martes, 12 de septiembre de 2017

Argentina colonial: Ceballos, el conquistador de Colonia (¿y de Rio Grande?)

Cuando Florianópolis pudo ser argentina

241 años del Virreinato del Río de la Plata fue creado en 1776 por orden del monarca español Carlos III. A pesar de ser una creación provisional, permaneció hasta 1810. Sumaba los territorios que hoy día son la Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay, parte del sur de Brasil y el norte de Chile (que fue de Bolivia), con una capital ubicada en Ciudad de Buenos Aires. A los argentinos se les enseña que el virrey más interesante fue Juan José de Vértiz y Salcedo, el de las luminarias públicas (omitiéndose que él fue el represor de la sublevación de Túpac Amaru II, y duro castigador de los cabecillas de la rebelión de Oruro); el más cobarde fue Rafael de Sobremonte y Núñez, III Marqués de Sobremonte; y el último fue el almirante Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre. Sin embargo, el más importante fue el primero, Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón. Enrique Mussel, en la revista Criterio, destacó especialmente una acción militar de Cevallos: la derrota de la flota inglesa frente a la Colonia del Sacramento del 6 de enero de 1763, intento que empezó el 24 de diciembre de 1762. En verdad aquella fue la 1ra. invasión inglesa.


Isla de Santa Catarina, en el Atlántico brasilero.

Muy difícil de comprender el Virreynato del Río de la Plata sin considerar al militar español Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón.

Hasta entonces, el territorio era parte del Virreynato del Perú, y la Gobernación de Buenos Aires estaba a cargo de Juan José de Vértiz y Salcedo, desde 1770 hasta 1776 (y él mismo fue virrey entre 1778 y 1784, el único nacido en América que ejerció este cargo).

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Pero las disputas de estos territorios provocó que España decidiera crear un nuevo Virreynato que brindara la defensa militar imprescindible al comercio marítimo con base en Buenos Aires, a la que además desvinculaba de Lima a causa de las dificultades en las comunicaciones entre ambas ciudades, lo que provocaba demoras administrativas inadmisibles.

España sufría el embate de Inglaterra, que buscaba territorios de reemplazo ante la pérdida de sus colonias en América del Norte; y de Portugal, con apetencias territoriales desde Brasil.

En la agenda del rey Carlos III de España apareció el mencionado Cevallos, a quien le extendió una cédula real el 01/08/1776, cuando él iniciaba su viaje, creándole el Virreinato del Río de la Plata.

Cevallos arribó al frente de un ejército aguerrido, recuperó todos los territorios invadidos por Portugal, destruyó el fuerte de los lusos en Colonia del Sacramento y hasta conquistó la isla de Santa Catarina (donde se encuentra Florianópolis, tan apreciada por los argentinos).

El 27/10/1777, el monarca rescató a Cevallos para responsabilidades en España, y por cédula real nombró como sucesor a quien explícitamente Cevallos no quería: Juan José de Vértiz. En forma simultánea entró en vigencia el tratado preliminar de límites con Portugal, y los españoles dejaron Santa Catarina. Pero no vayamos tan rápido.

Ingleses

Pedro Antonio de Cevallos descendía de uno de los linajes más antiguos de Cantabria, a los 9 años quedó huérfano y de adolescente ingresó al Seminario de Nobles de Madrid, donde se enroló como oficial de ejército.

A los 18 años desembarcó en Nápoles con el infante Carlos (futuro rey Carlos III) para la conquista de Italia, en el marco de la Guerra de Sucesión polaca.


Retrato de Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón.

A los 26 años él preparó, uniformó y adiestró un regimiento del que fue nombrado coronel, y lo llevó a la Guerra de Sucesión Austríaca, la toma de Niza, de Montauban y del Olmo. No tenía 30 años y él ya era brigadier. Después ayudó a conquistar el Ducado de Parma para España.

En 1755, con 40 años fue su 1er. arribo al Río de la Plata. El rey Fernando VI lo designó gobernador de Buenos Aires para la demarcación de la nueva frontera con el Virreinato del Brasil establecida en el Tratado de Permuta que cambiaba Colonia del Sacramento (que pasaba a los españoles) por las 7 Misiones Orientales, al este del río Uruguay (para los portugueses).

En 1756, Cevallos llegó a Buenos Aires con la misión, además, de disciplinar a los aborígenes guaraníes porque no aceptaban el tratado. Sin embargo, en las Misiones él se enteró que a los indígenas se les obligaba a cambiar de ubicación sin darles nada a cambio. Se instaló en la zona y devino en protector de los jesuitas que estaban en la zona a cargo de los indios. Además, exigió a los portugueses la entrega inmediata de Colonia, pero éstos se negaron. Entonces, Cevallos se negó a reprimir a los jesuitas enfrentados a los portugueses y se preparó para la guerra. Pero faltaba un poco para esa instancia dramática con la que, sin embargo, él estaba habituado.

El mayor problema para Cevallos fue que en Misiones contrajo el paludismo, que lo maltrataría el resto de su vida.

Wikipedia afirma que Cevallos intervino en numeros conflictos locales: en Corrientes, en Chaco, en Santa Fe. Y en Buenos Aires reorganizó la administración, las milicias, el comercio y el puerto. Organizó la limpieza de las calles, ordenó construir drenajes, construyó veredas y organizó los primeros mataderos municipales.

El rey Fernando VI murió y, apenas se enteró, Cevallos ya sabía lo que debía hacer porque conocía al sucesor, Carlos III: si Fernando VI había sido un frecuente aliado de Portugal, el nuevo monarca rivalizaría activamente.

Cevallos sabía que Carlos III se oponía al Tratado de Permuta, firmado en Madrid el 13/01/1750 a instancias del ministro José de Carvajal y Lancaster, y de la reina Bárbara de Braganza, hermana del Rey de Portugal, sin consultar ni al Consejo de Indias ni a otros ministros de la Corona española. Era cuestión de tiempo declararlo nulo.

Efectivamente: en 1761 se firmó el Tratado de El Pardo y, en consecuencia de ese texto, Cevallos le exigió al virrey del Brasil la entrega de Colonia del Sacramento y de la isla Martín García.

En 1762 comenzó la Guerra de los 7 Años, Carlos III invadió Portugal, Cevallos inició la marcha sobre Colonia al frente de su ejército de 1.000 indígenas misioneros a quienes había entrenado. Ya había iniciado algunas obras de infraestructura imprescindibles para el conflicto.

En esa circunstancia ocurrió la 1ra. invasión inglesa al Río de la Plata, que la historia no rescata como tal. Una ignorancia imperdonable. La verdad histórica es que la de 1806 fue la 2da. Invasión y la de 1807 fue la 3ra. Invasión.

El relato de Enrique Mussel en la revista Criterio:

"(...) el 1º de octubre empezaron las operaciones con ayuda de dos mil indios de las misiones y el 29 consiguió abrir brechas en la muralla y se intentó el asalto. Ante esa perspectiva, los portugueses capitularon y el 2 de noviembre entregaron la plaza. Cevallos tuvo a bien conceder al gobernador portugués Silva Fonseca los honores de una heroica defensa, pero la Corte de Lisboa no lo considero así y lo condenó por no haber resistido más tiempo y lo mantuvo preso hasta su muerte.

Cuando una escuadra anglo-portuguesa al mando del Capitán John Mac Namara se presentó el 24 de diciembre de 1762 ante la Colonia para protegerla de posibles ataques y desde esa base intentar la conquista de Buenos Aires, la ciudad y puerto ya estaba tomada por el Gobernador Cevallos. En la escuadra inglesa también venía el ex agente del asiento de negros de Buenos Aires, John Reed, que serviría como consejero y práctico en el ataque previsto contra la Capital.

El 6 de enero de 1763 Cevallos consiguió derrotar a la escuadra invasora. Fueron cuatro horas de vivo fuego entre las naves que se aproximaron al puerto, la “Lord Clive” y la “Ambuscade”, y los defensores de la plaza. Los disparos incendiaron la nave almirante “Lord Clive”: murieron allí más de 300 hombres, entre ellos Mac Namara y John Reed. Cayeron 82 prisioneros que fueron luego internados en Córdoba, La Rioja y otras ciudades del norte y allí se afincaron, dando origen a conocidas familias argentinas. La “Ambuscade” tuvo 80 muertos y 80 heridos y se alejó a reparar las averías apoyada por las otras naves de la escuadra (una fragata, dos navíos y seis bajeles). De los nuestros murieron sólo cuatro hombres.

Lamentablemente la escuadrilla que hubo armado Cevallos, compuesta de la fragata “Victoria”, un navío de registro, tres avisos del consulado de Cádiz y algunos lanchones, al mando del Teniente de Navío Carlos José Sarria, si bien minúscula, tuvo un comportamiento deplorable pues no quiso actuar en el primer momento y no estuvo luego para rematar la victoria destruyendo la “Ambuscade” y demás naves de apoyo. Así terminó la primera invasión inglesa al Río de la Plata. (...)".


Retrato de la antigua Colonia del Sacramento.

El regreso

Cevallos no sólo capturó Colonia sino que luego avanzó sobre Río Grande.

Sin embargo, el Tratado de París le obligó a devolver Colonia a los portugueses aunque se encargó de destruir las murallas del fuerte y llevarse los cañones.

De regreso en Buenos Aires, aseguró la frontera bonaerense que a menudo castigaban los malones de aborígenes. Entonces llegó su reemplazo: Francisco de Paula Bucarelli.

Cevallos regresó a España, tuvo que dar cuenta de sus actos (juicio de residencia), no tuvo dificultades y fue designado comandante militar de Castilla la Nueva, pudiendo así reasumir el control de los campos de su familia. Luego fue enviado en una misión diplomática a Francia; más tarde a Parma, con la misión de brindar seguridad al traslado de la princesa María Luisa, quien debía casarse con el príncipe Carlos, futuro Carlos IV.

Cevallos fue designado gobernador de Madrid.

Pero en el Río de la Plata todo andaba mal. Francisco de Paula Bucarelli había sido un fracaso. Los portugueses habían recuperado Río Grande, y los fuertes de Santa Teresa, Santa Tecla y San Martín. Carlos III le pidió a Cevallos que le presentara un plan contra Portugal.

El militar preparó la invasión del país vecino pero Carlos III no se atrevió. Sí le pidió que ejecutara el capítulo de operaciones contra Brasil que incluía aquel plan de guerra.

Lo único que reclamaba Cevallos era que las tropas no fuesen comandadas por Juan José de Vértiz. Entonces Carlos III le pidió a Cevallos que volviera al Río de la Plata.

Por la confianza que Carlos III tenía en Cevallos, antes de comenzar la campaña militar, al frente de 9.386 soldados, le notificó que era virrey del flamante Virreynato del Río de la Plata, aunque era una categoría provisoria, limitada a la misión militar de Cevallos, a quien así se le brindaba una cobertura institucional acorde a su importancia.

Cevallos estaría a cargo de las gobernaciones de Buenos Aires, el Tucumán, el Paraguay, la Real Audiencia de Charcas y el Corregimiento de Cuyo, todos dependientes hasta entonces del Virreynato del Perú.​

Algo más: Cevallos no debía revelar que era virrey hasta que la flota, de 6 buques de guerra y 117 buques de acompañamiento, estuviera en alta mar.

La comunicación a Cevallos se hizo el 01/08/1775 y la flota zarpó el 12/10/1776. El 23/02/1777, Cevallos ocupó completamente la isla Santa Catarina. O sea que Florianópolis quedaba en el territorio del Virreynato del Río de la Plata.

La flota llegó a Montevideo y luego marchó a Colonia, donde los portugueses se rindieron en forma incondicional.

Cevallos se unió a Vértiz, quien también era militar, y marcharon sobre Río Grande. Pero en el interín, el rey Carlos III firmó el Tratado de San Ildefonso, por el cual Portugal cedía definitivamente a España la ciudad de Colonia y las Misiones Orientales, a cambio de que España le garantizara a Portugal el control de Río Grande y Santa Catarina. Así fue como se le devolvió Florianópolis a los lusos.

Cevallos dejó 930 hombres en Buenos Aires por las dudas, y dio por concluida la expedición militar. El 15/10/1777 estrenó en la ciudad portuaria su cargo de Virrey y Capitán General.

Cevallos organizó las gobernaciones, impuso la Ley de Libre Comercio de 1778, que garantizó un incremento de la recaudación fiscal, simultánea a una caída del contrabando por ausencia de los portugueses.

Otra vez Wikipedia:
"(...) La disposición para la libre internación de productos motivó un aumento en la producción de carretas. Estimuló la agricultura y reguló el horario de las labores, la alimentación diaria de los peones y el nivel de salario de los mismos. También se establecieron penas para los ebrios y los jugadores.​ Para aumentar las fuerzas de trabajo disponibles favoreció el comercio de esclavos negros, ya sea directo o en virtud del Tratado de Asiento. (...)".

En junio de 1778, recibió a Juan José de Vértiz, flamante 2do. Virrey del Río de la Plata, y desde Montevideo regresó a España. Tenía 63 años pero su salud estaba deteriorada. Murió antes de terminar aquel año.

Él falleció el 26/12/1778 en el Convento de los Capuchinos de Córdoba (España), donde se hallaba hospedado de camino hacia la Corte de Madrid.

lunes, 11 de septiembre de 2017

SGM: Cómo un batallón de paracaidistas canadienses impidió que Dinamarca fuese soviética

Cómo un pequeño grupo de paracaidistas canadienses salvó a Dinamarca de la ocupación soviética


Gabe Christy | War History Online



Izquierda: Soldados canadienses y rusos reunidos en Wismar, Derecha: Personal del 1r Batallón Canadiense de Paracaidistas, a punto de partir para el campo de tránsito del Día D, Inglaterra, mayo de 1944. 


En mayo de 1945 la guerra en Europa finalmente había empezado a disminuir. Sin embargo, para los hombres del 1 er batallón de paracaidistas canadiense, había una misión final que debía completar antes de ser relevados. Debido a las crecientes tensiones entre ellos y la URSS, los Aliados Occidentales reconocieron que tenían que tomar tanto territorio alemán como podían antes de que llegaran los soviéticos.


Personal del 1r batallón canadiense del paracaídas, a punto de partir para el campo del tránsito del día D, Inglaterra, mayo de 1944. 

Temían la expansión comunista. Debido a esto, un pequeño grupo de paracaidistas canadienses ligeramente armados fue encargado de tomar la ciudad de Wismar.

Estos canadienses, del 1r batallón canadiense del paracaídas, o 1CanPara, habían estado luchando casi sin parar desde el 6 de junio de 1944. Después de saltar en Normandía, los hombres lucharon con el resto de la campaña francesa. A continuación, se utilizaron como apoyo en la Batalla de las Ardenas. Y en abril de 1945, formaban parte del último cruce del Rin: la Operación Varsity.

Poco después Varsity que la unidad consiguió órdenes marchar al norte a Wismar. Wismar es una ciudad en la costa báltica de Alemania. Se encuentra en el extremo norte de un punto de choque entre el mar y el lago Schweringer y es un centro de transporte. Winston Churchill reconoció la importancia de la ciudad y sabía que si caía en manos rusas demasiado rápido, podría permitirles avanzar mucho más allá de las líneas convenidas establecidas en la conferencia de Yalta y tomar la mayor parte del norte de Alemania e incluso Dinamarca.


La Operación Varsity fue la mayor operación aerotransportada de la guerra. Alrededor de 40.000 paracaidistas fueron derribados por 1.500 aviones y planeadores de tropas que comenzaron el 24 de marzo de 1945

Churchill era firmemente anticomunista y sabía que los soviéticos nunca abandonarían voluntariamente el territorio que habían tomado. Necesitaba un grupo de hombres que pudieran avanzar y detener su avance lo antes posible. Debido a su excelente reputación, los hombres de 1CanPara fueron reconocidos como los mejores candidatos para el trabajo. Fueron unidos a la 6ta división aerotransportada británica y así comenzaron una marcha larga al norte.

Este avance fue rápido, y los hombres se sorprendieron de que ellos y sus transportes (a veces los tanques, a veces los camiones) se mueven pasado grandes grupos de soldados alemanes. El sargento Andy Anderson describió un acontecimiento de este tipo: "La extrañeza de la situación es que estamos pasando unidades completas del ejército de Alemania, acostado a la orilla del camino, algunos con vehículos, incluso artillería tirada por caballos, pero no se intercambian disparos, Fueron mostrados, y no podemos parar para desarmarlos. "

Los hombres estaban comprensiblemente desconcertados por esta experiencia, pero los pedidos eran órdenes, y seguían adelante.


1CanPara avanza hacia el norte hasta Wismar

Finalmente, el 9 de mayo de 1945, el batallón llegó a su destino. Los residentes de la ciudad estaban aliviados de haber sido liberados por los canadienses; Habían oído las historias de horror de la retribución rusa y sabían que estaban mucho mejor con 1CanPara.

El Batallón estaba contento de estar allí también; Podían relajarse un poco, y algunos de los hombres incluso fueron a nadar en el Mar Báltico.

Fue más tarde en el día 2 de mayo cuando el batallón primero entró en contacto con los rusos. El sargento Nelson N. Macdonald fue uno de los primeros hombres en hacer contacto cuando él y una sección de unos siete hombres fueron a patrullar. La sección encontró a un sargento ruso conduciendo una motocicleta con su comandante en el sidecar.

Los dos hombres se detuvieron, saludaron a los canadienses e intercambiaron bromas ásperas (no había intérprete presente). Poco después, el sargento ruso produjo una botella de vodka y vasos, y todos los hombres tostaron y bebieron. Es poco después de esta reunión cordial que la historia registrada se divide de lo que puede haber sucedido realmente.


Tropas canadienses posando con una bandera alemana capturada, el 10 de agosto de 1944; Nota Sten arma y rifle Lee-Enfield

De hablar con los veteranos de la unidad hemos aprendido que una nueva guerra casi estalló sobre Wismar. Nos han explicado que poco después del contacto inicial con los rusos, el Teniente Coronel Eadie, Comandante de 1CanPara, se reunió con su homólogo ruso.

Fue durante esta reunión que el comandante ruso, respaldado por tanques, exigió una retirada canadiense, explicando que su objetivo era Lubeck, cerca de Dinamarca. El teniente coronel Eadie, negándose a ceder, le dijo a Papa que se preparara para el combate. El comandante ruso se sorprendió; Él sabía que ningún grupo de paracaidistas tendría una oportunidad contra una unidad blindada.

Asumiendo erróneamente que los canadienses debían tener poder aéreo y armadura propios, retrocedió y las discusiones se desarrollaron de manera más diplomática. La verdad era que aparte del destacamento de artillería de la 6ta división aerotransportada los hombres en Wismar eran casi totalmente no apoyados por el resto de la fuerza aliada.


Reunión de soldados canadienses y rusos en Wismar (Archivos Nacionales de Canadá, PA150930)

Si bien este pequeño trozo de historia nunca fue oficialmente registrado, ha sido confirmado por los veteranos de 1CanPara y las tensiones causadas por este breve encuentro se hizo eco en el resto de las discusiones. El comandante Richard Hilborn, Comandante de la Compañía de la Sede, incluso señaló que mientras la artillería de la Sexta División Aerotransportada estaba siendo preparada para el transporte de vuelta a casa, los rusos habían comenzado a excavar y apuntar sus armas hacia Wismar.

Las tensiones aumentaron a medida que los dos ejércitos se instalaron, y los canadienses pronto se dieron cuenta de por qué los alemanes estaban tan contentos de haber sido liberados por ellos. Hubo numerosos informes de tropas rusas que pasaban por las filas de noche y violaban o mataban a civiles en la ciudad. Este era un problema persistente, y no parecía haber ninguna solución efectiva para ello.

Aunque no está confirmado por otras fuentes, el Sargento de Lance Feduck de 1CanPara afirmó que los incidentes se detuvieron después de que unos pocos rusos fueron baleados y asesinados. Sin embargo, no especifica quién los mató, y es poco probable que fuera un canadiense, ya que probablemente habría sido la última gota que desató el ejército soviético en Wismar.

Mientras 1CanPara trataba de proteger a los ciudadanos de Wismar; Las conversaciones continuaron entre Oriente y Occidente. Después de romperse entre el teniente coronel Eadie y su contraparte rusa, subieron la cadena de mando. El general ruso se comunicaba con el mayor general Bols, de la 6a División Aerotransportada Británica y exigía, una vez más, que los canadienses abandonaran la ciudad.

Bols, como Eadie, se enfrentó a un contingente masivo de armadura rusa, pero no retrocedió. Explicó que sus hombres ya estaban en posesión de la ciudad, y estaban decididos a quedarse allí. La negativa de Bols a moverse forzó a las negociaciones a arrastrar de nuevo y con el tiempo subieron la cadena al mariscal de campo Bernard Montgomery y al mariscal soviético Rokossovsky.



Zonas de ocupación acordadas en la conferencia de Yalta

Desafortunadamente para la gente de Wismar, Montgomery era menos confrontacional que Bols o Eadie eran y tomó un acercamiento más político. Dejó de lado las líneas redactadas en la conferencia de Yalta de 1944. Este acuerdo puso a Wismar en manos de los rusos y, en julio de 1945, las fuerzas aliadas se retiraron hacia el oeste y los rusos se trasladaron.

Aunque las negociaciones acabaron con los rusos que sostuvieron la ciudad, debe entenderse que los canadienses, al tomarla temprano, y mantenerla durante tanto tiempo como ellos, todavía cumplían un propósito muy importante. Tomando la ciudad antes de que los rusos les impidieran pasar. Si se les hubiese permitido avanzar libremente hacia Lubeck, podrían haber ido muy fácilmente al norte de Dinamarca.

También permitió que muchos ex soldados y civiles alemanes huyeran de las represalias rusas y del terror. La renuncia del teniente coronel Eadie y del general Bols a retirarse obligó a las negociaciones a durar más tiempo y compró tiempo para que muchos de los inocentes de la zona huyeran hacia el oeste.

La toma de Wismar es un espectáculo poco conocido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero sus consecuencias probablemente salvaron un número incalculable de vidas. Estos pequeños eventos e historias individuales son lo que la historia de maquillaje, incluso si no se registran oficialmente, y mirando en ellos; Podemos obtener una comprensión mucho más profunda de la misma.

Si bien puede no haber sido terriblemente glamoroso o bien reconocido, los hombres del 1er Batallón de Paracaidistas de Canadá estaban orgullosos de haber sido parte de esta misión, y es probable que muchas personas vivan hoy debido a su disposición y capacidad para hacer lo que tenía que ser hecho.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Guerra Antisubversiva: Leonetti mataba al criminal Santucho

La huida a ninguna parte de Roberto Santucho

El 19/07/1976 un Grupo de Tareas del Ejército argentino, encabezado por el capitán Juan Carlos Leonetti, irrumpió en el departamento de la calle Venezuela 3149, de Villa Martelli. Leonetti había recibido el encargo del jefe de la inteligencia militar, general Carlos Alberto Martínez, de cazar a la dirección del PRT-ERP. Algunos dicen que él ignoraba que encontraría al líder del Ejército Revolucionario del Pueblo, Mario Roberto Santucho. Otros afirman lo contrario. Y que esto ocurriría a pesar que en el mismo inmueble estaba la custodia de Santucho, que encabezaba Enrique Haroldo Gorriarán Merlo.
Urgente 24




Mario Roberto Santucho fue un revolucionario marxista trotskyta, contador público nacional que no ejerció como tal, que nació el 12/08/1936, hijo de Francisco del Rosario Santucho y de Manuela del Carmen Juárez.

Su hermano integró del Partido Comunista, pero Mario Roberto, mientras estudiaba en la Universidad de Tucumán, militó en el Movimiento Independiente de Estudiantes de Ciencias Económicas (MIECE), fue electo representante del Consejo Académico, y cuando el MIECE ganó el Centro de Estudiantes, se convirtió en delegado estudiantil del Consejo Tripartito.

Santucho se casó con Ana María Villareal, y tuvieron 3 hijas: Ana, Gabriela y Marcela.

Cuando terminó sus estudios emprendió un viaje durante el cual fortaleció su perspectiva contestataria: Bolivia, Perú, USA, México y llegó a Cuba, donde Fidel Castro había asumido el poder, acompañado por un argentino de inquietudes similares a la de Santucho, Ernesto Guevara. En la Cuba revolucionaria, Santucho encontró una sociedad que coincidía con sus valores.

En tanto, en la Argentina, su hermano, Francisco René Santucho fundaba, el 09/07/1961, el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP), de "concepción americanista antiimperialista".

Cuando Mario Roberto regresó a la Argentina, se puso a la cabeza del FRIP, y con su hermano comenzaron diálogos con Palabra Obrera, de tendencia troskista, liderado por Nahuel Moreno. De la fusión de ambas organizaciones nació el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), el 25/05/1965.

Y 3 años más tardes, llegará la división, expresada en sus publicaciones: "El Combatiente", con Santucho; y "La Verdad", con Nahuel Moreno.

Santucho fue detenido el 24/11/1969 en San Miguel de Tucumán y trasladado de la cárcel de Villa Quinteros a la de Villa Urquiza, cuando llevaba 8 meses detenido, él ingirió una pastilla que le provocó síntomas de enfermedad, fue llevado al Hospital Padilla, lo visitó su mujer, quien logró pasarle un arma que Santucho usó para escapar.

En 1970, un año después del 'Cordobazo', Santucho propuso la creación del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), al que incorporó a todos los integrantes del PRT, y algunos integrante de otras organizaciones.

En 1971 él fue detenido otra vez, y junto a Enrique Gorriaran Merlo, Marcos Osatinsky y Fernando Vaca Navaja, entre otros, protagonizó la fuga del penal de Rawson, en agosto de 1972. Quienes no pudieron subir en el avión que fue a Chile (por ejemplo, Santucho), fueron detenidos nuevamente (por ejemplo, Ana María), fueron fusilados el 22/08/1972. Sólo sobrevivieron Alberto Miguel Camps (muerto en 1977), María Antonia Berger (desaparecida en 1979) y Ricardo René Haidar (desaparecido en 1982).


En Cuba, luego de la fuga del Penal de Rawson y de la masacre de Trelew, Mario Roberto Santucho, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Quieto hablaron por radio sobre la situación política argentina.

Santucho regresó al país en noviembre de 1972, para retomar la conducción del ERP-PRT. Y decidió combatir a los gobiernos constitucionales elegidos por la mayoría de los ciudadanos: tanto el de Héctor J. Cámpora (aunque en ese período ordenó una leve tregua) como el de Juan Domingo Perón.

Es más: el copamiento del cuartel de Azul, a principios de 1974, le permitió a Perón fundamentar la acción directa que emprendió la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), que creó por instrucciones suyas José López Rega.

Santucho tuvo una nueva pareja: Liliana Delfino, integrante del Comité Central del PRT, a cargo de la Propaganda Nacional. Fueron padres de Mario Antonio Santucho.

El objetivo del ERP fue iniciar la guerrilla rural en Tucumán (otra vez Santucho tuvo como referencia a Guevara). El gobierno constitucional ordenó el Operativo Independencia.

El ERP fue infiltrado y su situación tanto urbana como rural se complicó. La organización decidió transportar a Cuba a Santucho y a su lugarteniente Benito Urteaga, y así se llegó al lunes 19/07/1976.

A las 13:30 los militaron tocaron la puerta del 3149 de la calle Venezuela, Villa Martelli (Vicente López, Gran Buenos Aires).

Liliana Delfino entreabrió la puerta, pero el Grupo de Tareas encabezado por el capitán Juan Carlos Leonetti, entró violentamente. Adentro se encontraban Santucho, Urteaga, su hijo de 2 años, José, y Ana María Lanzillotto, embarazada de 6 meses.

En la balacera murieron Leonetti, Santucho y Urteaga. Sus cadáveres nunca fueron recuperados y, según el testimonio de Víctor Ibáñez, ex sargento de Ejército, fueron llevados a Campo de Mayo, a una fosa común. Liliana, Ana María y José fueron secuestrados. Liliana y Ana María fueron detenidas-desaparecidas. José fue devuelto a su familia 2 meses más tarde.


La familia Santucho en Santiago del Estero.

Facundo Aguirre escribió, en La Izquierda Diario, vocero del trotskymo argentino, una dura crítica a las decisiones de Santucho:

"(...) Frente al segundo Villazo, en marzo de 1975, cuando las bandas fascistas y la represión habían tomado de rehenes a los dirigentes de la UOM y sembraban terror en la población obrera de Villa Constitución, el PRT-ERP apostó todo a la carta militar, ajusticiando al jefe de la policía rosarina Telemaco Ojeda por fuera de toda consulta con los dirigentes de la huelga y las asambleas obreras.
Pero el punto más alto del divorcio entre la estrategia y política del PRT-ERP y la lucha de clases real se produce en las huelgas generales de Junio y Julio de 1975, primer huelga general contra el peronismo en la historia, que dieron lugar a las Coordinadoras Interfabriles, derrotaron al plan Rodrigo y echaron a López Rega del gobierno.
En dicha ocasión el PRT-ERP careció de política propia y Santucho fue completamente ajeno a esta gran acción del movimiento de masas, al punto tal que estuvo durante todo ese tiempo de crisis y convulsión de la base obrera, con el peronismo en el monte tucumano. A su regreso, cuando el gobierno de Isabel aún pendía de un hilo, se celebró la reunión del Comité Central, Vietnam Liberado, que votó como resolución proponer un frente democrático a los Montoneros, que impulsaban la reconstrucción del FREJULI con el Partido Autentico y el Partido Comunista que predicaba un gabinete cívico-militar con Isabel. (...)".

En esos días finales, Santucho estuvo negociando acuerdos con Montoneros.

Luis Mattini, quien sucedió a Santucho en la jefatura del ERP, explicó que un sector de la conducción querían que Santucho saliera del país de forma inmediata, pero el santiagueño decidió que dejaría el país el 20/07/1976, pues tenía una cita con Mario Firmenich, jefe de Montoneros, en la que abordaría la conformación de la Organización para la Liberación de Argentina (OLA), una entente que nuclearía a las organizaciones armadas que enfrentaban a la dictadura militar.
"Robi había prometido que iba a reunirse con Firmenich y creía que era una cita impostergable. El encuentro se realizaría el 19 y un día después saldría del país con destino a Cuba. La idea era dejar el país por Paraguay. Mientras tanto decidió irse a vivir al departamento del (Domingo) 'Gringo' Menna, en Villa Martelli", apunta Mattini.

Marcela Santucho, hija de 'Roby' escribió:

"(...) Esa misma noche Robi viajaría con destino a Roma, y luego seguiría a Cuba. El viaje fue decidido por el comité central y el buró político del PRT para resguardar la vida del comandante ante el salvaje golpe militar que comenzó a secuestrar de sus puestos de trabajo a dirigentes sindicales obreros, curas tercermundistas que trabajaban en las villas, abogados defensores de presos políticos y todos los simpatizantes que estaban en la legalidad.

Por eso se decidió preservar al Comandante y el Partido decidió que momentáneamente Santucho saliera del país y quedara en contacto permanente con Urteaga, quien dirigiría al PRT-ERP. La salida fue postergada hasta el 19 de julio porque Robi quería asistir a la reunión por la OLA con Firmenich, reunión que no se concretó. Fernando Gertel, el enlace del PRT comunicó esa mañana a la compañera de Robi, Liliana Delfino, que él estuvo en la cita a la hora indicada, pero que no vino nadie.

Horas más tarde, los militares llegaron al departamento del Gringo Menna, donde se encontraban el primero y segundo dirigente de la organización guevarista. Horas antes fueron secuestrados separadamente Menna y su compañeram Ana Lanzilloto, embarazada. El Gringo Menna llevaba un recibo con la dirección de su departamento, se supone que Leonetti siguió esa pista. Leonetti era un oficial que añoraba un buen cargo y que llegó a Capitán después de su muerte, cuando fue condecorado por asesinar al “enemigo público número uno”, Mario Roberto Santucho.

Durante mis investigaciones, leyendo testimonios, encontré el de Frida Rochocz que reconoció a Leonetti después que la secuestró… Frida estaba en su casa con su hermano, cuando hombres fuertemente armados irrumpieron en su casa. Uno de los milicos le gritaba furioso: “¿Vos sos la Alemana?”, y le pegaba para que hablara… Días después de secuestrada Frida fue liberada porque se dieron cuenta que no eran militantes y que no sabían nada. Cuando Frida trataba de calmarse de los días infernales que había pasado, el 19 de julio de 1976 compró el diario y se enteró de la muerte de Santucho.

La cuestión es que Frida, al ver la foto de Leonetti como uno de los muertos, reconoció al militar violento que la confundía con la Alemana, el apodo de la compañera de Santucho, Liliana Delfino. Es la prueba que Leonetti ya buscaba a Santucho. Desde la caída de la quinta de Moreno, Leonetti estaba tras los pasos de Robi, lo buscaba como una obsesión, a tal punto que cuando consiguieron la dirección de Villa Martelli, habló con Pascual Guerrieri, su jefe que le dijo por radio: “Vos espérame que ya vamos, porque a Santucho, lo queremos vivo”. Esto me lo dijeron testigos del juicio por lesa humanidad a Guerrieri, en Rosario en 2010.


1973. Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga, Enrique Gorriarán Merlo y Carlos Molina.

Leonetti no le hizo caso a Guerrieri, quería la recompensa para él solo y sobre todo los laureles, le pareció que con cuatro ametralladoristas sería suficiente para reducir a los dos jefes guerrilleros que sabía estaban ahí con mujeres. El Gringo ya había sido secuestrado en una cita envenenada y llevado a Campo de Mayo, también había caído Gertel a eso de las 13 horas en un café. El portero del departamento de Villa Martelli nos contó que le apuntaron y amenazaron con un arma, para que subiera con ellos y tocara el timbre. El portero hizo caso. Cuando desde adentro preguntaron quién era, tuvo que responder que era el portero. La puerta se abrió, entraron los militares armados y el portero bajó apurado por el ascensor. Una terrible balacera estalló…

Según Ibañez, Leonetti, trató de reducirlos, los palpó de armas justo antes de que Robi le doblara el brazo y le arrebatara la pistola, lo que generó los disparos de dos militares, ya que los otros dos quedaron en la puerta del departamento. Minutos más tarde bajaron los cuatro militares con el cuerpo de Leonetti, y también se llevaron a Liliana Delfino. El portero me contó que se la veía muy nerviosa y asustada… hoy figura como desaparecida y además se dice que estaba embarazada, según testigos que la vieron en Campo de Mayo. Hasta ahora nadie de los que compararon su sangre con el banco de Abuelas de Plaza de Mayo, coincidió con la sangre de nuestra familia, pero esperamos que aquellos que tengan sospechas y ronden los 40 años, hagan el test para comparar los datos y resolver las centenas de casos que aún son buscados por familiares de desaparecidos.

Eugenio Méndez, periodista de ultra derecha, con información del ejército y de la SIDE, escribió sobre la muerte en combate de Santucho y nombra el apodo de uno de los ametralladoristas que acompañaban a Leonetti esa tarde: “Avispa loca”, al que entrevistó personalmente, pero cuando fue citado al juicio por la causa que llevamos adelante las hijas, se defendió con su derecho de “confidencialidad profesional”, negándose a informar el nombre del entrevistado. Su relato se asemeja al de Ibañez, quien en ese momento era cabo en Campo de Mayo:

"Desde mediados de los noventa, Ibañez se contacta con la familia Santucho para darle información sobre la llegada del cuerpo de Robi a Campo de Mayo… cuando yo vine de viaje al país, me contacté con Ibañez y me contó que vio en dicha guarnición militar a Menna y a Liliana Delfino con vida durante un tiempo. La segunda vez que vi a Ibañez fui con el hijo de Menna. Luego volví con el hermano de Urteaga y con mi abogado para pedirle a Ibañez su testimonio para la causa judicial para condenar a los responsables y para pedir los restos de Mario Roberto Santucho, exhibidos por sus enemigos como trofeo de guerra, y también como objeto de rituales nazis…"
Esta causa judicial en el juzgado de San Martin sigue pero de un modo demasiado lento, lleva casi dos décadas y decenas de folios con citaciones, testimonios, etc. Aún no pasó al juicio oral de los acusados y hasta ahora nadie fue condenado por el asesinato de Mario Roberto Santucho y de Benito Urteaga el 19 de julio de 1976… (...)".

sábado, 9 de septiembre de 2017

Comunismo: Un grupo de Rosario combate la memoria del terrorista cubano

Desafiando el culto al Che Guevara


Un think-tank liberal en su ciudad natal quiere monumentos al icono revolucionario derribado
The Economist


Mierda cubana


El CHE GUEVARA nació en Rosario (y se nacionalizó cubano), la segunda ciudad más grande de Argentina, en 1928, pero no se quedó mucho tiempo. Menos de un año después su familia se mudó. Sin embargo, su lugar de nacimiento no ha olvidado al santo guerrero de la izquierda. Una bandera roja marca el elegante bloque de apartamentos donde nació. Una estatua de bronce de cuatro metros de altura (13 pies) se encuentra en la Plaza Che Guevara. El ayuntamiento financia CELChe, un centro dedicado al estudio de su vida, y celebra la "Semana Che" alrededor de su cumpleaños en junio. CELChe presentará un concierto para conmemorar el 50 aniversario de su muerte el 9 de octubre.

No todos en Rosario piensan que el rebelde revolucionario, capturado por soldados en Bolivia y asesinado por órdenes del dictador pro-americano del país, merece tal reverencia. Fundación Bases, un grupo de reflexión liberal con sede en la ciudad, ha lanzado una petición para persuadir al ayuntamiento de que retire los monumentos. El mártir fue un asesino, dice Franco Martín López, director del instituto. Guevara fue el segundo al mando de Fidel Castro, cuya revolución cubana mató a más de 10.000 personas. "Nadie aquí tiene idea de las masacres cometidas durante la revolución", lamenta López.

Bajo el lema "un asesino no merece tributos estatales", la fundación del Sr. López ha producido videos para educar a los argentinos, y rosarinos en particular. Uno muestra un clip de Guevara prometiendo "continuar los pelotones de fusilamiento por el tiempo que sea necesario" en un discurso ante la Asamblea General de la ONU en 1964. En otro, un narrador lee la nota suicida acusatoria de Reinaldo Arenas, un novelista gay que murió En 1990 después de sufrir décadas de persecución por parte del gobierno cubano. El Sr. López está buscando un consejero simpático para presentar la petición en el aniversario de la muerte de Guevara. Más de 3.000 personas lo han firmado desde su lanzamiento el 2 de mayo.
Es poco probable que persuada al consejo, que ha sido controlado por el Partido Socialista desde 1989. Norberto Galiotti, el secretario del Partido Comunista de Rosario, considera la campaña de la fundación como parte de un esfuerzo pernicioso para borrar al Che de la historia, Por el presidente de centro-derecha del país, Mauricio Macri. Después de que asumiera el cargo en 2015, le quitó un retrato del Che colgado en el palacio presidencial por su predecesora populista, Cristina Fernández de Kirchner. Galiotti sospecha que los liberales tienen envidia del carisma póstumo del Che. "No ves a muchos niños caminando con las camisetas Margaret Thatcher", observa.

El señor López no espera que los monumentos bajen. "El verdadero objetivo es crear conciencia sobre el tema e iniciar un debate", dice. Pero algunos de los aficionados del Che no están interesados ​​en el diálogo. Fundación Bases abandonó los planes para mostrar los videos en pantallas en Rosario porque la firma de publicidad que los operaba estaba "preocupada de que la gente los aplastara", dice López. El Che habría estado complacido.

viernes, 8 de septiembre de 2017

¿Qué hubiese pasado si el Imperio Otomano no hubiese colapsado?


Si el imperio Otomano no hubiese colapsado

Sultanes de la Primavera 


The Economist

Imagínese el caos que podría haber sido evitado si el Imperio Otomano hubiera sido salvado en lugar de hundido. Culpa, entre otros, Winston Churchill
Cuando un pistolero serbio disparó contra un archiduque austriaco en el verano de 1914, las naciones de Europa se lanzaron a la guerra con toda la gracia de los bolos. Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia, cuyo aliado Rusia declaró la guerra a Austria, cuyo aliado Alemania declaró la guerra a Rusia, cuyos aliados Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania y Austria. A principios de agosto el continente estaba en llamas.

Por mucho que vacilase como el resto, sin embargo, uno de esos pernos de bolos no podía decidir. ¿Qué camino tendría Turquía? ¿Debe el Imperio Otomano desvanecerse unirse a la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia) o ir con las Potencias Centrales (Alemania y Austria-Hungría)?

El imperio de 500 años de Turquía se estaba encogiendo. Había perdido sus territorios en África, casi todas sus islas mediterráneas y la mayor parte de sus tierras balcánicas así como pedazos de Anatolia del este. Estaba endeudado, industrialmente atrasado y políticamente inestable.

Sin embargo, las tierras del sultán se extendían a ambos continentes, controlando el acceso al Mar Negro. Sus territorios árabes se extendían más allá de las ciudades sagradas del Islam hasta las montañas de Yemen y el Golfo Pérsico, donde se rumoreaba que se encontraban vastas cavernas de líquido negro pegajoso pronto para reemplazar al carbón como principal fuente de energía del mundo.


Confiados en la debilidad de Turquía, Gran Bretaña, Francia y Rusia podrían haber derrotado a los otomanos y dividido los botines. Afortunadamente, las cabezas más sabias prevalecieron. En un cónclave secreto a bordo de un dreadnought británico de la costa de Noruega a finales de julio, un político con visión de futuro con el nombre de Winston Churchill, entonces Primer Lord del Almirantazgo, trabajó con diplomáticos franceses, rusos y turcos para forjar un tratado. Los turcos manejaron un duro trato, ya que con tímida revelación, Alemania también estaba ofreciendo armas y oro a cambio de una alianza.

El acuerdo alcanzado resultó inmensamente beneficioso para todos los interesados. Desde Francia, Turquía recibió un generoso alivio de la deuda. Rusia desechó todas las reclamaciones al territorio otomano, e hizo una retirada de buena voluntad limitada de partes de Anatolia. Churchill renunció al pago de dos barcos de guerra que los astilleros británicos estaban construyendo para Turquía. Y Turquía recibió garantías de que sus extremidades vulnerables no serían atacadas; Para un imperio que durante un siglo había sido presa como un cadáver esto era un nuevo arriendo de vida.

Las recompensas a la Triple Entente eran igualmente grandes. Con el acceso exclusivo al Mar Negro, los aliados de Rusia podrían reabastecer a los ejércitos del zar cuando vacilaron al comienzo de la guerra. Sin necesidad de defender su frontera turca, Rusia movió a miles de soldados de crack del Cáucaso para apuntalar sus líneas de frente. Turquía firmó acuerdos separados que reconocen el control británico del Canal de Suez, Adén y los jeques truciales del Golfo Pérsico, asegurando las vías marítimas para el despliegue masivo de tropas británicas de las colonias al Frente Occidental. El propio ejército de Turquía se unió en un frente amplio contra Austria-Hungría. Juntas, se cree que estas ventajas Aliadas han acortado la guerra por tanto como un año; Las Potencias Centrales podrían no haber demandado una tregua tan pronto como América entró en la guerra, pero luchó en su lugar.

Reprimido por el colapso, el gobierno del Imperio Otomano persiguió reformas radicales. Desafiados por las crecientes tendencias nacionalistas de árabes, armenios, griegos y kurdos, el sultán Mehmed V publicó un firman histórico o proclamación que los reconoció como naciones individuales unidas bajo el soberano otomano.

El sultán consiguió conservar el título de califa, comandante de los fieles musulmanes suníes, que sus antepasados ​​habían adquirido cuatro siglos antes. Esto resultó útil cuando el imperio tuvo que acabar con una rebelión de fanáticos religiosos en Arabia central, encabezada por un hombre llamado Ibn Saud, que ganó seguidores al afirmar que restauraría el Islam a un estado más puro. Pero sobre todo el imperio era visto como un lugar tolerante. Cuando las persecuciones nazis expulsaron a los judíos de Europa en la década de 1930, muchos se refugiaron allí (como lo habían hecho cuando fueron expulsados ​​de España en 1492), particularmente en la provincia de Jerusalén.

Si solo

Huelga decir que no sucedió nada de lo anterior. Todo lo contrario. Turquía se alineó con Alemania en la primera guerra mundial, y los aliados intentaron invadir y dividir su imperio. Churchill, en vez de entregar los buques de guerra que los turcos ordinarios habían pagado por suscripción, los había tomado para la marina británica. En 1915 ordenó un ataque catastrófico a Turquía; El aterrizaje en Gallipoli le costó a los aliados 300.000 bajas. Las campañas británicas contra Turquía en Irak y Levante costaron un millón de vidas más.

Las víctimas de Turquía ascendieron, a finales de la guerra, a 3 millones a 5 millones de personas, casi un cuarto de la población otomana. Esto incluyó a unos 1.5 millones de armenios, asesinados porque los funcionarios turcos creían que podrían convertirse en una quinta columna para una Rusia hostil. Y cuando Gran Bretaña y Francia se apoderaron de las tierras árabes de los otomanos, la supresión de los levantamientos costó miles de vidas más.

¿Qué parte del caos actual en Oriente Medio, desde las guerras civiles hasta el terrorismo en nombre del Islam (y de la restauración del califato) hasta la aparición de dictadores sectarios como Bashar al-Assad, por no mencionar a un otomano tan rencoroso Revivalista como Recep Tayyip Erdogan, podría haber sido evitado, si Churchill hubiera abrazado a Johnny Turk en lugar de hundirlo?

jueves, 7 de septiembre de 2017

Guerra de Secesión: 20 mil confederados emigraron a Brasil

Los Confederados - Al final de la Guerra Civil Americana 20.000 confederados emigraron a Brasil, donde la esclavitud era legal, y formaron una comunidad


Neil Patrick | The Vintage News



En 1865 al final de la guerra civil americana un número substancial de sureños dejó el sur; Muchos se trasladaron a otras partes de los Estados Unidos, tales como el oeste americano, pero algunos dejaron el país enteramente. El destino más popular para emigrar a los sureños fue Brasil.

El emperador Dom Pedro II de Brasil quería fomentar el cultivo del algodón. Después de la Guerra Civil Americana, Dom Pedro ofreció a los inmigrantes potenciales subsidios para el transporte a Brasil, tierras baratas y exenciones fiscales. El ex presidente confederado Jefferson Davis y el general Robert E. Lee aconsejaron a los sureños contra la emigración, pero muchos ignoraron su consejo y decidieron establecer una nueva vida lejos de la destrucción de la guerra y el gobierno del norte bajo la reconstrucción.

Muchos sureños que aceptaron la oferta del emperador habían perdido sus tierras durante la guerra, no estaban dispuestos a vivir bajo un ejército conquistador, o simplemente no esperaban una mejora en la posición económica del Sur. Además, Brasil todavía tenía esclavitud (y no lo abolió hasta 1888). La mayoría de los inmigrantes eran de los estados de Alabama, Texas, Louisiana, Mississippi, Georgia y Carolina del Sur.


Los inmigrantes confederados Joseph Whitaker e Isabel Norris. 

Nadie ha determinado cuántos americanos emigraron a Brasil en los años que siguieron al final de la guerra civil americana. Como se señala en una investigación no publicada, Betty Antunes de Oliveira encontró en registros portuarios de Río de Janeiro que unos 20.000 estadounidenses ingresaron a Brasil de 1865 a 1885. Otros investigadores han estimado el número en 10.000. Un número desconocido volvió a los Estados Unidos cuando las condiciones en el Sur cambiaron, cuando la reconstrucción terminó y la era de Jim Crow comenzó. La mayoría de los inmigrantes adoptó la ciudadanía brasileña.

Los inmigrantes se establecieron en varios lugares, desde las áreas urbanas de Río de Janeiro y São Paulo hasta el norte de la Amazonia, especialmente Santarém y Paraná en el sur. La mayoría de los Confederados se establecieron cerca de São Paulo en la zona al norte de la misma, alrededor de Santa Bárbara d'Oeste y Americana. Este último nombre se derivó de Vila dos Americanos, como lo llamaban los nativos. El primer Confederado registrado fue el Coronel William H. Norris de Alabama, quien abandonó los Estados Unidos con 30 familias confederadas y llegó a Río de Janeiro el 27 de diciembre de 1865. La colonia de Santa Bárbara D'Oeste se llama a veces Colonia Norris.

El programa de Dom Pedro fue juzgado un éxito tanto para los inmigrantes como para el gobierno brasileño. Los colonos adquirieron rápidamente una reputación de honestidad y trabajo duro. Los colonos trajeron técnicas agrícolas modernas para el algodón, así como nuevos cultivos alimenticios, que se extendieron entre los agricultores nativos de Brasil. Algunos platos del Sur Americano también fueron adoptados en la cultura general brasileña, como el pastel de ajedrez, el pastel de vinagre y el pollo frito del sur.

Los primeros confederados continuaron con muchos elementos de la cultura estadounidense, por ejemplo, estableciendo las primeras iglesias bautistas en Brasil. En un cambio desde el Sur, los Confederados también educaron esclavos y libertos negros en sus nuevas escuelas.

Unos pocos esclavos recién liberados en los Estados Unidos emigraron junto a sus homólogos confederados y en algunos casos con sus anteriores dueños. Uno de esos ex esclavos, Steve Watson, se convirtió en el administrador del aserradero de su antiguo dueño, el juez Dyer de Texas. Al regresar a los Estados Unidos (debido a la nostalgia y el fracaso financiero), Dyer confiscó su propiedad restante, el aserradero y 12 acres, a Watson. En el área del valle de Juquia, hay muchas familias brasileñas con el apellido Vassão, la pronunciación portuguesa de Watson.


Casa de la primera familia confederada en Americana.

La primera generación de confederados seguía siendo una comunidad insular. Como es típico, por la tercera generación, la mayoría de las familias se habían casado con brasileños nativos o inmigrantes de otros orígenes. Los descendientes de los confederados hablaban cada vez más el idioma portugués y se identificaban como brasileños. A medida que la zona de Santa Bárbara d'Oeste y Americana se volvió hacia la producción de caña de azúcar y la sociedad se hizo más móvil, los Confederados se trasladaron a las ciudades para trabajos urbanos. Hoy en día, sólo unas pocas familias descendientes todavía viven en tierras de propiedad de sus antepasados. Los descendientes de los Confederados están dispersos por todo Brasil. Mantienen la sede de su organización descendiente en el centro de Campo en Santa Bárbara D'Oeste, donde hay un cementerio, una capilla y un monumento conmemorativo.


El estado de Paraná fue el estado sureño que recibió inmigrantes estadounidenses. 

Los descendientes fomentan una conexión con su historia a través de la Associação Descendencia Americana, una organización descendiente dedicada a preservar su única cultura mixta. Los Confederados también tienen un festival anual, llamado Festa Confederada, dedicado a financiar el centro de Campo. El festival está marcado por banderas confederadas, uniformes confederados y faldas de aro, comida del sur americano con un estilo brasileño, y danzas y música popular en el sur americano durante el período antebellum. Los descendientes mantienen el afecto por la bandera confederada aunque se identifiquen como completamente brasileños. Muchos descendientes del Confederado han viajado a los Estados Unidos a invitación de los Hijos de Veteranos Confederados, una organización de descendientes estadounidenses, para visitar los campos de batalla de la Guerra Civil, asistir a reconstituciones o ver dónde vivían sus antepasados.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Argentina: La masacre de judíos en la Semana Trágica

La feroz masacre contra los judíos en la Semana Trágica

Nacionalistas y antisemitas del Partido Radical, el Ejército, la marina y las organizaciones ultra aprovecharon los disturbios en los Talleres Vasena y cayeron a odio, sangre y fuego sobre los barrios hebreos

Por Alfredo Serra | Especial para Infobae



Según la historia oficial, la Semana Trágica (Buenos Aires, enero de 1919, primer gobierno de Hipólito Yrigoyen) fue una represión contra los obreros de la fábrica metalúrgica Talleres Vasena con el objetivo de talar de cuajo un presunto movimiento extremista de comunistas y anarquistas llegado desde Europa "y atentar contra el estilo de vida argentina": lugar común que en el futuro serviría para justificar otros crímenes y vandalismos.

El mismo terror y la misma torpeza que, en la década 1919-1929, y también en los años 50, agitó a las buenas –e ingenuas–almas norteamericanas, que creyeron ver destruida su democracia por "el gran espantajo rojo", como bautizó al comunismo, irónicamente, el periodista Lewis Frederick Allen en su libro "Only Yesterday".

Sin embargo, ese episodio, investigado y publicado hasta la saciedad, ocultó deliberadamente la barbarie desatada contra la comunidad judía, camuflada durante las batallas campales de la policía y el ejército contra los huelguistas. Ni siquiera el periodismo y sus constantes prédicas a favor de la libertad, la democracia y el pluralismo se levantó contra el salvaje pogrom.

Fueron necesarios casi treinta años de silencio hipócrita antes de que un judío, Pablo Fishman, entregara una tarde de agosto en la fundación socialista Juan B. Justo su trabajo "El grito olvidado": la documentación clave de la barbarie lanzada en los barrios Once y Villa Crespo.

En ese largo y revelador informe figura, entre muchos testimonios, un memorándum del embajador francés a su cancillería, que dice: "La policía masacró de una manera salvaje a todo lo que era o pasaba por ruso". Salvedad importante: entonces y hasta hoy, en la Argentina, ruso y judío son la misma cosa. Ridículo error que ignora la bestial persecución sufrida por los judíos en la Madre Rusia.

Pero no es todo. El embajador francés escribió también que "… un delegado del Comité Capital del Partido Radical se ufanaba de haber matado, en un solo día, cuarenta rusos judíos", mientras que su par de la embajada norteamericana informó a su gobierno que entre los 1.365 muertos en la Semana Trágica había encontrado en el Arsenal de Guerra "179 cadáveres de rusos judíos".

Tristemente, la mayoría de los testimonios acusaba del pogrom a esbirros del mismo comité radical: un partido de esencia democrática que, contra el viento de la historia, habría coincidido con las peores lacras antisemitas de la ultraderecha nacionalista porteña.

Fishman no era investigador, historiador ni periodista. Era apenas un ciudadano argentino de religión judía que durante años oyó hablar en su casa de aquellos hechos; más que hablar, murmurar, por miedo…

Leyó cuanto había sobre el tema, pero los autores eludían, por sistema, referirse a la cuestión central: el judío como enemigo universal y chivo expiatorio; prejuicio criminal que llegaría a su diabólico desiderátum bajo Hitler y el Tercer Reich.

Recién hacia los años 50, en un texto del médico y político entrerriano Juan Carulla (1888-1968), nacionalista de pasado anarquista, Fishman halló una pista.

El autor, al saber que estaban incendiando el barrio judío, caminó hasta Viamonte, a la altura de la Facultad de Medicina, y vio que "en medio de la calle ardían pilas de libros y trastos viejos entre los cuales podían reconocerse sillas, mesas y otros enseres domésticos, y las llamas iluminaban, tétricas, la noche, destacando con rojizo resplandor los rostros de una multitud gesticulante y estremecida. Se luchaba dentro y fuera de los edificios. El cruel castigo se extendía a otros hogares hebreos. El ruido de los muebles y cajones violentamente arrojados a la calle se mezclaba con gritos horrendos: ¡Mueran los judíos! Cada tanto pasaban a mi lado viejos barbudos y mujeres desgreñadas. Nunca olvidaré el rostro cárdeno y la mirada suplicante de uno de ellos, al que arrastraban un par de mozalbetes, así como el de un niño sollozante que se aferraba a la vieja levita negra, ya desgarrada… El disturbio provocado por el ataque a los negocios y hogares hebreos se había propagado a varias manzanas a la redonda. El comité radical se había reunido el dos de enero. Siete días después, sus miembros tomaban como profesión la de vejar judíos…"

Otro testimonio inapelable, el de José Mendelson –inmigrante que llegó a ser gran figura de su comunidad–, citado en la revista "Hechos de la historia judía", arriesga que "las matanzas antijudías en Europa Oriental fueron un juego de niños. Pamplinas son todos los pogroms al lado de lo que hicieron con ancianos judíos en las comisarías séptima y novena, y en el Departamento Central de Policía… Jinetes arrastraban por las calles a viejos judíos desnudos, les tiraban de las barbas, y cuando ya no podían correr, su piel se desgarraba contra los adoquines, mientras los golpeaban con sables y latigazos…"

Años después, Arturo Cancela, en su libro "Tres relatos porteños", escribió: "… jóvenes con brazaletes, armados de palos y carabinas, detienen a todos los individuos que llevan barba. Los de la carabina les pinchan el vientre o se cuelgan de las barbas, y otros apedrean los vidrios de las casas de comercio, cuyos propietarios abundan en consonantes".

El periodista Juan José de Soiza Reilly (estrella de su oficio en aquellos días) denunció en la revista "Popular", número 45, tres de febrero de 1919, que vio "ancianos judíos cuyas barbas fueron arrancadas. Uno de ellos levantó su camiseta para mostrarnos dos sangrantes costillas que salían de la piel como dos agujas. Dos niñas de catorce o quince años contaron llorando que habían perdido entre las fieras el tesoro santo –clara metáfora de violación–. A una que se había resistido le partieron la mano derecha de un hachazo. He visto obreros judíos con ambas piernas en astillas: rotas a patadas contra el cordón de la vereda… Todo esto hecho por pistoleros llevando la bandera argentina".

No fueron ajenos a la barbarie los asesinos de la siniestra Liga Patriótica Argentina liderada por el ultranacionalista Manuel Carlés, en cuyas filas militaban oficiales del ejército, la marina, y los matones de las bandas Orden Social y Guardia Blanca.

Y apenas unos días después de aquella orgía de sangre y odio, el pesado manto de la complicidad no ahorró munición: "La Época", órgano oficial del partido radical, acusó de los disturbios de la Semana Trágica… ¡a los judíos!, y el diario católico "El Pueblo", en sólo tres meses… ¡publicó doce editoriales antisemitas!

¿Queda algo más por decir?

Sí: en la Morgue, más de 700 cadáveres de judíos esperaban ser identificados para alcanzar su último lugar: un hoyo en la tierra, y la lápida con su nombre un año después, como lo exige su rito religioso.

Mientras, en el invierno europeo, algunas familias patricias en vacaciones temblaban ante el rugido de los cañones de la Primera Gran Guerra, y otras ya habían huido del fragor de la Semana Trágica y del asfixiante enero porteño: eran felices en su feudo privado. En Mar del Plata, caminando por la rambla de madera…

martes, 5 de septiembre de 2017

Rusia: Los Romanov (libro)

La dinastía Romanov

Largo tiempo ellos gobernaron


Una cruel historia de poder hereditario



The Romanovs: 1613-1918. By Simon Sebag Montefiore. Weidenfeld & Nicolson; 745 pages; £25. To be published in America by Knopf in May.

The Economist

La decisión de Rusia no era una perspectiva tentadora en 1613, cuando el primer Romanov tomó renuente el trono. Durante los tres siglos siguientes, el principado encogido y devastado por la guerra de Muscovy se convirtió en un imperio colosal, aunque a un costo enorme para los súbditos de los Romanov, y para la propia familia, donde las monedas de la política dinástica incluían el asesinato, Traición (sexual y de otra manera), así como la crueldad habitual.

Simon Sebag La historia de Montefiore comienza con el miserable, melancólico Michael, arrastrado a las ruinas ardiendo del Kremlin por los boyardos de feuding que estaban desesperados por la unidad en la cara de la derrota por la poderosa Polonia. Cuenta con los grandes: Pedro, descarnado maníacamente, y Catalina, la "usurpadora alemana regicida uxoricida"; Y también fracasos lamentables como Alejandro III, que gobernó a Rusia como un "curmudgeeon terrateniente". Concluye con el patético Nicolás II, el último zar, depuesto y asesinado apresuradamente junto a su esposa y sus hijos (representados) por los bolcheviques en 1918. Su reinado malvado fue redimido sólo por la "gracia, paciencia, humor y dignidad" que La familia real condenada mostró en su cautividad.

El sistema descansaba en la idea de que sólo «un poderoso individuo bendito por Dios» tenía la influencia (el autor prefiere «majestad fulgurante») para dirigir un estado tan vasto, al mismo tiempo que personificaba la sagrada misión del cristianismo ortodoxo. La clave era la delegación. Pedro y Catalina, por todos sus caprichos y tiranías, eran excelentes en esto: el favorito de Catalina, Grigory Potemkin, era un administrador extraordinariamente dotado; Alexander Suvorov un comandante militar igualmente impresionante. Los otros monarcas trataron sobre todo de dirigir la propia Rusia, con resultados que van desde lo indiferente hasta lo desastroso.

Los muchos fans del autor encontrarán mucho para complacerlos. Como con sus libros anteriores, sobre todo en Stalin, el Sr. Sebag Montefiore, un escritor histórico británico, tiene un ojo para el detalle revelador que levanta una narración desconocida. Su gigantesca historia de la dinastía real de Rusia presenta muchos detalles tan vivos, divertidos y sorprendentes. De hecho, es sorprendentemente lúbrico y sangriento. Las abundantes mutilaciones, ejecuciones y otras horrendas que los personajes principales infligieron el uno al otro y sus súbditos se describen en un detalle de pesadilla. En particular, las pasiones privadas de la corte Romanov, conservadas en cartas y diarios, están en desfile público. Rasputin, cuya conducta escandalosa y mal consejo ayudó a provocar la caída de la dinastía, se cita como una posible razón para su éxito con las mujeres aristocráticas, una verruga fortuitamente colocada en el pene del "monje loco".

Gore y el sexo a un lado, la pluma del autor produce remes de la prosa fluida, a veces chispeante. Muchas de sus reflexiones sobre la era de Romanov se aplican bien a los dominios de Vladimir Putin: el "patrón ruso de comportamiento", escribe, es "servilismo a los de arriba, tiranía a los de abajo". El papel de intermediario permitió a los participantes acumular riquezas y unirlas en lealtad compartida. Pero también les permitió competir sin recurrir a la guerra civil o la revolución. Eso suena bastante como el moderno Kremlin.

Sin embargo, la complejidad del material sigue siendo desalentadora. La mayoría de los lectores necesitarán hacer un uso completo de los árboles genealógicos y listas de reparto colocadas de forma útil al comienzo de cada capítulo. Un gran número de nombres hacen apariciones muy breves. Las ilustraciones en color ayudan a arreglar los personajes principales en la mente del lector; Algunos mapas más podrían haber ayudado a ilustrar el reflujo y el flujo de las naciones.

El foco está estrechamente en las intrigas de la corte, y en el papel de Romanovs en la alta política europea. Economía, negocios, sociedad y cultura obtienen sólo el tratamiento más skimpiest. Es una pena. Alexander Etkind, un historiador emigrado, ha argumentado que la raíz de las desgracias de Rusia es su riqueza natural, que anima a sus gobernantes a saquear el país, como amos coloniales, en lugar de desarrollarlo. Sin embargo, a pesar de sus regentes más terribles, la vasta tierra comenzó a modernizarse. La tragedia es que los Romanov más tarde estaban demasiado asustados, y en el caso de Nicholas II también demasiado fuera de tacto, para iniciar las reformas que podrían haberlos salvado. Ese dilema es tan familiar como antiguo.