domingo, 16 de febrero de 2025

Sarmiento y la Patagonia

Sarmiento y la Patagonia


La historiadora Luciana Sabina analiza la controversia que involucró a Domingo Sarmiento en torno a las tierras patagónicas y las pretensiones de Chile sobre ella..
Luciana Sabina || Memo




Exiliado en Chile, Sarmiento estuvo atento a la expedición colonizadora que el país envió a la región de Magallanes en 1843, fundando Fuerte Bulnes. Hacia 1848 aquella población se trasladó algunos kilómetros, tomando el nombre de Punta Arenas. La ocupación se basó en el principio jurídico res nullius (de nadie), aceptado universalmente en ese momento, según el cual cualquier nación podía apoderarse de espacios inhóspitos. Nos guste o no, todo el territorio patagónico era considerado espacio vacío, tierras en manos indígenas que nunca habían sido conquistadas por los españoles, y debido a esto no pertenecían ni al Río de la Plata, ni a Chile. Serían del primero que se estableciera.

Recién cinco años más tarde Rosas, a través de la Cancillería, presentó a Chile una protesta formal, alegando derechos argen­tinos sobre la zona. A raíz de esto, el 11 de marzo de 1849 Sarmiento publicó en su periódico La Crónica un primer ar­tículo al respecto, titulado "Cuestión Magallanes". Allí defen­dió la postura chilena. Siendo justo y objetivo señaló que desde 1585 nadie había establecido ocupación en la zona; que el acto de soberanía hecho por Chile fue reiteradamente men­cionado en la prensa y en los mensajes presidenciales; a pesar de lo cual el Restaurador no se manifestó. Rosas, guardando silencio durante años, había consentido el avance trasandino y reclamaba algo sin mostrar títulos o antecedentes de dominio. Además, agregó Sarmiento, se preocupaba por reclamar territorios al extranjero mientras que el corazón de la Argentina era tierra de malones y montoneras. Consecuentemente recomendó al Restaurador encargarse de poblar el Chaco, el Río Negro y las fronteras interprovinciales. En otras palabras, recordó al gobierno de Buenos Aires que no podía con lo que tenía y pretendía más, para también dejarlo en el rotundo abandono.

Por entonces Francia e Inglaterra -en pleno despliegue imperialista- veían en Hispanoamérica a un conjunto de na­ciones jóvenes padeciendo las vicisitudes propias de toda infan­cia, e intentaron establecerse en la zona. Los mapas británicos, galos, norteamericanos y alemanes de entonces muestran a la Patagonia como res nullius, con lo cual podrían haberla ocupa­do tranquilamente. Urgía establecerse en la zona, y era Chile el único país con cierta estabilidad política y en condi­ciones de hacerlo. La ocupación de la boca del estrecho resultó sorpresiva para los europeos y tuvo un efecto disuasivo. Toda la Patagonia podría haber corrido la misma suerte que Malvinas.




En respuesta a la publicación sarmientina, Rosas hizo fun­dar en Mendoza un diario: La Ilustración Argentina. Bajo la dirección de Bernardo de Irigoyen, quien fue el primero en referirse como "traidor" a Sarmiento. Aunque para los rosistas cualquiera que pensara diferente era "traidor a la Patria".

El Restaurador terminó elevando un pedido para extraditar al sanjuanino. Expresando que Chile no podía seguir albergán­dolo porque turbaba la paz entre ambas naciones, con lo cual había violado el derecho de asilo. Los trasandinos no dieron lugar al pedido, alegando que allí existía libertad de prensa.

Rosas jamás pudo demostrar que esa zona nos pertenecía porque efectivamente no nos pertenece. Pero el tema no terminó allí.

Tres décadas más tarde, durante la presidencia de Sarmiento, los chilenos sufrieron de cierta fiebre imperialista y reclamaron derechos de base risible sobre la Patagonia argentina. Para esto esgrimieron artículos en la prensa chilena de antaño, en los que don Domingo había derramado su tinta e ingenio. La situación era compleja para el sanjuanino: la Guerra del Paraguay aún no había concluido y los opositores -apro­vechando la coyuntura- buscaron despedazarlo. La palabra "traidor" volvió a lacerar al coloso cuyano.

Buscó entonces demostrar que jamás escribió a favor del do­minio chileno sobre nuestro suelo. Para eso encargó a Félix Frías -embajador en Chile- revisar cuidadosamente los artículos cuestionados. El viejo diplomático concluyó que efectivamente no existía ningún comentario referido a la Patagonia. En todos, Sarmiento refería a de los derechos chilenos sobre la zona específica del estrecho de Magallanes. A pesar de esto, muchos siguen considerándolo un traidor que quiso entregar el sur.

Bonne, M. Carte du Chili depuis le Sud du Perou. 1780.

sábado, 15 de febrero de 2025

Guerras napoleónicas: El desastre prusiano (2/2)

Desastre Prusiano

Parte 1 || Parte 2
Weapons and Warfare




 

  1. Mosquetero, 25º regimiento, c.1790.
  2. Fusilero, c.1790 (en 1789 llevaban chalecos y calzones verdes).
  3. Granadero, 6º regimiento, c.1768 (el último año del gorro mitra antes de ser reemplazado por el casquete).
  4. Granadero con casquete, c.1790.
  5. Granadero de línea, c.1799, vistiendo el nuevo estilo de mitra adoptado por la Guardia en 1798.
  6. Oficial de infantería ligera, c.1790 (Nota: las solapas cruzadas se estandarizaron en 1802-1803).
  7. Estandarte del 17º (Ansbach-Bayreuth) en 1795.
  8. Estandarte del 57º regimiento de línea en 1798.


La decisión de Prusia de entrar en la guerra fue realmente dramática. Prácticamente sin apoyo, los prusianos habrían hecho mejor en concentrar su ejército detrás del río Elba, pero, exactamente como los austríacos un año antes, optaron por avanzar y marcharon hacia el suroeste, a Turingia. Invadiendo Sajonia por su parte, Napoleón rodeó su flanco oriental y amenazó sus comunicaciones con Berlín. Desesperados por escapar de la trampa, los prusianos huyeron hacia el noreste, solo para chocar con la Grande Armée en el río Saale. Mientras Napoleón sorprendía a un destacamento prusiano que vigilaba el Saale en Jena, el cuerpo del mariscal Davout, en el extremo derecho francés, se encontró de repente frente a la columna principal prusiana bajo el mando del duque de Brunswick, cerca de Auerstädt.

Una victoria decisiva

Ante probabilidades abrumadoras, Davout realizó una de las hazañas más extraordinarias de las Guerras Napoleónicas. Alimentando sus tres divisiones cansadas –que habían marchado toda la noche– en línea a medida que llegaban, primero detuvo el avance prusiano y luego lanzó un feroz contraataque que hizo que el enemigo, cada vez más desmoralizado, se desintegrara por completo. Mientras tanto, en Jena, Napoleón tuvo un tiempo mucho más fácil. Superando en número a los prusianos conforme avanzaba el día, primero los empujó hacia atrás y luego los aplastó con un gran movimiento envolvente que invadió su flanco izquierdo y los expuso a una carga masiva de caballería. Un contraataque desesperado de un cuerpo fresco que acababa de llegar desde el oeste hizo poca diferencia, y al anochecer del 14 de octubre todo el ejército prusiano había sido derrotado.

"La lucha fue intensa, la resistencia desesperada, sobre todo en las aldeas y bosquecillos," escribió un oficial, "pero una vez que toda nuestra caballería llegó al frente y pudo maniobrar, no hubo más que desastre; la retirada se convirtió en huida, y la derrota fue general."

Como en Austerlitz, el emperador aprovechó el momento para ganarse a sus tropas y reforzar la leyenda de que era simplemente un soldado más. Durante la noche previa a la batalla, pasó mucho tiempo supervisando personalmente la construcción de un camino improvisado que permitiera a los franceses subir artillería hasta la cima del plateau donde se libraría la batalla, antes de descansar un poco en medio de la guardia imperial. Todo esto fue recordado por un entonces soldado raso de la guardia imperial llamado Jean-Roche Coignet:

"El emperador estaba allí, dirigiendo a los ingenieros; no se fue hasta que el camino estuvo terminado, y la primera pieza de artillería... pasó frente a él. El emperador se colocó en medio de su escuadrón y permitió [a los soldados] encender dos o tres fogatas por compañía... Veinte hombres de cada compañía fueron enviados en busca de provisiones... Encontramos todo lo que necesitábamos... Vernos tan felices puso al emperador de buen humor. Montó su caballo antes del amanecer y recorrió los alrededores."

La desorganización prusiana

Es importante señalar que los prusianos no fueron derrotados por falta de entusiasmo entre sus soldados ni por la supuesta inferioridad de sus tácticas. El sistema defectuoso de organización militar descrito anteriormente no ayudó, ya que aseguró que las tropas prusianas no pudieran competir con los franceses en igualdad de condiciones. Pero lo que realmente perdió a Federico Guillermo la campaña de Jena fue la situación caótica que reinaba en el alto mando.


La reina Luisa acompañó al ejército prusiano al campo de batalla. Su presencia al lado de su esposo fue motivo de discordia entre los generales prusianos.

El comandante en jefe, el duque de Brunswick, era un líder mediocre, obstaculizado tanto por la presencia de Federico Guillermo III como por la hostilidad y el resentimiento con los que lo veían muchos de sus compañeros generales. Además, aunque el ejército había sido dotado recientemente de un estado mayor general, este cuerpo se dividió en tres secciones paralelas cuyos jefes –Gerhard von Scharnhorst, Karl von Phull y Christian von Massenbach– se odiaban mutuamente. El estado mayor tampoco había sido autorizado a reemplazar por completo al Oberkriegskollegium –el organismo responsable de la administración interna del ejército– en la elaboración de los planes de campaña.

Como resultado, Brunswick se vio inundado de una variedad interminable de esquemas diferentes. Siendo un individuo débil, agravó aún más sus problemas al evitar asumir responsabilidades personales, favoreciendo una serie de consejos de guerra que reunían a sus generales y asesores principales.






En algunos aspectos, la decisión de avanzar tenía sentido: significaba que las tropas podían ser abastecidas por alguien más que Prusia y era la mejor manera de demostrar a Gran Bretaña y Rusia que Prusia estaba comprometida seriamente con la guerra. Sin embargo, la mejor oportunidad de éxito habría sido un golpe rápido y decisivo al corazón de las posiciones francesas en el río Main, aprovechando el hecho de que Napoleón no esperaba que Prusia entrara en guerra. En cambio, los movimientos prusianos fueron lentos e indecisos. Los planes solo se adoptaban después de reuniones acaloradas que duraban muchas horas, como la que tuvo lugar en Erfurt el 5 de octubre, lo que apenas contribuyó a la cohesión del alto mando.

"Scharnhorst," recordó el oficial de estado mayor von Muffling, "dio gracias al cielo cuando, cerca de la medianoche, la conferencia llegó a su fin, ya que no podía esperarse ningún resultado de tal reunión. Nadie que estuviera presente podía engañarse sobre el desenlace de la guerra."

Incluso después de tomar decisiones, en varias ocasiones estas se modificaron o ignoraron, o se comunicaron al ejército con un lenguaje tan vago que los comandantes recalcitrantes las interpretaban según su conveniencia.

Una derrota inevitable

El resultado no pudo ser más catastrófico: las fuerzas de Brunswick no alcanzaron una posición desde la cual pudieran atacar a la Grande Armée hasta los primeros días de octubre, aunque podrían haberlo hecho un mes antes. Para entonces, ya era demasiado tarde, ya que las fuerzas de Napoleón estaban completamente movilizadas y en movimiento. Una vez comenzada la campaña, además, la articulación de las fuerzas prusianas se desmoronó por completo. En medio del caos, los suministros se agotaron.

"Durante tres días completos antes de la batalla de Jena, las tropas no tuvieron pan," escribió Funck. "Tuvieron que luchar con el estómago vacío."

En cuanto a las batallas mismas, rompieron todos los principios del arte militar. En Jena, Napoleón, que comenzó el día con 46,000 hombres y lo terminó con unos 50,000 más, enfrentó inicialmente solo a 38,000 prusianos. No fue hasta que estos fueron destrozados sin posibilidad de recuperación que el cuerpo de 15,000 hombres del general Rüchel –una fuerza que había comenzado el día a pocos kilómetros al oeste en Weimar, pero que tardó muchas horas en marchar hacia el sonido de los cañones– atacó a los franceses.

En Auerstädt, los prusianos no lograron movilizar todas sus fuerzas, abrumadoramente superiores –Brunswick contaba con 50,000 hombres frente a los 26,000 del único cuerpo de Davout– y, en cambio, lanzaron una serie de ataques fragmentados. El tímido Federico Guillermo III empeoró aún más la situación al insistir en mantener una gran reserva que podría haber cambiado el rumbo a favor del asediado Brunswick.

La disciplina francesa y el liderazgo de Napoleón

En contraste, el campamento francés era un modelo de disciplina y enfoque. Napoleón decidió entrar en guerra alrededor del 9 de septiembre y puso a sus hombres en marcha el 8 de octubre. Desde el principio, hubo un solo plan de operaciones: una ofensiva desde las cabeceras del río Main hacia el noreste, hacia la ciudad sajona de Leipzig y, en última instancia, la fortaleza clave de Magdeburgo, diseñada para cortar a los prusianos de Berlín. En seis días, la Grande Armée había avanzado más de 160 kilómetros.

Aunque Napoleón cometió un error al juzgar que los prusianos estaban al norte de su posición cuando en realidad estaban en su flanco izquierdo, la disposición de la Grande Armée permitió que un puñado de órdenes reorganizara las tropas en marcha para moverse hacia el oeste, cruzando el río Saale. Tampoco se olvidó la diplomacia: el emperador envió una carta a Federico Guillermo III, cuyas palabras melosas profundizaron la confusión en la mente del torturado monarca:

"¿Por qué derramar tanta sangre? ¿Para qué? He sido su amigo durante seis años... ¿Por qué permitir que nuestros súbditos sean masacrados?"

La caída de Prusia

Si bien Jena y Auerstädt no fueron un deshonor total, lo que siguió fue, sin duda, un desastre. Apenas cesaron los cañones cuando los victoriosos ejércitos franceses lanzaron una invasión que arrasó con todo a su paso. Fragmentado en varios pedazos y reducido a la inanición, la mayor parte de lo que quedaba del ejército prusiano fue capturado casi sin lucha. Muchas fortalezas se rindieron al primer llamado (aunque, en justicia, pocas estaban preparadas para un asedio). Berlín cayó sin resistencia el 24 de octubre, y en todas partes la población permaneció en silencio. Como proclamó el gobernador:

"El rey ha perdido una batalla. El primer deber de los ciudadanos es guardar silencio."

viernes, 14 de febrero de 2025

Aonikenk: John Evans y los aborígenes encerrados en 1885

1885-1890. John Evans: “Los indios encerrados y con hambre pedían pan, gritaban ‘poco bara chiñor, poco bara chiñor’”

La voz del Chubut




Reservas indígenas en el Departamento Río Senguer. En la actualidad solo perduran las de Quilchamal y Tramaleo

El período 1885-1890 merece un tratamiento diferenciado, ya que durante ese tiempo todas las expediciones y viajeros que recorrieron Chubut (Fontana, Steinfeld-Botello, Moyano, etc) sólo encontraron vestigios de asentamientos de tribus, o individuos que vagaban separados de sus tribus. Es decir que durante ese período Chubut se presenta como un territorio despojado de presencia de los pueblos originarios. Ese vacío humano fue consecuencia de la Conquista del Desierto. Entre 1883 y 1885, las tribus tehuelches que habitaban el sur de Río Negro y Chubut fueron concentradas en Valcheta de modo voluntario o bien llevadas prisioneras.

Una nota publicada en 1937 en la revista Argentina Austral, dice al respecto:

“Cuando el Comandante Lino Oris de Roa, fue a Deseado con el Villarino, comisionado por Winter, para despejar de indios la costa e instalar en Valcheta las tolderías que hallara sobre el litoral, por más de índole mansa que aquellos fuesen, imposibilitando así que las tribus alzadas se respaldasen sobre ellas, el General Villegas se encargó de dar el último golpe al salvaje que aún señoreaba en las cordilleras”. (Argentina Austral, abril 1937)

En ese paraje, situado al sureste de Río Negro, el Ejército argentino estableció un fuerte y lo que hoy en día podría ser interpretado como un “campo de concentración”. Los testimonios de viajeros y exploradores al servicio del Gobierno argentino, como Burmeister, Francisco Moreno y Ramón Lista, hablan del asentamiento simultáneo en el lugar de tropas del ejército y tolderías tehuelches; pero el testimonio del galés John Evans devela que Valcheta no sólo era utilizado como un simple asentamiento donde aborígenes y soldados convivían en armonía. En 1888, Evans y cinco compañeros, viajaron de la colonia galesa del valle del Chubut a Patagones para comprar ganado. En el trayecto entre la colonia y Patagones pasaron por Valcheta. Allí vivió una experiencia que “le marcó el alma duramente”: “El camino que recorríamos era entre toldos de los indios que el Gobierno había recluido en un reformatorio. En esta reducción creo, que se encontraban la mayoría de los indios de la Patagonia, el núcleo más importante estaba en las cercanías de Valcheta; estaban cercados por alambre tejido de gran altura, en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut, sabían que donde iba un galés seguro que en sus maletas tenía un trozo de pan, algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento intentaban hacerse entender hablando un poco castellano un poco galés «Poco Bara Chiñor», «Poco Bara Chiñor» (un poco de pan señor) […] Al principio no lo reconocí pero al verlo correr a lo largo del alambre con insistencia gritando BARA BARA, me detuve cuando lo ubiqué. Era mi amigo de la infancia, mi HERMANO DEL DESIERTO, que tanto pan habíamos compartido. Este hecho llenó de angustia y pena mi corazón, me sentía inútil, sentía que no podía hacer nada para aliviarle su hambre, su falta de libertad, su exilio, el destierro eterno luego de haber sido el dueño y señor de extensiones patagónicas y estar reducidos en este pequeño predio. Para poder verlo y teniendo la esperanza de sacarlo le pagué al guarda 50 centavos que mi madre me prestó para comprarme un poncho, el guarda se quedó con el dinero y no me lo entregó, si pude darle algunos allí solucionaron la cuestión. Tiempo más tarde regresé por él, con dinero suficiente dispuesto a sacarlo por cualquier precio, y llevarlo a casa, pero no me pudo esperar, murió de pena al poco tiempo de mi paso por VALCHETA” (Evans, 1999)

El crudo testimonio de Evans lo dice todo: alambrados de gran altura, prisioneros, guardias armados, etc. Esto bien puede ser interpretado como lo que se conoce como un campo de concentración.

La situación, entre otros, afectó a los caciques Sacamata y Maniqueque. En 1883, Sacamata y su gente fueron encontrados por el Coronel Roa a 80 kilómetros de la colonia galesa y luego conducidos a Valcheta. Como Sacamata no opuso resistencia, colaboró conduciendo un arreo de ganado y posteriormente facilitó baqueanos (en su situación no le era posible hacer lo contrario) para que las tropas exploraran el interior del territorio, fue considerado “indio amigo”, al decir de la época.

Según manifestaron los exploradores en sus crónicas, los “indios amigos” residían en sus toldos conviviendo con las tropas, sin ser molestados.

En cambio, Maniqueque y su gente fueron tomados prisioneros en 1883 tras el combate de Apeleg. Maniqueque tuvo la mala suerte de estar acampando en ese valle cuando las tropas se enfrentaron con los manzaneros de Inacayal y Foyel.

Los indígenas capturados en el suroeste del Chubut tras los combates de Apeleg en 1883 y Genoa en 1884, fueron conducidos a pie hasta Valcheta. Los prisioneros caminaron una distancia aproximada de 900 kilómetros.

Otras tribus tehuelches que frecuentaban la región del Senguer, como los de Kánkel y Sapa, se libraron de ser conducidas a Valcheta porque en ese tiempo residían en el territorio de Santa Cruz.

Algunas de las tribus establecidas en Valcheta entre 1885 y 1886 fueron: Sacamata, Pitchalao, Cual, Chico y Maniqueque.

Hacia fines de la década de 1880, exploradores y viajeros volvieron a encontrar a las tribus tehuelches diseminadas por todo el territorio del Chubut, entre ellas a las que habían estado concentradas en Valcheta. De acuerdo a ello, se puede determinar que la reducción-prisión fue desarticulada a fines de esa década.

De no ser por el testimonio de Evans, no se hubiese tenido un panorama completo de lo que en realidad aconteció en Valcheta.

Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado.

jueves, 13 de febrero de 2025

Sumeria: Caída precipitada del primer gobierno centralizado en Uruk

Estructuras encontradas en Irak revelan el colapso deliberado de uno de los primeros gobiernos centralizados hace más de 5000 años

por Guillermo Carvajal || La Brújula Verde




Una estructura de pillares descubierta en Shakhi Kora, Irak. Crédito: C. Glatz et al.

En el sitio arqueológico de Shakhi Kora, ubicado en la región del Kurdistán iraquí, se han realizado excavaciones que ofrecen nuevas perspectivas sobre el origen y la evolución de las primeras instituciones estatales, datadas en el cuarto milenio a.C.

Un equipo internacional liderado por la profesora Claudia Glatz, de la Universidad de Glasgow, ha desenterrado estructuras y objetos que revelan tanto el surgimiento como el abandono de formas de organización centralizada, aportando evidencia clave sobre cómo estas sociedades enfrentaron el poder jerárquico.

Desde 2019, las investigaciones forman parte del Proyecto Regional Sirwan, en colaboración con la Dirección de Antigüedades de Garmian, y han desvelado un conjunto de estructuras institucionales que operaron durante varios siglos. Entre los hallazgos destacan vasijas rudimentarias utilizadas para ofrecer comidas comunales a gran escala, probablemente como pago a trabajadores vinculados a estas instituciones.


Vista aérea de la excavación de 2023 en la zona I de Shakhi Kora. Crédito: C. Glatz et al.

Los análisis de restos orgánicos y óseos muestran que estas comidas consistían en guisos sustanciosos de carne, lo que refuerza la idea de que las primeras organizaciones estatales se fundamentaban, al menos en parte, en su capacidad para distribuir alimentos y recursos entre la población.

El yacimiento también evidencia una transición cultural significativa: de tradiciones locales a influencias asociadas con la antigua ciudad de Uruk, una de las primeras urbes del mundo, conocida por sus complejos monumentales y los primeros textos escritos en tablillas de arcilla. Este vínculo refleja cómo Shakhi Kora fue absorbido en redes más amplias de interacción y control estatal.

Sin embargo, el descubrimiento más sorprendente es el abandono deliberado de las últimas estructuras institucionales. No se encontraron señales de destrucción violenta ni de estrés ambiental, lo que sugiere que las comunidades locales optaron conscientemente por desmantelar este sistema centralizado de autoridad.


Posibles depósitos de pilares rituales (A y B) y una figura de carnero reclinado [C]. Crédito: C. Glatz et al.

Según la profesora Glatz, este hallazgo desafía la noción de que la evolución de gobiernos jerárquicos fue un proceso inevitable en las primeras sociedades complejas. En cambio, demuestra que las comunidades tenían la capacidad de resistir y rechazar formas de organización centralizadas y jerárquicas cuando estas se volvieron opresivas o contrarias a sus intereses.

Salah Mohammed Sameen, director del Departamento de Antigüedades y Patrimonio de Garmian, destacó que los resultados de Shakhi Kora ofrecen datos fundamentales para comprender este período clave en la historia del Kurdistán iraquí.

Los rituales descubiertos y las evidencias de banquetes comunales subrayan que las instituciones estatales no solo gestionaban recursos, sino que también cumplían funciones simbólicas y sociales significativas.


Zona de cocción y servicio al este de la sala con pilares (A) y zona de almacenamiento al oeste (B). Crédito: C. Glatz et al.

En última instancia, estos hallazgos redefinen nuestra comprensión de cómo surgieron las primeras formas de gobierno centralizado y cómo fueron enfrentadas por las comunidades locales, revelando una dinámica compleja en la historia temprana de Mesopotamia.


Fuentes

Glatz C, Del Bravo F, Chelazzi F, et al. There and back again: local institutions, an Uruk expansion and the rejection of centralisation in the Sirwan/Upper Diyala region. Antiquity. Published online 2024:1-16. doi:10.15184/aqy.2024.189

miércoles, 12 de febrero de 2025

Rebelión anarquista en la Patagonia: Rendición en La Anita

7 de diciembre de 1921

Día de la rendición incondicional de los trabajadores en la Anita, Lago Argentino.


En las ultimas horas de la tarde del 7 de diciembre, hizo su ingreso victorioso a estancia Anita el capitán del 10 de Caballería, Pedro Viñas Ibarra. El ultimátum dio resultado: "tienen dos horas de plazo". Dos horas antes llegaron hasta su campamento dos huelguistas para entrevistarse y solicitar las condiciones de un arreglo. Sin mas trámite ni atenderlos, ordenó que fuesen fusilados al pie del cerro Comisión. Se pasea escoltado por dos suboficiales delante de la fila de trabajadores que esperaron su ingreso a la estancia, tal como lo ordenó.
Les grita y pregunta: "¿¿¿¡¡¡Dónde está Antonio Soto...!!!???", sindicado como el líder de los grupos en huelga de la zona sur del río Santa Cruz, silencio. Reitera a los gritos su pregunta, silencio.
Lección de dignidad y lealtad de los trabajadores, no ser alcahuetes, ni buchones.
Consulta el capitán con unos administradores que estaban de rehenes de los huelguistas cuales son los responsables, les señalan a siete huelguistas de entre los grupos, eran aproximadamente unos 600 trabajadores. Delante de sus compañeros son fusilados. Al día siguiente en su parte militar, triunfal, señala que resultaron muertos: "unos siete revoltosos".



Día de la rendición incondicional de los trabajadores en la Anita, en el Lago Argentino. "Muerte en el paraíso"
Fotografia: Huelguistas exhibidos en la calle interna de la Anita.


martes, 11 de febrero de 2025

Confederación Argentina: Guerreros de Caseros

Batalla de Caseros


El 3 de febrero de 1852 la Patria Triunfo, el Ejercito Grande al mando del Gral Justo Jose de Urquiza vence a las tropas del tirano cipayo de Juan Manuel de Rosas, logrando asi el fin de la tiranía por mas de 20 años y logrando el comienzo de la Organización Nacional del país.
El cobarde de Juan Manuel de Rosas escaparía del campo de batalla abandonado a sus esclavos; estaba todo arreglado, el tirano se embarcaría en el Buque de guerra Ingles rumbo a su patria, La Inglaterra , donde morirían toda su cipaya vida.


¡Soldados! ¡Hoy hace 40 días que en el Diamante cruzamos las corrientes del río Paraná y ya estabais cerca de la ciudad de Buenos Aires y al frente de vuestros enemigos, donde combatiréis por la libertad y por la gloria!.
¡Soldados! ¡Si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles y si la victoria por un momento es ingrata con alguno de vosotros, buscad a vuestro general en el campo de batalla, porque en el campo de batalla es el punto de reunión de los soldados del ejército aliado, donde debemos todos vencer o morir!.
Este es el deber que os impone en nombre de la Patria vuestro general y amigo.
Justo José de Urquiza

domingo, 9 de febrero de 2025

GCE: La Junta de Defensa de Madrid

Junta de Defensa de Madrid






La Junta de Defensa de Madrid fue un organismo creado el 6 de noviembre de 1936 por el gobierno de la República presidido por el socialista Francisco Largo Caballero. Estuvo encargado de la defensa «a toda costa» de la ciudad de Madrid ante la posibilidad de que esta cayera en manos franquistas durante la Guerra Civil. Su constitución y presidencia le fueron conferidas al general Miaja, autodisolviéndose el 23 de abril de 1937. Su constitución le hizo responsable de la defensa de Madrid.

Antecedentes

El Consejo de Ministros encabezado por Largo Caballero había creado mediante decreto de 28 de septiembre de 1936 un organismo homónimo, encabezado por el propio jefe del Gobierno e integrada por representantes de las distintas formaciones que apoyaban al Frente Popular, aunque con meras funciones consultivas. Sin embargo, de los representantes de la misma, únicamente dos -Francisco Caminero Rodríguez (Partido Sindicalista) y José Carreño España (IR)- pasarían a ser parte del nuevo organismo plenipotenciario. Este Consejo de Ministros decide igualmente que el Gobierno de la República Española debe abandonar Madrid y trasladarse a Valencia.

Localización

País: España

Información general

Tipo    Junta de gobierno
Sede    Madrid

Organización

Presidente    José Miaja Menant

Historia

Fundación    6 de noviembre de 1936
Disolución    23 de abril de 1937

Nacimiento de la Junta

Tras la ruptura del cerco sobre el alcázar de Toledo las tropas del general Varela avanzaron directamente a Madrid. El 6 de noviembre de 1936 a las ocho de la tarde se convoca al general Miaja y al general Pozas para reunirse con Largo Caballero; a ambos generales se les entrega un oficio en sobre cerrado que pone en su membrete "para abrir a las seis horas del día 7".1​ Al salir ambos generales desobedecen las instrucciones del membrete y abren el contenido de su interior. Su sorpresa fue que al abrirla el contenido había sido cambiado, quizás por las prisas por abandonar Madrid. Su contenido era:

    El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, encarga a VE de la defensa de la capital a toda costa. A fin de que lo auxilien en tan trascendental cometido, (…) se constituye una Junta de Defensa de Madrid, (…) Esa Junta tendrá facultades delegadas del Gobierno para la coordinación de todos los medios necesarios para la defensa de Madrid que deberá ser llevada al límite y, en el caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de abandonarse la capital, (…) las fuerzas deberán replegarse a Cuenca para establecer una línea defensiva en el lugar que le indique el General Jefe del Ejército del Centro.
    firmado por Largo Caballero.


Largo Caballero ordenaba al general Miaja constituir una Junta de Defensa compuesta por representantes de todos los partidos que componían el gobierno y en las mismas proporciones. Sin embargo, la plana mayor de los distintos partidos, salvo el comunista, habían huido de Madrid. Tampoco especificaban las instrucciones de Largo Caballero el modo en el que dichos representantes serían designados. Durante la noche del 6 al 7 de noviembre, representantes de distintos partidos políticos acudieron al Ministerio de la Guerra, donde se hallaba el cuartel general de Miaja. Ante ello, tomaron la decisión, que fue ratificada en la primera reunión formal de la Junta, de que «cada uno de los partidos estuviera representado por un titular y un suplente». Por esta razón, aparte de los representantes del PSOE, Izquierda y Unión Republicana, PCE y CNT, se incluyó a representantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, la Unión General de Trabajadores (a través de la Casa del Pueblo de Madrid), el Partido Sindicalista y las Juventudes Libertarias.​

Composición

La carta recibida por el general José Miaja de parte del Gobierno establecía que la Junta contaría «con representaciones de todos los partidos políticos que forman parte del Gobierno y en la misma proporcionalidad que en éste tienen dichos partidos», sin especificar, sin embargo, el modo de designación de los mismos. Finalmente se acordó que cada uno de los partidos estuviese representado por un titular y un suplente, quedando conformada su composición como sigue:

  •     Presidencia: José Miaja Menant.
  •     Secretario: Fernando Frade (PSOE).
    •         Suplente: Máximo de Dios (PSOE).
  •     Guerra: Antonio Mije García (PCE).
    •         Suplente: Isidoro Diéguez Dueñas (PCE).
  •     Orden público: Santiago Carrillo Solares (JSU).
    •         Suplente: José Cazorla Maure (JSU).
  •     Industrias de Guerra: Amor Nuño Pérez (CNT).
    •         Suplente: Enrique García Pérez (CNT).
  •     Abastecimientos: Pablo Yagüe Estebaranz (Casa del Pueblo).
    •         Suplente: Luis Nieto de la Fuente (Casa del Pueblo).
  •     Comunicaciones: José Carreño España (IR).
    •         Suplente: Gerardo Saura Mery (IR).
  •     Finanzas: Enrique Jiménez González (UR).
    •         Suplente: Luis Ruiz Huidobro (UR).
  •     Información y Enlace: Mariano García Cascales (JJ.LL.).
    •         Suplente: Antonio Oñate (JJ.LL.).
  •     Evacuación: Francisco Caminero Rodríguez (PS).
    •         Suplente: Antonio Prexés Costa (PS).


Frade y Mije fueron sustituidos el día 4 de diciembre de 1936 por De Dios y Diéguez respectivamente. Santiago Carrillo cesó en su cargo de consejero de Orden Público el día 24 de diciembre de ese mismo año, siendo sustituido al día siguiente por su suplente, José Cazorla. Carrillo pasaría a Prensa y Propaganda, porque el 19 de abril de 1937 dimitió de su cargo.​