miércoles, 25 de mayo de 2022

Guerra Antisubversiva: El atentado al comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal

“Masacre en el comedor”: el brutal atentado y el papel clave de Rodolfo Walsh en el aparato de Inteligencia de Montoneros

El 2 de julio de 1976 una bomba vietnamita fabricada por Montoneros voló el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal y provocó 23 muertos y 110 heridos. El rol del aclamado escritor y los detalles de cómo se planeó el atentado más sangriento de los 70. Un extracto del libro que ya encabeza las listas de los más vendidos
El atentado en el comedor de la Superintendencia de la Policía Federal del 2 de julio de 1976 dejó 23 muertos y 110 heridos

El atentado más sangriento de los 70, la bomba vietnamita que el 2 de julio de 1976 voló el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal y provocó veintitrés muertos y ciento diez heridos, permite observar en detalle cómo funcionaba el muy eficiente servicio de Inteligencia e Informaciones de Montoneros, que fue el responsable de esa cuidada operación.

Nunca hasta ahora se había podido penetrar en el secreto que siempre rodeó, y protegió, al aparato de Inteligencia de ese grupo guerrillero.

La bomba fue colocada por José María Pepe Salgado, un joven estudiante de Ingeniería infiltrado en la Policía Federal. Su breve vida militante tuvo un vuelco decisivo cuando conoció a Rodolfo Walsh, en el segundo trimestre de 1974, luego de una charla del famoso periodista y escritor organizada por el Centro de Estudiantes de la Facultad, según recordó un ex montonero que trabajó también bajo las órdenes de Walsh, cuyo nombre de guerra era Esteban.

“En Inteligencia había varios que provenían de Ingeniería y de Ciencias Exactas; eran lugares que Esteban frecuentaba, entiendo que para reclutar posibles colaboradores”, agregó la fuente, que pidió permanecer en el anonimato.

Como casi todos los jóvenes militantes, Salgado había quedado fascinado por Operación Masacre, el libro más conocido de Walsh, el formidable relato de un fusilamiento de prisioneros en 1956, en el inicio de la llamada Resistencia Peronista contra la proscripción del ex presidente Juan Perón, pero también un modelo de investigación periodística que, además, anticipó un nuevo género a nivel global, que enriquecía al periodismo con recursos de la literatura.

Pero Walsh no se agotaba en su rol de escritor. Tampoco en el de periodista del diario montonero Noticias, donde era una de las firmas más famosas, a cargo de una sección muy relevante para un medio que pretendía conquistar lectores en los sectores populares: Policiales, aunque integraba también la cúpula de la Redacción.

Hacía ya tiempo que Walsh había dejado atrás su etapa de mero “intelectual comprometido” con la revolución socialista, en la cual intentan congelarlo casi todas las muchas biografías escritas sobre él, que cancelan o disimulan su activa participación en varias de las operaciones más relevantes decididas por la cúpula de Montoneros.

Según su hija Patricia, Esteban —usaba este nombre de guerra en honor a su papá, Miguel Esteban— “estaba orgulloso de haber podido llegar a ser un combatiente. Y precisamente a él, que se ocupó tanto de sostener una versión de rigor con la verdad, mal podemos pretender arreglarle la biografía. ¿Cómo vamos a querer cambiarle la biografía?”.

Tanto era así que en el organigrama montonero el servicio de Inteligencia e Informaciones dependía directamente de la secretaría Militar de la Conducción Nacional. No era que Esteban y sus colaboradores se juntaban a jugar al ajedrez y a resolver enigmas y acertijos. Seguramente lo hacían en sus ratos libres porque eran dos de las muchas pasiones de Walsh, pero toda su intensa actividad en ese ámbito apuntaba a tres objetivos: reunir información que podía ser útil en la lucha guerrillera; difundirla de una manera selectiva para eludir la censura de prensa e influir en la opinión pública, y confundir al enemigo.

Por ejemplo, esos tres objetivos distinguieron a la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), cuya sigla ya buscaba confundir a los militares acerca de quiénes estaban detrás de esa agencia de noticias tan particular, que, con un lenguaje periodístico neutro —sobrio y preciso— difundía cables durante la dictadura con información de primera mano sobre temas picantes, como las peleas internas entre el Ejército, la Marina y la Aeronáutica.

Masacre en el comedor, el libro de Ceferino Reato

La agencia de Walsh —en ese “ámbito” (espacio, en la jerga montonera), con otro alias: Basualdo— consiguió su propósito original: su primer cable fue emitido en junio de 1976 y la dictadura tardó diez meses en identificar que era una criatura de Montoneros, aunque el Ejército y la Marina siguieron desconfiándose mutuamente sobre de dónde salían esas informaciones.

Walsh seleccionó a los cuatro militantes que serían los editores de la agencia —Lila Pastoriza, Lucila Pagliai, Carlos Aznárez y Eduardo Suárez— y, una vez que la puso en funcionamiento, “se dedicó a otras tareas relacionadas al departamento de Informaciones e Inteligencia de Montoneros”, señaló Natalia Vinelli en su libro sobre ANCLA.

Otra de sus criaturas, Cadena Informativa, fue realizada solo por él, a partir de diciembre de 1976, cuando se le ocurrió escribir informaciones cortas y militantes para denunciar a la dictadura. Pensaba que una de las formas de combatir el temor paralizante era involucrar a muchos en la circulación de esas noticias, sin reuniones riesgosas, lejos de los lugares públicos. “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando”, fue la pieza de marketing revolucionario que acompañaba esos textos.

Su trabajo en Montoneros fue tan prolífico que parecen haber habido varios Walsh. Pero, era uno solo; una persona con un talento fuera de lo común para las múltiples tareas de inteligencia y contrainteligencia que desarrolló junto con colaboradores “tabicados”, como se decía en aquellos años, que solo conocían la parte del rompecabezas en las que intervenían.

ANCLA quedó bajo la responsabilidad de Pastoriza, Lidia, hasta que fue secuestrada en junio de 1977; Pagliai y Aznárez habían partido al exilio, y Suárez ya había sido detenido y seguía desaparecido. La agencia dejó de funcionar hasta el 10 de agosto de aquel año, cuando “Horacio Verbitsky se hace cargo de esta segunda y última etapa de la agencia, que se extiende por algunos meses más”, precisó Lucila Pagliai.

Walsh ingresó a Montoneros en abril de 1973, cuando, junto a su colega y amigo Verbitsky y otros militantes, llegaron desde las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) como un grupo que ya se había especializado en tareas de Inteligencia e Información.

En el libro Vida de perro, Verbitsky —uno de sus sobrenombres es, precisamente, el Perro— afirmó que fueron bien recibidos por la cúpula encabezada por Mario Firmenich: “Ese trabajo se valoraba mucho, ¡hasta que empezamos a cuestionar la línea política y dejaron de darnos pelota!”

Pero, al menos en el caso de Walsh, faltaba mucho todavía para llegar a esa tensión interna con la Conducción Nacional de Montoneros, que se intensificó recién en agosto de 1976, pero que, de todos modos, nunca derivó en su abandono de la “Orga” ni en el cuestionamiento de la violencia como método de lucha.

Rodolfo Walsh y su rol en el aparato de inteligencia de Montoneros

Otro periodista, Aznárez, uno de los editores de ANCLA, recordó que “Walsh se movió, en todo momento, dentro de los cánones y obligaciones de la estructura de la Organización. Eso no implica que no cuestionara, discutiera o discrepara ante ciertas iniciativas venidas de la conducción o mandos superiores de la Organización, pero, como militante encuadrado que era y reivindicaba, disciplinó todo su hacer a la pertenencia política a la que ingresó voluntariamente y entregó lo mejor de su saber revolucionario”.

Walsh y su grupo llegaron a Montoneros bien adiestrados en las escuchas de la red radioeléctrica de la Policía Federal, que descubrieron de casualidad, mientras miraban uno de los almuerzos de Mirtha Legrand por televisión y apareció una voz masculina: “Comando llama, 222, comando llama”, según recordó Verbitsky.

“Éramos —contó Verbitsky— seis personas trabajando, tres parejas, y nos habíamos repartido las veinticuatro horas del día en turnos de cuatro horas por persona. Una vez que estuvo desculado el funcionamiento, vino la rutina del trabajo: con la información relevante escribíamos unos partes, los hacíamos canuto dentro de cigarrillos en letra minúscula, como los presos, y los dejábamos en unos huecos que había en algunas paredes de la ciudad como, por ejemplo, la Escuela Normal Número 1, en la manzana de Córdoba, Riobamba, Ayacucho y Paraguay. Luego, alguien de la conducción pasaba por ahí y retiraba la información”.

De esa manera, podían anticiparse a los movimientos de la Policía Federal, que era la principal fuerza de represión a las guerrillas en el territorio de la Capital, pero que también se encargaba de la custodia no solo de edificios públicos sino de políticos, funcionarios, diplomáticos, empresarios y sindicalistas. Además, la Federal tenía delegaciones en el Gran Buenos Aires y en todo el interior del país.

Hacía tiempo que Walsh estaba obsesionado con la policía, en especial las de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. Ya en 1958, después de investigar el asesinato que derivó en otro de los libros que lo hicieron famoso, Caso Satanowsky, comenzó a organizar una serie de archivos policiales que fueron creciendo con el paso del tiempo y, que, según su biógrafo irlandés Michael McCaughan, le proporcionaron “una base de datos única sobre las relaciones que había dentro de las fuerzas, métodos de entrenamiento, ascensos, políticas y corrillos internos”. Y sobre los vicios más denunciados: la corrupción y los abusos, en especial el uso de la picana eléctrica en los interrogatorios a presos.

Pepe Salgado, autor material del atentado

También McCaughan destacó el momento en que Walsh y su grupo descubrieron por casualidad, mientras todavía militaban en las Fuerzas Armadas Peronistas, que podían acceder a las frecuencias de radio que usaba la Policía Federal. “Así se inició una era decisiva en su militancia política”, sostuvo el biógrafo ya que ese hallazgo empalmó a la perfección con su permanente interés por las actividades de la policía.

Solo que, a diferencia de Verbitsky, McCaughan ubicó el descubrimiento casual en una noche en la que Walsh miraba una serie en el departamento de la calle Tucumán, en el microcentro porteño, que alquilaba con su pareja y compañera de sus últimos años, Lilia Ferreyra.

El viejo televisor de segunda mano tenía una muy mala conexión con la antena y no funcionaba bien hasta que se rompió del todo y apareció una voz desconocida: estaban captando las frecuencias de radio de la policía. “Ése fue el fin de El Planeta de los Simios y Superagente 86″, recordó Ferreyra. Walsh empezó a aplicar sus habilidades para descifrar códigos y le pidió a un pequeño grupo de amigos que lo ayudara a registrar todas las actividades policiales a través de guardias que cubrieran las veinticuatro horas del día.

La vivienda de Tucumán 456 se convirtió en la base de las escuchas. “Rodolfo consiguió radios viejas. El departamento se llenó de aparatos y cables. En verano era insoportable, todo cerrado. Me iba a la calle para tomar aire”, le contó Lilia Ferreyra a la periodista Gabriela Esquivada en el libro Noticias de los Montoneros.

La escritora y periodista Tununa Mercado aceptó cubrir el turno de la noche; trabajaba en el diario La Opinión, muy cerca del departamento de Walsh y Ferreyra, y a esa hora sus dos hijos ya estaban dormidos. “Tenías una pequeña radiografía de lo que era el aparato de seguridad del Estado. Lo disfrutaba muchísimo. Era una forma pequeña, pero significativa, de joder al sistema, un pequeño eslabón en una historia más grande”, le dijo Mercado a McCaughan, quien detalló que “los demás integrantes del equipo eran Verbitsky y Mónica, su segunda mujer; Pirí Lugones y su pareja, Carlos, y Milton Roberts, militante de las FAP”.

Tununa Mercado elogió el carisma de Walsh: “Lo llamábamos Capitán; era un líder nato. A Rodolfo le daba inmenso placer hacer algo en contra del enemigo. Era una acción positiva, estimulante”. Pero, cuando él se acercó a Montoneros, ella se desvinculó porque “vislumbró un futuro negro”, y en 1974 partió al exilio a México, con su marido, el escritor y crítico literario Noé Jitrik.

La cúpula de Montoneros, con Mario Firmenich a la cabeza

Cuando Pepe Salgado se incorporó como colaborador directo de Walsh, en 1974, el jefe o responsable del servicio de Inteligencia e Informaciones de Montoneros era Horacio Campliglia, Petrus o Ignacio, un visitador médico que había llegado a Montoneros el año anterior, con la fusión con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Campiglia estaba en contacto directo con la cúpula montonera y tenía una mirada estratégica sobre el aparato de Inteligencia, pero era Walsh quien lideraba las tareas cotidianas con un estilo de conducción participativo, ayudado por una rara mezcla de destreza específica, prestigio social y humildad en el trato.

“Era ‘el’ hombre de Inteligencia; no era el jefe, el responsable del área, sino el operativo principal: no solo delegaba tareas, sino que iba él mismo a muchísimas reuniones para recoger información de primera mano porque tenía muchísimos contactos, de los más variados, en todos los ámbitos”, describió el ex guerrillero que colaboró con Walsh.

“No podía ser el jefe porque había ingresado hacía poco tiempo en Montoneros y todavía tenía un grado bajo. Además, porque necesitaba tiempo para hacer todo lo que hacía”, agregó.

Hay que tener en cuenta que Walsh era una persona muy conocida, con una trayectoria política que había ido de la derecha nacionalista a la izquierda revolucionaria, pasando por distintas organizaciones, y del antiperonismo al peronismo. En todo ese tiempo, había construido una amplia red de informantes, cuya identidad mantenía en un riguroso secreto; compartimentada o tabicada.

Se movía en los círculos más diversos, desde la Iglesia Católica, los militares, la policía, la política y el sindicalismo a los diplomáticos, periodistas, escritores, actores y artistas plásticos. Eran contactos de alto nivel. En la Policía Federal, por ejemplo, el comisario general Ricardo Vittani, uno de sus viejos amigos, fue el subjefe durante el retorno del peronismo al poder hasta el 28 de enero de 1974, cuando el presidente Juan Perón lo sustituyó por el comisario Alberto Villar.

El periodista Jorge Lewinger, Josecito, fue también jefe o responsable de Walsh y no supo quién era Esteban o Neurus —en alusión al profesor de la tira de Hijitus por su aspecto a veces enajenado— hasta que “un día, leyendo un libro de él, vi su foto en la solapa. Nunca había tenido una palabra o un gesto de superioridad, ni de ostentación de conocimientos que lo delataran. Me sorprendía su capacidad de síntesis. En sus informes nunca había una palabra de más”.

“Walsh nunca fue el jefe de Inteligencia, pero era ‘el’ tipo de Inteligencia”, coincidió Lewinger, que, como Petrus Campiglia, provenía de las FAR, más marxistas, desconfiados de Perón y el peronismo.

El aparato de Inteligencia dependía directamente de la secretaría Militar de Montoneros, que al momento del atentado estaba a cargo de Horacio Mendizábal, Hernán, también jefe del llamado Ejército Montonero. Mendizábal integraba la Conducción Nacional, encabezada por Mario Firmenich, Pepe, y Roberto Perdía, Pelado o Carlos.

La bomba vietnamita de Montoneros en el comedor de la policía

El estilo parco, llano, riguroso, obsesivo de Walsh debe haber deslumbrado a Salgado para dejar de lado su carrera de Ingeniería Electrónica y convertirse rápidamente en uno de los principales recursos del grupo de guerrilleros infiltrados en la Policía Federal, el Ejército y la Armada, que también reportaba a Esteban.

Es que, al poco tiempo, el 2 de julio de 1974, Salgado entró a la Policía Federal para cumplir con el servicio militar obligatorio, que duraba un año. Tuvo tres meses de instrucción en la Escuela de Suboficiales y luego fue destinado a la Dirección General de Antecedentes, en el Departamento Central.

Para llegar ahí se necesitaba el respaldo de alguien importante, con peso en la Policía Federal. Resultaba un lugar muy cómodo para pasar la “colimba” —por el “corre, limpia y baila” que esperaba a los reclutas en los cuarteles—, con un trabajo de oficina que implicaba dormir en la casa y un horario corrido a pocas cuadras de las aulas de Ingeniería.

Fue el comisario mayor Alberto Torres quien le hizo la gauchada. Era el mejor amigo del papá de Pepe, el abogado Jorge Salgado, y una suerte de tío para él. Las dos familias eran vecinas en Olivos, tan cercanas que Torres ya había acomodado a Jorgito, el hijo mayor, también en el Departamento Central.

“Eso fue en 1969, cuando me tocó el servicio militar. Recuerdo que el comisario mayor Torres tenía mucho prestigio, una valía muy grande; era una persona muy honesta. Decías su nombre y se notaba que era muy respetado. Incluso, llegaron a proponerlo como jefe de Policía”, contó Jorge Salgado hijo.

Previsor, antes de presentarse a la Policía, Pepe Salgado se quitó el medallón con la imagen del Che Guevara y lo guardó en una caja, cerrada con llave. Se quedó solo con la cruz de San Francisco de Asís, seguro de que no levantaría ningún tipo de sospechas o prevenciones.

*Periodista y escritor, extraído del capítulo 9 de Masacre en el comedor (Sudamericana).

 

viernes, 20 de mayo de 2022

Roma: El ejército manipulador romano

Ejército manipulador de Roma

Weapons and Warfare


 



La Segunda Guerra Samnita fue el trasfondo que Tito Livio, nuestra única fuente literaria importante para este período, usó para describir los cambios en el ejército de Roma durante el siglo IV a. C. y el advenimiento de la llamada 'legión manipuladora'. En el siguiente pasaje, que posiblemente sea uno de los más famosos e importantes relacionados con el desarrollo militar temprano de Roma durante la República, Tito Livio ofrece una descripción general del desarrollo militar de Roma hasta ese momento junto con una de las descripciones más detalladas de las tácticas militares de Roma:

Los romanos habían utilizado antiguamente pequeños escudos redondos; luego, después de que comenzaron a servir por pago, hicieron escudos oblongos en lugar de redondos; y lo que antes había sido una falange, como las falanges macedonias, vino después a ser una línea de batalla formada por manípulos, con las tropas de retaguardia dispuestas en varias compañías. La primera línea, o hastati, comprendía quince manípulos, estacionados a corta distancia uno del otro; el manípulo tenía veinte soldados de armas ligeras, el resto de su número llevaba escudos oblongos; además, se llamaba 'armados ligeros' a los que sólo llevaban lanza y jabalinas. Esta primera línea en la batalla contenía la flor de los jóvenes que estaban madurando para el servicio. Detrás de éstos venía una fila de igual número de manípulos, compuesta por hombres de edad más fornida; estos fueron llamados los príncipes; portaban escudos oblongos y eran los más ostentosamente armados de todos. A este cuerpo de treinta manípulos lo llamaron antepilani, porque detrás de los estandartes también estaban estacionadas otras quince compañías, cada una de las cuales tenía tres secciones, siendo la primera sección de cada compañía conocida como pilus. La compañía constaba de tres vexillas o 'estandartes'; un solo vexillum tenía sesenta soldados, dos centuriones, un vexillarius o portaestandarte; la compañía contaba con ciento ochenta y seis hombres. El primer estandarte lo encabezaban los triarii, soldados veteranos de probado valor; el segundo estandarte los rorarii, hombres más jóvenes y menos distinguidos; el tercer estandarte los accensi, que eran los menos fiables, y por eso estaban asignados a la última línea. Cuando un ejército se había organizado de esta manera, los hastati eran los primeros en enfrentarse. Si los hastati no pudieron derrotar al enemigo, se retiraron lentamente y fueron recibidos en los intervalos entre las compañías de los príncipes. Los principes entonces iniciaron la lucha y los hastati los siguieron. Los triarii se arrodillaron bajo sus estandartes, con la pierna izquierda adelantada, con los escudos apoyados en los hombros y las lanzas clavadas en el suelo y apuntando oblicuamente hacia arriba, como si su línea de batalla estuviera fortificada con una empalizada erizada. Si los príncipes tampoco tenían éxito en su lucha, retrocedían lentamente desde la línea de batalla hacia los triarii. (De aquí surgió el adagio, 'haber venido a los triarii', cuando las cosas van mal). Los triarii, levantándose después de haber recibido a los principes y hastati en los intervalos entre sus compañías, reuniría inmediatamente a sus compañías y cerraría los carriles, por así decirlo; luego, sin más reservas con las que contar, cargarían contra el enemigo en una formación compacta. Esto fue algo sumamente desalentador para el enemigo, quien, persiguiendo a los que creían haber conquistado, de repente vio que se levantaba una nueva línea, con números aumentados. Habitualmente se levantaban cuatro legiones de cinco mil pies cada una, con trescientos caballos por cada legión.

Aunque Livio parece sugerir que muchos de los cambios que describió tuvieron lugar medio siglo antes, a principios del siglo IV, muchos estudiosos han argumentado que las guerras samnitas también pueden haber jugado un papel importante en el desarrollo del equipo y las tácticas de Roma. Como tradicionalmente se pensaba que los romanos luchaban en formación de falange, se necesitaba un catalizador o impulso para dividir esta formación en el ejército más flexible y fragmentado que los historiadores, como Polibio, describen para los siglos III y II a. Se había demostrado que la formación de falange tenía un éxito increíble en todo el Mediterráneo, siempre que los ejércitos lucharan en un terreno razonablemente llano, como la gran llanura costera del Lacio. Sin embargo, mudarse a la tierra accidentada y montañosa del centro-sur de Italia donde vivían los samnitas habría sido problemático para una falange, y se sugirió que esta es la razón por la cual los romanos pueden haber luchado en los años intermedios de la guerra. Estos problemas, junto con la posición precaria en la que se encontraba la ciudad en el 311 a. C., podrían haber llevado a los romanos a dividir su falange en la formación manipular, un tablero de ajedrez suelto formado por grupos de 120 hombres con diversos tipos de equipo. Un ejército dividido en maniples o manipuli, que literalmente significa "puñados" en latín, habría sido capaz de mantener la cohesión táctica en terreno accidentado mucho más fácilmente que una falange. Además, textos como el Ineditum Vaticanum, que supuestamente registra una interacción entre un enviado romano y los cartagineses antes del comienzo de la Primera Guerra Púnica,

El Ineditum Vaticanum registra a los cartagineses preguntando a los romanos por qué creen que pueden participar en una guerra naval con ellos cuando los romanos no tienen experiencia en combate naval y, de hecho, no tienen flota. Los romanos responden que se han destacado durante mucho tiempo aprendiendo de sus oponentes, adaptándose a nuevos tipos de guerra y tomando prestadas tácticas y equipos cuando les convenía, convirtiéndose en 'maestros de aquellos que tenían una gran opinión de sí mismos'. Este discurso y la idea de que el estudiante vence al maestro es claramente un tropo retórico, aunque parece que los romanos creían en él, al menos en la República tardía, ya que generalmente resume la amplia narrativa del desarrollo militar que encontramos en otras fuentes también. Mirando específicamente a la legión manipular, este pasaje sugiere que los romanos adquirieron escudos alargados y jabalinas, dos piezas clave del equipo utilizado por la legión manipular, de los samnitas, lo que fomenta la asociación entre la adopción de esta formación y este período. Sin embargo, nuestra comprensión cambiante del ejército romano en el siglo V y principios del IV a. C., junto con algunos desarrollos interesantes en arqueología, ha sugerido una secuencia de desarrollo algo más desordenada, pero mucho más orgánica.



El punto de partida tradicional para el ejército romano a principios del siglo IV, como una milicia cívica que luchaba en una formación de falange hoplita (o posiblemente macedonia), ha sido generalmente descartado por la mayoría de los estudiosos modernos por una serie de muy buenas razones. Como resultado, al entrar en el siglo IV a. C. no hay necesidad de buscar una razón para 'descomponer' la falange en una formación más flexible, ya que es probable que el ejército romano, basado anteriormente en una colección de clanes dispares, ya desplegado en algo parecido a una formación manipular. Aunque pueden haber estado uno al lado del otro en el campo de batalla, el ejército de Roma probablemente todavía estaba organizado en pequeños grupos (basados ​​en clanes o curias), estaba acostumbrado a participar en actividades de incursión que favorecían a pequeños grupos flexibles y, por lo tanto, probablemente estaba compuesto por varias unidades individuales e independientes, o manipuli, de todos modos. Por lo tanto, el cambio real en el siglo IV a. C. no fue la división de la falange, sino la unión de estas diversas unidades, o manipuli, en una sola entidad y la lucha constante bajo un solo estandarte.

La verdadera fuerza o ventaja del ejército manipular de Roma no era el equipo o las tácticas nuevos per se, aunque la estructura los permitía, sino su capacidad para incluir e incorporar una variedad de unidades diferentes en una sola estructura militar. Esta capacidad de integrar nuevos grupos y unidades parece haberse originado dentro de la propia comunidad de Roma, ya que los romanos necesitaban tener un sistema militar que permitiera a sus unidades basadas en clanes luchar junto a unidades basadas en la comunidad, aunque durante el transcurso del cuarto En el siglo IV a. C. también se requirió que el sistema integrara un número cada vez mayor de unidades aliadas, sobre todo los latinos, pero también, a fines del siglo IV a. C., los griegos. Cada uno de estos grupos parece haber tenido sus propias tácticas y estilo de combate, además de diferentes objetivos y metas, y el sistema romano tenía que ser capaz de adaptarse a esto sin dejar de desplegar una fuerza de combate general efectiva. El resultado fue un sistema increíblemente flexible, particularmente en el siglo IV a. C., donde el ejército romano se habría asemejado a un mosaico de diferentes unidades cuando se movilizaron en el campo de batalla: gentes romana y latina, equipadas con su equipo clásico; soldados de la propia ciudad de Roma, probablemente equipados con equipos más nuevos y quizás más ligeros; Jinetes de Campania, etc., todos dispuestos en sus grupos individuales. Luego, cada unidad lucharía y actuaría en gran medida de forma independiente, utilizando sus fortalezas y habilidades individuales para obtener ganancias a menudo bastante personales (los despojos y el botín, adquiridos en el combate individual, seguían siendo clave), aunque generalmente trabajando juntos para una victoria común. En efecto,

Si bien el ejército romano del siglo IV a. C. parece haber presentado varios tipos de tropas diferentes, este tipo de formación abierta también habría tenido bastante sentido dado lo que la arqueología sugiere que estaba ocurriendo en términos de equipo militar en el centro de Italia. Las gentes arcaicas de la región parecen haber preferido pelear con grandes escudos circulares (el aspis o hoplon), chalecos antibalas pesados ​​y lanzas. Aunque estos equipos se asociaron con la falange hoplita y la guerra de hoplitas en Grecia, la evidencia sugiere (como argumentó de manera convincente van Wees, entre otros) que este tipo de equipo se diseñó inicialmente para brindar una protección óptima en el combate individual. De hecho, una vez que se adopta una formación densa, gran parte del equipo defensivo generalmente asociado con los hoplitas se vuelve redundante (la formación que proporciona la mayor parte de la defensa), como se ve en la eliminación gradual del equipo en los ejércitos hoplitas griegos, cuando Atenas distribuye equipo a los hoplitas por primera vez a finales del siglo IV. BC es solo un casco y un escudo, y en la falange 'mejorada' desplegada en Macedonia, donde la armadura se elimina casi por completo en favor de una formación densa armada con sarissae. Es probable que las gentes arcaicas romanas y latinas continuaran equipándose de esta manera en el siglo IV a. C., en gran parte porque este era el equipo que ya poseían y luchaban de manera similar en el campo de batalla. como se ve en la eliminación gradual del equipo en los ejércitos de hoplitas griegos (cuando Atenas distribuye equipo a los hoplitas por primera vez a fines del siglo IV a. C. es solo un casco y un escudo) y en la falange 'mejorada' desplegada en Macedonia donde la armadura se elimina casi por completo en favor de una formación densa armada con sarissae. Es probable que las gentes arcaicas romanas y latinas continuaran equipándose de esta manera en el siglo IV a. C., en gran parte porque este era el equipo que ya poseían y luchaban de manera similar en el campo de batalla. como se ve en la eliminación gradual del equipo en los ejércitos de hoplitas griegos (cuando Atenas distribuye equipo a los hoplitas por primera vez a fines del siglo IV a. C. es solo un casco y un escudo) y en la falange 'mejorada' desplegada en Macedonia donde la armadura se elimina casi por completo en favor de una formación densa armada con sarissae. Es probable que las gentes arcaicas romanas y latinas continuaran equipándose de esta manera en el siglo IV a. C., en gran parte porque este era el equipo que ya poseían y luchaban de manera similar en el campo de batalla.

Los romanos y latinos que anteriormente no habían participado regularmente en la guerra (o que al menos no tenían su propio equipo) pero que querían (o se esperaba que lo hicieran) unirse al ejército en el siglo IV a. C. habrían tenido algunas opciones más, y parece que bastantes adoptaron un nuevo estilo de equipo que estaba cada vez más de moda en ese momento. Muy probablemente introducido por los galos (existe una amplia evidencia arqueológica de este tipo de equipo en el sur de Austria y otras regiones galas que se remonta a finales de la Edad del Bronce), este equipo presentaba un puñado de jabalinas y un escudo oblongo (que ofrece una mejor protección contra lanzamientos). jabalinas, particularmente para las piernas). Mucho más barato que el pesado equipo de bronce que había sido utilizado en el período Arcaico por la élite gentilicia, esta nueva panoplia fue adoptada gradualmente en todo el centro de Italia durante el transcurso del siglo IV a. C., y en particular por los lucanos y samnitas del centro-sur de Italia. La asociación romana entre los samnitas y este estilo de equipamiento es entonces algo adecuada, aunque parece que no fuera su punto de origen. En cambio, los samnitas posiblemente podrían describirse como 'adoptadores tempranos', tal vez porque carecían de una fuerte tradición alternativa de equipo militar del período Arcaico. Esta nueva dependencia de la jabalina en todo el centro de Italia, aunque probablemente junto con un arma de respaldo como una espada o un hacha, también habría fomentado un orden de batalla más abierto y flexible. A diferencia de los ejércitos romanos de la República tardía, donde a menudo se pensaba que los romanos seguirían una lluvia de pila con una carga y directa, combate cuerpo a cuerpo: los soldados armados con jabalinas del siglo IV a. C. parecen haber estado armados y blindados mucho menos (si se puede confiar en las representaciones de tumbas en sitios como Paestum). Como resultado, es probable que una batalla haya presentado varias descargas de jabalinas antes de que finalmente se entablara una batalla más directa, si es que alguna vez lo fue. Para permitir que tantas unidades, y mucho menos individuos, lancen sus jabalinas como sea posible (y para evitar golpear a las unidades aliadas), habría tenido sentido un orden de batalla bastante flexible, y aquí se pueden establecer algunos paralelos con tribus como los yanomamo en Brasil. , que todavía presentaba este tipo de guerra basada en jabalina (incluidos los escudos oblongos) hasta bien entrado el siglo XX.

Por lo tanto, el ejército manipular del siglo IV a. C. no debe verse como la legión romana altamente reglamentada y organizada descrita en Tito Livio 8.8, aunque uno puede ver indicios de la verdad detrás de la fachada anacrónica de Tito Livio. Los velites , hastati , principes , triarii , etc. de Tito Livio son probablemente las formalizaciones posteriores de lo que originalmente eran divisiones de facto o tipos de tropas; los triarii representaban a las arcaicas partidas de guerra, con sus pesadas armaduras y larga tradición bélica, mientras que los otros grupos representaban diversos grupos culturales, étnicos o meramente económicos, presentando el equipo que tradicionalmente habían utilizado o que ahora podían permitirse. Entre estos otros grupos, la jabalina fue claramente clave, aunque probablemente también utilizaron una variedad de otros tipos de equipos y diferentes niveles de armadura.

A pesar de estos orígenes más orgánicos (y posiblemente menos impresionantes), el desarrollo de la legión manipular en el siglo IV a. C. todavía representó un logro importante. Cabe señalar que la capacidad de combinar de manera efectiva unidades de diferentes tipos y de varias entidades sociopolíticas diferentes en un solo ejército no era desconocida en este momento. De hecho, podría decirse que el ejército de Filipo II y Alejandro Magno de Macedonia representa otro ejemplo de este enfoque de "armas combinadas", con el ejército unificado tanto por la promesa de pago como, más tarde, por el carisma del líder. Y, por supuesto, el uso de mercenarios en el mundo griego de manera más general en los siglos V y IV a. C., en particular con respecto a la infantería ligera (peltastas), habría ofrecido otro ejemplo. Pero lo que hizo que el ejército manipular de Roma fuera tan interesante y efectivo fue su capacidad para combinar efectivamente varias unidades en un solo ejército sin depender del pago por parte del estado. En cambio, Roma parece haber confiado en un sentido de obligación (deber cívico para sus ciudadanos y tratados para sus aliados), junto con la promesa de un botín después de la guerra que incluía tanto las formas habituales de riqueza transportable (oro, plata, armas, armaduras, etc.) y cada vez más tierras (aunque esto estaba reservado para sus propios ciudadanos durante este período). Pero este sistema permitió a Roma tener un suministro casi ilimitado de soldados para sus ejércitos, que no estaba limitado por el tipo de tropa, organización, táctica o formación, ni siquiera por las finanzas del estado. La fuerza del sistema no estaba en sus tácticas, formaciones o equipos inherentes, sino en la ausencia de estas cosas.

jueves, 19 de mayo de 2022

Guerra de Corea: Los ataques iniciales del ejército norcoreano

Ataques del ejército de Corea del Norte

Weapons and Warfare



Combinaciones de motocicletas y tanques T34 norcoreanos camuflados ingresan a la ciudad de Taejon después del desalojo de la 24.a División de Infantería de EE. UU.


junio - septiembre de 1950


Tras la derrota de los japoneses y el final de la Segunda Guerra Mundial, la península de Corea había sido ocupada en el norte por la Unión Soviética y en el sur por los Estados Unidos. Las dos mitades del país se dividieron en el paralelo 38. En 1948 se estableció la República de Corea en el Sur, gobernada por Syngman Rhee, cuyo objetivo declarado era la reunificación de Corea como estado no comunista. Un mes después se estableció en el norte la República Popular Democrática de Corea, dirigida por Kim II Sung. Deberían haberse realizado elecciones para reunificar el país, pero nunca se llevaron a cabo. Para 1949, las fuerzas de combate estadounidenses se habían retirado de Corea, pero dejaron un grupo de asesores militares para ayudar al ejército de la República de Corea. Sin embargo, la Unión Soviética, desempeñó un papel activo en el gobierno de Corea del Norte y, a principios de 1950, suministró armas y varios miles de soldados para entrenar al Ejército de Corea del Norte. Los enfrentamientos armados eran comunes a lo largo del paralelo 38, pero en 1950 los observadores estadounidenses no anticiparon una invasión del sur. En enero de 1950, el secretario de Estado de EE. UU., Dean Acheson, anunció una estrategia defensiva estadounidense en el Lejano Oriente que excluía tanto a Corea como a la isla nacionalista china de Formosa. Envió una señal clara a la RPDC de que Syngman Rhee estaba solo.

El coronel Paik Sun Yup estaba profundamente dormido cuando sonó el teléfono. Su G-3 sin aliento estaba en el otro extremo: '¡Los norcoreanos han invadido! ¡Están atacando a lo largo del paralelo! La situación en Kaesong es caótica y me temo que la ciudad ya puede haber caído. Eran las 07:00 horas del domingo 25 de junio de 1950. El coronel Paik era el comandante de la 1ª División de la República de Corea (ROK), protector de Seúl, la capital de Corea del Sur. Tenía veintinueve años. También estaba fuera de su división de 10.000 hombres, en un curso de formación de oficiales superiores en la Escuela de Infantería de Seúl.

Cuando Paik se reincorporó a su división, estaban en contacto con la 1ª División de Corea del Norte apoyada por tanques de la 105ª Brigada Blindada. La 1ra División de la República de Corea estaba en el extremo occidental de las cuatro divisiones encargadas de defender la línea imaginaria de 240 millas de largo que se conocía como el Paralelo 38 y formaba la frontera entre los dos países. Su sección de la línea tenía cincuenta y seis millas de largo y era imposible de defender, por lo que Paik la redujo a diecinueve millas al establecer sus defensas a lo largo del río Imjin. Sin embargo, esto significó que Kaesong quedó abierta a los invasores y cayó en cuestión de horas, con el 12º Regimiento retrocediendo en desorden.

El 13. ° Regimiento en Munsan también estuvo involucrado en una batalla campal y el tercer regimiento de la división, el 11. °, fue llamado desde su posición de reserva. Sin embargo, el 50 por ciento de su personal estaba de licencia y les llevaría tiempo reincorporarse a su unidad.

La 7.ª División de la República de Corea se estableció al este de la 1.ª División de la República de Corea, pero las comunicaciones se habían interrumpido y se desconocía su situación actual.

En el momento de la invasión, Corea del Sur poseía ocho divisiones de infantería y cuatro de ellas, la 1.ª, la 6.ª, la 7.ª y la 8.ª, estaban en posición a lo largo del paralelo 38. Estaban armados con fusiles americanos M1, carabinas calibre 0,30, morteros de 60 mm y 81 mm, lanzacohetes de 2,36 pulgadas y obuses M3 de 105 mm. No tenían tanques, ni artillería mediana ni aviones de combate o bombarderos.

El Ejército de Corea del Norte que atacó al Sur constaba de diez divisiones de infantería, ocho de ellas con toda su fuerza con 11.000 hombres cada una más una brigada blindada equipada con tanques rusos T-34 que montaban un cañón de 85 mm, un regimiento blindado y dos regimientos independientes con un total de 135.000 hombres. . Estaban equipados con 150 tanques, más de 600 piezas de artillería y 196 aviones, incluidos cuarenta cazas y setenta bombarderos. De las diez divisiones, tres eran antiguas divisiones del 4º Ejército de Campaña Comunista Chino, 38.000 coreanos étnicos que habían luchado del lado comunista durante la guerra civil china, por lo que estaban endurecidos para el combate y eran eficientes. Los norcoreanos habían gastado más de 13,8 millones de rublos para comprar armamento soviético, incluidos obuses de 76 mm y 122 mm, cañones antiaéreos de 45 mm y morteros de 82 mm y 120 mm. La fuerza de invasión comprendía dos Cuerpos, ambos comandados por coreanos que habían luchado por Mao Zedung en la guerra civil china. Los comandantes de las Divisiones 5, 6 y 7 eran todos veteranos del 4º Ejército de Campaña chino y todos sus hombres trajeron sus armas cuando cruzaron el río Yalu de regreso a Corea del Norte.

Durante la tarde del 25 de junio, aviones norcoreanos atacaron aviones e instalaciones de las Fuerzas Aéreas de Corea del Sur y de los Estados Unidos en el aeródromo de Seúl y la base aérea de Kimpo, justo al sur de Seúl. Dejaron un avión de transporte C-54 ardiendo en Kimpo y uno de sus tripulantes se convirtió en el primer estadounidense herido en la Guerra de Corea.

Al día siguiente, los cazas de la Fuerza Aérea del Lejano Oriente de EE. UU. con base en Japón volaron a cubierto mientras los barcos comenzaban a evacuar a los ciudadanos estadounidenses de Inchon, un puerto marítimo en el Mar Amarillo, veinte millas al oeste de Seúl. Al día siguiente, 27 de junio, la Campaña Defensiva de la ONU comenzó formalmente cuando los cazas de la Quinta Fuerza Aérea destruyeron tres cazas Yak de Corea del Norte, las primeras victorias aéreas de la guerra. La Campaña Defensiva de la ONU fue la primera de diez campañas que se librarían a lo largo y ancho de la península de Corea durante los próximos tres años y los participantes recibirían medallas en consecuencia.

Este T-34 de Corea del Norte fue destruido por la Fuerza Aérea al sur de Suwon cuando cruzaba un puente el 17 de octubre.

Cuando los norcoreanos comenzaron a empujar a las fuerzas de la República de Corea hacia el sur y Seúl cayó ante los invasores, las Naciones Unidas votaron a favor de ayudar a la República de Corea. Estados Unidos tomaría la iniciativa y el presidente Harry S. Truman ordenó a las fuerzas aéreas y navales estadounidenses que ayudaran a contrarrestar la invasión. A los pocos días, elementos avanzados de la 24ª División de Infantería de los EE. UU. estaban en camino desde Japón hacia el puerto de Pusan en la esquina sureste de la península. Los hombres formaban parte de las fuerzas de ocupación que habían estado en Japón durante los últimos cinco años y estaban mal entrenados, mal armados y dirigidos por oficiales sin experiencia.

Un pequeño equipo de combate del 1er Batallón, 21º Regimiento de Infantería fue trasladado en avión para tratar de frenar el avance de Corea del Norte. Sin embargo, cuando la Task Force Smith llegó al aeródromo de Pusan ​​y abordó los camiones para conducir hacia el norte, los norcoreanos habían cruzado el río Han y tomado Suwon y ya estaban en camino hacia su próximo objetivo: Taejon.

El teniente coronel Charles Smith y sus 400 hombres se trasladaron a sus posiciones a unas ocho millas al sur de Suwon, donde el camino atravesaba unas colinas. Apoyados por seis obuses de 105 mm y 140 artilleros, se atrincheraron y esperaron con temor a que apareciera el enemigo. A las 07.30 horas del 5 de julio apareció a la vista la columna norcoreana, encabezada por treinta y tres tanques T-34, encabezando el avance de la 4ª División. Fueron atacados por los obuses, luego los rifles sin retroceso y las bazucas de la infantería. Sin embargo, ninguno de ellos logró penetrar el blindaje de los tanques y, a las 09.00 horas, habían conducido por la carretera y pasado a los defensores. Pasaría otra semana antes de que llegaran de los Estados Unidos las primeras bazucas grandes de 3,5 pulgadas y sus cargas más grandes y de forma más destructiva. Ahora la columna principal apareció a la vista, liderados por tres tanques más y cuando se acercaron, Smith ordenó a sus hombres que abrieran fuego con morteros y ametralladoras. Los norcoreanos desembarcaron rápidamente y en lugar de atacar de frente a los defensores, comenzaron a flanquearlos. La artillería logró destruir dos de los tanques con proyectiles antitanque, pero como solo tenían seis de ellos, no duraron mucho. Las rondas normales de alto explosivo simplemente rebotaban en los costados de los tanques. Las minas antitanque habrían detenido a los T-34, pero en ese momento no había ninguna en Corea. Las rondas normales de alto explosivo simplemente rebotaban en los costados de los tanques. Las minas antitanque habrían detenido a los T-34, pero en ese momento no había ninguna en Corea. Las rondas normales de alto explosivo simplemente rebotaban en los costados de los tanques. Las minas antitanque habrían detenido a los T-34, pero en ese momento no había ninguna en Corea.

A las 14.30 horas, Smith ordenó a sus hombres que se retiraran, pero la retirada fue desorganizada y casi todas las armas pesadas y veinticinco hombres heridos quedaron atrás. El intenso fuego enemigo causó muchas bajas entre los soldados y solo la mitad de ellos logró regresar a un lugar seguro; el resto fueron asesinados o capturados. Mientras tanto, el general de división Dean, el comandante de la división, había llegado a Pusan ​​y envió al 34º Regimiento de Infantería a P'yongt'aek con órdenes de mantener la línea. El teniente coronel Loveless solo había estado al mando del 34 durante un mes. Lo habían contratado para reemplazar al comandante anterior, que no había logrado mejorar las cualidades de combate del regimiento. Las compañías no solo tenían fuerza, con alrededor de 140 oficiales y hombres cada una, sino que sus armas también eran inadecuadas. Cada hombre tenía una M1 o una carabina con 80 o 100 rondas de munición, suficiente para unos diez minutos de disparo. Tampoco había granadas de mano, elementos esenciales para el combate cuerpo a cuerpo. Un tercio de los oficiales había visto combate durante la Segunda Guerra Mundial, pero solo uno de cada seis de los hombres alistados tenía alguna experiencia de combate. El resto eran, en el mejor de los casos, semi-entrenados y tenían un promedio de menos de veinte años.

Los hombres del 1.er Batallón permanecieron en sus trincheras empapadas de agua hasta que amaneció. Anteriormente les habían dicho que Task Force Smith había sido derrotado y en las primeras horas habían escuchado el sonido del puente detrás de ellos siendo destruido, para evitar que los tanques lo usaran. Era malo para la moral y cuando amaneció y vieron una fila de tanques y camiones que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, estaban listos para correr. Tampoco tenían apoyo de artillería y cuando los primeros proyectiles de los tanques comenzaron a explotar a su alrededor, salieron de sus trincheras y comenzaron a retirarse a P'yongt'aek.

El pobre desempeño de los soldados estadounidenses se debió a la complacencia de posguerra de sus comandantes y cientos morirían a causa de ello. En este caso, el 34º Regimiento de Infantería era un tercio de los efectivos y los dos batallones estaban mal equipados y mal entrenados para las batallas que se avecinaban. La culpa de esto fue hasta arriba, desde los oficiales de las divisiones, hasta el general Dean y el comandante del Octavo Ejército de EE. UU., el general Walton Walker. En última instancia, la pelota se detuvo en el escritorio del general MacArthur, cuya principal preocupación en ese momento era la rehabilitación de la sociedad japonesa y la economía de ese país.

El grupo de avanzada del general Walker estableció el cuartel general del Octavo Ejército de los EE. UU. en Taegu el 9 de julio y al día siguiente comenzó a llegar la 25.a División de Infantería. Al este del país, los surcoreanos estaban realizando una retirada de combate para evitar que el enemigo flanqueara a las fuerzas estadounidenses. Mientras las divisiones 3.ª y 4.ª de Corea del Norte se preparaban para cruzar el río Kum y avanzar sobre Taejon, el general Dean reunió a sus fuerzas para oponerse a ellas. La 4ª División estaba a la mitad de su fuerza con 6.000 combatientes, pero también tenían cincuenta tanques. La 3.ª División no tenía tanques, pero estaba al máximo. La 24ª División de Infantería de EE. UU. tenía 11.000 hombres en su fuerza, pero solo había 5.300 en el extremo afilado. Sería una batalla muy reñida.

El 19 de julio, el General Dean y los tres regimientos de la 24.ª División se prepararon para defender Taejon. El general Walker le dijo que tenía que mantener la ciudad durante al menos dos días, para permitir que la 25ª División y la 1ª División de Caballería llegaran al frente. Era más fácil decirlo que hacerlo. El enemigo había reconstruido el puente sobre el río Kum, diez millas al norte de Taejon y comenzó a mover tanques y artillería a través. A medianoche, las dos divisiones enemigas habían rodeado la ciudad y estaban bloqueando las carreteras al sur y al este. El general Dean y su ayudante habían pasado la noche en Taejon y se despertaron con el sonido de fuego de armas pequeñas. Sorprendentemente, considerando sus grandes responsabilidades, el General encontró un par de equipos de bazooka y salió a cazar tanques. En la tarde del 20 de julio, El general Dean se dio cuenta de que la batalla estaba perdida y ordenó la retirada de las unidades restantes. Hacia la tarde, el convoy principal trató de abandonar la ciudad, pero fue atacado por el enemigo. El jeep del general Dean dio un giro equivocado y pronto fue atacado. Después de refugiarse durante un tiempo en una zanja, Dean y su grupo llegaron a la orilla del río Taejon. Se escondieron allí hasta que oscureció y luego intentaron escalar la montaña al norte del pueblo de Nangwol.

El sargento George Libby estaba en un camión que fue alcanzado por un devastador fuego enemigo que mató o hirió a todos a bordo excepto a Libby. Administró primeros auxilios a sus camaradas e hizo señas a un tractor de artillería M5 que pasaba y ayudó a los heridos a subir a bordo. El enemigo abrió fuego contra el vehículo y Libby, al darse cuenta de que nadie más podía operar el tractor, se colocó entre el conductor y el enemigo, protegiéndolo así mientras él devolvía el fuego. Aunque resultó herida varias veces, Libby se detuvo para recoger a más heridos y siguió protegiendo al conductor y respondiendo al fuego mientras se acercaban a otra barricada. Sufrió más heridas y murió cuando sus camaradas llegaron a las líneas amigas. Por su valentía y abnegación, recibió póstumamente la Medalla de Honor.


Infantes de marina de la 1.ª División de Infantería de Marina que ingresan a Seúl acompañados por tanques Sherman armados de 105 mm M4A3 (HVSS) de última producción, el más cercano de los cuales monta una pala excavadora.

Mientras la oscuridad caía sobre las colinas alrededor de Taejon, el General Dean y su grupo se detuvieron para descansar. Dean decidió irse solo a buscar agua para los heridos, pero cayó por una pendiente pronunciada y quedó inconsciente. Cuando volvió en sí, descubrió que tenía un hombro roto y estaba desorientado. Arriba, el resto del grupo esperó dos horas más a que Dean volviera a aparecer y luego partió hacia las líneas americanas. El general Dean pasó treinta y seis largos días vagando por el campo antes de ser traicionado por dos civiles y capturado. Su peso había bajado de 190 a 130 libras y pasaría el resto de la guerra en confinamiento solitario. Si eso no fuera suficientemente malo, casi 1.200 de sus hombres se habían convertido en bajas.

Hacia finales de julio se produjo un incidente que daría lugar a una revisión por parte del Inspector General del Departamento del Ejército cincuenta años después. Los aldeanos coreanos declararon que el 25 de julio de 1950, los soldados estadounidenses evacuaron aproximadamente de 500 a 600 aldeanos de sus hogares en Im Gae Ri y Joo Gok Ri. Los aldeanos dijeron que los soldados estadounidenses los escoltaron hacia el sur. Más tarde esa noche, los soldados estadounidenses llevaron a los aldeanos cerca de la orilla de un río en Ha Ga Ri y les ordenaron que se quedaran allí esa noche. Durante la noche, los aldeanos fueron testigos de un largo desfile de tropas y vehículos estadounidenses que se dirigían hacia Pusan.

En la mañana del 26 de julio, los aldeanos continuaron hacia el sur por la carretera Seúl-Pusan. Según sus declaraciones, cuando los aldeanos llegaron a las inmediaciones de No Gun Ri, los soldados estadounidenses los detuvieron en un control de carretera y ordenaron al grupo que se dirigiera a las vías del tren, donde los soldados los registraron a ellos y a sus pertenencias personales. Los coreanos afirman que, aunque los soldados no encontraron artículos prohibidos como armas u otro contrabando militar, los soldados ordenaron un ataque aéreo contra los aldeanos a través de comunicaciones por radio con aviones estadounidenses. Poco después, los aviones sobrevolaron y arrojaron bombas y dispararon ametralladoras, matando a aproximadamente 100 aldeanos en las vías del tren. Los aldeanos que sobrevivieron buscaron protección en una pequeña alcantarilla debajo de las vías del tren. Los soldados estadounidenses sacaron a los aldeanos de la alcantarilla y los llevaron a los túneles dobles más grandes cercanos. Los coreanos afirman que los soldados estadounidenses luego dispararon en ambos extremos de los túneles durante un período de cuatro días (26 a 29 de julio de 1950), lo que resultó en aproximadamente 300 muertes adicionales.

En el momento del incidente, los surcoreanos y sus aliados estadounidenses se retiraban ante el avance norcoreano. Las carreteras estaban repletas de refugiados y entre ellos se encontraban infiltrados norcoreanos. Los comandantes de división de EE. UU. habían dado órdenes de mantener a los refugiados fuera de las carreteras y, en general, dependían de la Policía Nacional de Corea para llevar a cabo el trabajo. A veces eran demasiado entusiastas y fusilaban a civiles considerados simpatizantes o infiltrados comunistas. Se alega que el mayor general Gay, comandante de la 1.ª división de caballería, comentó que no emplearía a la Policía Nacional en el área de operaciones de su división. Sin embargo, esas decisiones las toman autoridades superiores.

El 26 de julio, el Octavo Ejército, en coordinación con el gobierno de la República de Corea, formuló un plan para controlar el movimiento de refugiados, que impidió el movimiento de refugiados a través de las líneas de batalla en todo momento, prohibió la evacuación de aldeas sin la aprobación del oficial general y prescribió procedimientos para el ejército coreano. Policía Nacional para despejar áreas y rutas deseadas. También impidieron estrictamente el movimiento de civiles durante las horas de oscuridad.

Fue en estas condiciones que ocurrió el incidente anterior. Los Regimientos de Caballería 5 y 7 se estaban retirando por el área en ese momento. Se informó de un avance enemigo en el sector al norte de la posición de la 7.ª Caballería y en la madrugada del 26 de julio, su 2.º Batallón llevó a cabo una retirada desorganizada e indisciplinada hacia las proximidades de No Gun Ri. Pasaron las horas restantes del 26 de julio hasta altas horas de la noche recuperando personal y equipos abandonados de la zona donde supuestamente se produjo el ataque aéreo y los disparos de ametralladoras contra los refugiados coreanos. Esa noche, 119 hombres seguían en paradero desconocido.

El 7º de Caballería relevó al 2º Batallón en la tarde del 26 de julio e informó de una columna enemiga en las vías del tren el día 27, a la que dispararon. El día 29 se retiraron a medida que avanzaban los norcoreanos, por lo que durante dos días creyeron que estaban siendo atacados. Más tarde se demostró que la Fuerza Aérea estaba atacando al suroeste de No Gun Ri el 27 de julio, pero estaban atacando por error el puesto de mando del 1er Batallón de la 7ma Caballería, en lugar del enemigo. No fue el primer caso de 'fuego amigo' y ciertamente no sería el último.

¿Fueron los soldados de caballería responsables de las bajas civiles? La revisión en 2001 no pudo establecer con certeza. Sin embargo, el hecho es que las tropas estadounidenses habían entrado en acción directamente desde el servicio de ocupación en Japón, en su mayoría sin entrenamiento o experiencia en combate. Eran jóvenes, poco entrenados y sin preparación para la lucha que librarían contra el Ejército Popular de Corea del Norte. Muchos de sus suboficiales habían sido transferidos a la 24.a División de Infantería de los EE. UU. y se enfrentaban a un asalto decidido por parte de un enemigo bien armado y bien entrenado que empleaba tácticas de guerra tanto convencionales como de guerrilla. En estas circunstancias, algunos soldados pueden haber disparado en respuesta a una amenaza enemiga percibida sin considerar la posibilidad de que pudieran ser civiles.

Para el 5 de agosto, el avance de Corea del Norte se había detenido debido a una combinación de factores: ataques aéreos de las Fuerzas Aéreas del Lejano Oriente, alargando las líneas de suministro y una mayor resistencia del Ejército de Corea del Sur y las tropas estadounidenses que estaban llegando. en vigor. Los defensores ocupaban ahora sólo la parte sureste del país, en un arco de cuarenta a sesenta millas alrededor del puerto marítimo de Pusan.

Se otorgaría otra Medalla de Honor al sargento Ernest Kouma por sus acciones el 31 de agosto y el 1 de septiembre. La 2ª División de Infantería de EE. UU. acababa de reemplazar a la 24ª División, cansada de la batalla, cuando los norcoreanos comenzaron a cruzar el río Naktong al amparo de la oscuridad. Mientras lo hacían, el sargento Kouma condujo su patrulla de dos tanques Pershing M26 y dos carros motorizados con cañones M19 a lo largo de la orilla del río hasta el ferry Kihang cerca de Agok. Una densa niebla cubrió el río ya las 22.00 horas comenzaron a caer proyectiles de mortero en el lado del río controlado por los estadounidenses. Cuando la niebla se disipó media hora después, Kouma vio que un puente de pontones de Corea del Norte se estaba colocando sobre el río directamente en frente de su posición. Los cuatro vehículos abrieron fuego y hundieron muchas de las embarcaciones que intentaban cruzar el río. Kouma estaba manejando el M2 0. Ametralladora Browning calibre 50 en la torreta del tanque cuando le dijeron por teléfono de campaña que la infantería de apoyo se retiraba. Decidió actuar como retaguardia para cubrir a la infantería y recibió un disparo en el pie poco después mientras recargaba la munición del tanque. Luego, su fuerza fue emboscada por un grupo de norcoreanos vestidos con uniformes militares estadounidenses. Kouma resultó herido en el hombro mientras golpeaba repetidamente a los norcoreanos atacantes. Finalmente, los otros tres vehículos se retiraron o quedaron fuera de combate y Kouma mantuvo el cruce hasta las 07:30 horas de la mañana siguiente. En un momento, el tanque estaba rodeado y sin municiones para su arma principal y Kouma los detuvo con su ametralladora, pistola y granadas. El tanque luego se retiró ocho millas a las líneas estadounidenses recién establecidas, destruyendo tres posiciones de ametralladoras de Corea del Norte en el camino. Durante esta acción, Kouma había matado a unos 250 soldados norcoreanos.

Los defensores del Perímetro de Pusan ​​tratarían de mantener a raya al enemigo mientras el general MacArthur planeaba la segunda campaña estadounidense de la guerra: la Campaña Ofensiva de la ONU, que duraría desde el 16 de septiembre hasta el 2 de noviembre de 1950.

La Campaña Defensiva de Estados Unidos terminó el 15 de septiembre. Al día siguiente, la lucha comenzó con la Operación Chromite, un audaz desembarco anfibio en Inchon, un puerto en la costa oeste de Corea y muy por detrás de las líneas enemigas. La fuerza de invasión del X Cuerpo, compuesta por casi 70.000 hombres, llegó a las playas a 150 millas detrás de las líneas enemigas. Fue el primer gran asalto anfibio de las tropas estadounidenses desde Okinawa en abril de 1945. Después de un bombardeo naval de tres horas, los hombres de la Primera División de Infantería de Marina comenzaron a desembarcar de sus lanchas de desembarco a las 06.33 horas en la isla fortificada de Wolmi que protegía el puerto de Inchon. Fue defendida por 400 hombres del 226º Regimiento Independiente de Infantería de Marina de Corea del Norte, pero a las 07.50 horas la isla estaba en manos de los marines estadounidenses. Debido a las mareas altas, el desembarco en la costa de Inchon no tuvo lugar hasta la tarde, cuando el 1.° y 5.° de infantería de marina se acercaron a las playas Roja y Azul a las 17.33 horas. La mayoría de los hombres tuvieron que escalar el malecón con escaleras de escalada antes de asaltar los dos objetivos frente a ellos: el Cementerio y las Colinas del Observatorio. A medianoche, la cabeza de playa estaba asegurada a costa de veinte marines muertos y 174 heridos. Por la mañana, los dos regimientos de marines comenzaron a moverse tierra adentro, empujando a los norcoreanos ante ellos. La 7.ª División de Infantería comenzaría a aterrizar en Inchon al día siguiente cuando el 5.º de Infantería de Marina comenzara su avance hacia el aeródromo de Kimpo. El primer avión de la Marina comenzó a realizar incursiones desde el campo el día 21. El enemigo sufrió grandes pérdidas ese día, al intentar cruzar el río Han hacia Seúl.

La contribución de la Fuerza Aérea a la invasión fue la Campaña de Interdicción Aérea No. 2, cuyo primer objetivo era limitar el flujo de refuerzos a la zona de aterrizaje en Inchon. Los FEAF B-29 también tendrían que llegar al patio ferroviario en Seúl en los días previos al aterrizaje y el general MacArthur dejó en claro que necesitaría un fuerte apoyo aéreo para el Octavo Ejército cuando saliera del perímetro de Pusan ​​en busca del Norte. coreanos.

El Octavo Ejército se había reorganizado en I Cuerpo y IX Cuerpo. Las unidades más fiables se asignaron al I Cuerpo: el 5.º Equipo de Combate del Regimiento, la 1.ª División de Caballería, la 24.ª División reconstruida, la 27.ª Brigada de la Commonwealth británica y la mejor división de los surcoreanos, la 1.ª División de la República de Corea. Debían salir del perímetro de Pusan ​​y encabezar el viaje de 180 millas hacia el norte para encontrarse con el mayor general Almonds X Corps que estaba llegando a tierra en Inchon. El IX Cuerpo y sus Divisiones de EE. UU. 2 y 25 seguirían una semana después. En el lado este del país, el I y II Cuerpo de la República de Corea debían enfrentarse al enemigo lo mejor que pudieran.

La fuga del Octavo Ejército iba a comenzar el 16 de septiembre con una fuerza de ochenta y dos B-29 bombardeando un camino a lo largo de la línea Taegu-Taejon-Suwon. Sin embargo, el clima retrasó los ataques hasta el 18 de septiembre, cuando cuarenta y dos B-29 comenzaron a despejar el camino para que el 38.º Regimiento de Infantería cruzara el río Naktong. A esto le siguieron 286 salidas de apoyo aéreo cercano de F-51, F-80 y B-26. Al día siguiente se volaron otros 361, lo que detuvo los contraataques de Corea del Norte y debilitó sus defensas hasta que, el 22 de septiembre, el ejército de Corea del Norte colapsó, dejando la puerta abierta para una carrera hacia el paralelo 38.

Bomber Command persiguió a los norcoreanos en retirada y los atacó de día y de noche. Los B-29 habían estado practicando el lanzamiento de bengalas por la noche, para que los B-26 pudieran atacar los objetivos iluminados por las bengalas. El 22 de septiembre, los B-26 itinerantes bombardearon y ametrallaron un largo tren de municiones de Corea del Norte al sur de Suwon y las explosiones continuaron durante una hora. Otros B-29 volaron en misiones de guerra psicológica arrojando folletos sobre las columnas de Corea del Norte en retirada. Muchos presos se rindieron con estos folletos en la mano.

A medida que el esfuerzo de bombardeo cambiaba del sur al norte, los B-29 se extendieron por todas partes en busca de nuevos objetivos. El 22 de septiembre, un B-29 del 98th Bomb Group detectó una ciudad con un patio de clasificación de ferrocarriles y la bombardeó. Pasaron varios días antes de que la Fuerza Aérea lograra identificar la ciudad y descubriera que en realidad era Antung, al otro lado del río Yalu en la Manchuria china. La advertencia de que se mantuvieran alejados de la frontera china se envió a las tripulaciones de los bombarderos y cuatro días después comenzaron los ataques contra las plantas hidroeléctricas de Corea del Norte, siendo el primer objetivo del 92nd Bomb Group la planta eléctrica de Hungnam. El mismo día, las fuerzas de la ONU se abrieron paso hasta Seúl y comenzaron cuatro días de lucha calle por calle para desalojar a los 20.000 defensores norcoreanos. Cuando Seúl finalmente cayó el 28 de septiembre, el total de bajas estadounidenses en las operaciones de Inchon-Seúl había llegado a 3.500. Las bajas enemigas se estimaron en 14.000 muertos y 7.000 capturados.

El 27 de septiembre, MacArthur recibió autorización del Estado Mayor Conjunto para enviar sus fuerzas a través de la frontera hacia Corea del Norte y el 1 de octubre cesaron todos los bombardeos en Corea del Sur. El mismo día los primeros surcoreanos cruzaron el paralelo 38, en dirección norte. A estas alturas había cuatro divisiones del ejército de EE. UU. y una división de infantería de marina en acción. El primer gran contingente aliado había llegado en la forma de la 27.ª Brigada de la Commonwealth británica y los 90.000 soldados de la República de Corea estaban recibiendo las armas y el entrenamiento que tanto necesitaban dos meses antes.

El 7 de octubre, la Asamblea General de la ONU aprobó una moción patrocinada por Estados Unidos para que se restablezca la estabilidad en la península de Corea, derrotando a las fuerzas de Corea del Norte y restaurando la democracia a ambos lados de la frontera. MacArthur se reunió con el presidente Truman en Wake Island una semana después y le informó que, aunque había informes de inteligencia de que las fuerzas chinas se concentraban al otro lado de la frontera, consideraba seguro perseguir a los norcoreanos hasta el río Yalu.

Mientras tanto, los infantes de marina habían sido llamados a sus barcos y habían navegado hacia el sur, bordeando el fondo de la península y subiendo por la costa este hasta el puerto de Wonsan. Para cuando la Marina hubo limpiado las minas enemigas del puerto y los infantes de marina llegaron a tierra, las fuerzas de la ONU habían barrido la ciudad con el enemigo en plena retirada. La carrera por la capital norcoreana de P'yongyang estaba en marcha. Tres divisiones de la República de Corea se dirigían hacia el norte, junto con la 1ª División de Caballería de EE. UU., la 24ª División y la 27ª Brigada de la Commonwealth británica. El 19 de octubre, unidades de la 5.ª Caballería entraron en P'yongyang, solo unos minutos antes que la 1.ª División de la República de Corea. Con la caída de su capital, la resistencia de Corea del Norte comenzó a aumentar. El 20 de octubre, 2.860 paracaidistas del 187º Equipo de Combate del Regimiento y 300 toneladas de suministros fueron lanzados cerca de Sukchon y Sunchon. treinta millas al noreste de P'yongyang. Uno de sus objetivos era detener dos trenes norcoreanos llenos de prisioneros de guerra estadounidenses que se dirigían a campos de prisioneros de guerra a lo largo del río Yalu. Llegaron demasiado tarde y descubrieron que muchos de los prisioneros habían sido asesinados por sus guardias al costado de las vías del tren.

Al mismo tiempo, la Quinta Fuerza Aérea comenzó a informar sobre un aumento de los ataques aéreos enemigos a lo largo de la frontera. El nuevo caza ruso Mig-15 hizo su debut, pilotado por pilotos rusos y chinos, y superó a todos los demás aviones pilotados por escuadrones de la ONU en ese momento. MacArthur quería que se realizaran misiones de bombardeo contra los puentes que cruzan el río Yalu, para evitar que llegaran suministros a Corea del Norte y bloquear el camino de retirada de los norcoreanos hacia Manchuria. Sin embargo, en ese momento, a la Fuerza Aérea se le prohibió volar dentro de las cinco millas de la frontera de Manchuria.

Originalmente, el Estado Mayor Conjunto solo aprobó el uso de unidades de Corea del Sur al norte del Paralelo 38, pero MacArthur ordenó a todas sus fuerzas que avanzaran con toda la velocidad posible. Estaba asumiendo un riesgo considerable y no apreció completamente la posible reacción de los soviéticos y chinos cuando las fuerzas de la ONU se acercaron a sus fronteras. El 26 de octubre, las unidades de avanzada de la 6ª División del III Cuerpo de la República de Corea llegaron al río Yalu. Por la radio llegaron los primeros informes de que habían matado a un pequeño número de soldados chinos. Al mismo tiempo, la 1ª División de la República de Corea capturó prisioneros chinos en Sudong. Al día siguiente, 27 de octubre, se lanzó la ofensiva china de primera fase.