Carlitos y el Escandaloso
Estos dos cañones pertenecieron a la Fortaleza Protectora Argentina, el fuerte que dio origen a Bahía Blanca y son el motivo de la existencia de la Cofradía de Artilleros de la Fortaleza; asociación fundada por el historiador bahiense Oscar Rimondi.
Carlitos tiene cureña de tierra (las ruedas grandes) y El Escandaloso tiene cureña naval.
Los nombres les fueron dados por Oscar Rimondi: Carlitos se llama así en honor a Gardel porque es morocho y cada día canta mejor. El Escandaloso tiene un defecto en el alma (el interior del cañón) que genera un enorme estruendo en cada disparo, de allí su nombre.
Fueron traídos junto con otros cañones de bronce desde Buenos Aires por la expedición de Ramón Estomba para la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina por orden del gobernador, el Brigadier General Juan Manuel Ortiz de Rozas en 1828.
Estaban ubicados en cada vértice de la Fortaleza y servían para dar el alerta temprano ante un posible malón y también para hostigar al enemigo. Con el paso del tiempo cayeron en desuso y los cañones de bronce fueron fundidos para otra utilidad; Carlitos y El Escandaloso se salvaron por ser cañones de hierro.
En la década del 20 estaban clavados de punta a la entrada del Banco Nación, rodeados de una pila de balas de cañón. Pero alguna reforma edilicia los mandó a los terrenos del Club de Tiro Federal. Allí los encontró Rimondi cerca de 1995 medio enterrados en un zanjón.
A través de su gran iniciativa consiguió que fueran reparados y reacondicionados en la Base Naval Puerto Belgrano donde se les construyó sus respectivas cureñas y quedaron listos para volver a disparar aunque ahora no disparan mas balas de cañon sino bolas de papel celeste y blanco en los actos patrioticos.
Se cree con gran razón que los dos cañones provienen de Montevideo. En 1814 cuando los españoles se rindieron ante el general Alvear, entregaron todo el parque de armamentos a los criollos y entre ellos gran cantidad de cañones que sirvieron para la guerra de la Independencia.
Una particularidad de estos dos cañones es que no poseen el sello real que era característico de todas las armas de artillería construidas por los españoles. Por ello se supone que pertenecían al buque inglés HMS Agamenón que había sido el buque insignia del Almirante Horace Nelson en muchísimas batallas hasta 1796 en que se le entregó el HMS Victory con el cual combatió y murió en la batalla de Trafalgar.
El Agamenón fue enviado en 1808 a la estación naval inglesa en Río de Janeiro con 27 años de servicio y en condiciones sumamente precarias.
En 1809 los ingleses temían que sus enemigos franceses intentaran tomar Montevideo o Buenos Aires con su flota del Atlántico; por eso enviaron al Agamenón y 5 buques de guerra más a inspeccionar la desembocadura del Plata. Pero una terrible tormenta los sorprendió a la altura de Punta del Este y allí encalló el Agamenón partiéndose en dos su casco.
Intentando salvar lo que pudieran, los marinos ingleses vaciaron el buque de armas y provisiones y las depositaron en la isla Gorriti, y posteriormente las dejaron abandonadas. Los españoles rescataron gran parte de los 64 cañones del Agamenón y los incorporaron a las posiciones de defensa de Montevideo. Cuando cayó la plaza fuerte de Montevideo en 1814, esos cañones pasaron a Buenos Aires y de allí, probablemente a la Fortaleza Protectora Argentina en 1828.
Esta es la historia de Carlitos y El Escandaloso, dos cañones de cuatro libras que han atravesado combates navales, guerras, malones y olvido para seguir entre nosotros.
A Oscar Rimondi “in memoriam”
Oscar Fernando Larrosa (h)
sábado, 12 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
Expedición naval española de 1719 y su naufragio
La accidentada travesía de la Armada de 1719
Parte de un contingente con destino a Escocia se hundió en la Costa da Morte
MIGUEL SAN CLAUDIO
Baltasar de Guevara, hijo natural del duque de Nájera, Beltrán de Guevara, pasará a la historia como el comandante en jefe de la Flota del Azogue de 1724. Los galeones a su mando, el Nuestra Señora de Guadalupe, de 50 cañones, y el Conde de Tolosa, de 60, naufragaron durante un huracán al noroeste de la República Dominicana el 25 de agosto de aquel año. Este naufragio dio paso muchos siglos después a una de las intervenciones arqueológicas submarinas más importante de las realizadas nunca por investigadores españoles, aunque tuvo que ser fuera de España, claro.
Pero Baltasar ya tuviera que ver con las costas de Galicia. A finales de marzo de 1719 mandaba una Armada que se dirigía en apoyo de Jacobo Estuardo, pretendiente al trono inglés frente a Jorge I de Hannover. Los ingleses habían preferido un rey alemán a uno católico, como era el caso de Jacobo, hermanastro de la fallecida reina Ana, de la cual era pariente lejano el alemán. La rebelión frente al rey extranjero, aunque protestante, contaba con partidarios en Escocia y Gales y hacia allá se dirigía la Armada de don Baltasar. Tenía además el propósito de devolver las anteriores atenciones inglesas prestadas durante la Guerra de Sucesión y el ataque a traición de Cabo Passaro, donde una Armada inglesa había atacado a una española sin declaración de guerra previa.
Este apoyo a la causa de los Estuardo se sustanció en una flota de unos 45 buques de transporte que conducían siete batallones de infantería y dos regimientos de caballería, acompañadas de 500 monturas, un total de 5.000 a 7.000 hombres. Transportaban además 30.000 fusiles, pólvora, municiones y toda la impedimenta necesaria para un ejército en campaña.
La escolta militar estaba compuesta por dos navíos de línea, una fragata y otros cuatro buques más de guerra. Todos al mando de Baltasar, quien había expuesto muy razonadamente los problemas de esta expedición. Pero los mandos políticos son los que mandan, y en este caso, frente al criterio de los técnicos, con lo que una vez más, y lo vemos todos los días, la losa del desastre estaba abierta.
El buque insignia era el San Luis, de 60 cañones. Otro navío de la escolta era el Nuestra Señora de Guadalupe, que ya conocemos, al mando de Rodrigo de Torres y Morales, segundo comandante de la expedición. Debían recalar en Galicia con objeto de embarcar más tropas y exiliados escoceses e irlandeses supervivientes de una fallida intentona anterior realizada en 1715, siendo A Coruña la segunda base de la expedición.
Veinte buques partieron de Cádiz para reunirse con el resto de la flota que les esperaba en aguas de Galicia. A bordo viajaba el general Jacobita James Butler, segundo conde de Ormonde, que había sido nombrado recientemente Capitán General del Rey Católico por el monarca español Felipe V.
El naufragio
A la altura de las costas de Galicia, como ya les había ocurrido a otras muchas flotas antes, y como había pronosticado el propio Baltasar de Guevara, se vieron sorprendidos por un temporal, que duró 12 días y que los forzó a correr hacia el sur con la costa a sotavento. Alguno de los buques zozobró en mar abierto y otros dieron contra el litoral. Cuatro arribaron a Lisboa, dieciocho a Vigo y otros puertos (A Coruña y Pontevedra). Ante los daños sufridos la expedición fue abortada. Los buques que transportaban a la caballería se vieron obligados a arrojar por la borda a los pobres caballos con objeto de aligerar las naves, condenando a la muerte a las 500 monturas.El 8 de marzo había partido de San Sebastián y Pasajes una parte de las tropas y pertrechos previstos, que consiguió llegar hasta Escocia, donde cumplió su misión sin contratiempos; a la postre esta fue la única ayuda que recibió el pretendiente católico en sus aspiraciones. En total llegaron a desembarcar 1.000 hombres, 3.000 fusiles y equipos para 500 caballos (suponemos que para los desgraciados que se ahogaron en Fisterra); a estas fuerzas se incorporaron 2.000 campesinos, finalmente el plan fracasó debido a lo exiguo del contingente desembarcado.
Hemos asistido a lo largo de la biografía de un personaje, Baltasar de Guevara y de un buque, el Nuestra Señora de Guadalupe a dos episodios en ambas orillas del océano con apenas 5 años de margen. Baltasar moriría en el naufragio de la República Dominicana, pero su nombre ha pasado a la historia por el estudio que se hizo de los buques a su mando y por la difusión que las sucesivas exposiciones, actos y de los materiales mostrados en los museos procedentes de esos yacimientos arqueológicos subacuáticos.
Hoy conocemos algunos pecios en las costas gallegas que pudieran corresponderse con alguna de las naves perdidas de la Armada de 1719, pero la falta de medios de una Administración autonómica alejada del mundo marítimo, nos impide conocer este nuevo aspecto de nuestro pasado.
Nada de eso se ha hecho ni se hará a medio plazo en una tierra como la gallega con una historia tan marcada por el mar, pero no perdemos la esperanza de que un día podamos llegar a ser como los ciudadanos de la República Dominicana, y poder mostrarnos al mundo respetuosos y orgullosos de nuestro pasado, incluso del marítimo.
NAUFRAGIOS EN LA COSTA DA MORTE
La expedición se vio sorprendida en aguas gallegas por un temporal que duró 12 días
La Voz de Galicia
jueves, 10 de abril de 2014
SGM: La ciudad factoría de Chelyabinsk/Tankograd
Tankograd
A pesar de la bajas colosales en mano de obra, equipo y territorio en el primer año de la guerra, la Unión Soviética se las arregló para movilizar suficientes fuerzas para evacuar cerca de 10 millones de personas desde y hacia una parte más grande empresas industriales al este del país. Durante un corto período de tiempo personal evacuado tuvo que recomenzar la producción militar y la carga general fue hacia la región de Ural. Abundante en minerales, recursos de combustible y de substancias químicas, los Urales, en palabras del académico Komarov, eran una canto meridional que se estiraba paralelo al frente pero separado de él por uno o dos mil kilómetros lo que formaba un cinturón de protección de gran alcance.
Durante el período temprano de la Segunda Guerra Mundial, la invasión de Alemania a la industrializada Rusia europea amenazó la fuente de materiales de guerra y las instalaciones fabriles. El comité de defensa de la Unión Soviética decidió el traslado de las fábricas necesarias a Siberia. En la ciudad de Chelyabinsk se fusionaron la fábrica de tractores local con la de motores diesel, llegada desde Jarkov y la de tanques Kirov evacuada desde Leningrado; las enormes instalaciones para la producción de armamento le valieron el calificativo de "Tankograd" (ciudad de los tanques).
Tankograd" llegó a producir más de 40 tanques por día de diferentes modelos entre los que destacaba el T-34 que se muestra en este diorama. La historia de cómo cinco millones de personas y miles de industrias pudieron ser trasladadas a Siberia es una asombrosa aventura de la Segunda Guerra Mundial y demuestra hasta qué punto puede llegar la resistencia y moral del ser humano.
Una de las instalaciones más grandes de defensa de los Urales era la planta de tanques en Chelyabinsk. La ciudad, conocida comúnmente como Tankograd, fue establecida en 1941 por ingenieros y los trabajadores de las instalaciones de Leningrad, de Kharkov y de Chelyabinsk. En primer lugar, Tankograd suministró al frente tanques pesados "KV", que participaron en el machacamiento de fuerzas alemanas en la batalla de Moscú en 1941-42. En el segundo año de la guerra la instalación dominó la producción de tanques medios "T-34" en apenas 33 días y los tanques, altamente maniobrables y muy rápidos, fueron producidos a una escala total. La solución de ingeniería rusa hizo el blindaje del tanque prácticamente impenetrable. La fuerza del blindaje fue registrada en el archivo clasificado de Wehrmacht, que dijo que el disparo de un tanque "T-34" con granadas antitanques era mayormente un fracaso. Cuando eran disparadas desde el flanco, el trabajo decía, las granadas rebotaron del blindaje incluso en una distancia de cientos de metros y la granada antitanques de 37 milímetros era absolutamente inútiles en el alcance cercano. El general alemán Heinz Guderian admitió en los años de guerra que la fuerza soviética de tanques estaba en crecimiento, debido a la producción en masa ininterrumpida del tanque ruso de primera clase "T-34". Los trenes con tanques dejaban Tankograd todo el tiempo, pintados de blanco en invierno, y verde - en verano. Observar los trenes de tanques limitaban a la alegría y la esperanza evocadas en el Oeste del país en los corazones de la gente soviética. Pocos sabían en esos días del esfuerzo deslomador que estaba detrás de la reputación del tanque como monstruo que causaba muertes. Los trabajadores de las instalaciones militares de Ural no salieron de los talleres para el trabajo por días en condiciones que estaban a menudo más allá de la resistencia humana. Y los lugares de los hombres que se habían ido para el frente fueron tomados por las mujeres, ancianos y adolescentes.
En la esperanza de sobrepasar los tanques soviéticos el enemigo diseñó tanques pesados estupendos, que eran conocidos como "Tigres", "Panteras" y "Ferdinands". Para demostrar las capacidades espantosas del nuevo equipo de los alemanes hicieron decir en documentales sobre la invulnerabilidad de sus tanques al fuego soviético de tanque y de artillería.
La inteligencia soviética calculó rápidamente el propósito del "ataque psicológico" y los constructores del tanque de Ural fueron dados instrucciones para probar la falsedad de la propaganda nazi. Poco tiempo después Tankograd suministró una arma autopropulsada de artillería pesada y un nuevo tanque pesado de capacidad desconocida. El arma y el tanque demostraron un funcionamiento notable en la batalla de Kursk en 1943. Su maniobrabilidad y velocidad dieron vuelta a los "Tigres", a las "Panteras" y a los "Ferdinands" alemanes y los convirtieron en montones de chatarra.
De los 6250 tanques que participaron en la captura de Berlín en 1945 la mayoría había venido de Tankograd.
En tributo a la memoria de la gente que forjó la victoria en la frente interno hay un mojón de tanque en Chelyabinsk que sirva un recordatorio omnipresente del heroísmo de la gente que lo hizo y de su potencial machacante en batalla.
Historia
La fortaleza Chelyaba, de la cual la ciudad toma su nombre, fue construida en el sitio en 1736, la ciudad fue incorporada a Rusia en 1781. Alrededor de 1900, sirvió como centro para la construcción del Ferrocarril Transiberiano. De acuerdo con estadísticas oficiales la población el 1 de enero de 1913 era de 45.000 habitantes. En las décadas posteriores a la guerra civil finlandesa en 1918, unos 15.000 finlandeses "Rojos" desertaron a la Unión Soviética. La mayoría de ellos fueron trasladados a Chelyabinsk a través de ferrocarril. En 1938, durante las grandes purgas, la mayoría de ellos fueron ejecutados. Su fosa común se encuentra cerca de la mina de oro de la antigua Gora Zolonyi, y hoy tiene un pequeño monumento.
Durante la industrialización soviética de la década de 1930, Chelyabinsk experimentó un rápido crecimiento. Varios establecimientos industriales, incluyendo la Planta de Tractores de Chelyabinsk y la Planta Metalúrgica de Chelyabinsk, se construyeron en este momento. Durante la Segunda Guerra Mundial, Joseph Stalin decidió trasladar gran parte de la producción de las fábricas soviéticas a lugares fuera del camino del avance de los ejércitos alemanes a finales de 1941. Esto trajo nuevas industrias y miles de trabajadores a Chelyabinsk que siguía siendo esencialmente una ciudad pequeña. Varias instalaciones enormes para la producción de tanques T-34 y lanzadores de cohetes Katyusha existieron en Chelyabinsk, que se conoció como "Tankograd" (Ciudad de Tanques). Chelyabinsk fue construido esencialmente a desde cero durante este tiempo. Un pequeño pueblo existía antes de esta, signos del mismo que se puede encontrar en el centro de la ciudad. El S.M. Fábrica de Kirov no. 185 se trasladó aquí desde Leningrado para producir tanques pesados - que fue trasladado a Omsk a partir de 1962.
Chelyabinsk ha tenido una larga asociación (desde 1940) con el máximo secreto la investigación nuclear, aunque esto es más bien aplicable a Óblast de Cheliábinsk en su conjunto, como las instalaciones nucleares como Chelyabinsk-70 (Snezhinsk) son, o fueron, que se encuentra muy lejos de la ciudad. Un accidente nuclear grave se produjo en 1957 en la planta de reprocesamiento de combustible nuclear de Mayak, 150 km al noroeste de la ciudad, lo que causó las muertes en región de Cheliábinsk, pero no en la ciudad. La provincia estaba cerrada a los extranjeros hasta 1992.
La ciudad está situada en la parte norte-occidental de Óblast, 210 km al sur de la ciudad de Ekaterinburgo.
Chelyabinsk actualmente es uno de los mayores centros industriales de Rusia. Predomina la industria pesada, especialmente la metalurgia y la maquinaria militar, en particular el Metalúrgica Combinada Chelyabinsk (CMK, ChMK), Planta de Tractores Chelyabinsk (CTZ, Chtz), Planta de electrodos Chelyabinsk (CHEZ), Planta de tubos rodantes Chelyabinsk (ChTPZ) y la Forja Chelyabinsk y Planta de Prensa (ChKPZ).
Chelyabinsk también cuenta con varias plantas de la electrónica, incluyendo Metran, Polet y Electromashina Zavod, que sirven tanto a las necesidades militares y civiles.
Por Javier Ordoñez y Lyubov Tsarevskaya
Enlace al original
Wikipedia
miércoles, 9 de abril de 2014
La reserva de los cuerpos de tanques israelíes en la GYK
Cuerpos de tanque de las FDI
El rol de la reserva
Los Altos del Golán 06 de octubre 1973
En los Altos del Golán , los sirios atacaron las defensas israelíes de dos brigadas y once baterías de artillería con cinco divisiones y 188 baterías. En el inicio de la batalla, 180 tanques israelíes y 60 piezas de artillería israelíes se enfrentaron a 1.200 tanques sirios y 600 pieces.Each artillería de tanques israelíes desplegados en los Altos del Golán fue contratado durante los ataques iniciales. Comandos sirios se redujo en helicóptero también tomaron el bastión más importante de Israel en el Monte Hermón , que tenía una variedad de equipo de vigilancia .
Los combates en los Altos del Golán se dio prioridad por el Alto Mando israelí. Los combates en la península del Sinaí estaba muy lejos de que los centros de población israelíes no estaban amenazados de inmediato ; debe la caída Altos del Golán, los sirios podría avanzar fácilmente hacia Tiberias, Safed , Haifa, Netanya y Tel Aviv. Los reservistas fueron dirigidos al Golán lo más rápido posible . Se les asignó a los tanques y enviados al frente tan pronto como llegaron a depósitos del ejército , sin esperar a que las tripulaciones se entrenaron con llegar , sin esperar a que las ametralladoras que se instalen en sus tanques , y sin tomarse el tiempo para calibrar su armas del tanque .
Los sirios habían esperado que llevaría al menos 24 horas para las reservas israelíes para llegar a la línea del frente ; de hecho, las unidades de reserva israelíes comenzaron a llegar a las líneas de batalla sólo quince horas después de que comenzó la guerra.
Para el final del primer día de la batalla , los sirios (que al principio superaban en número a los israelíes en el Golán 5 a 1, y en algunos casos , de 11 a 1 . Tanques sirios fuera numeradas tanques israelíes 10-1 ) había logrado un éxito moderado . Los israelíes ofrecieron una resistencia feroz, como tanques y la infantería trataron desesperadamente de defenderse de los sirios.
Las tripulaciones de reserva del tanque de las FDI utilizan los caminos para subir al Golán desde el río Jordan utilizando el número de caminos , ya que no había camiones disponibles .
Aquí hay algunas fotos raras tomadas en 1973 por el Sr. Edward Okun en el momento de una volentir en un kibutz cerca del Golán .
IDF Armor
Los Altos del Golán 06 de octubre 1973
En los Altos del Golán , los sirios atacaron las defensas israelíes de dos brigadas y once baterías de artillería con cinco divisiones y 188 baterías. En el inicio de la batalla, 180 tanques israelíes y 60 piezas de artillería israelíes se enfrentaron a 1.200 tanques sirios y 600 pieces.Each artillería de tanques israelíes desplegados en los Altos del Golán fue contratado durante los ataques iniciales. Comandos sirios se redujo en helicóptero también tomaron el bastión más importante de Israel en el Monte Hermón , que tenía una variedad de equipo de vigilancia .
Los combates en los Altos del Golán se dio prioridad por el Alto Mando israelí. Los combates en la península del Sinaí estaba muy lejos de que los centros de población israelíes no estaban amenazados de inmediato ; debe la caída Altos del Golán, los sirios podría avanzar fácilmente hacia Tiberias, Safed , Haifa, Netanya y Tel Aviv. Los reservistas fueron dirigidos al Golán lo más rápido posible . Se les asignó a los tanques y enviados al frente tan pronto como llegaron a depósitos del ejército , sin esperar a que las tripulaciones se entrenaron con llegar , sin esperar a que las ametralladoras que se instalen en sus tanques , y sin tomarse el tiempo para calibrar su armas del tanque .
Los sirios habían esperado que llevaría al menos 24 horas para las reservas israelíes para llegar a la línea del frente ; de hecho, las unidades de reserva israelíes comenzaron a llegar a las líneas de batalla sólo quince horas después de que comenzó la guerra.
Para el final del primer día de la batalla , los sirios (que al principio superaban en número a los israelíes en el Golán 5 a 1, y en algunos casos , de 11 a 1 . Tanques sirios fuera numeradas tanques israelíes 10-1 ) había logrado un éxito moderado . Los israelíes ofrecieron una resistencia feroz, como tanques y la infantería trataron desesperadamente de defenderse de los sirios.
Las tripulaciones de reserva del tanque de las FDI utilizan los caminos para subir al Golán desde el río Jordan utilizando el número de caminos , ya que no había camiones disponibles .
Aquí hay algunas fotos raras tomadas en 1973 por el Sr. Edward Okun en el momento de una volentir en un kibutz cerca del Golán .
martes, 8 de abril de 2014
Franco pasa por Canarias antes de la GCE
Las imágenes de los días de Franco en Gran Canaria podrían reorientar los estudios sobre el alzamiento
CÉSAR MARRERO/EFE@ABC_CANARIAS / LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
«Franco necesitaba venir a la isla para poder luego viajar a Marruecos», expone el historiador Alberto Anaya, investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Solo 24 horas antes de que estallara la Guerra Civil, los republicanos preparaban en Las Palmas de Gran Canaria un golpe de mano que pudo cambiar la historia de España. Una carpeta con viejas fotos olvidadas en un archivo revela ahora cómo fue aquel 17 de julio de 1936 en la vida de Franco.
El Ayuntamiento de Arucas ha descubierto entre sus fondos casi 381 fotos anónimas en blanco y negro de 1936, entre las que figuran varias escenas del entonces capitán general de Canarias presidiendo el entierro del general Amado Balmes, la víspera de que partiera hacia Marruecos para liderar la sublevación contra la II República.
Los responsables del archivo municipal de Arucas reconocen que ellos fueron los primeros sorprendidos al descubrir en qué consistía ese material fotográfico, hallado durante tareas rutinarias de revisión y catalogación de la numerosa documentación acumulada en una caja de cartón, cuya apariencia no hacía sospechar en absoluto su valioso contenido.
«Fue una sorpresa lo que había en la caja, las fotografías nos llamaron la atención desde el primer momento», afirma la archivera municipal y licenciada en Historia Carmen Rodríguez.
En especial, les impresionó el hecho de encontrar entre esas instantáneas cerca de una decena en las que aparecía Francisco Franco presidiendo en Las Palmas de Gran Canaria el entierro del gobernador militar de la provincia, un acto del que solo se había documentado hasta ahora la existencia de una o dos fotografías.
Ese sepelio ha abonado, además, la leyenda que gira en torno a las horas previas a la insurrección del 18 de julio, puesto que hay expertos que especulan con el hecho de que la muerte de Balmes, que oficialmente falleció disparándose su propia arma en un suicidio o por accidente, pudo ser asesinado por órdenes del propio Franco.
Evitar que el gobernador militar de Las Palmas se opusiera a la sublevación, debido a que era fiel a la República, o incluso dar a Franco una excusa para desplazarse desde Tenerife —sede de la Capitanía General— a Gran Canaria para poder coger un avión hacia Marruecos, habrían sido, según esa hipótesis, las posibles razones.
«Franco necesitaba venir a Gran Canaria para poder luego viajar a Marruecos», expone el historiador Alberto Anaya, investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria especializado en el estudio de la Guerra Civil.
Este experto califica de «asombrosas» y «valiosísimas» las fotos descubiertas en Arucas, porque retratan unos momentos singulares de la historia de España, 24 horas en las que los planes de Franco pudieron haberse ido al traste, subraya, si solo hubieran sido algo distintas las circunstancias de su estancia en Gran Canaria.
Alberto Anaya recuerda que en la isla se proyectaron varios intentos de atajar sus propósitos golpistas, de los que tenían sospechas civiles afines a la República que, según teorías nunca demostradas, le prepararon el mismo 18 de julio una emboscada que burló viajando por mar en vez de por tierra a Gando, el lugar donde tomó el «Dragón Rapide» hacia Marruecos.
También tenían indicios de esos planes las propias autoridades, que ordenaron que le siguieran en Las Palmas de Gran Canaria espías y policías que incluso preveían detenerlo en el Hotel Madrid, donde se alojaba en aquellas fechas, aunque finalmente renunciaron a sus propósitos debido a que el general estuvo «en todo momento escoltado por falangistas y por cuatro oficiales del Ejército».
«Entonces, al verlos allí con sus pistolas, los policías desistieron», explica Anaya, que destaca que el hallazgo de estas fotos es importante sobre todo por las imágenes del dictador, pero también porquemuestran otras escenas de la Guerra Civil, como el embarque de tropas que viajaron a la península o la formación de civiles armados que se sumaron a la contienda en sus primeros días.
La archivera Carmen Rodríguez recalca que esas fotos acercan al público actual a una realidad temporal y sociológicamente remota, con imágenes curiosas como las de «los familiares vestidos de domingo despidiendo a las tropas embarcadas» o la de «un soldado que posa entre un grupo militar luciendo claramente un agujero en una de sus alpargatas».
lunes, 7 de abril de 2014
La criminalidad vikinga recordada
Los vikingos eran temidos por una razón
Visión global : Ignora el reciente revisionismo. Los escandinavos realizaron atrocidades igualables los de la SS alemana
Por Patrick Cockburn - The Independent
Ataque de vikingos a una aldea representado por la película Pathfinder de 2007.
El periodismo se dice que es el primer borrador de la historia, pero a menudo es decepcionante para encontrar que la segunda o tercera corrientes de aire, por los historiadores, se mueven poco más en el establecimiento de la verdad sobre lo sucedido. Los errores cometidos por los periodistas en el calor del momento, en vez de desaparecer, se han convertido en parte de la versión autorizada. Los factores que son cruciales en la creación del contexto en el que ocurrieron los acontecimientos dejar de mencionarse.
Ese contexto es la mezcla de esperanzas, miedos, odios y hábitos, a menudo fruto de un individuo o historia previa de una comunidad, que son tan importantes para determinar cómo van a actuar. Esto es particularmente cierto de las guerras en que, incluso unos pocos segundos después de estar verdaderamente asustado, que es tan difícil de evocar en la mente lo que esos momentos de terror sentían. "¿Puede un hombre que es cálido entender a un hombre que está congelando? " Alexander Solzhenitsyn pregunta célebremente en Un Día en la Vida de Ivan Denisovich.
La experiencia del miedo de masas, cuando grandes grupos de personas que creen que están en peligro de exterminio o la esclavitud, es tan importante en la formación de los instintos históricas de los países y los gobiernos. La mayoría de los países europeos han sufrido devastadora guerra, la ocupación extranjera o los dos durante el siglo pasado, con excepciones de los británicos que se quedaron sin marcar por alguna experiencia reciente de ser completamente a merced de los ejércitos de los demás.
Para todo el enfoque actual en 1914 y la masacre en masa en el frente occidental, la experiencia británica de la Primera Guerra Mundial fue, en muchos aspectos, no es tan malo como lo que está sucediendo a los sirios en la actualidad. Los británicos no fueron expulsados de sus hogares y sus familias enteras no fueron amenazados, lo que sea la muerte de peaje de las trincheras. La mayoría de la gente son más miedo por sus hijos que ellos mismos, por lo que las guerras sirias, iraquíes y libaneses crearon tales omnímodo terror.
No es que los británicos nunca han tenido una experiencia de la guerra total tal. Pero para encontrarlo hay que retroceder más de un millar de años, al largo período en que los vikingos habían hecho cargo de gran parte de las islas británicas y estaban devastando el resto. Son objeto de una exposición en el Museo Británico llamado Vikings : Vida y leyenda, lo que es más revelador en muchos aspectos acerca de las actitudes británicas hacia la violencia y la guerra que son las reflexiones actuales sobre la Primera Guerra Mundial. Leer comentarios académicos sobre los vikingos y escuchando la conversación de la gente que ve los objetos expuestos, parece que hay una incredulidad común acerca de cómo las guerras pueden ser desagradables y un deseo común de encontrar explicaciones alternativas o excusas para los autores de crímenes de guerra.
En el caso de los vikingos, muchos historiadores desde los años sesenta han ignorado evidencia convincente de que eran asesinos en masa, cuyas atrocidades eran el equivalente de las llevadas a cabo por las divisiones de las SS invaden Polonia hace 75 años. Los escritores de toda Europa en la época de los vikingos, cuyo solo nombre en nórdico antiguo significa "pirata", coinciden en la descripción de su salvajismo. Pero sus cuentas aterrorizados de lo que pasó fueron dejados de lado por los expertos como un sesgo debido a que los testigos a menudo eran monjes cuyos monasterios eran los principales objetivos de los atacantes. El énfasis fue puesto en su lugar sobre el papel de los vikingos como comerciantes (aunque su comercio principal era de esclavos), los marineros, los poetas ( aunque el Sagas fueron escritos mucho después) y artesanos (aunque los objetos más impresionantes hordas vikingas fueron saqueados de otros países).
La pieza central de esta exposición son los restos de lo que se conoce como Roskilde 6, un barco del siglo 11, descubierto y excavado en la parte inferior de un puerto Vikingo en Dinamarca en 1996-1997. Skilled aunque los escandinavos pueden haber estado en la construcción de mejores buques de guerra que cualquier otra persona, también es importante recordar que estos vasos jugaron el mismo papel en el ataque a los demás pueblos de Europa como los tanques alemanes hicieron mucho más tarde.
Es extraordinario que el mito de los vikingos como esparcidores incomprendidos de la cultura nórdica nunca debería haber tenido ninguna credibilidad. Mi difunto amigo Patrick Wormald, uno de los grandes expertos en la Inglaterra anglosajona, escribiendo en Los anglosajones, editado por James Campbell, burlonamente se burla de la idea de que los ataques vikingos eran "meras incursiones de saqueo que eran lo suficientemente sensibles a las susceptibilidades religiosas locales".
Los signos son abrumadoras de que los vikingos libraron una guerra total contra los anglosajones desde el momento de su primera incursión registrada en el año 789. Estos aumentaron para 865 en invasiones de cientos de barcos empeñados en la conquista y colonización. Wormald señala que los reyes de East Anglia y Northumbria fueron derrotados y luego aparentemente murieron en un ritual vikingo asquerosamente horrible conocido como "la sangre de águila", que implicaba "rasgarle los pulmones de la víctima fuera de su caja torácica, y cubrir con ellos a través de su hombros como alas de águila ".
La afirmación de lobby pro-vikingo esto es algo exagerado y no hay ninguna prueba de tales atrocidades vikingos. Pero la ausencia de pruebas no es de extrañar. Los invasores, analfabetos ellos, eran tan destructivos que casi no hay escritos sobrevivientes de los reinos anglosajones conquistados.
Los anglosajones se defendieron heroicamente, reconquistando gran parte del país, sólo para sucumbir a un ataque final de los vikingos en el temprano siglo 11. La guerra nunca perdió su ferocidad: si miro por la puerta principal de la casa donde estoy escribiendo esto en Canterbury, puedo ver grandes murallas medievales de la ciudad detrás de una versión anterior detrás de la cual la población local resistió tres semanas el asedio de los vikingos del 8-29 de Septiembre de 1011. Los Vikingos finalmente irrumpieron y saquearon la ciudad, tomando prisionero al Arzobispo Alphege como rehén. Enfurecidos por su negativa a permitir que las personas en Canterbury pagaran un rescate por él sobre la base de que ya eran demasiado pobres, los vikingos lo golpearon hasta la muerte en una fiesta de borrachos.
La intensidad de la violencia fue igual a nada en la actual Siria. No muchas personas han oído hablar del Día de la masacre de San Brice del 13 de noviembre de 1002, cuando el rey anglosajón Ethelred el Indeciso, ordenó la muerte de todos los daneses en su reino. En Oxford, los daneses sobrevivientes se atrincheraron en una iglesia (donde la Iglesia Catedral de Cristo se ubica actualmente ) y con éxito se defendieron hasta que cuaje pobladores incendiaron la iglesia. Los esqueletos de unos 34 jóvenes que se cree que murieron en la misma masacre fueron descubiertos bajo la universidad de San Juan en 2008.
En general, los escandinavos tienen mucho de qué disculparse. El líder de casi cada grupo de ataque vikingo o el ejército sobre la que nada se sabe han cometido crímenes que hoy iba a ver los acusó ante la Corte Penal Internacional.
La exposición en el Museo Británico no acaba de tomar una determinación sobre los vikingos, aunque es desdeñoso de la opinión de que su expansión era "esencialmente un ser violento ". Al mismo tiempo, los autores del libro sobre la exposición admiten cautelosamente que el estereotipo de asesinos sedientos de sangre no puede ser completamente descartada. Por último, hacen que la excusa de que : " guerreros vikingos constituían sólo una pequeña y no particularmente representativa proporción de la sociedad escandinava en su conjunto. " Por supuesto, lo mismo podría decirse de la relación entre la SS y de la sociedad alemana en su totalidad.
domingo, 6 de abril de 2014
Port Arthur/Luyshun y una lección para aprender
Port Arthur: una lección olvidada de la Historia
Ilia Kramnik, RIA Novosti
El 24 de mayo de 1955, la URSS entregó a China la base naval de Port Arthur, culminando así una historia de casi sesenta años de conflictos en torno a esta ciudad, que ha cambiado de manos entre China, Rusia y Japón en varias ocasiones.
La ciudad, que los chinos llaman Luyshun (Luyshunkou), fue fundada en el lugar que ocupaba una pequeña aldea de pescadores con este mismo nombre en los años 80 del siglo XIX. Lo de Port Arthur le viene del hecho de que, durante el verano de 1860, en aquel pequeño puerto estuvo reparando su barco un teniente inglés, se llamaba William C. Arthur. Este nombre dado por los ingleses fue posteriormente adoptado también por Rusia y otros países europeos.
La razón primordial que explica la aparición y el auge de la ciudad se halla en la comodidad de sus bahías que, con unos pequeños retoques de dragado en sus canales de acceso y en los espacios de fondeo, constituían un puerto natural extraordinariamente amplio. Este puerto incluía una rada occidental perfectamente protegida del viento y del oleaje, una rada oriental menos amplia, pero más profunda, y una zona de fondeo exterior.
La recién construida ciudad de Port Arthur estaba destinada a cambiar de dueño muy pronto. En 1894, durante la Guerra chino-japonesa la ciudad fue ocupada por Japón. En 1895, sin embargo, debido a la presión de las grandes potencias, Japón se vio obligado a devolverle la ciudad y su puerto a China. En diciembre de 1897, serían los buques de guerra rusos los que harían su aparición. Toda China y, muy especialmente, su zona costera era, en aquel momento, uno de los escenarios en los que se desarrollaba la rivalidad entre Rusia, Gran Bretaña, Alemania y Japón. De modo que la aparición de la escuadra al mando del contralmirante Dubasov, que cumplía órdenes directas del Emperador Nicolás II, respondía a la aspiración rusa a hacerse con una base naval en esa zona estratégica antes de que lo hicieran los ingleses o los alemanes. Cerca de Port Arthur también se empezaba a levantar otra ciudad, dotada de un puerto comercial que recibió el nombre de Dalny (Dalian).
La base naval de Port Arthur debía defender desde el mar la península de Liaodong (Guandong), que había sido dada en arriendo por 25 años a Rusia, en virtud del Tratado ruso-chino, firmado en Pekín en 1898.
En el territorio conseguido por Rusia, se habilitó la región de Guandong, en la que comenzó un rápido desarrollo económico. La ciudad de Dalian, bien construida y equipada, se convirtió pronto en uno de los puertos más importantes de China, ocupando el segundo puesto (después de Shanghái) por el volumen de mercancías facturadas entre todos los puertos del continente desde el Mar de Ojotsk hasta el Mar de la China Meridional.
En 1904, como consecuencia de una larga cadena de conflictos, estalló la guerra entre Rusia y Japón, apoyado éste último por Gran Bretaña. Japón empezó sus operaciones militares atacando a la flota rusa en Port Arthur, donde acabaron fuera de combate por el ataque de los torpederos japoneses los acorazados de línea Zarevich y Rattvisan y el crucero Palas; y en Chemulpo, donde, tras un combate en inferioridad de fuerzas con la escuadra japonesa, se fue a pique, hundido por su propia tripulación, el crucero Variag y acabó destrozado el cañonero Coreano. Las tropas japonesas, que habían desembarcado ya en el continente, comenzaron su avance hacia el norte, en dirección hacia la Manchuria controlada por los rusos, y hacia el sur, en dirección hacia Port Arthur.
En el verano de 1904, las tropas japonesas llegaron hasta Port Arthur y la sometieron a asedio. El 23 de diciembre de 1904, la ciudad se entregó al enemigo. En 1907, un tribunal determinaría que el responsable de la defensa de la ciudad, el Teniente General Stessel, había dado de forma consciente los pasos necesarios para entregar la ciudad, "en unas condiciones poco beneficiosas y humillantes para Rusia, a pesar de la opinión contraria del consejo militar y sin que se hubieran agotado todos los medios de defensa con que se contaba".
Los siguientes cuarenta años, Port Arthur y toda la península de Guandong quedaron en manos de los japoneses, en virtud de lo dispuesto en el Tratado de Portsmouth. Durante las dos guerras mundiales, la ciudad estuvo fuera de los escenarios bélicos principales hasta el 22 de agosto de 1945, cuando los paracaidistas soviéticos tomaron Port Arthur, haciendo prisionera a la guarnición japonesa.
En virtud del tratado que firmaron ese mismo mes China y la Unión Soviética, Port Arthur fue alquilada a la URSS por 30 años para ser usada como base naval. En esta ocasión, sin embargo, ni se planteó la concesión de la ciudad de Dalny y del resto de Guandong. El 12 de octubre de 1954, no obstante, después de finalizada la Guerra de Corea, se firmó un acuerdo por el que se decidió la devolución de Port Arthur a China y la retirada de las tropas soviéticas de esta ciudad.
La devolución de Port Arthur era un final lógico, ya que China, fuerte y unida, que salió de la guerra civil, no tenía ninguna intención de tolerar la presencia en su territorio de fuerzas extranjeras, incluso si se trataba de fuerzas de un país amigo.
La historia de la lucha por Port Arthur y, en general, por toda la región Asia-Pacífico sirve para extraer algunas lecciones de provecho futuro.
La creciente importancia de esta zona en el mundo actual, así como el papel que siguen jugando los puertos y las bases navales, ilustran mejor que nada hasta qué punto era acertado el deseo de Rusia de reforzar allí su presencia. Por desgracia, después de la caída de Port Arthur y el final de la Guerra ruso-japonesa, la historia de la presencia rusa y/o soviética en la región se reduce a la mera defensa de las propias fronteras y a la recuperación de los territorios anexionados (el sur de Sajalin y las islas Kuriles).
En un contexto, además, en el que la explotación de las inmensas reservas del Extremo Oriente (excluyendo los recursos pesqueros y petrolíferos de la plataforma continental de Sajalin), siguen en estado embrionario.
Sin olvidar el hecho de que, en los últimos veinte años, se venga observando un sensible descenso de la población rusa y de la presencia militar de Rusia en aquella región.
Esto no debe continuar por mucho tiempo más. Rusia tiene que buscar la forma de explotar aquellos territorios y garantizarles seguridad.
En caso contrario, la historia de Port Arthur podría repetirse, esta vez en nuestro propio país. Conviene repasar la historia y no olvidar que, en vísperas de la Guerra ruso-japonesa, la correlación de fuerzas entre los contendientes era mucho más equilibrada de lo que lo es ahora...
Ilia Kramnik, RIA Novosti
El 24 de mayo de 1955, la URSS entregó a China la base naval de Port Arthur, culminando así una historia de casi sesenta años de conflictos en torno a esta ciudad, que ha cambiado de manos entre China, Rusia y Japón en varias ocasiones.
La ciudad, que los chinos llaman Luyshun (Luyshunkou), fue fundada en el lugar que ocupaba una pequeña aldea de pescadores con este mismo nombre en los años 80 del siglo XIX. Lo de Port Arthur le viene del hecho de que, durante el verano de 1860, en aquel pequeño puerto estuvo reparando su barco un teniente inglés, se llamaba William C. Arthur. Este nombre dado por los ingleses fue posteriormente adoptado también por Rusia y otros países europeos.
La razón primordial que explica la aparición y el auge de la ciudad se halla en la comodidad de sus bahías que, con unos pequeños retoques de dragado en sus canales de acceso y en los espacios de fondeo, constituían un puerto natural extraordinariamente amplio. Este puerto incluía una rada occidental perfectamente protegida del viento y del oleaje, una rada oriental menos amplia, pero más profunda, y una zona de fondeo exterior.
La recién construida ciudad de Port Arthur estaba destinada a cambiar de dueño muy pronto. En 1894, durante la Guerra chino-japonesa la ciudad fue ocupada por Japón. En 1895, sin embargo, debido a la presión de las grandes potencias, Japón se vio obligado a devolverle la ciudad y su puerto a China. En diciembre de 1897, serían los buques de guerra rusos los que harían su aparición. Toda China y, muy especialmente, su zona costera era, en aquel momento, uno de los escenarios en los que se desarrollaba la rivalidad entre Rusia, Gran Bretaña, Alemania y Japón. De modo que la aparición de la escuadra al mando del contralmirante Dubasov, que cumplía órdenes directas del Emperador Nicolás II, respondía a la aspiración rusa a hacerse con una base naval en esa zona estratégica antes de que lo hicieran los ingleses o los alemanes. Cerca de Port Arthur también se empezaba a levantar otra ciudad, dotada de un puerto comercial que recibió el nombre de Dalny (Dalian).
La base naval de Port Arthur debía defender desde el mar la península de Liaodong (Guandong), que había sido dada en arriendo por 25 años a Rusia, en virtud del Tratado ruso-chino, firmado en Pekín en 1898.
En el territorio conseguido por Rusia, se habilitó la región de Guandong, en la que comenzó un rápido desarrollo económico. La ciudad de Dalian, bien construida y equipada, se convirtió pronto en uno de los puertos más importantes de China, ocupando el segundo puesto (después de Shanghái) por el volumen de mercancías facturadas entre todos los puertos del continente desde el Mar de Ojotsk hasta el Mar de la China Meridional.
En 1904, como consecuencia de una larga cadena de conflictos, estalló la guerra entre Rusia y Japón, apoyado éste último por Gran Bretaña. Japón empezó sus operaciones militares atacando a la flota rusa en Port Arthur, donde acabaron fuera de combate por el ataque de los torpederos japoneses los acorazados de línea Zarevich y Rattvisan y el crucero Palas; y en Chemulpo, donde, tras un combate en inferioridad de fuerzas con la escuadra japonesa, se fue a pique, hundido por su propia tripulación, el crucero Variag y acabó destrozado el cañonero Coreano. Las tropas japonesas, que habían desembarcado ya en el continente, comenzaron su avance hacia el norte, en dirección hacia la Manchuria controlada por los rusos, y hacia el sur, en dirección hacia Port Arthur.
En el verano de 1904, las tropas japonesas llegaron hasta Port Arthur y la sometieron a asedio. El 23 de diciembre de 1904, la ciudad se entregó al enemigo. En 1907, un tribunal determinaría que el responsable de la defensa de la ciudad, el Teniente General Stessel, había dado de forma consciente los pasos necesarios para entregar la ciudad, "en unas condiciones poco beneficiosas y humillantes para Rusia, a pesar de la opinión contraria del consejo militar y sin que se hubieran agotado todos los medios de defensa con que se contaba".
Los siguientes cuarenta años, Port Arthur y toda la península de Guandong quedaron en manos de los japoneses, en virtud de lo dispuesto en el Tratado de Portsmouth. Durante las dos guerras mundiales, la ciudad estuvo fuera de los escenarios bélicos principales hasta el 22 de agosto de 1945, cuando los paracaidistas soviéticos tomaron Port Arthur, haciendo prisionera a la guarnición japonesa.
En virtud del tratado que firmaron ese mismo mes China y la Unión Soviética, Port Arthur fue alquilada a la URSS por 30 años para ser usada como base naval. En esta ocasión, sin embargo, ni se planteó la concesión de la ciudad de Dalny y del resto de Guandong. El 12 de octubre de 1954, no obstante, después de finalizada la Guerra de Corea, se firmó un acuerdo por el que se decidió la devolución de Port Arthur a China y la retirada de las tropas soviéticas de esta ciudad.
La devolución de Port Arthur era un final lógico, ya que China, fuerte y unida, que salió de la guerra civil, no tenía ninguna intención de tolerar la presencia en su territorio de fuerzas extranjeras, incluso si se trataba de fuerzas de un país amigo.
La historia de la lucha por Port Arthur y, en general, por toda la región Asia-Pacífico sirve para extraer algunas lecciones de provecho futuro.
La creciente importancia de esta zona en el mundo actual, así como el papel que siguen jugando los puertos y las bases navales, ilustran mejor que nada hasta qué punto era acertado el deseo de Rusia de reforzar allí su presencia. Por desgracia, después de la caída de Port Arthur y el final de la Guerra ruso-japonesa, la historia de la presencia rusa y/o soviética en la región se reduce a la mera defensa de las propias fronteras y a la recuperación de los territorios anexionados (el sur de Sajalin y las islas Kuriles).
En un contexto, además, en el que la explotación de las inmensas reservas del Extremo Oriente (excluyendo los recursos pesqueros y petrolíferos de la plataforma continental de Sajalin), siguen en estado embrionario.
Sin olvidar el hecho de que, en los últimos veinte años, se venga observando un sensible descenso de la población rusa y de la presencia militar de Rusia en aquella región.
Esto no debe continuar por mucho tiempo más. Rusia tiene que buscar la forma de explotar aquellos territorios y garantizarles seguridad.
En caso contrario, la historia de Port Arthur podría repetirse, esta vez en nuestro propio país. Conviene repasar la historia y no olvidar que, en vísperas de la Guerra ruso-japonesa, la correlación de fuerzas entre los contendientes era mucho más equilibrada de lo que lo es ahora...
sábado, 5 de abril de 2014
Un valiente tanquista español rechaza un ataque estando ciego
García Esteban, el tanquista español que siguió luchando pese a quedar ciego
A pesar de la aparente simplicidad del objetivo, la misión era sumamente peligrosa, pues, cuando los rifeños descubrieran las intenciones de los españoles, podrían usar su mayor conocimiento del terreno para atrincherarse encima de los montículos y, desde una ventajosa posición elevada, soltar una mortal lluvia de fuego sobre los soldados hispanos.
Herido de gravedad y sin apenas visión, lo lógico hubiera sido que García Esteban se retirara hacia la retaguardia española para ser atendido con urgencia. En cambio, el sargento sabía que, si abandonaba su puesto, los cabileños penetrarían por el hueco dejado por su «Renault». Por ello, desoyendo los consejos de su conductor, decidió mantener la posición y seguir disparando sobre los enemigos. «Sobreponiéndose al intenso dolor producido por las heridas, conservando la imagen y situación del enemigo y demostrando una fortaleza de espíritu y una abnegación difícilmente igualada continuó haciendo fuego por ráfagas, (…) con objeto de evitar el efecto moral que hubiera producido en el enemigo si no se continuaba disparando desde el carro», completa el texto cedido pro Instituto de Historia y Cultura Militar.
Manuel P. Villatoro - ABC
En 1923, este heroico sargento detuvo, con su carro de combate, un ataque enemigo en Marruecos a pesar de haber perdido la vista
En el comienzo del SXX, hablar sobre la contienda que España mantenía en el Norte de África contra los cabileños era como hacer referencia a una mala pesadilla. Y es que, decenas de soldados de nuestro país fallecían casi a diario en aquel paraje al verse superados por las tropas rifeñas. Sin embargo, esta guerra pronto se convirtió también en sinónimo de heroicidad y valentía, dos características que, precisamente, pueden atribuirse al sargento de infantería Mariano García Esteban, un valeroso carrista de nuestro país que, embutido en su blindado «Renault», siguió combatiendo contra los marroquíes el 5 de junio de 1923 tras quedarse ciego debido a un disparo enemigo. A la postre, este acto le valió ser galardonado con la Cruz Laureada de San Fernando, lo que le convirtió en el primer tripulante de un carro de combate español en recibir tan alto honor.
Corría por entonces 1921, una época en la que España se encontraba combatiendo, fusilazo para arriba y sablazo para abajo, contra varias tribus del Norte de África. Y es que, en aquellos años nuestro país buscaba afianzar el Protectorado que, décadas atrás, le había sido concedido por decreto internacional en Marruecos. De esta forma, miles de soldados partían continuamente desde la Península hasta las calurosas tierras del Rif con el único objetivo de lograr poner paz en un territorio que, levantado en armas contra la ocupación, dio más quebraderos de cabeza que alegrías a los hispanos.
Sin embargo, y a pesar de lo fácil que parecía en principio acabar con unas fuerzas que carecían de carros de combate y aviación, los rifeños se convirtieron en una constante molestia para las tropas de nuestro país. A su vez, tampoco benefició a los españoles la aparición de líderes como Abd el-Krim, un cabileño que se rebeló contra las autoridades peninsulares y logró poner en jaque a los oficiales hispanos gracias a su extenso conocimiento del terreno.
Finalmente, la situación terminó de recrudecerse cuando, a finales de julio de 1921, los rifeños cercaron el campamento español de Annual (a 60 Km. de Melilla) y, tras varios días, acabaron con la vida de entre 8.000 y 10.000 soldados españoles cuando éstos se retiraban. Tal fue la masacre, que aquel suceso quedó grabado con letras de sangre en los libros de historia peninsulares como el «Desastre de Annual».
El convoy a Tizzi Azza
En los meses siguientes a esta matanza, las tropas de Abd el-Krim continuaron tomando, a base de espada y lanza, los diferentes pueblos y fuertes en los que ondeaba la rojigualda. Al parecer, esto fue demasiado para los oficiales hispanos quienes -hasta el chambergo de cosechar derrotas en sus historiales- decidieron calzarse las botas e iniciar, en 1923, una operación militar para detener el avance enemigo. Ansiosos de cobrarse venganza, los españoles pusieron los ojos sobre el que sería uno de sus primeros objetivos: Tizzi Azza, una posición ubicada a menos de 100 km de Melilla y que necesitaba ayuda por encontrarse asediada por los cabileños.
Así pues, el calendario marcaba el mes de junio cuando los españoles iniciaron los preparativos para socorrer a sus compatriotas cercados. Concretamente, se estableció que un convoy escoltado por varias columnas de infantería atravesaría el Norte de África e introduciría suministros en la desesperada posición de Tizzi Azza. Esta era, por descontado, una tarea difícil, pues los rifeños sabían que la única forma de desalojar a los hispanos de aquel lugar sin perder una gran cantidad de hombres era esperar a que los defensores murieran de hambre y sed o se quedaran sin munición.
«En tan molesta situación (…) se hacía indispensable batir al osado provocador y darle la verdadera sensación de nuestra fuerza y poder. El día 1 (…) se trazó un plan para aprovisionar las posiciones del sector de Tizzi Azza y ocupar y fortificar algunos puntos que asegurasen con toda garantía el camino que, en lo sucesivo, habría de seguir el convoy, batir la harca echándola de los alrededores y evacuar los heridos y enfermos de aquellas posiciones», destaca el Servicio Histórico Militar como autor conjunto de la obra «Historias de las campañas de Marruecos» (ubicada en el Instituto de Historia y Cultura Militar).
Con todo, fue necesario aguardar unas jornadas más de lo esperado para realizar la misión. «Hasta el 5 no fue posible llevar a cabo el referido plan, ya que con el desgaste sufrido en los anteriores combates se habían disminuido los efectivos de las fuerzas de choque, además de que era preciso concentrar un gran número de ellos que nos diera superioridad sobre el enemigo y reunir los elementos de municionamiento, enlaces y ganado para el convoy que había de llevarse tanto a las posiciones ocupadas como a aquellas que se pretendían establecer», se añade en el texto.
Un plan minucioso
Una vez dispuesto el convoy, se estableció que siete columnas abrirían paso y asegurarían el avance a través de las múltiples colinas que rodeaban la posición de Tizzi Azza. Para ello, las fuerzas se dividieron en tres grupos. El primero, al mando del coronel Fernández Pérez, estaría formado por cuatro unidades y se encargaría de proteger el flanco izquierdo. El segundo, a las órdenes del coronel Salcedo, lo compondrían dos subgrupos con la tarea de asegurar las posiciones del ala derecha. Finalmente, un último grupo, dirigido por el general Echagüe, se situaría en reserva.
Los blindados «Renault» eran el arma secreta española
No obstante, los tropas de nuestro país contaban con una novedosa arma que, hacía pocos meses, había llegado de la Península para batir a los rifeños: una compañía de carros de combate «Renault FT-17» -armados principalmente con ametralladoras- y contra los que los moros poco podían hacer. Concretamente, la unidad formaba parte de una de las cuatro columnas del flanco izquierdo y se dividía, a su vez, en dos compañías (cada una de cuatro blindados) dispuestas a dar más de un dolor de cabeza a los rifeños. Su objetivo estaba claro: cubrir el avance de sus compañeros a pie.
Comienza la batalla
La operación comenzó con los primeros despuntes del alba del 5 de junio. Sin embargo, y para sorpresa de los oficiales peninsulares, los rifeños se adelantaron a los movimientos de las tropas españolas y, tras un breve avance hispano, abrieron fuego sobre ellas desde varios barrancos cercanos. Esta acometida fue especialmente violenta en el flanco izquierdo, donde se hallaban las dos compañías de carros «Renault». Bajo un fuego constante, el capitán de los blindados no dudó y ordenó a sus ocho carros dirigirse a toda cadena hacia los hombres de Abd el-Krim para contener el ataque. Inmediatamente, los ingenios acorazados españoles (aunque de fabricación francesa) giraron sus torretas y, ruedas en movimiento, iniciaron el camino atravesando una intensa lluvia de balas.
Fue aproximadamente a las siete y media de la mañana cuando los «Renault» abrieron un fuego ametrallador intenso sobre los rifeños, quienes, lejos de retirarse, se parapetaron tras todo tipo de trincheras y pedruscos y continuaron lanzando balas contra aquellos extraños artilugios. La situación era, cuanto menos, tensa, pues los carristas sabían que debían resistir en aquella posición para evitar que la infantería española fuera hostigada y flanqueada. Una buena parte del peso de la batalla se encontraba, en definitiva, sobre las anchas espaldas metálicas de estos blindados y sobre los hombros de los militares que, desde su interior, disparaban contra los cabileños.
García Esteban, al asalto
Durante los siguientes minutos, el fuego se recrudeció sobre los blindados, los cuales, aunque podían resistir los disparos enemigos, tenían también aberturas y mirillas a través de las que podían entrar las balas enemigas. Para su desgracia, la sección que más balas tuvo que resistir fue la segunda. De hecho, la violencia del ataque cabileño fue tal que el alférez que se encontraba al mando de este grupo fue herido de gravedad y tuvo que retirarse hasta las líneas hispanas para ser atendido.
Con su superior herido, el mando de la sección de blindados quedó a cargo del sargento de infantería Mariano García Esteban, el encargado del carro de combate número 9. Este militar, lejos de verse superado por el miedo, preparó su arma desde las tripas del «Renault» y, ametralladora en mano, ordenó a su conductor avanzar sobre las posiciones enemigas a toda velocidad. «Esteban avanzó en virtud de órdenes recibidas sobre las trincheras enemigas, siendo recibido con nutridísimo fuego, consiguiendo no obstante desalojarlas y causar numerosas bajas», determina un informe realizado años después en la Península sobre los sucesos y que ha sido cedido a ABC por elInstituto de Historia y Cultura Militar.
El héroe ciego
«Una vez alcanzado el objetivo propuesto, y ya rebasada la línea de trincheras, (Esteban) ordenó al conductor que hiciese un alto con el doble objetivo de evitar el consumo y hacer fuego con mayor precisión sobre un grupo de moros que descubrió parapetados en un morabito a su izquierda, pero apenas iniciado el fuego, un proyectil disparado a muy corta distancia penetró por la mirilla de la torre desde la que observaba al enemigo, produciéndole heridas que le causaron instantáneamente la pérdida del ojo derecho y grave lesión en el izquierdo con pérdida (severa) de la vista», destaca el documento.
Esteban hizo fuego hasta acabar con su último cartucho
El sargento continuó disparando durante varios minutos y únicamente consintió ser evacuado cuando hubo disparado cada uno de los proyectiles que quedaban en la ametralladora de su «Renault». Una vez en el campamento hispano, y según varios testigos, García Esteban dirigió la siguiente frase al oficial de la compañía de carros: «¡Todo por la Patria, mi capitán. Qué le vamos a hacer!». Mientras, en el resto del campo de batalla, la contienda se detenía debido al ingente número de enemigos.
Un año después García Esteban se quedó totalmente ciego tras una larga y dolorosa convalecencia. Esta desgracia hizo que fuera derivado al Cuerpo de Inválidos, donde, con el paso del tiempo, llegó a ascender a general de brigada. Por su parte, España reconoció sus méritos y su valentía otorgándole la Medalla Militar Individual en 1923 y, cinco años después, la Cruz Laureada de San Fernando –lo que le convirtió en el primer carrista español en lograr tal distinción-.
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