sábado, 22 de febrero de 2014

JAR: Cuando el Chubut quiso ser británico (2da parte)

Cuando el Chubut quiso ser británico 
Primera Parte -  Segunda Parte



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

“Los colonos son profundamente argentinos y no se debiera perseguirlos por su lengua; ella es un don de Dios.” (Lewis Jones, 1898)
"No es necesario que nosotros por aprender el español perdamos nuestro idioma y ganancias, sólo los tontos lo harían. No pudieron los ingleses ahogar el galés y no lo podrán los argentinos." (Lewis Evans, 1899)

Los primeros 153 colonos galeses habían llegado al Chubut el 28 de julio de 1865 a bordo del clipper Mimosa, luego de suscribir un contrato con el gobierno de nuestro país (por entonces, Bartolomé Mitre).
Sintiéndose oprimidos (y lo estaban) por los ingleses (con la connivencia y complacencia de los poderosos de su propio país), emigraban por una serie de motivos que iban desde lo religioso (y esto, ligado a una idea de identidad nacional, educativa y cultural) hasta lo económico; pasando por una esperanza de realización. Buscaban la bíblica tierra prometida, que al principio creyeron hallar en los Estados Unidos; para caer después en la cuenta de que el gigantesco país del norte los había absorbido y asimilado. Volvieron entonces sus ojos a la Patagonia, con la ilusión de que dejando atrás su patria, encontrarían allí un sitio en el que habitar y trabajar; pero en el que al mismo tiempo se les permitiese la conservación de sus costumbres, lengua y religión y se les tolerase en el propósito de mantenerse como una comunidad cerrada, sin admitir en ella individuos de otra etnia que no fuera la suya propia. Querían, en suma, fundar y afianzar una nueva patria para ellos y su descendencia: la soñada Nueva Gales del Sur.
A ese grupo de galeses que hablaban en gaélico y eran liberales radicales en lo político y protestantes metodistas, inconformistas en lo religioso; a diferencia de sus compatriotas ricos y terratenientes que hablaban en inglés y eran tories, esto es, conservadores y conformistas, es decir, anglicanos, que transaban en lo confesional (y en todo lo demás también) con la dominación inglesa, los movilizaba lo irrealizable, lo utópico; porque ningún estado del mundo, ni siquiera ese pseudo estado mitrista emergente de Caseros, Pavón y la secesión de Buenos Aires iba a consentir en atraer y cobijar en su seno a una comunidad extranjera otorgándole en propiedad una porción de lo más rico y bello de su geografía para después admitir que se la cercene e independice.
Si lo del mitrismo fue una estafa a esos galeses (y lo fue, porque les ocultaron que el Congreso argentino había rechazado el contrato tal como estaba suscripto y lo había modificado sustancialmente hasta convertirlo en lo que razonablemente debía ser: un convenio de inmigración entre los colonos y el estado de un país que los acogía bajo su bandera y sus leyes); también debe decirse que quienes lideraban a esos recién llegados habían sido perfectamente conscientes (y en muchos casos, partícipes) de las mentiras a designio de la prensa. Y tampoco pudieron desapercibirse, ya que estaban presentes en él, del acto más que elocuente de izamiento de la bandera argentina el 15 de setiembre de 1865 en la fundación de Rawson.
Los galeses vinieron pues, a nuestro país en busca de lo que el mismo les negaba a sus propios naturales; porque en esa Argentina de Mitre sectaria, oligárquica y extranjerizante, regida a sangre y fuego por una clase dominante sin virtud política, ligada a y sostenida por los intereses de ultramar  no tenían cabida ni los criollos, ni los negros ni los indios. En síntesis; salieron de su tierra natal con el sueño de fundar en el sur una Nueva Gales y se dieron con que ésta ya existía; porque en lo sustancial la Gales británica que gemía bajo el yugo inglés no tenía mayores diferencias con la Argentina de Mitre, tan obediente a los designios extranjeros como el céltico país del mítico dragón rojo y el eisteddfod.
Así las las cosas, la relación entre esos inmigrantes galeses y el estado argentino tenía necesariamente que ser lo que en efecto fue: una bolsada 'e gatos.
Sólo la inteligente y eficaz política de la primera presidencia de Julio A. Roca (1880-1886) con el Tratado de Límites con Chile de 1881, la ley 1532 de Territorios Nacionales de 1884 y la designación en noviembre de ese mismo año del teniente coronel Luis Jorge Fontana como gobernador del Chubut, consiguió morigerar y atemperar esa siempre conflictiva situación.







Que volvió a recrudecer en 1895 con el nombramiento como gobernador de Eugenio Tello, muy resistido por los colonos, y sobre todo en 1898 con el del coronel Carlos O'Donnell. La objeción principal (o más apropiadamente; excusa pueril para una disconformidad que tenía otras raíces) de los galeses estaba dirigida a la obligatoriedad de enrolarse en la Guardia Nacional (esto es, el ejército de línea) y de cumplimentar los ejercicios militares en día de domingo (esto último ya había sido corregido por el presidente Uriburu, pero O'Donnell se negaba a cambiarlo).
El 5 de setiembre de 1898 una asamblea de los colonos designó a dos representantes de entre ellos: Llwyd ap Iwan y Thomas Benbow Phillips, para que se dirigieran a Inglaterra a fin de plantear el caso al gabinete británico. Para mediados de enero de 1899, los diarios The Times, de Londres; The Guardian, de Manchester y Western Mail, de Cardiff, publicaron la noticia de que los delegados habían pedido entrevistarse con algunos parlamentarios para "exponerles quejas que aquellos colonos les habían transmitido sobre abusos cometidos con ellos por el Gobierno argentino, y reclamar el apoyo del inglés, ó para ponerse bajo su protectorado, ó para que les auxiliase á conquistar su independencia". El 28 de febrero presentaron ante el Foreign Office un "informe" (extrañamente, fechado dos semanas antes, el 14) en el que detallaban sus quejas por los "agravios" que según ellos las autoridades argentinas les infligían a los galeses. Pero no se detuvieron allí; porque llevaron las cosas al extremo de negar los derechos de la Argentina a la soberanía sobre la Patagonia, instar a Inglaterra a reclamarla como suya y proponer que fuera proclamada como país independiente, bajo el protectorado conjunto de Inglaterra y los Estados Unidos:

Soberanía. Es innegable que la posesión formal efectuada por Sir John Narborough, y la subsiguiente colonización por sujetos británicos hace el reclamo de Inglaterra a la soberanía sobre la Patagonia principalísimo.
El reclamo de la Argentina sólo puede basarse en la hipótesis de que como su usurpación no provocó protestas de parte de Inglaterra, el silencio de ésta se entendió como equivalente al abandono del reclamo británico.
Que ningún gasto incurrido por la Argentina en el gobierno de los establecimientos le da derechos de soberanía. Las expensas realizadas por ese estado han sido hechas a su propio riesgo, siendo premeditadamente gastadas en tierras pertenecientes a otra nación, mientras ha más que recuperado tales expensas por los gravámenes que ha impuesto y recaudado y los derechos con que ha gravado los bienes consumidos por los pobladores, consecuentemente se manifiesta:
Que la permanencia de las autoridades argentinas en la Patagonia, el tratamiento vejatorio de los sujetos británicos, y el fuerte intento de hacerlos renunciar a su nacionalidad, es una grave usurpación de los derechos soberanos de Inglaterra, y contrario a la ley internacional.
Eventualidades. Los abajo firmantes son conscientes de que ciertas eventualidades, adversas a las aspiraciones de los pobladores, pueden aflorar, tal por ejemplo la insignificancia de la Patagonia comparada con el hecho de poner en peligro los intereses británicos en el Río de la Plata, o el riesgo de chocar con la Doctrina Monroe, pero la última objeción a la intervención del Gobierno de Su Majestad puede ser refutada con la acción conjunta del gobierno británico y el de Estados Unidos. Ellos piensan que las circunstancias ciertamente justifican sugerir que la Patagonia o por lo menos las tierras ocupadas en el valle del Chupat sean organizadas en un estado independiente de la Argentina bajo el protectorado conjunto de esas dos potencias.

Era un completo delirio. Suponer a Inglaterra ajustando su política exterior según las "sugerencias" de dos presuntos representantes de los colonos galeses del Chubut, encima, compartiendo un eventual botín con los Estados Unidos, era un disparate que sólo podía entrar en los cálculos de un oscuro aventurero como Thomas Benbow Phillips (que ni siquiera era galés, por otra parte) o de un sujeto como Llwyd ap Iwan, que actuaban en beneficio propio. Como era previsible, la petición fue rechazada.
A fines de ese mismo enero una mañana de domingo, el coronel O'Donnell, que tenía neto el sentido de nacionalidad y era celoso de sus funciones de gobernador; hizo meter presos a todos los miembros del comité de colonos por traición, insulto a la dignidad de la nación y conspirar contra la seguridad pública, notificándolos de que se los iba a juzgar por esos cargos. Era sólo para asustarlos un poco: los tuvo detenidos en Rawson unas horas nomás, y después los largó. Tanto como para que aprendieran esos gringos desagradecidos que este país no es para los galeses ni los ingleses, sino para los argentinos; tal como les había dicho.
Más allá de todo eso, el presidente Julio A. Roca iría personalmente a visitar la colonia, como narraré en la tercera y última parte de este artículo.

Esa vieja cultura frita

Perón, el pedófilo que no conviene recordar

Perón, Nelly Rivas y "la fiesta del chivo"


El general con una joven Nelly Rivas rodeado de funcionarios.
por Rogelio Alaniz
ralaniz@ellitoral.com

El Litoral

Nelly Rivas tenía catorce años cuando lo conoció a Perón. Era delegada de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y una de las tantas adolescentes que a partir de mediados de 1953 visitaban la residencia de Olivos para practicar deportes y alternar con el general. Era menuda, delgada, y el pelo corto la identificaba más con una niña que con una mujer.

Más o menos al mes de haber conocido a Perón, la chiquilina empezó a quedarse a dormir en la residencia real del presidente, el Palacio Unzué. Primero fue porque se hizo tarde, después porque llovía y la tercera vez porque lo acompañó al Luna Park, pero lo cierto es que antes de finalizar el año la señorita de catorce años dormía todas las noches con el general.

El padre de Nelly era portero y su madre ama de casa. Se trataba de una familia humilde a quien no le quedó otra alternativa que aceptar que su hija menor de edad se transformara en amante del presidente de la Nación. La otra versión asegura que los Rivas creyeron tocar el cielo con las manos cuando se enteraron de que el hombre más poderoso del país había puesto sus ojos en su hija. Según se sabe, los escrúpulos que pudo haber tenido la familia se arreglaron con una casa y algunos beneficios monetarios. Dicho con otras palabras, el padre no vaciló en entregar su hija al “primer trabajador”.

Nunca se sabrá con precisión si la UES fue una pantalla deportiva y juvenil para satisfacer la lujuria del general o si, por el contrario, fue una iniciativa sana que produjo como resultado un inesperado romance entre Nelly Rivas y Juan Domingo Perón. Más allá de las interpretaciones que se puedan elaborar al respecto, lo que queda claro es que la relación existió hasta el 16 de septiembre de 1955. O sea que durante casi dos años vivieron juntos en el Palacio Unzué, pasaban los fines de semana en Olivos o en San Vicente y en más de una ocasión ella lo acompañaba a los actos oficiales. Nelly Rivas estuvo con el general en el Luna Park cuando peleó Rafael Merendino y fue su amorosa compañía en el célebre Festival de Cine de Mar del Plata organizado por Alejandro Apold.

Cuando Perón es derrocado y se refugia en la cañonera paraguaya, una de la primeras cosas que hace es escribirle a su “nenita”, como le decía en la intimidad y públicamente. Según se sabe ella respondió a esa carta y a otras. Eran textos sentimentales donde lo más novedoso o llamativo era la palabra que ella usaba para dirigirse a él: “Papito”. En algunas ocasiones él la trataba por el apodo que le había puesto: “Tinolita”. Todas esas intimidades se conocieron porque en 1957 un diario de los Estados Unidos publicó estas cartas, cartas por las que el diario pagó una suma considerable, con lo que se demuestra que esta joven señorita sabía defender muy bien sus intereses económicos.

Los partidarios de Perón sostienen que el general mantenía con esta chica una relación paternal alejada de toda connotación sexual. Los abundantes testigos sostiene exactamente lo contrario: la relación estaba desbordada de sexo y el general era el primero en asumirla así. Ella, por su parte, siempre se comportó como una amante y no como una nena inocente. Al respecto hay que decir que Perón siempre tuvo debilidades por mujeres mucho más jóvenes que él. Con Evita, por ejemplo, se llevaban veinticinco años de diferencia, aunque para esa fecha Evita ya era una mujer hecha y derecha. No se puede decir lo mismo de María Cecilia Yurbel, conocida como “Piraña”, una adolescente que Perón trajo en 1942 de Mendoza, y que cuando conoció a Evita vivía con él en su departamento de Arenales y Coronel Díaz. Según se decía entonces, esa niña de no más de dieciséis años era la hija de Perón, una explicación que a Evita no convenció, motivo por el cual una mañana se hizo presente en el departamento de Perón y fiel a su temperamento la obligó a Piraña a armar sus valijas y volverse a Mendoza.

Son los partidarios de Perón quienes sostienen que después de la muerte de Evita el general sintió el rigor de la soledad del poder y se dedicó a distraerse para ahuyentar fantasmas. Fueron sus años más decadentes. Pertenece a esa época un Perón que manejaba lanchas en el Tigre, autos deportivos, recorría en motoneta las avenidas de la ciudad, estaba presente en todos los espectáculos deportivos y no rehuía las invitaciones provenientes del mundo de la farándula. Dicho con otras palabras, es un Perón que se parece mucho a Menem, un Perón frívolo, juguetón, algo aburrido, deseoso de vivir aventuras sexuales y siempre confiado en su poder omnímodo e impune.

Está claro que si Evita hubiera vivido esto no habría ocurrido, sobre todo atendiendo a la manera en que ella expulsó a la Piraña u obligó a irse del país a otra de sus aventuras: la increíble y fascinante Blanca Luz Brum, izquierdista, esposa de Siqueiros, amante de González Tuñón y en algún momento querida de Perón. Pues bien, cuando llegó Evita, a esta mujer no le quedó otra alternativa que irse a vivir a los Estados Unidos. En estos temas, como en otros, con Evita no se jugaba.

Pero lo cierto es que para 1953 Perón estaba solo. Es en esas circunstancias, cuando el ministro de Educación, Méndez San Martín, un hombre mediocre pero leal al peronismo hasta la obsecuencia le propuso crear la UES. El funcionario le planteó al general organizar a los adolescentes en una institución que fuera al mismo tiempo deportiva y de adoctrinamiento político. Al general la iniciativa le gustó y brindó todo su apoyo para que se concretara.

Para los antiperonistas, la UES fue algo así como una agencie al servicio de la lujuria del general. Los testimonios existentes no coinciden con este punto de vista. Declaraciones de mujeres que fueron de la UES aseguran que las reuniones en Olivos eran correctas. Sin embargo hay datos que demuestran lo contrario. Un ejemplo elocuente es el de la navidad de1953, donde los festejos se prolongaron durante tres noches y según algunos testigos, el clima estaba cargado de erotismo.

¿Todas las chicas de la UES eran amantes del general? Afirmar eso es un disparate. Lo más probable es que la relación con la mayoría de las chicas haya sido normal y que las relaciones sexuales las haya practicado con una minoría ¿Cuántas? No lo sabemos. Lo que si se sabe es que la relación de Perón con las chicas era festiva y como decía una mujer del personal de limpieza: “confianzuda”. Todo este espectáculo estaba muy lejos de celebrarse a puertas cerradas. Perón salía a la calle con su motoneta escoltado por las chicas. Desde las ventanas de las casas, ojos recelosos y cargados de rencor observaban el espectáculo del presidente de la Nación y sus “pochonetas”.

Para bien o para mal a Perón los rumores y chismes lo tenían sin cuidado. De todos modos, no dejaba de ser paradójico que un general de la Nación, de ideas convencionales, fuera al mismo tiempo un transgresor a las normas sociales existentes y le importara tres pitos lo que la gente pudiera decir de él. La conducta de Perón en estos temas recuerda inevitablemente a la de uno de sus amigos latinoamericanos: el general Trujillo. En su novela “La fiesta del chivo”, Mario Vargas Llosa estructura el relato alrededor de los abusos sexuales del dictador contra adolescentes, algunas de ellas hijas de sus amigos y ministros, quienes intimidados o corrompidos consentían la relación.

Perón no fue Trujillo, aunque él mismo lo calificara como “un buen muchacho y un patriota ejemplar”, juicio mucho más generoso y benigno que el que emitió Roosevelt cuando dijo: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. En efecto, Perón no era Trujillo y no necesitaba del terror para ganarse a las jovencitas. Concretamente, en el caso de Rivas todo se arregló con la entrega de una casa, casa que dicho sea de paso, cuando llegó el gobierno de la Libertadora, le fue quitada a la familia Rivas. Perón no era Trujillo, pero los dos tenían en común una relación obsesiva y obscena con el poder. Por lo tanto hablar de los amoríos de Perón con Nelly Rivas, no es desgranar una historia salpicada con chismes picantes, sino poner en evidencia un estilo de ejercer el poder, una manera de controlar, vigilar y someter. Su concubinato con una nena de catorce años podría ser tipificado desde el Código Penal como estupro o pedofilia, pero en el caso que nos ocupa lo que importa evaluar es cómo el ejercicio impune del poder invade la intimidad y corrompe lo que toca. Vargas Llosa en su novela lo explica muy bien.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Dictadores: Borrando su propio pasado

6 personas que fueron literalmente borrados de la historia
Melissa Stanger - Business Insider




KCNA través de BBC
Jang Song- thaek desaparece en la foto a la derecha

Después de la noticia de la ejecución de Jang Song- thaek, tío de Kim Jong -un y asesor cercano, rompió en diciembre, los medios estatales de Corea del Norte ha sido borrando el hombre de la historia en su totalidad, lo borrar de los archivos y fotografías en línea.
Esta medida extrema hace que sea " el más grande jamás eliminación llevada a cabo por la agencia oficial de noticias KCNA y el diario Rodong Sinmun ", según The Guardian.

Pero no sería la primera vez que un líder político ha intentado borrar una persona limpia de la historia - aquí hay otras cinco personas que fueron borrados de la existencia:

Nikolai Yezhov, jefe de la policía secreta de Stalin


Joseph Stalin con Nikolai Yezhov photoshoppeado
YouTube / ITN
Stalin (centro) con Nikolai Yezhov, a su izquierda. Después de la ejecución de Yezhov, fue retocada de la fotografía.

Yezhov se ganó el apodo de "The Vanishing comisario " entre los historiadores de arte para su desaparición de las fotografías después de su ejecución en 1940.

Yezhov, un leal estalinista, era el jefe de la policía secreta durante la Gran Purga de Stalin, la supervisión de las detenciones masivas y las ejecuciones de los que se consideran desleales al régimen soviético antes irónicamente ser arrestado, torturado, juzgado y ejecutado a sí mismo por la deslealtad.

Stalin era conocido por la eliminación de todos los restos de los que cayeron de su lado bueno, o que ya no tenía uso para, Yezhov incluido.

Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler


Goebbels (segundo desde la derecha) aparece con Adolf Hitler y otros en la casa del cineasta Leni Riefenstahl en 1937. En las imágenes posteriores, está perdido.

Goebbels fue inmensamente valorada por Hitler por su entusiasmo, ideas brillantes, y el antisemitismo vehemente. Hitler hizo Goebbels su jefe de propaganda, y lo envió por toda Alemania para establecer una presencia nazi y levantar la moral durante la guerra. Goebbels fue uno de sólo unas pocas personas en círculo íntimo de Hitler, aunque confiaba en ayudar a quemar el cuerpo de Hitler después de que él se suicidó.

Al igual que Stalin, Hitler era conocido por "borrar" a la gente que cayeron fuera de su favor, a pesar de que aún se desconoce lo que Goebbels hizo que le llevó a ser eliminado de este famoso 1937 foto tomada en la casa de cineasta alemana Leni Riefenstahl.

León Trotsky, revolucionario ruso


Anteriormente cercanos camaradas, Trotsky aparece en la imagen de la izquierda en uno de los discursos de Lenin, la misma imagen, alterado después de los dos split, muestra Trotsky eliminado.

Una voz influyente en los primeros tiempos de la Unión Soviética, Trotsky fue inicialmente un líder en la revolución bolchevique, pero las referencias a Trotsky fueron eliminados después de que él cambió su lealtad a los mencheviques, partiendo del camarada y compañero revolucionario Vladimir Lenin.

Lenin más tarde denunció a Trotsky como un "sinvergüenza" en 1917, y lo borró de varias fotos en las que aparecían juntos. Trotsky fue finalmente fue exiliado de la Unión Soviética por completo.

Bo Gu, alto dirigente del Partido Comunista de China


Qin Bangxian, Bo Gu, y Mao Zedong photoshopeados
Flickr / Kim Scarborough
Bo Gu, extremo izquierdo, aparece en la foto con Mao Zedong y camaradas, en la foto más tarde, él se encuentra.

Qin Bangxian, más conocido como Bo Gu, era la " persona con la responsabilidad general del PCCh ", por lo que tuvo gran responsabilidad bajo el líder Mao Zedong.

Sin embargo, como resultado de alguna falta de comunicación en la defensa militar táctico en la Conferencia de Zunyi durante la Larga Marcha, Bo Gu fue criticado por "graves errores políticos parciales" y reemplazado en el mando por Zhang Wentian en 1935.

La falta de comunicación exacta difiere en la mayoría de los relatos históricos, pero podría ser lo que llevó a la precipitación de Bo Gu con Mao Zedong, y por lo tanto podría haber sido la razón de su eliminación en esta foto.

Grigoriy Nelyubov, cosmonauta soviético


El cosmonauta perdido Grigoriy Nelyubov photoshoppeado
YouTube/Christiaan008

Como miembro fundador de la "Seis de Sochi," Nelyubov se eliminó en la fotografía después.

Cosecha manual para el primer destacamento de cosmonautas en 1960, Nelyubov fue una elección por estrellas de los vuelos espaciales por ser " una persona extraordinaria, un excelente piloto, un deportista... "

Miembro fundador del equipo espacio superior conocido como el Sochi Seis, Nelyubov probablemente la tercera o cuarta persona en el espacio (aunque algunos dicen que el primero ), antes de ser expulsado del programa espacial soviético por mala conducta relacionada con el alcohol, lo que lleva a que sea eliminado de los registros del programa.

Nelyubov fue golpeado en última instancia por un tren y murió, y su muerte fue un suicidio.

martes, 18 de febrero de 2014

La Tablada: Nunca olvidar

"Somos muchos los que no los olvidamos"
El teniente coronel Emilio Guillermo Nani rindió un tributo a quienes murieron en el "sanguinario ataque contra los cuarteles de La Tablada", a 25 años del episodio; la carta, en LA NACION

 

Nani habla de "una sociedad olvidadiza y
 desagradecida" respecto del ataque.

Foto: Archivo
Hoy se cumplen 25 años del último intento del terrorismo internacional por hacerse del poder en nuestro país. El 23 de enero de 1989 el Ejército Revolucionario del Pueblo, devenido en Movimiento Todos por la Patria, liderado por Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, utilizando la misma metodología empleada en otros hechos similares perpetrados durante la década del 70, lanzó un sanguinario ataque contra los cuarteles de La Tablada. Este nuevo crimen contra la Nación argentina y su pueblo, planificado y financiado por los gobiernos de Daniel Ortega, de Nicaragua, y Fidel Castro, de Cuba, una vez más puso en evidencia el desprecio del terrorismo marxista hacia toda forma de convivencia, cosa que seguramente volverá a ser silenciada, como viene sucediendo año tras año con tantos otros hechos similares que no han merecido el menor recuerdo ni homenaje por parte de quienes tienen la responsabilidad de mantener viva la memoria de aquellos que regaron con su sangre el suelo del país en defensa de las instituciones de la patria. Hoy vemos con estupor cómo se premia y reivindica a quienes ensangrentaron el territorio nacional con sus atentados y se hunde en el olvido a los miles de argentinos secuestrados, torturados y asesinados por supuestos "jóvenes idealistas" y, en forma injusta, ilegal e ilegítima, se priva de la libertad a más de 1900 miembros de las fuerzas armadas, de seguridad, policiales y civiles que, con su sacrificio y el de sus familias, cumpliendo con los reclamos de una sociedad olvidadiza y desagradecida, liberaron a la Nación del flagelo del terrorismo. Mientras esta situación se siga manteniendo vigente, todo anhelo por hallar la paz y la concordia que tanto estamos necesitando será imposible de lograr.

Como hace tiempo que no se escuchan voces oficiales ofrendando el justo y necesario homenaje a los caídos en defensa de Dios, de la patria y de nuestra propia sobrevivencia, por este medio quiero rendir tributo a quienes murieron por nosotros y por nuestro estilo de vida: teniente coronel Horacio Fernández Cutiellos, teniente primero Ricardo Alberto Rolón, suboficial principal Ricardo Raúl Esquivel, sargento primero Ramón Wladimiro Orue, sargento José Gustavo Albornoz, soldados Domingo Julio Grillo, Héctor Cardozo, Roberto Tadeo Taddía, Leonardo Martín Díaz y comisario inspector Emilio García García y sargento primero José Manuel Soria, de la policía de la provincia de Buenos Aires, gracias por el ejemplo que nos dieron, gracias por defendernos, por haber dado todo sin pedir nada a cambio.

Somos muchos los que no los olvidamos.

Teniente coronel (R) Emilio Guillermo Nani
LE 4.526.260

lunes, 17 de febrero de 2014

La TV japonesa reescribe la historia de la SGM

La TV japonesa reescribe la historia de la II Guerra Mundial

© AFP

Altos funcionarios de la cadena pública japonesa NHK, sostienen que Japón fue seducido por EE.UU. para participar en la Segunda Guerra Mundial con el fin de "liberar a Asia del colonialismo blanco".


Estas controvertidas declaraciones acerca de que Washington fabricó los crímenes de guerra supuestamente cometidos por las tropas japonesas en varios países asiáticos, fueron hechas por Naoki Hyakuta, miembro del consejo directivo de la cadena pública nipona NHK, informa el diario británico 'The Independent'.

"Estas suposiciones son absurdas. Esperamos que gente en cargos de gran responsabilidad en Japón […] procure evitar comentarios que puedan empeorar las tensas relaciones en la región", indicaron portavoces de la embajada de EE.UU. en Tokio, citados por la revista norteamericana 'Time'.

Hyakuta además negó los crímenes de guerra ocurridos en 1937 en la ciudad china de Nanjing, donde las tropas japonesas mataron a miles de personas. Según el empresario, que también es conocido como un nacionalista de derechas, la masacre de Nanjing nunca ocurrió y los relatos del genocidio no son más que "propaganda china".

Por su parte, las autoridades de China, condenaron estas declaraciones calificándolas como "un desafío descarado a la justicia internacional y a la conciencia humana".

"La masacre de Nanjing es un crimen brutal cometido por el militarismo japonés durante su invasión a China, de la cual existen evidencias irrefutables. La comunidad internacional ya tiene un veredicto al respecto", afirmaron voceros del Ministerio de Exteriores chino citados por la agencia Xinhua.

Se estima que hasta 300.000 civiles y soldados chinos murieron cuando las tropas japonesas ocuparon Nanjing en diciembre de 1937, hechos que continúan siendo un tema sensible en las relaciones entre Pekín y Tokio.

Actualidad RT

domingo, 16 de febrero de 2014

Perón: La oligopolización estatal de los medios de comunicación

Hace 60 años, el primer peronismo hacía lo mismo
Por Pablo Sirvén | LA NACION

Con la excusa de desandar todo lo mucho que hizo el peronismo menemista en la década pasada a favor de engrosar y dar generoso poder a grandes holdings de comunicación (fenómeno que profundizó Néstor Kirchner en 2005, con la prórroga de las licencias de los canales de TV y de las radios, y en 2007, al dar luz verde a la fusión de CableVisión y Multicanal), ahora la presidenta Cristina Kirchner alienta un desguace mayúsculo en contra de esos mismos grupos, en busca de reemplazarlos por innumerables medios pequeños más débiles y manejables.

No sólo eso: como la ley de radiodifusión en ciernes obligará a los multimedios a deshacerse en el término de un año de cantidades de licencias, inevitablemente surgirán nuevos conglomerados audiovisuales más afines al Gobierno y con poder económico, listos para cooptar a esos náufragos, loteados al mejor postor.

La maniobra se parece bastante a la que llevó adelante, entre fines de los años 40 y principios de los 50, el primer peronismo (no el de Menem ni el de los Kirchner, sino el auténtico de Perón y Evita), que en pocos años armó un colosal holding estatal de medios de comunicación.

En un movimiento de pinzas sin fisuras, la mayoría de los dueños de los diarios y radios del país fueron obligados a vender sus empresas. A los más dóciles se los premiaba con un perverso lauro: a cambio de perder su condición de propietarios se les concedía convertirse en obedientes funcionarios a cargo de sus ex compañías. Servía a los fines del disimulo: las compras eran bajo cuerda, no se publicaban en el Boletín Oficial y se pagaban con dineros provistos sin desmayos por el "mago de las finanzas" Miguel Miranda desde el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). Así lo hizo Jaime Yankelevich, pope de Radio Belgrano, que, además, puso a los pies de la poderosa pareja presidencial un por entonces muy novedoso medio de comunicación: la televisión.

"Alea iacta est" ("la suerte está echada"), habría dicho Julio César cuando estaba por cruzar el río Rubicón para ir contra Pompeyo. Inspirados en ese afán triunfalista del más célebre emperador romano, los peronistas de la primera hora fundaron Alea SA, un gigantesco monopolio estatal que funcionaba en un edificio de 43 pisos, donde se editaban cantidades de periódicos, revistas y folletería afines al Gobierno. Carlos Aloé, su máximo director, lo explicó a la revista Primera Plana años después, con palabras que hoy suenan familiares: "Nosotros no usábamos dinero del Estado, al contrario, las empresas daban ganancias". En su despacho había un retrato gigante del general Perón con la siguiente leyenda: "Empresas periodísticas radiales e informativas".

A los que no vendían rápido se los martirizaba con inspecciones sorpresa de la nefasta Comisión Bicameral Investigadora de Actividades Antiargentinas, que comandaba el diputado José Emilio Visca, que aplicaba multas y clausuras si los sanitarios no funcionaban bien y los libros contables no estaban en orden.

Tras promulgar una ley sobre la Organización de los Servicios de Radiodifusión, en 1953, el gobierno peronista armó cuatro redes, una estatal y otras tres supuestamente privadas (la Red A incluía a la editorial Haynes; la Red B fue otorgada a la Asociación Promotores de Telerradiodifusión -APT-, en tanto que la Red C abarcaba a La Razón editorial, emisora, financiera y comercial). Aloé controlaba Haynes y La Razón; Jorge Antonio manejaba la APT. Todo quedaba entre amigos.

Como a La Prensa no pudieron doblegarla, optaron por confiscarla para entregársela a la CGT, tras humillarla repetidamente por la entonces Radio del Estado y los demás medios acólitos y conversos.

Tras su violenta estatización (revertida en 1955, cuando fue devuelta a sus legítimos dueños), los avisos clasificados que reunía en cantidad en sus páginas empezaron a emigrar hacia un pequeño y novel tabloide, que había nacido apenas un par de años atrás, llamado Clarín.