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viernes, 17 de enero de 2025

Patagonia: El pueblo abandonado de Cajón de Ginebra Grande

El pueblo fantasma




Es increíble, original ¡fantástico! la cantidad de localidades con nombres llamativos que existen en nuestro país. El primero que me asiste es “Venado Tuerto”, en Santa Fe, fácil de suponer el porqué. Es simpático “Salsipuedes”, en Córdoba, pero me parece que el que lleva la delantera es “Cajón de Ginebra Grande” … ¡sí, sí aunque no lo crea! Doy las razones porque, sinceramente, hasta que por curiosidad casualmente encontré la histria, ni idea tenía de su existencia.
“Cajón de Ginebra Grande” es una localidad  del departamento Paso de Indios, Provincia del Chubut. Se encuentra sobre la Ruta Nacional 25 a unos 7 km al oeste, de su casi homónima “Cajón de Ginebra Chico”. El paisaje se distingue por el  cordón montañoso y un  manantial  del departamento “Languiñeo”.



Según la historia, entre los años 1880 y 1890, eran comunes los viajes entre los valles 16 de Octubre y el inferior del río Chubut. En uno de esos trayectos, con carros cargados para las viviendas que se estaban levantando en el valle de los Andes, cayó un cajón de ginebra. Con los años, si algo ocurría cerca de allí, se decía que había pasado más acá o más allá del “cajón de ginebra”. Un tiempo después ocurrió otro hecho similar: otro cajón de ginebra, más grande, fue a dar al suelo. Así los parajes pasaron a denominarse, el primero, “Cajón de Ginebra Chico”, y el otro “Cajón de Ginebra Grande”. 



La abundante colonia galesa de la región llamaba a la zona “Bocs Gin”, que traducido a nuestro idioma es “Ginebra triste”. En enero de 1897, “Francisco Pietrobelli”, en su recorrido por el territorio del Chubut pasó por este lugar. 11 años después, en 1908, se estableció en la localidad un Almacén de Ramos Generales llamado "Los Mellizos" y, 14 años más tarde, se inauguró la Escuela Nacional N° 64, a la que llegaron asistir unos 20 alumnos de la zona.
Con el paso del tiempo, “Cajón de Ginebra Grande” se fue despoblando y actualmente está casi totalmente deshabitado. Se mantienen las calles y algunas construcciones abandonadas. Es lo que habitualmente llamamos un pueblo fantasma.


domingo, 12 de enero de 2025

Julio Argentino Roca, padre fundador de la Argentina Moderna

Roca y la Argentina moderna

Julio Argentino Roca

El 19 de octubre próximo se cumplirán 110 años del fallecimiento del general Julio Argentino Roca. Aquella Argentina de 1843 era bien distinta a la que dejó en 1914. El epopéyico protagonismo del estadista y militar tucumano había permitido construir una nación moderna en un desierto en solo una generación.

En años más recientes, el escritor anarquista Osvaldo Bayer lanzó una campaña facciosa y difamatoria del dos veces presidente de la República. Su despiadada crítica al rol que le cupo en la ocupación del espacio territorial argentino soslaya los méritos respecto de la ley 1420 de enseñanza primaria obligatoria y gratuita de quien fuera también el fundador de las primeras escuelas industriales, el que hizo llegar el ferrocarril a San Juan o a la quebrada de Humahuaca e iniciado las obras para llegar tanto a La Paz, Bolivia, como a Neuquén. Omite también que se trata del presidente que evitó la guerra con Chile por cuestiones limítrofes, generó los derechos argentinos en la Antártida con la base en las Islas Orcadas, proyectó el Código del Trabajo y creó las primeras cajas de jubilaciones. Nos referimos también al presidente cuyo canciller, Luis María Drago, fijó un hito en la historia diplomática argentina con la doctrina que lleva su nombre, estableciendo que las deudas de un país no podían ser reclamadas por la fuerza militar. Fue quien hizo construir la primera flota de mar de nuestra marina de guerra y modernizó al ejército con la Escuela de Guerra y el servicio militar. El mismo presidente que inició las obras del puerto de Buenos Aires y nombró primer intendente a Torcuato de Alvear, responsable de la transformación urbana de la Ciudad de Buenos Aires.

El general Roca no decapitó a ningún indio como con ligereza y llamativo desconocimiento afirmó el papa Francisco. De hecho, en los combates en los que triunfó terminó con los degollamientos, que eran práctica común en esas guerras civiles fratricidas. Episodios aislados de violencia de alguna fracción de sus columnas fueron inevitables como en cualquier acción de guerra.

La Campaña del Desierto fue liderada por el general RocaTwitter

Roca planeó y ejecutó la operación militar para que la jurisdicción del Estado nacional llegara a sus límites territoriales, abriendo la posibilidad de transitar con seguridad. Pocos recuerdan que hasta 1880 la ruta nacional 8, desde Pergamino a Villa Mercedes, era intransitable por los peligros de malones; o que recién con la inauguración del ferrocarril Rosario-Córdoba, en 1870, se pudo viajar sin riesgos entre ambas ciudades.

Ya el virrey Vértiz había planeado llevar la frontera hasta el río Negro, algo que por falta de recursos y escasa población era poco viable. En la Patagonia, más precisamente en Neuquén, intentos de instalar misiones jesuíticas en los siglos XVII y XVIII concluyeron con el incendio de las capillas y el asesinato de sacerdotes como el padre Nicolás Mascardi.

La guerra de la independencia trajo la violencia indígena desde Chile a nuestras Pampas por la alianza de oficiales españoles con tribus araucanas. Al grito de ¡Viva Fernando VII! pueblos como Pergamino, Salto y Rojas fueron asaltados en 1820. Las disputas entre tribus trasandinas y las que estaban asentadas de este lado de la cordillera tuvieron a los tehuelches como principales víctimas.

El general Roca no decapitó a ningún indio como con ligereza y llamativo desconocimiento afirmó el papa Francisco

Terminar con los ataques a las poblaciones y permitir el transporte de personas y mercaderías era una necesidad impostergable, tanto como evitar que las tierras al sur del río Colorado fueron ocupadas por potencias extranjeras cuando en Europa se repartían el mundo, sin olvidar las pretensiones de Chile.

En 1867, durante la presidencia de Bartolomé Mitre, el Congreso aprobó por ley 215 avanzar la frontera hasta el río Negro. La guerra de Entre Ríos –desatada por el asesinato del general Justo José de Urquiza– obligaría a desviar tropas y a afrontar los gastos por ese conflicto.

En 1872, en la batalla de San Carlos, localidad cercana a la ciudad de Bolívar, se enfrentaron dos mil soldados –la mitad eran indios– contra cinco mil lanzas de Calfucurá, quien termina derrotado. Poco antes, este cacique había llegado con sus malones a doscientos kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.

En algunas de esas incursiones hubo saqueos como el del llamado Malón Grande, ya dirigido por Namuncurá; unas 200 mil cabezas de ganado fueron arreadas para su comercialización en Chile. Se llevaran también cautivos y cautivas para el servicio en las tolderías o la venta.

En el gobierno de Nicolás Avellaneda, el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, estableció un plan de avance paulatino, reforzando la frontera con más fortines y cavándose una zanja a lo ancho de la provincia de Buenos Aires conocida por su nombre, precisamente para dificultar los movimientos de ganado por parte de los malones, y respondiendo al pedido de colonos que poblarían las cercanías de la línea.

Al fallecimiento de Alsina, ocurrido en 1878, asumió el ministerio el general Roca quien propuso una campaña a lo largo de toda la frontera que iba desde el Atlántico hasta los Andes, llegando hasta el río Negro. El Congreso aprobó este plan y su financiación mediante la venta de hasta cuatro millones de hectáreas de las tierras a ganar con el avance.

Pocos recuerdan que hasta 1880 la ruta nacional 8, desde Pergamino a Villa Mercedes, era intransitable por los peligros de malones

Cabe destacar que, de los cinco mil hombres que integraban las distintas columnas, alrededor de mil eran soldados indígenas. Las bajas contabilizaron 1240 indios, una tercera parte de los muertos en la campaña de Rosas en 1833. La frontera no constituía una barrera infranqueable, como evidenciaron las guerras civiles en las que tribus indígenas participaban en ambos bandos y ofrecían refugio a los vencidos, tal el caso de los oficiales unitarios Manuel Baigorria y los hermanos Saá.

La columna con la que Roca marchó desde Azul, pueblo que era punta de rieles en el sur, hasta el río Negro, iba acompañada con científicos y sacerdotes. Esta obra de evangelización se consolidará en la primera presidencia del general Roca con la instalación de la orden salesiana en aquellos territorios, con Ceferino Namuncurá como uno de los primeros alumnos.

Manuel Namuncurá, su padre, recibió ocho leguas. No fue el único. Los Ancalao, tribu de origen Boroga a la que se enfrentó Calfucurá al poco tiempo de ingresar a la provincia de Buenos Aires proveniente de Chile, colaboraron con el gobierno nacional en la defensa de Bahía Blanca y recibieron en Norquinco 114 mil hectáreas. Para Nahuelquin, quien ayudó al perito Moreno en la demarcación de los límites con Chile en Cuyame, fueron 125 mil hectáreas. La política de conceder tierras a caciques para que se integraran a la sociedad benefició a Coliqueo con Los Toldos y a otros que se asentaron en Azul y en 25 de Mayo. Evitar los guetos contribuiría con el tiempo a conformar el pueblo de la nación integrando a todos, indios, criollos e inmigrantes.

Personas de distintas filiaciones intelectuales y políticas, como Arturo Frondizi, Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y Oscar Alende, reconocieron la obra de Roca, que en su primera presidencia abarcó la totalidad del sur argentino hasta las islas cercanas a Tierra del Fuego y que emprenderá la ocupación del Chaco, inmensos territorios que hasta entonces solo habían sido nominalmente argentinos, procediéndose a su organización institucional con la ley de territorios nacionales promulgada en su primera presidencia. La paz, el orden y la libertad fueron para Roca piezas clave que, acompañadas de un intenso activismo legislativo digno de ser imitado, condujeron al afianzamiento soberano del territorio de la República y a su integración mediante una amplia infraestructura, todo lo cual promovió la llegada de inmigrantes e inversiones extranjeras.

El presente nos demanda reeditar muchos de aquellos logros. El legado de Roca conserva hoy gran parte de su vigencia.



miércoles, 8 de enero de 2025

Análisis: ¿Por qué evitamos la guerra en el Beagle y aceptamos ir a Malvinas?

El juego de la gallina en las crisis del Beagle y Malvinas




En su exhaustivo análisis titulado “Predicting the Probability of War During Brinkmanship Crises: The Beagle and the Malvinas Conflicts” (haga clic aquí), Alejandro Luis Corbacho explora una cuestión intrigante en la historia reciente de Argentina: ¿por qué el país evitó la guerra con Chile en el conflicto del canal de Beagle, pero eligió confrontar militarmente a Gran Bretaña en el conflicto de las islas Malvinas? El trabajo de Corbacho ofrece una respuesta innovadora a esta pregunta al enfocarse en cómo las presiones políticas internas y las dinámicas de supervivencia del régimen autoritario argentino influyeron en las decisiones de los líderes.

El concepto central que guía el análisis de Corbacho es el brinkmanship o "juego de la gallina", una estrategia de riesgo en la que un país desafía los compromisos de otro con la esperanza de que retroceda para evitar la guerra. Según la teoría clásica, desarrollada por el politólogo Richard Ned Lebow, las guerras en este tipo de crisis surgen principalmente de percepciones erróneas: un país malinterpreta la resolución de su adversario y actúa bajo el supuesto de que éste cederá ante la amenaza de conflicto. Sin embargo, Corbacho introduce una perspectiva diferente. En su análisis, argumenta que en algunos casos, como en el de las Malvinas, no fue la mala interpretación de la disposición británica a defender las islas lo que llevó a la guerra, sino las presiones internas dentro de Argentina. Estas presiones impulsaron a la junta militar a arriesgar una confrontación con un poder superior como parte de un desesperado intento por mantener su control en medio de una crisis política interna.


 

Un análisis comparativo de las crisis

Para abordar esta cuestión, Corbacho utiliza una metodología comparativa, examinando dos crisis que involucraron a Argentina durante el régimen militar: el conflicto del canal de Beagle con Chile en 1978 y el conflicto de las islas Malvinas con Gran Bretaña en 1982. Aunque ambos eventos tuvieron similitudes superficiales —ambas fueron crisis de brinkmanship, y ambas involucraron disputas territoriales históricas—, los resultados fueron marcadamente diferentes. Mientras que la crisis del Beagle fue resuelta pacíficamente, el conflicto de las Malvinas resultó en una guerra devastadora para Argentina. A través de un análisis detallado de estos dos casos, Corbacho busca entender qué factores llevaron a estos resultados tan distintos.

Las diferencias internas que marcaron otro resultado 

El estudio de Corbacho revela que el contexto político interno fue fundamental para determinar el desenlace de ambas crisis. En 1978, durante la crisis del Beagle, la junta militar argentina estaba bajo presiones, pero no enfrentaba una amenaza existencial tan severa como la que experimentaría cuatro años más tarde. Aunque había tensiones con Chile por el control de las islas del canal de Beagle, la dictadura militar contaba con una relativa estabilidad interna, lo que permitió a sus líderes actuar con mayor cautela. Además, la diplomacia internacional —particularmente la intervención del Papa Juan Pablo II, quien ofreció su mediación— proporcionó una salida viable para evitar el conflicto armado sin que los líderes argentinos perdieran legitimidad o poder.


En cambio, el contexto del conflicto de las Malvinas fue completamente diferente. Para 1982, el régimen militar argentino estaba profundamente debilitado. La economía del país estaba en declive, y el gobierno enfrentaba una creciente oposición interna. La junta militar, encabezada por el general Leopoldo Galtieri, necesitaba desesperadamente una victoria que pudiera restaurar su legitimidad y sofocar las crecientes críticas. Según Corbacho, la decisión de invadir las Malvinas fue vista por los militares argentinos como una operación de “rescate del régimen”, un intento de unificar a la nación en torno a una causa nacionalista y consolidar el apoyo popular en un momento de crisis interna.

El brinkmanship y las decisiones de guerra

Uno de los puntos clave del análisis de Corbacho es que, aunque la teoría de Lebow sobre el brinkmanship enfatiza la importancia de las percepciones erróneas del adversario, esta no puede explicar completamente por qué Argentina eligió enfrentar a un enemigo mucho más poderoso en el caso de las Malvinas. Si bien es cierto que los líderes argentinos subestimaron la resolución británica y malinterpretaron la probable respuesta de Estados Unidos, el factor determinante fue la presión política interna. En otras palabras, la junta militar no podía permitirse retroceder, independientemente de las señales que pudiera haber recibido de que Gran Bretaña no cedería fácilmente. La guerra se convirtió en la única opción viable para mantener su control sobre el país.

Este análisis se ve reforzado cuando se compara con el manejo de la crisis del Beagle. En ese conflicto, aunque había facciones dentro de la junta que favorecían una acción militar contra Chile, las presiones internas no eran tan agudas. Esto dio margen para la negociación y permitió que la intervención de terceros, como el Papa, influyera en el resultado. Según Corbacho, en el caso del Beagle, los líderes argentinos tenían más flexibilidad para maniobrar sin perder su posición de poder, lo que les permitió aceptar una solución diplomática en lugar de una confrontación militar.

 

Conclusiones

El trabajo de Corbacho ofrece varias conclusiones importantes para entender cómo y por qué Argentina actuó de manera tan diferente en estas dos crisis internacionales:

  1. Las presiones internas pueden ser más decisivas que las percepciones erróneas del adversario. Si bien la teoría del brinkmanship se centra en la mala interpretación de las intenciones del otro, Corbacho demuestra que en el caso de las Malvinas, la junta militar argentina estaba motivada principalmente por la necesidad de consolidar su poder frente a una amenaza interna. En ese contexto, las percepciones sobre la respuesta británica eran secundarias ante la urgencia de restaurar la legitimidad del régimen.

  2. La mediación internacional puede ser efectiva cuando las presiones internas no son abrumadoras. En el caso del Beagle, la intervención del Papa Juan Pablo II y el apoyo de la comunidad internacional proporcionaron una salida pacífica. Esto fue posible porque la junta militar aún tenía margen de maniobra política interna. En cambio, en el conflicto de las Malvinas, no hubo tal margen, y la guerra se volvió inevitable.

  3. La guerra de las Malvinas fue, en gran medida, un último recurso político. Corbacho sostiene que la decisión de invadir las Malvinas no fue simplemente un error de cálculo estratégico, sino una respuesta desesperada a una crisis política interna que amenazaba con desmoronar al régimen. La junta no vio otra opción viable para mantenerse en el poder.

  4. El papel de las potencias externas fue decisivo, pero limitado. En ambos conflictos, las potencias internacionales, especialmente Estados Unidos y el Vaticano, jugaron papeles importantes. Sin embargo, su capacidad para influir en los eventos estuvo limitada por la situación interna de Argentina. En el caso del Beagle, la presión internacional ayudó a evitar una guerra. En el caso de las Malvinas, los intentos de mediación de Estados Unidos fueron insuficientes para disuadir a los líderes argentinos, que ya habían decidido que la guerra era su única opción.

Lecciones para futuras crisis internacionales

El análisis de Corbacho tiene implicaciones más amplias para el estudio de las crisis internacionales y la política exterior. Una de las principales lecciones es que, en las crisis de brinkmanship, las decisiones de guerra no siempre se basan en percepciones erróneas sobre el adversario, sino que pueden estar profundamente influenciadas por factores políticos internos. Cuando los líderes enfrentan amenazas a su supervivencia política, pueden verse obligados a adoptar políticas arriesgadas, incluso si reconocen que es probable que el adversario no retroceda.

Además, el estudio destaca la importancia de la intervención diplomática en la resolución de crisis. En el caso del Beagle, la intervención del Papa fue crucial para evitar una guerra. Sin embargo, como muestra el caso de las Malvinas, la diplomacia solo puede tener éxito cuando las condiciones internas permiten a los líderes aceptar una solución negociada.

Finalmente, el trabajo de Corbacho ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo las dictaduras militares pueden utilizar los conflictos externos como una estrategia de supervivencia política. En un contexto donde el poder del régimen está en declive, la guerra puede ser vista como una forma de restaurar la legitimidad y consolidar el apoyo interno, independientemente de las consecuencias a largo plazo.

En conclusión, el análisis de Corbacho proporciona una comprensión profunda de los conflictos de las Malvinas y el Beagle, y ofrece lecciones importantes para el estudio de las crisis internacionales. Al destacar el papel crucial de las presiones internas y la dinámica política, este trabajo desafía las explicaciones convencionales centradas en la percepción errónea del adversario y sugiere que, en algunos casos, la guerra es el resultado inevitable de un régimen en crisis.

martes, 7 de enero de 2025

Argentina: Los comechingones

Pueblo Originario Comechingones





El Origen del término Comechingón no está precisamente definido. Contamos con versiones; de acuerdo con su etimología procedería de comi “serranía” o “sierra”;chin, “pueblo”; y el sufijo gon, plural de la palabra pueblo: “pueblos de las serranías”.
Esta misma versión tiene una variante, la traducción de gon sería “abundancia”, por lo que el nombre resultante es: “valle serrano de muchos pueblos”.
Otra teoría dice que el término Comechingón se traduce: “los que viven en las cuevas” y habría surgido al ser bautizados de este modo por su tribu vecina, los Sanavirones, que hacían referencia al hecho de que con frecuencia los comechingones moraban en cuevas.
Ocupaban la región de Córdoba y nordeste de San Luis.
 Los sanavirones llamaron comechingones a sus vecinos del sur, es decir, a los indígenas que habitaban en cuevas desde la zona de Cruz de Eje hasta la de Achiras en el sur, en la provincia de Córdoba; en San Luis ocupaban el área de Conlara.
Los comechingones son descriptos así: altos, morenos, barbados. Caracteres que distinguen a los huárpidos; las mediciones de esqueletos hallados dan una media de 1,65m y 1,68m; su cabeza era más o menos alargada y siendo deformada en la forma tubular erecta típica de los diaguitas.


Origen

La antigüedad de los comechingones en las sierras cordobesas parece muy remota; 1a gruta de Candonga fue habitada desde los primeros tiempos de la era presente; pero son anteriores todavía los aborígenes de los yacimientos de Ongamira y Observatorio, pues todavía no conocían la alfarería y predominaba en ellos el instrumental lítico y de hueso. Alberw Rex González estudió el horizonte precerámico de las sierras cordobesas, el yacimiento de Ayampitin en Pampa de Olaen, el abrigó de Ongamira, la gruta de lntihuasi, en San Luis. Los restos arqueológicos hallados tendrían una antigüedad de cinco milenios, según O. Menghin. Elementos de la época paleolítica como las puntas de lanza o jabalina, de piedra y en forma de hoja de laurel, hallados en varios lugares, perduraron hasta la llegada de los españoles; probablemente aquellas "medias picas" de que hablan los documentos de la época de la conquista fuesen esas antiguas lanzas o jabalinas.


Cultura

A las primeras etapas de la cultura se habrían agregado elementos andinos, que aportaron el cultivo de la tierra, el sedentarismo, la cría de llamas, el hilado y el tejido, el vestido de lana, la cerámica negruzca y grabada y el uso de objetos de metal, aunque no aun metalurgia propia.
En la cultura y el hábitat de los comechingones se advierten también elementos de origen amazónico, probablemente transmitidos por los vecinos del norte y del noroeste, los sanavirones. Tendría esa ascendencia sobre todo el modelado de la cerámica dentro de cestos, en el sector septentrional o henia, de asa ancha y maciza, que Serrano llamó aletón. Quizás se podrían añadir algunos fragmentos de cerámica fina y pintada; y las hachas de piedra pulimentada, del Neolítico.-
Los comechingones de la época histórica fueron la resultante de esas distintas influencias, las incaicas no llegaron hasta ellos y las amazónicos son muy débiles; y eso distingue a estos pueblos de los otros del noroeste. Aparido puede hablar de una "verdadera ínsula etnográfica dentro de la cual se han conservado los elementos de una cultura primordial que, en cierta época, habría sido común a buena parte del noroeste argentino.
Del nivel cultural de los indígenas de las sierras de Córdoba ofrecen excelentes testimonios las pinturas rupestres, abundantes en tres grandes zonas, la sierra de Comechingones, hacia el sudoeste, colindando con la provincia de San Luis; las sierras de Guasapampa y de Cuniputo, esta última una ramificación de la Sierra Chica, hacia el noroeste, cerca de la provincia de La Rioja, y hacia el norte, las Sierras del Norte, con ramificaciones hacia Santiago del Estero.



lunes, 6 de enero de 2025

Chile: Visión chilena del incidente del islote Snipe

El incidente del islote Snipe y su impacto en la evolución de la infantería de marina chilena




El incidente del islote Snipe, ocurrido en 1958, no solo tensionó las relaciones entre Chile y Argentina, sino que también desencadenó una serie de cambios en la Armada de Chile, especialmente en su Infantería de Marina. Este artículo busca destacar el papel que jugó el Cuerpo de Defensa de Costa durante este conflicto y su evolución posterior.

El 7 de agosto de 1958, Argentina presentó una nota diplomática a Chile reclamando derechos sobre islas en el canal Beagle. Dos días después, el destructor argentino *San Juan* bombardeó y destruyó un faro en el islote Snipe. Además, desembarcó una compañía de 120 infantes de marina argentinos, tomando posesión del lugar.

 

Ante este acto, el gobierno chileno, liderado por el presidente Carlos Ibáñez del Campo, reaccionó rápidamente. El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alberto Sepúlveda, protestó enérgicamente, y el Senado apoyó unánimemente las medidas adoptadas por el gobierno. Mientras la tensión crecía, la Armada chilena recibió la orden de desalojar a los argentinos del islote.

La Infantería de Marina chilena, estacionada en Talcahuano, fue movilizada de inmediato. Bajo el mando del teniente Pablo Wunderlich, una sección de 42 efectivos especialistas en Infantería de Marina y 40 conscriptos del Cuerpo de Defensa de Costa, partió en las fragatas *Baquedano* y *Covadonga* hacia la zona austral. A pesar de las limitaciones en equipo y condiciones climáticas adversas, la moral del grupo era alta. Durante el trayecto, los infantes de marina afilaron sus yataganes, una medida aprobada por Wunderlich para prepararse para el combate cuerpo a cuerpo.

Al llegar a la zona del canal Beagle, los buques chilenos se posicionaron listos para actuar. Sin embargo, la situación de las tropas argentinas en Snipe se había deteriorado, con muchos de sus efectivos sufriendo de disentería y problemas de adaptación al clima extremo. La diplomacia, que avanzaba paralelamente a los preparativos militares, logró evitar una confrontación armada. El 17 de agosto de 1958, Chile y Argentina firmaron una declaración conjunta en la que se comprometían a resolver sus disputas de manera pacífica.

Este incidente tuvo un impacto significativo en la Armada de Chile. La necesidad de contar con unidades de Infantería de Marina con capacidad de movilización rápida y alto poder ofensivo quedó clara. El cuerpo se reorganizó siguiendo las recomendaciones de la misión naval norteamericana, liderada por el coronel del USMC Clay A. Boyd. Se fortaleció el enfoque ofensivo de la Infantería de Marina, orientándola hacia la guerra anfibia y las operaciones de guerrilla.



En 1964, el Decreto Supremo 235 consolidó estos cambios, estableciendo formalmente el Cuerpo de Infantería de Marina como una fuerza especializada en operaciones anfibias, con capacidad para proyectar poder desde el mar y desempeñar un papel clave en futuros conflictos. Este proceso marcó una transformación en la doctrina y estructura de la Infantería de Marina chilena, que se mantiene hasta hoy.

domingo, 5 de enero de 2025

Biografía: Bernardo Gregorio de Las Heras, padre de Juan Gregorio



La historia desconocida del padre de un héroe nacional


Carlos Campana || Deyseg


Bernardo Gregorio de Las Heras, progenitor de Juan Gregorio, se destacó en los albores de la patria ya sea como militar o como un honesto comerciante



En una época donde las líneas entre el comercio y el servicio militar se entrelazaban con los destinos personales, Bernardo Gregorio de Las Heras emergió como una figura importante en aquellos territorios de ultramar del reino de España en Sudamérica.

Nacido en Belvis, Toledo, en 1749, la vida de Bernardo estuvo marcada por la dualidad entre las armas y el comercio. Era hijo de Francisco Plácido Gregorio y Catalina García de Las Heras.

Como muchos peninsulares, un día partió al lejano Río de la Plata, que por aquel tiempo se denominaba gobernación de Buenos Aires, para establecerse en la pequeña aldea.

Vínculo con la tierra rioplatense

Al poco tiempo de instalarse, Bernardo contrajo matrimonio con Rosalía de Lagacha y Rojas, oriunda de Buenos Aires, tejiendo así un vínculo indisoluble con la región del Río de la Plata.

El matrimonio tuvo varios hijos, pero solo uno se destacó, a quien bautizaron con el nombre de Juan Gualberto, quien vio la luz el 11 de julio de 1780 y que alcanzaría renombre como general del Ejército Libertador de tres países.

En aquellos momentos, como la mayoría de los españoles, Bernardo Gregorio de Las Heras, al igual que su padre, militó en la Tercera Orden de San Francisco, demostrando su devoción religiosa y su compromiso con los valores franciscanos.

Sin embargo, su vocación primera fue la de las armas, iniciando su carrera militar en 1769 en la Infantería de la gobernación rioplatense.

Tres años después, su destino lo llevó a la Caballería como portaestandarte, ascendiendo con rapidez. En 1776, se convirtió en teniente, y cinco años después, alcanzó el rango de ayudante mayor en el mismo regimiento, consolidando su reputación como un militar competente y dedicado.

Campañas militares y pruebas de liderazgo

En 1782, sus servicios fueron requeridos en la campaña contra los portugueses en la Banda Oriental, una región en constante conflicto. Tras esta expedición, recibió la comisión de trasladar prisioneros hasta Mendoza, una tarea que puso a prueba su liderazgo y capacidad organizativa.

En este periodo de su vida no solo evidenció su destreza militar, sino también su capacidad para manejar situaciones complejas y mantener el orden en circunstancias difíciles.

De las armas al comercio

La transición de la vida militar a la comercial no fue un camino sencillo, pero Bernardo Gregorio de Las Heras lo recorrió con igual destreza. Se desempeñó como comerciante en Buenos Aires y Córdoba, demostrando un conocimiento detallado del comercio porteño en una era donde el comercio era tan vital como volátil.

Se conoce que en 1799 estaba muy preocupado por el contrabando que ejercían algunos comerciantes inescrupulosos en Montevideo. Sus denuncias sobre prácticas ilícitas y su incansable lucha por la legalidad y el orden en el comercio son testimonio de su integridad y compromiso con la Justicia.

Pero Bernardo no solo intercedió en sus esfuerzos por combatir el contrabando, sino que también se preocupó ante las autoridades del creado virreinato de los importantes desafíos económicos y sociales de la época.

Sus escritos muestran a un hombre profundamente comprometido con la prosperidad de la región y con una visión clara de cómo debería ser gestionada la economía para el bien común.

Versatilidad y adaptabilidad

Además de sus actividades comerciales, Bernardo actuó como empleado judicial en 1790 y 1792, añadiendo otra faceta a su vida. Su capacidad para moverse entre distintos mundos -el militar, el mercantil y el judicial- habla de una versatilidad y adaptabilidad notables.

Esta experiencia judicial le proporcionó una perspectiva única sobre las leyes y regulaciones de su tiempo, permitiéndole entender mejor los mecanismos del poder y la Justicia.

Sus años posteriores los vivió en la tranquilidad de su hogar y neutral ante los hechos que surgieron en el Río de la Plata a partir de 1809, durante la época de los diferentes movimientos políticos y militares.

Falleció en Buenos Aires el 18 de mayo de 1813.

Un legado de perseverancia y servicio

La vida de Bernardo Gregorio de Las Heras es un reflejo de una era de cambios y desafíos, donde las fronteras entre distintas vocaciones eran permeables y la lealtad al rey y a la familia se manifestaba en múltiples formas.

Su legado, aunque quizá eclipsado por la fama de su hijo, es un recordatorio de la riqueza de las vidas de aquellos que forjaron el destino de estos territorios en los que actualmente vivimos.

Su historia es una narrativa de perseverancia, dedicación y servicio en un tiempo donde cada acción podía cambiar el curso de la historia.


Una huella en la historia del Río de la Plata

A través de sus múltiples roles como militar, comerciante y empleado judicial, Bernardo Gregorio de Las Heras dejó su impronta en la historia del Río de la Plata, aunque el tiempo se encargó de borrarla.

Sin embargo, su vida nos recuerda que detrás de cada gran figura histórica hay personas cuyas contribuciones, aunque menos conocidas, son igualmente esenciales para el tejido de nuestra historia compartida.

Su historia es un testimonio de la capacidad humana para adaptarse, liderar y servir en las circunstancias más variadas y desafiantes.

    Imagen de portada: General Juan Gregorio de Las Heras, un patriota que honró el legado de su padre. (Web)

martes, 31 de diciembre de 2024

Guerra contra la Subversión: La emboscada a Papini y Rojas en Bahía Blanca

¿Quién fue el Cabo René Alfredo Papini?





René Alfredo Papini había nació el 20 de mayo de 1954. Cursó sus estudios primarios en el Colegio Santa Teresita del Niño Jesús, y los secundarios en el Colegio Nacional San Bartolomé, ambos de Arrecifes. Fue empleado de la firma Martillera Fernando D. Risso. A los 20 años fue incorporado al Servicio Militar Obligatorio y cumpliendo sus funciones en el V Cuerpo de Ejército, con asiento en Bahía Blanca, perdió la vida.
El 15 de diciembre de 1975, Papini junto a un oficial y cuatro soldados más fueron sorprendidos por un grupo subversivo al cruzar un paso a nivel en el barrio Palihue, perdiendo la vida Papini, con tan sólo 21 años, y el Cabo Rojas. Fueron gravemente heridos los soldados Jorge Martelliti, Héctor Natali y Osvaldo Ramírez.



Los asesinos fingían trabajar como obreros ferroviarios, y cuando el transporte de las fuerzas de seguridad cruzaba la vía, un vehículo bloqueó su paso y más de 30 terroristas abrieron fuego contra las víctimas.
Posteriormente, los atacantes pintaron el vehículo militar con leyendas de Montoneros, robaron armas y huyeron.
El pueblo se volcó a las calles para recibir y despedir sus restos.
Rojas y Papini fueron ascendidos post mortem a Sargento y Cabo, respectivamente.
En el lugar de la emboscada se encuentra un monolito emplazado en el lugar donde ocurrió el atentado y dónde todos los 15 de diciembre se realiza un acto recordatorio.
En el año 2000 en dicho acto, la familia Papini recibió «La Cruz Púrpura» entregada a quiénes ofrendan su vida por la patria.
Al año siguiente de este fatídico hecho, en nuestra ciudad se designa por ordenanza con el nombre de «Cabo René Alfredo Papini» a la plazoleta de ingreso al balneario municipal sector izquierdo.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Argentina: Historia de la defensa argentina hasta la conquista del desierto

Defensa argentina: De la Independencia a la Campaña del Desierto


A lo largo de la historia argentina, la planificación y ejecución de la defensa nacional ha sufrido por no ser abordada como una política de Estado que trascienda las ideologías y gobiernos de turno. Este análisis, en tres entregas, examina los aciertos, errores y desafíos pendientes en la evolución de la defensa argentina. En esta primera parte: desde la Independencia hasta la Campaña del Desierto.


Por José Javier Díaz || DEF



Política, diplomacia y guerra

En 1811, Paraguay declaró su independencia y estableció cuáles serían sus fronteras. Sin embargo, estas aspiraciones territoriales entraban en conflicto con las reivindicaciones fronterizas de Brasil, lo que inició un largo período de tensiones entre ambos países y, eventualmente, afectó a Argentina.

Con el tiempo, Paraguay también tuvo fricciones comerciales con el gobierno argentino, lo que provocó una alianza tácita entre Argentina y Brasil, ambos interesados en proteger sus respectivos intereses territoriales y comerciales. Además, Paraguay enfrentaba problemas con Uruguay, ya que encontraba dificultades para comerciar en la margen oriental del Río de la Plata. A fines de 1864, Paraguay envió tropas a Uruguay para apoyar al Partido Blanco, que luchaba contra el Partido Colorado, respaldado por Brasil.

Paraguay solicitó permiso al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar la Mesopotamia argentina con sus tropas en camino a Uruguay. La autorización fue denegada, pero en abril de 1865, las fuerzas paraguayas ingresaron a Argentina y ocuparon la ciudad de Corrientes, lo que obligó a Argentina a entrar en guerra junto a Brasil y Uruguay contra Paraguay, en lo que se conocería como la Guerra de la Triple Alianza.

Este cruento conflicto finalizó en 1870 con la rendición paraguaya, causando enormes pérdidas territoriales y una catástrofe demográfica para Asunción, con la muerte de casi la mitad de su población y alrededor del 90% de los hombres.

La ocupación de Corrientes por las fuerzas paraguayas podría haberse evitado si Argentina hubiera contado con Fuerzas Armadas mejor equipadas y estratégicamente desplegadas.

Fuerzas Armadas y soberanía en la Patagonia

Después de la independencia de Argentina y Chile, ambos países comenzaron un período de tensiones crecientes en torno a sus reclamos territoriales sobre la Patagonia austral. Estas tensiones se complicaban debido a la geografía de la Cordillera de los Andes, que dificultaba la demarcación precisa de los límites, y por la presencia de tribus mapuches, originarias del lado chileno de los Andes, que atacaban con frecuencia los poblados argentinos.

Los mapuches comenzaron a ganar terreno en la Patagonia y en el sur de la Pampa húmeda, donde desplazaron o exterminaron a las tribus locales, lo que aumentaba la influencia chilena en la región. Según historiadores, el botín obtenido en los ataques mapuches —principalmente ganado robado— se trasladaba a Chile y se vendía con el consentimiento de las autoridades chilenas.

Argentina, sumida en luchas internas durante casi medio siglo, no había logrado consolidar su soberanía sobre la Patagonia. A inicios de la década de 1870, las relaciones entre Argentina y Chile se deterioraron aún más, con ambos países reafirmando sus reivindicaciones territoriales. En 1872, las autoridades chilenas interfirieron en las actividades comerciales argentinas en Santa Cruz, lo que llevó al gobierno argentino a desplegar una guarnición militar en la región y explorar el territorio.



La tensión aumentó cuando, en 1876, Chile envió la corbeta Magallanes al puerto de Santa Cruz para capturar un barco francés autorizado por Argentina a extraer guano. En respuesta, el gobierno argentino envió una flota liderada por el Comodoro Luis Py a la Patagonia en 1878, con la misión de reafirmar la soberanía argentina sobre el sur.

Ante estas tensiones, el presidente Nicolás Avellaneda declaró al Congreso que, en legítima defensa, había ordenado estacionar buques de guerra en el río Santa Cruz y fortificar la zona con cañones y guarniciones. Sin embargo, en caso de enfrentamiento, las Fuerzas Armadas argentinas no habrían estado en condiciones de superar a la Escuadra chilena, que enfrentaba a su vez conflictos con Bolivia y Perú en el norte.

La Campaña del Desierto y la afirmación de la soberanía

En este contexto, y viendo amenazada la integridad territorial de la nación, el entonces Ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino Roca, propuso al presidente Avellaneda llevar a cabo una campaña militar conocida como la Conquista del Desierto. Su objetivo estratégico era que las tropas del Ejército Argentino avanzaran hacia el sur, ocupando las tierras patagónicas y reafirmando la soberanía nacional en una zona que hasta entonces estaba bajo dominio mapuche.

El gobierno argentino apoyó estas operaciones del ejército con la creación de subdelegaciones de la Marina de Guerra en Carmen de Patagones, Puerto Deseado, Río Gallegos, Isla de los Estados y Ushuaia, lo que facilitó el asentamiento de las primeras poblaciones argentinas en esas localidades y contribuyó al fortalecimiento de la soberanía nacional.

Simultáneamente, se comenzó a incorporar armamento moderno para el Ejército Argentino y nuevos buques para la Marina, lo que posicionó a la Flota de Mar entre las más poderosas del mundo. Estos desarrollos permitieron a Argentina llegar a una solución diplomática con Chile, que culminó en la firma del Tratado de Límites de 1881, garantizando la soberanía argentina en la Patagonia.

En 1884, la Marina argentina, bajo el mando del Comodoro Augusto Lasserre, desplegó una división de seis buques hacia Tierra del Fuego y la Isla de los Estados. Durante esta operación, Lasserre se encontró con una misión británica en Ushuaia. Tras conversaciones, el 12 de octubre se izó la bandera argentina, reafirmando la soberanía nacional en el extremo sur.



Conclusión

La capacidad de Argentina para defender su soberanía en el sur dependió en gran medida del fortalecimiento de sus Fuerzas Armadas. El desarrollo de una Marina de Guerra moderna y una diplomacia respaldada por la fuerza militar permitió asegurar la soberanía en la Patagonia y Tierra del Fuego. La Campaña del Desierto, aunque controvertida, fue fundamental para consolidar el control argentino sobre vastas extensiones del sur, evitando conflictos territoriales con Chile y asentando las bases de la defensa nacional en el siglo XIX.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Argentina: JAR y Joaquín V. González, políticos productores rurales

JAR y JVG en el campo

Argentina en la Memoria


El general Julio Argentino Roca manejando una sembradora en la estancia La Larga, de su propiedad, en la localidad bonaerense de Guaminí, en 1912.



En la segunda fotografía, se lo puede apreciar a Joaquín V. González, ex ministro del interior del general Roca entre 1901-1904 y una de las principales figuras de la Generación del 80, trabajando en su finca ubicada en la localidad de Chilecito, provincia de La Rioja, en 1913.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Crisis del Beagle: La Navidad de 1978

Navidad de 1978: La guerra entre Argentina y Chile

Los mendocinos vivimos más de cerca que otros habitantes del país los ejercicios militares que pronosticaban un conflicto bélico con Chile. Trae el presente la Navidad del '78 Gustavo Capone, en esta nota.
Gustavo Capone || Memo






Aquellos goles de Kempes, los cruces de "Tolo" Gallego o las atajadas de Fillol generaron una sensación de invencibilidad en el gobierno de facto. "Fue cuando el fútbol se lo comió todo", cantará tiempo después León Gieco.

Los gritos de gol frente a Holanda, los papelitos que pedía tirar Clemente y el triunfalismo reinante por consagrarnos "los mejores del mundo", taparon los reclamos políticos y los lamentos de los clandestinos calabazos. La victoria argentina en el mundial de fútbol sobre finales de junio de 1978 había envalentonado a los militares que conducían el país.




Una pantalla tapaba aquel el crudo y duro tiempo. La Argentina, en un amplio margen, estaba tendenciosamente distraída por el éxito del equipo que dirigía Menotti. La provocada sensación trasmitía el momento como "la fiesta de todos", según describía el título de la película que para la ocasión dirigió Sergio Renán.

En paralelo, casi solapadamente para la mayoría de la sociedad argentina, otra grave amenaza surcaba los aires de la patria. El gobierno dictatorial llevaría el centenario conflicto de límites con Chile por las islas Picton, Nueva y Lennox en el Canal de Beagle al borde de la guerra.

En esencia lo que justamente se disputaba con Chile era la posesión soberana de las islas ubicadas entre la boca oriental del canal Beagle y el Cabo de Hornos. Eso definiría la delimitación de la frontera entre Argentina y Chile en los mares australes, y por consiguiente el control sobre los regímenes de navegación en la zona afectada.

En ese diciembre de 1978 la guerra con Chile estaba a la vuelta de la esquina. Todavía retumba como una muestra del desvarío reinante del momento, la arenga de Luciano Benjamín Menéndez, general de división y comandante del III Cuerpo de Ejército, ante un grupo de oficiales en vísperas del inminente enfrentamiento: "Si nos dejan atacar a los chilotes, los corremos hasta la isla de Pascua, les comeremos las gallinas, nos vamos a violar a las chilenas, el brindis de fin de año lo haremos en el Palacio La Moneda y después iremos a mear el champán en el Pacífico".

El error del arbitraje

"(...) El 22 de julio de 1971, durante la dictadura del quinto golpe de Estado cívico-militar en la Argentina presidida por el general Alejandro Agustín Lanusse, y siendo canciller el doctor Luis María de Pablo Pardo, se concretó un hecho relevante relacionado con nuestra política exterior y la soberanía en el Sur: la petición (incomprensible a poco que se analice) de someter a arbitraje la solución de las diferencias de interpretación que nuestro país mantenía con Chile, en relación con el tratado de límites de 1881 en la región austral y, consecuentemente, la posesión de las islas Picton, Lennox y Nueva en el Canal de Beagle.
Navidad de 1978: La guerra entre Argentina y Chile




Lo acordaron Lanusse y el presidente chileno, Salvador Allende. El acuerdo fue suscripto en Londres por el embajador argentino, general Gustavo Martínez Zubiría, por el embajador chileno, Álvaro Bunster, y por Joseph Goldberg, representante del Reino Unido.

El abrupto abandono de las negociaciones políticas en curso y la amenaza de concurrir a la Corte Internacional de Justicia por parte de Chile determinaron la aceptación de la vía jurídica para dirimir el conflicto. Esto rompía con la postura tradicional, sostenida por tres presidentes constitucionales (Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi y Arturo Illia) de negociar en forma bilateral y política-diplomática el diferendo.

El mecanismo adoptado fue el arbitraje y, dentro de él, el de Corte Arbitral según las normas del Derecho Internacional Público. Dicha Corte estaba integrada por cinco juristas (de Estados Unidos, Francia, Nigeria, Reino Unido y Suecia) y sería presidida por la reina Isabel II, soberana de un Estado con el cual manteníamos un secular litigio por las Islas Malvinas.

La Corte se tomó 6 años para analizar el caso, y es sabido que el aporte probatorio original y subsiguiente hecho por nuestro país fue escaso e inconsistente, además de carente del mínimo destello de habilidad política y diplomática.

En marzo de 1977 (en plena vigencia del último y definitivo golpe cívico-militar, que presidía el general Jorge Rafael Videla) el régimen militar se había anoticiado del rotundo revés diplomático frente al adverso arbitraje sobre el Beagle: todas las islas, rocas y adyacencias eran para Chile" (Textual de Martín Balza. Ex jefe del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica. Para Infobae - 22/12 /2018).

Es importante destacar que hubo dirigentes políticos que en forma aislada también rechazaron públicamente el arbitraje. Pidieron retrotraer la situación y volver inmediatamente a la postura ya llevada adelante por gobiernos democráticos retomando la negociación bilateral. Entre muy pocos: Raúl Alfonsín.

Estado de situación en vísperas 1977 - 1978




Aviones desplegados desde la Cuarta Brigada Aérea ante la visita de Augusto Pinochet.

Es importante resaltar algunas notas preliminares.

    Tanto Argentina como Chile al momento del conflicto nombrado (disputa por la soberanía sobre las islas del Beagle) estaban conducidas por gobiernos militares con enormes coincidencias en temas internos y externos. Un ejemplo puntual podría citarse: la "Operación Cóndor". Esa campaña de represión política y terrorismo de Estado, promovida por EE.UU. que incluía acciones de inteligencia y desaparición de opositores, implementada a mediados de los '70 por las cúpulas de los regímenes dictatoriales sudamericanos (Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela). La "Operación Cóndor" se produjo en el marco de un plan estratégico de Estados Unidos durante la Guerra Fría, guiada por la Doctrina de la Seguridad Nacional, promoviendo dictaduras con el fin de suprimir derechos políticos y ciudadanos.
    Paradójicamente ambos gobiernos de facto debieron tomar posiciones inusuales y claramente contradictorias a sus genéticas concepciones políticas respecto a los gobiernos del año 1971 que habían acordado el arbitraje. El gobierno chileno de Pinochet debió ponderar la política del gobierno democrático de Salvador Allende al que había derrocado. Por el contrario el gobierno de facto argentino de Videla debió criticar la política exterior de la también inconstitucional "Revolución Argentina" durante la presidencia del teniente general Lanusse.

En este marco se desenvolvió el gobierno de Jorge Rafael Videla. En medio de una profunda división interna donde distintos sectores, y con visiones opuestas, se miraban con desconfianza y recelo sobre qué hacer ante el conflicto con Chile. Así "los blandos", representado principalmente por Jorge Rafael Videla y Roberto Eduardo Viola, se enfrentaban a "los duros" guiados por Emilio Eduardo Massera, Carlos Guillermo Suárez Mason y Luciano Benjamín Menéndez.

Concordarán ambos grupos en que el reconocimiento del arbitraje sería una pérdida de prestigio para el gobierno militar. Y en el mientras tanto, Galtieri (a cargo de II Cuerpo de Ejército por entonces) ordenará inconsultamente el cierre de fronteras con Chile y Massera desde una posición personal y populista preparaba su propia campaña soñando con ser presidente si caía Videla. El sueño presidencial de Massera continuará aún después del conflicto llegando a componer un sello político - partidario.

Por ende, el poder de Videla estaba por ese tiempo claramente restringido por los otros miembros más extremistas de la Junta. El liderazgo castrense estaba preocupado de que una aproximación conciliadora hacia Chile sería considerada como una transacción vergonzosa que podría desestabilizar su poder. La confirmada reunión entre Videla y el Nuncio Papal, Pio Laghi, fue una prueba histórica contundente sobre este hecho: "Si no doy la orden de atacar me reemplazan inmediatamente de la Junta", le confió Videla al Nuncio Papal.

Así pues, el 2 de mayo de 1977 se había comunicado oficialmente el fallo arbitral sobre el litigio con Chile. La sentencia había resultado ampliamente favorable a las aspiraciones chilenas de extender su presencia al océano Atlántico. Ahora el gobierno argentino debía decidir qué hacer, aunque los belicistas gestos públicos (amplias campañas de medios mediante) convertían la situación en un camino sin aparente retorno.

La vendimial Mendoza testigo del encuentro Videla - Pinochet

"Las fotos los mostraron sonrientes. No faltaron los abrazos. Pero toda la serenidad y las supuestas buenas intenciones que mostraban cuando estaban frente a la prensa eran una fachada que ocultaba la tensión puertas adentro. El 19 de enero de 1978, en plenas dictaduras tanto en la Argentina como en Chile, los presidentes de facto Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet tuvieron una reunión para intentar acercar partes y poner fin al conflicto del Beagle.

Fueron doce horas de encuentro en El Plumerillo, Mendoza. Hubo otra reunión un mes después, en Puerto Montt, que duró 13 horas. Se repitieron buenos augurios en los discursos de ambos. Se habló de hermandad y de lazos de sangre entre ambas naciones. Hasta firmaron un acuerdo para continuar con las negociaciones. Pero el clima estaba lejos de ser el mismo en la intimidad". (Juan Manuel Trenado, La Nación, 18 /1 /2018).



Pinochet también sufría presiones en su país. El ala dura chilena apuraba un enfrentamiento.

"Pinochet me planteó un problema: ¿Qué hacer? ¿Retirarme al frente de mi delegación y romper la posibilidad de una negociación que, más allá de ese discurso inesperado, había quedado plasmada en el documento firmado? Opté por una respuesta de circunstancia sobre la hermandad entre ambos países, la complementariedad comercial... Me pareció lo mejor: no quise romper todo. La comisión que me acompañaba se enojó conmigo; consideró ese discurso como una aflojada. En la Argentina también cayó muy mal: los comandantes se sintieron todos halcones"; textual de Jorge Videla (Ceferino Reato. "Disposición Final". Sudamericana. 2012).

En el encuentro mendocino lo protocolar estuvo al orden del día. Videla le obsequió a Pinochet una cigarrera de plata con un estuche de terciopelo rojo. Pinochet le regaló a Videla un plato de porcelana con el escudo chileno pintado en relieve. Risas, fotos, caminata a la par. Todo para la tribuna.

"Mientras tanto en Mendoza ya eran habituales los ejercicios de oscurecimiento y las ventanas de los edificios públicos permanecían tapadas para dificultar impactos ante eventuales bombardeos nocturnos" (Los Andes. 18 / 5/ 2013. Nota de Marcelo Sivera). Además, un tramo de la propia ruta a San Juan fue "ensanchada" para facilitar el aterrizaje y despegue de aviones. Hoy parecería una locura.

"El fracaso de las negociaciones promovió una escalada de aprestos bélicos en la Patagonia, aunque la cercanía del inicio del Mundial de Fútbol traslado todas las posibles acciones al segundo semestre". El gobierno debía mostrarnos ante el mundo "como derechos y humanos".



La farsa continuó. Videla volverá a Mendoza nuevamente en tiempos de la Fiesta de la Vendimia. Será el 3 y 4 de marzo del ‘78. En el tradicional almuerzo de las fuerzas vivas realizado en la bodega Arizu sostuvo: "Mendocinos, estamos poniendo de pie un país postrado y queremos caminar hacia los grandes destinos".
Navidad de 1978: La guerra entre Argentina y Chile



En el Frank Romero Day será testigo de la coronación de Mónica Patricia Castro, representante de Guaymallén. Videla permaneció en toda su estadía mendocina al lado del gobernador de facto Sixto Fernández. La fiesta del momento se denominó "Vendimia Multicolor"; sobre un libreto de Elvira Maure de Segovia, Manuel Vega y Walter Romanelli y la dirección de Juan Rossi.

Las tribunas estaban llenas. Los cerros plagados de familias. Se cantaba por Argentina. "Esta barra bochinchera no te deja de alentar". El vecino estadio mundialista estaba a punto de inaugurarse. Cada voto de las soberanas departamentales era interrumpido por un estruendoso y englobante: "Argentina... Argentina". La vendimia había pasado definitivamente a convertirse en un escenario político. Los aplausos de pie a las autoridades demostraban una vez más, la contradictoria, sana, santa y bohemia ingenuidad argentina, que nos hizo y nos hace seguir creyendo que "somos campeones del mundo" para luego ante la desilusión, llorar desconsolados y arrepentidos sobre la leche derramada. Ayer, hoy y ojala no fuera para siempre.

La guerra que afortunadamente no fue

"La Operación Soberanía" tenía fecha y hora: 22 de diciembre de 1978 a las 22:00. En ese momento empezaría el ataque. Todas las negociaciones habían fracasado, tanto las oficiales y visibles, como las secretas y reservadas.

Estamos en vísperas de navidad; la Armada Argentina avanzaba con el fin de tomar las islas Picton, Nueva y Lennox. La escuadra chilena detectó el movimiento y salió a su encuentro. La tensión en la frontera se tornó extremadamente elevada y en algunos sectores del conflicto los soldados se vieron las caras y hasta intercambiaron balazos intimidatorios. El almirante Massera ya estaba ubicado en las islas en conflicto. Se habían movilizado miles de soldados.

"La inminencia de una guerra con Chile concebida por ‘profetas de salón' fue algo incompresible desde el punto de vista político, diplomático y militar. En 1978, las Fuerzas Armadas se movilizaron para un conflicto convencional sin estar debidamente preparadas, como consecuencia de haber privilegiado durante años una absurda ‘guerra ideológica-contrarrevolucionaria' y estar volcadas a participar en la política interna. El Plan de Campaña evidenciaba utópicas posibilidades de éxito. En todo el contexto internacional seríamos considerados agresores (invasores) y hasta el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) de 1947 (pieza más inútil que un libro de quejas) nos jugaría en contra. La incompetencia militar y la estupidez fueron de la mano. La Junta Militar (Videla, Massera y Agosti), y los mandos superiores incapaces e inoperantes (Galtieri, Riveros, Bussi, Suárez Mason, Trimarco, Viola, Harguindeguy y Nicolaídes, entre otros) tenían concepciones estratégicas solo evidenciadas para atacar la Casa Rosada y expulsar gobiernos constitucionales. (...) Aprobaron el plan militar de Menéndez, teñido por su fuerte personalidad y por un intento de satisfacer su ego autoritario. El esnobismo impertinente de sus bravuconadas, en algunas unidades, era acompañada por cartelitos que decían: ¡Ahora vamos al mundial del Beagle! Eran militares de escritorio". (Martín Balza, Infobae, 20 /12 /2018).

De pronto, a las 18.30, la Armada Argentina retornaba. La guerra, que debió comenzar en vísperas navideñas, no se concretó. Juan Pablo II, recién llegado al papado se ofreció como mediador y pidió encarecidamente retrotraer todo. Inmediatamente enviará al recordado Antonio Samoré, quien facilitaría un acuerdo de paz entre Argentina y Chile.

La Nochebuena y la Navidad de 1978 serán recibidas con cierto sosiego. Será solo una pausa.

 

domingo, 22 de diciembre de 2024

Crisis del Beagle: Asalto blindado argentino por el norte a Santiago

Crisis del Beagle: Asalto blindado sobre Santiago

Por Esteban McLaren



El 22 de diciembre de 1978, conocido como el Día D, se habrían iniciado de manera coordinada a lo largo de las fronteras con Chile diversas acciones militares dentro del marco de la operación Soberanía. Es muy difícil determinar con certeza cuál de todas las acciones planificadas hubiera iniciado propiamente la guerra, pero está claro que habría sido un asalto simultáneo en, al menos, cuatro frentes. El principal habría sido la batalla naval y el desembarco en el canal de Beagle, donde la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) intentaría desembarcar parte de sus tropas en las islas Lennox, Nueva (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina chileno, CIM) y Picton, mientras otras tropas buscarían ocupar el resto de la isla. Este frente será objeto de análisis futuro. Sincronizadamente, habría un avance terrestre en el frente central partiendo desde Mendoza (con una posible segunda línea de avance desde el sur por el paso Puyehue, hoy Cardenal Samoré) con el objetivo final de llegar a la capital nacional, Santiago.

El propósito de este artículo es explorar un escenario de historia alternativa centrado únicamente en el frente de ataque de la ruta Mendoza-Santiago. La guerra nunca ocurrió, pero ¿cómo habría sido si Argentina no hubiera aceptado la mediación papal? Ese será nuestro punto de divergencia con la historia real. Apelemos a la racionalidad y la prospectiva en un ejercicio que siempre será incompleto y cuyo resultado final pertenece a otro espacio-tiempo.

En el conflicto del canal de Beagle de 1978 entre Argentina y Chile, se consideró un ataque directo desde Mendoza hacia la capital chilena, Santiago. Esta decisión táctica y estratégica se justificaba desde varias perspectivas. Primero, el foco principal del conflicto estaba en la región austral, lo que significaba que un ataque desde Mendoza podría servir como una maniobra de distracción para dividir las fuerzas chilenas, debilitando así su capacidad de defensa en el sur.

El acceso directo a Santiago desde Mendoza era otra razón clave. Santiago, siendo el centro neurálgico de Chile tanto política como militarmente, representaba un objetivo crucial. Tomar la capital podría forzar una rápida capitulación chilena debido al impacto estratégico y psicológico que ello conllevaría. Las rutas de acceso a través de los Andes, especialmente el Paso de los Libertadores, conectaban directamente Mendoza con la región metropolitana de Santiago, facilitaban un avance argentino hacia la capital.

Además, Mendoza contaba con importantes recursos logísticos, lo que la convertía en una base de operaciones ideal para un asalto sostenido hacia Santiago. Obviamente "detrás" de Mendoza se hallaba todo el complejo industrial militar asentado en Córdoba, Rosario y Gran Buenos Aires, con fábricas de armas y municiones, aviones ligeros y astilleros así como todo el complejo agro-alimentario nacional. Desde el punto de vista argentino, la estrategia implicaba preparativos logísticos y de inteligencia detallados sobre las defensas chilenas a lo largo del Paso de los Libertadores. Establecer líneas de suministro robustas desde Mendoza era esencial para asegurar un flujo continuo de recursos.

La táctica argentina se centraría en un ataque rápido y coordinado, utilizando tropas de infantería mecanizada y apoyo aéreo para penetrar rápidamente las defensas fronterizas y avanzar hacia Santiago. Se desplegarían las unidades mejor entrenadas para maximizar la eficiencia del ataque y mantener la moral de las tropas alta mediante una comunicación efectiva de los objetivos. Además, se planearían operaciones de distracción en otras partes de la frontera para confundir y dispersar a las fuerzas chilenas.

Por otro lado, una estrategia de defensa de la capital implicaría fortificar el Paso de los Libertadores con artillería y tropas bien posicionadas, utilizando la geografía montañosa a favor para establecer posiciones defensivas estratégicas. Mantener una vigilancia constante y activa en la frontera sería crucial para detectar movimientos argentinos y anticipar sus planes. El anecdotario trasandino comenta de tropas desplegadas en los picos cordilleranos para avisar del traspaso de vuelos argentinos como una suerte de observadores adelantados.



La defensa chilena se organizaría en profundidad, estableciendo varias líneas de defensa escalonadas para retrasar y desgastar a las fuerzas argentinas, mientras se utilizarían fuerzas de reserva para contragolpes y ataques de flanco. Preparar a la población civil de Santiago para la defensa, construyendo barricadas y organizando milicias, sería esencial para mantener la moral alta. Además, se coordinaría la defensa aérea y de artillería para realizar ataques preventivos sobre las columnas argentinas y responder rápidamente a sus movimientos.

Las fuerzas especiales chilenas jugarían un papel crucial, implementando operaciones de sabotaje detrás de las líneas enemigas para interrumpir suministros y comunicaciones, y llevando a cabo ataques precisos contra líderes y centros de comando enemigos. Veamos con más detalles estas acciones que nunca ocurrieron aunque bien cerca se estuvo.

Orden de Batalla Regional (ORBAT) en 1978

Argentina

Ejército:

  • IV Cuerpo de Ejército en Mendoza:
    • 8va Brigada de Infantería de Montaña: Unidades de infantería de montaña entrenadas para combate en terreno montañoso.
    • 2da Brigada Blindada: Unidades blindadas con tanques y vehículos de combate.
    • IV Brigada Aérea: Apoyo aéreo cercano y transporte.
    • VIII Brigada de Infantería de Montaña: Especializada en combate en terreno montañoso, equipada con artillería ligera y morteros.
    • Regimiento de Caballería Blindada 11 "Cazadores de Los Andes": Con tanques AMX-13 y vehículos de transporte blindados.
    • Regimiento de Infantería 16: Con infantería mecanizada lista para un asalto frontal.

Fuerza Aérea:

  • IV Brigada Aérea (El Plumerillo, Mendoza): Aviones de ataque como el A-4 Skyhawk, Mirage III, y aviones de transporte para logística y apoyo aéreo cercano.


Chile

Ejército:

  • III División del Ejército en Valparaíso:
    • 1ra Brigada Acorazada “Coraceros”: Unidades blindadas con tanques y vehículos de combate.
    • 2da Brigada de Infantería: Unidades de infantería regular.
    • Brigada de Operaciones Especiales “Lautaro”: Fuerzas especiales y de montaña entrenadas para operaciones en terreno accidentado.
    • Regimiento de Infantería N°1 "Buin": Ubicado en la región del Aconcagua, equipado con artillería ligera y mediana.
    • Regimiento de Caballería Blindada N°1 "Granaderos": Operando en el valle con tanques ligeros y vehículos de reconocimiento.
    • Baterías de Artillería: Posicionadas en puntos estratégicos para cobertura de fuego.
    • Fuerzas menores de Carabineros

Fuerza Aérea:

  • V Brigada Aérea (Base Aérea Cerro Moreno, Antofagasta, altamente improbable por la distancia) y II Brigada Aérea (Santiago): Aviones de combate como el F-5E Tiger II y cazas Hawker Hunter, además de aviones de transporte y apoyo.
  • Brigada de Aviación del Ejército: Proporcionando apoyo aéreo con helicópteros UH-1 y aviones ligeros de reconocimiento.


Rol de las Fuerzas Aéreas

Argentina:

  • La Fuerza Aérea Argentina intentaría mantener la superioridad aérea sobre el Paso Los Libertadores y sus alrededores para proteger el avance de las tropas terrestres y proporcionar apoyo aéreo cercano.
  • Aviones de ataque como el A-4 Skyhawk y Mirage III realizarían misiones de interdicción y bombardeo contra posiciones chilenas. Sin dudas el primer blanco sería la base aérea en Santiago en un estilo de ABA (Airbase Attack) que imposibilite el poder aéreo chileno para el resto de las operaciones.

Chile:

  • La Fuerza Aérea de Chile defendería su espacio aéreo agresivamente, utilizando aviones F-5E Tiger II y Hawker Hunter para interceptar y atacar aviones argentinos. Probablemente ejemplares más antiguos en condiciones de vuelo sería puestos en línea de combate de nuevo.
  • Las unidades aéreas chilenas también atacarían columnas terrestres argentinas y sus líneas de suministro para ralentizar el avance.


En términos de poder aéreo, ambas bases aéreas se encontraban en relativa paridad de poder y calidad de los aviones aunque la información reciente nos presenta a los F-5 Tiger II con baja operatividad debido al embargo norteamericano que ya llevaba años. El tema de guerra aérea sobre la cordillera por las maniobras muy repentinas de aceleración por las trepadas y profundos picados implicados merece un análisis aparte.

Defensa del Valle del Aconcagua

Contexto y Situación:

En diciembre de 1978, en el marco del conflicto del Beagle entre Argentina y Chile, la tensión estaba en su punto álgido. Las fuerzas argentinas, concentradas en Mendoza, estaban listas para un potencial asalto blindado a través de los Andes, apuntando hacia el valle del Aconcagua, al norte de Santiago de Chile. El objetivo era romper las defensas chilenas y avanzar hacia la capital. En este escenario montañoso y estratégico, ambos ejércitos desplegaron sus fuerzas y prepararon tácticas de defensa en profundidad.


Estrategia y Tácticas Chilenas de Defensa en Profundidad:

Conociendo las capacidades del enemigo y la geografía del terreno, las fuerzas chilenas implementaron una defensa en profundidad para proteger el valle del Aconcagua:

1. Reconocimiento y Vigilancia:

Desde tempranas horas de la mañana, equipos de reconocimiento chilenos patrullaban las alturas, observando cualquier movimiento en los pasos de montaña. Utilizando binoculares y radios, estos soldados vigilaban constantemente los senderos que descendían desde Mendoza, atentos a cualquier señal de actividad enemiga.

  • Patrullas de Reconocimiento: Equipos de reconocimiento fueron desplegados en puntos elevados para vigilar los movimientos argentinos a través de los pasos de montaña.
  • Puestos de Observación: Establecieron puestos de observación a lo largo de las rutas posibles de avance, utilizando comunicación por radio para reportar movimientos enemigos.

2. Fortificaciones y Puntos de Resistencia:

A lo largo del valle, los ingenieros militares habían trabajado sin descanso, aprovechando las formaciones rocosas naturales para construir bunkers y trincheras. En puntos estratégicos, se habían colocado nidos de ametralladoras, listos para repeler cualquier intento de avance. Los soldados del Regimiento de Infantería N°1 "Buin" se apostaron en estas posiciones, preparados para ofrecer una resistencia feroz.

  • Fortificaciones Naturales: Aprovecharon las formaciones rocosas y acantilados naturales para construir defensas y trincheras.
  • Bunkers y Nidos de Ametralladoras: Construyeron bunkers y posiciones fortificadas en puntos clave del valle para maximizar la resistencia y retrasar el avance enemigo.

3. Maniobra y Movilidad:

En áreas accesibles, la caballería blindada del Regimiento de Caballería Blindada N°1 "Granaderos" mantenía sus tanques ligeros y vehículos de reconocimiento en constante alerta, listos para moverse rápidamente y reforzar cualquier punto que fuese atacado. Las unidades de reserva se mantenían móviles, listas para intervenir donde se las necesitase.

  • Unidades de Reserva: Mantuvieron unidades de reserva móvil en las zonas más accesibles del valle para reforzar rápidamente cualquier punto que fuese atacado.
  • Despliegue de Caballería Blindada: La caballería blindada se posicionó en áreas donde podían realizar contraataques rápidos y flanquear a las fuerzas argentinas.

4. Uso de Artillería:

En colinas elevadas, las baterías de artillería estaban bien camufladas. Los artilleros mantenían sus ojos fijos en las posiciones de los observadores avanzados, esperando las coordenadas para iniciar un bombardeo preciso. La coordinación con la infantería era vital para maximizar el impacto de los bombardeos y detener el avance enemigo.

  • Bombardeo Preventivo: Utilizaron artillería para realizar bombardeos preventivos en las rutas de acceso conocidas, dificultando el avance argentino.
  • Coordinación con Infantería: La artillería estaba estrechamente coordinada con las unidades de infantería para proporcionar fuego de cobertura durante los enfrentamientos.

5. Obstáculos y Trampas:

Los ingenieros militares habían sembrado minas en los senderos más probables y preparado deslizamientos de tierra controlados para crear obstáculos adicionales. Cualquier avance argentino encontraría un terreno hostil y lleno de trampas mortales.

  • Minado de Senderos: Colocaron minas y trampas en los senderos y rutas de acceso más probables para retrasar y desorganizar a las tropas blindadas argentinas.
  • Obstáculos Naturales: Utilizaron el terreno para crear obstáculos adicionales, como la voladura de puentes y la creación de deslizamientos de tierra.

Tácticas argentinas para desarmar la defensa en profundidad chilena:

Las fuerzas argentinas, conscientes de la defensa chilena, planificaron su ataque con una combinación de tácticas de reconocimiento, maniobra y poder de fuego.

1. Reconocimiento y Inteligencia:

Patrullas de reconocimiento argentinas, incluyendo exploradores de la VIII Brigada de Infantería de Montaña, se infiltraron en el terreno hostil, identificando puntos débiles y rutas menos defendidas. Utilizando métodos tradicionales de inteligencia, como el interrogatorio de prisioneros y la interceptación de comunicaciones, reunieron información crítica.

  • Patrullas de Reconocimiento: Enviaron patrullas de reconocimiento y exploradores para identificar las posiciones defensivas chilenas y encontrar rutas menos defendidas.
  • Interrogatorio de Prisioneros: Recopilaron inteligencia a través del interrogatorio de prisioneros y la interceptación de comunicaciones.

2. Ataques de Flanqueo y Maniobras:

Al amanecer, las fuerzas especiales argentinas, expertos en combate en terreno montañoso, comenzaron a moverse a través de pasos ocultos, flanqueando las posiciones chilenas. Mientras tanto, las unidades mecanizadas del Regimiento de Caballería Blindada 11 "Cazadores de Los Andes" se preparaban para avanzar rápidamente por rutas identificadas como menos defendidas.

  • Rutas Alternativas: Utilizaron rutas menos defendidas y pasos de montaña ocultos para flanquear las posiciones chilenas.
  • Fuerzas Especiales: Desplegaron fuerzas especiales para realizar incursiones detrás de las líneas enemigas, saboteando sus posiciones y líneas de suministro.

3. Coordinación de Ataques:

A medida que los exploradores confirmaban las posiciones chilenas, la artillería argentina comenzó a bombardear los puntos fortificados. El estruendo de los cañones rompió el silencio del valle, mientras las tropas de infantería se preparaban para avanzar. Los ataques se coordinaron desde múltiples direcciones, buscando abrumar y desorganizar la defensa chilena.

  • Ataques Coordinados: Realizaron ataques coordinados desde múltiples direcciones para abrumar y desorganizar la defensa chilena.
  • Uso de Morteros y Artillería: Emplearon morteros y artillería para bombardear las posiciones fortificadas chilenas antes de avanzar con la infantería.

4. Movilidad Rápida:

Utilizando vehículos ligeros y su conocimiento del terreno, la infantería de montaña argentina avanzó a través del terreno difícil, buscando superar las defensas naturales y artificiales. La rapidez y flexibilidad de estas unidades eran clave para mantener el impulso del ataque.

  • Unidades Mecanizadas: Las unidades mecanizadas se movieron rápidamente a través del terreno difícil, utilizando vehículos ligeros y adaptados al terreno montañoso.
  • Infantería de Montaña: La infantería de montaña avanzó utilizando su conocimiento del terreno para superar las defensas naturales y artificiales.

5. Apoyo Aéreo:

A lo lejos, aviones de ataque ligero A-4 de la Fuerza Aérea Argentina rugieron por el cielo, lanzando bombardeos precisos sobre las posiciones chilenas. Estos ataques aéreos proporcionaron cobertura adicional y desestabilizaron aún más las defensas enemigas.

  • Ataques Aéreos Tácticos: Utilizaron aviones de ataque ligero para bombardear posiciones defensivas y proporcionar apoyo cercano a las tropas en avance.
  • Reconocimiento Aéreo: Los aviones de reconocimiento ayudaron a identificar las posiciones enemigas y ajustar el fuego de artillería.

En diciembre de 1978, la batalla por el valle del Aconcagua entre Argentina y Chile habría sido un enfrentamiento feroz y complicado, donde la defensa en profundidad chilena y las tácticas de asalto argentinas se pondrían a prueba en uno de los terrenos más difíciles del mundo. La combinación de tácticas adaptadas al terreno, reconocimiento efectivo y maniobras inteligentes habría sido clave para determinar el resultado de este potencial conflicto.


Conducta de las Tropas Argentinas

Podemos inferir la conducta en combate de las tropas argentinas a partir de su participación en la guerra de las Malvinas, cuatro años después. Las tropas chilenas, por su parte, no habían enfrentado a un enemigo extranjero en un siglo antes del conflicto, y la única escaramuza previa fue en 1965 entre gendarmes y carabineros en Lago del Desierto. Este incidente no demostró una disposición a morir en combate, ya que se rindieron rápidamente, a pesar de haber estado afianzados en el terreno durante semanas, sin aprovechar esa ventaja. Basándonos en la experiencia de las Malvinas:

  • Moral y Motivación: Las tropas argentinas podrían mostrar alta moral y motivación al tener suministro constante y el objetivo de defender el honor nacional, similar a su comportamiento en Malvinas.
  • Tácticas: Las tácticas de ataque frontal vistas en Malvinas podrían repetirse, pero con la diferencia de tener una línea de suministro terrestre constante y apoyo logístico, mejorando su efectividad en el campo.
  • Desempeño: Es probable que muestren mejor coordinación y efectividad operativa debido a la presencia de líneas de suministro y soporte constante, a diferencia del aislamiento en Malvinas. Ahora la provisión estaría más asegurada con los depósito en Mendoza y el interior del país. Asimismo, al igual que en Malvinas, la mayoría de las tropas se rindieron sólo tras agotar munición.


Escenarios probables en el choque de fuerzas

Rutas de Ataque

El ataque desde Mendoza hacia Santiago podría seguir las siguientes rutas principales:

  1. Ruta Nacional 7 (Paso Internacional Los Libertadores):

    • Esta es la principal vía terrestre que conecta Mendoza con Santiago, cruzando la Cordillera de los Andes por el Paso Los Libertadores. Es la ruta más directa pero también la más predecible y, por lo tanto, fortificada.
  2. Ruta Nacional 40 hacia el sur y luego cruzando por el Paso Pehuenche:

    • Una ruta alternativa menos directa pero que podría ofrecer menos resistencia inicial debido a su menor uso comercial y turístico en comparación con Los Libertadores.

 

1. Estancamiento 

Zona de Estancamiento Probable

Valle del Aconcagua:

  • Este valle es un punto crítico antes de llegar a Santiago y sería el lugar donde las fuerzas chilenas probablemente establecerían una línea defensiva fuerte debido a la geografía que permite defensas naturales y al control de las rutas de acceso a la capital.
 

Análisis de un potencial estancamiento en el Valle del Aconcagua

1. Identificación de la Ruta de Ataque

  • Punto de Partida: Las tropas argentinas saldrían desde Mendoza, una ciudad importante con infraestructura militar adecuada para movilizar una ofensiva de gran escala.
  • Ruta de Abastecimiento:
    • Mendoza: Principal centro de logística y abastecimiento.
    • Los Andes: Cruce fronterizo clave. Aquí se acumularían suministros antes de cruzar hacia Chile.
    • Valle del Aconcagua: Primer punto estratégico en territorio chileno donde se establecerían depósitos avanzados para mantener el flujo de suministros.

2. Defensa Chilena en el Valle del Aconcagua

El alto mando chileno al considerar la defensa del Valle del Aconcagua en 1978 se centraría en utilizar el terreno montañoso a favor y establecer una defensa en profundidad. Los recursos disponibles incluirían minas antitanque, artillería, y posiciones de infantería bien fortificadas.

Zonas de Defensa Clave:

  • Mina San José/Las Cuevas: Zona adecuada para la colocación de minas antitanque debido a su terreno angosto y rocoso, dificultando el avance de vehículos blindados (linea Amarilla, debajo).
  • Los Andes: Ubicación ideal para artillería debido a su elevación y vista sobre las rutas de avance. Aquí se podrían emplazar piezas de artillería pesada para atacar formaciones argentinas en movimiento (linea Roja, debajo).
  • Calle Larga: Trincheras y posiciones defensivas de infantería, proporcionando una línea defensiva inicial y conteniendo el avance enemigo lo suficiente para permitir ataques de artillería y preparativos adicionales en retaguardia (linea Roja, debajo).
  • San Felipe: Posición secundaria para artillería y reservas, listo para reforzar las líneas frontales o cubrir la retirada en caso de necesidad (linea Roja, debajo).

 

Mapa Estratégico:

  1. Minas Antitanque: Instaladas en Mina San José y puntos críticos a lo largo del valle.
  2. Artillería: Emplazada en Los Andes y San Felipe.
  3. Trincheras y Fortificaciones: Establecidas en Calle Larga y otros puntos elevados del valle.
  4. Emboscadas y guerrilla: La zona rural, si bien el valle es relativamente ancho y llano, permitiría operaciones de desgaste por parte de tropas y civiles.

El valle del Aconcagua se convertiría en un campo de batalla donde la estrategia y la adaptabilidad de ambas fuerzas se pondrían a prueba. Los soldados chilenos, atrincherados y bien preparados, se enfrentaron con determinación a cada avance argentino. Las minas y trampas ralentizaban el avance, y el fuego de artillería chileno causarían bajas significativas.

Sin embargo, los ataques coordinados y la movilidad argentina podrían romper las líneas defensivas. Los flanqueos y las incursiones detrás de las líneas chilenas desorganizarían a las fuerzas defensoras, obligándolas a retroceder y reagruparse constantemente. La presión sería implacable.





Configurada esta situación, debe remarcarse que éste podría ser el objetivo final de esta fase de ataque. El asalto a Santiago puede caber perfectamente en el concepto de ataque distracción: el asalto a la capital obligaría al Alto Mando chileno a desviar las mejores fuerzas para defensa de la capital. Regimientos, helicópteros, artillería y blindados, los mejores cazas disponibles, se distraerían del frente Sur donde fuerzas militares estarían implicadas en un asalto blindado a Punta Arenas y una operación de desembarco en las islas Picton, Nueva y Lennox. Es decir, esta fase de estancamiento del frente podría ser un objetivo en sí mismo y tendría perfecta lógica. Ahora veremos por qué, avanzar hacia la capital, hubiese sido a todas luces un evento enormemente costoso para atacantes y defensores.

Estrategia Argentina para Romper la Defensa Chilena

Para un general argentino, la clave para superar las defensas chilenas en el Valle del Aconcagua residiría en la combinación de maniobras tácticas y apoyo aéreo.

Acciones probables:

  • Ataques de Artillería y Aérea Preliminares: Bombardeo intensivo de posiciones defensivas en Los Andes y Calle Larga para desestabilizar y debilitar las líneas chilenas.
  • Infiltración y Sabotaje: Unidades de operaciones especiales podrían infiltrarse para desactivar minas antitanque y sabotear posiciones de artillería chilenas antes del avance principal.
  • Ataques de Pinza: Coordinación de ataques en múltiples frentes para diluir las defensas chilenas. Un ataque principal desde el norte del valle y un segundo avance desde el sur para rodear y desbordar las líneas enemigas.
  • Despliegue de Tropas Motorizadas: Aprovechar el terreno abierto tras el valle para un avance rápido hacia Santiago, minimizando el tiempo de respuesta y reagrupamiento de las fuerzas chilenas.


Resumen de esta fase

Defensa Chilena:

  • Minas antitanque en puntos críticos.
  • Artillería en posiciones elevadas.
  • Trincheras en rutas de acceso principales.

Estrategia de Rompimiento Argentina:

  • Bombardeos intensivos iniciales.
  • Infiltración y sabotaje.
  • Ataques coordinados en pinza.
  • Avance rápido de tropas motorizadas.

Esta combinación de tácticas y la adecuada utilización de los recursos disponibles podrían determinar el éxito de la operación argentina y la efectiva defensa chilena durante la crisis del Beagle de 1978.


2. Rompimiento del Frente por Parte de Argentina

Si las fuerzas argentinas lograran romper el frente chileno en el Valle del Aconcagua, avanzarían hacia Santiago tomando las siguientes rutas:

  1. Ruta 5 Norte (Autopista Panamericana):

    • Esta sería la principal vía de entrada a Santiago desde el norte, ofreciendo un acceso directo a la ciudad. Al ser una ruta principal, sería altamente defendida.
  2. Ruta 57 (Los Andes - Santiago):

    • Una alternativa más directa desde Los Andes a Santiago. Esta ruta sería utilizada para aprovechar el impulso de una ruptura rápida y avanzar hacia el corazón de la ciudad.


2.1 Focos de Resistencia Más Duros en Santiago

Dentro de Santiago, los focos de resistencia más duros probablemente serían:

  1. Centro Histórico de Santiago:

    • Concentra muchos edificios gubernamentales y estratégicos, incluyendo La Moneda, el Palacio Presidencial. Este área sería fuertemente defendida por tropas chilenas (Plaza de Armas de Santiago). Ruta 1 debajo, en rojo.
  2. Barrio Independencia y Recoleta:

    • Estas zonas, al norte del centro, serían claves para controlar las rutas de acceso desde el norte y noreste de la ciudad. Ruta 1 debajo, en rojo y amarillo.
  3. Sector Militar de la Escuela Militar Bernardo O'Higgins:

    • Al este de la ciudad, esta área incluye instalaciones militares y de entrenamiento, ofreciendo una base sólida para la defensa. Ruta 2 debajo, línea roja.
  4. Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez:

    • Controlar el aeropuerto sería crucial para cualquier operación militar, tanto para asegurar líneas de suministro como para impedir refuerzos aéreos. Ruta 3 debajo, línea roja.

1. Avance hacia el centro y núcleos de resistencia

2. Desvío a Escuela Militar

3. Desvío a Aeropuerto


Opciones de conducción de las operaciones

Un comando de operaciones arriesgado y agresivo podría tomar las siguientes decisiones:

  • Ataque Rápido al Centro Histórico:
    • Ordenar un avance directo y rápido hacia el centro de Santiago para capturar La Moneda y otros edificios gubernamentales clave, buscando desmoralizar a las fuerzas chilenas y generar un colapso rápido de la resistencia organizada.
    • Ventaja: Potencial para una victoria rápida y decisiva.
    • Riesgo: Alta probabilidad de encontrarse con defensas concentradas y bien organizadas, lo que podría resultar en grandes bajas y una posible contraofensiva.

 

Una aproximación más racional y meditada podría optar por:

  • Asegurar Perímetros y Flancos:
    • Avanzar de manera más cautelosa, asegurando las áreas periféricas y consolidando las líneas de suministro antes de avanzar hacia el centro de Santiago.
    • Priorizar Objetivos Estratégicos:
      • Tomar control del aeropuerto y rutas principales para asegurar el flujo de suministros y refuerzos.
      • Llevar a cabo operaciones para debilitar la moral chilena y desorganizar su mando y control mediante ataques a objetivos clave pero menos defendidos inicialmente.
    • Ventaja: Reducción de riesgos y posibilidad de avanzar de manera sostenida y organizada.
    • Riesgo: Mayor tiempo de campaña, lo que podría permitir a las fuerzas chilenas reorganizarse y recibir refuerzos.


Consideraciones Estratégicas

  • Fuerza Aérea: Ambos generales necesitarían asegurar la superioridad aérea para proteger sus tropas y líneas de suministro, utilizando ataques aéreos para debilitar las defensas chilenas.
  • Tropas de Montaña: Serían esenciales para asegurar los flancos y proporcionar inteligencia sobre las defensas chilenas, así como para realizar operaciones de infiltración y sabotaje detrás de las líneas enemigas.
  • Logística: Mantener líneas de suministro abiertas y seguras sería crucial para sostener el avance argentino, especialmente en un terreno montañoso y urbano como Santiago.

 

Conclusión

La elección de un ataque desde Mendoza hacia Santiago se justificaría por el impacto potencial de capturar la capital chilena y desviar las defensas enemigas. Como general argentino, se priorizaría un ataque coordinado y rápido, aprovechando la sorpresa y el apoyo logístico. Mientras tanto, un comandante chileno centraría la defensa en fortificar las rutas de acceso, utilizar la geografía a su favor, y mantener la moral y preparación de sus fuerzas y población civil. En definitiva, abocarse a una defensa en profundidad.


Un ataque argentino desde Mendoza hacia Santiago durante la crisis del Beagle habría sido un conflicto complejo y multifacético. La geografía, la preparación de las tropas y el apoyo aéreo habrían jugado roles críticos en el desarrollo del conflicto. El Valle del Aconcagua probablemente habría sido el punto de estancamiento, con ambos lados utilizando sus fuerzas aéreas y tropas de montaña para intentar ganar la ventaja en este terreno desafiante. Si era vencido esta obstáculo, las rutas de ataque a Santiago son evaluadas. La lucha hubiese sido cara en términos de bajas para ambos bandos, tanto militares (ambos) como civiles (chilenos). El daño a la infraestructura chilena sería bajo cualquier parámetro una pesada carga para su economía y normal desarrollo futuro.

La estrategia adoptada por el liderazgo argentino en un avance hacia Santiago dependería del balance entre la agresividad y la prudencia. Un avance rápido y decisivo podría ganar terreno rápidamente pero con mayores riesgos, mientras que un enfoque más metódico y racional podría asegurar una victoria más sostenida aunque más lenta. Las fuerzas aéreas y las tropas de montaña jugarían roles cruciales en ambos enfoques, garantizando el apoyo y la seguridad del avance terrestre. 

 

Continuará...