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jueves, 28 de noviembre de 2024

GCE: El asalto al Cuartel de la Montaña

El asalto al cuartel de la Montaña




Fue el 20 de Julio de 1936, tenía lugar el asalto al Cuartel d la Montaña; se cometerían las primeras atrocidades de la guerra

Aquí los protagonistas de estos trágicos sucesos en los q se vulneraron los Tratados internacionales (Convenio Ginebra) sobre el trato de prisioneros.



Destacar como protagonista, en primer lugar, al Teniente de Asalto Máximo Moreno, uno de los que salieron de la Sección de Pontejos en la madrugada del 12 al 13 de Julio para asesinar a Calvo Sotelo.




En la imagen, se le puede ver arengando a las masas para iniciar el asalto al Cuartel de la Montaña.
Permanecía en libertad pese a las evidencias de su participación  en el asesinato de Calvo Sotelo y el intento de los otros 2 líderes de las derechas; Gil Robles y José Antonio Goicoechea.



El Teniente Máximo Moreno eludió toda responsabilidad en el asesinato de Calvo Sotelo "ocultándose" en la Dirección General de Seguridad, órgano dependiente del Ministerio de la Gobernación (Interior).

Otros protagonistas del crimen lo harían en domicilios particulares de diputados del PSOE (Margarita Nelken e Indalecio Prieto entre ellos).

Es decir, encontró "cobijo" en dependencias ministeriales, de las que era titular el Gobierno del Frente Popular.
Desde allí eludiría la acción de la Justicia durante 7 días, hasta ese 20 de Julio, fecha en la que saldría para dirigir a los milicianos, ya armados, al asalto del Cuartel de la Montaña de Madrid..



Aquel 20 de Julio, muchas de las Milicias Socialistas y Comunistas ya estaban armadas; estas habían permanecido ocultas en los miles de arsenales que habían destinado para el golpe de Estado de Octubre de 1934 (algunos de ellos, encontrados en los domicilios de diputados del PSOE). Esto, no lo afirmo yo, lo reconocía el líder y promotor del golpe, Largo Caballero. En este recorte, del libro de Clara Campoamor; "La Revolución española vista por una republicana",se recoge un testimonio de enorme valor del líder socialista: "Sería un poco exagerado afirmar que el Gobierno armó a las organizaciones obreras; ya lo estaban. A pesar de los registros efectuados tras la revolución de Octubre de 1934, muchas armas habían quedado en manos de los obreros sublevados. La decisión del Gobierno se limitaba a legalizar la situación"..



A pesar de los numerosos registros efectuados tras la revolución de Octubre de 1934, muchas armas habían quedado en manos de los "obreros sublevados".

Esto es sumamente revelador; Largo Caballero reconocía públicamente que los milicianos socialistas nunca habían dejado de estar armados, los trágicos sucesos de la Primavera dramática de aquel 1936 tuvieron como protagonistas a muchos de estos milicianos, muchos de ellos, convertidos en agentes del orden y la seguridad del Gobierno del Frente Popular..



Largo Caballero, La Pasionaria, los propios milicianos frentepopulistas y tantos otros, hicieron bandera política de la presunta represión con la que las autoridades republicanas intentaron hacer valer la legalidad y el orden.

Ahora, meses después, con aquellos que se habían acuartelado para defender la causa de los sublevados, no dudaban en ejercer, no sólo una violenta represión, sino iniciar un brutal ejercicio de eliminación sistemática de los que allí, previamente, ya se habían rendido y depuesto las armas.

Casi 2 años estuvieron exigiendo responsabilidades por la represión en Asturias, ahora, a las primeras de cambio, pasaban "a cuchillo" a más de 200 prisioneros sin ningún tipo de miramiento.



Esto pone de manifiesto otro de los mantras defendidos por la historiografía tradicional; no, el Gobierno de Giral no armó a los milicianos, ya estaban armados, y con estas armas se asesinó indiscriminadamente, con esas armas se asesinaría a muchos inocentes en las terribles Chekas frentepopulistas y en manos de estas nuevas "autoridades"




Otro de los que jugaría un papel destacado en los sucesos del 20 de Julio sería el "Comandante" del V Regimiento del PCE, Enrique Castro (imagen, arengando a los milicianos para tomar el Cuartel).

Él mismo relataría, años después, las brutalidades ejercidas contra los que se rindieron:

"Matar... matar, seguir matando, hasta que el cansancio impida matar más. Después... después construir el socialismo".


Así, de esta forma, pasaron a cuchillo y bayoneta a más de 130 prisioneros que, previamente, aguardaban en el patio del Cuartel tras su rendición (imagen)..



Los milicianos, las masas frentepopulistas armadas también por el Gobierno Giral, eran así "dirigidas" por elementos subalternos del Gobierno del Frente Popular muchos de ellos, inmersos en todo tipo de causas con delitos de sangre y que la amnistía del 21 de Febrero de 1936, los había exonerado




Los relatos sobre la masacre son muchos, no se respetaron los Tratados Internacionales (Convenio de Ginebra) respecto al justo y debido trato a los prisioneros, al revés, se les agolpaba contra las paredes del Cuartel donde eran acuchillados a bayonetazos, otros eran lanzados desde las ventanas más altas.

Enrique Castro (imagen), Jefe de estas Milicias comunistas, fue protagonista (como muchos de ellos) en el Golpe de Octubre de 1934.
Según relata en sus Memorias (se arrepintió de todo ello tras su exilio en Moscú..), el 14 de Abril de 1931 llegaría a afirmar:

"Hoy necesitaríamos 100 muertos para que la cosa empezara bien"; lo decía el día el mismo día en que se proclamaba la II República.


Otro de los que participó activamente en el asedio del Cuartel de la Montaña sería Agustín Vivero (imagen), escritor y periodista que, ese mismo día, 20 de Julio de 1936, sería nombrado por las autoridades frentepopulistas nuevo director del ABC republicano.



Agustín Vívero será el responsable de las execrables y sacrílegas imágenes que, en los siguientes días, se publicarían, en un diario como el ABC, con momias de monjas expuestas fuera de Conventos e Iglesias ante el aparente regocijo de milicianos.

Imágenes que, por cierto, darían la vuelta al mundo y que tantas críticas internacionales suscitaron contra el régimen republicano (luego vendrían los terribles  problemas de éste para recabar ayudas internacionales en el conflicto)..



Estos fueron algunos de los protagonistas del asalto al Cuartel de la Montaña, muchos de ellos, elementos subalternos del Gobierno del Frente Popular que, dada la extrema crueldad con la que se emplearon, nada bueno hacia presagiar en un trágico conflicto entre españoles que se alargaría casi 3 años.


domingo, 23 de octubre de 2022

Guerra Antisubversiva: Bárbaro confirma la guerra civil peronista

Siete impactantes definiciones de Julio Bárbaro sobre Rucci, Mugica, De La Sota, la Triple A y los montoneros

“Ezeiza es un cuento chino”; “me reuní con los que mataron a Rucci y uno no está arrepentido”; “muchos muertos atribuidos a las 3A eran vendetta o eran de Montoneros”: son algunos de los conceptos vertidos por el político justicialista en el documental “King Perón”

Infobae





Entrevistado por Diego Recalde para el documental King Perón, Julio Bárbaro dio definiciones fuertes y novedosas sobre algunos temas, entre otros, una nueva versión sobre qué era la Triple A, además de revelar que se reunió con tres de los autores del atentado contra José Ignacio Rucci y que “uno de ellos no está arrepentido” de ese crimen.

Julio Bárbaro aclara que nunca adhirió a la opción de la violencia como método de lucha, aunque sí debió empuñar las armas alguna vez, en el marco de la lucha interna violenta que atravesó al peronismo en los 70, así como a vastos sectores de la sociedad. “Yo nunca quise matar”, dice Bárbaro. Sin embargo conoció a varios que sí tomaron esa decisión. Y de ello habló en esa película.

A continuación, las principales definiciones de Julio Bárbaro en el documental.

Los que mataron a Rucci

“Yo nunca quise matar”, sostiene Bárbaro. Y ante la pregunta de cómo se lleva en la conciencia el haberlo hecho, como muchos integrantes de las organizaciones armadas de la época, hace una revelación impactante: “Yo hace 12 años hice una reunión en mi quinta con tres de los que habían participado en el asesinato de (José Ignacio) Rucci, y uno de ellos no se arrepintió… no se arrepintió”.

Perón quiso a los montoneros en el velatorio del sindicalista

“Lastiri me dice ‘Perón quiere que usted invite a los Montoneros al velatorio de Rucci. A la media hora volví y le dije ‘dígale al General que lo mataron ellos”, evoca Bárbaro.

Como titular de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri ejercía la presidencia provisional de la Nación tras la renuncia de Héctor Cámpora. Recordemos que José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, fue asesinado el 25 de septiembre de 1973, dos días después del triunfo de Perón, el 23 de septiembre, que por lo tanto ya era presidente electo pero aún no había asumido sus funciones.

Definiciones de Julio Bárbaro en el documental King Perón



José Manuel de la Sota

En referencia a la huella que la experiencia de los 70 dejó en muchos referentes, Bárbaro contó un diálogo que tuvo con el ex gobernador de Misiones, Ramón Puerta, al que le dijo: “Lo que vos no entendés es que varios nuestros se murieron porque no aceptaron haber soñado la revolución y terminar afanando. Los buenos estallaron. ¿Por qué se mató De la Sota? De la Sota se suicida… Porque no aguantaba haber largado a los 20 años para hacer un mundo nuevo y encontrarse con cien palos verdes en el bolsillo”.

José Manuel de la Sota, tres veces gobernador de Córdoba, murió en un accidente automovilístico en una ruta provincial el 15 de septiembre de 2018.

Luego de 18 años de exilio, Perón regresa a la Argentina, el 23 de noviembre de 1972. José Ignacio Rucci está a su lado (Domingo Zenteno)

Ezeiza

Bárbaro señaló que, “después del error de la violencia”, su generación deformó la memoria y apuntó especialmente a “las mentiras de (Horacio) Verbitsky sobre Ezeiza”. “Ezeiza es un cuento chino”, remató, en referencia a los enfrentamientos que tuvieron lugar en los bosques cercanos al aeropuerto el día que 3 millones de argentinos se movilizaron hacia Ezeiza para esperar a Perón. Ese episodio, que dejó un saldo de 13 muertos fue calificado por algunos como “masacre”, lo que otros historiadores descalifican como exageración.

Carlos Mugica

Matar a Rucci “es nada” comparado con “haber matado a (Carlos) Mugica”, dice Bárbaro, en referencia al cura villero que en los 70 estuvo cercano a Montoneros pero que tomó distancia públicamente de la organización cuando ésta empezó a cuestionar a Perón y no fue clara respecto al abandono de toda acción armada. Carlos Mugica fue asesinado el 11 de mayo de 1974 a la salida de una misa, en un episodio que algunos quieren atribuir a la Triple A y otros -como la propia hermana del sacerdote- a Montoneros.

El entrevistador se sorprende por los dichos de Bárbaro, y pregunta: “¿Para vos fue la orga (la organización Montoneros)?” Y él responde: “Yo no soy de los que opinan; yo soy de los que saben”.




¿Hubo una Triple A?

En cuanto a los crímenes atribuidos a una organización parapolicial o paraestatal, como postulan algunos, Bárbaro dice: “Las 3 A era la idea de que era sólo el Estado (el que mataba). El Estado éramos todos”. Y explica: “A mí me mataban a mi hijo ¿y qué hacíamos? ¿Los aplaudíamos a estos ratones de m… que se creían zurdos, revolucionarios, porque te mataban? Mataron a todos. Acá mataron a (Dirk) Kloosterman, mataron a (José) Alonso, mataron a (Rogelio) Coria, mataron a (Augusto) Vandor”, enumeró, en referencia a los sindicalistas asesinados por la guerrilla.

“Se cansaron de matar gente”, insistió. Y explicó que muchos de los crímenes que son atribuidos a la Triple A fueron en realidad represalias del sindicalismo por esos atentados de Montoneros. “¿Creés que había unas 3 A para responderle a esos miserables asesinos?. Yo iba al velatorio de los sindicalistas y los muchachos me decían ‘mañana nos bajamos a cinco zurdos’. ¿Qué 3 A?”, dijo. Y agregó que, después del velatorio de Rucci, “a la semana, en 10 días se voltearon 50 zurdos”.

Después se creó un relato, explicó: “Entonces viene un boludo y dice ‘están las 3 A, las 3... ¿qué 3 A? Si vos matás, te matan. Acá y en el mundo. Además porque no eran nenes de pecho. El sindicalismo peronista venía de hacer su propia guerra y su propia revolución. A ver si iban a venir unos pendejitos universitarios a tirar tiros y matar tres por día. ¿Qué 3 A?”

Crímenes falsamente atribuidos

Recalde le pregunta: “¿Vos decís que no había una organización paralela clara, un ejército que actuaba desde las sombras? El famoso somatén del que hablaba Perón. ¿Decís que no?”

“Éramos nosotros -responde Bárbaro-. Le dimos poder a la izquierda y la izquierda nos mata gente y nosotros matamos izquierda. ¿Qué matamos? ¿Mosquitos? ¡Es las 3 A, López Rega! Por ahí se habrá cargado a algunos, el resto es todo vendetta”.

Fue la lucha interna que adquirió ribetes de extrema violencia. La guerrilla resolvía sus diferencias con las armas y había represalias.

Y, como en el caso de Mugica, e inicialmente del propio Rucci, ya que los Montoneros, al ver el tremendo impacto político negativo de ese crimen, intentaron negar su autoría, varios atentados de la guerrilla también fueron falsamente atribuidos a la organización paramilitar Triple A: “Y en las 3A también figuran unos 40 a 50 asesinados por los montos”, dijo Bárbaro.

Advertencias contra el padre Carlos Mugica en un órgano de prensa de Montoneros



El documental

King Perón está calificado como una docu-media, pero los temas que aborda son más del orden de la tragedia y difícilmente hagan reír a nadie. El film fue estrenado hace un año, en 2021, aunque pasó más bien inadvertido. Los otros entrevistados -intercalados con sketches de dudoso gusto- son: Fernando Iglesias, Patricia Bullrich, Ariel Kocik y Guillermo Moreno.

El realizador, Diego Recalde, es músico y actor, fue guionista de Pettinato, de TVR, Videomatch y CQC, entre otros. También se presenta como investigador de la historia argentina.

El padre Carlos Mugica fue asesinado el 11 de mayo de 1974




viernes, 24 de junio de 2022

Comunismo: El enero rojo de 1919, los comunistas incendian Berlin

Enero de 1919: Incendio en el Berlín Rojo.


Los hombres Freikorps del Regimiento de Potsdam bajo las órdenes del Mayor von Stephani están listos para entrar en acción. Mientras los soldados parten, el mayor ya ha hecho un reconocimiento para observar el edificio que sus tropas deben conquistar durante el día. Disfrazado de revolucionario, el ex oficial del ejército imperial entra en el edificio que alberga la sede del diario socialdemócrata Vorwärts. Con el pretexto de alistarse en las milicias rojas, logra pasar sin incidentes por las distintas oficinas y, por lo tanto, puede inspeccionar a fondo el edificio antes de unirse a sus hombres que ya han tomado posiciones. Luego les pide a los espartaquistas que ocupan el edificio que se rindan. Estos últimos rechazan tal propuesta y confiar en el destino para decidir el resultado del conflicto. Entonces entran en acción las ametralladoras, obuses y morteros de los Freikorps de von Stephani. Comienza la batalla por Berlín.

Esta batalla que, en los primeros días del año 1919, ensangrentó la capital del Reich está en el origen de dos mitos. El primero quiere que este levantamiento obrero sea obra deliberada de los espartaquistas, quienes crearon el Partido Comunista Alemán a fines de diciembre, creyendo que había llegado el momento de instalar el bolchevismo en Alemania. El segundo da un lugar de honor a los Freikorps presentados como esta tropa invencible, que se ha apoderado de Berlín y así ha salvado a Alemania del peligro comunista. Como todos los mitos, tienen un poco de verdad y mucha exageración y ocultación. El estudio de esta insurrección y las luchas callejeras que suscitó, la primera del siglo XX en una capital de Europa Occidental,



David FRANCOIS || L'autre cote de la colline



Los orígenes del teatro.

La guerra civil que ensangrentó la capital del Reich a finales de 1918 tuvo su origen unos meses antes, en septiembre, cuando los líderes del ejército alemán se dieron cuenta de que su país ya no tenía ninguna posibilidad de ganar la guerra contra los Aliados. . Para negociar la rendición en las mejores condiciones, consiguieron el nombramiento como canciller del príncipe liberal Max de Baden. Este último formó entonces un gobierno en el que, por primera vez en la historia de Alemania, se sentaron dos socialdemócratas, Friedrich Ebert y Philip Scheidemann. Sin embargo, estos cambios políticos tienen poco efecto frente al descontento que se apodera de la mayoría de la población alemana.

La revuelta estalló a finales de octubre de 1918, no entre la población civil, sino entre los marineros de la flota de guerra. El 29 de octubre, en Kiel, los marineros rechazaron las órdenes de zarpar para enfrentarse a la Royal Navy. Tras algunos enfrentamientos con la policía, el 4 de noviembre Kiel queda en manos de los insurgentes y la bandera roja ondea sobre los buques de guerra alemanes. El movimiento de revuelta se extendió rápidamente a otras bases marítimas del país. También afecta a ciudades del interior del país, incluida la capital, Berlín. El 9 de noviembre estalló allí la revuelta y los soldados fraternizaron con los insurgentes. Ante este hundimiento del Imperio con el anuncio de la abdicación de Guillermo II, el socialdemócrata Philipp Scheidemann, encaramado en una ventana del Reichstag, proclama la República mientras al mismo tiempo en el castillo real de Berlín, el líder de los espartaquistas Karl Liebknecht proclamó el nacimiento de la República Socialista de Alemania. Estas proclamas republicanas en competencia simbolizan perfectamente la lucha que entonces comenzó entre los socialdemócratas y la izquierda revolucionaria y en la que estaba en juego el destino de Alemania.

El Partido Socialdemócrata (SPD) era entonces el más poderoso en la escena política alemana. Teóricamente todavía marxista, sin embargo se orientó hacia un reformismo dominado por la necesidad de una transición democrática para transformar Alemania en una democracia liberal. Pero, sobre todo, la guerra convirtió al SPD en un partido “patriótico”. En efecto, los socialdemócratas aceptaron el conflicto en 1914, llamando a defender la patria alemana, a luchar por la victoria ya votar por los créditos militares presentados por el poder imperial. Esta actitud nacionalista y belicista provocó rápidamente un revuelo en las filas que en 1917 provocó una escisión que dio origen al Partido Socialdemócrata Independiente (USPD).


Cartel de la liga espartaquista


La formación el 10 de noviembre de un gobierno que reúna al SPD y al USPD, con el acuerdo del consejo obrero de Berlín, es una primera desautorización para los espartaquistas. Los consejos de obreros y soldados en los que ven soviets no los siguen. El nuevo gobierno inició rápidamente reformas populares y sobre todo anunció la elección en enero de 1919 por sufragio universal de una asamblea constituyente. El principal objetivo de esta política es evitar que la situación política y social se deteriore y así beneficiar a los revolucionarios al frente de los cuales están los espartaquistas.

Si el gobierno parece ir ganando gradualmente la delantera a sus adversarios, la situación parece mucho más difícil en Berlín. En la capital del Reich, los revolucionarios gozan de cierta audiencia con los trabajadores y se apoyan en el consejo de obreros y soldados de la ciudad para buscar disputarle el poder al gobierno. De hecho, el consejo de Berlín compite con el gobierno y desconfía mucho de la perspectiva de la elección de una asamblea constituyente que lo despojaría de todo poder. Pero aquí también el enfrentamiento se convirtió muy rápidamente en desventaja para los revolucionarios. Fracasan en un primer momento en montar una guardia roja frente a la determinación del gobierno que impone la formación de una tropa de defensa republicana de varios miles de efectivos. Cuando el congreso nacional de consejos de obreros y soldados aprobó, el 20 de diciembre de 1918, la política de gobierno y sobre todo la convocatoria de la Asamblea Constituyente, los revolucionarios de Berlín, es decir los espartaquistas pero también los miembros de los sindicatos obreros el cabildo y los independientes de la capital, ya no tienen otra solución, para revertir una corriente que les es desfavorable, que intentar tomar el poder, lo que requiere el estallido de una insurrección.

Berlín en manos de los insurgentes.

Entre los revolucionarios ganan influencia los más radicales, los fascinados por el ejemplo de la insurrección armada bolchevique, los que creen que sólo el uso de la violencia puede acelerar el curso de la historia y esa minoría activa empuja al enfrentamiento. En concreto, se reagrupó dentro de la Liga de Soldados Rojos, cuya influencia fue creciendo a lo largo del mes de diciembre.


 
Berlín y sus alrededores en 1919


Es cierto que los signos de descomposición que aquejaban al ejército en ese momento pueden parecer alentadores. Las unidades que regresaban del frente parecían disciplinadas y obedecían a sus oficiales, pero bajo esa apariencia de solidez las ideas revolucionarias y más aún el deseo de reencontrarse con sus familias y la vida civil debilitaron y socavaron la cohesión del edificio militar. El gobierno está teniendo una amarga experiencia de esto cuando pretende confiar en las tropas que regresan del frente para recuperar el control de la capital. El 8 de diciembre, a petición del mariscal Hindenburg, el presidente Ebert aceptó así la presencia de 10 divisiones en Berlín a las órdenes del general Lequis. Para los jefes del ejército, estas tropas deben asegurar el orden desarmando a los civiles. Ebert, quien finalmente teme que esta operación termine en sangre, pide a los soldados que se conformen con un desfile gigante en las calles de Berlín, que debe tranquilizar a la población y asustar a los revolucionarios. Tras el desfile, que es un éxito, los oficiales rápidamente se dan cuenta de que los soldados tienen un solo deseo: volver a sus hogares. Más grave, confraternizan con los trabajadores y escuchan con simpatía los discursos extremistas. El instrumento militar en el que se basaron las autoridades para someter a los revolucionarios se evaporó. Peor aún, el poder ya no tiene fuerzas militares organizadas para oponerse a los rojos, mientras que estos últimos pueden confiar en la Volksmarinedivision, la División de la Marina Popular. pide a los soldados que se contenten con un desfile gigante en las calles de Berlín, que debería tranquilizar a la población y asustar a los revolucionarios. Tras el desfile, que es un éxito, los oficiales rápidamente se dan cuenta de que los soldados tienen un solo deseo: volver a sus hogares. Más grave, confraternizan con los trabajadores y escuchan con simpatía los discursos extremistas. El instrumento militar en el que se basaron las autoridades para someter a los revolucionarios se evaporó. Peor aún, el poder ya no tiene fuerzas militares organizadas para oponerse a los rojos, mientras que estos últimos pueden confiar en la Volksmarinedivision, la División de la Marina Popular. pide a los soldados que se contenten con un desfile gigante en las calles de Berlín, que debería tranquilizar a la población y asustar a los revolucionarios. Tras el desfile, que es un éxito, los oficiales rápidamente se dan cuenta de que los soldados tienen un solo deseo: volver a sus hogares. Más grave, confraternizan con los trabajadores y escuchan con simpatía los discursos extremistas. El instrumento militar en el que se basaron las autoridades para someter a los revolucionarios se evaporó.

Esta unidad estaba compuesta originalmente por marineros amotinados que llegaron desde Kiel en noviembre para propagar la revuelta en Berlín. Pronto se unieron marineros de otros puertos alemanes, luego varios miles ocuparon las calles de la capital para defender los logros de la revolución de noviembre. El gobierno decide entonces utilizar esta tropa como fuerza de orden y la instala en Marstall, las caballerizas del Palacio Real. Pero la División de Infantería de Marina se radicalizó gradualmente bajo la influencia de un ex teniente que se había convertido en espartaquista, Heinrich Dorrenbach. Este cambio debilita aún más al gobierno.

Sin embargo, con la excepción de la división Volksmarine, los revolucionarios no pueden confiar en una fuerza armada real. La Liga de Soldados Rojos, una asociación de veteranos, tiene algunos destacamentos pero son pocos en número. La liga Spartakus, si también llama a la formación de Guardias Rojos, parece incapaz de supervisarlos y menos de dirigirlos porque no cuenta con verdaderos especialistas militares en sus filas. Aparte de este núcleo fuerte pero débil, los revolucionarios pueden esperar obtener el apoyo de las débiles fuerzas de seguridad puestas bajo el mando del jefe de policía, el independiente Emil Eichorn. A pesar de todo, queda la esperanza, renovada constantemente por los rumores e informaciones falsas que siguen circulando, de un posible reagrupamiento de la guarnición de Spandau donde, según ciertos rumores, los revolucionarios son mayoría. La debilidad de los revolucionarios se acrecienta aún más por la ausencia de un verdadero estado mayor capaz de coordinar la acción de estas formaciones heterogéneas. En resumen, los civiles y los soldados armados que deambulan por las calles de la capital del Reich, este proletariado armado de Berlín, no forman en modo alguno un verdadero ejército. Esta debilidad está resultando cada vez más insuperable, ya que parece que el gobierno está buscando un enfrentamiento. una verdadera plantilla capaz de coordinar la acción de estas formaciones heterogéneas. En resumen, los civiles y los soldados armados que deambulan por las calles de la capital del Reich, este proletariado armado de Berlín, no forman en modo alguno un verdadero ejército. Esta debilidad está resultando cada vez más insuperable, ya que parece que el gobierno está buscando un enfrentamiento. una verdadera plantilla capaz de coordinar la acción de estas formaciones heterogéneas. En resumen, los civiles y los soldados armados que deambulan por las calles de la capital del Reich, este proletariado armado de Berlín, no forman en modo alguno un verdadero ejército. Esta debilidad está resultando cada vez más insuperable, ya que parece que el gobierno está buscando un enfrentamiento.

El gobierno no puede permitir que la División Volksmarine haga causa común con los revolucionarios. A finales de diciembre pidió que los marineros abandonaran el acantonamiento de Marstall en el corazón de la capital y redujeran su número a la mitad. Si se niegan, Otto Wels, el Ministro del Interior, amenaza con no pagar más los saldos. Rápidamente se llega a un acuerdo, pero la evacuación ha terminado y nadie parece haberse decidido a pagar los salarios prometidos. Exasperados, los marineros invadieron la Cancillería y luego marcharon sobre el Kommandantur. Durante el viaje, ocurre un incidente que sacude el evento. De hecho, los marineros son ametrallados por un vehículo blindado y responden con armas. Ante esta agresión, apresaron a Wels, el Ministro del Interior a quien mantienen como rehenes en el Marstall que también han reinvertido. Ebert pide al ejército que ponga en vereda a los marineros. Luego se ordenó a los soldados que restauraran la calma y disolvieran la División de Infantería de Marina.

 
Milicias obreras en Berlín

A pesar de todo, el gobierno logra encontrar un nuevo acuerdo con los marineros. Pero al mismo tiempo, los hombres de la División de Guardias dirigidos por el Capitán Pabst, a quien obviamente nadie había advertido del compromiso alcanzado entre el gobierno y los amotinados, rodearon el Marstall con el objetivo de liberar a los rehenes por la fuerza. En la mañana del 24 de diciembre, el edificio fue bombardeado durante casi dos horas. El sonido de los cañonazos alertó de inmediato a los trabajadores de Berlín que se reunieron y marcharon sobre el Marstall. Fue cuando Pabst concedió a los marineros una suspensión de fuego de veinte minutos para inducirlos a rendirse, que la multitud llegó y rompió los delgados cordones de soldados destinados a aislar la escena de la batalla. Los soldados de la Guardia luego tomados por la espalda por la multitud furiosa tuvieron que evacuar mientras los oficiales escaparon por poco del linchamiento. En esta Nochebuena los revolucionarios salen victoriosos pero saben que el juego no ha terminado.
Sin embargo, tienen motivos para alegrarse. Los espartaquistas y los partidarios del Consejo de Trabajadores y Soldados de Berlín dominan la capital. Hombres armados controlan las intersecciones y locales de periódicos como el Worwärts y el Berliner Tageblatt . El gobierno sólo controla la Cancillería y no parece poder contar con ninguna fuerza organizada.

La aparición de los cuerpos libres.

El nombramiento del diputado socialdemócrata Gustav Noske como ministro en el gobierno de Ebert marca un punto de inflexión. Apreciado por los oficiales, Noske, que durante la guerra se encargó de asegurar el enlace entre los socialistas y el estado mayor general, pasó a ser responsable de los asuntos militares en el Reich con el título de comandante en jefe y la tarea principal de retomar el control de Berlina. Para eso sabe que no puede contar con el ejército tradicional que sigue desintegrándose. Luego se dirigió a las pocas unidades de élite que aún tenían en la mano y especialmente a esta nueva tropa, los Freikorps, que entonces hicieron su primera aparición. En efecto, fue el 6 de diciembre de 1918 cuando Una primera formación de este tipo vio la luz cuando el general Maercker decidió formar dentro de su unidad un cuerpo libre de cazadores voluntarios destinado a combatir el peligro bolchevique. Estos voluntarios tienen varias ventajas: en primer lugar, tienen una sólida experiencia en combate, muchos de los cuales han pertenecido a las secciones de asalto del ejército imperial. También están bien pagados, motivados e ideológicamente opuestos al bolchevismo. Maercker también se rodea de un personal capaz de llevar a cabo una guerra callejera. El 24 de diciembre hizo instalar así cerca de 4.000 voluntarios cerca de Berlín y que fueron revisados ​​el 4 de enero de 1919 por el presidente Ebert y Noske en persona. El fenómeno está cobrando impulso rápidamente y, a principios de enero, hay alrededor de una docena de cuerpos libres en Berlín.

La ofensiva gubernamental encabezada por Noske comienza con el caso Eichorn. Este último, miembro del USPD, es desde la revolución de noviembre, prefecto de policía en Berlín. Las simpatías que tiene por los revolucionarios sólo pueden disgustar a un gobierno que ahora quiere reemplazarlo con un hombre entregado al poder. El 4 de enero de 1919, el gobierno destituyó a Eichorn de su cargo, pero se negó a ceder. Sabe que puede contar con el apoyo de la población trabajadora así como de todas las organizaciones revolucionarias. El 5 de enero, una gigantesca manifestación a su favor movilizó a varios cientos de miles de personas que ocuparon el corazón de Berlín. Muchos manifestantes están armados. Por la noche, grupos de trabajadores armados toman la Vorwärts sino también de las principales casas editoriales y de prensa. Rápidamente, se instalan ametralladoras para defender estos edificios.


 
Cuerpo Libre en Berlín

Al día siguiente policías favorables a Eichorn, apoyados por civiles armados y artillería toman el control de las principales estaciones y nodos de comunicación. El 8 de enero, la Imprenta del Reich es ocupada. Estas acciones, que son esencialmente obra de elementos radicales descontrolados, solo resultan en el endurecimiento del conflicto y, paradójicamente, perjudican a los revolucionarios. Ante los ojos de la opinión pública empañan su imagen mientras ofrecen al gobierno el pretexto para intervenir militarmente.

El éxito de la manifestación del día 5 es tal que los líderes revolucionarios, es decir los espartaquistas, los miembros del consejo de obreros y soldados de Berlín y los independientes de la capital, se preguntan si no ha llegado el momento de irse. a la ofensiva Vacilan con el pretexto de que no saben lo suficiente sobre el potencial militar sobre el que puede descansar la insurrección. Dorrenbach luego afirma que la División Volksmarine y la guarnición de Berlín están del lado de la Revolución. Asegura especialmente que también está la guarnición de Spandau donde hay cerca de 2.000 ametralladoras y 20 cañones. Armados con esta información, los líderes deciden que ha llegado el momento de la lucha por el poder, es decir, de la insurrección armada. el gol hace es más que defender a Eichorn sino derrocar al gobierno. Inmediatamente se nombró un comité revolucionario para dirigir el movimiento, comité en el que los espartaquistas, que desde el 29 de diciembre habían fundado el Partido Comunista Alemán, estaban en minoría.

El 6 de enero, la capital del Reich parece estar en manos de la insurrección, el proletariado de Berlín ocupa las calles y los cruces de la capital. En Marstall y en la Prefectura de Policía, se entregan armas a los trabajadores mientras los agitadores recorren los cuarteles para reunir a los soldados. Camiones armados con ametralladoras recorren las principales avenidas del corazón de Berlín.

La Cancillería parece entonces un objetivo tentador para los revolucionarios. Para evitar que el gobierno se encuentre prisionero, el suboficial Suppe, que dirige una compañía del Cuerpo Reinhard, se une a la Cancillería, que transforma en un campamento atrincherado. En la mañana del 6 de enero, los revolucionarios se lanzaron al ataque pero fueron repelidos por los voluntarios. Estos primeros combates provocaron una veintena de muertos y unos cuarenta heridos. En el cuartel de Moabit, los 150 hombres restantes de Reinhard Freikorps también logran repeler un asalto de los revolucionarios. El gobierno también podía contar con la creación en el Reichstag de una milicia socialdemócrata que pronto contó con dos regimientos de seis compañías, es decir, aproximadamente 800 hombres. Pero estos números son demasiado débiles para enfrentar a los insurgentes y cambiar la situación. Al no considerarse confiables la policía de Berlín y los soldados de la guarnición, el gobierno finalmente tuvo pocas tropas para recuperar la iniciativa. Consciente de que Berlín no puede ser retomada desde adentro, Noske quiere confiar en las tropas leales estacionadas cerca de la ciudad. Entonces decide unirse a ellos y deja clandestinamente una Cancillería que en cualquier momento podría caer en manos de los revolucionarios. Para prepararse para el contraataque, instaló a su personal en un internado de niñas suburbano en Dahlem. al no ser considerado confiable, el gobierno finalmente tiene pocas tropas para recuperar la iniciativa. Consciente de que Berlín no puede ser retomada desde adentro, Noske quiere confiar en las tropas leales estacionadas cerca de la ciudad. Entonces decide unirse a ellos y deja clandestinamente una Cancillería que en cualquier momento podría caer en manos de los revolucionarios. Para prepararse para el contraataque, instaló a su personal en un internado de niñas suburbano en Dahlem. al no ser considerado confiable, el gobierno finalmente tiene pocas tropas para recuperar la iniciativa. Consciente de que Berlín no puede ser retomada desde adentro, Noske quiere confiar en las tropas leales estacionadas cerca de la ciudad. Entonces decide unirse a ellos y deja clandestinamente una Cancillería que en cualquier momento podría caer en manos de los revolucionarios. Para prepararse para el contraataque, instaló a su personal en un internado de niñas suburbano en Dahlem. otra caída en manos de los revolucionarios. Para prepararse para el contraataque, instaló a su personal en un internado de niñas suburbano en Dahlem. otra caída en manos de los revolucionarios. Para prepararse para el contraataque, instaló a su personal en un internado de niñas suburbano en Dahlem.

Noske logra reunir ocho cuerpos de ejército agregando diferentes Freikorps. Quiere actuar rápido y acabar de una vez antes de que se celebren las elecciones a la Asamblea Constituyente previstas para el 19 de enero. Para tomar Berlín y sofocar la insurrección, se fijó tres objetivos sucesivos: tomar el control de la ciudad de Spandau, especialmente su arsenal, luego tomar el distrito de la prensa y luego empujar el grueso de las fuerzas hacia el centro de la capital para aplastar definitivamente la insurrección.

Mientras tanto, los revolucionarios titubean. Si bien una nueva manifestación el 6 de enero reunió a una masa considerable de trabajadores armados, los líderes no dieron instrucciones y todavía contaban con la movilización de la guarnición de Spandau. La multitud de trabajadores armados, sin órdenes ni dirección efectiva, ocupó comercios, saqueó edificios pertenecientes al SPD y, en lugar de prepararse para el combate, quemó en la calle el material electoral que se utilizará para las elecciones de la Asamblea Constituyente. El comité revolucionario no actúa, dejando a miles de luchadores revolucionarios sedientos de acción esperando en las calles esperando órdenes que no llegan. La jornada del 6 de enero marca un punto de inflexión en la relación de fuerzas militares entre insurgentes y gobiernos. La fuerza de los insurgentes comienza a declinar inexorablemente mientras que la del gobierno solo aumenta.

Noske reúne estas tropas sin perder tiempo. Durante el día 7, los primeros elementos de los Freikorps tomaron posiciones en los distritos todavía en gran parte boscosos al oeste de Berlín. En el cuartel de Moabit al norte de la capital, que servirá de plataforma de lanzamiento de las primeras operaciones para reconquistar Berlín, también esperan para entrar en acción los 900 hombres del coronel Wilhelm Reinhard, así como los 1.200 soldados del regimiento de Potsdam comandado por von Stephani acompañado de una compañía de ametralladoras pesadas y una batería de artillería.


La conquista de Berlín.

Si Noske pretende lograr sus fines gracias a los Freikorps y asediando la ciudad desde fuera, como lo fue el aplastamiento de la Comuna de París, la reconquista de Berlín comienza en realidad dentro de la ciudad y sin enlace con el personal de Noske. En efecto, en Berlín, los ingenieros de la Guardia, consignados hasta entonces en sus cuarteles, empezaron a marcharse y ponerse a las órdenes del gobierno. El día 8, estos soldados, por iniciativa propia, recuperaron el control de la Direction des chemins de fer. Durante este tiempo, bajo las órdenes del Sargento Mayor Schulze, fusileros de la Guardia y la policía toman la Imprenta del Reich. Estas fuerzas gubernamentales, que no son cuerpos libres, actúan entonces sin coordinación ni dirección. La debilidad de su potencia de fuego también conduce a contratiempos. Los cuadros del regimiento de infantería de la Guardia no pudieron hacerse cargo de la agencia de prensa Wolf y el regimiento del Reichstag sufrió grandes pérdidas al intentar apoderarse de una imprenta que los revolucionarios habían transformado en una fortaleza. Estas tropas gubernamentales también fueron derrotadas en escaramuzas en la Puerta de Brandeburgo. El día 9, estas peleas alrededor de Wilhelmstrasse y el distrito de prensa. una imprenta que los revolucionarios transformaron en una fortaleza. Estas tropas gubernamentales también fueron derrotadas en escaramuzas en la Puerta de Brandenburgo. El día 9, estas peleas alrededor de Wilhelmstrasse y el distrito de prensa. una imprenta que los revolucionarios transformaron en una fortaleza. Estas tropas gubernamentales también fueron derrotadas en escaramuzas en la Puerta de Brandenburgo. El día 9, estas peleas alrededor de Wilhelmstrasse y el distrito de prensa.

 
Soldados revolucionarios frente a un carro blindado

El día 10, parte del Reinhard Freikorps, dirigido por el teniente von Kessel, tomó la dirección de Spandau. Se apoderó del ayuntamiento tras un breve bombardeo. Spandau, un lugar estratégico con su arsenal y sus fábricas de armamento, es neutralizado. En Berlín, las oficinas del Rote Fahne , el periódico comunista, están ocupadas mientras los hombres de von Stephani toman posiciones en los cuarteles de los Dragones de la Guardia y en el edificio patentado frente a la sede de los Vorwärts .

El 11 de enero, tras dos horas de bombardeo, von Stephani entregó a los cazas instalados en el edificio Vorwärtsdiez minutos para capitular. Luego, siete insurgentes salen del edificio con las manos en alto y se ofrecen a discutir una tregua. La respuesta es clara, los sitiados deben rendirse incondicionalmente. Mientras uno de los revolucionarios regresa al edificio para traer esta respuesta, von Stephani, temiendo que se repita el fiasco de Marstall, lanza a sus hombres al ataque. Un destacamento sale corriendo de la oficina de patentes de Jacobstrasse y toma el edificio por detrás. Pero rápidamente es bloqueado por una valla alta y se encuentra bajo el fuego de ametralladoras rojas. Entonces es necesario el uso de un lanzallamas para derribar la cerca y permitir que los soldados se engullan en el edificio donde también estalló el primer destacamento que ingresa por la puerta principal. Las granadas arrojadas a la planta baja obligaron a los sitiados a refugiarse en el primer piso. Rápidamente, siendo la situación desesperada, deciden rendirse. Cerca de 300 presos, muchos de los cuales fueron asesinados por los voluntarios de los Freikorps que, durante el día, tomaron los edificios de la agencia de prensa Wolff así como varios periódicos.

Ese mismo 11 de enero, Noske encabezaba una columna de unos 3.000 voluntarios del Maercker Chasseurs Franc Corps, el Garde Franc Corps y la Iron Brigade, que se dirigía hacia el centro de la capital y la Puerta de Brandeburgo. Baterías de artillería, destacamentos de caballería y un puñado de tanques acompañaban a las tropas. Durante este tiempo, los Freikorps, bajo la dirección de los generales von Roeder y Maercker, avanzaron hacia los suburbios del sur y oeste de Berlín. La columna de Noske cruzó Berlín sin encontrar resistencia y luego se dividió en dos.

La insurrección está agotada. Las fuerzas con las que contaban los revolucionarios para derrocar al gobierno se están desvaneciendo. Los soldados de la guarnición acogen fraternalmente a las tropas gubernamentales que toman la estación de Silesia. En Marstall, los marineros de la Volksmarinedivision finalmente deciden permanecer neutrales y expulsar a los espartaquistas que les piden que luchen. Los líderes revolucionarios y las tropas que les quedan no tienen más refugio que la Prefectura de Policía. El 11 de enero, las fuerzas gubernamentales tomaron la sede del Partido Comunista, en Friedrichstrasse. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht se refugian en el barrio obrero de Neukoln.

En la mañana del día 12, los hombres de Reinhard llegaron a Alexanderplatz donde la artillería entró en acción para el acto final. Los proyectiles que caen sobre la sede de la policía rasgan las paredes. Los sitiados toman represalias. Entonces los ejecutivos de los fusileros de la Guardia y las fuerzas policiales bajo las órdenes del Sargento Mayor Schulze pasan al ataque y entran al edificio que es el escenario de una verdadera carnicería. Después de dos horas de combate, bajo el bombardeo que derrumbó toda una sección de la fachada, el edificio fue finalmente tomado, sus ocupantes perseguidos y fusilados. Sin embargo, algunos defensores raros lograron escapar a través de los techos.


 
El cuerpo libre frente a la sede del periódico SPD Worwärts

Se toman los principales puntos de apoyo de la insurrección y se cerca la ciudad por el sur y el oeste. La limpieza de la capital comienza con la ocupación de los distritos al sur del Spree y los distritos obreros. Los Freikorps reciben cada uno un sector para ocupar. Luego forman pequeños equipos que toman las intersecciones, instalan allí ametralladoras para tomar las calles en filas. Las casas donde se sospecha que se esconden los espartaquistas son registradas mientras patrullan carros blindados y tanques. El toque de queda impide que los civiles salgan, las reuniones están prohibidas. Por la noche, los reflectores barren la ciudad y aquellos a los que sorprenden se convierten en objetivos legítimos para los francotiradores de los cuerpos libres.

15 de enero Berlín está en manos del gobierno. Ya el día 13, los comités de trabajadores pidieron la vuelta al trabajo. Comienza la caza de revolucionarios. En la noche del 15 Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht son secuestrados. Son asesinados en la noche por los hombres de los cuerpos libres. Berlín sufrió la ocupación de los Freikorps hasta las elecciones del 19 de enero. Este pasado, este último se retiró mientras la Volksmarinedivision fue rearmada por Noske con el acuerdo del general Lüttwitz. Sin embargo, la calma que reina en Berlín es solo aparente. Bajo las cenizas arde el fuego y este primer capítulo de la lucha entre revolucionarios y los Freikorps tendrá una extensión aún más cruenta, pero definitiva, en el Berlín de marzo de 1919.

La Batalla de Berlín de enero de 1919 ha pasado a la historia como el momento de la primera aparición de los Freikorps. Toda una historiografía incluso los presenta como la fuerza indispensable sin la cual el gobierno socialdemócrata nunca hubiera podido derrotar a los revolucionarios y, en última instancia, evitar que Alemania se volviera comunista. Más allá del hecho de que la mayoría de la población alemana estaba a favor del gobierno, los revolucionarios a principios de 1919 no tenían una fuerza militar organizada. Los comunistas alemanes no podían contar con una Guardia Roja o regimientos como fue el caso de los bolcheviques rusos en noviembre de 1917. La actitud de la Volksmarinedivision, de la policía y las tropas de la guarnición de Berlín, que osciló entre la neutralidad y la adhesión al gobierno, dejó sólo unos mil insurgentes armados para hacer frente a las tropas gubernamentales. Especialmente del lado de los Freikorps, el gobierno pudo contar con las tropas de voluntarios socialdemócratas pero también con las fuerzas policiales y militares de Berlín que se mantuvieron fieles como la del sargento mayor Schulze y que tomaron la jefatura de policía. Si es cierto que sin la presencia de los Freikorps la reconquista de Berlín hubiera sido más larga, seguía siendo inevitable. el gobierno pudo contar con las tropas de voluntarios socialdemócratas pero también con las fuerzas policiales y militares de Berlín que se habían mantenido fieles como la del sargento mayor Schulze y que tomaron la jefatura de policía. Si es cierto que sin la presencia de los Freikorps la reconquista de Berlín hubiera sido más larga, seguía siendo inevitable. el gobierno pudo contar con las tropas de voluntarios socialdemócratas pero también con las fuerzas policiales y militares de Berlín que se habían mantenido fieles como la del sargento mayor Schulze y que tomaron la jefatura de policía. Si es cierto que sin la presencia de los Freikorps la reconquista de Berlín hubiera sido más larga, seguía siendo inevitable.

El uso de los Freikorps por parte del gobierno del SPD fue ante todo un error político. La publicidad que adquieren los voluntarios por su participación en la batalla de Berlín acelera la proliferación de nuevos Freikorps por toda Alemania para acabar con esta paradoja de que la joven república tiene por defensores sólo tropas hostiles a la democracia donde reclutarán los cuadros del nazismo. Por lo tanto, la propaganda comunista no dejará de recordar que los socialdemócratas fueron los cómplices de los asesinos de Rosa Luxemburgo. Y esta sangre que entonces separó a los dos partidos de izquierda, socialdemócrata y comunista, beneficiaría enormemente al Partido Nazi, librándose así, a principios de la década de 1930, del obstáculo de un frente antinazi único.




Bibliografía indicativa:

Sobre la República de Weimar:
Christian Baechler, Weimar Alemania, 1918-1933 , París, Fayard, 2007.
Sobre la revolución alemana:
Gilbert Badia, Los espartaquistas. 1918, Alemania en revolución , Bruselas, Adén, 2008.
Pierre Broué, Revolución en Alemania , París, Ediciones de Minuit, 1971.
Sebastian Haffner, 1918, una revolución traicionada , Bruselas, Complex, 2001.
Alfred Doblin, noviembre de 1918, una revolución alemana , Toulouse, Agone, 2009.


Sobre el cuerpo libre:

Jacques Benoist-Mechin, Historia del ejército alemán , París, Robert Laffont, 1984.
Robert GL Waite, Vanguard of Nazism, el movimiento Free Corps in Postwar Germany, 1919-1923 , Harvard, Harvard University Press, 1969.
Dominique Venner, Historia del fascismo alemán, Free Corps of the Baltikum , París, Pygmalion, 1997.
Carlos Caballero Jurado, The German Freikorps, 1918-23 , Londres, Osprey Publishing, 2001.

Ernst von Salomon, The Forsaken , París, Omnia, 2011.

jueves, 26 de agosto de 2021

Fascismo/Nazismo/Comunismo: El nacimiento del escuadronismo

Violencia y fascismo: escuadronismo

En noviembre de 1918, Italia salió de la guerra con el bando ganador, pero era un país en crisis. Su sistema político arcaico es incapaz de integrar a las masas populares que, sin embargo, pagaron el precio más alto durante los combates. Rápidamente el país tuvo que enfrentar un malestar social sin precedentes que entró en la historia con el nombre de biennio rosso. En las calles se persigue a los oficiales, en el campo los campesinos ocupan las tierras de los grandes terratenientes, en las ciudades los trabajadores organizan grandes huelgas que a veces dan lugar a enfrentamientos con la policía. A principios de 1920, se desarrolló un movimiento de ocupación de las fábricas, que fue defendidopor milicias de trabajadores armados. El Estado es impotente para restaurar el orden, la burguesía tiene miedo mientras los dirigentes socialistas y sindicales se niegan a ir más allá del marco legal.


Es en este clima de tensión y crisis donde se desarrolla un nuevo fenómeno político, el escuadrismo. Formado principalmente por excombatientes que reinvierten en la vida civil las prácticas violentas aprendidas durante la guerra, este movimiento sacará a Mussolini y su Faisceaux del gueto político donde se encuentran a finales de 1919. El escuadronismo no es en realidad una simple emanación de fascismo sino más bien el ala militar de un movimiento cuyo ala política está formada por los Faisceaux de combats. Fenómeno autónomo, el escuadronismo es un ejemplo de la "brutalización" de la vida política italiana después de 1918 mediante el uso de métodos militares al servicio de objetivos políticos.. Iniciador de una guerra civil latente, presagia en muchos puntos los movimientos paramilitares, las defensas del totalitarismo, que surgirán en Europa como las Secciones de Asalto de Hitler.

David FRANCOIS || El otro lado de la colina (original en francés)


El nacimiento del fenómeno del escuadrón.

La desmovilización que siguió al final de la Primera Guerra Mundial vio el surgimiento de una nueva capa social, los excombatientes. Muchos en esta categoría no encuentran trabajo cuando regresan a la vida civil y no tienen perspectivas de futuro. Entre ellos hay muchos voluntarios con ideas nacionalistas e irredentistas, partidarios de la entrada de Italia en la guerra en 1915 por la que fueron a luchar pero sin poder encontrar su lugar en la sociedad.

Se organizan en estructuras más o menos espontáneas para afirmar sus concepciones de Italia y especialmente para luchar contra los socialistas que, por su neutralismo durante el conflicto, son acusados ​​de derrotismo. A estos grupos de veteranos se unen futuristas y nacionalistas para formar equipos que luchan en las calles contra los socialistas cuyo número e influencia sigue creciendo. Durante las huelgas masivas que caracterizan el biennio rosso, grupos de voluntarios han aparecido en las grandes ciudades italianas para reemplazar a los huelguistas y asegurar el buen funcionamiento de servicios públicos como el transporte público y la limpieza de calles. Estos voluntarios, en su mayoría de las clases medias, a menudo son estudiantes o ex oficiales, están motivados por ideas nacionalistas y antisocialistas. Estos grupos son los precursores de las escuadras urbanas que entre 1919 y el verano de 1920 atacaron las manifestaciones y los locales socialistas.

Entre las diversas asociaciones, agrupaciones o escuadrones que se forman en el país destacan los Arditi, soldados de élite que el Estado ha desmovilizado sin otorgarles un reconocimiento especial por sus acciones y muchos de los cuales se encuentran desempleados. Se trata de intentar unir a estos diferentes grupos que se encuentran reunidos el 21 de marzo de 1919 en Milán, la convocatoria de Mussolini, diversos representantes de estas asociaciones que comparten el deseo de perpetuar la inspiración del intervencionismo revolucionario 1. Por tanto, hay Arditi, nacionalistas, veteranos necesitados de integración en la sociedad y sindicalistas revolucionarios. A este núcleo se suman rápidamente los intelectuales del movimiento futurista que aboga por el nacionalismo, el antiparlamentarismo, el antisocialismo y el culto a la violencia y la guerra. Nace el Milanese Combat Beam.

El 23 de marzo se celebró en una sala de la Piazza San Sepolcro de Milán la reunión fundacional de los Grupos de Combate italianos, que adoptó un programa de izquierda: establecimiento de la República, abolición de los títulos de nobleza y servicio militar, abolición de la especulación bursátil. , 8h jornada, participación de los trabajadores en la gestión de las fábricas, entrega de tierras a los campesinos.

Sobre la base de este programa que combina el nacionalismo y el radicalismo revolucionario, se fundan grupos en las grandes ciudades italianas. Los inicios del movimiento fueron difíciles ya que en octubre de 1919 solo había 56 grupos y solo 108, reuniendo a 130.000 miembros en julio de 1920. Especialmente durante las elecciones de noviembre de 1919, la lista liderada por Mussolini en Milán sufrió un revés menos punzante. 5.000 votos contra 170.000 de los socialistas.

Es a este pequeño grupo marginal, que reúne a excombatientes y jóvenes agitadores, al que se une la mayoría de los escuadrones azioni (equipos de acción), que se han formado de forma independiente en toda Italia. Su núcleo original está compuesto por unos 200 hommTodos son sindicalistas revolucionarios y arditi que forman la guardia personal de Mussolini. En 1919, la debilidad de las vigas es tal que, por lo general, solo existen gracias a la acción de los escuadrones. El movimiento también está cobrando impulso en Veneto, una provincia atribuida a Italia y donde el entusiasmo nacionalista es fuerte. En otras partes del norte de Italia, la expansión de escuadrones es más limitada. Pero el escuadronismo aún no está estrechamente vinculado al fascismo ya que en el otoño de 1919 las reivindicaciones irredentistas en Istria y Dalmacia atrajeron a muchos escuadristas que siguieron a los legionarios de D'Annunzio durante sus ocupaciones de la ciudad de Fiume, iniciativa a la que se opone Mussolini.


Los primeros escuadrones en la calle.


Escuadronismo urbano.

Las primeras acciones de los escuadristas fascistas tuvieron lugar en Milán en 1919 pero también en Mantua, Brescia y Padua. En Milán, la primera gran acción de los escuadristas fue el incendio de la sede del periódico socialista l'Avanti en el momento de la huelga general convocada por el Partido Socialista Italiano (PSI). Este episodio entra en la leyenda fascista con el nombre de “batalla de la via dei mercanti”. En noviembre, dos escuadristas lanzaron una bomba en una procesión socialista dejando 9 heridos. En diciembre, cuando en Roma se abre la sesión del nuevo parlamento, los escuadristas persiguen por las calles a los diputados socialistas que se negaron a asistir a la sesión en presencia del rey o que gritaron a su llegada "Viva la república socialista".

Las acciones de estos escuadrones que atacan físicamente a personas y edificios tienen, según la propaganda fascista, la intención de evitar la extensión de la revolución bolchevique a Italia. Por tanto, justifica esta violencia como respuesta a la violencia y al malestar político y social implementado por los socialistas y anarquistas durante el biennio rosso. A pesar de la violencia perpetrada, las acciones de los escuadrones urbanos contaron con la aprobación de la clase media y de los círculos políticos moderados a los conservadores. Estos grupos ven esto como una forma de reducir la influencia de los sindicatos y los partidos de trabajadores y de presionar al gobierno para que se ponga del lado de los terratenientes y patrones en las disputas laborales y así abandonar la
Pero estos escuadrones urbanos no son inherentemente conservadores. Se encuentran en el programa radical de San Sepolcro, este intento de renovar la política y la economía. Además, la presencia de futuristas o ex sindicalistas revolucionarios confiere a estas formaciones un carácter subversivo y de oposición a los valores y la cultura burgueses tradicionales. Pero el plan de Mussolini para crear una formación centrada en los valores de los veteranos progresistas o revolucionarios fracasó rápidamente. LLa viga de Milán donde se desarrolla el programa de San Sepulcro está más a la izquierda que las otras vigas y especialmente este programa a ser implementado debe recibir el apoyo de los obreros y campesinos que continúan siguiendo al Partido Socialista y la Confederación General de el trabajo, el poderoso sindicato italiano dominado por los socialistas.

El abismo entre el fascismo y la clase obrera se vuelve rápidamente insuperable, especialmente después del saqueo de la sede de Avanti por parte de los escuadristas el 15 de abril de 1919. El fracaso del proyecto original de Mussolini se hace evidente con los desastrosos resultados de las elecciones generales del 16 de noviembre de 1919. 1919. Los grupos que querían unificar la izquierda intervencionista se topan entonces con la hostilidad de los republicanos y sindicalistas revolucionarios que le reprochan su carácter reaccionario y sus métodos brutales.

Si la acción de los escuadrones urbanos en 1919 y principios de 1920 puede interpretarse como una respuesta a la agitación "bolchevique" del biennio rosso, rápidamente aparece como una violencia ofensiva e indiscriminada dirigida contra todas las organizaciones obreras, incluidas las que son republicanos o católicos. Este carácter de reacción blanca se ve subrayado por el hecho de que las acciones de las escuadras se dan con el apoyo de los círculos económicos e industriales pero también de las autoridades militares, policiales y judiciales. Si el movimiento comienza a recibir apoyo, sigue siendo marginal y sin fundamentos populares. No fue hasta la segunda mitad de 1920 que el fascismo ganó en influencia, pero ya estaba claramente orientado a la derecha.

Escuadronismo agrario.

Tras el 2º Congreso de la Comintern en julio de 1920, nació el Partido Comunista Italiano en Livorno. Este nacimiento, pero también el movimiento de ocupación de las fábricas que terminó en otoño, provocó un sentimiento de inseguridad en las clases medias italianas y de desconfianza hacia las instituciones democráticas consideradas incapaces de garantizar la paz social. La burguesía ahora quiere evitar el regreso del espectro rojo y busca protegerse de él apoyando a grupos demagógicos que atraerán una clientela popular pero lo suficientemente decididos para romper las organizaciones de izquierda. Mussolini entiende que la ola antisocialista que afecta al país le ofrece la oportunidad de sacar a su movimiento de su aislamiento. Empieza a recibir subvenciones de los empresarios mientras el fracaso de D ' Annunzio en Fiume le permite recuperar a los escuadristas que habían reunido al poeta. También es en Véneto-Julián donde el escuadronismo muestra su eficacia. El 14 de julio de 1920, los escuadristas de Trieste, ante la noticia del asesinato de soldados italianos en Split, saquearon las instalaciones de las organizaciones eslovenas. Los ataques luego se multiplican en las regiones contra los socialistas y los eslavos. En octubre en Trieste, la sede del periódico socialista Los ataques luego se multiplican en las regiones contra los socialistas y los eslavos. En octubre en Trieste, la sede del periódico socialista Los ataques luego se multiplican en las regiones contra los socialistas y los eslavos. En octubre en Trieste, la sede del periódico socialistaIl Lavoratore fue incendiado y en las semanas siguientes se destruyeron las bolsas de trabajo de Istria.

Un camión que transportaba escuadrones en la campiña italiana

Pero el avance del fascismo en la escena nacional se manifiesta en el valle del Po, en el campo, con el desarrollo del escuadronismo agrario. En esta región desde principios de siglo una doble tendencia afecta al mundo agrícola. En 1901 se creó en Bolonia la Federterra vinculada al PSI y que rápidamente reunió a la mayoría de las ligas campesinas cuyo objetivo es monopolizar el mercado de trabajo agrícola organizando a los aparceros a modo obrero y de ninguna manera buscando hacer aparceros. de los pequeños propietarios. Al mismo tiempo, muchos pequeños propietarios aumentan significativamente la superficie de tierra que poseen después de comprar la de los grandes propietarios. A partir de 1919 se agudizaron los conflictos entre las dos categorías: los aparceros apoyados por las ligas socialistas ocupan tierras e imponen sus condiciones a los propietarios. Quienes se niegan a cumplir son víctimas de la destrucción de cultivos, el boicot y la violencia para obligarlos a cumplir con las decisiones de las ligas. La Federterra también organiza tribunales que promulgan medidas de aislamiento contra los propietarios recalcitrantes, como la prohibición de vender sus productos o comprar a la cooperativa. Este último posee una forma de monopolio, las víctimas del boicot rápidamente se arruinan. El poder de los socialistas aumentó hasta 1920. En Emilia-Romagna controlaban todas las administraciones provinciales y municipales. Los sindicatos socialistas imponen su monopolio sobre la gestión de la mano de obra mientras que las cooperativas socialistas imponen el precio de los alimentos. Los socialistas también administran los impuestos municipales sobre la propiedad y las empresas y tienen el poder de arrendar los bienes comunes a quien quieran. Frente a este poder socialista, los latifundistas recibieron el apoyo de los pequeños propietarios que se sentían oprimidos.

A partir del otoño de 1920, los propietarios comenzaron a financiar escuadrones para atacar a los militantes y la sede del PSI o los sindicatos. Estos escuadrones rurales tienen vínculos con los de las ciudades, particularmente en el valle del Po, ya que algunos se originan en escuadrones urbanos en Bolonia o Ferrara. Sobre todo, comparten los mismos objetivos y atacan a las mismas víctimas. Sin embargo, las escuadras rurales son más claramente reaccionarias con el objetivo de defender los intereses de los propietarios en el campo.

Los grandes terratenientes del valle del Po utilizan los escuadrones, proporcionándoles dinero y armas para desmantelar las organizaciones obreras y campesinas. Golpearon municipios de izquierda, sindicatos socialistas, cooperativas y mutuales. Durante sus abusos, a menudo se beneficia de la complicidad de las autoridades locales. Ya no se trata de defenderse de una amenaza revolucionaria sino de retroceder a las conquistas obtenidas por los sindicatos y los socialistas reformistas en años anteriores.

Si el escuadronismo agrario no representa todo el fascismo, esta rama militar del movimiento proporciona a Mussolini apoyo financiero y una mayor visibilidad en la escena nacional. La rápida expansión del fenómeno de los escuadrones representa un potencial político crucial para los líderes fascistas. A fines de 1920, el secretario de los Grupos de Combate, Ugo Pasella, anunció que el principal objetivo del fascismo era fortalecer su aparato paramilitar, una prioridad estratégica absoluta. En 1921 el fascismo tenía importantes bastiones, especialmente en el valle del Po alrededor de Bolonia y Ferrara desde donde irradiaba a los centros secundarios circundantes.

A cambio, el escuadronismo agrario revitaliza el escuadronismo urbano. En noviembre, en Bolonia, el día en que se instaló el municipio socialista, los escuadrones liderados por Dino Grandi atacaron, dejando 9 muertos y más de 100 heridos. Un mes después, incidentes similares golpearon a Ravenna bajo el liderazgo de Italo Balbo. Este movimiento luego se propaga rápidamente. En Florencia, los industriales y los propietarios financiaron los escuadrones de Amerigo Dumini que asolaron el ayuntamiento el 22 de octubre de 1920.

En el primer semestre de 1921, los escuadristas destruyeron 726 edificios: 17 periódicos e imprentas, 59 casas populares, 119 bolsas de trabajo, 107 cooperativas, 83 ligas campesinas, 8 mutuas, 141 secciones socialistas o comunistas, 100 círculos culturales, 10 bibliotecas. público o teatros, 28 sindicatos, 53 centros de ocio populares, una universidad popular. En 1921 y 1922 los escuadristas mataron a unas 3.000 personas y entre 500 y 600 en 1921.

Estas expediciones punitivas, como las llaman los fascistas, están justificadas por la amenaza de revolución que se cierne sobre Italia. Pero desde principios de 1921, el movimiento revolucionario dejó de ser un peligro para el orden social. La violencia que luego puede cometer es en gran parte una respuesta a la violencia fascista. Esta violencia roja no es más que un movimiento de defensa por la libertad de los trabajadores y los derechos sindicales amenazados. Existe, por tanto, un fuerte contraste entre la realidad del escuadronismo que se ha convertido en el brazo armado de un movimiento político, el fascismo, y la de la burguesía y terratenientes contra los obreros y campesinos y el mito que cultiva y donde se presentan como auténticos. expresión de demandas populares y revolucionarias.
Escuadristas durante la Marcha sobre Roma.


Sobre todo si durante el biennio rosso pudiera desarrollarse un clima de intimidación, contribuyendo o justificando en parte de la opinión la reacción escuadrista, es necesario distinguir la violencia socialista de la violencia fascista. La primera rara vez se organiza, es una violencia espontánea que rara vez resulta en muertes. Aparte del caso de los que boicotean las huelgas, la violencia se considera superflua porque los socialistas están convencidos de que llevan consigo el número y el significado de la historia. Para los escuadristas, la violencia es un fin en sí mismo.

La organización y táctica de los escuadrones.

Es el gusto por la aventura y sobre todo una cierta fascinación por la violencia lo que motiva la violencia escuadrista. Un cierto número de los voluntarios de los escuadrones son veteranos nostálgicos de la guerra pero que también encuentran en el escuadronismo un medio de reintegrarse socialmente reinvirtiendo contra un enemigo interno el know-how adquirido durante la guerra contra el enemigo externo. Para los más jóvenes, regados durante su adolescencia por la historia de las heroicas hazañas de sus mayores en el frente, el escuadronismo es una oportunidad para compartir un poco de esta gloria. El sentimiento de pertenencia a una élite que comparte nuevos valores comunes como el gusto por el sacrificio, la valentía y el culto a la fuerza es también un factor de atracción.

El odio al socialismo, extendido al comunismo, los dos socios en la figura del bolchevismo destructivo es una fuerte motivación para unirse al escuadronismo, particularmente dentro de las clases medias. Estudiantes, hijos de la burguesía agraria llenan las filas de los escuadrones tanto como los veteranos pero también los parados en un país asolado por la crisis económica. Más aún cuando para algunos escuadronismos se convierte en una ocupación a tiempo completo como en la provincia de Pavía donde los subsidios pagados por los industriales y los comerciantes permiten dar de 35 a 40 libras diarias a los escuadristas. Tampoco hay que olvidar que si los escuadristas tienen en sus filas idealistas o intelectuales como Dino Grandi o Giuseppe Bottai, también conviven con hombres de dudoso pasado y convictos.

Los escuadristas en acción.

Los escuadristas suelen reunirse en torno a un líder local, conocido como ras, elegido por su carisma y que la mayoría de las veces es un veterano condecorado. A veces, sobre todo en el campo, es un terrateniente quien financia el escuadronismo el que se encuentra al frente de los equipos. Los escuadrones se reúnen con mayor frecuencia en cafés que hacen de ellos su cuartel general y su base de partida. También es allí donde exhiben los trofeos traídos de sus expediciones, en particular las banderas rojas.

Los comunistas y socialistas también se encuentran en los cafés. Por lo tanto, muchas peleas tienen lugar cerca de estos lugares de sociabilidad política en Italia a principios de la década de 1920. En cada campamento, el tiempo pasado en el café ayuda a crear un espíritu de cuerpo, una camaradería entre los habituales. Los cafés también son lugares donde se almacenan armas, tanto para defender el lugar en caso de un ataque como también para expediciones.

Rápidamente, para fortalecer el esprit de corps, la mayoría de los escuadrones se equiparon con un banderín negro que llevaba un nombre o un lema y que se confiaba a un abanderado durante las manifestaciones. Parece que es en la región de Ferrara donde por primera vez los escuadristas se equipan con camisas negras y fez, copiando así el uniforme de los Arditi, atuendo que rápidamente es adoptado por el resto de escuadrones del país. El squadrime también desarrolla un culto a los mártires en torno a los cuales se desarrolla un ritual preciso con los gritos de "Presente" repetidos tres veces después de los nombres de los caídos. Los funerales de los escuadristas son también la ocasión de manifestaciones de fuerza que reúnen a equipos de pueblos cercanos, mientras que los fascistas buscan involucrar tanto a los veteranos como a los militares.

La práctica de las expediciones punitivas que hicieron la reputación de escuadronismo se toma prestada de tácticas militares, en particular de la Strafexpedition austríaca en el frente alpino en mayo-junio de 1916. Las tácticas son simples: diferentes equipos se fusionan para fusionarse en un solo objetivo. La acción se lleva a cabo con medios espectaculares para asustar al adversario, para disuadir a sus partidarios más tibios pero también para despertar simpatías en la gran multitud de quienes no quieren, a priori, tomar partido. Para estas expediciones, los escuadristas se armaban con cuchillos y, a veces, con armas de fuego o incluso con granadas de mano. Pero el arma por excelencia de la escuadra es el club, el famoso manganello, símbolo de las expediciones.

La escuadra se acerca a su objetivo en camiones, a menudo proporcionados por el ejército, cantando himnos y mostrando sus armas y manganello. Luego se va al ataque, arrasando sistemáticamente las sedes de organizaciones opositoras, bolsas de trabajo, cooperativas, sindicatos, ligas agrarias, rompiendo muebles, quemando en la plaza pública los papeles y material de propaganda, los militantes opositores son perseguidos, golpeados, obligados a beber. aceite de ricino, a veces simplemente asesinado. Durante los enfrentamientos los escuadristas generalmente usan palos pero durante los períodos en que los conflictos son más tensos no dudan en usar armas de fuego, incluso armas de guerra. A veces estos enfrentamientos son el hecho de los oponentes de los escuadristas,

El local del diario socialista l'Avanti tras una expedición de los escuadristas.


En el campo los escuadrones de escuadristas llegan en camión y encuentran guías entre los terratenientes locales que designan la casa de los campesinos activistas. Luego, la casa es rodeada por hombres armados que le piden al campesino que salga bajo la amenaza de quemar su casa. Una vez fuera, el campesino es golpeado y generalmente se le deja desnudo en medio del campo. Si toma la idea de querer defenderse, a menudo corre el riesgo de sufrir heridas graves o incluso de ser asesinado.

La violencia de escuadrón responde a muchos imperativos: en primer lugar, la lucha contra las organizaciones obreras y campesinas por instigación de los terratenientes, pero también a veces como reacción a los acontecimientos del biennio rosso. También les corresponde a los fascistas tomar el poder administrativo a nivel local, intimidar al adversario, hacer propaganda. Tampoco deben pasarse por alto los efectos psicológicos y sociológicos de la guerra, que exacerbó los conflictos sociales. La debilidad del aparato represivo del Estado italiano también tiene la culpa.

La experiencia de las trincheras, los lazos de camaradería, la estructura jerárquica, la superioridad numérica y la posesión de armas les dan fácilmente la ventaja sobre sus adversarios. La gran fuerza de los escuadristas proviene de que generalmente se benefician de la complicidad de gran parte del aparato estatal, especialmente a nivel local. En las zonas donde son más fuertes, son favorecidos por funcionarios, la policía, el poder judicial e incluso el ejército, que en ocasiones les proporcionan equipos y armas. La mayoría del personal policial y militar tiende a considerar natural su alianza con el fascismo contra el enemigo común bolchevique. La facilidad con la que operan los escuadristas no es, por tanto, sólo el resultado de la debilidad de los Estado sino de la simpatía y complicidad de que gozan entre las fuerzas encargadas de hacer cumplir el orden y la ley. Las estadísticas policiales indican que entre el 1 de enero y el 8 de mayo de 1921 se produjeron 1.073 incidentes violentos entre socialistas y fascistas. Pero si 1.421 socialistas fueron arrestados en relación con estos incidentes, este fue el caso de solo 396 escuadristas.

Por otro lado, cuando la policía recibe la orden de reprimir las acciones de los escuadristas, lo logra, como lo demuestran los incidentes de Sarzana. En este pequeño pueblo de la Toscana, la población se ha organizado en un grupo de defensa y obliga a los Carabinieri a disparar contra 500 escuadrones de Florencia y Carrara que han venido para una expedición punitiva. Este último debe huir, perdiendo 18 muertos y 30 heridos.

Los escuadristas pronto tuvieron que afrontar el establecimiento de organizaciones armadas antifascistas, la más poderosa de las cuales fue la Arditi del Popolo, creada en junio de 1921 y que reunió a 55.000 combatientes en el verano de 1921. Se produjo el enfrentamiento más espectacular. en Parma en agosto de 1922. Los fascistas movilizan cerca de 50.000 escuadristas para atacar la ciudad que defienden los Arditi del Popolo con la ayuda de la población. El ejército se niega a intervenir y la ciudad se convierte en el escenario de 4 días de luchas callejeras. Pero los escuadristas deben retirarse, dejando 40 muertos y 150 heridos. Esta derrota demuestra que los éxitos de los escuadristas son sobre todo el resultado de la desorganización de sus adversarios y de la complicidad de las autoridades locales.

Sin embargo, en el verano de 1921, la organización socialista en el campo fue desmantelada. El gobierno aprovechó los disturbios para disolver los municipios socialistas en un centenar de ciudades como Bolonia, Módena o Ferrara. Con la excepción de algunas ciudades del norte como Milán, Génova o Turín, donde los socialistas siguen siendo poderosos, las organizaciones de trabajadores son incruentas. La contrarrevolución ganó, matando a cientos e hiriendo a decenas.

Un ala militar voluminosa pero esencial.

El crecimiento del escuadronismo en 1921 fue rápidamente más allá del simple marco de defensa de las clases medias y terratenientes y planteó nuevos problemas. En primer lugar, el crecimiento numérico de los escuadrones, combinado con la conquista territorial de provincias enteras, les da la posibilidad de lograr sus propios objetivos políticos sin comprometerse con las clases dominantes o el Estado, objetivos que pueden entrar en conflicto con los intereses económicos de la burguesía y los propietarios. Además, una vez derrotadas las cooperativas y sindicatos socialistas, algunas escuadras encuentran un nuevo enemigo en los latifundistas que aprovechan la situación para subir la renta de la tierra.
Escuadristas mostrando su arma favorita: el manganello.

Este escuadronismo “revolucionario”, que encuentra su inspiración en el programa de San Sepolcro, se convierte en una espina en el costado de Mussolini. Esto último poco tiene que ver con el éxito de los escuadristas, que en su mayoría se deben a las iniciativas de los líderes locales, los ras. Por supuesto, busca explotarlo al máximo, en particular durante las elecciones de 1921, lanzando a los escuadristas en una campaña de terror contra los candidatos opositores. Pero también lo teme sobre todo desde el momento en que busca hacerse con el poder por la vía parlamentaria, abandonando la vía violenta que encarna el escuadronismo.

Mussolini se da cuenta de que está aislado del escuadronismo, que es sobre todo un fenómeno de las bandas locales. Los escuadristas son más devotos de su ras que de él y estos últimos extraen de ello una fuerza que les permite cuestionar la dirección de Mussolini. En junio de 1921, este poder del escuadronismo se expresa plenamente e influye en la política de la dirección fascista. Cuando Mussolini llegó a un acuerdo con los socialistas para poner fin a la violencia respectiva y así darse una apariencia respetable de estadista, el levantamiento de los escuadristas lo obligó a retroceder. Dino Grandi organiza la rebelión desde Bolonia y denuncia la traición de Mussolini. Especialmente los escuadristas no respetan la tregua concluida. En septiembre, en Ravenna,

Para domar el escuadronismo, Mussolini decide canalizarlo hacia un partido supervisado y disciplinado. Mussolini ha adoptado un programa conservador que provoca la furia de los escuadristas que también están en la idea de una centralización y una normalización del movimiento. Pero los jefes de escuadrón se dan cuenta de que ante el auge de la respuesta popular y el endurecimiento del ejército ante las acciones escuadristas, especialmente en Roma, la estrategia de fuerza es arriesgada. Por lo tanto, aceptaron la creación del Partido Nacional Fascista en noviembre de 1921, que adquirió un ala militar, la Milicia, comandada por Italo Balbo y De Vecchi, pero también por dos generales en activo.

Mussolini y sus lugartenientes en uniforme de escuadrón durante la Marcha sobre Roma.

Pero el escuadronismo sigue siendo necesario para demostrar la debilidad del Estado liberal. El 1 de mayo de 1922 mató a diez personas en el país. A finales de mayo en Bolonia, Balbo invadió la ciudad por miles de escuadristas y la ocupó durante 5 días mientras que en julio en Cremona los hombres de Farinacci irrumpieron en la prefectura. Cuando la izquierda lanzó una huelga general el 31 de julio, los escuadrones tomaron medidas utilizando la violencia para obligar a los trabajadores a regresar al trabajo. La huelga se convirtió en un fiasco y los escuadristas la aprovecharon para apoderarse de las ciudades hasta entonces refractarias: Milán, Turín, Gene, Padua, Módena donde los municipios fueron despedidos y los locales de las organizaciones obreras saqueados. El camino está despejado para tomar el poder.

La Marcha sobre Roma es un gran engaño orquestado por Mussolini para finalmente obtener el poder. Pero este golpe se basa en la movilización de los escuadristas. El 27 de octubre de 1922, este último se reunió frente a las prefecturas, comisarías y comisarías para apoderarse de él. Los soldados negocian pero a veces resisten como en Verona, Ancona y Bolonia. Durante dos días, los dos campos se enfrentan. Durante este tiempo, 26.000 escuadristas mal armados convergen en Roma, donde hay 28.000 soldados. No hay duda de que si las autoridades hubieran querido acabar con los fascistas, lo habrían ganado sin dificultad. Pero el rey rechaza el enfrentamiento. 29 Mussolini se convierte en jefe de gobierno.

Después de la Marcha sobre Roma, el compromiso entre el fascismo y las clases dominantes se hizo en detrimento del componente revolucionario del fascismo y los escuadrones quedaron reducidos al papel de un simple instrumento del Estado. El ala intransigente liderada por Farinacci es derrotada y cuando el régimen se consolida Farinacci es destituido de su cargo de secretario del Partido Nacional Fascista en octubre de 1925. Con la normalización de la situación, los escuadrones son gradualmente absorbidos en la Milicia institucional de voluntarios para la seguridad nacional donde sus miembros son marginados, absorbidos por el poder o neutralizados. La violencia de los escuadristas continuó a pesar de todo hasta 1924 para reducir lo que quedaba de la oposición en el país, ya fueran socialistas, liberales o católicos. Llegó a su punto culminante con el asesinato del diputado socialista Matteotti por escuadristas liderados por Amerigo Dumini que sacudieron al joven poder fascista pero también le dieron la oportunidad de instaurar las leyes fascistas que transformaron definitivamente a Italia en una dictadura.

El fenómeno del escuadrón se ha presentado durante mucho tiempo como una respuesta a la ola revolucionaria del biennio rosso. Pero en 1919-1920, los disturbios, los disturbios y las huelgas fueron fenómenos generalizados en Europa y si Italia parecía al borde de la revolución, la elasticidad de las instituciones y la fuerza de la corriente reformista dentro del movimiento obrero podrían haber permitido una salida a la crisis. crisis comparable a la de otros países. En particular, el escuadronismo no se desarrolló realmente hasta finales de 1920, cuando ya no existía el peligro de una revolución comunista. Por tanto, no puede verse como una simple respuesta al bolchevismo.

Si la violencia de escuadra adquiere la apariencia de represalias contra una dominación del PSI en las zonas donde está fuertemente asentada y se transforma así en un instrumento reaccionario, este análisis reduccionista, que será el adoptado durante los años veinte por la Internacional Comunista, no tiene en cuenta la originalidad de este fenómeno. El escuadronismo es también una revuelta contra el viejo orden, las élites y las clases dominantes encarnadas en el Estado liberal y que afectan, de diferentes formas, a parte de Europa al final de la Primera Guerra Mundial.

Rampa de acceso al poder para Mussolini, el escuadronismo se vuelve rápidamente engorroso cuando llega la hora del compromiso con las clases dominantes tradicionales. No fue en un baño de sangre, como hizo Hitler con las SA en 1934, que el Duce se deshizo de este ala paramilitar radical sino integrándola en las estructuras del estado fascista. Cuando estalló el compromiso de Mussolini entre el fascismo y las fuerzas conservadoras en julio de 1943, todos los ras intransigentes se encontraron en la República Social Italiana. De hecho, el espíritu de escuadrón se despierta en Salo y demuestra que su poder de destrucción y su culto a la violencia se han mantenido intactos.

Bibliografía:

  • Pierre Milza, Serge Berstein, fascismo italiano, 1919-1945 , Seuil, 1980.
  • Angelo Tasca, El nacimiento del fascismo , Gallimard, 1970.
  • Robert Paxton, Fascismo en acción , Seuil, 2004.
  • Mimmo Franzinelli, Squadristi , Mondadori, 2003.

1 Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en Europa en el verano de 1914, la gran mayoría de los italianos se opuso a la participación de su país en el conflicto. Pero una minoría ruidosa está a favor de la intervención. Entre estos grupos se encuentran los nacionalistas pero también los republicanos garibaldianos que quieren que el país se una al campo de los defensores de la democracia. Una minoría de sindicalistas y socialistas revolucionarios que rompen la prohibición como Mussolini encarnan un intervencionismo revolucionario que ve en la guerra el punto de partida de una revolución mundial.