Mostrando entradas con la etiqueta Patagonia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Patagonia. Mostrar todas las entradas

sábado, 18 de enero de 2025

Conquista del desierto: El triste final del cacique argentino Orkeke

El triste final del cacique Orkeke y el vergonzoso trato de sus restos

La voz del Chubut




Orkeke, en una foto tomada en su estadía en Buenos Aires, en 1883. A pesar de su impronta pacífica fue secuestrado y exhibido como un trofeo por los porteños

19 de julio de 1883. Aquella noche, como tantas otras de cruda Patagonia, el viento soplaba con fuerza y el frio helaba la piel, pero nada de eso impedía que los Tehuelches, liderados por Orkeke, bailaran una de sus danzas típicas. Al son de un tambor de cuero de guanaco y de un instrumento de viento elaborado con el fémur del mismo animal, los Ahoniken celebraban una prolífera jornada de caza. El viejo líder, que por su avanzada edad, ya no participaba de los bailes como otros años sino que prefería observarlos de pie junto a su toldo, sonreía y los alentaba. Orkeke, el cacique amigo de Buenos Aires, célebre por su generosidad y hospitalidad con los blancos, jamás pudo imaginarse lo que iba a suceder esa gélida noche. A unos 5 kilómetros de allí, en la joven localidad de Puerto Deseado, un grupo de soldados al mando del Coronel Lino Roa había partido hacia sus tolderías con la orden de detenerlo a él y a todos los miembros de su pequeña comunidad. Cuando la partida militar llegó a destino, de nada valieron los ruegos de Orkeke, ya nada podía hacerse. La orden de detención provenía del mismísimo Presidente de la Nación, Julio Argentino Roca.

Resignado, el viejo caudillo del sur se entregó sin resistirse. Él y otros 52 Tehuelches (17 hombres y 35 mujeres y niños) fueron despojados de todos sus bienes y trasladados a punta de bayoneta hasta Puerto Deseado. Luego, sin que mediara ninguna explicación, fueron embarcados rumbo a Buenos Aires en el Buque de Guerra “Villarino”, el mismo que tres años antes había transportado desde Inglaterra a Buenos Aires los restos del General José de San Martín. El Coronel Lorenzo Vintter, Gobernador de la Patagonia, informó ese mismo día al Gobierno Nacional.

A Vintter, sin embargo, no le resultaría fácil el trayecto hacia el norte. En Puerto Madryn, su primera escala hacia Buenos Aires, debió vérselas con un grupo de mujeres galesas que, enteradas de la detención de Orkeke, se dirigieron al Puerto para pedir su liberación. Ellas no olvidaban la ayuda desinteresada que el Cacique sureño había dado a los galeses cuando en 1865 se instalaron en las tierras fértiles de Chubut con el objetivo de fundar una colonia agrícola. Pero el ruego de las mujeres por Orkeke no dio resultado y Vintter siguió adelante con su plan de secuestro. El episodio, sin embargo, permanecería en su memoria como “uno de los más difíciles de su vida”, como escribiría años después al dejar testimonio de sus proezas militares.

En su informe, el propio Villegas, califica a los Tehuelches como “gente de índole mansa y dulce que por una fatalidad para ellos se encontraron presionados por (el Cacique Mapuche) Sayhueque, en el combate de Apeleg. Lo cierto es que Orkeke no participó de Apeleg, pese a lo cual fue detenido junto a toda su comunidad. Cuando las autoridades nacionales advirtieron el error era tarde: el Cacique ya estaba embarcado con destino a Buenos Aires, en un viaje largo, incómodo y sufrido para un grupo de personas que jamás habían subido a un buque y la única inmensidad que conocían era la extensa y árida llanura patagónica.

Algunos periódicos porteños, como la Prensa, repudiaron el traslado compulsivo de los indígenas patagónicos, acusando a los mandos menores por el secuestro, pero liberando de toda responsabilidad al Gobierno de Roca. En un artículo titulado “La Civilización Barbarizada”, publicado el 28 de julio el mismo día del arribo del Villarino al puerto, La Prensa señalaba que: “la prisión de esta tribu mansa y su remisión a Buenos Aires es el resultado de malas interpretaciones dadas a las órdenes del Ministerio. El Coronel Wintter y particularmente el Comandante Roa, han entendido mal las cosas, pues han aprisionado a una Tribu mansa. Podemos asegurar que el Gobierno ha recibido con disgusto la noticia de lo que ha pasado, lamentando el hecho. Falta ahora que ese disgusto se traduzca en algo practico que respalde la inequidad cometida con gentes infelices, que jamás han molestado a nadie y sí más bien beneficiado a los cristianos que han vivido entre ellos”.

El Tour de la Vergüenza

A esta altura puede decirse que, en vista a las circunstancias que rodearon este lamentable episodio, Orkeke y su gente tuvieron suerte. Conmocionados por el apresamiento de los indígenas en Puerto Deseado, los exploradores Moyano y Lista se dirigieron a Buenos Aires e intercedieron ante el Presidente Roca para solicitarle que revisara la decisión de encarcelar a Orkeke y su gente porque se trataba de una injusticia. Roca aceptó y comisionó al propio Lista para que, una vez arribado el Villarino al Puerto, comunicara al Líder Patagónico que no habían sido traídos a la Capital como prisioneros sino como amigos, que se los trataría bien y amistosamente, se los agasajaría con regalos, se les darían ropas y que pronto recuperarían todos sus bienes y regresarían a la Patagonia.

Al escuchar estas palabras, el júbilo se apoderó del rostro de los hasta ese momento abatidos Tehuelches. A orillas del Riachuelo el Cacique Orkeke cantó su alegría con voz grave y agradeció a los espíritus del bien por la posibilidad que le daban a él y a su gente de regresar a la tierra amada.

Pero Orkeke nunca pudo cumplir su sueño de volver. Los múltiples homenajes que le ofreció el Gobierno para reparar el error cometido, terminaron convirtiéndose en un destierro cruel y trágico para el Cacique. Fueron 44 días de agasajos, regalos y paseos, en los cuales los pobres Tehuelches fueron los protagonistas estelares de un show patético montado por el Gobierno y celebrado por la sociedad y por los medios de comunicación, todo rodeado en una atmósfera festiva, peyorativa y hasta burlona hacia los “seres inferiores” que habían sido traídos por equivocación a Buenos Aires.

Se trató, por cierto, de uno de los capítulos más vergonzosos y menos conocidos de la historia Argentina.

Desde el Villarino fueron trasladados en tren expreso hacia el Regimiento Primero de Caballería, en Retiro, donde fueron alojados. Como le habían prometido, los recibieron con ponchos, botas, mantas, víveres y diferentes vicio de entretenimiento. Unos días después, el 4 de agosto, comenzó el tour. Acompañado por Lista, el diplomático escudero y el Comandante Hort, Orkeke realizó un paseo en carruaje por el Barrio de Palermo. Más tarde fue recibido por Roca en su despacho. Durante la conversación que mantuvieron, el Presidente le preguntó si deseaba volver a la Patagonia. Orkeke respondió que sí entonces, Roca, le aseguró que muy pronto sería enviado de regreso con toda su gente, que le devolverían todos sus caballos y hasta recibiría regalos. Finalmente, el Presidente lo despidió obsequiándole 500 pesos. Luego Lista lo llevo a recorrer tiendas y mercerías, donde el Cacique compró ropas y otros objetos que luego regalaría a sus amigos que lo esperaban en Retiro. Orkeke se sentía satisfecho.

El 7 de agosto fue invitado al teatro de la alegría a ver la Obra Mefistoles. En esa oportunidad no fue solo sino acompañado por su esposa Add y 20 de los Tehuelches más representativos de su comunidad. Esa noche el público abarrotó la sala, más interesado en conocer a los famosos visitantes que por disfrutar la propuesta artística.

La gira de Orkeke continuó el 10 de agosto, cuando fue agasajado con un banquete en el Café París, con comensales del más alto nivel social. El 14 de agosto fue invitado por la Empresa Skating-Rink a una presentación de patín en la que su esposa Add fue la encargada de distribuir los regalos de un sorteo a beneficio.

Orkeke disfrutaba mucho de la generosidad de sus “amigos cristianos”, pero al mismo tiempo esperaba con ansiedad su retorno a la Patagonia, que tantas veces le habían prometido. Lamentablemente su sueño nunca se concretaría: el 3 de setiembre cayó enfermo preso de una aguda pulmonía, y fue internado en el Hospital Militar de Buenos Aires. Su esposa Add y su hijita de 10 años lo acompañaron durante los 9 días que duró su agonía. A esta altura de los acontecimientos, sus amigos porteños ya se habían olvidado de él. Moyano se preparaba para ser ungido Primer Gobernador del Territorio de Santa Cruz; Lista organizaba una nueva exploración en las tierras del sur; y el Presidente Roca encaraba la etapa final de su campaña militar.

Orkeke murió el 12 de setiembre, a las 10 de la mañana, olvidado en una fría habitación de hospital. Solo lo acompañaban su esposa, su hija, y tres integrantes de la comunidad, entre ellos Cochengan, quien luego sería proclamado su sucesor en el Cacicazgo. Por una orden oficial los médicos se hicieron cargo del cadáver para disecarlo con fines científicos. Una crónica de La Nación, del 20 de setiembre, describe los sucesos con dramática sencillez: “después de haber sido descarnado en el Hospital Militar, colocaron le los di versos fragmentos del cuerpo en un gran tacho de agua y cal, para hacer desaparecer la pequeña cantidad de carne que había quedado adherida a los huesos. Terminada que sea la disección del cuerpo del Cacique, se procederá a armar el esqueleto. Ha llamado la atención de los encargados en disecar el cuerpo de Orkeke la enormidad del cráneo y el espesor del hueso frontal. Las canillas y los brazos son de dimensiones poco comunes. El esqueleto de Orkeke será conservado por ahora en el Hospital Militar”.

En lugar de volver a la Patagonia sus restos permanecieron durante muchísimos años en el sótano del museo de Ciencias Naturales de La Plata junto al de otros Caciques. Recién en 2007, 124 años después de su muerte, los restos de Orkeke regresaron a su tierra y fueron enterrados en la Localidad de José de San Martín, Provincia de Chubut.

Párrafos extraídos del Libro “Argentina Indígena” – Andrés Bonatti y Javier Valdez

viernes, 17 de enero de 2025

Patagonia: El pueblo abandonado de Cajón de Ginebra Grande

El pueblo fantasma




Es increíble, original ¡fantástico! la cantidad de localidades con nombres llamativos que existen en nuestro país. El primero que me asiste es “Venado Tuerto”, en Santa Fe, fácil de suponer el porqué. Es simpático “Salsipuedes”, en Córdoba, pero me parece que el que lleva la delantera es “Cajón de Ginebra Grande” … ¡sí, sí aunque no lo crea! Doy las razones porque, sinceramente, hasta que por curiosidad casualmente encontré la histria, ni idea tenía de su existencia.
“Cajón de Ginebra Grande” es una localidad  del departamento Paso de Indios, Provincia del Chubut. Se encuentra sobre la Ruta Nacional 25 a unos 7 km al oeste, de su casi homónima “Cajón de Ginebra Chico”. El paisaje se distingue por el  cordón montañoso y un  manantial  del departamento “Languiñeo”.



Según la historia, entre los años 1880 y 1890, eran comunes los viajes entre los valles 16 de Octubre y el inferior del río Chubut. En uno de esos trayectos, con carros cargados para las viviendas que se estaban levantando en el valle de los Andes, cayó un cajón de ginebra. Con los años, si algo ocurría cerca de allí, se decía que había pasado más acá o más allá del “cajón de ginebra”. Un tiempo después ocurrió otro hecho similar: otro cajón de ginebra, más grande, fue a dar al suelo. Así los parajes pasaron a denominarse, el primero, “Cajón de Ginebra Chico”, y el otro “Cajón de Ginebra Grande”. 



La abundante colonia galesa de la región llamaba a la zona “Bocs Gin”, que traducido a nuestro idioma es “Ginebra triste”. En enero de 1897, “Francisco Pietrobelli”, en su recorrido por el territorio del Chubut pasó por este lugar. 11 años después, en 1908, se estableció en la localidad un Almacén de Ramos Generales llamado "Los Mellizos" y, 14 años más tarde, se inauguró la Escuela Nacional N° 64, a la que llegaron asistir unos 20 alumnos de la zona.
Con el paso del tiempo, “Cajón de Ginebra Grande” se fue despoblando y actualmente está casi totalmente deshabitado. Se mantienen las calles y algunas construcciones abandonadas. Es lo que habitualmente llamamos un pueblo fantasma.


domingo, 12 de enero de 2025

Julio Argentino Roca, padre fundador de la Argentina Moderna

Roca y la Argentina moderna

Julio Argentino Roca

El 19 de octubre próximo se cumplirán 110 años del fallecimiento del general Julio Argentino Roca. Aquella Argentina de 1843 era bien distinta a la que dejó en 1914. El epopéyico protagonismo del estadista y militar tucumano había permitido construir una nación moderna en un desierto en solo una generación.

En años más recientes, el escritor anarquista Osvaldo Bayer lanzó una campaña facciosa y difamatoria del dos veces presidente de la República. Su despiadada crítica al rol que le cupo en la ocupación del espacio territorial argentino soslaya los méritos respecto de la ley 1420 de enseñanza primaria obligatoria y gratuita de quien fuera también el fundador de las primeras escuelas industriales, el que hizo llegar el ferrocarril a San Juan o a la quebrada de Humahuaca e iniciado las obras para llegar tanto a La Paz, Bolivia, como a Neuquén. Omite también que se trata del presidente que evitó la guerra con Chile por cuestiones limítrofes, generó los derechos argentinos en la Antártida con la base en las Islas Orcadas, proyectó el Código del Trabajo y creó las primeras cajas de jubilaciones. Nos referimos también al presidente cuyo canciller, Luis María Drago, fijó un hito en la historia diplomática argentina con la doctrina que lleva su nombre, estableciendo que las deudas de un país no podían ser reclamadas por la fuerza militar. Fue quien hizo construir la primera flota de mar de nuestra marina de guerra y modernizó al ejército con la Escuela de Guerra y el servicio militar. El mismo presidente que inició las obras del puerto de Buenos Aires y nombró primer intendente a Torcuato de Alvear, responsable de la transformación urbana de la Ciudad de Buenos Aires.

El general Roca no decapitó a ningún indio como con ligereza y llamativo desconocimiento afirmó el papa Francisco. De hecho, en los combates en los que triunfó terminó con los degollamientos, que eran práctica común en esas guerras civiles fratricidas. Episodios aislados de violencia de alguna fracción de sus columnas fueron inevitables como en cualquier acción de guerra.

La Campaña del Desierto fue liderada por el general RocaTwitter

Roca planeó y ejecutó la operación militar para que la jurisdicción del Estado nacional llegara a sus límites territoriales, abriendo la posibilidad de transitar con seguridad. Pocos recuerdan que hasta 1880 la ruta nacional 8, desde Pergamino a Villa Mercedes, era intransitable por los peligros de malones; o que recién con la inauguración del ferrocarril Rosario-Córdoba, en 1870, se pudo viajar sin riesgos entre ambas ciudades.

Ya el virrey Vértiz había planeado llevar la frontera hasta el río Negro, algo que por falta de recursos y escasa población era poco viable. En la Patagonia, más precisamente en Neuquén, intentos de instalar misiones jesuíticas en los siglos XVII y XVIII concluyeron con el incendio de las capillas y el asesinato de sacerdotes como el padre Nicolás Mascardi.

La guerra de la independencia trajo la violencia indígena desde Chile a nuestras Pampas por la alianza de oficiales españoles con tribus araucanas. Al grito de ¡Viva Fernando VII! pueblos como Pergamino, Salto y Rojas fueron asaltados en 1820. Las disputas entre tribus trasandinas y las que estaban asentadas de este lado de la cordillera tuvieron a los tehuelches como principales víctimas.

El general Roca no decapitó a ningún indio como con ligereza y llamativo desconocimiento afirmó el papa Francisco

Terminar con los ataques a las poblaciones y permitir el transporte de personas y mercaderías era una necesidad impostergable, tanto como evitar que las tierras al sur del río Colorado fueron ocupadas por potencias extranjeras cuando en Europa se repartían el mundo, sin olvidar las pretensiones de Chile.

En 1867, durante la presidencia de Bartolomé Mitre, el Congreso aprobó por ley 215 avanzar la frontera hasta el río Negro. La guerra de Entre Ríos –desatada por el asesinato del general Justo José de Urquiza– obligaría a desviar tropas y a afrontar los gastos por ese conflicto.

En 1872, en la batalla de San Carlos, localidad cercana a la ciudad de Bolívar, se enfrentaron dos mil soldados –la mitad eran indios– contra cinco mil lanzas de Calfucurá, quien termina derrotado. Poco antes, este cacique había llegado con sus malones a doscientos kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.

En algunas de esas incursiones hubo saqueos como el del llamado Malón Grande, ya dirigido por Namuncurá; unas 200 mil cabezas de ganado fueron arreadas para su comercialización en Chile. Se llevaran también cautivos y cautivas para el servicio en las tolderías o la venta.

En el gobierno de Nicolás Avellaneda, el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, estableció un plan de avance paulatino, reforzando la frontera con más fortines y cavándose una zanja a lo ancho de la provincia de Buenos Aires conocida por su nombre, precisamente para dificultar los movimientos de ganado por parte de los malones, y respondiendo al pedido de colonos que poblarían las cercanías de la línea.

Al fallecimiento de Alsina, ocurrido en 1878, asumió el ministerio el general Roca quien propuso una campaña a lo largo de toda la frontera que iba desde el Atlántico hasta los Andes, llegando hasta el río Negro. El Congreso aprobó este plan y su financiación mediante la venta de hasta cuatro millones de hectáreas de las tierras a ganar con el avance.

Pocos recuerdan que hasta 1880 la ruta nacional 8, desde Pergamino a Villa Mercedes, era intransitable por los peligros de malones

Cabe destacar que, de los cinco mil hombres que integraban las distintas columnas, alrededor de mil eran soldados indígenas. Las bajas contabilizaron 1240 indios, una tercera parte de los muertos en la campaña de Rosas en 1833. La frontera no constituía una barrera infranqueable, como evidenciaron las guerras civiles en las que tribus indígenas participaban en ambos bandos y ofrecían refugio a los vencidos, tal el caso de los oficiales unitarios Manuel Baigorria y los hermanos Saá.

La columna con la que Roca marchó desde Azul, pueblo que era punta de rieles en el sur, hasta el río Negro, iba acompañada con científicos y sacerdotes. Esta obra de evangelización se consolidará en la primera presidencia del general Roca con la instalación de la orden salesiana en aquellos territorios, con Ceferino Namuncurá como uno de los primeros alumnos.

Manuel Namuncurá, su padre, recibió ocho leguas. No fue el único. Los Ancalao, tribu de origen Boroga a la que se enfrentó Calfucurá al poco tiempo de ingresar a la provincia de Buenos Aires proveniente de Chile, colaboraron con el gobierno nacional en la defensa de Bahía Blanca y recibieron en Norquinco 114 mil hectáreas. Para Nahuelquin, quien ayudó al perito Moreno en la demarcación de los límites con Chile en Cuyame, fueron 125 mil hectáreas. La política de conceder tierras a caciques para que se integraran a la sociedad benefició a Coliqueo con Los Toldos y a otros que se asentaron en Azul y en 25 de Mayo. Evitar los guetos contribuiría con el tiempo a conformar el pueblo de la nación integrando a todos, indios, criollos e inmigrantes.

Personas de distintas filiaciones intelectuales y políticas, como Arturo Frondizi, Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y Oscar Alende, reconocieron la obra de Roca, que en su primera presidencia abarcó la totalidad del sur argentino hasta las islas cercanas a Tierra del Fuego y que emprenderá la ocupación del Chaco, inmensos territorios que hasta entonces solo habían sido nominalmente argentinos, procediéndose a su organización institucional con la ley de territorios nacionales promulgada en su primera presidencia. La paz, el orden y la libertad fueron para Roca piezas clave que, acompañadas de un intenso activismo legislativo digno de ser imitado, condujeron al afianzamiento soberano del territorio de la República y a su integración mediante una amplia infraestructura, todo lo cual promovió la llegada de inmigrantes e inversiones extranjeras.

El presente nos demanda reeditar muchos de aquellos logros. El legado de Roca conserva hoy gran parte de su vigencia.



sábado, 4 de enero de 2025

Patagonia: Inmigrante galés toma mate con su mujer aonikenk e hijo

Un migrante galés y su esposa e hijo aonikenk en la provincia argentina de Chubut, 1890. En Argentina, el cruzamiento de pueblos y no su segregación fue la norma. Los pueblos previos a la llegada del europeo se mezclaron con los europeos en un ADN nuevo. Por eso hay muy pocos negros, aborígenes o europeos puros.


domingo, 29 de diciembre de 2024

Argentina: Historia de la defensa argentina hasta la conquista del desierto

Defensa argentina: De la Independencia a la Campaña del Desierto


A lo largo de la historia argentina, la planificación y ejecución de la defensa nacional ha sufrido por no ser abordada como una política de Estado que trascienda las ideologías y gobiernos de turno. Este análisis, en tres entregas, examina los aciertos, errores y desafíos pendientes en la evolución de la defensa argentina. En esta primera parte: desde la Independencia hasta la Campaña del Desierto.


Por José Javier Díaz || DEF



Política, diplomacia y guerra

En 1811, Paraguay declaró su independencia y estableció cuáles serían sus fronteras. Sin embargo, estas aspiraciones territoriales entraban en conflicto con las reivindicaciones fronterizas de Brasil, lo que inició un largo período de tensiones entre ambos países y, eventualmente, afectó a Argentina.

Con el tiempo, Paraguay también tuvo fricciones comerciales con el gobierno argentino, lo que provocó una alianza tácita entre Argentina y Brasil, ambos interesados en proteger sus respectivos intereses territoriales y comerciales. Además, Paraguay enfrentaba problemas con Uruguay, ya que encontraba dificultades para comerciar en la margen oriental del Río de la Plata. A fines de 1864, Paraguay envió tropas a Uruguay para apoyar al Partido Blanco, que luchaba contra el Partido Colorado, respaldado por Brasil.

Paraguay solicitó permiso al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar la Mesopotamia argentina con sus tropas en camino a Uruguay. La autorización fue denegada, pero en abril de 1865, las fuerzas paraguayas ingresaron a Argentina y ocuparon la ciudad de Corrientes, lo que obligó a Argentina a entrar en guerra junto a Brasil y Uruguay contra Paraguay, en lo que se conocería como la Guerra de la Triple Alianza.

Este cruento conflicto finalizó en 1870 con la rendición paraguaya, causando enormes pérdidas territoriales y una catástrofe demográfica para Asunción, con la muerte de casi la mitad de su población y alrededor del 90% de los hombres.

La ocupación de Corrientes por las fuerzas paraguayas podría haberse evitado si Argentina hubiera contado con Fuerzas Armadas mejor equipadas y estratégicamente desplegadas.

Fuerzas Armadas y soberanía en la Patagonia

Después de la independencia de Argentina y Chile, ambos países comenzaron un período de tensiones crecientes en torno a sus reclamos territoriales sobre la Patagonia austral. Estas tensiones se complicaban debido a la geografía de la Cordillera de los Andes, que dificultaba la demarcación precisa de los límites, y por la presencia de tribus mapuches, originarias del lado chileno de los Andes, que atacaban con frecuencia los poblados argentinos.

Los mapuches comenzaron a ganar terreno en la Patagonia y en el sur de la Pampa húmeda, donde desplazaron o exterminaron a las tribus locales, lo que aumentaba la influencia chilena en la región. Según historiadores, el botín obtenido en los ataques mapuches —principalmente ganado robado— se trasladaba a Chile y se vendía con el consentimiento de las autoridades chilenas.

Argentina, sumida en luchas internas durante casi medio siglo, no había logrado consolidar su soberanía sobre la Patagonia. A inicios de la década de 1870, las relaciones entre Argentina y Chile se deterioraron aún más, con ambos países reafirmando sus reivindicaciones territoriales. En 1872, las autoridades chilenas interfirieron en las actividades comerciales argentinas en Santa Cruz, lo que llevó al gobierno argentino a desplegar una guarnición militar en la región y explorar el territorio.



La tensión aumentó cuando, en 1876, Chile envió la corbeta Magallanes al puerto de Santa Cruz para capturar un barco francés autorizado por Argentina a extraer guano. En respuesta, el gobierno argentino envió una flota liderada por el Comodoro Luis Py a la Patagonia en 1878, con la misión de reafirmar la soberanía argentina sobre el sur.

Ante estas tensiones, el presidente Nicolás Avellaneda declaró al Congreso que, en legítima defensa, había ordenado estacionar buques de guerra en el río Santa Cruz y fortificar la zona con cañones y guarniciones. Sin embargo, en caso de enfrentamiento, las Fuerzas Armadas argentinas no habrían estado en condiciones de superar a la Escuadra chilena, que enfrentaba a su vez conflictos con Bolivia y Perú en el norte.

La Campaña del Desierto y la afirmación de la soberanía

En este contexto, y viendo amenazada la integridad territorial de la nación, el entonces Ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino Roca, propuso al presidente Avellaneda llevar a cabo una campaña militar conocida como la Conquista del Desierto. Su objetivo estratégico era que las tropas del Ejército Argentino avanzaran hacia el sur, ocupando las tierras patagónicas y reafirmando la soberanía nacional en una zona que hasta entonces estaba bajo dominio mapuche.

El gobierno argentino apoyó estas operaciones del ejército con la creación de subdelegaciones de la Marina de Guerra en Carmen de Patagones, Puerto Deseado, Río Gallegos, Isla de los Estados y Ushuaia, lo que facilitó el asentamiento de las primeras poblaciones argentinas en esas localidades y contribuyó al fortalecimiento de la soberanía nacional.

Simultáneamente, se comenzó a incorporar armamento moderno para el Ejército Argentino y nuevos buques para la Marina, lo que posicionó a la Flota de Mar entre las más poderosas del mundo. Estos desarrollos permitieron a Argentina llegar a una solución diplomática con Chile, que culminó en la firma del Tratado de Límites de 1881, garantizando la soberanía argentina en la Patagonia.

En 1884, la Marina argentina, bajo el mando del Comodoro Augusto Lasserre, desplegó una división de seis buques hacia Tierra del Fuego y la Isla de los Estados. Durante esta operación, Lasserre se encontró con una misión británica en Ushuaia. Tras conversaciones, el 12 de octubre se izó la bandera argentina, reafirmando la soberanía nacional en el extremo sur.



Conclusión

La capacidad de Argentina para defender su soberanía en el sur dependió en gran medida del fortalecimiento de sus Fuerzas Armadas. El desarrollo de una Marina de Guerra moderna y una diplomacia respaldada por la fuerza militar permitió asegurar la soberanía en la Patagonia y Tierra del Fuego. La Campaña del Desierto, aunque controvertida, fue fundamental para consolidar el control argentino sobre vastas extensiones del sur, evitando conflictos territoriales con Chile y asentando las bases de la defensa nacional en el siglo XIX.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Pueblos originarios: Los grandiosos Aonikenk

Los Aonikenk: Guardianes de la Patagonia







Gente del Cacique Mulato, abajo a la derecha y con vincha blanca esta Kachorro o Chaleco.



En las vastas y austeras tierras de la Patagonia, una región conocida por sus imponentes paisajes y climas extremos, vivieron los Aonikenk, también conocidos como los Tehuelches meridionales. Este grupo indígena, cuyos orígenes se remontan a tiempos inmemoriales, desarrolló una cultura y un modo de vida estrechamente entrelazados con la naturaleza salvaje que les rodeaba.

El Territorio de los Aonikenk

Los Aonikenk habitaron una extensa área que se extendía desde el río Santa Cruz, en la actual Argentina, hasta el estrecho de Magallanes, en Chile. Este vasto territorio incluía estepas, montañas y zonas costeras, cada una con sus propios desafíos y recursos. A pesar de la dureza del clima y el terreno, los Aonikenk demostraron una notable capacidad de adaptación, moviéndose estacionalmente para aprovechar al máximo lo que cada región podía ofrecer.

La Vida Nómada

La vida de los Aonikenk era un constante movimiento. En los cálidos meses de verano, ascendían a las mesetas altas y montañas, donde cazaban guanacos, su principal fuente de alimento y materia prima. Los guanacos no solo proporcionaban carne, sino también pieles para vestimenta y refugios. El ñandú, otro animal esencial, les daba plumas y huevos, y su caza se realizaba con boleadoras, una herramienta ingeniosa que simboliza la destreza y conocimiento de estos pueblos.

Durante el invierno, cuando los vientos patagónicos azotaban con más fuerza y las temperaturas caían, los Aonikenk descendían a los valles y las zonas costeras. Aquí encontraban refugio y aprovechaban los recursos del mar, pescando y recolectando mariscos, lo cual complementaba su dieta y aseguraba su supervivencia en los meses más duros.

La Organización Social y Familiar

La familia era el pilar fundamental de la sociedad Aonikenk. Las unidades familiares extendidas se unían en bandas más grandes para cazar y recolectar, formando una red social que garantizaba el bienestar de todos sus miembros. Los roles dentro de estas bandas estaban claramente definidos: los hombres se dedicaban a la caza y la protección del grupo, mientras que las mujeres se encargaban de la recolección de plantas, la preparación de alimentos y el cuidado de los niños. Los más jóvenes participaban en las tareas cotidianas, aprendiendo desde temprana edad las habilidades necesarias para la vida adulta.

Los Aonikenk vivían en toldos, estructuras portátiles hechas de pieles de guanaco y armazones de madera. Estos refugios eran ideales para su vida nómada, permitiéndoles desmontarlos y transportarlos fácilmente en sus desplazamientos. A pesar de la simplicidad aparente de sus viviendas, estos toldos eran eficientes para protegerse del clima extremo de la región.

Rituales y Creencias

La espiritualidad y las creencias de los Aonikenk estaban profundamente arraigadas en su entorno natural. Los animales, las montañas y los elementos eran vistos como entidades espirituales, y su mitología reflejaba esta conexión íntima con la naturaleza. Realizaban ceremonias para honrar a los espíritus de los animales cazados, para marcar el paso de la niñez a la adultez y para celebrar los ciclos naturales de su entorno.

 

Introducción

Los Aonikenk, también conocidos como Tehuelches meridionales, fueron un grupo indígena que habitó la región de la Patagonia, específicamente en las zonas de la actual Argentina y Chile. Su cultura, tradiciones y modo de vida estaban íntimamente ligados a la geografía y recursos de la región.

Características Generales

  1. Nombre y Tribus:

    • Nombre: Aonikenk, también llamados Tehuelches meridionales.
    • Subgrupos: No existía una estructura tribal estricta como en otras culturas indígenas, pero se organizaban en bandas o grupos familiares.
  2. Ubicación Aproximada:

    • Territorio: Los Aonikenk ocupaban principalmente la región sur de la Patagonia, desde el río Santa Cruz en Argentina hasta el estrecho de Magallanes. También se extendían hacia el oeste, en la parte sur de Chile.
    • Áreas Clave: Habitaban tanto en las estepas patagónicas como en las regiones montañosas y costeras, adaptándose a los diferentes ecosistemas de la región.

Vida Nómada y Recorridos Anuales

  1. Recorridos Estacionales:

    • Los Aonikenk eran nómadas, moviéndose a lo largo del año en función de la disponibilidad de recursos.
    • Verano: Durante los meses más cálidos, se desplazaban hacia las montañas y mesetas altas, donde cazaban guanacos y recolectaban plantas silvestres.
    • Invierno: En los meses fríos, bajaban hacia las zonas más bajas y protegidas, como valles y áreas costeras, donde las temperaturas eran más moderadas y podían encontrar refugio y recursos alimentarios.
  2. Caza y Recolección:

    • Caza: Principalmente guanacos y ñandúes, utilizando boleadoras y arcos con flechas.
    • Recolección: Frutos silvestres, raíces y plantas medicinales. También pescaban y recolectaban mariscos en las zonas costeras.


Vida Familiar y Organización Social

  1. Estructura Familiar:

    • La unidad básica de la sociedad Aonikenk era el grupo familiar extendido, que incluía a padres, hijos y otros parientes cercanos.
    • Las familias se agrupaban en bandas más grandes para facilitar la caza y la recolección.
  2. Roles y Divisiones de Tareas:

    • Hombres: Principalmente responsables de la caza y la protección del grupo.
    • Mujeres: Encargadas de la recolección de plantas, la preparación de alimentos y el cuidado de los niños.
    • Niños: Participaban en las actividades familiares y aprendían las habilidades necesarias para la vida adulta.
  3. Viviendas:

    • Utilizaban toldos, estructuras hechas con pieles de guanaco y armazones de madera, que podían desmontarse y transportarse fácilmente en sus desplazamientos.
  4. Rituales y Costumbres:

    • Practicaban ceremonias y rituales relacionados con la caza, el paso a la adultez y eventos naturales importantes.
    • La mitología y las creencias espirituales estaban ligadas a la naturaleza y los animales que les rodeaban.

 

De Izquierda a Derecha; Puro, Cacique Mulato y Canario
Edie Daniel Duré Muy buena la foto y mucho mejor al mencionar a los que posan.

 

Conclusión

La historia de los Aonikenk es un testimonio de la resiliencia y la capacidad de adaptación humana. Enfrentando uno de los entornos más inhóspitos del planeta, desarrollaron una cultura que no solo sobrevivió, sino que prosperó en armonía con la naturaleza. Hoy, su legado perdura como un recordatorio de la profunda conexión entre los seres humanos y su entorno, y de la increíble habilidad de las culturas indígenas para vivir en equilibrio con la tierra. Los Aonikenk, guardianes de la Patagonia, nos enseñan sobre la importancia de respetar y entender el mundo natural que nos sustenta.




lunes, 2 de diciembre de 2024

Arqueología: Restos de poblaciones aonikenks en Río Negro

Un asombroso hallazgo milenario en la meseta Somuncurá da pistas sobre los antiguos pobladores de la Patagonia

La voz del Chubut





En el sitio Curapil, arquéologos encontraron grabados sobre piedra. Crédito Emiliano Mange

Científicos de instituciones públicas revelaron los secretos del sitio Curapil, que guarda uno de los pocos conjuntos de grabados sobre piedra. Se encuentra en la meseta de Somuncurá, un territorio de 25 mil kilómetros cuadrados emplazado entre Río Negro y Chubut. El inusual hallazgo revela asombrosos datos sobre las poblaciones que habitaron la región hace miles de años.

El hallazgo estuvo a cargo de un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Centro, la Universidad Nacional de la Plata y del CONICET. Analizaron los motivos de los grabados, y sus contextos, para evaluar la movilidad humana que había en el territorio. Sus conclusiones fueron publicadas recientemente en la revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología.

“A este sitio llegamos durante una recorrida por la zona. Entramos a un puesto donde nos comentaron sobre las piezas que tenían en el interior de su campo”, recordó el investigador Luciano Prates.

El área se encuentra emplazada en una zona próxima a un manantial, entre las localidades rionegrinas de Ramos Mexía y Sierra Colorada.

Las primeras expediciones de campo se realizaron en 2011, pero no fue sino hasta 2018 que se pudo completar el registro de arte rupestre. Los científicos lograron identificar 92 imágenes grabadas sobre piedra volcánica, las cuales se encuentran agrupadas en seis sectores, diseminados en un radio de 100 metros.



Se identificaron 92 imágenes grabadas sobre piedra volcánica en Curapil. Crédito Natalia Carden

“Encontramos centenares de grabados. Se trata de un tipo de arte distinto al de las pinturas rupestres. En este caso, las figuras se encuentran percutidas en un morro, al lado de una vertiente de agua”, amplió Prates.

Según se menciona en el artículo científico, los surcos que constituyen estas imágenes varían entre los 0,5 y 2 centímetros de espesor. Además, para su estudio se los clasificó de acuerdo “con su forma geométrica y su semejanza con referentes del mundo real”.

Qué diferencia hay entre grabados y pinturas rupestres

A diferencia de las pinturas rupestres, que son realizadas mediante pigmentos que pueden fecharse, es difícil determinar la edad de los grabados. Al no tener elementos orgánicos y estar compuestos solo de roca, los métodos de fechado actuales son obsoletos para este tipo de arte.

“En las pinturas se pueden realizar análisis físicoquímicos de la composición, pero con los grabados no tenemos esa posibilidad. Aunque los motivos de Curapil se encuentran cubiertos de líquenes, y se podría realizar una liquenometría, su alcance temporal es muy corto. Esta técnica solo sirve para objetos históricos de unos pocos cientos de años”, explicó Natalia Carden, doctora en Ciencias Naturales. Sin embargo, a partir de inferencias por otros grabados hallados en Patagonia Norte, se estimó que los motivos de Curapil tendrían entre dos mil y tres mil años de antigüedad.

Tampoco resulta comprensible para los investigadores conocer el significado de las imágenes representadas por las sociedades de aquel momento. El estudio sólo puede circunscribirse a un pormenorizado análisis de los motivos y su comparación con otras áreas arqueológicas.

“No hay información sobre qué pueden significar. Pero hemos podido identificar figuras humanas y animales. En Curapil es muy común ver pisadas de ñandú o puma”, aseveró Carden. En general, predominan las líneas curvas, las pisadas de aves y las circunferencias.

A simple vista, los investigadores determinaron algunas similitudes con motivos de otros sitios distantes a unos 100 kilómetros. Pero se destacan particularidades que darían a entender que no se trataría de los mismos grupos humanos o del mismo tiempo de elaboración.

Qué se sabe de la movilidad de estas poblaciones

Uno de los objetivos de la publicación científica fue desentrañar el movimiento de los grupos entre el piedemonte —zona al pie de la meseta— y el sector alto de Somuncurá. Aunque se cree que las poblaciones ascendían a la altiplanicie para la caza, los vínculos con otros sitios —emplazados en la porción oriental de la meseta— “no son marcados”.

Una de las preguntas que se hicieron es sí esos grupos de cazadores habrían subido a la meseta de Somuncurá, un lugar muy propicio para la caza de guanaco durante el verano. Para comprobarlo pensaron que tenían que encontrar motivos semejantes con otros sitios. Encontraron algunos, pero cuando empezaron a complejizar el análisis, vieron que no eran exactamente los mismos. “Observamos diferencias”, precisó Carden.

Luego, hipotetizó: “Quizás haya habido diferencias entre la gente que habitaba entre el este y el oeste de la meseta, y que hayan expresado en esos motivos aspectos de su identidad mediante esas diferencias”



Uno de los grabados tiene un renacuajo como motivo. Crédito Natalia Carden

Para afianzar la teoría, los investigadores se encuentran trabajando actualmente en áreas del lado oeste de Somuncurá, cerca de las localidades de Prahuaniyeu y El Caín.

Se cree que los lugares como Curapil habrían constituido “puntos de cabecera y terminales de las travesías» debido a la disponibilidad de fuentes de agua, un recurso escaso en la árida planicie. Además, eran sitios estratégicos para cazar guanacos.

Qué particularidad tienen los grabados

A diferencia de las pinturas rupestres, el hallazgo de grabados sobre rocas no suele resultar tan habitual para los científicos. Esto podría deberse a factores de conservación y a la antigüedad de este tipo de arte.

“Los grabados no son tan comunes como las pinturas. Las pinturas, con patrones rectilíneos y colores rojos, son más abundantes y se supone que pertenecen a edades más tardías de la sociedad. Es decir, pensamos que los grabados estarían mostrando un estadío anterior de los cazadores-recolectores”, especificó Carden.

 

Por Daniel Quilodrán para Diario Río Negro

domingo, 27 de octubre de 2024

Patagonia: Las maravillosas aventuras de Mr. Musters

El inglés Musters y los tehuelches


Por Héctor Pérez Morando || Diario Río Negro




Vida muy singular y poco conocida la de George Chaworth Musters. Como para el libro. Inglés de sangre pero nacido en Nápoles, casualmente, «en transcurso de un viaje de sus padres» (13/2/1841). De familia acomodada y huérfano desde pequeño, tal vez los tíos marinos tuvieron que ver en su vida marina -desde los 13 años- y el «Algiers», la escuela. Recibió medallas por su actuación en Crimea. Escritos de Falkner, Darwin, Guinard, Fitz Roy, Viedma, De Angelis y otros fueron los antecedentes documentales para su formidable travesía patagónica que se inició en Punta Arenas, pasando por Gallegos, isla Pavón y finalizó en Carmen de Patagones (abril de 1869-26/5/1870) ¿Cuál fue el motivo principal del viaje? Varias hipótesis se han emitido y hasta la de «una misión especial del almirantazgo británico para el reconocimiento del interior de la Patagonia» (Balmaceda, Rey 1976). ¿Espía? Tenía permiso de la Marina inglesa. Percibía una renta.

Cualquiera fuera el motivo, la realidad es que dejó un incomparable aporte toponímico y etnográfico principalmente, como nunca había ocurrido hasta poco después de la mitad del siglo pasado, y hasta un «vocabulario parcial de la lengua tsoneca» que incluyó en su libro «At home with the Patagonians. A year»s wanderings over untrodden ground from the straits of Magellan to the Río Negro», editado en Londres en 1871 y traducido al castellano en 1911 como «Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas desde el estrecho de Magallanes hasta el Río Negro». «El mapa de Musters es la primera información cartográfica directa del interior de la Patagonia». (Rey Balmaceda, ídem). Es llamativa la adaptación, el mimetismo que logró entre los tehuelches y sus formas de vida. Dio un «paseo» de 2.750 kilómetros y un año de duración, con los consiguientes peligros, y tuvo que afrontar y participar de la vida tehuelche: vestir quillango, usar boleadoras, andar a caballo, alimentarse con carne de guanaco, de avestruz (y huevos), de yegua y raíces. Debió habitar en toldos, dormir a la intemperie, hacer trenzados de cuero y -lo más importante- anotar los acontecimientos de la gran aventura, con mucha precisión y útiles detalles sobre flora, fauna, topografía y costumbres de los tehuelches. Es largo de detallar. Llegó a afirmar que «no merecen seguramente los epítetos de salvajes feroces, salteadores del desierto, etc. Son hijos de la naturaleza, bondadosos, de buen carácter». Y en cuanto a las creencias, «la religión de los tehuelches se distingue de la de los pampas y araucanos porque no hay en ella el más mínimo vestigio de adoración al sol, aunque se saluda la luna nueva con un ademán respetuoso… creen en un espíritu bueno y grande… no tienen ídolos ni objetos de adoración…».

Según parece, dominaba bien el castellano y una partida de soldados en busca de prófugos de Punta Arenas facilitó el primer tramo de su viaje desde allí hasta la isla Pavón, desembocadura del río Santa Cruz, donde por entonces tenía sus dominios Luis Piedra Buena, a quien no pudo entrevistar por haber viajado poco antes. Llevaba una carta de presentación de Jorge M. Dean, de Malvinas, donde había estado. Carbón y oro son existencias de las que se fue informando. Se encontró con Sam Slick, hijo del cacique Casimiro. Hablaron en inglés. A partir de Pavón se iniciaría la parte más destacada de la aventura de Musters, acompañado por la parcialidad aóni-ken que hablaba el aóni-aish, «lengua que sería entonces la aprendida por Musters». Y desde allí, estuvo acompañado nada menos que por los célebres caciques Casimiro y Orkeke, de quienes llegó a ser muy amigo. ¿Qué método empleó el viajero inglés para llegar a ser admitido en los toldos andantes tehuelches y merecer gran respeto y confianza?

 

Lo describe a Orkeke: «Había cumplido ya sus 60 años; y, cuando saltaba sobre su caballo en pelo o dirigía la caza, desplegaba una agilidad y una resistencia iguales a la de cualquier otro más joven… abundante cabello negro… ojos brillantes e inteligentes… era particularmente limpio en sus ropas y aseado en sus costumbres… desde el momento que fui huésped de él, su conducta para conmigo fue irreprochable». Y de Casimiro: «Cuando no estaba ebrio, este hombre era vivo e inteligente, astuto y político. Sus extensas vinculaciones con todos los jefes, inclusive Reuque y Callfucurá (sic), le daban mucha influencia. Era también obrero diestro en varias artes indígenas, como la de hacer monturas, pipas, espuelas, lazos y otras prendas. Era muy corpulento, de seis pies cabales de estatura». (Musters, G. Ch., Vida, 1964).



Luego de isla Pavón, los tehuelches -más de doscientos entre hombres, mujeres y niños- y el viajero inglés se dirigieron a la precordillera. Llegaron al paraje Yaiken-Kaimak. Una escena de caza: vio un guanaco y «lo boleé con una boleadora para avestruz» y en ese lugar surgió «una inquietud general»: estar preparados «para el caso de que encontráramos a los tehuelches del norte en guerra con los araucanos o manzaneros». Todos se daban un baño diario en los cursos de agua. Llevaba una brújula -que le regaló a Foyel- y anzuelos para pesca que usó. Los tehuelches no comían pescado. Llegaron los tehuelches del norte -comandados por Hinchel- y se produjo un gran parlamento. «Casimiro había tratado de inducirme a que hiciera de capitanejo… por nuestra parte se desplegó orgullosamente la bandera de Buenos Aires, mientras los del norte hacían flamear una tela blanca». (Musters, ídem).

«Después de varias arengas, dichas por Hinchel y otros, se resolvió elegir a Casimiro jefe principal de los tehuelches», anotaría Musters. Musters dedujo que «las relaciones entre los tehuelches o tsonecas de la Patagonia y los indios araucanos de Las Manzanas no habían tenido antes, de ninguna manera, un carácter pacífico». El padre de Casimiro había sido muerto por los araucanos, pese a lo cual «la diplomacia de Casimiro lograba conciliar a todas las partes». En ese lugar recibieron una partida del Chubut, «unos setenta u ochenta hombres, con mujeres y criaturas, y ocupaban unos veinte toldos», la mayoría «jóvenes de sangre pampa o pampa tehuelche… unos cuantos tehuelches puros» cuyo jefe se llamaba Jackechan o Juan (Chiquichano), «un indio muy inteligente, que hablaba corrientemente el español, el pampa y el tehuelche». El «Marco Polo de la Patagonia», como lo llamaron algunos autores, continuaba adentrándose en la vida tehuelche: «atoldándose», haciendo boleadoras y tientos, ganándose los alimentos cazando con ellos y como ellos y participando de acontecimientos muy celebrados por aquellos pobladores de la Patagonia: nacimientos, entrada a la pubertad, casamientos, muertes, etc. y hasta para evitar el efecto nocivo de los vientos «volví a aplicarme la pintura» (en el rostro), sin olvidar beber aguardiente, fumar en pipa y usar armas largas y cortas. En Teckel, por enero de 1870, recordaría que «estaba muy al tanto del género de vida y de las costumbres de los tehuelches, que me consideraban casi uno de ellos (en verdad, había llegado a adquirir cierta posición e influencia entre esa gente)». (Musters, ídem).

Llegaron al campamento Carge-kaik (Cuatro Colinas) y recibieron la amistosa visita de un hijo de Quintuhual, con un mensaje del padre. Hubo danza: «Entré con Golwin (Blanco) y dos más en la danza, apareciendo en traje completo de plumas de avestruz y cinturón de campanillas, y debidamente pintado, para gran delicia de los indios. Mi ejecución arrancó grandes aplausos». Tenía razón Musters, parecía uno más de ellos. Bien manejadas las relaciones públicas para entonces… Recibieron mensajes araucanos. Luego visitaron los toldos de Quintuhual y continuando la marcha llegaron a Diplaik (Moreno lo cita como Dipolokainen), donde un mensajero de Foyel les entregó una noticia: el araucano (chileno) Culfucurá -no emplea la denominación mapuche- incitaba a unirse para «hacer la guerra a Buenos Aires». Ni más ni menos que sus depredadores malones a la zona de Bahía Blanca y el gran espacio bonaerense. Se convocó a parlamento y se decidieron por la negativa. Aquellos tehuelches e «indios mansos» defendían y apoyaban a El Carmen (Carmen de Patagones) y allí se dirigirían en busca de «vicios», ración de ganado y demás que les entregaba el gobierno. Orkeke, Casimiro -«el gran cacique del sur»-, los pellejos con aguardiente y la nutrida caravana seguían la rastrillada para el norte (más o menos la actual ruta nacional 40) hasta llegar al campamento de Foyel, con buen recibimiento. Anteriormente -anotó Musters- un incidente le «facilitó la oportunidad de observar la predisposición de los araucanos para esclavizar y maltratar a todo «cristiano» que podían robar o comprar». Luego de otras bien narradas alternativas, emprendieron viaje a «Las Manzanas», los dominios de Cheoeque (sic), es decir el famoso Sayhueque. Se instalaron en Geylun -posiblemente al sur de Paso Flores y cerca de Pilcaniyeu actuales-, donde quedó la mayoría de los nativos y luego de cruzar el Limay y visitar a Inacayal, donde también son bien agasajados, fueron recibidos por el jefe manzanero: «Hombre de aspecto inteligente, como de 35 años de edad, bien vestido con poncho de tela azul, sombrero y botas de cuero»… Este cacique tenía plena conciencia de su alta posición y de su poder; su cara redonda y jovial, cuya tez, más oscura que la de sus súbditos, había heredado de su madre tehuelche». En el toldo estaba «la bandera de Casimiro, esto es, la bandera de la Confederación Argentina». Tenían temor al «gualicho» y a otras circunstancias diarias.



Hubo fiesta, aguardiente en abundancia -con las armas guardadas-, manzanas frescas, piñones, carne e intercambio de objetos, alimentos y aguardiente. Pudo comprobar que el intercambio -pieles, tejidos, trenzados, caballos, alimentos, etc.- era moneda corriente. Tal como el trueque actual, que va ganando posiciones por la crisis. Hacían carreras de caballos. Se celebró un parlamento con tres temas: «Paz firme y duradera entre los indios presentes», «protección de Patagones» y «considerar el mensaje de Callfucurá (sic) acerca de un malón a Bahía Blanca, y en general la frontera bonaerense», sobre lo cual los tehuelches ya se habían expedido negativamente antes de llegar al lugar. Estaba allí Mariano Linares -de la tribu de ese apellido-, que había llegado de Patagones en misión de paz. Los picunches -anotaría el viajero inglés- eran «una rama de los araucanos bajo el dominio de Cheoeque… viven cerca de los pasos de la cordillera y saquean a todos los viajeros». Hubo otro parlamento en el que se resolvió unánimemente que «Cheoeque protegería la orilla norte del río Negro y cuidaría a Patagones por ese lado, mientras que Casimiro garantizaría el sur». Se ratificó el no malón a Calfucurá, «pidiéndole que limitara sus hostilidades a Bahía Blanca». Todo eso lo vivió el marino y aventurero inglés, como principal partícipe en aquellos conflictos internos, pero cuyos protagonistas maloneros más feroces y ladrones procedían del otro lado de la cordillera. Aunque Calfucurá estaba asentado en «Las Salinas» (La Pampa).

Luego del regreso a Geylun, se preparó el viaje a Patagones. Fueron de la partida Musters, Orkeke, Casimiro, Quintuhual, Crime, Meña y numerosos tehuelches, mujeres y niños. Es la primera vez que la «línea sur» rionegrina -con ligeras variantes en el trazado caminero y ferroviario actual- ve pasar tan numerosa y heterogénea comitiva. La toponimia incorpora y confirma nombres: Margensho (Maquinchao), Trinita (Treneta), Valcheta. Desde Maquinchao, Musters y dos acompañantes decidieron adelantar el viaje a Patagones. Llevaba una carta para el comandante Murga y la misión de preparar el terreno para la visita de los restantes. En cierta parte del trayecto «alegró nuestros ojos la vista del mar». Cruzaron para el río Negro y entonces «Haciendo a un lado la manta india, volví a ponerme el traje de un inglés de la época, saco de cazador, etc.» Había tenido el equipo bien guardado. Cerca de «San Xavier» (Javier) tuvo contacto con los otros hermanos Linares y las estancias de Kincaid, Alexander Fraser y Grenfell. Estos últimos le facilitaron dinero. Durmió en el toldo de Chalupe. En Patagones se entrevistó con Pablo Piedra Buena -hermano de Luis-, el Dr. Humble, la galesa familia de Morris Humphreys y con Murga. Días después llegaron Casimiro, Orkeke y sus tribus. Recorrió la zona y tomó valiosos apuntes. Se embarcó en el vapor «Patagonia» (ex «Montauxk», de Boston) rumbo a Buenos Aires, que encalló en la desembocadura del Negro, y siguió viaje en la goleta «Choelechoel». El «tehuelchizado» -perdón por el neologismo- inglés había recorrido la Patagonia durante poco más de un año -llegó a Patagones el 26/5/1870- y daría a luz el más famoso escrito etnográfico, topográfico y de otros temas para su tiempo. Una hazaña que no fue repetida y de un gran valor documental. Anduvo por otras partes del mundo y concretó varias publicaciones más. La aventura patagónica fue premiada con un reloj de oro por la Royal Geographical Society. Se retiró de la Marina británica con el grado de capitán de fragata (commander). Estuvo casado con una peruana descendiente de ingleses y murió en 1879.

Una estación ferroviaria en Río Negro, un lago en Chubut y varias calles llevan su nombre, recordando la gran hazaña del inglés-tehuelche.

martes, 24 de septiembre de 2024

Patagonia: La bandolera Elena Greenhill

Patagonia: La bandolera inglesa Elena Greenhill






Fotografía poco conocida de una joven "Grinil" a principios del siglo pasado, como siempre bien armada.
Así era apodada la temeraria bandida inglesa Elena Greenhill que asolaba el interior chubutense desde 1908, también en Río Negro y Chile. Sus correrías terminaron trágicamente en 1915, cuando fue abatida a tiros en zona de Gan Gan tras una paciente emboscada del comisario Félix Valenciano y el agente Norberto Ruiz de la policía territorial. El mismo Valenciano -que tiempo después fue uno de los represores de la Patagonia Trágica en Santa Cruz- contaba que toda la noche estuvieron largas horas montados y escondidos en un árbol por donde sabían que iba a pasar y que temblaban no sólo de frío sino de miedo, porque esa indómita mujer inspiraba terror en todas partes, que cuando por fin la divisaron y estuvo a mano le metieron bala a rabiar pero que ella -aún acribillada a balazos- nunca se quiso rendir y respondió furiosamente el fuego hasta que se quedó sin municiones y finalmente por las dudas le aplicaron el tiro de gracia en la cabeza. La brava cuatrera había sido muy famosa tanto por sus osados atracos y su temible puntería con el Winchester como por su valor e imponente personalidad y desdén hacia cualquier autoridad, inusual en esa época. En una ocasión ella sola redujo a dos milicos que pretendían capturarla y los mantuvo un tiempo en servidumbre en su cabaña, entre tantas anécdotas que cimentaron su increíble leyenda.



Alicia Del Carmen Pineda
Que hermosa joven,y que vida llena de misterios y no saber que le pasaría en minuto siguiente,siempre pienso que en vidas pasadas viví algo parecido,practique de pequeña deportes arriesgados sobre hermosos caballo lógico con el acompañamiento de mi viejo quien también me enseñó práctica de armas muy buena fui en eso tantas cosas aprendí a ganarme la vida de pequeña con la caza de liebres mi padre fue el último de los cazadores de puma en toda la zona de Río Turbio/Calafate/Lago Vieda y San Martin/ por contrato de los estancieros había mucha destrucción de animales,el anduvo siempre en eso hasta los 90.tuve una niñez única.
Por: Celso Rey García
(FOTOS ANTIGUAS DEL CHUBUT)



lunes, 9 de septiembre de 2024

Rosas y Darwin: Cruce de experiencias

 "Me dijo que era inhumano": el impensado encuentro entre Rosas y Charles Darwin durante la primera conquista del desierto


Desarrollada entre 1833 y principios de 1834, esta expedición militar de la que poco se habla fue más que un intento por ocupar la Patagonia.

Por Yasmin Ali || Canal 26


Rosas y Darwin

Es de público conocimiento la expedición militar a la Patagonia que emprendió Julio Argentino Roca entre 1878 y 1885, que años después pasaría a la historia como Conquista del Desierto y que al día de hoy genera debates enardecidos. Pero antes de ella existió una liderada por Juan Manuel de Rosas entre 1833 y principios de 1834 de la que poco se habla.

Luego de finalizar su primer mandato como gobernador de Buenos Aires, entre 1829 y 1832, el Restaurador de las Leyes había rechazado volver al poder porque se le había negado la suma del poder público y las facultades extraordinarias. Casi sabiendo que lo mejor era esperar a que se calmen las aguas, decidió emprender una travesía por el sur de la Provincia y parte de la Patagonia donde conoció ni más ni menos que a Charles Darwin.

Un inglés en la Patagonia

Darwin, quien por aquel entonces tenía 22 años, se emprendió en un viaje desde diciembre de 1831 a octubre de 1836 donde recorrió el mundo al bordo del Beagle, de la Marina Real Británica, capitaneado por Robert Fitz Roy. A comienzos de 1833 el barco lo dejó en la desembocadura del Río Negro, lo que hoy es parte de la Patagonia argentina.

Cabalgó desde Carmen de Patagones hasta el Río Colorado donde se encontró con nada más, y nada menos, que el campamento de Rosas. Aquel ejército que comandaba el oriundo de Buenos Aires tenía como objetivo despejar a los indios y asegurar la frontera. En 1839 el inglés publicó Viaje de un naturalista alrededor del mundo donde describió su primera impresión de lo que vio:

    "Seguramente los soldados de ningún otro ejército han tenido tal apariencia de bandidos y villanos".

Rosas deseaba conocerlo y él aceptó. Darwin diría sobre él: "Un hombre de un carácter extraordinario, que ejerce una notable influencia en este país, al que probablemente terminará gobernando. Ha obtenido una popularidad sin límites y, en consecuencia, un poder despótico".


Primera conquista del Desierto

El mismo Rosas también habló de aquella reunión: "Seguramente acostumbrado a sus costumbres europeas, le impresionó ver a soldados negros y mestizos, muchos mal vestidos, y no entendió a los indígenas que se bebían la sangre de las reses que se carneaban. Es la vida del desierto, míster Darwin, le expliqué. Tampoco le entró en la cabeza por qué degollábamos a los prisioneros, me dijo que era inhumano. Le aclaré que no siempre era así, y le conté de mi pacto con los tehuelches, a los que acordé pagarle por indio que pasasen a mejor vida".

Del encuentro el naturalista se llevó un pasaporte que le otorgó Rosas y que podía usar en los puestos militares del gobierno bonaerense. De esta forma logró cruzar las pampas en dirección al Río de la Plata.

Pasó unos días en Buenos Aires antes de viajar a Santa Fe y volvió navegando por el Paraná. Al regresar se encontró que los simpatizantes de Rosas habían sitiado la Provincia. Pero Darwin pudo pasar pasar cuando mencionó que había sido huésped del general. En los primeros días de diciembre emprendió un nuevo viaje rumbo a Puerto Deseado.


La campaña militar de Rosas

La primera conquista

Alan Moorehead, autor de Darwin: la expedición en el Beagle 1831-1836, menciona lo que fue esta expedición militar al sur y el encuentro entre ambos: "El general mismo era tan extravagante y aficionado a los caballos como sus hombres. Llevaba en su séquito una pareja de bufones para divertirse y tenía fama de ser muy peligroso cuando sonreía; en esos momentos era capaz de ordenar que un hombre fuese fusilado o estaqueado. Existía en las pampas una prueba de equitación. Se colocaba un hombre en un larguero encima de la entrada del corral y se hacía salir a un caballo salvaje, sin silla ni freno; el hombre caía en el lomo del animal y lo montaba hasta que se detenía. Rosas podía realizar tranquilamente esta hazaña. No obstante, era un hombre venerado y obedecido; estaba destinado a ser dictador de Argentina durante muchos años".

En otro párrafo agrega: "La táctica de su campaña contra los indios era muy simple. Rodeaba a los que estaban dispersos por la pampa, pequeñas tribus de un centenar de individuos que vivían cerca de las salinas o lagos salados y, cuando los que huían de él habían sido concentrados en un lugar, procuraba matarlos a todos. No había muchas posibilidades de que los indios huyesen al sur del río Negro, pues tenía un acuerdo con una tribu amiga, en virtud del cual se obligaban a asesinar a todos los fugitivos que se cruzasen en su camino. Estaban muy ansiosos por cumplir, decía Rosas, porque les había anunciado que mataría a uno de su propio pueblo por cada indio rebelde que se les escapara".



El origen de las especies de Darwin

"Durante la estancia de Darwin, el campamento era un continuo hervidero. A cada hora llegaban rumores de escaramuzas. Un día vino la noticia de que uno de los puestos de Rosas, en la carretera a Buenos Aires, había sido arrasado", agregó.

Lo cierto es que aquel encuentro pasó a la historia, así como sus protagonistas. El 24 de noviembre de 1859, Darwin publicó en la editorial John Murray de Londres su mítico libro El origen de las especies y Rosas volvió a gobernar en Buenos Aires hasta el 3 de febrero de 1852 cuando cayó en la batalla de Caseros.

lunes, 22 de julio de 2024

Araucanos: La organización británica que defiende y difunde la causa Mapuche

 

The Mapuche Nation, el pueblo originario con sede en Bristol, Inglaterra

El centro de operaciones de la "lucha por la autodeterminación" de los mapuches de Chile y Argentina está ubicado desde 1978 en el nº 6 de Lodge Street, en la ciudad portuaria inglesa. Desde allí abogan por la causa


En el nº 6 de Lodge Street, Bristol, UK, tiene su sede, desde el año 1978, The Mapuche Nation

"El día 11 de mayo de 1996, un grupo de mapuches y europeos comprometidos con el destino de los pueblos y naciones indígenas de las Américas, y en particular con el pueblo mapuche de Chile y Argentina, lanzaron la Mapuche International Link (MIL) en Bristol, United Kingdom", explican las autoridades de esta organización; a saber, Edward James (Relaciones Públicas), Colette Linehan (administradora), Madeline Stanley (coordinadora de Voluntarios),  Fiona Waters (a cargo del equipo de Derechos Humanos), entre otros.

Reynaldo Mariqueo –el único mapuche– hace las veces de secretario general secundado por Dame-Nina Saleh Ahmed, vice secretaria general.

La organización remplaza al Comité Exterior Mapuche que, recuerdan, "opera internacionalmente desde 1978 a partir de su oficina ubicada en Bristol".

El objetivo perseguido es contribuir al pleno desarrollo de los pueblos indígenas y, "en última instancia, conquistar el derecho a la autodeterminación".

Reynaldo Mariqueo es el “werken”, es decir, vocero o representante

Mientras en el sur de nuestro continente, grupos mapuches, como la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) o la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), le declaran la "guerra a Argentina y Chile", y protagonizan actos de sabotaje, incendios y amenazas, la MIL explica –en inglés– que "the Mapuche Nation está situada en lo que se conoce como el Cono Sur de Sudamérica, en el área actualmente ocupada (sic) por los Estados argentino y chileno".

"Su identidad como nación autónoma, unida a la conciencia de ser parte de una cultura, una herencia histórica y una espiritual diferentes ha creado un movimiento sociopolítico inspirado en esas aspiraciones comunes", dice The Mapuche Nation.

EL MAPA DE LA MAPUCHE NATION

El territorio ancestral mapuche según la organización con sede en Bristol abarca todo lo que está al sur del Bío-bío (Chile) y al sur del Salado y del Colorado (Argentina)

Lo que según el sitio británico es el "territorio histórico ancestral" de los mapuches abarca la "Pampa and Patagonia of Argentina" y el sur de Chile. Así lo explican:  "La Nación Mapuche está ubicada en el sur de los territorios que hoy ocupan los Estados de Chile y Argentina –afirma la MIL–. Hace un poco más de 130 años su territorio ancestral, y el de otros pueblos originarios aliados, se extendía desde el sur del río Bío-Bío (Chile) hasta el extremo austral del continente, y en Argentina desde los ríos Colorado y Salado hasta el estrecho de Magallanes", agregan.

Y eso no es todo. Para los miembros británicos de la nación mapuche, el territorio ancestral abarca también las islas Malvinas y la Antártida…

Otras actividades del centro de operaciones de Bristol. Aquí, manifiestan contra el gobierno de Chile

En el mismo documento, fijan el año 1860 como el de la "Gran Asamblea Constituyente" en la cual "los más notables representantes del pueblo mapuche" fundaron "un gobierno monárquico constitucional". Y agregan que, "tras la ocupación del territorio del estado mapuche (sic), la Casa Real de dicho gobierno se estableció en el exilio en Francia, desde donde viene operando de manera ininterrumpida desde entonces".

Curiosamente, a la vez que hacen reivindicación de sus derechos ancestrales y su condición "originaria", los mapuches reconocen una dinastía francesa fundada por la ocurrencia de Orélie Antoine de Tounens (1825-1878), un abogado francés y masón que desembarcó en Chile en 1858 y se autoproclamó Rey de la Araucanía y de la Patagonia.

La monarquía mapuche en el exilio: el rey, Jean-Michel Parasiliti di Para o Príncipe Antoine IV, y Su Excelencia Reynaldo Mariqueo, Conde de Lul-lul Mawidha, a cargo de Asuntos Exteriores

"Tanto el gobierno monárquico como el pueblo mapuche en su conjunto jamás han renunciado ni a sus derechos soberanos ni a la restitución de su territorio ancestral", afirman.

La "monarquía mapuche", entonces, además de ser francesa es hereditaria, de modo que sobre los territorios de Araucanía y Patagonia han "reinado" sucesivamente siete soberanos: Gustave-Achille Laviarde o Aquiles I; Antoine-Hippolyte Cros o Antonio II; Laura-Therese Cros-Bernard o Laura Teresa I; etcétera, hasta llegar al actual, Jean-Michel Parasiliti di Para o Príncipe Antoine IV, desde el 9 de enero de 2014.

La organización de Bristol, Reino Unido, tutela los derechos humanos en lo los “territorios mapuches”

La corte de Antonio IV se completa con un "presidente del Consejo del Reino, Su Excelencia Daniel Werba, Duque de Santa Cruz" y con un "miembro del Consejo de Estado y encargado de los Asuntos Exteriores, Su Excelencia Reynaldo Mariqueo, Conde de Lul-lul Mawidha y Caballero de la Orden Real de la Corona de Acero" (y, como vimos, secretario general de The Mapuche Nation en Bristol), entre otros.

El conde Reynaldo Mariqueo, de gira por Europa. Está encargado de las Relaciones Internacionales

Aunque denuncia "invasión", "genocidio", "represión", "espionaje" y otra larga lista de supuestos atropellos por parte de los Estados de Chile y Argentina, la "Nación Mapuche" se pone bajo la protección de un país extranjero y reconocen la dinastía inaugurada por un aventurero.

De hecho, sus territorios ancestrales fueron puestos bajo protección de Francia ya en 1860, lo que claramente implicaba establecer una cabecera de playa de una potencia extranjera en la retaguardia de las jóvenes naciones sudamericanas.

Además de estos documentos fundacionales, de las listas dinásticas y de la historia mapuche, en The Mapuche Nation pueden encontrarse noticias, denuncias y campañas (como una contra el Tratado de Libre Comercio entre Chile y la Unión Europea).