domingo, 6 de abril de 2014

Port Arthur/Luyshun y una lección para aprender

Port Arthur: una lección olvidada de la Historia 




Ilia Kramnik, RIA Novosti

El 24 de mayo de 1955, la URSS entregó a China la base naval de Port Arthur, culminando así una historia de casi sesenta años de conflictos en torno a esta ciudad, que ha cambiado de manos entre China, Rusia y Japón en varias ocasiones.

La ciudad, que los chinos llaman Luyshun (Luyshunkou), fue fundada en el lugar que ocupaba una pequeña aldea de pescadores con este mismo nombre en los años 80 del siglo XIX. Lo de Port Arthur le viene del hecho de que, durante el verano de 1860, en aquel pequeño puerto estuvo reparando su barco un teniente inglés, se llamaba William C. Arthur. Este nombre dado por los ingleses fue posteriormente adoptado también por Rusia y otros países europeos.

La razón primordial que explica la aparición y el auge de la ciudad se halla en la comodidad de sus bahías que, con unos pequeños retoques de dragado en sus canales de acceso y en los espacios de fondeo, constituían un puerto natural extraordinariamente amplio. Este puerto incluía una rada occidental perfectamente protegida del viento y del oleaje, una rada oriental menos amplia, pero más profunda, y una zona de fondeo exterior.

La recién construida ciudad de Port Arthur estaba destinada a cambiar de dueño muy pronto. En 1894, durante la Guerra chino-japonesa la ciudad fue ocupada por Japón. En 1895, sin embargo, debido a la presión de las grandes potencias, Japón se vio obligado a devolverle la ciudad y su puerto a China. En diciembre de 1897, serían los buques de guerra rusos los que harían su aparición. Toda China y, muy especialmente, su zona costera era, en aquel momento, uno de los escenarios en los que se desarrollaba la rivalidad entre Rusia, Gran Bretaña, Alemania y Japón. De modo que la aparición de la escuadra al mando del contralmirante Dubasov, que cumplía órdenes directas del Emperador Nicolás II, respondía a la aspiración rusa a hacerse con una base naval en esa zona estratégica antes de que lo hicieran los ingleses o los alemanes. Cerca de Port Arthur también se empezaba a levantar otra ciudad, dotada de un puerto comercial que recibió el nombre de Dalny (Dalian).

La base naval de Port Arthur debía defender desde el mar la península de Liaodong (Guandong), que había sido dada en arriendo por 25 años a Rusia, en virtud del Tratado ruso-chino, firmado en Pekín en 1898.

En el territorio conseguido por Rusia, se habilitó la región de Guandong, en la que comenzó un rápido desarrollo económico. La ciudad de Dalian, bien construida y equipada, se convirtió pronto en uno de los puertos más importantes de China, ocupando el segundo puesto (después de Shanghái) por el volumen de mercancías facturadas entre todos los puertos del continente desde el Mar de Ojotsk hasta el Mar de la China Meridional.

En 1904, como consecuencia de una larga cadena de conflictos, estalló la guerra entre Rusia y Japón, apoyado éste último por Gran Bretaña. Japón empezó sus operaciones militares atacando a la flota rusa en Port Arthur, donde acabaron fuera de combate por el ataque de los torpederos japoneses los acorazados de línea Zarevich y Rattvisan y el crucero Palas; y en Chemulpo, donde, tras un combate en inferioridad de fuerzas con la escuadra japonesa, se fue a pique, hundido por su propia tripulación, el crucero Variag y acabó destrozado el cañonero Coreano. Las tropas japonesas, que habían desembarcado ya en el continente, comenzaron su avance hacia el norte, en dirección hacia la Manchuria controlada por los rusos, y hacia el sur, en dirección hacia Port Arthur.

En el verano de 1904, las tropas japonesas llegaron hasta Port Arthur y la sometieron a asedio. El 23 de diciembre de 1904, la ciudad se entregó al enemigo. En 1907, un tribunal determinaría que el responsable de la defensa de la ciudad, el Teniente General Stessel, había dado de forma consciente los pasos necesarios para entregar la ciudad, "en unas condiciones poco beneficiosas y humillantes para Rusia, a pesar de la opinión contraria del consejo militar y sin que se hubieran agotado todos los medios de defensa con que se contaba".

Los siguientes cuarenta años, Port Arthur y toda la península de Guandong quedaron en manos de los japoneses, en virtud de lo dispuesto en el Tratado de Portsmouth. Durante las dos guerras mundiales, la ciudad estuvo fuera de los escenarios bélicos principales hasta el 22 de agosto de 1945, cuando los paracaidistas soviéticos tomaron Port Arthur, haciendo prisionera a la guarnición japonesa.

En virtud del tratado que firmaron ese mismo mes China y la Unión Soviética, Port Arthur fue alquilada a la URSS por 30 años para ser usada como base naval. En esta ocasión, sin embargo, ni se planteó la concesión de la ciudad de Dalny y del resto de Guandong. El 12 de octubre de 1954, no obstante, después de finalizada la Guerra de Corea, se firmó un acuerdo por el que se decidió la devolución de Port Arthur a China y la retirada de las tropas soviéticas de esta ciudad.

La devolución de Port Arthur era un final lógico, ya que China, fuerte y unida, que salió de la guerra civil, no tenía ninguna intención de tolerar la presencia en su territorio de fuerzas extranjeras, incluso si se trataba de fuerzas de un país amigo.

La historia de la lucha por Port Arthur y, en general, por toda la región Asia-Pacífico sirve para extraer algunas lecciones de provecho futuro.

La creciente importancia de esta zona en el mundo actual, así como el papel que siguen jugando los puertos y las bases navales, ilustran mejor que nada hasta qué punto era acertado el deseo de Rusia de reforzar allí su presencia. Por desgracia, después de la caída de Port Arthur y el final de la Guerra ruso-japonesa, la historia de la presencia rusa y/o soviética en la región se reduce a la mera defensa de las propias fronteras y a la recuperación de los territorios anexionados (el sur de Sajalin y las islas Kuriles).

En un contexto, además, en el que la explotación de las inmensas reservas del Extremo Oriente (excluyendo los recursos pesqueros y petrolíferos de la plataforma continental de Sajalin), siguen en estado embrionario.

Sin olvidar el hecho de que, en los últimos veinte años, se venga observando un sensible descenso de la población rusa y de la presencia militar de Rusia en aquella región.

Esto no debe continuar por mucho tiempo más. Rusia tiene que buscar la forma de explotar aquellos territorios y garantizarles seguridad.

En caso contrario, la historia de Port Arthur podría repetirse, esta vez en nuestro propio país. Conviene repasar la historia y no olvidar que, en vísperas de la Guerra ruso-japonesa, la correlación de fuerzas entre los contendientes era mucho más equilibrada de lo que lo es ahora...

sábado, 5 de abril de 2014

Un valiente tanquista español rechaza un ataque estando ciego

García Esteban, el tanquista español que siguió luchando pese a quedar ciego
Manuel P. Villatoro - ABC

En 1923, este heroico sargento detuvo, con su carro de combate, un ataque enemigo en Marruecos a pesar de haber perdido la vista



En el comienzo del SXX, hablar sobre la contienda que España mantenía en el Norte de África contra los cabileños era como hacer referencia a una mala pesadilla. Y es que, decenas de soldados de nuestro país fallecían casi a diario en aquel paraje al verse superados por las tropas rifeñas. Sin embargo, esta guerra pronto se convirtió también en sinónimo de heroicidad y valentía, dos características que, precisamente, pueden atribuirse al sargento de infantería Mariano García Esteban, un valeroso carrista de nuestro país que, embutido en su blindado «Renault», siguió combatiendo contra los marroquíes el 5 de junio de 1923 tras quedarse ciego debido a un disparo enemigo. A la postre, este acto le valió ser galardonado con la Cruz Laureada de San Fernando, lo que le convirtió en el primer tripulante de un carro de combate español en recibir tan alto honor.
Corría por entonces 1921, una época en la que España se encontraba combatiendo, fusilazo para arriba y sablazo para abajo, contra varias tribus del Norte de África. Y es que, en aquellos años nuestro país buscaba afianzar el Protectorado que, décadas atrás, le había sido concedido por decreto internacional en Marruecos. De esta forma, miles de soldados partían continuamente desde la Península hasta las calurosas tierras del Rif con el único objetivo de lograr poner paz en un territorio que, levantado en armas contra la ocupación, dio más quebraderos de cabeza que alegrías a los hispanos.
Sin embargo, y a pesar de lo fácil que parecía en principio acabar con unas fuerzas que carecían de carros de combate y aviación, los rifeños se convirtieron en una constante molestia para las tropas de nuestro país. A su vez, tampoco benefició a los españoles la aparición de líderes como Abd el-Krim, un cabileño que se rebeló contra las autoridades peninsulares y logró poner en jaque a los oficiales hispanos gracias a su extenso conocimiento del terreno.
Finalmente, la situación terminó de recrudecerse cuando, a finales de julio de 1921, los rifeños cercaron el campamento español de Annual (a 60 Km. de Melilla) y, tras varios días, acabaron con la vida de entre 8.000 y 10.000 soldados españoles cuando éstos se retiraban. Tal fue la masacre, que aquel suceso quedó grabado con letras de sangre en los libros de historia peninsulares como el «Desastre de Annual».

El convoy a Tizzi Azza

En los meses siguientes a esta matanza, las tropas de Abd el-Krim continuaron tomando, a base de espada y lanza, los diferentes pueblos y fuertes en los que ondeaba la rojigualda. Al parecer, esto fue demasiado para los oficiales hispanos quienes -hasta el chambergo de cosechar derrotas en sus historiales- decidieron calzarse las botas e iniciar, en 1923, una operación militar para detener el avance enemigo. Ansiosos de cobrarse venganza, los españoles pusieron los ojos sobre el que sería uno de sus primeros objetivos: Tizzi Azza, una posición ubicada a menos de 100 km de Melilla y que necesitaba ayuda por encontrarse asediada por los cabileños.
Así pues, el calendario marcaba el mes de junio cuando los españoles iniciaron los preparativos para socorrer a sus compatriotas cercados. Concretamente, se estableció que un convoy escoltado por varias columnas de infantería atravesaría el Norte de África e introduciría suministros en la desesperada posición de Tizzi Azza. Esta era, por descontado, una tarea difícil, pues los rifeños sabían que la única forma de desalojar a los hispanos de aquel lugar sin perder una gran cantidad de hombres era esperar a que los defensores murieran de hambre y sed o se quedaran sin munición.
«En tan molesta situación (…) se hacía indispensable batir al osado provocador y darle la verdadera sensación de nuestra fuerza y poder. El día 1 (…) se trazó un plan para aprovisionar las posiciones del sector de Tizzi Azza y ocupar y fortificar algunos puntos que asegurasen con toda garantía el camino que, en lo sucesivo, habría de seguir el convoy, batir la harca echándola de los alrededores y evacuar los heridos y enfermos de aquellas posiciones», destaca el Servicio Histórico Militar como autor conjunto de la obra «Historias de las campañas de Marruecos» (ubicada en el Instituto de Historia y Cultura Militar).
Con todo, fue necesario aguardar unas jornadas más de lo esperado para realizar la misión. «Hasta el 5 no fue posible llevar a cabo el referido plan, ya que con el desgaste sufrido en los anteriores combates se habían disminuido los efectivos de las fuerzas de choque, además de que era preciso concentrar un gran número de ellos que nos diera superioridad sobre el enemigo y reunir los elementos de municionamiento, enlaces y ganado para el convoy que había de llevarse tanto a las posiciones ocupadas como a aquellas que se pretendían establecer», se añade en el texto.

Un plan minucioso

Una vez dispuesto el convoy, se estableció que siete columnas abrirían paso y asegurarían el avance a través de las múltiples colinas que rodeaban la posición de Tizzi Azza. Para ello, las fuerzas se dividieron en tres grupos. El primero, al mando del coronel Fernández Pérez, estaría formado por cuatro unidades y se encargaría de proteger el flanco izquierdo. El segundo, a las órdenes del coronel Salcedo, lo compondrían dos subgrupos con la tarea de asegurar las posiciones del ala derecha. Finalmente, un último grupo, dirigido por el general Echagüe, se situaría en reserva.
A pesar de la aparente simplicidad del objetivo, la misión era sumamente peligrosa, pues, cuando los rifeños descubrieran las intenciones de los españoles, podrían usar su mayor conocimiento del terreno para atrincherarse encima de los montículos y, desde una ventajosa posición elevada, soltar una mortal lluvia de fuego sobre los soldados hispanos.
No obstante, los tropas de nuestro país contaban con una novedosa arma que, hacía pocos meses, había llegado de la Península para batir a los rifeños: una compañía de carros de combate «Renault FT-17» -armados principalmente con ametralladoras- y contra los que los moros poco podían hacer. Concretamente, la unidad formaba parte de una de las cuatro columnas del flanco izquierdo y se dividía, a su vez, en dos compañías (cada una de cuatro blindados) dispuestas a dar más de un dolor de cabeza a los rifeños. Su objetivo estaba claro: cubrir el avance de sus compañeros a pie.

Comienza la batalla

La operación comenzó con los primeros despuntes del alba del 5 de junio. Sin embargo, y para sorpresa de los oficiales peninsulares, los rifeños se adelantaron a los movimientos de las tropas españolas y, tras un breve avance hispano, abrieron fuego sobre ellas desde varios barrancos cercanos. Esta acometida fue especialmente violenta en el flanco izquierdo, donde se hallaban las dos compañías de carros «Renault». Bajo un fuego constante, el capitán de los blindados no dudó y ordenó a sus ocho carros dirigirse a toda cadena hacia los hombres de Abd el-Krim para contener el ataque. Inmediatamente, los ingenios acorazados españoles (aunque de fabricación francesa) giraron sus torretas y, ruedas en movimiento, iniciaron el camino atravesando una intensa lluvia de balas.
Fue aproximadamente a las siete y media de la mañana cuando los «Renault» abrieron un fuego ametrallador intenso sobre los rifeños, quienes, lejos de retirarse, se parapetaron tras todo tipo de trincheras y pedruscos y continuaron lanzando balas contra aquellos extraños artilugios. La situación era, cuanto menos, tensa, pues los carristas sabían que debían resistir en aquella posición para evitar que la infantería española fuera hostigada y flanqueada. Una buena parte del peso de la batalla se encontraba, en definitiva, sobre las anchas espaldas metálicas de estos blindados y sobre los hombros de los militares que, desde su interior, disparaban contra los cabileños.

García Esteban, al asalto

Durante los siguientes minutos, el fuego se recrudeció sobre los blindados, los cuales, aunque podían resistir los disparos enemigos, tenían también aberturas y mirillas a través de las que podían entrar las balas enemigas. Para su desgracia, la sección que más balas tuvo que resistir fue la segunda. De hecho, la violencia del ataque cabileño fue tal que el alférez que se encontraba al mando de este grupo fue herido de gravedad y tuvo que retirarse hasta las líneas hispanas para ser atendido.
García Esteban, el carrista español que siguió luchando contra los rifeños tras quedarse ciego
INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA MILITAR
Mariano García Esteban a los 29 años
Con su superior herido, el mando de la sección de blindados quedó a cargo del sargento de infantería Mariano García Esteban, el encargado del carro de combate número 9. Este militar, lejos de verse superado por el miedo, preparó su arma desde las tripas del «Renault» y, ametralladora en mano, ordenó a su conductor avanzar sobre las posiciones enemigas a toda velocidad. «Esteban avanzó en virtud de órdenes recibidas sobre las trincheras enemigas, siendo recibido con nutridísimo fuego, consiguiendo no obstante desalojarlas y causar numerosas bajas», determina un informe realizado años después en la Península sobre los sucesos y que ha sido cedido a ABC por elInstituto de Historia y Cultura Militar.

El héroe ciego

«Una vez alcanzado el objetivo propuesto, y ya rebasada la línea de trincheras, (Esteban) ordenó al conductor que hiciese un alto con el doble objetivo de evitar el consumo y hacer fuego con mayor precisión sobre un grupo de moros que descubrió parapetados en un morabito a su izquierda, pero apenas iniciado el fuego, un proyectil disparado a muy corta distancia penetró por la mirilla de la torre desde la que observaba al enemigo, produciéndole heridas que le causaron instantáneamente la pérdida del ojo derecho y grave lesión en el izquierdo con pérdida (severa) de la vista», destaca el documento.
Herido de gravedad y sin apenas visión, lo lógico hubiera sido que García Esteban se retirara hacia la retaguardia española para ser atendido con urgencia. En cambio, el sargento sabía que, si abandonaba su puesto, los cabileños penetrarían por el hueco dejado por su «Renault». Por ello, desoyendo los consejos de su conductor, decidió mantener la posición y seguir disparando sobre los enemigos. «Sobreponiéndose al intenso dolor producido por las heridas, conservando la imagen y situación del enemigo y demostrando una fortaleza de espíritu y una abnegación difícilmente igualada continuó haciendo fuego por ráfagas, (…) con objeto de evitar el efecto moral que hubiera producido en el enemigo si no se continuaba disparando desde el carro», completa el texto cedido pro Instituto de Historia y Cultura Militar.
El sargento continuó disparando durante varios minutos y únicamente consintió ser evacuado cuando hubo disparado cada uno de los proyectiles que quedaban en la ametralladora de su «Renault». Una vez en el campamento hispano, y según varios testigos, García Esteban dirigió la siguiente frase al oficial de la compañía de carros: «¡Todo por la Patria, mi capitán. Qué le vamos a hacer!». Mientras, en el resto del campo de batalla, la contienda se detenía debido al ingente número de enemigos.
Un año después García Esteban se quedó totalmente ciego tras una larga y dolorosa convalecencia. Esta desgracia hizo que fuera derivado al Cuerpo de Inválidos, donde, con el paso del tiempo, llegó a ascender a general de brigada. Por su parte, España reconoció sus méritos y su valentía otorgándole la Medalla Militar Individual en 1923 y, cinco años después, la Cruz Laureada de San Fernando –lo que le convirtió en el primer carrista español en lograr tal distinción-.

viernes, 4 de abril de 2014

Nosotros en la historia en 40 fotos

40 imprescindibles fotos del pasado
Galeria de fotos que no podes perderte

Una mujer con máscara de gas y carrito de bebé adaptado. Inglaterra, 1938.


 Desempaquetando la cabeza de la estátua de la Libertad. Nueva York, 1885.


Elvys en la Armada. 1958.


Animales como terapia médica para niños. 1956.


Probando chalecos anti balas. 1923.


Charlie Chaplin a la edad de 27 años. 1916.


La catástrofe del Hindenburg. 6 de Mayo de 1937.


Hipopótamo tirando de un carro de circo. 1924.


Annette Kellerman promocionando un vestido de baño ajustado y de una pieza. Fue arrestada por indecencia. 1907.(para mí, una de las mujeres más bellas de la Historia)


Annie Edison Taylor, la primera persona en atravesar viva las cataratas del Niágara en un barril. 1901.


Una mujer de 106 años protege su hogar en Armenia. 1990.


Jaula para niños, para garantizar que recibían suficiente aire fresco y luz solar aún viviendo en apartamentos de grandes ciudades. 1937.


El payaso Ronald McDonald original. 1963.


Cafetería para empleados de Disneyland. 1961.


Escabrosa publicidad de Atabrine, un medicamento anti malaria. Papúa Nueva Guinea durante la Segunda Guerra Mundial.


Soldado comparte plátanos con una cabra durante la batalla de Saipan, 1944.


Una niña con su muñeca espera en las ruinas de su casa derribada por los bomardeos. Londres, 1940.


Construcción del muro de Berlín. 1961.


Soldado desconocido en la guerra de Vietnam. 1965.


Librería londinense destruida por los bombardeos aéreos. 1940.


Walter Yeo, una de las primeras personas en ser sometidas a cirugía plástica avanzada y transplante de piel. 1917.


Máquinas expendedora de crema solar. 1949.


Midiendo el largo de los trajes de baño. Si eran demasiado cortos, la mujer recibía una multa. Años 20.


Martin Luther King con su hijo quitando una cruz quemada de su jardín. 1960.


El propietario de un hotel vierte ácido una piscina, en la que algunas personas negras están nadando. 1964.


Salvavidas en la playa. Años 20.


Prótesis ortopédicas. Reino Unido, 1890.


Madre y su hijo observando el hongo de una explosión atómica en los test nucleares. Las Vegas, 1953.


Madre avergonzada se tapa la cara tras poner a la venta a sus cuatro hijos. Chicago, 1948.


Niño austriaco recibe unos zapatos nuevos durante la Segunda Guerra Mundial.


Oficiales y cadetes de Hitler celebran la navidad. 1941.


Cena de navidad durante la Gran Depresión.


El Winnie the Pooh original. 1927.


Los últimos presos de Alcatraz abandonan la prisión. 1963.


Maniquíes y figuras fundidas tras el incendio del museo de cera de Londres. 1930.


Un chimpancé astronauta posa tras su exitosa misión al espacio. 1961.


Alcohol ilegal incautado durante la Ley Seca. Detroit, 1929.


Estudiantes de Princeton después de una guerra de bolas de nieve contra los novatos. 1893.



Un “bello” suicidio desde la planta 83 del Empire State Building de Nueva York. 1947.


El tráfico la primera mañana en que Suecia cambió el carril por el que se debía circular, pasando del izquierdo al derecho. 1967.


jueves, 3 de abril de 2014

Brown, heroico marino y productor rural

Un marino heroico y productor rural 
Mayo 12th, 2012 
Una faceta poco conocida del almirante Guillermo Brown fue su condición de chacarero. Antes de empezar su carrera naval en el país, el marino decide vivir en Buenos Aires. 

Vistiendo como un criollo, con poncho pampa como abrigo y hablando unas pocas palabras en español, compra unos terrenos anegadizos en el Bañado de Barracas. Como en cada sudestada la zona se inundaba, se decide rellenar el terreno donde se va a levantar la casa, tarea que le fue encomendada a su amigo, el alarife Mateo Reid, quien la proyecta y construye. Era de estilo inglés y contrastaba con las otras quintas de la zona. El frente de la propiedad tenía una verja de material combinada con la reja que la separaba de la calle de tierra y un amplio portón de hierro de dos hojas. Al pie de cada pilar de la entrada, plantados en forma oblicua, a manera de poste, dos cañones, algo carcomidos por el tiempo. Estaban para resguardar la entrada, para evitar que algún conductor distraído en el manejo de los carros atropellara la pared. Se la conocía como la casa "de los cañones" o la "mansión del inglés" 

 
Fotografìa de la quinta de Guillermo Brown - Witcomb 

La casa estaba rodeada de árboles: sauces, álamos y cipreses. Brown cultivaba frutas y verduras en forma personal. El mismo dirigía la cosecha de alfalfa, que era uno de sus medios de subsistencia. Conocía el trabajo de campo, seguía así su tradición por pertenecer a una familia de agricultores y no de marinos. Había nacido en un hogar labriego, humilde y católico. Su padre tenía una pequeña heredad en Foxford, condado de Mayo, Irlanda. Un país casi enteramente rural y sojuzgado. Era su lugar de nacimiento. 

 

Cuando sus compromisos con la Patria no lo requerían, se dedicaba a las tareas rurales, que sólo interrumpía para hacer los viajes a Quilmes, donde se ocupaba de la venta de caballos, y a Colonia, Uruguay, donde tenía arrendados unos campos. Con el tiempo, el chacarero compra más tierras y las suma a su quinta, que llega entonces hasta la costa en el Río de la Plata. Sobre la "calle del héroe Brown", hoy avenida Martín García, hace construir siete casitas para guardar las herramientas y para que las utilicen los trabajadores. Las tareas rurales las combinaba con las celebraciones religiosas, con las obras benéficas y con sus amigos irlandeses. Madrugador, modesto, recatado en los actos comunes, frugal en las comidas, poco amigo de las bebidas, así era el chacarero. Buen jinete, salía a caballo, a veces cubierto con un poncho, bordeando la costa del río, eludiendo la muchedumbre del centro. Iba desde su quinta de Barracas hasta Recoleta. 

Por el decreto 18.536 del 22 de junio de 1948, el lugar donde estuvo su quinta, Martín García 584, fue declarado lugar histórico. Una placa recuerda: "En este lugar se alzó la casa donde vivió el almirante Guillermo Brown y aquí falleció...". La placa no evoca su condición de chacarero, tarea que desempeñó en ese lugar durante tantos años. 

por Susana Boragno 
Fuente: 
Diario La Nación 12/5/2012 
Dias de Historia

miércoles, 2 de abril de 2014

Schweizer cuenta como fue tomar Moody Brook


Aquel 2 de abril


Reportaje a Bernardo Schweizer, Comando Anfibio, que junto a Eduardo Cequeira dieron comienzo a la recuperación de las Islas Malvinas en los últimos minutos del 1 de abril de 1982


Capitán de Navío (IMARA) Bernardo Schweizer

Lo hicimos y lo hicimos bien y regresamos algunos, enviando a los usurpadores ingleses de regreso a su país, ellos todos sanos


DeySeg ¿Cómo se entera que iba a participar de la recuperación de la Islas Malvinas?
Bernardo Schweizer: En realidad me entero extraoficialmente por un camarada de la Base de Mar del Plata, todavía teníamos allí a nuestra Agrupación, que me vino a saludar y me dijo que tuviera cuidado porque se trataba de una misión de riesgo. Oficialmente fue a borde del destructor Santísima Trinidad cuando nuestro comandante el Capitán Sánchez Sabarots nos indicó la misión que íbamos a realizar.

Deyseg: Las operaciones de comandos requieren una minuciosa preparación, ¿Cuándo se preparó entonces esta delicada la misión?
BS: Si, las operaciones de comandos requieren de una minuciosa preparación. Se trata de conseguir terrenos similares a los que se va a transitar y se trabaja con maquetas a fin de solucionar todos los problemas que se puedan preveer. En este caso trabajamos a bordo del Santísima Trinidad en base a mapas, fotografías aéreas y a una maqueta que hicimos de apuro.

Deyseg:¿Cuál fue la playa seleccionada para el desembarco de los Comando Anfibios?
BS: La playa seleccionada inicialmente en la planificación, era un brazo denominado Mullet Creek dentro de Puerto Enriqueta (Port Harriet), pero finalmente el destructor nos dejó un poco más lejos, la navegación con los botes fue dificultosa por que las algas se enredaban en las hélices y debíamos levantar los motores fuera de borda para quitarlas. Por esos contratiempos, las horarios planificados se nos venían encima y decidí desembarcar en Playa Verde, que era una alternativa más cerca en cuanto a la navegación que debían hacer grueso de los Comandos Anfibios con los botes, pero que a su vez nos alejaba un kilómetro del objetivo en el tránsito terrestre. Además desembarcando en esta playa debíamos caminar entre dos lagunas y nos preocupaba que por la época hubiera terrenos anegados, pero no fue así. La elección precipitada de Playa Verde fue una gran suerte porque posteriormente encontramos en Mullet Creek posiciones de Royal Marines con ametralladoras. Nosotros hicimos la preparación de la misión con la indicación de que habría factor sorpresa, pero en realidad los ingleses nos esperaban.

Deyseg: En qué condiciones llegó el grupo "Cachiyuyo" a Playa Verde?
BS: En la navegación hacia las Islas uno de los kayaks que íbamos a emplear se rompió a consecuencia de una tormenta –lo partió un tambor de combustible -, entonces el grupo Cachiyuyo debió llegar a la playa con dos botes y un solo Kayak. Este grupo era la avanzada que reconocería la playa para dar seguridad al desembarco del resto de los Comandos Anfibios. Partimos desde el destructor en dos botes llevando a remolque el Kayak. Cuando estábamos a una media milla de la costa, los botes hicieron una estación y nos desprendimos con el entonces cabo principal Eduardo Sequeira en el kayak, ya que es una embarcación sumamente discreta para la aproximación. Alcanzamos la playa aproximadamente a las 22,45 del 1 de abril. La misma estaba libre, se aproximaron los dos botes –éramos 20 Comandos en total- y procedimos a dar seguridad para la llegada de los restantes 19 botes que alcanzaron Playa Verde entre 23,15 y 23,30 hs. Anecdóticamente puedo decir que mientras nos aproximábamos a la playa yo venía observando con el anteojo de visión nocturna y la luz luna que se iba a ocultar a las 23.00 me daba de frente y me ocasionaba no pocas molestias en la vista.




Deyseg: ¿ En qué condiciones encuentran el cuartel de los Royal Marines?
BS: Al llegar la totalidad de los Comandos a la playa, nos quitamos los trajes secos y cargamos nuestras armas y mochilas. Un grupo de 16 hombres al mando del capitán Giacchino se separó para dirigirse a la casa del Gobernador de las Islas. El grupo mayoritario entre los que me encontraba, marchamos hacia el cuartel de los Marines. Caminamos primero paralelo a Mullet Creek, bordeamos el monte William y con mi grupo cruzamos el arroyo Moody y lo bordeamos. En total éramos siete equipos y cada uno de ellos tenía un objetivo particular dentro del predio del cuartel. Se tiraron algunos gases lacrimógenos y se hicieron disparos de advertencia, teníamos órdenes de no ocasionar bajas a los ingleses, pero finalmente la unidad estaba vacía.



Deyseg: ¿Por qué pasa tanto tiempo entre que asaltan el cuartel de los RM hasta que avanzan hacia la casa del gobernador de las Islas?
BS: Primero tuvimos que esperar hasta que aclarara a fin de poder revisar el cuartel en su totalidad, además teníamos que dar seguridad por si los Marines retornaban. Escuchábamos el ruido de los disparos que provenían de la casa del gobernador donde luchaban los hombres de Giacchino. Asegurado definitivamente nuestro objetivo, comenzamos a avanzar hacia la localidad que estaba a unos 5 kilómetros. Enseguida comenzaron a entregarse los primeros Marines que encontramos a nuestro camino. Al llegar a la gobernación nos enteramos que teníamos tres bajas. El Capitán Giacchino estaba muy grave y lamentablemente falleció momentos más tarde en el hospital de Puerto Argentino.


DeySeg

martes, 1 de abril de 2014

GCE: El Ebro representó el eje del conflicto


En el Ebro se decidió la guerra
VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA - ABC

Los combates en Teruel, el Alfambra y Levante fueron el prólogo de una acción que agotó militarmente a la República


Soldados de la 46 División del Ejército Popular avanzan sobre las líneas nacionales, durante la ofensiva republicana en el frente del Ebro, en 1938

A finales del año 1937, el ejército republicano lanzó una poderosaofensiva contra Teruel. En medio de unas terribles condiciones climáticas, sus hombres consiguen romper las líneas nacionales y aislar a la guarnición de la ciudad, que cae finalmente en manos republicanas el 8 enero de 1938.
Las operaciones continúan, pues las tropas nacionales contraatacan y recuperan la ciudad en febrero, en el transcurso de la Batalla del Alfambra. Toda esta serie de combates ha producido un gran número de bajas en ambos ejércitos, pero no sólo deja más debilitadas a las fuerzas republicanas, sino que la iniciativa queda en manos de los nacionales, quienes en menos de un mes articulan un ataque generalizado en un amplio frente en tierras aragonesas.
La ofensiva logra éxito tras éxito, tomando no sólo todo el territorio aragonés que aún está en poder de la República, sino que consigue, incluso, internarse en Cataluña y llegar a Lérida. Pero, sobre todo, los nacionales han podido dividir en dos el territorio enemigo con la llegada al Mediterráneo por Vinaroz el 15 de abril de 1938.
Tras todos estos reveses —aunque los republicanos logran a duras penas estabilizar el frente—, todo hace suponer que la caída de Cataluña es inminente. Sin embargo, en lugar de proseguir la ofensiva hacia Barcelona, los ejércitos nacionales deciden avanzar en dirección a Valencia a lo largo de la costa.
A pesar de que consiguen tomar Castellón, su ofensiva es detenida en torno a las diferentes líneas defensivas articuladas a tal efecto. Parece un alto momentáneo en las operaciones en tierras levantinas, pero, antes de que estas se reanuden, se va a producir el enfrentamiento determinante: el cruce del Ebro, el esfuerzo final de la Repúblicapor ganar la contienda, o al menos prolongarla hasta que se funda con el que se cree ya inminente conflicto europeo. La batalla constituye elchoque decisivo de la guerra y, aunque el ejército republicano alcanza en ella su madurez operativa, el resultado final marca la suerte de la República, incapaz de contrarrestar el poderío militar de las tropas de Franco.

El Ebro

A pesar de la desastrosa campaña de Aragón, la moral republicana es aún relativamente alta y, aunque el plan constituye una apuesta arriesgada, se vuelca en él todo tipo de recursos: la idea es cruzar el Ebro en un amplio frente, romper las líneas nacionales y unir las dos zonas en que ha quedado dividido su territorio. Al mismo tiempo, se pretende aliviar la situación en el Levante e impedir la caída de Valencia.
El asalto comienza el 25 de julio de 1938 entre las poblaciones de Mequinenza y Cherta. Las tropas alcanzan la otra orilla del río por diferentes puntos y cogen a las fuerzas nacionales totalmente desprevenidas. El avance inicial es tan inesperado que se decide, incluso, abrir las compuertas de las presas sobre el Ebro para frenar la acometida.
Se enfrentan las mejores unidades de uno y otro bando y los combates son encarnizados. A pesar del éxito momentáneo, la ofensiva es frenada y el 6 de agosto tiene lugar el primer contraataque nacional. Es el principio de una terrible batalla de desgaste, con los republicanos aferrados al terreno conquistado y las fuerzas nacionales empeñadas en desalojarlos de sus posiciones: Gandesa, Sierra de Pandols, Corbera, Cavalls… serán escenarios de durísimos combates, mientras en el aire la aviación republicana y la nacional se baten en un constante duelo.
El punto de inflexión de la batalla tiene lugar tres meses más tarde, el 30 de octubre. Tras un intenso bombardeo previo, las fuerzas nacionales lanzan un poderoso ataque que rompe las defensas republicanas obligando a sus unidades a replegarse y recruzar el Ebro en retirada el día 15 de noviembre. Los combates en el Ebro han finalizado. La más larga y más cruenta batalla de toda la guerra termina también con las esperanzas de la República, que está ya militarmente derrotada.

El Fin

Las fuerzas nacionales inician en diciembre su ofensiva sobre Cataluña. El frente se rompe por varios puntos y el avance nacional es continuado. El 26 de enero las tropas de Franco entran en Barcelona, mientras un gran número de refugiados se dirige hacia la frontera con Francia. Las últimas unidades republicanas la cruzan el día 10 de febrero. El fin de la guerra está próximo: en medio del caos político, la fuerza de la República se desintegra por las disensiones internas en torno a la estrategia a seguir: continuar la lucha o paz negociada. El 28 de marzo, los nacionales entran Madrid sin resistencia alguna. Con los dirigentes republicanos rumbo al exilio, el 1 de abril el ejército nacional emite su último parte: «La Guerra ha terminado».

Entre las dos guerras mundiales