jueves, 10 de enero de 2019

Comunismo: El documental prohibido del terrorista cubano Guevara

A 51 años de la muerte de Ernesto Guevara: la increíble historia del documental prohibido del Che 

Poco después de la muerte de Ernesto Guevara en Bolivia, el periodista italiano Roberto Savio recorrió América Latina y filmó el primer documental -y el más completo- sobre la vida del guerrillero argentino-cubano. Una decisión de la Radio y Televisión Italiana demoró treinta años su estreno

Infobae

Por Eduardo Anguita, terrorista del ERP condenado por asesinato

Por Daniel Cecchini



Foto del “Che” Guevara en la muestra que hizo Leandro Katz

Corre el año 1970 y el sol cae en la Quebrada de Yuro, el lugar donde fue fusilado Guevara. El campesino Herrera, que conoce muchos secretos sobre esa muerte, cuenta una y otra vez los billetes del fajo antes de guardarlo en un bolsillo.

Es hombre de pocas palabras y esas palabras tienen el precio que acaba de pagarle el periodista italiano Roberto Savio en un gesto cargado de simbolismo: 5.000 pesos bolivianos.

Savio ha buscado durante una semana a Herrera para poder entrevistarlo y en esa búsqueda casi siempre se ha topado con un muro de silencio. Nadie quiere decirle dónde está y, a esa altura, más que un hombre le parece un fantasma. Finalmente, cuando el periodista casi ha perdido las esperanzas, el fantasma aparece. Y exige un precio por su testimonio.
 
Ernesto Che Guevara en Bolivia (Foto de Hulton Archive/ Getty Images)

Esos 5.000 pesos son el precio que exigió para relatar cómo, tres años antes, el 8 de octubre de 1967, le indicó a una partida de Rangers la quebrada donde se ocultaba la golpeada columna guerrillera que comandaba Guevara.

Esos 5.000 pesos que ahora le paga Roberto Savio para que lo cuente son la misma suma que un oficial del ejército boliviano le pagó para que delatara al Che.

-Yo no estoy con nadie. No soy comunista ni anticomunista. Yo hago lo que me mandan – dice Herrera mirando a la cámara, después de contar los billetes.

A principios de los '70, Roberto Savio era jefe de noticias para América Latina de la Radio y Televisión Italiana. Tres años antes, Ernesto Guevara había pagado con la vida el fracaso de su intento foquista en la selva boliviana. El hombre había muerto pero el mito crecía vigoroso, desplegándose como una bandera que parecía estar pintada con los colores del futuro. A Savio lo inquietan los mitos contemporáneos, y mucho más éste, cuya eficacia amenaza con influir de manera decisiva sobre la historia.

 
Roberto Savio

Savio es un periodista inquieto. Fundador de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) en 1964, concibe al periodismo con un servicio una de cuyas misiones es, como deja sentado en el acta fundacional de la agencia, "dar voz a los sin voz".

En busca de esas voces, durante más de un año recorrerá América con una cámara y una idea: obtener testimonios de primera mano, desentrañar los hechos que están siendo aplastados por los discursos, reconstruir la historia, desandar el camino de Ernesto Guevara para encontrar al hombre antes de que sea definitivamente tragado por el mito. Roberto Savio es periodista.

El documental prohibido

Savio regresa a Italia con cientos de metros de celuloide y se encierra febrilmente a editarlos. El resultado, Che Guervara – Reportaje sobre un mito (Che Guevara – Inchiesta su un mito), es un viaje de casi cuatro horas de duración por la ruta de Guevara: de Buenos Aires a Bolivia y Perú y Ecuador, la experiencia de Guatemala en llamas, el contacto con los exiliados cubanos, México, el Granma –el barquito del desembarco en la isla-, Cuba, África, Bolivia, la muerte.

Cuando termina de compaginar está agotado pero satisfecho. Sólo le queda esperar la fecha para ponerlo al aire. Pero antes, claro, debe mostrarlo ante quien corresponde. Son cuatro horas de silencio en una sala llena de expectativas y humo de cigarrillos. Cuando se encienden las luces, el director de la RAI se le acerca:

–Lo felicito, Savio, hizo un gran trabajo –elogia, pero el periodista tiene el suficiente oído para intuir que hay algo más.
–Gracias… –responde y espera.
–Lo que no entiendo es para quién hizo este documental –y lo que Savio espera, llega–. No es para los norteamericanos, indudablemente; tampoco para los soviéticos, ni para los cubanos. ¿Para quién lo hizo?

Savio no cuenta qué le responde: tal vez haya dicho que simplemente estaba haciendo su trabajo, periodismo. Es decir, dejar que los hechos surjan como chispazos de la confrontación de los testimonios, de sus mismas contradicciones, del descubrimiento de la intencionalidad y de los fallidos de los discursos de los protagonistas y los testigos. Y tal vez haya agregado que los hechos, afortunadamente, tienen la caprichosa cualidad de no ser unívocos. Como se dice comúnmente, también los hechos surgen del color del cristal con que se los ve.
 
La foto icónica de Ernesto Guevara tomada por ASlberto Díaz (Korda) en 1960

La discusión, si es que hubo, queda zanjada con un premio que es una nueva misión. Savio aborda un avión hacia Japón para preparar, en dos meses, un informe sobre, precisamente, las antípodas. En Tokio recibe un telegrama. Lo firma el compaginador del documental: "Están haciendo otra película con tu material. No van a proyectar la tuya", le escribe. Nada que hacerle. Savio sabe que el material es propiedad de la RAI. Que lo sienta suyo –que sea suyo– es otra cosa. "Hagan lo que quieran –escribe ahora él, no a su compaginador sino al director de la cadena–, pero no autorizo a que le pongan mi nombre".

Allí podría haber terminado la historia (apenas una más sobre la larga lista de enredos entre cronistas y editores) si no hubiera mediado un delito: el compaginador –una noche, tarde, es posible suponer– se llevó a su casa las cintas editadas por Savio. Y no las devolvió. Corría 1973.

Treinta años de espera

Treinta años después, una tarde de noviembre de 2003 –el tiempo preciso para que vencieran los derechos legales que la RAI tenía sobre el material de Savio– el documental, dividido en tres partes, salió de las sombras por primera vez en el mundo y única en la Argentina y se desplegó ante las miradas de poco más de 200 personas reunidas en el Centro Cultural General San Martín.


El asesino comuista Guevara en 1958 con un bate de béisbol en Sierra Maestra ( AFP PHOTO / CENTRO DE ESTUDIOS CHE GUEVARA)

La elección de la Argentina para el estreno mundial no se debió solamente a los orígenes de Ernesto Guevara sino que Savio, nacido en Roma, tiene además la nacionalidad argentina. Aquí fundó y fue presidente de la desaparecida Alma Mater Indoamericana, una ONG argentina para la promoción de la educación de niños en las zonas pobres del país.

En Che Guevara – Reportaje sobre un mito, los testigos hablan como si hubiera ocurrido ayer (y a principios de los 70 era precisamente ayer, el documental tiene esa luminosa inmediatez que fue imposible de recuperar por las investigaciones posteriores).

Savio, fuera de cámara –sólo a veces aparece un fugaz perfil con gruesos anteojos que terminan simbolizando su personalidad a partir del rasgo–, pregunta. Pregunta cómo se debe preguntar: primero abierto (casi dubitativo, impreciso, desde el mejor lugar del no saber) para no condicionar la mirada del testigo, para no restringirlo, y después preciso, a fondo, implacable, para extraer aquello que no se quiere o no se puede decir, para desnudar las contradicciones, para que los silencios muestren toda su elocuencia.

Guevara antes del Che

Y los testigos hablan, casi milagrosamente hablan: un funcionario de la Reforma Agraria del presidente Víctor Paz Estenssoro, que conoció fugazmente a Guevara en la convulsionada Bolivia de 1953, cuando tenía apenas 23 años y viajaba con su amigo Alberto Granado en una moto a la que bautizaron La Poderosa.
 

“Era un muchacho prolijo y reservado”, cuentan en el documental quienes lo conocieron

"Era un muchacho prolijo, reservado, siempre correctamente vestido. Trabajó unos veinte días con nosotros", dijo Paz Estenssoro a Savio en 1970.

Ricardo Rojo, ya entonces tan en el papel de amigo del Che: "Fuimos a pie a Perú. Ernesto se indignaba al ver la miseria pero no lo hacía desde una ideología clara. Era más un sentimiento".

Un ex militante juvenil guatemalteco: "Al principio no confiábamos en él. Decía que era médico pero venía de andarín, vestía desprolijo. Hoy diríamos que parecía un hippie. Yo le presenté a su primera mujer, Hilda Gadea, una exilada aprista".

 
La foto de la Agencia Nacional de Información Cubana, del 17 de octubre de 1997, muestra a los terroristas cubanos llevando el ataúd del asesino Ernesto Guevara al mauseolo en Santa Clara, Cuba, construido para él y los seis criminales muertos en Bolivia en 1967

El embajador argentino en Guatemala: "Me avisaron que lo andaban buscando, es posible que para matarlo, y le avisé. Le ofrecí el primer asiento en el primer avión pero lo rechazó. Me dijo que había recibido algún dinero desde Buenos Aires y que seguiría su viaje a México".

Un médico que trabajó con Ernesto Guevara en México DF: "Se bastaba a sí mismo. Ganaba poco pero nunca se quejaba. Trabajaba en el laboratorio, investigaba si algunos alimentos podían causar daño después de ser digeridos. Y para ganarse unos pesos más sacaba fotografías con una mala cámara. Él sabía que sus fotografías eran malas".

El guerrillero en Bolivia

Después, el testimonio de Mario Monje, secretario general del PC boliviano, el hombre señalado como quien traicionó a Guevara: "Te pido disculpas por haberte engañado, me dijo, no podíamos decirte para qué vendríamos aquí. Él quería hacer un foco guerrillero, nosotros esperábamos las condiciones para una insurrección. No nos entendimos. Si hoy viviera me diría que yo tenía razón, estoy seguro".
 
October 10, 1967. El cuerpo de Ernesto “Che” Guevara fue exhibido en Vallegrande, Bolivia. El líder guerrillero había sido ejecutado en La Higuera, a 74 km de la ciudad (AFP PHOTO / MARC HUTTEN)

Antonio Peredo, periodista, hermano de Inti y de Coco, los líderes bolivianos de la guerrilla guevarista: "El PC boliviano lo traicionó. Monje sabía que en Bolivia era imposible tomar el poder sin violencia pero obedeció la posición internacional de Moscú sobre la coexistencia pacífica".

Un boliviano entrenado en Cuba, junto con Monje, en la guerra de guerrillas ("¿Quién es usted?", pregunta Savio. "El número Seis", responde): "No alcancé a incorporarme. Lo delataron antes. Monje lo traicionó porque quería ser el jefe de la guerrilla, pero no tenía las condiciones mínimas. Era pesado, tenía poca resistencia".

Un funcionario del Pentágono: "Guevara tenía liderazgo, pero militarmente estaba menos preparado que cualquier sargento de nuestro ejército. Su libro sobre la guerrilla es una recreación de un manual soviético de la segunda guerra mundial".

La maestrita y el fusilador

En su búsqueda, Savio persigue a la maestra de la escuelita de La Higuera, donde Guevara pasó la noche después de ser capturado. La mujer se ha ido, pero el periodista la rastrea y la encuentra en Santa Cruz de la Sierra. La cámara la muestra asomándose por la ranura de una puerta apenas entreabierta, negándose a hablar. Al día siguiente, en un nuevo intento por convencerla, Savio ya no la encuentra: la maestra tenía temor, había huido.

 
Mario Terán, el sargento que mató al Che Guevara

A quién sí encuentra es a Mario Terán, el hombre encargado de matar al Che. Lo encuentra oculto tras un nombre falso y lo sorprende, también cámara en mano. El diálogo es tenso y también revelador.

–¿Cómo murió Guevara? – pregunta Savio.

–Desangrado, por las heridas – responde Terán.

–Tenía una herida en el corazón. Tiene que haber muerto al instante.

–Tenía muchas heridas. Una en la pierna. Se desangró.

–Hay versiones que dicen que usted lo fusiló.

–No me consta. Murió por las heridas.

Y así. Una y otra vez….

La decisión de matarlo


En La Paz, un general boliviano se sincera con Savio y le revela que la decisión de fusilar a Guevara fue del gobierno:

-Después de lo ocurrido con (Regis) Debray teníamos que fusilarlo. Si lo teníamos preso no íbamos a poder soportar la presión internacional – le dice sin vueltas.
 
“Teníamos que fusilarlo, si lo poníamos preso no íbamos a poder soportar la presión internacional”, se sinceró un general boliviano con el periodista Savio (AFP PHOTO / MARC HUTTEN)

Los testimonios se multiplican, Savio no deja ninguna arista sin explorar: Salvador Allende -el presidente chileno en 1970 que se quita la vida en el golpe de Estado de Augusto Pinochet– relata su último encuentro con Guevara. Otro general boliviano destaca el coraje del Che, un campesino recuerda una naranja compartida en el medio de la selva, un coronel boina verde explica cómo entrenó a la división de Rangers que lo capturó. Y más…

Son decenas de testimonios confrontados, entrecruzados, sin temor a lo "políticamente incorrecto" para despejar el mito y sacar a la luz al hombre, a Guevara y sus hechos.

El documental de Roberto Savio fue el primero que se hizo sobre la vida y la muerte de Ernesto Che Guevara. Y quizás el más completo. Una decisión editorial hizo que el mundo debiera esperar tres décadas para poder verlo. Por decisión de Savio, hoy está al alcance de todo el mundo en la web.

miércoles, 9 de enero de 2019

Nazismo: Las últimas horas de Eichmann

Las tenebrosas horas finales de Adolf Eichmann, el "arquitecto" del Holocausto 

La historia del juicio y la ejecución del criminal nazi que vivió como un "buen vecino alemán" en la Argentina durante 10 años y fue capturado por un comando israelí en 1960. Con el estreno mundial de "Operación final" su oscura vida llega este mes a los cines


Por Matías Bauso |  Infobae 


 
Adolf Eichmann presenció el juicio detrás de un vidrio blindado

El juicio a Adolf Eichmann comenzó el 11 de abril de 1961 en Jerusalén. Fue un acontecimiento mundial. Por primera vez en la historia se utilizó el sistema de traducción simultánea. Por primera vez, también, uno de los responsables de la Shoah sería juzgado en Israel.

En uno de los vértices de la sala de audiencias se erigía una jaula de cristal. Desde allí Eichmann asistió a su juicio, protegido por las cuatro paredes de vidrio blindado.

Indiferente, escuchó las acusaciones, los quince cargos que le imputaban, y cada una de las declaraciones de los testigos, sin mirarlos siquiera una vez, absorto en sus pensamientos o rebuscando entre sus papeles alguna respuesta fatua y poco convincente.

Siempre con los auriculares puestos, escuchó cada uno de los cargos, cada uno de los relatos de los sobrevivientes, sin expresar emoción alguna. Como si el cubo de cristal lo separara, ya no de posibles agresiones, de algún impulsivo adepto a la ley del talión, sino de la realidad. Y esto quedó en evidencia, en el momento en que el interrogado fue él.

La fiera apresada, el genocida feroz, resultó ser débil, sin ningún brillo intelectual, de una lógica gris y confusa. Un ser mediocre. Un hombre que podría estar sentado en la mesa de al lado en un bar o que no llamaría la atención si se lo cruzara por la calle. Un hombre que estuvo sentado en muchos bares argentinos, tomando muchos cafes, durante demasiados años.

Eichmann responsable de la muerte en masa de millones de judíos

Eichmann no era un ser feroz, brutal, inhumano. Sin embargo, cometió crímenes feroces, brutales, inhumanos. Millones de crímenes. De asesinatos.

Cientos de enviados de los medios más importantes del mundo acudieron al proceso. Entre ellos sobresalía una mujer. La había enviado el New Yorker pero no era periodista. Era Hannah Arendt, filósofa judío alemana.

Arendt, como resultado de su asistencia al juicio, escribió un libro maravilloso y profundo, imprescindible: Eichmann en Jerusalén.

Sin concesiones, con ironía, lucidez y absoluta honestidad, Hannah Arendt diseccionó a Eichmann y a sus juzgadores como nadie.

Quizás ella haya sido la única que vislumbró la real naturaleza de Eichmann. Ella, como nadie, sin temores, con inclemente franqueza, no se arrastró por los lugares comunes. Llamó las cosas por su nombre. Con su pertinaz lucidez.

Arendt, en obras anteriores, había hablado del Mal Radical. A partir de su contacto con el caso Eichmann cambió de opinión. Tanto es así, que el subtítulo de su obra fue Un estudio sobre la banalidad del mal.

El mal para Arendt no puede ser radical, sólo extremo. Puede crecer desmesuradamente y extenderse a todo el mundo. Pero siempre carece de profundidad.

"Se extiende como un hongo en la superficie. Es un desafío al pensamiento – sostiene Arendt- porque el pensamiento trata de alcanzar cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la banalidad. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical".

 
 El criminal nazi fue condenado a la horca

Desde antes de su inicio se sabía que no solo se juzgaría a Eichmann. El gobierno israelí utilizaría cada una de las audiencias para exponer al mundo una versión definitiva del exterminio perpetrado por los nazis contra el pueblo judío.

Las palabras de apertura de las sesiones, pronunciadas por el fiscal Hausner, lo establecían de modo contundente: "En el sitio en que me encuentro hoy ante ustedes, jueces de Israel, para demandar contra Adolf Eichmann, no me encuentro solo; conmigo se levantan, aquí, en este momento, seis millones de demandantes. Pero ellos no tienen la posibilidad de comparecer en persona, de apuntar hacia la cabina de vidrio un índice vengador y gritar, dirigiéndose a aquel que está sentado en su interior: Yo acuso. (…) Por eso seré yo su portavoz, y en su nombre levantaré este acta de acusación terrible".

El Fiscal y sus colaboradores, si bien con sólidos argumentos jurídicos, expresaban la opinión política del gobierno israelí, en especial de Ben Gurión, el primer ministro: se centraron en el sufrimiento del pueblo judío más que en los actos y responsabilidades de Eichmann.

Sin embargo, los jueces no se sometieron a las presiones políticas y nunca perdieron de vista el objetivo principal del proceso: establecer la posible culpabilidad del acusado y la medida de esa culpabilidad.

Eichmann, gracias a la intervención de sus juzgadores, pudo ejercer plenamente su legítimo derecho de defensa. Tanto él como su defensor, el Dr. Servatius, se expresaron con absoluta libertad en la Corte.

Frecuentemente, el presidente del jurado puso freno a los excesos del fiscal o corrigió defectos de traducción de los dichos de los testigos.

Eichmann frente a los jueces intentó esgrimir una increíble defensa: él solo obedecía órdenes (Getty)

La gran dificultad que enfrentaron los jueces fue desentrañar la naturaleza de estos delitos. ¿Cómo actuar con imparcialidad ante la abyección, ante lo atroz, ante los crímenes inimaginables? ¿Quién es el asesino? ¿El que empuña el arma? ¿El que da las órdenes? ¿El que obedece? ¿Dónde están los límites de la obediencia? ¿Quién es responsable?

De una sentencia admirable, se destaca una frase admirable. "El grado de responsabilidad –dijeron los jueces- aumenta a medida que nos alejamos del hombre que sostiene en sus manos el instrumento fatal".

Juzgar el genocidio, más allá de la obvia condena moral, no era sencillo desde el punto de vista jurídico. Determinar la naturaleza y autoría de esos crímenes, no contemplados previamente en las leyes, no imaginados por ningún legislador -aunque hoy parezca increíble- planteaba un desafío jurídico antes de Núremberg. Las categorías jurídicas conocidas resultaban insuficientes.

Eichmann esgrimió, hasta el hartazgo, sus ejes defensivos básicos. Él obedecía órdenes. Nada más. Por otro lado, sostenía, sus actos no podían ser juzgados por otro país, por ningún país: sus actos habían sido actos de Estado. Sólo se encargo de llevar a cabo, y con una extremada eficacia, aquello que era ley en su país, en la Alemania de la que Eichmann era funcionario. Allí, la palabra del Führer era ley, no sólo para Eichmann.

 
Eichmann fue el responsable del traslado de millones de personas a los campos de exterminio nazi (Getty Images)

Desde su lugar en la estructura burocrática nazi, Adolf Eichmann organizó, sucesivamente, la expulsión de los judíos de Alemania, su deportación de los territorios ocupados por las nazis y el traslado de millones de judíos a los campos de exterminio.

Además fue el anfitrión de quince altos funcionarios nazis en la llamada Conferencia de Wansee. Allí, con Eichmann, como secretario, labrando las actas de la reunión, dejando constancia para la posteridad, se decidió establecer "La Solución Final".

Fueron asesinatos de masas: por las víctimas. Por el gran número de asesinos, también. Y Eichmann, entre los asesinos, ocupaba un lugar de importancia. Era él quien los enviaba a la muerte.

Diariamente partían trenes a los campos de exterminio con 2.500 o 3.000 judíos hacinados en los vagones de carga. No solo se ocupaba de los trenes. En el juicio se aportaron como pruebas circulares y órdenes emitidas por Eichmann y su oficina obligando a las autoridades locales de cada territorio para que los judíos de diferentes nacionalidades fueran objeto inmediato de las "medidas necesarias".

Eichmann conocía el destino que les esperaba a los pasajeros de sus trenes. Hay registros de sus múltiples visitas a Auschwitz y otros campos. El 31 de julio de 1941, Heydrich lo convocó a su oficina y le dijo: "El Führer ha ordenado el exterminio físico de los judíos".

 
Judíos llevados a campos de concentración: diariamente partían trenes con 2.500 a 3.000 personas hacinadas en los vagones de carga

Durante el juicio Eichmann pretendió evitar su responsabilidad escudándose en una especie de obediencia debida. Sostuvo que sólo fue un pequeño engranaje de una gran máquina.

También afirmó que si él hubiera abandonado su puesto, otro lo hubiera ocupado. Esto podría ser cierto, pero de ningún modo lo exculpa por sus actos. Además de haberse demostrado que él era un dador de órdenes, no sólo un receptor, lo que oculta ese argumento es que lo que Eichmann intentaba decir era que siendo todos los culpables, nadie es culpable. O acaso, nada más que los máximos jerarcas nazis (que para esa época ya estaban muertos). Así desdeña la responsabilidad personal, la posibilidad de elegir libremente que Eichmann ejerció.

Como escribió Hanna Arendt: "(…) Sostuvo y ejecutó una política que consistía en negarse a compartir la tierra con el pueblo judío y los pueblos de cierta cantidad de otras naciones".

En la sentencia los jueces estimaron que "estaba probado fuera de toda duda que el reo había actuado sobre la base de una identificación total con las órdenes y una voluntad encarnizada de realizar los objetivos criminales".

Fue condenado a morir en la horca.

 

Antes de su ejecución gritó: “¡Viva Alemania! ¡Viva Argentina! ¡Viva Austria! ¡Nunca las olvidaré!”

Madrugada del 31 de mayo de 1962. El gobierno Israelí anuncia que rechaza todos los pedidos de clemencia recibidos por el reo.

En la celda, él y una botella de vino, su última voluntad.

Llega un ministro protestante. Le propone leer la Biblia juntos. Eichmann se niega. Prefiere estar solo los pocos minutos de vida que le quedan.

No llora. Bebe cortos sorbos y mantiene la mirada fija sobre una de las paredes.

Lo vienen a buscar. Mantiene la cabeza erguida en su camino al patíbulo. Piensa que todavía no estaba preparado. Dos días antes, el Tribunal Supremo había denegado su apelación. En el pasillo solo se escuchan sus pasos y los de los guardias que lo escoltan. Se cruza con varias personas en el camino, pero él no las mira.

Al llegar a la horca, le ofrecen una capucha. ¨No la necesito¨, responde. Le atan las piernas a la altura de los tobillos y las rodillas. Pide que le aflojen las ataduras. Quiere mantenerse erguido. Quiere morir con dignidad. Lo que no sabe, de lo que no se da cuenta es que algunas muertes violentas cubren de gloria a la víctima. Otras de infamia. Como la de Eichmann.

Su vida y, por qué no su muerte, están cubiertas de infamia.

Nada, ninguna vana actitud teatral, podrá dignificar ninguno de sus actos. Menos aún sus patéticas palabras finales: "Dentro de muy poco, caballeros, volveremos a encontrarnos. Tal es el destino de todos los hombres. ¡Viva Alemania! ¡Viva Argentina! ¡Viva Austria! ¡Nunca las olvidaré!".

martes, 8 de enero de 2019

Biografía: Almirante Conde Yamamoto Gonbee (Japón Imperial)

Almirante Conde Yamamoto Gonbee





(Yamamoto Gonnohyoe, 1852-1933)

Fue el arquitecto del poder naval japonés moderno. Nació y creció en la ciudad del castillo del dominio Satsuma, Kagoshima. Cuando tenía dieciséis años, luchó con el ejército de Satsuma en la guerra de Restauración en Toba-Fushimi y en el norte de Honshu (1868). Fue uno de los primeros en graduarse de la nueva Academia Naval, en 1874, y tomó un crucero de guardiamarina a San Francisco. Como otros líderes de la marina, tuvo una experiencia extranjera significativa. Después de su crucero sirvió durante más de un año en los buques de guerra Vineta y Leipzig de otra armada incipiente, la alemana, circunnavegando el mundo y pasando tanto por el Cabo de Buena Esperanza como por el Cabo de Hornos. Como oficial subalterno, tenía deber a bordo de cinco embarcaciones diferentes (1878-81). Se convirtió en el segundo al mando de la tornillo-corbeta Asama, 1882-85, y ocupó la misma posición en el crucero Naniwa cuando fue llevado a Japón en 1886 después de su construcción en Gran Bretaña.

Su primer comando, el balandro de Amagi, lo siguió. En 1887, como asistente del Ministro de la Navegación Saigo, realizó visitas prolongadas a Europa y los Estados Unidos. Obtuvo el rango de capitán en 1889 y posteriormente ordenó a los cruceros Takao y Takachiho. Su carrera comenzó a tomar una dirección política cuando fue nombrado director de la Secretaría del Ministerio de la Marina en 1891. Debido a su habilidad administrativa, fue nombrado contraalmirante y jefe del Departamento de Asuntos Navales del ministerio en 1895. Alcanzó el rango de vicealmirante en 1898 y almirante en 1904. Se desempeñó como ministro de la marina, 1898-1906, y como primer ministro. ministro, 1913-14 y 1923-24.

Ministro de Marina, 1898-1906

En un memorial al trono en defensa nacional, Yamamoto Gonnohyoe (1852-1933), el ministro de la marina, describió cómo la contribución del emperador de los fondos personales para la construcción de buques de guerra había logrado la victoria en la guerra con China. Él declaró,

Parecería que en las tierras de Oriente, las nubes siniestras y las neblinas funestas ahora han sido despejadas alegremente, pero me temo que, con toda probabilidad, la situación en China y Corea contiene semillas de desastres que amenazan la paz inminentemente. En la actualidad, se puede decir que la Armada Imperial reina suprema en el Oriente, pero los preparativos militares de los poderes están avanzando rápidamente. Esto es cierto, especialmente en el caso del poder vecino que recientemente ha ampliado su 'armada y planes en poco tiempo para tener una flota en el Oriente mucho más fuerte que la del imperio. Si surgiera una emergencia, ¿el imperio de Japón ceñido al mar podrá dormir en paz?

Yamamoto solicitó un total de 115 millones de yenes para construir y equipar tres acorazados de primera clase, tres cruceros de primera clase y dos cruceros de segunda clase. No hace falta decir que el poder contra el cual Japón tuvo que defenderse fue Rusia, cuyo avance hacia el este fue deplorado por el genrō cuando aprobaron esta solicitud de expansión naval.

"En el presupuesto para el próximo año", declaró el ministro de la Marina Yamamoto Gonnohyoe a principios de 1906, "no se ha intentado nada más que hacer provisiones para reemplazar lo que había sido destruido o dañado en la guerra". "Pero después de eso", la marina más importante burócrata sugirió, "sería necesario considerar. . . nuevos compromisos ”. Dentro de los cinco años de la profética declaración de Yamamoto, todos los círculos políticos de élite de Japón sabían a lo que Yamamoto había aludido por la frase cautelosa y cautelosa“ nuevos emprendimientos ”; Expansión naval masiva en una escala no emprendida previamente en Japón. Hablando con el líder de Seiyukai, Hara Kei, cuatro años después, al final de una campaña de propaganda de expansión pro-naval inspirada por la marina, el primer ministro Katsura Taro reveló lo que sintió la expansión naval y las maquinaciones políticas de la marina para asegurar aumentos de presupuesto a gran escala para La política y la nación de Japón: la inestabilidad. Al predecir que la marina introduciría en breve un plan de expansión masiva basado en la compra y construcción de buques de guerra Dreadnought, el General del Ejército se convirtió en Primer Ministro y afirmó que la propuesta de expansión naval había sido "tramada [por Yamamoto] debido a la ambición de romper la empate entre el gobierno y el Seiyukai ", una relación que había dado como resultado una estabilidad política desde 1905. Las suposiciones de Katsura resultaron correctas en ambos aspectos y el compromiso político de la marina para asegurar mayores asignaciones influyó significativamente en la política de nivel de élite después de 1905.


Rivalidad Ejército-Marina


Un ejemplo que ilustra este tipo de pensamiento del ejército hacia la marina ocurrió en 1894, cuando el vicepresidente del Estado Mayor del Ejército, Kawakami Soroku, ideó planes de guerra contra China que enfatizaban el papel de apoyo de la marina, Yamamoto Gonnohyoe le hizo una pregunta simple pero cargada. “¿Es verdad que el ejército tiene ingenieros?” Sorprendido, Kawakami respondió: “Sí. . . por supuesto que sí ”. A esto, Yamamoto respondió, sin sarcasmo,“ Entonces no debería ser un problema para usted construir un puente desde Yokubo en Kyushu a Tsushima y luego a Pusan ​​en Corea, ahora enviar a nuestro ejército. al continente ".

Incidente de Siemens


Las acusaciones de que oficiales de alto rango en la Armada Imperial de Japón habían recibido sobornos de la firma de municiones alemana Siemens Schuckert causaron una crisis política que culminó con la renuncia del primer ministro, el almirante Yamamoto Gonnohyoe (1852-1933) y su gabinete el 24 de marzo de 1914. El incidente de Siemens fue indicativo de la competencia, que fue especialmente amarga en 1905-1915, entre facciones rivales asociadas con los comandantes del ejército y la marina de Japón, así como entre organizaciones de partidos rivales. El tema del debate público y el debate oficial, el escándalo también marcó un paso hacia una mayor responsabilidad del gobierno en la historia temprana de la democracia parlamentaria en Japón.

El 23 de enero de 1914, los periódicos japoneses imprimieron informes del juicio en Berlín de un ex empleado de Siemens que fue acusado de robar documentos confidenciales de la compañía de los archivos en la oficina de la firma en Tokio. El acusado declaró que había vendido los documentos a un reportero de Reuters News Service para exponer un acuerdo duplicado entre los oficiales navales japoneses y la firma británica Vickers, representada por una compañía japonesa, Mitsui Bussan. Al aceptar una oferta de Vickers de "comisiones" secretas regulares del 25 por ciento del valor de los contratos de adquisición de equipos colocados con la firma, los oficiales navales infringieron un acuerdo alcanzado con Siemens anteriormente para realizar grandes pedidos de municiones y equipos de comunicaciones con la firma alemana a cambio de sobornos del 15 por ciento del valor de los pedidos.

El almirante Yamamoto, primer ministro desde febrero de 1913, había autorizado un programa de gastos generosos en la expansión naval. Los críticos de su generosidad aprovecharon la información publicada en Berlín para confirmar las sospechas de corrupción en relación con el gasto naval. En una sesión de Dieta el 23 de enero de 1914, Shimada Saburo, un miembro destacado de la oposición Doshikai, abrió un período de debate público y crisis política durante el segundo mes llamando a Yamamoto a responder a una serie de preguntas embarazosas sobre las prácticas de compra de la marina.

Durante febrero y marzo, Yamamoto logró mantener su posición, en parte al despedir a los oficiales navales implicados en las denuncias de corrupción. Pero la posición del almirante estaba irremediablemente debilitada por la oposición dentro de la cámara alta de la Dieta, el ejército y el público.

El incidente de Siemens contribuyó a una mayor inestabilidad en la política parlamentaria de Japón al expulsar al partido mayoritario, el Seiyukai, de la presidencia y el gabinete. El gobierno de Yamamoto sobrevivió a una votación de no confianza el 10 de febrero, pero no sobrevivió a la pérdida de apoyo en la cámara alta de la Dieta, donde los pares redujeron el presupuesto de expansión naval y se negaron a ceder al principio de que solo la cámara baja tenía autoridad sobre el presupuesto. En un acuerdo mediado por Yamagata Aritomo y otros líderes sénior, se instaló un nuevo gabinete en abril de 1914 con el veterano parlamentario Okuma Shigenobu (1838-1922) como primer ministro. La competencia por las apropiaciones presupuestarias entre la marina y el ejército continuó siendo un tema de discordia dentro del gobierno de Japón, incluso en el momento del ataque a Pearl Harbor en 1941. La corrupción relacionada con los contratos públicos con empresas extranjeras también continuó, aunque no precipitó Otra crisis política hasta el escándalo de Lockheed de 1976.

Weapons and Warfare

lunes, 7 de enero de 2019

Arqueología militar: Un He-115 descubierto en un fiordo

Un hidroavión Heinkel He-115 alemán de la Segunda Guerra Mundial recuperado en aguas de Noruega 


En el fiordo noruego de Hafrsfjord, cerca de Stavanger, un hidroavión alemán de la Segunda Guerra Mundial, fue recuperada del agua. Este es el último resto de Heinkel He-115, de misión bombardero torpedero que era usado como minador. 60 años más tarde, salió del agua y comenzar una nueva vida en un museo. 


L'avion de la Seconde Guerre retrouvé en Norvège por Spi0n
http://dai.ly/Ky2TTy

domingo, 6 de enero de 2019

Argentina: Cronología de la Conquista del Chaco

Campaña al Chaco (1870/1917)





A fines del siglo XIX, la región comprendida entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado (conocida como el Gran Chaco), se hallaba habitada por diversos pueblos indígenas pertenecientes a las etnias de los guaycurúes (pilagaes, tobas y mocovíes), de los mataco-mataguayos (wichís, chorotes y chulupíes) y de las tribus tonocotés, tapietés, chanés y chiriguanos, que mantenían una ancestral disputa con el hombre blanco por la posesión de las tierras que habitaban, rechazando todo intento civilizador y dominando por el terror esos vastos territorios, mediante violentas acciones llevadas a cabo por las tribus más belícosas, que con sus correrías y asaltos a poblados, guarniciones militares y establecimientos de campo, mantenían en permanente zozobra a los pobladores, impidiendo la colonización de esas tierras.
Decidido a poner fin a esta situación, el gobierno argentino decidió la ocupación militar del Chaco Central y Austral, un enorme territorio que comienza en el norte de Santa Fe, se extiende por el noreste de Santiago del Estero, el noreste de Salta y las actuales provincias de Chaco y Formosa. Se la denomina Chaco Austral, por oposición al Chaco Boreal o Paraguayo y su voz proviene de la voz quechua “Chacu”, que significa “cacería” o “lugar propicio para la caza”.
La primera expedición militar organizada expresamente para ejercer el pleno dominio soberano sobre esos territorios, cruelmente asolados por los aborígenes de la región, se realizó en 1970, al finalizar la guerra con Paraguay y concluyó en 1917, cuando  se dio por finalizada la misma, habiéndose logrado el objetivo perseguido, pacificando a las tribus beligerantes

Antecedentes

Entre mediados del siglo XVII, durante la época de la conquista emprendida por la corona española, hasta 1872, ya durante el ejercicio de la soberanía de esos territorios por parte del Gobierno Nacional Argentino, se firmaron nueve tratados de paz con los indígenas y todos fueron solamente papeles sin valor, pues, ya sea por la mendacidad de las autoridades nacionales, o por la intransigencia o desconfianza de los aborígenes, ninguno de ellos, tuvo un efecto muy duradero. Ellos fueron:
  • 1662: Tratado de paz entre los indios tocagües y vilos y Santa Fe
  • 1710: Tratado entre el gobernador URIZAR y los malbalaes
  • 17??: Tratado entre el gobernador URIZAR y los lules
  • 1774: Tratado de paz entre el gobernador MATORRAS y Paykin
  • 1822: Tratado de paz entre Corrientes y los abipones
  • 1824: Acuerdo perpetuo entre Corrientes y los abipones
  • 1825: Tratado de paz entre Corrientes y los indígenas  chaqueños
  • 1864: Convenio entre el gobernador correntino FERRÉ y los caciques chaqueños
  • 1872: Tratado de paz entre el Gobierno Nacional y el cacique CHANGALLO CHICO
  • 1875: Tratado de paz entre el Gobierno Nacional y el cacique LEONCITO

Solamente la creación del primer Cuerpo de Blandengues de la frontera de Santa Fe (1724/1726), prácticamente puso fin por un largo período, a la presión de las tribus chaqueñas sobre esa castigada ciudad y desplaza los malones hacia otras poblaciones limítrofes, donde continúan con sus actos de vandalismo recibiendo la consecuente réplica por parte de las milicias locales.
Transcurren así poco más de 56 años (1724/1780), de acción y reacción, de ataques y contraataques, caracterizados por las operaciones de represión contra un enemigo escurridizo, limitado en sus correrías al sector comprendido entre el río Paraná y las estribaciones cordilleranas andinas y en medio de un cerco, cada vez más denso, de fortines, guardias, misiones, reducciones y poblados.
Los primeros proyectos de actividades militares ofensivas en estas tierras, reconocen como antecedente, la política enunciada en 1679 por el virreinato del Perú, cuando propuso a las fuerzas españolas asentadas en Buenos Aires, Tucumán y Asunción, actuar en conjunto contra los bastiones aborígenes. La idea se concreta con el inmediato apoyo que brinda el gobernador de Buenos Aires, BRUNO MAURICIO DE ZABALA, quien comisiona al Maestre de Campo FRANCISCO JAVIER ECHAGÜE a “entrar” al Chaco, quien culmina su acción con la  primera paz que se acuerda con los belicosos abipones y mocovíes en 1729 (“Paz de Echagüe”).
Rápidamente los colonos fueron animándose a marchar hacia esas tierras ahora en paz y así la expansión poblacional va cercando a los aborígenes hacia zonas más alejadas, donde no llega la acción civilizadora del blanco por lo que vuelven a dedicarse al pillaje y al saqueo en esos desprotegidos territorios.
Es por ello que, por ejemplo, desde Tucumán en 1731 se operó durante cuatro meses bajo el mando de su gobernador MANUEL FÉLIX DE ARECHE, que con una fuerza compuesta por 1.000 soldados, les impone una nueva paz (“Paz de Areche”), a los nativos, que lejos de respetarla por mucho tiempo, se lanzan a nuevos ataques produciendo una nueva marea de malones hacia todos los rumbos, barriendo las cuatro fronteras. En Salta los “chirigüanos baten a las milicias y asesinan a 300 pobladores, arrean gran cantidad de ganado y resisten denodadamente los contraataques que sobre ellos llevan MATÍAS DE ANGLES GORTARU y LIZARAZUY, desde Tucumán y de FÉLIX DE ARECHE desde Salta, generando un caos que conmueve íntegramente la orilla occidental del Chaco durante largos meses (1735/1739).
En 1734. Mientras Santa Fe renueva sus tratados de paz con los abipones y los mocovíes (“Segunda Paz de Echagúe), caen los malones sobre Salta (1735), sobre Tucumán (1736/1736/1737), y sobre Corrientes (1738/1739), donde saquean e incendian los enclaves de Utaty, Ohoma y Santiago Sánchez. En respuesta, el gobernador de Tucumán, JUAN DE SANTISO Y MOSCOSOS, cae sin piedad sobre los matacos (1739 y 1741) obligándolos a convenir una paz definitiva, fijando una línea de separación interna (“Paz de Santiso).
Desde Corrientes, la inestable situación, mueve su gobernador, FELIPE DE CEBALLOS a incursionar en dos oportunidades (1744 y 1745) al Chaco paranaense, pactando con sus dos principales caciques el cese de las hostilidades (“Paz de Ceballos”) al tiempo que, desde el reborde santiagueño, el misionero jesuita DIEGO DE HORBEEGOZO, al amparo de las “paces de Echagüe” reúne aborígenes y españoles y concreta la “Paz de Añapiré” en 1747, dando así nacimiento a los poblados de “San Jerónimo del Rey” (1748) y “Purísima Concepción” (1749).
Ante el éxito que significa la instalación de nuevas y más pobladas “reducciones”, debido a la paz lograda en esos territorios, el gobernador de Tucumán, JUAN VICTORINO MARTÍNEZ DE TINEO, abastece de ganado e implementos agrícolas a las tribus que se avinieron a vivir en paz, funda con familias Tobas “San Ignacio de Ledesma y decidido a poner fin al estado de guerra que proponen los guerreros “mbayaes”, los combate  con milicianos de La Rioja, Salta, Jujuy y Tucumán.
Finalmente, a mitad del siglo XVIII (1750), la historia se inclina decididamente hacia el equilibrio y comienza una época que promete una paz duradera. Se inauguran muchas nuevas reducciones, con el ingreso de muchos de los “hostiles de antaño”, se completa la cadena de fortines, se instalan nuevas misiones, algunas tribus comienzan a comerciar, mediante el trueque con las poblaciones vecinas “blancas” y adoptan sus prácticas agrícolas, la obra catequizadora de los religiosos comienza a dar sus primeros frutos.
Un rebrote de la violencia encabezada por las comunidades tobas, mocovíes y vilelas, decide al gobernador de Tucumán, JOAQUÍN ESPINOSA Y DÁVALOS a llevar una expedición punitiva contra éstos (1758/1759), logrando reducirlos y a partir de entonces, la masa de la población aborigen del Gran Chaco (196.584 individuos), se llama a sosiego.
Pero en 1767 se produjo un lamentable hecho que tiró  por tierra todos los avances logrados en la búsqueda de una convivencia en armonía y en paz con los naturales: la expulsión de los jesuitas de los territorios de América pertenecientes a la corona española, trajo nuevamente la tragedia de la guerra a estas tierras.

La expulsión de los jesuítas

Si bien el asentamiento de las misiones jesuíticas, se mide en términos de una trascendente asistencia moral, religiosa y material a los aborígenes, no son menos importantes los servicios de todo orden que los ejércitos de nativos, prestaron a la corona española:  Desalojando de portugueses la Colonia de Sacramento (1680), defendiendo Buenos Aires contra piratas dinamarqueses (1700), reprimiendo rebeliones en territorios de los charrúas (1702), desalojando por segunda vez a los portugueses de la Colonia del  Sacramento luego de ocho meses de campaña formando parte de un ejército de 4.000 hombres (1704), despejando de enemigos las vaquerías próximas (1718) y hasta defendiendo la propia ciudad de Montevideo.
Empero, el desafortunado “Tratado de Permuta” (1750) comprometió a  España a canjear las florecientes Misiones  Orientales por la decadente Colonia del Sacramento que estaba en poder de Portugal, trueque que las comunidades indígenas rechazaron, desencadenando la llamada “guerra guaranítica” (1754 a 1756), contienda en la que las fue combinadas hispanolusitanas,  impusieron sangrientamente el cumplimiento del pacto luego de las batallas de Bacacay (7 de febrero de1766) y Caibaté (10 de febrero de 1766), provocando la masiva huida de las misiones, grandes contingentes de aborígenes,
Un censo realizado en esa época dará una idea cabal de este fenómeno: en 1767, en las misiones había 88.864 indígenas; en 1772, eran 80.351; en el año 1785, 70.000; en 1779, 54.388 y ya en 1801, quedaban solamente 42.885. Algunos grupos se unen a los charrúas, al sur; otros a las indiadas chaqueñas, que al mando de los siempre temibles abipones, desatan la “gran ofensiva”, con centro de gravedad hacia Santa Fe, cuyas reducciones se ven obligadas a reubicarse en el sur. Quedan en pie, solamente la de San Javier, Las Garzas (con aborígenes de S Fernando), San Pedro e Insipín, en el sector  meridional; Miraflores, Balbuena, Pitos, Santa Rosa, Macapillo y Petacas, al norte del  río Salado; y Apa, Asunción y Bordón, en región boreal.
Dentro de la confusión que genera esta nueva situación, se destaca la renovada fiereza y la continuidad  de los ataques de los malones hacia tierra santafesina, hostilizada, saqueada y devastada en 1776, 1778, 1784, 1786 y 1788, mientras una relativa estabilidad en la línea del altiplano,  había permitido realizar los primeros intentos serios de penetración al corazón del Gran Chaco.
En efecto, el gobernador JERÓNIMO MATORRAS y su maestre de campo FRANCISCO GABINO ARIAS —como JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ CAMPERO y MIGUEL DE ARRASCAETA lo habían hecho en 1764— partieron de San Fernando del Río del Valle (1774), penetran profundamente en las tierras vírgenes y firman con gran pompa el primer tratado de amistad con  los aborígenes más irreductibles, los tobas y los mocovíes de LACHIRIKIN y PAIKIN (“Paz de Lacangayé” o “Paz de Matorras”), mientras otras tribus estallan en rebeldía (1778 y 1779) y vuelven a acosar a los establecimientos rurales hasta que la situación comienza a estabilizarse en la llamada “línea del norte”.
Igual situación se vive  en la “línea Sur”. Los abipones atacan la reducción charrúa de Cayastá y el gobernador MELCHOR ECHAGÜE Y ANDÍA encabeza tres largas campañas de represión que dejan los campos de labranza abandonados, arruinados los sembrados y disperso el ganado por todo el territorio santafecino.
Es entonces que en el Alto Perú estalla la  revolución de Tupac-Amarú (4 de noviembre de 1780) y la derrota y posterior martirio del líder aborigen, parece sosegar el ánimo belicoso de los indígenas, mientras llega el perito FÉLIX DE AZARA para demarcar los límites y el “bolsón indio” se va estrechando  cada vez más.
Durante la última década del siglo XVIII  se producen nuevas sublevaciones, pero éstas son cada vez más espaciadas y los malones ya no llevan la inmensa cantidad de guerreros que llevaban otrora, por lo que así, la “civilización blanca”, con la instalación de nuevos fortines,  va ganando terreno y se afianza su control en estos territorios.

La Revolución de Mayo

El estallido independista, modifica sustancialmente el sistema ofensivo-defensivo y el aborigen comienza a participar en la gesta libertadora, depone las armas y se une al blanco, ya como su aliado.
Pero resabios del antigüo odio a los “blancos” generado entre sus antepasados por los españoles, exacerbado ahora por la mendacidad de los gobiernos rioplatenses, que no cumplen con los compromisos que asumen ante las comunidades indígenas, llevan a los aborígenes a una nueva “guerra contra el blanco” blanco” y renueva sus devastadores ataques a los poblados y establecimientos instalados en los territorios llamados el “Gran Chaco”, del que participan las provincias argentinas de Chaco, Formosa, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, San Luis y Tucumán.
Los hechos posteriores a la Revolución de Mayo, cancelaron absolutamente todos los planes, proyectos y decisiones que no se vincularan con ella. Era la única prioridad que concitaba las autoridades de los territorios recientemente emancipados y todos los esfuerzos y medios con que se contaba, fueron puestos a disposición de este gran compromiso que habían asumido los revolucionarios y el pueblo de Buenos Aires: lograr el reconocimiento y la adhesión de los gobiernos vecinos, para esta gesta libertaria.
Así fueron pasando los años, sin que la preocupante situación que se vivía en la tierra chaqueña, fuera tenida en cuenta, hasta que el gobernador de Buenos Aires, JUAN MANUEL DE ROSAS pone su atención al problema y dispone poner en marcha una acción ofensiva para detener los ataques de los indígenas sobre los pueblos sometidos a un despiadado salvajismo.

Primera ofensiva (1833)

Se realiza contra los “mocovíes”, que ocupaban las zonas de Monigotes y Sunchales y el 25 de marzo de 1833, el comandante MATÍAS DÍAZ, en el combate en la “Laguna de las Tortugas”, Chaco, bate en sus tolderías a los indígenas “abipones”, comandados por los caciques JUAN PORTEÑO, PEDRITO, MANUELITO e HIPÓLITO.

Segunda ofensiva (1834)

Se dirige hacia Cayastá Vieja, en la provincia de Santa Fe.

Tercera ofensiva (1834)

Se realiza contra los aborígenes que hostilizaban los poblados de San Jerónimo (Santa Fe).

Cuarta ofensiva (1834)

Bate las tribus insurgentes que habitaban sobre las márgenes del río Salado.

Quinta ofensiva (1836)

Durante la cual se realiza una batida general hacia las tolderías de los indígenas belicosos y la provincia de Córdoba se suma a este esfuerzo que pretende lograr una paz duradera, pero por el contrario la lucha por la posesión de estas tierras, se renueva.
Luego de este intento, poco y nada se hace para solucionar el problema. Los ataques de los aborígenes continúan sin que las autoridades locales puedan hacer algo para detenerlos,  ya que no cuentan con los medios necesarios para hacerlo y el gobierno de Buenos Aires, se muestra impedido de ir en ayuda de ellos, bloqueado como lo estaba, por una situación interna explosiva, como lo fueron los enfrentamientos contra el caudillaje y las guerras civiles que oscurecieron durante muchos años a la Historia de la Argentina
14 de junio de 1870
Finalizada la guerra con Paraguay,  el gobierno argentino decide iniciar acciones ofensivas para poner fin a las incursiones que los aborígenes de la región, realizaban sobre los poblados y estancias de esos territorios.
Es entonces, que al igual que las campañas llevadas a cabo al sur de la provincia de Buenos Aires,  entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en 1870 se pusieron en marcha una serie de acciones militares en el Gran Chaco, con el mismo objetivo que fundamentó aquella: Recuperar esas tierras para la soberanía nacional, dejando ambos territorios expeditos para su ocupación y poblamiento, alejando definitivamente los peligros de una hostil actividad de los pueblos originarios, que rechazaban la presencia del “blanco”, considerando que siendo “dueños de esas tierras”, tenían derecho a defenderlas.
La primera expedición militar se realizó en 1870 al finalizar la guerra con el Paraguay y en 1877 finalizaron las operaciones, habiéndose logrado el control de todo el territorio, una vasta región comprendida entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado, que se hallaba habitada por los Guaycurúes, Mocovíes, Tobas, Pilagáes, Matacos, Mataguayos, Wichis, Chorotes , Chulupíes, Vilelas, Tonocotés, Tapietés , Chanés y Chiriguanos.
La campaña al Gran Chaco provocó la muerte de millares de indígenas, pero con una diferencia fundamental con la que se desarrolló al sur de la provincia de Buenos Aires: con la del Chaco, la población autóctona no fue exterminada, rescatándose como su principal logro, el haber permitido la expansión territorial de tres provincias:  Salta, que se expandió hacia el este, Santiago del Estero que avanzó hacia el noreste y Santa Fe, que agrandó su territorio hacia el norte, mientras que como consecuencia  directa de estas campañas, surgieron dos nuevas provincias a mediados del siglo XX, Chaco y Formosa, .
A principios del decenio que comienza en 1880, el “Gran Chaco” se encontraba definitivamente repartido entre la Argentina,-que conservaba la parte austral y el Paraguay, que era dueño de la boreal, al norte del río Pilcomayo. El arbitraje del Presidente norteamericano RUTHEFORD HAYES (12 de noviembre de 1878),  había concluido el pleito limítrofe que enfrentaba a ambos países  y los argentinos, una vez entregada la “Villa Occidental”, al país vecino, se habían instalado en la “isla del Cerrito”, capital circunstancial del territorio, hasta que, en 1879, el comandante FONTANA fundó Formosa, donde se instalaría la sede del gobierno
Los progresos del territorio continuaron lentamente. Los pobladores cultivaban mandioca, maní, caña de azúcar y  legumbres y algunos hornos de ladrillo facilitaban el material necesario para la construcción de viviendas. Funcionaban tahonas y trapiches para la industria de la alimentación  y el comercio de la madera, cada vez más intenso,  representaba la base más sólida (y a largo plazo, la más predatoria)  de la riqueza chaqueña. Quedaba, eso sí, un problema por resolver: el indio, que había vuelto a sus prácticas de asalto y robo a los poblados.
Los acontecimientos ocurridos por esos años en los territorios del sur argentino,  no dejaban muchas dudas sobre la suerte que correrían los aborígenes chaqueños: serían acorralados y exterminados. Algunos se incorporarían a las reservas, otros integrarían la mísera mano de obra de los obrajes. La supervivencia del  más fuerte era un dogma implícito en la Argentina de los “80”  y nadie iba a enternecerse por el destino que aguardaba a “los salvajes del norte”, cuya fama de indómitos, por otra parte, venía desde la época colonial.

Cronología de los hechos más trascendentes durante la Campaña al Chaco

Antes de la década de 1870, ya se habían  desarrollado algunas campañas militares en el territorio del Chaco.  Estuvieron a cargo de NAPOLEÓN URIBURU y MANUEL OBLIGADO, quienes peinaron el territorio en dirección este-oeste y viceversa. Una de estas marchas fue protagonizada por el comandante FONTANA, quien procuró unir las ciudades de Corrientes y Salta, debiendo enfrentarse innumerables veces con partidas de indígenas que lo obligaron a batirse con vigor, perdiendo uno de sus brazos en el combate de “La Cangayé”, librado en el centro de los territorios en disputa.

1º de marzo de 1866

El comandante militar de “La Carlota, provincia de Córdoba, JACINTO QUIRÓS, sale en busca de una partida de indígenas que había entrado en la provincia por “los Barriales” y los enfrenta en un paraje ubicado entre Algarrobos y La Carlota y los pone en fuga

16 de abril de 1870

El teniente coronel NAPOLEÓN URIBURU, salió de Jujuy con 250 hombres montados en mula, pertenecientes a un regimiento que había formado con reclutas de Salta y Jujuy y destinado a la frontera de Orán. Pasó por La Cangayé, la antigua reducción de Nuestra Señora de los Dolores que había sido fundada en 1781y abandonada en 1793 cerca de la unión de los ríos Teuco y Bermejo, continuó costeando el Bermejo y luego se internó en el Chaco hasta alcanzar el río Paraná frente a Corrientes luego de 1.250  km. recorridos en 56 días. Sometió a once caciques y miles de indígenas que fueron destinados a la zafra de la caña de azúcar y reconoció un camino hacia Corrientes. Durante esta campaña, un destacamento expulsó a un escuadrón boliviano que incursionaba en territorio argentino.

03 de junio de 1866

El comandante interino de la frontera norte, coronel MATÍAS OLMEDO, sorprende en su toldería a la tribu de los caciques TOMÁS NOVIRI y RAFAEL ALEZORE y los obliga a huir

26 de febrero de 1871

Partió de Buenos Aires el barco “Sol Argentino”,  que realizó la exploración del río Bermejo hasta la provincia de Salta y regresó luego a Buenos Aires en febrero de 1872. Durante este viaje se produjeron numerosos enfrentamientos con indígenas.

31 de enero de 1872

El presidente DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO creó el Territorio Nacional del Gran Chaco, estableciendo como su ciudad capital a la Villa Occidental (hoy territorio paraguayo), siendo su primer gobernador JULIO DE VEDIA.

1872

NAPOLEÓN URIBURU viajó hacia el Chaco para auxiliar al vapor “Leguizamón” que se hallaba varado en el Bermejo, mientras se cumplía tareas de rastrillaje por las costas de ese  río, cuyos poblados vecinos, sufrían ataques de los abipones..

1875

El coronel NAPOLEÓN URIBURU, ya como gobernador del Chaco, atacó las tolderías de los caciques NOIROIDIFE y SILKETROIQUE, derrotándolos. Ese año fue asesinado por los aborígenes el capitán estadounidense SANTIAGO BIGNEY y seis tripulantes de la chata “Río de las Piedras” cuando navegaba por el Bermejo e intentaba comerciar con ellos. Para recuperan la embarcación y otra que la había auxiliado, el 25 de diciembre de 1876 el capitán de marina FEDERICO SPURR ingresó en el Bermejo con la nave Viamonte”, combatiendo en varias acciones contra los tobas, a los que derrotó en Cabeza del Toba. Las dos embarcaciones que habían sido hundidas por los indígenas, fueron recuperadas por Spurr con parte de la carga, arribando a Corrientes el 17 de enero de 1877.

23 de julio de 1875

El comandante LUIS JORGE FONTANA inició un reconocimiento de la entrada del río Pilcomayo, navegando 70 kilómetros por su recorrido.

19 de abril de 1878

El coronel NAPOLEÓN URIBURU realizó una nueva expedición punitiva.

29 de agosto de 1879

El coronel MANUEL OBLIGADO partió desde la ciudad de Reconquista con 150 hombres en misión de reconocimiento y vigilancia y regresó el 12 de octubre, luego de recorrer 750 km, sin combatir con los indígenas.

04 de mayo de 1880

Por orden del presidente NICOLÁS AVELLANEDA, el mayor LUIS JORGE FONTANA, partió de Resistencia con 7 oficiales, 30 soldados, 8 indígenas y 2 rastreadores,  con el objetivo de reconocer un camino que uniera Corrientes con Salta. Luego de 104 días de marcha, llegó a Colonia Rivadavia, en la provincia de Salta. Luego de  recorrer 520 km bordeando el río Bermejo y dejando abierta una picada en el monte. Durante el transcurso de esa marcha, derrotó a un grupo de tobas que lo superaban en número en un combate en el que perdió un brazo, acción de la que informó mediante el siguiente telegrama que le envió al Presidente Avellaneda: “Estoy en Rivadavia. Queda el Chaco reconocido. He perdido el brazo izquierdo en un combate con los indios, pero me queda el otro para firmar el plano del Chaco que he completado en esta excursión”.

 20 de mayo de de 1881

El coronel JUAN SOLÁ Y CHAVARRÍA partió al mando de una fuerza compuesta por 9 oficiales, 50 hombres de tropa y 3 voluntarios desde el fuerte de Dragones en la provincia de Formosa,  con el objetivo de reconocer el interior de la zona entre el Pilcomayo y el Bermejo hasta el puerto de Formosa, mientras que con su presencia, eficazmente disuasoria, brindaba protección a las poblaciones ribereña. Desde el Fortín Belgrano costeó luego el Bermejo y ante su demora en llegar a destino, el gobernador del Chaco, coronel BOSCH, envió 100 soldados en su búsqueda. El 3 de septiembre, el coronel SOLÁ alcanzó la localidad de Herradura y desde allí, viajó de regreso por barco hasta Formosa.
En todos los casos, estas campañas, emprendidas  con medios precarios, en las que los inconvenientes (como lo señala el historiador militar FÉLIX BEST), “se salvaban gracias a una mezcla de audacia y buena suerte”, sin contar que además, se sacaba partido de la merma del valor combativo de los indígenas, a quienes el alcohol, la pérdida progresiva de las regiones boscosas que le daban sustento y el avance inexorable de los blancos en sus tierras ancestrales, producían un efecto desmoralizador.
Factores estos, que no son demérito del “valor desalmado de los salvajes (“Campaña del Desierto” de JOSÉ E. RODRÍGUEZ) y la astucia con que combatieron estos bravos guerreros aborígenes, que casi sin poseer ningún armamento idóneo para enfrentarse con las fuerzas nacionales, las habían combatido en inferioridad de condiciones, durante muchas décadas,  algunos de los cuales, como  LEONCITO, PETISO, CAMBÁ y SALARNEK-ALÓN, han dejado grabado en la memoria de nuestra Historia, el recuerdo de sus hazañas.

19 de abril de 1882

Los tobas y chirigüano asesinaron al médico francés JULES CREVAUX y A once de sus compañeros cerca de La Horqueta, al norte del paralelo 22° S, en el Pilcomayo.

02 de junio de 1882

El mayor LUIS JORGE FONTANA al comando del vapor “Avellaneda” y la lancha “Laura Leona”, exploró el río Pilcomayo en busca de los restos de Crevaux, regresando el 18 de septiembre sin haber  podido  hallarlos.

 11 de junio de 1883

Desde Dragones, en la provincia de Formosa, el teniente coronel RUDECINDO IBAZETA partió al mando de un destacamento compuesto por 135 hombres, con la orden de encontrar a los culpables del asesinato de CRAVEAUX y de traerlos de regreso para ser juzgados.

 29 de junio de 1883

Desde la ciudad de Resistencia, actual provincia del Chaco, el coronel MANUEL OBLIGADO dio cuenta del resultado de su campaña al interior del Chaco contra los indígenas que de tiempo de tiempo hacían sus malones a las poblaciones que se estaban formando al amparo de las autoridades de la Nación. Esta campaña ha sido una de las que dieron mejores resultados; sorprendiendo varias tolderías, consiguiendo arrollar y deshacer los últimos restos de las feroces tribus de “mocovíes”, aprisionando muchos indígenas, arrebtándoles gran cantidad de caballos, mulas, animales vacunos, ovejas y cabras que se habían robado; estableciendo fortines, levantando planos, clasificando bosques. Todo esto luchando contra la inclemencia del tiempo, la ferocidad de los indígenas y las alimañas peligrosas que abundaban por esos lugares.

10 de agosto de 1883

Seiscientos cincuenta indígenas tobas y chirigüanos montados (presumiblemente, los asesinos del doctor CRAVEAUX), atacaron en las riberas del río Pilcomayo, a las fuerzas del coronel IBAZETA, quien logró rechazarlos, causando la muerte de 60 de ellos.

 18 de setiembre de 1883

El teniente coronel IBAZETA  regresa a Dragones luego de realizar una expedición punitiva

1883, 1885, 1886 y 1892

El explorador francés ARTURO THOUAR realizó cuatro expediciones en la zona del Pilcomayo.

Entre  1883 y 1884

Se llevaron a cabo varios avances simultáneos sobre el territorio chaqueño. El historiador ORLANDO MARIO PUNZI ha realizado la crónica de la campaña del comandante IBAZETA contra los “chiriguanos” de Salta -que sirvió para reconocer buen parte del Chaco central- y la de OBLIGADO, que partió de Chilcas, Fortín Inca y Reconquista. Pero estas expediciones, que tenían más de exploraciones geográficas, que de campañas militares, sólo fueron el antecedente de la que se considera definitiva en la incorporación del Chaco a la Nación: la que encabezó el ministro de Guerra, general y doctor BENJAMÍN VICTORIA.

21 de agosto de 1884

Acompañado por el naturalista e ingeniero hidrólogo OLAF J. STORM, salió de Formosa una flota al mando del sargento mayor de marina VALENTÍN FEILBERG conformada por la bombardera “Pilcomayo”, el remolcador “Explorado”, la lancha a vapor “Atlántico”, la chata “Sara” y  otra más pequeña con la misión de explorar el río Pilcomayo y establecer un fortín en su boca. Este Fortín, llamado  “Coronel Fotheringham”, fue la base de la actual ciudad de Clorinda. Exploraron luego varios brazos del río hasta cerca del Salto Palmar y regresaron a Buenos Aires el 14 de abril de 1885.

17 de octubre de 1884

El general BENJAMÍN VICTORICA, ministro de guerra y marina del presidente JULIO A. ROCA, encabezó una expedición con el objetivo de llevar la frontera con los indígenas del Chaco hasta el río Bermejo, estableciendo una línea de fortines que llegara hasta Salta.
Con su campaña, VICTORICA se proponía llegar hasta el río Bermejo y unir definitivamente el litoral paranaense con el altiplano, contando con la guía de dos exploradores de gran experiencia que acompañaron su marcha: El comandante FONTANA en el Chaco central y navegando el río Pilcomayo y VALENTÍN FEILBERG, un marino que, años atrás, había remontado el río Santa Cruz, hasta llegar al Lago Argentino, en el extremo sur del país.
A tales efectos, cinco columnas partieron desde Las ciudades de Córdoba, Resistencia y Formosa, con la orden de confluir sobre “La Cangayé”, Dos de ellas, debían remontar los ríos Bermejo y Pilcomayo, mientras que las otras tres, constituyendo la reserva de esas fuerzas, integrada con parte del Regimiento de Infantería de Marina, se instalarían en el Fortín General Belgrano. La campaña se realizó entre el 17 de octubre y el 21 de diciembre y en esos dos meses, se lograron todos los objetivos que se habían propuesto.
Se habían reconocido infinitas picadas y senderos, fundándose Fuerte Expedición, Puerto Bermejo y Presidencia Roque Sáenz Peña. El río Bermejo había quedado expedito para ser navegado en todo su recorrido. El desierto verde ya era conocido en sus rumbos principales. En cuanto a los indios, se suponía que ya se habían terminado  los malones sobre las poblaciones de Santa Fe, Santiago del Estero  y Córdoba. La guerra iniciada en el siglo XVII terminaba así con la derrota de los aborígenes, y sólo elementos residuales, mezclados con delincuentes blancos  y mestizos, continuarían trayendo alguna inquietud a los pobladores. De hecho, el último malón ocurriría en 1924.
Conviene destacar que la campaña de VICTORICA no tuvo características épicas. Hubo más pérdidas de ganado que de gente, más accidentes provocados por inconvenientes del clima y del suelo que por encuentros con los aborígenes. El avance resultó más incómodo que peligroso y la preocupación fundamental fue re conocer la fauna y la flora, apreciar las condiciones del suelo, identificar las aguadas y los accidentes geográficos en aquella monotonía de montes bajos, lomadas y esteros. El general IGNACIO FOTHERINGHAM también ha narrado la parte que le cupo en esta empresa, en la que participó como gobernador de Formosa. En su libro dedica largos párrafos a describir las incomodidades provocadas por el calor y los mosquitos, las arañas y las víboras. Recuerda la esterilidad de la tierra, ese lodo calcáreo sobre el que se alzaban los lapachos y quebrachales. Delinea esa guarida de tigres y antas que era la selva chaqueña y enumera los medios de transporte usados: los pies por por empezar, pero además el caballo, la lancha a vapor, los botes y sobre todo los carros y carretas. La naturaleza era el obstáculo más duro; el mismo FEILBERG tuvo que abandonar su exploración del Pilcomayo, al igual que dos oficiales que posteriormente, también intentaron la empresa, “corridos” por esa “infernal naturaleza”.
Simbólicamente, la marcha de VICTORICA en el norte fue contemporánea de la que en ese momento realizaba el coronel  LORENZO VINTTER en la región austral, que fuera el colofón final de la  expedición de JULIO ARGENTINO ROCA al río Negro. Al norte y al sur de la República, para dejar liberados del terror a esos territorios para su ocupación y poblamiento.

25 de junio de 1885

Zarpó de Buenos Aires el vapor “Teuco” al mando de JUAN PAGE para explorar el río Bermejo, regresando a Corrientes el 3 de octubre.

Agosto de 1885

Una flotilla de tres embarcaciones al mando GUILLERMO ARÁOZ navegó por el río Bermejo, explorando también el río Teuco. La expedición continuó en enero de 1886 hasta el río San Francisco al mando de los subtenientes SÁENZ VALIENTE y ZORRILLA.

19 de septiembre de 1886

Zarpó de Buenos Aires una escuadrilla al mando del capitán de marina FEDERICO WNCELSAO FERNÁNDEZ, compuesta por el vapor “sUCRE” Yy la chata “Susana”, para explorar el río Aguaray Guazú y verificar sus vinculaciones con el Pilcomayo.

23 de noviembre de 1886

El capitán EULOGIO RAMALLO con una partida del Regimiento 12 de Caballería derrota a los caciques SADUA y PITERATY.

 02 de enero de 1887

El alférez ÁNGEL A. HERRERA del Regimiento 12 de Caballería, en el paraje llamado “Conchas” bate a una partida de indígenas.

09 de enero de 1887

El capitán FENELÓN ÁVILA con 20 soldados del Regimiento 12 de Caballería derrota a un malón  que había robado en la “Colonia Las Toscas”.

22 de enero de 1887

El alférez ÁNGEL A. HERRERA con 11 soldados del Regimiento 12 de Caballería, ataca una toldería de indígenas que habían estado de correría, logrando rescatar 3 cautivas y numeroso ganado.

27 de enero de 1887

El capitán FENELÓN ÁVILA, sale al mando de un destacamento del Regimiento 12 de caballería en misión de vigilancia de los territorios al sur de la línea del Bermejo y al llegar a “Riacho de Oro”, logra batir a una importante partida de indígenas guerreros que se resistían a dejar las armas.

 1889

Campaña del Lorenzo Winter. Se pone en marcha para proteger poblaciones asentadas en Santa Fe y en las márgenes de los ríos Paraná y Paraguay, contra indígenas y bandoleros aliados para cometer fechorías.

 12 de marzo de 1890

Los barcos “Bolivia” y “General Paz”, iniciaron una nueva exploración del Pilcomayo al mando del capitán de fragata Juan Page, que murió durante el viaje, explorando el Brazo Norte.

1º de setiembre de 1899

El general LORENZO VINTTER, inició una campaña militar en el Chaco austral al mando de 1.700 hombres de la División de Operaciones del Chaco, formada por un batallón de infantería, cinco regimientos de caballería y un regimiento de artillería. Se intentó convencer pacíficamente a los indígenas de que debían someterse, pero se realizaron varios combates y la línea de frontera fue establecida en el río Pilcomayo. Se crearon puestos militares avanzados comunicados por telégrafo y un camino. La campaña concluyó con la ocupación militar efectiva del Chaco argentino, que se realizó con escasa resistencia indígena.

Campaña al Chaco. Tropas al mando del Cte Astorga, entregan pilchas y lanzas a indígenas lugareños, Ca 1895

 1907

Se crea la División  Caballería del Chaco. Con la intención de ocupar paulatinamente todos los territorios afectados por la hostilidad de los aborígenes, tratando de pacificarlos y de llevar la zona de seguridad hasta el río Pilcomayo
1911
Creación de de las “Fuerzas en Operaciones del Chaco”. Con el objetivo de eliminar la frontera interior existente, llevándola hasta el Pilcomayo
1914
Es disuelta la División de Caballería del Chaco, quedando a cargo de las últimas operaciones en la zona,  el Regimiento 9 de Caballería.
31 de diciembre de 1917
Así concluye prácticamente la “Campaña al Gran Chaco”, ya que hasta 1919 y más adelante, aún, sólo se registrarán pequeños ataques aislados y sorpresivos, ejecutados por bandas de indígenas (no siempre argentinos) y vagabundos que hostilizaban a los fortines de frontera, conducta que adquiere su máximo dramatismo en el caso del “Fortín Yunká” (19 de marzo de 1919), a cuyos atacantes se los considera como el último malón (ver “La tragedia del Fortín Yunká” en Crónicas)
PUEBLOS ABORÍGENES INVOLUCRADOS EN ESTAS ACCIONES
Muchas eran las tribus pertenecientes a distintas etnias las que habitaban la región en la época que nos ocupa, pero no todas participaron en las acciones que se desarrollaron durante la “Campaña al Gran Chaco”, por lo que consignaremos a continuación, las que tuvieron una más activa participación en dicho evento.

Abipones

Tenían su “hábitat” en la ribera norte del río Bermejo inferior. A comien
zos del siglo XVIII adoptaron el caballo y se dedicaron a la depredación, atacando las estancias y las ciudades de los españoles.

Chirigüanos

Pueblo originario del noreste de la provincia de Salta, se vieron involucrados en la lucha contra el hombre blanco, arrastrados por sus “hermanos” del sur de esa provincia, los “vilelas”, que por ser más combativos, estuvieron más dispuestos para defender lo que consideraban su tierra, por derecho de nacimiento  y su modo de vida.

Mocovíes (de la etnia de los guaycurúes)

Aliados de los abipones en sus correrías, originariamente vivían en las fronteras del antigüo Tucumán y contribuyeron en gran medida con la destrucción de “Concepción del Bermejo” y en los ataques que se llevaban a cabo sobre Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba. Alejados de esos centros de población por la expedición que ESTEBAN DE IURIZAR Y ARESPACOCHAGA llevara contra ellos en 1770,  se dedicaron a hostilizar poblaciones y estancias de Santa Fe.

Matacos

Vivían al oeste de Chaco y Formosa y este de Salta. Tenían una agricultura muy rudimentaria. En sus ataque a poblados utilizaban lanzas y “macanas” (un temible garrote hecho con madera dura, quizás quebracho, árbol nativo de la zona). Cuando llegaron los españoles, se dedicaron casi exclusivamente al asalto de sus instalaciones.

Pilagaes (de la etnia de los guaycurúes)

Habitan en la parte central de la provincia de Formosa, sobre la margen derecha del río Pilcomayo, en las zonas anegadizas del estero “Patiño”. Son los únicos de la familia de los  “guaycurúes” que todavía tienen una importante cultura autóctona

Sanavirones.

Habitaban el bajo río Dulce y en la cuenca de Mar Chiquita, hasta el río Primero en territorios que hoy ocupa la provincia de Córdoba y desde allí hostilizaban  a sus vecinos, los “comechingones”  hasta que llegados los españoles, comprobando que con ellos obtenían
mejores botines en sus correrías, se dedicaron a atacar y a saquear sus poblaciones.

Tobas (de la etnia de los guaycurúes)

Ocupaban originariamente  el territorio que hoy ocupa la provincia de Formosa; después se replegaron hacia el este, extendiéndose luego hacia el norte y el sur. En el siglo XVIII también adoptaron el caballo y así aumentó su peligrosidad, pues como hábiles jinetes, les resultó muy conveniente la velocidad con que sus montados  les permitían ataques relámpago a estancias y poblados de esos territorios

Vilelas

Habitaban el sudeste de Salta. Se distinguieron por su fierez y valor en el combate y en varias oportunidades derrotaron a las tropas españolas que intentaban penetrar en su intrincado territorio. Con la incorporación del caballo, como su arma de combate más eficaz, se transformaron en hábiles jinetes y con la lógica mayor movilidad que les daba ir montados, sus ataques al hombre blanco, se hicieron más profundos, audaces y repetidos. Son hoy un pueblo cuyos escasos descendientes viven en las provincias del Chaco, Santiago del Estero, junto a pequeños grupos emigrados a Rosario y el Gran Buenos Aires

CÓMO COMBATIR EL INDIO EN LA FRONTERA NORTE.

Por considerarlo de interés, recordamos que la expedición al río Pilcomayo, efectuada por el gobernador intendente de Potosí, FRANCISCO DE PAULA SÁENZ, le sirvió a este, para producir un informe sobre los resultados de su expedición, acompañado por una serie de conclusiones, que según su criterio, deberían ser tenidas en cuenta para combatir con éxito a los indígenas hostiles. Dice al respecto en su informe del 21 de mayo de 1805:  “Es necesario tener en cuenta que la preparación y ejecución de una excursión contra los indígenas del Chaco, deberá afrontar serias dificultadas, fundamentalmente presentadas por factores geográficos. Es de capital importancia entonces realizar exploraciones previas y empleando pequeñas unidades de tropa, conocedoras del terreno y de las tribus que lo ocupaban; preparar detalladamente la zona de operaciones, de manera tal que los  operativos de la lucha contra los indígenas, se realicen contando con la debida organización, el necesario equipo y el suficiente adiestramiento de la tropa a emplear. La escasez de soldados y la falta de un equipamiento militar adecuado resulta menos peligrosa que la carencia de agua o abastecimientos. Por ello debe insistirse repetidamente en el aprovisionamiento de ganado vacuno y caballar, enviándolo  por remesas, previamente concertadas con las guarniciones  instaladas en tierras de indígenas o reunido luego de atacar los pueblos hostiles que se encuentren  en el camino. Ir penetrando en territorio indígena mediante etapas sucesivas para afianzarse en el terreno conquistado y abastecerse convenientemente para las próximas etapas. Utilizar, en lo posible, la vía fluvial y poseer un depósito de víveres siempre en las cercanías de las columnas. En nuestro caso,  el centro de abastecimiento fue el Fuerte de San Luis. Medir las jornadas diarias de marchas por la presencia de agua y pasto en primer término. Por ello, el indio quema siempre los pastos. Contar siempre con la presencia de indios aliados y baquianos. Arrasar con los pueblos hostiles para luego de quemar las casas buscar los “troges” de maíz, que muchas veces han sido enterrados y apoderarse de todos los animales que se encuentren como gallinas patos, etc. además del ganado caballar o vacuno  que posean. Dentro de la táctica operativa indígena,  además de la quema de los pastizales,  está también el retiro inmediato de sus muertos en batalla,  para evitar que el enemigo conozca el alcance del daño efectuado entre las filas de la indiada” Finalmente opina sobre la táctica operativa que será conveniente aplicar en la guerra contra los indígenas, diciendo que “se deben realizar ataques rápidos y decisivos y no efectuar operaciones prolongadas y  lejanas, dificultadas por las posibilidades de abastecimiento”.

Gran parte de este material ha sido extraído de una nota titulada “La conquista del Chaco” publicada en el Anuario Nº 1 del año 1983, de la Revista “Chasque del Desierto”, obra a la que nos permitimos sugerir que se recurra, para ampliar y mejorar esta información 

sábado, 5 de enero de 2019

PGM: El telegrama que hubiese cambiado la guerra

Un telegrama entre Alemania y México que pudo cambiar el rumbo de la Primera Guerra Mundial 

En el llamado telegrama Zimmermann, Alemania propuso a México declarar la guerra a EEUU para distraerlo y evitar que participara en el conflicto en Europa
Infobae




El telegrama Zimmermann en su versión escrita y cifrada (créditos: Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania en Berlín)

Al correr los primeros días de 1917, Alemania quiso otorgar a México un papel definitivo en el futuro de la Primera Gran Guerra al planear una propuesta que hubiera al menos cambiado la ruta conocida de la historia.

En sus planes por mantener lejos del conflicto a Estados Unidos, que hasta ese momento se había mantenido nautral, Alemania apostó por el odio "antiguo y bien fundamentado" de México contra su vecino del norte para poner sobre la mesa una tentadora –aunque inviable– oferta: declarar la guerra a los estadunidenses.

A cambio, Alemania ofrecía a México su apoyo para recuperar los extensos territorios que había perdido en el siglo XIX, durante la invasión de Estados Unidos.

En esencia, este fue el ofrecimiento que el entonces ministro alemán de Relaciones Exteriores, Arthur Zimmermann, puso en manos del embajador de su país en México, Hienrich von Eckardt, a través de un telegrama que la historia ha bautizado como Telegrama Zimmermann.

En sus cálculos, el ministro alemán había considerado el antecedente de la expedición del líder revolucionario Francisco Villa a Columbus, Estados Unidos, y la fallida estategia de ese país para capturarlo.

Aseguraba que "los mexicanos son soldados extraordinariamente valerosos" y que los estadounidenses no habían obtenido ningún éxito cuando penetraron a México para seguir el rastro de Villa.

Zimmermann pretendía convencer al presidente mexicano Venustiano Carranza de declarar la guerra a EEUU. (Especial)

Luego de analizarlo con sus asesores, Zimmerman tuvo lista la oferta para México el 15 de enero de 1917. El texto enviado al embajador alemán en México decía:

Tenemos intenciones de comenzar el primero de febrero la guerra submarina ilimitada. Con todo, se intentará mantener neutrales a los Estados Unidos.

En caso de que no lo lográramos, proponemos a México una alianza sobre las siguientes bases: dirección conjunta de la guerra, tratado de paz en común, abundante apoyo financiero y nuestra conformidad de nuestra parte en que México reconquiste sus antiguos territorios en Nuevo México, Texas y Arizona. Dejamos a Su Excelencia el arreglo de los detalles.

Su Excelencia comunicará lo anterior en forma absolutamente secreta al Presidente [Carranza] tan pronto como estalle la guerra con los Estados Unidos, añadiendo la sugerencia de que invite al Japón a que entre de inmediato en la alianza, y al mismo tiempo sirva de intermediario entre nosotros y el Japón.

Tenga la bondad de informar al Presidente que el empleo ilimitado de nuestros submarinos ofrece ahora la posibilidad de obligar a Inglaterra a negociar la paz en pocos meses. Acúsese recibo.

Estrategia fallida

Dado que una carta en barco hubiera tardado al menos tres semanas en llegar a su destino, Zimmermann decidió enviar el texto por telégrafo el 16 de enero, con los métodos cifrados de la época.

El telegrama debía viajar de Alemania a Washington y de allí a México, a manos de Eckardt, para que este a su vez presentara la oferta al entonces presidente mexicano Venustiano Carranza.

A pesar de las precauciones, el telegrama pudo ser interceptado por los servicios secretos británicos, que compartieron su contenido con el gobierno estadounidense de Woodrow Wilson, quien lo utilizó para convencer a la opinión pública de su país de intervenir en la guerra de Europa.


El telegrama Zimmermann cifrado.

Pero los alemanes no sabían que los ingleses habían descifrado el contenido, de modo que hicieron la oferta al gobierno mexicano.

En aquellos días, sin embargo, México seguía inmerso en su propia guerra revolucionaria y con recursos menos que limitados para poder emprender una guerra contra Estados Unidos. De modo que el gobierno mexicano rechazó la oferta.

Unos meses antes, en noviembre de 1916, cuando tropas estadounidenses entraron a territorio mexicano elevando la tensión entre los gobierno de ambos países, tal vez otra hubiera sido la respuesta.

De hecho, México había solicitado el apoyo alemán en aquel momento y, a cambio de ayuda militar, le ofreció instalar en territorio mexicano un centro de transmisiones.

Incluso podía inferirse que los submarinos alemanes podían tener bases de aprovisionamiento en México, de acuerdo con la extensa investigación que al respecto hizo el académico austriaco Friederich Katz.

Impacto fronterizo

La oferta alemana había llegado tarde y ya cuando México y Estados Unidos habían limado asperezas. No obstante, la respuesta definitiva del presidente Carranza tardó casi tres meses en llegar a los alemanes. En los primeros días de abril, Estados Unidos declaró la guerra a Alemania.

El gobierno británico, a través del departamento criptoanalítico bautizó este documento como "Sala 40" (The Romm S40), que actualmente se encuentra resguardado en el volumen R16919 del archivo histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Berlín.


 
La prensa estadounidense hizo mofa del telegrama interceptado. (Especial)

Está signado por Arthur Zimmermann y otros altos mandos alemanes, fue escrito por Arthur von Kemnitz, un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, y tuvo correcciones del director del Departamento Político, Ernst Freiherr Langwerth von Simmern.

En México los efectos de este documento se dejaron sentir en la frontera, donde Estados Unidos reforzó la seguridad ante los rumores de actividades de espionaje alemán. Así, entre las dos Nogales –una de lado mexicano y otra de lado estadounidense– se levantó una de las primeras alambradas fronterizas.

La tensión fronteriza llegó incluso al episodio de un tiroteo entre tropas de Estados Unidos y México, el 27 de agosto de 1918. En el centro de Nogales, en México, hay un sencillo obelisco que recuerda a las víctimas de aquel episodio que fue colofón del Telegrama Zimmermann.