La invasión soviética de Polonia
Distribución de las defensas polacas el día 1 de septiembre de 1939, fecha de inicio de la invasión alemana. La mayor parte de ellas se encontraban en la frontera alemana, lo que facilitó la invasión soviética, por la frontera oriental.
La destrucción del ejército polaco por la Blitzkrieg alemana llevó a que Stalin pusiese en práctica el plan para tomar posesión de los territorios adjudicados en el pacto germano-soviético de Agosto de 1939. Para sorpresa del resto del mundo, las tropas soviéticas cruzaron la frontera en la madrugada del 17 de Septiembre de 1939, sobre 2 grandes frentes: el de Bielorrusia y el de Ucrania. Comenzaba así un nuevo reparto de Polonia y la expansión de la Unión Soviética hacia el oeste.
Cartel de propaganda soviético justificando la invasión de Polonia
Comienza la invasión
El alto mando soviético comenzó a preparar la invasión de Polonia días después de la firma del pacto germano-soviético. El 3 de Septiembre, Voroshilov, comisario del pueblo para la defensa, dio orden a los distritos militares de Leningrado, Kalinin, Minsk, Kiev, Moscu y Jarkov de estar preparados. El dia 6 se decretó la movilización general y comenzaron masivas maniobras.
Stalin y Voroshilov en 1935
El dia 12, el diario Pravda publico un violento articulo denunciando la actitud polaca hacia las minorias nacionales de su pais. Al dia siguiente, todas las unidades soviéticas estaban en posicion, agrupadas en 2 grandes "frentes", el de Bielorrusia, al norte y el de Ucrania, al sur, a lo largo de los 1400km de la frontera. Cada frente sovietico estaba formado por unidades de infantería, caballeria y tanques. Los tanques tenian como misión principal romper las lineas enemigas y penetrar en el interior del país; la infantería debía seguir sus pasos y consolidar el terreno.
T-26 ruso, el tanque más numeroso en la invasión de Polonia
El embajador polaco en Moscú fue citado el dia 17 de madrugada en la Comisaría del Pueblo para Asuntos Exteriores donde recibió un duro comunicado que manifestaba la decisión soviética de invadir Polonia, ante la destrucción del estado polaco, con el argumento de proteger a los bielorrusos y ucranianos que allí vivían.
Civiles bielorrusos saludando al Ejercito Rojo
Ese mismo dia, las tropas sovieticas atravesaban la frontera. El Estado Mayor polaco, con el Mariscal Rydz-Smigly a la cabeza, sorprendido y abatido por este mazazo, cruzara la frontera con Rumania al dia siguiente, dando orden a sus unidades de no entablar combate con los sovieticos y pasar a Hungria y Rumania. El dispositivo defensivo polaco acababa de ser derrotado por el ataque aleman. Ademas, la actitud de las tropas sovieticas no dio lugar a muchas opciones. La poblacion civil penso al principio que los soviéticos venian a defenderlos de los alemanes, pero pronto fueron conscientes de su error.
Soldados soviéticos cruzando la frontera con Polonia
El Frente de Bielorrusia: la captura de Vilnius
La ciudad de Vilnius constituia el objetivo de tres brigadas blindadas. El dia 17, los tanques T-26 de la 25° Brigada cruzaron la frontera a las cinco de la mañana. Al amanecer del 19, los vehiculos de reconocimiento penetraban en Vilnius, tras haber recorrido mas de 300km. La 6° Brigada sostuvo un violento combate con los guardias fronterizos polacos, antes de alcanzar el sector de Rakow.
La ciudad estaba guarnecida por 8 batallones de infanteria, 1 de milicia y la 20° Bateria antitanque, Comenzaron furiosos combates, en los que los cañones Bofors de 37mm polacos lograron poner fuera de combate a un gran numero de tanques soviéticos. Pero poco a poco, los nidos de resistencia fueron sucumbiendo. A las 6 de la tarde, la superioridad numérica soviética se hizo patente y el mando polaco decreto el alto el fuego.
El cruce del Niemen
Fuerzas del 15° Cuerpo, tras unas escaramuzas fronterizas, tomaron, el dia 20, Sokolka. Unos 50 BT-7 de la 27° Brigada llegaron a Grodno, defendido por unos 3000 soldados polacos que habian bloqueado los puentes sobre el Rio Niemen. La escasa infanteria sovietica quedo fijada por el fuego de ametralladora y fusil y los Cocteles Molotov se hicieron sentir. Ante esta furiosa resistencia, las dotaciones de los tanques sovieticos recurrieron a una tactica que se repetiria, tristemente, a lo largo de la guerra. Capturaron a varios niños en el Instituto de la Caridad y los ataron a las torretas para hacer de escudos humanos. Mas de 300 niños de Grodno moririan en las primeras horas de la batalla. Solo al final del dia los sovieticos recibieron el necesario refuerzo de infanteria para consolidar sus posiciones.
El día 21, la artillería de los regimientos 101° y 119° y de la 20° Brigada motorizada comenzó a batir los puntos de resistencia. Los fusileros del 119° Regimiento cruzaron el Niemen en botes y tendieron un puente de pontones para permitir el paso de los tanques. A lo largo del dia se combatió furiosamente en el barrio de Poniemun. La estación de tren fue tomada por asalto por el 101° Regimiento y sus 250 defensores fueron masacrados. Finalmente, el día 22, los soviéticos lograron el control de la población. Los polacos habían sufrido más de 550 muertos y 1600 de sus hombres fueron hechos prisioneros.
Prisioneros de guerra polacos
Tras capturar la ciudad, la 2° Brigada se dirigio a Sopockinie, donde se habian reagrupado los restos de los defensores de Grodno. Alrededor de la aldea de Sylwanowstetuvieron lugar duros combates, en los que la caballeria polaca destruyo 4 tanques BT y causo mas de 30 bajas a los sovieticos, antes de ser rodeados por los tanques en el bosque de Augustowsky y ser forzados a rendirse.
Tanque BT-7 el mas rápido de los que participaron en la invasión de Polonia
El general polaco Olszyna-Wilczynski, jefe de los defensores de Grodno, fue capturado y ejecutado en el acto con un disparo en la frente. Ambas brigadas blindadas prosiguieron su avance para llegar tres dias despues, sin encontrar resistencia digna de mencion, a Suwalki.
General polaco Olszyna-Wilczynski, seria ejecutado después de su captura
Encuentro en Brest-Litovsk
Entre tanto, la 29° Brigada habia avanzado hasta Baranowicze, donde hizo prisioneros a 5000 soldados polacos, tomados por sorpresa. El dia 22 recibió la orden de ocupar la ciudad de Brest-Litovsk. El general Semion Krivoshein ordeno a los 242 tanques de su brigada que apresurasen la marcha para ocupar la ubicacion antes que los alemanes.
Semion Krivoshein y sus oficiales
Cerca de Brest, se encontraron con un grupo de oficiales alemanes, enviados por Guderian, con la orden de que se detuvieran. Krivoshein hizo caso omiso y penetro en la ciudad, que ya habia sido tomada por las fuerzas acorazadas alemanas. El propio Guderian habia instalado su cuartel general en el ayuntamiento, en pleno centro de la ciudad. Al atardecer, un batallon de T-26 sovieticos desfilaba junto con una compañia de Panzer II alemanes, ante los jefes Guderian y Krivoshein, al son de una marcha militar rusa.
Heinz Guderian y Semion Krivoshein presenciando el desfile de sus tropas en Brest-Litovsk
Fuente: Segunda Guerra Mundial 1939-1945 Tomo 2, la URSS contra Polonia y Finlandia 1939-1944
Fuente Fotos:
-http://upload.wikimedia.org/
-http://farm3.static.flickr.com/
-http://www.historyofwar.org/
Extraído de Die Zweite Weltkrieg
miércoles, 28 de diciembre de 2016
martes, 27 de diciembre de 2016
Anecdotario histórico argentino: Lavalle y Bolívar
Lavalle y Bolívar
Juan Lavalle
Fué Lavalle uno de los campeones de nuestra maravillosa epopeya. Vulcano épico de mirada azul y de barba rojiza, tuvo por yunque los campos de Maipú, Chacabuco, Paseo y Río Bamba, y, por martillo su luciente corvo granadero. Luchador incansable de la Libertad desde muy niño, peregrínó por medio continente cosechando a su paso admiración y respeto.
Orgulloso y altivo, aun en la adversidad, no toleró jamás una ligereza, ni aún de los jefes de mayor rango, olvidando a veces los principios fundamentales de la disciplina.
Después de la victoria de Pichincha la ciudad de Quito se ha vertido de gala para homenajear a los vencedores. Una larga mesa llena de manjares y bebidas está rodeada por la brillante oficialidad patriota. El vino y la Gloria del día afiebraba las mentes. Bolívar amante de los brindis y de los discursos levanta su copa y dice:
de éste y le dijo amenazador:
Simón Bolìvar
Juan Lavalle
Fué Lavalle uno de los campeones de nuestra maravillosa epopeya. Vulcano épico de mirada azul y de barba rojiza, tuvo por yunque los campos de Maipú, Chacabuco, Paseo y Río Bamba, y, por martillo su luciente corvo granadero. Luchador incansable de la Libertad desde muy niño, peregrínó por medio continente cosechando a su paso admiración y respeto.
Orgulloso y altivo, aun en la adversidad, no toleró jamás una ligereza, ni aún de los jefes de mayor rango, olvidando a veces los principios fundamentales de la disciplina.
Después de la victoria de Pichincha la ciudad de Quito se ha vertido de gala para homenajear a los vencedores. Una larga mesa llena de manjares y bebidas está rodeada por la brillante oficialidad patriota. El vino y la Gloria del día afiebraba las mentes. Bolívar amante de los brindis y de los discursos levanta su copa y dice:
—¡No tardará mucho el día en que pasearé el pabellón triunfan de Colombia hasta el suelo Argentino!Un ambiente tenso sigue a las palabras del Libertador de Colombia que, probablemente las haya pronunciado sin medir el alcance de las mismas. Pero de cualquier manera el guante es recogido por el sargento mayor Lavalle que levantando su copa brinda con tono enérgico:
—La Argentina se halla independiente y libre de toda dominación española, y lo ha estado desde el día en que declaró su emancipación el 25 de Mayo de 1810. En todas las tentativas para reconquistar territorio, los realistas han sido derrotados. Nuestro Himno consagra triunfos. ¡Brindo por la Independencia de América!En otra ocasión en que Bolívar pasaba revista a los granaderos cuyo jefe a la sazón era Lavalle, se molestó por una oportuna respuesta
de éste y le dijo amenazador:
—¡Teniente coronel Lavalle! ¡Estoy acostumbrado a fusilar generales insubordinados!A lo que le contestó enérgico el bizarro oficial de San Martín llevando la diestra a la empuñadura de su corvo:
—¡Esos generales no tendrían una espada como ésta...!
Simón Bolìvar
lunes, 26 de diciembre de 2016
SGM: ExPOW alemán dona ahorros a villa escocesa
El ex prisionero de guerra alemán deja ahorros de vida en la aldea escocesa
Por New York Post
El ex prisionero de guerra alemán deja ahorros de vida en la aldea escocesa
El campo de prisioneros de Cultybraggan en Perthshire, Escocia donde Heinrich Steinmeyer fue llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. De archivo: Shutterstock
LONDRES - Un ex soldado alemán ha dejado los ahorros de su vida en una pequeña aldea escocesa donde fue detenido como prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial.
Heinrich Steinmeyer, un soldado Waffen SS, tenía 19 años cuando fue capturado y fue llevado al campo de prisioneros de guerra en Cultybraggan cerca de la aldea de Comrie en Perthshire. Después de la guerra, él visitaba regularmente.
Él murió en 2014, dejando $ 485.000 a la aldea en su voluntad. Su deseo era ayudar a los ancianos en la comunidad.
No estaba claro por qué pasaron casi dos años entre su muerte y el anuncio del legado, pero el Comrie Development Trust dijo que había habido un largo proceso para liquidar el patrimonio, que se ganó con la venta de su casa y todas sus posesiones.
"Éste es su agradecimiento por la amabilidad que se le mostró en el momento de su vida, donde estaba en su punto más bajo y sólo quiere dar las gracias a todos", dijo George Carson, cuyos padres eran amigos de Steinmeyer desde hace mucho tiempo. La BBC.
Carson dijo que su madre y sus amigos habían hecho amistad con Steinmeyer a través de la cerca en el campamento. Descubrieron que él nunca había visto una película.
"Así que subieron con sus bicicletas de empuje una mañana y una de las chicas había tomado su hermano .... Con ellos y sacaron a Heinrich del campamento por la valla de la cadena y ... introdujeron a Heinrich en el cine donde vio su primera película ", dijo Carson. "Estaba absolutamente impresionado por toda la experiencia. Después de la película, regresaron a Comrie, (y) contrabandearon a Heinrich nuevamente al campamento ".
Steinmeyer tuvo reuniones con el Fideicomiso de Desarrollo de Comrie en 2008 y les pidió que administraran su patrimonio en su muerte.
La confianza ahora está pidiendo a la gente local para tomar parte en la determinación de cómo utilizar mejor el legado.
Por New York Post
El ex prisionero de guerra alemán deja ahorros de vida en la aldea escocesa
El campo de prisioneros de Cultybraggan en Perthshire, Escocia donde Heinrich Steinmeyer fue llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. De archivo: Shutterstock
LONDRES - Un ex soldado alemán ha dejado los ahorros de su vida en una pequeña aldea escocesa donde fue detenido como prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial.
Heinrich Steinmeyer, un soldado Waffen SS, tenía 19 años cuando fue capturado y fue llevado al campo de prisioneros de guerra en Cultybraggan cerca de la aldea de Comrie en Perthshire. Después de la guerra, él visitaba regularmente.
Él murió en 2014, dejando $ 485.000 a la aldea en su voluntad. Su deseo era ayudar a los ancianos en la comunidad.
No estaba claro por qué pasaron casi dos años entre su muerte y el anuncio del legado, pero el Comrie Development Trust dijo que había habido un largo proceso para liquidar el patrimonio, que se ganó con la venta de su casa y todas sus posesiones.
"Éste es su agradecimiento por la amabilidad que se le mostró en el momento de su vida, donde estaba en su punto más bajo y sólo quiere dar las gracias a todos", dijo George Carson, cuyos padres eran amigos de Steinmeyer desde hace mucho tiempo. La BBC.
Carson dijo que su madre y sus amigos habían hecho amistad con Steinmeyer a través de la cerca en el campamento. Descubrieron que él nunca había visto una película.
"Así que subieron con sus bicicletas de empuje una mañana y una de las chicas había tomado su hermano .... Con ellos y sacaron a Heinrich del campamento por la valla de la cadena y ... introdujeron a Heinrich en el cine donde vio su primera película ", dijo Carson. "Estaba absolutamente impresionado por toda la experiencia. Después de la película, regresaron a Comrie, (y) contrabandearon a Heinrich nuevamente al campamento ".
Steinmeyer tuvo reuniones con el Fideicomiso de Desarrollo de Comrie en 2008 y les pidió que administraran su patrimonio en su muerte.
La confianza ahora está pidiendo a la gente local para tomar parte en la determinación de cómo utilizar mejor el legado.
domingo, 25 de diciembre de 2016
SGM: El piloto bombardero nazi de New York
El piloto que debía atacar Nueva York para Hitler
Se publican las memorias de Peter Brill, aviador alemán de la II Guerra Mundial que residió en Barcelona
Jacinto Antón - El País
Un aviador alemán sobre un bombardero Heinkel He-177 como el que tenía que pilotar Peter Brill
No conozco personalmente a mucha gente que haya tratado de bombardear Nueva York para los nazis. De hecho solo a una: el aviador alemán Peter Brill, que sirvió de joven en la Luftwaffe y al que visité una vez en su casa de Barcelona, hace diez años. Vivía entonces al lado de los Pujol, en General Mitre; hoy alguno pensará que puestos a bombardear podía haberlo hecho más cerca.
He tenido la fortuna de tratar a un buen puñado de pilotos de caza, e incluso de entablar amistad con varios de ellos. No precisamente con Brill, que era —falleció el 22 de febrero de 2013 en Palma de Mallorca— un hombre sobrio y circunspecto, poco amigo de la broma, como puede esperarse de alguien que ha tenido en la cola un Mustang P-51 y ha sobrevivido a tres años de cautiverio en Rusia regresando con 45 kilos de peso y una hepatitis crónica.
El piloto de caza del que guardo mejor recuerdo y del que conservo incluso un par de cartas es el escritor James Salter, con el que pasé una tarde inolvidable hablando de la guerra de Corea en la que había luchado a los mandos de un F-86 Sabre (derribó un Mig-15). Otro tipo estupendo al que conozco (aún vive) es Chuck Yeager, el primer hombre que rompió la barrera del sonido e inspiró Lo que hay que tener de Tom Wolfe, que ya es título. Yeager, que me dedicó amablemente su foto junto al Bell X-1 Glamorous Glennis, el avión con el que batió el récord, había volado en un Mustang P-51, precisamente, y logró 11 victorias y media (?), una de ellas al abatir un difícil de pillar reactor Me-262. Luis Lavin, Antonio Nieto Sandoval, el conde Orssich, José Luis Milá, Pedro Benito, y el año pasado, a bordo del portaviones USS Truman en el Golfo Pérsico, el capitán topgun Winston Scott, en el aire Adversary, son otros de los pilotos de caza que he tenido la suerte de conocer.
Pensándolo bien, podría añadir al teniente Eduardo Laucirica, estrellado en 1940 a los mandos de un Me-109, por la intimidad que da, al hallarlo en 2002, haber tenido en mis manos uno de sus calcetines dentro del que se conservaban aún los huesos de su pie.
Peter Brill también voló el Messerschmitt Bf-109, que fue la columna dorsal de la Luftwaffe en la II Guerra Mundial. Que conocía bien el aparato me lo dejó muy claro aquella tarde en la terraza de su casa, de la que salí sabiéndolo prácticamente todo del caza y su manejo. Cosas como que era muy difícil despegarlo y aterrizarlo por que tenía un tren de aterrizaje muy estrecho y te la pegabas con frecuencia. Para despegar, me detalló, había que dar gas muy despacio, bloquear la rueda de cola y levantar el avión del suelo con suavidad. Me interesó cómo volar el Me-109, aunque no creo que haga mucho uso y, sinceramente, hubiera preferido un té con pastas. En cambio le costó un montón al viejo aviador explicarme que derribó (y mató) a cuatro pilotos soviéticos con su querido Messerschmitt.
Brill es noticia póstuma porque se han publicado sus memorias. Lo han hecho el investigador Pere Cardona y el cineasta Laureano Clavero en un libro, El diario de Peter Brill (Dstoria Edicions), que incluye un DVD con un documental de 31 minutos sobre el aviador v que se presentó el otro día en la L'Aeroteca, la librería de aviación barcelonesa. Fue allí precisamente donde vi por primera vez a Brill, en 2006, cuando participaba en la presentación de una novela, Operación Hagen, que contaba una peripecia similar a la suya.
Peter Brill, en la librería L'Aeroteca, durante una conferencia.
Las memorias de Brill, que dejó un extenso material documental incluidas cartas y filmaciones, son muy interesantes (más en el aspecto técnico que en el humano), aunque demuestran que el autor era mejor volando con la Luftwaffe que escribiendo. Explica sus orígenes familiares y su juventud en la Alemania nazi. Su hermano mayor era miembro de las SA y Brill apunta de pasada que le parece que fue jefe de un distrito de la Polonia ocupada, lo que suena bastante siniestro. Por si acaso, nunca hablaban del tema. El propio Brill marca mucho las distancias con los nazis, aunque admite que todos los alemanes "perdimos el norte". Él era de los que ni vieron ni supieron nada. Esa mayoría para la que Hitler no era lo bastante explícito (y mira que se esforzaba el tío). Su pasión siempre fue volar y empezó en las Juventudes Hitlerianas (cuyo himno nunca olvidó y cuyo carnet conservaba). En 1941, con 17 años, entró voluntario en la Luftwaffe. Vio una vez a Goering y la impresión que le causó "no fue favorable", lo que desde luego le honra.
Con 19 años lo enviaron, y esto es lo más excepcional de las experiencias bélicas que contaba, a un grupo especial para pilotar un bombardero Heinkel He-177 Greif. La misión a la que estaba destinado era ¡bombardear Nueva York! Pero el trasto no llegó a funcionar bien y la operación se canceló. Nunca les explicaron detalladamente en qué consistía el plan, pero Brill sospechaba que dada la falta de autonomía suficiente del He-177 (los alemanes nunca tuvieron un bombardero de largo alcance verdaderamente operativo capaz de ir a EE UU y volver) la misión era llegar, lanzar las bombas y luego sacrificar el avión y esperar a ser recogidos por un submarino en medio del Atlántico. Cuánto había de fantasía y de realidad en el relato de Brill es difícil de decir. En el interesantísimo Luftwaffe over America (2016), el especialista Manfred Griehl deja claro que los nazis en realidad jamás pudieron bombardear EE UU, más allá de algún ataque testimonial (como hicieron los japoneses), que podía haberse organizado con hidroaviones o repostando en vuelo. Ganas no les faltaban: Hitler se ponía como una moto imaginando Nueva York en un mar de fuego, los rascacielos como torres en llamas —¡lo que hubiera disfrutado con el 11-S!—. Ni ideas (incluida la cohetería y aviones tan extravagantes como las alas voladoras de los hermanos Horten).
Guardo un recuerdo ambivalente de Brill. Fue apasionante pasar la tarde con él, admirar sus bonitas maquetas de aviones y oírle hablar del He-177, de Johannes Steinhoff, uno de mis aviadores favoritos y que fue comandante en el Jagdgeschwader 77 (JG 77), la escuadrilla de caza en la que voló él; o de su participación en la casi suicida Operación Bodenplatte, el 1 de enero de 1945. Pero para mí que el viejo piloto guardaba demasiados buenos recuerdos de todo aquello. Además, ¿cómo sentir mucha afinidad por alguien que de haber podido llegar a Manhattan nos hubiera dejado sin el Metropolitan, los dinosaurios del Museo de Historia Natural, la librería Strand y las incomparables hamburgesas de The Spotted Pig?
Se publican las memorias de Peter Brill, aviador alemán de la II Guerra Mundial que residió en Barcelona
Jacinto Antón - El País
Un aviador alemán sobre un bombardero Heinkel He-177 como el que tenía que pilotar Peter Brill
No conozco personalmente a mucha gente que haya tratado de bombardear Nueva York para los nazis. De hecho solo a una: el aviador alemán Peter Brill, que sirvió de joven en la Luftwaffe y al que visité una vez en su casa de Barcelona, hace diez años. Vivía entonces al lado de los Pujol, en General Mitre; hoy alguno pensará que puestos a bombardear podía haberlo hecho más cerca.
He tenido la fortuna de tratar a un buen puñado de pilotos de caza, e incluso de entablar amistad con varios de ellos. No precisamente con Brill, que era —falleció el 22 de febrero de 2013 en Palma de Mallorca— un hombre sobrio y circunspecto, poco amigo de la broma, como puede esperarse de alguien que ha tenido en la cola un Mustang P-51 y ha sobrevivido a tres años de cautiverio en Rusia regresando con 45 kilos de peso y una hepatitis crónica.
El piloto de caza del que guardo mejor recuerdo y del que conservo incluso un par de cartas es el escritor James Salter, con el que pasé una tarde inolvidable hablando de la guerra de Corea en la que había luchado a los mandos de un F-86 Sabre (derribó un Mig-15). Otro tipo estupendo al que conozco (aún vive) es Chuck Yeager, el primer hombre que rompió la barrera del sonido e inspiró Lo que hay que tener de Tom Wolfe, que ya es título. Yeager, que me dedicó amablemente su foto junto al Bell X-1 Glamorous Glennis, el avión con el que batió el récord, había volado en un Mustang P-51, precisamente, y logró 11 victorias y media (?), una de ellas al abatir un difícil de pillar reactor Me-262. Luis Lavin, Antonio Nieto Sandoval, el conde Orssich, José Luis Milá, Pedro Benito, y el año pasado, a bordo del portaviones USS Truman en el Golfo Pérsico, el capitán topgun Winston Scott, en el aire Adversary, son otros de los pilotos de caza que he tenido la suerte de conocer.
Brill sospechaba que dada la falta de autonomía del He-177 (los alemanes nunca tuvieron un bombardero de largo alcance verdaderamente operativo) la misión era llegar, lanzar las bombas y luego sacrificar el avión y esperar a ser recogidos por un submarino en medio del Atlántico.
Pensándolo bien, podría añadir al teniente Eduardo Laucirica, estrellado en 1940 a los mandos de un Me-109, por la intimidad que da, al hallarlo en 2002, haber tenido en mis manos uno de sus calcetines dentro del que se conservaban aún los huesos de su pie.
Peter Brill también voló el Messerschmitt Bf-109, que fue la columna dorsal de la Luftwaffe en la II Guerra Mundial. Que conocía bien el aparato me lo dejó muy claro aquella tarde en la terraza de su casa, de la que salí sabiéndolo prácticamente todo del caza y su manejo. Cosas como que era muy difícil despegarlo y aterrizarlo por que tenía un tren de aterrizaje muy estrecho y te la pegabas con frecuencia. Para despegar, me detalló, había que dar gas muy despacio, bloquear la rueda de cola y levantar el avión del suelo con suavidad. Me interesó cómo volar el Me-109, aunque no creo que haga mucho uso y, sinceramente, hubiera preferido un té con pastas. En cambio le costó un montón al viejo aviador explicarme que derribó (y mató) a cuatro pilotos soviéticos con su querido Messerschmitt.
Brill es noticia póstuma porque se han publicado sus memorias. Lo han hecho el investigador Pere Cardona y el cineasta Laureano Clavero en un libro, El diario de Peter Brill (Dstoria Edicions), que incluye un DVD con un documental de 31 minutos sobre el aviador v que se presentó el otro día en la L'Aeroteca, la librería de aviación barcelonesa. Fue allí precisamente donde vi por primera vez a Brill, en 2006, cuando participaba en la presentación de una novela, Operación Hagen, que contaba una peripecia similar a la suya.
Peter Brill, en la librería L'Aeroteca, durante una conferencia.
Las memorias de Brill, que dejó un extenso material documental incluidas cartas y filmaciones, son muy interesantes (más en el aspecto técnico que en el humano), aunque demuestran que el autor era mejor volando con la Luftwaffe que escribiendo. Explica sus orígenes familiares y su juventud en la Alemania nazi. Su hermano mayor era miembro de las SA y Brill apunta de pasada que le parece que fue jefe de un distrito de la Polonia ocupada, lo que suena bastante siniestro. Por si acaso, nunca hablaban del tema. El propio Brill marca mucho las distancias con los nazis, aunque admite que todos los alemanes "perdimos el norte". Él era de los que ni vieron ni supieron nada. Esa mayoría para la que Hitler no era lo bastante explícito (y mira que se esforzaba el tío). Su pasión siempre fue volar y empezó en las Juventudes Hitlerianas (cuyo himno nunca olvidó y cuyo carnet conservaba). En 1941, con 17 años, entró voluntario en la Luftwaffe. Vio una vez a Goering y la impresión que le causó "no fue favorable", lo que desde luego le honra.
Con 19 años lo enviaron, y esto es lo más excepcional de las experiencias bélicas que contaba, a un grupo especial para pilotar un bombardero Heinkel He-177 Greif. La misión a la que estaba destinado era ¡bombardear Nueva York! Pero el trasto no llegó a funcionar bien y la operación se canceló. Nunca les explicaron detalladamente en qué consistía el plan, pero Brill sospechaba que dada la falta de autonomía suficiente del He-177 (los alemanes nunca tuvieron un bombardero de largo alcance verdaderamente operativo capaz de ir a EE UU y volver) la misión era llegar, lanzar las bombas y luego sacrificar el avión y esperar a ser recogidos por un submarino en medio del Atlántico. Cuánto había de fantasía y de realidad en el relato de Brill es difícil de decir. En el interesantísimo Luftwaffe over America (2016), el especialista Manfred Griehl deja claro que los nazis en realidad jamás pudieron bombardear EE UU, más allá de algún ataque testimonial (como hicieron los japoneses), que podía haberse organizado con hidroaviones o repostando en vuelo. Ganas no les faltaban: Hitler se ponía como una moto imaginando Nueva York en un mar de fuego, los rascacielos como torres en llamas —¡lo que hubiera disfrutado con el 11-S!—. Ni ideas (incluida la cohetería y aviones tan extravagantes como las alas voladoras de los hermanos Horten).
Guardo un recuerdo ambivalente de Brill. Fue apasionante pasar la tarde con él, admirar sus bonitas maquetas de aviones y oírle hablar del He-177, de Johannes Steinhoff, uno de mis aviadores favoritos y que fue comandante en el Jagdgeschwader 77 (JG 77), la escuadrilla de caza en la que voló él; o de su participación en la casi suicida Operación Bodenplatte, el 1 de enero de 1945. Pero para mí que el viejo piloto guardaba demasiados buenos recuerdos de todo aquello. Además, ¿cómo sentir mucha afinidad por alguien que de haber podido llegar a Manhattan nos hubiera dejado sin el Metropolitan, los dinosaurios del Museo de Historia Natural, la librería Strand y las incomparables hamburgesas de The Spotted Pig?
sábado, 24 de diciembre de 2016
JAR: El eterno olvido de uno de los más grandes
La demonización de Roca y el olvido de Sarmiento
Por Mariano Grondona | LA NACION
Para el "kirchnerismo duro", la historia no es algo real -lo que en verdad ocurrió, que sólo puede conocerse mediante serias investigaciones- sino algo imaginario, el relato , esa visión del pasado que impone hacia atrás el grupo dominante. La llamada batalla cultural en que la que están empeñados los ultrakirchneristas consiste en sustituir la visión hasta ahora predominante de nuestro pasado, lo que ellos llaman "el relato liberal", por "otro relato", en el cual los próceres de antaño pasan a ser los villanos y las figuras emblemáticas del proceso nacido en 2003, particularmente Néstor Kirchner, pasan a ser los nuevos próceres. La batalla cultural que ha emprendido el ultrakirchnerismo apunta a dos objetivos centrales: de un lado, beatificar a Kirchner; del otro, demonizar a los representantes de la que ellos llaman "la Argentina liberal" y, particularmente, a Julio Argentino Roca, que presidió nuestro país de 1880 a 1886, y de 1898 a 1904.
La demonización de Roca es un proyecto que discurre a través de tres vías convergentes cuya intención común es destronarlo de la consideración de los argentinos de hoy y, particularmente, de los jóvenes que, a la inversa de los ciudadanos de edad madura, no pueden refutar a los promotores de la "batalla cultural" desde sus propios recuerdos. La primera de estas vías es la publicación de supuestos libros de historia que, en realidad, no son otra cosa que piezas de propaganda para el consumo de los menos informados. La segunda vía tiende a manchar, destruir o mutilar los monumentos que, desde la Patagonia hasta Buenos Aires, han venido exaltando a Roca desde hace un siglo. La tercera vía es borrar su imagen hasta de los billetes de cien pesos.
Bastan algunos ejemplos para ilustrar esta campaña. El escritor Osvaldo Bayer ha propuesto retirar la estatua de Roca de la ciudad de Buenos Aires porque, en su opinión, "fue el Hitler argentino". La diputada Cecilia Merchán propuso reemplazar la figura de Roca de los billetes de cien pesos por la imagen de Juana Azurduy, una heroína indudable de nuestra independencia. Otro diputado, esta vez agrario y radical, Ulises Forte, quiere sustituir a Roca en los billetes de cien pesos por estampas del famoso Grito de Alcorta de 1912, que dio nacimiento a la pujante Federación Agraria. Los diputados del Frente para la Victoria han anunciado que impulsarán el reemplazo de Roca en los billetes por la figura, sin duda elogiable, de Hipólito Yrigoyen. En el imponente Centro Cívico de San Carlos de Bariloche, el monumento a Roca que todavía lo preside ha sido un blanco incesante de pintadas agresivas que anuncian la intención de removerlo.
ATAQUE Y DEFENSA
El principal argumento que se utiliza para denostar a Roca es que en la Campaña del Desierto de 1877, que condujo como ministro de Guerra, incurrió en genocidio para aniquilar a los "pueblos originarios" que poblaban la Patagonia. Bastaría recurrir a verdaderos historiadores como Félix Luna en su espléndida biografía, que lleva por título Soy Roca , o a otros estudiosos, como Luis Alberto Romero, para desenmascarar esta falacia. En primer lugar, porque los mapuches a los que derrotó Roca no eran "pueblos originarios" de la Patagonía sino pueblos "invasores", ya que eran araucanos que provenían de Chile y que habían aniquilado a los verdaderos pueblos originarios, los tehuelches, antes de que llegara Roca. En segundo lugar, porque habría que anotar que muchos mapuches, aunque no todos, sin ser por cierto los idílicos "buenos salvajes" de Rousseau, desataron los malones que mataban a nuestros pioneros rurales, y raptaban a sus mujeres, llevándose el producto de sus sangrientas correrías al otro lado de la cordillera. En tercer lugar, porque Roca, lejos de ser un despiadado "genocida", pactó la paz con casi todas las tribus invasoras.
La calificación de "genocida" mediante la cual se lo pretende demonizar incurre en un pecado que el propio Max Weber denunció cuando sostuvo que el verdadero historiador no es quien retroproyecta sus propios valores al pasado, sino quien describe a los protagonistas del pasado desde los valores que ellos mismos poseían. En la Argentina de 1877 había un consenso prácticamente unánime por librar a los colonos del flagelo del malón, y Roca lo instrumentó no sólo con solvencia militar, sino también con mesura política, reduciendo su acción militar a batir en combate a los pocos miles de lanzas que, pese a sus ofertas de paz, lo desafiaban.
Debe reconocerse también que Roca no consiguió que Chile admitiera nuestra soberanía sobre la Patagonia mediante una guerra que supo evitar, sino que, haciendo gala de su insuperada astucia, justamente cuando Chile libraba contra Perú y Bolivia la Guerra del Pacífico de 1879-1883, con sólo insinuar al gobierno trasandino que, a menos que aceptara nuestros reclamos en el Sur, entraríamos en esa guerra del lado de sus enemigos, obtuvo lo que pretendía sin disparar un tiro. Fue gracias a esta incruenta estratagema como consolidó el dominio argentino de la Patagonia, y logró que millones de pobladores ulteriores, entre ellos el propio Kirchner, pudieran sentir más tarde el aguijón de la argentinidad. Roca nos dio la Patagonia sin derramamiento de sangre. ¿Decretar su demonización agregándole la beatificación simultánea, fulminante y antagónica de Kirchner no es llevar la ideología demasiado lejos?
DE ROCA A SARMIENTO
A Sarmiento no se lo ha demonizado como a Roca. Aún hoy, se lo sigue honrando desde todos los rincones del arco ideológico. Pero ¿estamos prolongando en verdad su legado, que no fue otro que asentar el futuro argentino sobre el pilar de la educación? Sarmiento nos puso a la cabeza de América latina a partir de un acontecimiento sin parangón: la irrupción revolucionaria de la educación pública y gratuita. Fue gracias a su extraordinaria visión como los niños y los jóvenes, sea cual fuere su origen económico, recibieron el don de la igualdad de oportunidades. Una igualdad que estaba fundada, eso sí, sobre la disciplina y el esfuerzo. Hoy, hasta las familias más pobres pugnan por ingresar en la educación privada y pagan lo que no tienen para escapar del derrumbe de la educación pública.
¿A Sarmiento aún lo honramos, entonces, sólo de la boca para afuera? Su obra revolucionaria fue posible porque giró en torno de la exaltación de la figura del maestro , por todos venerada. ¿Qué padre se atrevía a contradecir al maestro, supuestamente en nombre de sus niños? Hoy, hay padres que agreden a los maestros en representación de esos hijos a quienes consienten, si los maestros osan aplicarles una mala nota. ¿Dónde ha quedado el exigente ideal de "mi hijo el doctor"? Llama la atención que los propios docentes hayan sido los primeros en rebajarse a sí mismos al renunciar a su título egregio de "maestros" para autodenominarse modestamente "trabajadores de la educación", como si la dependencia laboral fuera su única condición. Pero ¿no hay acaso entre nosotros miles de docentes que querrían volver a ser considerados maestros y se sienten asfixiados por sus ligaduras sindicales? Con Sarmiento, nuestra tabla de valores ponía en la cumbre al maestro por encima hasta de los propios padres, mientras la misión principal de los niños era, por lo pronto, aprender. A Sarmiento, es verdad, no lo hemos atacado como algunos a Roca. Simplemente, lo hemos olvidado , lo cual es aún más grave porque, en tanto que ya nadie podría quitarnos la Patagonia que Roca nos legó, el olvido de Sarmiento nos está privando de su legado sin que ni siquiera nos demos cuenta.
Por Mariano Grondona | LA NACION
Para el "kirchnerismo duro", la historia no es algo real -lo que en verdad ocurrió, que sólo puede conocerse mediante serias investigaciones- sino algo imaginario, el relato , esa visión del pasado que impone hacia atrás el grupo dominante. La llamada batalla cultural en que la que están empeñados los ultrakirchneristas consiste en sustituir la visión hasta ahora predominante de nuestro pasado, lo que ellos llaman "el relato liberal", por "otro relato", en el cual los próceres de antaño pasan a ser los villanos y las figuras emblemáticas del proceso nacido en 2003, particularmente Néstor Kirchner, pasan a ser los nuevos próceres. La batalla cultural que ha emprendido el ultrakirchnerismo apunta a dos objetivos centrales: de un lado, beatificar a Kirchner; del otro, demonizar a los representantes de la que ellos llaman "la Argentina liberal" y, particularmente, a Julio Argentino Roca, que presidió nuestro país de 1880 a 1886, y de 1898 a 1904.
La demonización de Roca es un proyecto que discurre a través de tres vías convergentes cuya intención común es destronarlo de la consideración de los argentinos de hoy y, particularmente, de los jóvenes que, a la inversa de los ciudadanos de edad madura, no pueden refutar a los promotores de la "batalla cultural" desde sus propios recuerdos. La primera de estas vías es la publicación de supuestos libros de historia que, en realidad, no son otra cosa que piezas de propaganda para el consumo de los menos informados. La segunda vía tiende a manchar, destruir o mutilar los monumentos que, desde la Patagonia hasta Buenos Aires, han venido exaltando a Roca desde hace un siglo. La tercera vía es borrar su imagen hasta de los billetes de cien pesos.
Bastan algunos ejemplos para ilustrar esta campaña. El escritor Osvaldo Bayer ha propuesto retirar la estatua de Roca de la ciudad de Buenos Aires porque, en su opinión, "fue el Hitler argentino". La diputada Cecilia Merchán propuso reemplazar la figura de Roca de los billetes de cien pesos por la imagen de Juana Azurduy, una heroína indudable de nuestra independencia. Otro diputado, esta vez agrario y radical, Ulises Forte, quiere sustituir a Roca en los billetes de cien pesos por estampas del famoso Grito de Alcorta de 1912, que dio nacimiento a la pujante Federación Agraria. Los diputados del Frente para la Victoria han anunciado que impulsarán el reemplazo de Roca en los billetes por la figura, sin duda elogiable, de Hipólito Yrigoyen. En el imponente Centro Cívico de San Carlos de Bariloche, el monumento a Roca que todavía lo preside ha sido un blanco incesante de pintadas agresivas que anuncian la intención de removerlo.
ATAQUE Y DEFENSA
El principal argumento que se utiliza para denostar a Roca es que en la Campaña del Desierto de 1877, que condujo como ministro de Guerra, incurrió en genocidio para aniquilar a los "pueblos originarios" que poblaban la Patagonia. Bastaría recurrir a verdaderos historiadores como Félix Luna en su espléndida biografía, que lleva por título Soy Roca , o a otros estudiosos, como Luis Alberto Romero, para desenmascarar esta falacia. En primer lugar, porque los mapuches a los que derrotó Roca no eran "pueblos originarios" de la Patagonía sino pueblos "invasores", ya que eran araucanos que provenían de Chile y que habían aniquilado a los verdaderos pueblos originarios, los tehuelches, antes de que llegara Roca. En segundo lugar, porque habría que anotar que muchos mapuches, aunque no todos, sin ser por cierto los idílicos "buenos salvajes" de Rousseau, desataron los malones que mataban a nuestros pioneros rurales, y raptaban a sus mujeres, llevándose el producto de sus sangrientas correrías al otro lado de la cordillera. En tercer lugar, porque Roca, lejos de ser un despiadado "genocida", pactó la paz con casi todas las tribus invasoras.
La calificación de "genocida" mediante la cual se lo pretende demonizar incurre en un pecado que el propio Max Weber denunció cuando sostuvo que el verdadero historiador no es quien retroproyecta sus propios valores al pasado, sino quien describe a los protagonistas del pasado desde los valores que ellos mismos poseían. En la Argentina de 1877 había un consenso prácticamente unánime por librar a los colonos del flagelo del malón, y Roca lo instrumentó no sólo con solvencia militar, sino también con mesura política, reduciendo su acción militar a batir en combate a los pocos miles de lanzas que, pese a sus ofertas de paz, lo desafiaban.
Debe reconocerse también que Roca no consiguió que Chile admitiera nuestra soberanía sobre la Patagonia mediante una guerra que supo evitar, sino que, haciendo gala de su insuperada astucia, justamente cuando Chile libraba contra Perú y Bolivia la Guerra del Pacífico de 1879-1883, con sólo insinuar al gobierno trasandino que, a menos que aceptara nuestros reclamos en el Sur, entraríamos en esa guerra del lado de sus enemigos, obtuvo lo que pretendía sin disparar un tiro. Fue gracias a esta incruenta estratagema como consolidó el dominio argentino de la Patagonia, y logró que millones de pobladores ulteriores, entre ellos el propio Kirchner, pudieran sentir más tarde el aguijón de la argentinidad. Roca nos dio la Patagonia sin derramamiento de sangre. ¿Decretar su demonización agregándole la beatificación simultánea, fulminante y antagónica de Kirchner no es llevar la ideología demasiado lejos?
DE ROCA A SARMIENTO
A Sarmiento no se lo ha demonizado como a Roca. Aún hoy, se lo sigue honrando desde todos los rincones del arco ideológico. Pero ¿estamos prolongando en verdad su legado, que no fue otro que asentar el futuro argentino sobre el pilar de la educación? Sarmiento nos puso a la cabeza de América latina a partir de un acontecimiento sin parangón: la irrupción revolucionaria de la educación pública y gratuita. Fue gracias a su extraordinaria visión como los niños y los jóvenes, sea cual fuere su origen económico, recibieron el don de la igualdad de oportunidades. Una igualdad que estaba fundada, eso sí, sobre la disciplina y el esfuerzo. Hoy, hasta las familias más pobres pugnan por ingresar en la educación privada y pagan lo que no tienen para escapar del derrumbe de la educación pública.
¿A Sarmiento aún lo honramos, entonces, sólo de la boca para afuera? Su obra revolucionaria fue posible porque giró en torno de la exaltación de la figura del maestro , por todos venerada. ¿Qué padre se atrevía a contradecir al maestro, supuestamente en nombre de sus niños? Hoy, hay padres que agreden a los maestros en representación de esos hijos a quienes consienten, si los maestros osan aplicarles una mala nota. ¿Dónde ha quedado el exigente ideal de "mi hijo el doctor"? Llama la atención que los propios docentes hayan sido los primeros en rebajarse a sí mismos al renunciar a su título egregio de "maestros" para autodenominarse modestamente "trabajadores de la educación", como si la dependencia laboral fuera su única condición. Pero ¿no hay acaso entre nosotros miles de docentes que querrían volver a ser considerados maestros y se sienten asfixiados por sus ligaduras sindicales? Con Sarmiento, nuestra tabla de valores ponía en la cumbre al maestro por encima hasta de los propios padres, mientras la misión principal de los niños era, por lo pronto, aprender. A Sarmiento, es verdad, no lo hemos atacado como algunos a Roca. Simplemente, lo hemos olvidado , lo cual es aún más grave porque, en tanto que ya nadie podría quitarnos la Patagonia que Roca nos legó, el olvido de Sarmiento nos está privando de su legado sin que ni siquiera nos demos cuenta.
viernes, 23 de diciembre de 2016
Guevara: Ahora habla su hermano
El hermano del Che habla
Juan Martín se explaya en un libro sobre la influencia de sus padres en el mito
JESÚS RUIZ MANTILLA - El País
El Che Guevara y su madre con el hermano pequeño Juan. FAMILIA GUEVARA
De Ernestito al Che, hay un trecho muy, muy largo. Un camino que mental y emocionalmente ha sido interminable para Celia, Roberto, Ana María y Juan Martín Guevara, sus hermanos. No digamos para sus padres, mudos después de conocer su muerte en Bolivia hace ahora 49 años. Ninguno de ellos quiso hablar de quien poco después de caer en la guerrilla marcó el futuro de la izquierda a nivel global, hasta el punto de acabar canonizado por sus seguidores como un mito y denostado al tiempo como un demonio contagioso. Ahora, el más joven de todos rompe su silencio con Mi hermano, el Che (Alianza), escrito junto a la periodista francesa Armelle Vincent.
Los recuerdos de Ernesto Che Guevara son aún cristalinos para su hermano pequeño, que hoy ha cumplido ya 72 años. Juan Martín Guevara ha tardado 47 en asomarse a la Quebrada del Yuro (Bolivia), donde fue abatido el Che un 9 de octubre de 1967. Pero finalmente venció a los fantasmas y se acercó, quizás para empezar a rendir cuentas. Se desplazó en coche desde Buenos Aires: 2.600 kilómetros. Una vez allí, se calzó unas deportivas nuevas y se adentró en la profunda garganta que cae a plomo tras el municipio de La Higuera.
Durante medio siglo, Juan Martín Guevara había ido conservando muy dentro a Ernestito, su hermano 15 años mayor. Pero ese recuerdo se fue fundiendo con la naciente leyenda del Che. También, con su mala digestión, que le hacía soportar con arcadas ese póster de santón con el que tantos han mercadeado sin remilgos. “Se han dado muchas razones para abandonar lo que yo he llamado perfil subterráneo. Mientras Ernesto Guevara fue solo Ernestito; era uno de mis hermanos mayores. Cuando se convirtió en el Che, yo, automáticamente, pase a ser el hermano del Che. Y cuanto más creció la figura, más se acentuó mi posición”, afirma Juan.
“Nos educamos dentro de una familia con gran tendencia a leer, pensar, opinar y obrar en libertad. En mi caso, agregué la influencia lógica de los colegios y fundamentalmente de la calle”, prosigue. Eso le hizo militar pronto en movimientos estudiantiles antes del triunfo de la revolución cubana. “Por tanto, mi hermano, en vida, fue considerado por mí como un compañero de lucha y un referente”.
La santificación en unos casos es indignante, en otros se comprende”, asegura Juan Martín Guevara
Incluso, al seguir viviendo en Argentina, donde su figura no ha sido reivindicada con el entusiasmo de otros —Gardel, Evita, Maradona…— como mito local. “La santificación en unos casos es indignante, en otros se comprende”, asegura Juan Martín Guevara. Pero esa deuda con su país de origen le duele: “En cada época o periodo político de los gobiernos de Argentina tuvieron características, en general poco amigables con el pensamiento revolucionario del Che. Baste contarle que en nuestra casa familiar pusieron bombas, ametrallaron, tirotearon. Yo estuve ocho años preso durante la dictadura y, anteriormente, tres meses en la época del gobierno de Perón”.
Salió libre en 1983, pero fue a partir de 2001 y la gran crisis política, social y económica de una Argentina ahogada en brazos de Carlos Menem, cuando la juventud comenzó a retomar el interés por la política activa. “Fue algo que se acentuó con el Gobierno de Néstor Kirchner. Entonces comencé a actuar públicamente. Entre otras razones, he escrito este libro para reivindicar su argentinidad”.
También por mantener vivos ideales necesarios encarnados por Ernesto como un tronco insobornable en su acción y pensamiento: “Las dos imágenes más conocidas en el mundo son las de Cristo y la del Che. Ambas son manipulables y manipuladas. La del Che, por ser contemporáneo y porque en sus obsesiones persistía la lucha frente a la injusticia, la desigualdad o la rapiña de los centros de poder. Estos continúan vigentes en el contexto actual y, por tanto, su filosofía es mucho más peligrosa. Por eso, la manipulación y la frivolización de su pensamiento resulta más notoria. Creo que tratan de lograr el mismo objetivo: sacralizarlo y, al tiempo, desvalorizarlo”.
Más allá de todas esas reivindicaciones, el libro es una obra testimonial muy íntima. En sus páginas se abren las puertas de la casa familiar: la influencia de su madre, el disparate efervescente de su padre, que nada más triunfar la revolución en Cuba, se presentó allí, para sonrojo de su hijo, que lo frenó, pretendiendo hacer negocios en la isla. “Se trataba de contar también cómo era la familia, desvelar en qué contexto creció Ernesto y que este no salió de una galera de mago. He tratado de ser lo más estricto con la verdad. Por lo menos con lo que uno entiende como verdad y aclarar algo, que creo importante. Los conflictos entre mi viejo y Ernesto, existieron”.
En torno a su madre, solo pervive la luz, por contra. “Hay algunas referencias a la importancia de la vieja en la formación de Ernesto y, en general, de la nuestra. Creo que del que nunca se habla es de mi padre y su influencia positiva o negativa. Yo he tratado de poner en la balanza ambas cosas. Por ejemplo la ruptura con las convenciones venía de ambos. Mi padre, con objetivos que se convertían en irrealizables y casi en sueños nada más emprenderlos…”.
De la madre queda un legado de persistencia notable. Eso marcó a todos sus hijos. “La conjunción de los sueños de mi padre y la constancia de mi madre, creo que se unieron en Ernesto de la mejor manera. Los dos nos empujaron a ser dueños de nuestro pensamiento y decisiones propias desde muy chicos. Creo que en el libro esto queda bastante claro”. Ella impulsaba al estudio, a formarse. Él a relacionarse, a poder ser, con élites y por conveniencia, cuenta Juan.
El Che se veía a sí mismo un poeta frustrado. Leía con pasión versos y los componía también. No faltaban en sus equipajes libros de Rubén Darío, León Felipe, Nicolás Guillén o los clásicos del siglo de Oro. Contaba con una luz muy lorquiana en su presencia. Un halo, que como el del poeta granadino, acabó difuminándose en mitad de una quebrada huérfana.
Juan Martín se explaya en un libro sobre la influencia de sus padres en el mito
JESÚS RUIZ MANTILLA - El País
El Che Guevara y su madre con el hermano pequeño Juan. FAMILIA GUEVARA
De Ernestito al Che, hay un trecho muy, muy largo. Un camino que mental y emocionalmente ha sido interminable para Celia, Roberto, Ana María y Juan Martín Guevara, sus hermanos. No digamos para sus padres, mudos después de conocer su muerte en Bolivia hace ahora 49 años. Ninguno de ellos quiso hablar de quien poco después de caer en la guerrilla marcó el futuro de la izquierda a nivel global, hasta el punto de acabar canonizado por sus seguidores como un mito y denostado al tiempo como un demonio contagioso. Ahora, el más joven de todos rompe su silencio con Mi hermano, el Che (Alianza), escrito junto a la periodista francesa Armelle Vincent.
Los recuerdos de Ernesto Che Guevara son aún cristalinos para su hermano pequeño, que hoy ha cumplido ya 72 años. Juan Martín Guevara ha tardado 47 en asomarse a la Quebrada del Yuro (Bolivia), donde fue abatido el Che un 9 de octubre de 1967. Pero finalmente venció a los fantasmas y se acercó, quizás para empezar a rendir cuentas. Se desplazó en coche desde Buenos Aires: 2.600 kilómetros. Una vez allí, se calzó unas deportivas nuevas y se adentró en la profunda garganta que cae a plomo tras el municipio de La Higuera.
Durante medio siglo, Juan Martín Guevara había ido conservando muy dentro a Ernestito, su hermano 15 años mayor. Pero ese recuerdo se fue fundiendo con la naciente leyenda del Che. También, con su mala digestión, que le hacía soportar con arcadas ese póster de santón con el que tantos han mercadeado sin remilgos. “Se han dado muchas razones para abandonar lo que yo he llamado perfil subterráneo. Mientras Ernesto Guevara fue solo Ernestito; era uno de mis hermanos mayores. Cuando se convirtió en el Che, yo, automáticamente, pase a ser el hermano del Che. Y cuanto más creció la figura, más se acentuó mi posición”, afirma Juan.
“Nos educamos dentro de una familia con gran tendencia a leer, pensar, opinar y obrar en libertad. En mi caso, agregué la influencia lógica de los colegios y fundamentalmente de la calle”, prosigue. Eso le hizo militar pronto en movimientos estudiantiles antes del triunfo de la revolución cubana. “Por tanto, mi hermano, en vida, fue considerado por mí como un compañero de lucha y un referente”.
La santificación en unos casos es indignante, en otros se comprende”, asegura Juan Martín Guevara
Incluso, al seguir viviendo en Argentina, donde su figura no ha sido reivindicada con el entusiasmo de otros —Gardel, Evita, Maradona…— como mito local. “La santificación en unos casos es indignante, en otros se comprende”, asegura Juan Martín Guevara. Pero esa deuda con su país de origen le duele: “En cada época o periodo político de los gobiernos de Argentina tuvieron características, en general poco amigables con el pensamiento revolucionario del Che. Baste contarle que en nuestra casa familiar pusieron bombas, ametrallaron, tirotearon. Yo estuve ocho años preso durante la dictadura y, anteriormente, tres meses en la época del gobierno de Perón”.
Salió libre en 1983, pero fue a partir de 2001 y la gran crisis política, social y económica de una Argentina ahogada en brazos de Carlos Menem, cuando la juventud comenzó a retomar el interés por la política activa. “Fue algo que se acentuó con el Gobierno de Néstor Kirchner. Entonces comencé a actuar públicamente. Entre otras razones, he escrito este libro para reivindicar su argentinidad”.
También por mantener vivos ideales necesarios encarnados por Ernesto como un tronco insobornable en su acción y pensamiento: “Las dos imágenes más conocidas en el mundo son las de Cristo y la del Che. Ambas son manipulables y manipuladas. La del Che, por ser contemporáneo y porque en sus obsesiones persistía la lucha frente a la injusticia, la desigualdad o la rapiña de los centros de poder. Estos continúan vigentes en el contexto actual y, por tanto, su filosofía es mucho más peligrosa. Por eso, la manipulación y la frivolización de su pensamiento resulta más notoria. Creo que tratan de lograr el mismo objetivo: sacralizarlo y, al tiempo, desvalorizarlo”.
Más allá de todas esas reivindicaciones, el libro es una obra testimonial muy íntima. En sus páginas se abren las puertas de la casa familiar: la influencia de su madre, el disparate efervescente de su padre, que nada más triunfar la revolución en Cuba, se presentó allí, para sonrojo de su hijo, que lo frenó, pretendiendo hacer negocios en la isla. “Se trataba de contar también cómo era la familia, desvelar en qué contexto creció Ernesto y que este no salió de una galera de mago. He tratado de ser lo más estricto con la verdad. Por lo menos con lo que uno entiende como verdad y aclarar algo, que creo importante. Los conflictos entre mi viejo y Ernesto, existieron”.
En torno a su madre, solo pervive la luz, por contra. “Hay algunas referencias a la importancia de la vieja en la formación de Ernesto y, en general, de la nuestra. Creo que del que nunca se habla es de mi padre y su influencia positiva o negativa. Yo he tratado de poner en la balanza ambas cosas. Por ejemplo la ruptura con las convenciones venía de ambos. Mi padre, con objetivos que se convertían en irrealizables y casi en sueños nada más emprenderlos…”.
De la madre queda un legado de persistencia notable. Eso marcó a todos sus hijos. “La conjunción de los sueños de mi padre y la constancia de mi madre, creo que se unieron en Ernesto de la mejor manera. Los dos nos empujaron a ser dueños de nuestro pensamiento y decisiones propias desde muy chicos. Creo que en el libro esto queda bastante claro”. Ella impulsaba al estudio, a formarse. Él a relacionarse, a poder ser, con élites y por conveniencia, cuenta Juan.
El Che se veía a sí mismo un poeta frustrado. Leía con pasión versos y los componía también. No faltaban en sus equipajes libros de Rubén Darío, León Felipe, Nicolás Guillén o los clásicos del siglo de Oro. Contaba con una luz muy lorquiana en su presencia. Un halo, que como el del poeta granadino, acabó difuminándose en mitad de una quebrada huérfana.
jueves, 22 de diciembre de 2016
SGM: La cueva de supervivencia de Yokoi en Guam
La cueva de la Segunda Guerra Mundial de Yokoi
Slate
La cueva de Yokoi, Talofofo Falls Resort Park, Guam.
Groverva / Dominio Público
La fecha aceptada para el final de la Segunda Guerra Mundial es el 14 de agosto de 1945, aunque Japón no se entregó formalmente hasta el 2 de septiembre. Lo que no saben es que para muchos soldados japoneses la guerra terminó mucho luego.
Un recuento oficial de 127 holdouts o rezagados se rindió en varios lugares de la zona del Pacífico entre 1947 y 1974. Este número no incluye a los muchos que murieron en sus escondites, descubiertos sólo décadas más tarde.
Para estos soldados, los fuertes principios militaristas hicieron la rendición imposible. Creían en lo que sus líderes militares les decían, que era mejor morir o ser capturado que rendirse. En algunos casos, ni siquiera sabían sobre el final de la guerra. Algunos de los retenidos continuaron luchando contra las tropas estadounidenses o más tarde contra la policía; Otros simplemente se esconden. Los rezagados creían que era imposible volver a Japón, ya que temían ser tratados como desertores y castigados con la pena de muerte.
Uno de esos rezagados fue Yokoi Shoichi, sastre de oficio, reclutado al ejército japonés en 1941. Haciéndose al rango de sargento, formó parte de las fuerzas japonesas en Guam cuando las tropas estadounidenses bajo el general Douglas MacArthur conquistaron la isla en el verano de 1944. Las fuerzas estadounidenses avanzaron rápidamente, y mientras muchos soldados japoneses fueron capturados o asesinados, Yokoi, en un grupo de 10, se retiró profundamente en la selva.
Los 10 hombres rápidamente se dieron cuenta de que un grupo tan grande sería fácilmente descubierto. Siete de ellos salieron para ir a otras áreas; Lo que les sucedió es desconocido. Los tres hombres restantes, incluido Yokoi, se dividieron en diferentes escondites en la zona, pero se mantuvieron visitando unos a otros. Los tres hombres escucharon que la guerra había terminado alrededor de 1952. No estaban seguros de si la información era verdadera y temían por sus vidas si eran capturados o entregados, por lo que decidieron quedarse escondidos. Alrededor de 1964, cuando Yokoi quizo visitar a los otros dos hombres, los encontró muertos y los enterró. Él cree que murieron de hambre. Otras fuentes dicen que murieron en una inundación.
Yokoi tardó tres meses en excavar su "cueva", no muy lejos de las cataratas de Talofofo, a unos 7 pies bajo tierra. Apoyada por grandes cañas de bambú, la pequeña sala subterránea tenía unos 3 pies de alto y 9 pies de largo, con una pequeña entrada y una segunda apertura como suministro de aire. Dentro de él se escondió todo el día y guardó sus pocas pertenencias. Yokoi sólo abandonó su cueva por la noche y vivió de peces, ranas, serpientes o ratas atrapados y aprendió a usar las frutas y verduras desconocidas que encontró. Dos de sus tesoros más grandes eran una trampa de anguila auto-fabricada, y un telar auto-hecho, con el que hizo ropa de fibras locales de la corteza de hibisco.
Finalmente en 1972 dos pescadores locales descubrieron Yokoi a orillas del río Talofofo y cuando, temerosos de su vida, los cargó, lo capturaron. Suplicó a los dos hombres que lo mataran. En cambio lo llevaron a casa, le dieron su primera comida real en 28 años, y lo trajeron a las autoridades. Dos semanas más tarde Yokoi regresó a Japón y fue recibido como un héroe. Él mismo pensaba de manera diferente sobre eso. Sus famosas palabras fueron: "Es con mucha vergüenza, pero he regresado".
Después de la muerte de Yokoi a los 82 años, la cueva original fue protegida como un monumento histórico, pero se derrumbó. En su lugar se erigió una réplica de la cueva junto con un santuario y monumentos para los últimos tres rezagados japoneses. Algunas de las pertenencias de Yokoi de la época en la cueva se pueden ver en un museo en la entrada del parque del centro turístico de las cataratas de Talofofo.
Slate
La cueva de Yokoi, Talofofo Falls Resort Park, Guam.
Groverva / Dominio Público
La fecha aceptada para el final de la Segunda Guerra Mundial es el 14 de agosto de 1945, aunque Japón no se entregó formalmente hasta el 2 de septiembre. Lo que no saben es que para muchos soldados japoneses la guerra terminó mucho luego.
Un recuento oficial de 127 holdouts o rezagados se rindió en varios lugares de la zona del Pacífico entre 1947 y 1974. Este número no incluye a los muchos que murieron en sus escondites, descubiertos sólo décadas más tarde.
Para estos soldados, los fuertes principios militaristas hicieron la rendición imposible. Creían en lo que sus líderes militares les decían, que era mejor morir o ser capturado que rendirse. En algunos casos, ni siquiera sabían sobre el final de la guerra. Algunos de los retenidos continuaron luchando contra las tropas estadounidenses o más tarde contra la policía; Otros simplemente se esconden. Los rezagados creían que era imposible volver a Japón, ya que temían ser tratados como desertores y castigados con la pena de muerte.
Uno de esos rezagados fue Yokoi Shoichi, sastre de oficio, reclutado al ejército japonés en 1941. Haciéndose al rango de sargento, formó parte de las fuerzas japonesas en Guam cuando las tropas estadounidenses bajo el general Douglas MacArthur conquistaron la isla en el verano de 1944. Las fuerzas estadounidenses avanzaron rápidamente, y mientras muchos soldados japoneses fueron capturados o asesinados, Yokoi, en un grupo de 10, se retiró profundamente en la selva.
Los 10 hombres rápidamente se dieron cuenta de que un grupo tan grande sería fácilmente descubierto. Siete de ellos salieron para ir a otras áreas; Lo que les sucedió es desconocido. Los tres hombres restantes, incluido Yokoi, se dividieron en diferentes escondites en la zona, pero se mantuvieron visitando unos a otros. Los tres hombres escucharon que la guerra había terminado alrededor de 1952. No estaban seguros de si la información era verdadera y temían por sus vidas si eran capturados o entregados, por lo que decidieron quedarse escondidos. Alrededor de 1964, cuando Yokoi quizo visitar a los otros dos hombres, los encontró muertos y los enterró. Él cree que murieron de hambre. Otras fuentes dicen que murieron en una inundación.
Yokoi tardó tres meses en excavar su "cueva", no muy lejos de las cataratas de Talofofo, a unos 7 pies bajo tierra. Apoyada por grandes cañas de bambú, la pequeña sala subterránea tenía unos 3 pies de alto y 9 pies de largo, con una pequeña entrada y una segunda apertura como suministro de aire. Dentro de él se escondió todo el día y guardó sus pocas pertenencias. Yokoi sólo abandonó su cueva por la noche y vivió de peces, ranas, serpientes o ratas atrapados y aprendió a usar las frutas y verduras desconocidas que encontró. Dos de sus tesoros más grandes eran una trampa de anguila auto-fabricada, y un telar auto-hecho, con el que hizo ropa de fibras locales de la corteza de hibisco.
Finalmente en 1972 dos pescadores locales descubrieron Yokoi a orillas del río Talofofo y cuando, temerosos de su vida, los cargó, lo capturaron. Suplicó a los dos hombres que lo mataran. En cambio lo llevaron a casa, le dieron su primera comida real en 28 años, y lo trajeron a las autoridades. Dos semanas más tarde Yokoi regresó a Japón y fue recibido como un héroe. Él mismo pensaba de manera diferente sobre eso. Sus famosas palabras fueron: "Es con mucha vergüenza, pero he regresado".
Después de la muerte de Yokoi a los 82 años, la cueva original fue protegida como un monumento histórico, pero se derrumbó. En su lugar se erigió una réplica de la cueva junto con un santuario y monumentos para los últimos tres rezagados japoneses. Algunas de las pertenencias de Yokoi de la época en la cueva se pueden ver en un museo en la entrada del parque del centro turístico de las cataratas de Talofofo.
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Escocia: Reconstrucción digital de Robert the Bruce
El cráneo y la cara reconstruidos digitalmente pueden revelar a Robert the Bruce, rey-héroe de los escoceses
Phys.org
¿Podría ser esta la cara de Robert Bruce, como nunca se ha visto antes?
Científicos e historiadores han unido fuerzas para crear imágenes virtuales detalladas de lo que podría ser la cabeza de Robert Bruce, reconstruido a partir del elenco de un cráneo humano sostenido por el Museo Hunterian.
Las imágenes realistas son el resultado de una colaboración entre historiadores de la Universidad de Glasgow y expertos craneofaciales de la Universidad John Moores de Liverpool (LJMU).
Una imagen representa el sujeto en su apogeo, una cabeza grande y poderosa del varón que habría sido apoyada por un cuello musculoso y un marco fornido - un fósforo para los super atletas de hoy. Este era un individuo privilegiado que disfrutaba de los beneficios de una dieta de primera clase, y cuyo físico lo habría equipado para las demandas brutales de la guerra medieval.
Robert Bruce, héroe-rey de los escoceses desde 1306 hasta su muerte en 1329 de alrededor de 55 años, no era ajeno al campo de batalla. Llevó a cabo la guerra para desgastar a sus opositores escoceses y al régimen inglés en Escocia, culminando en la batalla de Bannockburn en 1314. Para legitimar su reino y liberar su reino, Bruce también hizo campaña en el norte de Inglaterra e Irlanda.
Sin embargo, la segunda imagen revela que la fuerza coexistió con la fragilidad. El cráneo muestra signos probables de lepra, desfigurando la mandíbula superior y la nariz.
El cráneo y la cara reconstruidos digitalmente pueden revelar a Roberto el Bruce, rey-héroe de los escoceses
Crédito: Universidad de Glasgow
Los historiadores creen que Bruce sufrió de una dolencia no identificada, posiblemente lepra, que lo puso bajo varias veces durante su reinado, y probablemente lo mató. En Ulster en 1327, se decía que era tan débil que sólo podía mover su lengua.
El proyecto para poner una cara al cráneo de Hunterian fue conducido por el Dr. Martin MacGregor, un conferenciante mayor en historia escocesa en la universidad de Glasgow. El Dr. MacGregor se inspiró en el descubrimiento del esqueleto del rey Ricardo III de Inglaterra bajo un aparcamiento en Leicester en 2012.
"Yo era consciente de los intentos previos de recrear la cara del cráneo vinculada a Robert Bruce", dijo.
"El caso de Ricardo III reveló hasta qué punto había avanzado la tecnología, y vi una oportunidad de aplicar la tecnología al cráneo hunteriano aquí en Glasgow: primero para probar la credibilidad de su conexión con Bruce y luego para intentar añadir a nuestra Conocimiento del rey más grande de Escocia. "
El Dr. MacGregor solicitó la experiencia de la Profesora Caroline Wilkinson, Directora del Laboratorio de Face LJMU y un experto en identificación craneofacial de renombre mundial, para llevar a cabo la reconstrucción facial de Robert Bruce. El profesor Wilkinson también fue responsable de la reconstrucción facial de Richard III.
El profesor Wilkinson dijo: "Usando el yeso del cráneo, podríamos establecer con precisión la formación muscular de las posiciones de los huesos del cráneo para determinar la forma y la estructura de la cara.Pero lo que la reconstrucción no puede mostrar es el color de sus ojos, Y el color de su cabello, producimos dos versiones: una sin lepra y otra con leve representación de la lepra, puede haber tenido lepra, pero si lo hizo es probable que no se manifieste fuertemente en su rostro, No documentado ".
Ningunas representaciones visuales confiables de Roberto el Bruce fueron hechas en su propio tiempo, y los expedientes escritos no nos dicen nada sobre su aspecto. El ADN ofrecería otra manera de establecer el color del pelo y de los ojos, pero hay un problema.
"El cráneo fue excavado en 1818-19 de una tumba en Dunfermline Abbey, el mausoleo de monarcas medievales de Escocia", explica el Dr. MacGregor. "Después de la excavación, el esqueleto original y el cráneo fueron sellados en tono y enterrados nuevamente, pero no antes de que se tomara un yeso de la cabeza, existen varios ejemplares del elenco, incluyendo el de Hunterian, pero sin el hueso original no tenemos ADN.
"El Hunterian también sostiene un pedazo de hueso del dedo del pie que se dice que ha venido de la misma tumba, y no regresó a ella. Esperábamos tratar de obtener ADN de esto y probarlo contra un descendiente vivo de Robert Bruce, pero el Hueso probablemente habría sido destruido en el proceso. "
El profesor Wilkinson añadió: "En ausencia de cualquier ADN, nos basamos en la evaluación estadística de la probabilidad de ciertos colores del cabello y de los ojos, conducida por el Dr. MacGregor y su equipo, para determinar que Robert Bruce probablemente tenía cabello castaño y ojos marrones claros . "
"También ha habido una serie de avances en las técnicas de reconstrucción facial desde anteriores representaciones de este héroe escocés, incluyendo una mejor predicción de la característica facial y CGI más avanzado".
"Esta es la apariencia más realista de Robert the Bruce hasta la fecha, basada en todo el material esquelético e histórico disponible".
Explorar más lejos: Estudio de Strathclyde identifica descendientes del rey escocés medieval
Proporcionada por la gerencia
University of Glasgow
Phys.org
¿Podría ser esta la cara de Robert Bruce, como nunca se ha visto antes?
Científicos e historiadores han unido fuerzas para crear imágenes virtuales detalladas de lo que podría ser la cabeza de Robert Bruce, reconstruido a partir del elenco de un cráneo humano sostenido por el Museo Hunterian.
Las imágenes realistas son el resultado de una colaboración entre historiadores de la Universidad de Glasgow y expertos craneofaciales de la Universidad John Moores de Liverpool (LJMU).
Una imagen representa el sujeto en su apogeo, una cabeza grande y poderosa del varón que habría sido apoyada por un cuello musculoso y un marco fornido - un fósforo para los super atletas de hoy. Este era un individuo privilegiado que disfrutaba de los beneficios de una dieta de primera clase, y cuyo físico lo habría equipado para las demandas brutales de la guerra medieval.
Robert Bruce, héroe-rey de los escoceses desde 1306 hasta su muerte en 1329 de alrededor de 55 años, no era ajeno al campo de batalla. Llevó a cabo la guerra para desgastar a sus opositores escoceses y al régimen inglés en Escocia, culminando en la batalla de Bannockburn en 1314. Para legitimar su reino y liberar su reino, Bruce también hizo campaña en el norte de Inglaterra e Irlanda.
Sin embargo, la segunda imagen revela que la fuerza coexistió con la fragilidad. El cráneo muestra signos probables de lepra, desfigurando la mandíbula superior y la nariz.
El cráneo y la cara reconstruidos digitalmente pueden revelar a Roberto el Bruce, rey-héroe de los escoceses
Crédito: Universidad de Glasgow
Los historiadores creen que Bruce sufrió de una dolencia no identificada, posiblemente lepra, que lo puso bajo varias veces durante su reinado, y probablemente lo mató. En Ulster en 1327, se decía que era tan débil que sólo podía mover su lengua.
El proyecto para poner una cara al cráneo de Hunterian fue conducido por el Dr. Martin MacGregor, un conferenciante mayor en historia escocesa en la universidad de Glasgow. El Dr. MacGregor se inspiró en el descubrimiento del esqueleto del rey Ricardo III de Inglaterra bajo un aparcamiento en Leicester en 2012.
"Yo era consciente de los intentos previos de recrear la cara del cráneo vinculada a Robert Bruce", dijo.
"El caso de Ricardo III reveló hasta qué punto había avanzado la tecnología, y vi una oportunidad de aplicar la tecnología al cráneo hunteriano aquí en Glasgow: primero para probar la credibilidad de su conexión con Bruce y luego para intentar añadir a nuestra Conocimiento del rey más grande de Escocia. "
El Dr. MacGregor solicitó la experiencia de la Profesora Caroline Wilkinson, Directora del Laboratorio de Face LJMU y un experto en identificación craneofacial de renombre mundial, para llevar a cabo la reconstrucción facial de Robert Bruce. El profesor Wilkinson también fue responsable de la reconstrucción facial de Richard III.
El profesor Wilkinson dijo: "Usando el yeso del cráneo, podríamos establecer con precisión la formación muscular de las posiciones de los huesos del cráneo para determinar la forma y la estructura de la cara.Pero lo que la reconstrucción no puede mostrar es el color de sus ojos, Y el color de su cabello, producimos dos versiones: una sin lepra y otra con leve representación de la lepra, puede haber tenido lepra, pero si lo hizo es probable que no se manifieste fuertemente en su rostro, No documentado ".
Ningunas representaciones visuales confiables de Roberto el Bruce fueron hechas en su propio tiempo, y los expedientes escritos no nos dicen nada sobre su aspecto. El ADN ofrecería otra manera de establecer el color del pelo y de los ojos, pero hay un problema.
"El cráneo fue excavado en 1818-19 de una tumba en Dunfermline Abbey, el mausoleo de monarcas medievales de Escocia", explica el Dr. MacGregor. "Después de la excavación, el esqueleto original y el cráneo fueron sellados en tono y enterrados nuevamente, pero no antes de que se tomara un yeso de la cabeza, existen varios ejemplares del elenco, incluyendo el de Hunterian, pero sin el hueso original no tenemos ADN.
"El Hunterian también sostiene un pedazo de hueso del dedo del pie que se dice que ha venido de la misma tumba, y no regresó a ella. Esperábamos tratar de obtener ADN de esto y probarlo contra un descendiente vivo de Robert Bruce, pero el Hueso probablemente habría sido destruido en el proceso. "
El profesor Wilkinson añadió: "En ausencia de cualquier ADN, nos basamos en la evaluación estadística de la probabilidad de ciertos colores del cabello y de los ojos, conducida por el Dr. MacGregor y su equipo, para determinar que Robert Bruce probablemente tenía cabello castaño y ojos marrones claros . "
"También ha habido una serie de avances en las técnicas de reconstrucción facial desde anteriores representaciones de este héroe escocés, incluyendo una mejor predicción de la característica facial y CGI más avanzado".
"Esta es la apariencia más realista de Robert the Bruce hasta la fecha, basada en todo el material esquelético e histórico disponible".
Explorar más lejos: Estudio de Strathclyde identifica descendientes del rey escocés medieval
Proporcionada por la gerencia
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