante negociar con Bormann para sumar la tecnología alemana a la causa anticomunista que el destino de Hitler, ya derrotado. Más tarde, Dulles fue el primer director civil de la CIA. Esa central casi no tuvo actividad en relación a la búsqueda de Hitler en Sudamérica, al contrario que el FBI.
¿Por qué Argentina? El rol de Perón
Con algunas mínimas diferencias, Dunstan-Williams y Basti coincidieron en que Hitler dejó el bunker a pie por una conexión con el metro de Berlín, de allí voló en avión a Dinamarca, luego a España, para embarcar en un submarino en las Islas Canarias. Destino final: las costas patagónicas.
En el sur argentino lo esperaba Hermann Fegelein, casado con Gretl Braun, la hermana de Eva. Fegelein había escapado poco antes y también se había montado una puesta en escena en Berlín para fingir su muerte. Uno de los pilotos que trasladó a Hitler, el capitán Baumgart, habló del tema en 1947. Así lo reflejan los diarios de la época. Incluso lo declaró en la corte de Varsovia. Pero nadie lo escuchó y se perdió en el olvido.
Argentina fue uno de los últimos países en declararle la guerra al Eje y permitió el accionar de espías nazis casi sin molestarlos. En los dos últimos años del mayor conflicto bélico de la historia, Bormann transfirió activos a la región -sobre todo a la Argentina- por más de 6 mil millones de dólares. Uno de los principales contactos en Buenos Aires era el empresario Ludwig Freude, cercano a Juan Domingo Perón, y cuyo hijo, Rodolfo Freude, fue secretario del líder justicialista durante sus primeras presidencias. El ingreso de científicos alemanes al país -y también muchos criminales de guerra nazis- era parte de la contraprestación.
La cifra millonaria sirvió para abrir cuentas bancarias, comprar patentes industriales, montar empresas y comprar el silencio de varios. La colectividad alemana, de fuerte presencia en el sur argentino, tuvo su rol en preparar el terreno para la llegada de Hitler a un paraíso montañoso similar al que el dictador tanto amaba en su Baviera. Los autores de Lobo Gris le dan un rol preponderante a Eva Perón, y aseguran que durante su recordado viaje a Europa, en 1947, mantuvo un encuentro con Bormann, que se había quedado un tiempo más allí. Aseguran que la esposa de Perón facilitó la llegada de Bormann a Buenos Aires, pero rompió el pacto y solo "devolvió" el 25% del dinero transferido.
En esa época, los diputados Silvano Santander y Raúl Damonte Taborda denunciaron la actividad nazi en la Argentina y sus presuntos vínculos con el cada vez más poderoso Perón. Pero -producto de esta actividad- tuvieron que partir al exilio en Uruguay luego del golpe del 4 de junio de 1943.
Hitler en Argentina
Hitler habría pasado su primera noche argentina en Necochea. Luego habría volado a Neuquén y de allí al aeropuerto de Bariloche, que en esa época estaba en terrenos de la estancia San Ramón. "Un lugar cerrado y controlado totalmente por alemanes". Ex marinos del Graf Spee, hundido frente a las costas de Montevideo tras la batalla del Río de la Plata, oficiaron de custodios de Hitler.
San Ramón cobijó durante nueve meses al matrimonio Hitler y a su perra Blondi, que también había hecho la travesía en el submarino U-518, que los trajo de Europa. Luego de ese tiempo, se mudaron al refugio que el dinero de Bormann había permitido construir a unos 100 kilómetros de allí. El lugar era Inalco, sobre la frontera chilena, cerca de Villa La Angostura. La nueva casa de Hitler tenía una construcción similar al Berghof, el lugar de descanso que el dictador tenía en Obersalzberg, en los Alpes Bávaros.
Dunstan y Wiliams aseguraron que Hitler hizo viajes a Laguna Mar Chiquita, en Córdoba, donde fue sometido a una operación para sacarle astillas de una vieja herida producida por la bomba del atentado del 20 de julio de 1944. También habría pasado por La Falda, para visitar al matrimonio Eichhorn, una pareja alemana que había aportado dinero a la causa nazi desde el principio. La impunidad era tal que un informe del FBI, publicado en Lobo Gris, da cuenta de un agente que vio a Hitler "de vacaciones" en Casino, Brasil, en 1947.
Los supuestos pasos de Hitler por Argentina fueron presenciados por innumerables testigos, entrevistados por los autores. Incluso un ex custodio de Perón les contó que el tres veces presidente se reunía con toda naturalidad con Bormann.
Los hijos de Hitler. Su muerte.
Los investigadores afirmaron que Hitler y Eva Braun tuvieron al menos una hija. Úrsula o "Uschi", nacida antes de la guerra, en 1938, y ocultada a la opinión pública alemana. También se había ocultado durante años su relación con Eva. Otra versión habla de otra hija o un hijo nacidos en Argentina.
En donde difirieron Dunstan y Williams con Basti es en la fecha y el lugar de muerte de Hitler. Para los primeros, el "cabo austríaco" expiró el 13 de febrero de 1962 en La Clara, lugar adonde se había mudado tras el golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955. Abandonado por Eva, que se había ido a Neuquén, Hitler habría muerto rodeado de su último custodio, Heinrich Bethe, y de su médico, Otto Lehmann.
Para Basti, el deceso de Hitler se produjo en Paraguay, el 3 de febrero de 1971. A tierras guaraníes habría viajado el ex dictador nazi, temiendo que la caída de Perón pudiese derivar en el retiro de la protección. Según Basti, Stroessner dio asilo a Hitler en sus últimos días. ¿Aparecerá alguna vez el cadáver de Hitler? Basti dice que sí. "En este tipo de historias ocultas y secretas, se van revelando más datos con el transcurso de los años. Toda la información termina saliendo a la luz, incluso la ubicación exacta de los restos", concluyó, según resumió el portal Infobae.
La desconocida historia del submarino Chileno, que estuvo a horas de activar la defensa
La Fuerza de Submarinos de la Armada de Chile en el conflicto de 1978
Al mando del “Simpson”, el capitán de navío (r) Rubén Scheihing tuvo en 1978 la misión más difícil de su carrera: impedir por las armas la invasión argentina. Para ello debió enfrentar múltiples desventajas y el peso de una tarea en la que no tenía margen de error. Hace exactamente 30 años, 81 chilenos aguardaban el inicio de la guerra metidos en un viejo tubo de hierro. La tripulación del submarino “Simpson” tenía una orden perentoria del almirante José Toribio Merino: impedir por las armas cualquier intento de desembarco argentino en las islas del Beagle. De máximo riesgo, la misión encerraba además dos problemas que la hacían casi suicida: el “Simpson” era un sumergible veterano de la II Guerra Mundial que difícilmente escaparía del contraataque enemigo; y tendría que enfrentar la hora “H”, el inicio del ataque trasandino, en solitario. Este adverso escenario convirtió la extenuante patrulla de guerra del “Simpson” -duró casi 70 días- en uno de los capítulos más desconocidos de la tensión que a fines de 1978 estuvo a punto de enfrentar a Chile y Argentina. Treinta años después, el comandante de esa nave, el capitán de navío (r) Rubén Scheihing, revela los secretos de una misión en la que, reconoce, “envejecí algunos años”.
Solo y sin snorkel
A comienzos de 1978, la Armada tenía cuatro submarinos, pero sólo tres disponibles. El “Thomson”, gemelo del “Simpson”, estaba desguazado, y los recién llegados “Hyatt” y “O’Brien” eran de los más modernos de la región. La Flota de Mar (Flomar) de Argentina también tenía cuatro submarinos, pero todos operativos: dos estadounidenses de la II Guerra Mundial (“Santa Fe” y “Santiago del Estero”) y dos 209 alemanes (“San Luis” y “Salta”) recién comprados. A fines de año, la ventaja argentina pasó de leve a mayúscula. El “O’Brien” entró a dique para mantención y al “Hyatt” le falló un motor. Tuvo que regresar a Talcahuano. La noticia caló hondo en el “Simpson”. Durante todo el año, y a medida que las negociaciones diplomáticas con Argentina se empantanaban, la tripulación había entrenado intensamente para repeler una eventual invasión. Ahora tendrían que hacerlo solos. Y ése no era el único factor en contra. Por su antigüedad, la nave carecía de snorkel, una especie de tubo de escape retráctil que le permite navegar a 20 metros bajo la superficie usando sus motores diésel. Éstos, a su vez, recargan las baterías eléctricas, que son las que pueden llevarlo a silenciosos descensos de hasta 600 pies de profundidad. Sin snorkel, el “Simpson” estaba obligado a emerger por períodos de hasta ocho horas para recargar baterías, haciéndose detectable para los radares o aviones enemigos. En la práctica, el buque no podía sumergirse más de 24 horas, y a escasos cinco nudos por hora. Si había que evadir un ataque, las baterías se agotarían antes. Scheihing recuerda que otra desventaja era el armamento. La “Enmienda Kennedy” había dejado a los submarinos chilenos con antiguos torpedos a vapor MK 14 y MK 27. Los argentinos tenían eléctricos MK 37, de más alcance y confiabilidad. “No había otra cosa. Si había que tirarles piedras, se les tiraban”, explica. Por eso, cuando recibió la orden de Merino, tomó el sistema de comunicación interna, leyó el mensaje a sus hombres y los arengó: “¡Esto significa que estamos viviendo, a partir de este instante, una situación de guerra con Argentina. Como todos sabemos, es posible que nos hundan, pero me comprometo con ustedes a que antes que eso suceda, a lo menos, nos llevaremos a dos de ellos!”. Tras un momento de silencio, detalla el comandante, “se escuchó como un rugido en todo el submarino: ‘¡Viva Chile, m…!'”. Pero si atacaba por error, este oficial dejaría a Chile como país agresor y en una compleja perspectiva de cara a una negociación de paz. “Fue una situación de guerra (…) Yo estaba autorizado para romper las hostilidades. ¡Imagínese! Era el primer contacto. La responsabilidad era tremenda. Primero, porque rompería las hostilidades, y segundo, porque pondría en jaque la seguridad del submarino, que es lo de menos cuando se trata de hundir al resto”, explica.
¿Disparó el “Simpson”?
Ricardo Burzaco, experto argentino en el tema, publicó recientemente una investigación sobre las operaciones submarinas transandinas de 1978 en la revista Defensa y Seguridad. Allí sostiene que el “Simpson” fue descubierto dos veces por sumergibles argentinos. Primero por el “Santiago del Estero”, que lo encontró cargando baterías en la superficie, y luego por el “Salta”, justo antes de la hora “H”, que también lo divisó a nivel del mar. La máxima tensión reinante llevó a que el capitán argentino ordenara preparar torpedos. Como no estaban en aguas argentinas, agrega Burzaco, el comandante argentino dudó en atacar. En ese momento el oficial sonarista lanzó una alarma de torpedo enemigo, por lo que ordenó una maniobra evasiva. Luego, el rumor de un supuesto proyectil chileno se desvaneció. Tajante, Scheihing niega esta versión y asegura que el “Simpson” nunca tuvo contacto con adversarios. “No hubo lanzamiento. Nunca disparamos nada. Estábamos listos, pero le garantizo que no (disparamos)”, sostiene. Hacia el final de la patrulla, la tripulación del “Simpson” ya sentía el rigor de la tensión bélica. Los víveres eran escasos, no quedaban alimentos frescos y el aire dentro del submarino era pesado, mezcla de aceite y gases. Sólo podían bañarse -si limpiarse el cuerpo con una esponja mojada puede considerarse un baño- cada tres días. Sólo querían que el conflicto se zanjara de una vez, por las armas o por la paz. La providencial conjunción de una tormenta con olas de hasta 15 metros, que retrasó la operación “Soberanía”, y la mediación del Papa Juan Pablo II, sin embargo, terminarían por impedir el enfrentamiento. El “Simpson” pudo volver a su base. “Nunca había visto un tiempo tan malo, estaba pésimo. Estaba tan malo que no había posibilidad de operaciones aéreas ni anfibias. De no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan ‘Soberanía’, esto no se habría podido parar”, concluye el vicealmirante (r) Hernán Rivera.
El “Prat”, primer objetivo argentino
Si el “Simpson” abría fuego contra una invasión argentina, enseguida sería el turno del crucero “Prat”, buque insignia de la Escuadra que debía disparar su artillería contra la flota de desembarco adversaria. A bordo estaba el ahora vicealmirante (r) Hernán Rivera, por entonces jefe del estado mayor de la Escuadra. Por su naturaleza, el “Prat” probablemente habría sido el primer objetivo de los ataques argentinos, tanto aéreos como marítimos y submarinos. En el buque insignia lo sabían, pero nadie, dice Rivera, manifestó temor. “En la gente nuestra no había ninguna duda. El espíritu era ir cuanto antes a la guerra y definir esta cuestión”, sostiene. La gran ventaja de la flota argentina, explica, era el portaaviones “25 de Mayo”, que le daba supremacía aérea y hacía vulnerables a los buques chilenos. La Escuadra chilena, agrega, tenía a su favor la cohesión alcanzada por las tripulaciones tras un año de intenso entrenamiento, la eficiencia de la aviación naval -informaba cada cuatro horas la posición de los buques argentinos- y el refugio natural que ofrecían los fondeaderos en los canales. “Ellos sabían que estábamos en el sur, pero no sabían dónde (…) Los fondeaderos de guerra son lugares absolutamente camuflados donde es imposible ver los buques, ni siquiera sobrevolando”, asegura Rivera. Así, las naves chilenas lograban disimular falencias como la escasez de pertrechos, debido al embargo de Estados Unidos, y el hecho que la iniciativa estaba en manos de los argentinos. Con todo, admite el retirado oficial, “el ‘Prat’ habría sufrido daños importantes como consecuencia del ataque de los aviones del ’25 de Mayo’. Por eso nos colocamos en una disposición de combate en la que primero estaban los buques misileros, que en el fondo eran los que iban a decidir esta cuestión en el combate de superficie”. Rivera recuerda como el momento más crítico el 20 de diciembre de 1978, cuando recibieron la orden de salir al paso de la flota argentina. El vicealmirante Raúl López Silva, comandante en jefe de la Escuadra, reunió a los capitanes de todos los buques y les advirtió: “Señores, vamos a definir esta situación de una vez por todas. Se acabaron los ejercicios. La próxima vez que toque un zafarrancho de combate significa que estamos enfrentados a los argentinos”. Pocas horas después, cuando la Escuadra aún salía hacia el teatro de operaciones, sonó el citado zafarrancho. “Le prometo que nunca vi tanta rapidez para cubrir los puestos de combate”, recuerda Rivera. La alarma, eso sí, resultó falsa. El “contacto” del sonar resultó ser una sonda estadounidense que recolectaba datos atmosféricos. Así fue que ambas fuerzas llegaron a estar a unas 10 horas de poder atacarse con sus misiles, lo que fue impedido por la mediación papal. Rivera asegura que la Divina Providencia también hizo lo suyo, desatando un temporal que dilató la “Operación Soberanía”, que debía comenzar tres días antes de la “Hora H” con la toma de unas pequeñas islas al sur del Beagle. “Nunca había visto un tiempo tan malo, estaba pésimo. Estaba tan malo que no había posibilidad de operaciones aéreas ni anfibias. De no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan ‘Soberanía’, esto no se habría podido parar”, concluye.
El misterio del submarino U-3523: la huida de Hitler a la Argentina, los archivos secretos de la CIA y una extraña foto
Una de las versiones más difundidas sobre el supuesto escape del criminal nazi sostenía que llegó a bordo de la nave más sofisticada de la marina alemana, capaz de atravesar el Atlántico sin necesidad de emerger. Aunque nunca la aceptó oficialmente, la inteligencia norteamericana no descartó esa posibilidad y hay documentos que prueban la búsqueda del Führer en el país sudamericano. Qué fue del submarino y dónde se la halló 73 años después
La
versión aseguraba que el Führer no se suicidó en el búnker el 30 de
abril de 1945 sino que, acompañado por Eva Braun y unos pocos
colaboradores, abordó un avión pequeño que lo llevó a un puerto donde lo
esperaba desde hacía días un submarino que navegó hasta una costa del
sur de la Argentina
Debieron
pasar 73 años para que se derrumbara –o, para decirlo mejor, se hundiera
definitivamente– una de las teorías más difundidas sobre la supuesta
huida de Adolf Hitler a Sudamérica luego de la derrota del Tercer Reich.
La
versión aseguraba que el Führer no se suicidó en el búnker el 30 de
abril de 1945 sino que, acompañado por Eva Braun y unos pocos
colaboradores, abordó un avión pequeño que lo llevó a un puerto donde lo
esperaba desde hacía días un submarino que navegó hasta una costa del
sur de la Argentina. Allí, siempre según ese relato, ya había un
operativo montado que esperó su desembarco y lo escondió en un sitio
seguro.
La historia se sostuvo durante todos esos años porque
el submarino en cuestión, el U-3523, desapareció sin dejar rastros. Se
decía que, para borrar toda huella de ese escape, fue hundido por su
propia tripulación en alta mar, después de dejar a Hitler en tierra
firme.
Tampoco sonaba descabellada porque
otros dos submarinos alemanes, el U-530 y el U-977, se rindieron en Mar
del Plata bastante después de la caída del Tercer Reich, en julio y
agosto de 1945. Si dos habían llegado hasta las costas argentinas, bien
podría haberlo hecho un tercero.
Un modelo de submarino similar al que siempre se dijo que había llevado a Hitler a la Argentina y que fue hallado en Dinamarca
Hubo
que esperar hasta el 13 de abril de 2018 para descubrir la verdad sobre
el final del U-3527 y, con ella, de esa supuesta huida de Hitler
cruzando el Atlántico. Ese día el Museo de Guerra de Dinamarca, ubicado
en Copenhague, anunció que había hallado el famoso submarino nazi en las aguas territoriales de ese país, hundido a 123 metros de profundidad.
“El
museo localizó los restos del submarino alemán U-3523, que fue hundido
en el estrecho de Skagerrak por la aeronave B24 Liberator el 6 de mayo
de 1945″, informó el Museo en un comunicado.
Y
se refirió específicamente a la versión: “Debido a su capacidad de
permanecer sumergido durante un tiempo prolongado, el U-3523 alimentó
los rumores de que había sido el medio de transporte de la élite nazi
para escapar hacia Sudamérica”.
Buscando a Hitler
La
versión oficial sobre la suerte corrida por Hitler al final de la
Segunda Guerra es que, el 30 de abril de 1945, Hitler ordenó a sus
ayudantes traer varios bidones de gasolina en la salida exterior del
búnker para deshacerse de su cuerpo y del de su esposa, Eva Braun.
Luego de eso, el matrimonio se encerró en una habitación durante 15
minutos y para cuando entraron en la sala, Hitler tenía un disparo de
bala en la cabeza y Braun yacía tumbada por el efecto del cianuro. Sus
cadáveres fueron quemados, como había ordenado el Führer derrotado.
Hitler y Eva Braun en la intimidad (Getty)
Los
aliados dieron públicamente por cierta esa historia –reconstruida a
partir de los testimonios de colaboradores del bunker-, pero lo cierto
es que dudaron en secreto de su veracidad. Podía ser una maniobra de distracción para facilitar la huida de Hitler y evitar que se lo siguiera buscando.
Hay pruebas concretas de que la inteligencia norteamericana intentó rastrearlo en la Argentina.
En julio de 1945, un cable secreto de la Embajada norteamericana en Buenos Aires informó a Washington: “Llegada de submarinos alemanes a las costas de Argentina.
Circulan varios rumores en Buenos Aires referidos a la llegada del
submarino U-530 antes de su rendición. Una fuente de credibilidad
desconocida asegura que el 28 de junio un submarino emergió en Puerto
San Julián, territorio de la provincia de Santa Cruz, del que descendieron dos personas sin identificar, uno sería un alto oficial y la otra una muy importante persona”.
Hermann Fegelein, cuñado de Hitler, y su esposa Margarete "Gretl" Braun, hermana de la amante del Führer (Interfoto)
Los
norteamericanos no descartaron que el submarino visto en Puerto San
Julián fuera en realidad el U-3523 y no el U-530. En cuanto a las dos
personas mencionadas, se pensó que podían ser Hitler –el civil– y su cuñado Hermann Fegelein, quien supuestamente había sido ejecutado por orden del propio Führer el 29 de abril anterior en el bunker.
Informes y especulaciones
Un informe, en este caso del FBI, fechado el 21 de septiembre de 1954 detallaba las declaraciones de testigos
que aseguraban que Hitler había llegado a la Argentina dos semanas y
media después de la caída de Berlín a bordo de un submarino. También
indica un supuesto destino en tierra: “Según un plan preestablecido con
seis altos funcionarios argentinos, al amanecer se cargaron todas las
provisiones y partieron hacia las estribaciones de los Andes
meridionales”, dice el archivo desclasificado.
Uno de los archivos secretos de la CIA
No son pocos los documentos de la inteligencia estadounidense desclasificados que demuestran que en Washington sospechaban que Hitler había logrado escapar.
Uno de ellos, del 3 de octubre de 1955, contiene denuncias de un ex
soldado de las SS llamado Philip Citroën de que el Führer había estado
escondido en la Argentina y que de allí había seguido a Colombia.
Incluso, incluye una foto del presunto Hitler tomada en 1954 en la ciudad colombiana de Tunja.
El documento agrega: “Según Citroën, los alemanes que residían en
Tunja, Colombia, siguieron a ese supuesto Hitler ofreciendo el saludo
nazi”.
Uno
de los archivos de inteligencia, del 3 de octubre de 1955, contiene
denuncias de un ex soldado de las SS llamado Philip Citroën de que el
Führer había estado escondido en la Argentina y que de allí había
seguido a Colombia. Incluso, incluye una foto del presunto Hitler tomada
en 1954 en la ciudad colombiana de Tunja
Incluso en 2014, el argentino Abel Basti, autor de El exilio de Hitler, sostenía que, una vez llegado a las costas argentinas, Hitler
“no vivió enclaustrado” sino que se movía con libertad por Argentina y
otros países como Brasil, Colombia y Paraguay. Según Basti, las
principales agencias de inteligencia del mundo, como la CIA y el MI6
británico, contaban con informes y fotografías que confirmaban su presencia en Sudamérica después de 1945.
Un submarino sofisticado
La
rendición en el puerto de Mar del Plata de los submarinos U-530, el 10
de julio de 1945, y U-977, el 17 de agosto de ese año, despertó las
alertas de la inteligencia aliada sobre una posible huida de Hitler.
Cuando se entregó, el comandante del U-530, Otto Wermouth, había destruido la bitácora de a bordo y sus testimonios sobre la deriva de la nave fueron contradictorios.
Tampoco pudo explicar de manera creíble porqué faltaba un bote de goma,
similar a otro que luego fue encontrado en las playas de Mar del Sur.
El U-977 apareció en Mar del Plata el 17 de agosto de 1945
Tampoco fue del todo claro Heinz Schäffer,
comandante del U-977, cuando le pidieron que explicara por qué, al
comparar el número de marinos que se entregaron con la propia bitácora
de la nave, faltaban 16 tripulantes y tres botes. Dijo que “la
noche del 10 de mayo de 1945, entre las 02.30 h. y las 03.30 h., 3
marineros y 13 suboficiales tomaron tres de las balsas más grandes, una
de las cuales fue dañada y abandonada (...) siendo dejados sobre la Isla
de Holsenoy, cerca de Bergen (Noruega)”. Sus palabras nunca pudieron
ser comprobadas.
Hitler y algunos de sus
acólitos podía haber bajado de cualquiera de esos dos submarinos en las
costas del sur argentino, pero la mira seguía puesta en el U-3523, que
no aparecía por ningún lado.
El U-530 se rindió en Mar del Plata el 10 de julio de 1945
No se trataba solamente de que
no se conocía su destino sino –y sobre todo– de sus características
especiales: era el modelo más sofisticado de los U-boat alemanes, de la
flota Tipo XXI, el único capaz de atravesar el Atlántico hasta Sudamérica sin necesidad de emerger.
Si
Hitler y otros altos jerarcas habían huido de Alemania en un submarino,
tenía que ser ese, el misterioso U-3523. Además, era casi único: los
alemanes habían alcanzado a fabricar solamente dos de ese modelo.
Doble hundimiento
El
descubrimiento del U-3523 puso fin al misterio de su desaparición y
también acabó con la teoría que sostenía que Hitler había llegado en él a
las costas argentinas.
Las
señales que permitieron el hallazgo en las profundidades aparecieron en
una pantalla durante una exploración del fondo marino que un grupo de
investigadores del Museo Jutland realizaba a 18,5 kilómetros al norte de
la ciudad danesa de Skagen.
El
U-3523 fue hundido por bombas de profundidad en el estrecho de
Skagerrak por un avión "B24 Liberator" de la Royal Air Force británica,
el 6 de mayo de 1945
El Museo
Jutland hasta ahora ha barrido y encontrado alrededor de 450 naufragios
en el Mar del Norte y en el Estrecho de Skagerrak. De ese total, 12 son
submarinos, 3 de los cuales son británicos y 9 alemanes.
Por su localización en el estrecho de Skagerrak se pudo establecer también que el U-3523 fue hundido el 6 de mayo de 1945, con 58 tripulantes a bordo, por el bombardero aliado B24 Liberator. Lo detectaron a unos 16 kilómetros al oeste de la posición en que fue reportado por el bombardero que lo atacó.
El
U-3523 fue hallado a unas 9 millas náuticas (16,6 km) al oeste de la
posición en que fue reportado por el bombardero que lo atacó
Una
vez encontrado, su identificación no resultó difícil. Además de los
datos históricos que señalaban que el U-3523 había sido hundido en esa
zona, existe un modelo idéntico en el Museo Marítimo Alemán con el cual
se compararon los restos recuperados.
“Lo
curioso es que, a diferencia de otros hallazgos, los restos estaban como
clavados en el lecho marino. Lo que hizo más fácil su identificación”,
explicaron los expertos de Jutland al anunciar el descubrimiento.
Desde
el Museo Jutland informaron informaron que la nave se encuentra a 123
metros de profundidad, por lo que adelantaron que será muy difícil
acceder a ella
Cuatro años después de que lo encontraran, el misterioso U-3523 sigue en el fondo del mar.
Se calcula se demorará años en recuperar sus restos, por la profundidad
a la que se encuentran y lo costoso de la operación de rescate.
Hasta entonces, seguramente, habrá
quienes sostengan que Adolf Hitler no se suicidó en el bunker y que sus
huesos quedaron dentro del submarino, en el fondo del mar.
Uno de los objetivos de guerra declarados de las potencias del Eje era convertir las tierras y los satélites conquistados en "esferas" económicas autosuficientes que sirvieran a las necesidades estratégicas y económicas de cada raza maestra. Durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, ni Alemania ni Japón ni ninguna de las áreas más amplias que pusieron bajo su control temporal eran totalmente autosuficientes en materia prima y técnicas industriales necesarias para la guerra moderna. Alemania y su "esfera" eran deficientes en una gran cantidad de materias primas industriales, entre las cuales el caucho y ciertas ferroaleaciones habían sido tradicionalmente importadas del este y sudeste asiático. Japón carecía de materias primas y habilidades de fabricación, entre ellas ciertas técnicas, particularmente en las industrias química, de máquinas herramientas y de instrumentos de precisión, que estaban disponibles en Alemania. El hecho de que las dos potencias no logren un intercambio satisfactorio, intercambiando lo que tenían por lo que necesitaban, es una prueba más de la debilidad de su alianza en tiempos de guerra.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en Europa, no existía un programa general para la coordinación económica o tecnológica entre los dos países. El reciente pacto ruso-alemán había dejado a los japoneses sin ánimo de colaborar. Un tratado económico general, considerado por los dos países durante más de un año y finalmente rubricado a fines de julio de 1939, fue suspendido por los japoneses a principios de septiembre a raíz de la ruptura política entre las dos naciones y debido a la dificultad de realizar negocios ordinarios. transacciones con empresas alemanas en condiciones de guerra.
En el otoño de 1939, el estallido de la guerra en Europa, naturalmente, afectó a la economía alemana de manera más decisiva que a los japoneses, porque el nuevo estatus de Alemania como beligerante y el bloqueo británico la aislaron de inmediato de algunas de sus fuentes más importantes de ultramar. importaciones Por el contrario, Japón todavía tenía acceso al mercado estadounidense y a los recursos de materias primas del sudeste asiático de los que dependía principalmente su economía de guerra. Su patrón de comercio en tiempos de paz solo se vio ligeramente afectado por la guerra chino-japonesa no declarada y la reciente decisión estadounidense (julio de 1939) de cancelar el tratado comercial japonés-estadounidense a principios de 1940.
Por lo tanto, Alemania dependía de Japón más que Japón de ella. En particular, los alemanes esperaban que Japón desafiara el bloqueo británico y proporcionara al Reich materiales producidos tanto en el área que Japón controlaba política y militarmente (Japón, Manchuria y partes de China) como en otros países, principalmente del sudeste asiático y América del Sur, donde Japón podría actuar como comprador de importaciones alemanas. Desafortunadamente para Berlín, la condición de la economía japonesa y la política de su gobierno durante el período de la "guerra falsa" hicieron que el desafío del bloqueo británico no fuera factible ni deseable desde el punto de vista japonés. La propia dependencia de Japón de los mercados del Imperio y de otras áreas susceptibles, en parte, a la influencia británica, le impidió arriesgarse al descontento británico por el bien de Alemania.
Consideraciones políticas como estas fueron las principales responsables de la cantidad limitada de asistencia que Japón prestó a la economía de guerra alemana durante los primeros meses de la guerra. Las consideraciones económicas también desempeñaron un papel, aunque más pequeño, en la cancelación por parte de Alemania de una serie de pedidos japoneses de equipo pesado contraídos antes del estallido de hostilidades y los fuertes compromisos alemanes para la exportación de bienes de capital a la Unión Soviética (a raíz de la Unión Soviética alemana pacto) convenció a los japoneses de que podían obtener poco de los sectores de la industria alemana en los que estaban ansiosos por hacer sus pedidos más pesados.
Una gota de ayuda
Sería tedioso contar en detalle la historia de la decepción de Alemania por la asistencia japonesa inadecuada durante la "guerra falsa". Será suficiente mencionar algunas de las áreas en las que la ayuda japonesa estuvo muy por debajo de las expectativas alemanas. Un área crítica para Alemania era la de los aceites y grasas comestibles, ya que la producción nacional proporcionaba solo el 60 por ciento de la cantidad necesaria. Antes de la guerra, las importaciones de soja y cultivos similares de Manchuria habían jugado un papel importante en el cierre de la "brecha de grasa" alemana (Fettlücke). Con el estallido de la guerra, las importaciones alemanas cayeron precipitadamente; durante el período de la "guerra falsa", las importaciones alemanas de soja de Manchuria se redujeron a aproximadamente el 4 por ciento de su nivel anterior a la guerra; Durante la segunda mitad de 1940, volvieron a subir a aproximadamente el 12% de su nivel anterior a la guerra, mientras que durante la primera mitad de 1941 se acercaron a solo el 30%.
El fuerte declive de las importaciones alemanas de soja se sintió aún más amargamente en Berlín, ya que durante los primeros veinte meses de la Segunda Guerra Mundial existieron amplios medios de transporte desde Manchuria. De hecho, ya en septiembre de 1939, la Unión Soviética había otorgado a Alemania una reducción del 50 por ciento en las tarifas de flete para el envío de soja a través del Ferrocarril Transiberiano. Este acuerdo favorable se renovó en los tratados comerciales germano-soviéticos de principios de 1940 y principios de 1941 y continuó en vigor hasta el estallido de la guerra ruso-alemana. En este contexto de cooperación soviética, los alemanes responsabilizaron a los japoneses de frustrar las importaciones alemanas de frijol de Manchukuo. Específicamente, los japoneses fueron acusados de sucumbir a la presión británica para reducir las exportaciones de frijoles al Reich, y de haber reducido las cantidades disponibles para Alemania por su propia mayor compra de frijoles manchurianos. Quizás sea una prueba más de la incapacidad o la incapacidad de cada país para imaginar el punto de vista del otro, una debilidad ya notada más específicamente anteriormente, que Alemania ignoró la hostilidad que había invitado entre los japoneses por su pacto con Rusia. Por lo tanto, las acusaciones alemanas podrían haber sido ciertas, si curiosamente no fueran imaginativas. En cualquier caso, no hay duda de que las exportaciones japonesas a Alemania desde áreas bajo su control inmediato cayeron muy por debajo de lo que Berlín había anticipado.
A Alemania no le fue mucho mejor con la esperanza de que se beneficiaría de las compras japonesas en su nombre en el sudeste asiático y América del Sur. Berlín estaba más interesado en que Japón comprara caucho en el sudeste asiático, estaño en Malasia y Sudamérica, y una serie de aleaciones ferrosas en China y el sudeste asiático, sin las cuales la producción de acero alemana estaba gravemente perjudicada. No se dispone de cifras de importación específicas para el período de la "guerra falsa", pero un estudio realizado por la Oficina de Economía y Armamento de Guerra de OKW de septiembre de 1940 da los totales de las compras de Japón en nombre de Alemania durante todo el primer año de la Segunda Guerra Mundial.
El caucho, por ejemplo, era uno de los productos estratégicos que Alemania había importado anteriormente en gran parte de Asia. A pesar del progreso de su producción de caucho sintético, Alemania todavía dependía en 1939 de las importaciones de caucho natural, porque el sintético necesitaba una mezcla de caucho natural y solo cubría una parte de la necesidad alemana. Las grandes esperanzas depositadas en Japón se desilusionaron una vez más, ya que Japón logró comprar no más de 2800 toneladas de caucho en nombre de Alemania, menos del 5 por ciento de las importaciones anuales de Alemania en Asia en tiempos de paz. Por lo tanto, los alemanes tenían muy poco caucho durante los primeros nueve meses de la guerra, particularmente desde que las reservas de caucho alemanas al principio solo habían cubierto un suministro de dos meses. En junio de 1940, la situación se alivió considerablemente cuando grandes existencias holandesas y francesas de caucho crudo y manufacturado cayeron en manos alemanas. Para entonces, Japón también parecía cambiar su actitud hacia las necesidades de la economía de guerra alemana.
La historia del estaño y el tungsteno es similar. Con la ayuda de Japón, Alemania pudo adquirir durante el primer año de la guerra algo más del 5 por ciento de sus importaciones anuales de estaño antes de la guerra desde Asia y algo menos del 5 por ciento de sus importaciones de tungsteno antes de la guerra.
Sin embargo, en algunos aspectos, la escasez alemana de aleaciones de estaño y ferroaleaciones del Lejano Oriente resultó ser menos dañina para su producción de guerra de lo que cabría esperar de la cruda comparación de las cifras de importación de antes de la guerra y de guerra. Por un lado, las reservas alemanas en casi todos los metales no ferrosos y las aleaciones ferrosas eran considerablemente más grandes que sus reservas de goma al estallar la guerra. Las reservas de estaño y tungsteno, por ejemplo, fueron adecuadas durante aproximadamente un año y se disponía de suministros alternativos en Europa. Además, el botín de los países ocupados y las unidades de chatarra en casa compensaron en parte las importaciones que ya no estaban disponibles. Sin embargo, lo más significativo es que el ingenio técnico permitió la producción de aceros menos altamente aleados con poca pérdida de calidad, lo que significaba que, a pesar de las importaciones fuertemente restringidas, la producción de acero alemana nunca se vio seriamente obstaculizada por la escasez de aleaciones ferrosas.
Dado que la compra japonesa de los materiales solicitados por Alemania todavía no se vio afectada durante los primeros doce meses de la guerra por la política británica de "control en la fuente" (compra preventiva, etc.) que se hizo tan importante después del otoño de 1940, y Dado que Alemania aparentemente puso a disposición de Japón suministros adecuados de divisas, la conclusión de que Japón hizo menos esfuerzos en nombre de Alemania de lo que podría haber hecho parece inevitable. El fuerte golpe a las relaciones germano-japonesas en agosto de 1939 explica los esfuerzos muy modestos que Japón hizo en nombre de su ex amiga durante los primeros meses de la guerra europea. El final del verano de 1940 marca, aquí como en otros lugares, un punto de inflexión en las relaciones alemán-japonesas, mientras que el embajador alemán había hablado hasta la segunda mitad de abril del "grave disgusto alemán [Verstimmung] causado por el apoyo económico inadecuado al parte de Japón ", se estableció una relación mutuamente más ventajosa aunque no siempre agradable después de la caída de 1940. El acercamiento político de las dos potencias, la adquisición de un mayor control japonés sobre los recursos de Indochina y la disponibilidad continua de comunicaciones terrestres a través de Siberia: estos tres factores explican las relaciones económicas más intensas entre las potencias del Eje en el período comprendido entre el otoño de 1940 y junio de 1941.
Cooperación y competencia
En Indochina, Alemania ahora podía comprar directamente, ya que las hostilidades con Francia habían cesado. En Tailandia, la organización de compras alemana había mejorado desde el comienzo de la guerra. Aun así, las compras de materias primas alemanas resultaron difíciles y menos gratificantes de lo que ella esperaba. Donde el Reich había luchado previamente contra las medidas de bloqueo británicas, ahora se encontraba compitiendo con Japón en aquellas partes del sudeste asiático a las que recién tenía acceso. Las cantidades de la cosecha de caucho indochina de 1940 que no se habían vendido en el momento del armisticio franco-alemán fueron rápidamente compradas por los japoneses y los estadounidenses y eludieron a Alemania. Pero con sus estrechas relaciones con Vichy, Alemania podría esperar obtener una porción considerable de la cosecha total de 1941, estimada en unas 70,000 toneladas. Aunque Alemania había desempeñado un papel claramente menor en el mercado del caucho indochino antes de la guerra, ahora concluyó acuerdos con Francia (en septiembre de 1940 y enero de 1941) que asignaron a sus 25,000 toneladas de la producción anticipada de 1941. Una parte sustancial de la cuota francesa de 18,000 toneladas también fue prometida al Reich. Sin embargo, el esfuerzo alemán para asegurar una parte tan considerable de la cosecha de 1941 se topó con la oposición inmediata de Japón. Ya se han mencionado las objeciones de Japón a la impropiedad de las disposiciones francoalemanas directas con respecto a Indochina. Sin embargo, Japón no se opuso solo por razones de prestigio. Las asignaciones a Alemania y Francia y las 25,000 toneladas asignadas a los Estados Unidos (con el fin de adquirir dólares muy necesarios para la colonia francesa) amenazaron con dejar Japón sin prácticamente importaciones de caucho de Indochina. Japón ya estaba sintiendo los efectos de la política de "control en la fuente" de Gran Bretaña, dirigida tanto contra Alemania como contra ella misma. Con las importaciones de Malaya y las Indias Orientales Holandesas reducidas, compitió más ferozmente con el Reich por una parte de la producción de caucho indochino.
Al final, y como resultado de más competencia en el mercado que de un acuerdo político, ambas naciones tuvieron un éxito notable en la obtención de la participación que querían, Alemania se aseguró para sí misma las 25,000 toneladas, de las cuales inicialmente había prometido satisfacer Las demandas japonesas, y Japón adquirieron casi esa cantidad, a expensas del envío inicialmente destinado a los Estados Unidos. A pesar de la falta de un acuerdo formal, la situación parecía tolerable para ambas partes.
Puede parecer que la ocupación japonesa de la Indochina francesa (la parte norte en septiembre de 1940; el sur en julio de 1941), reduciendo la influencia política que Alemania podría ejercer allí a través de Vichy, debería haber contribuido a la tensión germano-japonesa. Pero a fin de cuentas, Alemania se benefició económicamente del control militar que Japón, en parte con la asistencia alemana, había establecido sobre la colonia francesa. Sin la ocupación japonesa, la política británica de compra preventiva, apoyada por los Estados Unidos, habría reducido en gran medida la cuota de caucho disponible para los alemanes. En cambio, la presión japonesa sobre las autoridades francesas en Indochina probablemente explica el fracaso de la colonia para cooperar plenamente en la guerra económica británica, una cooperación inicialmente prometida por los franceses a principios de 1941. En ausencia de guarniciones japonesas, un levantamiento pro-de Gaullista podría han eliminado completamente a Indochina de la influencia alemana.
Cualquiera sea el alcance de la asistencia indirecta de Japón a Alemania en virtud de su presencia militar en Indochina, su ayuda en materia de transporte durante esta fase de la guerra está fuera de toda duda. Todo el caucho indochino que llegó a Alemania a través del ferrocarril transiberiano durante los primeros cinco meses de 1941 (unas 12,000 toneladas) había sido transportado desde Indochina a Manchuria en los fondos japoneses. De hecho, los barcos japoneses habían llevado cantidades adicionales a Manchuria, donde no podían cargarse debido al estallido de la guerra ruso-alemana.
Sin embargo, el éxito alemán en la obtención de caucho obviamente se debe a una combinación especial en Indochina. Ni un plan general ni la determinación japonesa de cooperar aseguraron tanto éxito con otros materiales, como lo demostró la búsqueda de metales no ferrosos y aleaciones ferrosas. No hay cifras alemanas o japonesas disponibles y es necesario confiar en los datos rusos para los transbordos desde el Lejano Oriente. Según Stalin, los siguientes productos pasaron por la Unión Soviética desde el Lejano Oriente en este período: 1,087 toneladas de mineral de tungsteno (en comparación con una importación anual alemana de 9,000 toneladas antes de la guerra solo de China); 587 toneladas de mineral de estaño y 538 toneladas de estaño (en comparación con las importaciones anuales anteriores a la guerra desde China y las Indias Orientales Holandesas juntas de aproximadamente 13,000 toneladas de mineral); 260 toneladas de mineral de antimonio y 42 toneladas de antimonio (en comparación con una importación anual anterior a la guerra de alrededor de 2.600 toneladas de mineral de China solamente). Nuevamente, como en el primer año de la guerra, las importaciones de estos metales del Lejano Oriente satisfacían solo una fracción de las necesidades anuales de Alemania. Pero por las razones ya mencionadas (y también porque las ferroaleaciones fueron puestas a disposición por España, Rusia y Finlandia), el hecho de que Alemania no obtuviera más de estos metales del este de Asia no restringió seriamente la industria siderúrgica alemana.
Varios factores sugerirán por qué la ayuda de Japón en la adquisición de estos metales no fue mayor. Justo cuando los japoneses estaban políticamente listos para ayudar a la economía de guerra alemana mediante compras en terceros países, los británicos cambiaron su esfuerzo de bloqueo del control en el mar al control en la fuente. Las compras preventivas en áreas bajo control británico y en las Indias Orientales Holandesas redujeron así las cantidades que Japón podía importar y, en consecuencia, reexportar a Alemania. Dado que los enemigos de Alemania consideraban que su escasez de aleaciones ferrosas era uno de los principales cuellos de botella en su industria de guerra, sus controles preventivos de compra y exportación fueron particularmente estrictos y efectivos en el caso de estos metales.
Las áreas que Japón controlaba directamente producían solo una pequeña parte de los metales solicitados por Alemania. Indochina, en parte sujeta al control japonés y la principal fuente de importaciones de caucho de Alemania durante esta fase de la guerra económica, produjo pocos de los metales necesarios en cantidades suficientes. La producción de estos metales en China, es cierto, fue más abundante que la de Indochina. Sin embargo, la ocupación parcial de China por parte de Japón fue de relativamente poca utilidad para su aliado, ya que la mayor parte de la producción de estaño y tungsteno tuvo lugar en la China Libre, donde toda la producción estaba bajo el control del gobierno. Allí, las cantidades producidas en 1940 y 1941 se asignaron a la Unión Soviética y los Estados Unidos, donde sirvieron como garantía para algunos de los préstamos que Chungking había obtenido, en particular los de Washington.
Además, la propia Japón estaba experimentando escasez en los mismos materiales que Alemania le pidió que comprara. Esto se debió en parte a las políticas aliadas ya mencionadas, pero también a la política japonesa de almacenar una guerra que parecía estar cada vez más cerca. Con límites en sus propias importaciones de metales de China, las Indias Orientales Holandesas, las colonias británicas y Estados Unidos, Japón reservó las cantidades que podía asegurar exclusivamente para sus propias necesidades. La presión japonesa sobre Saigón, por ejemplo, la ayudó a adquirir prácticamente toda la producción de metales de Indochina en 1941 para sus propias necesidades. Cuando los alemanes intentaron obtener garantías de entrega de los franceses, como lo hicieron para el caucho, se les dijo que la disposición de los metales estaba fuera de las manos de Vichy. Finalmente, después de julio de 1941, las compras japonesas, tanto para Alemania como para ella, se redujeron drásticamente como resultado de los embargos estadounidenses, británicos y holandeses, al igual que la capacidad de Japón para reexportar materiales estratégicos al Reich.
Para entonces, sin embargo, había surgido un obstáculo aún más significativo para los intercambios económicos germano-japoneses con el cierre de la ruta terrestre siberiana después del 22 de junio de 1941. Varios asesores de Hitler habían intentado disuadir al Führer del ataque a la Unión Soviética. llamando la atención sobre las graves consecuencias económicas de la ruptura de la última conexión terrestre de Alemania con el Lejano Oriente. Pero Hitler decidió, como Keitel lo expresó acertadamente, "no dejarse influenciar por estas dificultades económicas" .17 Lo que fue una consideración menor para el líder alemán resultó ser para los británicos "el verdadero punto de inflexión en la guerra económica".
Problemas de transporte
Justo cuando Alemania comenzó a asegurarse de sus fuentes de suministro, con la ayuda de una mejor organización de compras en el sudeste asiático establecida después de la llegada de Wohlthat a Tokio a fines de abril de 1941, se cortó su camino desde el Lejano Oriente. Como para aumentar la ironía, los suministros que la esperaban al final del camino bloqueado aumentaron enormemente después de Pearl Harbor, cuando Japón puso grandes cantidades a disposición de Alemania de las existencias y suministros que había conquistado en el sur. Las existencias alemanas de materias primas se acumularon en los puertos y almacenes del Lejano Oriente hasta el punto en que los cargos de seguro y almacenamiento se convirtieron en una carga real. En diciembre de 1941, el total de las reservas alemanas en el Lejano Oriente ascendía a unas 90,000 toneladas; una porción considerable de esta cantidad probablemente consistía en soja y otras sustancias y aceites productores de petróleo almacenados en Japón propiamente dicho o en Manchuria. A partir de 1942, grandes existencias alemanas de algunas de las materias primas del sudeste asiático se acumularon en almacenes japoneses y malayos. En julio de 1942, la misión de compras alemana en Tokio informó a Berlín que Japón había puesto un total de 60,000 toneladas de caucho de la cosecha de 1942 a disposición de Alemania. También se habían prometido mil toneladas de tungsteno, aunque en general la adquisición de tungsteno aún resultó difícil incluso en la Asia dominada por los japoneses. En la mayoría de los demás aspectos, la competencia germano-japonesa por las materias primas ahora dio paso a una generosidad expansiva por parte de los japoneses, que habían puesto bajo su control el producto de Malasia y las Indias Orientales holandesas y que, sin duda, también intentaron mejorar sus propias posibilidades de obtener ayuda económica alemana haciendo ofertas generosas de materias primas.
Con el transporte como una necesidad crítica a principios de 1942 y una ruta terrestre fuera de discusión, Alemania tuvo que considerar las posibilidades de embarque por mar. El envío francés había ayudado en el transporte de materias primas indochinas al Eje Europa en 1940 y 1941, pero parece que no jugó ningún papel después de Pearl Harbor. Japón suspendió el envío a Europa después de agosto de 1940 y no pudo o no quiso poner buques a disposición de Alemania con el fin de bloquear el funcionamiento. Por lo tanto, Alemania tuvo que recurrir a sus propios barcos y a algunos que Italia puso a disposición. Además, varios barcos mercantes alemanes habían sido capturados en Japón en el momento en que estalló la guerra en Europa o habían escapado a Japón desde aguas británicas y sudamericanas después. Con esa pequeña flota, el bloqueo fue desafiado.
Los bloqueadores de bloqueos alemanes e italianos operaron durante un total de cuatro temporadas de envío, una antes de la guerra germano-rusa y las otras en las tres temporadas de invierno que siguieron. A todos los efectos prácticos, la ejecución del bloqueo se restringió al período comprendido entre octubre y marzo, cuando la fuerte neblina y los malos mares en el Atlántico, donde la intercepción fue más efectiva, obstaculizó más a los cazadores que a los cazados.
De los cinco barcos que habían comenzado su camino a Europa antes de junio de 1941, tres llegaron a su destino.20 Durante la temporada de 1941-1942, once barcos en total fueron enviados desde el Lejano Oriente a Europa. Todos tomaron la ruta a través del Pacífico Sur y alrededor del Cabo de Hornos, con notable éxito. Nueve barcos llegaron a Europa con seguridad, uno fue interceptado por las fuerzas estadounidenses en el Atlántico y detenido, y solo uno fue hundido, por error, por un submarino alemán.
Las salidas desde el Lejano Oriente durante la próxima temporada de envíos fueron aún más numerosas, aunque el número se mantuvo detrás de los objetivos anteriores. Dieciséis barcos salieron del Lejano Oriente, pero solo cuatro llegaron al Eje Europa. Entre los otros doce, cuatro regresaron a Japón o fueron retirados del mercado, dos fueron hundidos y seis se hundieron cuando fueron interceptados por el bloqueo aliado. La mayoría de estas pérdidas ocurrieron en el Atlántico Norte o en el Golfo de Vizcaya cuando los barcos completaron nueve décimas partes de su viaje. La ruta durante la temporada de envío de 1942-1943 fue alrededor del Cabo de Buena Esperanza, donde el control japonés del Océano Índico oriental presumiblemente les dio a los barcos una cierta medida de protección. La ocupación aliada del norte de África después de noviembre de 1942 y el consiguiente control del mar se acerca al suroeste de Europa explicaron la drástica disminución del bloqueo exitoso que se rompió de un año al siguiente. Durante el invierno de 1943-1944, los resultados fueron aún más desastrosos. Solo cinco barcos partieron del Lejano Oriente, y solo uno de ellos llegó a Europa. El bloqueo que se rompió con los vasos de superficie fue por lo tanto abandonado.
A pesar de las tremendas pérdidas sufridas, especialmente después de finales de 1942, los corredores del bloqueo habían contribuido mucho a la economía de guerra alemana. Durante las cuatro temporadas de envío desde 1940-1941 hasta 1943-1944, se enviaron más de 200,000 toneladas de carga a Alemania desde el este y el sudeste asiático y más de la mitad llegó al Reich. De esa mitad, 44,000 toneladas eran de caucho, más de 50,000 toneladas de aceites y grasas comestibles, más de 6000 toneladas de metales y minerales (no hay un desglose exacto), y el resto pequeñas cantidades de mica, quinina, aceite de madera, té, etc.
Las fuertes pérdidas de la temporada de 1942-1943 ya habían llamado la atención del gobierno alemán sobre la posibilidad de que el submarino rompa el bloqueo. En enero de 1943, Hitler dio órdenes de construir submarinos de carga especiales con una capacidad de carga de 500 toneladas. Se programó completar 20 barcos a mediados de 1944, después de lo cual, se estimó que Alemania podría contar con ellos para enviar 20,000 toneladas al Lejano Oriente anualmente (20 barcos por 2 viajes anuales por 500 toneladas) .24 Mientras tanto, submarinos estándar con una capacidad de carga mucho menor (rara vez más de 200 toneladas) tuvieron que ponerse en funcionamiento. Los italianos, que habían contribuido con cuatro buques de superficie para ejecutar el bloqueo, ahora pusieron a disposición varios submarinos. También durante la última parte de 1943 prevalecieron los japoneses para participar con dos submarinos en el programa de bloqueo.
A pesar de la aparente superioridad de los submarinos en algunos aspectos, su capacidad para escapar de la detección y navegar durante todo el año, les fue mal. El radar aliado había progresado tanto cuando comenzó el programa de submarinos en la segunda mitad de 1943 que las pérdidas fueron casi tan grandes como las de los buques de superficie. Una gran cantidad de barcos se perdieron en el camino hacia el Lejano Oriente. Muchos otros no pudieron hacer el viaje de regreso debido a los daños sufridos en el camino o la necesidad de reparaciones extensas. De los doce submarinos que salieron de Japón hacia Europa, solo cuatro llegaron a su destino. De los dos submarinos japoneses, solo uno llegó a Europa, y se perdió en el viaje de regreso.
Los resultados del programa de transporte submarino, si se miden solo a granel, difícilmente pueden haber sido grandes. La carga máxima que podría haber llegado a Europa en los cinco barcos que hicieron el viaje de manera segura puede haber sido de alrededor de 1000 toneladas. A juzgar por el horario de carga de uno de los barcos, la mayor parte de este tonelaje debe haber consistido en caucho, con algo de tungsteno y pequeñas cantidades de quinina y opio.
Junio de 1944. Seis comandos aliados que espían a los mercantes japoneses sufren un ataque cuando el enemigo descubre su operación secreta. Quedan atrapados en las selvas de Borneo, en pleno territorio de los japoneses, y la única esperanza de rescatarlos con vida es el USS Harder, un submarino estadounidense de clase Gato. Para salvar a los comandos, el comandante Sam Dealey y su tripulación surcan aguas protegidas por una base naval japonesa, una acción que enfrenta a un solo submarino a decenas de buques de guerra.
El 25 de Marzo de 2010, en el periódico la Nueva España (que es uno de los diarios que tenemos en Asturias) aparecía una noticia sobre el aeródromo de Jarrio (concejo de Coaña y perteneciente a nuestra bonita tierra), más conocido como aeródromo de Navia por estar cercano a ésta localidad. El campo se construyó a finales de 1936 y durante los años de la Segunda Guerra Mundial (SGM), tuvieron lugar dos aterrizajes forzosos: el de un Focke Wulf Fw-200 Condor alemán en 1941 y el de un Bell P-39 Airacobra norteamericano en 1943, de los cuales jossmar ya ha hablado en este foro.
Diréis: “¡menos rollo, Heinz!...¿qué tiene que ver esto con un submarino alemán?...¡vuelve a tu carro de combate!”…pero esta introducción es necesaria para explicaros lo que viene a continuación. Mi familia paterna proviene de Boal, que es un concejo vecino al de Coaña y, todavía, hasta hace pocos años, podías oír contar a los paisaninos de los alrededores la historia del avión alemán que había aterrizado en Jarrio “con muertos y heridos, y que los alemanes estaban con ametralladoras alrededor del avión, que era grandísimo y que no dejaban acercarse a nadie, bla, bla, bla…”.Del dicho al hecho hay un trecho. (Es curioso, por cierto, que del caza norteamericano no se acuerde nadie).
Todo esto viene a que la tradición oral en esta zona sobre anécdotas de la SGM en las que los protagonistas son los alemanes es muy intensa y confusa, repitiéndose siempre el suceso del Cóndor y el caso del submarino alemán hundido cerca de la playa de la Concha de Artedo, en Cudillero. Al leer el otro día ese artículo de la Nueva España, me vino de inmediato a la cabeza esta última historia y me dije: “¡ Coime!...¿será verdad?...voy a ver si hay algo de documentación por ahí, a ver qué saco en claro…”. Y aquí me tenéis.
La Concha de Artedo, por su posición privilegiada al resguardo de los vientos del lugar, es un sitio idóneo como punto de refugio ocasional, siendo probable que algún sumergible (ahora voy a empezar a hablar con propiedad, no se me vayan a enfadar Topp y los marineros del Foro), de caza por el Atlántico lo utilizara al igual que se usó durante la Guerra Civil española. Y digo probable porque aunque lo anterior no esté documentado, oralmente sí que hay registros. Y cuando el río suena…habrá que creerse algo, ¿no?, por lo menos un poquito. Aparte de la protección ofrecida por la cala, hay que darse cuenta de que la zona de la que hablamos tiene una orografía bastante abrupta y estaba alejada en aquella época de las manos de dios y del Gobernador Civil, siendo hasta hace pocos años la gran olvidada de Asturias en cuanto a infraestructuras (carreteras, hospitales, industrias, etc…) y teniendo muy poca población asentada. Resumiendo: un sitio ideal para esconderse sin que te vea nadie.
Concejo de Cudillero...
Fotos de la playa...
Buscando información por la red, te salen páginas en las que siempre se cuenta la misma historia, pero sin apoyarla con ninguna evidencia documental. Cada vez que leía algo más sobre el tema, más intrigado me quedaba, porque todo eran suposiciones y no había nada nuevo a lo que aferrarse. Encontré páginas de Turismo que hacían referencia a la “historia” del sumergible y algún que otro foro que hacía guiños superficiales al asunto, incluyendo uno en el que un “submarinista” friki contaba que el pecio estaba a dos millas de la costa (enfrente de su casa), que era un U-Boat alemán de la serie 500, etc, etc…pero que al final, en realidad, el friki no tenía ni idea de donde se hallaba éste ni de qué estaba hablando, fomentando más la “leyenda”. Con lo que la búsqueda se quedaba cada vez más desazonada…¿sería verdad lo del sumergible?...y si así fuera, un montón de preguntas hervían dentro de mi cráneo, chup, chup: ¿qué modelo era?...¿cuál era su numeral?...¿quién lo mandaba?...¿por qué se hundió?...y lo más importante…¿qué había comido la tripulación el día de autos?...todo un misterio.
Encontré dos sitios maravillosos, por cierto, cuyos enlaces los tenéis al final del artículo. En ellos venían Index sobre todos los sumergibles y submarinos construídos en la SGM por Alemania, con una cantidad exhaustiva de información sobre ellos, pero: ¡nada!, no aparecía el dichoso buque. Pregunté al patrón de un barco pesquero de Avilés (que está casado en Boal), por si habían tenido alguna vez problemas con las redes en esa zona debido a algún pecio no identificado (y agradecerle, claro, que hubiera preguntado el tema a otros patrones amigos), o que si con el sónar habían notado algo raro, pero…¡nada!...Por mediación de un compañero del trabajo, que tiene al hijo enrolado en un remolcador de altura de Gijón, que hace singladuras de vez en cuando por esos lares, me llegó el aviso de que, hasta el día de hoy, jamás se notó nada extraño durante las travesías por la Concha de Artedo. Miré TOOODOS los U- Boat’s alemanes, uno por uno, consultando su historial bélico, con fechas y coordenadas de hundimientos, pero…¡ Nada!, ninguno cercano al lugar. ¡ Qué desesperación, foreros, peeeero…!
Lo que sí encontré fue información sobre tres hundimientos de sumergibles durante nuestra Guerra Civil, y de un ataque e internamiento de otro durante la SGM, de los que os voy a dar ahora mismo buena cuenta de ellos.
Vamos a situarnos en los años de la Guerra Civil española. Hubo tres sumergibles, los B-6, C-5 y C-6, que debido a una serie de…digamos “problemillas”, acabaron con sus días por estas costas. El C-6 era un buque que pertenecía al bando republicano y que fue enviado al Cantábrico en 1937 para ver si tenía suerte y hundía a algún buque de guerra nacional. Cuando a finales de Octubre de 1937 (y ante el avance de las tropas nacionales) los cargos políticos del Gobierno de Asturias, militares y allegados se agolparon en los muelles de Gijón para su escapada de la debacle, buscando plaza en barcos pesqueros y buques de guerra, el sumergible C-6 se encontraba en el puerto de El Musel. El 20 de Octubre, durante el transcurso de un fuerte bombardeo de aviación, sufrió averías que le imposibilitaron el sumergirse. Ante la dificultad de repararlo y para que no cayera en manos enemigas, le fue dado matarile por su dotación frente a la costa de Gijón, quedando hundido a 100 m. de profundidad. Muchos años después de la Guerra Civil, en 1947 según unas fuentes, y 1948, según otras, el C-6 se reflotó y al comprobar que su estado era más que deplorable, se le hicieron las reparaciones justas y necesarias para que aguantara su traslado a remolque hasta el puerto de El Ferrol, con el fin de condenarlo al soplete. Pero parece ser que éste no era el destino del buque, ya que durante la travesía, se rompió el cable de remolque y el sumergible hizo lo que su nombre genérico indica: se sumergió, pero esta vez más profundamente y sin posibilidad de recuperación, a unos 28 Km. de distancia de la Concha de Artedo, cerca del Cabo Peñas. El problema es que este segundo…hundimiento se produjo tres años más tarde de que acabara la SGM…¿sería éste el sumergible?.
Los sumergibles tipo C
El C-6
El sumergible republicano C-5 desapareció el 31 de Diciembre de 1936 en aguas del Cantábrico, habiendo zarpado del puerto de Bilbao con dirección a Asturias. El 1 de Enero de 1937 unos pesqueros avisaron haber encontrado una gran mancha de aceite a 11 millas al norte de Ribadesella (Asturias), siendo lo más verosímil que ésta perteneciera a dicho sumergible, ya que iba averiado por culpa de una “discusión” que tuvo con buques “nacionales”. Ribadesella queda bastante lejos de la Concha de Artedo, por lo que ya, de mano, se descarta este sumergible.
El sumergible B-6, también republicano, fue a buscar las llaves del fondo del mar al lado de las costas asturianas el 19 de Agosto de 1936, después de un “encontronazo” con un remolcador armado, un bou y el destructor nacional “Velasco”, a la altura del Cabo Peñas. Para evitar su captura, el mecánico de a bordo abrió las válvulas para inundarlo, dando tiempo primero a que la tripulación abandonara el buque. Todos meno él, que se quedó con el sumergible, no se sabe si porque quiso imitar a los viejos lobos de mar, acompañándolo en su destino, o porque no le dio tiempo a escapar. Como es curioso que haya documentos gráficos de su hundimiento, voy a poner una “afoto”
El B-6
Hundiéndose
Resumiendo: tenemos en la franja costera asturiana tres sumergibles hundidos cerca del litoral. Uno, el C-5, descartado, por estar bastante lejos de la Concha de Artedo y los otros dos (el C-6 y el B-6), a una distancia de entre 25 y 30 Km, como podemos ver en el mapilla que pongo. ¿Será uno de los dos anteriores?...si la historia popular hubiera arrimado a uno de los dos un poco más cerca de la Concha…pero de ahí a estar en sus inmediaciones…en fin.
Mapa
Si alguien quiere profundizar un poco más el tema de los sumergibles republicanos en el Cantábrico, durante la guerra Civil española, aquí tiene un magnífico artículo de nuestro TITUS 20050:
Los U-Boat alemanes hundidos en el Golfo de Vizcaya en el período 1941 – 1944, y más cercanos a la Concha de Artedo, están situados a más de 80 millas (cerca de 160 Km.) de distancia del lugar (tomando un radio cuyo centro esté en la Concha), por lo que también eliminamos, de vez, la nacionalidad alemana del supuesto pecio (si existiera), por lejanía al sitio al que nos referimos.
Los U-Boats
¡Hombre!...hay unos cuantos sumergibles alemanes de los que no se sabe nada de nada en cuanto a su desaparición, siendo estimativo el lugar del presunto hundimiento, pero ya sería casualidad de la buena el que le tocara a uno de éstos ser el U-Boat fantasma cercano a la playa. En este hipotético caso, me remito a los contado por submarinistas reconocidos (ver en enlace de una entrevista a Pelto) y por la ausencia de ecos de sonar en la zona que tengan que ver con un pecio sin identificar.
Sí que hubo un sumergible italiano clase Marconi, el “Luigi Torelli”, con base en Brest (Francia) que en la noche del 3 al 4 de Junio de 1942 fue atacado por un avión Wellington a 70 millas al norte de Gijón, siendo alcanzado y teniendo que dirigirse con urgencia, debido a las averías, hacia las cercanas costas asturianas. A la altura del Cabo Peñas embarrancó, siendo descubierto por las autoridades españolas y remolcado al cercano puerto de Avilés. Este suceso es lo más próximo, por fecha a la “leyenda”, pero claro: ni el buque es alemán, ni fue hundido cerca de la Concha de Artedo ni nada…aunque ya comentamos que el Cabo Peñas está entre 25 y 30 Km. de distancia por mar, y en línea recta, de la Concha…¿sería éste el sumergible?. Aquí el Luigi Torelli...en Burdeos
Los hundimientos...
También encontré una página del periódico ABC dedicada a Cudillero y a la Concha de Artedo, escrita por un “corresponsal en España” que parece ser conocía bastante bien la zona. Aquí se comenta el uso de la cala por sumergibles durante las dos Guerras Mundiales, pero que no cuanta nada sobre un U-Boat alemán hundido durante la SGM. El periódico es de 1954, por lo que uno llega a la conclusión de que el mito del pecio del sumergible debería ser posterior a esta fecha, cuando ya la memoria “histórica”, debida al paso de los años, está tan difuminada y confusa que vale hasta mezclar churras con merinas, como creo que ha sucedido en este caso.
En suma: una vez analizado todo la anterior, se puede vislumbrar una posibilidad que justificaría, en cierto modo, la “historia” a la que nos referimos: durante los primeros años de la SGM, la población de la zona oiría las noticias sobre la dura batalla que se estaba librando entre U-Boats, aviones y otros buques en el Golfo de Vizcaya. Los hundimientos de sumergibles alemanes en lugares relativamente cercanos a las costas gallegas fomentaría la imaginación de los lugareños, asociando los hechos ocurridos durante nuestra Guerra Civil con los que se estaban produciendo en esos momentos, naciendo entonces la “leyenda” al mezclar sumergibles, hundimientos, alemanes, calas ocultas y puede que hasta incluyendo en el paquete los casos que comentábamos en párrafos previos. Seguramente asociarían todo lo anterior con las historias que se contaban sobre los pecios de la Guerra Civil, mezclándolo todo. Y ya se sabe cómo es la gente y como funciona la red de mitos, sean urbanos o no.
Con lo que, y sin tener más información a mano, creo llegar a la triste conclusión de que no hay ningún “submarino alemán” hundido ni cerca de la playa de la Concha de Artedo, ni en sus inmediaciones; que la historia que se cuenta por ahí no deja de ser un mito que ha crecido con el paso de los años y que, lo más probable, es que la mezcla de datos sea la culpable de semejante confusión entre los paisanos del contorno. Además, si estuviera el pecio cerca de la playa, como se cuenta, es raro que nunca se haya intentado reflotarlo, como pasó con otros sumergibles hundidos en nuestras costas…o que submarinistas de los buenos, que teníamos y tenemos muchos en Asturias, no hayan encontrado nunca, durante sus inmersiones algo parecido.
Yo he quedado medio convencido de ello. También tengo que decir que me da un poco de pena el que la “leyenda” se haya “medio acabado” para mí. La verdad es que hay algo en mi interior que se niega a admitir los hechos que he desarrollado, pensando que tal vez no encontré la documentación adecuada. Pero, lo que hay es lo que hay. Cuando vuelva a pasar en coche (que lo hago a menudo) por el viaducto de la Concha de Artedo y mire hacia el mar…¡ quién sabe!. Igual seguiré imaginando que hay un sumergible alemán escondido en uno de sus fondos, esperando junto con su tripulación a que alguien les haga el favor de contar su historia.
En el caso de que no hubiese sabido buscar la información en los lugares correctos, rogaría a algún forero “sardinero”, (como diría nuestro Richard Chesnaye) que tomase el relevo por si aparece algo en lo que yo no me haya fijado, o que aportara nuevos datos para seguir investigando sobre el tema, si es que hay material para hacerlo….Y, por último, si algún día venís por Asturias, una de las zonas que debéis conocer es el Occidente de esta tierrina. No quedaréis desilusionados, no…¡ y además se come bien!.
Saluten!!
He buceado (glú, glú) en lo más profundo de estas fuentes:
Sobre la Concha de Artedo:
http://www.el-caminoreal.com/bd/Asturias/Playas/admin%20playas/cudillero/ARTEDO2.jpg
http://www.casasrurales.com/guia-turismo/concha-artedo-enclave-protegido.php?id=49
http://club-mola-mola.blogspot.com/search/label/submarino
http://www.google-earth.es/foros.php?t=4635
http://www.google.es/search?hl=es&source=hp&q=lugar+hundimiento+submarino+c-6&btnG=Buscar+con+Google&aq=f&aqi=&aql=&oq=&gs_rfai
Sobre sumergibles alemanes:
http://www.uboat.net/boats/u508.htm
http://www.u-historia.com/
Sumergibles españoles:
http://www.foro3d.com/attachments/39893d1165064081-submarino-clase-c-clase-c.jpg
http://es.wikipedia.org/wiki/Submarino_C-6
http://es.wikipedia.org/wiki/Submarino_C-5
http://es.wikipedia.org/wiki/Clase_C_(submarino
http://es.wikipedia.org/wiki/Clase_B_(submarino
http://www.telecable.es/personales/submarinos/dirase/dirase.htm
http://uboat.freehostia.com/azkasturias/cseisa/cseisa.htm
Sumergible italiano:
http://www.xente.mundo-r.com/uboat/torelli/torelli.htm
Noticias de periódicos:
(Pelto, un submarinista ejemplar)
http://www.lne.es/centro/2010/01/05/ultima-entrevista-pelto/855847.html
Diario ABC
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1954/09/23/021.html
Temas varios:
(Para sonreirse un poco)
http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=76&t=827
Por cierto, como no tenía muy claro donde postear el tema, lo hice aquí; pero igual el moderador tiene más claro en donde situarlo correctamente.