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jueves, 12 de diciembre de 2024

Pueblos originarios: Los grandiosos Aonikenk

Los Aonikenk: Guardianes de la Patagonia







Gente del Cacique Mulato, abajo a la derecha y con vincha blanca esta Kachorro o Chaleco.



En las vastas y austeras tierras de la Patagonia, una región conocida por sus imponentes paisajes y climas extremos, vivieron los Aonikenk, también conocidos como los Tehuelches meridionales. Este grupo indígena, cuyos orígenes se remontan a tiempos inmemoriales, desarrolló una cultura y un modo de vida estrechamente entrelazados con la naturaleza salvaje que les rodeaba.

El Territorio de los Aonikenk

Los Aonikenk habitaron una extensa área que se extendía desde el río Santa Cruz, en la actual Argentina, hasta el estrecho de Magallanes, en Chile. Este vasto territorio incluía estepas, montañas y zonas costeras, cada una con sus propios desafíos y recursos. A pesar de la dureza del clima y el terreno, los Aonikenk demostraron una notable capacidad de adaptación, moviéndose estacionalmente para aprovechar al máximo lo que cada región podía ofrecer.

La Vida Nómada

La vida de los Aonikenk era un constante movimiento. En los cálidos meses de verano, ascendían a las mesetas altas y montañas, donde cazaban guanacos, su principal fuente de alimento y materia prima. Los guanacos no solo proporcionaban carne, sino también pieles para vestimenta y refugios. El ñandú, otro animal esencial, les daba plumas y huevos, y su caza se realizaba con boleadoras, una herramienta ingeniosa que simboliza la destreza y conocimiento de estos pueblos.

Durante el invierno, cuando los vientos patagónicos azotaban con más fuerza y las temperaturas caían, los Aonikenk descendían a los valles y las zonas costeras. Aquí encontraban refugio y aprovechaban los recursos del mar, pescando y recolectando mariscos, lo cual complementaba su dieta y aseguraba su supervivencia en los meses más duros.

La Organización Social y Familiar

La familia era el pilar fundamental de la sociedad Aonikenk. Las unidades familiares extendidas se unían en bandas más grandes para cazar y recolectar, formando una red social que garantizaba el bienestar de todos sus miembros. Los roles dentro de estas bandas estaban claramente definidos: los hombres se dedicaban a la caza y la protección del grupo, mientras que las mujeres se encargaban de la recolección de plantas, la preparación de alimentos y el cuidado de los niños. Los más jóvenes participaban en las tareas cotidianas, aprendiendo desde temprana edad las habilidades necesarias para la vida adulta.

Los Aonikenk vivían en toldos, estructuras portátiles hechas de pieles de guanaco y armazones de madera. Estos refugios eran ideales para su vida nómada, permitiéndoles desmontarlos y transportarlos fácilmente en sus desplazamientos. A pesar de la simplicidad aparente de sus viviendas, estos toldos eran eficientes para protegerse del clima extremo de la región.

Rituales y Creencias

La espiritualidad y las creencias de los Aonikenk estaban profundamente arraigadas en su entorno natural. Los animales, las montañas y los elementos eran vistos como entidades espirituales, y su mitología reflejaba esta conexión íntima con la naturaleza. Realizaban ceremonias para honrar a los espíritus de los animales cazados, para marcar el paso de la niñez a la adultez y para celebrar los ciclos naturales de su entorno.

 

Introducción

Los Aonikenk, también conocidos como Tehuelches meridionales, fueron un grupo indígena que habitó la región de la Patagonia, específicamente en las zonas de la actual Argentina y Chile. Su cultura, tradiciones y modo de vida estaban íntimamente ligados a la geografía y recursos de la región.

Características Generales

  1. Nombre y Tribus:

    • Nombre: Aonikenk, también llamados Tehuelches meridionales.
    • Subgrupos: No existía una estructura tribal estricta como en otras culturas indígenas, pero se organizaban en bandas o grupos familiares.
  2. Ubicación Aproximada:

    • Territorio: Los Aonikenk ocupaban principalmente la región sur de la Patagonia, desde el río Santa Cruz en Argentina hasta el estrecho de Magallanes. También se extendían hacia el oeste, en la parte sur de Chile.
    • Áreas Clave: Habitaban tanto en las estepas patagónicas como en las regiones montañosas y costeras, adaptándose a los diferentes ecosistemas de la región.

Vida Nómada y Recorridos Anuales

  1. Recorridos Estacionales:

    • Los Aonikenk eran nómadas, moviéndose a lo largo del año en función de la disponibilidad de recursos.
    • Verano: Durante los meses más cálidos, se desplazaban hacia las montañas y mesetas altas, donde cazaban guanacos y recolectaban plantas silvestres.
    • Invierno: En los meses fríos, bajaban hacia las zonas más bajas y protegidas, como valles y áreas costeras, donde las temperaturas eran más moderadas y podían encontrar refugio y recursos alimentarios.
  2. Caza y Recolección:

    • Caza: Principalmente guanacos y ñandúes, utilizando boleadoras y arcos con flechas.
    • Recolección: Frutos silvestres, raíces y plantas medicinales. También pescaban y recolectaban mariscos en las zonas costeras.


Vida Familiar y Organización Social

  1. Estructura Familiar:

    • La unidad básica de la sociedad Aonikenk era el grupo familiar extendido, que incluía a padres, hijos y otros parientes cercanos.
    • Las familias se agrupaban en bandas más grandes para facilitar la caza y la recolección.
  2. Roles y Divisiones de Tareas:

    • Hombres: Principalmente responsables de la caza y la protección del grupo.
    • Mujeres: Encargadas de la recolección de plantas, la preparación de alimentos y el cuidado de los niños.
    • Niños: Participaban en las actividades familiares y aprendían las habilidades necesarias para la vida adulta.
  3. Viviendas:

    • Utilizaban toldos, estructuras hechas con pieles de guanaco y armazones de madera, que podían desmontarse y transportarse fácilmente en sus desplazamientos.
  4. Rituales y Costumbres:

    • Practicaban ceremonias y rituales relacionados con la caza, el paso a la adultez y eventos naturales importantes.
    • La mitología y las creencias espirituales estaban ligadas a la naturaleza y los animales que les rodeaban.

 

De Izquierda a Derecha; Puro, Cacique Mulato y Canario
Edie Daniel Duré Muy buena la foto y mucho mejor al mencionar a los que posan.

 

Conclusión

La historia de los Aonikenk es un testimonio de la resiliencia y la capacidad de adaptación humana. Enfrentando uno de los entornos más inhóspitos del planeta, desarrollaron una cultura que no solo sobrevivió, sino que prosperó en armonía con la naturaleza. Hoy, su legado perdura como un recordatorio de la profunda conexión entre los seres humanos y su entorno, y de la increíble habilidad de las culturas indígenas para vivir en equilibrio con la tierra. Los Aonikenk, guardianes de la Patagonia, nos enseñan sobre la importancia de respetar y entender el mundo natural que nos sustenta.




lunes, 2 de diciembre de 2024

Arqueología: Restos de poblaciones aonikenks en Río Negro

Un asombroso hallazgo milenario en la meseta Somuncurá da pistas sobre los antiguos pobladores de la Patagonia

La voz del Chubut





En el sitio Curapil, arquéologos encontraron grabados sobre piedra. Crédito Emiliano Mange

Científicos de instituciones públicas revelaron los secretos del sitio Curapil, que guarda uno de los pocos conjuntos de grabados sobre piedra. Se encuentra en la meseta de Somuncurá, un territorio de 25 mil kilómetros cuadrados emplazado entre Río Negro y Chubut. El inusual hallazgo revela asombrosos datos sobre las poblaciones que habitaron la región hace miles de años.

El hallazgo estuvo a cargo de un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Centro, la Universidad Nacional de la Plata y del CONICET. Analizaron los motivos de los grabados, y sus contextos, para evaluar la movilidad humana que había en el territorio. Sus conclusiones fueron publicadas recientemente en la revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología.

“A este sitio llegamos durante una recorrida por la zona. Entramos a un puesto donde nos comentaron sobre las piezas que tenían en el interior de su campo”, recordó el investigador Luciano Prates.

El área se encuentra emplazada en una zona próxima a un manantial, entre las localidades rionegrinas de Ramos Mexía y Sierra Colorada.

Las primeras expediciones de campo se realizaron en 2011, pero no fue sino hasta 2018 que se pudo completar el registro de arte rupestre. Los científicos lograron identificar 92 imágenes grabadas sobre piedra volcánica, las cuales se encuentran agrupadas en seis sectores, diseminados en un radio de 100 metros.



Se identificaron 92 imágenes grabadas sobre piedra volcánica en Curapil. Crédito Natalia Carden

“Encontramos centenares de grabados. Se trata de un tipo de arte distinto al de las pinturas rupestres. En este caso, las figuras se encuentran percutidas en un morro, al lado de una vertiente de agua”, amplió Prates.

Según se menciona en el artículo científico, los surcos que constituyen estas imágenes varían entre los 0,5 y 2 centímetros de espesor. Además, para su estudio se los clasificó de acuerdo “con su forma geométrica y su semejanza con referentes del mundo real”.

Qué diferencia hay entre grabados y pinturas rupestres

A diferencia de las pinturas rupestres, que son realizadas mediante pigmentos que pueden fecharse, es difícil determinar la edad de los grabados. Al no tener elementos orgánicos y estar compuestos solo de roca, los métodos de fechado actuales son obsoletos para este tipo de arte.

“En las pinturas se pueden realizar análisis físicoquímicos de la composición, pero con los grabados no tenemos esa posibilidad. Aunque los motivos de Curapil se encuentran cubiertos de líquenes, y se podría realizar una liquenometría, su alcance temporal es muy corto. Esta técnica solo sirve para objetos históricos de unos pocos cientos de años”, explicó Natalia Carden, doctora en Ciencias Naturales. Sin embargo, a partir de inferencias por otros grabados hallados en Patagonia Norte, se estimó que los motivos de Curapil tendrían entre dos mil y tres mil años de antigüedad.

Tampoco resulta comprensible para los investigadores conocer el significado de las imágenes representadas por las sociedades de aquel momento. El estudio sólo puede circunscribirse a un pormenorizado análisis de los motivos y su comparación con otras áreas arqueológicas.

“No hay información sobre qué pueden significar. Pero hemos podido identificar figuras humanas y animales. En Curapil es muy común ver pisadas de ñandú o puma”, aseveró Carden. En general, predominan las líneas curvas, las pisadas de aves y las circunferencias.

A simple vista, los investigadores determinaron algunas similitudes con motivos de otros sitios distantes a unos 100 kilómetros. Pero se destacan particularidades que darían a entender que no se trataría de los mismos grupos humanos o del mismo tiempo de elaboración.

Qué se sabe de la movilidad de estas poblaciones

Uno de los objetivos de la publicación científica fue desentrañar el movimiento de los grupos entre el piedemonte —zona al pie de la meseta— y el sector alto de Somuncurá. Aunque se cree que las poblaciones ascendían a la altiplanicie para la caza, los vínculos con otros sitios —emplazados en la porción oriental de la meseta— “no son marcados”.

Una de las preguntas que se hicieron es sí esos grupos de cazadores habrían subido a la meseta de Somuncurá, un lugar muy propicio para la caza de guanaco durante el verano. Para comprobarlo pensaron que tenían que encontrar motivos semejantes con otros sitios. Encontraron algunos, pero cuando empezaron a complejizar el análisis, vieron que no eran exactamente los mismos. “Observamos diferencias”, precisó Carden.

Luego, hipotetizó: “Quizás haya habido diferencias entre la gente que habitaba entre el este y el oeste de la meseta, y que hayan expresado en esos motivos aspectos de su identidad mediante esas diferencias”



Uno de los grabados tiene un renacuajo como motivo. Crédito Natalia Carden

Para afianzar la teoría, los investigadores se encuentran trabajando actualmente en áreas del lado oeste de Somuncurá, cerca de las localidades de Prahuaniyeu y El Caín.

Se cree que los lugares como Curapil habrían constituido “puntos de cabecera y terminales de las travesías» debido a la disponibilidad de fuentes de agua, un recurso escaso en la árida planicie. Además, eran sitios estratégicos para cazar guanacos.

Qué particularidad tienen los grabados

A diferencia de las pinturas rupestres, el hallazgo de grabados sobre rocas no suele resultar tan habitual para los científicos. Esto podría deberse a factores de conservación y a la antigüedad de este tipo de arte.

“Los grabados no son tan comunes como las pinturas. Las pinturas, con patrones rectilíneos y colores rojos, son más abundantes y se supone que pertenecen a edades más tardías de la sociedad. Es decir, pensamos que los grabados estarían mostrando un estadío anterior de los cazadores-recolectores”, especificó Carden.

 

Por Daniel Quilodrán para Diario Río Negro

domingo, 27 de octubre de 2024

Patagonia: Las maravillosas aventuras de Mr. Musters

El inglés Musters y los tehuelches


Por Héctor Pérez Morando || Diario Río Negro




Vida muy singular y poco conocida la de George Chaworth Musters. Como para el libro. Inglés de sangre pero nacido en Nápoles, casualmente, «en transcurso de un viaje de sus padres» (13/2/1841). De familia acomodada y huérfano desde pequeño, tal vez los tíos marinos tuvieron que ver en su vida marina -desde los 13 años- y el «Algiers», la escuela. Recibió medallas por su actuación en Crimea. Escritos de Falkner, Darwin, Guinard, Fitz Roy, Viedma, De Angelis y otros fueron los antecedentes documentales para su formidable travesía patagónica que se inició en Punta Arenas, pasando por Gallegos, isla Pavón y finalizó en Carmen de Patagones (abril de 1869-26/5/1870) ¿Cuál fue el motivo principal del viaje? Varias hipótesis se han emitido y hasta la de «una misión especial del almirantazgo británico para el reconocimiento del interior de la Patagonia» (Balmaceda, Rey 1976). ¿Espía? Tenía permiso de la Marina inglesa. Percibía una renta.

Cualquiera fuera el motivo, la realidad es que dejó un incomparable aporte toponímico y etnográfico principalmente, como nunca había ocurrido hasta poco después de la mitad del siglo pasado, y hasta un «vocabulario parcial de la lengua tsoneca» que incluyó en su libro «At home with the Patagonians. A year»s wanderings over untrodden ground from the straits of Magellan to the Río Negro», editado en Londres en 1871 y traducido al castellano en 1911 como «Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas desde el estrecho de Magallanes hasta el Río Negro». «El mapa de Musters es la primera información cartográfica directa del interior de la Patagonia». (Rey Balmaceda, ídem). Es llamativa la adaptación, el mimetismo que logró entre los tehuelches y sus formas de vida. Dio un «paseo» de 2.750 kilómetros y un año de duración, con los consiguientes peligros, y tuvo que afrontar y participar de la vida tehuelche: vestir quillango, usar boleadoras, andar a caballo, alimentarse con carne de guanaco, de avestruz (y huevos), de yegua y raíces. Debió habitar en toldos, dormir a la intemperie, hacer trenzados de cuero y -lo más importante- anotar los acontecimientos de la gran aventura, con mucha precisión y útiles detalles sobre flora, fauna, topografía y costumbres de los tehuelches. Es largo de detallar. Llegó a afirmar que «no merecen seguramente los epítetos de salvajes feroces, salteadores del desierto, etc. Son hijos de la naturaleza, bondadosos, de buen carácter». Y en cuanto a las creencias, «la religión de los tehuelches se distingue de la de los pampas y araucanos porque no hay en ella el más mínimo vestigio de adoración al sol, aunque se saluda la luna nueva con un ademán respetuoso… creen en un espíritu bueno y grande… no tienen ídolos ni objetos de adoración…».

Según parece, dominaba bien el castellano y una partida de soldados en busca de prófugos de Punta Arenas facilitó el primer tramo de su viaje desde allí hasta la isla Pavón, desembocadura del río Santa Cruz, donde por entonces tenía sus dominios Luis Piedra Buena, a quien no pudo entrevistar por haber viajado poco antes. Llevaba una carta de presentación de Jorge M. Dean, de Malvinas, donde había estado. Carbón y oro son existencias de las que se fue informando. Se encontró con Sam Slick, hijo del cacique Casimiro. Hablaron en inglés. A partir de Pavón se iniciaría la parte más destacada de la aventura de Musters, acompañado por la parcialidad aóni-ken que hablaba el aóni-aish, «lengua que sería entonces la aprendida por Musters». Y desde allí, estuvo acompañado nada menos que por los célebres caciques Casimiro y Orkeke, de quienes llegó a ser muy amigo. ¿Qué método empleó el viajero inglés para llegar a ser admitido en los toldos andantes tehuelches y merecer gran respeto y confianza?

 

Lo describe a Orkeke: «Había cumplido ya sus 60 años; y, cuando saltaba sobre su caballo en pelo o dirigía la caza, desplegaba una agilidad y una resistencia iguales a la de cualquier otro más joven… abundante cabello negro… ojos brillantes e inteligentes… era particularmente limpio en sus ropas y aseado en sus costumbres… desde el momento que fui huésped de él, su conducta para conmigo fue irreprochable». Y de Casimiro: «Cuando no estaba ebrio, este hombre era vivo e inteligente, astuto y político. Sus extensas vinculaciones con todos los jefes, inclusive Reuque y Callfucurá (sic), le daban mucha influencia. Era también obrero diestro en varias artes indígenas, como la de hacer monturas, pipas, espuelas, lazos y otras prendas. Era muy corpulento, de seis pies cabales de estatura». (Musters, G. Ch., Vida, 1964).



Luego de isla Pavón, los tehuelches -más de doscientos entre hombres, mujeres y niños- y el viajero inglés se dirigieron a la precordillera. Llegaron al paraje Yaiken-Kaimak. Una escena de caza: vio un guanaco y «lo boleé con una boleadora para avestruz» y en ese lugar surgió «una inquietud general»: estar preparados «para el caso de que encontráramos a los tehuelches del norte en guerra con los araucanos o manzaneros». Todos se daban un baño diario en los cursos de agua. Llevaba una brújula -que le regaló a Foyel- y anzuelos para pesca que usó. Los tehuelches no comían pescado. Llegaron los tehuelches del norte -comandados por Hinchel- y se produjo un gran parlamento. «Casimiro había tratado de inducirme a que hiciera de capitanejo… por nuestra parte se desplegó orgullosamente la bandera de Buenos Aires, mientras los del norte hacían flamear una tela blanca». (Musters, ídem).

«Después de varias arengas, dichas por Hinchel y otros, se resolvió elegir a Casimiro jefe principal de los tehuelches», anotaría Musters. Musters dedujo que «las relaciones entre los tehuelches o tsonecas de la Patagonia y los indios araucanos de Las Manzanas no habían tenido antes, de ninguna manera, un carácter pacífico». El padre de Casimiro había sido muerto por los araucanos, pese a lo cual «la diplomacia de Casimiro lograba conciliar a todas las partes». En ese lugar recibieron una partida del Chubut, «unos setenta u ochenta hombres, con mujeres y criaturas, y ocupaban unos veinte toldos», la mayoría «jóvenes de sangre pampa o pampa tehuelche… unos cuantos tehuelches puros» cuyo jefe se llamaba Jackechan o Juan (Chiquichano), «un indio muy inteligente, que hablaba corrientemente el español, el pampa y el tehuelche». El «Marco Polo de la Patagonia», como lo llamaron algunos autores, continuaba adentrándose en la vida tehuelche: «atoldándose», haciendo boleadoras y tientos, ganándose los alimentos cazando con ellos y como ellos y participando de acontecimientos muy celebrados por aquellos pobladores de la Patagonia: nacimientos, entrada a la pubertad, casamientos, muertes, etc. y hasta para evitar el efecto nocivo de los vientos «volví a aplicarme la pintura» (en el rostro), sin olvidar beber aguardiente, fumar en pipa y usar armas largas y cortas. En Teckel, por enero de 1870, recordaría que «estaba muy al tanto del género de vida y de las costumbres de los tehuelches, que me consideraban casi uno de ellos (en verdad, había llegado a adquirir cierta posición e influencia entre esa gente)». (Musters, ídem).

Llegaron al campamento Carge-kaik (Cuatro Colinas) y recibieron la amistosa visita de un hijo de Quintuhual, con un mensaje del padre. Hubo danza: «Entré con Golwin (Blanco) y dos más en la danza, apareciendo en traje completo de plumas de avestruz y cinturón de campanillas, y debidamente pintado, para gran delicia de los indios. Mi ejecución arrancó grandes aplausos». Tenía razón Musters, parecía uno más de ellos. Bien manejadas las relaciones públicas para entonces… Recibieron mensajes araucanos. Luego visitaron los toldos de Quintuhual y continuando la marcha llegaron a Diplaik (Moreno lo cita como Dipolokainen), donde un mensajero de Foyel les entregó una noticia: el araucano (chileno) Culfucurá -no emplea la denominación mapuche- incitaba a unirse para «hacer la guerra a Buenos Aires». Ni más ni menos que sus depredadores malones a la zona de Bahía Blanca y el gran espacio bonaerense. Se convocó a parlamento y se decidieron por la negativa. Aquellos tehuelches e «indios mansos» defendían y apoyaban a El Carmen (Carmen de Patagones) y allí se dirigirían en busca de «vicios», ración de ganado y demás que les entregaba el gobierno. Orkeke, Casimiro -«el gran cacique del sur»-, los pellejos con aguardiente y la nutrida caravana seguían la rastrillada para el norte (más o menos la actual ruta nacional 40) hasta llegar al campamento de Foyel, con buen recibimiento. Anteriormente -anotó Musters- un incidente le «facilitó la oportunidad de observar la predisposición de los araucanos para esclavizar y maltratar a todo «cristiano» que podían robar o comprar». Luego de otras bien narradas alternativas, emprendieron viaje a «Las Manzanas», los dominios de Cheoeque (sic), es decir el famoso Sayhueque. Se instalaron en Geylun -posiblemente al sur de Paso Flores y cerca de Pilcaniyeu actuales-, donde quedó la mayoría de los nativos y luego de cruzar el Limay y visitar a Inacayal, donde también son bien agasajados, fueron recibidos por el jefe manzanero: «Hombre de aspecto inteligente, como de 35 años de edad, bien vestido con poncho de tela azul, sombrero y botas de cuero»… Este cacique tenía plena conciencia de su alta posición y de su poder; su cara redonda y jovial, cuya tez, más oscura que la de sus súbditos, había heredado de su madre tehuelche». En el toldo estaba «la bandera de Casimiro, esto es, la bandera de la Confederación Argentina». Tenían temor al «gualicho» y a otras circunstancias diarias.



Hubo fiesta, aguardiente en abundancia -con las armas guardadas-, manzanas frescas, piñones, carne e intercambio de objetos, alimentos y aguardiente. Pudo comprobar que el intercambio -pieles, tejidos, trenzados, caballos, alimentos, etc.- era moneda corriente. Tal como el trueque actual, que va ganando posiciones por la crisis. Hacían carreras de caballos. Se celebró un parlamento con tres temas: «Paz firme y duradera entre los indios presentes», «protección de Patagones» y «considerar el mensaje de Callfucurá (sic) acerca de un malón a Bahía Blanca, y en general la frontera bonaerense», sobre lo cual los tehuelches ya se habían expedido negativamente antes de llegar al lugar. Estaba allí Mariano Linares -de la tribu de ese apellido-, que había llegado de Patagones en misión de paz. Los picunches -anotaría el viajero inglés- eran «una rama de los araucanos bajo el dominio de Cheoeque… viven cerca de los pasos de la cordillera y saquean a todos los viajeros». Hubo otro parlamento en el que se resolvió unánimemente que «Cheoeque protegería la orilla norte del río Negro y cuidaría a Patagones por ese lado, mientras que Casimiro garantizaría el sur». Se ratificó el no malón a Calfucurá, «pidiéndole que limitara sus hostilidades a Bahía Blanca». Todo eso lo vivió el marino y aventurero inglés, como principal partícipe en aquellos conflictos internos, pero cuyos protagonistas maloneros más feroces y ladrones procedían del otro lado de la cordillera. Aunque Calfucurá estaba asentado en «Las Salinas» (La Pampa).

Luego del regreso a Geylun, se preparó el viaje a Patagones. Fueron de la partida Musters, Orkeke, Casimiro, Quintuhual, Crime, Meña y numerosos tehuelches, mujeres y niños. Es la primera vez que la «línea sur» rionegrina -con ligeras variantes en el trazado caminero y ferroviario actual- ve pasar tan numerosa y heterogénea comitiva. La toponimia incorpora y confirma nombres: Margensho (Maquinchao), Trinita (Treneta), Valcheta. Desde Maquinchao, Musters y dos acompañantes decidieron adelantar el viaje a Patagones. Llevaba una carta para el comandante Murga y la misión de preparar el terreno para la visita de los restantes. En cierta parte del trayecto «alegró nuestros ojos la vista del mar». Cruzaron para el río Negro y entonces «Haciendo a un lado la manta india, volví a ponerme el traje de un inglés de la época, saco de cazador, etc.» Había tenido el equipo bien guardado. Cerca de «San Xavier» (Javier) tuvo contacto con los otros hermanos Linares y las estancias de Kincaid, Alexander Fraser y Grenfell. Estos últimos le facilitaron dinero. Durmió en el toldo de Chalupe. En Patagones se entrevistó con Pablo Piedra Buena -hermano de Luis-, el Dr. Humble, la galesa familia de Morris Humphreys y con Murga. Días después llegaron Casimiro, Orkeke y sus tribus. Recorrió la zona y tomó valiosos apuntes. Se embarcó en el vapor «Patagonia» (ex «Montauxk», de Boston) rumbo a Buenos Aires, que encalló en la desembocadura del Negro, y siguió viaje en la goleta «Choelechoel». El «tehuelchizado» -perdón por el neologismo- inglés había recorrido la Patagonia durante poco más de un año -llegó a Patagones el 26/5/1870- y daría a luz el más famoso escrito etnográfico, topográfico y de otros temas para su tiempo. Una hazaña que no fue repetida y de un gran valor documental. Anduvo por otras partes del mundo y concretó varias publicaciones más. La aventura patagónica fue premiada con un reloj de oro por la Royal Geographical Society. Se retiró de la Marina británica con el grado de capitán de fragata (commander). Estuvo casado con una peruana descendiente de ingleses y murió en 1879.

Una estación ferroviaria en Río Negro, un lago en Chubut y varias calles llevan su nombre, recordando la gran hazaña del inglés-tehuelche.

martes, 24 de septiembre de 2024

Patagonia: La bandolera Elena Greenhill

Patagonia: La bandolera inglesa Elena Greenhill






Fotografía poco conocida de una joven "Grinil" a principios del siglo pasado, como siempre bien armada.
Así era apodada la temeraria bandida inglesa Elena Greenhill que asolaba el interior chubutense desde 1908, también en Río Negro y Chile. Sus correrías terminaron trágicamente en 1915, cuando fue abatida a tiros en zona de Gan Gan tras una paciente emboscada del comisario Félix Valenciano y el agente Norberto Ruiz de la policía territorial. El mismo Valenciano -que tiempo después fue uno de los represores de la Patagonia Trágica en Santa Cruz- contaba que toda la noche estuvieron largas horas montados y escondidos en un árbol por donde sabían que iba a pasar y que temblaban no sólo de frío sino de miedo, porque esa indómita mujer inspiraba terror en todas partes, que cuando por fin la divisaron y estuvo a mano le metieron bala a rabiar pero que ella -aún acribillada a balazos- nunca se quiso rendir y respondió furiosamente el fuego hasta que se quedó sin municiones y finalmente por las dudas le aplicaron el tiro de gracia en la cabeza. La brava cuatrera había sido muy famosa tanto por sus osados atracos y su temible puntería con el Winchester como por su valor e imponente personalidad y desdén hacia cualquier autoridad, inusual en esa época. En una ocasión ella sola redujo a dos milicos que pretendían capturarla y los mantuvo un tiempo en servidumbre en su cabaña, entre tantas anécdotas que cimentaron su increíble leyenda.



Alicia Del Carmen Pineda
Que hermosa joven,y que vida llena de misterios y no saber que le pasaría en minuto siguiente,siempre pienso que en vidas pasadas viví algo parecido,practique de pequeña deportes arriesgados sobre hermosos caballo lógico con el acompañamiento de mi viejo quien también me enseñó práctica de armas muy buena fui en eso tantas cosas aprendí a ganarme la vida de pequeña con la caza de liebres mi padre fue el último de los cazadores de puma en toda la zona de Río Turbio/Calafate/Lago Vieda y San Martin/ por contrato de los estancieros había mucha destrucción de animales,el anduvo siempre en eso hasta los 90.tuve una niñez única.
Por: Celso Rey García
(FOTOS ANTIGUAS DEL CHUBUT)



lunes, 9 de septiembre de 2024

Rosas y Darwin: Cruce de experiencias

 "Me dijo que era inhumano": el impensado encuentro entre Rosas y Charles Darwin durante la primera conquista del desierto


Desarrollada entre 1833 y principios de 1834, esta expedición militar de la que poco se habla fue más que un intento por ocupar la Patagonia.

Por Yasmin Ali || Canal 26


Rosas y Darwin

Es de público conocimiento la expedición militar a la Patagonia que emprendió Julio Argentino Roca entre 1878 y 1885, que años después pasaría a la historia como Conquista del Desierto y que al día de hoy genera debates enardecidos. Pero antes de ella existió una liderada por Juan Manuel de Rosas entre 1833 y principios de 1834 de la que poco se habla.

Luego de finalizar su primer mandato como gobernador de Buenos Aires, entre 1829 y 1832, el Restaurador de las Leyes había rechazado volver al poder porque se le había negado la suma del poder público y las facultades extraordinarias. Casi sabiendo que lo mejor era esperar a que se calmen las aguas, decidió emprender una travesía por el sur de la Provincia y parte de la Patagonia donde conoció ni más ni menos que a Charles Darwin.

Un inglés en la Patagonia

Darwin, quien por aquel entonces tenía 22 años, se emprendió en un viaje desde diciembre de 1831 a octubre de 1836 donde recorrió el mundo al bordo del Beagle, de la Marina Real Británica, capitaneado por Robert Fitz Roy. A comienzos de 1833 el barco lo dejó en la desembocadura del Río Negro, lo que hoy es parte de la Patagonia argentina.

Cabalgó desde Carmen de Patagones hasta el Río Colorado donde se encontró con nada más, y nada menos, que el campamento de Rosas. Aquel ejército que comandaba el oriundo de Buenos Aires tenía como objetivo despejar a los indios y asegurar la frontera. En 1839 el inglés publicó Viaje de un naturalista alrededor del mundo donde describió su primera impresión de lo que vio:

    "Seguramente los soldados de ningún otro ejército han tenido tal apariencia de bandidos y villanos".

Rosas deseaba conocerlo y él aceptó. Darwin diría sobre él: "Un hombre de un carácter extraordinario, que ejerce una notable influencia en este país, al que probablemente terminará gobernando. Ha obtenido una popularidad sin límites y, en consecuencia, un poder despótico".


Primera conquista del Desierto

El mismo Rosas también habló de aquella reunión: "Seguramente acostumbrado a sus costumbres europeas, le impresionó ver a soldados negros y mestizos, muchos mal vestidos, y no entendió a los indígenas que se bebían la sangre de las reses que se carneaban. Es la vida del desierto, míster Darwin, le expliqué. Tampoco le entró en la cabeza por qué degollábamos a los prisioneros, me dijo que era inhumano. Le aclaré que no siempre era así, y le conté de mi pacto con los tehuelches, a los que acordé pagarle por indio que pasasen a mejor vida".

Del encuentro el naturalista se llevó un pasaporte que le otorgó Rosas y que podía usar en los puestos militares del gobierno bonaerense. De esta forma logró cruzar las pampas en dirección al Río de la Plata.

Pasó unos días en Buenos Aires antes de viajar a Santa Fe y volvió navegando por el Paraná. Al regresar se encontró que los simpatizantes de Rosas habían sitiado la Provincia. Pero Darwin pudo pasar pasar cuando mencionó que había sido huésped del general. En los primeros días de diciembre emprendió un nuevo viaje rumbo a Puerto Deseado.


La campaña militar de Rosas

La primera conquista

Alan Moorehead, autor de Darwin: la expedición en el Beagle 1831-1836, menciona lo que fue esta expedición militar al sur y el encuentro entre ambos: "El general mismo era tan extravagante y aficionado a los caballos como sus hombres. Llevaba en su séquito una pareja de bufones para divertirse y tenía fama de ser muy peligroso cuando sonreía; en esos momentos era capaz de ordenar que un hombre fuese fusilado o estaqueado. Existía en las pampas una prueba de equitación. Se colocaba un hombre en un larguero encima de la entrada del corral y se hacía salir a un caballo salvaje, sin silla ni freno; el hombre caía en el lomo del animal y lo montaba hasta que se detenía. Rosas podía realizar tranquilamente esta hazaña. No obstante, era un hombre venerado y obedecido; estaba destinado a ser dictador de Argentina durante muchos años".

En otro párrafo agrega: "La táctica de su campaña contra los indios era muy simple. Rodeaba a los que estaban dispersos por la pampa, pequeñas tribus de un centenar de individuos que vivían cerca de las salinas o lagos salados y, cuando los que huían de él habían sido concentrados en un lugar, procuraba matarlos a todos. No había muchas posibilidades de que los indios huyesen al sur del río Negro, pues tenía un acuerdo con una tribu amiga, en virtud del cual se obligaban a asesinar a todos los fugitivos que se cruzasen en su camino. Estaban muy ansiosos por cumplir, decía Rosas, porque les había anunciado que mataría a uno de su propio pueblo por cada indio rebelde que se les escapara".



El origen de las especies de Darwin

"Durante la estancia de Darwin, el campamento era un continuo hervidero. A cada hora llegaban rumores de escaramuzas. Un día vino la noticia de que uno de los puestos de Rosas, en la carretera a Buenos Aires, había sido arrasado", agregó.

Lo cierto es que aquel encuentro pasó a la historia, así como sus protagonistas. El 24 de noviembre de 1859, Darwin publicó en la editorial John Murray de Londres su mítico libro El origen de las especies y Rosas volvió a gobernar en Buenos Aires hasta el 3 de febrero de 1852 cuando cayó en la batalla de Caseros.

lunes, 22 de julio de 2024

Araucanos: La organización británica que defiende y difunde la causa Mapuche

 

The Mapuche Nation, el pueblo originario con sede en Bristol, Inglaterra

El centro de operaciones de la "lucha por la autodeterminación" de los mapuches de Chile y Argentina está ubicado desde 1978 en el nº 6 de Lodge Street, en la ciudad portuaria inglesa. Desde allí abogan por la causa


En el nº 6 de Lodge Street, Bristol, UK, tiene su sede, desde el año 1978, The Mapuche Nation

"El día 11 de mayo de 1996, un grupo de mapuches y europeos comprometidos con el destino de los pueblos y naciones indígenas de las Américas, y en particular con el pueblo mapuche de Chile y Argentina, lanzaron la Mapuche International Link (MIL) en Bristol, United Kingdom", explican las autoridades de esta organización; a saber, Edward James (Relaciones Públicas), Colette Linehan (administradora), Madeline Stanley (coordinadora de Voluntarios),  Fiona Waters (a cargo del equipo de Derechos Humanos), entre otros.

Reynaldo Mariqueo –el único mapuche– hace las veces de secretario general secundado por Dame-Nina Saleh Ahmed, vice secretaria general.

La organización remplaza al Comité Exterior Mapuche que, recuerdan, "opera internacionalmente desde 1978 a partir de su oficina ubicada en Bristol".

El objetivo perseguido es contribuir al pleno desarrollo de los pueblos indígenas y, "en última instancia, conquistar el derecho a la autodeterminación".

Reynaldo Mariqueo es el “werken”, es decir, vocero o representante

Mientras en el sur de nuestro continente, grupos mapuches, como la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) o la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), le declaran la "guerra a Argentina y Chile", y protagonizan actos de sabotaje, incendios y amenazas, la MIL explica –en inglés– que "the Mapuche Nation está situada en lo que se conoce como el Cono Sur de Sudamérica, en el área actualmente ocupada (sic) por los Estados argentino y chileno".

"Su identidad como nación autónoma, unida a la conciencia de ser parte de una cultura, una herencia histórica y una espiritual diferentes ha creado un movimiento sociopolítico inspirado en esas aspiraciones comunes", dice The Mapuche Nation.

EL MAPA DE LA MAPUCHE NATION

El territorio ancestral mapuche según la organización con sede en Bristol abarca todo lo que está al sur del Bío-bío (Chile) y al sur del Salado y del Colorado (Argentina)

Lo que según el sitio británico es el "territorio histórico ancestral" de los mapuches abarca la "Pampa and Patagonia of Argentina" y el sur de Chile. Así lo explican:  "La Nación Mapuche está ubicada en el sur de los territorios que hoy ocupan los Estados de Chile y Argentina –afirma la MIL–. Hace un poco más de 130 años su territorio ancestral, y el de otros pueblos originarios aliados, se extendía desde el sur del río Bío-Bío (Chile) hasta el extremo austral del continente, y en Argentina desde los ríos Colorado y Salado hasta el estrecho de Magallanes", agregan.

Y eso no es todo. Para los miembros británicos de la nación mapuche, el territorio ancestral abarca también las islas Malvinas y la Antártida…

Otras actividades del centro de operaciones de Bristol. Aquí, manifiestan contra el gobierno de Chile

En el mismo documento, fijan el año 1860 como el de la "Gran Asamblea Constituyente" en la cual "los más notables representantes del pueblo mapuche" fundaron "un gobierno monárquico constitucional". Y agregan que, "tras la ocupación del territorio del estado mapuche (sic), la Casa Real de dicho gobierno se estableció en el exilio en Francia, desde donde viene operando de manera ininterrumpida desde entonces".

Curiosamente, a la vez que hacen reivindicación de sus derechos ancestrales y su condición "originaria", los mapuches reconocen una dinastía francesa fundada por la ocurrencia de Orélie Antoine de Tounens (1825-1878), un abogado francés y masón que desembarcó en Chile en 1858 y se autoproclamó Rey de la Araucanía y de la Patagonia.

La monarquía mapuche en el exilio: el rey, Jean-Michel Parasiliti di Para o Príncipe Antoine IV, y Su Excelencia Reynaldo Mariqueo, Conde de Lul-lul Mawidha, a cargo de Asuntos Exteriores

"Tanto el gobierno monárquico como el pueblo mapuche en su conjunto jamás han renunciado ni a sus derechos soberanos ni a la restitución de su territorio ancestral", afirman.

La "monarquía mapuche", entonces, además de ser francesa es hereditaria, de modo que sobre los territorios de Araucanía y Patagonia han "reinado" sucesivamente siete soberanos: Gustave-Achille Laviarde o Aquiles I; Antoine-Hippolyte Cros o Antonio II; Laura-Therese Cros-Bernard o Laura Teresa I; etcétera, hasta llegar al actual, Jean-Michel Parasiliti di Para o Príncipe Antoine IV, desde el 9 de enero de 2014.

La organización de Bristol, Reino Unido, tutela los derechos humanos en lo los “territorios mapuches”

La corte de Antonio IV se completa con un "presidente del Consejo del Reino, Su Excelencia Daniel Werba, Duque de Santa Cruz" y con un "miembro del Consejo de Estado y encargado de los Asuntos Exteriores, Su Excelencia Reynaldo Mariqueo, Conde de Lul-lul Mawidha y Caballero de la Orden Real de la Corona de Acero" (y, como vimos, secretario general de The Mapuche Nation en Bristol), entre otros.

El conde Reynaldo Mariqueo, de gira por Europa. Está encargado de las Relaciones Internacionales

Aunque denuncia "invasión", "genocidio", "represión", "espionaje" y otra larga lista de supuestos atropellos por parte de los Estados de Chile y Argentina, la "Nación Mapuche" se pone bajo la protección de un país extranjero y reconocen la dinastía inaugurada por un aventurero.

De hecho, sus territorios ancestrales fueron puestos bajo protección de Francia ya en 1860, lo que claramente implicaba establecer una cabecera de playa de una potencia extranjera en la retaguardia de las jóvenes naciones sudamericanas.

Además de estos documentos fundacionales, de las listas dinásticas y de la historia mapuche, en The Mapuche Nation pueden encontrarse noticias, denuncias y campañas (como una contra el Tratado de Libre Comercio entre Chile y la Unión Europea).


jueves, 11 de julio de 2024

Patagonia: La movilidad de los Aonikenk de la cordillera a la costa

La movilidad de los grupos Aonikenk del interior a la costa





Los grupos de cazadores nómadas del interior del territorio de la actual provincia del Chubut –históricamente Aonikenk- salían sólo ocasionalmente a la costa atlántica.
Ello debido a su gran aridez, con verdadera penuria de aguadas en períodos secos, y el hecho de no ofrecer recursos alimentarios de interés para estos cazadores propiamente continentales. Sólo podían motivar sus viajes los inviernos extremadamente rigurosos, en que las comunidades de guanacos se desplazaban, en masa, hacia el litoral, menos frío, o...la intención de contactar con los pueblos propios de éste, que se desplazaban a lo largo de la costa marina.
De este modo se explican dos cosas, a primera vista confusas. Por un lado, la presencia de individuos (esqueletos) de gran estatura –Aonikenk-, en muchos casos mestizados con los típicos –pequeños- del litoral. Por el otro, la figuración de elementos costeros en las creencias religiosas de los Aonikenk, como los elefantes marinos o la ballena, que habrían de dar origen, por un lado al mito de las sirenas, y por el otro al del Gigante que se tragaba a la gente: es que precisamente el mito se genera en un lugar remoto, solo fugazmente conocido, no colonizado en suma.
De un modo u otro, los movimientos de los grupos del interior, en su salida a la costa atlántica se canalizaban –como de regla- a través de rutas preestablecidas, con su cadena de paraderos en función de aguadas, perennes o potenciales.
Curiosamente, la inversa no fue necesariamente válida, es decir no necesariamente los grupos litorales, en plan de acceder al interior, a la Meseta, lo hicieron por las mismas rutas de los Aonikenk...Es que aquéllos –pueblos innominados o anónimos de la Costa- eran, ha diferencia de éstos- hídricos, se desplazaban en relación con los cuerpos de agua: al abandonar el mar, por los ríos, que a su vez comunicaban con los lagos del interior.
Se alude, claramente, a los ríos Chubut-Chico y los lagos Colhué Huapi y Musters. En efecto, si se echa un vistazo a los elementos rescatados en estos últimos por los arqueólogos –arpones, pesos de redes, cerámica de influencia costera-, se apreciará que funcionaron como un verdadero enclave costero en plena Meseta.
Cuando a comienzos del siglo XVII el descubridor Simón de Alcazaba se encontró con el río Chico –tan cargado de agua para atravesarlo-, tuvo ocasión de contactar con representantes de estos grupos hídricos, anónimos: parte de una familia habitante de una cabaña de ramas, que cazaba a través de un chulengo (cría del guanaco) señuelo y completaba su dieta con semillas de una planta, molidas a mortero.
Los Aonikenk llamaron –según los colonos galeses- “Yamacán” al río Chico, de significado poco claro pero que tal vez aluda al carácter periódico de sus avenidas –que alternarían con períodos de sequía, como de algún modo se mantienen en el presente.
De este modo, los Pueblos del Mar se adentraban al corazón del Chubut por la “Ruta del Yamacán”, todavía casi del todo desconocida para los propios pobladores patagónicos.
Nobübü llamaron, los propios Aonikenk, a un sitio que ha de situarse, grosso modo, en el Puerto Madryn actual. Tampoco conocemos su significado, pero el topónimo da testimonio de la presencia tehuelche en el área, como aquellos de Káwas en la costa oriental y Téntewutr en el istmo, lo dan de sus visitas a la península Valdés. En estos casos, la cruzaba desde el Oeste franco.
En tiempos históricos recientes (1865), los Galeses, cuando ya se habían agotado los “pueblos hídricos” –absorbidos por los Aonikenk-, y todavía no habían contactado con éstos, abrieron, como supieron, desde Madryn, su propia ruta al río Chubut Inferior.
Desde Puerto Madryn, es decir desde el Mar, como Alcazaba antes, también a tientas, como los pueblos costeros –muy anteriores-, pero éstos a sabiendas.
Por Rodolfo Casamiquela.
Compartía : Jose Pavoni

miércoles, 3 de julio de 2024

Patagonia Argentina: ¡Butch Cassidy, Sundance Kid y Ethel Place!

¡Butch Cassidy, Sundance Kid y Ethel Place…

Mateando en la Patagonia!
La Wild Bunch, EEUU.




Luego de asaltar el First National Bank of Winemuca, Nevada, cometido el 19 de setiembre de 1900 por la Wild Bunch, cinco de sus miembros se toman en Fort Worth, Texas, la famosa fotografía que recorría el mundo.



 A comienzos  del año siguiente Butch, Sundance y Ethel se reúnen en Nueva York. Luego de comprar en la casa Tiffany un reloj de oro para Ethel y de que ella  y el Sundance se retrataran en la casa de De Young [ver foto], el trío se embarca a fines de febrero de 1901, en el vapor británico Herminius, bajo los nombres de Santiago Ryan, Harry Place y Ethel Place. En marzo arriban a Buenos Aires donde, luego de visitar al vicecónsul de los  EEUU, George Newbery, se dirigieron por consejo de éste para establecerse como ganaderos en la Patagonia.


El “Lejano Sur argentino”

A comienzos de 1901, Butch Cassidy, el Sundance Kid y Ethel Place, se instalan como respetables ganaderos de Cholila, paraje ubicado al noroeste del Territorio del Chubut, entre la Colonia 16 de Octubre (Trevelin) y el Valle Nuevo (El Bolsón).


El paraje contaba por entonces con muy pocas familias pobladores. Sobre la margen izquierda del río Blanco o Cholila construyen una cabaña al estilo norteamericano,  con troncos acostados y techo a dos aguas de tejuelas de ciprés, piso natural y cielo raso de arpillera empapelada, paredes también empapeladas, puertas con marcos y ventanas guillotina de buena calidad. La casa principal constaba de tres habitaciones, en las que se alojaba el matrimonio Place.

Cartas y fotos desde la Patagonia

En la Estancia, había una cuarta habitación en otra cabaña ubicada detrás de la principal, como se alcanza a ver sobre la derecha de la foto de los jinetes, que los bandoleros enviaron a sus parientes de los EEUU y a los Jones del Nahuel Huapí.



Desde Cholila Butch escribiría la famosa carta a su amiga Mrs. Davies, fechada en Cholila el 10 de agosto de 1902, en la que le cuenta:  "(...) Probablemente le sorprenderá tener noticias mías desde este país tan lejano, pero los Estados Unidos me resultaron demasiado pequeños durante los últimos años que pasé allá (...) otro de mis tíos murió y dejo 30.000 dólares a nuestra pequeña familia de tres miembros. Tome, pues, mis 10.000 dólares y partí para ver un poco más del mundo".  Lo del tío muerto era un eufemismo por el robo al First National Bank of Winemuca.
Al año siguiente el trío se toma una fotografía sobre la parte posterior de la cabaña. La foto, conocida como “Te Party”, ya que aparentemente Ethel estará sirviendo el té a sus compañeros. La foto habría sido enviada por el Sundance a su hermana Samanna Logabaugh. Una copia de la misma, perteneciente Paul Ernst, descendiente de los Longabaugh, fue publicada por primera vez en 1992, por su esposa Donna Ernst, en su libro “Sundance. My Uncle”, y reproducida en nuestro artículo “Back at the Ranch”, publicado en True West. Lamentablemente dicha copia era de muy baja definición…



¿“Te Party” o “Mate Party”? -  ¡Una novedosa y reveladora imagen!
Recientemente, una copia de mucho mejor calidad que la imagen citada, fue publicada en la nota “Etta Place, the Sundance Kid and Williamsport, Pennsylvania”, en el Williamsport Sun-Gazette (May 20, 2023). En ella se puede notar claramente que en realidad no se trataría de un  "Te party", sino un "Mate Party”, o en criollo…

“Una mateada patagónica”:

Efectivamente, lo que Ethel tiene en la mano no es una taza de té, sino una calabaza para mate, de la cual sale hacia arriba una bombilla! Debajo del recipiente en el cual va a servir, no parece haber un platito sino una servilleta (seguramente por si chorrea el agua que va a introducir en el agujero del mate). Y lo que sostiene con la mano derecha no sería una tetera, sino una pava. Además la forma que tiene Ethel de tomar la pava para servir el líquido, con la palma de la mano hacia arriba asiendo el mango de la pava desde abajo,  es la típica forma en que los pobladores patagónicos acostumbraban  a cebar el mate.
Como se observa, el trío ya había adquirido algunas de las costumbres patagónicas…  El 15 de febrero de 1902 Place y Ryan adquieren “dos kilogramos de yerba, uno de azúcar y una bombilla”, según quedó registrado en el libro Diario del Boliche Viejo [ver imagen], que Jarred Jones poseía en su Estancia, ubicada cerca de la salida del Nahuel Huapí al río Limay (Edith Jones, comunicación personal, y Ricardo Vallmitjana, 1997 y 2004).

Detalles de la cabaña

Finalmente se puede observar que lo que en la imagen original se veía como una superficie borrosa, se trata en realidad de un gran hueco de la cabaña. Sobre el hombro izquierdo del Sundance se puede ver el perfil, el grosor, de la pared de troncos. Y sobre el perro negro se ve el otro borde del hueco.
Siempre se ha creído que la habitación posterior habría sido agregada por los habitantes posteriores... Pero ese hueco en medio de la cabaña, con el trío posando delante, nos hace pensar que tal vez ellos estuvieran preparando para construir dicha habitación posterior, la que se observa en la foto tomada por @Michael Bell en 2007.




Nota:

Agradecemos a @Daniel Buck y @Anne Meadows que nos alertaron sobre la publicación del Williamsport Sun-Gazette, que el lector puede ver en el link indicado al pie. Si bien el artículo es un tanto confuso y sus datos pueden no ser del todo correctos, la fotografía del trio es una fuente extraordinaria y publicada por primera vez!
(www.sungazette.com)
Por: Marcelo Gavirati
Sitios web y enlaces sociales:
(https://acortar.link/kaYElU)
(https://buscadospatagonia.blogspot.com)

viernes, 21 de junio de 2024

Conquista del desierto: Un asado con Antonio

Visitando a Antonio





Visité a Antonio, que me agasajó con un asado de charqui gordo. Tenia muy buen gusto. Hablé con él sobre varios temas. Preguntó, como todos los indios, por Rosas, y me dijo que quería mandar una carta al Chubat. Primero había encargado a Hernández que hablara por él; pero Manzana y todos los otros indios opinaban que debía escribirse. Me mostraron cómo frotan las pieles –cuando ya están secas-- con cuarzos agudos para ablandarlas y suavizarlas. Las mujeres estaban entregadas a la tarea de cargar las pieles de los dos guanacos chicos. Mañana seguiremos viaje. Con trece pieles forman un atado que acondicionan y atan muy bien con tendones de avestruz. Se necesitan trece pieles para un quillango; también se hacen más grandes con quince. Pero también les gustan los quillangos de piel de potro, como el que tiene el cacique, porque se desgarran menos fácilmente al galopar por el monte y trabajar en el campo. Todos estos quillangos no son impermeables. Los de piel de león son mejores, pero tampoco impermeables. Los mejores e impermeables son los de zorrino. El frío se estaba haciendo sentir mucho.

Fragmento tomado de libro "GEORGES CLARAZ VIAJE AL RIO CHUBUT - Aspectos naturalistIcos y etnológicos (1865-1866)"
Ediciones Continente.

Publicación del Grupo - Rodolfo Casamiquela, En los Caminos de la Ciencia Patagónica

Por : Jose Pavoni - TEHUELCHE EL VERDADERO PUEBLO ORIGINARIO DE PAMPA Y PATAGONIA

sábado, 15 de junio de 2024

Patagonia: El primitivo servicio de carretas entre Río Gallegos y Lago Argentino

"El tiempo de las carretas entre Gallegos y Lago Argentino."

Por:  Ibarra Philemon
Archivo Historico Municipal El Calafate




Tiempo de las carretas Entre Gallegos y Lago Argentino. Hubo un tiempo memorable de carretas, carros o chatas, tiradas por bueyes, mulas y caballos, que recorrieron las zigzagueantes huellas del territorio entre 1880 y 1930 aproximadamente. Esas tropas de chatas unieron los pueblos costeros con las estancias que iban formándose para “bajar” los fardos de lana y “subir” víveres y materiales. Este tiempo fue de epopeya por el clima muchas veces adverso y los oficios de artesanos que generó alrededor de los fletes, que luego la tracción a motor, el progreso, lentamente iría dejando atrás y en el olvido. Entre el lago Argentino y Gall Ríquez, Clark y Carrera Muchas estancias grandes o medianas tuvieron sus propias chatas, pero otros establecimientos, sobre todo los pequeños, elegían contratar el servicio de una tropa de chatas. Juan Pablo Ríquez nació en Uruguay, viajó en 1868 a Punta Arenas, Magallanes, donde fue capataz de la estancia “San Gregorio”. En esos primeros años la lana de Santa Cruz se llevaba al puerto de Punta Arenas. Eugenio Fernández -poblador de “Alquinta”- siempre contaba que una vez se le empantanaron los carros en la vega de “San Gregorio” y Ríquez se acercó a conversar con él: “Ponemos todas las yuntas de bueyes y no podemos sacarlas”, dijo Eugenio, y Juan Pablo respondió, “Pero es lo más sencillo, sáquenles las ruedas y cinchen los carros para que salgan como trineos” y así pudieron sacarlas. Era 1890, aproximadamente, cuando Eugenio Fernández entusiasmó a Ríquez para que viajara a Santa Cruz, porque había campos fiscales que estaban disponibles y éste pobló “Las Horquetas”. (Rodolfo Suárez había poblado otra estancia con el mismo nombre). Uno de sus hijos, Juan Emilio Ríquez, tuvo un carro tirado por caballos y en ese tiempo competía con Francisco Díaz, que también bajaba lana. En los campamentos corrían carreras de caballos, porque cada flota tenía un animal preferido. En sociedad con su primo Juan Marcos Clark y Luciano Carrera le bajaban la lana a Roy Watson de “Rincón Grande” hasta Puerto Santa Cruz y después, ya con unas catorce carretas y bueyes, fleteaban la lana de estancia “Anita”, entre otras. En esa época llevaron los materiales para las primeras estancias que se estaban formando. El invierno de 1905, que fue muy malo, los sorprendió por la estancia “El Tranquilo”, quedándose sin bueyes. No les molestó porque allí había siete mil vacunos salvajes y se dedicaron a amansar nuevas yuntas para sus carretas. Más adelante disolvieron la sociedad y cuando Ríquez fue como capataz a la estancia “El Tero”, de los Clark, sus carretas quedaron a cargo de Cárcamo, que trabajaba en “Fuentes del Coyle”. En 1923 Ríquez vendió cinco de las diez carretas que tenía trabajando y le compró el campo a Muñiz en 10.000 pesos y allí nacería “Verdadera Argentina”. Muchos de los fleteros fueron españoles. La vida cotidiana en España consistía en levantarse temprano para ordeñar las vacas, llevarlas al prado a pastar y buscarlas en la noche. Para aprovisionarse, las familias, hacían trueque entre las distintas aldeas e intercambiaban leche por polvo de trigo, uvas, etcétera. Cocinaban con grasa de chancho y cocían los alimentos en cacerolas que colgaban en los fogones de piedra. Las casas tenían el establo para los animales en la planta baja y en el primer piso se distribuían las habitaciones del hogar. Muchos jóvenes emigraron porque allí la vida era difícil, ya que no había posibilidades para prosperar. Luis Núñez Luis Núñez, nació en 1888 en Orense, Galicia y emigró en 1903, a los 15 años, para radicarse en Rosario, Santa Fe, con su hermano mayor Deotino. En 1906 se trasladaron a Río Gallegos donde ya se encontraba el otro hermano, Gerardo. Luis trabajó en el negocio de la firma “Varela y Fernández” donde ahorró el dinero suficiente para comenzar la actividad de fletero junto a su hermano. Transportaban fardos de lana, con carros tirados por caballos, desde las estancias al pueblo para embarcarlos. También llevaban víveres y materiales como chapas, maderas y alambrados, ya que eran los años en que se estaban construyendo muchos de los establecimientos ganaderos del territorio de Santa Cruz y, en 1912, transportaron algunos materiales para la construcción del puente de Güer Aike. En sus viajes abarcaban la zona de Gallegos y alrededores y la del lago Argentino para llegar al puerto de Gallegos y al de Puerto Coyle en su primera época. Luis Núñez llegó a tener 18 carros tirados por unos 20 animales cada uno. Trabajaban aproximadamente 25 hombres. Los carros eran llamados “chatas” y el paradero en Gallegos era el hotel “Los Hornos”, alejado de lo que era el centro del pueblo. Debían cuidar unos 400 caballos, alimentándolos y reponiéndolos después de cada viaje en “Las Nieves”, el campo que Núñez adquirió en 1918, ubicado en la zona de La Esperanza. Luego en la casa que adquirió en calle Zapiola y San Luis (hoy Jofré de Loaiza), en Gallegos tuvo caballeriza y herrería para enllantar los carros. La competencia en el transporte era con Domingo Campos y Willy Carper, entre otros, quienes tenían también su flota de chatas. Al poco tiempo Luis y su hermano Gerardo tuvieron cada uno su propia flota de chatas, aunque a veces trabajaban juntos. La oficina de contratación fue por muchos años el escritorio de Elbourne y Slater y el herrero que arreglaba los carros era Spartero Cerangiolli. El trayecto de Río Gallegos a El Calafate llevaba 20 días y se hacía en etapas de cinco leguas por jornada, acampando y pastoreando en el camino, muchas veces entrando en conflicto con los estancieros que no querían que los animales de las chatas pastorearan en sus campos, significaba un problema trasladar tantos animales. Durante el invierno no había actividad, entonces se arreglaban los aperos de los carros, se realizaban las refacciones para que en la primavera siguiente toda la tropa de chatas estuviera a punto. (Más tarde, en 1918, Luis Núñez fue incorporando camiones ingleses o tractores, como también se los llamaba, de marca Four Wheel Drive y Nash Quad, comprados en Punta Arenas, ambos de ruedas macizas y sin cabina, salvo que se les fabricara alguna). Contaba Luis que la bajada del Lago Argentino (Bajada de Rodiño, luego de Miguez) era muy complicada para descender con las chatas, colocaban seis caballos adelante del carro y unos 18 caballos tirando para atrás, así descendían lentamente la cuesta. Más de una vez se desbarrancó la chata atropellando a los animales, eran carros que cargaban 7.000 kilos. En las subidas, a veces algunos caballos quedaban colgados de las varas del carro debido a la ondulación natural del terreno. En los años que siguieron el transporte ya no tenía tanto auge como al principio, Luis quiso adaptarse a los cambios y optó por poblar un campo. Solicitó tierras para fundar la estancia “Los Luises” en la zona de Lemarchand, convirtiéndose en ganadero y dedicándose a la explotación ovina. Narciso “Gaucho” García Si bien Narciso “Gaucho” García nació en Buenos Aires, sus padres eran españoles. Ellos, Ramón García y Dolores Mastache, lo trajeron a Gallegos de meses. “Gaucho” no amansaba pero era muy de a caballo. Siguió con la tropa de chatas y carros que comenzó su padre. Contaban que un viaje al lago (Argentino) tardaba un mes, haciendo tres leguas por día. Sus cuñados Enrique “Cuti” y “Pacacho” Trevisán trabajaron con él. Una temporada fueron a Punta del Monte (campos de estancia “Sofía”) y cuando estaban saliendo del monte se les dio vuelta un carro y a “Gaucho”, que quedó apretado debajo, se le quebró una muñeca. Así anduvo manejando su carro hasta que después de cinco días llegó a Gallegos donde lo vio el doctor Zumalacárregui. Se convirtió en el primer paciente porque “Zuma” recién había llegado al pueblo. Más adelante “Gaucho” cambió los carros por camiones International y siguió haciendo fletes a las estancias. En 1937 consiguió un campo por la zona de El Cifre que llamó “La Filomena”. Nicolás Ajís Nicolás Ajís llegó a Río Gallegos en el año 1903, contando con tan sólo once años de edad, lo hizo siguiendo el consejo de su tío Emilio Rodiño, propietario del hotel “Español”. Una vez en el pueblo, vivió con sus tíos, a quienes ayudaba en el hotel como mozo y estudió en el Colegio Salesiano, luego de finalizada la escuela, trabajó en el negocio “Varela y Fernández”, donde estuvo junto a José González, quien luego sería el propietario del almacén “La Favorita”. Años más tarde Emilio Rodiño se ausentó por un tiempo y pobló un campo en la zona de Deseado al que bautizó “La Rosa” y regresó a Gallegos para vender el hotel. Nicolás también adquirió una chata tirada por caballos y se dedicó a los fletes, llevando mercadería a las estancias y bajando la lana al pueblo; él tenía su tropilla pastando en los campos que luego pediría al Gobierno Nacional. Más adelante junto a su esposa se harían cargo del hotel “Cerro Fortaleza” hasta convertirse en estancieros poblando “La Leonor”. Domingo Campos En 1900 llegaron al país los hermanos Bonifacio y Domingo Campos, provenientes de Castasueiro, La Coruña. El primero se radicó en Buenos Aires y abrió una librería. Domingo trabajó en la farmacia de un familiar, pero como no le gustaba la ciudad, con dieciséis años se trasladó al sur. En 1904 llegó a Río Gallegos y trabajó en carpintería y en el arreglo de chatas. Domingo empezó fabricando chatas y carros para también dedicarse al transporte. Adquirió un campo que llamó “Puesto Travesía” donde alcanzó a tener dos mil yeguarizos, ya que su tropa tenía entre diez y doce chatas. En esta actividad la reposición de animales era fundamental, por eso la importancia de su cría. En esos años llegaban a transportar cincuenta mil kilos de mercaderías. Cada chata contaba con dieciocho caballos, pero cuando tenían que cruzar el río Turbio o subir una cuesta, ponían los cadeneros y llegaban a emplear veinticuatro caballos por carro, entonces debían llevar una tropilla y al tropillero que también iba amansando y cada vez que llegaban a un lugar para acampar, eran unos doscientos caballos que se movían de un lado al otro. Cruzar el río Turbio era dificultoso, contaban que muchas veces con la correntada se daban vuelta las chatas. En ese tiempo no había seguros para el caso que se perdiera la mercadería y el trato era de palabra. Estos viajes cubrían la zona de Río Turbio, Calafate y Cancha Carrera. En un mismo viaje fleteaban víveres para varias estancias, que se llevaban una sola vez y para todo el año. El viaje al lago llevaba dieciséis días. En Gallegos paraban en el hotel “Los Hornos”, generalmente los fardos de lana quedaban en el predio de alguna barraca o bien en la misma playa, luego buscaban la mercadería en los negocios y a los pocos días volvían a salir al campo. En Gallegos y en “Puesto Travesía” se hacían las reparaciones de los carros y muchas veces también en el camino. Las chatas de Suárez eran tiradas por caballos y burros; las de Núñez por caballos y mulas y las de Campos solamente por caballos, al igual que las de Berberena de Lago Argentino El personal que manejaba las chatas no siempre era de lo mejor, los había peligrosos, aunque también muy fieles, por eso que en esos años la gente acostumbraba a movilizarse armada. Un viejo criminal apodado “Sombrero verde” trabajó con Domingo después de haber salido de la cárcel. Más adelante Domingo también se convertiría en estanciero. Francisco “Quico” García Francisco “Quico” García nació en 1892 en Vega del Ciego, Asturias, su familia se dedicaba a la labranza y cría de animales. Estudió con el cura del pueblo y a los catorce años ya trabajaba en las minas de carbón Duro Felgueras. Para evitar el servicio militar, a los veintidós años, respondió en 1912 al llamado de su hermano Constantino García que ya estaba radicado en Santa Cruz donde era alambrador y arriero. Francisco acompañó a su hermano en las tareas rurales junto a otros tantos asturianos. Con los años Constantino pobló la estancia “La Asturiana”, cerca de Esperanza. Francisco continuó alambrando y arreando, durante sus primeros años de hombre americano hasta que lo sorprendió la huelga rural de 1921 en la estancia “La Nevada” en la zona de Puerto Santa Cruz. A salvo, después de esos sucesos, adquirió una chata para bajar la lana de las estancias a los puertos, actividad que se hacía durante los meses de diciembre, enero, febrero y marzo de cada año, principalmente a Puerto Santa Cruz. Utilizaba tropas de caballos, tenía muchos estancieros como clientes y es interesante saber que los hoteles a lo largo de los caminos, estaban ubicados según las paradas de las chatas, que podían avanzar dos leguas por día y es por eso que surgieron El Calafate, Río Bote, El Cerrito, Esperanza, Fortaleza, Laguna Benito, Horquetas, Güer Aike y el manantial de Killik Aike Sur, hasta llegar finalmente a Gallegos. En ese entonces las chatas constituyeron una actividad muy importante, y cuando las tenían que reparar iban a las herrerías de Gaydoch, de Spartero Cerangiolli y a la de Núñez, los carreteros paraban en los hoteles de campo de la calle Zapiola y Francisco se hospedaba en “El Tropezón”, de los Sierpe, y dejaba la caballada descansando en los grandes patios. Francisco usaba pantalones breeches y antes de calzarse las botas, para resguardarse del frío, sobre las medias se fajaba las piernas con unas largas tiras de arpillera o lana. En el camino siempre llevaba su rifle para cazar, especialmente avestruces. Aprendió a preparar la picana, un nuevo plato que incorporó a su dieta. En 1929 Francisco García se modernizó y compró en La Anónima un camión Dodge. En el lago Argentino En la zona del lago Argentino todo el flete de la lana pasaba por el Mitre. El uruguayo Alejandrino Núñez tenía seis carros (de dos ruedas) tirados por caballos, y dos chatas (dos ruedas chicas adelante y dos grandes atrás). Manuel Díaz tenía su flota de carros tirados por bueyes, llevaba la lana en carro hasta Río Gallegos y regresaba con los víveres, demorando en cada viaje cerca de treinta días. También hacía viajes para otras estancias, como “Alta Vista” y “Cerro Buenos Aires” de Stipicic. El vivía en “Chorrillo Malo” que era de su hermano. Horacio Posadas fleteaba por los alrededores, aunque no bajaba a Gallegos; Sixto Boillos tuvo carretas con bueyes y también fleteaban los chilenos Juan Gómez y Gregorio Mansilla. Quien tenía tropa de carros o chatas se la pasaba bajando lana y acarreando leña y víveres para la zona del lago y el Cerrito. Cecilio Freile tenía el hotel Mitre y, además, dos carretas que manejaban Clorindo Ulloa y Francisco Baeza. El les encargaba que en Gallegos retiraran de “La Anónima” o “La Mercantil” veinte bolsas de azúcar de setenta kilos; cajones de fideos surtidos y bordalesas de vino (200 litros) para todo el año, además de yerba, harina y legumbres. El flete demoraba alrededor de quince días de ida y otros tantos de vuelta, si no rompían nada en el camino. En invierno la zona quedaba aislada, pero nadie se hacía mayor problema porque estaban provistos con todo lo que fuera víveres hasta la primavera. Entre Santa Cruz y San Julián A los diecisiete años Nicolás Cozzetti fue campañista y ovejero en la estancia “Monte León”, adonde amansaba y aprendió las tareas de campo. En 1916 volvió de la milicia, estuvo viviendo poco tiempo en Puerto Deseado hasta que se inició con los fletes. Consiguió una carreta y dos carros tirados por caballos, con los que viajaba a las estancias de la zona norte del río Santa Cruz, como “Laurita” y “La Blanca”, en la Pampa Alta. En la temporada de verano trabajaba con los carros, bajando lana y subiendo víveres y materiales. Cuando llegaba la época en que se terminaban los viajes, dejaba su caballada en campos de “La Luchita”, “Cien bis” y “Bi Aike”. Quedaba durante el invierno como ovejero en “La Luchita” hasta la temporada siguiente. Más adelante Nicolás adquirió “Mank Aike”.


Acerca De Las Fotos:

  • “Quico” García en una de sus chatas, Puerto Santa Cruz, 1922.
  • Las chatas de Núñez en calle Zapiola, Río Gallegos, 1915.
  • La tropa de chatas de Campos cargadas de postes y leña, sección “Laguna 4 Salada” de “Fuentes del Coyle”, 1915.
  • Otra imagen de “Quico” García y sus chatas en Santa Cruz.
  • Otra imagen de una de las chatas de Castro.
  •  Juan Emilio Ríquez.

Por: Pablo Beecher En La Opinión Austral
Los primeros transportes, específicamente en nuestra zona del Lago, cuya historia he desarrollado varias veces e incluso una Muestra hace años que debió ser permanente, las menciones a algunos de nuestros pioneros, Freile, el papá de el Nuno Mancilla, Díaz, Ulloa, Baeza, etc. Hay varios que no se nombran pero suele pasar, Cuadrado, Gutierrez, asimismo mi bisabuelo Almonacid o mi tío abuelo Zuñiga entre muchos.