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miércoles, 16 de abril de 2025

Conquista del desierto: La hijaputez de los indios con los cristianos

Mentiras del revisionismo: las atrocidades que cometieron los indios

Newstad

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Mito. La Conquista del Desierto y sus mitos, en la pluma de Luciana Sabina.

La historia de la frontera argentina en el siglo XIX está marcada por episodios de violencia extrema que han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva. Mientras algunos sectores insisten en perpetuar una visión revisionista y sesgada de la “Conquista del Desierto”, es crucial abordar los hechos con objetividad y reconocer las atrocidades cometidas por los indígenas contra las poblaciones cristianas. Este artículo busca arrojar luz sobre los crímenes de los malones, el trato inhumano hacia los cautivos y el sufrimiento de quienes vivieron en carne propia el terror de la frontera.

Los malones: el terror de las poblaciones fronterizas

Los malones fueron una práctica sistemática de los indígenas que sembró el pánico en las zonas fronterizas de Argentina. Estos ataques no solo tenían como objetivo el saqueo de bienes materiales, sino también la destrucción y el sometimiento de las poblaciones cristianas. Testimonios de la época relatan cómo los indígenas incendiaban cosechas, mataban a civiles indefensos y cometían actos de violencia extrema, incluyendo violaciones y secuestros.


Un relato desgarrador proviene de una cautiva de Villa Mercedes, quien describió el momento en que su vida cambió para siempre:

“Yo tenía por entonces unos 20 años… Como a eso de las once, mis hermanos menores gritaron: ‘¡Dispare, que vienen los indios!’. Salí corriendo al patio y vi a unos 200 indios rodeando la casa, gritando ‘¡Matando cristiano!’. Uno de ellos me agarró de las trenzas y me lanzó sobre su caballo, gritando: ‘¡No escapando, cristiana linda, llevando toldo!’. De mi mamá no supe más nada… Los indios mataron a niños que ni siquiera podían caminar, ensartándolos con lanzas como si fueran juguetes”.

Estos testimonios no son casos aislados, sino parte de una realidad que se repetía una y otra vez en las zonas fronterizas.


Rio Negro. El ejército argentino, listo para la batalla.

La vida de los cautivos: esclavitud y sufrimiento

Los cautivos cristianos sufrían un destino aún más cruel. Una vez capturados, eran tratados como esclavos, sometidos a trabajos forzados y vendidos como mercancía entre las tribus. Las mujeres, en particular, enfrentaban un calvario de abusos físicos y psicológicos. Lucio V. Mansilla, en su obra "Una excursión a los indios ranqueles", describió con crudeza el destino de las cautivas:


“Debían lavar, cocinar, cortar leña con las manos, domar potros y servir para los placeres brutales de sus captores. Aquellas que se resistían eran asesinadas a golpes o azotes. Cuando el indio se cansaba de ellas, las vendía o regalaba, condenándolas a un nuevo ciclo de sufrimientos”.


La situación llegó a ser tan alarmante que en Buenos Aires se creó una asociación dedicada a reunir fondos para rescatar a los cautivos. Para los caciques, este comercio humano era un negocio sumamente redituable.

Testimonios impactantes: la crueldad en primera persona

El francés Auguste Guinnard, quien estuvo tres años cautivo entre tribus del sur, dejó relatos escalofriantes sobre las costumbres y atrocidades de los puelches. En una de sus narraciones, describió cómo, tras un enfrentamiento, los indígenas despellejaron vivos a tres de sus propios compatriotas acusados de traición:

“Plantaron en el suelo cuatro picas, ataron a los infelices por las extremidades y, uno tras otro, los despellejaron vivos. Finalmente, les hundieron un puñal en el corazón”.

Estos relatos no solo exponen la brutalidad de los malones, sino también la complejidad de las relaciones interétnicas en la frontera.


Capturado. Auguste Guinnard, impresiones de la violencia de los indios.

Una mirada equilibrada sobre el pasado

Es fundamental reconocer que la historia de la frontera argentina no puede reducirse a una narrativa maniquea. Más allá de las ideologías, los testimonios de la época revelan una realidad cruda y dolorosa: los malones no fueron simples actos de resistencia, sino ataques sistemáticos que dejaron miles de víctimas entre las poblaciones cristianas.

Comprender estos hechos nos permite tener una visión más equilibrada del pasado y honrar la memoria de quienes sufrieron en silencio. En un momento en que el revisionismo histórico busca imponer una mirada parcial, es necesario reivindicar la verdad histórica y recordar a aquellos que pasaron al olvido en los libros de historia: los cautivos y las víctimas de la violencia en la frontera.


sábado, 12 de abril de 2025

Argentina: La captura del pacífico cacique Orkeke

La captura de Orkeke




Extraigo del libro KEU-KENK – políticas indígenas en la Patagonia 1865-1965 de Liliana E. Perez



El texto es una copia de la crónica de Nicanor Larrain, que fue testigo y cronista del viaje y de la captura de Orkeke y su tribu.
El día 15 de Junio de 1883, tomaron mayor actividad los preparativos de la expedición que el gobernador de la Patagonia Coronel D. Lorenzo Vinter debía realizar sobre las indiadas del sur especialmente sobre las de Saihueqye y Anacallal. Treinta Soldados, dos jefes, dos oficiales y tres tripulantes particulares que constituían las fuerzas expedicionarias, se embarcaron en la noche, pero aun se ignoraba el termino del viaje y aun los puertos de escala, condiciones de reserva que se explican muy bien, dada la naturaleza de la misión confiada a Vinter, quien se embarcara momentos antes de salir en vapor.
Este viaje del Villarino (nombre del vapor) tenia por misión terminar con la campaña, limpiando el territorio de lo que consideraban una amenaza a la paz y el progreso. Así relata Larrain la llegada del regimiento a cargo de Lorenzo Vinter a las costas de Puerto Deseado.
El coronel Vinter con dos acompañantes se dirigió a las ruinas donde había algunos caballos y fuegos encendidos. Pronto vimos llegar a las ruinas dos indios con quienes conferencio Winter. Que luego se volvió a bordo para poder disponer el desembarco de soldados y caballos. Entonces pude bajar a tierra y me encontré con unos mercachifles chilenos, uno español y dos galeses del Chubut que con sus mercaderías de Punta Arenas venían a negociar con los indios, lo que constituye un trato ilícito del que ejerce el comercio sin patente ni licencia alguna y el contrabando que introduce al país mercaderías que no han pagado derecho de aduanas.
El Coronel Vinter cuya actividad y disposiciones ejecutivas me hago deber elogiar, mando a desembarcar 25 hombres que antes de dos horas se pusieron en camino hacia una toldería que se supo que existía a 15 lenguas a distancias.



Quien estaba a cargo de esta misión de caer sobre la toldería someter y capturar a sus miembros era el Teniente Coronel Lino Oris de Roa y el indio amigo ( ascendido a mayor Miguel Linares), este ultimo ( Linares) era el responsable de administrar las raciones de los acuerdos, en relación con los dirigentes de Carmen de Patagones.
Estos llevaban un indio rehén llamado Gencho que les sirvió de guía hasta el lugar de emplazamiento de los toldos de Orkeke, que comercializaba frecuentemente en el amplio margen comprendido por la Isla Pavon y la colonia Galesa del Chubut.
Luego se vio bajar a las alturas de las montañas a cuyo respaldo estaban las ruinas ( continua Larrain), una multitud de indios que venían a caballo o rezando en alta voz, de un modo particular por la monotonía de la música y la extrañeza del lenguaje. Eran 17 varones y 37 entre mujeres y niños, indios que componían la parcialidad del cacique Orkeke y tenían levantado 7 toldos a 15 leguas de Deseado. Algunos tenían con las caras pintadas en fajas negras, que corrían sobre las cejas y formaban un ovalo bajando por los carrillos hasta terminar en el mentón. Llamaron mi atención la uniformidad del traje, la resignación que todos manifestaron, el semblante de bondad en los varones, cierta altanería en las mujeres, y sobre todo el canto monótono de la multitud repetía “ LE QUENEQUE YAQUE DE YA, LE YA, LE YU QUELELO” canto triste que repitieron al despedirse de aquella costas.
De ahí parte el Villarino a Buenos Aires, deportando a la tribu de Orkeke y también a los mercachifles, hizo escala ( el buque) en la colonia galesa del Chubut, en la cual bajaron gran parte de las tropas, el teniente coronel Lino Roa, el mayor Miguel Linares y un abogado ingles llamado Williams Andrews. Finalmente una vez llegados a Buenos Aires, los indígenas fueron colocados en los cuarteles de Retiro.


Por: Carlos Lanni
TEHUELCHE EL VERDADERO PUEBLO ORIGINARIO DE PAMPA Y PATAGONIA

jueves, 10 de abril de 2025

Rosas: Cuelga la cabeza de indio invasor chileno

Rosas: “La cabeza del famoso Cañiuquir, vorogano chileno, fue colgada en un árbol en el campo de batalla”




Juan Manuel de Rosas. Museo Nacional de Bellas Artes

En 1830, el cacique general vorogano, actuaba junto con sus hermanos, los caciques Caniullán, Melin, Alon, Guayquil y Mariano Rondeau, y aunque mantenían relaciones amistosas con Juan Manuel de Rosas, este último siempre desconfió de sus intenciones. Para asegurarse su lealtad retuvo a los familiares del cacique general en el fuerte 25 de Mayo, con diversas excusas.

En la expedición al norte patagónico, cerca del Fuerte Argentino (Bahía Blanca), este cacique se presentó con sus voroganos, procedentes de Guaminí. Rosas les dio provisiones y los indujo a que se sumaran a las tropas del teniente coronel Manuel Delgado, para exterminar a los ranqueles de Yanquetruz.

En 1834, Cañiuquir asumió como cacique general de la tribu vorogana, luego de que los caciques Rondeau y Melin fueran asesinados por Calfucurá.

Pero en 1836, los voroganos chilenos se asociaron con los ranqueles para efectuar un malón sobre las pampas argentinas, y consiguieron la colaboración de Cañiuquir. Delatado el hecho por un grupo de voroganos, que pidieron a Rosas su protección, una columna partió desde Fuerte Argentino, y al llegar a las tolderías de este cacique, a orillas del arroyo Pescado, sorprendió a la indiada dejando 400 cadáveres. El cacique y 300 aborígenes lograron escapar de la matanza apelando a la velocidad de sus magníficos corceles.

No conformes con ello, las autoridades enviaron al mes siguiente otra expedición para exterminar a los que se salvaron. Esa vez perdieron la vida otros 250 voroganos y 300 miembros de las familias quedaron prisioneros. Cañiuquir fue decapitado, y su cabeza fue colgada de un árbol.

El 24/05/1836, Rosas le informaba al gobernador de Entre Ríos: “Por supuesto que la cabeza del famoso Cañiuquir Borogano chileno fue colgada de un árbol en el Campo de Batalla (…)”.


La Voz de Chubut

martes, 8 de abril de 2025

Patagonia: El malnacido de Osvaldo Bayer

El traidor anti-argentino de Osvaldo Bayer

Cuando el malnacido comunista alemán pedía la independencia de la Patagonia Argentina y su unificación al sur trasandino.





















lunes, 7 de abril de 2025

Guerra contra la Subversión: El intento de copamiento del RIMec 3 de La Tablada y los planes terroristas

Documentos reservados: los informes de inteligencia del general Gassino sobre el sangriento ataque a La Tablada

El teniente general Francisco Gassino, jefe del Estado Mayor, guardó para la historia los “papers” del copamiento del MTP al Regimiento de Infantería Mecanizada, del 23 de enero de 1989. Los documentos que llevaban los terroristas en sus mochilas, las cartas a Nicaragua, los planes secretos, los cables de inteligencia y el oscuro manejo del poder. Qué pasó con los guerrilleros que sobrevivieron y con los militares que combatieron


Por Juan Bautista Tata Yofre || Infobae



El presidente Raúl Alfonsín frente al cuerpo de uno de los guerrilleros del MTP luego del intento de copamiento del Regimiento de La Tablada (Víctor Buggé)

Hoy, hace 34 años, el Regimiento de Infantería Mecanizada 3 y el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada, unidades del Ejército Argentino, eran atacados por un grupo subversivo bajo la falsa y modesta consigna de frenar un golpe de extrema derecha que ponía en serio riesgo el sistema democrático que había renacido en el país tras el trágico y fracasado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983).

A contramano de la canción “Los dinosaurios” en la que Charlie García repetía y aseguraba con notable firmeza: “Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”, el 23 de enero de 1989 los viejos monstruos del pasado volvieron con la misma furia con la que habían atacado en la década anterior las unidades de las FFAA. Basta recordar los asaltos al Comando de Sanidad (1973), Guarnición de Azul (1974) y Monte Chingolo (1975). Además retornó a la superficie Enrique Gorriarán Merlo y sus socios para tomar conciencia del grado de putrefacción en que había vuelto a caer la Argentina.


Feletti, Baños, Provenzano y el “curita” Puigjané del MTP antes del ataque

Hoy, nada queda del Regimiento de La Tablada porque está abandonada y la unidad fue trasladada al interior de la provincia de Buenos Aires. Sus estructuras se encuentran en absoluta decadencia y la maleza ha ido tapando no solo lo que era una cuidada unidad castrense, también ha ido cubriendo la memoria de lo que allí aconteció. Como diría George Bernanos, el RI Mec 3 es “un cementerio bajo la luna”, pero el dramaturgo francés también aseguraría que “el verdadero odio es el desinterés y el asesinato perfecto es el olvido”.

Sin embargo, no existen los asesinatos perfectos y, a pesar de que han fallecido los personajes centrales, aún quedan sus papeles que claman por salir a la luz. Son los documentos reservados que el teniente general Francisco Gassino, jefe del Estado Mayor, guardó para la historia. Como buen oficial de Inteligencia, el “colorado” Gassino eligió lo que había que guardar y “algo” más. Por ejemplos están las cartas que los atacantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) mantenían con sus jefes en el exterior (Nicaragua), sus planes, sus consignas y los “cursos con curas, todos insertos en medios obreros y barriales”. Documentos encontrados en las mochilas de los asaltantes, miembros del MTP, Partido de la Liberación (PL), Movimiento de Liberación 29 de Mayo (ML-29) y Montoneros (columna Sur-Oeste).



El párrafo se cierra con “ROSARIO, y la finalidad última sería la asunción del poder como ‘gobierno del pueblo’” (Archivo Juan Bautista Yofre)

En otro informe de Inteligencia, escrito a mano, se sostiene que había “un plan de emergencia luego que el Gobierno del Pueblo accediese al poder. En dicho plan se incluía la disolución de las FF.AA. y su reemplazo por milicias populares”. Seguidamente, tomado el cuartel, con la ayuda de altavoces (y consignas escritas) se pasarían consignas con el “apoyo de un grupo externo” atacando al coronel Mohamed Alí Seineldín y “su golpe de estado” en marcha.

Sin embargo había una contradicción entre lo que se decía y lo que se hacía. Entre lo que pensaba Gorriarán Merlo y lo que imaginaron algunos componentes del la Junta Coordinadora del alfonsinismo. “El Pelado” iba por todo mientras que a los radicales no se les ocurrió mejor idea que apantallar al MTP para denostarlo a Carlos Menem, afirmando que estaba urdiendo un golpe de Estado con Seineldin y el sindicalista metalúrgico Lorenzo Miguel.


Estado en que quedo uno de los tantos edificios del RIM3

Según contó Gassino a las 10.30 del mismo 23 de enero recibió una llamada del Edecán presidencial:

-General, le va a hablar el Presidente de la Nación.

Alfonsín tras saludarlo, le dice si le puede informar cuál es la situación.

Gassino: Mire, Señor Presidente, el Regimiento 3 de Infantería Mecanizado ha sido tomado por elementos subversivos, hay enfrentamientos muy serios, hay muertos y estamos tratando de recuperar el cuartel.

Alfonsín: ¿Usted qué opina? ¿De dónde son esos grupos, de derecha o de izquierda?

Gassino: Por la forma de actuar no hay ninguna duda que es un grupo subversivo de izquierda.

Alfonsín: No general, no se equivoque. Esos son grupos de derecha. Yo tengo que sacar un comunicado, tengo la obligación de informar al pueblo y no puedo decir nada hasta no tener la seguridad de dónde son.

Gassino: Mire Señor Presidente, si usted no quiere decir que son de izquierda, tampoco diga que son de derecha porque se va a equivocar.

Más tarde Gassino diría que el Presidente “no dijo nada que eran de izquierda ni que eran de derecha”. ¿Eran fantasmas? El poder político todavía no tenía nada para decir respecto a quiénes estaban asaltando La Tablada y matando oficiales, soldados y miembros de la policía bonaerense. ¿Cómo podía el Presidente, a esa hora del día, ignorar lo que realmente estaba sucediendo dentro de la unidad militar? ¿Quién lo informaba? ¿Qué tenía para decir la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE)? ¿Ignoraba el Presidente los informes que la Secretaría había elaborado con bastante anticipación sobre el Movimiento Todos por la Patria y que fueron publicados por la prensa?


Informe al jefe del Estado Mayor sobre la opinión del sindicalismo (Archivo Juan Bautista Yofre)

Otro informe de Inteligencia trata de aclarar la situación de confusión o complicidad que reinaba en la Casa de Gobierno. Lo hace a través de una reunión con el sindicalismo (cuando era justicialista), que se realizó en el camping “Ruta Sol” de la UOM, en la que participan Lorenzo Miguel, Diego Ibáñez, Roberto Monteverde, Delfor Giménez, Miguel Candore, Raúl Amin y West Ocampo. Fue en esa cumbre que Miguel “recordó que en su momento le hizo llegar al Ministro (Enrique) Nosiglia un detalle sobre la infiltración de la izquierda en todos los ámbitos de la sociedad argentina, lo cual fue totalmente desoído. Los dirigentes expresaron que no avalarán más ninguna decisión del Gobierno Nacional que no sea combatir la izquierda.”

En un Informe Especial que recibió el general Gassino, con fecha 25 de enero de 1989, se sostiene que el candidato presidencial de la oposición, Carlos Saúl Menem, era uno de los blancos de todo el operativo de Gorriarán Merlo, el MTP y los amigos del gobierno. Uno de los puntos de dicho informe, con cierta lógica pero con una irrealidad manifiesta, concluye que “obviamente se pedirán en los próximos días las renuncias de todos los elementos que integran la cadena de responsabilidades en la detección de información y elaboración de Inteligencia Nacional y que no advirtieron ni alertaron la proximidad de episodios como La Tablada (SIDE-Ministerio del Interior) […] La aplicación de todo el peso de la Ley o la aplicación de un enfoque, cuya juridicidad sea cuestionable, abre otra brecha de grave responsabilidad para el Poder Judicial, cuyas primeras señales serán estrechamente observadas por todos los sectores, como otro de los factores que pueden desatar la furia de los enconos entre las instituciones de la República y la sociedad toda.” La advertencia con el paso del tiempo cayó en el vacío y se impuso la modorra o la indolencia, a pesar de un memorando que el Ejército entregó al Poder Ejecutivo en momentos que se combatía en La Tablada. En el mismo se sostenía que “a la mano dura militar debe seguir una mano durísima en lo jurídico” y que “todos los que alentaron y/o coquetearon con la violencia quedan descalificados ante la sociedad”.

Las explicaciones que dieron algunos funcionarios radicales tendieron a diluir las certezas que tenía la oposición sobre las complicidades difíciles de establecer. Por ejemplo, en un cable de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires (para ser analizado en Washington, Madrid, Caracas, Panamá y Managua) se informaba que el canciller Dante Caputo contó que el 26 de enero de 1989 el presidente español Felipe González le dijo telefónicamente a Raúl Alfonsín: “El incidente de La Tablada no se limitaba únicamente a la Argentina”. González dijo que tenía “hard information” de similares acciones que se llevarían a cabo en otros países del hemisferio. Específicamente le mencionó a Venezuela a Alfonsín. ”En particular, alrededor de la asunción presidencial de Carlos Andrés Pérez, el 2 de febrero de 1989. En el mismo texto se dice que Caputo adelantó que el gobierno pasaría al “contraataque” con la creación del COSENA y responsabilizó a Nicaragua y Panamá, no así a Cuba. Un argumento falaz porque nada organizado en Managua por el Frente Sandinista de Liberación Nacional era desconocido por la inteligencia cubana. Además, Caputo no sabía cómo explicar “las brigadas del café” y los alimentos regalados a Nicaragua, ni los acuerdos con La Habana y el viaje presidencial a Cuba. El funcionario estadounidense comentó en el cable que no creyó “apropiado” averiguar si el “contraataque” significaba algún tipo de denuncia contra Nicaragua o Panamá. Tampoco deseó considerar con Caputo si había enlaces cubanos con el MTP. Para no ser menos el canciller expuso, el 13 de febrero de 1989, en el diario La Nación, que la democracia argentina se encontraba “atenazada” por la derecha y la ultraizquierda.

Como respuesta al ataque del MTP el gobierno creó el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), el 25 de enero de 1989, uno de cuyos integrantes fue el canciller Caputo. El nuevo organismo no sirvió para nada, solo para recibir consejos destinados a frenar el camino de Menem hacia la Presidencia de la Nación. El 18 de julio de 1989 el brigadier Teodoro Waldner me llamó y lo recibí en la SIDE y le comuniqué que todos los integrantes del COSENA pasaban al olvido. El asesor extranjero que aconsejaba contra Menem también abandonó su cargo.

Plan de emergencia que pensaba implementar el MTP si tomaba el poder (Archivo Juan Bautista Yofre)

Con el sacrificio de vidas humanas, el Ejército recuperó la guarnición a sangre y fuego. Según Clarín, murieron 27 terroristas y las fuerzas legales tuvieron 11 muertos y 53 heridos. En medio del fragor también murieron 2 civiles.

Los atacantes que quedaron vivos hoy gozan de libertad porque la lograron por distintos recovecos de la justicia. Otros participaron del poder en los años venideros, como Eduardo Luis Duhalde, fallecido en 2012, quien fue el Secretario de Estado para los DD.HH. de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Los militares que defendieron las unidades fueron condenados.


domingo, 6 de abril de 2025

Patagonia: "El aonikenk rubio"

"El aonikenk rubio"




Llegó como muchos con un espíritu aventurero a estas tierras del fin del continente americano desde Europa y su vida de lucha y aventuras lo dejó en la historia de Santa Cruz. Al contrario de otros venidos desde lejos no se dedicó al exterminio de los habitantes originarios.
Al contrario,  Santiago Radboone formó familia con Juana, una originaria tehuelche, sobrina del cacique Mulato quien sería el último gran jefe de los nativos afincados entre Santa Cruz y Magallanes en Chile.
Y pobló los campos del paradisíaco Lago San Martín en la cordillera santacruceña. Sus ocho hijos paridos por la noble Juana entregaron descendencia de llega a nuestros días. Pero vamos a conocer en detalle la vida y andanzas del “Jimmy”, como quedara inmortalizado.
El primero que hizo conocer la vida de Santiago fue un periodista  y literato norteamericano Herbert Childs. Para él, camino a ser un consagrado profesional de las letras y a punto de  contraer matrimonio con Majorie, en plena depresión económica de los años 30, una luna de miel en la Patagonia no era parte de sus planes.
Pero recibió una intrigante carta de un amigo propio y de su futura esposa, en la que le proponía indagar en la vida de un exótico personaje de la frontera argentino chilena en el Territorio de Santa Cruz, en el muy sur de la Argentina.
Las imágenes de peligro, los entreveros con la policía y bandidos, las aventuras amorosas, las adversidades climáticas, el romanticismo que rodea la vida de los pioneros en el imaginario del norteamericano medio y la posibilidad de escribir sobre un tema original, fueron estímulos suficientes para ambos y, sin pensarlo demasiado, reemplazaron la prevista corta estadía en un área rural cercana a sus domicilios, por un viaje en un carguero noruego por las costas americanas del Pacífico y, dando la vuelta por el Cabo de Hornos, hasta la ciudad de Buenos Aires.
Una vez en Buenos Aires volvieron a embarcarse, esta vez doblando sobre sus pasos con rumbo sur, hasta Puerto de San Julián. Allí se trasladaron en automóvil, avanzando por las escalonadas planicies desérticas hasta llegar al lago San Martín. Y desde ese lugar se internaron en la cordillera a caballo, pues se habían terminado los caminos.
De esta manera llegaron a la Estancia La Nana, donde vivía Santiago (James) Radboone. En el jardín de su casa acamparon durante los tres meses del verano de 1933.
Esta larga estadía les permitió mantener ricas conversaciones con quien sería el protagonista de su libro y con su familia, haciendo amistad con la esposa, cabalgando con los hijos y participando en general de las tareas y penurias de la vida de campo, en la aislada y lejana cordillera austral.
El resultado del trabajo periodístico vio la luz gracias a J.B. Lippincott Co., editora que lo publicó en formato de libro, en 1936. El título: “El Jimmy, Outlaw of Patagonia”, alude a su protagonista.
Santiago Radboone, apodado “El Jimmy” por los tehuelches con quien convivió largos años, había nacido en Inglaterra, en el año 1873. Hijo de una familia de escasos recursos y muchos miembros, decidió emigrar acosado por su situación económica, por la policía, y por la madre de una jovencita que declaraba estar embarazada.
Puesto en contacto con Waldron y Woods, propietarios de tierras en Tierra del Fuego, Santa Cruz y la zona de 25 de Mayo en La Pampa, se embarcó rumbo a la ciudad chilena de Punta Arenas, en el año 1.888. Desde allí pasó a la isla de Tierra del Fuego y aprendió con rapidez, el duro oficio de ovejero y domador.



El Jimmy pionero

Pero no había llegado al fin del mundo para seguir obedeciendo las órdenes de un patrón. Con espíritu aventurero y ganas de respirar libertad, mandó adelante una pequeña tropilla de parejeros que había logrado ganar, en búsqueda de un pedazo de tierra que pudiera declarar suya, en la región que media entre el Puerto de Río Gallegos y el de Punta Arenas.
Con esta búsqueda se enredaron demasiadas cosas: mujeres, caballos de carrera, bebida, juego y cierto coraje irresponsable que lo llevaba a no eludir peleas, sean estas con civiles o con la policía.
En una ocasión ganó una apuesta y le pagaron con un cheque a cobrar en Punta Arenas, Chile, que era robado. Fue así como terminó en la cárcel. Pero esta historia no termina aquí. Resulta que al tiempo logró escaparse y en su calidad de prófugo tanto para la ley chilena como argentina, recuperó sus caballos.
Refugiado de la justicia chilena y de la argentina, en la toldería de Mulato, cacique tehuelche de la zona de Ultima Esperanza, se enamora de una sobrina de éste. Con ritmo de novela, pierde a quien quiere hacer su esposa en una carrera de caballos, para sólo recuperarla años más tarde. Con ella y evitando futuros conflictos con la ley, se interna en la cordillera argentina, en la zona del Lago San Martín, y coloniza una tierra, a orillas del agua y lejos de la civilización.
Su lucha por la tierra incluye un viaje en barco a Bs. As. para agilizar los trámites de obtención de sus soñados campos. Al respecto, en un principio, se entregaban entre 4 y 8 leguas cuadradas lo que significaba de 10.000 a 20.000 has. Un 50% de esa superficie podía comprarse luego de 5 años de ocupación continua con mejoras incluidas. Política de tierras que cambió a sólo un contrato de arrendamiento sin posibilidad de venta para acceder a la propiedad. Pasaron muchos años de su afincamiento en Estancia “La Nana” cuando recién en 1930 los Radboone pasaron a tener estas tierras a su nombre y libres de deuda. Sus dominios incluían la península Mackenna hasta la misma frontera con Chile.
Las construcciones de La Nana se componían de corral de postes para el encierre del ganado, galpón para esquila y depósito, baño de ovejas y una muy austera casa de barro, paja y madera donde siempre el fuego permanecía encendido para recibir al forastero. Contaba con piezas dormitorio y depósito. Los muebles eran de madera, cubiertos con cuero de potrillo algunos y todos de construcción casera. Para dormir empleaba cueros de oveja como mullido colchón. El casco se completaba con una generosa huerta y una producción propia de grosellas, frambuesas y frutillas para las tortas y budines que tenían a Jimmy como autor. Todavía hoy se observan los viejos arbustos de fruta fina alrededor de la vivienda fundacional. Consumían preferentemente carne lanar alternando con vacunos, yeguarizos y el producido de la caza de cauquenes y choiques que abundaban.
Unidos inicialmente por el ritual Tehuelche, que reconocía la entrega de caballos a cambio, llega el año 1913 que encuentra a Jimmy y Juana casados ante el Juez de Paz de Puerto Santa Cruz. Tuvieron ocho hijos Nana, Juana, Santiago, Arturo, Miguel, Enrique, María y Catalina. Cinco de los cuales fueron atendidos en el parto por el mismo Jimmy.  Incluso, alguno de sus nietos vivieron en La Nana. Sus hijos alternaron la educación en la estancia con la recibida en colegios de Puerto Santa Cruz. A esta localidad concurrían ante la enfermedad cuando necesitaban curarse con el médico que llegaba periódicamente de la lejana Buenos Aires. En tales circunstancias su hija Juana casi pierde la vida por una fuerte neumonía.
En cuanto al ganado llegó a tener 6.500 lanares que le reportaron hasta 13.000 Kg. de lana. Producía leche, manteca y quesos que maduraban colgando en la cocina. Para ello encerraban las lecheras “guampudas” y semisalvajes con el auxilio de perros que las traían mordisqueando sus garrones. Diestro en esquilar a tijera y pelar los ojos, el record personal de Jimmy fue de 236 animales esquilados en el día. Gran corredor de carreras, criaba su caballada amansando los potros con tres años cumplidos. Sus caballos de uso diario pastaban en un pequeño potrero anexo al casco. Vendía su lana en Puerto Santa Cruz y los corderos gordos en el Frigorífico Armour. Esta localidad de la costa Atlántica, estaba separada de la estancia por una huella que se transcurría luego de 30 días de carreta. Sus ocho hijos ayudaban en las tareas cotidianas. Siendo Radboone un gran cocinero, entrenó a las niñas en el arte de la cocina. Nana se destacaba en el encierre de las lecheras a las que ataba por los cuernos a postes, sujetaba por las patas y ordeñaba.
Fue la Comisión de Límites en 1903, quien exploró estas tierras colocando el hito de piedra limítrofe hasta donde llegaron los dominios de Jimmy. Tierras pisadas por los huelguistas del año 1922 en su huida a Chile; por el inquieto padre de Agostini en su exploración de los Andes Australes y por distintas expediciones al hielo continental patagónico.
Relatos de historias que se pueden acceder consultando la biblioteca en el actual casco o vivirlos en cercanías de la vieja casa de Jimmy. Allí respetando el estilo arquitectónico de Patagonia Sur se ha construido uno nuevo que lleva el nombre de la vieja estancia, Puesto “La Nana”, en reconocimiento al noble espíritu de sus fundadores.
Retazos de la rica historia de la joven provincia de Santa Cruz. Si que se quiere también, otra forma de entender la integración entre los que llegaron de otros lugares al continente americano, sin provocar un destino de muerte y expoliación de las poblaciones originarias.
Historias de Patagonia :
Por: Mario Novack
Domingo, 3 de noviembre de 2019
Fuentes: Diario Río Negro  - Pedro Dobreé
El Chaltén Hoy – Alejandro Serret.


Fotos de la zona del campo "La Nana" donde vivió Jimmy Radboone....y el paisaje del lugar...

martes, 1 de abril de 2025

Aonikenks: Sam Slick, la cabeza del Perito Moreno en el museo de La Plata

Sam Slick, un aborigen de Santa Cruz, hijo del cacique Casimiro Biguá. Cuya cabeza exhumó el Perito Moreno para llevarla al museo




Sam Slick junto a su padre, el cacique Casimiro Biguá en 1864

Hijo del cacique tehuelche Casimiro Biguá -o Bivois-, viajó al islote Keppel de las Malvinas para ser evangelizado por los protestantes, pero no tuvo progresos de importancia y sólo aprendió a hablar inglés.

Este aborigen, junto con su padre, aparecen como los dos primeros que posaron ante una cámara fotográfica en 1864, durante una visita a Buenos Aires.

También fue recordado por acompañar al explorador Musters en su viaje a través de la Patagonia en 1870.

Conocido por Francisco P. Moreno, tiempo después el explorador se enteró de que “en el cementerio de la colonia galesa había sido inhumado mi amigo Sam Slick (…) muerto alevosamente por otro indio. Conocí a ese indio en mi viaje anterior a Santa Cruz en 1874. Por el tamaño extraordinario de su cuerpo me interesaba, sobre todo su cabeza. A mi llegada, cuando supe su desgracia, averigüé el paraje en que había sido inhumado y en una noche de luna, exhumé su cadáver, cuyo esqueleto se conserva en el Museo Antropológico de Buenos Aires; sacrilegio cometido en provecho del estudio osteológico de los tehuelches”.

La Voz de Chubut

lunes, 31 de marzo de 2025

Argentina: La "Semana Trágica"

La "Semana Trágica"





El 2 de diciembre de 1918 comenzó la huelga. Una jornada de ocho horas, salubridad laboral y un salario justo, reclamaban los 2500 obreros de los talleres Vasena. La patronal consideró que se trataba de una “insolencia obrera”. Los trabajadores decidieron entonces tomar  la fábrica y armar un piquete en la puerta del establecimiento. Alfredo Vasena tenía buenas relaciones con el gobierno. Su asesor legal era un acérrimo militante radical afín a Yrigoyen, por lo que logró que rápidamente enviaran policías y bomberos para castigar la “insolencia” de los obreros.
El 7 de enero, a las tres y media de la tarde, un grupo de huelguistas había formado un piquete tratando de impedir la llegada de materia prima para la fábrica. En ese momento, los conductores comenzaron a disparar sus armas de fuego contra los trabajadores. Al grupo de rompehuelgas se sumaron inmediatamente las fuerzas policiales. Se vivió, aquella tarde, el primer día de pánico en el barrio de San Cristóbal. El saldo fue elocuente: cuatro muertos. Tres de ellos baleados en sus casas y el cuarto, asesinado a sablazos por la policía montada, los “cosacos”. Hubo también, más de 30 heridos. Según La Prensa, policías y bomberos, dispararon 2000 proyectiles. Las víctimas fueron: Juan Fiorini, argentino, 18 años, soltero, jornalero de la fábrica Bozzalla Hnos., asesinado mientras estaba tomando mate en su domicilio de un balazo en la región pectoral. Toribio Barrios, español, 42 años, casado, recolector de basura, asesinado en la avenida Alcorta 3189, de varios sablazos en el cráneo. Santiago Gómez Metrolles, argentino, 32 años, soltero, recolector de basura, asesinado de un balazo en el temporal derecho en avenida Alcorta 3521.  Miguel Britos, casado, jornalero, muerto a consecuencia de heridas de bala. Según el propio parte policial que reproduce el diario La Nación, “ninguno fue muerto en actitud de combate, ninguno estaba agrediendo a las fuerzas represivas”.
Ante la gravedad de estos hechos, Alfredo Vasena, se  reunió con los delegados gremiales en el Departamento de Policía y les ofreció la reducción de la jornada laboral a 9 horas, un 12 % de aumento de jornales y admisión de cuantos quisieran trabajar. Al no haber acuerdo, se decidió continuar la reunión al día siguiente, en la fábrica. Los obreros llegaron puntualmente a las diez, pero Vasena se negó a reunirse con los trabajadores. Argumentó que entre los delegados había activistas que no pertenecían a su plantel. Los  trabajadores presentaron un  pliego de condiciones: jornada de 8 horas, aumentos de jornales comprendidos entre el 20 y el 40 %, pago de trabajos y horas extraordinarias, readmisión de los obreros despedidos por causas sindicales y abolición del trabajo a destajo. Vasena se comprometió a dar una respuesta, al día siguiente y, a pedido de los obreros, ordenó que dejaran de circular las chatas de transportes.
El jueves 9 de enero de 1919 la ciudad de Buenos Aires estaba paralizada. Comercios cerrados. No transporte público. La basura se acumulaba en las esquinas. Los canillitas habían resuelto vender solamente La Vanguardia y La Protesta, que aquel día titulaba: “El crimen de las fuerzas policiales, embriagadas por el gobierno y Vasena, clama una explosión revolucionaria”. Los únicos movimientos lo constituían las compactas columnas de trabajadores que se preparaban para enterrar a sus muertos. Eran hombres, mujeres y niños, con crespones negros y banderas rojas y negras -la mayoría eran socialistas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios-, que lo único que pretendían era homenajear a sus mártires y repudiar la represión estatal y paraestatal.
Previsor, el jefe de policía Elpidio González había solicitado y obtenido aquel mismo día del presidente Yrigoyen un decreto que aumentaba en un 20 % el sueldo de los policías a los que les esperaba una dura faena.



A las tres de la tarde partió el cortejo fúnebre encabezado por la “autodefensa obrera”, unos cien trabajadores armados con revólveres y carabinas. Detrás, una compacta columna de miles de personas, “el pobrerío” como les gustaba llamarlos a los pitucos. El cortejo enfiló por la calle Corrientes hacia el Cementerio del Oeste (La Chacarita). Al llegar a la altura de Yatay, frente a un templo católico, algunos manifestantes anarquistas comenzaron a gritar consignas anticlericales. La respuesta no se hizo esperar: desde dentro del templo policías y bomberos comenzaron a disparar sobre la multitud. Resistieron. A las 17 horas la columna llegó al cementerio de la Chacarita. Comenzaron los discursos de los delegados de la FORA IX. Mientras hablaba el dirigente Luis Bernard, surgieron abruptamente detrás de los muros del cementerio miembros de la policía y del ejército que comenzaron a disparar sobre la multitud. Era una emboscada, que se cobró cien vidas y cuatrocientos heridos. Según los diarios de la época, hubo 12 muertos y casi doscientos heridos. La prensa obrera habló de 100 muertos y más de cuatrocientos heridos. Ambas coincidieron en que entre las fuerzas militares y policiales no hubo bajas. La impunidad iba en aumento.
El pueblo no se amilanó y siguió en la calle exigiendo justicia. La huelga general continuaba. Mientras se producía la masacre de la Chacarita un grupo de trabajadores rodeó la fábrica Vasena y estuvo a punto de incendiarla. En el interior del edificio se encontraban Alfredo Vasena, Joaquín Anchorena de la Asociación Nacional del Trabajo y un empresario británico, flamante  comprador de la metalúrgica. La embajada británica se comunicó de inmediato con la Casa Rosada. Alvear que por entonces era jefe de policía y Elpidio González,  partieron raudos a parlamentar con los obreros y pedirles calma. No fueron bien recibidos. El auto del jefe de policía fue incendiado por la multitud. González debió volver en taxi a su despacho, pero envió a un grupo de 100 bomberos y policías armados que dispararon sin contemplaciones sobre la multitud, provocando —según el propio parte policial— 24 muertos y 60 heridos.
El fantasma de la Revolución Bolchevique, los soviets de obreros y el levantamiento de campesinos en Rusia aterró a los miembros más destacados de la sociedad argentina. Había que frenar el torrente revolucionario. Comenzaron a reunirse para presionar al gobierno radical, al que veían como incapaz de llevar adelante una represión como la que ellos deseaban y necesitaban. Se hacía necesario el empleo de una “mano dura” que les recordara a los trabajadores que su lugar en la sociedad viene por el lado de la obediencia y la resignación. Con esa consigna, un grupo de jóvenes de la alta sociedad porteña se reunió en la Confitería París y decidió armarse en defensa propia. Las reuniones continuaron en los más cómodos salones del “Centro Naval” de Florida y Córdoba, donde fueron recibidos por el contralmirante y recontra reaccionario Manuel Domecq García y su colega el contralmirante Eduardo, quienes se comprometieron a darle a los ansiosos muchachos instrucción militar. El 10 de enero de 1919, O’Connor manifestó que Buenos Aires no sería otro Petrogrado e invitaba a la “valiente muchachada” a atacar a los “rusos y catalanes en sus propios barrios si no se atreven a venir al centro”. Los jovencitos “patrióticos” partieron del centro naval con brazaletes con los colores argentinos y armas automáticas generosamente repartidas por Domecq, O’Connor y sus cómplices. El 16 de enero de 1919, este grupo se constituyó en la Liga Patriótica Argentina. Domecq García ocupó la presidencia en forma provisional hasta abril de 1919, cuando las brigadas eligieron como presidente a Manuel Carlés y vice a Pedro Cristophersen.
¿A qué se dedicaban estos ciudadanos preocupados por el orden? Las bandas terroristas armadas que operaban bajo el rótulo de Liga Patriótica Argentina lo hacían con total impunidad y la más absoluta colaboración y complicidad oficiales. Se reunían en las comisarías y allí se les distribuían armas y brazaletes. Desde las sedes policiales partían en coches último modelo manejados por los jovencitos oligarcas, y al grito de “Viva la Patria” se dirigían a las barriadas obreras, a las sedes sindicales, a las bibliotecas obreras, a la sede de los periódicos socialistas y anarquistas para incendiarlos y destruirlos, todo bajo la mirada cómplice de la policía y los bomberos. El barrio judío de Once fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se dedicaban a la “caza del ruso”. Allí fueron incendiadas sinagogas y las bibliotecas Avangard y Paole Sión. Los terroristas de la Liga atacaban a los transeúntes, particularmente a los que vestían con algún elemento que determinara su pertenencia a la colectividad. La cobarde agresión no respetó ni edades ni sexos. Los “defensores de la familia y las buenas costumbres” golpeaban con cachiporras y las culatas de sus revólveres a ancianos y arrastraban de los pelos a mujeres y niños.
El 11 de enero el gobierno radical llegó a un acuerdo con la FORA IX basado en la libertad de los presos que sumaban más de 2000, un aumento salarial de entre un 20 y un 40 %, según las categorías, el establecimiento de una jornada laboral de nueve horas y la reincorporación de todos los huelguistas despedidos. Poco después las autoridades de la FORA y del Partido Socialista resolvieron la vuelta al trabajo. El vespertino La Razón titulaba: “Se terminó la huelga, ahora los poderes públicos deben buscar los promotores de la rebelión, de esa rebelión cuya responsabilidad rechazan la FORA y el PS…”.
El dolor y la conmoción popular continúan. Los trabajadores se muestran renuentes a volver a sus trabajos. En las asambleas sindicales las mociones por continuar la huelga general se suceden. Por su parte, la FORA V se opone terminantemente a levantar la medida de fuerza y decide “continuar el movimiento como forma de protesta contra los crímenes de Estado”. El martes 14 de enero, el flamante jefe de la Policía Federal, general Luis Dellepiane, recibió por separado a las conducciones de las dos FORA y aceptó sus coincidentes condiciones para volver al trabajo que incluían “la supresión de la ostentación de fuerza por las autoridades” y el “respeto del derecho de reunión”. Pero pasando por encima del general, la policía y miembros de la Liga Patriótica se dieron un gusto que venían postergando: saquearon y destruyeron la sede del periódico anarquista La Protesta. Esto motivó la amenaza de renuncia de Dellepiane, que fue rechazada al día siguiente por el propio presidente Yrigoyen, quien además ordenó efectivizar la puesta en libertad de todos los detenidos.
El jueves 16, Buenos Aires era casi una ciudad normal: circulaban los tranvías, había alimentos en los mercados, y los cines y teatros volvieron a abrir sus puertas. Las tropas fueron retornando a los cuarteles y los trabajadores ferroviarios fueron retomando lentamente los servicios. Recién el lunes 20 los obreros de Vasena, tras comprobar que todas sus reivindicaciones habían sido cumplidas y que no quedaba ningún compañero despedido ni sancionado, decidieron volver a sus puestos de trabajo.
La rebelión social duró exactamente una semana, del 7 al 14 de enero de 1919. La huelga había triunfado a un costo enorme. El precio no lo pusieron los trabajadores sino los dueños del poder, que hicieron del conflicto un caso testigo en su pulseada con el gobierno al que consiguieron presionar en los momentos más graves e imponerle su voluntad represiva.
No hubo sanciones para las fuerzas represivas, ni siquiera se habló de “errores o excesos”; por el contrario, el gobierno felicitó a los oficiales y a las tropas encargadas de la represión y volvió a hablar de subversión. Por su parte, Dellepiane, el jefe de la represión, dictó la siguiente orden del día: “Quiero llevar al digno y valiente personal que ha cooperado con las fuerzas del ejército y armada en la sofocación del brutal e inicuo estallido, mi palabra más sentida de agradecimiento, al mismo tiempo que el deseo de que los componentes de toda jerarquía de tan nobles instituciones, encargadas de salvaguardar los más sagrados intereses de esta gran metrópoli, sientan palpitar sus pechos únicamente por el impulso de nobles ideales, presentándolos como coraza invulnerable a la incitación malsana con que se quiere disfrazar propósitos inconfesables y cobardes apetitos”.
Los sectores pudientes de la sociedad se mostraron muy agradecidos con los miembros de las fuerzas represivas y las premiaron. Así lo detalla el diario La Nación: “En el local de la Asociación del Trabajo se reunió ayer la Junta Directiva de la Comisión pro defensores del orden, que preside el contralmirante Domecq García, adoptándose diversas resoluciones de importancia. Se resolvió designar comisiones especiales que tendrán a su cargo la recolección de fondos en la banca, el comercio, la industria, el foro, etc., y se adoptaron diversas disposiciones tendientes a hacer que el óbolo llegue en forma equitativa a todos los hogares de los defensores del orden. […] La empresa del ferrocarril del Oeste ha resuelto contribuir con la suma de 5000 pesos al fondo de la suscripción nacional promovida a favor de los argentinos que han tenido a su cargo la tarea de restablecer el orden durante los recientes sucesos. El resto de las contribuciones fuerón:  El Frigorífico Swift $ 1000,Club Francais $500, Eugenio Mattaldi $500, Escalada y Cía. $100, Leng Roberts y Cía. $500, Juan Angel López $ 200, Matías Errázuriz $ 500, Horacio Sánchez y Elía $7000, Jockey Club $ 5000, Cía. Alemana de electricidad $ 1000, Arable King y Cía. $ 100, Elena S. de Gómez $200, Las Palmas Produce Cía. $1000, Frigorífico Armour $ 1000.
Ni los familiares de los 700 muertos ni los más de 4000 heridos, recibieron un centavo. Eran gente del pueblo, eran trabajadores, eran, en términos de Carlés, “insolentes” que habían osado defender sus derechos. No hubo “suscripciones” ni donaciones las viudas con sus hijos sumidos en la más absoluta tristeza y pobreza. La caridad tenía una sola cara. Sólo varios meses después de terminada la represión de aquella Semana Trágica, las damas de caridad y la jerarquía de la Iglesia Católica lanzaron una colecta para reunir fondos para darle limosnas a las familias más necesitadas. Lo hacían evidentemente en defensa propia. Si a alguien le queda alguna duda, he aquí parte del texto de lanzamiento de la Gran Colecta Nacional: “Dime: ¿qué menos podrías hacer si te vieras acosado o acosada por una manada de fieras hambrientas, que echarles pedazos de carne para aplacar el furor y taparles la boca? Los bárbaros ya están a las puertas de Roma”.

Fuentes Consultadas


Periódico Acción Directa
Revista-Anarquista Kiebre
Historia Argentina – Abad de Santillán

domingo, 30 de marzo de 2025

Crisis del Beagle: Los soldados de Ushuaia

El heroísmo olvidado del Beagle: Una gesta de unidad y sacrificio nacional



Pocas epopeyas de nuestra historia nacional han sido tan silenciadas y olvidadas como la crisis del Beagle de 1978. Un episodio que movilizó a miles de argentinos, desde soldados hasta civiles, y que estuvo a punto de convertirse en uno de los capítulos más decisivos de nuestra soberanía. A pesar de la magnitud de los eventos y de la gigantesca movilización de recursos humanos y materiales, esta historia se ha diluido con los años, eclipsada por otros episodios como la Guerra de Malvinas y la lucha antisubversiva. Pero el Beagle fue mucho más que una crisis diplomática: fue un momento de unión patriótica, de preparación estratégica y de defensa de los derechos nacionales.

Este relato es un homenaje a quienes, con seriedad y patriotismo, formaron parte de esa preparación, sabiendo que se encontraban al borde de un conflicto armado con Chile. La Operación Tronador, planeada con una meticulosidad sin precedentes, representó un esfuerzo conjunto de las fuerzas armadas y de seguridad argentinas, y marcó un hito en la historia de la cooperación militar de nuestro país. Fue un ensayo de valor, sacrificio y unidad que merece ser contado con orgullo.



Ushuaia: El centro de la Operación Tronador

La ciudad de Ushuaia se transformó en el corazón del despliegue operativo, el punto de reunión para las fuerzas que se preparaban para defender la soberanía nacional sobre las islas en disputa. Desde este lugar estratégico, se planificó y organizó uno de los mayores esfuerzos combinados entre fuerzas militares y de seguridad de la historia argentina.

La Prefectura Naval Argentina aportó sus helicópteros y al legendario Grupo Especial Albatros, una unidad de élite que simbolizaba el compromiso con la soberanía nacional. La Armada Argentina desplegó sus helicópteros Alouette III, equipados con misiles antitanque SS.11 y SS.12, tecnología avanzada que garantizaba el apoyo aéreo preciso en un eventual enfrentamiento. El Ejército Argentino sumó sus helicópteros Huey y Puma, mientras que la Fuerza Aérea Argentina añadió los robustos Sikorsky S-58 Choctaw y S-61, aviones que personificaban el alcance de nuestra aviación militar.

En cuanto a las tropas, el Batallón de Infantería de Marina N° 4 (BIM 4), una unidad acostumbrada al clima hostil de Tierra del Fuego, fue la fuerza principal en tierra. A ellos se unió una compañía L del Ejército Argentino, en lo que sería la primera colaboración operativa significativa entre estas dos fuerzas, un antecedente de lo que se repetiría años después en las colinas de Tumbledown, en Malvinas. Esta unidad mixta destacaba por su especial composición y por el coraje de sus integrantes, quienes sabían que el destino de la soberanía nacional dependía de ellos.

El plan: Una operación combinada

La ejecución de la Operación Tronador era un ejemplo de coordinación táctica y determinación estratégica. El plan contemplaba un asalto anfibio sobre la isla Nueva, apoyado por un bombardeo aéreo y naval de precisión. Al mismo tiempo, se planificó un audaz asalto helitransportado para tomar las islas del Cabo de Hornos, ubicadas aún más al sur, en una maniobra que aseguraría el control sobre las zonas más críticas de la región.

Este plan no solo exigía valentía, sino también precisión y disciplina. Las fuerzas argentinas, conscientes de que cada paso sería determinante, se entrenaron con rigor extremo. Los pilotos se familiarizaron con los peligrosos vientos fueguinos, los artilleros ajustaron sus cálculos para operar en condiciones extremas, y los infantes de marina y soldados practicaron maniobras de desembarco en terrenos hostiles y helados. La Operación Tronador era más que una estrategia militar: era un acto de patriotismo en su forma más pura.

Un frente de héroes

Los hombres que participaron en estas maniobras eran jóvenes en su mayoría, provenientes de diferentes rincones del país, unidos por un mismo objetivo: defender la soberanía argentina en el fin del mundo. Cada uno de ellos estaba dispuesto a enfrentarse a las adversidades del clima, la geografía y el enemigo. Los helicópteros, barcos y tropas simbolizaban la voluntad de un país de no ceder ni un centímetro de su territorio sin luchar.

Los entrenamientos y las maniobras realizadas en Ushuaia durante la crisis del Beagle demostraron que Argentina poseía no solo los recursos, sino también la voluntad de defender lo que es suyo. Aunque el conflicto nunca se concretó gracias a la intervención diplomática, aquellos días de diciembre de 1978 quedaron grabados como un ejemplo de la capacidad operativa y la disposición del pueblo argentino para defender su soberanía.

Un legado de honor

Hoy, la Operación Tronador permanece en gran parte olvidada, opacada por otras gestas y por los relatos politizados que minimizaron su importancia. Sin embargo, este episodio es un testimonio de la unión y el heroísmo de nuestras fuerzas armadas y de seguridad. El Beagle no fue solo una crisis; fue un momento de afirmación nacional, una muestra de que cuando la Patria llama, los argentinos responden.

En un mundo donde los desafíos a la soberanía son constantes, recordar el espíritu del Beagle es vital. No se trató solo de una preparación militar, sino de un compromiso colectivo con los valores que nos definen como Nación. A esos hombres que se entrenaron en Ushuaia y a todos los que participaron en la defensa del Beagle: gracias por recordarnos lo que significa amar y servir a la Patria.


EMcL

sábado, 29 de marzo de 2025

Patagonia: Recordando los aportes de Rodolfo Casamiquela

A 15 años de su partida terrenal, recordamos a Rodolfo Casamiquela (07/12/2008)

 

 

Rodolfo Casamiquela fue un paleontólogo, arqueólogo, historiador, escritor y docente argentino, reconocido por haber descubierto el dinosaurio Pisanosaurus mertii en 1967 y por su trabajo con el último hablante del idioma puelche.

En 1991 se publicó el libro “Del mito a la realidad: evolución iconográfica del pueblo tehuelche meridional” (Fundación Ameghino), escrito por los argentinos Rodolfo Casamiquela, Osvaldo Mondelo y Enrique Perea, con la colaboración del historiador chileno Mateo Martinic. Esta obra es fundamental para reconstruir la historia del pueblo tehuelche, tradicionalmente marginado de la historia. En los últimos tiempos, esta marginación ha sido doble, debido a la generalización del término "mapuches" para referirse a todos los pueblos indígenas de la Patagonia. El libro se destaca por una impresionante reconstrucción genealógica e incluye 536 ilustraciones.

A continuación, se reproduce un capítulo del libro, escrito por Casamiquela, donde se aborda la etnología patagónica austral, enfocándose en los tehuelches meridionales y los onas.

Estructura étnica y racial de la Patagonia austral

Prescindiendo de la amplia cantidad de términos gentilicios en diferentes lenguas, que complican el panorama etnológico de la Patagonia austral (incluido el sur de Chubut), se acepta que esta región estuvo integrada, desde una perspectiva racial, por dos elementos fundamentales: pámpidos y fuéguidos, los cuales experimentaron metamorfismo en distintos grados. Los láguidos, de origen litoral y provenientes del norte, pudieron haber llegado hasta las cuencas de los lagos Colhué Huapi y Musters, siguiendo el río Chico del Chubut.


Según la monografía de Bórmida (1953-54), el "tipo patagón" (asociado a los tehuelches meridionales) es casi idéntico al ona, ya que deriva de la fusión de un tipo pámpido dominante con otro fuégido. Los tehuelches septentrionales australes (al norte de Chubut y sur de Río Negro) serían mayoritariamente pámpidos puros, mientras que los yámanas y alacalufes (indígenas canoeros) serían fuéguidos puros.

Grupos metamórficos

Existen otras variantes derivadas del metamorfismo de los tipos pámpido y fuégido. Ejemplos de estos grupos son:

  • Guaicaros (huaicurúes): Habitaban la península de Brunswick, la isla Riesco y la costa oeste del estrecho de Magallanes.
  • Huemules: Detectados por Fitz-Roy en los senos Otway y Skyring.
  • Haus: Del sudeste de la isla Grande de Tierra del Fuego.

En estos grupos, el porcentaje de sangre fuégida era superior.

Aspecto cultural

Desde una perspectiva cultural, los tehuelches meridionales no eran un modelo puro de cazadores superiores, como se pensaba. De hecho, los antiguos testimonios describen a indígenas corpulentos que tripulaban canoas, lo que evidencia su metamorfismo cultural. Este fenómeno se acentuó de norte a sur y se observó especialmente en los guaicaros, huemules y haus, aunque se extendió a los tehuelches meridionales.

Clasificación de los tehuelches meridionales

Casamiquela divide a los tehuelches meridionales en dos grandes grupos:

  1. Tehuelches meridionales australes: Desde el estrecho de Magallanes hasta el río Santa Cruz.
  2. Tehuelches meridionales boreales: Desde el río Santa Cruz hasta el río Chubut.

Los tehuelches septentrionales se ubicaban al norte del río Chubut, dividiéndose a su vez en australes (hasta el Limay-Negro) y boreales.

Autodenominación y lengua

La etnia tehuelche meridional austral se autodenomina aónik’enk o aonik’o ch’oónükü ("sureños" o "gente del sur"). Los tehuelches boreales también se denominan aónik’enk, aunque el grupo que residía en Corpe Kaiken se identificaba como mech’arn ("gente de la resina") y denominaban su territorio mech’ar-nuwu ("donde hay resina").

Casamiquela señala que, hasta principios del siglo XIX, los tehuelches de Santa Cruz hablaban otra lengua: el téwsün, conocida como la “lengua misteriosa de la Patagonia”.

Etnodinámica reciente

La pérdida de la identidad de los tehuelches meridionales boreales se habría debido al fortalecimiento de los tehuelches australes, posiblemente relacionado con la introducción del caballo a fines del siglo XVIII. Por el contrario, la falta de una autodenominación única para los tehuelches meridionales australes podría deberse a una influencia de los boreales sobre ellos.

Casamiquela también postula que la expansión cultural de los tehuelches septentrionales australes (günün a künna) hacia el sur habría influido en la despersonalización de los boreales. Esta expansión estaría relacionada con la presión cultural y religiosa, en la que la institución shamánica jugó un papel clave, especialmente a partir de la representación de grecas en el arte rupestre.

Relación con los indígenas de canoa

Los onas de la isla Grande de Tierra del Fuego habrían llegado a ella en canoa, lo que implica un proceso de metamorfismo cultural. Los tehuelches continentales también habrían convivido con los canoeros, experimentando un contacto prolongado que derivó en la fusión racial de los pámpidos y fuéguidos.

Movimientos internos y uso de los ríos

Los movimientos internos de los tehuelches se asociaban con los ciclos de caza del guanaco y el avestruz, que migraban hacia el mar en invierno y al interior en verano. Los ríos no eran rutas, sino barreras naturales que limitaban la expansión de los pueblos. Casamiquela propone la “teoría de las anticuencas”, en oposición a la teoría de las cuencas hidrográficas de Escalada, sugiriendo que las cuencas funcionaban como límites y no como rutas de expansión.

El mito de los gigantes patagónicos

El cronista Antonio Pigafetta, de la expedición de Magallanes, describió en 1520 a los habitantes de la bahía de San Julián como hombres de gigantesca estatura, afirmando que “no le pasábamos de la cintura”. Esta descripción dio lugar al nombre de "Patagonia", asociada con la idea de una región habitada por gigantes patagones.

Conclusión

La historia de los tehuelches es una historia de contacto, metamorfismo racial y cultural. Los tehuelches meridionales se vieron influenciados por los canoeros y otros grupos metamórficos, destacándose su transformación a lo largo de la historia. Los trabajos de Rodolfo Casamiquela resultan clave para comprender esta dinámica etnocultural y rescatar la identidad de los pueblos patagónicos, quienes hoy enfrentan la marginación histórica y la confusión con la identidad mapuche. Este legado etnológico sigue vigente, y la obra de Casamiquela se convierte en una pieza fundamental para preservar la memoria de estos pueblos.

jueves, 27 de marzo de 2025

Patagonia: Derriban monumento al militante comunista Bayer





¿Por qué es sano no homenajear a Herr Oswald Bayer?

Porque ha sido un personaje militante del comunismo internacional, nunca fue un historiador. Fue un opinador, no alguien que se basara en todos los datos que recababa. Sólo presentó los datos que convenían a promover la rebelión de los pueblos y la lucha de clases marxista-leninista. Toda su obra es un recorte de hechos para apoyar su militancia anti-argentina (un ejemplo). Debajo tenemos simplemente dos notas que lo pintan de cuerpo entero: Pidiendo la entrega de la Patagonia Oriental a Chile para conformar una disparatada patria india y, congruente con ello, un ataque al General Julio Argentino Roca como padre fundador de la Argentina moderna.






martes, 25 de marzo de 2025

Argentina: El indulto de Roca al soldado Evaristo Sosa

El día que Roca rescató a un hombre condenado a muerte media hora antes de la ejecución

El general era presidente y le otorgó el indulto a un militar preso por haber atacado a un superior que lo había maltratado. Los detalles de la decisión

Por Luciana Sabina || Infobae




Evaristo Sosa, el soldado “salvado” por Julio A. Roca


En enero de 1902 el país estuvo en vilo durante días al conocerse la condena a muerte del soldado Evaristo Sosa, un militar de origen humilde quien, luego de ser sometido a malos tratos, atentó contra la vida de un superior. La prensa reflejó el rechazo social que generó esta sentencia cuyo desenlace fue digno de una novela de suspenso.

El 3 de enero de 1902 Sosa, soldado voluntario, con seis años de servicio en el ejército nacional, fue arrestado ebrio en un almacén, hecho que agravó, según las crónicas de la época, "promoviendo desórdenes". El hombre fue trasladado inmediatamente a Campo de Mayo. Allí quedó a cargo del alférez Ramírez, cuyo nombre de pila, curiosamente, no mencionan los escritos de aquellos años. Como sanción se le impuso un "plantón" -la obligación militar de permanecer en guardia sin relevo- de seis horas, aunque sólo cumplió tres.


El “Caso Sosa” tuvo una gran repercusión en su época

Una vez que cumplió su castigo y quedó libre, el condenado Sosa enfureció.  Entonces tomó su arma reglamentaria y, durante la madrugada del 4 de enero, se dirigió a la habitación del alférez, quien dormitaba en una silla hamaca. Casi sin mediar palabras, descargó sobre él su carabina mauser con la que le destruyó parte del rostro. Sosa fue encarcelado sin oponer resistencia y declaró que hirió al oficial que lo cuidaba porque éste lo castigó en "forma deprimente". Ramírez, en tanto, fue trasladado al Hospital Militar donde logró recuperarse. Por aquel ataque el agresor terminó engrillado y puesto ante el tribunal militar que lo condenó a muerte.

La sentencia fue dictada el 17 de enero y debía cumplirse al día siguiente. Pronto, la sociedad se movilizó para evitarlo, conscientes de que la reacción de Sosa era producto de consabidos malos tratos que recibían los miembros inferiores del Ejército. Un grupo de damas porteñas llegó por aquellos días a solicitar el perdón al entonces presidente, Julio Argentino Roca. Pero no obtuvieron respuesta.
 


Mientras tanto, la prensa denunciaba esta situación a nivel nacional y señalaba lo aberrante que resultaba. A pesar de que la pena de muerte era legal en el país, causaba un rechazo inmenso a nivel social.

Las horas pasaban mientras la impotencia de muchos aumentaba. Aquella noche Evaristo Sosa no durmió. A las 5 de la mañana fueron a buscarlo para comenzar con el calvario rutinario al que eran expuestos los reos antes de ser fusilados. Su entereza no decayó, a pesar de la terrible noche que había pasado bajo el peso de la condena.

Se lo colocó "en capilla" bajo una carpa, un concepto que merece una explicación. El término refiere al espacio que cualquier condenado a muerte ocupaba mientras esperaba ser ejecutado. Como señala el historiador Carlos Riviera, proviene "de una tradición de la antigua Universidad de Salamanca [España], en la que los doctorandos, el día antes de defender su tesis ante el tribunal, debían encerrarse durante un día entero en la capilla de Santa Bárbara de la vieja catedral salmantina para pedir la iluminación al Espíritu Santo. Allí debían prepararse en completa soledad, pues incluso la comida les era pasada por un pequeño ventanuco".


Sosa fue puesto “en capilla” durante la noche que esperaba para ser ejecutado

Volviendo a Sosa, media hora después de ser "colocado en capilla", recibió la visita de un religioso que celebró misa junto a la carpa. El soldado comulgó, ya hondamente conmovido, impresionando con su aspecto a las pocas personas que presenciaron el acto. Poco después recibió a algunos compañeros para despedirse y recibir consuelo ante el inminente fin. Uno de ellos rasgueó en su guitarra cierta canción triste y entonó además sus estrofas, algo que puso más nervioso al reo.

Mientras la emoción se apoderó de aquel pequeño grupo de soldados y arrancó lágrimas a todos, a su alrededor todo era ruido y movimiento. La revista Caras y Caretas cubrió con profundidad la noticia. Entre otras cosas señaló que entonces el comandante Rostagno, secretario militar del Presidente de la República, llegó "trayendo una nota para el jefe superior de las fuerzas".

"'¡El indulto!', murmuró entonces la mayoría, corriéndose la voz por todo el campamento, por más que continuaran los preparativos del acto incomunicándose a Sosa", reconstruyó la revista.

No se equivocaban, Julio Argentino Roca decidió, a último momento, otorgar el añorado perdón. Pero el soldado comprendió lo contrario y exclamó con desesperación: "¡Tengo media hora de vida!".


Roca decidió indultar al reo

Pero el pánico duró minutos y se repuso al ver llegar a su carpa un séquito de jefes y oficiales. "Eran los portadores de la buena nueva -señala Caras y Caretas-, que al pronto se limitaron a dejar entrever alguna esperanza para evitar lo que era de temerse (…) dieron paso al teniente García para notificar al reo la conmutación—como un día antes le había enterado de la sentencia—el pobre soldado se desplomó sobre un banco presa de una terrible crisis de nervios que alarmó a los médicos haciéndoles temer un síncope cardíaco, 120 pulsaciones por minuto tuvo en el primer momento, bajando después tan rápidamente, que fue indispensable aplicarle inhalaciones de éter para que reaccionara".

"Enseguida se hizo desalojar la carpa y Sosa pidió que le dejaran solo un momento. Poco después dormía con sueño de plomo. Entre tanto, el campamento entero daba visibles muestras de satisfacción, contándose entre los jefes, oficiales y soldados el grato suceso. Más de quinientas personas de la capital y de los pueblos, vecinos se habían trasladado al Campo de Mayo y todas ellas llevaron la impresión feliz que se desprendía de aquel ambiente, poco antes, preparado para la fúnebre ejecución", detalló la publicación.



Evaristo, oriundo de la provincia de Mendoza, estaba casado con Teresa Espíndola y tenía un pequeño hijo de nueve años. Es fácil imaginar la felicidad de todos.

Sin duda alguna el mayor sorprendido con la noticia de la conmutación de la pena fue el mismo condenado, que presentó un episodio de enajenación mental pocas horas más tarde.

El país entero preveía la nota de Roca. Porque, si bien el accionar de Sosa fue criminal, todos consideraron como una reacción natural contra el maltrato que sufrían los soldados entonces. Además, el Consejo Supremo militar que dictó la sentencia desconoció la Intromisión del Ministerio de Guerra, señalando que no era de su jurisdicción. Esto que significó una verdadera cachetada al Poder Ejecutivo.



A pesar de recibir la noticia con alivio, la opinión pública fustigó a Roca ya que pudo haberse anticipado aún más y no esperar hasta último momento. "Hubiera sido humanitario proceder así -señaló entonces Caras y Caretas-, pues el reo, como decimos al principio, trabajado por tantas emociones y convencido de que su falta no iba a obtener misericordia, ha experimentado un notable decaimiento físico y moral. Inequívocas muestras de enajenación presentó desde días atrás, y en la mañana del viernes, luego de conocida la conmutación, fue indispensable trasladarlo al Hospital Militar".

Efectivamente, ante semejante sufrimiento Sosa enloqueció y pasó meses internado. Deliraba diciendo que tenía balas en el pecho, creyendo que había sido fusilado.

Una vez recuperado, se lo encarceló. En 1909 fue trasladado al presidio militar de Ushuaia, donde trabajó como arriero. Entonces su nombre se pierde entre las páginas del olvido.



Pero este no fue el único mendocino al que Roca indultó en 1902. Hacia el mes de julio tuvo lugar otro episodio singular. En Mendoza se encarceló a Juan Rodríguez, cuyo delito fue asesinar a una mujer embarazada y a su marido para robarles una suma ínfima de pesos. El hecho, sucedido en el departamento de Rivadavia, tuvo gran resonancia. Desde la presidencia llegó un telegrama aprobando la ejecución del acusado, con apoyo del gobernador y la justicia mendocina. Fue verdaderamente indescriptible la sorpresa en Mendoza y en el resto de la nación, cuando a través de otra comunicación el mismo general Roca declaró apócrifo aquel telegrama. Se supo posteriormente que el autor del mismo había sido su propio hijo y secretario personal, doctor Julio A. Roca. La censurable informalidad del procedimiento puso en la mira al primer magistrado y al gobernador mendocino. Rodríguez salvó así su vida.

Más allá de estos casos en particular, es importante destacar el fuerte rechazo que la pena de muerte causaba en la sociedad. A principios del siglo XX la prensa liberal refiere a ésta como "un acto de barbarie, lejano a la sociedad civilizada que aspiramos ser entonces". Años más tarde los socialistas, especialmente Alfredo Palacios, se sumaron a la lucha por su abolición.

Finalmente en 1922, con la modificación del Código Penal, la pena de muerte desapareció en el país.