martes, 23 de diciembre de 2014

La eterna búsqueda del entusiasmo del Fascismo

El fascismo: condenados al entusiasmo
La pasión por la velocidad de los futuristas sirvió para engrasar una manera de ver la política que pretende llenar de sentido la vida cotidiana
JOSÉ ANDRÉS ROJO - El País


Motociclista, sólido con velocidad (1927), de Fortunato Depero.

En cuanto se entra en la exposición que la Fundación March dedica a Fortunado Depero queda uno enseguida atrapado por la velocidad. Urge hacer algo, acabar con la antigua civilización, proyectarse al futuro. Las cosas se van quedando viejas, así que conviene inventarse el rostro del porvenir. Lo primero son los manifiestos: "El futurismo es la expresión violenta de nuestra raza, agresiva y revolucionaria; es la expresión de una juventud incontenible y frenética. El futurismo es vibración, impulso, pasión, audacia apacible y festividad orquestal" (Depero futurista, 1913-1927). Marinetti ya había establecido las pautas y calentado los motores en 1909: "No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra maestra. La poesía tiene que ser concebida como un violento asalto contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse ante el hombre". Nada de concesiones a una sociedad muerta, levantemos el vuelo.

Fortunato Depero llegó al futurismo un poco más tarde. Corría ya el año 1916, pero entró a fondo y apretó el acelerador. Los futuristas habían celebrado la guerra. Hay en la exposición un cartel de combate (Síntesis futurista de la guerra). En un frente, los nuestros; en el otro, el passatismo (el tradicionalismo). Al lado de los futuristas, Italia ("todas las fuerzas y debilidades del genio") y sus aliados: Serbia ("...temeridad"), Bélgica ("energía..."), Francia ("inteligencia..."), Rusia ("potencia..."), Inglaterra ("espíritu práctico..."), Montenegro ("independencia...") y Japón ("agilidad..."). Al otro lado, lo peor: Alemania ("cobardía...") y Austria ("estupidez..."). Propaganda y retórica de guerra en estado puro. Y se trataba de un grupo de artistas e intelectuales.

Hacia 1921, Marinetti escribió en sus diarios: "La humanidad necesita hoy una nueva religión que sintetice y organice todas las supersticiones, todas las pequeñas religiones íntimas, todos los cultos secretos...". Hacía falta un poco de fe, unas cuantas ideas que amueblaran el paisaje del futuro y el ímpetu necesario para seguir adelante con confianza. Mussolini defendía con ardor esa hipótesis: "Nosotros deseamos creerlo, nosotros debemos creerlo, la humanidad no necesita un credo. La fe mueve montañas porque da la ilusión de que las montañas se mueven. La ilusión es, quizá, la única realidad de la vida". El futurismo se ocupó de engrasar esa ilusión. Y fueron muchos los que creyeron en ese futuro radiante que prometía el fascismo.

Italia fue uno de los países vencedores de la Primera Guerra Mundial, ésa que consagraron los futuristas como camino de purificación y perfección, y que había sido al final un infierno de proporciones monumentales, así que, por mucho que se hubiera ganado, la sensación general —la atmósfera, el clima— era de derrota. Ese ambiente facilitó el surgimiento del fascismo, que el historiador Emilio Gentile definió en su libro Fascismo. Historia e interpretación como "un movimiento político y social nuevo, nacionalista y modernista, revolucionario y totalitario, místico y palingenésico, organizado en un nuevo tipo de régimen fundado en el partido único, en un aparato policial represivo, en el culto al líder y su organización, en el control y la movilización permanente de la sociedad en función del Estado".


'Risa cínica': Depero en Roma, 1915.

El artífice de la novedad, Benito Mussolini, tuvo que abandonar el Partido Socialista precisamente por defender ardientemente la guerra, y apoyó entonces a los Fasci di Azioni Rivoluzionaria. El 23 de marzo de 1919 fundó el fascismo propiamente dicho. Poco después surgió el Fascio di Combattimento que, en noviembre de 1921, se convertiría en el Partito Nazionale Fascista. La influencia de los futuristas era en esos días tan innegable como la violencia de los camisas negras. El triunfo definitivo se produjo tras la marcha fascista sobre Roma, entre el 27 y el 29 de octubre de 1922, una vez que Víctor Manuel III se negara a facilitarle al Gobierno los instrumentos para detener el fulminante avance del nuevo partido. Mussolini se convirtió poco después, tras la dimisión del Gobierno, en el primer ministro más joven de Italia. En abril de 1924 hubo elecciones y las ganaron los fascistas con el 66% de los votos. El 3 de enero de 1925 empieza la dictadura: plenos poderes para Mussolini, fin de la libertad de prensa, creación de la policía secreta e inicio del voluptuoso idilio entre el Duce (una figura “infalible, sagrada e inviolable”) con unas masas que se rinden fascinadas a su autoridad y que aceptan a ciegas la consigna: “credere, obbedire, combattere”.

Los fascistas supieron captar las pulsiones escondidas en una Italia traumatizada. "La política no debía volver a maniobrar en la banalidad del orden tradicional, sino perpetuar el ímpetu heroico de la guerra y el sentido místico de la comunidad nacional, para hacer realidad la ‘revolución italiana", escribe sobre aquellos momentos Emilio Gentile en El culto del littorio. La sacralización de la política en la Italia fascista. La guerra había dejado un enorme sufrimiento detrás: "más de medio millón de muertos, seiscientos mil soldados capturados y un millón de heridos, de los cuales casi la mitad quedaron inválidos para siempre", calcula Julián Casanova en Europa contra Europa 1914-1945. Era necesario salvar de las ruinas de la destrucción la gloria de los muertos. Los fascistas los colocaron en un lugar de honor. Y, en ese afán de darle la vuelta a la humillación, recuperaron también el emblema del littorio, "símbolo de unidad, fuerza, disciplina y justicia", para aprocechar así su "significado religioso como símbolo de la tradición sacra de la romanidad, considerado en estrecha relación con el culto al fuego sacro", escribe Gentile. "Las varillas y el hacha son los elementos necesarios y suficientes para alimentar un hogar (focolare) y, llegado el caso, defenderlo".

También en la exposición de Depero puede palparse esa atmósfera de euforia. Era necesario curar las heridas de la guerra y la modernidad del futurismo ofrecía la pértiga para dar ese inmenso salto hacia adelante. El humor, una audacia creativa que disuelve la amargura y que celebra el coraje, la explosión de colores, el propio vértigo de unas figuras que parecen metidas en una licuadora para que tomen velocidad y estallen hacia las alturas, la fascinación por las nuevas máquinas que marcan el compás del mundo: todo eso está ahí. Depero ya había postulado en 1914 una "nueva estética de la realidad" en varios puntos: "abstracta, transparentísima, coloreadísima, ligerísima, continuamente en movimiento, suspendida en el espacio, volátil, ruidosa y milagrosamente estremecedora". Y se aplicó a ello de manera apasionada. Convirtió el juego en la medida de la praxis artística, defendió el motorruidismo y la mismimagia, llevó al teatro el intrépido brillo de sus invenciones, creó el baile plástico, puso sus figuras mecánicas al servicio de los soldados de la vieja Roma destinados a gobernar el mundo, levantó un museo del futurismo. Depero aparece subido a un avión: una metáfora que resumía el anhelo de esa Italia rota que pretendía levantar vuelo y abandonar sus miserias.


Benito Mussolini y el entusiasmo de las masas.

Al lado de la explosión artística del futurismo estaba sin embargo la sombra alargada del fascismo con su férrea voluntad de conducir a las masas, de formarlas y moldearlas, de inocularles el orgullo del nacionalismo y la venenosa promesa de fundar un imperio. La invasión de Etiopía en 1935, la participación en la Guerra Civil española a partir de 1936, la anexión de Albania en 1939 forman parte de ese plan. La fórmula que Mussolini utilizó para contagiar a los suyos sus delirios de grandeza fue la de sacralizar la política: debía llegar hasta el más minúsculo rincón, empapar la vida cotidiana de cada italiano. Mussolini dijo, según un testimonio que recoge Gentile en su libro, que las sedes de las agrupaciones fascistas debían “ser templos, no sólo casas, deben tener líneas vigorosas y armoniosas. Cuando el fascista entra en la sede de su círculo, debe entrar en una casa bella, para que se aviven en él emociones de fuerza, poderío, hermosura y amor”.

Ése fue su gran proyecto y lo expresó, con la ayuda de Giovanni Gentile, uno de sus colaboradores más próximos, de esta manera: "Todo es en el Estado, y nada humano o espiritual existe ni, mucho menos, tiene valor fuera del Estado. En ese sentido, el fascismo es totalitario, y el estado fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla y potencia la vida entera del pueblo". Así que procuró penetrar en la conciencia de cada italiano para gobernarla. La máquina de poder funcionaba como una orden religiosa armada y la subordinación al jefe era indiscutible. El latiguillo que rezaba "creer, obedecer, combatir" era incesante, pero también servían otros clichés: "creer en la patria como se cree en Dios" o "solo una fe puede crear realidades nuevas". El uso del fascis lictorum se impuso y las "camisas negras" mancharon por todas partes el paisaje de Italia.

Gentile explica que el estilo fascista procedía de la idea de que el político es "un artista que modela la materia humana". Y para hacerlo, el fascismo entró en las escuelas, llenó el calendario de celebraciones, organizó imponentes exposiciones para dar lustre y esplendor al Duce, levantó monumentos, inundó el país con el símbolo del littorio. Los fascistas supieron ver claramente que para exaltar las emociones de los italianos servían menos las ideas que la coreografía externa, el ceremonial, el rito. Las gestas deportivas. Ese afán de conquistar el futuro, que tan bien queda atrapado en la exposición de Fortunato Depero a través del bombardeo de más y más invenciones, tuvo su correspondencia en el desafío de los fascistas por modelar a las masas y de hacer de cada italiano un ciudadano-soldado. Había que combatir sobre todo la indiferencia y el repliegue a la vida privada. En El culto del littorio, Gentile recoge unas observaciones de Giaime Pintor, un periodista que cuestionó el proyecto totalitario de Mussolini, apuntó en sus diarios: "Pero, por sobre todo, ingresamos en la intimidad del espectacular aparato de los regímenes totalitarios: aprendimos a desaparecer entre las decenas de miles de hombres que participaban en los desfiles, a caminar al son de melodías tradicionales y a gozar de la impersonalidad que agencia el uniforme".


'Sí, año XII de la Era Fascista', de Xanti Schawinsky.

"Tras la caída del régimen", escribe Gentile, "un decepcionado creyente en la 'mística fascista' escribió que el fascismo condenaba a los italianos al entusiasmo". Fue ese entusiasmo el que facilitó que los italianos dieran botes cada vez que Mussolini movía una ceja y que se creyeran que el futuro les pertenecía. El fascismo les tocó bien adentro exaltando su supuesta singularidad y construyendo una monumental épica que les borraba los complejos y los empujaba a la calle para encontrar en la liturgia de masas el calor imprescindible para atravesar la crisis de posguerra. Ahí, en la exposición de Depero, está el cartel que hizo Xanti Schawinsky que resume una época: el imponente rostro de Mussolini y un enorme "SÍ".

No es que fascismo y futurismo fueran ni remotamente lo mismo. Pero se empaparon en la misma atmósfera y sus caminos coincidieron. Compartían la idea de borrar el pasado y el entusiasmo por el futuro. En un texto, Viva la máquina y el estilo de acero, publicado en 1927, Depero escribió: "nuestro arte será hijo de las máquinas: nuevo flamante esplendoroso y preciso mortalmente eléctrico [...] ADORO LOS MOTORES, ADORO LAS LOCOMOTORAS, me inspiran optimismo inquebrantable (...)". También el fascismo quería conquistar el porvenir: las masas fueron una pieza esencial del engranaje. Luego, tras la Segunda Guerra Mundial, las cosas se torcieron. "En el caso de Depero, efectivamente, el vínculo con el fascismo no era un problema irrelevante: había colaborado y apoyado plenamente al régimen con cuadros, proyectos y obras publicitarias", apunta Fabio Belloni en uno de los ensayos del magnífico catálogo de la exposición de la Fundación March. Así que pasó una larga época en las sombras y es, de hecho, uno de los artistas menos conocidos del movimiento.

"En momentos de crisis o de extraordinaria tensión, la colectividad aspira a recobrar un sentido total de la vida, como cimiento de una nueva estabilidad, adhiriendo(se) a los movimientos políticos que prometen superar el caos en una dimensión más alta de orden comunitario", apunta Gentile, y se acuerda de paso del Gran Inquisidor de Dostoievski cuando decía: "Para el hombre no hay preocupación más constante y atormentadora que la de buscar cuanto antes, siendo libre, ante quién inclinarse". Y ése es seguramente uno de los problemas más serios y más dramáticos del presente que habitamos. El de buscar calor, en medio de tanta orfandad, en algunas de esas liturgias que tanto consuelo prometen. Gentile sobre el fascismo: "La función de la liturgia de masas iba más allá del aspecto lúdico o demagógico, que también estaba presente: apuntaba a conquistar y modelar la conciencia moral, la mentalidad, los hábitos de la gente y hasta sus más íntimos sentimientos acerca de la vida y la muerte". Vaya, que el gran riesgo sigue siendo el de siempre, que "junto con el artificio, mezclados con éste, obran la espontaneidad y el entusiasmo del creyente convencido de poseer la verdad".



Exposición de la Revolución Fascista, inaugurada en Roma el 28 de octubre de 1932.
Depero futurista 1913-1950. Catálogo de la exposición. Varios autores. Fundación Juan March. Madrid, 2014. 457 páginas. 39,90 euros.

El culto del littorio. La sacralización de la política en la Italia fascista. Emilio Gentile. Traducción de Luciano Padilla López. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 1993. 299 páginas. 19 euros.

Fascismo. Historia e interpretación. Emilio Gentile. Traducción de Carmen Domínguez. Alianza. Madrid, 2004. 328 páginas. 28 euros.

Europa contra Europa 1914-1945. Julián Casanova. Crítica. Barcelona, 2011. 258 páginas. 15,90 euros.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La Operación Cóndor emerge en Brasil

Represión mas allá de las fronteras
La Comisión de la Verdad de Brasil detalla los secuestros en el marco del Plan Cóndor
HELOÍSA MENDONÇA São Paulo
El País



Junta Interamericana de Defensa (o Operación Cóndor), en 1968. / S. A. (ESTADÃO CONTEÚDO)

"Los que más me pegaban eran los brasileños. Digo brasileños porque hablaban en portugués. Me golpearon, me insultaron y comenzaron a revisar todo el piso. Allí no había más que papeles. Yannone [el mayor] se sentó en el suelo. Como le dolían los puños, se quitó un zapato y me golpeó”, relató Lilian Celiberti.
Sin la ayuda de EE UU, ningún país habría conseguido organizar la Operación Cóndor
La entonces profesora vivía en Porto Alegre con el estudiante Universindo Rodríguez, ambos ciudadanos uruguayos, cuando fueron secuestrados con los hijos de ella en 1978. Los dos eran militantes del ilegal Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), opositor a la dictadura en Uruguay. Recogían información sobre torturas y se las pasaban a organismos de defensa de los derechos humanos en Europa.

El secuestro de Celiberti y Rodríguez fue una de las acciones de represión practicadas entre Brasil y Uruguay en el ámbito de la Operación Cóndor, una red secreta para el intercambio de informaciones y operaciones extraterritoriales de secuestro, tortura, ejecución y desaparición forzada de opositores políticos exiliados entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.

El informe de la CNV indica la existencia de bases brasileñas en varias capitales del exterior
Según el informe final de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV) brasileña, divulgado el pasado miércoles, la coincidencia de dictaduras militares de orientación ideológica semejante en Sudamérica en las décadas de 1970 y 1980 se reflejó en una intensa cooperación regional para el combate a la subversión. El documento detalla la colaboración extranjera con los militares brasileños y la actuación de agentes y diplomáticos fuera del país.

El informe de la CNV  indica la existencia de bases brasileñas en varias capitales del exterior: Asunción, Montevideo, Santiago de Chile, París, Lisboa, Praga, Moscú, Varsovia y Berlín. Además, la Comisión encontró indicios de bases en Caracas, La Paz y Lima. El delegado Sérgio Fleury, uno de los jefes de la represión, viajó a países vecinos con conocimiento del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, según el informe, que señala que el policía brasileño estuvo en Francia, Uruguay, Argentina y Chile.

Sin la ayuda de Estados Unidos, ningún país de la región habría conseguido organizar el sistema de la Operación Cóndor. Se sabe, por ejemplo, que la CIA proporcionó la tecnología puntera usada en la producción y utilización de una base de datos común a todos los países miembros.

Sin embargo, antes de la formalización de la operación, el régimen brasileño ya mantenía colaboración con los países vecinos a fin de vigilar y restringir los derechos de brasileños exiliados. Este fue, entre otros, el caso del presidente João Goulart, que llegó a Uruguay en abril de 1964. La dictadura brasileña presionó el Gobierno uruguayo en búsqueda de cooperación. La estación de la CIA en Río de Janeiro también colaboró en el control de los exiliados en Uruguay e interfirió directamente en la designación de diplomáticos para la Embajada de Brasil en Montevideo.

Los archivos de Exteriores muestran evidencias de que este Ministerio llegó a estar involucrado directamente en al menos un episodio de detención arbitraria en Uruguay, de manera oficial, aunque de forma secreta. Fueron localizados documentos que comprueban que un ciudadano brasileño, Luiz Bastian Pinto, fue detenido en Uruguay y entregado a la policía brasileña en la frontera, a través de una acción pactada entre el embajador de Brasil y el ministro de Interior uruguayo.

Este episodio, que para la CNV prueba la implicación directa del Ministerio de Relaciones Exteriores, parece no haber sido aislado. Aparecen, en otros documentos, la Embajada y los consulados, el Centro de Informaciones del Exterior (CIEx), la Policía Federal y el Departamento de Orden Política y Social (DOPS) brasileños. Del lado uruguayo, hay registros de participación del Departamento Nacional de Informaciones e Inteligencia y de las jefaturas de policía de Montevideo y otras ciudades.

El Consulado de Montevideo enviaba listas de “extranjeros subversivos e indeseables”
Hay también, entre telegramas y oficios, muchos documentos que encaminaron informaciones sobre ciudadanos de otras nacionalidades, buscados en los países vecinos. El Consulado General de Montevideo enviaba regularmente listas de “extranjeros subversivos e indeseables”. Entre los nombres se encontraba, por ejemplo, José Mujica, actual presidente de Uruguay, y u mujer, Lucía Topolansky.

Chile

Las pesquisas en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil encontraron también evidencias de que la actuación del Estado brasileño respecto a sus ciudadanos que se encontraban en Chile durante la dictadura  fue más allá de la omisión de protegerlos.

Una lista divulgada por Manuel Contreras, exjefe de la policía secreta chilena, mostró que 108 brasileños estuvieron presos en el Estadio Nacional, y uno de ellos, Wânio José de Mattos, falleció “en situación de deliberada omisión de socorro”. A muchos de ellos se les podría haber liberado rápidamente, concluye el informe. Las comunicaciones del periodo, entre la Embajada y el Consulado en Santiago y la Secretaria de Estado en Brasilia, muestran que Exteriores llegó a tomar iniciativas para impedir que fueran soltados.

Antes de la operación la dictadura ya mantenía colaboraciones con los países vecinos
El informe también indica que Exteriores solo se preocupó por obtener datos de brasileños exiliados en Chile para vigilar sus actividades. “El golpe de Estado en Chile, y la subsiguiente persecución de los extranjeros que allá se encontraban, fue para las autoridades brasileñas una ocasión privilegiada para descubrir el paradero de centenares de oponentes al régimen brasileño que habían dejado el país y, de allí en delante, seguir la pista de sus desplazamientos en el exterior”.

Desaparecidos en Buenos Aires

El informe menciona también casos de brasileños que desaparecieron en Argentina. El dirigente del Partido Operario Revolucionario Trotsquista (POR-T) Sérgio Fix Marques de Santos, y editor del periódico Frente Operaria, desapareció en Buenos Aires el 15 de febrero de 1976. El documento también destaca los casos del músico Francisco Tenório y Maria Regina Marcondes Pinto, que también desaparecieron en la capital argentina. Regina estaba bajo constante vigilancia de la represión brasileña, según documentos de Exteriores.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Operación Soberanía: 36º aniversario

19 de diciembre de 1978

"Operación Soberanía"

Se conoce con el nombre en clave de Operación Soberanía u Operativo afianzamiento de la soberanía al plan de invasión a Chile que el gobierno militar de Argentina planificó ejecutar en los últimos días de diciembre de 1978, pero que fue suspendido a último momento por la intervención del papa Juan Pablo II.


BIM 4 al completo, formado sobre Avda. Maipú, Ushuaia 1978

Para solucionar el litigio por la soberanía de las islas y los derechos marítimos en el área del canal Beagle, Argentina y Chile acordaron en 1971 recurrir al arbitraje del gobierno del Reino Unido, árbitro formal establecido en el Tratado General de Arbitraje del 28 de mayo de 1902, pero que solo podía aceptar o rechazar el fallo de un tribunal nombrado de común acuerdo entre ambos países. Basándose en el derecho internacional, los jueces dictaron sentencia el 22 de mayo de 1977 asignando a Chile las islas Picton, Nueva y Lennox. En 1978, el gobierno de Argentina declaró nulo el laudo arbitral y movilizó su poderío militar para obligar a Chile a dejarlo de lado y negociar una solución al conflicto más favorable a la posición argentina.
Al no lograr ese objetivo por la vía negociada, Argentina planificó una guerra de agresión contra Chile.

La situación chilena parecía bastante desventajosa.
Frente a un país que casi lo triplicaba en el número de habitantes, con un ingreso per cápita mayor y una ventaja geográfica, Chile enfrentaba, además, a raíz de los atentados a los derechos humanos cometidos durante el régimen militar, una negación a la venta de armas de parte de sus proveedores tradicionales, Estados Unidos de América y Europa Occidental, lo que dificultaba aún más la ya compleja tarea de resguardar su territorio, debido a su propia geografía.

El plan de acción 

No existen ni declaraciones ni documentos oficiales argentinos sobre la existencia del Operativo Soberanía. Sin embargo, la cantidad de testimonios en todos los estamentos de la sociedad argentina es tal, que nunca se ha puesto en duda su existencia. Empero, es difícil establecer las condiciones, fines y medios que planearon sus gestores a partir de las experiencias personales de los partícipes.

El ataque sería precedido por una denuncia argentina "falsa" ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de una ocupación militar de las islas al sur del Canal Beagle por parte de Chile.

Las Fuerzas armadas argentinas desembarcarían en las islas y en caso de que las tropas de élite chilenas que protegían las islas opusieran resistencia, se invadiría el territorio continental de Chile, buscando a lo largo de la frontera el frente que ofreciese menos resistencia, para cortar el país en por lo menos un lugar y así obligar a Chile a aceptar las condiciones argentinas.

«La estrategia nacional y militar que planificó Argentina, en el marco de una estrategia total, para enfrentar el conflicto con Chile el año 1978», que el Operativo Soberanía fue elaborado por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas Argentinas bajo el nombre de (Planeamiento Conjunto de Operaciones Previstas contra Chile).

El concepto estratégico del plan, con el fin de lograr el objetivo político de apoderarse de las islas inmediatamente al sur del Beagle que se había propuesto Argentina, estaba basado en dos premisas:

  1. Que Chile se rindiera en un tiempo breve como consecuencia de las acciones militares que se estaban preparando; y
  2. Que Chile aceptara los reclamos territoriales formulados por Argentina, a lo que seguiría el repliegue de las tropas argentinas desde los puntos del territorio chileno que hubiera sido ocupado luego de la ofensiva trasandina.

Posteriormente, se elaboró una Directiva Estratégica Militar, la cual fue aprobada por la Junta Militar, donde se establecía, el concepto general de la guerra, el objetivo político de guerra bélico y la organización de las fuerzas.

Como anexo a este plan, se formularon otros planes que incluían un Plan de Movilización, un Plan de Inteligencia y un Plan de Intrusión. Este último incluía la ocupación militar (Flota de mar [Flomar] e infantería de marina) de las islas, incluyendo las islas Wollaston y el Cabo de Hornos, antes de la hora H, vale decir, antes de que se iniciara el ataque terrestre a nivel continental.

Como se esperaba que las acciones bélicas provocaran la reacción inmediata de la ONU, Estados Unidos y otros países, los militares planificaron el realizar una guerra de la forma más rápida y violenta, con el objetivo de apoderarse de la mayor cantidad de espacio territorial chileno en pocos días, para luego aceptar un cese de hostilidades manteniendo un statu quo, que sería impuesto por la ONU, pero que dejaría a Argentina en una posición de fuerza para negociar territorios posteriormente. Con ese objetivo, Argentina estaba más que dispuesta a aceptar la presencia de fuerzas de paz de las Naciones Unidas para separar a ambos Ejércitos.

De este plan, al 14 de diciembre de 1978, se habían cumplido las etapas de movilización de las fuerzas regulares de las tres ramas y la fase de movilización parcial de los reservistas.

Armada Argentina (Contraalmirante Humberto Barbuzzi):

Misión: Oponerse a la acción de la escuadra chilena y apoyar la conquista de las islas al sur del Canal Beagle. Para ello la flota argentina se había dividido en tres grupos de tarea (GDT):

El primero, encabezado por el PAL (Portaaviones Liviano) ARA Veinticinco de Mayo (V-2), con su completo GAE (Grupo Aéreo Embarcado) formado por: 8 aviones Douglas A-4Q, 4 Grumman S-2 Tracker, 4 helicópteros Sikorsky S-61D4 Sea King y un Alouette) con el destructor misilístico ARA Hércules (D-28) (con al menos dos misiles MM-38 Exocet) y las novísimas, para ese entonces, corbetas misilísticas Clase A-69 ARA Drummond (P-1), actual P-31 y ARA Guerrico (P-2) actual P-32 (ambas con cuatro misiles MM-38 Exocet cada una) en funciones de escolta.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Irlandeses esclavos en América

Los esclavos olvidados de América: Los irlandeses
Javier Sanz - Historias de la Historia


Cuando hablamos de esclavos y de América, la primeras imágenes que nos vienen a la cabeza son las enormes plantaciones de algodón donde los esclavos traídos de África trabajan de sol a sol. Pero hubo otros esclavos, en este caso blancos y casi olvidados por la historia, que sufrieron las mismas penalidades… los irlandeses.

En el siglo XVI, los españoles fueron los primeros europeos en utilizar esclavos africanos en el Nuevo Mundo (islas de Cuba y La Española). Más tarde, portugueses, holandeses, franceses y británicos hicieron lo propio en sus respectivas colonias (Brasil, Antillas, Norteamérica…). Las colonias británicas en Norteamérica también fueron utilizadas para el destierro penal de criminales convictos desde principios del siglo XVII hasta la independencia, y posteriormente a Australia entre 1788 y 1868. Además de estos criminales, los ingleses enviaron a sus colonias norteamericanas a los irlandeses, sobre todo católicos, que se rebelaron contra la opresión inglesa… vendidos a los colonos como mano de obra.



El comercio humano comenzó cuando James II, rey de Inglaterra, vendió 30.000 prisioneros políticos irlandeses como esclavos al Nuevo Mundo. A mediados del siglo XVII, los irlandeses se convirtieron en la principal fuente de ganado humano para los comerciantes ingleses… el 70% de la población total de las islas Antigua y Montserrat eran esclavos irlandeses. En la década de 1650 más de 100.000 niños irlandeses, entre 10 y 14 años, fueron separados de sus padres y vendidos como esclavos en las Indias Occidentales, Virginia y Nueva Inglaterra; 52.000 más, en su mayoría mujeres y niños, fueron vendidos a Barbados y Virginia; 2.000 niños se vendieron a Jamaica… Ni eran criminales ni tampoco, como se ha tratado de vender, tenían contratos de servidumbre.




Además, eran más baratos que los africanos (en el XVII, un esclavo africano costaba unas 50 libras esterlinas y un irlandés no más de 5) y los hijos nacidos de esclavos blancos seguían siendo esclavos incluso en el caso de que su madre obtuviese la libertad, así que las madres permanecían con ellos. Los colonos, para maximizar sus recursos, decidieron utilizar a las mujeres/niñas irlandesas – además de para su beneficio propio – para cruzarlas con africanos y criar mulatos. Estos nuevos esclavos rompieron el mercado… se podían vender por un precio superior a los irlandeses y salían más baratos que los africanos. Esta práctica de mestizaje esclavo se extendió hasta que en 1681, por las presiones de la Royal African Company a la que la Corona británica había concedido el monopolio sobre las rutas del comercio de esclavos africanos, se aprobó la ley “Forbidding the practice of mating Irish slave women to African slave men for the purpose of producing slaves for sale” (Prohibida la práctica de acoplamiento de esclavas irlandesas y esclavos africanos con el fin de producir esclavos para la venta).

En 1807 el Parlamento Británico aprobó la Ley para la Abolición del Comercio de Esclavos, bajo la cual los capitanes de buques de esclavos podían ser severamente penados por cada esclavo transportado. Esta fue superada por la Ley Abolicionista de 1833, que liberó todos los esclavos del Imperio Británico.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Encuentran objetos dejados por judíos en un ghetto checo

Propietarios checos descubren en Tefillin objetos oculto por los judíos durante la Segunda Guerra Mundial en su ático
Reuters
Huffington Post



Ex-Ghetto de Terezin, República Checa

PRAGA, 11 de diciembre (Reuters) - Los propietarios de viviendas que realizaban la reconstrucción de su ático en la ciudad checa de Terezin han encontrado fotos, zapatos y otras posesiones de Judios forzados en un gueto allí bajo el régimen nazi, dijo que un proyecto patrimonial el jueves.

Terezin (Theresienstadt), una ciudad fortaleza y guarnición construida a finales del siglo 18, fue utilizado por los nazis como campo de tránsito para los Judios acorralados en Checoslovaquia y deportado de otros lugares de Europa. Ellos se llevaron a cabo en el gueto hasta que pudieran ser transportados a campos más al este.

Casi 160.000 Judios pasaron por Terezín. La mayoría perecieron allí o en los campos de exterminio de Europa oriental ocupada por los nazis. El campamento se mantuvo en funcionamiento a partir del otoño de 1941 hasta su liberación mayo 1945

El descubrimiento de los objetos, algunos de los cuales llevaban los nombres de sus dueños, se dio a conocer por el proyecto gueto de Theresienstadt, que es financiado por patrocinadores alemanes y checos.

"Los hallazgos inesperados como estos sugieren que una gran cantidad de legados preciosos de la época gueto siguen esperando a ser descubiertas en los edificios a lo largo de Terezin", dijo el grupo en un comunicado de prensa.

El grupo dijo que lo más destacado del hallazgo fue el tefilín cabeza, una pequeña cápsula negro que contiene un pergamino escrito a mano con los "Escucha, Israel" versículos del Deuteronomio.

Hombres judíos piadosos están obligados a usar tefilín durante sus oraciones de la mañana y las cápsulas, uno para la cabeza y el otro para un brazo, son preciadas pertenencias.

El grupo dijo que los dueños de casa deseaban permanecer en el anonimato debido a lo delicado de la cuestión entre los habitantes de Terezin. Descubrieron los objetos al reemplazar un techo en su ático en noviembre.

"En su opinión, la forma en que los objetos estaban ocultos bajo las vigas indica la gran importancia que los presos se dieron en esconder sus posesiones", dijo el grupo.

Los proyectos ghetto de Theresienstadt comenzaron en 2012 y con el apoyo de la Fundación Cultural Federal alemán;, del Recuerdo, Responsabilidad y Futuro de la Fundación; el alemán Checa Future Fund con sede en Praga; y otros grupos en Alemania y República Checa. (Reporte de Robert Muller)

jueves, 18 de diciembre de 2014

Policía Argentina: El origen del término "cana"

Cana: una palabra, varios orígenes
Secreta Buenos Aires.Se usa para referirse a los policías desde principios del siglo pasado. Según los especialistas, hay diversas explicaciones.


Historia. Un policía en una garita a principios del siglo XX, cuando se les empezó a decir "canas".

Eduardo Parise - Clarín

Araca la cana es el nombre de la murga uruguaya más famosa. Fue creada en 1934 por los canillitas del Paso del Molino, una zona popular de Montevideo. También “Araca la cana” es el título de un conocido tango que Enrique Delfino y Mario Rada compusieron en 1933. Es aquel que empieza diciendo “Araca la cana / ya estoy engriyao / un par de ojos negros me han engayolao…”, para dar a entender que el hombre había quedado prendado por la mirada de una mujer. En el idioma lunfardo, engriyao y engayolao equivale a estar preso, atrapado. Y araca es atención, cuidado, como una voz de alarma. Todos sabemos que “la cana” significa “la Policía”. Pero vale la pregunta: ¿cuál es el origen de esa denominación? Veamos…

Los analistas históricos del lunfardo, ese idioma popular con mucho arraigo entre nosotros, tienen distintas versiones. Están los que sostienen la teoría importada y que cana deriva de la palabra francesa canne que significa bastón. La alusión es al “palito de abollar ideologías”, como solía definir la gran Mafalda a los bastones que utilizan los policías de todo el mundo. Tiene cierta lógica, pero no es la única explicación. Otros creen que la cuestión se relaciona con la ubicación del Departamento Central de Policía en la Ciudad de Buenos Aires.

Cuando en noviembre de 1888 se inauguró el palacio que hoy ocupa la manzana de la avenida Belgrano y las calles Luis Sáenz Peña, Moreno y Virrey Ceballos, en Monserrat, la zona no estaba muy poblada. Es más: cuentan que todavía por allí había algunos bañados llenos de juncos y que ese mimbre salvaje solían usarlo algunos artesanos del lugar para fabricar, entre otros artículos, algunas canastas. Por eso, cuando alguien era detenido y llevado al Departamento Central, era que había “caído en canasta”. Y que eso derivó en “caer en cana”.

Claro que también están los que buscan la referencia con un anclaje más periodístico. Son quienes citan una de las históricas Aguafuertes Porteñas que Roberto Arlt escribió en 1929 para el diario El Mundo. Allí Arlt menciona a un comisario de apellido Racana, quien atemorizaba con sus razzias a los muchachos que jugaban al fútbol en calles y potreros, algo que no era bien visto. Y que el grito “¡rajemos que viene Racana!”, terminó como que había que escapar de “la cana”. También está quienes  creen que la expresión tiene que ver con los bastones de la Policía, conocidos como “macanas”.

Por supuesto que “cana” no es el único apelativo popular para un policía. También está “rati” (tira al revés, por las jinetas que llevan en el uniforme), “yuta” (dicen que alude a una policía falluta, traidora, desleal, aunque otros lo relacionan con que muchos policías salían a hacer sus recorridas de a dos; es decir, en yunta) y “gorra” (una cuestión obvia). Pero hay otro que tiene mucho arraigo: “ la taquería” y decirle “taquero” al comisario. La explicación se basa en una práctica común a fines del siglo XIX y principios del XX. Los compadritos, para darse aire de importancia, usaban zapatos con tacos de madera que medían cinco centímetros. Y había un edicto que lo consideraba “un insulto a las buenas costumbres”. Por eso, los llevaban a las comisarías y el jefe, con un sable, les cortaba el taco de un zapato de un solo golpe. Los muchachos salían rengos y humillados.

Como la imaginación popular no descansa, siempre aparecen otras expresiones para aludir a los policías. Y entre esas está “cobani”. Pero los especialistas sostienen que eso no define a un policía sino a un guardiacárcel. Y explican: cobani deriva de coabani, abanico al revés. Y tiene que ver con el montón de llaves que llevan los guardias en un cinturón, lo que semeja un abanico. De allí que en las cárceles, cuando se acercaba el guardia, los presos solían alertar "araca, cobani”. Pero esa es otra historia.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Roma y sus democráticas letrinas

Los peligros de utilizar las letrinas públicas en la Roma Antigua
Javier Sanz - Historias  de la Historia

El agua que llegaba a la ciudad de Roma a través de los acueductos se almacenaba en grandes depósitos desde donde se distribuía a las panaderías, las casas, los baños… El agua sobrante de estos usos prioritarios terminaba en la red de alcantarillado: la Cloaca Máxima. Iniciada su construcción en el siglo VI a.C. por el rey Tarquinio y ampliada en varias ocasiones en siglos posteriores, recogía las aguas fecales de las casas -lógicamente, esta red no cubría toda Roma y mucho menos las zonas de las clases bajas- y de las letrinas públicas (latrinae publicae) para llevarlas hasta el río Tíber. El problema era cuando las aguas residuales volvían a su origen… por las crecidas del Tíber.




En la ciudad de Roma se distribuían estratégicamente decenas de letrinas públicas (en el siglo IV había 144 con más de 4.000 plazas) para satisfacer las necesidades fisiológicas de los ciudadanos. Estas letrinas consistían en un banco de frío mármol con varios agujeros en los que sentarse a evacuar y bajo ellos la corriente de agua que arrastra la materia fecal. A modo de papel higiénico, en las letrinas públicas los romanos utilizaban un palo que llevaba en un extremo una esponja de mar (spongia). Y ahora que nos hacemos uno idea del habitáculo, veremos los peligros de utilizarlas…


  • Como no había separación entre los agujeros, tenías que compartir aquellos momentos de intimidad con desconocidos y no te digo nada si eran de los que daban conversación.
  • En teoría, después de usarse la spongia debía enjuagarse y limpiarse para el siguiente, y cada cierto tiempo cambiarse. Sentarse a aliviarse y comprobar que la spongia se debía haber cambiado hace tiempo…
  • Y la más peligrosa para la integridad física… Existía la graciosa costumbre de algunos gamberros de echar una pelota de lana ardiendo en las alcantarillas que si te pillaba con el culo en el agujero…

Y si los romanos utilizaron su arte y su talento en la canalización, distribución y uso del agua, también lo hicieron a la hora de reciclarla. En las letrinas que la alta sociedad tenían en sus casas, se reciclaba el agua usada en los baños para los retretes, y en casas no tan pudientes pero que también disponían de letrinas, se situaban cerca de las cocinas para reciclar el agua con la que lavaban los utensilios de cocina.

Fuentes: La Antigua Roma – Philip Matyszak, Ciencia y Tecnología en el Antiguo Mundo Romano – Álvaro Vitores Glez.

martes, 16 de diciembre de 2014

Nueva evidencia sobre los tifones kamikaze

PRUEBA DE TIFONES KAMIKAZE DEL JAPÓN ENCONTRADO EN ROCAS ANTIGUAS
El ejército mongol no era rival para el mal tiempo
Por Mary Beth Griggs


La invasión mongola / Walters Art Museum / Wikimedia Commons
Tapices de seda que representa el 13 Siglo Mongol Invasion

Una enorme tormenta está azotando el norte de California justo después de otra tormenta bombardeó el Reino Unido. Estos fenómenos meteorológicos son una gran noticia para las personas que viven a través de ellos, pero no son nada en comparación con dos tormentas que cambiaron el curso de la historia hace más de 700 años.
En el siglo 13, el Imperio Mongol, dirigido por Kublai Khan, pensó que sería una gran idea de invadir Japón. Lo intentaron en 1274, el lanzamiento de una flota de cientos de barcos llenos de 30.000 hombres armados. Pero mientras ellos iban de camino a la isla, la leyenda cuenta que un kamikaze o "viento divino" interceptaron la flota y la destruyeron. No los originados por abandono, los mongoles intentaron de nuevo en 1281, esta vez con más de 140.000 hombres y miles de naves, sólo para encontrarse una vez más por otro tifón. Las tormentas asumieron un lugar de leyenda en la historia de Japón, exagerados en los siglos intermedios. Ahora, los geólogos han encontrado evidencia de que las grandes tormentas realmente ocurrieron.
Un estudio publicado en Geology miró capas de sedimentos que datan de 2.000 años en un lago cerca de la sede de las invasiones mongolas de Japón. Los investigadores encontraron dos grandes depósitos de sedimentos marinos que se correspondían con los tifones. También encontraron evidencia de que hubo un largo período de aumento de las inundaciones de 250 dC a 1600 CE, que indica que las grandes tormentas fueron más comunes en esa zona durante ese período de tiempo. En el documento, los autores escriben: "Por tanto, los tifones Kamikaze pueden servir como un ejemplo prominente de impactos geopolíticos significativos cómo las anteriores subidas de tiempo severo asociado con el cambio climático han tenido."
Esta no es la primera evidencia de la flota destruida por desenterrar. Expediciones de arqueología subacuática de la costa de Japón han dado pruebas de las naves destruidas, incluyendo los restos humanos y los primeros ejemplos de proyectiles explosivos transportados por la flota mongol. Pero la pieza geológica del rompecabezas añade un poco de contexto a los resultados, que muestran que había un montón de grandes tormentas de alta intensidad para ayudar a hundir los barcos.

Popular Science