viernes, 8 de septiembre de 2023

Argentina aborigen: El sol rojo de los comechingones

El Sol Rojo de los Comechingones

Revisionistas






Sol Rojo de los Comechingones

“La provincia de los comechingones” ….. así llamaron los españoles a casi toda la jurisdicción de Córdoba. Encontramos en los archivos municipales, que esta provincia ubica a los comechingones en las sierras a uno y otro lado, desde más o menos Cruz del Eje hasta el Arroyo de La Punilla.

La Primera Expedición que entra a Córdoba en el año 1528, lo hace al mando del navegante Gaboto, por el Este y llega a estas zonas serranas atraído por un Cerro de Plata y una ciudad llamada Paititi que se halla cerca de Yúngulo, donde se encuentra la famosa Ciudad de los Césares, cuyos pobladores son llamados los Señores, pues se sientan en sillas de oro y toda la vajilla es de ese metal precioso. Gaboto siente hablar en el Perú de los famosos y verídicos Comechingones, cuyas virtudes de hombres amantes de la verdad, han llegado hasta esos lugares del Incario.

Tienen la ciudad de Yúngulo, les comentan a los europeos en el Perú y lo que dicen los Comechingones es cierto, porque son hombres formales y de cumplimiento. Gaboto entra por el Este a la provincia de Córdoba y la camina en sus partes principales, pero no puede llegar hasta esos tesoros que la leyenda o la fábula, habían creado. Luego otro “conquistador” llamado Mendoza, entra por el norte en 1545 sin fundar ninguna población y en 1550, también lo hace Francisco de Villagra, quien no deja ninguna señal de su paso por tierras de los Barbados Serranos de Viarava y Charava. A principios de 1573, un “conquistador”, llamado Mejía Miraval, entra a Córdoba, precediendo a Jerónimo Luis de Cabrera que en los primeros días de Julio de 1573, funda la ciudad de Córdoba y muere de “garrote vil” en su cama, a principios del año 1575.

Las formas culturales de los Comechingones eran variadas y auténticas. Tenían su máxima expresión en el arte rupestre de Cerro Colorado, en las pinturas de Inti Huasi y en las pictografías y petroglifos que se encontraban en distintos lugares de las sierras cordobesas.

Para desgracia de la cultura argentina, gran porcentaje de estas expresiones se han perdido o desmejorado por encontrarse sin ninguna clase de protección de las inclemencias del tiempo, otras han sido arrancadas por manos impías con el empleo de cortafierros y martillos y llevadas a lugares desconocidos o han quedado también expuestas a la veleidades y al desprecio de los lugareños y de un turismo que en su mayoría no entiende la trascendencia de sus expresiones culturales y pone leyendas y símbolos sectarios con tiza o aerosoles imborrables.

Con las cavernas y alerones, sucede lo mismo, pues en algunas de ellas se han levantado remedos de grutas religiosas europeas, llegando en algunos casos a pintarlas con exóticos e inconcebibles colores que se refieren a determinados equipos de fútbol, en un total descreimiento de incultura y violencia populachera, tan arraigada en ciertos sectores de la sociedad argentina.

La propiedad privada que se ejerce sobre estos bienes incalculables de la cultura del hombre, ha hecho posible con el transcurso de los años, la desaparición o destrucción de Estanques Sagrados, donde en épocas pretéritas se bañaban las Ñustas, Vírgenes y Doncellas de las antiguas religiones, los Templos del Sol convertidos en resguardo de
ganado y de murciélagos, las casas de Piedra, los Menhires que fueron destruidos como el de Calabalumba al pie del Uritorco o trasladados a una plaza para propaganda turística, con lo cual perdieron sus mágicos atributos, las Pircas que delineaban provincias, aldeas o propiedades, los Pucaraes o antiguas fortalezas de piedra, las manifestaciones de arte rupestre milenario y todos los objetos históricos/ culturales de mediana o pequeña construcción que los hombres de la antigüedad nos dejaran, como
un testimonio silencioso de su belleza espiritual y moral, a través de su arte lítico, de la cerámica de sus guardas y dibujos, de sus trabajos en cobre, plata y oro, de los restos paleontológicos, llevados en camiones al extranjero, como los dinosaurios de Ischigualasto y toda la herencia cultural que nos dejaron grabada y pintada en la roca de sus cavernas y en sus Templos Solares Metafísicos.

El patrimonio espiritual de las antiguas civilizaciones debe permanecer sin duda alguna, a la propiedad directa del Ser Nacional de los Argentinos, por cuanto esas obras se encuentran en sus límites territoriales y su custodia, protección y conocimiento, es un derecho y una obligación irrenunciable que debe ejercer por sí misma la Nación Argentina.

El Sol Rojo del Templo del Sol

Estando de vacaciones, el escritor Leopoldo Lugones (2), el 26 de marzo de 1903 dio a conocer el hallazgo de las pinturas rupestres de Inti Huasi (Departamento de Tulumba), en un artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires.

En la caverna de Inti Huasi, se podía mirar hasta el año 1926, esculpido en la pared de esa roca, al Sol Rojo de los Comechingones, una de las joyas de la arqueología de Armórica (1). Frente a ese Sol terracota, también se apreciaba el cielo que de noche podían ver dichos indígenas. Formaba parte, junto a otras pinturas ancestrales, del llamado “Templo del Sol”, sitio sagrado para los originarios. Ese mismo año, arribó a la zona el arqueólogo escocés Gordon Gardner, de la Universidad de Oxford con el pretexto de estudiar las pictografías, frecuentando estos lugares hasta 1926. Antes de su regreso a Inglaterra, donde publicó un trabajo sobre las mismas (3), arrancó con un martillo neumático el Sol Rojo. Ardua tarea dado que tiene un metro con sesenta centímetros de diámetro y pesa tres mil setecientos kilos,

Una vez fuera de la cueva, fue llevado desde Tulumba con el ferrocarril, en aquel tiempo Central Argentino y de allí a la estación Retiro. Luego fue cargado en una carreta tirada por 2 caballos de pelo tordillo, pasando por detrás de la Casa de Gobierno y fue cargado en un buque con destino a Inglaterra.

El Sol Comechingón estuvo expuesto en el British Museum hasta 1982, Actualmente dicha pieza arqueológica no se halla más en ese repositorio, pues en la guerra de Malvinas la habían sacado, junto con otros testimonios de los Dioses Solares Armoricanos, se desconoce si está en el Makind Museum de Londres o en los Archivos Secretos del Vaticano (4). Su paradero hasta ahora es todo un misterio.

El Sol Rojo es una obra de arte magnífica, mal llamada Sol Incaico, dado que es muy anterior al Imperio Inca y, que perteneció a la cultura troyana que fundó el Primer Imperio de Tiwanaku (en la actual Bolivia). Algunos suponen que su origen pertenece al período Incaico posiblemente tallado por la cultura Ayampitín. Esta cultura debió sobrevivir hasta el 500 o 1000 a.C., aunque no existe certeza al respecto.

Es lamentable que las autoridades argentinas nunca hayan hecho un reclamo para su devolución. Parece que su prioridad es regalar terrenos a pueblos “no originarios” y devolver piezas arqueológicas foráneas a sus países de procedencia. Nadie se preocupa por cuidar y recuperar lo que es verdaderamente nuestro. México y Perú han logrado recuperar exitosamente miles de objetos, en su mayoría de la época prehispánica. Los pueblos víctimas de este saqueo no han sido desposeídos de objetos de arte irreemplazables, han sido desposeídos de una memoria que les hubiera ayudado a conocerse mejor a sí mismos,

Referencias


(1) Leopoldo Antonio Lugones nació en Villa de María del Río Seco, Córdoba (cerca de Río Colorado en las proximidades del límite con Santiago del Estero) el 13 de junio de 1874 en el seno de una familia de clase aristocrática. Pasó su infancia en diversos pueblos del interior de la provincia de Córdoba, hasta que se mudó a la capital, Se quitó la vida en San Fernando, Pcia. de Buenos Aires, el 18 de febrero de 1938.
(2) El profesor cordobés Guillermo Alfredo Terrera escribió un gran número de obras sobre la historia esotérica del continente al que él llamaba “armoricano”.
(3) “Las rocas pintadas del noroeste de Córdoba“, Oxford, Clarendon Press (1931).
(4) Los Museos Vaticanos custodian cerca de 80.000 piezas de culturas de todo el planeta, por supuesto también de la América precolombina.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal revisionistas.com.ar
Terrera, Guillermo Alfredo y Moreno de Terrera, Edith – Los Comechingones – Sol Rojo Editora, Córdoba (2004).
Turone, Oscar A. – El Sol Rojo de los Comechingones – Buenos Aires (2023)

jueves, 7 de septiembre de 2023

Carrera espacial: Los últimos momentos de Komarov

 

Las últimas horas del astronauta soviético y su intento desesperado por arreglar la nave antes de estrellarse

Vladimir Mijailovich Komarov fue el primer muerto de la carrera espacial. Ocurrió un 24 de abril de 1967. A la nave Soyuz I no se le abrieron los paracaídas y se estrelló a más de 200 kilómetros por hora contra el suelo ruso. Cuáles fueron las fallas tecnológicas y la desesperación del piloto por volver a la Tierra a salvo. El silencio de Moscú sobre las causas del accidente

 

Todo lo que quedó del comandante de la Soyuz 1, Vladimir Komarov, ante la mirada de tres oficiales soviéticos

Fue un desastre tan grande, que los detalles se mantuvieron ocultos durante muchos años. No por la magnitud del desastre en sí, sino por la mamarrachada, la impericia y la estupidez que lo acunaron. El 24 de abril de 1967, hace cincuenta y seis años, la astronave rusa Soyuz 1, que debía tocar tierra con lentitud, balanceada por sus poderosos paracaídas y con la velocidad disminuida por el accionar de los retrocohetes encargados de frenar el descenso, cayó en cambio a Tierra a una velocidad de más de doscientos kilómetros por hora y se fundió con el suelo soviético. Los paracaídas jamás se abrieron. Y los retrocohetes, que debían haberse encendido antes del aterrizaje, se encendieron ahora que la nave estaba destrozada: la intensidad del fuego derritió el metal a su alrededor y el cadáver del único astronauta que la tripulaba. El coronel Vladímir Mijailovich Komarov, que tenía cuarenta años recién cumplidos y un futuro brillante en la carrera espacial de la URSS.

Los soviéticos tenían la idea de lanzar a Komarov en la Soyuz I. Al otro día, despegaría otra nave con otros dos astronautas. Todos se encontrarían en el espacio. Komarov se cambiaría de cápsula para volver a la Tierra sano y salvo. Esto adelantaría a la URSS en la carrera espacial que llevaba con Estados Unidos.

Ya en el espacio, la nave empezó a tener los problemas que se habían anticipado. No tuvo energía eléctrica por el mal funcionamiento de las antenas. Cada minuto que pasaba aumentaba el peligro y bajaban las chances de supervivencia de Komarov.

Komarov estuvo unas 5 horas buscando orientar el módulo hacia la Tierra. Se acercaba el final. La Soyuz I volvía a la Tierra, el primer paracaídas no abrió y el de repuesto quedó enredado entre los motores. Así, el astronauta soviético se estrelló hace 56 años a más 200 kilómetros por hora.

Paracaídas y retrocohetes no fue lo único que no funcionó en la Soyuz 1. En la Soyuz 1 no funcionó nunca nada. La misión era de un riesgo altísimo, era, casi, una misión suicida que Komarov aceptó con melancólico fatalismo. El silencio de la URSS, que atribuyó la tragedia al mal funcionamiento de los paracaídas, alimentó alrededor del caso una serie de leyendas románticas e imposibles de confirmar. Por ejemplo, la que dice que Komarov subió a la Soyuz a sabiendas de su muerte segura, pero que no quiso renunciar a la misión porque el designado para reemplazarlo era Yuri Gagarin, el primer hombre en orbitar la Tierra, un héroe nacional. Lo único comprobable de la leyenda es que, en efecto, Gagarin era el piloto suplente de la misión.

Ahora, todo lo que quedaba de Komarov, de sus ansias de conquistar el espacio, de la confianza ciega en el proyecto espacial de la URSS, de su devoción por su mujer, Valentina y por sus dos hijos Yevgeny e Irina, de su esperanza en el grupo de astronautas en formación y destinados todos a la gloria, de todo lo que Komarov había encarnado sólo quedaban unos pocos restos ennegrecidos, imposibles de reconocer como partes de un cuerpo; un extraño carbón humano embebido en parte por metal fundido, reducido todo a la imagen de un tronco de árbol con unas pocas ramas.

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Detrás de la muerte del cosmonauta, latía la sorda batalla por ganar la carrera espacial, la urgencia de la URSS por igualar a los Estados Unidos, que llevaban cierta ventaja a los rusos, que habían sido dueños de la delantera seis años antes, cuando Gagarin fue el primer ser humano en orbitar la Tierra. Y también latía la impericia soviética, su tecnología tosca y rudimentaria que chocaba con las urgencias políticas que signaban la carrera espacial.

La sombra de Brezhnev

Y, además, estaba Brezhnev. Leonid Brezhnev había barrido del poder a Nikita Khruschev en 1964 y se preparaba para ejercerlo hasta el final de su vida. Fue lo que hizo: ocupó el cargo de Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la URSS hasta su muerte, en 1982. Su gobierno fue un desastre y, en cierto modo, abrió camino hacia la disolución de la Unión Soviética en 1991. En 1967, como máxima autoridad del imperio soviético, exigía resultados urgentes en la carrera espacial.

El comandante Vladimir Mijailovich Komarov fue considerado un héroe para la Unión Soviética

Komarov había nacido en Moscú el 16 de mayo de 1927. Era una luz en matemáticas y siempre estuvo interesado en la aeronáutica. En 1945 se graduó con honores en la Escuela de Vuelo y la Segunda Guerra terminó poco antes de que lo llamaran al combate. Fue piloto de aviones de combate en los años 50 y el 13 de marzo de 1960, junto a otros tres mil candidatos, se presentó al examen como futuro cosmonauta. No lo eligieron. No cumplía con los requisitos de edad (tenía 32 años) altura y peso que requería el programa espacial en pañales. Lo aceptaron luego porque tenía amplia experiencia como ingeniero de prueba de aviones nuevos. Y también porque era un piloto excepcional. Los colegas más jóvenes lo bautizaron “El Profesor” porque los ayudaba en sus estudios académicos.

Cuando empezaron los vuelos espaciales tripulados, en 1961, Komarov era el tercer cosmonauta ruso mejor pago, detrás de Gagarin y de Gherman Titov. Aquellos eran los primeros vuelos espaciales de las misiones Vostok. Fue en una nave Vostok 1 que Yuri Gagarin orbitó la Tierra, una hazaña que fue igualada apenas doce semanas más tarde por los americanos, cuando Alan Shepard suborbitó tres veces la Tierra a bordo de la nave “Freedom 7″ del proyecto Mercury.

Komarov tuvo su primera vez en el espacio en 1964 como comandante de la Voskhod 1. No iba solo. Lo acompañaban en el vuelo el ingeniero Konstantin Feoktistov y el médico Boris Yegorov. Fue la primera misión al espacio tripulada por más de un astronauta. La decisión de la URSS era tomar la delantera al proyecto Gemini de Estados Unidos, que también pugnaba por vuelos espaciales con un equipo de tripulantes. Los tripulantes de la Voskhod 1 realizaron pruebas biomédicas en el interior de la nave, aunque la misión especial era diseñar un modelo de organización para vuelos tripulados por tres y más cosmonautas.

Pero desde 1965 a 1967 la URSS no había enviado vuelos al espacio, mientras Estados Unidos había completado con éxito numerosas misiones tripuladas: en el Kremlin querían recuperar el terreno perdido. Además, exigieron una misión espacial exitosa para finales de abril, para presentarla con toda la furia el 1 de mayo, cuando se conmemoraba el cincuenta aniversario de la Revolución Rusa. Para eso, al Kremlin le venía fantástico el proyecto Soyuz, que era muy ambicioso, tal vez más ambicioso que la técnica que debía desarrollarlo y controlarlo. El proyecto planteaba una aventura singular: el intercambio de astronautas entre dos naves y en el espacio exterior. La Soyuz 1, con un solo tripulante, despegaría para ser alcanzada luego por una segunda nave, la Soyuz 2, que debía acoplarse a su gemela para que sus tripulantes pasaran de una nave a otra: el piloto de la Soyuz 1 tripularía la Soyuz 2 de regreso a Tierra y los cosmonautas de la Soyuz 2 harían lo mismo con la Soyuz 1. La experiencia de Komarov en vuelos espaciales hizo que fuese elegido para tripular la Soyuz 1. Su piloto suplente era Gagarin.


La Soyuz 1, en camino hacia el espacio. La experiencia resultó un fracaso en la carrera espacial soviética

Sólo que Komarov tenía muy malos presentimientos con la misión, más que con la misión, con la nave en sí, que vistas con los ojos de hoy, se parecía bastante a un cachivache. No era una cuestión de superstición, eran datos. Los ensayos no tripulados de cuatro naves que debían haber hecho las veces de Soyuz, habían terminado en desastre: la Cosmos 133 se había quedado sin combustible a medio camino, la Cosmos 140ª estalló antes de despegar, la Cosmos 140 tuvo problemas en la altitud y también agotó todo su combustible, y la nave Cosmos 154 se desintegró al intentar regresar a la Tierra. Los técnicos a cargo de esas pruebas habían señalado ciento una fallas o anomalías en distintos sistema de esas naves.

Es verdad que un astronauta acepta todos los riesgos. También es verdad que la presión a la que estaban sometidos aquellos pilotos, rusos y americanos, por parte de jefes militares y de sus colegas, era demasiado grande como para negarse al cumplimiento de una misión espacial, tal como refleja Asif Siddiqi, historiador de la Universidad de Fordham, Estados Unidos, especialista en la carrera espacial rusa.

La leyenda dice que cuando Komarov planteó algunas de las fallas técnicas de la Soyuz (ciento una son muchas fallas) el general Dmitri Ustínov, el poderoso ministro de Defensa de Brezhnev, lo había amenazado con “quitarle todas las estrellas del pecho y todos los galones del hombro”. El director del programa Soyuz, Vasili Mishin, ante algunas quejas de los astronautas, había gritado por los pasillos del centro espacial: “¡No quiero cobardes en mis naves…!”. La última chance de frenar el vuelo de la Soyuz 1 fue encarada por el coronel Aleksandr Kirilov: le dijo a Mishin, por si no lo sabía, que la Soyuz acarreaba unos cuantos defectos técnicos todavía sin resolver y que no estaba lista para la prueba. Mishin estalló y le contestó, furioso, que nadie le iba a decir a él cómo hacer su trabajo.

La viuda de Komarov durante el funeral del astronauta en la Plaza Roja de Moscú

Lo lógico hubiese sido un vuelo de prueba, no tripulado y exitoso, y un vuelo de prueba tripulado e igual de exitoso. Pero a menudo, lo lógico nunca sucede. El Kremlin dijo no, el lanzamiento sería el 23 de abril, día del cumpleaños de Lenin, y el regreso planeado para antes del 1° de mayo, día de fiesta popular. Brezhnev ordenaba y la URSS cumplía.

La historia de Brezhnev no se puede contar sin una historieta de humor. Gobernó con mano de hierro a la URSS durante veintiocho años, sólo superado por José Stalin; el mundo le debe la “doctrina de la soberanía limitada”, o “doctrina brezhneviana”, que disponía la intervención de las tropas del Pacto de Varsovia (la OTAN de la URSS) a cualquier país del bloque soviético que se alejara de Moscú. Es la teoría que aplica hoy Vladimir Putin en Ucrania, sólo que ya no hay más bloque soviético aunque Putin dispone lo contrario. No hay muchos méritos que adjudicarle al gobierno de Brezhnev: anuló las reformas algo liberalizadoras de Khruschev y desató una notable persecución al mundo del arte y de los intelectuales. Uno de sus últimos actos de gobierno fue enviar tropas soviéticas a Afganistán y mantener las prisiones llenas de opositores políticos. También fue el duro marxista que, cuando el gobierno de Estados Unidos le preguntó en mayo de 1972 qué le gustaría como regalo de parte del presidente Richard Nixon, antes de su histórica visita a la URSS, contestó: “Un Cadillac”. Y Nixon se lo llevó: negro, modelo 72, fabricado por la General Motors.

Pero el rasgo más saliente del gobierno de Brezhnev fue el estancamiento económico de la URSS, también bautizado como “brezhneviano”, que deterioró la calidad de vida de los soviéticos, la de los servicios públicos, la de la salud bajo un sistema sanitario burocrático y decadente; bajó el índice de nutrición infantil y el racionamiento de alimentos volvió a algunas ciudades de la URSS como en los años posteriores a la Revolución Rusa.


Hecho mierda: Restos de la nave al estrellarse en la Tierra

Es sobre ese estancamiento que los soviéticos tejieron las historias más sarcásticas y corrosivas. Una de ellas contaba que en un hipotético tren que se dirige a un lugar de la vasta Rusia viajan Lenin, Stalin, Khruschev y Brezhnev. De pronto, el tren se detiene en medio de la nada, tal vez un desperfecto. Lenin, el ideólogo, dice: “No nos preocupemos ¿No estamos en un Estado proletario? Llamemos a algunos camaradas ferroviarios que lo arreglarán todo enseguida”. Stalin, fiel a su estilo, dice: “Esto es un complot. Voy a hacer fusilar al maquinista, al resto del personal del tren y a todas sus familias”. Khruschev, voluntarista y poco práctico, dice: “Debe ser un problema en las vías. Saquemos los tramos de rieles que ya dejamos atrás y pongámoslos en el lugar de las vías que tenemos por delante”. Y Brezhnev dice: “Camaradas… Camaradas… Bajemos las ventanillas del vagón, corramos las cortinas, bebamos una vodka, movamos un poco los hombros de izquierda a derecha y hagamos como si el tren todavía estuviera en movimiento”…

Esa fue la política que mató a Komarov.

Aquel 23 de abril, el astronauta trepó a la Soyuz 1, junto a sus pájaros negros, y la nave despegó sin dificultades. Entró en la órbita terrestre también sin problemas evidentes, hasta que las cosas empezaron a fallar. Uno de los dos paneles solares que tenían que desplegarse cuando la Soyuz orbitara la Tierra, no se desplegó. En ese momento, la misión debió abortarse, pero siguió adelante. La del panel solar no era una falla menor: ambos tenían como misión proveer de energía a la Soyuz y la falta de uno provocó enormes dificultades: primero, hizo que la nave redujera sus reservas de energía, segundo, alteró sistemas vitales como el de telemetría y el de control térmico y alteró el funcionamiento de los sensores de orientación y propulsión. A esa hora, apenas iniciado el viaje, la Soyuz era una cáscara de nuez en el espacio.

En tierra, los ingenieros soviéticos, que ya preveían el desastre, barajaron dos posibilidades: enviar la Soyuz 2 antes de lo previsto para que sus tripulantes le dieran una mano a Komarov. La segunda era hacer regresar a Komarov de inmediato. El viaje de la Soyuz 2 fue juzgado muy peligroso, un juicio sensato en medio del disparate, sobre todo a la hora del acoplamiento de las dos naves, con la Soyuz 1 hecha un cascabel juguetón. Se decidieron por hacer regresar a la Soyuz 1. Y disimularon los fallos y el no lanzamiento de la Soyuz 2 por presuntas tormentas en torno al centro espacial.

Mientras esto se debatía en tierra, sobre todo se debatía quién iba a darle la mala noticia a Brezhnev, Komarov intentaba domar a su cascabel. Era un piloto enorme, capaz y valiente. Las grabaciones de sus conversaciones con el centro espacial muestran serenidad y templanza. Salvo cuando, impotente y furioso, la emprendió a patadas contra el dichoso panel solar, a ver si se desplegaba. No se desplegó. “¡Maldita máquina! ¡Nada de lo que hago funciona!”, gritó entonces. Y volvió a la calma poco después. Arremeter a patadas contra un panel solar, en una nave que surca el espacio, habla del heroico y peligroso mundo de los pioneros y de los rudimentos de una tecnología todavía en desarrollo.

A Komarov le llegaba todo el apoyo de sus colegas desde el centro espacial. Al frente del solidario grupo de astronautas estaba su amigo Gagarin, ambos intercambiaba información y esbozaban maniobras de éxito probable para su reingreso a la Tierra. Había otras personas que pululaban en el centro espacial: el director de la misión, Mishin, que debió haberla suspendido, había llegado para desearle suerte al astronauta. También llegó el primer ministro, Alexei Kosygin, que intentó darle ánimos, que era justo lo que a Komarov le sobraba. Aquello parecía un velorio anticipado. En privado, el cosmonauta llegó a hablar con su mujer de quien, dice la leyenda, se despidió para siempre.


Hijo de puta: El director del programa Soyuz, Vasili Mishin, les gritó a los cosmonautas soviéticos que se quejaban por las fallas: “¡No quiero cobardes en mis naves…!”

El 24 de abril, durante el décimo noveno giro a la Tierra de la Soyuz, la nave tenía baterías apenas para uno o dos giros más. Las de reserva le daban chance para otros tres giros. El plan era que Komarov orientara a la Soyuz de manera manual cuando navegaba por el lado diurno del planeta. Cuando entraba en el lado nocturno, debía usar unos giroscopios para mantener la orientación y regresar al mando manual cuando volviera a volar sobre la Tierra en su lado diurno. Komarov no había sido entrenado para esta maniobra, que incluía el inicio del frenado de la Soyuz. El tiempo se acababa. Como el frenado debía operarse en el lado oscuro de la Tierra, Komarov no pudo usar el visor para orientarse: lo hizo con su periscopio y por la ubicación de la Luna, en una maniobra que años después, en 1970, emplearían los astronautas de la misión Apolo 13, que casi termina en desastre.

La maniobra de Komarov fue perfecta. Para estabilizar a la Soyuz, caprichosa e indomable, la hizo girar sobre sí misma y el frenado se inició con éxito. Pero algo volvió a fallar. Cuando corrían 146 de los 150 segundos previstos, el combustible usado para controlar a la Soyuz se acabó y el sistema de navegación ordenó el apagado de los motores. Ahora, la nave se preparaba a reingresar a la Tierra en modo balístico, que implica el descenso sin propulsión, con un rumbo fijado sólo por su impulso y con la esperanza que los paracaídas frenaran, suavizaran al menos, el impacto del aterrizaje. De hecho, el sitio previsto para la llegada de la Soyuz, en Orenburg, se había trasladado ahora a Orsk, a unos trescientos veinticinco kilómetros.

Tal vez, todo no pasara de un golpazo en la tundra soviética y, con suerte, Komarov salvara su vida. Pero algo volvió a fallar de nuevo: los vitales paracaídas. Cuando Komarov los accionó, no se desplegaron: el calor al que había sido expuesta la Soyuz al reingresar a la Tierra había fundido el compartimento de los paracaídas. Pero esos elementos vitales también tenían fallos de diseño. El paracaídas principal debió haberse abierto luego de que uno más pequeño, el paracaídas guía, se desplegara. Ese sí se abrió, pero sin la fuerza suficiente para arrastrar al principal, que quedó atascado. El paracaídas de emergencia se enredó y tampoco llegó a desplegarse.

La Soyuz 1 quedó reducida a nada.

En un giro interpretativo que consagra a la hipocresía y la perversidad como estrategias políticas, la URSS, que ocultó la tragedia, o al menos lo hizo con gran parte de sus detalles, intentó convertir en un éxito dolido la tragedia de Komarov.

Tres meses antes del desastre de la Soyuz, Estados Unidos había perdido a tres astronautas. Eran los encargados de la misión espacial de la Apolo 1. En un ensayo del despegue, el 27 de enero de 1967, la Apolo 1 estalló, se incendió y murieron sus tripulantes, Viril Grissom, Edward White y Roger Chafe, los tres en tierra. De manera que Brezhnev impuso que Komarov fuese consagrado como “el primer ser humano en morir en un vuelo espacial”.

Mala estrella cargan los héroes en Rusia.




miércoles, 6 de septiembre de 2023

SGM: Los blindados en Varsovia en 1944

Unidades de tanques en Varsovia el 1 de agosto de 1944

W&W




Las unidades blindadas alemanas más grandes en la capital de Polonia el 1 de agosto de 1944 fueron las compañías 1 y 2 de Panzer-Abseiling 743, estacionadas en Plac Saski y Plac Teatralny. Cada una de estas unidades constaba de catorce cañones antitanque blindados, modelo Jagdpanzer 38(t) Hetzer (de aquí en adelante, llamados Jagpanzer o Hetzer, como se denominan correctamente) y muy probablemente algunos cañones de asalto para vehículos blindados, modelo Sturmgeschutz 40 Sd Kfz 142/1 Ausf., en adelante, denominado aquí simplemente StuG 40, dentro de las unidades de la 2ª compañía.

Dentro del llamado Distrito de Policía, el jefe de las SS y su ejército policial (SS und Polizeiführer) en Varsovia, SS-Standarten-führer, Paul Otto Geibel, tenía el mando de un pelotón de tanques compuesto por cuatro o cinco tanques italianos, modelos M13/40 y M14/41, que en el futuro se denominarán PzKpfw 736 (i).



En un "supuesto" Kraftfahrpark (instalación de reparación de grupos de vehículos motorizados) en Fort Bema en el distrito de Wola, había varios otros vehículos blindados y vehículos de transporte blindados que habían sido reparados. También se repararon automóviles y otros vehículos de manera continua en el Kraftfahrpark en Ulica Gniewkowska (Ulica: Street/ Avenue en inglés).

El 1 de agosto comenzó la descarga de tanques pertenecientes al II Fallschirm-Panzer-Regiment “Hermann Göring” en Wola (Ulrychów) y Boernerowo. Estos estaban dirigidos hacia el frente en las afueras de Siedlce, Minsk y Wolomin, así como hacia el frente en las afueras de Magnuszew, al este de Varsovia. El 31 de julio, cinco modelo PzKpfw VI Tiger Ausf. Los carros E fueron descargados, después de haber sido reparados y enviados desde Alemania, como refuerzo a la 3ª SS-Panzer-Division “Totenkopf”. Los Tigres fueron conducidos por personal de la fábrica por las calles de Ulica 22 Listopada, Ulica Targowa, Ulica Zielieniecka, Ulica 3 Maja, Aleje Jerozolimske, Ulica Chaubinskiego, Aleje Niepodleglości (Ulica Topolowa) y Ulica Rakowiecka hasta la SS-Staufernkasern (guarnición de las SS) ubicado en Ulica Rakowiecka 4. Además, la guarnición ya tenía algunos tanques que habían sido reparados allí. Von Kranhals, (Hans Von Krannhals, Der Warschauer Aufstand 1944, Frankfurt am Main 1964, p.242) informa que había 11 vehículos en el SS-Staufernkasern: cinco tanques Tiger, un tanque Panther-PzKpfw V, cuatro tanques PzKpfw IV y un auto - Cañón de asalto Sturmpanzer IV Brummbär propulsado. Todos eran vehículos reparados de otras unidades, entre ellos, la 3ª SS-Panzer-Division “Totenkopf” así como la 5ª SS-Panzer-Division “Wiking”.



También se deben mencionar algunos otros vehículos blindados, por ejemplo, los que tienen la sede de las SA en Ulica Krucza, y los tractores de artillería antiaérea en Pole Mokotowskie y en el aeródromo de Okęcie. Además de estos, se deben tener en cuenta los tanques que se mueven hacia el este a través de Varsovia hacia el frente. Por ejemplo, los PzKpfw IV que se enviaron para reforzar el 3.er SS-Panzer-Regiment "Totenkopf" y luego se enviaron a una escuela primaria en Ulica Mieszka I en el distrito de la ciudad de Targówek. Estos tanques podrían, en cualquier momento, ser "retirados" a la ciudad y enviados contra los combatientes de la resistencia. Además, el comandante alemán también podía dirigir las fuerzas de primera línea a Varsovia, pero la situación en el frente era tal que esta salvaguarda no se tomó al principio.



Cerca de la hora de la cena del 1 de agosto, un StuG 40 bajo el mando del teniente Jg Kannert de Fallschirm-Panzer-Division "Herman Göring" se encontró en el distrito de la ciudad de Praga. Este vehículo, como sucedió, había sido enviado a la fábrica de FAMO-Warschaus en Ursus, en las afueras de Varsovia, para su reparación. En las cercanías de Most Kierbedzia (el Puente Kierbedzia), soldados de una unidad de infantería informaron a Kannert que el Levantamiento había estallado. Kannert transportaba a un colega herido, el teniente Jg Hoffman, y por lo tanto decidió atravesar Varsovia. A pesar de recibir fuego hostil, Kannert cruzó rodando el puente hacia el centro de la ciudad a lo largo de Ulica Mowy Zjazd. Ulica Senatorska estaba acordonada por una barricada, por lo que giró a la izquierda y llegó a Plac Pilsudskiego (Plaza de Pilsud), o "Adolf Hitler Platz", como la llamaron los alemanes, donde estaba alojado el regimiento de la guarnición. El herido Hoffman fue llevado al hospital. En la guarnición, la tripulación también recibió equipo adicional y se le ordenó disparar contra las posiciones de los insurgentes. El cargador disparó con una metralleta mientras que Kannert utilizó “la artillería”, es decir, un Panzerfaust que le había sido asignado y con el que demolió las posiciones polacas (Ulica Krakowskie Przedmieście). El 2 de agosto, se envió un StuG 40 para atacar los emplazamientos polacos en Theatre Square. Un proyectil explotó mientras se disparaba, lo que destruyó el cañón del arma principal. Sin embargo, la tripulación siguió disparando contra las posiciones polacas en el edificio municipal con una ametralladora, que era la única arma disponible. Al día siguiente, se ordenó a la tripulación que recuperara un tanque del Kraftfahrpark en Praga. Cruzaron el puente Kierbiedz y atravesaron Praga sin dificultad. Allí, la tripulación se encontró con un PzKpfw II Ausf. Tanque F que, por alguna razón desconocida, había sido abandonado. Se colocó una línea de remolque y el StuG 40 procedió a remolcar el tanque por donde había venido. Mientras cruzaban el Wisła, estos vehículos blindados alemanes fueron atacados por insurgentes que disparaban desde Stare Miasto (La Ciudad Vieja). El PzKpfw II fue conducido de manera descuidada y chocó con su “vehículo de recuperación”, lo que provocó la rotura de la línea de remolque. Después de asegurar una vez más una línea de remolque, los vehículos blindados alemanes reanudaron su viaje.

    

lunes, 4 de septiembre de 2023

Sumeria: Encuentran ADN en un ladrillo del siglo 29 AC

Investigadores extraen ADN antiguo de un ladrillo de arcilla de 2.900 años procedente del palacio de Asurnasirpal II




Por Guillermo Carvajal || La Brújula Verde




Detalle del ladrillo de arcilla del Museo Nacional de Dinamarca del que proceden las muestras | foto Arnold Mikkelsen og Jens Lauridsen

Actualmente conservado en el Museo Nacional de Dinamarca, el ladrillo de arcilla procede del palacio del rey neoasirio Asurnasirpal II, en la antigua ciudad de Kalhu. Conocido hoy como el palacio noroccidental de Nimrud (actual norte de Irak), su construcción se inició hacia el año 879 a.C. El ladrillo tiene una inscripción cuneiforme (escrita en la extinta lengua semítica acadia) que dice que es «Propiedad del palacio de Asurnasirpal, rey de Asiria». Esto permite datar el ladrillo con precisión en una década (879 a.C. a 869 a.C.).

Durante un proyecto de digitalización en el Museo en 2020, el grupo de investigadores pudo obtener muestras del núcleo interno del ladrillo, lo que significa que había un bajo riesgo de contaminación del ADN desde su creación. El equipo extrajo el ADN de las muestras adaptando un protocolo utilizado anteriormente para otros materiales porosos, como el hueso.

Una vez secuenciado el ADN extraído, los investigadores identificaron 34 grupos taxonómicos distintos de plantas. Las familias de plantas con las secuencias más abundantes fueron Brassicaceae (col) y Ericaceae (brezo). Otras familias representadas fueron Betulaceae (abedul), Lauraceae (laurel), Selineae (umbelíferas) y Triticeae (gramíneas cultivadas).
El ladrillo de arcilla del Museo Nacional de Dinamarca del que proceden las muestras | foto Arnold Mikkelsen og Jens Lauridsen

El equipo interdisciplinar, formado por asiriólogos, arqueólogos, biólogos y genetistas, pudo comparar sus hallazgos con los registros botánicos actuales de Irak y con las antiguas descripciones asirias de plantas.

El ladrillo se fabricaba principalmente con barro recogido cerca del río Tigris, mezclado con materiales como paja o estiércol animal. Se le habría dado forma en un molde antes de inscribirlo con escritura cuneiforme, y luego se habría dejado secar al sol. El hecho de que el ladrillo nunca se quemara, sino que se dejara secar de forma natural, habría ayudado a preservar el material genético atrapado en la arcilla.

La Dra. Sophie Lund Rasmussen (Unidad de Investigación para la Conservación de la Vida Salvaje, Departamento de Biología, Universidad de Oxford), coautora del trabajo, declaró: Nos ha encantado descubrir que se puede extraer ADN antiguo, protegido eficazmente de la contaminación dentro de una masa de arcilla, de un ladrillo de arcilla de 2.900 años de antigüedad. Este proyecto de investigación es un ejemplo perfecto de la importancia de la colaboración interdisciplinar en la ciencia, ya que los diversos conocimientos incluidos en este estudio aportaron un enfoque holístico a la investigación de este material y a los resultados que arrojó.



El ladrillo de arcilla del Museo Nacional de Dinamarca y los cinco puntos de los que se obtuvieron las muestras. El cuadrado amarillo de la parte superior de la figura representa el trozo del ladrillo ilustrado a continuación | foto Troels Pank Arbøll

Además de la fascinante visión que reveló este ladrillo individual, la investigación sirve como prueba de concepto y método que podría aplicarse a muchas otras fuentes arqueológicas de arcilla de diferentes lugares y periodos de tiempo de todo el mundo, para identificar la flora y la fauna del pasado. Los materiales arcillosos están casi siempre presentes en cualquier yacimiento arqueológico del mundo, y su contexto permite a menudo datarlos con gran precisión.

En este estudio sólo se describe el ADN vegetal extraído, ya que se trata de los especímenes más frecuentes y mejor conservados. Sin embargo, dependiendo de la muestra, podrían identificarse todos los taxones, incluidos vertebrados e invertebrados. La capacidad de proporcionar descripciones precisas de la biodiversidad antigua sería una herramienta valiosa para comprender y cuantificar mejor la pérdida de biodiversidad en la actualidad y profundizar en el conocimiento de las civilizaciones antiguas y perdidas.

Gracias a la inscripción del ladrillo, podemos asignar la arcilla a un periodo de tiempo relativamente concreto en una región determinada, lo que significa que el ladrillo sirve como cápsula del tiempo de la biodiversidad con información sobre un único yacimiento y sus alrededores. En este caso, proporciona a los investigadores un acceso único a los antiguos asirios, declaró Troels Arbøll, coautor del artículo e investigador de la Facultad de Estudios Asiáticos y de Oriente Próximo de la Universidad de Oxford, donde se realizó el estudio.

Fuentes
University of Oxford | Arbøll, T.P., Rasmussen, S.L., de Jonge, N. et al. Revealing the secrets of a 2900-year-old clay brick, discovering a time capsule of ancient DNA. Sci Rep 13, 13092 (2023). doi.org/10.1038/s41598-023-38191-w

domingo, 3 de septiembre de 2023

Guerra Antisubversiva: El martirio del cabo Vacca

Cabo Alberto H. Vacca




El 5 de febrero de 1975 falleció el Cabo Alberto Hugo Vacca, herido por terroristas de las FAR, cuatro años antes, el 29 de abril de 1971.
Ese día los terroristas habían atacado un camión militar que se dirigía de Córdoba a Campo de Mayo, asesinando a un Teniente e hiriendo gravemente al, entonces, soldado Vacca. Los terroristas secuestraron armas del camión y huyeron.
Después del hecho Alberto Hugo Vacca fue ascendido a Cabo, por su desempeño durante el ataque, en que quedó paralítico.
Durante cuatro años estuvo internado en el Hospital Militar, hasta su fallecimiento en 1975.
¡Hoy recordamos al Cabo Alberto Hugo Vacca, que murió en cumplimiento del deber, y acompañamos a su familia, en particular a su hermana Noemí, y exigimos para él y para todas las víctimas del terrorismo Verdad, Justicia y Reparación!

sábado, 2 de septiembre de 2023

Guerra de Crimea: El orígen de "La delgada línea roja"

El Origen de la Expresión “La Delgada Línea Roja” data de la Guerra de Crimea



Nikola Budanovic || War History Online



La guerra de Crimea comenzó en 1853 y terminó tres años después, en 1856. Una coalición de fuerzas otomanas, británicas, francesas y sardas se opuso al Imperio Ruso en Crimea. El casus belli era de carácter religioso. Los rusos consideraban que los derechos de los cristianos ortodoxos en Tierra Santa, entonces bajo control otomano, estaban en peligro.

Lo que hoy se considera la verdadera razón del conflicto fue una cuestión mucho más geopolítica. A mediados del siglo XIX, el Imperio Otomano estaba perdiendo su presencia en Europa y estaba al borde del colapso. El sueño de toda la vida del Imperio Ruso fue expandirse hacia el oeste, hacia los Balcanes y el Mediterráneo.

Gran Bretaña, Francia y Cerdeña consideraron que tal cambio de poder sería demasiado peligroso para ellos a largo plazo. La coalición decidió invadir Crimea y poner fin a cualquier posible expansión rusa.

Después de un año de lucha que dio como resultado el éxito de la coalición, las fuerzas rusas se defendían contra el asedio de Sebastopol. La ciudad era la principal base naval en el Mar Negro en poder de los rusos, por lo que su captura era una prioridad para la coalición, una que muy bien podría poner fin a la guerra en Crimea.

Se envió una fuerza significativa de tropas británicas, junto con refuerzos franceses y otomanos, para asegurar la ciudad portuaria más pequeña de Balaclava, al sur de Sebastopol. La coalición estaba intentando establecer un perímetro para el asedio prolongado, ya que habían acordado que un ataque directo a la ciudad provocaría la pérdida de demasiadas vidas.

Balaclava estaba en el flanco derecho del asedio y era crucial para la cadena de suministro que se había establecido para continuar con el bloqueo. Lord Raglan estaba a cargo de las fuerzas británicas y otomanas estacionadas allí. Al principio de la campaña, demostró ser un oficial exitoso durante la Batalla de Alma, que aseguró el punto de apoyo de la coalición en Crimea.



'Marcha de flanco' aliada a la península de Quersoneso y Sebastopol, septiembre de 1854.

Al darse cuenta de que las tropas británicas estaban expuestas y de que eran demasiado pocas para ocupar tal posición, el general ruso Pavel Liprandi decidió actuar para aliviar el asedio e interrumpir la ruta de suministro de la coalición. Reunió un ejército de 25.000 hombres para enfrentarse a las fuerzas de la coalición que defendían Balaclava el 25 de octubre de 1854.

En la parte sur del frente, más de 2.500 soldados de caballería rusos descendieron en la primera línea de defensa del campamento de campo de la Brigada Ligera británica, que estaba en manos de reductos otomanos construidos apresuradamente (emplazamientos defensivos cerrados) y se desató el infierno.

Los otomanos no pudieron mantener la línea y se les ordenó retirarse a la segunda línea de defensa en poder del Regimiento 93 (Highland) de Sutherland Highlanders bajo el mando de Sir Colin Campbell. Las fuerzas rusas consistían principalmente en caballería experta que era extremadamente móvil y letal una vez que estaba en plena carga.

Alrededor de 200 montañeses se unieron a una fuerza de derrota de unos 350 turcos para formar una línea profunda de fusileros de dos hombres. Tradicionalmente, se oponía a una carga de caballería formando una línea de cuatro hombres, uno detrás de otro. La caballería rusa pensó que tenía una tremenda ventaja, ya que una línea de dos hombres no puede recargar lo suficientemente rápido mientras está cubierta por un solo bombardeo. Sin embargo, Sir Campbell tomó la decisión ya que los Highlanders estaban armados con nuevos rifles Minie que habían demostrado ser muy exitosos. La línea de coalición se estiró, pero la infantería otomana cubrió sus flancos.

400 soldados de caballería rusos, apoyados por fuego de artillería, cargaron. Según los informes, Sir Campbell gritó a sus soldados:

“No hay retirada de aquí, hombres. Debes morir donde estás.

A lo que su ayudante, John Scott, respondió:

“Sí, señor Colin. Si es necesario, lo haremos”.

Para sorpresa de los rusos, los montañeses hicieron retroceder a la caballería que cargaba, a pesar de que los otomanos habían huido. Cuando su enemigo se retiró, los hombres de la 93 quisieron iniciar un contraataque, que Sir Campbell prohibió explícitamente con el grito:

"¡93, malditos montañeses por todo ese entusiasmo!"


Un diorama de la acción en el Museo del Regimiento en el Castillo de Stirling.
Foto: Kim Traynor / CC-BY-SA 3.0

Fue increíble: una fuerza que se había mantenido tan delgada con pocas posibilidades de supervivencia no solo derrotó al enemigo sino que se unió en su demanda de perseguir y aniquilar a las tropas rusas restantes.

Un corresponsal de The Times, William H. Russell, que estuvo presente en la batalla, escribió inmediatamente sobre el coraje presentado por las tropas británicas. Ilustró la escena muy vívidamente, señalando que entre la carga de la caballería rusa y la base de operaciones del regimiento británico no había nada más que una "raya roja delgada rematada con acero": la línea roja delgada del 93.

Del artículo de Russell se derivó la frase La delgada línea roja. La exitosa defensa fue elogiada en Gran Bretaña, en parte porque la costosa guerra se estaba volviendo cada vez más impopular entre el público en general.

Además, sirvió como una distracción de otro evento no tan glorioso que tuvo lugar durante la Batalla de Balaclava. La infame Carga de la Brigada Ligera tuvo lugar el mismo día. Debido a un malentendido en la cadena de mando, la Caballería Ligera intentó un asalto frontal contra una batería de artillería, que los rechazó, infligiendo enormes bajas.

Sin embargo, gracias al 93, la Línea Roja Delgada sigue siendo una expresión que representa una unidad militar poco dispersa que se mantiene firme contra un ataque abrumador.

Debido a su valentía sin igual, los soldados de las Tierras Altas recibieron más Cruces Victoria para esa batalla que en cualquier otro momento de su historia.

  

viernes, 1 de septiembre de 2023

Suecia-Rusia: Batalla de Ratán, 1809

Batalla de Ratán, 1809

W&W

 



La última batalla en suelo sueco, que tuvo lugar el 19 y 20 de agosto de 1809. Habiendo conquistado Finlandia de Suecia, los rusos tenían una pequeña fuerza en las partes del norte de lo que ahora es Suecia. Los suecos intentaron eliminar esto mediante un asalto combinado por tierra y mar, pero los rusos se movieron más rápidamente y derrotaron a la fuerza sueca que desembarcó en Ratan en Sävar el 19 de agosto. Al día siguiente, la fuerza sueca fue atacada cuando evacuaba Ratan, pero el fuego de artillería de los buques de guerra suecos que se muestran en la ilustración mantuvo a raya a los rusos. La paz siguió poco después.

Cuando el ejército sueco en Finlandia se vio derrotado, abandonó el país y se retiró al norte de Suecia. Los rusos pronto siguieron a su debido tiempo y gran parte del país quedó bajo la ocupación rusa. Las operaciones en Sävar y Ratan, donde estaría involucrada la flota costera, fueron solo intentos suecos esporádicos de retrasar la guerra y tratar de reconquistar las partes ocupadas de Suecia. El objetivo final era liberar la ciudad de Umeå, rodeando al general Kamenski, que tenía la ciudad bajo ocupación con su ejército ruso. El general sueco Wrede estaba justo al sur de Umeå, y cuando su desembarco de 7.500 soldados bajo el mando de Wachtmeister al norte de Umeå, el cerco de la ciudad estaría completo. Esta atrevida operación iba a ser ejecutada en una operación conjunta del ejército y la marina y todo esto fue acordado en una reunión de guerra en Härnösand el 5 de agosto de 1809, donde participaron grandes nombres como Döbeln y Sandels. El rey, Karl XIII como Gustav IV, el rey Adolf, había sido eliminado por un formidable golpe militar, le dijo a Wachtmeister: "La expedición no debe perderse, si es así, Suecia está perdida".

Bajo el mando del almirante Puke, una armada de dos barcos de línea (Kung Adolph Fredric y Försigtigheten), una fragata (Jarramas), así como 52 embarcaciones más pequeñas de varios tipos partieron para las operaciones detrás de las líneas enemigas. Los barcos más pequeños fueron remolcados por la fragata más grande y los barcos de línea, para aumentar la velocidad y permitir que los suecos llegaran al punto de aterrizaje lo más rápido posible.

El almirante Johan af Puke fue un hábil almirante y héroe de guerra (aunque su nombre puede no sonar tan emocionante en inglés). Como se mencionó anteriormente, había sido el comandante de “Dristigheten”, el primer barco que rompió la línea rusa en Viborg en 1790. Por lo tanto, era un líder renombrado cuando tomó el mando de la expedición al norte de Suecia en 1809.

El 17 de agosto de 1809, las fuerzas llegaron a Ratan, en las afueras de Umeå, donde una espesa niebla cubrió efectivamente a los atacantes. El desembarco de las tropas fue según el plan y al día siguiente, las tropas de tierra comenzaron la marcha sobre Sävar. En la noche entre el 17 y el 18, el capitán sueco Nordenskiöld dirigió un ataque contra la propia Umeå con sus nueve balandras. Bombardeó el puente sobre el río Umeå pero no pudo destruirlo ya que se encontró con un fuerte fuego de artillería rusa. Wachtmeister no hizo nada para ayudarlo, aunque Sävar escuchó las explosiones, por lo que Nordenskiöld regresó al mar después de su misión fallida. En la mañana del 19 las tropas fueron atacadas por 6.000 rusos en Sävar donde estaban al mando de Wachtmeister. Las tropas terrestres aquí perdieron una de las batallas más sangrientas de la guerra, ante el general ruso Kamenski.


Wachtmeister se retiró a Ratan con el rabo entre las piernas después de haber perdido en Sävar y en Ratan estaba protegido por los cañones de la marina y la artillería que estaba montada en una isla cercana y en las playas. Kamenski siguió y en la tarde del 20 de agosto atacó sin pensarlo dos veces. Las tropas rusas avanzaron sin miedo sobre los suecos. Los cañones suecos abrieron fuego inmediatamente; La muerte cayó sobre los rusos de los cañones de la marina sueca, así como de la artillería terrestre, abrieron agujeros profundos y sangrantes en las líneas rusas. Kamenski perdió alrededor de 3.200 muertos y heridos en este atrevido pero tonto ataque. “El pueblo de Ratan fue arrasado y las copas de los árboles cortadas hasta Djäkneboda”, nos cuenta Allan Sandström en su libro “Sveriges sista krig”. Después de estos duros combates, Kamenski y Watchmeister se reunieron para negociar. El comandante ruso exigió que los suecos se embarcaran de inmediato, a lo que accedió el débil Watchmeister. Wachtmeister prometió zarpar y el 22 de agosto los suecos partieron.

Si es así, mi posición era muy crítica, haré todo lo que esté a mi alcance para sacar mis tropas de allí. Aunque debo estar de acuerdo en que fue muy triste retirarme de una victoria como esta, que habíamos obtenido en los últimos dos días, en la que no solo vencí al enemigo y lo perseguí hasta sus barcos, sino también personalmente. lo colocó sobre estos barcos, por así decirlo”, informó Kamenski al Zar. Y con estas palabras terminó la última guerra de Suecia.