Ricardo de Titto / Especial para “La Nueva.”
En la actualidad se utiliza el término polímata para definir a
aquellas personas capaces e instruidas en una gran variedad de
disciplinas. Los polímatas son genios –o tienen rasgos geniales– porque
se destacan por su adaptabilidad y solvencia para desenvolverse en
ámbitos diversos. Se suele decir que Leonardo Da Vinci es el último
“polímata” que dio la humanidad porque, prácticamente, condensó el saber
de todas las ciencias y las artes de su época. Luego, con la
modernidad, los avances en las distintas áreas del conocimiento
motivaron la especialización y ya fue casi imposible que una sola
persona resumiera el conjunto de las ciencias, las artes y las
tecnologías. A tal punto es así que el intento por escribir una
“Enciclopedia”, intentada por los franceses desde mediados del siglo
XVIII, necesitó de un equipo de cerca de 40 colaboradores… y ni así se
la logró terminar. Cada vez que se la daba por concluida, nuevos saberes
irrumpían y exigían actualizarla.
Lo uno y lo diverso
En nuestra América el escritor más destacado de mediados del siglo XIX
-con la perspectiva que dio el tiempo– fue el sanjuanino Domingo
Sarmiento. La vastedad de su obra implica los 52 tomos de unas Obras
completas que reúnen cartas, escritos periodísticos, ensayos, discursos y
libros. Entre ellos -cerca de veinte escritos con pluma, tinta y a luz
de vela por las noches– se destacan varias obras maestras como
“Civilización y Barbarie” (más conocido como el “Facundo”), “Recuerdos
de Provincia”, “Educación popular” (“el libro que más quiero”, dijo él),
“Campaña en el Ejército Grande” y sus “Viajes por Europa, Estados
Unidos y África”, todos de factura en un término no mayor a diez años,
entre 1845 y 1853.
La diversidad de temas que aborda en ellos
recorren desde la geografía y la historia a la sociología, la educación y
la pedagogía, la novela de ficción, los diarios de viajeros comunes en
aquellos años, los modelos de jurisprudencia y legislación vigentes,
como las descripciones científicas, artísticas y técnicas.
Era
un observador agudo y un lector incansable y lo nutría una curiosidad
insaciable, de modo que todo escrito lo enriquecía con especiales
comentarios que ilustraban al lector y aportaban su opinión. Esa inmensa
variedad que abarcaba su mirada se resumía en una pasión: la política,
de modo tal que lo diverso se reunía en un “hacer”, la idea de
transformar la realidad por medio de la lucha política.
En el
período en que el mundo occidental estaba dando forma a los modernos
estados nacionales y en que la primera revolución industrial, la del
vapor que movilizó ferrocarriles y barcos, comenzaba a dar paso a una
segunda, con la electricidad, el petróleo, el telégrafo y la
ametralladora rémington, los parlamentos, las asambleas constituyentes y
las campañas electorales –cuando no, la lucha militar abierta–, eran el
campo de disputa de las ideas. Y Sarmiento, que se había nutrido con
las del iluminismo, el romanticismo y el socialismo, comprendió que ese
escenario era su desafío. Y no solo para su país de origen, la
Argentina, sino también para sus lugares de residencia como Chile y,
aún, con una perspectiva americana y cosmopolita.
Así
–nuevamente– lo diverso se estructuraba alrededor de lo “uno”, la
educación como herramienta clave para la construcción de ciudadanía y la
disputa de programas y estrategias políticas, con la mira puesta en el
progreso frente al conservadurismo propio de los largos trescientos años
de influencia hispánica y colonial.
Lo teórico y lo político
El respaldo al accionar político lo ofrecía la teoría política.
Sarmiento nace y crece en su juventud influenciado por las ideas del
iluminismo y el enciclopedismo que germinaron con la Revolución de Mayo
de la mano de Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano.
Madura con el romanticismo que, en tierras del Plata, introduce Esteban
Echeverría y se instala con Juan B. Alberdi, Marcos Sastre y Juan M.
Gutiérrez. Luego, Sarmiento accede al socialismo utópico de Saint-Simón y
Fourier y piensa que “el romanticismo ha cumplido su ciclo”. Adhiere
después al republicanismo que se fomenta desde los Estados Unidos desde
Franklin y los redactores de “El Federalista” al antiesclavismo de
Lincoln y a las teorías de Alexis de Tocqueville y Eduardo Laboulaye
para, en su ancianidad, familiarizarse con los avances de la ciencia y
la técnica que tenían lugar con Edison, Pasteur y Darwin y los
pensamientos positivistas de Augusto Comte que alumbrarán en la
Argentina a la Generación del 80.
Como puede apreciarse, “el
Siglo” –como se lo llamaba entonces–, le exigió plasticidad y
pragmatismo para adaptarse a cambios sociales y políticos
trascendentales que acompañan las luchas posteriores a la independencia
americana desde 1825 en adelante.
Transitando esos cambios es
donde fragua la extraordinaria figura de Sarmiento, “el cerebro más
poderoso de América” al decir de Carlos Pellegrini al despedir sus
restos y “el verdadero fundador de la Argentina”, en palabras del cubano
José Martí.
La curiosidad intelectual y el inconformismo
El polímata Sarmiento -ese hombre que conoce bastante bien y puede
referirse a casi todas las órbitas humanas– nace en una provincia
marginal y atrasada del país, sin contacto franco con el mundo
intelectual y es, como consecuencia, un voluntarioso autodidacta.
Sucesivamente estudió con apenas algún auxilio ocasional el francés
primero, el inglés después, y el portugués, el italiano e incluso algo
de alemán y, por lógica, también algo de latín, más tarde. Con la ayuda
de diccionarios y descripciones fonéticas se acercó al pensamiento en
boga a nivel internacional “traduciendo” las obras que llegaban a sus
manos e imaginando o intuyendo buena parte de sus declinaciones y
aproximándose a una pronunciación singular.
Su motor era la
insaciable curiosidad por el saber. Con rasgos que bien podrían
caratularse de megalomanía, no se permitía a sí mismo desconocer los
repliegues de un tema aunque se tratara de mundos alejados del propio
como la moda, la pintura o la música.
Él debía estar en todo y
atento a todo porque un país en formación precisaba de inventores. Es
por eso que llega a afirmar que al leer la “Vida de Franklin” se sintió
consustanciado con ese personaje multifacético –gran político y gran
inventor– aceptando que “se sentía a sí mismo como un Franklin”, aún
siendo muy joven.
No es el caso acá rememorar su inmensa
trayectoria pero recordemos que en la función pública fue diputado,
senador, constitucionalista, gobernador, diplomático plenipotenciario,
ministro y presidente de la nación. Que fundó los sistemas educativos de
Chile y la Argentina –donde inspiró al Ley 1420 de educación pública,
obligatoria y gratuita– y asesoró a los de Uruguay, Paraguay y
Venezuela, que fue el fundador del sistema de Bibliotecas Populares y
promocionó la lectura y traducción de obras en varios convenios entre
países americanos y que, a su predicamento se debe el primer Censo
Nacional, en 1869 –donde jerarquiza la importancia de la estadística
como base de datos para tomar medidas–, y, entre 1869 y 1872, crea la
Academia de Ciencias, el primer Observatorio
Astronómico y la
pionera Exposición de Agroindustria en toda América latina, todos
sucesos que, con perspectiva federal, se concretaron en Córdoba, durante
su presidencia.
Apuntemos, además, que poco antes de terminar
su período, en 1874, dejó inaugurado el telégrafo submarino que conectó a
la Argentina con Río de Janeiro, Europa y los Estados Unidos y que
despidió su gobierno saludando por ese medio a las principales
autoridades políticas del mundo, desde la reina de Inglaterra al Primer
ministro francés y el presidente de los Estados Unidos.
¿Qué
las pasiones, en oportunidades, le jugaron malas pasadas y tuvo
exabruptos y palabras poco felices referidas a sectores marginados por
la sociedad? Sin duda, lo que de modo alguna ensombrece su figura si se
la aprecia de modo integral y contextualizada a su época y los valores
predominantes por entonces. (Aunque solo detenerse en sus observaciones y
acciones sobre el papel de la mujer podrían hacer cambiar de opinión a
más de uno de los que lo abordan con prejuicios.)
En opinión de
quien esto escribe, Sarmiento es la única persona que desde México
hasta Tierra del Fuego merece el título de genio. Un genio ineludible
para la América latina y el mundo que, desde 1942 conmemora al 11 de
septiembre como el “Día del Maestro Americano (o Panamericano)”, cuya
obra literaria acaba de ser reconocida como la de uno de los cien
escritos más importantes de la historia –el otro argentino de esa lista
es Jorge Luis Borges– y cuyo apellido da nombre a uno de los asteroides
-identificado en 1971– que orbitan en la zona estelar situada entre
Marte y Júpiter. El 1971 VO “Sarmiento” tarda casi tres de nuestros años
en completar una órbita al sol, para ser precisos, 979,2 días. Como
diría Borges, que lo bautizó como “el primer argentino”... ¿será que
precisa ese tiempo y esa distancia para seguir mirándonos críticamente y
pensando en nosotros?
Un dato sorprendente: Los cargos en instituciones académicas y comunitarias
1838. En San Juan, DFS funda con otros amigos la Sociedad Literaria.
Con I. Cortínez y A. Aberastain realiza la primera publicación del
semanario de El Zonda, del que se editan solo seis números.
1843 enero. El gobierno de Chile lo designa director de la Escuela
Normal de Preceptores, primera de su tipo en América Latina.
1843. Es designado miembro del Cuerpo Académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de Santiago de Chile.
1845. El gobierno de Chile le encomienda una misión en los países
europeos de estudio de los sistemas educativos y de colonización.
1847. Debido a su monografía sobre la “Entrevista de Guayaquil”, es incorporado al Instituto Histórico de Francia.
1851. Es designado miembro del Estado Mayor del Ejército Grande de Sudamérica.
1852. El emperador del Brasil, Pedro II, le otorga la condecoración de
la Orden de la Rosa, por su actuación en el combate de Tonelero. Es
elegido en San Juan diputado al Congreso Constituyente de Paraná,
decisión que luego queda nula. El gobierno chileno lo designa para que
organice y dirija El Monitor de las Escuelas Primarias.
1854. En Buenos Aires es elegido representante a la primera Legislatura constitucional del Estado (no se incorporó).
1855. Es designado miembro del Consejo Consultivo de Gobierno, creado
por el gobernador P. Obligado y nombrado profesor de Derecho
Constitucional en la UBA
1856. Es elegido miembro del Concejo
Municipal de la Ciudad, director de Escuelas de Buenos Aires (1856-1862)
y ministro de Gobierno de Mitre.
1857. Es elegido Senador a la Legislatura de Buenos Aires; renueva la banca en 1860 y 1861.
1858. Con la colaboración de Juana Manso comienza la edición de los
Anales de la Educación Común, órgano del Departamento de Escuelas.
1859. Coloca la piedra fundamental de la Escuela de Catedral al Norte y
se publica su Informe como Jefe del Departamento de Escuelas del
Estado. Tras la derrota porteña en Cepeda es segundo jefe de línea de
defensa.
1860. Es designado ministro de Gobierno y de
Relaciones Exteriores, hace un memorable discurso de clausura en la
Convención de Buenos Aires y en julio, en la celebración de la unión del
Estado de Buenos Aires y la Confederación, ingresa a la masonería junto
con el presidente Derqui, Urquiza y Mitre. Es elegido convencional
constituyente.
1861. Renuncia al cargo de ministro de Gobierno.
1862. La Sala de Representantes de San Juan lo designa gobernador
interino y, luego, gobernador titular. Inaugura la Quinta Normal de
Agricultura.
1863. El presidente Mitre lo nombra enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en los Estados Unidos.
1864. Es ministro plenipotenciario en Estados Unidos y concurrente en
Chile y Perú. Participa del Congreso Americano reunido en Lima.
1865. Pronuncia su discurso de recepción ante la Sociedad Histórica de Rhode Island.
1867. Publica la revista Ambas Américas, de la que aparecen cuatro
números que redacta casi íntegramente. Asiste a la Exposición Universal
de París.
1868. La Asamblea Legislativa de San Juan lo elige
senador nacional y el presidente Mitre lo designa ministro del Interior
(no acepta ninguno de esos cargos). En junio la Universidad de Michigan
le otorga el título de doctor en leyes honoris causa. En octubre asume
como presidente de la nación.
1869. Crea la Inspección de
Telégrafos y de la Biblioteca Nacional. Impulsa la contratación de
maestras y maestros norteamericanos, con respaldo de Mary Mann. Se
inaugura el telégrafo entre Buenos Aires y Rosario que un año después,
se extiende a Córdoba. Ejecución del Censo Nacional; sanción del Código
Civil; nombramiento de Benjamin Gould como director del Observatorio
Astronómico.
1870. Creación el Colegio Militar de la Nación;
sanción de la ley de fomento y creación de Bibliotecas populares; ley
que crea un premio a quien descubra una mina de carbón en condiciones de
explotación. Creación de la Escuela Normal de Agricultura en Santa Fe.
1871. Creación del Boletín Oficial de la Nación; se instala la Escuela
Normal de Paraná; inaugura la Exposición Nacional de la Industria y
productos argentinos, en Córdoba. El gobierno de Venezuela da el nombre
de Sarmiento a una escuela del Estado. Se instala el Observatorio
Astronómico y DFS da el discurso inaugural.
1872. Adopción en
el país del sistema métrico decimal; primer despacho del telégrafo
trasandino, creación de la Academia de Ciencias de Córdoba; creación de
la Escuela Naval, del cuerpo de taquígrafos del Congreso Nacional,
construcción de la Casa de Correos.
1873. Abre sus puertas el
Banco Nacional, creado con su apoyo; ordena recorrer las costas
patagónicas por las goletas Brown y Rosales para reivindicar la
soberanía argentina.
1874. Inaugura en Concordia el Ferrocarril
del Este; el Congreso aprueba su proyecto de creación del Parque Tres
de Febrero y es designado presidente de la Comisión de Ornato y
Conservación, inaugura el cable transoceánico y el servicio telegráfico
transcontinental.
1875. Es elegido senador nacional por San Juan, es director general de Escuelas de la provincia de Buenos Aires (hasta 188l).
1876. Comienza la publicación de la revista Educación Común de la provincia de Buenos Aires.
1878. Miembro honorario de la Academia Nacional de Ciencias.
1879. Renuncia a sus cargos públicos para aceptar el Ministerio del
Interior (titular) y de Relaciones Exteriores (interino).
1880
.Ocupa un cargo en el Consejo Nacional de Educación. Es designado para
hablar en la recepción de los restos del general José de San Martín.
1881. Es superintendente general de Escuelas del Consejo Nacional de
Educación, publica El Monitor de la Educación Común; sanción de la Ley
1130, con el objetivo de unificar el sistema monetario en el país.
1882. En el Teatro Nacional dicta su erudita y comentada conferencia
sobre Charles Darwin, que se publica. Asciende al grado de general de
división.
1883 Viaja a Montevideo. Habla en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela Normal.
1884 .Se aprueba la Ley 1420 de Educación. Viaja a Chile, comisionado
por el gobierno, y suscribe una convención entre la Argentina, Chile,
Uruguay y Colombia para la traducción al castellano de obras literarias
de relevancia. En Junín se levanta el acto de iniciación de los trabajos
de transformación industrial de la laguna Mar Chiquita, que es
bautizada Mar Sarmiento. Primera emisión de billetes del Banco Nacional
de Peso Moneda Nacional (m$n), moneda vigente en el país entre 1881 y
1969. Los billetes eran de 5, 10, 20 y 50 centavos y llevaban,
respectivamente, las imágenes de Avellaneda, Sarmiento, Mitre y
Urquiza.
1886. Viaja a Córdoba y Tucumán. Denuncia la
precariedad laboral en los ingenios tucumanos. Con motivo de una
epidemia de cólera, es nombrado presidente de la Comisión Nacional de
Auxilios en el Interior.
1888. Colabora en la preparación de un
proyecto de ley de educación para Paraguay. Escribe en diversos
periódicos sobre industrialización y desarrollo. Fallece el 11 de
septiembre en Asunción.
1891. Se promulga la Ley Nacional de
Protección de Animales (Nº 2786), llamada comúnmente “Ley Sarmiento”.
Desde 1898 la Sociedad Protectora se denomina “Sociedad Sarmiento”.
1895. Carlos Delcasse compra la isla de Sarmiento en el Delta para dedicarla a un santuario de aves.
1896-1897. Se construye el primer buque escuela, la Fragata Sarmiento.
1910. Por ley 7062 su casa natal es declarada Monumento Histórico Nacional; el primer MHN de la historia argentina.