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martes, 10 de diciembre de 2024

Grecia Antigua: El tiranicidio de Aristogitón y Harmodio




Grupo escultórico de los tiranicidas Aristogitón y Harmodio, Museo Archeologico Nazionale, Nápoles. ©Miguel Hermoso Cuesta (CC BY-SA 4.0)

En El muchacho persa, segunda parte de la trilogía que Mary Renault dedicó a Alejandro Magno, narra la célebre helenista una conversación entre el macedonio y su eunuco Bagoas –personaje histórico que previamente sirvió en la corte del rey Darío III– y a quien la autora convirtió en el narrador en primera persona de todos aquellos hechos de los que fue testigo. El diálogo entre ambos dice así:

– Alejandro –le dije–, ¿quiénes eran Harmodio y Aristogitón?

– Unos amantes. Famosos amantes atenienses. Debes haber visto su estatua en la terraza de Susa. Jerjes se la llevó de Atenas.

– ¿Los de los puñales? ¿El hombre y el muchacho?

– Sí, lo dice Tucídides… ¿Qué sucede?

– ¿Para qué eran los puñales?

– Para matar al tirano Hipias. Pero no lo hicieron. Solo mataron a su hermano, lo cual aumentó la tiranía de aquél […]. Pero murieron con honor. Los atenienses los tienen en gran estima. Les devolveré la estatua algún día […]

Como hemos visto, Alejandro le cuenta a su eunuco Bagoas, muy querido por el rey macedonio –aunque la totalidad de las fuentes favorables a este respecto no son coincidentes, como en Quinto Curcio por ejemplo, ese afecto sí lo describe Plutarco, quien narra el célebre certamen de baile y posterior beso que, incitado por sus invitados, Alejandro dio a Bagoas tras ganar este la danza (Plutarco, Vidas paralelas V. 67)– la historia de los tiranicidas Aristogitón y Harmodio, una historia que entremezcla amor y valentía, erotismo y ciudadanía a partes iguales, siendo sus figuras alabadas por la democracia ateniense. Pero ¿por qué se llamó tiranicidas –del latín tyrannus, «gobernante ilegítimo», a partir del griego τύραννος (týrannos) y del latín «cido», matar– a esta pareja de amantes?

Nos encontramos en Atenas a finales del siglo VI a. C. Un gobierno en forma de tiranía, y liderado por Pisístrato, se ha apoderado de la ciudad del Ática aprovechando el deterioro político que vivía la pólis desde la muerte del legislador Solón. Aun así, huelga decir que los conceptos negativos que asociamos a la forma de gobierno que representa la tiranía, no tenían tanta carga peyorativa en la Antigua Grecia. Pero, ¿era acaso esta la primera vez que un tirano llegaba al poder en Atenas? ¿Y en las demás ciudades-estado? A decir verdad, los tiranos no eran nada nuevo y llevaban “reproduciéndose” en la historia griega durante diversos periodos desde el siglo VII a. C. Tiranos los hubo en abundancia. En la Grecia asiática y en las islas, Trasíbulo de Mileto y Polícrates de Samos; en el Peloponeso Fidón de Argos; en Sicilia, el tristemente célebre Falaris de Agrigento, famoso por su método de tortura: el toro de Falaris. Así, nos toca destacar al tirano Pisístrato, quien tras intentar tomar la Acrópolis una vez, lo intentó una segunda tras un pacto con Megacles, hijo de Alcmeon, y luego una tercera, tras el fracaso del enlace con la hija de este. Así, Heródoto nos dice:

Partiendo por fin de Eretria, volvieron al Ática once años después de su salida, y se apoderaron primeramente de Maratón. Atrincherados en aquel punto, se les iban reuniendo otros de diferentes distritos, a quienes acomodaba más el dominio de un señor que la libertad del pueblo […]. (Heródoto, Historia I. 60; trad. C. Schrader, ed. Gredos).

Oprimida o no, Heródoto nos dice que, lejos de gobernar con puño de hierro, Pisístrato, aunque dueño y señor de los atenienses, reforzó, tanto a nivel interior como exterior, la ciudad de Atenas, manteniendo intactas las magistraturas existentes, contribuyendo “mucho y bien al adorno de la ciudad, gobernando bajo el plan antiguo.” (I, 59, 6). Algunos años después, Atenas está gobernada por su hijo, el tirano Hipias, ayudado en el gobierno por su hermano, Hiparco. Ambos son conocidos con el patronímico de los Pisistrátidas, por ser ambos hijos del mismo tirano.

Aristogitón y Harmodio

Por otro lado, tenemos a Harmodio, un joven ateniense perteneciente a la nobleza. De clase media era su querido amante Aristogitón –pues en la Antigua Grecia era muy normal que un joven efebo, en calidad de erómenos y ya entrado en la adolescencia, iniciara su entrada en la adultez a través de la figura del amante o erastés, de más edad–. Los dos pertenecían, según Heródoto, a una familia gefirea (V. 55). Así, ambos fueron esculpidos en dos increíbles estatuas como monumento al valor y colocadas en el Ágora de Atenas. A decir verdad, las fuentes difieren sobre el verdadero origen que provocó el tiranicidio. Aquí señalaremos dos. Una de ellas alude a la celebración de las Panateneas –fiesta cívico religiosa anual celebrada durante el mes de Hecatombeon y que los Pisistrátidas revitalizaron con sus políticas– en honor a Atenea, la divinidad protectora de la ciudad. Además, esta era según Tucídides, la única fiesta en la que a aquellos que participaban en la procesión les estaba permitido portar armas. Con todo, según la primera teoría, el joven Harmodio se sentiría ultrajado cuando Hiparco –quien, más simbólicamente, cogobernaba Atenas junto a su hermano Hipias, sucesor natural de Pisístrato– impidió a su hermana participar como canéfora –doncellas que portaban en la cabeza el canastillo de flores y mirto– en el desfile del año 514, al enterarse Hiparco que esta no era virgen. Profundamente ultrajado ante esta ofensa, Harmodio junto con la ayuda de su inseparable Aristogitón, tomaron una resolución: el asesinato del tirano Hiparco.

Otra versión entrelaza con la primera, siendo en esta ocasión que Hiparco intentó seducir a Harmodio, y este, fiel a Aristogitón, rechazó al primero. Herido en su orgullo, Hiparco decidió vengarse de Harmodio impidiendo a la hermana de este –después de habérselo prometido– participar en las Panateneas, sabedor de que esto supondría vergüenza y deshonra para la familia (Tucídides, VI. 56).

El tiranicidio

Sea como fuere, cuando llegó el día señalado, descubrieron que ambos tiranos no estaban juntos. Hipias se encontraba en el barrio del Cerámico (según Tucídides, punto desde donde partía la procesión. Según Aristóteles, junto al Leocorio, Const. Atenas, 18, 3) rodeado de su escolta personal. Por otro lado, Hiparco se hallaba “junto al llamado Leocorio” sin escolta ni guardia, lo que aprovechan para lanzarse sobre él y apuñalarlo hasta la muerte. Aristogitón vengaba los celos. Harmodio, el ultraje a su familia. La sangre corría por el Ágora, pero no solo iba a correr la del tirano. Según Tucídides, Harmodio encontró la muerte de forma inmediata. En lo que respecta a su fiel amante Aristogitón, logró huir, aunque por poco tiempo, ya que fue apresado, y para averiguar si tenía cómplices, fue torturado de una forma horrible y finalmente ejecutado. El tirano que quedó con vida, Hipias, embruteció su régimen de terror.

Pero la realidad a veces es más tozuda, a colación del relato de que los tiranicidas salvaron al dêmos ateniense de la tiranía. Dicho relato no se sostiene si nos detenemos en las versiones que nos ofrecen Heródoto V.55; Tucídides VI. 59; y el propio Aristóteles Const. Atenas, 19, 3-6. Sumado a que antes del asesinato de Hiparco, la tiranía no era ni la mitad de represora de lo que lo fue tras el tiranicidio. Los tiranicidas no llevaron la democracia a Atenas, ya que Hipias continuaría cuatro años más en el poder, derrocado finalmente en el 511 a. C. tras una intervención espartana liderada por Cleómenes I y con ayuda de los Alcmeónidas, que, por entonces, sufrían exilio. Así, el tirano Hipias fue acogido en su ostracismo por Darío I y acabaría conspirando, veintiún años más tarde, para desencadenar una expedición persa contra los griegos: la Primera Guerra Médica. Lo que está claro es que había nacido una leyenda. Llamaron a aquel acto que nació de una ofensa personal «tiranicidio», y por encargo de Clístenes, quien había instaurado ya la democracia, el escultor ateniense Antenor esculpió dos magníficas estatuas de bronce, siendo encumbrados como adalides de la libertad.

Quiso la Historia que aquellas dos estatuas emprendieran un viaje largo cuando mucho después, durante la Segunda Guerra Médica, los persas saquearan la ciudad, y como parte del botín, se llevaran las estatuas al palacio de Jerjes en Susa, en el corazón de su vasto imperio. Alejandro III de Macedonia, al que muchos atenienses no consideraban griego, ya aventuró el destino final de dichas estatuas cuando fue enviado por su padre a negociar la paz con los atenienses, tras la aplastante victoria en Queronea, y descubrió el saqueo (ver Atenas contra Filipo. La batalla de Queronea en Antigua y Medieval n.º 21: Filipo II de Macedonia).

Con todo, Alejandro acabó cumpliendo la promesa que le hizo a Bagoas: llevar las estatuas de aquellos atenienses de vuelta. Otros muchos bienes también fueron capturados allí, por ejemplo: lo que trajo Jerjes con él de Grecia, especialmente las estatuas de bronce de Harmodio y Aristogitón. «Estas obras artísticas las devolvió Alejandro a los atenienses. Ahora están erguidas en el Cerámico de Atenas […]» (Arriano, Anab. III. 16; trad. A. Guzmán Guerra, ed. Gredos). Así, las estatuas volverían a Grecia, a Atenas, pero no acompañando al rey que las restituyó en su legítimo lugar, ya que Alejandro sí que dejó Grecia para nunca más volver. Pero esa, es otra historia.

Bibliografía

  • Domínguez Monedero, A. J. (1991). La polis y la expansión colonial griega (Siglos VIII-VI). Ed. Síntesis. Madrid.
  • Renault, M. (2011). El muchacho persa. Trilogía de Alejandro Magno II. (Año de publicación original: 1972). Traducción de María Antonia Menini. Ed. Edhasa. Barcelona.

Fuentes primarias

  • Aristóteles. Constitución de los atenienses. Introducción, traducciones y notas de Manuela García Valdés. Ed. Gredos. Madrid. 1984.
  • Arriano. Anábasis de Alejandro Magno. Libro III. Introducción de Antonio Bravo García; traducción y notas de Antonio Guzmán Guerra. Ed. Gredos. Madrid. 1982.
  • Herodoto. Historias. Libro I-V. Traducción y notas de Carlos Schrader. Ed. Gredos. Madrid. 1982.
  • Plutarco. Vidas Paralelas. Libro VI. Introducciones, traducciones y notas de Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida. Ed. Gredos. Madrid. 2007.
  • Tucídides. Guerra del Peloponeso. Libro VI. Traducción y notas de Juan José Torres Esbarranch. Ed. Gredos. Madrid. 1982.Este artículo forma parte del I Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

martes, 26 de diciembre de 2023

Peronismo: Las leyes homofóbicas

Homofobia peronista






En agosto de 1946 el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el coronel Domingo Mercante, firmó un decreto por el cual los homosexuales no podían votar en la provincia por “razones de indignidad”.



Dicho decreto fue revocado recién en enero de 1990, durante la gobernación de Antonio Cafiero, luego de un proyecto del senador radical Manuel de Armas.



Asimismo en 1951, una enmienda al Código Bustillo de Justicia Militar prohibía a los homosexuales entrar al ejército, dicha enmienda tuvo su origen en el escándalo de los Cadetes de septiembre de 1942, cuando se investigó la participación de jóvenes cadetes del Colegio Militar de la Nación en supuestas fiestas sexuales organizadas por hombres homosexuales de clase alta. Varios escritores nacionalistas, que apoyaron el movimiento militar del 4 de junio de 1943, puntualizaron con este hecho la idea de un "oligarquía corrupta" y el decaimiento moral de la Nación durante los gobiernos de la "Década Infame" y justificaron el golpe de Estado con el autoproclamado objetivo de "sanidad moral".


lunes, 30 de agosto de 2021

Reino Unido Colonial: Los matrimonios homosexuales de un barco prisión

Los matrimonios homosexuales de un barco prisión del siglo XIX


Por Jim Downs || The New Yorker




Un armatoste de la prisión
Ilustración de Shutterstock

En 1842, un tribunal de Lancaster, Inglaterra, condenó a un joven abogado, George Baxter Grundy, por falsificar un pago, y lo envió de inmediato a cumplir una condena de quince años en las Bermudas, "más allá de los mares". El Imperio Británico se estaba expandiendo rápidamente y necesitaba desesperadamente mano de obra; cuando llegó Grundy, miles de prisioneros habían sido enviados a la isla para fortificar las defensas británicas en América del Norte, transportando y cortando piedra caliza para apoyar las operaciones militares. Era un sistema vicioso: los hombres, muchos de ellos súbditos coloniales de Irlanda, habían sido arrancados de sus hogares, enviados a miles de millas de distancia y consignados a años de trabajos forzados en una tierra extranjera, todo al servicio de la construcción del imperio. (En cierto sentido, los hombres de las Bermudas podrían haberse considerado afortunados; si los hubieran enviado a la colonia penal de Tasmania, habrían tenido pocas esperanzas de volver a casa). Los presos vivían en un puñado de barcos, llamados "hulks". , ”Que estaban amarrados permanentemente en el puerto naval. Cada barco albergaba a cientos de hombres; Grundy, al igual que sus compañeros de prisión, vivía con otros cincuenta presos en una celda abarrotada. El trabajo fue agotador y las condiciones brutales. Poco después de la llegada de Grundy, la fiebre amarilla se extendió por toda la isla y vio con terror cómo más de un centenar de prisioneros morían. Grundy pasó seis años y medio en Bermudas; cuando regresó a su casa, a Londres, resumió su experiencia, en una queja mordaz ante la Oficina Colonial, como "la más devastadora e infernal jamás ideada por el hombre".

En su carta, Grundy acusó a la administración de la prisión de varios cargos de mala administración: castigos graves e inhumanos; intendentes y guardias “culpables de borrachera, libertinaje, blasfemia y robo”; y la ausencia de instrucción religiosa y moral para los convictos. Afirmó que el cirujano no se ocupaba de los enfermos a su cargo y que los guardias permitían que los presos trabajaran ilegalmente en negocios privados fuera del barco. Pero toda la fuerza de su desprecio estaba reservada para sus compañeros de prisión. A mitad de su relato, se disculpó por lo que estaba a punto de revelar y luego describió cómo, en los barcos prisión, el sexo entre hombres no solo se toleraba, sino que se practicaba a plena vista. "Estoy preparado para demostrar que a diario se cometen crímenes antinaturales y acciones bestiales a bordo de Hulks", escribió. “Durante algunos años, señor, he deseado la oportunidad que tengo ahora de sacar a la luz las malas acciones de un convicto Hulk. De hecho, son los 'seminarios del crimen' de Sir. "

Grundy relató cómo, poco después de llegar a las Bermudas, vio a dos hombres involucrados en una "acción sucia" a la mitad del día. Instantáneamente los informó a los funcionarios. Los hombres, Samuel Jones y Burnell Milford, fueron acusados ​​de "ser encontrados en una posición 'despectiva para las leyes de Dios'". Se les dio veinticuatro latigazos a cada uno y se les suspendió el pago. "Siendo un nuevo prisionero en ese momento, pensé que debería recibir apoyo en general", escribió Grundy. "Pero ese no era el caso." Los presos tomaron represalias contra él. Fue condenado al ostracismo y algunos de los hombres amenazaron con ponerlo "a dormir". También se sentía inseguro entre los guardias de la prisión, a quienes, según afirmó, no les gustaba haber expuesto el barco a las críticas.

Lo que sucedió entre Jones y Milford, según había aprendido Grundy, no fue un incidente aislado: "el pecado abominable" se practicó "hasta tal punto", escribió, que muchos de los convictos "se jactan de ello". También subrayó que esto no era solo sexo: los hombres se referían a sus relaciones como matrimonios. La práctica se volvió tan común, según su relato, que el "matrimonio" era la regla más que la excepción: "si no están 'casados' como lo llaman, está pasado de moda". Según su relato, al menos un centenar de hombres a bordo de los barcos prisión en las Bermudas tenían parejas del mismo sexo a quienes consideraban cónyuges.

Hoy en día, el archivo oficial del matrimonio homosexual todavía está en su infancia: en los Estados Unidos, junio marcó el quinto aniversario del fallo de la Corte Suprema en Obergefell v. Hodges, que otorgó a las parejas homosexuales el derecho legal a contraer matrimonio. Esa decisión, que siguió a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en el Reino Unido en 2014, fue una victoria impresionante: el reconocimiento de un pueblo y una cultura no reconocidos por la ley durante mucho tiempo. Pero haríamos bien en recordar también que las personas queer se consideraban casadas mucho antes de que el estado lo aprobara. Los convictos en el barco de Grundy, privados de derechos básicos, exiliados de su tierra natal, abusados ​​por los funcionarios y guardias de la administración de la prisión, adoptaron el lenguaje del matrimonio incluso cuando el mero acto sexual corría el riesgo de un castigo brutal.

Históricamente, los documentos judiciales, por lo general relacionados con investigaciones penales sobre sodomía, ofrecían la prueba más detallada de la existencia de personas queer. Pero, como ha argumentado el historiador Charles Upchurch, en "Before Wilde: Sex Between Men in Britain's Age of Reform ”, dichos registros proporcionan pruebas limitadas. Durante la era victoriana, el castigo por las relaciones sexuales entre hombres normalmente se habría llevado a cabo en la familia, no en los tribunales, ya que un asunto público habría puesto en peligro la reputación de la familia y, además, tener un hijo o un hermano en la cárcel reduciría los ingresos del hogar. El sexo entre hombres no significaba automáticamente el exilio permanente o la horca pública; la mayoría de las familias podían silenciar esos asuntos mucho antes de que se contactara con las autoridades.

Los presos de los cascos de las Bermudas, que vivían lejos de sus familias, ya no estaban atados a estas costumbres. También podrían haber visto cómo los funcionarios coloniales se aprovecharon de no vivir más bajo formas familiares de escrutinio social y códigos religiosos; Los soldados y funcionarios británicos violaron y esclavizaron a mujeres en todo el Caribe, estableciendo un nuevo conjunto de reglas y costumbres tácitas que rara vez llegaban a los registros oficiales. En las colonias, los asuntos de sexualidad estaban casi ausentes de la burocracia registrada.

La carta de Grundy, enterrada en un grueso libro de registros de la Oficina Colonial en los Archivos Nacionales Británicos, es una rara excepción. Encontrar un documento oficial que describa el sexo queer a principios del siglo XIX es muy inusual. (No fue hasta finales del siglo XIX, cuando se inventaron "homosexual" y "heterosexual" como categorías médicas, que surgieron más pruebas escritas de la existencia de lo que podríamos llamar comunidades homosexuales). Los historiadores han encontrado ejemplos de personas utilizando los términos "matrimonio", "marido", "esposa" y "cónyuge" para definir las relaciones queer en los siglos XVIII y XIX, e incluso antes, Jen Manion, en su libro "Mujeres maridas: una historia trans", proporciona erudición invaluable sobre el tema, pero por lo general se trataba de casos aislados. En febrero, un investigador de Oxford anunció que había descubierto un diario de granjero de 1810 que propugnaba la tolerancia a la atracción por personas del mismo sexo. Ese documento articuló la actitud de un hombre; La carta de Grundy describe con asombroso detalle una sólida cultura de intimidad entre personas del mismo sexo, que involucró a decenas de hombres, que floreció durante años.

La coerción, sorprendentemente, está ausente del relato de Grundy. Esto no significa que no haya habido violencia sexual en los cascos. Sin las voces de los otros prisioneros, es imposible saberlo definitivamente. Pero lo que parece enfurecer más a Grundy es el consentimiento mutuo de los hombres que describe. Los hombres a bordo de los Hulks crearon un conjunto completo de rituales y valores culturales, con "matrimonio" no solo una palabra utilizada para justificar el sexo, sino un término de devoción. Cuando a los presos mayores se les daba la oportunidad ocasional de ganar dinero extra como zapateros, cocineros y sirvientes, a menudo gastaban sus ganancias en regalos para sus socios. Los hombres mayores "esforzarían todos los nervios para procurar para [sus parejas] tantas cosas buenas de este mundo" como fuera posible, y "incurrirían en todo tipo de riesgos para ellos". Algunos hombres se morían de hambre para que sus parejas "tuvieran de sobra", o ahorraban para comprar "zapatos de lona" para reemplazar los incómodos pares de la prisión de sus parejas. Lavaron la ropa de sus socios más jóvenes y compitieron entre sí para demostrar "quién puede apoyar y vestir mejor a su hijo".

La historia de los convictos se hace eco de la de otras personas a principios del siglo XIX que tomaron prestado el lenguaje del matrimonio para describir relaciones que el gobierno no reconocería oficialmente. Las personas esclavizadas en todo el Sur anterior a la guerra se definían a sí mismas como casadas a pesar de que estaban excluidas de la institución legal del matrimonio. En su libro "Bound in Wedlock: Slave and Free Black Marriage in the 19th Century", Tera W. Hunter incluye un relato de Thomas Jones, un hombre anteriormente esclavizado de Carolina del Norte: "Lo llamamos y lo consideramos un verdadero matrimonio, aunque sabíamos bien que el matrimonio no estaba permitido a los esclavos como un derecho secreto del corazón amoroso ”.

Como la ley, la historia se basa en la evidencia para reconstruir el pasado. Sin él, las personas queer, especialmente antes de finales del siglo XIX, están en su mayoría ausentes del registro, sus vidas rara vez se ven, sus intimidades reducidas a especulaciones. Cuando los investigadores de la Oficina Colonial visitaron Bermuda para hacer una investigación oficial sobre las quejas de Grundy, no pudieron conseguir que nadie corroborara su relato, lo cual no es ninguna sorpresa, dado el castigo que habría seguido para todos los involucrados. Las acusaciones fueron desestimadas. Según la carta original de Grundy, las autoridades de las Bermudas se habrían mostrado reacias a registrar lo que estaba sucediendo en los cascos; el silencio era más conveniente. "No parecían saber nada al respecto", escribió. "Pero la verdad es que no quieren saber".

Este deseo de no saber ha hecho que gran parte de la historia de la sexualidad queer sea invisible para los historiadores. Pero, incluso con un archivo tan limitado, no es difícil, al leer la carta de Grundy, imaginar cómo el matrimonio se hubiera conferido un sentido de humanidad y normalidad a la vida de los presos, como una forma de dar sentido al trabajo sin fin y de crear un mundo nuevo entre los desterrados por la sociedad. Incluso podría imaginarse los matrimonios que se describen a sí mismos como afirmaciones del derecho a ser incluidos en una institución que no los aceptaría durante casi dos siglos.

sábado, 14 de agosto de 2021

Tebas: La Invencible Banda Sagrada de parejas homosexuales

El ejército de amantes de la antigua Grecia

Compuesto por ciento cincuenta parejas masculinas, la Banda Sagrada de Tebas estuvo invicta hasta que fue eliminada en el 338 a. C. En el siglo XIX, se encontró la fosa común de los hombres.
Por Daniel Mendelsohn || The New Yorker




Imagen cortesía del Ministerio de Cultura y Deportes de Grecia, Dirección de Gestión del Archivo Nacional de Monumentos, Departamento del Archivo Histórico de Antigüedades y Restauraciones

En junio de 1818, durante una visita al centro de Grecia, un joven arquitecto inglés llamado George Ledwell Taylor salió a montar con unos amigos para explorar las ruinas de una antigua ciudad llamada Chaeronea. Cuando el grupo de Taylor se acercaba a su destino, su caballo dio un "terrible tropiezo", como recordó más tarde, en una piedra en la calzada; en una inspección más profunda, vio que la piedra era, de hecho, parte de una escultura. Una excavación enérgica finalmente reveló una cabeza de animal de casi dos metros de altura, o, como dijo Taylor, una "cabeza colosal del León".

Ese artículo definido y la "L" mayúscula son cruciales. Taylor se dio cuenta de que había descubierto un monumento famoso, mencionado en algunas fuentes históricas pero perdido desde entonces, conocido como el León de Chaeronea. El inglés había estado estudiando una obra titulada "La descripción de Grecia", de Pausanias, un geógrafo del siglo II d.C., que afirma que la gigantesca figura del animal sentado había sido erigida para conmemorar una notable unidad militar que había perecido allí. El león, supuso Pausanias, representaba "el espíritu de los hombres".

La unidad a la que pertenecían esos hombres se conocía como la Banda Sagrada. Compuesto por trescientos guerreros de la ciudad de Tebas, se encontraba entre las fuerzas de combate más temibles de Grecia, invicto hasta que fue aniquilado en la batalla de Chaeronea, en el 338 a. C., un enfrentamiento durante el cual Felipe de Macedonia y su hijo, el futuro Alejandro el Grande aplastó una coalición de ciudades-estado griegas lideradas por Atenas y Tebas. Los eruditos ven a Chaeronea como la sentencia de muerte de la Era Clásica de la historia griega.

Otros pueden encontrar la historia interesante por diferentes razones. No es el menor de ellos que la Banda estaba compuesta en su totalidad por amantes: precisamente ciento cincuenta parejas, cuyo valor, según pensaban los griegos, se debía al hecho de que ningún hombre mostraría jamás cobardía o actuaría deshonrosamente frente a su amada. . En el Simposio de Platón, un diálogo sobre el amor, un personaje comenta que un ejército formado por tales amantes "conquistaría a toda la humanidad".

Sesenta años después de que el caballo de George Taylor tropezara, nuevas excavaciones revelaron un gran cementerio rectangular cerca del León. Los dibujos que se hicieron en el sitio muestran siete filas de esqueletos, doscientos cincuenta y cuatro en total. Para "The Sacred Band" (Scribner), un libro de próxima publicación del clasicista James Romm, el ilustrador Markley Boyer recopiló esos dibujos del siglo XIX para producir una reconstrucción de toda la fosa común. Las marcas negras indican heridas. Varios guerreros fueron enterrados con los brazos entrelazados; si miras de cerca, puedes ver que algunos estaban tomados de la mano.

martes, 9 de agosto de 2016

La izquierda, los gays y el kirchnerismo

"La nueva izquierda dio al kirchnerismo fueros morales para robar"
Lo dicen Nicolás Márquez y Agustín Laje, dos provocativos y polémicos escritores.
Por Ceferino Reato | Infobae


El kirchnerismo utilizó el discurso de la nueva izquierda, como, por ejemplo, la lucha por los derechos humanos, porque "Néstor Kirchner se dio cuenta ya en 2003 que eso le iba a dar fueros morales para robar; para que la gente se crea el cuento de la redistribución de la riqueza, la preocupación por las minorías y lo nacional y popular, que están detrás de esta nueva izquierda".

Es el punto de vista de dos escritores provocativos y polémicos, Nicolás Márquez y Agustín Laje, que, en una entrevista en InfobaeTV, presentaron su último libro, titulado "El libro negro de la nueva izquierda".

De acuerdo con Márquez y Laje, las revelaciones sobre diversos hechos de corrupción durante el kirchnerismo también afectan a los organismos de derechos humanos, cuyos principales líderes respaldaron a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

"Independientemente del robo que hoy queda al descubierto, estos organismos eran una otra máscara de la nueva izquierda. Ellos siempre reivindicaron la lucha armada, que atentaba contra la democracia y los derechos humanos", sostuvo Márquez, que vive en Mar del Plata.

"En realidad, la izquierda nunca tuvo el juicio histórico que mereció tener, como el nazismo, ya que asesinó a 100 millones de personas en el siglo XX pero hoy andar con la hoz y el martillo no es pecado. La izquierda siempre fue juzgada por sus presuntos buenos fines pero no por sus comprobados resultados, que siempre han sido un desastre", dijo Laje, un cordobés de 27 años.

Márquez señaló que, luego de la caída de la Unión Soviética, la izquierda se recicló en un intento de representar a minorías diversas para lo cual tuvo que modificar drásticamente su discurso tradicional.




"La nueva izquierda es casi una caricatura. La izquierda de hoy levanta banderas que la izquierda clásica despreciaba. En las marchas de género llevan la bandera del Che Guevara, pero el Che Guevara comandó un campo de concentración para castigo o exterminio de los homosexuales en Cuba", sostuvo Márquez.

Precisamente, la tapa del libro está levantando fuertes polémicas en las redes sociales ya que presenta al Che Guevara con los labios pintados de rojo envuelto en la bandera multicolor de la diversidad de género.

"Marx decía que la historia se repite dos veces, una como tragedia y otra como farsa. Ésta es una versión farsesca de la izquierda. Los cambios teóricos de la izquierda han sido fuertes; han pasado de una lucha de clases a una lucha de géneros", señaló Laje.

Según Márquez, esta nueva izquierda se dirige "a todas las minorías: a la comunidad homosexual; el feminismo; el indigenismo; los derechos humanos, que paradojalmente ellos siempre han violado y de los cuales hoy tienen el monopolio. Y con el garantismo rescatan a los delincuentes cuando los sistemas carcelarios de la Unión Soviética, el maoista y el castrista fueron los más represivos".

jueves, 14 de julio de 2016

Nazismo: La homosexualidad en el 3R

Los nazis homosexuales
Por Juan Manuel Salinas Aguirre - Notas interesantes









Los “Camisas pardas”, mayoritariamente homosexuales, formaron parte de una sección privilegiada dentro del partido de Hitler. Liderados por un oficial gay, el capitán Ernst Röhm, llegaron a tener un ejército propio y suficiente poder en la calles. Esto preocupó al Führer que impulsó más tarde una purga conocida como “La noche de los cuchillos largos”. Masculinos, Gays y de raza superior, una historia fascinante que poco se conoce.


Cuando hablamos de homosexuales nos viene a la mente el típico “mariquita” amanerado que tuerce la muñeca y emite grititos histéricos en los momentos de enfado. Un estereotipo que el cine y la televisión explotó hasta el cansancio. Sin embargo, la teoría del gay afeminado se presenta alejada cuando nos topamos con la historia.
Desde una mitología griega donde encontramos relaciones homosexuales como la de Aquiles y Patroclo, pasando por el legendario Alejandro Magno y Hefestión, ambos masculinos, guerreros y apasionados.


Esta imagen del hombre homosexual de cuerpo perfecto, derrochando hombría a cada paso fue un símbolo inspirador que adoptó un sector del partido nazi en la Alemania de Hitler. Aparte de considerarse de raza aria y superior, también creerían en su superioridad por considerarse homosexuales y herederos de los guerreros de la antigua Grecia.



Logo de los Camisas Pardas
Suena paradójico ya que durante la mano férrea de Hitler, la comunidad homosexual alemana de la época sufrió toda clase de persecuciones y encierros - claro está - luego de que el poder gay instaurado en el partido fuera borrado de un “plumazo” por el Führer, de quién ,curiosamente, se desconfiaba que fuera secretamente gay. Este punto es abordado por el historiado alemán Lotahr Machtan en el libro “El secreto de Hitler”, donde narra que el dictador a los 20 años habría vivido una relación con su amigo y compañero de cuarto en Viena August Kubizek.

Gay, masculino y superior



Karl.Heinrich, ideó la teoría del tercer sexo

Normalmente se toma a Estados Unidos como el país donde ocurrieron los primeros pasos de la lucha por los derechos de los gays. Hechos como los disturbios de Stonewall en 1969, que consistió en una serie de protestas como consecuencia de una redada policial ocurrida en el bar del mismo nombre, del barrio Greenwich Village de Nueva York, se muestran como pilares de la resistencia rosa.

Sin embargo durante la década de1860 el abogado y ensayista alemán Karl-Heinrich Ulrichs creó la teoría del tercer sexo. Ulrich sostenía que el homosexual es en realidad una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre. Esta misma explicación, en forma invertida, sería usada también para definir el lesbianismo.

Durante años sus escritos sufrieron el revés de la censura. Pese a ello Ulrichs se mantuvo firme, al punto que el 29 de agosto de 1867 se transformaría en el primer homosexual en asumirlo públicamente cuando solicitó al Congreso de Juristas Alemanes en Munich, la eliminación de las leyes en contra de los homosexuales. Dos años más tarde, Karl-Maria Kertbeny, escritor austríaco y gay, crearía la palabra homosexual.



Para 1895 la resistencia homosexual alemana estaba más sólida, pero Ulrich ya no vivió para verlo. Frederich Engels, filósofo y revolucionario alemán, le mencionaría el hecho a Karl Marx en una carta diciéndole: “Los pederastas han descubierto que son un grupo poderoso en nuestro país. Lo único que les falta es organización, la cual parece existir aunque se halle escondida".
Luego de la muerte de Ulrich, otros pensadores homosexuales siguieron estudiando la teoría del tercer sexo. Magnus Hirschfeld creó el Comité Científico Humanitario en 1897, posteriormente, el Instituto de Investigación Sexual en Berlín. Esta corriente seguiría la línea de que los homosexuales eran personas afeminadas; “mujeres encerradas en cuerpos de hombres”, mientras que otro sector, impulsado por
Adolf Brand (FOTO ARRIBA), editor de la primera revista homosexual, “Der Eigene” (El Especial), tenía una visión muy diferente de la homosexualidad. Para Brand, quien crearía “La Comunidad de los especiales” junto a otros pensadores, el gay era un hombre único y superior al heterosexual en cuanto a hombría se refiere. Creía fervientemente que la homosexualidad masculina era la base para construir una nación.

“La Comunidad de los especiales” llegarían a creer que eran la encarnación de los guerreros de la antigua Grecia. Evocaban a héroes de Esparta, Tebas y Creta. Se autodefinían como “Ultramasculinos”, reivindicaban la pedofilia y resaltaban la superioridad blanca.

Brand peleó dos años en el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Se casó con la enfermera Elise Behrendt, que aceptó su condición homosexual.
Murió durante un bombardeo de las Aliados el 2 de febrero de 1945.


Los camisas pardas



Este concepto de rendir culto a la masculinidad desde un concepto homosexual, fue tomado por varios miembros de los Sturmabteilung (tropas de asalto), una organización paramilitar del Partido Nazi alemán, también conocidos como las SA o “Camisas pardas”, debido al color de sus camisas y uniformes.

Jugaron un papel crucial en la subida al poder de Adolf Hitler, logrando afianzarse sorprendentemente.

La agrupación nació en 1920 de la mano del mismo Hitler con el nombre de
Ordnungsdienst (servicio de orden), que consistía en un cuerpo de ex soldados que tenían la función de dar seguridad durante los mítines políticos del partido nazi.

La prueba de fuego se dio el 4 de noviembre de 1921cuando tuvieron que aplacar una revuelta durante una concentración en Múnich. Luego de ese mítin, la organización pasó a llamarse oficialmente Sturmabteilung, liderada por el Capitán Ernst Röhm (FOTO DERECHA), quién no ocultaba su homosexualidad.
Röhm comenzó a reclutar a homosexuales para sus “Camisas pardas”, también para la sección Jugendbund, conformada por jóvenes de 14 y 18 años, posteriormente convertida en la Juventud Hitleriana.

Röhm era conocido por sus constantes encuentros sexuales con los adolescentes miembros de la SA, una actitud que era tomada por alto por Hitler.

El gusto homosexual de Röhm era compartido también por otro oficial perteneciente a los “Camisas pardas”; Karl Ernst (FOTO ABAJO), quién dirigió la SA en Brandemburgo. Fue también diputado del Reichstag y consejero de estado de Prusia.


Una publicación del periódico Münchner Post de 1931, editado por el partido social demócrata, señaló a Ernest como uno de los amigos homosexuales más conocidos de Röhm. También se publicaron unas supuestas cartas del teniente Paul Schulz, donde Ernest era llamado “Frau von Röhrbein” (la señora de Röhrbein), refiriéndose a Paul von Röhrbein, otro oficial de la SA con quién Ernest mantenía relaciones.


Cuando Walter Stennes, líder de la Alemania del Este, realizó su revuelta disconforme con el liderazgo de Röhm, que buscaba limitar el poder de los jefes locales, sus simpatizantes mostraron una especial indignación contra el triángulo homosexual “Röhm-Röhrbein-Ernst”.


Cuenta que Ernst y Röhrbein fueron detenidos durante esa revuelta en un local de Berlín por seguidores de Stennes. Cuando un escuadrón de la SA llegó al lugar y rescató a sus líderes, el jefe de los partidarios de Stennes exclamó: “Ahí, mirad a los parásitos del partido, estos mariquitas, estos malditos que se dan por el culo, que dejan arruinar el buen nombre del partido. Ahí están sentados los dos, esos cerdos maricones”.


La noche de los cuchillos largos


El “reinado homosexual” dentro del partido nazi no tendría vida eterna. Si bien los gays no fueron muy perseguidos al comienzo en las redadas donde caían comunistas, judíos, social demócratas y todo aquel contrario al régimen – esto se debía gran parte a Röhm – las cosas cambiarían luego de la llamada “Noche de los cuchillos largos”.


Si bien Ernst Röhm gozó siempre del apoyo de Hitler, las cosas darían un giro cuando el Führer notó que Röhm se había tornado extremadamente poderoso, gozando de un ejército propio de 400.000 miembros. Temiendo una sublevación, el 29 de junio de 1934, Hitler y un grupo de oficiales de la SS (Gestapo), viajaron a Múnich para poner fin a los Camisas Pardas. El incidente fue denominado en un comienzo como “Operación Colibrí” contraseña que se usó para enviar a los escuadrones de ejecución.


Röhm fue detenido y llevado a la prisión de Stadelheim, luego asesinado.
Durante la “limpieza” también fue muerto Karl Ernst junto a su pareja; Paul von Röhrbein.


Hitler afirmó que estaban complotando un golpe de estado. En la explicación alegó también como causa la homosexualidad de Röhm. El entorno de Hitler los acusó de corruptor de menores.


En la purga cerca de 100 personas de las SA, mayoritariamente homosexuales, fueron asesinadas. A partir de aquí, la persecución a los gays se acentuó, por más que las razones de ese ataque no eran sexuales sino políticas. Las SA fueron adheridas a la SS (Gestapo), de quienes también se desconfiaba que tuvieran preferencias homosexuales.
Un año después que Röhm fuera asesinado, la dictadura nazi endureció su mirada hacia los gays con el documento 175 en el que no sólo se condenaría las prácticas homosexuales sino cualquier tipo de atracción manifestada.


A los campos de concentración fueron llevados por delitos de homosexualidad unos 5 mil a 15 mil ciudadanos, según se calcula, una cifra mínima en medio de los más de 4 millones que habitaban aquellos lugares.


Los gays que estaban encerrados eran marcados con un triángulo rosa y considerados prisioneros de última categoría. Para colmo se cuenta que solían sufrir los acosos sexuales por parte de miembros de la SS.

 Alemania tardó en reconocer a los homosexuales como víctimas del régimen. Los gays que sobrevivieron en los campos de concentración fueron contabilizados en un comienzo como delincuentes comunes. Recién en 1985 les llegó el reconocimiento pero tuvieron que esperar hasta el 2002 para que el gobierno alemán pidiera disculpas a la comunidad homosexual.


El Parlamento Europeo señaló el aniversario del Holocausto gay en el 2005 instando a un minuto de silencio y exponiendo la siguiente resolución:
“El campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde cientos de miles de judíos, gitanos,homosexuales, polacos y otros prisioneros de varias nacionalidades fueron asesinados, no sólo es una buena ocasión para condenar y recordar a los ciudadanos europeos el inmenso horror y la tragedia del Holocausto, pero también para mencionar el inquietante incremento del antisemitismo y especialmente de los incidentes antisemitas en Europa, y para aprender de nuevo la lección sobre los peligros de perseguir a las personas por su raza, origen étnico, religión, opinión política uorientación sexual”.


Hitler y la homosexualidad

El historiador alemán Lotahr Machtan, autor del libro “El secreto de Hitler” sostiene que el Führer fue gay en secreto.
Machtan investigó durante tres años la hipótesis y ofreció en su libro una serie de datos pocos conocidos. Al detalle de que Hitler mantuvo una supuesta relación homosexual con su compañero de cuarto a los 20 años, se puede agregar que durante la I Guerra Mundial también habría compartido la cama con un compañero de regimiento; Ernst Schmidt.



El historiador sospecha que Hitler también mantuvo relaciones con oficiales cercanos a él como su lugarteniente Rudolf Hess, e incluso con sus chóferes, como el caso de Julius Schreck, con quién el dictador llegó a pasar algunas navidades en un hotel. Cuando este murió Hitler colocó su foto al lado de la de su madre.
Otro vínculo pudo haber sido Albert Speer, el arquitecto del nazismo.
El historiador también atribuye a la homosexualidad de Hitler, las complejas relaciones del dictador con las mujeres.
Los intentos de suicidio de la que fuera su pareja durante muchos años; Eva Braun, tendría en teoría vínculo con la orientación sexual del Führer, al igual que el suicidio de la sobrina del líder nazi Geli Raubal.
La frustración sexual era notoria ante una ausencia de “atención”, según Lotahr Machtan.

Los nazis rosa

La homosexualidad aparece como una constancia entre muchos jerarcas nazis, según investigadores.
A los ya mencionados Rhom y Ernest, se puede agregar a oficiales como Rudolph Hess (hombre de confianza de Hitler) y Hans Frank (Ministro de Justicia). Luego de la “Noche de los cuchillos largos”, a Hitler le costó mucho sacar la imagen de “Juventud homo” que la Juventud Hitleriana había obtenido durante el liderazgo de Rhom.


 
Un detalle interesante es un artículo del escritor alemán y homosexual,
Klaus Mann, publicado el 24 de diciembre de 1934 en la revista Europäische Hefte, en Praga. Mann critica a la izquierda marxista de asociar la homosexualidad con el nazismo. Les reclamaba que de esa manera convertían a los homosexuales en “los judíos del marxismo”.

viernes, 10 de junio de 2016

Grecia Antigua: El regimiento de los putos

El regimiento de los amantes
Javier Sanz — Historias dela Historia




Aunque todaví­a existan lugares y culturas donde ser mujer es una profesión de riesgo, poco a poco y con mucha dificultad se ha ido equiparando en derechos y libertades con el hombre. En la antigua Grecia, cuna de la democracia y de la civilización occidental, la mujer era ignorada, valorada únicamente por su papel reproductor y recluí­da en el gineceo (parte de la casa reservada para las mujeres). Esta exclusión social de la mujer hací­a de la homosexualidad entre los griegos una práctica común y habitual. Pero esta homosexualidad, normalmente, no se daba entre hombres adultos sino entre  un hombre adulto (llamado erastes, el amante) y un muchacho adolescente (llamado eromenos, el amado).

La forma más común de relaciones sexuales entre hombres en Grecia era la paiderastia (combinación de pais, muchacho, y eran, amor, amante), de este término proviene la palabra pederastia. Como ejemplo de “normalidad” en este tipo de relaciones tenemos las palabras de Platón en el Banquete:

para el joven no hay felicidad mayor que un hombre valiente que le quiera, y para el hombre no hay felicidad mayor que un efebo valiente de quien esté enamorado
Pero el caso más llamativo es el de Tebas, donde se constituyó un ejército formado por parejas de amantes: “el regimiento de los amantes” también llamado “batallón sagrado de Tebas“. Estaba formado por 150 parejas de amantes y constituí­a una formación de élite que basaba su fuerza y poder en el amor entre sus integrantes. Según Plutarco:

Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.

martes, 20 de enero de 2015

México: Maricones cercanos al gobierno en 1901

El baile de los 41 maricones en 1901

Javier Sanz - Historias de la Historia


“El baile de los cuarenta y uno” o “de los cuarenta y un maricones“, fue el escándalo más sonado de los siglos XIX y XX en México. El detonante del escándalo fue una redada realizada el 18 de noviembre de 1901 en una casa particular donde se celebraba un baile. Esto sucedió durante el mandato del General Porfirio Díaz. La prensa de la época registra que en aquella casa se dieron cita 42 individuos, todos del sexo masculino. La mitad de los asistentes vestía de mujer, ataviados con coquetas pelucas, aretes, amplias y frondosas caderas postizas, además de rostros embellecidos de colores llamativos, mientras que la otra mitad vestía prendas masculinas.

 Baile 41

Fiestas gays se han dado en todas las épocas y culturas, lo que este guateque tenía de especial, aparte de realizarse hace más de un siglo, bajo un gobierno militar y en medio de una sociedad ultra machista, era uno de los invitados que encontraron disfrazado en la fiesta:  Ignacio de la Torre y Mier, yerno del Generalísimo Díaz, esposo de Amanda Díaz, su hija mayor y consentida.


Ignacio de la Torre y Mier 

Según las pesquisas policiales, en aquella bacanal –uno de las tantas organizadas por Ignacio de la Torre-, se incluía también la rifa de un agraciado joven conocido bajo el mote de “El Bigotes”. Las crónicas añaden que los gendarmes hicieron una redada llevándose detenidos a todos los participantes del singular festín: 41 hombres fueron trasladados a prisión. El número 42, se supo más tarde, fue Ignacio de la Torre y Mier, al que su suegro salvó para cuidar la reputación familiar y la honra de su hija.

Aunque los periódicos de la época no lograron documentarlo, más tarde se supo que un gran número de los concurrentes pertenecían a las familias más prominentes del gobierno, algo así como un “círculo rosa” del Porfiriato. Los nombres de los más influyentes también fueron borrados gradualmente, y claro, no sufrieron las consecuencias de los menos afamados. Éstos, después de pasar por la cárcel, fueron confinados en campos de concentración militares como castigo a su “deshonrosa” actuación.




A pesar de los intentos del dictador de silenciar a la prensa e impedir un escándalo familiar, la noticia corrió como pólvora. Un ejemplo de esto fueron los ejemplares de la Gaceta Callejera, una hoja suelta que se repartía de mano en mano en esos días. Aquella edición especial se tituló: “Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle de La Paz el 20 de noviembre de 1901“, y una caricatura mostraba a un grupo de hombres, todos con bigote acicalado, bailando alegremente en parejas, mientras que el editor Venegas Arroyo echaba más leña al fuego con un corrido subtitulado, “Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones”, que incluía una irónica composición.



Por su parte, Amada, la hija favorita del dictador Porfirio Díaz, anotaba en su diario:

Un día mi padre me mandó llamar al despacho en su casa. Me quería informar que Nacho había sido capturado por la policía en una fiesta donde todos eran hombres pero muchos estaban vestidos de mujer. Ignacio -me dijo mi padre- fue dejado libre para impedir un escándalo social, pero quise prevenirte porque tienes derecho a saber del comportamiento con la persona con que vives.
Ignacio y Amanda

Del famoso yerno, se dice que era un caballero de ambiguas costumbres sociales. En 1906 conoce a Emiliano Zapata, “recargado bajo la sombra de los cacahuates que rodeaban el corral de la hacienda de San Carlos Borromeo“. Ignacio quedó impactado y pidió referencias de aquel hombre “callado, moreno, orgulloso“. Muchos historiadores han reseñado que estos señores vivieron un fogoso romance, otros dicen que el revolucionario supo aprovecharse de la debilidad de Ignacio para sacar partido de su cercanía al poder.


Emiliano Zapata

El primero de octubre de 1918, Ignacio de la Torre y Mier falleció en Nueva York mientras le practicaban una cirugía de hemorroides. En México, no faltó quien dijo que aquella enfermedad fue producto de sus andanzas, de la vida disoluta que llevaba.

Colaboración de Carlos Suasnavas
Fuentes: 1, 2, 3, 4

miércoles, 29 de octubre de 2014

SGM: Un héroe holandés diferente



Willem Arondeus: El combatiente de la resistencia antifascista abiertamente gay
por Jack Doyle - OZY




Una tarde de marzo de 1943, un edificio estalló en llamas en Amsterdam. Al amanecer, los pedazos dispersos de papel brillaban a través de las vigas carbonizadas del techo colapsado. Los papeles celebraron los nombres de los ciudadanos holandeses, grabados por los nazis para vigilar a los Países Bajos ocupados.

El bombardeo de la Oficina de Registros Públicos es un símbolo de la resistencia holandesa al fascismo hasta nuestros días.

La bomba que sacudió el edificio destruido menos de una cuarta parte de las tenencias de la Oficina de Registros Públicos de Amsterdam, pero envió un mensaje de que los nazis no se olvide: Estamos luchando de nuevo. El bombardeo es un poderoso símbolo de la resistencia holandesa al fascismo hasta nuestros días -, pero el hombre responsable de que sólo está empezando a recibir el reconocimiento.

Willem Arondeus fue uno de los organizadores más dedicados y creativos de los holandeses de metro. Pero debido a que él era abiertamente gay, su nombre fue a menudo minimizó en libros sobre la resistencia en tiempos de guerra.

Nacido en Amsterdam en 1895 a los padres de vestuario de teatro-diseñar, Arondeus crió uno de seis hijos. Sus padres inicialmente alentaron sus inclinaciones artísticas - Le encantaba escribir y pintura - pero su sexualidad causó fricción entre ellos. A los 17, Willem negó a ocultar su homosexualidad por más tiempo, y al año siguiente, sus padres lo echaron.


Arondeus tuvo trabajos esporádicos sin dejar de desarrollar su talento artístico. Entonces oportunidad golpeó con su primer encargo importante - un mural para el ayuntamiento de Rotterdam - lo que le ayudó a ganar una reputación como un pintor serio. Su estilo - parte Picasso, parte Rembrandt - mezcla nueva abstracción radical con tonos holandeses tradicionales, sombríos. Algunas de sus obras sobrevive y está en exhibición en el Museo Metropolitano de Arte.

Como Hitler ascendió al poder en Alemania, Arondeus estaba disfrutando de la vida y una relación feliz - a pesar de las dificultades financieras. Incluso publicó una biografía del pintor holandés y activista político Matthijs Maris que vendió lo suficientemente bien como para mantener a él ya su socio, Jan Tijssen, a flote.

Luego de la guerra lo cambió todo.

Cuando los nazis invadieron los Países Bajos en mayo de 1940, que estaban dispuestos a mantener los holandeses de su lado - no hay deportaciones inmediatas, la violencia o el estricto toque de queda. Tal vez los nazis no eran tan malos, algunos holandés argumentó.

Él fue el gran héroe que fue más dispuesto a dar su vida por la causa.

Pero las minorías como Arondeus no tenían delirios. Las relaciones con el mismo sexo habían sido legal en los Países Bajos durante más de un siglo, pero el nuevo gobierno no perdió tiempo en recriminalizing homosexualidad. Inspirado por Maris, el activista que había escrito acerca de quien luchó por la democracia en el 1871 Comuna de París levantamiento, Arondeus fue uno de los primeros en unirse a la resistencia holandesa.

Sus habilidades como un artista se pusieron rápidamente a buen uso. Arondeus unió a un grupo que forjó documentos de identidad - objetos preciosos en cualquier estado fascista controlado. Como los nazis comenzaron a tomar medidas enérgicas contra la población judía de Amsterdam, su organización enfocada en proveer Judios holandeses con identidades falsas. También trabajó incansablemente para publicar información antinazi y reclutar a personas de la comunidad a unirse a la resistencia.


En 1943, se hizo evidente para Arondeus que el tiempo se acababa para los Judios holandeses y otras personas en listas de vigilancia de la Gestapo. Así que ideó un plan para acabar con esas listas en total.

La oficina de registros celebrará información sobre cientos de miles de personas holandesas, incluyendo Judios, y los nazis utilizar este catálogo para comprobar identidades falsas. La mejor manera de interrumpir el flujo de información, Arondeus decidió, era para hacerlo explotar.

Él quería que el mundo supiera: "Los homosexuales no son cobardes."

Él y un grupo de combatientes de la resistencia - algunos de ellos también abiertamente gay, incluyendo director de orquesta y violonchelista clásica Frieda Belinfante, sastre Sjoerd Bakker y escritor Johan Brouwer - planeó cuidadosamente el ataque.

El 27 de marzo de 1943, vestido como un capitán del Ejército alemán, Arondeus 15 hombres marcharon hasta la Oficina de Registros Públicos. Se desactivarán los guardias por drogar a ellos, colocados los explosivos e hicieron historia holandesa.



El éxito del grupo, sin embargo, fue de corta duración. A los pocos días, la Gestapo había capturado a todos los combatientes de la resistencia involucrados en el atentado; un traidor en el anonimato dentro de la organización los había convertido en.

En el juicio farsa, Arondeus tomó toda la responsabilidad por el atentado. Trágicamente, esto no impidió que los nazis de la ejecución de 13 de los saboteadores - incluyendo Arondeus - por un pelotón de fusilamiento, mientras que los otros lograron huir del país.

Desafiante hasta el final, Arondeus comunicó sus palabras finales a través de su abogado. Su mensaje? "Los homosexuales no son cobardes."

Como organizador de la resistencia, Arondeus fue una inspiración para sus compañeros y puede haber ayudado a cientos de Judios escapan deportación. Sin embargo, su legado ha sido pasado por alto en gran medida en los Países Bajos.

Su familia recibió una medalla del gobierno holandés en conmemoración de su valentía en la década de 1980, pero a pesar de su mensaje final de desafío, su sexualidad fue omitido en los libros de historia hasta la década de 1990.

Belinfante, el violonchelista y lesbiana que ayudó a planear el atentado y sufrió el abandono similar de su legado la guerra, recordó que otro miembro de la resistencia - un hombre heterosexual - fue acreditado con la dirección del grupo y los bombardeos durante años.

"[Arondeus] fue el gran héroe que fue más dispuesto a dar su vida por la causa", dijo ella, poniendo las cosas en claro.