Juan José Hernández
Revisionistas
Coronel Juan José Hernández (1798-1852)
Nació en Buenos Aires el 13 de diciembre de 1798, siendo bautizado el mismo día a las 19 horas en la Catedral, por el cura canónigo Cayetano Roo, bajo el padrinazgo de su tío, el presbítero Bernardino Hernández y de su señora abuela. Fue su padre José Gregorio Hernández Plata, nacido en Jerez de los Caballeros, Obispado de Badajoz, Extremadura, España, el 17 de noviembre de 1760, quien llegó a esta ciudad el 2 de marzo de 1790, provisto de las correspondientes licencias para la contratación de Indias; y que el 11 de Junio de 1793 contrajo matrimonio con María Antonia de los Santos Rubio y Moreno, del cual nacieron doce hijos, entre ellos los después coroneles Juan José Luciano y Eugenio María, y también Pedro Pascual Rafael Hernández, padre del celebrado poeta José Hernández, autor del “Martín Fierro”.
Don José Gregorio fue comerciante, siendo propietario de una barraca de comercio en la zona sur bonaerense. Fue regidor del Cabildo de Buenos Aires y participó el 22 de mayo de 1810 en el histórico Cabildo Abierto. Murió en Buenos Aires el 26 de junio de 1820.
Juan José Hernández concurrió de niño a los colegios de su ciudad natal, cursando en ellos sus primeros estudios, pasando luego a España, donde se inició en la carrera de las armas. En su niñez había presenciado los épicos episodios de las invasiones inglesas, que hirieron vivamente su cerebro infantil. También dejaron señal indeleble en su espíritu los acontecimientos de mayo de 1810 y la partida del Ejército Auxiliar.
En 1814 realizó un viaje a Cádiz en compañía de su hermano Eugenio, a bordo de un buque a vela, el que empleó tres meses en su recorrido. Regresó en abril de 1818 a Buenos Aires, partiendo a los 21 días de su llegada nuevamente para el Viejo Mundo, por asuntos de familia. Regresó en 1819.
Se alistó como voluntario bajo las órdenes del entonces sargento mayor Angel Pacheco, durante el interinato de gobierno del coronel Manuel Dorrego, después del sitio que soportó Buenos Aires por las montoneras vencedoras en la Cañada de la Cruz. Entró a formar parte en clase de “aventurero” en el Batallón de Cazadores, cuando este cuerpo se pronunció en esta ciudad, el 9 de julio de 1820.
Con él marchó a campaña el día 18 del mismo mes a las órdenes de Dorrego, asistiendo a la toma de San Nicolás, el 2 de agosto; así como también a la batalla de Pavón, el 12 de este mes, en la que fue derrotado Estanislao López. Se encontró en la acción de Gamonal, o de “Cañada del Monte”, el 2 de setiembre de igual año donde fue batido Dorrego por el caudillo santafecino. Cinco días después, el 7 de setiembre de 1820, aquel Gobernador le extendía a Hernández despachos de teniente 2º agregado al Batallón 2º de Cazadores.
El 11 de abril de 1821 pasó a desempeñar su tenencia en la 5ª Compañía del cuerpo de referencia, y el 3 de julio del mismo año a su pedido, formulado el 25 de junio, fue destinado como teniente 2º a la 1ª Compañía del Regimiento “Húsares de Buenos Aires”, y a las órdenes de sus jefes: coroneles Domingo Saez y Antonio Saubidet se halló en el curso del mismo año en dos acciones de guerra contra los bárbaros, en la cañada del “Burro Muerto” a inmediaciones de la Guardia del Salto; saliendo herido el teniente Hernández en una de ellas. En octubre de 1821 pasó de guarnición a la Guardia del Monte, volviendo en abril de 1822 a la del Salto.
En octubre de 1822 ascendió a teniente 1º de la Compañía del 2º Escuadrón del Regimiento de Húsares, a la que pertenecía. Al año siguiente hizo la campaña hasta Tandil formando parte del ejército del gobernador Rodríguez, asistiendo a numerosas guerrillas que tuvieron lugar contra los indios, especialmente en Arroyo de los Huesos, Azul y Chapeleofú. Terminada la campaña, en noviembre de 1823 pasó a la 1ª Compañía del 1er Escuadrón de su Regimiento, que estaba mandado por el coronel Domingo Saez.
Bajo el mando de este Jefe asistió a la victoria de “Las Saladas” contra los salvajes; así como también a la del “Puesto del Rey”, a las órdenes del coronel Federico Rauch, en la que fue recomendado por haber asistido a pesar de hallarse bastante enfermo.
Participó en la segunda expedición a las órdenes del general Martín Rodríguez, en el primer avance que se dio hasta la Sierra de la Ventana “de este lado y en los diversos ataques –dice el coronel Nicolás Granada en informe fechado el 9 de octubre de 1832-, que en la retirada resistió de un modo recomendable el 2º Escuadrón en que el Jefe suplicante se hallaba, habiéndose distinguido por la firmeza y valor con que fue sostenida aquélla por dicho escuadrón, que cubría la retaguardia, sufriendo todos los ataques del enemigo”. Protegió la retirada de las fuerzas expedicionarias hasta las líneas de fortines que existían a inmediaciones de Tandil. Desde este último punto el Regimiento de Húsares regresó a la Guardia del Salto. Participó en la segunda expedición del coronel Rauch a la Sierra de la Ventana contra los indios, desde octubre de 1826 a enero de 1827, en la que tomaron parte cinco regimientos de caballería y un piquete del Batallón de Artillería.
El 3 de octubre de 1825 ascendió a ayudante mayor, y el 9 de octubre de 1826 fue promovido a capitán de la 2ª Compañía del 2º Escuadrón del Regimiento 5º de Caballería de Línea. Poco después se incorporó al ejército de operaciones contra el Brasil, asistiendo a la batalla de Ituzaingó, por lo que recibió el cordón de honor y el escudo discernido por el Superior Gobierno.
Con fecha 7 de enero de 1828 el gobernador Dorrego le extendió despachos de sargento mayor del Escuadrón llamado “Defensores del Honor Nacional”, cuerpo con el cual permaneció acampando un tiempo en la Isla de Martín García, hasta que marchó a incorporarse a las fuerzas en operaciones contra los imperiales. Sublevado dicho Escuadrón por las intrigas del general Rivera, este último tomó a su cargo la conquista de las Misiones Orientales, ocupadas por los brasileños; el sargento mayor Juan José Luciano Hernández marchó en julio de 1828 a formar parte del Ejército del Norte, que bajo el superior comando del general Estanislao López, debía operar contra los imperiales en el territorio de Misiones; prestando servicios en el Regimiento de Dragones desde el mes de setiembre, en Itaquí, sede de la comandancia en jefe de aquel Ejército, que ejerció el general Fructuoso Rivera hasta el final de la guerra, operando sobre San Borja, San Francisco y Cruz Alta. En el curso de la campaña, Rivera propuso a la Superioridad que otorgara a Hernández la jerarquía de teniente coronel, la que se le concedió más adelante.
Hernández participó en la lucha contra el general Lavalle, y el 1º de julio de 1829 fue dado de alta en la Plana Mayor del Ejército, en la que revistó hasta el 5 de octubre del mismo año, en que fue promovido a teniente coronel de caballería con antigüedad del 24 de junio de 1829; pasando a prestar servicios al Regimiento “Patricios de Buenos Aires”, cuerpo destacado a la sazón en la Guardia del Monte, acantonamiento que alternó con el lugar denominado la “Hacienda de Rodríguez”, en el curso del año siguiente.
El 26 de enero de 1830 marchó con su cuerpo a incorporarse a la División del Departamento del Norte, a las órdenes del coronel Angel Pacheco; obteniendo Hernández despachos de comandante del 2º Escuadrón de su Regimiento, el 1º de febrero de 1830.
Hizo la campaña de Córdoba contra el general José María Paz, asistiendo al combate de Fraile Muerto, el 5 de febrero de 1831, bajo el mando de Pacheco; y en el cual fue derrotada la vanguardia del ejército enemigo mandada por el coronel Pedernera. Hernández pasó el día 9 de aquel mismo mes, a comandar el 1er Escuadrón de su regimiento, a cuyo frente se halló en las jornadas de Calchín y Villa de los Ranchos, contra el ejército de Paz. Terminada la campaña, el 19 de julio de 1831 fue designado su edecán por Juan Manuel de Rosas; revistando desde esta fecha en la Plana Mayor de Edecanes.
Acompañó al Restaurador en su campaña al Desierto, en 1833, mandando el Escuadrón Escolta; asistiendo a la toma de la Isla de Choele-Choel y a otras operaciones de importancia que tuvieron lugar en aquella expedición. En noviembre del mencionado año se hallaba acampando en Salinas Chicas, y el 1º de enero de 1834 en Napostá; llegando a Buenos Aires en el mes de marzo del último año, pasando a revistar en la Plana Mayor del Ejército.
En enero de 1835 fue ascendido a coronel graduado y el 1º de marzo del mismo año fue nombrado comandante militar de Patagones, en reemplazo del teniente coronel Sebastián Olivera. El coronel Hernández se embarcó en el buque “Esperanza” para ir a hacerse cargo de su puesto. Hallándose en el ejército de este, recibió la efectividad de coronel el 4 de setiembre de 1838. Desempeñó la comandancia de Patagones hasta diciembre de 1841, en que regresó a Buenos Aires.
El 12 de abril de 1849 se le encuentra al coronel Hernández comandando el Batallón “Palermo”.
Desde esta fecha revistó en la Plana Mayor de Edecanes de Juan Manuel de Rosas y para la campaña de Caseros fue nombrado jefe de uno de los agrupamientos de infantería. Asistió a la Junta de Guerra convocada por Rosas la noche del 2 de febrero de 1852, y en la batalla del día siguiente, junto con el coronel Jerónimo Costa, Hernández tuvo a sus órdenes 8 batallones de infantería y varias piezas de artillería, que ocuparon el centro del dispositivo rosista. Combatiendo con denuedo por la causa que había sostenido por espacio de un cuarto de siglo, murió gloriosamente al frente de las tropas, cuyo comando se le había confiado.
El coronel Hernández halló la muerte en circunstancias en que trató de imponer la disciplina a sus tropas contagiadas por el ejemplo desalentador de otros cuerpos, y que empezaban a desbandarse. Sus propios soldados cometieron la infamia de volverse contra su Coronel y hacerlo víctima de su cobardía, acribillándolo a golpes de lanza. Sus restos quedaron en el campo de batalla, y allí hubieran permanecido abandonados hasta ser sepultados en montón, si su cuñado, el Dr. Antonio Marcó del Pont, no se hubiese impuesto la piadosa misión de ir a recogerlos y conducirlos hasta el Cementerio de la Recoleta, donde fueron inhumados. Según la tradición de familia, Marcó del Pont pudo identificar el lugar donde estaban los restos del coronel Hernández, gracias a la lealtad de un hermoso perro de este último, que le acompañó en la batalla, y muerto su amo, permaneció a su lado dos días, aullando tristemente, lo que permitió hallar el cuerpo de Hernández.
Casado con María Ignacia Reyna Correa de Silva, perteneciente a una antigua familia porteña, de este matrimonio nacieron dos mujeres y un varón: Manuela, Martina y Vicente Hernández.
Fuente
- Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
- Pérez Calvo, Lucio – Genealogía de don José Hernández, autor del “Martín Fierro”.
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- Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
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