miércoles, 28 de febrero de 2018

PGM: Operación Michael, la última ofensiva alemana

Operación Michael

Wikipedia



Frente Occidental - Primera Guerra Mundial


Fecha 21 de marzo - 5 de abril de 1918 (15 días)
Lugar Norte de Francia
Coordenadas 49°51′00″N 3°17′00″ECoordenadas: 49°51′00″N 3°17′00″E (mapa)
Resultado
Victoria táctica de Alemania.
Las tropas francesas, británicas y estadounidenses repelen el ataque; Fracaso de los planes del Imperio Alemán.
Potencias Centrales:
Imperio alemán
Aliados:
Reino Unido
Francia
Unidos Estados Unidos
Comandantes
Erich Ludendorff por parte de Alemania
Douglas Haig y Ferdinand Foch por parte de UK y Francia, respectivamente
Fuerzas en combate
72 divisiones terrestres alemanas
26 secciones de caballería británicas
23 divisiones francesas
Bajas
239 800 muertos alemanes
177 739 británicos
77 000 franceses
77 estadounidenses



La Operación Michael, también conocida como Ofensiva Ludendorff, fue una operación militar llevada a cabo por el Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial. Consistieron en una serie de ataques por parte de los alemanes a lo largo del Frente Occidental que comenzaron el 21 de marzo de 1918.

El frenético avance alemán permitió la retirada de tropas francesas y británicas atrincheradas, siendo el mayor progreso en territorio francés desde 1914. Los alemanes se habían dado cuenta de que la única oportunidad para obtener la victoria era derrotar a los aliados antes de que los abrumadores recursos humanos y materiales de los Estados Unidos fueran desplegados. El Tratado de Brest-Litovsk también permitió desplegar más de 50 divisiones que anteriormente se encontraban combatiendo en el Frente Oriental.

Había cuatro ofensivas alemanas, con los siguientes nombres en código: Michael, Georgette, Gneisenau y Blücher-Yorck. Michael fue el ataque principal, que tenía la intención de romper las líneas aliadas, flanquear a las fuerzas británicas que controlaban el frente del río Somme y derrotar finalmente al ejército británico. Una vez que esto se hubiera logrado, se esperaría a que los franceses firmarían el armisticio. La ofensiva terminó el 5 de abril en el pueblo de Villers-Bretonneux. El fracaso de la operación marcó el principio del fin de la Primera Guerra Mundial.


Batallas iniciales

Batalla de San Quintín

El 21 de marzo de 1918 a las 4:40, las tropas alemanes comenzaron un intensivo bombardeo contra las trincheras británicas y francesas estacionadas al sur de la villa de San Quintín, en el norte de Francia. Los alemanes emplearon gas mostaza, ácido clorhídrico y gas lacrimógeno para avanzar por el campo de batalla. Datos oficiales indican que se dispararon 3.500.000 proyectiles alemanes en cinco horas.1​

Los soldados alemanes, muchos de los cuales habían venido desde el Frente Oriental tras la retirada rusa de la guerra en el Tratado de Brest-Litovsk, consiguieron capturar Bullecourt y Roye, que estaban en manos de aliados. Tras la toma de ambos pueblos, las tropas avanzaron hacia el sur, donde se agruparon con seis nuevas divisiones provenientes de Rusia.2​

Batalla del Somme

El 21 de agosto, tropas británicas y estadounidenses tuvieron que defender la cuenca del río Somme de los alemanes, que aún trataban de romper la línea defensiva aliada para llegar a París. El terreno, que ya había quedado completamente desolado tras la batalla ocurrida en ese mismo lugar dos años atrás, dificultó la oportunidad de los alemanes de avanzar al centro de Francia. La batalla terminó el 3 de septiembre, tras la retirada alemana.

Batalla del Canal du Nord

La Batalla del Canal du Nord fue parte de la ofensiva aliada general contra las posiciones alemanas en el frente occidental durante la Ofensiva de los Cien Días. La batalla tuvo lugar en la región de Nord-Pas-de-Calais, a lo largo de una incompleta porción del Canal du Nord y en las afueras de Cambrai entre el 27 de septiembre y el 1 de octubre. Para evitar el riesgo de tener grandes reservas alemanas, todas las tropas británicas, francesas y canadienses se congregaron en un diferentes puntos del canal, para de esa forma tomar desprevenido a los enemigos.3​

El Primer Ejército británico se encargó de cubrir el Canal du Nord y asegurar el flanco norte junto al Tercer Ejército británico. El Tercer Ejército británico se le encargó, además, que una vez obtenido el canal, avanzaran hacia la Batalla del Canal de San Quintín, al este de su posición.

Consecuencias

La Operación Michael fue completamente frenada por la Ofensiva de los Cien Días, echando por tierra toda esperanza alemana de hacerse con la victoria. Los refuerzos provenientes de América (Estados Unidos y Canadá) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) ayudaron a las tropas británicas y francesas, estancadas y con la moral muy baja.

A lo largo de la Operación Michael, los alemanes habían capturado 3.100 km2 (1.200 millas cuadradas) de Francia y avanzados hasta 65 km (40 millas), pero no había logrado ninguno de sus objetivos estratégicos. Más de 75.000 soldados británicos habían sido hechos prisioneros y 1.300 piezas de artillería y 200 tanques fueron perdidos.4​ Aun así, sufrieron grandes derrotas que les impidieron llegar hasta París, como el fracaso a la hora de capturar Amiens y Arras. El júbilo inicial alemán en la exitosa apertura de la ofensiva pronto se convirtió en decepción cuando se hizo evidente que el ataque no fue decisivo.5​


martes, 27 de febrero de 2018

GCE: Orwell enfrenta el germen dictatorial comunista

George Orwell en la Guerra Civil Española: heroísmo, traición y paranoia

En el aniversario de su muerte, una de las historias menos conocidas del escritor británico, que combatió al fascismo durante la contienda. Herido de muerte debió huir, pero la sombra de aquellos días lo atormentó hasta el final y, a su vez, fue crucial para la creación de “1984”, su obra maestra
Por Juan Batalla ||  Infobae
jbatalla@infobae.com




George Orwell combatió como voluntario contra las fuerzas franquistas

Hace ya un par de años que una fotografía circula por internet, una instantánea sin fecha -salvo el año, 1937- ni lugar preciso, pero que sí fue tomada durante la Guerra Civil española (1936-1939). En la imagen un soldado con un perrito en brazos mira a la cámara, acompañado por otros tantos, que ríen, hablan. Ese soldado, dice el tweet viralizado, sería George Orwell, mientras que por detrás se ve una figura que resalta en su 1,83 metro, y de esa persona no quedan dudas, es Ernest Hemingway.

Si los escritores llegaron a cruzarse o no durante el conflicto ibérico es y seguirá siendo, mientras no aparezca documentación fidedigna, un misterio, pero lo cierto es que ambos participaron, uno como soldado -haya o no sostenido un perrito para una foto- y otro como periodista.


¿Orwell? sostiene un perro y Hemingway, en el fondo (London Express/Getty Images)

La experiencia de Hemingway es más conocida: Por quién doblan las campanas (1940) terminó de colocarlo como una de las grandes plumas estadounidenses, fama que ya había ganado tras la publicación en 1929 de Adiós a las armas. Sin embargo, el devenir de Orwell es menos conocido como la manera en que la guerra afectó para siempre su vida personal y literaria.


"La guerra de España y otros acontecimientos ocurridos en 1936-1937 cambiaron las cosas, y desde entonces supe dónde me encontraba. Cada línea en serio que he escrito desde 1936 ha sido, directa o indirectamente, contra el totalitarismo y a favor del socialismo democrático como yo lo entiendo", escribió en 1946.


Los 4 libros que Orwell ya había publicado antes de partir hacia la guerra

Era la Navidad de 1936, Orwell, nacido como Eric Arthur Blair, ya había publicado Los días de Birmania (1934) y La hija del clérigo (1935), entre otras, pero todavía no había creado los clásicos que lo convirtieron en un autor eterno. Viajó a París, donde se encontró con su hasta entonces amigo por correspondencia Henry Miller, a quien había defendido tras la salida de Trópico de Cáncer (1934), novela que que le había otorgado cierto estatus de "escritor maldito" gracias a la censura del gobierno estadounidense. Sentados, vino mediante, el británico espetó los ojos difusos del estadounidense y sentenció: "Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo".


En el centro, Henry Miller

En el inicio del capítulo 3 de Dentro y fuera de la ballena (1940), el libro de ensayos donde analiza el clásico de Miller, recuerda: "Conocí a Miller por primera vez a fines de 1936, cuando pasaba por París camino a España. Lo que más me intrigó de él fue descubrir que no sentía ningún interés en la guerra española. Simplemente me dijo con mucha determinación que ir a España en ese momento era un acto de idiota. Podía entender a cualquiera yendo allí por motivos puramente egoístas, por curiosidad, por ejemplo, pero mezclarse en tales cosas por un sentido de la obligación era pura estupidez. En cualquier caso, mis ideas sobre la lucha contra el fascismo, la defensa de la democracia, etc., etc., fueron tonterías. Nuestra civilización estaba destinada a ser barrida y reemplazada por algo tan diferente que apenas podríamos considerarlo humano, una perspectiva que no le molestaba, dijo".

La guerra civil comenzó luego a un golpe militar contra el gobierno democráticamente elegido de la Segunda República y para algunos historiadores fue un "ensayo para la Segunda Guerra Mundial". Durante el enfrentamiento, los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y EE.UU. no tomaron partido, debido a un pacto de no agresión luego de la Gran Guerra, sin embargo eso no detuvo a Adolf Hitler ni Benito Mussolini, también elegidos por los votos, para financiar con armas a los ejércitos del Generalísimo Francisco Franco. Los Republicanos, por su parte, solo recibieron ayuda de la Unión Soviética.

Orwell va la guerra



Orwell , arriba, el segundo desde la derecha

Un día después de Navidad ya estaba en Barcelona. Gracias a una carta de presentación del izquierdista Partido Laborista Independiente (ILP), esa misma tarde ya era un brigadista uniformado del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), listo para combatir a los Nacionales franquistas. En su obra Homenaje a Cataluña (1938), que resume su tiempo en el frente, sostiene: "Ingresé en la milicia casi de inmediato, porque en esa época y en esa atmósfera parecía ser la única actitud concebible".

En este libro, Orwell se presenta casi como un testigo presencial, con una estructura bien clara: en la primera parte relata las experiencias de un miliciano en "un sector tranquilo de frente tranquilo" en Aragón, en el que recorre las emociones y las circunstancias, el temor y la miseria, las letrinas y las ratas, el frío y la desolación. Mientras que en la segunda, realiza una descripción de sus días y noches en el techo del teatro Poliorama, durante las Jornadas de Mayo de 1937.


Dos obras sobre su experiencia española y una que recopila diferentes ensayos sobre el tema

"Una experiencia esencial en la guerra es la imposibilidad de librarse en ningún momento de los malos olores de origen humano. Hablar de las letrinas es un lugar común de la literatura bélica, y yo no las mencionaría si no fuera porque las de nuestro cuartel contribuyeron a desinflar el globo de mis fantasías sobre la Guerra Civil".

Allí se traslado con su primera esposa, Eileen O'Shaughnessy, quien ejercía de secretaria en la sede española del ILP, el partido marxista no comunista, que apoyó a la República a través de las milicias del POUM.


Orwell, su primera esposa y Harry Milton, un voluntario estadounidense que le salvó la vida

Su relación con la política no era nueva, ni correspondía a delirios de juventud. Con 33 años, era una suerte de anarquista díscolo, que había estudiado en un colegio elitista Eton College. Orwell no estaba feliz con su designación al Poum, su ideal era unirse a las Brigadas Internacionales, lo que revela una mayor simpatía con los socialistas, los republicanos liberales y los comunistas. Sin embargo, Harry Pollitt, secretario general del Partido Comunista Británico, lo había rechazado. A pesar de su relativa fama literaria, los milicianos británicos también mostraron rechazo a su "acento de cristal tallado en Eton".

En Mi Guerra Civil Española (1942) sostiene: "Es curioso, pero lo que recuerdo más vivamente de la guerra es la semana de supuesta instrucción que recibimos antes de que se nos enviara al frente".


Orwell, al fondo, durante su entrenamiento con el POUM

A pesar de sus ideales, Orwell adolecía de conocimiento profundo sobre la contienda. No existe registro en su obra de que antes de viajar a España se haya interiorizado sobre la guerra más allá de los periódicos. En el tiempo, lamentaría: "Mi partidismo, mis errores de hecho y la distorsión inevitablemente causada por haber visto solo un rincón de los acontecimientos".

El coraje -o inconciencia- de Orwell en la contienda, esa obstinación por "matar fascistas" lo llevó a tomar algunas decisiones arriesgadas, sino directamente idiotas, como le dijo Henry Miller. Uno de los relatos más conocidos, que podría haber sido un sketch de los Monty Phyton, relata que una noche en un campamento vio una rata cerca de su litera y en un ataque de pavor y fobia comenzó a disparar sin medir las consecuencias, que no fueron otras que el cese del alto al fuego que reinaba bajo el cielo español.

Barcelona roja

115 días transcurrieron hasta que recibió un permiso para viajar a Barcelona, donde lo esperaba su mujer. Allí tampoco tuvo un reparo del derramamiento de sangre. Su destino lo llevó al epicentro de las Jornadas de Mayo de 1937, una guerra civil dentro de la Guerra Civil. Los enfrentamientos duraron cinco días y dejaron más de mil muertos, si se cuenta a los ejecutados. Orwell, como narra en Homenaje a Cataluña, se dispuso en el tejado del teatro Poliorama para defender la sede de su partido en la Rambla.


El teatro Poliorama en 1937 y su fachada. Allí prestó resistencia Orwell

Luego de Cataluña todo cambiaría para Orwell. La alianza entre la CNT-FAI y el POUM desapareció. Mientras los primeros mantuvieron se estructura, gracias al poder que aún poseían gracias al apoyo popular, el PUOM fue declarado ilegal el 16 de junio y sus principales dirigentes detenidos, entre ellos Julián Gorkin -quien descubrió años luego la verdadera identidad del asesino de León Trotsky, Ramón Mercader- y Andrés Nin -luego ejecutado-. Era el fin del POUM en la guerra.

Con respecto a la interna entre anarquistas y comunistas, en una carta de octubre del 38 a un pariente, explica: "No sabes lo mucho que desprecio a los imbéciles que creen que primero pueden empujar a la nación a una guerra por la democracia y luego, cuando la gente se harta, cambiar y decir: 'Ahora hagamos la revolución'".


La sede catalana del POUM

En Mi Guerra Civil Española, el autor de 1984, reconoce que la derrota era inevitable: "La tesis trotskista de que la guerra podría haber sido ganada si la revolución no hubiera sido saboteada era probablemente falsa. Nacionalizar fábricas, demoler iglesias y emitir manifiestos revolucionarios no habría hecho que los ejércitos fueran más eficientes. Los fascistas ganaron porque eran los más fuertes; tenían armas modernas y los otros no".

Su despedida se produjo en Huesca, con una herida en la garganta que podría haber sido fatal. El voluntario estadounidense Harry Milton describió a la prensa, muchos años después, que la actitud temeraria de Orwell, sumado a su 1,88 metro, lo llevaron a ese final: "Escuché el sonido nítido de un disparo a alta velocidad y Orwell inmediatamente cayó de espaldas". Milton detuvo el sangrado y le dio primeros auxilios, hasta que pudieron retirar al escritor a un hospital.


La Rambla de Barcelona en las Jornadas de Mayo de 1937

El traidor

La publicación en marzo del '37 de El camino a Wigan Pier no le concedió mayor popularidad entre sus camaradas del frente, al contrario. La obra está dividida en dos. Al principio analiza la vida de los obreros del carbón -desde su economía a su pensamiento-, luego expresa sus ideas socialistas, pero con una crítica a los partidarios de entonces, a quienes acusa de ser los culpables de que la sociedad no quiera acercarse a ese sistema. Esta postura le generó más enemigos dentro del estalisnismo -como si los necesitará- y tras la tortura y el asesinato de Nin estaba convencido de que era el próximo.

A Orwell, el tiempo le daría la razón. Documentos desclasificados del Kremlin revelaron que la "purga trotskista" había comenzado por orden de Stalin durante la guerra civil española. El y su esposa estaban en la nómina. Décadas más tarde, realizó un exilio autoimpuesto con destino a la isla escocesa de Jura. En la tranquilidad de la hoy célebre granja Barnhill, donde escribió 1984, temía sufrir el mismo destino que otro exiliado, Trotsky.



Aquí comienza una nueva etapa, la de la paranoia que lo acompañaría toda su vida. En mayo de ese año, la NKVD, la organización soviética que manejaba desde el transporte a la seguridad del Estado, requisó una gran cantidad de cuadernos personales a su esposa, que se hospedaba en el Hotel Continental de Barcelona. En junio, decide finalmente escapar de España. Sin embargo, para él la guerra no había terminado.

París, Hemingway y una pistola

La Segunda Mundial Guerra había finalizado y los fantasmas de la contienda española aún lo perseguían. En marzo de 1945 se muda a París, para trabajar como corresponsal. Sus días marcados por la sospecha de que los comunistas lo estaban espiando para aniquilarlo, tal como sucedía con otros, apenas lo dejaban dormir.

Necesitaba protección, un arma, pero como era un civil no tenía forma de acceder a ella sin alertar a sus perseguidores. Recurrió a alguien que de armas entendía -y tenía- como Ernest Hemingway. Carlos Baker, autor de la primera biografía del Premio Nobel de 1954 Ernest Hemingway: A Life Story (1969), asegura que el encuentro se produjo en una habitación del Ritz.


Hemingway, como corresponsal en la Guerra civil española

En una carta que Hemingway envió al crítico Harvey Breit en abril de 1952 -más de dos años después de la muerte de Orwell-, confirma el encuentro. La historia aparece en las memorias de Hemingway, True at First Light (1999), publicadas de manera póstuma durante el centenario de su nacimiento, como también en la autobiografía, Dante Called You Beatrice (1960), del poeta y amigo de Orwell, Paul Potts. Sin embargo, Orwell jamás hizo mención a aquella reunión en sus cartas ni cuadernos.

Orwell, dice Hemingway, tenía una actitud paranoica, todo le producía desconfianza y eso le pareció un poco triste.  Entonces, ante el pedido de un arma, se la entregó. De un cajón sacó una Colt .32. Orwell partió "como un fantasma pálido". Lo que nunca le dijo es que estaba rota.

lunes, 26 de febrero de 2018

Guerra del Paraguay: Zeballos y la guerra

La Guerra del Paraguay según un «científico» decimonónico

Por Cristino Bogado  ||  ABC Color


El jurista, político y periodista argentino Estanislao Zeballos anunció durante décadas su intención de escribir una historia de la Guerra de la Triple Alianza, y logró reunir una cuantiosa documentación sobre el tema. Sin embargo, al morir, el 4 de octubre de 1923, a los sesenta y nueve años de edad, en Liverpool, Inglaterra, no había realizado su proyectada obra. Los materiales que reunió para escribirla forman un complejo documental de singular valor que ha sido publicado en forma de libro en una hermosa edición del sello Tiempo de Historia. Con el título de La Guerra del Paraguay en primera persona, este volumen acaba de ser presentado, el pasado jueves 10, en el Centro Cultural de la República «El Cabildo». Aquí, una reseña cuya aguda mirada crítica no dejará indiferentes a los lectores y que hace esperar más publicaciones, por igual interesantes y polémicas, de este sello.



Reproducción facsimilar de un manuscrito –perteneciente al Fondo Zeballos– de puño y letra del general Bernardino Caballero fechado en Asunción el 28 de abril de 1888. / ABC Color



«Como en Paraguay todos los nativos piensan en guaraní»
Zeballos (1888)

Apuntes, informes, declaraciones escritas y testimonios orales transcriptos por Estanislao Severo Zeballos (1854-1923) a partir de entrevistas que hizo a uruguayos, argentinos, franceses, ingleses y, sobre todo, paraguayos, testigos o participantes del conflicto, en sus dos visitas al teatro de operaciones de la «Guerra Guasu» (territorios actuales de Corrientes, Paraguay y otros sitios‚ como Uruguay), en 1887 y 1888, forman el Fondo Estanislao Zeballos del Archivo Juan Bautista Gill Aguinaga, hoy editado como libro por la historiadora argentina Liliana Brezzo.

Con estos documentos, Estanislao Zeballos pensaba escribir la historia general de la Guerra de la Triple Alianza, cuyo título tentativo fue Historia de la Guerra del Paraguay, luego variado a Política Internacional del río de la Plata y Guerra del Paraguay.

El Fondo Estanislao Zeballos –subastado con otros documentos‚ monedas y muebles por sus parientes en 1929– fue adquirido por Juan Bautista Gill Aguinaga‚ hijo del expresidente Gill, asesinado en 1877.

Juan Bautista Gill Aguinaga muere en 1982 y deja claras disposiciones para que el Archivo Zeballos sea donado al Estado paraguayo; así, hoy se encuentra en el Archivo del Instituto y Museo de Historia Militar (en la actual sede del Ministerio de Defensa).

Un equipo de cinco personas –entre ellas, Martín Romano‚ Guido Rodríguez Alcalá y la propia editora, Liliano Brezzo– transcribió los documentos reunidos en La Guerra del Paraguay en primera persona (Asunción, Tiempo de Historia, 2015). En los anexos hay algunos documentos que ya no están en el Fondo Zeballos por haberse perdido, pero de los que se conservan fotocopias; las ilustraciones incluyen croquis‚ copias facsimilares de textos‚ manuscritos‚ etc. Fuera de esto, cabe resaltar un detalle: no encontré ni un solo testimonio brasileño en el libro.

PERFIL DE ZEBALLOS

La investigadora Brezzo nos pinta un cuadro casi hollywoodense del personaje Zeballos‚ suerte de dechado de virtudes en las antípodas, para decirlo con algo de colorido, del tradicional estereotipo del «kaygüecho sudaka»:

«En los años de máxima actividad, Zeballos concurría a la mañana a dar clases en la universidad‚ luego pasaba al mediodía a despachar en el Ministerio de Relaciones Exteriores y al anochecer iba al diario a redactar las editoriales de La Prensa».

Un hombre-orquesta, pues, acelerado y ambicioso, de cuya atareadísima jornada estándar Brezzo, por algún motivo, olvida contarnos que no acababa allí, que podría añadírsele algún coctel de midnight en La Rural, de la cual era miembro, y aun, acaso, a altas horas de la madrugada, alguna exhumación de cráneos de indios‚ faena muy atractiva para un científico (Zeballos fue el fundador de la Sociedad Científica Argentina) decimonónico argento típico de aquel entonces. Interesante unión esta, entre cráneos de indios y ciencia, en esa Argentina positivista del XIX tan bien representada‚ con todas sus paradojas‚ en La ocasión, de Saer, por cierto, para quien desee acercarse más al clima de la época.

De la macabra colección, donada, a la muerte de Zeballos, al museo de la Universidad de La Plata, encontré una mención en internet (debo la pista al testimonio, vía chat de Facebook, del periodista porteño Juan Terranova‚ que, alumno de la escuela Estanislao Severo Zeballos, había oído de ella –que incluía el cráneo de Mariano Rosas‚ ahijado indio del tirano–):

«Unas trescientas calaveras llegaron de la mano de Estanislao Severo Zeballos […] “Fue el ideólogo, el apoyo intelectual, quien justificó la campaña del desierto”, precisa Jure, actual coordinador de la Unidad de Medios Audiovisuales del Museo» (http://www.varelaenred.com.ar/trofeos-guerra.htm).

El perfil de Zeballos, de hecho, toma volumen y un giro malandro no bien el lector se pone a indagar por su cuenta. Les dejo aquí tres citas; las dos primeras pertenecen al décimo tercer capítulo, «Estanislao Severo Zeballos: El intelectual más orgánico de la conquista», del clásico estudio Indios‚ ejército y frontera (Buenos Aires, Siglo XXI, 1982, 326 pp.), de David Viñas, que lo define como «El más orgánico y despiadado de los intelectuales de la república positivista»; y como un «Escritor egocéntrico y desdeñoso del resto de América Latina entendida como matriz del “mestizaje oscuro”»; y la tercera, del libro publicado por el propio Zeballos (apud Viñas, op. cit.) bajo el padrinazgo del general Roca, De La conquista de 15.000 leguas, de 1878:

«Quitar á los pampas el caballo y la lanza y obligarlos á cultivar la tierra, con el remington al pecho, diariamente: hé ahí el único medio de resolver con éxito el problema social que entraña la sumisión de estos bandidos».

EL ESTUDIO PRELIMINAR

Liliana Brezzo –investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y licenciada en Historia por la Universidad Católica de Argentina, con estudios de especialización en Navarra (España), una tesis doctoral sobre «Las relaciones entre la confederación y el Paraguay, 1852-1862» y libros como Las relaciones entre la confederación y el Paraguay a comienzos del siglo XX (1900-1930) (El Lector, 2010), el último que ha editado en Paraguay– dice en su estudio preliminar que «el corpus documental» transcripto para esta primera edición paraguaya tiene un estatus ambiguo: las «narrativas» que lo integran «no son un documento histórico original pero tampoco un texto literario». Pienso de inmediato en un archivero full time como Foucault, que, pese a serlo, proclama con desconcertante paradoja: «Me doy cuenta de que no he escrito más que ficciones». Podríamos sentirnos tentados también a ver, en esta obra incompleta y, hasta esta primera edición, inédita‚ una de esas ficciones «fabricadas» (como nos lo señalara la Microfísica del poder en 1978) para inducir verdades en la historia o en la política.

Aparte de esta, otra acotación que me permitiré hacer es que, en los testimonios orales obtenidos por Zeballos en entrevistas personales‚ se echa en falta que no se nos aclare con precisión (salvo en los casos de Pedro Duarte‚ monolingüe guaraní‚ y del doctor Stewart‚ que en sus diarios usaba una técnica taquigráfica privada y mezclaba español‚ inglés y‚ creo‚ guaraní) el lenguaje en que se realizaron estas entrevistas‚ ni cómo era, incluso, el español decimonónico de los paraguayos –si puro y castizo‚ si enjoparaizado de guaranises– o si los sucesos se narraban directamente en guaraní-paraguayo, y‚ en tal caso‚ si Zeballos confiaba en su trujimán contratado‚ y quién era, y qué características tenía, tal interprete‚ etc.

CURIOSIDADES

Entresaqué algunas citas que –además del discurso de apología que Godoy dedica a López después de que el correntino Aveiro comparara al Mariscal con los astros celestiales– me llamaron la atención: que el Partido Colorado se «llamaba» militar en 1888 porque estaba integrado por los sobrevivientes militares de López (Escobar‚ Duarte‚ Delgado‚ el coronel Meza‚ el capitán Ortiz); que «Venancio López vivía con dos quiguaberá en Paso de Patria‚ Irala en Campo Grande con siete hermanas» (Zeballos, sin mencionar fuentes); que «La oficialidad estaba obligada a aprender de memoria las ordenanzas del ejército español bajo penas severísimas. Godoy los recita hasta ahora como un niño, el bendito»; que «López le exigía prodigios al soldado paraguayo. No dormir ni comer ni descansar»; que «Madame Lynch recibía los periódicos europeos por medio de la legación inglesa durante la guerra»; que «Cándido López solo pudo pintar 52 cuadros (con la mano izquierda) de los 90 croquis que había hecho con la mano derecha –paisajes, batallas, campamentos–, que llenaban dos cuadernos». Sobre los muebles adquiridos por el Mariscal para el Palacio de los López: «Es gusto de cocotte», dijo Mitre. Zeballos acota al margen: «De quiguaberá, pudo haber dicho mejor». Otros testimonios interesantes de diverso origen: la «Lista de “avituallas” del Mariscal en Amambay: frutas del monte‚ naranja agria‚ yacaaratiá‚ pacurí‚ piñas de ybyrá‚ yatay‚ etc». (Dr. Stewart). «El general (Mitre) será poeta, pero no tiene disposición para la guerra» (Pedro Duarte –en guaraní). «El edecán Cabriza salvó al Mariscal de ahogarse en Corrientes en 1845» (Ángel Peña). «El general Díaz‚ el triunfador de Curupayty‚ era un general sin cama: dormía en su hamaca de guasca, como cuando era soldado» (Pedro V. Gill).

«El brasilero es cobarde, y el paraguayo,

Atrevido.

Esa raza se ha conocido por hombres

Afeminados

En verdadero sentido»

(Canción popular durante la Guerra del Paraguay, transmitida por Juan Bautista Ambrosetti‚ suegro de Eduardo Holmberg).

CONCLUSIONES DE UN LECTOR PROFANO

La Donación: El hijo del presidente Gill hace donación al Estado paraguayo del Fondo Zeballos, formado por quien, a su vez, había donado –según fuentes oficiosas– cráneos indígenas al Museo de la Universidad de La Plata.

La Ficción como Verdad: Aunque no hay punto de comparación entre un trabajo teórico y otro‚ digamos‚ con pretensiones sociológico-estadístico-etnográficas casi, como es el caso de unas entrevistas a personalidades implicadas en la Guerra del 70, uno termina pensando en frases como la del gurú del aceleracionismo «neoliberal» Nick Land: «Obviamente, Marx es un escritor de sci-fi».

El Mariscal: La obsesión de la historiografía sobre la «Guerra Guasu» por centrar todo en la figura demoníaca del Mariscal me lleva a plantear que, si el Héroe –para los griegos– es el que desafía al destino, y por eso debe ser, y será, castigado, como lo fue Prometeo‚ la pregunta que se puede dejar flotando es entonces, si, desde este punto de vista trágico‚ el Mariscal –el «monstruo» de Stewart‚ el «Nerón de América» de Maíz‚ el «siniestro» de Taunay– no es el héroe par excellence de Paraguay‚ es más‚ el único de su historia, pues, suponiendo que haya querido sacar a Paraguay de su destino –el de un país condenado a la existencia vegetativa y resignada en la cual lo había sumido el aislamiento férreo de Francia–‚ ¿acaso no fue castigado por ese gesto soberbio y pletórico de hybris?

Liliana M. Brezzo (editora).
La Guerra del Paraguay en primera persona. Testimonios inéditos.
Fondo Estanislao Zeballos.
Asunción, Tiempo de Historia, 2015.
346 pp.

domingo, 25 de febrero de 2018

SGM: Norteamericanos en la defensa aérea de Malta



Batalla por la fortaleza Malta


Por Anthony Rogers  ||  Aviation History Magazine

Los pilotos de combate de la Royal Air Force, incluido un grupo de voluntarios estadounidenses, pagaron un alto precio durante su valiente defensa del estratégico archipiélago.

El 21 de marzo de 1942, el oficial piloto Howard Coffin, un estadounidense de Los Ángeles y voluntario de la Royal Air Force, se sentó para registrar los eventos del día en su diario. Había estado volando Hawker Hurricanes en defensa de Malta durante seis meses.

"Nuestro hotel fue bombardeado", escribió. "P / O Streets, el tercero de los cuatro estadounidenses en llegar, P / O Hallett, F / L Baker, F / L Waterfield, P / O Guerin, P / O Booth, perdieron la vida. Este día nunca será olvidado ... Cuatro barcos hundidos en el puerto. Los hospitales fueron bombardeados, las iglesias y las ciudades se limpiaron. Qué matanza de vidas humanas. A menos que la ayuda llegue pronto, Dios nos salve. Sin comida, cigarrillos, combustible. Están haciendo una gran cantidad de evacuaciones de las esposas inglesas ".

Malta, a solo 17 ½ millas por 8¼, es la más grande de varias islas que forman un archipiélago en el medio del mar Mediterráneo, al sur de Sicilia y casi equidistante de Gibraltar en los accesos occidentales y de Alejandría, Egipto, en el este. Un puesto avanzado del imperio británico desde principios del siglo XIX, Malta fue especialmente importante durante la Segunda Guerra Mundial, proporcionando unidades navales y de aviación británicas con una base desde la cual atacar las rutas de suministro del Eje entre Italia y el Norte de África.

El 11 de junio de 1940, el día después de que Italia declarara la guerra a Gran Bretaña y Francia, la Regia Aeronautica (Real Fuerza Aérea Italiana) comenzó operaciones contra Malta. Poco antes de las 07.00 horas, cazas Macchi C.200 escoltaron a un grupo de bombarderos Savoia-Marchetti SM.79 a través de las 60 millas de mar que separan el archipiélago de Sicilia. Los cañones antiaéreos británicos se enfrentaron a los italianos, mientras que la sección de cazas (Fighter Flight) de Malta hizo despegar a los Gloster Sea Gladiators. Fue la primera de innumerables acciones que continuaría durante dos años y medio, ya que los italianos, más tarde con la ayuda de sus aliados alemanes, intentaron neutralizar y apoderarse de la isla.



Inicialmente, los biplanos obsoletos del Fighter Flight eran la única defensa aérea de Malta. Pronto serían inmortalizados como Fe, Esperanza y Caridad (aunque había al menos cuatro aviones en fortaleza). Los Gladiators se unieron el 21 de junio por dos Hurricanes, que fueron retenidos después de aterrizar en Malta mientras se dirigían al Medio Oriente. Al día siguiente, llegaron otros ocho Hurricanes en tránsito, tres de los cuales fueron reasignados a Fighter Flight. Pero pasaron casi dos meses antes de que se hiciera un esfuerzo para enviar refuerzos adicionales. El 2 de agosto, una docena de Hurricanes Mk I. Es despegado desde el portaaviones HMS Argus y voló 380 millas a través del Mediterráneo hasta Malta. Un Hurrican se estrelló en el aeródromo de Luqa y fue dado de baja, pero el resto se unió a los cazas sobrevivientes para formar el Escuadrón No. 261.

La vacilante ofensiva de Benito Mussolini contra Malta y la flota mediterránea británica, junto con la campaña del norte de África y la invasión de Italia por parte de Italia, finalmente llevaron a Adolf Hitler a ayudar a su aliado. Hacia el final de 1940, elementos de X Fliegerkorps (Cuerpo Aéreo) de la Luftwaffe comenzaron a llegar a Sicilia desde Noruega. A mediados de enero de 1941, la Luftwaffe había reunido en Sicilia una formidable variedad de aviones que incluía Junkers Ju-87s y -88s, Heinkel He-111s y Messerschmitt Me-110s.

La llegada al Gran Puerto de Malta del transportista dañado Ilustre en enero fue seguida por días de intensa acción mientras la Luftwaffe intentaba, pero no pudo, hundir el barco en sus amarras. El episodio todavía se recuerda como el "Illustrious Blitz". Para los pilotos de caza de Malta, lo peor estaba por llegar cuando, a principios de febrero, Messerschmitt Me-109Es del 7º Staffel (Escuadrón) de Jagdgeschwader (Luchador) 26 fueron transferidos de Alemania a Gela, en Sicilia. El destacado comandante del escuadrón fue el Oberleutnant Joachim Müncheberg, un receptor de Knight's Cross con 23 victorias. El Me-109E, más rápido y armado con cañones, era más que un rival para los Hurricanes de Malta, y las tácticas alemanas eran posiblemente más efectivas que las de la Royal Air Force. Durante los próximos cuatro meses, 7 / JG.26 reclamaría al menos 42 victorias aéreas (incluidas dos durante la breve participación de la unidad en la invasión de Yugoslavia). Veinte se acreditaron a Müncheberg. Increíblemente, ni un solo Messerschmitt se perdió en Malta.

El líder del escuadrón Charles Whittingham probablemente expresó el sentimiento general entre los pilotos de la RAF cuando escribió en su diario el 14 de mayo: "Otro piloto atacó. El puesto se está poniendo muy serio. La moral del escuadrón es naturalmente muy mala. Las personas están siendo atacadas sin resultados por 109-un A / C muy superior en grandes cantidades y capaces de posicionarse detrás del sol. Los maltés mismos se están quejando de que es un asesinato enviarlos. Pero HQ no cederá ".

Los pilotos de combate de Malta tuvieron un respiro cuando, a mediados de 1941, el equilibrio en el poder aéreo se desplazó entre los lados opuestos en el Mediterráneo central. Para Hitler, la prioridad en junio sería la invasión de Rusia. En consecuencia, la Luftwaffe redesplegó la mayoría de sus aviones en Sicilia. La guerra en el Desierto Occidental también tuvo que ser considerada, y entonces 7 / JG.26 fue enviada al sur a Libia. Durante unos meses, la RAF volvería a tener que lidiar con los italianos.

Mientras tanto, una nueva unidad de Malta, 185 Escuadrón, se levantó, y 249 Escuadrón, en ruta de Gran Bretaña a Medio Oriente, también llegó. Sus pilotos fueron informados de que permanecerían en Malta para que el 261 Escuadrón pudiera ser relevado. En junio, la isla se reforzó con pilotos de combate del 46 Escuadrón, después de lo cual la unidad fue redesignada como 126 Escuadrón. El 12 de noviembre, 34 Hurricanes piloteados por pilotos de 242 y 605 escuadrones llegaron desde los portaviones Argus y Ark Royal. (Al día siguiente, Ark Royal fue hundido por el submarino alemán U-81).



Con el inicio del invierno, los alemanes reaparecieron, ya que los aviones fueron trasladados desde Rusia y el norte de Europa, al sur de Sicilia. Pronto, II Fliegerkorps asumió el control de la Regia Aeronautica durante operaciones de la luz del día sobre Malta. Las incursiones alemanas, que comenzaron en una escala relativamente pequeña, aumentaron en intensidad hacia fines de diciembre, con salidas de bombarderos a la luz del día fuertemente escoltadas por los últimos Me-109F.

En esta etapa de la batalla, la fuerza aérea de Malta se estaba volviendo cada vez más cosmopolita. Inicialmente, los pilotos de combate eran casi todos oficiales británicos y altos oficiales suboficiales que prestan servicios en la RAF o la Reserva Voluntaria de la Fuerza Aérea Real. Con el tiempo, los pilotos llegaron de los Dominios (en particular, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica), Rhodesia y los Estados Unidos.

El primer bombardero de la Luftwaffe que cayó en tierra maltesa en 1942 fue contratado por pilotos de varios países. El 3 de enero, dos Ju-88 partieron de Sicilia y se dirigieron al sur hacia Malta. Para el Oberleutnant Viktor Schnez y su tripulación, recién llegados del Frente Oriental, era su tercera misión en el Mediterráneo. También sería su último. Después de que Schnez había llevado a cabo su tarea, los Hurricanes y las armas antiaéreas señalaron a sus Junkers. El sargento canadiense Garth Horricks del escuadrón 185 señaló en su diario de pesca: "ataqué a Ju. 88 desde el cuarto de popa y prendió fuego a su motor de babor. Se estrelló cerca de Takali. El artillero trasero puso 10 balas en mi avión. Me golpearon en el brazo izquierdo ".

Otro piloto de Hurricanes, el piloto estadounidense Edward Streets of 126 Squadron, informó: "En patrulla como Red One - a unos 18,000 pies. Vio un Ju 88 sobre Luqa - También 3 o 4 109's. Ataque uno (88) inmediatamente después de que ataque Ataque Amarillo 2 - Seguí al enemigo hasta que todos los tipos dispararon disparando todo el tiempo de ¼ a popa hasta que se hincó y se quemó - Lo siguió hasta 0 pies. 250 rondas de municiones disparadas: devuelve el fuego del artillero posterior hasta que salga disparado ".

El bombardero alemán se estrelló cerca de la ciudad de Żebbuġ. El fuego antiaéreo también derribó un Me-109, matando a Unteroffizier Werner Mirschinka de 4 / JG.53. Entre los pilotos de combate de Malta, 126 el oficial piloto del escuadrón Howard Coffin resultó levemente herido cuando aterrizó de forma forzada luego de ser disparado por un par de Messerschmitts.

Coffin fue uno de los primeros estadounidenses en llegar a Malta en septiembre de 1941, junto con los oficiales pilotos Edward Steele (desaparecido el 19 de diciembre de 1941), Donald Tedford (desaparecido el 24 de febrero de 1942) y Streets. "Junior" Streets se encontraba entre los seis hombres perdidos cuando su hotel en Mdina fue bombardeado el 21 de marzo de 1942. De los cuatro, solo Coffin sobrevivió a su tiempo en Malta.

Solo tres muertos estadounidenses fueron enterrados en cementerios malteses. Cuatro veces más no tienen una tumba conocida. Entre estos últimos, el oficial piloto James Tew fue asesinado a primera hora de la tarde del 3 de marzo de 1942, después de que los Hurricanes de 242 y 605 escuadrones se apresuraron para interceptar tres Ju-88 y varios Me-109. En esa ocasión, tres luchadores británicos se perdieron. El Hurrican de Tew se estrelló en la bahía de Marsaskala, y se encontró muy poco del piloto. El sargento de vuelo canadiense David Howe se rescató de la tierra y se lesionó el tobillo, mientras que otro canadiense, el sargento Ray Harvey, salió al mar gravemente quemado y herido de muerte. Estaba muerto cuando llegó el Rescate del Mar del Aire. Se rumoreaba en ese momento que había sido disparado después de tomar su paracaídas.

En 1942 las probabilidades se elevaron a favor de los defensores de Malta cuando, el 7 de marzo, 15 Spitfire Mark Vbs voló desde el portaaviones HMS Eagle y se unió al 249 Squadron. Aquí, por fin, había un luchador británico con la velocidad y el poder de fuego para igualar el Me-109. Antes de fin de mes, Malta se reforzó con 16 Spitfires más. Mientras tanto, las unidades de combate se sometieron a una reorganización. Los escuadrones numéricos 242 y 605 fueron absorbidos por 126 y 185 escuadrones y, el 27, los Hurricanes IIcs del escuadrón 229 fue trasladado del norte de África a Malta.

La contribución hecha por los malteses fue formalmente reconocida el 15 de abril de 1942 por el Rey Jorge VI: "Para honrar a su valiente gente condeco la Cruz de George a la Fortaleza Insular de Malta para dar testimonio de un heroísmo y devoción que será famoso durante mucho tiempo en la historia ". Fue el más alto honor que un soberano británico podría otorgar a una comunidad.



La dura prueba de Malta, sin embargo, estaba lejos de haber terminado. Cinco días más tarde, 47 Spitfires que comprendían 601 y 603 escuadrones volaron del portaaviones de la Armada de EE. UU. Wasp. Todos menos uno, un piloto estadounidense que se desvió a África del Norte, llegó a Malta. Hubo tres incursiones importantes contra la nación isleña al día siguiente. El tercer ataque terminó con reclamos de al menos cuatro aviones enemigos destruidos y varios probablemente destruidos y dañados. Pero los pilotos de combate de Malta salieron peor. De los cinco Spitfire de 126 escuadrones que salieron al aire, tres no pudieron regresar. Uno se estrelló después de que el piloto voló demasiado bajo a causa de la explosión de una bomba y salió disparado. Dos cayeron a Me-109 de JG.53. El sargento de vuelo George Ryckman, un canadiense, fue reportado como desaparecido, mientras que el oficial piloto estadounidense Hiram Putnam resultó gravemente herido por disparos de cañón. Su Spitfire voló en un mástil de radio de acero antes de estrellarse cerca. "Tex" Putnam murió de sus heridas al día siguiente.

A finales de mes, dado que se daba prioridad a otros frentes, se estaban realizando preparativos para redesplegar las unidades de la Luftwaffe, reduciendo así el número de bombarderos y cazas alemanes en Sicilia. Continuarían los ataques contra Malta, complementados con aviones italianos adicionales.

De acuerdo con los registros de la Luftwaffe, las operaciones en Malta entre el 20 de marzo y el 28 de abril de 1942 involucraron 5.807 incursiones de bombarderos, 5.667 efectivos de combate y 345 aviones de reconocimiento, un total de 11.819 incursiones. En este período de 5½ semanas, se informa que el peso de las bombas caídas superó las 7.228 toneladas.

Las recientes entregas de Spitfire significaron que Malta podría continuar la lucha sin Hurricanes. Hacia fines de mayo, por lo tanto, el Escuadrón 229 partió hacia el Medio Oriente. El 9 de junio, Eagle entregó otros 32 Spitfires, casi todos los cuales aterrizaron sin contratiempos. Uno de los pilotos recién llegados fue el Sargento George Beurling, un canadiense que fue asignado al Escuadrón 249. Beurling se convertiría en el mejor as de Malta y el piloto de caza más exitoso de Canadá. Era "un maestro positivo del combate aéreo y poseía habilidades fenomenales en la artillería de deflexión", según el oficial piloto estadounidense Leo Nomis, quien también recordó que de todos los pilotos de combate en Malta, "la única persona que conocí y que me gustó fue Beurling ".

A fines de junio, el Escuadrón 601 partió de Malta para unirse al RAF en apuros en el norte de África. Julio comenzó con una ofensiva renovada del Eje contra Malta que continuaría durante las próximas dos semanas.

Durante una incursión matutina el 3 de julio, varios cazas enemigos cruzaron la costa a gran altura. Doce Spitfires of 126 Squadron estaban en el aire. Aunque ninguna de las partes presentó ninguna reclamación, se perdieron dos Spitfires debido a problemas mecánicos. Un avión descendió de la costa: Pilot Officer F.D. Thomas rescató y fue recogido poco después. El otro Spitfire se zambulló de cabeza en un campo cerca de la ciudad de Siġġiewi, estrellándose con tal fuerza que ambos cañones Hispano de 20 mm quedaron firmemente alojados en el lecho rocoso. (Los esfuerzos para eliminarlos no tuvieron éxito, y un cañón, menos piezas de trabajo, y el cañón del otro quedaron in situ, un monumento no intencional pero impresionante a la batalla aérea de Malta.) El Oficial Piloto Richard McHan, originario de Idaho, rescató y aterrizó cerca de su Spitfire accidentado. Lo llevaron a un puesto de ayuda médica del ejército y lo trataron por sus lesiones, incluido un tobillo y una conmoción cerebral.

Ese verano, las entregas de Spitfire continuaron, lo que permitió que el 1435 Flight, antes ineficaz como una unidad de Hurricanes, fuera reequipado y retitulado como Escuadrón 1435. Pero para poder sobrevivir, Malta necesitaba un reabastecimiento constante de combustible y municiones de aviación, cazas de reemplazo y otras provisiones esenciales. El 3 de agosto, la Operación Pedestal salió de Escocia en la primera etapa de su viaje al Mediterráneo. Pedestal daría como resultado la entrega de aproximadamente 32,000 toneladas de suministros, así como 37 Spitfires, que se enviaron en avión fuera del HMS Furious. De los 14 buques mercantes, nueve se perdieron, junto con Eagle, dos cruceros y un destructor. De los cinco buques mercantes supervivientes, el petrolero de Texaco, Ohio, llegó a ser el epítome de los convoyes de Malta. Después de ser desactivado por torpedos y bombardeos, en los que un bombardero se estrelló contra su cubierta, el maltratado barco fue conducido a Grand Harbor amarrado entre dos destructores y con otro asegurado a popa como un timón de emergencia. La fecha era el 15 de agosto, la Fiesta de la Asunción, conocida localmente como la Fiesta de Santa María. Desde entonces, los malteses se han referido a la Operación Pedestal como Il-Konvoj ta 'Santa Marija.

Solo unos pocos pilotos de combate estadounidenses habían sido enviados a Malta en 1941. Se sabe que 42 sirvieron allí en unidades de Spitfire en 1942. Incluyeron al sargento Claude Weaver de Oklahoma, que fue derribado durante una incursión ofensiva sobre Sicilia el 9 de septiembre. , 1942. Eligió aterrizar a la fuerza en la costa enemiga en lugar de arriesgarse a rescatar el Mediterráneo. Weaver fue hecho prisionero, pero escapó un año después y regresó a Malta antes de ser trasladado a Gran Bretaña poco después. El 28 de enero de 1943, mientras servía en el Escuadrón 403, nuevamente fue derribado y esta vez resultó fatalmente herido. El Oficial Piloto Weaver, DFC, DFM y Bar, está enterrado en el Cementerio Comunal Meharicourt en Francia.



Cuando el verano dio paso a la caída, la batalla continuó. El 11 de octubre de 1942, la Luftwaffe y la Regia Aeronautica lanzaron la primera de una serie de ataques en un esfuerzo importante para aplastar a Malta. Esto, el ataque final del Eje, continuaría por una semana antes de que la Luftwaffe cambiara su estrategia, reemplazando las incursiones de los bombarderos de la luz del día con barridas de cazas y ataques de cazabombarderos. Pero ahora, finalmente, había esperanza para la atormentada Malta.

Tras una exitosa ofensiva aliada en El Alamein en Egipto, las fuerzas angloamericanas desembarcaron en el norte de África el 8 de noviembre. Para Malta, la falta de provisiones seguía siendo un problema, aunque la situación se vio aliviada por los suministros de barcos y submarinos. No fue sino hasta el 20 de noviembre que el asedio podría considerarse terminado, con la llegada durante la Operación Stoneage de cuatro buques mercantes: Bantam (holandés), Denbighshire (británico), Mormacmoon (estadounidense) y Robin Locksley (estadounidense).

Los ataques aéreos enemigos continuaron por algún tiempo, aunque solo esporádicamente y en una escala muy reducida. El costo para ambas partes ha sido alto, con más de 1.000 aviones cancelados y miles de militares y civiles muertos y heridos. Pero Malta nunca fue derrotada.

En julio de 1943, dos meses después de que el Afrika Korps se rindiera en Túnez, Malta desempeñó un papel destacado como cuartel general aliado y como base aérea avanzada durante la invasión aliada de Sicilia. Italia capituló poco después, el 8 de septiembre. Dos días después, la flota naval italiana comenzó a reunirse bajo escolta en Malta. Era un homenaje apropiado al maltés y a todos los que habían defendido su isla.

sábado, 24 de febrero de 2018

Guerra Antisubversiva: El impune Perro Verbitsky

¿Quién es usted, Verbitsky? 

Por Pedro José Güiraldes
Prensa Republicana




“El Perro” ha puesto en pausa su activa participación en Página 12 tras revelar recientemente, desde allí, una lista parcial de quienes blanquearon bienes ante la AFIP. Una vez más, se cumplió lo que sobre él afirmó Rodolfo Galimberti, su compañero en Montoneros, en 1987: “Ud. pertenece a la raza de los que no se arrepienten de nada, pero se borran de todo”.

Verbitsky ya había confesado, en 1992: “He sido peronista desde los 13 años. He sido periodista desde los 18. He sido militante peronista desde los 19 años. He sido militante montonero. He dejado de ser peronista en 1973 y dejado de ser montonero en 1977. Sigo siendo periodista”.

Su disposición a prestar servicios por derecha y por izquierda se manifestó precozmente. En la década de 1960 trabajó simultáneamente para “Semanario CGT de los Argentinos” y “Noticias Gráficas” de la izquierda y en la derechista “Confirmado”, entre otros.

En 1974 escapó a Perú, en un avión del gobierno militar peruano, antes del secuestro de los hermanos Born y de los asesinatos de Juan Carlos Pérez y Alberto Bosch. Cobrado el rescate y enviada la mitad de los 60 millones de dólares a Cuba, vía Lima, volvió a la Argentina, a fines de 1975. “El Perro” afirma no haber tenido nada que ver con dicha operación.

Dos personas atestiguaron que pasó el golpe militar del 24 de marzo de 1976 escondido, por mi padre, en su campo. Allí encontré, en 2015, los borradores manuscritos de Verbitsky para los discursos de los Comandantes en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) y las memorias del Instituto Jorge Newbery (IJN), dependiente de la misma, en las que constan sus contratos con la FAA a través del IJN y los pagos.

Como lugarteniente de Rodolfo Walsh en Montoneros planificó el atentado del 2 de julio de 1976 en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal (SSF), que causó 24 muertos y 60 heridos. Walsh caería peleando el 25 de marzo de 1977. Y de nuevo Galimberti lo desnuda: “a Verbitsky no le tocaron ni el timbre”.

Otros lo sindican como colaborando con el Ejército Argentino a cambio de salvoconductos a Cuba para Mario Eduardo Firmenich, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Perdía y otros jefes Montoneros.

Un testigo presencial me relató, con todo detalle, los encuentros de “el Perro” con Leandro Sánchez Reisse, agente del Batallón de Inteligencia 601, quien terminó liderando una banda de secuestros extorsivos, durante la dictadura militar.

Simultáneamente, entre 1977 y 1979, como parte de sus planes presidenciales, tenían lugar las reuniones de Massera con los jefes montoneros, en Europa. Mi tía, Elena Holmberg, y el Embajador Héctor Hidalgo Solá, fueron asesinados por haber informado de las mismas.

Las contraofensivas de 1979 y 1980, a las que las Tropas Especiales de Infantería de Montoneros fueron enviadas a una muerte segura, se cobraron las vidas de Francisco Soldati y del Cabo Ricardo Durán, salvando las suyas Juan Alemann y Guillermo Walter Klein, suerte que no tuvieron sus custodios, Hugo Cardacci y Julio Moreno.

Por todo ello, la supervivencia de Horacio Verbitsky, a cara descubierta, durante la última dictadura militar, no admite otra explicación que una amplia, efectiva y determinante colaboración con la misma.

“El Perro” dejó de ser periodista cuando se convirtió en aliado de los Kirchner, a cuyos gobiernos aportó el poder simbólico malversado de la causa de los Derechos Humanos y protección periodística para el saqueo desde Página12, a cambio de manos libres para la multinacional usurpadora de los DD.HH. que encabeza el CELS, con la presidencia del propio Verbitsky, y que integran otras organizaciones.

Desarrollada a partir de 2003 para llevar adelante los juicios de la venganza por la derrota militar de las Organizaciones Armadas Revolucionarias (OAR) durante la década de 1970, la multinacional de los DD.HH. no pudo ser más exitosa. Según las propias cifras del CELS al 30 de junio de 2017, entre más de 3100 acusados por delitos de lesa humanidad, sólo 27 tenían sentencias firmes no recurridas ante la CSJN. No obstante lo cual 1144 seguían presos, 511 de ellos con prisiones preventivas de hasta diez y seis años. Muchos de los prisioneros superan largamente los setenta años y/o son enfermos terminales, pero no gozan de prisión domiciliaria. Los mismos informes del CELS daban cuenta de 508 acusados fallecidos, 438 de ellos sin condena.

Del lado de las OAR, en cambio, no existen procesados, ni condenados, ni presos y Verbitsky, junto con Firmenich, último jefe máximo de Montoneros, se beneficiaron con la prescripción en la causa de la masacre en el comedor de la SSF ya mencionado, como si los crímenes terroristas no hubieran sido delitos de lesa humanidad.

“El Perro” ataca a quien se atreva a poner en duda la cifra de 30.000 muertos y desaparecidos, eso a pesar de los tres informes oficiales de 1984, 2006 y 2015 que detallan 8.961; 8.368 y 8.631 casos respectivamente, cifras que coinciden con las 8.717 placas del Parque de la Memoria.

Las leyes de reparación histórica indemnizaron sin discriminar entre guerrilleros muertos en combate y víctimas del terrorismo de estado y cada uno de los más de los más de quince mil beneficiarios cobró unos US$ 250.000. Asimétricamente, las víctimas de las organizaciones terroristas no recibieron ni reconocimiento, ni justicia, nada.

El protagonismo de la multinacional de los DD.HH. en el caso de Santiago Maldonado tuvo la impronta de Verbitsky y una única hipótesis autorizada: “el gobierno de Macri es el responsable de su desaparición forzada seguida de muerte”. La estrategia se completó con el aporte de pruebas, pericias y testimonios falsos; presión mediática; acciones directas violentas y demonización de todo aquello que terminó probando que la hipótesis santificada era una mentira.

“El Perro”, sigue intentando sacar provecho político de casos como los de Maldonado, Milagro Sala y Rafael Nahuel; insistiendo con falsas acusaciones por delitos de lesa humanidad; adhiriendo solapadamente a proclamas como “Macri, basura, vos sos la dictadura”; minimizando el accionar del RAM; promoviendo la violencia callejera y sosteniendo la teoría penal abolicionista.

Pocos parecen haberlo conocido mejor que Rodolfo Galimberti quien también afirmó sobre el ex periodista: “Tira mierda sobre todos como si él meara agua bendita”

La suerte del submarino ARA San Juan y sus 44 tripulantes está echada y resulta imposible no recordar que Verbitsky ha contribuido con su prédica, como pocos, al desprestigio, humillación, desarme y reducción hasta la inexistencia de las fuerzas de defensa argentinas.

“Episodios como el del Jueves son alentadores”, dijo “El Perro” en su discurso de presentación del Informe Anual 2017 del CELS, refiriéndose a la violencia golpista del 14 de diciembre pasado, multiplicada hasta el paroxismo el Lunes 18.

Odios y resentimientos de origen incierto parecen alimentar la pulsión destructiva de Horacio Verbitsky. Su largo derrotero al servicio de intereses encontrados confunde, al mismo tiempo que confirma su habilidad para seguir haciendo el mal, a diestra y siniestra, con total impunidad.
Si más testigos se animan a hablar, aparecen nuevas revelaciones y pruebas, ¿será la suerte de El Perro terminar siendo acusado, procesado, juzgado y condenado por delitos de lesa humanidad?

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viernes, 23 de febrero de 2018

Guerra del Pacífico: 4 Mitos

La historia de la Guerra del Pacífico, plagada de mitos

Sin la intención de hacer una defensa del general Hilarión Daza, subrayando sus errores, muchos estudios desmienten, de manera documentada, la posibilidad de que se haya callado la noticia de la invasión.

La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont





La historia de la Guerra del Pacífico, tras la cual Bolivia perdió su litoral en el océano Pacífico, está plagada de mitos. El ocultamiento de la información hecho por Hilarión Daza de la invasión chilena de Antofagasta, la traición boliviana al pacto con Perú, la existencia de Juancito Pinto o que la causa fundamental de la guerra haya sido el gravamen al salitre contra una empresa privada con capitales ingleses y chilenos, son algunos de los mitos que la historia ha perpetrado. A continuación se relatan estos mitos y se devela, si no una versión definitiva de lo sucedido, sí una desmitificación de lugares comunes inexactos de la historia nacional difundidos por décadas desde el Estado y desde una “oficialidad” de la historia.

El ánimo con que se hace esto no es herir ninguna sensibilidad —cosa posible si se tiene en cuenta que dichos mitos son tomados como verdades hasta ahora— sino más bien seguir lo expresado al final del prólogo del libro Patria Íntima de Néstor Taboada Terán: “Vislumbrar una comunidad nacional que no se deja reducir a los presupuestos del Estado, que encuentra que su tristeza y su alegría es de ser simplemente lo que es, sin un ‘morir antes que esclavos vivir’ que difiere toda felicidad a una realización nunca lograda”.

El mito más difundido sin duda fue el ocultamiento de la noticia de la invasión chilena por el presidente Daza, supuestamente para que la mala nueva no interrumpiera el carnaval de 1879.

CARNAVAL. La versión se originó en Chile desde el principio de la guerra con una campaña de desprestigio de Bolivia. El historiador chileno Benjamín Vicuña Mackena divulgó el mito.

Lo curioso es que la versión chilena es secundada por bolivianos ligados a la facción de Narciso Campero (quien dio un golpe de Estado contra Daza cuando éste se encontraba en el campo de batalla en Perú) y luego perpetrada por los intelectuales bolivianos posteriores a la guerra. Gabriel René Moreno, que es uno de éstos, reproduce la versión como todo un ‘historiador omnisciente’: “Guardando el Presidente de Bolivia (Daza) en los bolsillos de su disfraz la noticia por tres días, reservó su sorpresa para después de los carnavales”.

Este relato fue adoptado por la historiografía liberal del positivismo (encabezada por Alcides Arguedas) y con la venia del líder de esa doctrina política, Eliodoro Camacho; posteriormente fue recitado por escritores más modernos, como Enrique Finot.

El mito quiso ser desmentido por el historiador Fernando Cajías en la película de Antonio Eguino Amargo Mar. En este film, sin embargo, dice el historiador Pablo Michel, se “mitifica e idealiza” a Daza al mostrarlo como desamparado frente a la oligarquía boliviana que le hacía la guerra. Parece ser que de un mito se pasa a otra mitificación...

Sin la intención de hacer una defensa del general Daza, subrayando también sus errores, muchos estudios desmienten, de manera documentada, la posibilidad de que se haya callado la noticia de la invasión. El libro más importante de este tenor es Daza no ocultó la noticia de la invasión chilena (1982) de Luis Antezana, aunque siete años antes Enrique Vidaurre ya presentaría pruebas en su libro El presidente Daza.

La versión de Vicuña tuvo eco en Bolivia por la sencilla razón de que los camperistas —en pos de matizar sus errores— querían desprestigiar al militar derrocado para justificarse en el poder. “Es notorio que el pueblo de La Paz ignorara el aviso funesto del 14 de febrero (fecha en que la tropa chilena invade Antofagasta), mientras que Daza, aturdido por el bullicio del carnaval, ocultaba el parte”, cita a Eliodoro Camacho el historiador Antezana en el libro ya mencionado. Los que sostienen esta posibilidad hablan de que Daza y Eulogio Medina, entonces ministro de Relaciones Exteriores, recibieron el aviso del cónsul boliviano en Tacna, Manuel Granier, al día siguiente de la invasión, el 15 de febrero: “Gobierno chileno ha ordenado a fuerzas reunidas en Caldera ir a Antofagasta y ocupar Litoral”.

La negación del relato chileno se basa en citas de la investigación del patricio Gastón Velasco (compositor de la letra del Himno al Litoral y exalcalde de La Paz). El argumento básico es que no existía una red de telégrafos entre Bolivia y Chile, y la noticia llegó hasta el Presidente a lomo de caballo el Martes de Carnaval (25 de febrero).

La cronología según Velasco es citada por Antezana: El viernes 14 de febrero se inicia la invasión en Antofagasta. En la tarde del 16 llega al puerto el vapor Amazonas con bandera boliviana. El prefecto de la localidad, Severino Zapata, las autoridades y varias familias bolivianas se embarcan en ese buque para escapar de los excesos de los invasores.

El lunes 17, el Amazonas llega a Tocopilla. El martes 18 parte con rumbo al entonces puerto peruano de Iquique y se envía un telegrama escueto al cónsul boliviano en Tacna, Manuel Granier. El 19 el vapor arriba a Arica. En el muelle se encuentra Granier para recabar más información y redactar la noticia para mandarla por correo a La Paz.

El 20 (Jueves de Comadres) parte de Tacna el estafeta Gregorio Choque (apodado Goyo) con la correspondencia urgente; hace el recorrido de 76 leguas (más de 450 kilómetros) en seis días.

“Bolivia no contaba con un servicio telegráfico (...), el camino directo era el de Tacora a Machagas”, escribe Velasco. Por su parte, el historiador chileno Tomás Caivano lo confirma en su libro Historia de la Guerra de América, entre Chile, Perú y Bolivia: “Repetimos, entre Bolivia y Chile no hay telégrafo. El (camino) más cercano del que puede hacer uso Bolivia va de Tacna y Arica”.

El itinerario de Goyo fue el siguiente: el 20 de febrero fue de Tacna a Palca; el 21, de Palca a Huchusuma. El sábado 22 recorrió el trayecto de Huchusuma a la posta de Chulluncayani; el 23, de este lugar a San Andrés de Machaca. El 24, de esa localidad a Tambillo, y el 25 (Martes de Carnaval), de Tambillo a la ciudad de La Paz.Goyo llegó a La Paz a las 23.00 y se encontró con el cochero de Daza, quien lo llevó a la casa de Carlos Frías (esquina Yanacocha y Mercado), donde se festejaba el carnaval y donde había estado la comitiva presidencial. De esa casona, la autoridad se había retirado a la fiesta del coronel José María Baldivia, intendente de Policía, en la calle Pichincha. Efectivamente, allá encontraron a Daza y fue donde éste conoció de la ocupación. Eran las 24.00 cuando la noticia comenzó a circular inmediatamente (esta relación cronológica está registrada en los libros de Antezana y Vidaurre).

Para el expresidente Carlos D. Mesa, la versión de Antezana es definitiva. “En cuanto Daza supo de la invasión suspendió el carnaval y convocó a la lucha”.

Michel, sin embargo, desmiente la desmitificación asegurando haber visto cuatro notas de alerta en la Cancillería, una de ellas de tres días después de iniciada (la invasión)... y que el chasqui es un mito, pues existían “cinco empresas de correos con bases por todo el territorio nacional”.

En todo caso, considera que un ocultamiento de la información no puede ser la causa de haber perdido la guerra, pues desde el 6 de enero los barcos chilenos estaban frente a los puertos bolivianos, es decir que el movimiento de la marina chilena alertaba “a gritos” que se buscaba provocar una guerra. “Que se hubiera guardado o no la información se vuelve totalmente irrelevante. Daza fue irresponsable al no enviar tropas con esas señales incontrastables de hostilidad”.

En cambio, el escritor Mariano Baptista Gumucio avala la versión de Velasco y reitera que el mito del ocultamiento de la información fue obra de los chilenos. “La noticia llegó con semanas de retraso. Además era imposible que Daza haya podido movilizar las tropas por su cuenta, necesitaba el apoyo de Perú”.

SALITRE. Otro mito es que la guerra se inició por el impuesto al salitre que impuso Daza a la Compañía de Salitres de capitales ingleses y chilenos. Esto no fue sino un pretexto para la invasión, nunca una causa.

Tanto Perú como Bolivia —dice Baptista— sabían que había un “designio geopolítico de Chile”, desde hacía décadas, de “dominación en el Pacífico”, por lo que era inevitable que Chile busque un pretexto.

No obstante, Daza “no tiene perdón” porque sabía que movía un “avispero” con el impuesto y daba el pretexto que Chile esperaba.

Asimismo, Chile y Perú afirman hoy que Bolivia provocó la guerra. “Eso es totalmente falso”, dice Mesa y recuerda que Cobija había sido azotada por un tsunami y había una sequía en Bolivia que produjo una hambruna general, por lo que se impuso el impuesto. Chile protestó y Bolivia “soberanamente” rescindió el contrato. “Los chilenos debían haber respondido jurídicamente, pero una invasión armada no tiene ninguna correspondencia, por lo que es inequívoco que Chile inicia la guerra para defender capitales ingleses y chilenos”.

El politólogo y estudioso de la historia bélica boliviana Jorge Abastoflor coincide. Además, dice, el salitre boliviano no le interesaba a Chile, sino el del territorio peruano, que en relación de cantidad al de Bolivia era de cinco a uno.

Otra prueba de esto “es que la guerra terminó en Lima y no así en La Paz”, argumenta.

HÉROES. Otro mito es la existencia histórica de los niños héroes Juancito Pinto y Genoveva Ríos.

Ambos están en el imaginario de Gastón Velasco, que dedicó su vida entera a tratar de “interesar a los bolivianos sobre el tema del Pacífico; se fue exiliado con su padre a Antofagasta y quedó impresionado por la vista del mar”, dice Baptista, quien además confiesa nunca haber encontrado documentos sobre la existencia de ninguno. “La labor de Velasco fue muy buena, seguramente respondió a la necesidad de buscar héroes”.

Mesa destaca que ambos forman parte de la construcción de un “imaginario nacional” que permite destacar actitudes más allá de los personajes como tales, si bien no ha revisado con detenimiento esos episodios como para afirmar o negar la existencia de esos hechos, lo cuales “no forman parte de lo relevante de la historia grande de la guerra”.

Abastoflor rescata la creación del mito como positivo, pues de alguna manera refleja una realidad: “que el ejército boliviano peleó hasta su último hombre”. Michel, en cambio, señala que la existencia de Ríos es histórica, no así la de Pinto.

En los últimos años, hubo estudios que quisieron cuestionar el papel de Eduardo Abaroa (no hay concierto en la manera correcta de escribir su apellido) de quien se dijo que no defendió la patria, sino sus intereses particulares. Mesa considera que esa versión es falsa y que está documentado que tuvo un rol heroico.

En este mismo sentido, Michel apunta que Abaroa, antes de ir a combatir incluso se casó con su concubina para arreglar su herencia en caso de muerte, lo que prueba que se preparaba para dar batalla hasta el final.

PERÚ. En torno al rol que jugó el Perú en el conflicto existen varios mitos. Uno es sobre la falsedad de que Perú se haya involucrado en la guerra a defender a Bolivia en honor del pacto secreto que tenían ambos países.

Perú “no honró” la alianza; de hecho estuvo tratando de ser el negociador y evitar el conflicto, dice Michel. “Chile en realidad quería las salitreras del Perú y que el puerto de Valparaíso supere al del Callao, y Perú solo invocó la alianza cuando Chile le declaró la guerra, explica.

Ya activada la alianza y como causa de un apoyo cuestionable del aliado de Bolivia, Daza estuvo “remoloneando por la impericia” de los gobernantes peruanos por ocho meses en Tacna, cuenta Baptista. El ejército boliviano, sin armas, no se movía de ahí. “El presidente peruano fue a Europa con el pretexto de comprar armamento y no volvió más. Fue una serie de desastres internos de los dos países”.

Michel explica que el Perú nunca tuvo la intención de recuperar territorios bolivianos, sino formar una barrera en Tacna junto al ejército boliviano. Aunque Mesa señala que cuando se activa la alianza, el ejército chileno ya estaba de avanzada en territorio boliviano (la primera batalla conjunta es en territorio peruano, en Pisagua).

Por otro lado, la historiografía oficial peruana está convencida de que Bolivia deshonró el pacto y abandonó a Perú tras la derrota en la batalla del Alto de la Alianza en 1880.

Abastoflor cuenta que tras la derrota, el ejército boliviano quedó con 5.000 hombres (de sus 20.000 iniciales) y que se retiró a La Paz pensando que Chile quería invadir el país, sin embargo siguieron al norte hacia Lima: “a Chile no le interesaban las salitreras bolivianas sino las peruanas, porque eran las más ricas y dominar en el Pacífico, nosotros estábamos en medio...”

Como se puede ver, aun entre conocedores bolivianos de la historia hay discrepancias en la materia. Queda preguntarse ¿por qué no puede haber una historia limpia de los hechos? Para Baptista, la razón de tanta mistificación en los relatos históricos es el “resentimiento y odio” que hubo entre Perú, Bolivia y Chile. Además, es claro que la academia no ha enfocado su vista en el estudio exhaustivo de la historia bélica del país. Es por eso que Baptista aconseja que las academias de historia se dediquen al estudio de la Guerra del Pacífico, tal vez uno de los acontecimientos de la historia de la que más se han hecho mitologías.

jueves, 22 de febrero de 2018

Guerra del Paraguay: Discusiones sobre el "genocidio" paraguayo

Guerra de la Triple Alianza: visiones encontradas sobre la historia

Por un texto publicado en este diario el sábado pasado, traemos cuatro voces especializadas y abrimos la discusión en torno a la Guerra.
 
Los Andes




El 6 de enero pasado, Los Andes publicó en su sección de opinión, un texto (reproducido en este blog aquí) que, bajo la firma de Luciana Sabina, causó una gran polémica a nivel nacional (e incluso más allá de las fronteras).

La columna, escrita especialmente para el diario, llevaba por título “El mito del genocidio paraguayo” y la autora (columnista en temas históricos de este diario y muy popular en la red social Twitter, donde se la conoce como “Kalipolis”), sostenía que ese presunto genocidio era una “falacia que cae a pedazos, tan sólo observando documentación de la época”.

“Si bien éste (por el pueblo paraguayo) fue arrasado, no fue obra de los aliados sino, principalmente, de enfermedades”, sostuvo, citando algunos de testimonios de la época.

La respuesta fue dura en las redes sociales y los medios masivos, especialmente en el país vecino, donde incluso Carlos Gómez Florentín, presidente del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas, le respondió públicamente a través del diario Última Hora.

La cuestión excedió el especialismo de los historiadores y se sumaron a la polémica incluso personajes mediáticos (como Jorge Rial) y hasta el arquero paraguayo José Luis Chilavert.

Por todo ello, nos pareció oportuno abrir el panorama en estas páginas, incorporando tres voces autorizadas de especialistas en la materia.

Los consultados fueron el propio Gómez Florentín (doctorando de la Stony Brook University, de Nueva York), María Victoria Baratta (investigadora del Conicet y especialista en historia del Paraguay) y Beatriz Bragoni (del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales de Conicet Mendoza).

Seguramente el tema seguirá dando que hablar.



Beatriz Bragoni, Doctora en Historia - Conicet: “Hay que medir cómo se divulga la Historia”




La Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay tuvo enormes consecuencias para el país mediterráneo. Además de perder vastas extensiones de territorio (140 000 km. cuadrados), la desigualdad en materia de armamentos generó pérdidas humanas no conocidas hasta el momento en Sudamérica. Se calcula que la población se redujo a la mitad, y la mayoría de las víctimas fueron varones entre 15 y 60 años.

Se produjo una crisis demográfica fenomenal; los sobrevivientes fueron en su mayoría mujeres, niños y ancianos. El colapso demográfico también fue producto de enfermedades y epidemias.

Los efectos de la guerra también se hicieron patentes en la intervención en la política, la destrucción de monumentos, la limitación del idioma guaraní, la crisis de los sistemas de producción y la fractura de los circuitos comerciales. Semejante cambio social, demográfico, político y económico ha dado lugar a interpretaciones diversas. Algunos hablan de “guerra total”. Otros la ubican como un conflicto en la Cuenca del Plata entre las nuevas naciones erigidas del antiguo imperio español y la nueva ola de competencia imperial.

El uso de la expresión “genocidio” tiende a ubicar el tema en un registro étnico-indígena que limita y simplifica la complejidad de tan dramática experiencia histórica.

En general se trata de interpretaciones de tipo revisionistas o militantes.

Pero la columna de Luciana Sabina peca de anacronismo y hace una lectura banal que ha herido sensibilidades nacionales.

Hay que medir bien cómo se hace divulgación histórica. Pocos entienden que no es fácil.


María Victoria Baratta, Doctora en Historia - Conicet: Por una historia profesional de la guerra




Los estudios clásicos sobre la guerra del Paraguay en Argentina pueden agruparse en las visiones afines al mitrismo y los análisis revisionistas en su contra. Los mitristas demonizaron a Solano López y los revisionistas señalaron a Mitre, Brasil y al imperio británico como culpables. En los últimos años los historiadores profesionales hemos procurado escapar de esta dicotomía y proponer para el análisis otras temáticas propias de los estudios del siglo XIX. La conformación social de los ejércitos, los debates en la prensa, el impacto económico, las representaciones recíprocas, los enfoques de género, los estudios sobre la niñez son ejemplos de estos abordajes. Las visiones pueden ser polémicas pero todas se proponen construir hipótesis sólidas sustentadas en una multiplicidad de fuentes, metodologías rigurosas y años de investigación.

Las miradas demonizadoras no son novedosas; son simplificaciones burdas que la historiografía dejó atrás. La guerra de la Triple Alianza es un elemento constitutivo de la identidad de los paraguayos. El desarrollo de epidemias no quita responsabilidad a los actores involucrados ni es argumento a favor o en contra de la hipótesis de genocidio. Las enfermedades se volvieron epidemias en un contexto socio- sanitario adverso.

Aunque el concepto de genocidio en tanto un plan sistemático de exterminio de un grupo social no sería aquí aplicable, varios factores provocaron que la guerra terminara en un desastre humanitario. Las vidas perdidas merecen un tratamiento serio de los medios de comunicación. Los historiadores profesionales debemos encontrar la manera de comprometernos más con esos espacios de divulgación.


Carlos Gómez Florentín, Historiador. Presidente del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas: Pone el dedo en la llaga de la peor manera posible




La Guerra de la Triple Alianza representa un proceso clave en la construcción de los Estados nacionales del Cono Sur. Si se comprende que la guerra sirvió para unificar posiciones políticas históricamente en conflicto en la Argentina; replantear el proceso de integración nacional en el Brasil; poner punto final a las continuas luchas por el poder en Uruguay y acabar con el proyecto estatal modernizador paraguayo, resulta mucho más fácil entender las pasiones que genera hoy, más de 150 años después.

Por eso resulta mucho menos oportuno arrancar las reflexiones en torno a la guerra a partir de una simplificación de lo ocurrido que encuentra en la era de los tweets, los me gusta de Facebook y los comentarios a notas en línea, el espacio ideal para recuperar las pasiones nacionalistas y generar oposiciones entre seguidores a partir de sus líneas nacionales de división. Esto hace que se recupere, en el espacio de debate generado por las redes sociales, una historia de héroes y villanos, propia de los manuales de historia que forjan la lealtad a la nación, y que se expresan en oposición al otro, al que no somos (argentinos, paraguayos, brasileños y uruguayos).

Algo que, al formar parte del proceso de formación de lealtades nacionales en los países envueltos en el conflicto, encuentra resonancia en la experiencia del público no entrenado en la historia crítica que justamente apunta a poner en entredicho la Historia Oficial que cada gobierno defiende por medio de sus ministerios de educación.

Una historiografía que, en su profesionalización, avanzó en la comprensión de la guerra mucho más allá de estas versiones más caricaturizadas.

Por eso se explica el éxito de la provocación de Luciana Sabina. Lo que ella hace es reducir un proceso histórico clave a una pregunta: “¿Hubo genocidio?” y acto seguido, luego de “desmitificarlo” según su propia explicación, pasa a sacarse la responsabilidad personal por algo con lo cual ella poco pudo haber tenido que ver.

La discusión sobre el supuesto genocidio pasa más por la pregunta de si existieron las acciones propias de la tipificación del caso, que por adjudicar a las enfermedades la responsabilidad de la debacle demográfica que significó la guerra para el Paraguay, ignorando tanto el proceso bélico como la ocupación militar que siguió a la guerra, y la ruptura de los tejidos sociales del país que ocurrieron como consecuencia del largo conflicto.

Al personificar su relato, negando responsabilidad por lo que pasó y adjudicando a las enfermedades las muertes, termina provocando esta oposición simplista entre Sabina que se proclama inocente y Chilavert que reivindica el heroísmo paraguayo. Después es pura polémica y poca historia.

En esta oposición se refleja el callejón sin salida que provoca la propuesta de Sabina. Tiene el valor de poner el dedo en la llaga pero de la peor manera posible. Las posiciones en torno a la guerra son producto de distintas escuelas historiográficas y de destinos momentos políticos que ha vivido la región. Así, históricamente, la izquierda latinoamericana se ha sentido muy afín a la causa paraguaya durante la GTA, mientras que la derecha ha sido asociada con la causa de las fuerzas de la Triple Alianza. Ése no es el caso. Sin embargo, en Paraguay, existe un consenso nacionalista en torno a la defensa de la causa paraguaya en la guerra, tanto en las fuerzas progresistas como en las fuerzas conservadoras.

Ahora, la resonancia que tiene esta provocación, entiendo yo, también refleja de alguna manera un giro derechista en la región que, en el caso de Argentina, hace que la posición de Sabina tenga tanto eco. Justamente porque viene a intentar ser un correctivo para la posición culposa en torno a la GTA que se manifestó desde el gobierno durante la era kirchnerista. Actualiza, de esta forma, una polarización histórica en la región en torno a la guerra. Ahora, en Paraguay no. En Paraguay vuelve la discusión al punto cero porque se espera un reconocimiento previo de responsabilidades de la guerra, en este caso el genocidio, para poder avanzar hacia la pacificación con el pasado.

Yo entiendo que la guerra debería dar pie a estudios mejores, más profundos, más de largo aliento, que expliquen el impacto que tuvo este conflicto en la construcción de la región. En este sentido, la guerra fue tremendamente perjudicial para el Paraguay. Las consecuencias de la guerra pueden verse en el lento desarrollo del Paraguay en perspectiva comparada con sus pares de las fuerzas de la alianza. Es cuestión de fijarse en el avance demográfico, la construcción de infraestructura, el proceso de orden político, el orden autoritario, los procesos de urbanización, y se puede ver lo que significó la guerra para el Paraguay.

La guerra puede servir para generar ese espacio de diálogo común entre los cuatro países. Algo que se intentó hacer con éxito desde el Mercosur Cultural con una iniciativa de la Secretaría de Cultura del Paraguay bajo el liderazgo de Mabel Causarano durante un programa que se llamó “Más allá de la Guerra” hace un par de años.

Aquel proyecto buscaba recuperar los lugares de memoria de la guerra; revisar el proceso de enseñanza de la historia del conflicto en los cuatro países enfrentados durante la guerra; impulsar más intercambio entre historiadores y educadores de manera que juntos podamos aprender mejor la guerra. Una manera de revisar el legado del pasado juntos que podría aplicarse a otras experiencias igualmente traumáticas del pasado como lo son la Guerra del Pacífico o la Guerra del Chaco.

Lastimosamente esa iniciativa quedó trunca. Y hoy la conversación regional en torno a la guerra se hace desde la provocación de Sabina, y con el resultado que es el callejón sin salida que ella propone.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Argentina: Mitre y sus lecciones

Por qué Mitre es nuestro contemporáneo

A más de 100 años de su muerte, sus ideas sobre el Estado, la ley, los ciudadanos, los derechos y la libertad están presentes en nuestros debates públicos

Rogelio Alaniz || LA NACION


E l 19 de enero de 1906 moría Bartolomé Mitre y, según los biógrafos, sus últimas palabras fueron "no me embalsamen". No me constan los motivos prácticos o teóricos de ese pedido, pero en términos históricos y políticos Mitre no está embalsamado. El hombre que hizo de la historia y la política la razón decisiva de su existencia no podría permitirse la licencia de renunciar a seguir gravitando con sus ideas.

Como Sarmiento, como Alberdi, con quienes sostuvo tantas coincidencias y tantas disidencias, Mitre mantiene una rigurosa actualidad. Sus ideas, sus proyectos, incluso sus esperanzas, están presentes en nuestros debates públicos, en nuestras diferencias, en nuestros dilemas. La nación, el Estado, la ley, las libertades, son temas en los que Mitre siempre tiene algo para decirnos.



Primera lección. Creyó en este país y nos enseñó a creer en él. Imposible pensar la política, ayer y hoy, sin esa fe laica que Mitre tuvo en la Argentina y en los argentinos. Esa convicción provenía de su mirada histórica, de esa lucidez para transformar la historia en conciencia histórica, como escribió José Luis Romero. La nación forjada en la crisis y pensada como el alma misma de la política. Y la historia nacional como un fragmento de la historia universal.

Segunda lección. La condición necesaria para hacer posible este destino es la sabiduría política, esa combinación virtuosa de teoría y práctica, inspiración y raciocinio. Fue exigente consigo mismo y con sus contemporáneos, pero en el vértigo de una crisis profunda escribió este consejo que hoy merecería estar presente en la memoria de todo político: "Debemos tomar a la Argentina tal cual la han hecho Dios y los hombres, para que los hombres con la ayuda de Dios la vayamos mejorando".

Tercera lección. Nunca se dejó subyugar por las utopías, pero nunca renunció a las esperanzas. Pensó la política con los pies plantados en la realidad y con los ojos mirando hacia las cumbres. Aceptó los rigores de lo posible, pero jamás perdió de vista que sin reformas materiales y culturales no hay reformas políticas perdurables. "Un pueblo pobre no puede ser libre; un pueblo sin instituciones no puede tener idea de sus derechos y deberes; un pueblo con malos códigos no puede tener una buena constitución; un pueblo con un mal sistema de hacienda no puede tener un buen sistema político; un pueblo que no goce de bienestar es en vano que tenga escrito en un papel sus libertades". ¿Se entiende por qué es nuestro contemporáneo?

Cuarta lección. En tiempos de faccionalismos, refriegas y turbulencias, apostó al acuerdo, al entendimiento y a la educación. No desconocía el conflicto y lo asumió con coraje, pero su talento se desplegaba forjando los grandes acuerdos porque "de estos males todos somos responsables y solidarios". Creía en los estadistas, pero rechazaba la noción del líder providencial. Detestaba la demagogia en todas sus manifestaciones: "Nunca he gobernado con los gritos de la calle -advirtió-, pero he consultado los movimientos de opinión".

Estaba convencido de que la educación contribuía de manera decisiva a la perfección moral e intelectual de los pueblos. "El número de analfabetos debería estar escrito en las paredes del Congreso para quitar el sueño de los legisladores", escribió. Hoy podría exigirse algo parecido.

Quinta lección. Fue, como le gustaba decir, un hombre de principios, es decir, de ideas y convicciones, pero esos principios nunca fueron dogmas. Fue un liberal de medios y de fines. Su liberalismo se confundía con la moderación, pero también con la curiosidad y el asombro. Siempre fue un político que en los momentos de crisis dijo lo que pensaba y siempre creyó que la política no podía reducirse a consignas esterilizantes. El liberalismo de Mitre se sostenía en la certeza de que la realidad siempre es más rica, más estimulante que las ideologías. Como dirigente definía lo fundamental, pero luego dejaba abiertas zonas amplias de ambigüedades para que la vida se encargara de dibujar los últimos trazos.

Sus convicciones moderadas le ganaron enemigos históricos. Los fascistas y los católicos integristas no le perdonan la república liberal; los izquierdistas no le perdonan la república burguesa. En ambos casos, lo que no le disculpan es su condición de liberal en el sentido más noble de la palabra.

Sexta lección. El historiador Hugh Trevor-Roper escribió que "los mejores políticos son aquellos que han estudiado la historia, y los mejores historiadores son los que han participado en política". Pensamiento ajustado estrictamente para Mitre. Fue un historiador exigente y un político eficaz que percibió las señales del pasado, captó las luces del futuro y supo de las decisiones cotidianas que se deben tomar todos los días, decisiones que exigían ese "golpe de vista" que permite comprender en la confusa y vertiginosa complejidad de lo real aquello que corresponde hacer en cada instante.

Esa inspiración provenía de su sensibilidad, de su experiencia en el trato con los hombres, pero se apoyaba en una reflexión rigurosa acerca de las tareas a realizar para constituir un sistema de poder. Mitre pudo equivocarse, pero en todas las circunstancias siempre supo dónde estaba parado y, sobre todo, siempre supo lo que deseaba para la Argentina. Ese sentido histórico de lo real, esa certeza acerca de lo que se debe hacer en cada momento, ese talento para establecer diagnósticos adecuados y soluciones posibles, es lo que distingue al político de todos los tiempos.

Séptima lección. Su vida propiamente dicha. Ese trajinar cotidiano entre las borrascas de la política, los rigores de la investigación y los imponderables íntimos de la existencia. También en estos planos Mitre tiene algo que decirnos. Tradujo la Divina Comedia; fue el primer historiador argentino; escribió poemas, novelas y ensayos. Sus artículos en los diarios fueron un modelo de reflexión y criterio. José Hernández le dedicó La vuelta de Martín Fierro.

Fue austero por temperamento y por convicción. El lujo, la riqueza y la ostentación le eran indiferentes. Era serio y formal, comprensivo y tolerante. Prefería la soledad a las multitudes, el estudio a la disipación. La victoria o la derrota no alteraban su estado de ánimo. Era valiente, pero no se ufanaba de su coraje; asumía los riesgos como si no le importaran las consecuencias. Como los héroes de Hemingway, cultivaba la elegancia en el sufrimiento y, como los personajes de Borges, crecía en la derrota. En su prolongada vida política conoció las victorias y las derrotas; los arrullos del poder y sus ingratitudes. En todas las circunstancias, nunca dejó de ser Mitre: algo taciturno y melancólico, valiente sin fanfarronería, inteligente sin ostentación. Octavio Amadeo lo recuerda en sus últimos años, "con su barba rala y el chambergo, parecía un viejo pescador escandinavo escapado de la tempestad". De esas tempestades Mitre sabía mucho.