Verbitsky acusa a amigo de Milani por el MTP y La Tablada
César Milani y Horacio Verbitsky son 2 rostros extremos del gobierno de los Kirchner. Ambos resultaron útiles a Cristina Fernández de Kirchner aunque se odian entre ellos. Casi casi logran repetir las contradicciones propias del peronismo 1973-1976... Milani acaba de marcharse a la jubilación, con varias causas judiciales pendientes. Verbitsky queda en escena y tendrá que convivir con otro tipo de jubilación, ya sea por Mauricio Macri o por Daniel Scioli. Mientras tanto, aprovecha para ajustar cuentas con Milani en un texto tan previsible como para el bostezo, con excepción de un dato muy interesante: identifica como aliado de Milani a quien 'intoxicó' a los extremistas del Movimiento Todos por la Patria, que fundó Enrique Gorriarán Merlo, cofinancista inicial del diario Página/12 para Jorge Lanata, y donde aún hoy día escribe el compungido Verbitsky:
Urgente 24
Ampliar
"(...) Martín Gabriel Botana Botana estaba en contacto con el abogado Jorge Baños (foto), integrante del grupo político MTP, quien lo hizo público en una conferencia de prensa. (...)".
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El contenido de Horacio Verbitsky en el diario Página/12 comienza sin novedades:
"La causa por presunto enriquecimiento ilícito arroja luz sobre algunas relaciones del general César Gerardo del Corazón de Jesús Milani que ratifican las sospechas sobre su actuación durante la dictadura militar.
(...) En el expediente que instruye el juez federal Daniel Rafecas, Milani está obligado a justificar con qué recursos compró en 2010 la imponente casa de O’Higgins 3636, en el barrio La Horqueta de San Isidro.
(...) Las informaciones publicadas sobre la presunta venta del departamento de Milani a Eduardo Enrique Barreiro lo mencionan como escribano o agente inmobiliario. Al margen de cuál sea su actividad actual, lo más relevante es el carácter militar de Barreiro, quien en 1982 fue hecho prisionero por los ingleses en la Bahía Ajax de las islas Malvinas. Oficial del arma de comunicaciones, Barreiro tiene la misma edad que Milani, aunque egresó como subteniente en la promoción siguiente a la del ex jefe de Estado Mayor. Pasó a retiro con el grado de capitán en 1992. El 6 de septiembre de 1977 participó en un operativo de “control e identificación de población” en La Plata. Según la información del Ejército, cuando el personal de la Tercera Sección de la Compañía B del Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell trató de ingresar en una casa de la calle 148, entre 27 y 28, del barrio Unión Villa España de Berazategui, los habitantes se resistieron y dos de ellos fueron abatidos. También murió un conscripto. En la casa había tres chicos. (...)".
Sin embargo, hacia el final del texto, lo de Verbitsky resulta interesante, no por Milani sino por otro militar amigo del renunciante:
"(...) Otra relación particular es la de Milani con el coronel Marcelo Oscar Granitto, quien era su asistente personal. El año pasado lo incluyó en la lista de ascensos a general de brigada. Ante una consulta del ministerio de Defensa acerca de las propuestas, el CELS opinó que debía negársele ese ascenso, dados los graves antecedentes que afectaban su idoneidad para esa jerarquía. La comunicación enviada en diciembre de 2014 recuerda que en diciembre de 1988 Granitto se unió al alzamiento del coronel Seineldín en Villa Martelli, para lo cual abandonó durante cuatro días sin previo aviso su destino en Comodoro Rivadavia. A raíz de ello se le impuso una sanción de 30 días de arresto, que luego se redujo a 20. En su descargo, dijo que seguía órdenes de Seineldín, cuyo alzamiento había reivindicado al Ejército.
Al mes siguiente, le contó a su primo hermano Martín Gabriel Botana, egresado de la promoción 33 del Liceo Militar San Martín, que Seineldín, el candidato presidencial Carlos Menem y el dirigente sindical Lorenzo Miguel planeaban sustituir al presidente Alfonsín por el vice, Víctor Martínez, o por un gobierno provisional, sin suspender las elecciones presidenciales ya convocadas para mediados de año.
Le explicó que no aceptaban más críticas por lo que llamó lucha antisubversiva y que exigían hipótesis de conflicto definidas, “sin descartar el combate con la guerrilla marxista” y eventuales enfrentamientos con Brasil y Chile. Según Granitto, había que eliminar la infiltración a toda costa. Mencionó como ejemplo a los periodistas Carlos Campolongo y Mónica Gutiérrez, a los dirigentes de la Coordinadora radical, el peronismo renovador y los marxistas, confesos o no, y dijo que iban a ser eliminados todos los que fueran necesarios. Agregó que mantendrían la Cámara de Senadores pero disolverían la de Diputados y los gremios no adeptos y que harían un cuadro con un representante de cada organización intermedia para controlar al gobierno: un representante de cada profesión, oficio o grupo trabajador, hasta el triunfo de Menem. Botana estaba en contacto con el abogado Jorge Baños, integrante del grupo político MTP, quien lo hizo público en una conferencia de prensa.
Pese a la desmentida de Menem y Miguel, la denuncia fue ratificada ante la justicia. Una semana más tarde Baños murió en el Regimiento de La Tablada durante su fallido copamiento, que se hizo simulando un nuevo alzamiento carapintada y convocando a la población a movilizarse en apoyo a la democracia. Ante el informe del CELS, el Poder Ejecutivo quitó el pliego de Granitto de la lista de ascensos presentada por Milani.
No obstante, el Jefe de Estado Mayor mantuvo a su amigo en actividad, con el grado de coronel mayor. Esta jerarquía cayó en desuso en el siglo XIX, hasta que en 1992 fue recreada por el jefe de Estado Mayor Martín Balza, como una distinción honorífica para aquellos oficiales que a pesar de sus merecimientos no ascendían por falta de vacantes.
Según la información oficial del Ejército, “dura solamente el año en que el que la ostenta, es nuevamente considerado y al abrirse nuevas vacantes, pasa a ostentar el grado de general de brigada... o sin seguir existiendo vacantes, pasa a retiro”. Haya engañado a su primo para inducir el acto desesperado del MTP o haya sido parte de un verdadero complot como el descripto, no fue la falta de vacantes sino estos negativos antecedentes la razón por la que el Poder Ejecutivo decidió no ascender a Granitto. Al contrario, con un generalato de 60 miembros, diez por ciento más grande que durante la dictadura, vacantes son lo que sobra en ese nivel."
miércoles, 15 de julio de 2015
martes, 14 de julio de 2015
Montoneros: Born cuenta sobre su secuestro
Habla Jorge Born
El empresario cuenta los detalles de su secuestro a manos de Montoneros. Un relato conmovedor, 40 años después.
Por María O'donnell*
Perfil
EL RECUERDO QUE VUELVE. Jorge Born se decidió a hablar para el libro de la periodista María O'Donnell y contó anécdotas de la famosa “Operación Mellizas” hasta ahora desconocidas incluso para su familia.
El empresario cuenta los detalles de su secuestro a manos de Montoneros. Un relato conmovedor, 40 años después.
Por María O'donnell*
Perfil
EL RECUERDO QUE VUELVE. Jorge Born se decidió a hablar para el libro de la periodista María O'Donnell y contó anécdotas de la famosa “Operación Mellizas” hasta ahora desconocidas incluso para su familia.
A lo largo de nueve meses,Jorge Born llevó un registro de cómo transcurría su vida en una “cárcel del pueblo” de los Montoneros. Al heredero de Bunge y Born, el mayor imperio económico de la época, redactar un diario le sirvió para combatir la angustia y el tedio. Escribir, además, le salvó la vida: gracias a las cartas que le dirigió a su padre, lo convenció de pagar 60 millones de dólares de un rescate doble, porque también habían secuestrado a su hermano Juan.
Jorge Born había pensado en preservar esos papeles y contaba con el consentimiento de sus captores: el jefe de los Montoneros, Mario Firmenich, le había sugerido que transformara esos apuntes en un libro. Sin embargo, en la antesala de su liberación, el 20 de junio de 1975, él mismo destrozó todas sus notas. Rompió las hojas manuscritas en la cara de Firmenich después de recibir la noticia de que Alberto Bosch, su mejor amigo de la infancia, un gerente de Molinos Río de la Plata que iba en el asiento delantero del auto el día que emboscaron a los hermanos Born, había muerto acribillado.
Con ese gesto de furia, Jorge Born enterró sus memoria del secuestro –que sigue siendo el más caro de la historia– por décadas. Con la publicación de “Born” quebró su silencio y contó detalles de Operación Mellizas que eran desconocidos, incluso, para su familia.
“Hasta ahora me callé la boca porque creí que no era conveniente que hablara. No le quería causar problemas a nadie”, explicó en las oficinas discretas para un hombre de su riqueza que ocupa en un edificio con una vista generosa a la Plaza San Martín. En la intimidad de la empresa, que su padre hubiera pagado a los Montoneros 60 millones de dólares por su vida y la de su hermano le resultó una carga pesada de sobrellevar.
María O’Donnell: ¿Algo pasó para que decidiera dar su testimonio después de cuatro décadas?
Jorge Born: Quería que se supiera la verdad, que se conociera del sufrimiento de mi padre, porque muchos se creyeron que todo se arregló con guita… Yo me quedé sin los papeles, porque se los rompí en la cara a Firmenich, pero me quedé con muchas cosas en la cabeza. Me trataron de arrinconar para que hablara y decidí hacerlo cuando no me sintiera acosado.
O’Donnell: ¿Por qué le pareció oportuno este momento?
Born: Cuando vino Néstor Kirchner y empezó todo otra vez yo no quería meter el dedo en la llaga. Hace poco allanaron las oficinas de Molinos (N. de R.: en el marco de una causa por delitos de lesa humanidad, que investiga si los directivos de la empresa cooperaron con la dictadura para la desaparición de integrantes de la comisión interna). ¿A vos te parece? Nosotros vendimos la empresa hace años y los gerentes están todos muertos. Es la historia de nunca acabar. Por eso mucha gente me dice que por fin conté la verdad…
O’Donnell: Su verdad incluye un relato sin culpas sobre aportes en negro a campañas electorales, corrupción en el gobierno de Menem y una bolsa de plata que recuperó mediante el pago de “comisiones” de todo tipo…
Born: De alguna manera, era mi plata, pero además… yo no quise ser hipócrita. Era así: o pagabas coima o te ibas del país, y hoy día sigue la misma corrupción, o peor… Todos tienen el culo sucio y nadie se anima a decir la verdad. Por eso creo que el problema de este país es más moral que económico.
Cuando lo liberaron, Jorge Born sorprendió a los periodistas que lo aguardaban en una conferencia de prensa clandestina al decir que su deseo más próximo era celebrar en familia su cumpleaños número 41, que cumpliría el 22 de junio de 1975.
Cuarenta años después, responde de manera similar.
O’Donnell: ¿Pensó en este aniversario redondo?
Born: No pienso en eso. En estas fechas, pienso en mi cumpleaños, que es el 22.
O’Donnell: Los secuestraron el 19 de septiembre de 1974: había muerto Juan Domingo Perón y gobernaba Isabel, ¿qué recuerda de la emboscada?
Born: Íbamos con mi hermano Juan en el asiento de atrás del auto. Adelante iba Bosch y manejaba (Juan Carlos) Pérez, un chofer que era muy hábil para esquivar. En otro auto iba la custodia. De repente nos chocaron, tiraron tiros… Yo me tiré al piso… A mí me dieron un golpe en la cabeza con un revólver, y mi hermano salió corriendo, pero lo agarraron enseguida y nos llevaron en una camioneta.
O’Donnell: Era una época de muchos secuestros extorsivos, ¿cómo vivían?
Born: Amenazados y aislados, en una quinta de San Isidro con Juan, en casas separadas, cada uno con su familia. Teníamos custodias por todos lados. Custodias y más custodias. Solo nos movíamos para ir a la oficina en el centro. De salir los fines de semana ni hablar. Las mujeres se querían ir del país, pero mi padre decía que teníamos 17.000 personas trabajando acá y que, pasara lo que pasara, nos teníamos que quedar.
O’Donnell: ¿Qué rol tenían ustedes en la compañía cuando lo secuestraron?
Born: Yo era el número tres y Juan tenía a su cargo la parte administrativa. Mi padre, que era el capo, tenía 70 y pico de años y Mario Hirsch, su segundo, más de 65. Los Montoneros dijeron: “Se nos van…”. Por eso nos agarraron a mi y mi hermano, que éramos tipos de 40 y 39 años.
O’Donnell: ¿Cómo se enteró su padre del secuestro de sus dos hijos mayores?
Born: En cuanto nos secuestran llamaron por teléfono a la compañía y pidieron hablar con el señor Born. Pero mi padre no los atendió. Pedían una locura: 100 millones de dólares.
O’Donnell: ¿Su padre no los atendió? ¿No quería pagar?
Born: Nunca estuvo dispuesto a pagar 100 millones. Se puso duro para negociar hasta el final. La pasó muy mal. Recibía todas las cartas y amenazas. Estaba solo: había mandado a mi madre y al resto de la familia a Punta del Este.
O’Donnell: ¿Su madre no lo presionaba para que pagara rápido?
Born: Por eso se la sacó de encima y la mandó al Uruguay.
O’Donnell: Mientras tanto, a ustedes los separaron y los metieron en celdas muy pequeñas, sin ventanas, sin baño, un espacio en penumbras y aislado, ¿cómo se adaptó?
Born: Cuando me preguntan cómo es el encierro siempre les digo que se metan en un baño, apaguen la luz y cierren la puerta. Verán que no es agradable. Hay que vencer la sensación de claustrofobia. Pero de entrada estuve tranquilo.
O’Donnell: ¿Qué le decían sus guardias?
Born: Lo primero que me dijeron fue: “Acá no funciona el tuteo: Usted me trata de usted”. Se tapaban con una bolsa de arpillera, estaban siempre encapuchados. Como fumaban, se ahogaban porque solo tenían abierto en la boca y en los ojos. Yo los escuchaba y pensaba: “Son unos pendejos de mierda”.
O’Donnell: Los Montoneros se habían dado a conocer el 1º de junio de 1970 con el asesinato de Aramburu, ¿temió correr su misma suerte?
Born: Cuando vi que la cosa duraba, pensé que no me iban a matar. Sabía que querían plata. Entonces empecé a pensar alternativas de supervivencia que me salvaran. Pero era muy cansador… A la noche probaban las armas para asustarme y me cortaban la luz y el aire. Al principio me resultaba desagradable estar con ellos. Los reconocía por la voz. Se creían que yo vivía como un rey y que en mi casa venían los valets a limpiarme las cosas. Unos tarados… No podían creer que yo supiera hacer la cama.
O’Donnell: Al cabo de un par de semanas de “adaptación” lo sometieron a un “juicio político”, ¿en qué consistió?
Born: Decían que tenían que demostrar el daño que la compañía le había hecho al país: que éramos antiperonistas, que habíamos apoyado a la Revolución Libertadora y financiado todos los golpes militares. Aunque era una compañía bien argentina, decían que era una multinacional que atentaba contra los intereses del país, como Cristina Kirchner ahora… En el juicio, ellos eran juez y parte. Se sentaban en una silla y yo en la cama. Me preguntaban pavadas, cómo tratábamos a los obreros y yo les contaba banalidades de la negociación salarial. Me decían que no tenían por qué existir los empresarios y los obreros, que en el país tenían que ser todos iguales…
O’Donnell: ¿Qué pasó con su hermano Juan durante el cautiverio?
Born: Le agarró una especie de trauma. Los Montoneros se empezaron a preocupar, porque había perdido un poco el equilibrio. Entonces me vinieron a ver a mí y me dijeron que me llevarían a verlo. Me quedé frío. Cuando me sacaron las vendas lo encontré tirado en la cama y me gritaba que yo era un fantasma, que Jorge estaba muerto…
O’Donnell: Habían pasado meses y su padre seguía sin negociar, ¿en qué momento se hace cargo usted de la negociación?
Born: Después de un tiempo volvieron a mí porque decían estar podridos de que mi padre no los atendiera. Entonces les di un teléfono de un amigo mío que era como si fuera mi hermano. El pobre tipo se convirtió en el correo. Un día le decían que fuera a Constitución, otro a Florida. Eran todos papeles que se intercambiaban. Solo sobre el final empezaron algunos llamados.
O’Donnell: ¿Y usted le escribió a su padre para que supiera del estado de Juan?
Born: Primero les dije que ellos no conocían a mi padre, que le podían poner un cuchillo en la garganta, pero que no le iban a torcer el brazo, aunque sus hijos estuvieran de por medio. Después les dije que, viendo cómo estaba mi hermano, si bajaban a 50 (millones) se podía empezar a conversar. Ahí arrancó la negociación. La cosa va y viene, y el asunto termina en 60 millones. Pero les dije que Juan tenía que salir después del pago de la mitad y ellos estuvieron de acuerdo: se lo querían sacar de encima volando.
O’Donnell: ¿Qué otras cosas le exigieron?
Born: Que se publicaran unas proclamas en diarios europeos y norteamericanos. Les dije que nadie las leería, pero accedí porque no costaban tanta plata. También pidieron un busto de Perón y Evita en cada fábrica… Taradeces… Lo más complicado fue el reparto de comida por un millón de dólares en todo el país, pero eso lo descontamos del monto total (del rescate), ¿te das cuenta?
O’Donnell: Y los pagos, ¿cómo se hicieron?
Born: Ahí vino la parte difícil. Quedó cerrado el deal (acuerdo en inglés), pero vino la cosa de cómo se entregaba la plata. Me preguntaron cómo hacemos, y me di cuenta de que no tenían estructura ni un pito. Les pregunté si sabían cuánto espacio podía ocupar el dinero que pedían. Les expliqué que iban a necesitar billetes chicos, y que apilados no cabían en mi celda… Trajeron un block y fuimos haciendo las marcas. En fin, les dije que iban a dilapidar el dinero y no me equivoqué.
O’Donnell: Usted no lo supo entonces, pero la Aduana incautó casi cinco millones de dólares que empleados de Bunge y Born intentaron ingresar en valijas por Ezeiza y por esa razón el último pago se hizo en Suiza. Allí, los Montoneros le entregaron 16 millones de dólares al banquero David Graiver.
Born: Después supe que lo de Suiza era una pequeña parte, me contó Galimberti que gran parte de la plata fue a parar a Cuba en valijas diplomáticas.
O’Donnell: ¿Cómo le anunciaron que lo iban a liberar?
Born: Cinco o seis días antes (del 20 de junio de 1975) me dijeron que se había pagado todo y me trajeron una de esas bombas de luz que usan las mujeres para que pareciera que había salido de la playa. Ahí pensé que por algo lo hacían, no querían que me viera tan pálido… Después Firmenich apareció a cara descubierta, me dijo que el acuerdo se había cumplido y me dejó un traje nuevo.
O’Donnell: ¿Qué más hablaron?
Born: Me dijo que íbamos a una conferencia de prensa, donde me iban a presentar y que me querían llevar vestido con saco y corbata para que los periodistas vieran que estaba en buen estado. Le reclamé el reloj Rolex que me habían sacado el día del secuestro y mis zapatos.
O’Donnell: Estaba por recuperar la libertad después de nueve meses de cautiverio ¡y se detuvo a preguntar por el reloj y un par de zapatos!
Born: Y sí, eran míos… Firmenich me dijo que me habían sacado el reloj y los zapatos por razones de seguridad, porque podían tener un micrófono o algo así… En fin, pavadas que les enseñaron en Cuba…
O’Donnell: Después de la conferencia de prensa, ¿adónde lo llevaron?
Born: Me largaron en la estación La Lucila. Vino a buscarme José María Menéndez, un tipo que teníamos en la compañía para averiguar cosas raras, y me dijo que había que rajar ya porque los militares nos mandaban a Salta con los del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Me dejó en un departamento con comida y me arregló todo para que me fuera a Uruguay al día siguiente en una avioneta que salió de Don Torcuato. Me fui sin pasaporte ni nada… De Uruguay nos fuimos a Brasil, donde ya teníamos un escritorio grande. Mudamos a todos los capos de la empresa a San Pablo, y viví ahí durante 17 años.
O’Donnell: Estuvo fuera del país durante la dictadura. En esos años, los militares secuestraron y asesinaron a muchos de los Montoneros que habían participado de su secuestro…
Born: Yo les decía que era una locura lo que estaban haciendo. Tenían la responsabilidad de respetar la ley y la Constitución. No entendían que eso iba a crear un malestar por años… A los Montoneros no te digo que les tuve lástima, pero la manera en que los acribillaron después me pareció espantosa. Algunos eran asesinos, pero otros buenos tipos. Medio locos, porque se convencieron de cada cosa… Con Menem pensé que se iba a poder perdonar a los Montoneros y a los militares, y mirar para adelante, pero no fue posible. Después vino Kirchner y empezó todo otra vez.
O’Donnell: Usted y los Montoneros apoyaron a Carlos Menem: eran el símbolo que necesitaba el entonces presidente para justificar los indultos bajo el argumento de la “pacificación”.
Born: Lo de Menem fue un intento de olvidar el pasado. Yo fui de los primeros que dije: ahora hay que olvidarse de todo lo que nos pasó. Demos vuelta la página y a otra cosa. Perdonemos a todo el mundo y basta. Menem preguntó: “¿Vos decís eso?”. Eso lo entendió. Lamentablemente, no entendió otras cosas.
O’Donnell: Su relación con Menem fue más allá. Puso plata en la campaña y selló una alianza económica, y los dos primeros ministros de Economía fueron hombres de Bunge y Born que usted designó.
Born: Me dejé tentar por Menem. Cuando ganó le llevamos un plan económico. Pero estaba rodeado de locos y de bandidos… era imposible hacer nada. Le gustaban demasiado la plata y las mujeres. Era insaciable.
O’Donnell: Menem le presentó a Rodolfo Galimberti, el secretario militar de la Columna Norte de los Montoneros, que lo había secuestrado. El plan era recuperar algo de la plata del secuestro.
Born: “El Tata” (Juan Bautista Yofre, entonces jefe de la Secretaría de Inteligencia de Menem) me armó una reunión en un hotel. Cuando nos encontramos, Galimberti me pidió disculpas y yo le dije que para mí era un asunto olvidado, que había pasado mucho tiempo, pero que me podía ayudar con el juicio. Ahí me dijo que iba a declarar todo lo que yo necesitara. Lo puse en contacto con los abogados y se portó muy bien. Declaró sobre la plata que le habían dado a Graiver. Les metí un juicio (a los herederos de Graiver) y recuperé 6 o 7 millones, nada que ver con los 60 que pagamos.
O’Donnell: Llegaron a un acuerdo privado con los herederos de Graiver, pero reclamaban 16 millones de dólares, ¿qué pasó con el resto? ¿Menem se quedó con plata?
Born: No tengo pruebas, pero sí… Te digo: eran insaciables. Hubo mucha gente que cobró…
O’Donnell: ¿Galimberti también cobró?
Born: Algo le regalé, porque me ayudó como loco. Él consiguió todo…
O’Donnell: ¿Figura en algún expediente judicial el pago que hicieron los herederos de Graiver a cambio de terminar con el reclamo?
Born: No, ¿qué expediente? Galimberti me entregó una bolsa con dólares y yo le di una parte para agradecerle sus gestiones.
O’Donnell: ¿Intentó de alguna manera dar con la plata que se había ido a Cuba?
Born: Una vez María Julia (Alsogaray) me dijo que iba a ver a Fidel (Castro) y que le iba a preguntar, y cuando volvió me dijo que Fidel decía que la plata nunca había llegado a Cuba. No averiguó nada.
O’Donnell: Con Galimberti se hicieron amigos…
Born: Galimberti se casó con una buena chica que tenía un campo en Entre Ríos. Yo iba de vez en cuando los fines de semana, y el tipo me enseñó a tirar y a cazar.
O’Donnell: ¿Su familia qué le decía? Aprendía a cazar con su ex carcelero…
Born: A mi mujer le decía lo menos posible, pero sí le contaba que el tipo me estaba ayudando.
O’Donnell: Después fueron socios con Jorge “El Corcho” Rodríguez en los llamados al programa de Susana Giménez y eso terminó muy mal…
Born: Al principio ganamos cantidad de plata, pero al poco tiempo apareció un abogado que nos dijo que eso era ilegal y que hacíamos mula, y se metió Clarín y todo se fue al tacho. Hicimos un pleito contra el padre (Julio César) Grassi (de la Fundación Felices los Niños, que figuraba como beneficiaria de parte de las ganancias del juego), y perdió, porque tenía todo en contra.
O’Donnell: Además saltaron las denuncias contra el cura por abuso de menores.
Born: Fue bastante desagradable.
O’Donnell: Y al final le “devolvieron” el Rolex…
Born: Años más tarde, Galimberti me regaló un Rolex brutal, lleno de piedras por todos lados, con mi nombre grabado atrás. Le pregunté si me lo daba por el que me robaron antes, y me dijo que sabía que me lo habían afanado, pero que ese era de su parte.
O’Donnell: Galimberti murió en el 2002, ¿fueron amigos hasta el final?
Born: En un momento fue difícil, porque lo único que “Galimba” quería era entrar a la sociedad, y vía Jorge Born era ideal. Pero yo no soy muy sociable, le decía: “Viejo, yo no soy entrada ni salida a la sociedad…”. Al final de su vida ya no me llevaba tan bien con él, porque básicamente era un loco. Seguía con sus cosas raras: estaba convencido de que se venía otra vez la guerra, le preocupaba el Islam. Se enloquecía por la plata, el poder, las armas…
O’Donnell: Para las próximas elecciones presidenciales, ¿tiene candidato?
Born: No es santo de mi devoción, pero espero que gane (Mauricio) Macri.
Jorge Born había pensado en preservar esos papeles y contaba con el consentimiento de sus captores: el jefe de los Montoneros, Mario Firmenich, le había sugerido que transformara esos apuntes en un libro. Sin embargo, en la antesala de su liberación, el 20 de junio de 1975, él mismo destrozó todas sus notas. Rompió las hojas manuscritas en la cara de Firmenich después de recibir la noticia de que Alberto Bosch, su mejor amigo de la infancia, un gerente de Molinos Río de la Plata que iba en el asiento delantero del auto el día que emboscaron a los hermanos Born, había muerto acribillado.
Con ese gesto de furia, Jorge Born enterró sus memoria del secuestro –que sigue siendo el más caro de la historia– por décadas. Con la publicación de “Born” quebró su silencio y contó detalles de Operación Mellizas que eran desconocidos, incluso, para su familia.
“Hasta ahora me callé la boca porque creí que no era conveniente que hablara. No le quería causar problemas a nadie”, explicó en las oficinas discretas para un hombre de su riqueza que ocupa en un edificio con una vista generosa a la Plaza San Martín. En la intimidad de la empresa, que su padre hubiera pagado a los Montoneros 60 millones de dólares por su vida y la de su hermano le resultó una carga pesada de sobrellevar.
María O’Donnell: ¿Algo pasó para que decidiera dar su testimonio después de cuatro décadas?
Jorge Born: Quería que se supiera la verdad, que se conociera del sufrimiento de mi padre, porque muchos se creyeron que todo se arregló con guita… Yo me quedé sin los papeles, porque se los rompí en la cara a Firmenich, pero me quedé con muchas cosas en la cabeza. Me trataron de arrinconar para que hablara y decidí hacerlo cuando no me sintiera acosado.
O’Donnell: ¿Por qué le pareció oportuno este momento?
Born: Cuando vino Néstor Kirchner y empezó todo otra vez yo no quería meter el dedo en la llaga. Hace poco allanaron las oficinas de Molinos (N. de R.: en el marco de una causa por delitos de lesa humanidad, que investiga si los directivos de la empresa cooperaron con la dictadura para la desaparición de integrantes de la comisión interna). ¿A vos te parece? Nosotros vendimos la empresa hace años y los gerentes están todos muertos. Es la historia de nunca acabar. Por eso mucha gente me dice que por fin conté la verdad…
O’Donnell: Su verdad incluye un relato sin culpas sobre aportes en negro a campañas electorales, corrupción en el gobierno de Menem y una bolsa de plata que recuperó mediante el pago de “comisiones” de todo tipo…
Born: De alguna manera, era mi plata, pero además… yo no quise ser hipócrita. Era así: o pagabas coima o te ibas del país, y hoy día sigue la misma corrupción, o peor… Todos tienen el culo sucio y nadie se anima a decir la verdad. Por eso creo que el problema de este país es más moral que económico.
Cuando lo liberaron, Jorge Born sorprendió a los periodistas que lo aguardaban en una conferencia de prensa clandestina al decir que su deseo más próximo era celebrar en familia su cumpleaños número 41, que cumpliría el 22 de junio de 1975.
Cuarenta años después, responde de manera similar.
O’Donnell: ¿Pensó en este aniversario redondo?
Born: No pienso en eso. En estas fechas, pienso en mi cumpleaños, que es el 22.
O’Donnell: Los secuestraron el 19 de septiembre de 1974: había muerto Juan Domingo Perón y gobernaba Isabel, ¿qué recuerda de la emboscada?
Born: Íbamos con mi hermano Juan en el asiento de atrás del auto. Adelante iba Bosch y manejaba (Juan Carlos) Pérez, un chofer que era muy hábil para esquivar. En otro auto iba la custodia. De repente nos chocaron, tiraron tiros… Yo me tiré al piso… A mí me dieron un golpe en la cabeza con un revólver, y mi hermano salió corriendo, pero lo agarraron enseguida y nos llevaron en una camioneta.
O’Donnell: Era una época de muchos secuestros extorsivos, ¿cómo vivían?
Born: Amenazados y aislados, en una quinta de San Isidro con Juan, en casas separadas, cada uno con su familia. Teníamos custodias por todos lados. Custodias y más custodias. Solo nos movíamos para ir a la oficina en el centro. De salir los fines de semana ni hablar. Las mujeres se querían ir del país, pero mi padre decía que teníamos 17.000 personas trabajando acá y que, pasara lo que pasara, nos teníamos que quedar.
O’Donnell: ¿Qué rol tenían ustedes en la compañía cuando lo secuestraron?
Born: Yo era el número tres y Juan tenía a su cargo la parte administrativa. Mi padre, que era el capo, tenía 70 y pico de años y Mario Hirsch, su segundo, más de 65. Los Montoneros dijeron: “Se nos van…”. Por eso nos agarraron a mi y mi hermano, que éramos tipos de 40 y 39 años.
O’Donnell: ¿Cómo se enteró su padre del secuestro de sus dos hijos mayores?
Born: En cuanto nos secuestran llamaron por teléfono a la compañía y pidieron hablar con el señor Born. Pero mi padre no los atendió. Pedían una locura: 100 millones de dólares.
O’Donnell: ¿Su padre no los atendió? ¿No quería pagar?
Born: Nunca estuvo dispuesto a pagar 100 millones. Se puso duro para negociar hasta el final. La pasó muy mal. Recibía todas las cartas y amenazas. Estaba solo: había mandado a mi madre y al resto de la familia a Punta del Este.
O’Donnell: ¿Su madre no lo presionaba para que pagara rápido?
Born: Por eso se la sacó de encima y la mandó al Uruguay.
O’Donnell: Mientras tanto, a ustedes los separaron y los metieron en celdas muy pequeñas, sin ventanas, sin baño, un espacio en penumbras y aislado, ¿cómo se adaptó?
Born: Cuando me preguntan cómo es el encierro siempre les digo que se metan en un baño, apaguen la luz y cierren la puerta. Verán que no es agradable. Hay que vencer la sensación de claustrofobia. Pero de entrada estuve tranquilo.
O’Donnell: ¿Qué le decían sus guardias?
Born: Lo primero que me dijeron fue: “Acá no funciona el tuteo: Usted me trata de usted”. Se tapaban con una bolsa de arpillera, estaban siempre encapuchados. Como fumaban, se ahogaban porque solo tenían abierto en la boca y en los ojos. Yo los escuchaba y pensaba: “Son unos pendejos de mierda”.
O’Donnell: Los Montoneros se habían dado a conocer el 1º de junio de 1970 con el asesinato de Aramburu, ¿temió correr su misma suerte?
Born: Cuando vi que la cosa duraba, pensé que no me iban a matar. Sabía que querían plata. Entonces empecé a pensar alternativas de supervivencia que me salvaran. Pero era muy cansador… A la noche probaban las armas para asustarme y me cortaban la luz y el aire. Al principio me resultaba desagradable estar con ellos. Los reconocía por la voz. Se creían que yo vivía como un rey y que en mi casa venían los valets a limpiarme las cosas. Unos tarados… No podían creer que yo supiera hacer la cama.
O’Donnell: Al cabo de un par de semanas de “adaptación” lo sometieron a un “juicio político”, ¿en qué consistió?
Born: Decían que tenían que demostrar el daño que la compañía le había hecho al país: que éramos antiperonistas, que habíamos apoyado a la Revolución Libertadora y financiado todos los golpes militares. Aunque era una compañía bien argentina, decían que era una multinacional que atentaba contra los intereses del país, como Cristina Kirchner ahora… En el juicio, ellos eran juez y parte. Se sentaban en una silla y yo en la cama. Me preguntaban pavadas, cómo tratábamos a los obreros y yo les contaba banalidades de la negociación salarial. Me decían que no tenían por qué existir los empresarios y los obreros, que en el país tenían que ser todos iguales…
O’Donnell: ¿Qué pasó con su hermano Juan durante el cautiverio?
Born: Le agarró una especie de trauma. Los Montoneros se empezaron a preocupar, porque había perdido un poco el equilibrio. Entonces me vinieron a ver a mí y me dijeron que me llevarían a verlo. Me quedé frío. Cuando me sacaron las vendas lo encontré tirado en la cama y me gritaba que yo era un fantasma, que Jorge estaba muerto…
O’Donnell: Habían pasado meses y su padre seguía sin negociar, ¿en qué momento se hace cargo usted de la negociación?
Born: Después de un tiempo volvieron a mí porque decían estar podridos de que mi padre no los atendiera. Entonces les di un teléfono de un amigo mío que era como si fuera mi hermano. El pobre tipo se convirtió en el correo. Un día le decían que fuera a Constitución, otro a Florida. Eran todos papeles que se intercambiaban. Solo sobre el final empezaron algunos llamados.
O’Donnell: ¿Y usted le escribió a su padre para que supiera del estado de Juan?
Born: Primero les dije que ellos no conocían a mi padre, que le podían poner un cuchillo en la garganta, pero que no le iban a torcer el brazo, aunque sus hijos estuvieran de por medio. Después les dije que, viendo cómo estaba mi hermano, si bajaban a 50 (millones) se podía empezar a conversar. Ahí arrancó la negociación. La cosa va y viene, y el asunto termina en 60 millones. Pero les dije que Juan tenía que salir después del pago de la mitad y ellos estuvieron de acuerdo: se lo querían sacar de encima volando.
O’Donnell: ¿Qué otras cosas le exigieron?
Born: Que se publicaran unas proclamas en diarios europeos y norteamericanos. Les dije que nadie las leería, pero accedí porque no costaban tanta plata. También pidieron un busto de Perón y Evita en cada fábrica… Taradeces… Lo más complicado fue el reparto de comida por un millón de dólares en todo el país, pero eso lo descontamos del monto total (del rescate), ¿te das cuenta?
O’Donnell: Y los pagos, ¿cómo se hicieron?
Born: Ahí vino la parte difícil. Quedó cerrado el deal (acuerdo en inglés), pero vino la cosa de cómo se entregaba la plata. Me preguntaron cómo hacemos, y me di cuenta de que no tenían estructura ni un pito. Les pregunté si sabían cuánto espacio podía ocupar el dinero que pedían. Les expliqué que iban a necesitar billetes chicos, y que apilados no cabían en mi celda… Trajeron un block y fuimos haciendo las marcas. En fin, les dije que iban a dilapidar el dinero y no me equivoqué.
O’Donnell: Usted no lo supo entonces, pero la Aduana incautó casi cinco millones de dólares que empleados de Bunge y Born intentaron ingresar en valijas por Ezeiza y por esa razón el último pago se hizo en Suiza. Allí, los Montoneros le entregaron 16 millones de dólares al banquero David Graiver.
Born: Después supe que lo de Suiza era una pequeña parte, me contó Galimberti que gran parte de la plata fue a parar a Cuba en valijas diplomáticas.
O’Donnell: ¿Cómo le anunciaron que lo iban a liberar?
Born: Cinco o seis días antes (del 20 de junio de 1975) me dijeron que se había pagado todo y me trajeron una de esas bombas de luz que usan las mujeres para que pareciera que había salido de la playa. Ahí pensé que por algo lo hacían, no querían que me viera tan pálido… Después Firmenich apareció a cara descubierta, me dijo que el acuerdo se había cumplido y me dejó un traje nuevo.
O’Donnell: ¿Qué más hablaron?
Born: Me dijo que íbamos a una conferencia de prensa, donde me iban a presentar y que me querían llevar vestido con saco y corbata para que los periodistas vieran que estaba en buen estado. Le reclamé el reloj Rolex que me habían sacado el día del secuestro y mis zapatos.
O’Donnell: Estaba por recuperar la libertad después de nueve meses de cautiverio ¡y se detuvo a preguntar por el reloj y un par de zapatos!
Born: Y sí, eran míos… Firmenich me dijo que me habían sacado el reloj y los zapatos por razones de seguridad, porque podían tener un micrófono o algo así… En fin, pavadas que les enseñaron en Cuba…
O’Donnell: Después de la conferencia de prensa, ¿adónde lo llevaron?
Born: Me largaron en la estación La Lucila. Vino a buscarme José María Menéndez, un tipo que teníamos en la compañía para averiguar cosas raras, y me dijo que había que rajar ya porque los militares nos mandaban a Salta con los del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Me dejó en un departamento con comida y me arregló todo para que me fuera a Uruguay al día siguiente en una avioneta que salió de Don Torcuato. Me fui sin pasaporte ni nada… De Uruguay nos fuimos a Brasil, donde ya teníamos un escritorio grande. Mudamos a todos los capos de la empresa a San Pablo, y viví ahí durante 17 años.
O’Donnell: Estuvo fuera del país durante la dictadura. En esos años, los militares secuestraron y asesinaron a muchos de los Montoneros que habían participado de su secuestro…
Born: Yo les decía que era una locura lo que estaban haciendo. Tenían la responsabilidad de respetar la ley y la Constitución. No entendían que eso iba a crear un malestar por años… A los Montoneros no te digo que les tuve lástima, pero la manera en que los acribillaron después me pareció espantosa. Algunos eran asesinos, pero otros buenos tipos. Medio locos, porque se convencieron de cada cosa… Con Menem pensé que se iba a poder perdonar a los Montoneros y a los militares, y mirar para adelante, pero no fue posible. Después vino Kirchner y empezó todo otra vez.
O’Donnell: Usted y los Montoneros apoyaron a Carlos Menem: eran el símbolo que necesitaba el entonces presidente para justificar los indultos bajo el argumento de la “pacificación”.
Born: Lo de Menem fue un intento de olvidar el pasado. Yo fui de los primeros que dije: ahora hay que olvidarse de todo lo que nos pasó. Demos vuelta la página y a otra cosa. Perdonemos a todo el mundo y basta. Menem preguntó: “¿Vos decís eso?”. Eso lo entendió. Lamentablemente, no entendió otras cosas.
O’Donnell: Su relación con Menem fue más allá. Puso plata en la campaña y selló una alianza económica, y los dos primeros ministros de Economía fueron hombres de Bunge y Born que usted designó.
Born: Me dejé tentar por Menem. Cuando ganó le llevamos un plan económico. Pero estaba rodeado de locos y de bandidos… era imposible hacer nada. Le gustaban demasiado la plata y las mujeres. Era insaciable.
O’Donnell: Menem le presentó a Rodolfo Galimberti, el secretario militar de la Columna Norte de los Montoneros, que lo había secuestrado. El plan era recuperar algo de la plata del secuestro.
Born: “El Tata” (Juan Bautista Yofre, entonces jefe de la Secretaría de Inteligencia de Menem) me armó una reunión en un hotel. Cuando nos encontramos, Galimberti me pidió disculpas y yo le dije que para mí era un asunto olvidado, que había pasado mucho tiempo, pero que me podía ayudar con el juicio. Ahí me dijo que iba a declarar todo lo que yo necesitara. Lo puse en contacto con los abogados y se portó muy bien. Declaró sobre la plata que le habían dado a Graiver. Les metí un juicio (a los herederos de Graiver) y recuperé 6 o 7 millones, nada que ver con los 60 que pagamos.
O’Donnell: Llegaron a un acuerdo privado con los herederos de Graiver, pero reclamaban 16 millones de dólares, ¿qué pasó con el resto? ¿Menem se quedó con plata?
Born: No tengo pruebas, pero sí… Te digo: eran insaciables. Hubo mucha gente que cobró…
O’Donnell: ¿Galimberti también cobró?
Born: Algo le regalé, porque me ayudó como loco. Él consiguió todo…
O’Donnell: ¿Figura en algún expediente judicial el pago que hicieron los herederos de Graiver a cambio de terminar con el reclamo?
Born: No, ¿qué expediente? Galimberti me entregó una bolsa con dólares y yo le di una parte para agradecerle sus gestiones.
O’Donnell: ¿Intentó de alguna manera dar con la plata que se había ido a Cuba?
Born: Una vez María Julia (Alsogaray) me dijo que iba a ver a Fidel (Castro) y que le iba a preguntar, y cuando volvió me dijo que Fidel decía que la plata nunca había llegado a Cuba. No averiguó nada.
O’Donnell: Con Galimberti se hicieron amigos…
Born: Galimberti se casó con una buena chica que tenía un campo en Entre Ríos. Yo iba de vez en cuando los fines de semana, y el tipo me enseñó a tirar y a cazar.
O’Donnell: ¿Su familia qué le decía? Aprendía a cazar con su ex carcelero…
Born: A mi mujer le decía lo menos posible, pero sí le contaba que el tipo me estaba ayudando.
O’Donnell: Después fueron socios con Jorge “El Corcho” Rodríguez en los llamados al programa de Susana Giménez y eso terminó muy mal…
Born: Al principio ganamos cantidad de plata, pero al poco tiempo apareció un abogado que nos dijo que eso era ilegal y que hacíamos mula, y se metió Clarín y todo se fue al tacho. Hicimos un pleito contra el padre (Julio César) Grassi (de la Fundación Felices los Niños, que figuraba como beneficiaria de parte de las ganancias del juego), y perdió, porque tenía todo en contra.
O’Donnell: Además saltaron las denuncias contra el cura por abuso de menores.
Born: Fue bastante desagradable.
O’Donnell: Y al final le “devolvieron” el Rolex…
Born: Años más tarde, Galimberti me regaló un Rolex brutal, lleno de piedras por todos lados, con mi nombre grabado atrás. Le pregunté si me lo daba por el que me robaron antes, y me dijo que sabía que me lo habían afanado, pero que ese era de su parte.
O’Donnell: Galimberti murió en el 2002, ¿fueron amigos hasta el final?
Born: En un momento fue difícil, porque lo único que “Galimba” quería era entrar a la sociedad, y vía Jorge Born era ideal. Pero yo no soy muy sociable, le decía: “Viejo, yo no soy entrada ni salida a la sociedad…”. Al final de su vida ya no me llevaba tan bien con él, porque básicamente era un loco. Seguía con sus cosas raras: estaba convencido de que se venía otra vez la guerra, le preocupaba el Islam. Se enloquecía por la plata, el poder, las armas…
O’Donnell: Para las próximas elecciones presidenciales, ¿tiene candidato?
Born: No es santo de mi devoción, pero espero que gane (Mauricio) Macri.
lunes, 13 de julio de 2015
Alemania: Reconocería sus acciones en Namibia como genocidio
Los partidos de la Oposición alemana respaldan el intento por reconocer asesinatos Namibia como el genocidio
Los partidos de oposición alemanes han pedido al gobierno debe reconocer la masacre cometida por las tropas imperiales en Namibia como genocidio. Esto viene por delante de los 100 años de la caída del régimen alemán allí.
Los partidos de la oposición Verdes y de Izquierda han dado su apoyo a una oferta por organizaciones de derechos humanos para persuadir al gobierno de la canciller Angela Merkel a reconocer los asesinatos en masa de personas que pertenecían a grupos étnicos Herero y Nama entre en el año 1900 como genocidio.
"Entre 1904 y 1908 el imperio alemán llevó a cabo el primer genocidio del siglo 20", dijo Gysi la agencia de noticias DPA. "El pueblo de Namibia siguen sufriendo las secuelas hasta el día de hoy", agregó.
"En este capítulo de la historia colonial de Alemania no debe dejarse sin tratar. Como sucesor legal, la República Federal tiene la responsabilidad", Cem Özdemir copresidente de los Verdes, dijo a DPA.
Özdemir hizo estas declaraciones después de los Verdes el miércoles trajo una moción en el parlamento alemán llamado al gobierno a reconocer los asesinatos en masa como un acto de genocidio.
El lunes, una delegación del grupo de los activistas de Namibia "Völkermord verjährt nicht" (El genocidio no tiene un estatuto de limitaciones), se reunirá con el presidente alemán Joachim Gauck en Berlín y lo presentan con una petición pidiendo a la gran coalición gobierno para retorno de cráneos de Namibia destaca colonial alemán brutalityrecognize la masacre como genocidio. Numerosos miembros del Bundestag se encuentran entre los firmantes.
El tema ha sido la manzana de la discordia entre Namibia y Alemania durante años, y en 2004, el ministro de desarrollo entonces alemana, Heidemarie Wieczorek-Zeul, vino el más cercano a pedir disculpas por los asesinatos, diciendo durante una visita a Namibia que las "atrocidades eran lo que hoy sería describir como genocidio ".
La presión para obtener los asesinatos en masa reconocidos como genocidio ha ganado impulso antes del 09 de julio centenario del fin del régimen colonial alemán en la entonces Alemania del Sur-África Occidental, así y tras un debate Bundestag en abril, en el que el presidente parlamentario Norbert Lammert se refirió a la masacre de armenios en el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial como genocidio.
dfp / kms (dpa, KNA)
Deutsche Welle
Los partidos de oposición alemanes han pedido al gobierno debe reconocer la masacre cometida por las tropas imperiales en Namibia como genocidio. Esto viene por delante de los 100 años de la caída del régimen alemán allí.
Los partidos de la oposición Verdes y de Izquierda han dado su apoyo a una oferta por organizaciones de derechos humanos para persuadir al gobierno de la canciller Angela Merkel a reconocer los asesinatos en masa de personas que pertenecían a grupos étnicos Herero y Nama entre en el año 1900 como genocidio.
"Entre 1904 y 1908 el imperio alemán llevó a cabo el primer genocidio del siglo 20", dijo Gysi la agencia de noticias DPA. "El pueblo de Namibia siguen sufriendo las secuelas hasta el día de hoy", agregó.
"En este capítulo de la historia colonial de Alemania no debe dejarse sin tratar. Como sucesor legal, la República Federal tiene la responsabilidad", Cem Özdemir copresidente de los Verdes, dijo a DPA.
Özdemir hizo estas declaraciones después de los Verdes el miércoles trajo una moción en el parlamento alemán llamado al gobierno a reconocer los asesinatos en masa como un acto de genocidio.
El lunes, una delegación del grupo de los activistas de Namibia "Völkermord verjährt nicht" (El genocidio no tiene un estatuto de limitaciones), se reunirá con el presidente alemán Joachim Gauck en Berlín y lo presentan con una petición pidiendo a la gran coalición gobierno para retorno de cráneos de Namibia destaca colonial alemán brutalityrecognize la masacre como genocidio. Numerosos miembros del Bundestag se encuentran entre los firmantes.
El tema ha sido la manzana de la discordia entre Namibia y Alemania durante años, y en 2004, el ministro de desarrollo entonces alemana, Heidemarie Wieczorek-Zeul, vino el más cercano a pedir disculpas por los asesinatos, diciendo durante una visita a Namibia que las "atrocidades eran lo que hoy sería describir como genocidio ".
'Progresos' en las conversaciones bilaterales
De acuerdo con la Oficina de Relaciones Exteriores de Alemania, las conversaciones entre Berlín y Windhoeck sobre el tema están haciendo "un buen progreso", pero aún no han concluido. Comisionado ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, de África, Georg Schmidt a la capital de Namibia dos veces este año en un intento de mover las conversaciones hacia adelante. Mientras que en la oposición, Steinmeier, quien al igual Wieczorek-Zeul es miembro de los socialdemócratas, él mismo trajo una moción en el Parlamento alemán, en el que se utilizó la palabra "genocidio".La presión para obtener los asesinatos en masa reconocidos como genocidio ha ganado impulso antes del 09 de julio centenario del fin del régimen colonial alemán en la entonces Alemania del Sur-África Occidental, así y tras un debate Bundestag en abril, en el que el presidente parlamentario Norbert Lammert se refirió a la masacre de armenios en el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial como genocidio.
dfp / kms (dpa, KNA)
Deutsche Welle
domingo, 12 de julio de 2015
SGM: Encuentran a marine enterrado en Tarawa
El primer teniente Alexander Bonnyman Jr. entre docenas de Marines de Tarawa recuperado del sitio de entierro olvidado en 1943
Isla Betio, el atolón de Tarawa, Kiribati - Un equipo de arqueólogos de la Historia Vuelo con sede en Florida, Inc. ha resuelto un misterio de 70 años de edad, con el descubrimiento en marzo de un largo tiempo perdido zanja entierro y la recuperación de al menos tres -dozen marines estadounidenses murieron en la batalla de Tarawa, 20 a 23 noviembre 1943.
Restos encontrados del Alexander Bonnyman Jr.
Los restos de Alexander Bonnyman Jr. en la isla de Betio.
"La historia del vuelo se complace en anunciar el descubrimiento y recuperación de cementerio histórico 27 en Betio isla como parte de sus 10 años, el esfuerzo de varios millones de dólares para recuperar cientos de marines perdido en la historia, su nación y sus familias en 1943, "dice el fundador y director Mark Noé. "Nuestro equipo transdisciplinario de antropólogos forenses, geofísicos, historiadores, topógrafos, antropólogos, odontólogos forenses, especialistas en municiones sin explotar, médicos y guías de perros de cadáver destacó en condiciones difíciles para producir resultados espectaculares."
Historia Vuelo trabaja en cooperación con el programa de trabajo de Defensa / Agencia de Contabilidad MIA, la agencia federal encargada de la recuperación de los restos de desaparecidos personal de servicio de Estados Unidos.
"Estamos muy agradecidos por los esfuerzos de Marcos Noé e Historia de vuelo para la recuperación de estos marines perdidos durante la batalla de Tarawa. Estamos trabajando con la Historia de vuelo y el Cuerpo de Marines de repatriar los restos a los Estados Unidos, después de lo cual el laboratorio de DPAA será expedita confirmar o completar las identidades de los marines recuperados ", dice el teniente general Michael S. Linnington, director de DPAA. "Este es un tremendo ejemplo de cómo la colaboración público-privada puede contribuir a nuestros esfuerzos de contabilidad, tanto ahora como en el futuro."
Los restos de al menos 40 hombres que murieron en la lucha en el lado norte de la pequeña Betio se registraron como haber sido enterrado en un lugar cerca de la terminal de un muelle construido en Japón. Un equipo del Servicio de Registro Americano Graves regresó a la isla en junio de 1946 y exhumado unos 500 infantes de marina, pero no pudo localizar el Cementerio 27. Los hombres enterrados allí estaban entre cientos oficialmente declaradas "irrecuperable" por la Oficina del Intendente General en 1949.
Entre los marines recuperó y ahora identificados positivamente son los de primera teniente Alexander Bonnyman Jr., uno de los cuatro receptores de la Medalla de Honor por acciones en Tarawa, y el único cuyos restos habían sido dadas por desaparecidas.
"La ubicación del cementerio 27 ha sido uno de los puzzles históricos más difíciles de Tarawa. El descubrimiento de la historia de vuelo y la recuperación del sitio es un testimonio de la tenacidad y profesionalidad con la que ha buscado todos los desaparecidos Tarawa Marines ", dice la arcilla Bonnyman Evans de Niwot, Colorado, que estaba trabajando con el equipo cuando su abuelo se recuperó de mayo 29. "Nuestra familia, incluyendo dos hijas del teniente Bonnyman sobrevivientes - mi madre y tía -. está profundamente agradecido a la Historia de vuelo para lograr lo que nadie más podía hacerlo durante más de siete décadas"
Las hijas de Bonnyman han decidido que sus restos han enterrado en la parcela familiar en Knoxville, Tennessee, junto a sus padres, dos hermanas y un hermano. La familia está planeando un servicio público funeral de algún momento en el otoño.
Pocos estadounidenses eran conscientes marines estadounidenses todavía estaban enterrados en Betio entre 1950 y los albores del siglo 21. Noah se enteró de las "tumbas perdidas de Tarawa", mientras que la búsqueda de un avión derribado en la laguna Betio en 2006. Historia Vuelo gastaron miles de horas buscando archivos en busca de pistas antes de enviar equipos a la isla durante seis semanas en 2008 para localizar antiguos emplazamientos de cementerios y escanearlos con radar de penetración de tierra.
Hasta la fecha, Historia de vuelo se ha recuperado un mínimo de 120 personas, una vez declarado "irrecuperable" de tumbas de arena de Betio. Entre los recuperados en el cementerio 27 por el equipo de recuperación de seis conjuntos de restos desconocidos y posiblemente no registrados.
"Ha sido un honor y un privilegio para liderar nuestro equipo de recuperación y encontrar estos mucho faltante militares de Estados Unidos", dice el arqueólogo Kristen N. Baker, líder Historia Equipo de Recuperación de vuelo. "Estos hombres valientes hicieron el máximo sacrificio hace más de 70 años, y que se merecen la mejor repatriación posible que podamos darles. Espero que que finalmente recibirán la partida héroes y bienvenido a casa que realmente se merecen ".
El equipo seguirá trabajando el sitio Cementerio 27 hasta finales de junio antes de un examen forense de los restos recuperados en julio, incluyendo la comparación con los registros dentales y el ADN de los descendientes de los desaparecidos Tarawa Marines.
Se anima a los miembros de la familia de las personas aún en paradero desconocido desde la batalla de Tarawa en contactar Historia Vuelo en www.historyflight.com o 1-888-743-3311.
"Aunque tenemos partidos dentales a conocidos que faltan Tarawa Marines durante más de la mitad de los individuos recuperados, estamos buscando muestras de referencia de ADN de familiares de los desaparecidos Tarawa", dice Ed Huffine, secretario de la junta de Historia Vuelo. "Planeamos tener todos estos héroes recuperados identificadas por el final del verano."
Clay Bonneman Evans
sábado, 11 de julio de 2015
Antártida: OVNI en los 1960s
El ovni que se paseó por la Antártida y disparó la psicosis argentina
Clarín
Se cumplen 50 años del famoso avistamiento en las bases argentina, chilena y británica del continente blanco. Y de un invierno en el que pareció que los ovnis se habían encariñado con el país.
La tapa de Clarín del 7 de julio de 1965, tras el comunicado de la Armada informando sobre el avistamiento de un ovni en la Antártida. (Archivo Clarín)
Guillermo dos Santos Coelho
Tenía todos los ingredientes. Un escenario exótico, testigos curtidos y un clima de época que avivaba la imaginación, poco antes de la llegada del hombre a la Luna. Por eso, el ovni que se paseó por la Antártida hace 50 años fue un hito que ocupó el primer lugar de las portadas de todos los diarios argentinos. Y disparó una psicosis colectiva que duró todo el invierno y un poco más.
Mañana se cumple medio siglo del principal avistamiento. Aunque luego se supo que hubo algunos episodios previos, fue el 3 de julio de 1965 cuando un puñado de personas, las únicas en cientos de kilómetros blancos a la redonda, se encontró mirando al cielo con fascinación.
En la base argentina Decepción eran algo menos de 20 personas. Ese sábado, a las 19.40, hacía un buen rato que la noche era clara y tranquila. A esa hora, el observador meteorológico lo vio por primera vez. El comunicado de la Marina hablaría luego de una "masa de forma lenticular". Es decir, dos superficies cóncavas adosadas. Algo así como una lenteja.
La "lenteja", según los diversos relatos, se movía en el cielo cambiando de color. Los predominantes eran el rojo y el verde, aunque dio todo un espectáculo: ofreció tonalidades amarillas, azules, verdes, anaranjadas y blancas.
El observador meteorológico llamó a todo el mundo. Menos el operador radial que estaba de servicio, todo el destacamento pudo ver el objeto y seguirlo con el detalle que pudieron ofrecer prismáticos y teodolitos. A unos 10 o 15 kilómetros de distancia, el objeto se desplazaba en dirección general Este, aunque por momentos cambiaba hacia el Oeste, a unos 45 grados. Según los testimonios, variaba la velocidad, no emitía sonidos de ningún tipo y en ocasiones se mantenía suspendido en el espacio. El comunicado de la Marina especificó que fueron unos 15 o 20 minutos de espectáculo en condiciones de visibilidad inmejorables. Más tarde, los protagonistas dirían que duró bastante más.
El meteorólogo civil Jorge Hugo Stanich tomó su cámara y fotografió como pudo. Las fotos no salieron: la película era de baja sensibilidad para esa oscuridad y no había trípode. Fue curioso que, junto con el avistamiento, se detectaron alteraciones en los instrumentos de geomagnetismo
Un par de días después, la noticia explotó y ocupó el primer lugar en la portada de todos los diarios nacionales. Clarín habló con el comandante de la base Decepción, el teniente de fragata Daniel Perissé.
"Nosotros sólo hemos visto un objeto volador no identificado. Por informaciones que poseemos, sería elmismo que observaron los personales de los destacamentos chilenos y británico. Puedo agregarle que el curioso hecho fue comprobado en días anteriores, siendo siempre un solo objeto."
Efectivamente, los datos fueron confirmados por personal de la base "B" de Gran Bretaña y de la base chilena de la fuerza aérea Pedro Aguirre Cerdá, que hoy está abandonada. Incluso, allí, el cabo Uladislao Durán Martínez consiguió unas diez tomas fotográficas, pero había que esperar meses hasta el relevo del personal en esa base para revelarlas, porque no tenía taller. Al final volvió a Santiago en enero del 66, con las películas, que quedaron en el olvido. O conspiración o tomas sin contenido, elija su propia aventura.
Lo que siguió fue un julio agitado. Con ese fervor tan argentino por la psicosis, aparecieron testimonios de ovnis por todo el país. Y cada uno se llevaba centímetros de los diarios.
Primero vieron un ovni siete jóvenes que estaban cerca de Pilar, en una excursión. Hubo otro caso cerca de la base aérea de Morón. En Bahía Blanca llegaron a tomarles fotografías a luces en el cielo. Los testimonios se reprodujeron en Mendoza, en Resistencia, en Rosario y en Mar del Plata. El 1 de agosto, los largavistas que en el hipódromo de Palermo solían apuntar a la pista se enfocaron al cielo por un extraño globo. Todo duró unos minutos, hasta que por los altoparlantes anunciaron que faltaban "cinco minutos para cerrar el sport". La Argentina se había convertido en una especie de garage ovni.
El 4 de agosto, el Observatorio de La Plata calmó la efervescencia ovni que tenía a mucha gente mirando más al cielo que al suelo. Después de consultas a las centrales especializadas en el rastreo de satélites artificiales, y tras algunos cálculos, explicó que el satélite estadounidense Echo II, que había sido lanzado en enero de ese año de la base Vanderberg para ser usado en comunicaciones, pudo haberse visto desde la base Decepción el mismo día y a la misma hora del avistamiento ovni. Se trataba de un enorme globo de plástico aluminizado, muy reflectante.
La marea pasó, aunque ese mismo año, más raleados, siguieron apareciendo testimonios. En agosto, gendarmes del escuadrón de Punta de Vacas, en Mendoza, denunciaron que vieron un ovni juguetear en el cielo durante ocho minutos. Luego, en la capital riojana, dos hombres contaron que un ovni había volado encima del auto en el que viajaban. A principios de octubre, en Villa Characato, en el departamento cordobés de Cruz del Eje, una docente y un grupo de alumnas juraban haber visto un aparato de 30 centímetros a unos 400 metros de altura que iba, venía y desapareció.
Uno de los casos retratados por los diarios en esos meses se dio en la Ciudad. Un nene que iba a la escuela n° 9 vio una luz que cambiaba de colores y hacía movimientos extraños. La madre dijo que también había visto el objeto y corroboró el testimonio. El padre, algo más escéptico, le dijo a Clarín, probablemente con una sonrisa apenas esbozada: "No es un chico fantasioso, pero está en la época".
Clarín
Se cumplen 50 años del famoso avistamiento en las bases argentina, chilena y británica del continente blanco. Y de un invierno en el que pareció que los ovnis se habían encariñado con el país.
La tapa de Clarín del 7 de julio de 1965, tras el comunicado de la Armada informando sobre el avistamiento de un ovni en la Antártida. (Archivo Clarín)
Guillermo dos Santos Coelho
Tenía todos los ingredientes. Un escenario exótico, testigos curtidos y un clima de época que avivaba la imaginación, poco antes de la llegada del hombre a la Luna. Por eso, el ovni que se paseó por la Antártida hace 50 años fue un hito que ocupó el primer lugar de las portadas de todos los diarios argentinos. Y disparó una psicosis colectiva que duró todo el invierno y un poco más.
Mañana se cumple medio siglo del principal avistamiento. Aunque luego se supo que hubo algunos episodios previos, fue el 3 de julio de 1965 cuando un puñado de personas, las únicas en cientos de kilómetros blancos a la redonda, se encontró mirando al cielo con fascinación.
En la base argentina Decepción eran algo menos de 20 personas. Ese sábado, a las 19.40, hacía un buen rato que la noche era clara y tranquila. A esa hora, el observador meteorológico lo vio por primera vez. El comunicado de la Marina hablaría luego de una "masa de forma lenticular". Es decir, dos superficies cóncavas adosadas. Algo así como una lenteja.
La "lenteja", según los diversos relatos, se movía en el cielo cambiando de color. Los predominantes eran el rojo y el verde, aunque dio todo un espectáculo: ofreció tonalidades amarillas, azules, verdes, anaranjadas y blancas.
El observador meteorológico llamó a todo el mundo. Menos el operador radial que estaba de servicio, todo el destacamento pudo ver el objeto y seguirlo con el detalle que pudieron ofrecer prismáticos y teodolitos. A unos 10 o 15 kilómetros de distancia, el objeto se desplazaba en dirección general Este, aunque por momentos cambiaba hacia el Oeste, a unos 45 grados. Según los testimonios, variaba la velocidad, no emitía sonidos de ningún tipo y en ocasiones se mantenía suspendido en el espacio. El comunicado de la Marina especificó que fueron unos 15 o 20 minutos de espectáculo en condiciones de visibilidad inmejorables. Más tarde, los protagonistas dirían que duró bastante más.
El meteorólogo civil Jorge Hugo Stanich tomó su cámara y fotografió como pudo. Las fotos no salieron: la película era de baja sensibilidad para esa oscuridad y no había trípode. Fue curioso que, junto con el avistamiento, se detectaron alteraciones en los instrumentos de geomagnetismo
Un par de días después, la noticia explotó y ocupó el primer lugar en la portada de todos los diarios nacionales. Clarín habló con el comandante de la base Decepción, el teniente de fragata Daniel Perissé.
"Nosotros sólo hemos visto un objeto volador no identificado. Por informaciones que poseemos, sería elmismo que observaron los personales de los destacamentos chilenos y británico. Puedo agregarle que el curioso hecho fue comprobado en días anteriores, siendo siempre un solo objeto."
Efectivamente, los datos fueron confirmados por personal de la base "B" de Gran Bretaña y de la base chilena de la fuerza aérea Pedro Aguirre Cerdá, que hoy está abandonada. Incluso, allí, el cabo Uladislao Durán Martínez consiguió unas diez tomas fotográficas, pero había que esperar meses hasta el relevo del personal en esa base para revelarlas, porque no tenía taller. Al final volvió a Santiago en enero del 66, con las películas, que quedaron en el olvido. O conspiración o tomas sin contenido, elija su propia aventura.
Lo que siguió fue un julio agitado. Con ese fervor tan argentino por la psicosis, aparecieron testimonios de ovnis por todo el país. Y cada uno se llevaba centímetros de los diarios.
Primero vieron un ovni siete jóvenes que estaban cerca de Pilar, en una excursión. Hubo otro caso cerca de la base aérea de Morón. En Bahía Blanca llegaron a tomarles fotografías a luces en el cielo. Los testimonios se reprodujeron en Mendoza, en Resistencia, en Rosario y en Mar del Plata. El 1 de agosto, los largavistas que en el hipódromo de Palermo solían apuntar a la pista se enfocaron al cielo por un extraño globo. Todo duró unos minutos, hasta que por los altoparlantes anunciaron que faltaban "cinco minutos para cerrar el sport". La Argentina se había convertido en una especie de garage ovni.
El 4 de agosto, el Observatorio de La Plata calmó la efervescencia ovni que tenía a mucha gente mirando más al cielo que al suelo. Después de consultas a las centrales especializadas en el rastreo de satélites artificiales, y tras algunos cálculos, explicó que el satélite estadounidense Echo II, que había sido lanzado en enero de ese año de la base Vanderberg para ser usado en comunicaciones, pudo haberse visto desde la base Decepción el mismo día y a la misma hora del avistamiento ovni. Se trataba de un enorme globo de plástico aluminizado, muy reflectante.
La marea pasó, aunque ese mismo año, más raleados, siguieron apareciendo testimonios. En agosto, gendarmes del escuadrón de Punta de Vacas, en Mendoza, denunciaron que vieron un ovni juguetear en el cielo durante ocho minutos. Luego, en la capital riojana, dos hombres contaron que un ovni había volado encima del auto en el que viajaban. A principios de octubre, en Villa Characato, en el departamento cordobés de Cruz del Eje, una docente y un grupo de alumnas juraban haber visto un aparato de 30 centímetros a unos 400 metros de altura que iba, venía y desapareció.
Uno de los casos retratados por los diarios en esos meses se dio en la Ciudad. Un nene que iba a la escuela n° 9 vio una luz que cambiaba de colores y hacía movimientos extraños. La madre dijo que también había visto el objeto y corroboró el testimonio. El padre, algo más escéptico, le dijo a Clarín, probablemente con una sonrisa apenas esbozada: "No es un chico fantasioso, pero está en la época".
Y después...
Dos años después de los avistamientos, la actividad volcánica obligó a que la base Decepción no tuviera actividad en invierno. Los avistamientos de ovnis continuaron sobre todo en los 70 y 80, pero nada se acercó a la ola del 65, el año de los ovnis. La experiencia dejó una huella profunda en el comandante de fragata Daniel Perissé (foto), que se convirtió en uno de los ufólogos más reconocidos del país, primero como integrante de la Comisión Permanente de Investigación del Fenómeno Ovni y luego en la vida civil.viernes, 10 de julio de 2015
Arqueología: Canibalismo en una expedición al Ártico
Los huesos del 'pozo polaco' de la Ártico Expedición de Franklin de 1845 muestran evidencia de canibalismo
Forbes
Durante el apogeo de las redes de comercio marítimo entre Europa y el Nuevo Mundo, los exploradores fueron enviados por los líderes de su país para tratar de encontrar el Paso del Noroeste, una ruta marítima a través del Océano Ártico y alrededor de la costa norte de América del Norte. El más famoso de estos partidos de exploración fue el de Sir John Franklin, que zarpó de Inglaterra en mayo del 1845, pero nunca regresó. Los arqueólogos nuevos creen que han encontrado pruebas irrefutables de diversas etapas de canibalismo entre la tripulación.
Franklin salió con dos naves y 128 hombres. En septiembre de 1846, ambos barcos habían conseguido atrapado en el hielo de isla del Rey Guillermo, en Nunavut, al norte de Canadá. Palabra no llegó a Inglaterra hasta 1859, cuando otro explorador encontró una nota de la tripulación. Estaba fechada 25 de abril 1848 y dijo que Franklin había muerto el 11 de junio de 1847. La tripulación planea comenzar a caminar al día siguiente hacia el río Back. Ninguno de los miembros de la expedición hizo regresar con vida. Pueblos inuit reportados a otros exploradores que hubo canibalismo entre los miembros de la expedición, pero muchos rechazan estos informes hasta bioarqueólogos estudiaron los huesos de la travesía trágica.
El cuerpo del marinero capaz John Hartnell, un miembro de la tripulación de la expedición ártica dirigida por el capitán sir John Franklin en 1845, es visto enterrado en el suelo permafrost de la isla de Beechey, Nunavut, Canadá, 23 de septiembre de 1986. (Foto AP)
Numerosos esqueletos de los marineros de la expedición Franklin fueron recuperados en los años 1980 y 1990 de los sitios en isla del Rey Guillermo y Beechey Island por un equipo de arqueólogos dirigidos por Owen Beattie de la Universidad de Alberta. Los huesos del Rey Guillermo Island revelaron la primera evidencia de canibalismo: casi un tercio de todos los huesos encontrados tenía marcas de cuchillo de la eliminación carne. Estos eran probablemente los restos de las personas que se exponen para el río De vuelta en 1848.
Nuevas evidencias de canibalismo se ha encontrado en la expedición Franklin queda por Beattie y bioarqueólogo Simon Mays del histórico Inglaterra. En un artículo recientemente publicado en el International Journal of Osteoarchaeology, escriben sobre el patrón de la llamada de supervivencia o de hambre el canibalismo, que progresa en etapas: "Al principio, la carne se corta de un cadáver articulado, y los grupos de músculos grandes suelen ser objetivo. Si se necesitan más calorías, puede haber desmembramiento cadáver y, finalmente, el procesamiento de los huesos para extraer la grasa de las cavidades medulares y hueso esponjoso ".
Las marcas de cuchillo encontrado hace décadas por Beattie y sus colegas sugieren las primeras etapas de canibalismo, cuando la carne fue retirada de los cuerpos de la tripulación muerta del Franklin y consumido por los marineros que sobrevivieron. Esta nueva investigación, sin embargo, se hizo para averiguar si la tripulación de Franklin fueron rompiendo huesos humanos para obtener las calorías adicionales de la médula ósea en un último intento de sobrevivir. Por lo tanto, el artículo Mays y de Beattie es "el primero de su tipo para hacer frente a las diversas etapas de canibalismo," bioarqueólogo Sarah Schrader de la Universidad de California, Santa Cruz, quien no estuvo afiliada con este estudio, me dice.
Nota encontrado por el equipo de la expedición de Francis Leopold McClintock en un mojón en la isla del Rey Guillermo en 1859, que detalla el destino de la expedición Franklin. Escrito en un formulario estándar de Almirantazgo, hay dos mensajes visibles. (Dominio foto Pública a través de Wikimedia Commons)
Con el fin de averiguar si en etapa terminal canibalismo ocurrido, Mays y Beattie miraron tres esqueletos Franklin Expedición de pruebas de la quema, por patrones específicos de fracturas en los huesos, y la evidencia de "pulir olla", donde roto o cortado extremos óseos convertido sin problemas de ser lanzado en un metal o un recipiente de cerámica durante la cocción.
Ninguno de los huesos, los investigadores estudiaron fueron quemados, pero hubo algunas pruebas de romper, mientras que los huesos eran frescos. Sin embargo, no está claro si estos descansos fueron hechas por la gente inmediatamente después de la muerte o por animales que pisotean en ellos mucho más tarde.
Pero cuando Mays y Beattie encontraron pote pulido en dos huesos de la pierna, que sabían que había pruebas claras de que alguien hierve partes de los cuerpos de estos hombres por lo menos durante 20 minutos en una olla. Aún más interesante es que uno de los huesos con el crisol esmalte fue probablemente también reutilizados. Después de que se consumió su ósea, alguien utilizó el fragmento de hueso humano como una cuchara o un cuchillo para raspar más grasa desde el borde de la maceta.
Informantes inuit que retransmiten información años más tarde a otros exploradores dijeron que vieron huesos humanos rotos por su médula y luego hervidos. La expedición Franklin tenía acceso a grandes ollas de cobre, y que probablemente habría hecho incendios de madera recuperada de sus barcos atrapados, o de trozos de madera o algas. "Es muy raro que bioarqueólogos encuentran un contexto tan bien informada como este", dice Schrader. "Además de la evidencia del esqueleto de canibalismo, Mays y Beattie tienen informes de los inuit, documentación escrita, y artefactos."
Pruebas bioarqueológica de "pulir olla", junto con marcas de corte en los huesos humanos se han asentado el caso de canibalismo entre el 1845 Franklin Expedición. Como se informó a los inuit, los náufragos se vieron obligados a llevar a cabo una serie de prácticas caníbales en un intento de sobrevivir al duro ambiente.
Bosquejo de la isla Beechy, Nunavut, Canadá. Se encontraron numerosos huesos con evidencias de canibalismo aquí a finales del siglo 20, restos de la tripulación de Sir John Franklin de una 1845 expedición ártica. (Imagen extraída de la página 12 de El Paso del Noroeste, y los planes para la Búsqueda de Sir John Franklin Una revisión, por BROWN, John -.. FRGs original celebró y digitalizado por la Biblioteca Británica Imagen de dominio público tomada de Wikimedia Commons. .)
Forbes
Durante el apogeo de las redes de comercio marítimo entre Europa y el Nuevo Mundo, los exploradores fueron enviados por los líderes de su país para tratar de encontrar el Paso del Noroeste, una ruta marítima a través del Océano Ártico y alrededor de la costa norte de América del Norte. El más famoso de estos partidos de exploración fue el de Sir John Franklin, que zarpó de Inglaterra en mayo del 1845, pero nunca regresó. Los arqueólogos nuevos creen que han encontrado pruebas irrefutables de diversas etapas de canibalismo entre la tripulación.
Franklin salió con dos naves y 128 hombres. En septiembre de 1846, ambos barcos habían conseguido atrapado en el hielo de isla del Rey Guillermo, en Nunavut, al norte de Canadá. Palabra no llegó a Inglaterra hasta 1859, cuando otro explorador encontró una nota de la tripulación. Estaba fechada 25 de abril 1848 y dijo que Franklin había muerto el 11 de junio de 1847. La tripulación planea comenzar a caminar al día siguiente hacia el río Back. Ninguno de los miembros de la expedición hizo regresar con vida. Pueblos inuit reportados a otros exploradores que hubo canibalismo entre los miembros de la expedición, pero muchos rechazan estos informes hasta bioarqueólogos estudiaron los huesos de la travesía trágica.
El cuerpo del marinero capaz John Hartnell, un miembro de la tripulación de la expedición ártica dirigida por el capitán sir John Franklin en 1845, es visto enterrado en el suelo permafrost de la isla de Beechey, Nunavut, Canadá, 23 de septiembre de 1986. (Foto AP)
Numerosos esqueletos de los marineros de la expedición Franklin fueron recuperados en los años 1980 y 1990 de los sitios en isla del Rey Guillermo y Beechey Island por un equipo de arqueólogos dirigidos por Owen Beattie de la Universidad de Alberta. Los huesos del Rey Guillermo Island revelaron la primera evidencia de canibalismo: casi un tercio de todos los huesos encontrados tenía marcas de cuchillo de la eliminación carne. Estos eran probablemente los restos de las personas que se exponen para el río De vuelta en 1848.
Nuevas evidencias de canibalismo se ha encontrado en la expedición Franklin queda por Beattie y bioarqueólogo Simon Mays del histórico Inglaterra. En un artículo recientemente publicado en el International Journal of Osteoarchaeology, escriben sobre el patrón de la llamada de supervivencia o de hambre el canibalismo, que progresa en etapas: "Al principio, la carne se corta de un cadáver articulado, y los grupos de músculos grandes suelen ser objetivo. Si se necesitan más calorías, puede haber desmembramiento cadáver y, finalmente, el procesamiento de los huesos para extraer la grasa de las cavidades medulares y hueso esponjoso ".
Las marcas de cuchillo encontrado hace décadas por Beattie y sus colegas sugieren las primeras etapas de canibalismo, cuando la carne fue retirada de los cuerpos de la tripulación muerta del Franklin y consumido por los marineros que sobrevivieron. Esta nueva investigación, sin embargo, se hizo para averiguar si la tripulación de Franklin fueron rompiendo huesos humanos para obtener las calorías adicionales de la médula ósea en un último intento de sobrevivir. Por lo tanto, el artículo Mays y de Beattie es "el primero de su tipo para hacer frente a las diversas etapas de canibalismo," bioarqueólogo Sarah Schrader de la Universidad de California, Santa Cruz, quien no estuvo afiliada con este estudio, me dice.
Nota encontrado por el equipo de la expedición de Francis Leopold McClintock en un mojón en la isla del Rey Guillermo en 1859, que detalla el destino de la expedición Franklin. Escrito en un formulario estándar de Almirantazgo, hay dos mensajes visibles. (Dominio foto Pública a través de Wikimedia Commons)
Con el fin de averiguar si en etapa terminal canibalismo ocurrido, Mays y Beattie miraron tres esqueletos Franklin Expedición de pruebas de la quema, por patrones específicos de fracturas en los huesos, y la evidencia de "pulir olla", donde roto o cortado extremos óseos convertido sin problemas de ser lanzado en un metal o un recipiente de cerámica durante la cocción.
Ninguno de los huesos, los investigadores estudiaron fueron quemados, pero hubo algunas pruebas de romper, mientras que los huesos eran frescos. Sin embargo, no está claro si estos descansos fueron hechas por la gente inmediatamente después de la muerte o por animales que pisotean en ellos mucho más tarde.
Pero cuando Mays y Beattie encontraron pote pulido en dos huesos de la pierna, que sabían que había pruebas claras de que alguien hierve partes de los cuerpos de estos hombres por lo menos durante 20 minutos en una olla. Aún más interesante es que uno de los huesos con el crisol esmalte fue probablemente también reutilizados. Después de que se consumió su ósea, alguien utilizó el fragmento de hueso humano como una cuchara o un cuchillo para raspar más grasa desde el borde de la maceta.
Informantes inuit que retransmiten información años más tarde a otros exploradores dijeron que vieron huesos humanos rotos por su médula y luego hervidos. La expedición Franklin tenía acceso a grandes ollas de cobre, y que probablemente habría hecho incendios de madera recuperada de sus barcos atrapados, o de trozos de madera o algas. "Es muy raro que bioarqueólogos encuentran un contexto tan bien informada como este", dice Schrader. "Además de la evidencia del esqueleto de canibalismo, Mays y Beattie tienen informes de los inuit, documentación escrita, y artefactos."
Pruebas bioarqueológica de "pulir olla", junto con marcas de corte en los huesos humanos se han asentado el caso de canibalismo entre el 1845 Franklin Expedición. Como se informó a los inuit, los náufragos se vieron obligados a llevar a cabo una serie de prácticas caníbales en un intento de sobrevivir al duro ambiente.
Bosquejo de la isla Beechy, Nunavut, Canadá. Se encontraron numerosos huesos con evidencias de canibalismo aquí a finales del siglo 20, restos de la tripulación de Sir John Franklin de una 1845 expedición ártica. (Imagen extraída de la página 12 de El Paso del Noroeste, y los planes para la Búsqueda de Sir John Franklin Una revisión, por BROWN, John -.. FRGs original celebró y digitalizado por la Biblioteca Británica Imagen de dominio público tomada de Wikimedia Commons. .)
jueves, 9 de julio de 2015
España: Zidane toma la isla Perejil
Cuando Zidane con el apoyo del Barcelona, recuperó la isla Perejil
Javier Sanz - Historias de la Historia
Antes de que Zidane recupere la isla Perejil, nos desplazaremos en el tiempo hasta el 11 de julio de 2002 cuando marinos de la Gendarmería marroquí ocuparon la isla Perejil, una pequeño islote deshabitado situado a once kilómetros de Ceuta y apenas doscientos metros de la costa de Marruecos. El Gobierno español pidió explicaciones y Rabat justificó la acción “para luchar contra la emigración ilegal y el tráfico de drogas“. A pesar de las recomendaciones de la OTAN y la UE que exigieron el retorno al “statu quo” anterior, en el que ambos países se abstenían de establecer cualquier asentamiento permanente en el islote, así como a desplegar cualquier símbolo de soberanía, Marruecos hizo caso omiso y España desplegó, como elemento de disuasión, parte de su flota en los puertos de Ceuta y Melilla. Como respuesta, Marruecos sustituyó a los gendarmes por seis soldados de Infantería de Marina y, además, convocó a los medios de comunicación internacionales para que comprobaran la situación real sobre el terreno. Esta acción, entendida por España como una nueva agresión, junto al posible impacto internacional de la visita de la prensa, hicieron que el presidente del Gobierno tomara la decisión de poner en marcha la Operación Romeo Sierra para recuperar el islote.
Isla Perejil
El 17 de julio, un comando de Operaciones Especiales de Tierra (Boinas Verdes) se trasladaron a la isla en helicópteros, detuvieron a los militares marroquíes, que fueron entregados a las autoridades de Marruecos por la frontera de Ceuta, e izaron la bandera de España. Tres días más tarde, España y Marruecos alcanzaron un acuerdo que suponía la vuelta al “statu quo” anterior al mes de julio, y los 75 legionarios desplegados en Perejil recogieron los bártulos.
Independientemente de todas las decisiones que se tomaron, que no me corresponde juzgar, me voy a centrar en el día 17… cuando Zidane, con el apoyo del Barcelona, recuperó Perejil. Así se desarrollaron los acontecimientos…
Así que, si algún día escucháis aquel mítico grito radiofónico en las tardes de domingo “Gooooooooool en las Gaunas“, ¡cuidado! Podría ser que hemos tomado Gibraltar.
Javier Sanz - Historias de la Historia
Antes de que Zidane recupere la isla Perejil, nos desplazaremos en el tiempo hasta el 11 de julio de 2002 cuando marinos de la Gendarmería marroquí ocuparon la isla Perejil, una pequeño islote deshabitado situado a once kilómetros de Ceuta y apenas doscientos metros de la costa de Marruecos. El Gobierno español pidió explicaciones y Rabat justificó la acción “para luchar contra la emigración ilegal y el tráfico de drogas“. A pesar de las recomendaciones de la OTAN y la UE que exigieron el retorno al “statu quo” anterior, en el que ambos países se abstenían de establecer cualquier asentamiento permanente en el islote, así como a desplegar cualquier símbolo de soberanía, Marruecos hizo caso omiso y España desplegó, como elemento de disuasión, parte de su flota en los puertos de Ceuta y Melilla. Como respuesta, Marruecos sustituyó a los gendarmes por seis soldados de Infantería de Marina y, además, convocó a los medios de comunicación internacionales para que comprobaran la situación real sobre el terreno. Esta acción, entendida por España como una nueva agresión, junto al posible impacto internacional de la visita de la prensa, hicieron que el presidente del Gobierno tomara la decisión de poner en marcha la Operación Romeo Sierra para recuperar el islote.
Isla Perejil
El 17 de julio, un comando de Operaciones Especiales de Tierra (Boinas Verdes) se trasladaron a la isla en helicópteros, detuvieron a los militares marroquíes, que fueron entregados a las autoridades de Marruecos por la frontera de Ceuta, e izaron la bandera de España. Tres días más tarde, España y Marruecos alcanzaron un acuerdo que suponía la vuelta al “statu quo” anterior al mes de julio, y los 75 legionarios desplegados en Perejil recogieron los bártulos.
Independientemente de todas las decisiones que se tomaron, que no me corresponde juzgar, me voy a centrar en el día 17… cuando Zidane, con el apoyo del Barcelona, recuperó Perejil. Así se desarrollaron los acontecimientos…
Mientras Hierro defiende sus espaldas, Zidane pasa al ataque y marca en el Bernabéu. Real Madrid y Barcelona mantendrán sus posiciones.Pero aquel 17 de julio no se celebró ningún partido de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona, ni tampoco Zidane y Hierro estaban en el Bernabéu, ni hubo jornada de liga… pero en algunos receptores ese fue el mensaje que se escuchó (o algo parecido). En concreto, se emitió desde el buque de asalto anfibio Castilla. A bordo viajaba el contralmirante Jesús María Bringas Andújar, jefe del puesto de mando avanzado en el teatro de operaciones, con la misión de coordinar las acciones navales, terrestres y aéreas. El mensaje que llegó a los integrantes de la Operación Romeo Sierra fue:
Mientras la Infantería de Marina (Hierro) defiende sus espaldas, el comando de Operaciones Especiales de Tierra (Zidane) pasa al ataque y toma Perejil (Bernabéu). El buque de asalto anfibio Castilla (Real Madrid) y la fragata Navarra (Barcelona) mantendrán sus posiciones.Alguien, muy futbolero y parece que seguidor del Real Madrid, decidió que los nombres en clave de las unidades y puntos estratégicos de aquella operación tendrían que ver con el mundo del fútbol. Otros nombres en clave: Ceuta (Camp Nou), Melilla (Mestalla), Gibraltar (Las Gaunas), Malaga (La Rosaleda), corbeta Cazadora (Real Murcia)… Siento no poder tener todos los nombres que figuraban en aquella carta náutica del Instituto Hidrográfico de la Marina donde se planificó toda la operación.
Así que, si algún día escucháis aquel mítico grito radiofónico en las tardes de domingo “Gooooooooool en las Gaunas“, ¡cuidado! Podría ser que hemos tomado Gibraltar.
miércoles, 8 de julio de 2015
Montoneros: El secuestro de los Born
El secuestro más caro de la historia
Arrasa en Argentina un libro sobre el cautiverio de los hermanos Born en 1975 a manos de Montoneros
CARLOS E. CUÉ - El País
Un secuestrador encapuchado somete a Jorge Born a un simulacro de juicio durante su cautiverio.
El secuestro más caro de la historia: 60 millones de dólares de 1975, unos 260 millones de hoy. O, dicho en euros, 232 millones. Un secuestrado, Jorge Born, que terminó siendo amigo y socio de su captor, Rodolfo Galimberti. Un dinero de la familia más rica de Argentina que sirvió para financiar a Montoneros, el grupo armado peronista que protagonizó los setenta y fue aniquilado por la dictadura militar. Un rescate que acabó en Cuba, nunca apareció del todo y sirvió en parte para costear la campaña de Carlos Saúl Menem, que en los noventa indultó a los líderes de Montoneros. Un episodio central de la historia trágica reciente de Argentina, con varios de sus protagonistas aún vivos y que pueden ser entrevistados. Con estos ingredientes, la periodista María O’Donnell está arrasando con su libro, Born (Sudamericana), sobre el secuestro a manos de Montoneros de los hermanos herederos del mayor imperio argentino. El libro es líder de ventas en el país desde que salió hace dos meses y va camino de superar los 120.000 ejemplares.
La operación fue espectacular. En menos de dos minutos, 15 montoneros desviaron el tráfico de la principal avenida de Buenos Aires, Libertador, simulando una obra en una tubería de gas, para acribillar a los escoltas y sacar de su coche a Jorge y Juan Born, de 39 y 40 años, llamados a dirigir Bunge y Born, el mayor imperio argentino de exportación de granos e industrias químicas, textiles y de alimentación. Eran ricos al modo argentino: amigos de los Rockefeller, en sus mansiones había muebles diseñados por Dalí y lámparas de Giacometti.
Su padre, Jorge Born II, se negaba a pagar el rescate de 100 millones de dólares. Ni siquiera contestaba a las llamadas. Los tuvieron durante nueve meses en una “cárcel del pueblo”, les sometieron a juicio por explotar a sus trabajadores y aprovecharse de sus enormes latifundios. Les grababan en vídeo barriendo su celda en calzoncillos para mostrar su poder sobre una de las grandes familias argentinas. En Montoneros también había hijos de la élite. Los hermanos Born fueron al mismo colegio, el Nacional de Buenos Aires, que Mario Firmenich, líder del grupo, que hoy vive como profesor universitario en Cataluña.
El rescate sirvió para financiar a Montoneros y la campaña del expresidente Menem
Jorge se mantuvo sereno y se convirtió, desde dentro de su zulo, en negociador del rescate. Logró bajarlo a 60 millones y convenció a su padre para que pagara. Le contó la realidad: que su hermano Juan estaba al borde de la locura. A Juan lo sacaron a los seis meses, cuando se pagó la mitad. Jorge aún seguiría tres meses más. Esta semana se han cumplido 40 años de su liberación y Jorge Born III, que mantuvo silencio y vivió en Brasil 18 años después del trauma, ha accedido a hablar con O’Donnell. Tiene 81 años y cuenta que su padre murió destruido por haber pagado ese dinero que sirvió para financiar la lucha armada. Y habla sin tapujos de su amistad con Galimberti en los noventa. “Él quería entrar en la alta sociedad y hacerlo vía Jorge Born era ideal. Yo quería recuperar mi plata”, explica.
Galimberti ayudó a Born: declaró en el juicio contra los herederos del banquero de los Montoneros, David Graiver, lo que sirvió para recuperar parte de los 60 millones. Otra parte llegó, según le explican a O’Donnell líderes montoneros, a la campaña de Menem, que presidió el país entre 1989 y 1999. El presidente los indultó, también a Firmenich, como hizo con los jefes de la dictadura.
O’Donnell, abrumada por el éxito, cree que se debe a que no se propuso contar los setenta (nació en ese año) sino una historia humana inagotable. Pero así, sin quererlo, ha logrado un relato periodístico de una época clave que hoy está más presente que nunca y es muy reivindicada por la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Algunos de los protagonistas de esa lucha contra la dictadura, sobre todo sus hijos, tienen una notable presencia en el poder kirchnerista. Y hasta en su familia: Camilo, hijo de Fernando Vaca Narvaja, uno de los jefes montoneros que secuestraron a los Born, espera una niña con Florencia, la hija de la presidenta.
Arrasa en Argentina un libro sobre el cautiverio de los hermanos Born en 1975 a manos de Montoneros
CARLOS E. CUÉ - El País
Un secuestrador encapuchado somete a Jorge Born a un simulacro de juicio durante su cautiverio.
El secuestro más caro de la historia: 60 millones de dólares de 1975, unos 260 millones de hoy. O, dicho en euros, 232 millones. Un secuestrado, Jorge Born, que terminó siendo amigo y socio de su captor, Rodolfo Galimberti. Un dinero de la familia más rica de Argentina que sirvió para financiar a Montoneros, el grupo armado peronista que protagonizó los setenta y fue aniquilado por la dictadura militar. Un rescate que acabó en Cuba, nunca apareció del todo y sirvió en parte para costear la campaña de Carlos Saúl Menem, que en los noventa indultó a los líderes de Montoneros. Un episodio central de la historia trágica reciente de Argentina, con varios de sus protagonistas aún vivos y que pueden ser entrevistados. Con estos ingredientes, la periodista María O’Donnell está arrasando con su libro, Born (Sudamericana), sobre el secuestro a manos de Montoneros de los hermanos herederos del mayor imperio argentino. El libro es líder de ventas en el país desde que salió hace dos meses y va camino de superar los 120.000 ejemplares.
La operación fue espectacular. En menos de dos minutos, 15 montoneros desviaron el tráfico de la principal avenida de Buenos Aires, Libertador, simulando una obra en una tubería de gas, para acribillar a los escoltas y sacar de su coche a Jorge y Juan Born, de 39 y 40 años, llamados a dirigir Bunge y Born, el mayor imperio argentino de exportación de granos e industrias químicas, textiles y de alimentación. Eran ricos al modo argentino: amigos de los Rockefeller, en sus mansiones había muebles diseñados por Dalí y lámparas de Giacometti.
Su padre, Jorge Born II, se negaba a pagar el rescate de 100 millones de dólares. Ni siquiera contestaba a las llamadas. Los tuvieron durante nueve meses en una “cárcel del pueblo”, les sometieron a juicio por explotar a sus trabajadores y aprovecharse de sus enormes latifundios. Les grababan en vídeo barriendo su celda en calzoncillos para mostrar su poder sobre una de las grandes familias argentinas. En Montoneros también había hijos de la élite. Los hermanos Born fueron al mismo colegio, el Nacional de Buenos Aires, que Mario Firmenich, líder del grupo, que hoy vive como profesor universitario en Cataluña.
El rescate sirvió para financiar a Montoneros y la campaña del expresidente Menem
Jorge se mantuvo sereno y se convirtió, desde dentro de su zulo, en negociador del rescate. Logró bajarlo a 60 millones y convenció a su padre para que pagara. Le contó la realidad: que su hermano Juan estaba al borde de la locura. A Juan lo sacaron a los seis meses, cuando se pagó la mitad. Jorge aún seguiría tres meses más. Esta semana se han cumplido 40 años de su liberación y Jorge Born III, que mantuvo silencio y vivió en Brasil 18 años después del trauma, ha accedido a hablar con O’Donnell. Tiene 81 años y cuenta que su padre murió destruido por haber pagado ese dinero que sirvió para financiar la lucha armada. Y habla sin tapujos de su amistad con Galimberti en los noventa. “Él quería entrar en la alta sociedad y hacerlo vía Jorge Born era ideal. Yo quería recuperar mi plata”, explica.
Galimberti ayudó a Born: declaró en el juicio contra los herederos del banquero de los Montoneros, David Graiver, lo que sirvió para recuperar parte de los 60 millones. Otra parte llegó, según le explican a O’Donnell líderes montoneros, a la campaña de Menem, que presidió el país entre 1989 y 1999. El presidente los indultó, también a Firmenich, como hizo con los jefes de la dictadura.
O’Donnell, abrumada por el éxito, cree que se debe a que no se propuso contar los setenta (nació en ese año) sino una historia humana inagotable. Pero así, sin quererlo, ha logrado un relato periodístico de una época clave que hoy está más presente que nunca y es muy reivindicada por la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Algunos de los protagonistas de esa lucha contra la dictadura, sobre todo sus hijos, tienen una notable presencia en el poder kirchnerista. Y hasta en su familia: Camilo, hijo de Fernando Vaca Narvaja, uno de los jefes montoneros que secuestraron a los Born, espera una niña con Florencia, la hija de la presidenta.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)