lunes, 27 de julio de 2015

Napoleón: Cornudo pero no tanto

El húsar de Josefina
La relación de la mujer de Bonaparte con el guapo oficial Hippolyte Charles arroja otra perspectiva de la épica napoleónica
JACINTO ANTÓN - El País


'Flirtation' (Flirteo), cuadro de Frédéric Soulacroix.

Creía saberlo todo de los húsares hasta que el otro día me enteré con grandes sorpresa y embarazo de que el teniente (luego capitán) Louis Hippolyte Charles plantaba margaritas en el crypsimen –un cultismo que significa exactamente eso que imaginan- de Josefina. La actividad jardinera era solo uno de los pasatiempos eróticos, dignos de Lady Chatterly y su guardabosques, a los que se libraban la ya entonces mujer de Napoleón y su amante el guapo húsar, un verdadero deporte de riesgo si se tiene en cuenta que al marido, héroe de Arcole y futuro emperador de los franceses, le enfurecía notablemente que le llamaran, ni que fuera por lo bajito (!), le géneral cornaparte. Napoleón, por cierto, solía acabar sus inflamadas cartas de entonces a Josefina con un tan sentido como inesperado “J’embrasse ta petite forêt noire”. Y uno que pensaba que la frase más inspirada del corso era “Francia solo admira lo imposible”.
A mí, lector apasionado de toda la vida del Napoleón de Emil Ludwig –en el que uno buscará infructuosamente el crypsimen y el bosquecillo de Josefina-, entusiasta seguidor de los relatos militares tipo La batalla, de Patrick Rambaud; 1812: la trágica marcha de Napoleón sobre Moscú, de Adam Zamoyski, o el que estoy leyendo ahora, el estupendo Waterloo del novelista Bernard Cornwell reciclado en historiador, las aventuras amorosas de la época me traían al pairo. Donde se ponga una buena carga de caballería... Sin embargo, recientemente, visitando en el Hermitage de Amsterdam la formidable exposición Alexander & Napoleon & Josephine (hasta el 8 de noviembre, no se la pierdan), que traza la relación del trío (el zar admiraba al emperador antes de convertirse en enemigos y veló por la emperatriz tras la caída de Bonaparte), mi natural inclinación a los hechos de armas napoleónicos se ha abierto a otros intereses distintos.

De entrada, me cautivó en la exposición el gran despliegue de uniformes, espadas, pistolas y banderas. ¡Si es que tienen el sable que usó el emperador en Marengo, el bastón de mariscal de Davout y la famosa águila del 4º Regimiento de infantería de línea capturada por la caballería de la guardia imperial rusa en Austerlitz! –con el mástil algo torcido, eso sí-. En plena inmersión épica (¡el estandarte de los cosacos de Astracán!), me sorprendí a mí mismo admirando un maravilloso vestido femenino de batista y seda de corte imperio que una vez puesto no debía dejar nada, pero nada, a la imaginación. Sumergido en pensamientos irreproducibles acabé dándome de bruces con un cuadro de Josefina que parecía sonreírme burlona, sin abrir mucho la boca –es sabido que tenía una muy mala dentadura, seguramente de chupar de joven mucha caña de azúcar-.

Bonaparte era de una fogosidad artillera y le encendía aún más la pericia amatoria de su esposa criolla
Marie-Joseph-Rose de Tascher de La Pagerie (1763-1814), nacida en Trois Ilets, en la Martinica, ya era una mujer madura cuando su protector Barras, a la sazón su amante, la puso, fatigado, en brazos del joven Bonaparte. Viuda –del general Alexandre de Beuharnais, guillotinado-, madre de dos hijos y sin fortuna pero célebre por su ardor, Josefina (a la que rebautizó así Napoleón) se casó con el prometedor general corso como un modus vivendi, falsificando su edad cuatro años y decidida a seguir pasando los días de cintura para abajo a su feliz manera. Al principio le halagaron la pasión y los celos de le Petit Cabron, como diría Arturo Pérez-Reverte.

Bonaparte, poco experimentado (de “inepto sexual” le califica el historiador Andrew Roberts), era de una fogosidad artillera, no en balde su arma favorita era el cañón, y le encendía aún más la proverbial pericia amatoria de su veterana esposa criolla, una de cuyas técnicas era la del denominado zigzag (?). Dichas técnicas parecen haber sido en realidad poco necesarias dado que Bonaparte era de ir derecho al objetivo -fueran los prusianos o la selva negra-, y apenas sacada la mano de la pechera ya te la había puesto encima. Es célebre la anécdota de la noche de bodas en la que mientras el general atacaba con todo, el perrito de su mujer, Fortuné, le propinó un traidor mordisco en la retaguardia, lo que provocó tal grito a Napoleón que Josefina pensó, contenta, que su marido venait d’atteindre l’extase.

Un fotograma de 'Los duelistas' que evoca el ambiente
de seducción de la época napoleónica.

Pasado un tiempo, estuvo encantada de que su chat botté, como lo llamaba, se marchara a combatir a Italia (se cuenta que le regaló un pequeño anillo de pelos del pubis trenzados para que se lo colocara como un íntimo nomeolvides alrededor del miembro –hoy bastaría con un selfie-, ; y volvió a su rutina de amantes, una larga lista entre la que se contaban, según algunas fuentes, un jardinero, varios ayudas de campo e incluso algunos negros, cosa exótica para la época, y hasta Murat. Consumido entre la gloria y un irrefrenable deseo por su mujer (“elle avait le plus joli petit c… qui fut posible”, le confió un día suspirando al general Bertrand mientras consultaban unos mapas), Bonaparte no paraba de escribirle a Josefina cartas que causan sonrojo y ofrecen una diferente perspectiva del vencedor de Wagram, Marengo y Austerlitz (“te beso los senos y abajo, mucho más abajo”; “vengo mañana, no te laves”).

Cuando el general descubre la infidelidad amenaza con fusilar al oficial
Es mientras Napoleón guerrea en Italia cuando hace su aparición el beu lieutenant Hippolyte (nacido en Romans en 1772), que inmediatamente se convierte en amante de Josefina, seducida por su bonita cara y su carácter encantador y divertido, por no hablar de lo que pone un húsar en uniforme y más si es hábil en acariciar el as de trébol, como se decía entonces. Pese a que todo París conoce el affaire, Josefina no duda en llevarse a Hippolyte a Italia cuando Bonaparte la reclama. El propio Napoleón promueve al chico a capitán del 1º Regimiento de húsares, pero cuando descubre que esta liado con su mujer le acomete un ataque de rabia y amenaza con fusilarlo. Josefina logra apaciguar al general y sigue con Hippolyte mientras Bonaparte marcha a la conquista de Egipto. Cuando le llegan noticias de que la pareja persevera en lo suyo decide divorciarse y solo la promesa suplicante de su mujer de que dejará definitivamente al húsar (de húsar y tirar, y perdonen por el irresistible chiste), le decidirá a no hacerlo.

La historia no tiene ningún final edificante: Hippolyte tuvo una vida muy provechosa, adquirió tierras (parece que con dinero amasado en asuntos turbios) e incluso un castillo, y sobrevivió a las guerras napoleónicas –algo difícil si eras un húsar de corazón- y a los propios Napoleón y Josefina, para morir en 1837 rico y hasta famoso (Balzac se inspiró en él para uno de sus personajes). Despidámosle como hizo su amante: “Adieu, mon Hippolyte, mille baisers brûlants, comme mon coeur, et aussi amoreux…”. ¡Vaya con el húsar!

domingo, 26 de julio de 2015

SGM: Una visita a Berchtesgaden

El refugio alpino de Adolf Hitler
Visita al Nido del Águila, un regalo para el Führer reconvertido en centro de documentación y restaurante al sur de Alemania

JOSÉ MIGUEL RONCERO - El País



Vista del Nido de Águila, en un gran saliente del pico Hoher Göll, en Berchtesgaden (Alemania). / MARTIN SIEPMANN

Berchtesgaden, localidad alpina situada a 25 kilómetros de la ciudad austriaca de Salzburgo, es un verdadero paraíso natural. Capital de la comarca Berchtesgadener Land, está integrada en uno de los parques nacionales más grandes de Alemania, famoso por sus águilas y sus marmotas. Esta pequeña esquina de la región de Baviera es famosa por sus cuevas de hielo, a las que se accede después de tres horas de caminata; su mina de sal, que conjuga la tradición minera con una visita moderna y educativa, y, por supuesto, por ser uno de los escenarios donde se rodaron algunos exteriores de la archiconocida película Sonrisas y lágrimas. Pero quizá la atracción más famosa de Berchtesgaden es el Kehlsteinhaus, o Nido del Águila, la mansión que el partido nazi regaló a Adolf Hitler por su cincuenta cumpleaños.

El Nido está situado a 1.834 metros de altura, sobre un gran saliente de pico Hoher Göll llamado Kehlstein; de ahí su nombre, Kehlsteinhaus, que por cierto nada tiene que ver con ningún águila. Fue construido en 1939, al igual que la estrecha carretera de montaña por la que se llega, que con 700 metros de desnivel y seis kilómetros y medio de recorrido sigue siendo la más alta de Alemania y una de las más empinadas. Todo el complejo (carretera incluida) se considera una brillante obra de ingeniería para la época y se puede visitar entre los meses de mayo y octubre, aunque el acceso con vehículo privado no está permitido. No obstante, la ciudad dispone de un servicio de autobús que nos permitirá relejarnos y disfrutar sin preocupaciones de las magníficas vistas durante toda la aproximación hasta la entrada al Nido: un túnel que se adentra en la montaña, al que se puede llegar también por un sendero.

El pasadizo tiene 124 metros excavados en roca viva. No es particularmente angosto, pero sí está tenuemente iluminado. Es húmedo y frío, parece interminable. Lo cierto es que esta galería horadada en el duro granito parece sacada de una película de James Bond. El túnel, en cuyos laterales se alternan paños de roca viva con secciones cubiertas de ladrillo, nos lleva hasta un ascensor con remates de bronce y tapizado de espejos en su interior. Otro alarde de ingeniería para su tiempo que nos elevará 124 metros más por las entrañas de la montaña en solo 41 segundos, abriendo sus puertas dentro ya del lujoso refugio del Führer.

Cerveza bávara, cocina austriaca



Túnel de acceso al Nido de Águila, en Berchtesgaden (Alemania). / JOSÉ M. RONCERO

El interior del Nido de Águila ha cambiado completamente. Tanto los aliados como los alemanes decidieron eliminar cualquier vestigio nazi y fue convertido en un centro de documentación contra las barbaries del nacionalsocialismo. Además, el complejo fue reabierto al público en forma de restaurante. Las habitaciones de la plata baja, entre ellas el pequeño estudio de Hitler, se han transformado en bodega y despensa, y se pueden visitar solo con un guía oficial. El restaurante cuenta con una amplia terraza de espectaculares vistas a los Alpes; en los días claros, la visibilidad puede alcanzar los 200 kilómetros. Como es de rigor, se sirve cerveza de trigo, Weißbier, que se puede combinar con el tradicional Wiener Schnitzel, plato predilecto entre austriacos, así como otras delicias regionales a base de carne de cerdo, como las Weißwürste o salchichas blancas bávaras. Una ironía histórica: Hitler era vegetariano y abstemio.

Lo que no parece tan claro es por qué los Aliados no destruyeron el Nido después de la guerra. Algunos cuentan que le cayó en gracia a algunos comandantes aliados, como el general estadounidense Dwight Eisenhower. Otras voces apuntan a que debido al escaso uso que Hitler hizo del edificio, apenas tenía carga simbólica. Con mayor probabilidad fueron su localización y su bajo perfil táctico los que más favorecieron su supervivencia: bombardear un chalé en lo alto de una montaña, encajado entre picos aún más altos sin suponer una amenaza militar, no fue considerado una prioridad, especialmente teniendo en cuenta la cercanía de Obersalzberg y el Berghof, segunda residencia oficial de Hitler.

Por una u otra causa, el edificio permaneció intacto durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió, después de esta, en puesto de mando aliado. En 1960 fue devuelto al Estado Libre de Baviera, que en la actualidad dedica todos sus beneficios como restaurante al mantenimiento de este complejo histórico y a diversas obras benéficas.

Entre águilas y marmotas

Berchtesgadener Land, la región donde se encuentra el famoso Nido de Águila de Adolf Hitler, es un paraíso natural que acoge uno de los parques nacionales más grandes de Alemania, famoso entre los germanos por sus águilas y sus marmotas. A unos 25 kilómetros de la ciudad austriaca de Salzburgo, dentro del parque encontramos el Königssee, o el lago del rey, un magnífico lago glaciar alpino de aguas cristalinas que se puede atravesar en bote. A orillas del Königssee se sitúa la iglesia católica de San Bartolomé, a la que todos los 24 de agosto acude una gran peregrinación desde la localidad austriaca de Maria Alm. Berchtesgaden es también una zona de escalada dominada por el Watzmann (2.713 metros), el tercer pico más alto de Alemania. En definitiva, un lugar de referencia para los amantes de la naturaleza alpina.

sábado, 25 de julio de 2015

Argentina: Policías blindados en 1937

Sidecar blindado de la Policía Federal Argentina

Nueva motocicleta de la policía, sidecar blindada, con escudo protector de acero y equipada con subametralladora Thomson, demostración y ejercicios de ataque y defensa, 1937.
Documento Fotográfico. Inventario 308367


viernes, 24 de julio de 2015

Historia argentina: Educando una generación de idiotas

"Sarmiento buitre, Rivadavia ladrón"
Sergio Bufano - Infobae




Recientemente, mi amiga S. le preguntó a su nieta de once años cómo andaba en la escuela. La muchachita le relató que tenía buenas notas y que le gustaba estudiar. Entusiasmada, la abuela orgullosa recorrió con ella las distintas materias que enseñaban en su escuela y finalmente la conversación derivó hacia Historia Argentina. En ese momento, la niña afirmó con absoluta convicción que "Sarmiento viajó a Estados Unidos para transar con los fondos buitres".

Como es de esperar, la abuela quedó atónita. Necesitó unos minutos para reponerse de su asombro y preguntó entonces quién le había contado eso. "La maestra", respondió la niña. Cautelosa, con su mejor tono didáctico, intentó contarle que Sarmiento viajó a Estados Unidos y trajo a varias maestras a la Argentina, con la intención de promover la educación. Además, dijo observando cuidadosamente la reacción de su nieta, en aquel entonces los fondos buitres no existían.

Mi amiga me cuenta que la muchacha la miró piadosamente; y en sus ojos adivinó su pensamiento: "estos viejos no saben nada de Historia". Cómo podía ser que esta anciana se atreviera a contradecir la palabra pronunciada por una maestra de la escuela pública. Entre las dos versiones, la nena ya había elegido la voz oficial. La voz sustentada por el Estado, y por lo tanto, la única verdadera.

La conversación languidecía por el desconcierto de la abuela, perpleja y sin respuestas, cuando para confirmar que Sarmiento era un personaje deleznable, su nieta agregó que "a él no le gustaban los niños. No los quería".

Tengo absoluta confianza en mi amiga S. pero confieso que hubiera dudado de esta historia si no fuera porque un par de años atrás visité el Museo del Bicentenario ubicado a espaldas de la Casa Rosada. Allí encontré el escritorio de Sarmiento, un hermoso mueble tallado en madera. Junto a él, un cartel explicaba que el prócer había importado ese escritorio desde Estados Unidos "confirmando sus preferencias por productos extranjeros y desdeñando a los artesanos argentinos".

Sin saber a quién dirigirme para protestar, desalentado y escéptico, preferí refugiarme en el silencio y caminé hasta el bar más cercano para tomar un café. Y una ginebra. Dicen que el alcohol ahoga las decepciones. Pero es probable que alguien más valiente que yo haya elevado su indignación ya que, afortunadamente, ese cartel fue modificado por otro más "objetivo".

La anécdota de mi amiga con su nieta trajo a mi memoria una carta de lectores publicada en Clarín en junio de 2014 y firmada por Camila Perochena en donde explicaba que el guía de dicho museo afirmó ante un grupo de niños: "Esta no es la silla original de Rivadavia, porque él se robó todo y se llevó la silla a su casa". Refiriéndose a la generación del 80, ese guía afirmó que en esa época los argentinos no tenían "derechos, ni obra social, ni asignación universal por hijo". La autora de esa denuncia, también más valiente que yo, concluía irónicamente que tampoco tenían computadoras ni Fútbol para Todos.

Recordé entonces a los Pioneros Vladimir Lenin, organización creada en 1922 en la Unión Soviética. Los niños llevaban un pañuelo rojo en el cuello y recibían una implacable propaganda que se introducía en sus inocentes cabecitas. A veces confusas porque el hasta ayer glorioso jefe del Ejército Rojo, León Trotzky, se convertía en un miserable traidor. Y el adorado Lunacharsky desaparecía de fotografías a pesar de que todavía no se conocía el Photoshop.

¿Qué le están enseñando a los chicos en las escuelas argentinas? Si Sarmiento era un socio de los buitres norteamericanos, Rivadavia un ladrón y Rosas el adalid de las libertades y de la educación, vamos a tener un problema en los próximos años porque los adultos del futuro serán unos reverendos idiotas.

jueves, 23 de julio de 2015

La Tablada: El último ataque terrorista

El ataque terrorista a la Tablada




Un 23 de enero de 1989 (pleno gobierno de Raúl Alfonsín) unos 42 terroristas del Movimiento Todos por la Patria (reciclaje criminal de lo que fuera en los años 70´ el ERP) embistieron el portón de entrada del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 ubicado en la localidad de La Tablada. Seguidamente, los subversivos se dispersaron por el interior del cuartel donde se encontraron con una fuerte resistencia. El combate se prolongó durante casi 27 horas hasta que finalmente los guerrilleros sobrevivientes se rindieron. Las crudas imágenes de la batalla transmitidas en vivo y en directo por los medios de comunicación recorrieron el mundo y conmocionaron a los argentinos que una vez más sufrieron la artera agresión del comunismo internacional.

Afortunadamente, en un país signado por la amnesia y la hipocresía ideológica en el cual estos hechos del pasado reciente suelen ser ocultados bajo la alfombra, aparecen en escena patriotas como nuestro amigo Sebastián Miranda, joven historiador revisionista quien acaba de reeditar con nueva documentación un libro indispensable para cualquier biblioteca argentina:  “Los Secretos de la Tablada. La última acción de la guerrilla armada”. Es en este magnífico trabajo en donde se detallan los orígenes de los atacantes en el Ejército Revolucionario del Pueblo, los Montoneros y la UCR; su participación criminal en la revolución sandinista; las advertencias previas que anunciaron el ataque en cuestión; la composición del MTP y las organizaciones colaterales; las acciones militares para la defensa y recuperación de las instalaciones; las evidentes complicidades de funcionarios de primera línea del gobierno radical y los medios de comunicación que anunciaron el asalto; la influencia de periodistas, políticos y personajes del gobierno actual y su relación con los terroristas de entonces; el oscuro rol de Horacio Verbitsky,  las operaciones de prensa del diario Página/12 (financiado por el propio Gorriarán Merlo), el papel de la Coordinadora radical, el juicio a los subversivos; la campaña mediática para su liberación mediante la tergiversación de los sucesos y las mentiras sobre las acciones durante la recuperación del cuartel atacado.

La Prensa Popular

miércoles, 22 de julio de 2015

Guerra Antisubversiva: Apología del terrorismo en "El Descamisado"

La revista "El Descamisado": Memorias de la prensa armada
Entrevista a Ricardo Grassi, que acaba de publicar "El Descamisado. Periodismo sin aliento". Grassi es autor del reportaje en que Firmenich cuenta cómo mataron a Aramburu. En su nuevo libro aparece otra persona, que estuvo ahí y lo remató.


Ex-terrorista subversivo Martón Grassi




Marcelo Larraquy - Clarín

Fue considerado un texto extraordinario en la historia de la violencia política; “tan extraordinario –en palabras de Beatriz Sarlo– que resulta poco menos que increíble”. Y todas sus circunstancias se cuentan ahora en El Descamisado, periodismo sin aliento.

Nunca se supo con precisión quién había escrito Cómo murió Aramburu, el texto en el que Mario Firmenich y Norma Arrostito relataron por primera vez el secuestro y crimen de mayo de 1970. Algunos se lo atribuyeron a Rodolfo Walsh. Ahora se sabe: el reportaje fue realizado en agosto de 1974 en el fondo de una casa de Belgrano R en dos encuentros de más de tres horas en los que se abordaron los detalles desde la inteligencia previa al secuestro hasta que se le dispara y se coloca su cuerpo bajo tierra y cal en la estancia del pueblo de Timote.

“Era la primera vez en la historia del periodismo que se contaba cómo alguien mata a alguien. Ni siquiera la ETA en España lo había hecho. Fue un relato técnico. La fría narrativa de un crimen”, afirma Ricardo Grassi, autor del reportaje, que menciona a Enrique “Jarito” Walker y Juan José “Yaya” Ascone, ambos secuestrados y desaparecidos, como participantes de los encuentros con Firmenich.

Grassi completó el reportaje con Norma Arrostito. La entrevistó en un bar de la calle Lima, para verificar y ampliar el relato de Firmenich. El reportaje se publicó en “La Causa Peronista” –que sucedió a “El Descamisado”- el 3 de septiembre de 1974, tres días antes de que Montoneros decidiera pasar a la clandestinidad.

Sin embargo, casi cuarenta años después de los hechos, cuando decidió contar la historia de la revista “El Descamisado”, Grassi advirtió que había elementos en el relato que no cerraban. Que Fernando Abal Medina y el general Aramburu estuviesen solos en el sótano y que el primero le disparara con dos armas distintas, le pareció inverosímil. Tendría que haber habido otro en el acto final. “Acá falta algo”, pensó.
Después de correos electrónicos sin respuesta por parte de Firmenich, Grassi hizo averiguaciones internas hasta que encontró a “El Otro”, el hombre que permaneció oculto, borrado de la historia del crimen de Aramburu. Lo entrevistó para este libro, que acaba de publicar Penguin Random House.
En marzo 1973, Grassi había sido designado director de “El Descamisado”, como parte del proceso de fusión de “Montoneros” con la agrupación “Descamisados”, en la que militaba.

“El Descamisado expresa una corriente política que era el “montonerismo”, que en ese momento era exitosa y multitudinaria y que tenía como proyecto el socialismo nacional. Pero era una revista que estaba hecho con criterios periodísticos”, dice.
Unos meses antes, Grassi había entrevistado dos veces a Perón en Puerta de Hierro, Madrid. En un primer encuentro, Perón había apoyado el “socialismo nacional” y las “formaciones especiales”. Sus expresiones, cuando acababa de comenzar la campaña electoral que llevaría a Héctor J. Cámpora al gobierno, fueron música para los oídos de la “juventud maravillosa”. En el segundo encuentro, Perón relativizó el socialismo. “Socialismo es todo –le dijo a Grassi-. El laborismo inglés es socialista. La China de Mao es socialista. Nosotros estamos a favor de la democracia integrada, como el modelo italiano”. La publicación del segundo reportaje a Perón entonces pasó desapercibida.

La contradicción estalló cuando regresó al país, el 20 de junio de 1973. “La sorpresa fue que el proyecto de Perón no tenía nada que ver con el de la izquierda peronista, y en particular con Montoneros. De pronto fue como si nos sacaran el piso y todo quedara en el aire. Lo del trasvasamiento generacional, que suponía darle el bastón de mando a esos jóvenes era una aproximación falsa. En definitiva, se trataba de ideologías y proyectos que después pasaron a ser distintos”, indica Grassi a Clarín.

-¿Hubo espacio de negociación para el proyecto de Perón y el de Montoneros?

-Perón hacía intentos de llegar a algún punto de encuentro pero desde la óptica de Perón, que no aceptaba discusiones ni disidencias. El era el jefe. Si sos peronista, aceptás lo que dice Perón; si no, no sos peronista. Y creo que la conducción de Montoneros tenía un proyecto que si era con Perón, bien, y si era sin Perón, lo mismo. Lo que le importaba era el proyecto. Pero si Montoneros decía “basta con Perón”, ¿dónde se ponía políticamente, en qué lugar del peronismo?

La línea periodística previa -Perón como conductor del proyecto de Montoneros-, ya no servía para “El Descamisado”. Firmenich, con un maletín blindado que le servía de escudo y en el que llevaba dos granadas, empezó visitar la revista para discutir los editoriales. La casa de la calle Jujuy, sede de la redacción, se había convertido en un bunker. Grassi vivía armado, con dos periodistas que le hacían de guardaespaldas en la calle. Se movían con un Citroen 2CV y un Renault 4.

El día en que mataron a Rucci, el 25 de septiembre de 1973, Firmenich volvió a “El Descamisado”. La redacción era una caldera. Se sospechaba de la CIA, el ERP, de López Rega. “Fuimos nosotros”, le dijo Firmenich a Grassi. “Llamé a la redacción para que lo explicara a todos. Dijo que con esto se podía forzar algunas decisiones de Perón. La revista publicó que la muerte de Rucci era algo de adentro. Y adentro, se entendía, era Montoneros o Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)”, recuerda.

-¿Había una percepción interna de lo que significaba el crimen de Rucci? ¿De la reacción que tendría Perón?

-La percepción fue inevitable a partir de ataques sistemáticos contra sedes de la JP, de la JTP, de las agrupaciones (relacionadas con Montoneros). Es el quiebre que marca este período. Y después Perón se muere. No hay síntesis. Se muere tu papá y te quedaste sin sentarte con él a hacer las cuentas finales.

-¿Por qué deciden buscar a Firmenich para que contara el crimen de Aramburu?

-Para entonces ya habían cerrado “El Descamisado”, también “El Peronista”, que la sucedió, y estábamos publicando “La Causa Peronista”. “Jarito” Walker dijo: "Si nos cierran otra vez, por lo menos que sea con algo contundente". Entonces lo propusimos y Firmenich aceptó. Después supe que dijo: “Cómo vamos a la clandestinidad, recordemos quiénes somos y de qué somos capaces”. Y dio el reportaje.

-¿Tuvo alguna sospecha de que otro grupo pudo haber secuestrado a Aramburu y luego habérselo entregado a Montoneros?

-Yo no la tuve, y el reportaje es muy sólido y claro. Tengo una mentalidad poco conspirativa, además. Hay muchas cosas que parecen increíbles pero fueron así de simples.

-¿Qué le dijo “El otro” sobre el crimen de Aramburu, que no le había dicho Firmenich en la casa de Belgrano R?

-“El otro” estuvo en el sótano. No recuerda que Aramburu estuviera amordazado, como dijo Firmenich. Sí recuerda que Aramburu dijo: “Proceda, nomás”. Entonces Fernando Abal Medina le disparó al pecho y lo tapó con una manta. Se sintió muy mal personalmente y luego fue hacia la pared, compungido. Después le dijo a “El otro” que se quedara y subió. Al rato bajó Emilio Maza (montonero de Córdoba, muerto en combate el 8 de julio de 1970), tocó el cuerpo y dijo: “Esta persona todavía está viva”. Y lo remató con dos tiros. Esto era lo que no cerraba del relato original.

martes, 21 de julio de 2015

Conquista de América: El perdón

El Papa pide perdón por los “crímenes” durante “la conquista de América”
Bergoglio pide la rebelión de los excluidos: “El futuro está en sus manos. ¡No se achiquen!"
PABLO ORDAZ Santa Cruz, Bolivia - El País
Una mujer con un póster del Papa. / M. ALIPAZ (EFE)


Las palabras del papa Francisco no pudieron ser más rotundas: “Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. Durante un encuentro con movimientos populares de todo el mundo en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Jorge Mario Bergoglio pidió “tierra, techo y trabajo” para todos: “Son derechos sagrados. Hay que luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en Latinoamérica y en toda la Tierra”.

Durante casi una hora, el Papa escuchó con atención los testimonios de los grupos de excluidos (indígenas, cartoneros, trabajadores precarios del mundo rural y de las periferias de las ciudades) de todo el mundo. También un encendido alegato del presidente de Bolivia, Evo Morales, contra los colonialismos pasados –“en 1492 sufrimos una invasión europea y española”— y los contemporáneos. Pero, en un foro dedicado a clamar contra las injusticias, quien se mostró más beligerante fue el papa de Roma: “Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común”.

“Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”

“Este sistema ya no se aguanta”, dijo Bergoglio en un discurso de seis folios que transitó por pasajes ya conocidos –la globalización de la indiferencia, la condena de la cultura de la descarte…–, pero exploró otros que llamaron a la rebelión de los más humildes: “Necesitamos un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio redentor. Necesitamos un cambio real. Este sistema ya no se aguanta. Y los más humildes, los explotados, pueden hacer mucho. El futuro de la humanidad está en sus manos".

En un pasaje que puso la emoción a flor de piel, Bergoglio quiso hacer protagonistas de la salvación del mundo a los más humildes: “¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora, frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para mis problemas?”.

A continuación, el Papa, entre aplausos, contestó su propia pregunta: “¡Mucho! Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» (trabajo, techo, tierra). ¡No se achiquen!”

"Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas. ¡No se achiquen!”

El Papa clamó contra “la imposición de medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres” y contra “el colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas”. Fue casi al final cuando Francisco, que había convertido en su discurso a los más pobres en “poetas sociales”, admitió: “Alguno podrá decir, con derecho, que «cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia».

Y añadió: “Al igual que san Juan Pablo II pido que la Iglesia «se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos». Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”.

No es la primera vez que un papa pide perdón a los indígenas, pero no desde luego con esta contundencia. El 13 de octubre de 1992, Juan Pablo II pidió en Santo Domingo a los indígenas que perdonasen las injusticias cometidas contra sus antepasados y, días después en Roma, insistió en su «acto de expiación por todo lo que estuvo marcado por el pecado, la injusticia y la violencia» durante la evangelización de América. Quince años después, el 23 de mayo de 2007, Benedicto XVI afirmó que “el recuerdo de un pasado glorioso” no puede ignorar “las sombras” que acompañaron la evangelización de Latinoamérica. “No es posible olvidar el sufrimiento y las injusticias infligidos por los colonizadores a las poblaciones indígenas, cuyos derechos humanos fundamentales eran con frecuencia pisoteados”, dijo Joseph Ratzinger.

La diferencia en el fondo y en las formas es evidente, aunque también Francisco, como antes Juan Pablo II y Benedicto XVI, añadió que “para ser justos” tenía que reconocer a los sacerdotes que “se opusieron a la lógica de la espada con la lógica de la cruz”. Para finalizar uno de sus discursos más largos pero también más hermosos y combativos, Bergoglio exclamó: “Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez. Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra”.

lunes, 20 de julio de 2015

Arqueología: Encuentran soldados otomanos que lucharon hasta la muerte

Fosa común revela que soldados otomanos lucharon hasta la muerte en Rumania en el Siglo 16
Forbes

El 13 de noviembre 1594, Miguel el Valiente convocó a sus sujetos en el Estado cliente de Valaquia a levantarse contra el Imperio Otomano. Como parte de una serie de guerras terrestres entre el Imperio Otomano y diversos poderes en Europa, Michael condujo a sus tropas a conquistar varios castillos a lo largo del río Danubio y fortalezas de profundidad dentro del territorio otomano, volviéndose a sólo millas de la capital otomana de Constantinopla. Pero mientras que Miguel estaba luchando a la distancia, los hombres que le prestaron el dinero para financiar su campaña para que sea príncipe fueron asesinados en la capital de Valaquia, Bucarest (Rumania). Los arqueólogos creen que pueden haber encontrado estas cifras históricas en una fosa común descubierta en Plaza de la Universidad de Bucarest, y sus huesos revelan una muerte muy violenta.

Durante una excavación del cementerio de la iglesia de San Sava, se descubrieron 688 tumbas que datan de los siglos 16o a 19no. No lejos de la tierra consagrada, sin embargo, los arqueólogos encontraron tres esqueletos de personas que habían sido arrojadas sin ceremonias en el fondo de un pozo circular. Huesos de animales, ladrillos, fragmentos de cerámica y otros restos entonces habían sido amontonados en la parte superior de ellos para llenar el pozo. La inclusión de toda esta basura era fortuita por los arqueólogos, sin embargo, porque los artefactos, junto con la datación por carbono de los huesos que les permitió datan la fosa común al final de la 16a o principios del siglo 17.


Tres esqueletos mezclados en un hoyo excavado en la Plaza de la Universidad de Bucarest. La cabeza del esqueleto 1 está en la parte superior izquierda; La cabeza del esqueleto 2 está en la parte inferior derecha; y la cabeza del esqueleto 3 está en el medio. (Foto usada con permiso del señor Constantinescu.)

Mihai Constantinescu y colegas desenredan cuidadosamente los restos desordenadas y estudiaron minuciosamente los huesos en busca de pistas sobre quiénes eran y cómo murieron. Escribiendo en la revista International Journal of Osteoarchaeology, señalan que los tres esqueletos eran hombres y adultos jóvenes y de mediana edad. Todos los hombres tenían mala salud dental, así como evidencia temprana de la osteoartritis en todo su cuerpo. Sobre la base de los sitios de unión del músculo en el hueso, que también estaban participando en actividades repetitivas similares: levantar, tirar, mover objetos pesados, caminar largas distancias, y sentado en una posición en cuclillas. Es muy probable que estos hombres compartían una ocupación que les obligaba a realizar las mismas actividades una y otra vez.


Pero las lesiones de los arqueólogos encontraron -tanto aquellos que habían sanado y esos infligido a muerte son sorprendentemente numerosas y horripilante. En algún momento de su vida, Esqueleto 1 fracturó la clavícula, las costillas, la muñeca izquierda, rodilla, cadera, columna lumbar, la nariz y los dedos medios adecuados. Esqueleto 2 parece haber tomado una flecha en la espalda, con una fractura de penetración en su omóplato izquierdo, y se había lesionado ambas rodillas. Sorprendentemente, Esqueleto 3 estaba ileso, pero posiblemente porque era un poco más joven que los otros dos hombres.


Esqueleto 2, lesión 13: sexta costilla derecha con la punta de flecha que produjo la lesión. (Foto usada con permiso del señor Constantinescu.)

Dos docenas más heridas fueron encontrados en los tres cuerpos, pero estos fueron infligidas en la época de la muerte. Mientras esqueletos 1 y 3 tenían pocos lesiones, Esqueleto 2 sufrió 18 heridas antes de morir. La mayoría de las heridas fueron infligidas en las cabezas de estos hombres por un ataque de frente, y la mayoría de las lesiones fueron causadas por objetos afilados como espadas y flechas.

Había una bala de mosquete presentado en las vértebras del cuello del esqueleto 2, además de una punta de flecha todavía atrapado en una costilla, una herida piratería que rompió el esqueleto facial, y la indicación sobre las vértebras que alguien intentó decapitarlo.


Esqueleto 2, lesión 12: cuarta vértebra cervical con la bala de mosquete que produjo la lesión (Foto usada con permiso del señor Constantinescu).

El esqueleto 3 también mostró evidencia de decapitación con una hoja de heridas posiblemente de una vértebra del cuello espada a través. El esqueleto 1 sufrió una fractura craneal masiva, probablemente causado por una maza. Desde los soldados en ese momento podría llevar sólo físicamente y utilizar un fusil, un arco o una maza, y no una combinación de ellos, esto significa que al menos tres personas diferentes establecen en este grupo de hombres.


Esqueleto 3, lesión 2: Lámina de la herida en la cuarta vértebra cervical. El corte horizontal a través del cuerpo vertebral (parte superior de la imagen) es evidencia de trauma agudo. (Foto usada con permiso del señor Constantinescu.)

Los nombres exactos de estos hombres son desconocidas, pero Constantinescu y sus colegas creen que eran comandantes ya sea militar o jenízaros (infantería de élite de soldados otomanos), muy posiblemente los mismos que habían prestado el dinero Michael Brave para que pudiera gobernar Valaquia. Si eran rumanos ", habrían sido enterrados en un cementerio por los lugareños", escriben. Con base en el período de tiempo, las lesiones infligidas, y la ubicación del entierro, concluyen que "las tensiones provocadas por los acreedores en la corte principesca de Miguel el Valiente podrían haber contribuido a la violencia excesiva y la falta de interés por su permanece. "

¿Acaso los sujetos Miguel el Bravo atacan violentamente a los otomanos en medio de ellos mientras él estaba fuera luchando la Guerra Larga turca? Es imposible responder a esta pregunta definitivamente, pero Constantinescu y colegas de trabajo en esta grave misterio muestra cómo armar los registros históricos, parafernalia militar y huesos humanos nos puede llevar más cerca de una solución.