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domingo, 19 de octubre de 2025

China Imperial: El ejército del Imperio Qing

El "ejército entrenado" del Imperio Qing

 


El modelo del "Nuevo Ejército" de la dinastía Qing fue el "Ejército Siempre Victorioso" de Frederick Ward. Sin embargo, este modelo no era único: los europeos, temerosos de que los Taiping les arrebataran todas las conquistas obtenidas en las Guerras del Opio, entrenaron varias unidades más del "Nuevo Modelo" en China. Por ejemplo, en Ningpo, el oficial naval británico Roderick Dew reunió un destacamento de 100 chinos, transformándolo gradualmente en el "Ejército Siempre Defensivo" de 1000 hombres: seis compañías de 150 hombres cada una, comandadas por sargentos de la Marina Real, más entre 50 y 100 artilleros. Este "ejército" se fusionó en ocasiones con los "Muchachos de Ward" y luego se separó de nuevo, pero para 1863 se había convertido en una unidad totalmente independiente con 1500 efectivos.


Cuerpo franco-chino de Kyangsu

Los franceses no se quedaron atrás de los anglosajones. En junio de 1861, crearon el "Cuerpo Franco-Chino de Kiangsoo", compuesto por 400 sargentos chinos y 40 franceses. Inicialmente, el cuerpo contaba con artillería propia : dos cañones de seis libras, pero posteriormente se convirtió en una unidad puramente de infantería. Pronto, el "cuerpo", que recibió el lujoso nombre chino de "el ejército siempre triunfante", contaba con 1200 hombres y estaba comandado por A. E. Le Breton de Coligny. En su apogeo, el "ejército" contaba con 2500 hombres, pero pronto se redujo a 1300 combatientes.




McCartney, pero no Paul, sino Holliday

Las fuerzas de McCartney son interesantes por su enfoque diferente para el reclutamiento: el gobernador Li Hung-chang entregó 1000 soldados del Ejército de las Ocho Banderas al excirujano militar Halliday McCartney y ordenó que se les entrenara como "soldados disciplinados". Se contrataron varios oficiales extranjeros para reentrenar a los "banderas", y el propio McCartney llegó a coronel. Esta unidad contaba con su propio barco de vapor (hasta que fue robado por los Taiping), seis o más obuses de 12 libras y cinco morteros.


"Gordon el Chino" (centro) con un combatiente del destacamento de Kingsley y un prisionero Taiping

Otro destacamento se formó de forma similar en Fahwa. Los soldados imperiales fueron entregados al teniente británico Kingsley, del 6.º Regimiento, quien pronto comandó un destacamento de 1100 hombres. Acompañó a "Gordon el Chino" —posteriormente conocido por su epopeya sobre Sudán—, a Charles Gordon, quien comandó el "Siempre Victorioso"— en su avance hacia Suzhou.


Zeng Guofan es un poeta popular y el primer "militarista chino".

Pero, sin duda, el líder militar más destacado del Imperio Qing fue el renombrado poeta Zeng Guofan. ¡Era el polo opuesto del líder Taiping! Nacido en 1811 en el seno de una adinerada familia campesina (a veces escrito como noble), aprobó el examen del condado en 1833, el provincial un año después y, en 1838, con tan solo 27 años, el imperial. Aprobó con honores, lo que le valió el rango de "jinshi", una distinción que alcanzaba el 1,2% de los examinados. Con tales habilidades, fue aceptado sin reservas en la prestigiosa Academia Hanlin, donde los académicos desempeñaban funciones de secretaría imperial y literarias. Los escritores y poetas chinos más destacados trabajaron allí. Zeng Guofan trabajó en la Academia durante 13 años, alcanzando un cargo de segundo rango tras tan solo cinco años. En 1843, fue nombrado crítico literario en la provincia de Sichuan y posteriormente subsecretario del Consejo de Rituales, uno de los seis ministerios principales del Imperio Celestial.

Los Taiping tuvieron muy mala suerte: en 1851, la madre de Zeng Guofan falleció, y como devoto confuciano, regresó a su natal Hunan para observar los tres años de luto obligatorios. Fue allí donde estalló la rebelión. El emperador emitió un decreto especial ordenando a un funcionario que ayudara al gobernador provincial a reunir un ejército de voluntarios. ¡Y así lo hizo! Zeng Guofan demostró un activismo increíble: no solo reunió voluntarios, sino que, por iniciativa propia, creó una flota de transporte fluvial a partir de los juncos de batalla y, en lugar de defender, ¡atacó!


Soldados del Ejército Xiang

Para llevar a cabo operaciones militares, el poeta-general formó el "Ejército Xiang". La nueva formación se basaba en milicias aldeanas: las "tuanlian". Pero la principal diferencia residía en que, a diferencia del antiguo ejército chino, todos los soldados pasaban a ser propiedad del comandante. Anteriormente, los ejércitos y los generales existían en dimensiones diferentes: un general no tenía soldados permanentes, y los soldados no tenían un general permanente. Zeng Guofan creó un ejército desde cero, y este era su ejército "personal". En esencia, se convirtió en el primero de los que más tarde serían llamados "militaristas chinos".


El ejército de Xiang toma Jinling, un suburbio de Nanjing.

Mientras el Ejército Siempre Victorioso y Gordon resistían a los Taiping, el Ejército Xiang saqueaba Nanjing, la capital del Reino Celestial. ¿Qué era exactamente esta fuerza? Su fuerza total era de casi 360.000 soldados. Estaban divididos en batallones (ying) de 500 soldados y 5 oficiales (además de más de cien porteadores culíes). Cada batallón estaba dividido en cuatro compañías shao y un destacamento de guardaespaldas. Cada batallón debía tener dos cañones ligeros y 48 gingals (rifles de fortaleza). Inicialmente, los soldados restantes estaban armados con espadas, lanzas y mosquetes de mecha, pero pronto se empezaron a adoptar armas europeas. arma De dos a diez batallones formaban una brigada, comandada por un general de brigada; dos o tres brigadas podían formar un ejército. Los soldados estaban bien pagados, y Zeng Guofang también estableció arsenales, escuelas y fábricas de municiones. Todo esto permaneció después de que el ejército que derrotó a los Taiping se disolviera.


Príncipe Gong

La experiencia de Zeng Guofan y otros "ejércitos" y "cuerpos" creados según el modelo europeo impulsó a China a lanzar el "Movimiento de Superación Personal" (o "Movimiento de Autofortalecimiento"; ¡las palabras chinas son ambiguas!). El príncipe Gong, nombrado regente en 1861, junto con la emperatriz viuda Cixí, dio un golpe de estado, tomó el poder y emprendió reformas. Esto incluyó la formación de nuevas tropas, conocidas como el "ejército entrenado" (lianjun). Se llevó a cabo el entrenamiento... los primeros grupos de personal (60 soldados y 6 oficiales) comenzaron a entrenarse en Kyakhta en octubre de 1861. ¿

Kyakhta es rusa? ¡Pues los entrenaron oficiales rusos! Muravyov-Amursky no arrebató Primorie y la región del Amur a China en balde: se firmó un acuerdo de asistencia técnico-militar, en virtud del cual el capitán IA Zeifort y el teniente II Filipenko comenzaron a entrenar a soldados y oficiales chinos en la sabiduría militar europea. La lógica era férrea: desde la perspectiva rusa, el Imperio Qing necesitaba poder defenderse de los británicos, con quienes las relaciones de Rusia en aquel momento no eran muy buenas. Al mismo tiempo, China era incapaz de oponerse a Rusia en términos de suministro de armas y entrenamiento de personal.


Milicianos Tuan chinos: ¡los sombreros canotier son impresionantes!

¡Pero no funcionó! Aunque todos los soldados entrenados por oficiales rusos demostraron buena puntería, debido a una serie de intrigas políticas, el entrenamiento se interrumpió en febrero de 1862, los soldados y oficiales fueron llamados de nuevo, y los nuevos instructores fueron alemanes, británicos y franceses. Entonces, ¿qué eran exactamente estas "tropas entrenadas"? Empecemos por el hecho de que eran mercenarios. Mientras que el servicio en las antiguas "tropas de la bandera" era hereditario, el nuevo ejército chino reclutaba voluntarios. El servicio solía durar seis años, pero los contratos a menudo se firmaban por 10 a 20 años.

El salario de un soldado raso era de 4 liang de plata al mes. Si bien los generales chinos recibían su paga regularmente, a veces no reclutaban el número necesario de soldados, quedándose con el dinero. Al recibir la orden de formar una unidad, el comandante colocaba un aviso en la plaza y seleccionaba a los solicitantes. La salud y la fuerza eran los únicos criterios, por lo que entre los soldados había muchos convictos marcados y hombres que habían perdido sus orejas bajo el cuchillo del verdugo.


¡El soldado del "Ejército entrenado" parece valiente!

Los soldados se entrenaban en los campamentos militares de Tianjin, y quienes habían cumplido su condena eran reasentados en Manchuria, convirtiéndose en una fuerza de reserva entrenada. En ocasiones, los soldados del Ejército de la Bandera Verde eran enviados a través de estos campamentos, pero esta no era la mejor solución: traían consigo las costumbres y tradiciones del antiguo ejército, muy difíciles de romper. Otro problema era que, aunque individualmente fuertes y bien entrenados, los soldados chinos a menudo carecían de camaradería: la dinastía Qing era impopular, la gente se alistaba solo por dinero y la profesión militar no era respetada en China, así que... no se esperaban de ellos hazañas heroicas en el campo de batalla.

Por otro lado, existía una gran brecha entre los oficiales (en esencia, mandarines militares) y las masas de soldados. Los comandantes no dudaban en robar las asignaciones y salarios de los soldados, y estos desconfiaban de sus comandantes. Sin embargo, el ejército "entrenado" era claramente superior a las antiguas "tropas de la bandera".


Si un soldado tiene una moneda de plata en su bolsillo, entonces las cosas no están tan mal hoy en día.

El punto débil del nuevo ejército chino era su retaguardia. Los suministros no estaban organizados por una sencilla razón: se creía que si un soldado recibía un buen salario y pagaba a tiempo, sería autosuficiente. Pero como los soldados no siempre servían en Pekín, la plata que se pagaba en provincias remotas a menudo era imposible de cambiar por las monedas de cobre que se usaban en el mercado. Esto significaba que el tipo de cambio cobre-plata subía, ¡y los soldados se empobrecían automáticamente! Así que, finalmente, hubo que organizar la gestión de suministros. Esta solía ser responsabilidad del gobernador general provincial. Este calculaba aproximadamente las necesidades de uniformes y municiones, calculaba un presupuesto, compraba todo lo necesario o hacía pedidos a empresas y almacenaba todo en un almacén, desde donde se entregaba el equipo necesario a los comandantes de unidad. Los uniformes solían entregarse por un año, mientras que las mochilas y las cartucheras se entregaban indefinidamente.


Una moneda de cobre de la dinastía Qing, eso es lo que se cotizaba en el mercado, ¡no esta moneda de plata suya!

Las provisiones se compraban centralmente, con dinero deducido de la paga de los soldados. Sin embargo, debido a los robos a todos los niveles, los soldados estaban mal alimentados y, a su vez, compensaban la falta de calorías saqueando a la población local. En zonas remotas —Tíbet, Mongolia y Xinjiang— los uniformes y la comida se suministraban desde el centro: los suministros locales eran simplemente insuficientes para alimentar a las tropas.

En un ejército entrenado, no había asignaciones, como viáticos, y solo se otorgaba una pequeña bonificación por participar en las obras de construcción. En general, surgían malentendidos entre la población local y los soldados, que en su mayoría se resolvían por la fuerza, lo que no les granjeaba la simpatía del ejército.

En teoría, los soldados tenían derecho a 300 gramos de carne al día. Sin embargo, a menudo no se les proporcionaba. En casos particularmente graves, la carne podía sustituirse por... ¡opio! Como señaló el oficial ruso V. V. Radlov, fumar opio es menos dañino cuando se acompaña de una buena dieta y un alto nivel de actividad física. Mientras tanto, los soldados chinos no contaban con ninguna de las dos cosas, por lo que esta práctica los redujo rápidamente a la ruina. ¡Pero ese no era el problema principal! La droga acobardaba a los soldados, lo que provocaba que los centinelas abrieran fuego con frecuencia al menor ruido, lo que generaba inestabilidad en el campo de batalla.

Además de la carne (o su "sustituto"), la ración diaria de un soldado chino incluía entre 600 y 900 gramos de harina y algo de grano. Se distribuía arroz en marcha, en cantidades significativas, utilizando numerosos carros de suministro. Y para el festival de otoño y el Año Nuevo (¡chino, por supuesto!), se repartía un carnero por cada cinco hombres. Los soldados comían en equipos de 5 a 20 personas, preparando sus propias comidas; el alcohol se compraba con el permiso de los oficiales.


Un elegante oficial Qing, esto es el año 1900, pero el uniforme no ha cambiado hasta ese momento.

Los soldados comenzaron a recibir uniformes del tesoro en 1874. No existía uniforme para todo el ejército; todo dependía del gusto de cada general. Sin embargo, las prendas básicas eran camisa, pantalones, chaqueta sin mangas y medias. En rigor, solo la chaqueta sin mangas (llamada "kurma" en manchú) distinguía a los soldados de los campesinos; al quitársela, un soldado podía mezclarse fácilmente con la multitud. Precisamente por eso los chinos solían masacrar civiles: en momentos de peligro, los soldados, en el mejor de los casos, arrojaban sus armas, se quitaban las kurmas y desaparecían entre la multitud circundante. En el peor, podían abrir fuego desde la multitud.

Los colores del uniforme variaban, incluyendo azul, rojo, naranja e incluso blanco. La kurma solía tener un borde de un color diferente al del uniforme general (en la infantería, la kurma solía ser azul, con un borde rojo). Un círculo con una inscripción que indicaba la rama de servicio, el nombre del comandante y el lugar de servicio estaba cosido en la parte delantera y trasera. Este círculo era la insignia de los soldados del "ejército entrenado": los soldados de "ocho banderas" y "bandera verde" carecían de ella. Los suboficiales llevaban galones en su kurma correspondientes a su rango.

En invierno, los soldados vestían largas túnicas acolchadas para la caballería y chaquetas para la infantería. Como calzado, usaban botas de tela o zapatos con suela acolchada. Los soldados usaban un turbante grueso en invierno y un pañuelo en verano, a menudo complementado con una visera de paja. Los oficiales llevaban sombreros cónicos con una borla roja y una bola, o una gorra burocrática con la misma borla y bola. El color de la bola indicaba el rango militar.

En campaña, un soldado llevaba una mochila, una cartuchera, una cantimplora, un cuchillo, palillos, una manta acolchada, un paraguas, un abanico, un impermeable y una taza. Solo la mochila y la cartuchera eran proporcionadas por el tesoro. El resto del equipo militar se transportaba en carros de dos ruedas, a razón de uno por cada 10 a 20 hombres. Cada oficial tenía derecho a varias tiendas de campaña (para él y sus sirvientes), mientras que los soldados se conformaban con una tienda de campaña por cada 20 hombres.


Soldados del "Ejército Entrenado"

La unidad táctica básica del "ejército entrenado" era el batallón (ying). En teoría, debía contar con 500 combatientes, pero en realidad, podría haber tenido entre 800 y 900, aunque algunos de ellos eran no combatientes (principalmente porteadores). El ejército solía desplegar a residentes locales para trabajos de ingeniería, pero los propios soldados también eran hábiles para cavar trincheras o acampar con rapidez y eficiencia. Cada batallón se dividía en cinco compañías (shao) y cada compañía en ocho escuadrones (peng). Dos escuadrones formaban un pelotón. Un problema común del nuevo ejército chino era su escasez de efectivos, por lo que todas estas cifras son pura teoría.

En ocasiones, los generales chinos intentaban combinar batallones en brigadas de cinco batallones: frente, retaguardia, izquierda, derecha y centro. Dos o tres brigadas se consideraban un ejército, pero solían ser menos numerosas que una división rusa. Los cuerpos de 4500 hombres también eran comunes, aunque el batallón era la unidad táctica más frecuente. Cada general tenía un séquito de oficiales que formaban una cancillería militar, pero ésta no era un cuartel general en el verdadero sentido de la palabra, y la autoridad para tomar decisiones siempre permanecía en manos del general.


¡Pero nuestra carta es prusiana!

Si, tras la llegada de los rusos, los británicos asumieron el entrenamiento del nuevo ejército, a partir de 1870 se introdujeron las regulaciones prusianas en las "tropas adiestradas". A medida que se introducían, muchos comandantes las adaptaban a sus gustos. El entrenamiento se realizaba con diferente calidad según el lugar: las tropas en las ciudades portuarias eran las mejor preparadas, pero los observadores rusos no lo valoraban demasiado. Los chinos se sorprendieron especialmente por las órdenes verbales: normalmente, las tropas chinas usaban gongs, cuernos, fuegos, misiles y banderas de señales. Resultaba especialmente extraño cuando los oficiales chinos daban órdenes a los soldados chinos en un francés o inglés deficiente. ¡

Las armas y las tácticas son un tema aparte! Incluso en la década de 1880, los piqueros permanecieron en el ejército chino: solían estar en primera fila, aunque para entonces ya se habían abandonado los arcos. Pero la opinión general de los observadores europeos era unánime: ¡los chinos eran mucho más hábiles con las armas blancas que con las de fuego! Eran excelentes con las picas y los sables, y muchos incluso podían usar dos sables simultáneamente (por "sables", los europeos probablemente se referían a las tradicionales espadas curvas "dao"). Los rifles se mantenían en un terrible desorden, y no todos los tiradores eran diestros en el tiro. Esto se atribuía a la reciente transición a armas más sofisticadas: los arcabuces de mecha utilizados antes de la derrota en las Guerras del Opio eran imposibles de alcanzar; solo el fuego de salva era efectivo.


Espadas tipo Liuedao

Hablando de armas de fuego, ¡su "diversidad" era absolutamente asombrosa! En 1883, el ejército de uno de los "militaristas", Li Hongzhang, estaba armado con fusiles y carabinas de las siguientes marcas: Snider-Enfield, Sharps, Remington, Chassapeau, Albini, Winchester, Peabody, Martini y Mauser. ¡Y todo esto a la vez! Es fácil imaginar lo difícil que fue organizar el entrenamiento en el uso de estas armas, por no hablar del suministro de munición... La razón de todo esto fue la Rebelión Taiping y la Crisis de Ili, que obligaron a los chinos a comprar frenéticamente cualquier arma de fuego moderna que pudieran conseguir.

La unificación relativa se produjo en 1880, cuando se decidió mantener en servicio únicamente el fusil Mauser Modelo 1871 de 11 mm (para 1894, ya habían aparecido versiones mejoradas de este fusil, el Modelo 1871/84, con un cargador de 8 cartuchos). Pero aunque la decisión fue una decisión, los japoneses, durante su primera captura de Port Arthur (la guerra chino-japonesa se tratará en otro artículo), ¡ensamblaron fusiles de siete modelos diferentes en el campo de batalla! Como escribieron sus contemporáneos, en el mejor de los casos, lograron armar a un escuadrón de una compañía con fusiles de un solo modelo... Los oficiales iban armados con revólveres de modelos igualmente diversos (Colt, Smith & Wesson, Remington, etc.) y sables del tipo "luedao" (que se corresponde aproximadamente con el "tachi" japonés, aunque su origen se remonta al sable mongol), aunque también se encontraron sables de estilo europeo. Se suponía que los soldados no debían llevar sables, pero se encontraron entre los trofeos; lo más probable es que algunos de los nuevos reclutas trajeran las espadas de sus abuelos (¡esto ocurrió incluso en el ejército del Kuomintang!).


Mauser 1871/84 por dentro y por fuera

Cabe destacar de inmediato que las estampas japonesas a menudo representan a los valientes soldados del Mikado derrotando a los chinos, armados con armas verdaderamente arcaicas: tridentes, alabardas, escudos de mimbre... Probablemente se trate de propaganda, pero tales artefactos bien podrían haber estado presentes entre las compañías de la guardia de honor. Representaban a las unidades chinas más preparadas para el combate cerca de Pyongyang no solo con escudos y alabardas, ¡sino también con pintura de guerra! Por lo tanto, no vale la pena usar estampas japonesas como referencia histórica . Aunque son hermosas... Sin embargo, los soldados chinos adquirieron por su cuenta diversos artículos exóticos para su defensa personal: mayales, garrotes, cuchillos y otros artefactos Shaolin.

Tras ser derrotados por las armadas europeas, el gobierno Qing también se centró en construir una armada moderna. Es cierto que la elección del proveedor de barcos fue algo peculiar. Mientras que la mayoría de los países en desarrollo de la época compraban barcos a Gran Bretaña o Francia, las principales potencias navales, los chinos eligieron a los alemanes. Esto es extraño, ya que la escuela alemana de construcción naval aún no había demostrado su valía. Lo más probable es que la razón sea que China aún no había declarado la guerra a los alemanes, mientras que los ingleses y los hombres rana ya habían logrado ofender a China.


El acorazado Dingyuan es un buque chino de origen ario.

Sin embargo, fue Stettin Vulkan AG la que el Imperio eligió para encargar una flota de 12 acorazados. Sin embargo, la flota de Osetra pronto se redujo a tres acorazados, y más tarde a dos buques (el tercero fue convertido en un crucero acorazado). Las características de rendimiento del cuerpo principal de la armada china se redujeron de manera similar. En resumen, los acorazados Dingyuan (Paz Eterna) y Zhenyuan (¡no pude encontrar una traducción, incluso el Traductor de Google es lento!) se pusieron en quilla con un año de diferencia, el 1 de enero de 1879 y el 1 de enero de 1880, pero se pusieron en servicio simultáneamente: el 1 de enero de 1884. Los barcos recordaban un poco a los acorazados ingleses Ajax y Agamemnon; Sus cañones de calibre principal estaban ubicados en estructuras de transición desde la barbeta a la torreta, dispuestas en diagonal, lo que, teóricamente, permitía que los cuatro cañones dispararan no solo a los lados, sino también en línea recta (la batalla de la isla de Lissa marcó la tendencia durante mucho tiempo de una formación frontal o en cuña como formación de batalla principal).


Cañón revólver Hotchkiss de 37 mm

La batería principal de los barcos, sin embargo, era bastante respetable: dos cañones Krupp gemelos de 305 mm de retrocarga, que disparaban un tiro cada cuatro minutos. Sin embargo, esta disposición resultó extremadamente desafortunada: los cañones eran de cañón corto (25 calibres de largo) y, al disparar hacia adelante, podían dañar la superestructura con gases propulsores. En batalla, el comandante de la flota china sufrió una conmoción cerebral por una salva de uno de ellos. Mucho peor fue el calibre intermedio de los acorazados, una broma: dos cañones de seis pulgadas en torretas a proa y popa. La batería secundaria era igualmente débil: seis cañones de 57 mm, cinco cañones de 47 mm y cuatro cañones Hotchkiss de 37 mm de tiro rápido en las gavias y el puente.

¡Pero los barcos estaban fuertemente blindados! Una ciudadela de cinturón blindado con travesaños blindados protegía la parte central del barco, un esquema de blindaje común en la época. El cinturón, de 3 metros de altura, tenía 40,6 cm de grosor en el centro del barco, 15,2 cm por debajo de la línea de flotación y 25,4 cm en la parte superior, con travesaños de grosor similar. El blindaje era de acero, un "compuesto". La proa y la popa estaban protegidas por una cubierta blindada de 7,6 cm de grosor. Algunos compartimentos sin blindaje estaban rellenos de corcho, y había más de 200 compartimentos separados por mamparos estancos. En resumen, ¡la construcción naval alemana ya producía barcos extremadamente duraderos! Estos buques de 7,5 toneladas estaban propulsados ​​por motores de 6300 caballos de potencia, lo que les otorgaba una velocidad de entre 14,5 y 15 nudos, una cifra impresionante para la década de 1980.


"Jingyuan" de "Vulcan AG"

Además de los acorazados, la Flota Beiyang (la Armada china estaba dividida en cuatro flotas, siendo las principales las de Beiyang y Nanyang) incluía ocho cruceros acorazados y cruceros de cubierta acorazados construidos en Alemania e Inglaterra. Sin embargo, para los estándares de las armadas europeas, muchos de ellos solo podían considerarse cañoneros, como los "Koreyets" rusos. De hecho, los alemanes, que construyeron el "Jingyuan" y el "Laiyuan" en Stettin junto con los chinos, los llamaban cañoneros, pero los chinos, para guardar las apariencias, reclasificaron estos buques de 2900 toneladas, con una velocidad de 16 nudos y una artillería de dos cañones de 210 mm y dos de 150 mm, como cruceros acorazados (su blindaje era realmente impresionante: ¡el cinturón tenía 24 cm de grosor y la torreta, 20 cm!).

Aún más ridícula es la clasificación de las cañoneras Rendell Chaoyong y Yanwei como cruceros, con un desplazamiento de 1350 toneladas, una velocidad de 16 nudos y sin blindaje. Es cierto que contaban con un armamento sólido: un par de cañones Armstrong & Whitworth de 254 mm y cuatro cañones de 120 mm del mismo fabricante (su calibre antiminas era absolutamente irrisorio: cuatro cañones Hotchkiss de 37 mm y dos metralleras Nordenfeld).


"Zhiyuan" de Armstrong con Mitchell

Los cruceros acorazados Zhiyuan, Jiyuan (se llama Jingyuan, pero lo escribo así para no confundirlo con el Jingyuan, de fabricación alemana; el chino es una lengua tonal, por lo que es difícil transmitir el nombre correctamente) y Chingyuan, construido en Elswick por Armstrong & Mitchell, son cruceros acorazados típicos de Elswick: desplazamiento de 2.310 toneladas, tres cañones de 210 mm, dos en proa y uno en popa, protegidos por escudos blindados, dos cañones de seis pulgadas a los lados, ocho cañones Hotchkiss de 57 mm y seis metralleras Gatling de 37 mm, cubierta blindada de 50 mm, taludes de 100 mm, escudos de cañones de 51 mm y una torre de mando de 76 mm.


"Pingyuan" es pequeño, ¡pero chino!

También estaba el crucero acorazado Pingyuan, cuya principal característica era que este barco de vapor se construyó en China, en un astillero cerca de Fuzhou (aunque con diseño francés). Este buque de 2500 toneladas contaba con un blindaje impresionante: un cinturón de blindaje de 127-203 mm, una barbeta de torreta y torre de mando de 127 mm de espesor, una cubierta de 51 mm de espesor y escudos de cañones de 37 mm de espesor. Pero su armamento era modesto: un cañón corto de 260 mm, dos cañones individuales de 150 mm con calibres 35 y cuatro cañones individuales de 47 mm. Y su velocidad era aún menos impresionante: ¡10,5 nudos era bastante lento para 1890! Aclaro de entrada: todos los barcos tenían tubos lanzatorpedos, pero no servían de nada en combate (¡aunque sí causaban daños!).

En general, la flota china no habría sido especialmente eficaz en el Atlántico, pero... era la más potente del Lejano Oriente (y la octava más potente del mundo). La visita de acorazados chinos a Vladivostok en julio de 1886 causó inquietud en la marina rusa: en aquel entonces, solo contábamos con un crucero acorazado en el océano Pacífico, el Vladimir Monomakh, así que, a pesar del diseño imperfecto de los acorazados y cruceros chinos, ¡podrían haberlo aplastado fácilmente con su peso!

Las reformas militares del "Movimiento de Superación Personal" resultaron en un fortalecimiento significativo de China. Al menos cuando las tropas rusas ocuparon Xinjiang en 1871 con el pretexto de proteger a los súbditos rusos de los rebeldes musulmanes locales liderados por Yaqub Beg, en 1881, a pesar de la presencia durante diez años del Ejército Imperial Ruso (¡que había conquistado toda Asia Central!) en Xinjiang, el territorio se vio obligado a abandonarse bajo la presión china. Por supuesto, Alejandro II declaró inmediatamente que las tropas rusas en esas regiones eran temporales, pero como demostró la experiencia, lo temporal se convertía fácilmente en permanente, y en este caso no fue así. La "Crisis de Ili" se resolvió en beneficio del Imperio Qing precisamente gracias al surgimiento de un ejército y una armada chinos bien entrenados y armados. Pero la dinastía manchú pronto se enfrentaría a pruebas mucho más serias...




jueves, 21 de agosto de 2025

USA: El pánico de 1837

El pánico de 1837: lecciones de la primera crisis económica de Estados Unidos






Cartel político del Partido Whig: Problemas del desempleo en Estados Unidos, 1837. Biblioteca del Congreso, Washington


“…y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”
Mateo 7:27

Especulación, juventud institucional y bancarrota: la fragilidad estructural de la economía estadounidense en el Pánico de 1837

La historia económica de Estados Unidos revela una constante tensión entre expansión ambiciosa, especulación descontrolada y episodios recurrentes de colapso. Este patrón se encuentra arraigado en la misma lógica fundacional del país: una sociedad forjada en torno al riesgo, el emprendimiento y la promesa de movilidad ascendente. La obsesión por el crecimiento económico ha conducido, cíclicamente, a crisis de magnitud, y la primera de ellas —el Pánico de 1819— dejó lecciones que, sin embargo, no fueron plenamente asimiladas.

Este primer colapso estuvo directamente vinculado a las secuelas de la Guerra de 1812, así como a una caída abrupta del precio del algodón, producto clave del comercio exterior estadounidense. La retracción del mercado británico fue determinante. Simultáneamente, el endurecimiento de las condiciones crediticias provocó la quiebra de numerosos bancos y la pérdida de tierras por parte de agricultores del sur y el oeste. El impacto fue especialmente severo en estas regiones, donde las estructuras económicas eran más frágiles. Aunque la recesión finalizó hacia 1821, sentó un precedente que condicionaría la evolución del sistema bancario y la política fiscal del país.

En lugar de conducir a una reforma sistémica, el Pánico de 1819 alimentó un clima de desconfianza en las instituciones económicas y, paradójicamente, cimentó la popularidad de Andrew Jackson, cuya administración sentó las bases del posterior Pánico de 1837. La retirada de fondos federales del Segundo Banco de los Estados Unidos, ordenada por Jackson tras vetar su renovación constitucional en 1832, fue un punto de inflexión crítico. Esta institución, que había funcionado como estabilizador macroeconómico, dejó de actuar como garante del orden financiero tras ser degradada a banco regional. El vacío institucional que dejó fue ocupado por entidades conocidas como wildcat banks, cuyo accionar irresponsable alimentó una burbuja especulativa, especialmente en el mercado inmobiliario del sur y el oeste.

El contexto era propicio: un país joven, con menos de sesenta años de existencia, y escasa experiencia en la gestión macroeconómica. Las instituciones estatales eran débiles, las estructuras regulatorias insuficientes y la confianza en los poderes centrales aún precaria. La expansión territorial, la inmigración europea masiva y la euforia del "destino manifiesto" contribuyeron a una atmósfera de optimismo económico que desembocó en prácticas crediticias laxas y altamente riesgosas.

En este escenario, la Specie Circular —medida adoptada en 1836 que exigía que las tierras públicas se pagaran únicamente en oro o plata— funcionó como detonante de la crisis. Si bien pretendía frenar la especulación, esta disposición desató una corrida bancaria al despojar a las instituciones financieras de liquidez. La combinación de contracción monetaria, falta de supervisión y sobreendeudamiento creó un entorno propicio para el colapso.

La estocada final provino del mercado exterior. La caída del precio del algodón —principal producto de exportación—, sumada a la disminución de las compras británicas, arrastró al sector agrícola del sur a una ola de incumplimientos. Las plantaciones endeudadas colapsaron en cascada, los bancos entraron en pánico y el crédito desapareció. En pocos meses, Estados Unidos se encontraba sumido en una de sus crisis económicas más graves hasta entonces.

Las consecuencias del Pánico de 1837 fueron profundas y prolongadas. La depresión se extendió durante casi una década. La tasa de desempleo alcanzó el 25 % en algunas ciudades; el mercado inmobiliario colapsó; numerosos proyectos de obra pública se detuvieron y estallaron disturbios urbanos, especialmente en Nueva York. La confianza pública en el sistema bancario y en la capacidad del gobierno para gestionar la economía se vio severamente deteriorada.

Este episodio reveló la inmadurez institucional del país en aquel entonces. La ausencia de una economía nacional unificada, la debilidad de los marcos regulatorios, la falta de una autoridad fiscal efectiva y una ciudadanía todavía influida por patrones de pensamiento rural y paternalista contribuyeron a amplificar los efectos de la crisis.

En perspectiva histórica, el Pánico de 1837 constituye un ejemplo paradigmático de cómo una economía en expansión sin control, sostenida por una infraestructura institucional incipiente, puede sucumbir ante su propia dinámica especulativa. A diferencia de economías más maduras, con mecanismos preventivos o amortiguadores, Estados Unidos aún no poseía las herramientas necesarias para gestionar ciclos económicos complejos.

Así, la crisis de 1837 no sólo expuso las limitaciones estructurales de la joven república, sino que también consolidó un patrón cíclico de auge y caída que persistiría a lo largo de los siglos XIX y XX. La memoria de esta crisis, poco presente en el imaginario colectivo contemporáneo, ofrece no obstante claves fundamentales para comprender la relación de Estados Unidos con el dinero, la regulación financiera y la gestión del riesgo sistémico.




The Times (caricatura estadounidense de 1837 sobre el pánico financiero de ese año), Edward Williams Clay (1799-1857). La culpa recae claramente en las políticas del Tesoro de Andrew Jackson, cuyo sombrero, gafas y pipa de arcilla con la palabra "Gloria" visible en el cielo. Clay ilustra los efectos de la depresión en una escena callejera, enfatizando la difícil situación de la clase trabajadora. Un panorama de oficinas, viviendas y tiendas refleja los tiempos difíciles. La Aduana, con su letrero "Todos los Bonos deben Pagarse en Especie", permanece inactiva. Al otro lado de la calle, el Banco Mecánico, con su letrero "No se aceptan pagos en especie", está abarrotado de clientes desesperados. Las figuras principales (de izquierda a derecha) son una madre con su bebé sobre una estera de paja, un rufián borracho de Bowery, un miliciano (sentado, fumando), un banquero o terrateniente que recibe a una viuda indigente y su hijo, un marinero descalzo, un conductor o granjero, un albañil escocés (sentado en el suelo) y un carpintero. Contrastan con el exitoso abogado "Peter Pillage", a quien recoge un elegante carruaje en la esquina derecha. Al fondo se ve un río, la prisión de deudores de Bridewell y una casa de beneficencia. Un globo pinchado cae del cielo con la inscripción "Fondo de Seguridad". La caricatura se publicó en julio de 1837. La bandera que ondea a la izquierda lleva la sarcástica frase "4 de julio de 1837, 61.º aniversario de nuestra independencia". Biblioteca del Congreso, Washington, D.C.

El octavo presidente de los Estados Unidos, Martin Van Buren, asumió el cargo en un momento particularmente crítico: el inicio del Pánico de 1837, una de las primeras grandes crisis financieras del país. Su respuesta se basó en los principios del laissez-faire, una doctrina económica que propugnaba la mínima intervención del Estado en los asuntos del mercado. Van Buren consideraba que el gobierno debía abstenerse de intervenir, confiando en que el sistema se corregiría por sus propios medios. Esta decisión, aunque coherente con su marco ideológico, se reveló altamente controvertida y con consecuencias de largo alcance.

La falta de acción inmediata por parte del gobierno federal provocó duras críticas por parte de sus opositores políticos y facilitó el ascenso del Partido Whig, una coalición que proponía un rol más activo del Congreso en la dirección económica, así como inversiones públicas en infraestructura y una estrategia más centralizada de crecimiento. En este sentido, 1837 puso en evidencia la vulnerabilidad de un sistema financiero en rápida expansión pero insuficientemente regulado, y mostró la rapidez con la que la confianza pública puede colapsar ante señales de inestabilidad sistémica.

Esta dinámica de confianza, temor y reacción no ha perdido vigencia. Episodios más recientes como la crisis financiera global de 2008 o las disrupciones económicas de 2023 son recordatorios contemporáneos del impacto emocional y político del colapso económico. El miedo al fracaso financiero sigue siendo una herramienta poderosa dentro del discurso político moderno: aglutina, moviliza y polariza. El dinero, más allá de ser una entidad cuantitativa, representa estabilidad, control y seguridad. La amenaza a estos elementos básicos constituye una de las formas más antiguas y eficaces de influencia sobre la ciudadanía.

Históricamente, la política estadounidense ha recurrido al temor económico como vector de legitimación o crítica. Desde los debates sobre el patrón oro en el siglo XIX hasta los episodios de estanflación de la década de 1970, la narrativa del colapso ha sido utilizada sistemáticamente para moldear opinión pública y justificar políticas. Hoy, la situación no es diferente: los discursos sobre inflación, colapso del dólar, deuda nacional o pérdida del poder adquisitivo ocupan un lugar central en los medios y la arena política. La retórica ha cambiado, pero el miedo estructural permanece.

La historia económica estadounidense ofrece lecciones valiosas. En primer lugar, los períodos de especulación descontrolada, sin respaldo real ni evaluación del riesgo, tienden a culminar en crisis severas. Esto se ha observado en distintos contextos: desde los esquemas de especulación inmobiliaria en el Mississippi del siglo XIX, hasta la reciente burbuja de criptomonedas. En segundo lugar, la existencia de mecanismos regulatorios sólidos y proactivos resulta esencial en contextos de inestabilidad, ya que es insuficiente apelar únicamente a slogans o discursos ideológicos. Tercero, la confianza es el fundamento último de todo sistema financiero: su erosión puede precipitar el colapso, mientras que su reconstrucción requiere tiempo, coherencia y transparencia institucional.

En este sentido, la comunicación pública y la retroalimentación eficaz entre el Estado y la ciudadanía son factores determinantes. La gestión del mercado es inseparable de la gestión del pensamiento colectivo. La credibilidad institucional actúa como escudo frente al pánico.

A su vez, la recuperación económica es, por definición, más lenta que la crisis. La decisión de Van Buren de no intervenir pudo haber sido coherente con su doctrina, pero demostró ser, en términos prácticos, profundamente ineficaz. En la actualidad, las advertencias sobre hiperinflación, pérdida de hegemonía monetaria o estallidos fiscales en EE. UU. pueden entenderse, en gran medida, como una estrategia de gobernanza basada en el miedo. Este estado de ansiedad perpetua impide una reflexión crítica y alimenta el discurso de extremos, dificultando la construcción de consensos sostenibles.

No obstante, existen diferencias estructurales entre el sistema de 1837 y el presente. Hoy, las economías avanzadas cuentan con herramientas técnicas, datos en tiempo real e instituciones multilaterales que permiten una respuesta más eficaz. La incertidumbre persiste, pero también lo hace la posibilidad de gestionar sus efectos de manera racional.

En suma, el análisis del Pánico de 1837 —y sus múltiples ecos contemporáneos— muestra que los ciclos de crisis no son anomalías históricas sino patrones recurrentes. La clave no está en evitar todo riesgo, sino en mitigar sus consecuencias mediante una combinación de regulación inteligente, comunicación honesta y reconstrucción paciente de la confianza pública. Más que temer el colapso, las sociedades deberían aprender a distinguir entre la alarma legítima y la manipulación emocional. En tiempos de incertidumbre, la historia no debe ser entendida como un castigo, sino como una guía para la moderación política y la acción responsable.

V. Shpakovski

lunes, 14 de julio de 2025

Patagonia: Genealogía de María Grande, la famosa cacique aonikenk

El origen de la cacique María y su familia. Una aproximación genealógica (Patagonia, siglos XVIII/XIX)





Introducción

1 - En la segunda década del siglo XIX Península Valdés (provincia de Chubut) se había convertido en una suerte de Jardín de las Hespérides para la reproducción de ganado vacuno cimarrón. Este ganado fue introducido a partir de 1779 con la fundación del
primer complejo de asentamientos coloniales establecidos en la península: El Fuerte San José y el Puesto de la Fuente,(*) los cuales fueron destruidos por un malón indígena entre el 7 y 8 de agosto de 1810, al poco tiempo de producirse la Revolución de Mayo (Aragón 1810).(**) Luego de este episodio, del que sólo habrían sobrevivido cinco individuos que se trasladaron al Fuerte Nuestra Señora del Carmen para buscar ayuda y relatar lo sucedido,
los animales introducidos por los españoles comenzaron a pastar libremente. Sin embargo, la repentina abundancia de este recurso no pasó desapercibida para las poblaciones indígenas de la región ni para los comerciantes bonaerenses. Éstos últimos entre 1815 y 1825 organizaron numerosas expediciones a Península Valdés para explotar miles de cabezas de ganado bagual, lobos marinos y sal. Entre estos comerciantes se encontraba el galés Henry Libanus Jones, quien en 1824 formó una sociedad comercial junto a Luis María Vernet y otros hombres de negocios (Dumrauf 1991).
2 - Al poco tiempo de establecer su base de operaciones en la costa y en el interior de la península, los comerciantes y los trabajadores percibieron que estaban siendo vigilados
por los indígenas, quienes esperaban la llegada de su cacique. Cuando esta se produjo, no fue poca la sorpresa de Vernet al advertir que dicho cacique era en realidad una mujer. Conocida entre los criollos y europeos como María, se trataba de una líder de gran prestigio y poder entre los tehuelches, con quien Vernet debió negociar en duros términos la explotación de los animales a cambio mercancías y parte de su producción (Caillet-Bois 1948; Llarás Samitier 1965; Dumrauf 1991). Este encuentro sería el preludio de una posterior invitación para que la cacica visitara las Islas Malvinas y negociar la instalación de una factoría en Bahía San Gregorio (Vernet 1831;(***) Fitz Roy 2016 [1839]; Llaras Samitier 1965; Álvarez Saldivia 2016), durante el período en que Vernet se desempeñó como gobernador de aquellas islas (1829-1831).(****)


Notas

*. El complejo de asentamientos coloniales conformados por el Fuerte San José y el Puesto de la Fuente (Península Valdés, provincia de Chubut) son objeto de investigación desde la perspectiva de la arqueología histórica desde el año 2010 (Bianchi Villelli 2011, 2017, 2018; Bianchi Villelli y
Buscaglia 2015; Bianchi Villelli et al. 2013; Bianchi Villelli et al. 2019; Buscaglia 2015a, 2015b, 2017;
Buscaglia et al. 2012; Alberti y Buscaglia 2015; Buscaglia y Bianchi Villelli 2016, entre otros).
**  Archivo General de la Nación (AGN), Sala X, legajo 2-3-15.
***  Archivo General de la Nación, Sala VII, Fondo Luis Vernet, Legajo 129, documento 84.
**** El análisis de la bibliografía ha permitido identificar al artículo de Llarás Samitier (1965) como la fuente sobre los detalles de la visita de la cacica a las islas mencionada al pasar por R. Fitz Roy
(2016 [1839]) y Caillet-Bois (1948). Estos detalles fueron reproducidos en ulteriores trabajos y novelas. Sin embargo, las pesquisas realizadas en las fuentes primarias consultadas en el Archivo General de la Nación, como el fondo Luis Vernet (Sala VII) o los legajos correspondientes a las Islas Malvinas (Sala X), no han arrojado resultados positivos al respecto por el momento, a
excepción del documento mencionado en la nota precedente en el que tan solo se menciona en cuanto a los indígenas del Estrecho de Magallanes que su “personaje principal visitó” las islas.
Resta profundizar las investigaciones e incluso, consultar en el archivo de la cancillería.
Por: Por: Silvana Buscaglia
(Jose Pavoni - TEHUELCHE EL VERDADERO PUEBLO ORIGINARIO DE PAMPA Y PATAGONIA)
Foto ilustrativa Hadd- 1896-1899. Near Coy River, Argentina. Photo by Hatcher Expedition. National Anthropological Archives, Smithsonian Institution.

lunes, 2 de junio de 2025

Argentina: La campaña electoral de Bernardo de Irigoyen en las elecciones de 1885

Tinogasta en las elecciones de 1885




Fotografía que retrata a partidarios de Bernardo de Irigoyen en la ciudad de Tinogasta, provincia de Catamarca, esperando el arribo del candidato presidencial durante su gira electoral por el país, mayo de 1885. En abril del año 1885, el Club del Pueblo proclamó la candidatura presidencial de Bernardo de Irigoyen para suceder al presidente Julio Argentino Roca. Irigoyen había servido como uno de los principales ministros del presidente Roca, siendo su ministro de Relaciones Exteriores entre 1880 y 1882, y su ministro del Interior entre 1882 y 1885.



Irigoyen comenzó su gira electoral viajando desde Buenos Aires en tren a Baradero, desde allí tomó un buque a Rosario y fue aclamado en una gran manifestación. Después se dirigió a la colonia de Esperanza para ganarse las simpatías de los colonos extranjeros, y siguió a Córdoba, siempre utilizando el ferrocarril. En Córdoba tuvo problemas ya que Marcos Juárez, jefe de policía de la provincia y hermano del otro candidato presidencial, Miguel Juárez Celman, prohíbo que se realizaran concentraciones de ciudadanos. Desde allí pasó a Santiago del Estero con paradas intermedias. En todos lados se aclamaba el nombre de Irigoyen pero también había grupos hostiles que aclamaban a Juárez Celman. En Tucumán fue donde se lo recibió con mayor entusiasmo dado que el gobernador tucumano, Santiago Gallo, apoyaba su candidatura. Luego pasó a Salta en mensajería y en Rosario de la Frontera fue recibido por los tres nietos de Martín Miguel de Güemes.




Después pasó por Jujuy, y de retorno, Catamarca. En esta última provincia fue donde se armaron los incidentes más serios cuando la manifestación que acompañaba a Irigoyen fue atacada por un grupo de policías comandados por el jefe de policía local, mientras vivaban el nombre de Juárez Celman. Irigoyen regresó a Buenos Aires a principios de septiembre, siendo recibido por una gran multitud y se le brindó un gran banquete en el teatro Colón. A pesar de la gran popularidad que tenía en Buenos Aires, la candidatura de Irigoyen no contaban con el apoyo del gobierno nacional ni con la mayoría de las situaciones provinciales, por lo tanto decidió renunciar a su candidatura y apoyar la de Manuel Ocampo por los Partidos Unidos, que agrupaba a los seguidores de Irigoyen y Dardo Rocha, además de mitristas y católicos.

domingo, 27 de octubre de 2024

Patagonia: Las maravillosas aventuras de Mr. Musters

El inglés Musters y los tehuelches


Por Héctor Pérez Morando || Diario Río Negro




Vida muy singular y poco conocida la de George Chaworth Musters. Como para el libro. Inglés de sangre pero nacido en Nápoles, casualmente, «en transcurso de un viaje de sus padres» (13/2/1841). De familia acomodada y huérfano desde pequeño, tal vez los tíos marinos tuvieron que ver en su vida marina -desde los 13 años- y el «Algiers», la escuela. Recibió medallas por su actuación en Crimea. Escritos de Falkner, Darwin, Guinard, Fitz Roy, Viedma, De Angelis y otros fueron los antecedentes documentales para su formidable travesía patagónica que se inició en Punta Arenas, pasando por Gallegos, isla Pavón y finalizó en Carmen de Patagones (abril de 1869-26/5/1870) ¿Cuál fue el motivo principal del viaje? Varias hipótesis se han emitido y hasta la de «una misión especial del almirantazgo británico para el reconocimiento del interior de la Patagonia» (Balmaceda, Rey 1976). ¿Espía? Tenía permiso de la Marina inglesa. Percibía una renta.

Cualquiera fuera el motivo, la realidad es que dejó un incomparable aporte toponímico y etnográfico principalmente, como nunca había ocurrido hasta poco después de la mitad del siglo pasado, y hasta un «vocabulario parcial de la lengua tsoneca» que incluyó en su libro «At home with the Patagonians. A year»s wanderings over untrodden ground from the straits of Magellan to the Río Negro», editado en Londres en 1871 y traducido al castellano en 1911 como «Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas desde el estrecho de Magallanes hasta el Río Negro». «El mapa de Musters es la primera información cartográfica directa del interior de la Patagonia». (Rey Balmaceda, ídem). Es llamativa la adaptación, el mimetismo que logró entre los tehuelches y sus formas de vida. Dio un «paseo» de 2.750 kilómetros y un año de duración, con los consiguientes peligros, y tuvo que afrontar y participar de la vida tehuelche: vestir quillango, usar boleadoras, andar a caballo, alimentarse con carne de guanaco, de avestruz (y huevos), de yegua y raíces. Debió habitar en toldos, dormir a la intemperie, hacer trenzados de cuero y -lo más importante- anotar los acontecimientos de la gran aventura, con mucha precisión y útiles detalles sobre flora, fauna, topografía y costumbres de los tehuelches. Es largo de detallar. Llegó a afirmar que «no merecen seguramente los epítetos de salvajes feroces, salteadores del desierto, etc. Son hijos de la naturaleza, bondadosos, de buen carácter». Y en cuanto a las creencias, «la religión de los tehuelches se distingue de la de los pampas y araucanos porque no hay en ella el más mínimo vestigio de adoración al sol, aunque se saluda la luna nueva con un ademán respetuoso… creen en un espíritu bueno y grande… no tienen ídolos ni objetos de adoración…».

Según parece, dominaba bien el castellano y una partida de soldados en busca de prófugos de Punta Arenas facilitó el primer tramo de su viaje desde allí hasta la isla Pavón, desembocadura del río Santa Cruz, donde por entonces tenía sus dominios Luis Piedra Buena, a quien no pudo entrevistar por haber viajado poco antes. Llevaba una carta de presentación de Jorge M. Dean, de Malvinas, donde había estado. Carbón y oro son existencias de las que se fue informando. Se encontró con Sam Slick, hijo del cacique Casimiro. Hablaron en inglés. A partir de Pavón se iniciaría la parte más destacada de la aventura de Musters, acompañado por la parcialidad aóni-ken que hablaba el aóni-aish, «lengua que sería entonces la aprendida por Musters». Y desde allí, estuvo acompañado nada menos que por los célebres caciques Casimiro y Orkeke, de quienes llegó a ser muy amigo. ¿Qué método empleó el viajero inglés para llegar a ser admitido en los toldos andantes tehuelches y merecer gran respeto y confianza?

 

Lo describe a Orkeke: «Había cumplido ya sus 60 años; y, cuando saltaba sobre su caballo en pelo o dirigía la caza, desplegaba una agilidad y una resistencia iguales a la de cualquier otro más joven… abundante cabello negro… ojos brillantes e inteligentes… era particularmente limpio en sus ropas y aseado en sus costumbres… desde el momento que fui huésped de él, su conducta para conmigo fue irreprochable». Y de Casimiro: «Cuando no estaba ebrio, este hombre era vivo e inteligente, astuto y político. Sus extensas vinculaciones con todos los jefes, inclusive Reuque y Callfucurá (sic), le daban mucha influencia. Era también obrero diestro en varias artes indígenas, como la de hacer monturas, pipas, espuelas, lazos y otras prendas. Era muy corpulento, de seis pies cabales de estatura». (Musters, G. Ch., Vida, 1964).



Luego de isla Pavón, los tehuelches -más de doscientos entre hombres, mujeres y niños- y el viajero inglés se dirigieron a la precordillera. Llegaron al paraje Yaiken-Kaimak. Una escena de caza: vio un guanaco y «lo boleé con una boleadora para avestruz» y en ese lugar surgió «una inquietud general»: estar preparados «para el caso de que encontráramos a los tehuelches del norte en guerra con los araucanos o manzaneros». Todos se daban un baño diario en los cursos de agua. Llevaba una brújula -que le regaló a Foyel- y anzuelos para pesca que usó. Los tehuelches no comían pescado. Llegaron los tehuelches del norte -comandados por Hinchel- y se produjo un gran parlamento. «Casimiro había tratado de inducirme a que hiciera de capitanejo… por nuestra parte se desplegó orgullosamente la bandera de Buenos Aires, mientras los del norte hacían flamear una tela blanca». (Musters, ídem).

«Después de varias arengas, dichas por Hinchel y otros, se resolvió elegir a Casimiro jefe principal de los tehuelches», anotaría Musters. Musters dedujo que «las relaciones entre los tehuelches o tsonecas de la Patagonia y los indios araucanos de Las Manzanas no habían tenido antes, de ninguna manera, un carácter pacífico». El padre de Casimiro había sido muerto por los araucanos, pese a lo cual «la diplomacia de Casimiro lograba conciliar a todas las partes». En ese lugar recibieron una partida del Chubut, «unos setenta u ochenta hombres, con mujeres y criaturas, y ocupaban unos veinte toldos», la mayoría «jóvenes de sangre pampa o pampa tehuelche… unos cuantos tehuelches puros» cuyo jefe se llamaba Jackechan o Juan (Chiquichano), «un indio muy inteligente, que hablaba corrientemente el español, el pampa y el tehuelche». El «Marco Polo de la Patagonia», como lo llamaron algunos autores, continuaba adentrándose en la vida tehuelche: «atoldándose», haciendo boleadoras y tientos, ganándose los alimentos cazando con ellos y como ellos y participando de acontecimientos muy celebrados por aquellos pobladores de la Patagonia: nacimientos, entrada a la pubertad, casamientos, muertes, etc. y hasta para evitar el efecto nocivo de los vientos «volví a aplicarme la pintura» (en el rostro), sin olvidar beber aguardiente, fumar en pipa y usar armas largas y cortas. En Teckel, por enero de 1870, recordaría que «estaba muy al tanto del género de vida y de las costumbres de los tehuelches, que me consideraban casi uno de ellos (en verdad, había llegado a adquirir cierta posición e influencia entre esa gente)». (Musters, ídem).

Llegaron al campamento Carge-kaik (Cuatro Colinas) y recibieron la amistosa visita de un hijo de Quintuhual, con un mensaje del padre. Hubo danza: «Entré con Golwin (Blanco) y dos más en la danza, apareciendo en traje completo de plumas de avestruz y cinturón de campanillas, y debidamente pintado, para gran delicia de los indios. Mi ejecución arrancó grandes aplausos». Tenía razón Musters, parecía uno más de ellos. Bien manejadas las relaciones públicas para entonces… Recibieron mensajes araucanos. Luego visitaron los toldos de Quintuhual y continuando la marcha llegaron a Diplaik (Moreno lo cita como Dipolokainen), donde un mensajero de Foyel les entregó una noticia: el araucano (chileno) Culfucurá -no emplea la denominación mapuche- incitaba a unirse para «hacer la guerra a Buenos Aires». Ni más ni menos que sus depredadores malones a la zona de Bahía Blanca y el gran espacio bonaerense. Se convocó a parlamento y se decidieron por la negativa. Aquellos tehuelches e «indios mansos» defendían y apoyaban a El Carmen (Carmen de Patagones) y allí se dirigirían en busca de «vicios», ración de ganado y demás que les entregaba el gobierno. Orkeke, Casimiro -«el gran cacique del sur»-, los pellejos con aguardiente y la nutrida caravana seguían la rastrillada para el norte (más o menos la actual ruta nacional 40) hasta llegar al campamento de Foyel, con buen recibimiento. Anteriormente -anotó Musters- un incidente le «facilitó la oportunidad de observar la predisposición de los araucanos para esclavizar y maltratar a todo «cristiano» que podían robar o comprar». Luego de otras bien narradas alternativas, emprendieron viaje a «Las Manzanas», los dominios de Cheoeque (sic), es decir el famoso Sayhueque. Se instalaron en Geylun -posiblemente al sur de Paso Flores y cerca de Pilcaniyeu actuales-, donde quedó la mayoría de los nativos y luego de cruzar el Limay y visitar a Inacayal, donde también son bien agasajados, fueron recibidos por el jefe manzanero: «Hombre de aspecto inteligente, como de 35 años de edad, bien vestido con poncho de tela azul, sombrero y botas de cuero»… Este cacique tenía plena conciencia de su alta posición y de su poder; su cara redonda y jovial, cuya tez, más oscura que la de sus súbditos, había heredado de su madre tehuelche». En el toldo estaba «la bandera de Casimiro, esto es, la bandera de la Confederación Argentina». Tenían temor al «gualicho» y a otras circunstancias diarias.



Hubo fiesta, aguardiente en abundancia -con las armas guardadas-, manzanas frescas, piñones, carne e intercambio de objetos, alimentos y aguardiente. Pudo comprobar que el intercambio -pieles, tejidos, trenzados, caballos, alimentos, etc.- era moneda corriente. Tal como el trueque actual, que va ganando posiciones por la crisis. Hacían carreras de caballos. Se celebró un parlamento con tres temas: «Paz firme y duradera entre los indios presentes», «protección de Patagones» y «considerar el mensaje de Callfucurá (sic) acerca de un malón a Bahía Blanca, y en general la frontera bonaerense», sobre lo cual los tehuelches ya se habían expedido negativamente antes de llegar al lugar. Estaba allí Mariano Linares -de la tribu de ese apellido-, que había llegado de Patagones en misión de paz. Los picunches -anotaría el viajero inglés- eran «una rama de los araucanos bajo el dominio de Cheoeque… viven cerca de los pasos de la cordillera y saquean a todos los viajeros». Hubo otro parlamento en el que se resolvió unánimemente que «Cheoeque protegería la orilla norte del río Negro y cuidaría a Patagones por ese lado, mientras que Casimiro garantizaría el sur». Se ratificó el no malón a Calfucurá, «pidiéndole que limitara sus hostilidades a Bahía Blanca». Todo eso lo vivió el marino y aventurero inglés, como principal partícipe en aquellos conflictos internos, pero cuyos protagonistas maloneros más feroces y ladrones procedían del otro lado de la cordillera. Aunque Calfucurá estaba asentado en «Las Salinas» (La Pampa).

Luego del regreso a Geylun, se preparó el viaje a Patagones. Fueron de la partida Musters, Orkeke, Casimiro, Quintuhual, Crime, Meña y numerosos tehuelches, mujeres y niños. Es la primera vez que la «línea sur» rionegrina -con ligeras variantes en el trazado caminero y ferroviario actual- ve pasar tan numerosa y heterogénea comitiva. La toponimia incorpora y confirma nombres: Margensho (Maquinchao), Trinita (Treneta), Valcheta. Desde Maquinchao, Musters y dos acompañantes decidieron adelantar el viaje a Patagones. Llevaba una carta para el comandante Murga y la misión de preparar el terreno para la visita de los restantes. En cierta parte del trayecto «alegró nuestros ojos la vista del mar». Cruzaron para el río Negro y entonces «Haciendo a un lado la manta india, volví a ponerme el traje de un inglés de la época, saco de cazador, etc.» Había tenido el equipo bien guardado. Cerca de «San Xavier» (Javier) tuvo contacto con los otros hermanos Linares y las estancias de Kincaid, Alexander Fraser y Grenfell. Estos últimos le facilitaron dinero. Durmió en el toldo de Chalupe. En Patagones se entrevistó con Pablo Piedra Buena -hermano de Luis-, el Dr. Humble, la galesa familia de Morris Humphreys y con Murga. Días después llegaron Casimiro, Orkeke y sus tribus. Recorrió la zona y tomó valiosos apuntes. Se embarcó en el vapor «Patagonia» (ex «Montauxk», de Boston) rumbo a Buenos Aires, que encalló en la desembocadura del Negro, y siguió viaje en la goleta «Choelechoel». El «tehuelchizado» -perdón por el neologismo- inglés había recorrido la Patagonia durante poco más de un año -llegó a Patagones el 26/5/1870- y daría a luz el más famoso escrito etnográfico, topográfico y de otros temas para su tiempo. Una hazaña que no fue repetida y de un gran valor documental. Anduvo por otras partes del mundo y concretó varias publicaciones más. La aventura patagónica fue premiada con un reloj de oro por la Royal Geographical Society. Se retiró de la Marina británica con el grado de capitán de fragata (commander). Estuvo casado con una peruana descendiente de ingleses y murió en 1879.

Una estación ferroviaria en Río Negro, un lago en Chubut y varias calles llevan su nombre, recordando la gran hazaña del inglés-tehuelche.