martes, 30 de septiembre de 2025

Biografía: Jacob H. Schiff

Jacob H. Schiff





Jacob H. Schiff, nacido Jacob Hirsch Schiff (también escrito Heinrich luego Henry) (10 de enero de 1847, Fráncfort del Meno - 25 de septiembre de 1920, Nueva York) fue un banquero y filántropo judío americano. 


Biografía

Descendiente de una familia de judíos rabínicos de Hesse cuyo linaje se remonta al siglo XIV, su padre era un corredor de banca de los Rothschild en Fráncfort.

Después de estudiar en Alemania, se mudó a Estados Unidos en 1865, donde cambió su nombre a Jacob Henry Schiff, y trabajó como empleado para la firma de corretaje Frank & Gans. En 1867, fundó su propia firma de corretaje, “Budge, Schiff & Co.”, que quebró en 1873.

Después de una estancia en Europa donde hizo contacto con el mundo bancario alemán, regresó en 1875 a Estados Unidos y trabajó en el banco Kuhn, Loeb & Co, fundado en 1867 por Abraham Kuhn y Solomon Loeb (por razones estratégicas, la hija de este último había estado casada con Jacob Schiff). En 1875, Schiff asumió la dirección de Kuhn, Loeb & Company. Bajo su liderazgo, el banco creció considerablemente: participó en el financiamiento de la Union Pacific, creó la Northern Securitics Company, que aniquiló la competencia entre las empresas de ferrocarriles estadounidenses. Además ocupó otros cargos en el mundo empresarial: Director de Equitable Life Assurance Society, National City Bank of New York, Central Trust Company, Western Union Telegraph Company, Union Pacific Railroad y Bond & Mortgage Guarantee Company. Fue elegido director de Wells Fargo & Company en septiembre de 1914 para suceder a su cuñado, Paul Warburg, quien había renunciado para aceptar un nombramiento en la Junta de la Reserva Federal

Hostil al zar Nicolás II (a quien llama "el enemigo de la humanidad"​) y a la aristocracia rusa después de los pogromos sufridos por los judíos de Rusia, prestó - a través de su banco Kuhn, Loeb, and Company - 200 millones de dólares (equivalente a 5300 millones de dólares en 2023) para el gobierno japonés durante la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), para ello Schiff se reunió con Takahashi Korekiyo, vicegobernador del Banco de Japón, en París en abril de 1904.​ Además, se esfuerza por organizar a partir de los pogromos rusos de 1894 el bloqueo financiero del zar. En 1905, Japón le otorgó la Orden del Tesoro Sagrado y, en 1907, la Orden del Sol Naciente, en la categoría de Estrella de Oro y Plata, la segunda más alta de las ocho clases de dicha Orden. Schiff fue el primer extranjero en recibir la Orden en persona del emperador Meiji en el Palacio Imperial. Al final de la guerra, Jacob Schiff junto con varios miembros prominentes de la comunidad judía estadounidense, como el Gran Maestro de la Orden de B'nai B'rith Adolf Kraus y el Secretario de Comercio y Trabajo de EE. UU. Oscar Straus - aprovecharon las negociaciones de paz en Portsmouth para presentar quejas al representante ruso, Serguéi Witte sobre la situación que enfrentan los judíos en Rusia. Como cuenta en el primer volumen de sus memorias, el conde de Witte, le reprochó por exagerar la situación de los judíos en Rusia (Antes de la guerra, Jacob Schiff había ayudado económicamente a la comunidad judía en Rusia,​ parte del cual había sido golpeado por pogromos). 

domingo, 28 de septiembre de 2025

La otra traición: Chile en la Vuelta de Obligado

Chile y la jugada oculta en tiempos de la Vuelta de Obligado



Introducción: las cosas que la historia olvida

La historia suele callar lo que incomoda. Nos enseña a repetir fechas, nombres de batallas, próceres de bronce, pero olvida los silencios, las grietas, las jugadas ocultas. Una de esas verdades incómodas es que mientras Rosas encadenaba el Paraná en la Vuelta de Obligado para resistir a ingleses y franceses, Chile jugaba sus cartas en silencio para quedarse con la Patagonia y el Estrecho de Magallanes.
La memoria oficial pinta el cuadro con brochazos fáciles: un pueblo resistiendo a dos imperios. Y es cierto. Pero en la sombra, un vecino aprovechaba la distracción para plantar su bandera en el sur. En 1843, Chile levantó Fuerte Bulnes en Punta Santa Ana. Cinco años más tarde, mudó su colonia a Punta Arenas, mejor ubicada, más defendible. Allí quedaría para siempre.
Europa lo toleró, incluso lo celebró en privado. En los informes consulares se repetía la palabra mágica: “estabilidad”. Poco importaba si era bajo bandera argentina o chilena. Lo que contaba era que el Estrecho estuviera bajo un poder efectivo, útil a las balleneras y al comercio global. Mientras los cañones rugían en el Paraná, la Patagonia se jugaba como ficha lateral en la mesa grande.
Y lo que casi nadie quiere decir en voz alta es que los imperios no juegan solos: necesitan vecinos atentos, oportunistas, dispuestos a morder cuando el otro sangra.



El tablero regional

El 20 de noviembre de 1845, el Paraná temblaba. Las cadenas chirriaban, los cañones tronaban, los cuerpos caían. A la misma hora, en el confín austral, flameaba otra bandera. Chile había ocupado el Estrecho de Magallanes en 1843 y nadie parecía dispuesto a mover un dedo.
Para Rosas, era un atropello. Lo denunció en notas oficiales, reafirmó los títulos heredados del Virreinato. Pero ¿qué podía hacer un gobierno sitiado, bloqueado, conspirado por dentro y acosado por fuera? La Patagonia era un desierto a los ojos de Europa, pero no estaba vacía: había pueblos originarios con sus propias alianzas, caciques que negociaban raciones y armas, territorios recorridos por tolderías y arreos. El problema era otro: la ocupación efectiva. Y allí Chile jugaba con ventaja.

La diplomacia de Londres y París

Los europeos no se manchaban las manos: manejaban la baraja. En sus despachos circulaba una idea sencilla: si Rosas no abría el Paraná, el sur podía ordenarse bajo la bandera chilena. No se necesitaban tratados solemnes, bastaban gestos calculados:

  • un buque inglés saludando en Punta Arenas,
  • una nota consular sobre las “ventajas” de un estrecho bajo autoridad estable,
  • un artículo en la prensa londinense describiendo la Patagonia como “despoblada”.

Era un juego de presión psicológica. El norte bloqueado por cañoneras, el sur amenazado por la presencia chilena, el este hostigado por Montevideo en manos unitarias. ¿Qué margen quedaba? Europa jugaba al doble candado: apretar a Rosas en el Paraná y mostrarle que la Patagonia podía esfumarse como moneda de cambio.
Rosas entendió. Su protesta de 1843 contra la ocupación chilena fue clara: “El Estrecho de Magallanes pertenece a la Confederación por derecho del antiguo virreinato; cualquier avance contrario será considerado usurpación.” (Archivo General de la Nación). Pero sus palabras chocaban con la indiferencia interesada de Londres y París. En política internacional, el silencio es aval.

El interés de Chile

Para Chile no había dilema moral. Había cálculo frío. Tras derrotar a la Confederación Perú-Boliviana, su élite entendió que el futuro estaba en el mar. Valparaíso debía ser el gran puerto del Pacífico. La Araucanía debía ser incorporada. Y Magallanes, ocupado.
El capitán Juan Williams plantó la bandera en 1843. Fundaron Fuerte Bulnes, con soldados, familias, huertas improvisadas. El lugar era inhóspito, pero simbólico. Cuando en 1848 la colonia se trasladó a Punta Arenas, el gesto se volvió irreversible: presidio, cabotaje, servicios para balleneros, colonización con europeos. Hechos consumados.
Los guiños europeos eran música para Santiago. Una visita amistosa de la Royal Navy equivalía a toneladas de pólvora. Era el respaldo tácito de que su avance no sería molestado. La clase dirigente chilena lo entendió rápido: ocupar, poblar, afirmar soberanía y esperar. En política internacional, los papeles siempre siguen a los hechos.


Rosas y la defensa de la Patagonia

El Restaurador no se engañaba. Sabía que no podía enviar ejércitos al sur cuando apenas sostenía las cadenas en el Paraná. Pero tampoco cedió. Se aferró al uti possidetis de 1810 como principio innegociable. La Patagonia era argentina por herencia del Virreinato.
Protestó en notas, reforzó Carmen de Patagones, mantuvo parlamentos con caciques como estrategia de control, otorgó licencias de caza y pesca para afirmar jurisdicción. Poco, pero suficiente para marcar presencia.
En diplomacia fue inflexible: nada de canjes territoriales. Ningún párrafo en ningún tratado podía interpretarse como cesión. “La Nación que entrega territorio se suicida”, repetía en privado. Y hacia adentro, alimentó el relato de integridad: la Patagonia no era un vacío, era el futuro.
En medio de bloqueos, guerras y conspiraciones, esa fue su mayor victoria: impedir que la Patagonia se negociara como ficha menor.

El trasfondo imperial

El caso patagónico desnuda la receta imperial de manual.
Dividir para dominar: apoyar a unitarios para desgastar desde adentro, sostener a Rivera en Montevideo para bloquear por el este, tolerar a Chile en Magallanes para presionar por el sur.
Economía como arma: abrir ríos, abaratar cueros y lanas, imponer reglas comerciales.
Propaganda y diplomacia: cónsules, prensa, discursos sobre “civilización” para legitimar la intervención.
El efecto buscado era claro: aislar a Rosas, mostrarlo como “inviable” y forzarlo a ceder. Pero Rosas respondió con la dureza de un cuchillo en la mesa: ni los ríos ni la Patagonia se negocian.

Consecuencias históricas

Europa terminó retirándose con un sabor amargo. La Confederación, contra todo pronóstico, resistió. Los ríos interiores quedaron reconocidos como argentinos. La Patagonia, aunque ocupada parcialmente por Chile, no fue cedida ni reconocida formalmente. Quedó pendiente, como sombra, para resolverse décadas más tarde.
La jugada de Chile fue exitosa en parte: consolidó Magallanes, fundó Punta Arenas y esperó. La Argentina, gracias a la resistencia de Rosas, mantuvo su reclamo intacto hasta que pudo poblar y negociar en condiciones más favorables. El Tratado de 1881 cristalizó lo que se venía cocinando desde Obligado: fronteras fijadas, Patagonia repartida, tensiones heredadas.

De Obligado a Malvinas

Ayer, en 1843, un marino inglés al servicio de Chile —Juan Williams Wilson, nacido en Bristol, formado en la tradición naval británica— fundó Fuerte Bulnes en el Estrecho de Magallanes. No fue un gesto romántico, fue una jugada estratégica: asegurar para Chile la puerta del sur con la venia silenciosa de la Royal Navy. Buques ingleses pasaron a “saludar”, la prensa de Londres describió la Patagonia como “despoblada” y la diplomacia consular celebró la “estabilidad” que ofrecía Santiago. Mientras Rosas protestaba con papeles que nadie quería leer, Inglaterra guiñaba el ojo a la bandera chilena.
En 1982, la historia se repitió con brutal exactitud. Chile, bajo Pinochet, se alineó otra vez con Londres contra la Argentina. Abrió sus bases en Punta Arenas a los aviones británicos, permitió vuelos de reconocimiento de los Canberra PR9 de la Royal Air Force, entregó datos de radar y desplegó su propia aviación para hostigar a la Argentina en la frontera. Margaret Thatcher lo reconoció sin rodeos: “Chile nos dio información vital.” El almirante Sandy Woodward lo confirmó en One Hundred Days, y el mariscal del aire Michael Beetham lo dejó por escrito en sus memorias: sin la ayuda chilena, la campaña británica habría sido mucho más difícil.
Dos momentos separados por más de un siglo, una misma lógica: en el sur, Inglaterra y Chile se dieron la mano contra la Argentina. En 1843 con el Estrecho. En 1982 con Malvinas. Y la moraleja, brutal, es siempre la misma: cuando la patria se debilita, alguien cercano la negocia al mejor postor.


Foto del escritor: Roberto Arnaiz 
Por: Roberto Arnaiz 
(www.robertoarnaiz.com/blog) 
Roberto Arnaiz | Escritor e Historiador
(www.robertoarnaiz.com)

viernes, 26 de septiembre de 2025

Roma: La dictadura de Sila

El reinado de terror de Sila: las sangrientas proscripciones que legalizaron el asesinato en la antigua Roma

Relieve de piedra erosionada que representa tres figuras romanas con atuendos tradicionales, talladas en pose frontal y de medio cuerpo.
History Skills



Relieve funerario romano antiguo de un padre, una madre y un hijo. © History Skills


En el año 82 a. C., Lucio Cornelio Sila regresó a Roma tras ganar una guerra civil y tomar el control de la República. Para asegurar su victoria, emitió una serie de listas oficiales que condenaron a muerte a cientos de ciudadanos romanos.
Según Appian, más de 90 senadores y aproximadamente 2.600 jinetes fueron asesinados, aunque algunos relatos citan cifras menores.
Esto sentó un precedente que el Segundo Triunvirato seguiría décadas más tarde.

¿Quién fue Lucio Cornelio Sila?

Lucio Cornelio Sila nació alrededor de 138 a. C. y pertenecía a una antigua familia patricia, pero en sus primeros años de vida careció de las ventajas financieras que normalmente ayudaban a los aristócratas a ascender en las filas de la sociedad romana.
Aunque vivió en condiciones modestas, estudió literatura y filosofía griega durante su juventud y más tarde siguió una instrucción formal en derecho, de modo que poseía la educación esperada de un noble romano.
Su carrera militar comenzó durante la Guerra de Yugurta en el norte de África, donde sirvió a las órdenes de Cayo Mario y obtuvo reconocimiento por negociar la rendición del rey Yugurta con la ayuda de Boco de Mauritania.
Después de su éxito en Numidia, Sila continuó obteniendo victorias durante la Guerra Social , donde comandó las fuerzas romanas contra los aliados italianos rebeldes y obtuvo un triunfo por su liderazgo.
En el año 88 a. C. consiguió el consulado y recibió el mando de la guerra contra Mitrídates VI del Ponto.
Sin embargo, la facción popular en Roma, liderada por Mario y Sulpicio Rufo, utilizó las asambleas populares para despojar a Sila de su mando y entregárselo a Mario.
En respuesta, Sila rompió un tabú fundacional al marchar con su ejército hacia Roma, obligando a los populares al exilio y reclamando su autoridad por la fuerza. 
Tras su victoria en Oriente, Sila regresó a Italia en el año 83 a. C. y lanzó una campaña contra las fuerzas marianas, que incluían al hijo de Mario y a varios senadores de alto rango.
Después de una brutal serie de batallas, incluido el enfrentamiento decisivo en la Puerta Colina, Sila entró nuevamente en Roma y se declaró dictador por un período ilimitado en lugar del tradicional período de seis meses.
Este nombramiento inusual, legalizado gracias a la aprobación de la Lex Valeria , le permitió gobernar por decreto y llevar a cabo sus planes de reforma política y venganza organizada.
Celebró un triunfo por sus victorias en Oriente, probablemente en el año 83 a. C., legitimando aún más su control del estado antes de iniciar su dictadura y sus reformas. 

Las tensiones políticas que justificaron la violencia

Durante las últimas décadas del siglo II a. C., las rivalidades políticas en Roma se profundizaron hasta convertirse en una guerra abierta entre los optimates , que apoyaban la autoridad senatorial, y los populares , que promovían reformas a través de las asambleas y el tribunado .
A medida que aumentó la presión de los ciudadanos sin tierras, los aliados italianos y los comandantes de alto rango, los métodos tradicionales de compromiso dieron paso a conflictos violentos y venganzas personales.
Las muertes de Tiberio y Cayo Graco , que habían intentado reformar las leyes sobre la tierra y ampliar la ciudadanía en 133 a. C. y 123-121 a. C. respectivamente, ya habían sentado un precedente para el uso de la fuerza en disputas políticas.
Cayo Mario, antiguo comandante de Sila, obtuvo apoyo popular gracias a sus victorias militares y reformas, pero su rivalidad con Sila se convirtió en una amarga lucha por el control del estado.
Cuando Mario tomó el poder durante la ausencia de Sila en Oriente, sus partidarios mataron a muchos de los aliados de Sila y aprobaron leyes dirigidas al Senado. 
Sila creía que la República había caído bajo el control de peligrosos demagogos que utilizaban la violencia de las masas y la manipulación legal para destruir la autoridad de la aristocracia.
Al presentarse como defensor del orden tradicional, justificó sus métodos extremos como necesarios para restablecer la estabilidad.
El Senado, debilitado por años de división y violencia, le otorgó poderes extraordinarios sin resistencia seria, permitiéndole asumir la dictadura y actuar sin restricciones legales.
Observadores contemporáneos como Salustio y Plutarco describieron una pérdida de moral en la política romana y señalaron que el miedo y el beneficio personal reemplazaron al liderazgo basado en principios. 

La brutal aplicación de las proscripciones

Sila introdujo las proscripciones poco después de asegurar el control de Roma, publicando una lista de nombres en el Foro que identificaba a aquellos considerados enemigos del estado.
Cualquier persona incluida en la lista podría ser asesinada en el acto y sus propiedades podrían ser confiscadas por el Estado.
Se ofrecieron recompensas a informantes y asesinos, mientras que los herederos de las víctimas fueron desheredados y se les prohibió ejercer cargos públicos.
A medida que se añadían y publicaban nuevos nombres, las listas se convirtieron en una fuente diaria de terror. 
Las ejecuciones públicas se convirtieron en una característica habitual de la vida en la capital y los soldados llevaban a cabo decapitaciones a la vista de toda la población.
Las cabezas de las víctimas fueron clavadas en la Rostra del Foro, donde servían como trofeos y advertencias.
Appian describió la escena con gran detalle y explicó cómo la exhibición de rostros familiares como trofeos dejó indiferente al público.
Las listas se hacían más largas cada día y los ciudadanos empezaron a temer las consecuencias de hablar abiertamente o de albergar a fugitivos.
Algunos nombres aparecieron en la lista no por razones políticas, sino por riqueza, propiedades o disputas personales. 
Las propiedades confiscadas fueron subastadas por el Estado y los partidarios de Sila aprovecharon el caos para enriquecerse.
Marco Licinio Craso, que más tarde se convirtió en uno de los hombres más ricos de Roma, hizo su fortuna comprando estas propiedades a precios de ganga.
El liberto de Sila, Lucio Cornelio Crisógono, se hizo famoso por adquirir grandes propiedades a un coste mínimo.
Otros utilizaron las proscripciones para eliminar rivales, reclamar herencias o eliminar deudores.
Sila nombró funcionarios para supervisar el proceso, pero la corrupción y el soborno se generalizaron. 
En las provincias, los informes sugieren que se produjo una violencia similar bajo la autoridad de los comandantes locales, que a veces reflejaban las proscripciones romanas al atacar a las élites locales.
Aunque no fueron sancionadas oficialmente de la misma manera, estas acciones permitieron a los gobernadores establecer autoridad sobre las ciudades.
Los gobernadores extendieron las prohibiciones a las élites locales y aprovecharon la oportunidad para afirmar su dominio político sobre los municipios.
A medida que se difundían noticias de asesinatos y confiscaciones, las comunidades de toda Italia experimentaron el mismo miedo e inestabilidad que se apoderaron de la capital. 

¿Quiénes fueron las víctimas de las proscripciones?

La mayoría de los proscritos habían apoyado a la facción mariana, pero el proceso de selección se amplió rápidamente para incluir a cualquier individuo que representara una amenaza potencial o poseyera propiedades deseables.
Fueron asesinados senadores, jinetes, antiguos magistrados e incluso clientes de los aliados de Sila.
Muchos no habían tomado parte activa en la guerra civil, pero fueron condenados por asociaciones pasadas o por deslealtad percibida. 
Una de las víctimas más notables fue Quinto Mucio Escévola, un respetado jurista y ex cónsul que se había negado a apoyar a cualquiera de las facciones durante el conflicto.
Fue asesinado en un templo y su muerte conmocionó a muchos romanos que todavía creían en la santidad de los espacios religiosos.
Otro fue Lucio Junio ​​​​Bruto Damasipo, un violento partidario de Mario que había purgado el Senado en años anteriores.
Su ejecución cumplió una venganza personal contra Sila pero también envió un mensaje claro sobre las consecuencias de la violencia anterior.
Publio Antistio, suegro de Pompeyo, fue otro objetivo, ejecutado durante este período, posiblemente como parte de las proscripciones, a pesar de sus conexiones.
Los familiares de los proscritos también fueron castigados. Los hijos perdieron sus derechos sucesorios y fueron excluidos de la vida política.
Algunos fueron posteriormente indultados, pero su exclusión creó una generación de aristócratas amargados que esperaban venganza.
Julio César , cuya tía Julia había estado casada con Mario, creció durante este período y vio cómo muchos de los miembros de su familia sufrían bajo las órdenes de Sila.
Se dice que Sila perdonó a César sólo después de que otros lo persuadieron, diciendo: "En ese muchacho hay muchos Marius".
Las mujeres relacionadas con los condenados sufrieron la ruina legal y financiera, ya que las esposas perdieron sus dotes y las hijas no pudieron casarse con miembros de familias respetables.
Las redes sociales colapsaron cuando las familias fueron despojadas de su riqueza y estatus, y los sobrevivientes a menudo huyeron al exilio o vivieron en silenciosa desgracia.
Además, el sistema legal, que en otro tiempo protegía contra la violencia arbitraria, ahora permitía la destrucción de rivales políticos mediante asesinatos sancionados oficialmente. 

El caos social y económico causado

Curiosamente, la redistribución de la propiedad provocó una grave inestabilidad económica. Al inundar el mercado con fincas confiscadas, el Estado redujo los precios de las tierras y perturbó el sustento de los arrendatarios y libertos que vivían y trabajaban en ellas.
Muchas granjas fueron abandonadas o mal administradas por nuevos propietarios que tenían poca experiencia o interés en la agricultura.
Sila instaló a miles de veteranos en tierras confiscadas, especialmente en Etruria y Campania, donde la resistencia había sido más fuerte.
Fuentes antiguas, incluido Plutarco, afirman que instaló allí a unos 120.000 hombres, aunque los estudiosos modernos cuestionan la exactitud de esta cifra.
Estos asentamientos crearon un profundo resentimiento entre los desposeídos y a menudo condujeron a enfrentamientos violentos entre los nuevos colonos y la población local.
Muchos de los veteranos, animados por su lealtad a Sila, actuaron sin restricciones y trataron la tierra como una recompensa más que como una inversión a largo plazo. 
La aristocracia romana tradicional también cambió, ya que los nuevos hombres, muchos de los cuales se habían beneficiado de las subastas y obtenido escaños en el Senado gracias al patrocinio de Sila, carecían del prestigio ancestral y la formación política que habían definido a las generaciones anteriores.
El Senado se expandió de aproximadamente 300 a 600 miembros, pero su autoridad se debilitó a medida que el deseo individual de poder reemplazó al servicio público.
Así, la confianza en las instituciones de la República disminuyó a medida que se hizo evidente que la violencia podía elevar a un hombre al poder supremo. 
Las reformas constitucionales de Sila, que pretendían restaurar el poder senatorial y limitar la influencia del tribunado, no pudieron compensar el trauma que su dictadura le había infligido.
La República, aunque todavía funcionaba en el papel, había sufrido un golpe del que tardaría décadas en recuperarse. 

¿Por qué Sila detuvo las proscripciones?

En el año 81 a. C., Sila declaró que las proscripciones habían cumplido su propósito y emitió un edicto que ponía fin al proceso.
Afirmó que los enemigos de Roma habían sido destruidos y que ya no eran necesarios más asesinatos.
Las listas cesaron, aunque las ejecuciones aisladas continuaron durante meses. Sila renunció entonces a la dictadura y regresó a la vida privada sin temor a ser procesado.
Se retiró a su villa en Campania y dictó sus memorias, en las que defendía sus acciones como lícitas y necesarias.
El Senado había jurado lealtad hacia él, y su renuncia voluntaria sorprendió a muchos que esperaban que se aferrara al poder.
Murió en el año 78 a. C., todavía convencido de haber restaurado la República a su rumbo tradicional.
Sin embargo, muchos romanos recordaban las proscripciones no como una defensa de la libertad, sino como la primera vez que el poder estatal se había utilizado tan abiertamente para legitimar la venganza personal y el asesinato en masa. 
El recuerdo persiguió a la política romana. La idea de que la autoridad legal pudiera sancionar asesinatos políticos no desapareció.
De hecho, poco más de tres décadas después, el Segundo Triunvirato de Octavio, Antonio y Lépido reviviría las proscripciones en una escala aún mayor.
El precedente había sido sentado y Roma nunca volvería a los límites que antaño habían frenado su violencia política. 


Para las personas que no entienden lo que esto significa, aquí hay una lección de historia abreviada: ¿Qué era la proscripción? Era esencialmente una lista de enemigos del Estado. Existían diversos castigos para los distintos delitos por los que se podía ser incluido. Estos iban desde la muerte, la pérdida de la ciudadanía, la pérdida de los derechos familiares, la pérdida de bienes o todas las anteriores. La muerte era un castigo muy común y se conocía como "summum supplicium" o "pena extrema". Por traición, el castigo casi siempre era la muerte. Así que aquí hay un breve resumen de Marius vs. Sulla. Mario fue un guerrero convertido en político romano, elegido siete veces para el más alto cargo electivo de Roma. La séptima vez, en medio de la división en Roma, unió fuerzas con Cina. Capturaron Roma y, posteriormente, tanto Mario como Cina fueron elegidos cónsules. Esta unión de fuerzas cobra importancia posteriormente. Mario es recordado en parte por ajustar cuentas políticas encarcelando, asesinando o exiliando mediante proscripciones a quienes consideraba enemigos del Estado. Una de las personas a las que Mario declaró enemigo del Estado fue Sila, pero escapó de la muerte. Sila fue otro general convertido en político que tomó el poder por la fuerza tras ganar una guerra civil. Algunos dicen que nunca habría tomado el poder si Mario no se hubiera entrometido en su mando militar. Mario odiaba a Sila y el sentimiento era mutuo. Mario estableció el modelo de las proscripciones para ajustar cuentas políticas, pero murió antes de que Sila se vengara. Sila usó ese modelo establecido por Mario para ejecutar su propia venganza política. El único hijo de Mario murió luchando contra Sila en el año 82. Sila quería vengarse de todos los antiguos partidarios de Mario y Cina que, según él, le habían hecho daño. Así que, en el 82 a. C., Sila instituyó de nuevo el proceso de proscripciones para purgar al estado de los antiguos partidarios de Mario y Cina. Se estima que entre 500 y 4000 partidarios de Mario y Cinna fueron condenados a muerte. Sus partidarios fueron declarados enemigos del Estado y quien los asesinara debía compartir sus bienes con el Estado. Se ofrecía una recompensa por denunciar a quienes lo apoyaban. Muchos fueron decapitados y sus cabezas exhibidas en el Foro o en las calles como escarmiento. El dinero que el Estado les arrebató ayudó a financiar las interminables guerras que libró Roma. Sus familiares también fueron castigados. Muchos dicen que sin las prohibiciones anteriores, Sila nunca se habría salido con la suya. En cambio, como todo se había normalizado, Sila gobernó y después se retiró al lujo romano. La lección es que, al establecer nuevas reglas o estándares, a menudo se vuelven en tu contra en política. Es mejor no crear nuevos estándares o reglas que no quieras que se apliquen en tu contra o en contra de tus seres queridos.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Guerra de Crimea: La transformación de la guerra naval

La delgada línea de hierro: La guerra de Crimea transforma el poder naval

La breve pero sangrienta guerra de Crimea, recordada principalmente por las imágenes imborrables de errores militares, también marcó una importante transición en la historia de la guerra marítima. La energía de vapor y los proyectiles explosivos se utilizaron a gran escala por primera vez, y en octubre de 1855, las baterías acorazadas flotantes debutaron en el bombardeo del fuerte ruso de Kinburn.
Por Michael Carroll Dooling || US Naval Institute 

Naval History
Volume 18, Number 3


La sangrienta y torpe guerra que tuvo lugar en la península rusa de Crimea a mediados del siglo XIX fue considerada por muchos como "la última de las guerras pintorescas". Es decir, fue una de las últimas guerras en las que se emplearon tecnología y tácticas militares de la era napoleónica. Sin embargo, en muchos frentes, la Guerra de Crimea fue un acontecimiento crucial. Por ejemplo, fue la primera guerra cubierta por corresponsales "empotrados" y documentada por fotógrafos. Fue la primera vez que se utilizó el telégrafo en el campo de batalla, lo que permitió que la guerra fuera dirigida por funcionarios gubernamentales a miles de kilómetros de distancia. La guerra en el Mar Negro también fue el conflicto que presenció la transición entre los métodos tradicionales y modernos de guerra naval, la primera guerra en la que se generalizó el uso de la propulsión a vapor, los cañones de proyectiles y el blindaje de hierro.

Menos de dos meses después de la declaración de guerra en octubre de 1853, mientras los buques de guerra británicos y franceses anclaban en el Bósforo, sus aliados turcos sufrieron un duro golpe en el mar. El 30 de noviembre, una parte de la flota turca fue diezmada cerca del puerto y arsenal naval de Sinope, en el Mar Negro, en la costa norte de Turquía. Seis buques de guerra rusos, comandados por el vicealmirante Pavel Stepanovich Nachimov, se encontraron con una gran flotilla de buques de guerra turcos que se habían refugiado de un vendaval. Los turcos se dirigían a Batum con miles de tropas y provisiones. Nachimov envió un pequeño buque de vapor a Sebastopol para solicitar ayuda, y poco después sus grandes buques de 120 cañones recibieron la orden de entrar en acción.

Equipados con cañones de 68 libras, formaban una fuerza potente y letal. Cuando el mal tiempo amainó, los buques rusos, fuertemente armados, procedieron a bombardear la flota turca fondeada. Primero destruyeron los mástiles y las vergas de los barcos turcos y luego perforaron sus cascos de madera expuestos con proyectiles. Siete fragatas, dos corbetas, dos transportes y dos vapores de madera fueron incendiados y destruidos por el fuego de artillería de seis navíos de línea rusos en menos de dos horas. Un vapor logró escapar ileso al refugiarse bajo las baterías costeras y posteriormente comunicó la batalla al sultán de Constantinopla. Mientras los barcos turcos se hundían y las tropas luchaban por su vida, se dice que los rusos dispararon metralla y metralla contra los hombres que se ahogaban, asegurándose de que pocos sobrevivieran. En total, casi 3.000 turcos perdieron la vida a causa de los cañones rusos.

Aunque la flota aliada había sido enviada para protegerse de tal asalto, permaneció fondeada, impotente a pesar de encontrarse a poca distancia de Sinope.



La mera presencia de la flota en aguas turcas, sumada a la declaración de guerra turca, obligó al zar a ordenar el ataque.

La batalla de Sinope otorgó a la Armada Imperial Rusa una supremacía en el Mar Negro, que anteriormente había sido propiedad exclusiva de los turcos. Además de las implicaciones políticas inmediatas del ataque, el episodio demostró la vulnerabilidad de los barcos de madera al fuego de artillería moderno. Los proyectiles explosivos se habían desarrollado años antes, pero tardaron mucho en ser aceptados por las armadas mundiales. Un joven oficial del ejército británico, el teniente Henry Shrapnel, de la Artillería Real, desarrolló un proyectil en 1784 que, al detonar con una pequeña carga, dispersaba los proyectiles en todas direcciones. Los proyectiles explosivos no fueron adoptados inmediatamente por la Marina Real, pero pronto se reconoció su valor como armas navales y su uso en la guerra se extendió.

En 1788, ocurrió un incidente que demostró la eficacia del fuego de artillería a la Armada rusa. Otro inglés, Samuel Bentham, trabajaba para el gobierno ruso y equipó un pequeño grupo de lanchas con cañones de latón que utilizaban tanto proyectiles como perdigones. En el mar de Azov, los rusos lograron destruir una fuerza naval turca mucho mayor utilizando estos cañones superiores. Los franceses también participaron activamente en el desarrollo de estas nuevas armas letales en las décadas de 1820 y 1830. Henri-Joseph Paixhans fue un visionario que previó que los proyectiles reemplazarían a los perdigones sólidos y creyó que los navíos de línea de tres cubiertas serían reemplazados por buques de vapor más pequeños y rápidos, armados con munición superior. Para ello, desarrolló un cañón que utilizaba proyectiles de calibre estándar de 29 kg. El cañón podía recibir diferentes cargas para modificar la velocidad inicial y era notablemente preciso. Los cañones de Paixhans propulsaban proyectiles explosivos que explotaban al impactar, astillando los costados de las embarcaciones de madera e incendiándolas. Para 1853, Rusia dependía más de los proyectiles explosivos que cualquier otro país. Su uso al comienzo del conflicto de Crimea marcó el fin del uso de embarcaciones de madera en la guerra naval.

Tras la caída de Sebastopol en 1855, la actividad militar en ambos bandos fue relativamente escasa. Sin embargo, había dos fuertes rusos de interés para los aliados. Estas fortalezas, estratégicamente situadas, protegían la desembocadura del río Bug, que desembocaba en el mar Negro en la bahía de Jersón, cerca de la ciudad ucraniana de Odesa. Un fuerte se encontraba en el lado norte, en Oczakoff, y el segundo (de mayor tamaño), en el lado sur, en Kinburn. Protegían el acceso al mar Negro para los barcos y las municiones que se encontraban en el astillero y arsenal de Nicolaev, en un estuario del Bug. Una flotilla de 80 buques de guerra y buques de suministro británicos y franceses convergió en Kinburn el 7 de octubre de 1855. Entre los buques de la flotilla se encontraba el clíper estadounidense Monarch of the Sea, que transportaba caballos, cañones e infantería contratados por los británicos. La flota fondeó en un punto de encuentro frente a Odessa, justo al oeste de Kinburn, y esperó. Fuertes vientos del suroeste impidieron que la flota se acercara a Kinburn y descargara a las tropas.

En la mañana del 14, tras cinco días de inactividad, los vientos cambiaron de dirección y permitieron que los buques se acercaran a Kinburn y fondearan a unas tres millas al oeste del fuerte. Al día siguiente, las tropas aliadas desembarcaron cuatro millas más abajo del fuerte sin encontrar resistencia. La presencia de estos soldados impidió cualquier posible retirada del fuerte y bloqueó el paso de refuerzos. Buques de guerra británicos y franceses penetraron por la entrada de la bahía, provocando el fuego enemigo. Esa noche, los morteros probaron el alcance de sus armas contra el fuerte principal. Todo estaba listo para un ataque, pero el día 16 el viento volvió a virar hacia el sur, provocando oleaje que dificultaría el disparo preciso. Por la tarde, las cañoneras realizaron algunos asaltos al fuerte para mantenerlo en estado de alarma, pero el ataque principal se retrasó de nuevo. Finalmente, en la mañana del día 17, «una suave brisa del norte con aguas tranquilas permitió a las baterías flotantes, morteros y cañoneras francesas... tomar posiciones frente a Fort Kimburn [sic]», y los aliados comenzaron su bombardeo.² Tanto los morteros, cañoneras y baterías flotantes de cañones franceses como los británicos se posicionaron y comenzaron a bombardear la fortaleza, algo deteriorada y mal armada. Un joven marinero estadounidense llamado Aaron Wood, a bordo del Monarch of the Sea, presenció el asalto masivo y desequilibrado:


Martes 16 de octubre... Alrededor de las 2:00, se observó que el pueblo de Kilborin [sic] estaba en llamas. Se supone que los rusos le prendieron fuego. A las 3:00, cinco o seis cañoneras y dos pequeños vapores se acercaron y comenzaron a bombardear el fuerte, que respondió. El fuego se prolongó hasta el atardecer.

Miércoles 17 de octubre... Alrededor de las 9:00, el fuerte comenzó a disparar contra las cañoneras y los vapores que habían mantenido su posición durante la noche. Varias baterías flotantes y cañoneras se sumaron a su número, una de las cuales disparó una granada de espoleta e incendió los barracones, que fueron consumidos. A las 12:30, toda la flota, tanto inglesa como francesa, inició un intenso fuego. En aproximadamente 3/4 de hora, ambos bandos cesaron el fuego. Una parte de la flota pasó por el fuerte y remontó el río rumbo a Nicolaif [sic], creo, pero no estoy seguro. El remolcador Contractor se acercó... Sus hombres informaron que los franceses e ingleses tomaron 1500 prisioneros y que el general ruso murió hoy.

Sábado 20 de octubre... El Contractor se acercó con prisioneros rusos heridos, algunos de ellos muy graves. Desembarcó con el capitán... para ver las ruinas del fuerte, que fue demolido el miércoles pasado. Quedó completamente acribillado y demolido.

Desde el desastre turco en Sinope, los franceses habían comprendido el valor de los buques acorazados. Construyeron un pequeño número de baterías de cañones flotantes con poco calado para acercarse a la costa. Estas embarcaciones medían casi 60 metros de eslora, estaban equipadas con entre 14 y 16 cañones de 23 kilos y tenían capacidad para unos 280 hombres cada una. También contaban con mástiles y amuradas que podían bajarse hasta la cubierta para reducir su tamaño y situarse a menor altura sobre los objetivos. Blindados con placas de hierro de 10 cm de grosor atornilladas a 43 cm de madera, el Devastation, el Lave y el Tonnante funcionaban a vapor y propulsados ​​por hélices. Resistentes a los proyectiles y proyectiles sólidos del enemigo, podían disparar desde menos de mil metros de la costa. Estas baterías de cañones acorazados lideraron la carga esa mañana y recibieron numerosos impactos directos de los disparos rusos. El Devastation recibió 67 impactos en su casco, pero solo sufrió abolladuras superficiales en las resistentes placas de hierro.

El fuerte de Kinbum no estaba bien defendido y contaba con solo 81 cañones y 3 morteros. Este armamento no era rival para la flotilla bien armada que se encontraba en alta mar. La flota británica, compuesta tanto por buques de rueda lateral como por buques de hélice, llevaba 831 cañones a bordo. El contingente francés estaba compuesto por cuatro navíos de línea y varios vapores y lanchas mortero, además de las tres baterías de cañones flotantes. Al mediodía, los buques de línea de batalla iniciaron el cañoneo y procedieron a bombardear la fortaleza desde una distancia de una milla. Los muros del Fuerte Kinbum se derrumbaron bajo el intenso bombardeo y los cañones rusos quedaron fuera de servicio. A primera hora de la tarde, los cañones del Kinburn dejaron de responder al fuego y la batalla concluyó.

Más tarde ese mismo día, fragatas de vapor de ambas flotas realizaron un reconocimiento río arriba hacia Nicolaev, pero encontraron resistencia de las baterías de cañones rusas. El astillero de Nicolaev nunca fue tomado por los aliados. El día 18, el comandante del fuerte Oczakoff ordenó a sus hombres volar el fuerte antes de permitir que corriera la misma suerte que Kinburn y fuera tomado por los invasores. Los británicos y franceses apenas sufrieron bajas durante la operación Kinbum. Cuarenta y cinco defensores rusos murieron, 130 resultaron heridos y unos 1400 depusieron las armas para ser hechos prisioneros. Al final, los aliados no obtuvieron mucho más de la captura del fuerte Kinbum.

Si bien la acción en Kinbum logró poco, demostró innegablemente el valor de los buques acorazados propulsados ​​por vapor en la guerra. Convencidos de su valor estratégico, tanto Gran Bretaña como Francia comenzaron inmediatamente a planificar buques similares; Los primeros buques verdaderamente oceánicos resultantes de este esfuerzo fueron el Gloire francés (1859) y el Warrior británico (1861). El desastre de Sinope y el éxito de Kinburn cambiaron para siempre el diseño de los futuros buques de guerra. Ambos acontecimientos impulsaron la adopción del blindaje de hierro en la construcción de buques de guerra en las armadas de todo el mundo.

Antes de la Guerra Civil, Estados Unidos se quedó atrás del resto del mundo en la construcción de buques de guerra acorazados. La conciencia de la vulnerabilidad de los buques de guerra de la Armada estadounidense a los cañones de proyectiles creció lentamente. En 1856, el comandante John A. Dahlgren, a cargo de la munición experimental estadounidense, concluyó que "los proyectiles son de mayor efecto contra los buques que las balas de peso similar, ya que ambos se utilizan en condiciones similares". 4 Continuó sus estudios de armamento naval hasta la Guerra Civil, pero la construcción de buques acorazados en sí no se produjo de inmediato. Para 1861, docenas de tales buques estaban en construcción o se completaban en países europeos, mientras que Estados Unidos no tenía ninguno. No fue hasta marzo de 1862 que el duelo entre el USS Monitor y el CSS Virginia demostró el valor del blindaje en las batallas navales de barco contra barco. El diseñador del Monitor, el inventor sueco John Ericsson, tenía un odio nacionalista hacia Rusia. En 1854, al comienzo de la Guerra de Crimea, presentó los planos de una "batería de vapor blindada" al francés Napoleón III. El plan de Ericsson preveía una torreta giratoria y era similar, aunque menos elaborado, al del Monitor. Francia rechazó la propuesta de Ericsson, pero el diseño pudo haber impulsado el desarrollo de la propia flota de buques similares de la Armada francesa. Tras el éxito de la Unión con el Monitor, la Armada estadounidense construyó posteriormente muchos otros buques de diseño similar.

Los efectos de la Guerra de Crimea aún se sentían 30 años después de su fin. La flota rusa, hundida en el puerto de Sebastopol unas tres décadas antes, fue reconstruida. De hecho, tan solo 14 años después del Tratado de París, que abolió su flota del Mar Negro, Rusia repudió el tratado y Sebastopol comenzó a resurgir de las ruinas de la Guerra de Crimea. En 1885, el astillero reconstruido de Sebastopol inició la construcción de un gigantesco buque de guerra de costados de hierro y propulsado por vapor. El navío de 8.500 toneladas estaba fuertemente armado y llevaba el nombre de Sinope, en honor a la masacre rusa de la flota turca. Mientras tanto, en San Petersburgo, la Fábrica de Hierro del Báltico construía un gran crucero acorazado, bautizado como Almirante Nachimov. Esta nueva clase de buques de guerra anunció el regreso de la supremacía rusa en la región y sirvió como un solemne recordatorio de las batallas pasadas.

‘Storm’d at with shot and shell, Boldly they rode and well’

—Alfred, Lord Tennyson, from The Charge of the Light Brigade

La terrible guerra tuvo su origen en el intento de Rusia de expandir su poder accediendo a las cálidas aguas del Mediterráneo. Para ello, invadió una parte del Imperio Otomano conocida como los Principados del Danubio (actuales Moldavia y Rumanía). Rusia no pudo expandirse hacia el oeste debido a los firmes obstáculos que representaban las grandes potencias de Prusia y Austria. Un avance hacia el sur podría dar a Rusia acceso al Mediterráneo a través de las aguas controladas por Turquía y también podría proporcionarle la próspera ciudad comercial de Constantinopla (actual Estambul). Con el pretexto de defender a los cristianos ortodoxos de la región, las tropas rusas cruzaron el río Pruth hacia territorio turco el 2 de julio de 1853.

Con Rusia literalmente a las puertas del Danubio, los turcos se movilizaron rápidamente para defender su territorio. El zar Nicolás I creía que Gran Bretaña no acudiría en ayuda del "Enfermo de Europa" y que, de hecho, podría tolerar y apoyar la invasión. Había malinterpretado gravemente la situación. La resistencia turca a la amenaza rusa se vio reforzada con la llegada, un mes antes del inicio de las hostilidades, de buques de guerra británicos y franceses a aguas turcas.

El territorio a ambos lados del estrecho que desembocaba en el Mar Negro pertenecía al Imperio Otomano, y el sultán se atribuía el derecho a excluir de sus aguas a los buques de guerra extranjeros. De hecho, desde una convención internacional de 1841, los buques de guerra extranjeros no tenían permitido el acceso al estrecho. Rusia firmó la convención, que cerraba el estrecho a todos los buques de guerra, excepto a los turcos, en tiempos de paz, junto con Francia, Gran Bretaña, Austria y Prusia. En concreto, las zonas protegidas incluían los Dardanelos, que conectaban el Mar Egeo con el Mar de Mármara, y el Bósforo, que unía el Mar de Mármara con el Mar Negro. La presencia de banderas de guerra aliadas en aguas turcas antes de que se declarara el estado de guerra enfureció a Nicolás y fue fatal para cualquier esperanza de acuerdo mediante la negociación. En septiembre de 1853, el sultán envió un ultimátum a Rusia, exigiendo a las tropas invasoras que se retiraran de los principados en un plazo de 15 días o, de lo contrario, se declararía el estado de guerra. Nicolás dejó pasar los 15 días y Turquía declaró la guerra a Rusia el 5 de octubre. «Rusia se ve obligada a luchar; por lo tanto, no le queda más remedio que recurrir a las armas, confiando plenamente en Dios», declaró Nicolás.<sup>1</sup>

Los británicos siempre habían sospechado de las intenciones rusas y defendían con firmeza su supremacía marítima en el Mediterráneo. Cuando la noticia de la atrocidad de Sinope llegó a Londres y París, la indignación pública fue inmediata. Los ciudadanos británicos estaban tan furiosos que sintieron una inmediata compasión por los turcos. Aunque a los británicos les disgustaba el despótico régimen turco, no querían el colapso del imperio, ya que ofrecía un freno a las ambiciones rusas, más agresivas. El primer ministro británico, Lord Aberdeen, y el Parlamento inicialmente se mostraron reacios a la posibilidad de ir a la guerra y albergaron la esperanza de una solución pacífica. Los franceses estaban resentidos por el desastre, pues creían que había ocurrido bajo los cañones de la flota aliada y que debería haberse evitado.

En febrero de 1854, ante la creciente presión internacional para actuar, Gran Bretaña y Francia formaron una alianza, exigieron conjuntamente la retirada inmediata de las tropas rusas e informaron a Nicolás II que ningún buque de la Armada rusa podría salir de sus puertos en el Mar Negro. Al no recibir respuesta del zar, no les quedó más remedio que salir en defensa de Turquía; se rompieron las relaciones diplomáticas con Rusia. Temiendo la inminencia de una invasión total del Imperio Otomano, tanto Gran Bretaña como Francia declararon la guerra a Rusia. Las tropas se concentraron en las costas inglesas y francesas y pronto fueron enviadas a Turquía.

A su llegada a Turquía, miles de soldados aliados murieron a causa de brotes de cólera, lo que debilitó sus filas. A pesar de su deteriorado estado, la mera presencia de los soldados aliados, sumada a la propia epidemia de cólera en Rusia, contribuyó a obligar a Rusia a retirar sus fuerzas. Creían que Rusia debía sufrir un duro golpe a su capacidad de librar guerra en la región, y se planearon invadir Sebastopol, la importante ciudad portuaria de la península de Crimea.

La ciudad fue sitiada en octubre de 1854 y se llevaron a cabo varios bombardeos durante el año siguiente. Lo que podría haber sido una campaña corta se convirtió en una guerra larga y prolongada, salpicada de batallas sangrientas e inconclusas como las de Balaclava, Alma e Inkerman. También produjo uno de los momentos de mayor inutilidad militar de la historia: la famosa "Carga de la Brigada Ligera". Los duros meses de invierno fueron especialmente duros para los aliados, agravados por la escasez crónica de alimentos y ropa. En septiembre del año siguiente, las últimas defensas fueron derribadas por los cañones aliados y arrasadas por masas de soldados aliados. Tras algunos enfrentamientos en el mar Báltico y el Pacífico, la guerra terminó —con pocos resultados a pesar del derramamiento de sangre— con la firma del Tratado de París el 30 de marzo de 1856.



1. John Codman, An American Transport in the Crimean War (New York: Bonnell, Silver &. Co., 1896), pp. 6-7.

2. Captain A. C. Dewar, Russian War, 1855: Black Sea Official Correspondence (London: Navy Records Society, 1945), p. 347.

3. Aaron H. Wood, Journal 2, Swansea Historical Society, Swansea, Massachusetts.

4. J. A. Dahlgren, Shells and Shell-Guns (Philadelphia: King &. Baird, 1856), p. 258.

1. Peter Gibbs, Crimean Blunder (New York: Holt, Rinehart &. Winston, 1960), p. 28.









miércoles, 24 de septiembre de 2025

Teoría de la guerra: Sobre la guerra

Guerra

Encyclopedia Britannica




Guerra , en el sentido popular, un conflicto entre grupos políticos que implica hostilidades de considerable duración y magnitud. En el uso de las ciencias sociales , se añaden ciertas salvedades.Los sociólogos suelen aplicar el término a tales conflictos solo si se inician y conducen de acuerdo con formas socialmente reconocidas. Tratan la guerra como una institución reconocida en la costumbre o en la ley . Los escritores militares suelen limitar el término a las hostilidades en las que los grupos contendientes son lo suficientemente iguales en poder como para hacer que el resultado sea incierto por un tiempo. Los conflictos armados de estados poderosos con pueblos aislados e impotentes suelen llamarse pacificaciones, expediciones militares o exploraciones; con estados pequeños, se llaman intervenciones o represalias; y con grupos internos, rebeliones o insurrecciones . Dichos incidentes, si la resistencia es lo suficientemente fuerte o prolongada, pueden alcanzar una magnitud que les da derecho al nombre de "guerra".



En todas las épocas, la guerra ha sido un importante tema de análisis. A finales del siglo XX, tras dos guerras mundiales y a la sombra del holocausto nuclear, biológico y químico, se escribió más sobre el tema que nunca. Los esfuerzos por comprender la naturaleza de la guerra y formular una teoría sobre sus causas, conducta y prevención son de gran importancia, ya que la teoría moldea las expectativas humanas y determina el comportamiento humano . Las diversas escuelas teóricas son generalmente conscientes de la profunda influencia que pueden ejercer sobre la vida, y sus escritos suelen incluir un fuerte componente normativo, pues, al ser aceptadas por los políticos, sus ideas pueden asumir las características de profecías autocumplidas.



El análisis de la guerra puede dividirse en varias categorías. Con frecuencia se distinguen enfoques filosóficos, políticos, económicos, tecnológicos, jurídicos, sociológicos y psicológicos. Estas distinciones indican los diversos enfoques de interés y las diferentes categorías analíticas empleadas por el teórico, pero la mayoría de las teorías actuales son contradictorias, ya que la guerra es un fenómeno social extremadamente complejo que no puede explicarse por un solo factor ni mediante un único enfoque.

Evolución de las teorías de la guerra

Batalla de Waterloo
Batalla de Waterloo. Ejército británico resistiendo una carga de la caballería francesa, Batalla de Waterloo, 1815, aguatinta del siglo XIX, según una pintura de William Heath.

Como reflejo de los cambios en el sistema internacional, las teorías de la guerra han pasado por varias fases a lo largo de los últimos tres siglos. Tras el fin de las guerras de religión, a mediados del siglo XVII, las guerras se libraron por los intereses de soberanos individuales y estaban limitadas tanto en sus objetivos como en su alcance. El arte de la maniobra se volvió decisivo, y el análisis de la guerra se formuló en consecuencia en términos de estrategias. La situación cambió radicalmente con el estallido de laLa Revolución Francesa , que incrementó el tamaño de las fuerzas, pasando de pequeños ejércitos profesionales a grandes ejércitos de reclutas, amplió los objetivos de la guerra a los ideales de la revolución , ideales que atrajeron a las masas sujetas al servicio militar obligatorio. En el orden relativo de la posnapoleónica...En Europa , la corriente principal de la teoría volvió a la idea de la guerra como un instrumento racional y limitado de la política nacional. Este enfoque fue articulado con precisión por el teórico militar prusiano.Carl von Clausewitz en su famoso clásicoSobre la guerra (1832–37).

La Primera Guerra Mundial , de carácter "total" porque resultó en la movilización de poblaciones y economías enteras durante un período prolongado, no encajaba en el modelo clausewitziano de conflicto limitado y condujo a una renovación de otras teorías. Estas ya no consideraban la guerra como un instrumento racional de...Política de Estado . Los teóricos sostenían que la guerra, en su forma moderna y total, si aún se concebía como un instrumento del Estado nacional, solo debía emprenderse si se afectaban los intereses más vitales del Estado, que afectaban a su propia supervivencia. De lo contrario, la guerra sirve a ideologías amplias y no a los intereses más estrechos de un soberano o una nación. Al igual que las guerras religiosas del siglo XVII, la guerra se convierte en parte de grandes designios, como el ascenso del proletariado en la escatología comunista o la doctrina nazi de una raza superior.

Algunos teóricos han ido aún más lejos, negando a la guerra cualquier carácter racional. Para ellos, la guerra es una calamidad y un desastre social, ya sea que la aflija una nación contra otra o que se conciba como un azote para la humanidad en su conjunto. La idea no es nueva; tras las Guerras Napoleónicas, fue articulada, por ejemplo, porTolstoi en el capítulo final deGuerra y paz (1865-1869). En la segunda mitad del siglo XX adquirió nueva vigencia enLa investigación para la paz es una forma contemporánea de teorización que combina el análisis de los orígenes de la guerra con un fuerte componente normativo orientado a su prevención. La investigación para la paz se centra en dos áreas: el análisis del sistema internacional y el estudio empírico del fenómeno de la guerra.

La Segunda Guerra Mundial y la posterior evolución deLas armas de destrucción masiva hicieron aún más urgente la tarea de comprender la naturaleza de la guerra. Por un lado, la guerra se había convertido en un fenómeno social insoluble, cuya eliminación parecía ser una condición esencial para la supervivencia de la humanidad. Por otro lado, el uso de la guerra como instrumento político fue calculado de una manera sin precedentes por las superpotencias nucleares, Estados Unidos y la Unión Soviética . La guerra también siguió siendo un instrumento crudo pero racional en ciertos conflictos más limitados, como los que enfrentaban a Israel y las naciones árabes. En consecuencia, el pensamiento sobre la guerra se volvió cada vez más diferenciado porque tenía que responder a preguntas relacionadas con tipos de conflicto muy diferentes.



Clausewitz define convincentemente la guerra como un instrumento racional de política exterior: «un acto de violencia destinado a obligar a nuestro oponente a cumplir nuestra voluntad». Las definiciones modernas de guerra, como «conflicto armado entre unidades políticas», generalmente ignoran las definiciones estrechas y legalistas características del siglo XIX, que limitaban el concepto a la guerra formalmente declarada entre Estados. Dicha definición incluye las guerras civiles, pero al mismo tiempo excluye fenómenos como las insurrecciones, el bandidaje o la piratería. Finalmente, generalmente se entiende que la guerra abarca únicamente los conflictos armados a gran escala, generalmente excluyendo los conflictos en los que participan menos de 50.000 combatientes.





martes, 23 de septiembre de 2025

SGM: Adaptando la doctrina de infantería con armas automáticas

Reinventando la infantería

War History




StG 44

Los alemanes ya habían notado el éxito ruso con las metralletas (subfusiles). La principal desventaja de la metralleta residía en que, de hecho, se trataba de una pistola con un cañón más largo y un cargador más grande (treinta o más balas). A pesar de su cañón más largo, el cartucho de la pistola carecía de precisión, incluso al dispararse desde la cadera en ráfagas de fuego automático. Además, el cartucho de la pistola carecía de pegada. Donde una bala de fusil mataba a un hombre, una bala de pistola solo hería. Y el soldado herido a menudo respondía al fuego. El cartucho de fusil de asalto (a partir del MP-43/StG-44) no era tan potente como el de fusil estándar, pero sí más potente que el de pistola. Esto marcó una gran diferencia para la infantería, ya que el fusil de asalto podía disparar a mayores distancias con mayor precisión y potencia de frenado. La Segunda Guerra Mundial comenzó con la mayor parte de la infantería operando igual que en los últimos días de la Primera Guerra Mundial. Cuatro años después, se hizo evidente que las operaciones de infantería debían experimentar una nueva transformación, al igual que en el último año de la Primera Guerra Mundial. Al final de la guerra, finalmente se comprendió que la infantería no podía simplemente avanzar a través del fuego de artillería y ametralladoras enemigas. Primero, había que aplastar al enemigo con fuego de artillería preciso y rápido. La infantería podía entonces avanzar rodeando los puntos fuertes enemigos restantes y adentrándose en la retaguardia. Los tanques se habían introducido a finales de la Primera Guerra Mundial y se convirtieron en la principal arma ofensiva a principios de la Segunda Guerra Mundial. La potencia de fuego había aumentado desde la Primera Guerra Mundial. El gran problema alemán era que se estaba quedando sin infantería. Los alemanes se quedaron sin tropas primero, pero los rusos estaban en la misma situación y estaban en la escoria al final de la guerra. Ambos bandos llegaron a la misma conclusión sobre cómo resolver la escasez de infantería y utilizar más potencia de fuego y menos tropas. Para los rusos, esto significó bombardeos masivos de artillería contra las líneas alemanas antes de que la infantería rusa entrara en acción. Los rusos también concentraron tanques, moviéndolos delante y entre la infantería para brindar protección adicional a las tropas de infantería. La infantería rusa recibió mayor potencia de fuego personal al aumentar el número de ametralladoras y subfusiles (pistolas automáticas, rifles pequeños que disparaban cartuchos tipo pistola) en las divisiones de infantería. El aumento de ametralladoras y subfusiles en las divisiones rusas fue el siguiente:



Armas por cada 1000 hombres en las organizaciones divisionales rusas

                                                      Subfusiles           Ametralladoras

Mayo 1941                                                    83                           44

Diciembre 1942                                          234                         69

Junio 1944                                                   250                        68


Las pérdidas de la infantería rusa seguían siendo horrendas, pero sin estas armas adicionales, las bajas habrían sido peores, principalmente porque menos alemanes habrían muerto o herido. También se incrementaron los morteros y cañones, así como el número de tanques y cañones de asalto añadidos a las divisiones de infantería asignadas a ataques importantes.

De hecho, los rusos presenciaron estos cambios antes del inicio de la guerra. Su organización de divisiones de infantería de 1939 no contaba con subfusiles y solo contaba con cuarenta y una ametralladoras por cada 1000 soldados. La desastrosa guerra con los finlandeses en 1940 tuvo algo que ver con esto, pero gran parte del mérito debe atribuirse a un brillante grupo de altos oficiales soviéticos (que habían logrado sobrevivir a las purgas de Stalin a finales de la década de 1930).

Al comienzo de la guerra en Rusia, los alemanes contaban indiscutiblemente con una infantería superior, y tardaron un tiempo en darse cuenta de que tenían un problema con las pérdidas de infantería, más allá de las causadas por las duras condiciones en Rusia. Los oficiales alemanes notaron la mayor proporción de subfusiles en las divisiones rusas (más del doble de la que tenían los alemanes, hasta 1945, cuando estos acortaron la distancia). Los generales exigieron mayor potencia de fuego para la infantería, desde metralletas hasta morteros, artillería, cañones de asalto y tanques. Pero aún más crítica era la escasez de buenos oficiales para la infantería. Este era un problema en todos los ejércitos. Incluso los alemanes, que contaban con los mejores oficiales de infantería de cualquier ejército, vieron la necesidad de un mejor liderazgo en las compañías de infantería. El problema se agravó por las elevadas bajas en la infantería. Los oficiales se perdían incluso más rápido que las tropas debido a la práctica alemana de estar al frente la mayor parte del tiempo. Dado que los oficiales eran la principal fuerza para elevar el nivel de entrenamiento de las tropas, la falta de suficientes oficiales supuso una mayor carga para los suboficiales y gradualmente provocó que la ventaja cualitativa de los alemanes en la infantería disminuyera. Si bien los rusos nunca pudieron igualar las habilidades de infantería de los alemanes y los rusos acortaron distancias a medida que la guerra avanzaba y, hasta el final, mantuvieron una superioridad numérica.

La solución definitiva residía en las divisiones Panzergrenadier (infantería motorizada). Estas unidades podían transportar todas las armas y municiones adicionales que la infantería necesitaba para sobrevivir en el campo de batalla, y contaban con una fuerza blindada propia (generalmente en forma de cañones de asalto blindados, pero ocasionalmente en forma de tanques). Quizás lo más importante es que estas unidades de infantería motorizada podían mantener el ritmo de las divisiones Panzer (tanques) y realizar tareas que los tanques no realizaban bien, como ocupar terreno, expulsar a la infantería enemiga de fortificaciones y zonas urbanizadas, y repeler contraataques. Pero Alemania no contaba con los recursos necesarios para formar muchas de estas unidades. El ejército alemán siguió siendo, hasta el final de la guerra, un ejército principalmente tirado por caballos. A finales de 1944, se añadieron muchos más subfusiles a las divisiones de infantería alemanas, así como una mayor proporción de morteros y cañones de asalto. Pero no fue lo suficientemente rápido. La infantería alemana se desintegró en combate a un ritmo mayor del que podía ser reemplazada o reorganizada.