sábado, 29 de enero de 2022

Buenos Aires: El nacimiento de su puerto moderno

 

Buenos Aires, la ciudad de los porteños no tuvo puerto hasta poco antes del 1900

Las carretas eran utilizadas para trasladar a los pasajeros hasta el muelle, porque al no haber puerto y ser de gran calado, las embarcaciones no podían acceder tan cerca de la costa.Archivo General de la Nación

Si bien es una ciudad a orillas de un gran estuario, la capital argentina tuvo su primer Muelle de Pasajeros recién en 1855. Los inmigrantes, sin embargo, debía desembarcar en carretas.

Es casi un saber popular: Buenos Aires le da la espalda al Río de la Plata, pero no existiría sin él. Juan de Garay llamó a la ciudad Santísima Trinidad, pero fue su puerto, Nuestra Señora de los Buenos Aires, el que terminó bautizando a la gran urbe. La importancia cabal de ese enclave orillero llegó hasta el mismo gentilicio por el que identificamos a sus habitantes: los porteños, los que viven en el puerto.

La actividad de los muelles no terminó con las carretas, que continuaron descargando mercaderías hasta la construcción del Puerto Madero. Al fondo, el primitivo Hotel de Inmigrantes. Archivo General de la Nación

La historia de su crecimiento no fue simple ni lineal. El período colonial no se caracterizó por impulsar la idea de un puerto en Buenos Aires. Los intereses del Virreinato del Perú no veían con buenos ojos la apertura de una nueva ruta comercial hacia el Atlántico. De hecho, la Corona española prohibió el comercio y la construcción de cualquier tipo de puerto. Sólo los contrabandistas más osados se arrimaban a estas costas.

Recién cuando Buenos Aires se convirtió en la capital de un nuevo virreinato, en 1776, comenzaron a cambiar las cosas, pero transformarla en un puerto marítimo era una tarea muy complicada. El Río de la Plata es extremadamente difícil de navegar, incluso para las embarcaciones modernas, y la tecnología de la época apenas alcanzaba para paliar esta situación.

Muelle de Pasajeros.Gentileza Centro de Arqueología Urbana

Así describía el Mayor Alexander Gillespie –quien participó de la Primera Invasión Inglesa en 1806– la situación portuaria de la ciudad: “Al cruzar a Buenos Aires […] uno desembarca en un muelle de piedra que se adentra considerablemente dentro del agua, construido con mucho costo de trabajo y dinero. La mayoría de los barcos deben anclar a cuatro millas de distancia, por seguridad, a excepción de pequeñas embarcaciones, usadas para transportar la mercadería desde y hacia los barcos hasta la rada”.

El Riachuelo, el único oasis frente a las sudestadas, era de tan difícil acceso que pocos barcos usaban esa opción. Gillespie sentenció, tajante: “Buenos Aires no puede ser llamada un puerto marítimo”.

Si llegar hasta la ciudad era toda una odisea, el desembarco se convertía en una experiencia terrible para los pasajeros. El recién llegado debía subirse a un pequeño bote que lo llevaba hasta unos carretones de ruedas gigantes que se metían cientos de metros río adentro. Desde allí, los carros volvían a la costa con gran trabajo, avanzaban sobre el terreno accidentado, saltando y salpicando a los pobres viajeros y la mercadería, que, muchas veces, se arruinaba en el trayecto.

El muelle no sólo tenía una utilidad práctica. También era un sitio de paseo para los porteños Samuel Boote. Colección César Gotta.

A medida que la ciudad crecía quedaba claro que este sistema era insuficiente, pero la guerra de la Independencia y los conflictos internos frenaron todos los avances. Rivadavia fue el primero en intentar solucionar este problema con la construcción de un puerto, pero el empréstito pedido a la Baring Brothers terminó siendo usado para pagar la guerra del Brasil y con la salida del primer presidente se fue su proyecto.

De cara al mundo

La caída de Rosas trajo una nueva etapa para el país. Las fuerzas políticas que ganaron el poder entendían que los grandes recursos nacionales eran una fuente enorme de riquezas inexplotadas. Sin embargo, era imposible mantener un comercio de gran escala con el mundo si Buenos Aires no modernizaba su principal ruta de acceso: el Río de la Plata.

Hasta la década de 1850, llegar a estas latitudes seguía requiriendo los mismos pasos que en los tiempos de la colonia: del barco a un bote, del bote al carretón y de ahí el camino tortuoso a la costa.

Las dos casetas octogonales del ingreso al muelles son atribuidas a Prilidiano Pueyrredon. Colección César Gotta

El Estado de Buenos Aires, recientemente separado de la Confederación Argentina, aprovechó su monopolio sobre los ingresos aduaneros para comenzar un período de desarrollo amparado en el crecimiento de la obra pública. En 1857 se inauguró el Ferrocarril del Oeste (hoy Ferrocarril Sarmiento), que recorría diez kilómetros y conectaba la actual Plaza Lavalle con el pueblo de Flores: un importante paso a la hora de facilitar la comunicación con el interior y ofrecer un puerto de salida a la mercadería de exportación.

Se fundaron nuevos pueblos, como Chivilcoy, Bragado y Lomas de Zamora, para expandir y asegurar el control sobre el territorio y aprovechar el desarrollo agrícola que comenzaba a crecer. Para 1855 la producción de trigo superaba, por primera vez, la demanda local y abría las posibilidades de exportar el excedente. Surgían así los primeros indicios de lo que sería el modelo agroexportador, futuro motor de la riqueza del país.

Un mapa del antes y después, en el que se aprecian superpuestos, los viejos muelles con su antigua ubicación sobre lo que es el mapa actual. Las avenidas Huergo y Alicia Moreau de Justo son ganadas al río a través del relleno que se realizó en toda la zona.Gentileza Bruno Ivan Correia. Mapa: Santiago Doeyo.

El incremento del flujo comercial aumentó la presión. La demanda de una solución al problema de la infraestructura portuaria era cada vez mayor.

Felizmente, el Estado contaba con fondos y pudo atender esa postergada necesidad. El primer paso fue lanzar un concurso para construir una nueva aduana que reemplazara el viejo edificio que se encontraba en la esquina de las avenidas Paseo Colón y Belgrano.

La Aduana Nueva

El proyecto de la Aduana Nueva fue una de las obras públicas más importantes de su época. El edificio que se proyectó, obra del ingeniero Edward Taylor, era enorme y costó 16 millones de pesos, una fortuna para aquellos tiempos.

El terreno elegido se encontraba detrás del antiguo fuerte (hoy Casa Rosada). Para la construcción de los cimientos fue necesario demoler parte de la muralla y rellenar el terreno, el primer registro que se tiene de este tipo de actividad que más tarde se volvería una costumbre.

Aduana Taylor vista desde el muelle de carga.Samuel Boote. Colección César Gotta

Es posible imaginar el asombro de los habitantes, que probablemente nunca habían visto una construcción de esa escala, mientras observaban el avance de las obras y comenzaba a hacerse evidente la envergadura del proyecto.

El edificio era semicircular, con arcadas que dominaban toda su fachada a lo largo de sus dos pisos. Al frente, una torre de 20 metros de altura era coronada por un faro que era visible a varios kilómetros de distancia y servía como guía para los navegantes. Bajo esa torre, un enorme pórtico era la puerta de ingreso para la mercadería y los pasajeros que llegaban a su muelle, que se adentraba 300 metros y contaba con sistemas de grúas y transporte sobre rieles.

Mientras no hubo puerto, las lavanderas lavaban la ropa en las orillas del río, entre los dos muelles. Archivo General de la Nación

La Aduana Nueva (también conocida como la Aduana de Taylor) llegaba para cumplir un rol que la ciudad necesitaba. Sin embargo, su papel no era meramente utilitario. Esta obra también cumplía un fin simbólico que tenía dos claros destinatarios. En primer lugar, se quería mostrar a los extranjeros que llegaban al país el avance tecnológico y el enorme potencial de la zona para tentarlos a invertir sus capitales en la región.

El segundo destinatario del mensaje era el resto de las provincias, reunidas en la Confederación Argentina, con las que se mantenía una fuerte disputa desde 1852. El progreso económico y material servía para hacer gala de la superioridad de Buenos Aires y como justificación perfecta para demandar la posición privilegiada y de comando que esta quería imponer sobre el resto del país.

El Muelle de Pasajeros

Aunque el muelle de la Aduana Nueva era capaz de recibir pasajeros, las operaciones de carga y descarga de materiales hacían que no fuera aconsejable su uso para esta actividad. Era imperiosa la construcción de un muelle para los viajeros.

La obra recayó también en las capaces manos del ingeniero Taylor. Los trabajos terminaron en septiembre de 1855. El muelle se adentraba 200 metros en el río y, aunque no servía para que atracaran directamente los barcos, era un punto al que podían llegar las pequeñas embarcaciones que realizaban el transbordo de pasajeros y equipaje. Así, los carretones de grandes ruedas comenzaron a quedar obsoletos, aunque la evidencia fotográfica nos muestra que siguieron operando varios años más.

El Muelle de Pasajeros estaba a escasos metros de la estación Central. Las vías pasaban justo por delante. Archivo General de la Nación

Respecto de las imágenes que se conservan, es preciso tener en cuenta que la mayoría es de finales de 1860 y, por lo general, posteriores a 1870 (antes prácticamente eran sólo daguerrotipos), razón por la que gran parte de las fotos del muelle que se ven son las de su última etapa. Una forma de datarlas es observar las estatuas que decoran la salida, junto a las casillas de planta octogonal prefabricadas cuya instalación habría impulsado Prilidiano Pueyrredon: provienen del primitivo edificio del Banco de la Provincia de Buenos Aires, que se inauguró en 1874, en San Martín 173, a una cuadra de la catedral. Decorado con 16 esculturas de mármol (que duraron poco en su sitio original y tuvieron un largo derrotero), hacia 1877 fueron removidas por problemas estructurales y porque oscilaban con el viento. Cuatro de ellas terminaron en la Pirámide de Mayo –retiradas en 1912 y repuestas en 2017– y otras cuatro en el muelle. Cuando el muelle fue demolido, a finales del siglo XIX, las mudaron –junto con otras cuatro que ya estaban ahí– al Asilo de Mendigos de la Recoleta.

En tierra firme

Al concluir sus trámites migratorios, los recién llegados se encontraban en lo que es hoy la avenida Alem, a la altura de Sarmiento, justo frente al edificio que ocupaba la Capitanía del Puerto. Era uno de los enclaves más álgidos de la ciudad: a pocas cuadras de la Plaza Mayor, cerca de los centros comerciales y bancarios y con acceso directo al tranvía que comunicaba con el Ferrocarril del Norte (actual línea Mitre). En 1872 esa vía sería reemplazada por la Estación Central, que duraría hasta 1897, cuando un incendio la destruyó.

El Muelle de Pasajeros se convirtió en la puerta de entrada a Buenos Aires. Por allí llegaron casi todos los viajantes y se registraron grandes eventos, como el desembarco de las tropas de la Guardia Nacional, tras su victoria en Pavón, o el recibimiento de los restos de Sarmiento cuando fueron traídos desde Paraguay.

Las dos casetas octogonales del ingreso al muelles son atribuidas a Prilidiano Pueyrredon. Colección César Gotta

Fue Sarmiento quien dijo, en su discurso durante la inauguración de la obra, las siguientes palabras: “El muelle es la mano que avanza Buenos Aires hacia el río para recibir la civilización que nos envía el mundo en esas naves”.

La construcción de la Aduana y el Muelle de Pasajeros no era sólo una obra material enfocada en el movimiento de mercancías, sino una gesta intelectual que servía de puntapié inicial de un nuevo proyecto de país que culminaría en la obra de la Generación del 80.

Las Catalinas

Cuando se nombran los muelles de Buenos Aires, se evoca el de la Aduana de Taylor y el de Pasajeros, pero el de “Las Catalinas” suele pasar inadvertido, quizás porque su construcción fue más tardía y porque no atrajo la lente de los fotógrafos.

Depósito y muelle de las Catalinas.Archivo General de la Nación. Cortesía Ediciones de la Antorcha

Este muelle se construyó hacia finales de la década de 1870 por orden de Francisco Seeber, que más tarde sería el cuarto intendente de Buenos Aires. La idea detrás de este proyecto era la de convertir la zona de Las Catalinas (llamada así por su proximidad con la iglesia de Santa Catalina) en un polo aduanero que absorbiera parte del incesante flujo comercial, dado que la capacidad de la Aduana Nueva estaba casi desbordada.

El proyecto fue un éxito rotundo y pronto la empresa se encontró comprando terrenos en La Boca para construir depósitos. Esa zona estaba en pleno auge comercial y se estaba volviendo el principal foco portuario gracias a las obras del Riachuelo, a cargo del ingeniero Huergo. Así fue como nació la distinción entre Catalinas Norte –los primeros terrenos comprados por Seeber en Retiro– y Catalinas Sur, que utilizamos hasta hoy.

Quizás el evento más importante para este muelle haya ocurrido el 28 de mayo de 1880, cuando el humilde vapor “Telita” desembarcó los restos del General San Martín que llegaban desde Francia, en lo que fue su último viaje, de camino a la cripta que lo esperaba en la Catedral Metropolitana.

De los muelles al puerto

En el momento que comenzaron a ser construidos, la Aduana y el Muelle de Pasajeros fueron enormes avances tecnológicos. En unos pocos años, la ciudad estuvo lista –por fin– para aprovechar el incipiente desarrollo comercial y agrícola. Pero el crecimiento fue acelerado y la infraestructura construida pronto resultó insuficiente.

Con poco más de tres décadas en funcionamiento, lo que fue moderno y de punta se volvió obsoleto. A esto hubo que sumar que la estética arquitectónica que enamoraba a los porteños había cambiado. Si la Aduana había aparecido imponente en sus primeros días, la moda ya la declaraba vetusta, pesada y poco agraciada. A todo esto, hay que agregar que las inclemencias del tiempo habían ejercido ya su buena cuota de desgaste sobre los materiales. Con todo, hacia 1880, la Aduana ya no gustaba y, para empeorar las cosas, había quedado chica, víctima de su propio éxito. Buenos Aires ya no podía seguir dependiendo de unos pocos muelles: se requería un puerto que eliminara la necesidad de transbordar las mercaderías a embarcaciones menores.

Por años se sucedieron los proyectos, se multiplicaron las discusiones y se cultivaron profundas disputas en torno a la obra enorme que se estaba planteando. Al final, se alzó vencedor Eduardo Madero, quien impuso su sistema de esclusas y diques, importado de Inglaterra.

La inauguración de las obras selló el destino de los muelles. El nuevo puerto se construiría justo frente a la antigua costa. Lentamente, con el avance de las obras, comenzó el desmantelamiento de aquellas estructuras que tan noblemente habían servido al país. Primero desapareció el muelle de la Aduana, que fue demolida poco tiempo después. De su memoria no quedó casi nada, lo único que sobrevivió fue su patio de maniobras, enterrado por cien años hasta que fue excavado en la década de 1980, y pasó a ser parte del Museo de la Casa Rosada.

El Muelle de Pasajeros y el de las Catalinas fueron desensamblados sin ninguna pompa. No se conservan registros fotográficos de su desaparición. Hoy sólo se guardan, en el Museo de la Ciudad, las puntas de los pilotes que sostenían la estructura, descubiertos durante las excavaciones para un estacionamiento frente al antiguo edificio del Correo Central.

Para 1890 ya no quedaba rastro de aquellas estructuras. Fugaces, nacieron y desaparecieron muy rápidamente, pero no sin dejar de servir como el primer catalizador de la riqueza y el desarrollo de esta nación.



viernes, 28 de enero de 2022

SGM: El soldado que escapó de Dunkerke y vivió para contarlo

El soldado que sobrevivió solo en Dunkerque durante cuatro meses.

War History Online

  Tropas evacuadas de un destructor a punto de atracar en Dover, 31 de mayo de 1940. (Crédito de la foto: dominio público)

Durante mayo y junio de 1940, se llevó a cabo una importante evacuación de tropas aliadas en las playas de Dunkerque. Conocida como Operación Dynamo, una armada de embarcaciones militares y civiles cruzó el Canal de la Mancha y evacuó con éxito a 340.000 soldados.

Sin embargo, no fue un paseo por el parque. La Fuerza Expedicionaria Británica había dejado atrás cientos de miles de toneladas de equipos, vehículos y suministros, y los esfuerzos de evacuación fueron continuamente acosados ​​por los ataques aéreos alemanes, cobrando la vida de muchas tropas aliadas.

Además, aunque muchos escaparon, los alemanes lograron capturar una gran cantidad de prisioneros, aproximadamente uno por cada siete fugitivos de Dunkerque.

Bill Lacey

 
El BEF es evacuado de Dunkerque. Junio ​​de 1940 (Foto de © CORBIS / Corbis a través de Getty Images)

Un miembro de la BEF atrapado en las frenéticas actividades respaldadas contra el Canal fue Bill Lacey, de 20 años. Lacey era un fusilero en el Regimiento de Gloucestershire y, como miles de personas, estaba tratando de conseguir que lo llevaran a casa. Lamentablemente, las cosas para él no serían tan sencillas.

Lacey había logrado subir a un bote de evacuación, pero cuando un hombre herido subió a bordo, le dio su espacio. Saltó del bote y se dirigió de regreso a la orilla, viendo como su boleto a casa se alejaba flotando.

Antes de la evacuación, Lacey ya había luchado y escapado de la muerte en algunas ocasiones. Incluso había matado a un soldado alemán con su bayoneta. Pero en la playa de Dunkerque, sin camino a casa, sabía que estaba en problemas.

Cuando partieron los últimos botes, las tropas alemanas comenzaron a desbordarse hacia la playa, matando o capturando a los rezagados restantes. En una decisión en una fracción de segundo, Lacey decidió que sus mejores posibilidades de supervivencia eran correr.

Según un artículo del Mirror , Lacey dijo sobre sus acciones en ese momento: “Pude ver tropas alemanas llegando a la playa, así que corrí en la dirección opuesta, hacia la carretera, luego crucé hacia un bosque. Mi único plan era ir hacia el sur con la esperanza de encontrar tropas británicas allí ".

Se internó en lo profundo del bosque y descartó su arma, ya que creía que habrían sido de poca utilidad. Consciente de que deambular por la campiña francesa con un uniforme del ejército británico no era muy prudente, Lacey lo tiró y robó ropa de civil.

Después de su fuga, la prioridad de Lacey se convirtió en la supervivencia.

Tenía que mezclarse con la población rural francesa y mantenerse fuera de la vista siempre que fuera posible. Si un local interactuaba con él, simplemente asintió. Obtuvo alimentos de cualquier lugar donde pudiera encontrarlos, como casas y directamente de la tierra, y bebió de los arroyos.

Lacey dominó la habilidad de irrumpir en las casas de las personas y tomar lo que pudiera.

“Descubrí que en el campo nadie tenía cerraduras en las puertas de la cocina. Solo tenías que tener mucho cuidado, porque los pesados ​​pestillos que usaban los franceses hicieron un ruido terrible al abrirse ". Dijo Lacey. “Tendría que congelarme en la oscuridad, esperando saber si había despertado a alguien. Luego agarraba lo que podía (pan, queso, leche, cualquier cosa que se horneara en el horno) y corría a por ello ".

Si bien esto ayudó, su lucha por la supervivencia pasó factura a su cuerpo y su peso cayó a unas 100 libras (siete piedras).

“A veces pasaba días sin comer”, explicó. “Una vez encontré lo que pensé que era una lata de carne. Cuando lo abrí a la fuerza, solo era margarina . En ese momento, comencé a llorar. Quizás ese fue mi punto más bajo. Pero pasó. Esparcí la margarina sobre un puñado de paja y me la comí ".

Solo moviéndose de noche, evitó por poco las patrullas alemanas. En una ocasión, un perro rastreador alemán descubrió a Lacey debajo de un montón de hojas. Afortunadamente, los cuidadores del perro ignoraron su curiosidad el tiempo suficiente para que se aburriera y se alejara.

Después de cuatro duros meses de supervivencia y bajo el constante temor de ser capturados, Lacey descubrió un pequeño barco pesquero amarrado en la costa francesa. Se crió en una ciudad costera de Devon, por lo que apoderarse de un barco era una opción válida. Una vez que llegó la oscuridad, subió al barco y zarpó hacia Inglaterra.

Al amanecer, Lacy llegó a la costa inglesa cerca de Dover. Lo había logrado.

El soldado frágil y extremadamente bajo de peso fue descubierto y arrestado. En una base militar, Lacey explicó su historia, pero es comprensible que los oficiales de inteligencia no creyeran en sus afirmaciones. No fue hasta que leyeron los periódicos franceses de la zona que detallaban a un misterioso soldado extranjero moviéndose por el campo y robando que finalmente creyeron su historia.

No solo le creyeron, sino que también quedaron muy impresionados por sus historias de supervivencia y le ofrecieron un puesto en las Fuerzas Especiales. Permanecería en el ejército hasta la década de 1950.

Bill Lacey, el último hombre que salió de Dunkerque, murió en 2011 a la edad de 91 años.

jueves, 27 de enero de 2022

Comunismo: Una visión soviética de los derechos del campesinado en los 20-30s

El campesinado soviético de los años 20-30: de trágico a ridículo

Revista Militar



Los campesinos están inscritos en la finca colectiva ...


"Ya fuera agricultor o pastor, o trabajando en el desierto,
todos, al ser capturados, fueron sometidos a este destino inevitable ..."
Libro de la Sabiduría de Salomón, 17:16


Historia del estado y derecho soviéticos. La publicación de materiales de los archivos de la NKVD sobre la vida de los agricultores colectivos soviéticos, como siempre, provocó una reacción ambigua por parte del público lector de VO.

Lo curioso es que estos cuatro volúmenes se pueden leer en Internet hoy en día. Pero solo una persona los leyó , aunque casi todos los que visitan VO declaran estar “interesados ​​en la historia del estado ruso”. Están interesados, pero no leen el PSRL, no leen colecciones de documentos del RGVA, no se habla de los periódicos soviéticos de esa época, pero de ellos se esparce "conocimiento".

Muchos se refieren a sus antepasados, pero esta no es la fuente. Algunos lo tienen con un signo más, otros tienen un signo menos. La fuente es un documento, miles, millones de hojas de originales, que se almacenan en los archivos. O al menos las revistas Rodina y Voprosy istorii. Pero durante los siete años de mi estadía en VO, solo una (!) Persona escribió que lee esta revista. Y nuestros lectores ni siquiera conocen la revista "Historia del Estado y el Derecho", a pesar de su "genial" educación soviética.

También con archivos. “Nuestra gente” no va allí, y si lo hace, es en busca de genealogías. No tenemos una cultura del conocimiento histórico, por desgracia, hasta ahora. Y también necesitas poder "estar interesado en la historia".

Por ejemplo, está interesado en el tema de la historia de BTT y toma y lee todos los libros sobre él desde 1980 hasta 1991. Tanto en ruso como en inglés. Y como resultado, aprendes tanto de él que este conocimiento es suficiente para publicar tu propia revista. Y lo mismo ocurre con cualquier otro tema.

¿Y en el fin?

El resultado es una conversación entre el vidente y el oyente con el ciego y el sordo, que a priori rechaza todo lo que va más allá de su ceguera y sordera. Aunque en VO y no todos son así. Hay muchas personas que, si no saben nada, no persisten en su ignorancia, sino que intentan expandir los límites de su conciencia, habiendo recibido información de los materiales de VO.

Sin embargo, sea como sea, seguimos publicando materiales sobre la historia del campo soviético en las décadas de 1920 y 1930.


Pueblo soviético 1920-1930
Comencemos con las estadísticas: en la Rusia europea, la población ha disminuido de 72 millones de personas. en 1914 a 66 millones en 1920. Y la disminución de la población en su conjunto en toda la Unión Soviética en 1915-1923 se estima en 25-29 millones de personas. La proporción de hombres jóvenes asesinados fue desproporcionadamente alta y es comprensible por qué.

Esto influyó mucho en la proporción de hombres y mujeres en el campo, y aquí es incluso más fuerte que en la ciudad. Así, en 1920, en cuarenta y cinco provincias de la Rusia europea, había 230 mujeres por cada 100 hombres en el grupo de edad de 19 a 29 años.

La desmovilización no cambió mucho la situación, ya que la mayoría de los soldados desmovilizados del Ejército Rojo se asentaron en las ciudades. De modo que incluso seis años después, en las aldeas de la parte europea de Rusia, entre la población de entre 25 y 35 años, todavía había 129 mujeres por cada 100 hombres.

Hubo grandes pérdidas de personas, pero también hubo grandes pérdidas de ganado, especialmente caballos, que en tiempos de guerra fueron requisados ​​a la caballería. Como resultado, el número de caballos disminuyó de 34 millones en 1916 a 23 millones en 1923 y no alcanzó el nivel de antes de la guerra ni siquiera al comienzo de la colectivización. En 1922, más de un tercio de las familias campesinas de la RSFSR no tenían ningún animal de tiro.

Junto con los problemas económicos, también hubo serios problemas en la esfera espiritual. Ya ha habido un artículo sobre la eliminación del analfabetismo aquí en VO.

Pero, ¿cuál era la situación en las nuevas condiciones con la creencia tradicional en Dios?

En 1923, el XII Congreso del Partido destacó especialmente, refiriéndose al mismo tiempo a la opinión de los campesinos, que no se debe permitir ofender los sentimientos de los creyentes, y más aún la burla de su fe. Las "aficiones del Komsomol relacionadas con el cierre de iglesias" fueron condenadas por el Congreso como una inclinación de izquierda. Al año siguiente, en el XIII Congreso del Partido, se volvió a decir que “los intentos de combatir los prejuicios religiosos con medidas administrativas (como el cierre de iglesias, mezquitas, sinagogas, lugares de culto, iglesias, etc.) son inaceptables. Sin embargo, inaceptable, el proceso se estaba llevando a cabo a continuación. Las iglesias se cerraron y esta dinámica ganó impulso lenta pero seguramente.

En cuanto a la propia Iglesia ortodoxa, en el período posrevolucionario, como saben, se vio privada de su posición como iglesia estatal, de la mayor parte de sus propiedades y sufrió la incertidumbre sobre su propio mañana y los conflictos internos. El patriarca Tikhon, el primer patriarca elegido en doscientos años, enfrentó enormes dificultades. No solo tenía que administrar los asuntos de la iglesia, sino también establecer relaciones con el nuevo gobierno.

Y las autoridades no se mantuvieron en ceremonia con la iglesia. En 1922, le quitaron las propiedades de la iglesia (oro, plata y piedras preciosas) para ayudar a la región hambrienta del Volga. Naturalmente, esto despertó la indignación de los eclesiásticos, y el rebaño se enfrentó a este paso de manera ambigua. Además, la iglesia se dividió en dos campos: seguidores de Tikhon y partidarios de la "iglesia viviente". El propio Tikhon fue arrestado y tuvo que firmar un compromiso declarando que renunciaría a cualquier actividad antisoviética.

Pero, ¿cómo afectó todo esto al campesinado?

Es muy simple. Tradicionalmente, los párrocos que vivían entre los campesinos recibían poco o ningún apoyo económico de la iglesia. Por lo tanto, vivían de lo que los feligreses les daban, principalmente del pago por los servicios. El clero del campo era indiferente a la rivalidad entre los tijonitas y la "iglesia viva", ya que estaban lejos de la cima, pero tenían muchos problemas propios.

El hecho es que los consejos de las aldeas a menudo les quitaban las tierras y las casas a los sacerdotes porque, dicen, son parásitos, “viven de ingresos no ganados”, por lo tanto, no tienen derechos sobre ellos. No es de extrañar que durante la Guerra Civil, los sacerdotes en masa huyeron a los blancos, y los que se quedaron muchas veces renunciaron a su dignidad y fueron nombrados maestros, fueron a los secretarios de los consejos de aldea, se convirtieron en empleados rurales, periodistas (!), Promovieron el ateísmo ( !), Se dedicaban a la agricultura e incluso a la carpintería. Se conoce al menos a un sacerdote de la aldea que dirigió el club de teatro e incluso actuó en el escenario, y sus papeles más favoritos eran los sacerdotes, a quienes (¡bueno, por supuesto!), Él interpretó simplemente de manera magistral.

Es bien sabido que en el folclore ruso, los sacerdotes estaban dotados de muchas características negativas. El sacerdote fue retratado como un cascarrabias, un holgazán y un borracho. Aunque, por supuesto, esto estaba lejos de ser el caso.

Mientras tanto, los campesinos que se trasladaron a las ciudades durante la industrialización, al igual que los campesinos de Europa occidental, perdieron rápidamente su piedad allí, que con mayor frecuencia se expresó en el hecho de que dejaron de observar los ritos de la iglesia. Incluso antes de la revolución, el gobierno recibió muchas quejas de que los costos de mantener a los párrocos crecían sin un retorno positivo, que exigían tarifas exorbitantes para bautizos, bodas y funerales.

Como resultado, surgió la siguiente situación, que uno de los clérigos describió de la siguiente manera: "Las personas que han estado en ciudades y fábricas tratan la religión con frialdad e incluso con hostilidad". Lo mismo se observó en la URSS. Aumentó la movilidad de la población campesina, aumentó el papel de los trabajadores migrantes, pero al mismo tiempo, se inició un declive del sentimiento religioso entre la masa de la población poscampesina.

Aunque también sucedió que la comunidad ayudó a un sacerdote respetado por ella. Se le dio una parcela de tierra o se le ayudó a cultivarla. En una de las aldeas, con toda la indiferencia hacia la religión, sus habitantes “alimentaron a 8 personas al servicio de la iglesia, y no pudieron alimentar a un niño maestro”, es decir, un maestro, aunque manifestaron que entendían la importancia de la educación escolar. .

Pero esto es especialmente interesante: a fines de la década de 1920, dos tipos de gastos agobiaban más a la familia campesina promedio. Esto es ... vodka y pago al sacerdote por realizar varios rituales. Es decir, el rechazo a la religión permitió a los campesinos dejar más dinero en su finca.

Un indicador de que en la década de 1920 los campesinos entendieron esto fue la expansión de los matrimonios civiles y los divorcios. La mayoría de las parejas de campesinos, por supuesto, como antes, todavía se casaban en la iglesia, pero los matrimonios fuera de la iglesia se convirtieron en un "hecho común", al menos en la zona de la tierra no negra de la Rusia europea. Y lo que es más curioso: los campesinos fueron amables con aquellos que eligieron tal matrimonio como una pintura en el consejo del pueblo. Algunos campesinos, especialmente los jóvenes, se declararon ateos y no fueron intimidados ni condenados al ostracismo.

Algunos jóvenes, especialmente los que regresaban del ejército, aceptaron casarse en la iglesia ante la insistencia de sus padres, quienes les pidieron ser "respetados". Pero, habiéndose casado, ya no iban a la iglesia, ya que no sentían ninguna necesidad espiritual por esto. Aquí están las ancianas, ésas, sí, solían mantenerse firmes en la fe y muy a menudo defendían las iglesias con un "escudo humano" cuando llegaban a cerrarlas para convertirlas en club o almacén de cereales.

Entonces, en la aldea soviética de la década de 1920, hubo un agudo conflicto de generaciones, especialmente en las provincias de la Región de la Tierra No Negra con una industria desarrollada. Los jóvenes no querían usar un disfraz de pueblo viejo, considerándolo un símbolo del atraso secular. Un traje militar o paramilitar era popular entre los hombres, lo que también se debía al hecho de que muchos campesinos conservaban uniformes de la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil, así como existencias de tejidos de uniforme. Así que los muchachos adolescentes estaban terriblemente celosos de los ex soldados, los activistas rurales, los miembros del Komsomol con ese "vestido".

Al mismo tiempo, el último sueño para ellos era vestirse con un abrigo del ejército o una Budenovka de sacerdote. Pues bien, las muchachas del campo, para gran horror de sus madres, empezaron a usar cosméticos: polvos y rubor. Por ejemplo, en el cuento "Jack-Vosmerkin - Americano" de Nikolai Smirnov, su hermana aparece en el pueblo bajo un paraguas y con guantes, lo que provoca la envidia feroz de sus amigos, y también intenta fumar los puros de su hermano, pero ella madre la atrapó y la azotó por esto. El tango y el foxtrot, incluso en el campo, están comenzando a suplantar a las danzas folclóricas tradicionales, aunque los viejos hablan de ellas como "vergüenza".

Y aquí está la opinión de un estudiante de etnografía, expresada por él en 1923 sobre su pueblo natal cerca de Volokolamsk, no lejos de Moscú:


“Los viejos son tontos. Se rompen, se rompen, pero todo es nada. No tienen nada más que hacer que arar. De todos modos, no hay ningún lugar adonde ir ". ¿Y los jóvenes? ¿Qué querían ellos? Y querían esto: “Corre, corre más rápido. En algún lugar, solo para correr: ya sea a las fábricas, al ejército, a los cursos para oficiales al mando, de todos modos. ¡Ojalá pudiera vivir como un pájaro libre! "
Ahora los hijos, las hijas con menos frecuencia, ya se negaban resueltamente a llevar la cruz (aunque no todos y no en todas partes), aunque las madres, e incluso los padres, los regañaban y les rogaban que cambiaran de opinión.

Existe un punto de vista de que la negación de la religión en el campo tenía profundas raíces históricas, y que la burla del clero, así como el desprecio por la religión, no fue introducida en la aldea por activistas de la ciudad, comunistas y miembros del Komsomol, sino que estuvo latente en ella, al menos, dos siglos.

Aquí vale la pena recordar al menos el mismo A.S. Pushkin y algunas de sus obras, que son claramente de naturaleza antirreligiosa. Por el contrario, los revolucionarios marxistas simplemente recogieron la actitud de los campesinos hacia los sacerdotes y la fe que prevalecía en las masas y la pusieron a su servicio. Por cierto, los estudios lingüísticos realizados con el objetivo de averiguar qué tan profundamente los campesinos entienden el vocabulario de la nueva vida soviética, han demostrado que, por ejemplo, una palabra como "comunista" significaba muy a menudo para ellos alguien que no cree en Dios, y de ninguna manera un luchador por el brillante futuro de toda la humanidad.

Pues bien, con el inicio de la industrialización, también se realizó una empresa en todo el país para fundir campanas de iglesia en metal para fábricas.

Se quitaron las campanas y se enviaron para su reelaboración. Al mismo tiempo, los íconos de la iglesia se quemaron al mismo tiempo, porque si la iglesia está sin campanas, tampoco necesita íconos. Y en Donbass, en Gorlovka, en 1929, hubo un episodio en el que en una plaza de la ciudad, en un ambiente solemne, se quemaron simultáneamente 4.000 iconos traídos de diferentes iglesias. Al mismo tiempo, la multitud de mineros alegres y bailando contaba, según estimaciones, entre 15.000 y 18.000 personas.


PD

Sobre el tema de la vida sociopolítica y espiritual de los campesinos de la aldea soviética de los años 20 del siglo XX, se han defendido en nuestro país muchas disertaciones interesantes para el grado de candidato y doctor en ciencias históricas. En Internet, si lo desea, los lectores de VO pueden encontrar muchas obras similares.

Entre tanto, vale la pena limitarnos a estos estudios:
  1. "Visiones sociopolíticas del campesinado del pueblo norte en los años 20 del siglo XX": tema de la disertación y resumen de la Comisión Superior de Certificación de la Federación de Rusia 07.00.02, Candidata de Ciencias Históricas Eremina, Elena Viktorovna, 2007, Syktyvkar.
  2. "Psicología social del campesinado de los Urales en el período de colectivización continua: 1929-1933": tema de la disertación y resumen de la Comisión Superior de Certificación de la Federación de Rusia 07.00.02, Candidata de Ciencias Históricas Serebryakova, Irina Gennadevna, 2006, Ekaterimburgo.
  3. "Estado de ánimo social y político del campesinado en 1921-1927: sobre los materiales de la provincia de Ryazan": el tema de la disertación y el resumen de la Comisión Superior de Certificación de la Federación de Rusia 07.00.02, candidato de ciencias históricas Mitrokhin , Andrey Vladimirovich, 2012, Moscú.

miércoles, 26 de enero de 2022

Caída de Berlin: El rodeo del 9° Ejército Alemán

El rodeo del 9° Ejército alemán

Weapons and Warfare

 


21 DE ABRIL DE 1945

La oportuna llegada del 28. ° Ejército del Teniente General AA Luchinsky desde el 2. ° Frente de Bielorrusia en la noche del 20 de abril permitió a Koniev llenar el vacío entre el 3. ° Ejército de Tanques de la Guardia que avanzaba sobre Berlín y el 3. ° Ejército de la Guardia que asediaba Cottbus y se enfrentaba al V Cuerpo alemán. más allá hasta el noroeste hasta Baruth. Por lo tanto, asignó al 28.º Ejército todo su transporte disponible con instrucciones de enviar una división, la 61.ª División de Fusileros de la Guardia, en apoyo del 3.º Ejército de Tanques de la Guardia, y desplegar otras dos divisiones de fusileros en los bosques alrededor de Baruth para la tarde del 21. Abril. El resto del ejército debía desplegarse entre Zossen y Baruth el 23 de abril. Esta fuerza de protección debía bloquear las rutas de salida del 9º Ejército con fuertes defensas contra los tanques y la infantería para frustrar cualquier posible fuga hacia el oeste o el suroeste.

Baruth, el punto de tráfico nodal en el flujo este-oeste del Baruther Urstromtal (valle glaciar) con sus pantanos y arroyos, fue reconocido como el punto de salida crítico para una fuga alemana del Spreewald.

Por mucho que le hubiera gustado concentrarse en Berlín, Koniev tenía otras responsabilidades urgentes, como describió:

La dificultad de mi posición, como comandante del frente, era que las operaciones se desarrollaban simultáneamente en varias direcciones y cada una de estas direcciones requería atención y supervisión. La lucha por Cottbus todavía continuaba en el norte, mientras que en el centro, después de la liquidación del área de resistencia de Spremberg, nuestras tropas avanzaban confiadas hacia Berlín y el Elba. En nuestro flanco izquierdo, sin embargo, en dirección a Dresde, todavía estábamos pasando por un momento difícil, y esto me distrajo mucho de nuestro ataque principal.

Koniev también fue responsable del asedio del 6.º Ejército a Breslau por su retaguardia, pero allí podía instar a la moderación. También envió a su Jefe de Estado Mayor, el General Petrov, para que se ocupara de sus problemas en el flanco sur.



Al anochecer, los elementos principales del 3.er Ejército de Tanques de la Guardia se habían acercado a las secciones exteriores del Área de Defensa de Berlín, y algunos de sus exploradores llegaron a Königs Wusterhausen desde el sur, completando así efectivamente el cerco del 9.º Ejército alemán. Aunque, como estaban al otro lado del complejo acuático del 8º Ejército de Guardias del Coronel General Chuikov, las tropas de los dos frentes soviéticos no se dieron cuenta de su proximidad entre sí.

Mientras tanto, el 5.º Cuerpo Mecanizado de Guardias del 4.º Ejército de Tanques de la Guardia continuó fuertemente comprometido en el área de Jüterbog. La vanguardia de la 10.ª Brigada Mecanizada de Guardias, después de pasar por alto la ciudad a través de los bosques hacia el norte durante la noche, alcanzó el perímetro norte de Altes Lager al amanecer y fue recibida por fuego de cañones antitanque, SPG e infantería armada con Panzerfaust. que pronto se vieron reforzados por la llegada de una tropa de tanques procedente de Treuenbrietzen. El comandante de brigada, el coronel VN Buslaiev, envió entonces al 51.er Regimiento de Tanques de la Guardia para asegurar el flanco derecho en el área de Niebel-Treuenbrietzen, mientras que el cuerpo principal se enfrentaba a las defensas de Altes Lager. Estos fueron invadidos al final de la mañana con las reclamaciones soviéticas de cuatro tanques alemanes y dos vehículos blindados de transporte de personal (APC) destruidos.Luego se descubrieron algunos grandes campos cercanos que contenían prisioneros de guerra y trabajadores forzados de Rusia, Polonia y Francia.

Las unidades locales de Volkssturm, que se habían desplegado en defensa de Treuenbrietzen la noche anterior, se disolvieron en la mañana del 21 de abril, dejando abiertas y sin vigilancia las barreras antitanques de la ciudad. El primero de los tanques del 51.º Regimiento de Tanques de la Guardia llegó a las 17.00 horas y, a las 19.00 horas, doce habían atravesado la ciudad en dirección a Wittenberg con aproximadamente una compañía de infantería a bordo. Los habitantes esperaban tropas estadounidenses, no rusas, y algunos ya habían colgado banderas estadounidenses en sus ventanas, pero pronto fueron reemplazadas por banderas blancas cuando los lugareños se dieron cuenta de la identidad de los intrusos. Algunos elementos de la División Friedrich Ludwig Jahn, que estaban en la ciudad, se retiraron apresuradamente a las afueras del oeste después de perder un SPG y luego fueron atacados por la artillería soviética y el fuego de mortero. Luego montaron un contraataque.



Mientras esto sucedía, otra parte del 51º Regimiento de Tanques de la Guardia del teniente coronel EI Grebennikov tomó Niebel sin pelear esa tarde después de haber pasado por alto Treuenbreitzen hacia el este.

Sobre la línea de avance del 3.er Ejército de Tanques de la Guardia el 21 de abril de 1945, tenemos este relato de Willi Klär, de Kummersdorf Gut, donde se encontraban los principales polígonos de prueba de artillería del ejército alemán. El complejo incluía cuarteles, talleres, tiendas, un complejo secreto de laboratorio de investigación de guerra química y atómica, su propia estación de tren y apartaderos, así como algunos alojamientos militares y civiles. Sin embargo, además de las familias de militares que vivían en el lugar, la mayoría de los civiles empleados aquí vivían en el pueblo principal, un nuevo asentamiento resultante del aumento de la actividad derivado de la expansión militar de Hitler y ubicado a un kilómetro al noreste de la carretera de Sperenberg. . (Esto no debe confundirse con el pueblo principal de Kummersdorf, que se encuentra inmediatamente más allá de Sperenberg, varios kilómetros al norte de la instalación militar,aunque 'Kummersdorf' para la mayoría de los soldados alemanes significaba los campos de Kummersdorf Gut.)

Nuestro pueblo se salvó de los bombardeos de Berlín. Solo una vez cayó una mina aérea cerca del paso a nivel del ferrocarril cerca del pueblo de Schönefeld y algunas bombas incendiarias cayeron entre la torre de agua, la huerta, el cuartel y nuestro pueblo, pero causaron pocos daños. La aeronave procedía de la dirección de Luckenwalde, donde habían arrojado algunas bombas. Una casa y siete graneros fueron incendiados en el pueblo cercano de Horstwalde por bombas incendiarias lanzadas por el mismo avión.

No había instalaciones adecuadas de refugio antiaéreo para quienes vivían en el pueblo o cerca de los campos, solo los sótanos de sus casas y algunas trincheras cubiertas con losas de concreto y arena. Había uno frente a la residencia de ancianos. Las constantes alertas aéreas eran espantosas y dejaban exhausta a la gente, poniendo los nervios de punta.

El 20 de abril de 1945, todos los hombres y jóvenes que aún quedaban en el pueblo fueron reunidos para detener el avance del Ejército Rojo, que ya había llegado a Baruth. Durante la noche del 20 al 21 de abril, la Volkssturm tuvo que cavar trincheras en el terreno despejado más allá de Lindestrasse, Birkenallee y Am Ring. Se suponía que debían detener los tanques con sus rifles.

Los soldados se desplegaron en los campos de tiro desde la cabaña del guardabosques, donde se encontraba el puesto de mando, a lo largo de la carretera principal a Schönefeld. Los primeros tanques enemigos se acercaron al Königsgraben en la carretera de Horstwalde temprano en la mañana del 21 de abril.

Un tanque Tiger sin motor y un cañón antitanque de 75 mm se habían desplegado en defensa del puente sobre el Königsgraben pero, después de un breve intercambio de disparos, las tripulaciones los abandonaron ante la abrumadora cantidad de enemigos.

Ninguna de las armas modernas que se están probando en los polígonos se puso en uso el 21 de abril, o nuestras pérdidas habrían sido aún mayores.

Los soldados desplegados en los campos también abandonaron sus posiciones tras un breve intercambio de disparos. La mayoría de los habitantes locales que se habían desplegado en la defensa fuera del pueblo fueron capturados. Algunos murieron como héroes y unos pocos pudieron escapar, retirándose al Elba, solo para regresar a casa unas semanas después exhaustos y medio muertos de hambre.

Algunos de los almacenes de municiones volaron cuando se acercó el Ejército Rojo el 21 de abril, al igual que los dos puentes ferroviarios industriales sobre la línea principal a Sperenberg y el puente ferroviario industrial sobre la carretera principal a Sperenberg, para controlar el avance.

Tres jóvenes, una mujer joven y cuatro hombres mayores de edad militar normal murieron durante los combates del 21 de abril. La mayoría de las mujeres y los niños ya habían huido la tarde del 20 de abril, o en la madrugada del 21 de abril, al búnker de observación en la cordillera este y permanecieron allí durante unos días, regresando a sus hogares una vez que las cosas se calmaron. .

Las órdenes de Hitler para el 9. ° Ejército, que recibió Heinrici a las 17.20 horas, eran mantener la línea defensiva existente desde Cottbus hasta Fürstenberg, y desde allí curvarla de regreso a través de Müllrose hasta Fürstenwalde. Al mismo tiempo, se establecería un frente fuerte entre Königs Wusterhausen y Cottbus, desde el cual se realizarían ataques repetidos, vigorosos y coordinados, en cooperación con el 12º Ejército, en el flanco profundo de las fuerzas soviéticas que atacaban Berlín desde el sur.

La concentración de Spreewald del general Busse ahora se convirtió en un foco de atención las 24 horas del día para el mariscal en jefe del aire AA Novikov, quien dedicó una gran parte de los recursos de sus ejércitos aéreos 2, 16 y 18 al hostigamiento del bolsillo del ejército 9, con tantos como 60 a 100 aviones en acción a la vez.

o jalarlos en el tipo de carro de mano de cuatro ruedas entonces común en los hogares alemanes para transportar cargas pesadas. Los refugiados eran principalmente mujeres, niños y ancianos, todos los hombres capaces en edad militar habían sido incorporados a las fuerzas armadas hacía mucho tiempo, y todos los demás hasta la edad de 60 años habían sido reclutados más recientemente en el Volkssturm.

En febrero de 1945, las autoridades del Partido Nazi habían establecido un sistema para pasar a estos refugiados, permitiéndoles pasar la noche en las aldeas en su ruta pero haciendo que se fueran a las 10:00 horas del día siguiente, solo aquellos que habían caído enfermos podían permanecer. . La propia Halbe alojaba a unos 1.000 refugiados por noche. Parece que un gran número de los que no tenían parientes a los que dirigirse, o que habían optado por no dejar su destino en manos de las autoridades, habían decidido acampar en la relativa seguridad del Spreewald.

Con el colapso del frente del 9º Ejército, el número de refugiados existentes aumentó considerablemente por aquellos que huían de sus hogares del área de Fürstenwalde-Frankfurt-Cottbus cuando las tropas se retiraron. Aunque había suficiente comida para todos, las comunicaciones internas se deterioraron rápidamente y las tropas y los civiles se mezclaron irremediablemente en su situación a medida que se contraía el perímetro de la bolsa. Las municiones y el combustible eran particularmente escasos y cuando la artillería comenzó a quedarse sin proyectiles el 21 de abril, el coronel general Heinrici del Grupo de Ejércitos Weichsel aconsejó al general Busse que encontrara alguna forma de retirarse de las fuerzas soviéticas y olvidar las órdenes de Hitler de resistir. al Oder.



En consecuencia, el general Busse comenzó a hacer los preparativos para una fuga como sugirió Heinrici. La redistribución del V Cuerpo recién adquirido era parte de su plan. Tan pronto como la guarnición de Frankfurt pudiera retirarse a sus líneas, el V Cuerpo y el V Cuerpo de Montaña de las SS debían iniciar una retirada simultánea de sus posiciones de Oder/Neisse en dos saltos, retrocediendo a ambos lados de Friedland hasta la línea Staupitz–Beeskow–cruce. del Spree y el canal Oder-Spree.

El peligro inminente para su flanco norte hizo que Busse decidiera utilizar el LVI Cuerpo Panzer del Coronel General Helmuth Weidling con las Divisiones de Panzergrenadier SS Nordland y Nederland para establecer una pantalla a lo largo de la línea del Spree al oeste de Fürstenwalde, detrás de la cual sus formaciones todavía en el Oder pudo retirarse hacia el oeste, pero no se atrevió a dar las órdenes necesarias, ya que esto habría sido un desafío a Hitler. Por lo tanto, siguió dependiendo del grupo de batalla de la 32.a División de Granaderos Voluntarios de las SS, escasamente disperso, desplegado al sur del Spree para cubrir su flanco noroeste.

Parte de la dispersa 21 División Panzer del Teniente General Werner Marcks llegó oportunamente al área de Halbe y fue enviada a establecer una nueva línea de defensa a lo largo de la cadena de lagos entre Teupitz y Königs Wusterhausen mirando hacia el oeste. Mientras los hombres conducían hacia el norte a través del Spreewald, vislumbraron a las fuerzas soviéticas moviéndose paralelas a ellos en la autopista. Marcks solo tenía con él lo que quedaba de la 1.ª, 5.ª y Compañías de Taller del 22.º Regimiento Panzer, el 21.º Batallón de Reconocimiento Blindado de Major Brand, los dos batallones del 125.º Regimiento Panzergrenadier y la 1.ª Compañía de la 192.º Panzergrenadiers, elementos del 220.º Batallón Blindado Batallón de ingenieros, el personal y dos batallones del 155.º Regimiento de Artillería Blindada Tannenberger, y el 305.º Batallón Antiaéreo del Ejército.Los restos del 10. ° Batallón de reconocimiento blindado de las SS Frundsberg, que seguía a estos elementos de la 21. ° División Panzer, luego tomaron posiciones defensivas orientadas al norte en las afueras de Königs.

Ernst-Christian Gädtke, que entonces prestaba servicios en el 32º Batallón de Caza de Tanques de las SS en Riessen, cerca de Fürstenberg, nos da una idea de la atmósfera en las filas cuando comenzó la retirada del 9º Ejército:

A las 05:00 horas fuimos alertados y ordenados a prepararnos para partir. Mientras empacamos, los rumores comenzaron a circular. Se decía que los rusos estaban antes que Berlín.

En el pase de lista no recibimos explicaciones como de costumbre, solo la confirmación de que los rusos estaban frente a Berlín y que íbamos a defenderlo. Salimos a las 05.30 horas hacia Fürstenwalde y Rauen.

En la mañana húmeda y brumosa de principios de primavera, nuestra compañía de cazadores de tanques con sus cuatro cañones de asalto traqueteó hacia el oeste, junto con la sección de suministros.

Después de la locuacidad altamente cargada del día anterior, ahora reinaba un silencio sombrío. El discurso había sido eliminado de nosotros, y el silencio era bastante profundo. Nadie se atrevió a decir lo que estaba pensando o temiendo, ya que ahora todos aceptaban la terrible verdad de que la derrota era inevitable. Sin embargo, el paso en el pensamiento del presentimiento a la certeza fue uno que no di. Continué haciendo lo que había estado haciendo durante tanto tiempo, como tantos otros; Simplemente suprimí lo que no quería aceptar.

Así que nuestro viaje hacia el oeste fue algo desesperante, sombrío y silencioso. La mañana estaba nublada y se tornó nublada, permaneciendo así todo el día. Los motores tronaban monótonamente, las vías traqueteaban, chirriaban y chillaban cada vez que tomábamos una curva. Nos agazapamos mudos y con rostros sombríos en nuestras escotillas. El cañón estaba sobrecargado y repleto de infantería, que se agazapaba bajo las mitades de sus tiendas y se aferraba como de costumbre. Todo era gris. Condujimos a través de pueblos y pequeñas ciudades comerciales; allí también todo era aburrido y gris. La gente se paró en las calles de Müllrose, mirándonos pasar con duda e incertidumbre. ¿Podíamos haber disipado sus angustias y temores al pasar, o ya no servíamos para nada como defensores de la patria? Deberíamos haberlos mirado llenos de confianza, pero no pudimos.

Por la tarde estábamos en Rauen. Se decía que los rusos ya estaban en Fürtstenwalde, al norte del Spree.

En su diario, el teniente de las SS Bärmann de la misma unidad dio algunos indicios de la confusión que surgió del redespliegue en el flanco norte del 9º Ejército ese día. Escribió que el puesto de mando del batallón se estableció por primera vez en Bad Saarow esa mañana y luego se trasladó de regreso al este a Alt Golm. Realizó un reconocimiento de la carretera de Alt Golm a Saarow, encontrando la ruta bloqueada con tropas de todo tipo que no sabían lo que había delante o detrás de ellos. Luego condujo hacia el oeste hasta Friedersdorf para tratar de localizar al grupo de batalla Krauss (basado en el batallón de caza de tanques de la 32.a División SS), pero ya se había movido. En el camino se encontró con el SS-Capitán Paul Krauss, comandante del batallón, en Niederlehme y siguió con él hasta Wernsdorf.

Detrás de las líneas, Märkisch Buchholz fue declarado fortaleza y preparado para una defensa integral. De vital importancia aquí fueron los tres puentes que salían de la ciudad donde el río Dahme se conectaba con el canal de inundación de Dahme que ayudaba a drenar el Alto Spreewald. Uno estaba en la carretera de Halbe junto a la presa en el tramo superior del canal y dos cruzando el tramo inferior que conducía al bosque Hammer, uno de los cuales llevaba a Reichstrasse 179.

Mientras tanto, una unidad de las Waffen-SS ocupó Halbe y expresó su intención de defender el pueblo, pase lo que pase. La unidad Volkssturm local ya había preparado una barrera antitanque en la calle principal que corre de este a oeste, y otra en la calle sur que conduce a Teurow. Los habitantes se prepararon para la lucha que se avecinaba, al darse cuenta de que su aldea estaba en la ruta principal hacia el oeste. Muchos prepararon piraguas en los bosques de los alrededores, o se prepararon para llevarlas a sus sótanos, mientras ocultaban sus objetos de valor enterrándolos en cajas.





martes, 25 de enero de 2022

Argentina: Los yaganes, su historia en un libro

La historia del pueblo yagán, en primera persona: una cultura oculta en Tierra del Fuego

En “Mi sangre yagán”, Víctor Vargas Filgueira recorre relatos desconocidos de sus ancestros y cómo fueron colonizados. Infobae Cultura dialogó con el autor

Yamanes junto a Martín Guisinde

“Yo soy miembro de un pueblo en el que el rostro de mi abuelo ilustra la tapa del libro Mi sangre yagán, ahua saapa yagán (La Flor Azul)”. Así se presenta Víctor Vargas Filgueira, de 50 años, que sigue viviendo en los mares del sur de sus ancestros, en Ushuaia, y cuya obra combina historia oral e investigación sobre uno de los pueblos originarios más olvidados.

Quizás la razón se encuentre en las continuas matanzas que provocaron que miles de yagán (también yagan o yámana) se hayan convertido sólo en cien sobrevivientes en apenas tres décadas. Aquellos hombres de las canoas que eran avezados cazadores de lobos de mar, de delfines y que recolectaban todo tipo de moluscos, desde almejas a erizos, fueron objeto de la persecución para que sus territorios fueran convertidos en estancias inglesas, es decir, que transformaran las tierras ancestrales en favor del colonialismo de principios del siglo XX.

Pero el libro muestra una cotidianidad de un pueblo desconocido, pero que está acá, en el sur, y a su vez revela cómo el diezmar a los yagán limitó el conocimiento sobre la cultura de los mares del sur.

Orundellico, su nombre yagán, o Jemmy Button, el que le colocaron los secuestradores

Uno de los yagán más conocido, por las penurias sufridas a mano de Charles Darwin, es Jemmy Button, quien fuera secuestrado y llevado a Inglaterra con tres personas más de distintas etnias de la región, donde fueron examinados, luego exhibidos, más tarde convertidos en sirvientes que hablaban el inglés, antes de que Darwin, el teórico de la evolución de las especies, los devolviera a los mares del sur. Este es otro capítulo del salvajismo colonial, que también fue ubicado en los alrededores de Tierra del Fuego. Esto ocurrió medio siglo antes de las narraciones que componen a Mi sangre yagán.

-¿Cómo fue que el colonialismo hizo que se llevara de miles a cien yaganes en treinta años?

-Las crónicas coloniales lo atribuyen a las enfermedades, pero eso es un 0 por ciento de lo que sucedió en el exterminio. Hubo cercenamiento de cabezas, de orejas y unos terratenientes cuyos descendientes tienen todavía latifundios y que nos cazaban para poder criar en nuestros territorios sus ovejas. En nuestro territorio esos cazadores son todos ingleses, irlandeses, escoceses, no hay alemanes ni de otra nacionalidad. El cazador más cruel era un escocés llamado McLeland.

"Mi sangre yagán, ahua saapa yagán" (La Flor Azul), de Víctor Vargas Filgueira

-También hubo alguno con buenas intenciones, según el libro, como el antropólogo alemán Martín Guisinde.

-Como hoy, que hay gente buena y gente mala, como en la historia de la humanidad. Un Alvear de ese tiempo decía “al indio ya lo tuvimos, tenemos para nosotros a la mujer, a los niños, los hacemos nuestros sirvientes”. Una historia horrorosa que pasó. Tierra del Fuego no tiene un territorio extenso, cada pueblo no superaba los seis mil habitantes, y eso facilitó el trabajo de exterminio. Y luego de la matanza, fueron tomados como mano de obra gratuita en las estancias de los gringos.

-¿Hoy existen miembros de la etnia yagán que conserven sus costumbres?

-Esa pregunta proviene de un estudio colonizado también. Vos querés que mi comunidad o yo estemos desnudos trabajando en una canoa de corteza. Yo tengo un celular en el bolsillo porque no podría servir cazar en una canoa o recolectar como hacía mi gente. Eso nos dejó el pensamiento hegemónico que dice que si sos indio tenés que tener una característica, por ejemplo, una vincha, pelo largo. No hay yagán que pueda emular a mi abuelo y si un documental va a la Amazonia, seguro tiene puestas unas zapatillas Nike. Yo soy primer consejero de la etnia yagán, pero lo único que se puede señalar es que soy de una contextura pequeña, porque mi pueblo cazaba en canoa de corteza y los yagán tienen alrededor de 1,50 de estatura en promedio, mientras los ethan tienen 1,80 porque caminaban la tierra; todos se iban formando por la forma que les tocó vivir. Hay algún vínculo que nos permite reunirnos con nuestros ancestros, y después una posibilidad más marcada de comer peces de mar, porque venimos de ella.

Tres protagonistas de la historia yagán

-El libro muestra una serie de ceremonias, también con fotografías, en las que se pintan la cara o el cuerpo, ¿a qué responde esto?

-Es como Papá Noel y la Navidad. El hombre necesita celebrar. Y cuando nuestro pueblo necesitaba una ceremonia de creencia, espiritual, la quina del yagán era una ceremonia para recrear el bien y el mal. El hombre siempre necesitó recrear el bien y el mal y los yagán usaban esto sobre todo con nuestros jóvenes. La pintura negra iba a ser de maldad y la roja de bondad.

-Las mujeres parecían pintarse la cara.

-Las mujeres se hacían líneas en la cara, en la que el rojo era alusivo al buen espíritu y el blanco era ceremonial.

-Usted dice que su abuelo era el hechicero y los yaganes en el libro dicen varias veces que no deben dejar que se sepa su conocimiento. ¿Cómo funcionaba esto?

-El que vino siempre se creía superior y tanto que entonces los nuestros decían “no te voy a mostrar lo que sabemos”. Era una lógica de la protección.

Las fotos que esta nota muestra dan cuenta de una sociedad con sus ritos, personas, celebraciones y juegos. Los yagán.

Un pueblo que hemos poco conocido.

 

lunes, 24 de enero de 2022

Imperio Centroafricano: Canibalismo y el más bárbaro colonialismo francés

Bokassa, el emperador caníbal que se comía a los ministros que no funcionaban y decía ser un apóstol de Cristo

Dirigió con ferocidad a la República Centroafricana. Tuvo 17 esposas (a una la comió) y 58 hijos. Su mandato fue espeluznante. Llegó a canibalizar a opositores, aliados y cientos de niños. Fue derrocado después de 13 años, en los que sostuvo el poder a base de pagar por protección a Francia con uranio y diamantes

El 4 de diciembre de 1976, en una fastuosa ceremonia, Jean-Bedel Bokassa se autoproclamó Emperador

Se comía a sus ministros. Literal. Primero los hacía asar, luego los servía en un banquete a sus invitados especiales y, a los postres, revelaba la materia prima del menú. Así lo contó el entonces ministro de Cooperación francés, Robert Galley: al final de un banquete de estado en su honor, el emperador le dijo, y también a sus invitados: “No se han dado cuenta, pero acaban de comer carne humana”. Parece que era carne de un miembro de su gabinete que no funcionaba como debía. O como el emperador quería. Igual, como solución a una minicrisis de gabinete, suena un poco drástico.

El tipo era caníbal. Y un caníbal del poder también. Jean Bedel Bokassa, según su nombre francés, se había adueñado de la presidencia de la República Centroafricana el primer día de 1966 y había permanecido como tal hasta el 4 de diciembre de 1976. Ese día, se proclamó emperador y lo fue hasta el 20 de septiembre de 1979, en la que fue derrocado por sus mandantes: Francia.

Fue entonces que se hicieron públicos sus horrores. En privado, se sabía todo, incluso que el emperador comía la carne de muchos chicos asfixiados o torturados en las mazmorras de palacio: sus cuerpos colmaban las cámaras frigoríficas del palacio imperial. También se comió a una de sus ex esposas: tuvo diecisiete, muchas al mismo tiempo, y cincuenta y ocho hijos. Ya con el emperador derrotado, su cocinero personal confesó que le obligaron a elaborar comida con carne humana bajo amenaza de muerte. Y que, en los viajes presidenciales privados al exterior, el dictador se alimentaba con jamón, chorizos y otros embutidos “elaborados con la misma materia prima”. Textual. Fue ese particular chef quien reveló que Bokassa ordenó ejecutar a uno de sus ministros para servirlo, adobado es de suponer, al resto de su gabinete. El mensaje fue claro y entendido de inmediato. Cuando ya no pudo comerse a sus adversarios políticos, por desabastecimiento acaso, empezó a matar a gente de otras profesiones. El diario soviético “Izvestia” reveló que Bokassa “se comió al único matemático del país”. Y si no se los comía, los servía como alimento de los cocodrilos que nadaban orondos en los pozos del palacio.

Bokassa en su visita al presidente Charles de Gaulle en París (Photo by James Andanson/Sygma via Getty Images)

Entre el 17 y el 19 de abril de 1979, ya con su estrella en declive a los ojos de Francia, hizo asesinar en una violenta represión a un centenar de chicos estudiantes que manifestaron en la capital, Bangui, contra la decisión del gobierno imperial de imponerles el uso de un uniforme escolar carísimo, que sus padres no podían pagar, según denunció Amnesty International. La tortura a los opositores era un elemento cultural del imperio y Bokassa participaba en muchas de ellas, en forma activa, se entiende. Apaleaba o ejecutaba, o apaleaba y ejecutaba a los ladrones en ceremonias públicas todas televisadas, o dictaba normas extravagantes de riguroso cumplimiento, como una que prohibió que sonaran los tambores en horarios hábiles, por lo que los tambores sonaban cuando todos dormían, que la música cura todos los males.

¿Cómo puede un demente tan peligroso ocupar durante trece años el más alto cargo de un país? La pregunta tiene dos respuestas: uranio y diamantes. Bokassa no fue el primer tipo que llega a la cima y no sabe qué hacer, o no tiene lo que hay que tener para hacerlo. No todos se almuerzan a un caballero, pero en general derivan por manual hacia lo rocambolesco: se proclaman emperador, faraón, rey del mundo o lo que fuere. El tratamiento que se le debía dar a Bokassa era el de “Su Majestad Bokassa I, emperador de Centroáfrica, Mariscal de Centroáfrica, Apóstol de la paz y Servidor de Cristo Dios”. Su secreto era ceder a Francia el uranio que pedía y aportar diamantes a los bolsillos de los más altos funcionarios, por empezar los del presidente Valery Giscard D’Estaing, por ejemplo, que perdió su reelección a manos de Francois Mitterrand a raíz del escándalo desatado por los diamantes de Bokassa.

Había nacido el 22 de febrero de 1921 en Bangui, capital de la entonces África Ecuatorial. Huérfano a los seis años, lo educó su abuelo con la ayuda de misioneros franceses. A los dieciocho años se convirtió en militar y se enroló en las Fuerzas Francesas Libres. Como miembro del ejército francés, en 1944 peleó, y fue condecorado, durante el desembarco aliado en la Provenza. Francia lo honró con la Legión de Honor y la Cruz de Guerra. Dejó el ejército de Francia para integrar el de República Centroafricana cuando la nación se independizó de Francia, al menos en lo formal, durante la gran ola independentista africana de inicios de los años 60.

Antes de convertirse en tirano y emperador de la República Centroafricana, Bokassa luchó para Francia en la Segunda Guerra Mundial y fue condecorado. En la imagen, en una visita a Rumania en 1970 (Wikipedia)

Ascendió veloz al grado de coronel y al cargo de jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas porque el entonces presidente, David Dacko, era su primo, a quien derrocó en 1966 con un golpe de Estado, mientras el país se hundía en una enorme crisis económica. Ocupó entonces los dos cargos, presidente de la república y del gobierno, liquidó la constitución, gobernó por decreto y con el tiempo se hizo nombrar cabeza del Movimiento para la Evolución Social de África del Norte (MESAN), el único partido político del país.

La República Centroafricana es un país paupérrimo, rodeado de países tanto o más obres: Chad, Camerún, Congo, República Democrático del Congo, Sudán y Sudán del Sur. En 1969, Bokassa viajó a Francia y fue recibido por Charles de Gaulle, a quien llamó, embelesado y astuto, “Papá”. De Gaulle lo calificó de imbécil, pero tuvo hacia él cierta consideración por consejo de Jacques Foccart, secretario para Asuntos Africanos. Asistió al funeral de Estado en honor a De Gaulle en 1970, donde se hizo conocido por llorar desconsolado en Notre Dame. Fue con Giscard con quien tejió sus mejores vínculos: lo hizo un cazador de fieras en las sabanas de la República Centroafricana, y le llenó las manos con diamantes, uno de ellos, según reveló el propio Bokassa, valuado en un millón de francos de 1973. A cambio de esas naderías y del uranio con el que Francia elaboraba sus armas nucleares, Bokassa pedía poco: que sostuvieran su régimen de terror.

El emperador Jean-Bedel Bokassa y su esposa, la emperatriz Catherine, el 4 de diciembre de 1977, un año después de su proclamación (AP Photo)

Francia lo hizo hasta que le fue imposible. En casa, las cosas para el todavía presidente de la República Centroafricana empezaban a complicarse. Un golpe de Estado fallido en abril de 1969 hizo que Bokassa afianzara su poder y eliminara a su principal rival militar, el coronel Alexandre Banza. Lo hizo a su manera. La revista americana “Time” reveló que Banza fue arrastrado ante Bokassa, en plena reunión de gabinete, para que el presidente lo cortara en pedazos seleccionados con una navaja. Que luego los guardias lo golpearon hasta partirle la espalda. Lo arrastraron luego por las calles de Bangui hasta que finalmente le dispararon. “Le Monde” fue más piadoso con la descripción: “Banza fue asesinado en circunstancias tan repugnantes que todavía dan escalofríos”.

En marzo de 1972 Bokassa se hizo proclamar presidente vitalicio, para qué andar con más rodeos, por un congreso extraordinario del MESAN. Y dos años después, se ascendió a mariscal. Superó otro golpe fallido en diciembre de 1974, con su secuela de centenares de opositores torturados y ejecutados, y sobrevivió por los pelos a un intento de asesinato en febrero de 1976. De modo que huyó hacia adelante, convencido de que debía instaurar una monarquía. Pidió ayuda, y la obtuvo, al entonces líder libio Muhammad Khadafi que fue su fuente de inspiración. Bokassa disolvió el gobierno en septiembre de 1976, renunció a sus cargos ministeriales y creó el Consejo de la Revolución Centroafricana: un nuevo órgano de gestión del Estado, bajo su presidencia, desde luego.

Cuando Khadafi visitó Bangui, Bokassa decidió convertirse al Islam porque buscaba la ayuda económica de Libia. Adoptó el nombre de Salah Eddine Ahmed Bokassa. El 4 de diciembre hizo que la ya desahuciada República Centroafricana pasara a ser una monarquía y creó el Imperio Centroafricano. Todo imperio precisa un emperador, así que Bokassa volvió al catolicismo y se coronó a sí mismo en una ceremonia insensata. Antes de la entronización, el flamante emperador pidió a su “hermano”, el Papa Pablo VI que oficiara la ceremonia, en remedo de la coronación de Napoleón con quien Bokassa se sentía también hermanado. El Vaticano, por la razón que fuere, decidió tomar debida distancia del disparate, y lo mismo hicieron, entre otros, el presidente de Yugoslavia, mariscal Josip Broz Tito, el emperador Hirohito, de Japón, y el sha de Irán, Mohammed Reza Pahlevi, que pegaron el faltazo a la fiesta.

El 25 de mayo de 1979, acuciado por las acusaciones internacionales de canibalismo y muerte de niños, Bokassa posó con su familia, en un intento de mejorar su reputación (Photo by Keystone/Getty Images)

Los trajes del emperador y la emperatriz, su decimoquinta esposa, llevaban engarzadas ochocientas mil perlas en el de él y otras tantas de oro en el de ella. Ocho caballos blancos llegados desde Normandía, se supone que en avión, tiraron de la carroza que llevó a la pareja al falso palacio real: era un estadio de fútbol adaptado para la ocasión, con un trono en forma de águila imperial bañado en oro. Francia aportó los cascos metálicos para la flamante guardia imperial, toneladas de comida, vino y fuegos artificiales para amenizar la jornada, y sesenta vehículos Mercedes Benz para transportar a la familia imperial y a sus invitados. No hay registros de que en las mesas se haya servido otra cosa que los alimentos que enviaron los franceses, que sabían lo que hacían.

Bokassa se hizo rico en trece años de poder. Usó las minas del país y la fuerza de trabajo de sus habitantes para amasar millones, en especial con el negocio de los diamantes, mientras caía la economía y los tres millones y medio de centroafricanos se hundían aún más en la miseria. Para Francia, mientras hubiera uranio había esperanza. Hasta que los delirios de Bokassa y sus violaciones a los derechos humanos, la persecución de los disidentes y los asesinatos de los opositores se hicieron imposibles de admitir. Y de ocultar. Francia lo objetó y Estados Unidos le retiró su apoyo, en especial después de la gigantesca matanza de aquellos colegiales del uniforme inalcanzable, en abril de 1979.

En diciembre de ese año, mientras el emperador estaba de visita oficial en Libia, fue derrocado por un golpe de Estado amparado por tropas francesas, que restauraron en el poder a David Dacko, el primo a quien Bokassa había derrocado en 1966. De inmediato, el emperador pidió ayuda a su amigo Khadafi y Khadafi, de inmediato también, le hizo saber que ya le importaba nada: era un derrocado en el exilio. Bokassa viajó a París y a los brazos de su amigo, el presidente Giscard. Pero el presidente Giscard ya no era su amigo y rehusó cualquier tipo de contacto con el desterrado, aunque se ocupó de encontrarle un país que lo cobijara. Fue Costa de Marfil. El presidente Houphouet-Boignhy aceptó no de muy buen grado darle asilo. Cuando en 1983 Bokassa intentó volver a su país a poner las cosas en orden, su operativo de regreso fue abortado por las autoridades locales, que lo expulsaron del país. Fue a parar de nuevo a Francia, gobernada ahora por Francois Mitterrand que no tuvo más remedio, o lo tuvo y no lo usó, que aceptarlo. Bokassa fue a vivir a un palacete de su propiedad, cercano a París. Ahorros no le faltaban, se ve.

Bokassa, ya destituido, en el Castillo Haudricourt, de su propiedad, ubicado en las afueras de Paris (Photo by Jacques Pavlovsky/Sygma via Getty Images)

En 1986, convencido de que en París podía matarlo una bala perdida, o un automovilista imprudente en una calle aislada y sin luz, el emperador regresó a la República Centroafricana a enfrentar lo que hubiera que enfrentar. Llegó el 24 de octubre de 1986, hace hoy treinta y cinco años. Fue arrestado y juzgado por traición, asesinato, canibalismo y apropiación de bienes y fondos estatales. La acusación de canibalismo fue anulada porque los hechos no pudieron ser demostrados. Se ve que, a digestión pasada, eximición de cargos. El 12 de junio de 1987, el tribunal republicano lo condenó a muerte. Ocho meses después, la sentencia fue conmutada por la de cadena perpetua. Y meses más tarde, rebajada a veinte años de cárcel.

En 1993, cuando la democracia retornó a la República Centroafricana, el presidente saliente, André Kolingba, dictó como último acto de su generoso gobierno, una amnistía general para todos los presos que incluyó a Bokassa y a varios de los más fieles miembros de su otrora corte de esplendor. El cocinero no figuraba entre los presos. Todos fueron liberados el 1 de agosto.

El 3 de noviembre de 1996 un infarto agudo fulminó al dictador, enfermo cardíaco casi crónico, con cierta insuficiencia renal y un par de ataques cerebrales. Tenía 75 años. Antes de su muerte, había dicho que era el decimotercer apóstol de Cristo.

Faltaría más.