sábado, 12 de abril de 2014

Los cañones de Bahía Blanca

Carlitos y el Escandaloso
                   

Estos dos cañones pertenecieron a la Fortaleza Protectora Argentina, el fuerte que dio origen a Bahía Blanca y son el  motivo de la existencia de la Cofradía de Artilleros de la Fortaleza; asociación fundada por el historiador bahiense Oscar Rimondi.

Carlitos tiene cureña de tierra (las ruedas grandes) y El Escandaloso tiene cureña naval.
 Los nombres les fueron dados por Oscar Rimondi: Carlitos se llama así en honor a Gardel porque es morocho y cada día canta mejor.  El Escandaloso tiene un defecto en el alma (el interior del cañón) que genera un enorme estruendo en cada disparo, de allí su nombre.

Fueron traídos junto con otros cañones de bronce desde Buenos Aires por la expedición de Ramón Estomba para la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina por orden del gobernador, el Brigadier General Juan Manuel Ortiz de Rozas en 1828.

Estaban ubicados en cada vértice de la Fortaleza y servían para dar el alerta temprano ante un posible malón y también para hostigar al enemigo. Con el paso del tiempo cayeron en desuso y los cañones de bronce fueron fundidos para otra utilidad; Carlitos y El Escandaloso se salvaron por ser cañones de hierro.

En la década del 20 estaban clavados de punta a la entrada del Banco Nación, rodeados de una pila de balas de cañón. Pero alguna reforma edilicia los mandó a los terrenos del Club de Tiro Federal. Allí los encontró Rimondi cerca de 1995  medio enterrados en un zanjón.

A través de su gran iniciativa consiguió que fueran reparados y reacondicionados en la Base Naval Puerto Belgrano donde se les construyó sus respectivas cureñas y quedaron listos para volver a disparar aunque ahora no disparan mas balas de cañon sino bolas de papel celeste y blanco en los actos patrioticos.


Se cree con gran razón que los dos cañones provienen de Montevideo. En 1814 cuando los españoles se rindieron ante el general Alvear, entregaron todo el parque de armamentos a los criollos y entre ellos gran cantidad de cañones que sirvieron para la guerra de la Independencia.

Una particularidad de estos dos cañones es que no poseen el sello real que era característico de todas las armas de artillería construidas por los españoles. Por ello se supone que pertenecían al buque inglés HMS Agamenón que había sido el buque insignia del Almirante Horace Nelson en muchísimas batallas hasta 1796 en que se le entregó el HMS Victory con el cual combatió y murió en la batalla de Trafalgar.
 El Agamenón fue enviado en 1808 a la estación naval inglesa en Río de Janeiro con 27 años de servicio y en condiciones sumamente precarias.

En 1809 los ingleses temían que sus enemigos franceses intentaran tomar Montevideo o Buenos Aires con su flota del Atlántico; por eso enviaron al Agamenón y 5 buques de guerra más a inspeccionar la desembocadura del Plata. Pero una terrible tormenta los sorprendió a la altura de Punta del Este y allí encalló el Agamenón partiéndose en dos su casco.
Intentando salvar lo que pudieran, los marinos ingleses vaciaron el buque de armas y provisiones y las depositaron en la isla Gorriti, y posteriormente las dejaron  abandonadas. Los españoles rescataron gran parte de los 64 cañones del Agamenón y los incorporaron a las posiciones de defensa de Montevideo. Cuando cayó la plaza fuerte de Montevideo en 1814, esos cañones pasaron a Buenos Aires y de allí, probablemente a la Fortaleza Protectora Argentina en 1828.

Esta es la historia de Carlitos y El Escandaloso, dos cañones de cuatro libras que han atravesado combates navales, guerras, malones y olvido para seguir entre nosotros.

A Oscar Rimondi “in memoriam”


Oscar Fernando Larrosa (h)

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