Ilia Kramnik, RIA Novosti
El 24 de mayo de 1955, la URSS entregó a China la base naval de Port Arthur, culminando así una historia de casi sesenta años de conflictos en torno a esta ciudad, que ha cambiado de manos entre China, Rusia y Japón en varias ocasiones.
La ciudad, que los chinos llaman Luyshun (Luyshunkou), fue fundada en el lugar que ocupaba una pequeña aldea de pescadores con este mismo nombre en los años 80 del siglo XIX. Lo de Port Arthur le viene del hecho de que, durante el verano de 1860, en aquel pequeño puerto estuvo reparando su barco un teniente inglés, se llamaba William C. Arthur. Este nombre dado por los ingleses fue posteriormente adoptado también por Rusia y otros países europeos.
La razón primordial que explica la aparición y el auge de la ciudad se halla en la comodidad de sus bahías que, con unos pequeños retoques de dragado en sus canales de acceso y en los espacios de fondeo, constituían un puerto natural extraordinariamente amplio. Este puerto incluía una rada occidental perfectamente protegida del viento y del oleaje, una rada oriental menos amplia, pero más profunda, y una zona de fondeo exterior.
La recién construida ciudad de Port Arthur estaba destinada a cambiar de dueño muy pronto. En 1894, durante la Guerra chino-japonesa la ciudad fue ocupada por Japón. En 1895, sin embargo, debido a la presión de las grandes potencias, Japón se vio obligado a devolverle la ciudad y su puerto a China. En diciembre de 1897, serían los buques de guerra rusos los que harían su aparición. Toda China y, muy especialmente, su zona costera era, en aquel momento, uno de los escenarios en los que se desarrollaba la rivalidad entre Rusia, Gran Bretaña, Alemania y Japón. De modo que la aparición de la escuadra al mando del contralmirante Dubasov, que cumplía órdenes directas del Emperador Nicolás II, respondía a la aspiración rusa a hacerse con una base naval en esa zona estratégica antes de que lo hicieran los ingleses o los alemanes. Cerca de Port Arthur también se empezaba a levantar otra ciudad, dotada de un puerto comercial que recibió el nombre de Dalny (Dalian).
La base naval de Port Arthur debía defender desde el mar la península de Liaodong (Guandong), que había sido dada en arriendo por 25 años a Rusia, en virtud del Tratado ruso-chino, firmado en Pekín en 1898.
En el territorio conseguido por Rusia, se habilitó la región de Guandong, en la que comenzó un rápido desarrollo económico. La ciudad de Dalian, bien construida y equipada, se convirtió pronto en uno de los puertos más importantes de China, ocupando el segundo puesto (después de Shanghái) por el volumen de mercancías facturadas entre todos los puertos del continente desde el Mar de Ojotsk hasta el Mar de la China Meridional.
En 1904, como consecuencia de una larga cadena de conflictos, estalló la guerra entre Rusia y Japón, apoyado éste último por Gran Bretaña. Japón empezó sus operaciones militares atacando a la flota rusa en Port Arthur, donde acabaron fuera de combate por el ataque de los torpederos japoneses los acorazados de línea Zarevich y Rattvisan y el crucero Palas; y en Chemulpo, donde, tras un combate en inferioridad de fuerzas con la escuadra japonesa, se fue a pique, hundido por su propia tripulación, el crucero Variag y acabó destrozado el cañonero Coreano. Las tropas japonesas, que habían desembarcado ya en el continente, comenzaron su avance hacia el norte, en dirección hacia la Manchuria controlada por los rusos, y hacia el sur, en dirección hacia Port Arthur.
En el verano de 1904, las tropas japonesas llegaron hasta Port Arthur y la sometieron a asedio. El 23 de diciembre de 1904, la ciudad se entregó al enemigo. En 1907, un tribunal determinaría que el responsable de la defensa de la ciudad, el Teniente General Stessel, había dado de forma consciente los pasos necesarios para entregar la ciudad, "en unas condiciones poco beneficiosas y humillantes para Rusia, a pesar de la opinión contraria del consejo militar y sin que se hubieran agotado todos los medios de defensa con que se contaba".
Los siguientes cuarenta años, Port Arthur y toda la península de Guandong quedaron en manos de los japoneses, en virtud de lo dispuesto en el Tratado de Portsmouth. Durante las dos guerras mundiales, la ciudad estuvo fuera de los escenarios bélicos principales hasta el 22 de agosto de 1945, cuando los paracaidistas soviéticos tomaron Port Arthur, haciendo prisionera a la guarnición japonesa.
En virtud del tratado que firmaron ese mismo mes China y la Unión Soviética, Port Arthur fue alquilada a la URSS por 30 años para ser usada como base naval. En esta ocasión, sin embargo, ni se planteó la concesión de la ciudad de Dalny y del resto de Guandong. El 12 de octubre de 1954, no obstante, después de finalizada la Guerra de Corea, se firmó un acuerdo por el que se decidió la devolución de Port Arthur a China y la retirada de las tropas soviéticas de esta ciudad.
La devolución de Port Arthur era un final lógico, ya que China, fuerte y unida, que salió de la guerra civil, no tenía ninguna intención de tolerar la presencia en su territorio de fuerzas extranjeras, incluso si se trataba de fuerzas de un país amigo.
La historia de la lucha por Port Arthur y, en general, por toda la región Asia-Pacífico sirve para extraer algunas lecciones de provecho futuro.
La creciente importancia de esta zona en el mundo actual, así como el papel que siguen jugando los puertos y las bases navales, ilustran mejor que nada hasta qué punto era acertado el deseo de Rusia de reforzar allí su presencia. Por desgracia, después de la caída de Port Arthur y el final de la Guerra ruso-japonesa, la historia de la presencia rusa y/o soviética en la región se reduce a la mera defensa de las propias fronteras y a la recuperación de los territorios anexionados (el sur de Sajalin y las islas Kuriles).
En un contexto, además, en el que la explotación de las inmensas reservas del Extremo Oriente (excluyendo los recursos pesqueros y petrolíferos de la plataforma continental de Sajalin), siguen en estado embrionario.
Sin olvidar el hecho de que, en los últimos veinte años, se venga observando un sensible descenso de la población rusa y de la presencia militar de Rusia en aquella región.
Esto no debe continuar por mucho tiempo más. Rusia tiene que buscar la forma de explotar aquellos territorios y garantizarles seguridad.
En caso contrario, la historia de Port Arthur podría repetirse, esta vez en nuestro propio país. Conviene repasar la historia y no olvidar que, en vísperas de la Guerra ruso-japonesa, la correlación de fuerzas entre los contendientes era mucho más equilibrada de lo que lo es ahora...