Javier Sanz — Historias dela Historia
Aunque todavía existan lugares y culturas donde ser mujer es una profesión de riesgo, poco a poco y con mucha dificultad se ha ido equiparando en derechos y libertades con el hombre. En la antigua Grecia, cuna de la democracia y de la civilización occidental, la mujer era ignorada, valorada únicamente por su papel reproductor y recluída en el gineceo (parte de la casa reservada para las mujeres). Esta exclusión social de la mujer hacía de la homosexualidad entre los griegos una práctica común y habitual. Pero esta homosexualidad, normalmente, no se daba entre hombres adultos sino entre un hombre adulto (llamado erastes, el amante) y un muchacho adolescente (llamado eromenos, el amado).
La forma más común de relaciones sexuales entre hombres en Grecia era la paiderastia (combinación de pais, muchacho, y eran, amor, amante), de este término proviene la palabra pederastia. Como ejemplo de “normalidad” en este tipo de relaciones tenemos las palabras de Platón en el Banquete:
para el joven no hay felicidad mayor que un hombre valiente que le quiera, y para el hombre no hay felicidad mayor que un efebo valiente de quien esté enamoradoPero el caso más llamativo es el de Tebas, donde se constituyó un ejército formado por parejas de amantes: “el regimiento de los amantes” también llamado “batallón sagrado de Tebas“. Estaba formado por 150 parejas de amantes y constituía una formación de élite que basaba su fuerza y poder en el amor entre sus integrantes. Según Plutarco:
Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.
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