miércoles, 5 de febrero de 2020

Nazismo: El juez sangriento

Se cumplen 75 años de la muerte del “juez sangriento de Hitler”

La Vanguardia


Como presidente del Tribunal Popular, Roland Freisler condenó a muerte a más de 2.000 personas


Roland Freisler, en una imagen de archivo (Wikipedia)

EFE, Berlín 03/02/2020 16:39

El 3 de febrero de 1945, hoy hace 75 años, las bombas aliadas que caían sobre Berlín alcanzaron a una de las figuras más siniestras del nazismo, el juez Roland Freisler, responsable de numerosas condenas a muerte contra opositores al régimen. Freisler, nacido en Celle (norte de Alemania) en 1893, había ingresado en el partido nazi en los años 20 y con la llegada de Hitler al poder, en 1933, hizo una carrera vertiginosa que lo llevó a la presidencia del llamado Volksgerichtshof (Tribunal Popular), la máxima instancia del régimen en asuntos penales.

Entre los condenados a muerte por Freisler destacan los hermanos Sophie y Hans Scholl, integrantes del grupo de resistencia “La rosa blanca”, así como los oficiales que participaron en la conjura contra Hitler el 20 de julio de 1944. Del proceso contra los conjurados del 20 de julio se conservan imágenes formadas por encargo del régimen que inicialmente pensaron hacer una película de propaganda de ellos.

Sin embargo, el comportamiento de Freisler durante el juicio fue tan extremo, con insultos permanentes contra los acusados, que el ministro de Propaganda de Hitler, Josef Goebbels, optó por descartar el proyecto. También las respuestas de algunos de los condenados, que no perdieron la compostura ante la inminencia de la muerte ni ante los insultos de Freisler, hacían la filmación de difícil uso para la propaganda nazi. “Tiene usted que darse prisa para colgarnos. De lo contrario lo colgarán a usted antes que a nosotros”, le dijo, por ejemplo, el general Erich Fellgiebel.

Condenada por decir que Alemania perdía la guerra

Otra víctima de Freisler fue Elfriede Scholz, la hermana del escritor Erich Maria Remarque, condenada a muerte el 16 de diciembre de 1943 por afirmar que la guerra estaba perdida para Alemania. “Su hermano lamentablemente se nos ha escapado pero usted no se nos escapará”, le dijo Freisler a Scholz al anunciar la sentencia. Efriede Scholz fue decapitada el 16 de diciembre de 1943 en la prisión berlinesa de Plotzensee.

Como presidente del Tribunal Popular Freisler condenó a muerte a más de 2.000 personas. En la historia del tribunal, fundado en 1934, se pronunciaron más de 5.000 condenas a muerte Antes de llegar a la presidencia del tribunal, Freisler había sido secretario de Estado en el Ministerio de Justicia y, como tal, participó en la célebre conferencia de Wannsee, en la que se planificó la llamada “solución final”, un eufemismo para referirse al exterminio de los judíos en Europa.


La muerte de Freisler en los bombardeos del 3 de febrero de 1945 impidió que fuera llevado ante los tribunales

La muerte de Freisler en los bombardeos del 3 de febrero de 1945 impidió que fuera llevado ante los tribunales después de la guerra. No obstante, ninguno de los otros jueces del Tribunal Popular llegó a ser condenado por la justicia alemana, según datos de la fundación Topografía del Terror.

La viuda de Freisler, incluso, Marion Freisler, gozó de una pensión, hasta su muerte en 1997, que se calculaba a partir de lo que su marido hubiera ganado en el sistema judicial alemán después de le guerra. Sólo después de la muerte de Marion Freisler la justicia determinó que había percibido esa pensión indebidamente.

martes, 4 de febrero de 2020

La diplomacia y política exterior de los Hititas

Política exterior y diplomacia hititas

W&W



Mapa del Imperio hitita (c. 1300 a. C.)

En una frontera tan larga y diversa como la que acabamos de describir, no es probable que una política única sea aplicable a todos los problemas. En un mundo ideal donde los recursos son abundantes y el comercio fluye libremente, tanto los productores como los consumidores se dan cuenta de su dependencia mutua, se alcanzan acuerdos firmes y las fronteras prácticamente dejan de existir. Pero el mundo de Anatolia estaba lejos de ser ideal. Alrededor de la patria hitita había otras potencias que competían por los mismos recursos, y era la defensa de estos recursos, o de las rutas que conducían a ellos, lo que se podía ver que dictaba la política hitita. Las alianzas entre las grandes potencias solo fueron posibles cuando dos de ellos se enfrentaron a una amenaza de un tercero (como cuando Hatti y Egipto se unieron contra Asiria). Aparte de esto, era poco probable que la diplomacia internacional tuviera mucho éxito.

En este mundo competitivo, los hititas tenían la gran ventaja de ser un poder continental "continental". Aunque tenían enemigos por todos lados, era poco probable que estos enemigos actuaran al unísono, y en su posición central los hititas podían mover rápidamente sus ejércitos de una frontera a otra a medida que se desarrollaban situaciones peligrosas. Algunas veces se hicieron intentos para resolver problemas fronterizos por conquista (la invasión de Mitanni por Suppiluliumas, y de las Tierras Arzawa por Mursilis son casos en cuestión), pero en general, los reyes hititas se dieron cuenta de que el control de lo que tenían era suficiente para garantizar su superioridad El mantenimiento de este control dependía, de dos políticas principales, los arreglos diplomáticos con estados intermedios menores y el uso de la fuerza militar.

Estaño

Anatolia occidental, por supuesto, no es más rica en depósitos de estaño que Anatolia central, y también podemos estar justificados al ver en Bohemia la fuente última del estaño que necesitaban los reyes de Arzawa. Entonces es una suposición razonable que al conquistar Arzawa y forjar un vínculo con Wilusa que duraría casi sin interrupción durante cientos de años, Hattusilis tenía el mismo motivo que le atribuimos cuando atacó a Alalah y la ruta del sudeste. En cada caso, el objeto de su campaña bien pudo haber sido el estaño.

Un contraataque hurrita pronto obligó a Hattusilis a girar nuevamente hacia el este. Toda la Tierra de Hatti, excepto su capital, cayó en sus manos, pero dentro de un año o dos el rey hitita los había conducido de regreso a través de los pasos de Tauro, y pudo avanzar al Éufrates. Por esta época también la antigua capital de Kussara debe haber sido recapturada, y también escuchamos de éxitos en la frontera noreste. En esta área también los suministros de metal pueden haber sido el motivo final para el interés del rey. Sin embargo, a pesar de estos éxitos, Hattusilis no pudo derrotar a su primer oponente, Alepo, y puede haber recibido una herida mortal mientras intentaba hacerlo.

Su muerte dejó la conquista final del norte de Siria a Mursilis, su nieto y sucesor. A este monarca se le ocurrió que la diplomacia podría traer éxito donde la fuerza había fallado, por lo que se aplicó al problema de interrumpir la ruta comercial para su propio beneficio. Alepo en su extremo norte todavía era demasiado fuerte para sucumbir a la presión hitita. Babilonia en su extremo sur era débil, pero aliada a Alepo. Sin embargo, en el medio del Éufrates, Mari había desaparecido y el nuevo poder en el área era el reino de Hana. Este estado no estaba bajo el dominio amorreo como Babilonia y Alepo, pero recientemente había estado bajo la influencia de los casitas, un pueblo extranjero de las colinas iraníes. El curso obvio era una alianza con Hana para rodear Alepo, interrumpir su comercio y reducir su prosperidad, y es probable que este movimiento se haya realizado. Tenemos pocos detalles de lo que sucedió, pero alrededor de 1595 Mursilis descendió de Anatolia y logró destruir Alepo. Por lo tanto, la ruta comercial del sudeste quedó bajo el control hitita al menos hasta el Eufrates medio. Mursilis había obtenido lo que necesitaba, pero sus aliados en Hana no estaban satisfechos y lo persuadieron de que había una mayor gloria a la mano. Espoleado así, Mursilis barrió el Éufrates y descendió sobre Babilonia. La dinastía de Hammurabi llegó a un final humillante, y los hititas llegaron a la fuerza en el campo internacional.


Política hitita en el trato con el suroeste y el oeste.

Aquí el límite natural era el borde occidental de la llanura de Konya (la "tierra baja" hitita), y más allá de esta línea se extendían las tierras Arzawa. Aquí, como en la frontera de Gasgan, era necesaria una fuerte línea de fortaleza, ya que a pesar de varias conquistas de Arzawa y la creación de reinos amortiguadores en Hapalla (alrededor de los lagos Beysehir y Egridir) y Mira (el área de Afyon-Kiitahya) no hubo consolidación permanente del poder hitita en el oeste. Más al norte se encontraba la segunda gran línea de vida hitita, la ruta hacia el Mar de Mármara y la Troad. A lo largo de esta ruta, generalmente se seguía una política de tacto diplomático, ya que en todos los estados como Ahhiyawa (¿la Troad?) Y Wilusa (la llanura de Eskisehir?) Se dieron cuenta de que un flujo continuo de comercio era para su ventaja. Lo que era necesario era proteger la ruta del ataque de las Tierras Arzawa, y fue con este propósito que la Tierra del Río Seha (¿alrededor de Bahkesir?) Se mantuvo y recibió privilegios especiales como un estado de amortiguación contra la agresión del sur.

Al norte de la ruta se encuentran las tierras del río Hulana (alrededor de Beypazan), Kassiya (el valle del Cayo Devrez) y Pala y Tummana (alrededor de Kastamonu). La política de los monarcas hititas era mantener estos centros como defensa contra los pueblos más al norte, hacia la costa del Mar Negro. Aquí el país era realmente una continuación de las Tierras de Gasga, y nunca se logró una conquista permanente. Los reinos de Masa (alrededor de Bolu) y Arawanna (tal vez Safranbolu) eran un peligro constante para las áreas más occidentales, mientras que Tummana y Pala, situadas justo al oeste de Halys, eran un blanco abierto para el ataque de Gasgan. Como en el resto de la frontera de Gasga, la única política posible era una de vigilancia constante y contraataque.

domingo, 2 de febrero de 2020

Peronismo: El levantamiento de la FAA en 1975

El día que Isabel Perón se negó a abandonar la Rosada pese a la amenaza de bombardeo: “De acá me sacan muerta” 

A 44 años de la sublevación del brigadier Cappellini, ensayo preparatorio del golpe del 24 de marzo de 1976, resalta la actitud decidida de la entonces Presidente de la Nación, que no se dejó intimidar por las amenazas de los jefes de la Fuerza Aérea
Por Aldo Duzdevich || Infobae

  En diciembre de 1975 la Fuerza Aérea se levantó contra el gobierno de Isabel Perón. Era un ensayo y una etapa preparatoria para el golpe del 24 de marzo de 1976


El año 1975 había sido caótico. Por lo político institucional, por el descalabro económico, y por la violencia de extrema derecha y extrema izquierda. En agosto, cuando Jorge Rafael Videla asume como Comandante en Jefe del Ejército, ya se ponen en marcha los planes de golpe. La oficialidad militar empujaba para apurar el derrocamiento, pero la Embajada y el establishment aconsejaban esperar y seguir fomentando el caos, hasta que la opinión pública pidiese que los militares se hicieran cargo del gobierno. Todavía faltaba pulir algunas cuestiones, entre ellas, la negativa del jefe de la Aeronáutica, brigadier Héctor Fautario a plegarse al golpe. Los conspiradores Videla y Massera decidieron alentar un putsch interno para correr a Fautario.

En la madrugada del 18 de diciembre de 1975, un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea subleva la VIIa Brigada Aérea de Morón y el sector militar de Aeroparque, donde apresan al brigadier Fautario. La cabeza del “Operativo Cóndor Azul” es el brigadier Orlando Capellini; lo acompañan el comodoro Luis Fernando Estrella, el vicecomodoro Néstor H. Rocha, los retirados comodoro Agustín de la Vega y el brigadier Cayo Antonio Alsina; todos discípulos del nacionalista ultra montano Jordan Bruno Genta y adherentes a la Falange de Fe.

  El brigadier Héctor Fautario, entre Isabel y Juan Domingo Perón

El Gobierno acepta rápidamente reemplazar a Fautario por Orlando Ramón Agosti, en la creencia de que con ese gesto solucionaba el conflicto. Pero en su punto 4 la proclama de los aviadores afirmaba la intención de “Operar hasta el derrocamiento de la autoridad política y la instauración de un nuevo orden de refundación con sentido nacional y cristiano”. En otro documento, los sublevados realizaban incluso una invitación directa a Videla para que asumiera “en nombre de las Fuerzas Armadas la conducción del gobierno nacional”.

Dos diputados peronistas, Carlos Palacio Deheza y Luis Sobrino Aranda, que oficiaban casi como voceros de la Marina y el Ejército, llegan a la Casa Rosada con la propuesta de que “con la renuncia de Isabel, se soluciona el conflicto”. Ambos pertenecían al sector “antiverticalista”, un grupo numeroso de diputados, entre ellos, Julio Bárbaro y Nilda Garré, a quienes en un almuerzo, Massera les confió: “Si la echan ustedes, gobiernan ustedes y si la echamos nosotros, gobernamos nosotros”.
 



La “chirinada” duró cinco días, poblados de reuniones, operaciones de prensa y el continuo sobrevuelo en picada de los aviones Mentor sobre la Casa Rosada y Olivos. Algunos llevaban pintada la V con la cruz de Cristo Vence, la misma que usaron el 16 de junio de 1955, cuando descargaron sobre la Rosada y Plaza de Mayo catorce toneladas de bombas, con el saldo de 400 muertos. Varios de los funcionarios de gobierno, tenían muy fresco aquel recuerdo del 55.

De acá me sacan muerta

El día más crítico fue el sábado 20. A las 15 horas, aviones “leales” dejaron caer una bomba en la base de Morón para doblegar a los sublevados. La bomba cayó en una arboleda sin producir daños personales ni materiales. Pero enardeció a los sublevados, que se prepararon para bombardear la Casa Rosada.



  El discurso de Videla que anticipaba el golpe de Estado

Carlos Ruckauf, entonces joven Ministro de Trabajo, recuerda: “Esa tarde estábamos con la Presidente varios ministros, Antonio Cafiero, Federico Robledo, Tomás Vottero, creo que Lorenzo Miguel y algunos más. Se acerca el edecán militar con el teléfono diciendo que hablaba Cappellini. Isabel me miró y dijo: ‘Atiéndalo usted, dígale que esta Presidente no acepta amenazas, ni presiones y que si quieren bombardear que lo hagan nomas, de acá me van a sacar muerta’. Yo agarre el teléfono y la verdad, no recuerdo bien qué dije, entre el milico que gritaba que iba bombardear e Isabel que gritaba muy enojada, sé que repetí el mensaje de ella y colgué”.


Video: imágenes del levantamiento de la Fuerza Aérea en diciembre de 1975

“La situación era muy tensa -sigue contando Ruckauf-, ella ordenó al personal civil abandonar la Casa y nos dijo ‘los que tengan mujer e hijos pueden irse’. Nadie amagó retirarse, no es que posáramos de héroes, pero la actitud de Isabel era tan jugada, tan valiente, que ninguno quería pasar como el cagón de esta historia”.




Vale recordar que el 16 de junio de 1955, en circunstancias similares, Perón dirigió a las fuerzas leales desde el edificio Libertador, frente a la Casa Rosada, que fue duramente bombardeada.

Del ensayo al golpe del 24 de Marzo

El conato de golpe había cumplido su cometido: desplazar a Fautario y medir durante cinco días qué tipo de reacción política o sindical podría producir el golpe: ninguna… El entonces militante de la JP Lealtad y hoy embajador, Alberto Iribarne, contó: “ Junto con otros grupos con los que habíamos coordinado, hicimos una movilización por el centro de la ciudad en repudio al levantamiento del aviador Capellini. Recuerdo que había gente en la vereda del Gran Rex, en la calle Corrientes. Nuestra movilización era bastante pobre. Tanto que los que estaban haciendo cola para ver ‘Pescado Rabioso’ nos triplicaban en número. Era diciembre del ’75, para entonces la suerte ya estaba echada.”

Previo al 24 de marzo de 1976, tres altos oficiales, el general José Rogelio Villarreal, el brigadier Basilio Lami Dozo y el almirante Pedro Santamaría, recibieron orden de planificar minuciosamente el operativo de detención de Isabelita. Sabían que estaba dispuesta a resistir, y no querían mostrar ante el mundo que todo el poder de fuego de las tres fuerzas armadas no era suficiente para doblegar la voluntad de una pequeña e indefensa mujer. Finalmente optaron por simular un desperfecto del helicóptero que la trasladaba de la Casa Rosada a Olivos y hacerlo bajar en Aeroparque donde un pelotón de marina redujo a su secretario Julio Gonzalez y a su único custodio, el suboficial Rafael Luissi. El general Villarreal en persona le informó que estaba detenida.


La copera de un cabaret panameño devenida en primera presidente de Argentina

Méritos que algún día la historia deberá reconocer


Seguramente Isabel es la ex-presidente constitucional argentina más cuestionada de la historia reciente. Desde la derecha golpista se la responsabilizó de las siete plagas de Egipto porque les servía para dar plena justificación al golpe más criminal de la historia. Desde la izquierda guerrillera también se la cargó de mala prensa, porque Isabel fue y es su única excusa para haber combatido con las armas a un gobierno constitucional votado por el 62% de los argentinos.

Muchas críticas tienen fundamento, otras no, y otras todavía deben ser revisadas en profundidad.

En su libro La Primera Presidente, la historiadora María Sáenz Quesada –radical- se refiere a la actitud de la viuda de Perón durante el conato de Cappellini: “Remite a la historia de Isabelita cuando en Panamá (en 1956) se temió que un comando gorila asesinara a Perón, ella tomó un arma, aunque no supiera manejarla, y se mantuvo firme junto al General. También ahora defendía con firmeza el lugar que ocupaba, el llamado sillón de Rivadavia, símbolo del poder presidencial y del legado intransferible de su esposo. (…) Esa prueba de entereza, cualidad sin duda indispensable en el liderazgo, sorprende en la misma mujer que un mes antes se había internado en una clínica enflaquecida y doliente”.
 

Antonio Cafiero escribió en sus memorias: “Creo que se ha maltratado por demás la figura de Isabel Perón (…) Está a la vista que cometió desaciertos, pero fue digna y siempre exigió que se respetara la investidura presidencial... no dio un paso atrás aun en los momentos de mayor zozobra, lo que habla de su temple”

En aquellos vertiginosos años setenta de violencias políticas cotidianas, en los que el temple y el valor individual eran un elemento para medir la talla de un dirigente, Isabel, la primer presidenta mujer, no se entregó, no firmó su renuncia, y fue la única mandataria depuesta que, con toda dignidad y en silencio, soportó prisión durante cinco años y tres meses. Méritos que algún día la historia deberá reconocer.

Aldo Duzdevich es autor de “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón” y “Salvados por Francisco

sábado, 1 de febrero de 2020

Egipto Antiguo: Mujer de la élite fue apuñalada según autopsia

Caso cerrado de momia egipcia cerrado: 'Takabuti' fue apuñalado hasta la muerte


Por Laura Geggel - Live Science


La mujer de élite también tenía dos condiciones raras; un diente extra y una vértebra extra.


Los restos de Takabuti, una mujer que fue asesinada hace 2.600 años en Egipto.
(Imagen: © Museo del Ulster)

Tomó 2.600 años resolver el caso, pero los egiptólogos finalmente han determinado cómo una mujer de élite de cabello rizado de la antigua Tebas encontró su prematuro final.

Takabuti, de 20 años, fue asesinado en un violento ataque con cuchillo, anunciaron hoy investigadores (27 de enero), en el 185 aniversario del desenvolvimiento original de la momia, en 1835, según un comunicado de la Universidad de Manchester en Inglaterra. .

Un análisis de los restos momificados de Takabuti reveló más de sus secretos. Ella tenía dos condiciones raras; Un diente extra (33 en lugar de 32) y una vértebra extra, dijeron los investigadores.



¿Quién fue Takabuti?

Aunque Takabuti era de la antigua Tebas (Luxor de hoy), su momia quedó atrapada en el intenso comercio de momias egipcias que siguió a las Guerras Napoleónicas. Cuando Thomas Greg, un rico hombre irlandés, adquirió sus restos en 1834 y los trajo de Egipto a Belfast, Takabuti fue la primera momia egipcia conocida en llegar a Irlanda.

En ese momento, el egiptólogo Edward Hincks descifró los jeroglíficos en el caso de la momia, según Stair na hÉireann, un sitio que detalla la historia de Irlanda. Hincks descubrió que la mujer había sido nombrada Takabuti y que al momento de su muerte estaba casada, en sus 20 años y había sido la amante de una gran casa en Tebas. Las traducciones de Hincks también revelaron que el padre de la mujer era un sacerdote que servía a Amón, el dios del sol.

"Existe una rica historia de pruebas de Takabuti desde que fue desenvuelta por primera vez en Belfast en 1835", dijo Greer Ramsey, curador de arqueología en los Museos Nacionales de Irlanda del Norte, en un comunicado. En los últimos años, Takabuti se sometió a escáneres con rayos X y tomografía computarizada (CT), análisis de cabello y datación por radiocarbono, el último de los cuales mostró que vivió alrededor del año 660 a.C., al final de la 25a dinastía.

Las pruebas más recientes incluyeron un análisis de ADN y otras tomografías computarizadas. Ambos revelaron resultados inesperados, dijeron los investigadores.


Lo que encontraron

El análisis de ADN mostró que Takabuti era más genéticamente similar a los europeos que a los egipcios modernos, dijeron los investigadores.

Las tomografías computarizadas revelaron que su corazón, que no se había localizado hasta ahora, estaba intacto y perfectamente conservado. Estas exploraciones también revelaron su muerte violenta: las marcas de la herida mostraron que Takabuti había sido apuñalada en la parte superior de su espalda, cerca de su hombro izquierdo.

"Con frecuencia se comenta que se ve muy tranquila acostada dentro de su ataúd, pero ahora sabemos que sus últimos momentos fueron todo menos que ella y murió de la mano de otra", Eileen Murphy, bioarqueóloga de la Escuela de Naturales de la Universidad de Belfast de Queen's University y Entorno construido, dijo en el comunicado.


En particular, las tomografías computarizadas mostraron que "Takabuti sufrió una herida grave en la parte posterior de la pared torácica superior izquierda", dijo el Dr. Robert Loynes, cirujano ortopédico retirado y profesor honorario en el Centro KNH de Egiptología Biomédica de la Universidad de Manchester. la declaración. "Esto casi con certeza causó su rápida muerte".

Los otros hallazgos son igual de importantes, agregaron los investigadores.

"La importancia de confirmar [que] el corazón de Takabuti está presente no puede subestimarse, ya que en el antiguo Egipto este órgano fue extraído en el más allá y pesado para decidir si la persona había llevado una buena vida", dijo Ramsey. "Si era demasiado pesado, fue comido por el demonio Ammit y tu viaje a la otra vida fracasaría".

Los nuevos análisis también arrojan luz sobre la vida en Egipto durante la dinastía 25, dijo Rosalie David, egiptóloga de la Universidad de Manchester. "Este estudio se suma a nuestra comprensión no solo de Takabuti, sino también del contexto histórico más amplio de los tiempos en que vivió: el descubrimiento sorprendente e importante de su herencia europea arroja algo de luz fascinante sobre un punto de inflexión significativo en la historia de Egipto", dijo David en el comunicado

El equipo de investigación, que incluye científicos de los Museos Nacionales de Irlanda del Norte, la Universidad de Manchester, la Queen's University Belfast y el Kingsbridge Private Hospital, ahora está escribiendo un libro sobre sus hallazgos.

El público puede ver la momia de Takabuti gratis en la antigua galería de Egipto en el Museo del Ulster en Irlanda del Norte.

miércoles, 29 de enero de 2020

Perón, una deshonra al uniforme del Ejército Argentino

De la condena al reconocimiento: las tensiones en el Ejército por la figura de Juan Domingo Perón 

Tras derrocarlo en 1955 le prohibieron ostentar el título del grado y el uso del uniforme. El teniente general Jorge Raúl Carcagno suscribió el levantamiento de la sanción en 1973 y años más tarde debió ofrecer explicaciones
Por Juan Bautista "Tata" Yofre || Infobae

Una lacra en la historia argentina, el pedófilo Juan Domingo Perón (Universal History Archive/Shutterstock)

A las 13 horas del 26 de octubre de 1955, el tribunal superior que juzgó al general Juan Domingo Perón oficializó su sentencia a través de un decreto firmado por el presidente de facto Eduardo Lonardi y el ministro de Guerra León Justo Bengoa. Había sido un juicio rápido y severo, si se tiene en cuenta que el imputado –un presidente constitucional- había sido derrocado el mes anterior. Se tomaron menos de 30 días para repasar con el reglamento de los tribunales de honor (R.R.M. 70) en la mano, nueve años de gestión presidencial.

Integraron el tribunal los tenientes generales Carlos von der Becke, Juan Carlos Bassi, Víctor Jaime Majó, Juan Carlos Sanguinetti y Basilio Pertiné. La Revolución Libertadora en esos momentos no pasaba por su mejor momento. Como había sostenido la esposa del general Pedro Eugenio Aramburu, el derrocamiento de Perón fue el fruto de “una revolución sin jefe” y el 13 de noviembre Lonardi era derrocado y sustituido por el propio Aramburu sin ningún tipo de alteración castrense.

Tras una consideración de las imputaciones tenidas en cuenta por el tribunal, Lonardi condenó a Perón con tan solo un artículo. Previamente, la decisión estima que se aprueba “la resolución del tribunal superior de honor que declara al señor general de ejército don Juan Domingo Perón, en razón del alto cargo que ha desempeñado y de la gravitación que ha tenido en los destinos, trasciende el ámbito de la institución militar, lo que hace necesario, en un régimen republicano de gobierno, que sea conocida por toda la ciudadanía y, atento a lo propuesto por el ministro secretario de Estado de Ejército, el presidente provisional de la Nación decreta: Artículo 1º: Apruébase la resolución del tribunal superior de honor que declara al señor general de ejército don Juan Domingo Perón, encuadrado en el Nº58, apartado 4º, del reglamento de los tribunales de honor. Descalificación por falta gravísima, quedando por consiguiente prohibido al causante ostentar el título del grado y el uso del uniforme, por la indignidad con que su inconducta ha puesto de manifiesto. El Artículo 2º es de forma”.

Desde ese 26 de octubre, en los medios oficiales a Perón se lo trataba de “señor” aunque la gente lo seguía llamando “general”. Cuando alguien hablaba de “el general” los interlocutores sabían de quién se trataba.

Perón se enteró de la grave sanción mientras se encontraba viviendo refugiado en la casa de su amigo Ricardo Gayol en Asunción del Paraguay. Con el cambio de presidente de facto en la Argentina crecieron las presiones: si Perón no abandonaba Paraguay, el gobierno argentino no acreditaría un nuevo embajador ante Alfredo Stroessner. El 2 de noviembre de 1955, un avión piloteado por el oficial de confianza del mandatario guaraní lo trasladó a Panamá.

Tras el juicio del tribunal militar vino otro con un fallo de 260 páginas ante la Corte Suprema de la Nación, mientras en otras instancias se juzgaban a muchos de sus colaboradores más inmediatos. Las causas no se cerraron y Perón no comparecía ante los estrados argentinos. En 1963, el dirigente conservador Eduardo Augusto García solicitó su extradición y en un escrito ante la Corte Suprema habló del “injustificado estancamiento de los procesos”. En una oportunidad, el embajador argentino en España, general Julio A. Lagos, solicitó su extradición pero no obtuvo respuesta. Al mismo tiempo, la dirigente peronista Delia Parodi le envió una carta al generalísimo Francisco Franco para que “sepan ignorar el agravio al buen hombre argentino” y “es que ante las promesas reiteradas de levantamiento de proscripciones al partido Peronista, estos mismo elementos ensayan una vez más y en vano intento, el desprestigio de nuestro conductos y por implicancia al propio movimiento".


Decreto firmado por Héctor Cámpora levantando las sanciones a Perón



Hasta 1971 el peronismo estuvo proscripto y Perón intentó volver a la Argentina en diciembre de 1964, pero fue frenado en Río de Janeiro, Brasil, por expreso pedido del gobierno radical de Arturo Umberto Illia. Tras la caída de Illia llegaron los gobiernos del teniente general Juan Carlos Onganía (1966-1970); general Roberto Marcelo Levingston (1970-1971) y finalmente el teniente general Alejandro Agustín Lanusse.

Con Lanusse comenzaba a prepararse el final de lo que se denominó la Revolución Argentina y la posibilidad de un Gran Acuerdo Nacional, que imaginaba una salida electoral con una fórmula encabezada por el propio Lanusse y un aval peronista.

El 22 de abril de 1971 entró en la residencia de Perón, en el barrio de Puerta de Hierro, Madrid, el coronel Francisco Cornicelli, un enviado del presidente de facto con un listado de diez puntos para negociar. La lista, que llevaba el título de “Tratativas”, preveía la devolución de los restos mortales de Eva Duarte de Perón; la entrega de un pasaporte argentino (Perón usaba pasaporte paraguayo); “le será concedida la pensión correspondiente a ex Presidente”; “oportunamente le serán devueltos o reconocidos en su valor actual los bienes que tenía al asumir el 1º de Mayo de 1946 la Presidencia de la Nación”. Los puntos 5º y 6º comenzaban a abrir la seria posibilidad de su rehabilitación personal, o dicho de otra manera, le permitirían a Perón concretar uno de sus más grandes deseos: volver a vestir el uniforme del Ejército. Estos puntos decían que “los procesos penales incoados (tenía uno por estupro) quedarán cerrados con la resolución judicial que recaiga sobre los mismos” y que “la rehabilitación cívica del ex Presidente de la Nación importará el reconocimiento de su carácter de tal.” El punto 10º era para Lanusse la frutilla de la torta: "Conjuntamente con el Movimiento Nacional Justicialista seguirá alentando los propósitos de conciliación nacional y de afirmación de una política de recuperación que armonice con los fines del llamado Gran Acuerdo Nacional”.
  Listado que el coronel Cornicelli presentó a Perón

Como se conoce, varios de los puntos ofrecidos en las “Tratativas” fueron cumplidos y eran coincidentes y ampliados con los que la Junta de Comandantes en Jefe instruyó al embajador argentino, brigadier Jorge Rojas Silveyra a tratar con Perón, en agosto de 1971. Pero el morador de Navalmanzano 6, de Puerta de Hierro, no se prestó al juego del Gran Acuerdo. Tras las elecciones del 11 de marzo de 1973, y con el triunfo de la fórmula de Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima, Juan Perón volvió definitivamente a la Argentina.

Entre las primeras decisiones que tomó Cámpora al asumir la Presidencia de la Nación, el 25 de mayo de 1973, estuvo la rehabilitación cívica y militar del ex mandatario constitucional. Tras llegar Perón a Buenos Aires, el 20 de junio de 1973 y luego de dramáticos y agitados días, el comandante en Jefe del Ejército fue a visitarlo, el 10 de julio, a su residencia de la calle Gaspar Campos, en Vicente López. En esa ocasión, el teniente general Jorge Raúl Carcagno llevó en su portafolio los documentos del caso que, entre otros temas, fue tratado. Durante la conversación Perón lo sorprendió cuando le dijo que iba a volver al poder y quería que el Ejército fuera el primero en enterarse. En realidad ya conocían el “golpe de Palacio” que terminaría con Cámpora, entre muy pocos, su círculo íntimo, el ministro de Economía Gelbard, el diputado Raúl Lastiri y Ricardo Balbín.

Horas más tarde, el 11 de julio, se conocía el texto del Decreto 504 del Presidente de la Nación que declaraba “extinguida de pleno derecho la resolución del Tribunal Superior de Honor del 27 de octubre de 1955, aprobada por el Decreto Nro. 2034 del día 31 de igual mes y año, que encuadró al entonces General de Ejército D. Juan Domingo Perón, en lo dispuesto por el número 58 apartado 4º del ex Reglamento de los Tribunales de Honor (RRM 70)”. El texto fue firmado por Cámpora, Ángel Federico Robledo, como Ministro de Defensa, y el teniente general Carcagno.

Como se ha observado muchas veces en la Argentina, nada es definitivo. Jorge Carcagno pasó a retiro en diciembre de 1973 pero tras el golpe contra Isabel Martínez de Perón, las autoridades del Ejército revisaron el proceso que llevó a rehabilitar militarmente a Perón, fallecido desde hacía un lustro, y Jorge Raúl Carcagno se vio obligado a explicarlo por escrito para que saliera en los medios periodísticos (que manejaban las FF.AA.). Así, el 13 de julio de 1979, le dirigió una nota al general Roberto Eduardo Viola “a fin de aclarar las dudas que puedan haber creado recientes noticias periodísticas con respecto a la devolución del grado y uso del uniforme al Teniente General Juan Domingo Perón”.

Carcagno le informó a Viola que “se procedió a dejar sin efecto la Baja” de Perón “por cuanto la misma no estaba encuadrada” en la legislación vigente en 1973. “En tal sentido…no se preveía la baja del militar fundada exclusivamente en la sanción de un Tribunal de Honor, por extrema que ella fuere”. Luego explicó que el Decreto Nro. 504 de 1973 “se encontraba comprendida en los términos de la Ley de Amnistía” que “consideró extinguida la resolución del Tribunal de Honor de pleno derecho”.

Después de Viola asumió la comandancia del Ejército Leopoldo Fortunato Galtieri, con quien Carcagno supo tener una relación más cálida que con sus antecesores Jorge Videla y Viola. Así se observa en una carta que Galtieri le envió el 29 de diciembre de 1979 en la que le dice que se pone “a su disposición, manifestándole que las puertas de mi despacho se encuentran abiertas para recibirlo”.

  Tapa de La Razón informando la visita de Carcagno a Perón

El 22 de agosto de 1980, Carcagno se dirige a Galtieri solicitando “se ponga en conocimiento del personal de la Institución el Informe que se agrega en el Anexo adjunto”. Queda claro que el ex jefe militar todavía era blanco de críticas por su participación en la rehabilitación de la figura de Perón. En esta oportunidad, comienza relatando que ya el año anterior le informó a Viola sobre su participación en la cuestión, pero “ante nuevas y reiteradas declaraciones de conocidos políticos, las que señalan a la Institución como responsable de la decisión a la que hice referencia, solicito al Sr Comandante en Jefe dé a conocer a todo el personal de la misma el Informe que elevo".

En esta oportunidad, Carcagno trata de ser más didáctico pero aclara que en 1973 “por tratarse de un Gobierno Constitucional y atento a lo que prescribe nuestra doctrina de conducción, el Comandante en Jefe no compartía ni delegaba responsabilidades tanto en el campo institucional cuanto en lo político. En consecuencia, suya era la responsabilidad de las resoluciones que adoptaba, sin exclusiones de ninguna naturaleza”.

Luego, en una carilla, vuelve a repetir lo que ya había explicado el año anterior y termina confiando que con lo que acaba de manifestar “queden satisfechas las justas expectativas de los miembros de la Institución y aclarada convenientemente la responsabilidad del suscripto, dejando a salvo la de los restantes integrantes del Ejército”.
  Encabezado de la nota de Galtieri a Jorge Carcago

El 27 de octubre de 1980, Galtieri le respondió a su nota del 22 de agosto, informándole que su nota “fue motivo de tratamiento en la reunión de todos los generales en actividad de la Fuerza, ocurrida en la primera quincena del corriente mes. En dicha reunión, copia de la nota de referencia fue agregada a la documentación entregada a cada participante”.

Luego de siete años, Jorge Raúl Carcagno debió volver a explicar su participación en el levantamiento de la Baja y la autorización del uso del uniforme a Juan Domingo Perón. Todo manifestaba una gran pérdida de tiempo. Y mientras la discusión inútil se llevaba a cabo, el período de la dictadura militar de la Argentina marchaba por otros caminos y los que gobernaban parecían no darse cuenta.

El 9 de octubre de 1980, bajo el título “¿Tiene la Argentina el gobierno que se merece?”, el periodista Manfred Schonfeld, del matutino conservador La Prensa, opinó que “el presidente Videla no parece haberse planteado adecuadamente la ‘profunda gravedad’ del problema de los desaparecidos y que ‘cabría desear que al menos lo hiciera el flamante presidente designado’” (Roberto Viola). Y añadió: “El resultado es un creciente descreimiento, una falta de fe por parte de los estratos más amplios de la población. [...] Hay en estos momentos un escepticismo, un cinismo, particularmente entre la gente joven, como hace tiempo no lo había”. La desazón, especialmente de los jóvenes, aumentó el drenaje de lo que denominó “la fuga de cerebros”. El Washington Post del 29 de octubre informó que diariamente cientos de argentinos se acercan a las oficinas consulares en Buenos Aires interesados en emigrar, en la búsqueda de un país más libre y confortable. “Unos dos millones de argentinos emigraron en las últimas dos décadas. ‘No puedo encontrar trabajo acá’, declaró Juan Fernández, un ingeniero de 30 años, ‘hay muchos ingenieros y la economía es un desquicio. Tengo que vivir con mi madre y llevo más de un año sin trabajar’”.

“El nivel de desempleo”, escribió Kenneth Fredd, “se ubica en un 10 por ciento, en un país donde cualquiera que trabaje una hora semanal es considerado ocupado. Fuentes gremiales estiman que unos dos millones y medio de personas tienen trabajo ocasional u ocupan posiciones donde no trabajan. La inflación se ubica entre las más altas del mundo —150 por ciento— y ha sido de tres dígitos en los últimos seis años”.