El rol Estados Unidos para frenar a la Argentina y potenciar a Brasil
Documentos desclasificados en Estados Unidos revelan el deliberado plan de esa potencia para frenar el desarrollo industrial argentino y hacer de Brasil la potencia determinante del Cono Sur.
Por Carlos Escudé
10.07.2009
La cercanía del Bicentenario exige un examen crítico de nuestros éxitos y fracasos. En ese tren, las comparaciones entre nuestro país y su vecino lusohablante pueden parecer odiosas, pero son necesarias. En verdad, quizás uno de los mejores indicios de cómo le fue a la Argentina a lo largo de las diferentes etapas de su historia resida en cómo se comparaba con Brasil en cada una de ellas.
Nuestro vecino nació con ventaja. El Imperio que, como resultado de un pacto de familia, se desgajó pacíficamente de su mãe pátria , no atravesó una crisis de independencia y era mucho más fuerte que las nacientes Provincias Unidas.
No obstante, los éxitos cosechados por nuestra Generación del 80, ya visibles en los tiempos del Centenario, revirtieron esa ventaja. Durante varias décadas tuvimos la primacía. Una comparación realizada por el industrial Torcuato Di Tella, en 1941, publicada en la emblemática Revista de Economía Argentina , indicaba que por esos tiempos un trabajador argentino podía comprar un overol con diez horas de trabajo, mientras un belga o un alemán requerían el doble de tiempo y un italiano tanto como treinta y dos horas.
Brasil ni figuraba en la lista. Y las cifras de aquel patriarca de nuestra industria coinciden con las del conocido economista británico Alfred Maizels, quien en una obra de 1963 mostró que, hacia 1937, el producto per cápita argentino era superior a los de Austria y Finlandia, y llegaba al doble del italiano y casi al triple del japonés. Otra vez, Brasil ni figuraba. Económicamente, la Argentina y Brasil estaban más allá de toda comparación.
Increíblemente, la misma ventaja se registraba en el plano militar. Según las cuidadosas investigaciones de archivo de Stanley Hilton, un estudio del estado mayor brasileño de la década de 1920, estimaba que la Argentina podía movilizar 379.000 hombres casi inmediatamente, mientras que Brasil demoraría mucho más para movilizar 136.000. También se explayaba con lujo de detalle sobre cuánto más abundante y avanzado era el armamento argentino.
Las evaluaciones de la Misión Militar Francesa al Brasil coincidían. En un informe confidencial, el general Maurice Gamelin observaba que, en Rio Grande do Sul, el Brasil se encontraba " en infériorité flagrante ". Los británicos comentaban que convertir los soldados brasileños en algo parecido a un ejército era " a lost cause ". Y las conclusiones del agregado militar norteamericano, en 1925, eran similares. Hilton, Frank McCann y Gary Frank, los principales estudiosos de la dimensión militar de esta materia, coinciden en que esta situación se mantuvo durante toda la década de 1930.
El punto de inflexión fue la Segunda Guerra Mundial. A partir de esa instancia crucial, Estados Unidos, la gran potencia en ascenso, se desempeñó como un árbitro que proporcionaba al país que le resultaba más confiable todo lo que le quitaba al que le parecía sospechoso.
Este arbitraje tendencioso, favorable a Brasil, comenzó antes del ingreso de Washington en la contienda, pero después de la caída de Francia, cuando ya estaba claro que habría que defenderse de Alemania. El favoritismo fue el fruto de una vieja relación especial entre Estados Unidos y Brasil, cultivada con inteligencia por Itamaraty desde los tiempos del barón de Rio Branco.
La hora de la verdad llegó en septiembre de 1940, cuando ambos países firmaron un acuerdo por el establecimiento de un polo siderúrgico en Volta Redonda, con financiación norteamericana. A su vez, el oportuno pacto terminó con el juego pendular de Brasil frente a Washington y a Berlín. Según documentos desenterrados por McCann, Estados Unidos adjudicó a la naciente industria del acero brasileña la misma prioridad que a proyectos similares en Estados Unidos. Como consecuencia, un agradecido presidente Getulio Vargas escribió al subsecretario Sumner Welles: "No olvidaré cuánto les debemos a usted y al Departamento de Estado por este feliz resultado".
En cuanto Estados Unidos ingresó en la guerra, el apoyo a Brasil fue acompañado por una comprensible animadversión militante contra la Argentina, que el historiador Joseph Tulchin llamó "persecución". En las medidas palabras de mi respetado colega Mario Rapoport, nuestra neutralidad descerrajó una política de sanciones por parte de esa potencia.
Este auténtico boicot, que se documentó por vez primera en mi libro de 1983, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-49 , significó privar a la Argentina de todos los insumos necesarios para su desarrollo industrial. Se nos cercó para que no pudiéramos importar combustibles, a la vez que, según documentó Hilton, se otorgó a Brasil la misma prioridad que a Gran Bretaña en materia de importaciones de petróleo.
A partir de ese momento la actitud favorable a nuestro vecino, que se había jugado con las democracias en la guerra, se acentuó de manera radical. Los documentos norteamericanos exhumados por Hilton permiten aseverar que, en abril de 1945, se decidió en Washington que Brasil debía potenciarse para que "tuviera la misma relación con el continente sudamericano que Estados Unidos tiene con el norteamericano, y reducir a la Argentina al poder relativo de México o Canadá".
La contracara de esta decisión, que puede consultarse en los documentos publicados por el Departamento de Estado (FRUS 1945, vol. 9), fue la Export Policy I de Estados Unidos hacia nuestro país, del 3 de febrero de 1945, que disponía: "La exportación de bienes de capital debe mantenerse en los mínimos actuales. Es esencial no permitir la expansión de la industria pesada en la Argentina".
En el ámbito militar, el árbitro obró con la misma decisión. La liberalidad de la legislación norteamericana en materia de apertura de secretos nos permite saber que, hacia principios de 1944, el objetivo de alterar el equilibrio militar entre la Argentina y Brasil se convirtió en una política oficial de Estados Unidos, por razones que no estaban relacionadas con el esfuerzo bélico.
Por cierto, un memorial del presidente Franklin D. Roosevelt del 12 de enero de ese año es elocuente. Dice: "Estoy totalmente de acuerdo [?] en que deberíamos proceder duramente con la Argentina. Al mismo tiempo, creo que es esencial que nos movamos inmediatamente para fortalecer al Brasil. Esto debe incluir armas y municiones norteamericanas [?] como para darle una fuerza de combate efectiva cerca de la frontera argentina, del orden de dos o tres regimientos motorizados".
A esas alturas, la suerte estaba echada. Brasil emergería de la Segunda Guerra Mundial como la potencia regional en ciernes de la América del Sur. Y la Argentina surgiría con un conjunto de problemas políticos crónicos que aún no ha conseguido resolver.
Eventualmente, Brasil se convertiría en una potencia por completo fuera de nuestro alcance. Hechos y procesos posteriores, tanto o más importantes que los que transcurrieron durante el período descripto, acentuarían nuestra declinación. Pero de todos los factores que influyeron en nuestro deterioro relativo, el que he presentado aquí es el que mejor puede documentarse. No es el producto de teorías ni el resultado de conjeturas opinables.
No obstante, no hemos perdido en todos los planos. Por el contrario, y a diferencia de aquellos tiempos que no deben añorarse, desde hace un cuarto de siglo nuestras relaciones con Brasil se caracterizan más por la cooperación que por la competencia. Hemos superado las hipótesis de conflicto de antaño. Nuestras desavenencias ya no son geopolíticas, sino comerciales, como las que caracterizan a Estados Unidos y Canadá.
Por cierto, Brasil es una potencia emergente benigna y una de las menos agresivas del orbe. Su presencia en el corazón geográfico de nuestra región ha contribuido a su paz y estabilidad, que es un ejemplo para el mundo.
Por eso, hoy podemos compararnos con ánimo erudito, sin temor a herir sensibilidades que ya están añejadas. Estas sólo agregan sabor al placer de conocer mejor el valor estratégico de las alianzas.
Columna publicada en la edición del 10 de julio de La Nación.
viernes, 30 de enero de 2015
jueves, 29 de enero de 2015
SGM: Grecia pide que Alemania le pague una antigua deuda
Grecia podría exigir a Alemania la deuda de la Segunda Guerra Mundial
TOBIAS SCHWARZ / AFP
La comisión de expertos, designada por el Ministerio de Finanzas de Grecia, presentó un informe que indica que Alemania tiene una deuda de 11.000 millones de euros ante Grecia desde la Segunda Guerra Mundial, según la revista alemana 'Der Spiegel'.
Cuando Grecia fue ocupada por las tropas nazis, las autoridades alemanas recurrieron a un préstamo forzoso de 1,5 billones de dracmas griegos para la propia Alemania y la Italia fascista. El país tenía que comenzar a devolver la deuda después de la guerra, pero sus resultados impidieron que Hitler y Mussolini cumplieran con sus obligaciones.
Los expertos destacan que el préstamo forzoso debe considerarse independientemente de los requisitos para el pago de las reparaciones de guerra. Según las estimaciones más conservadoras del país heleno, Alemania debe a Grecia más de 100.000 millones de euros en compensación por los daños sufridos durante la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, los historiadores y economistas opinan que mientras que el pago de las reparaciones es una cuestión muy controvertida, el pago del préstamo forzoso es una demanda legítima, escribió el semanario alemán.
Actualidad RT
TOBIAS SCHWARZ / AFP
La comisión de expertos, designada por el Ministerio de Finanzas de Grecia, presentó un informe que indica que Alemania tiene una deuda de 11.000 millones de euros ante Grecia desde la Segunda Guerra Mundial, según la revista alemana 'Der Spiegel'.
Cuando Grecia fue ocupada por las tropas nazis, las autoridades alemanas recurrieron a un préstamo forzoso de 1,5 billones de dracmas griegos para la propia Alemania y la Italia fascista. El país tenía que comenzar a devolver la deuda después de la guerra, pero sus resultados impidieron que Hitler y Mussolini cumplieran con sus obligaciones.
Los expertos destacan que el préstamo forzoso debe considerarse independientemente de los requisitos para el pago de las reparaciones de guerra. Según las estimaciones más conservadoras del país heleno, Alemania debe a Grecia más de 100.000 millones de euros en compensación por los daños sufridos durante la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, los historiadores y economistas opinan que mientras que el pago de las reparaciones es una cuestión muy controvertida, el pago del préstamo forzoso es una demanda legítima, escribió el semanario alemán.
Actualidad RT
miércoles, 28 de enero de 2015
Nazismo: La barbarie femenina en los campos de concentración
La sanguinaria guardia nazi que disfrutaba descuartizando a los presos con un hacha
MANUEL P. VILLATORO@ABC_ES / MADRID
Dorothea Binz, a quien se le atribuyen más de 100.000 asesinatos, fue una de las mujeres más crueles del campo de concentración de Ravensbrück
La sanguinaria guardia nazi que disfrutaba descuartizando a los presos con un hacha
Dorothea Binz (en el centro) junto a sus compañeras de las SS
Una bella mujer de pelo rubio y ojos claros que, en apariencia, era absolutamente honrada e inocente. Esta es la definición que, tras un breve vistazo, se podría dar de Dorothea Binz. Pero la realidad es bien distinta, pues esta alemana tiene el infame honor de haber sido una de las guardias nazis más sanguinarias del campo de concentración de Ravensbrück y de la Segunda Guerra Mundial. El título –desgraciadamente- no se le queda corto, pues disfrutaba golpeando hasta la extenuación a las reclusas e, incluso (y en algunos casos) descuartizándolas con un hacha. Todo ello, bajo la bendición de Adolf Hitler.
Con todo, y a pesar de ser una de las guardias más sanguinarias de la época, Dorothea Binz no era la única mujer que daba rienda suelta a sus más bajos instintos amparándose en la bandera y la esvástica nazi. De hecho, las atrocidades de muchas de ellas han quedado guardadas en la memoria colectiva de la historia del holocausto con un único objetivo: que nadie se olvide del infierno por el que tuvieron que pasar los miles de prisioneros judíos que fueron deportados a los campos de concentración. Sus nombres serán también difíciles de olvidar: Ilse Koch, María Mandel y un largo, pero que muy largo, etcétera.
Como muchos alemanes, Binz vivió en primera persona el ascenso de Adolf Hitler al poder en 1932 mediante el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán). Por entonces no era más que una niña que, seguramente, apenas se enteraba de qué sucedía en las altas esferas de la política. Tampoco tendría constancia, por lo tanto, de los discursos en los que éste cargaba contra la población judía y contra aquellos que -según afirmaba- habían llevado a Alemania a la miseria mediante el tratado de Versalles. Con todo, no tardó mucho en verse atraída –ya fuera debido al dinero o a la ideología- por la llamada del Führer.
Así pues, y al igual que otros tantos, Binz se alistó en el verano de 1939 (apenas una semana antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial) en las SS. No tardó mucho en recibir su primer destino. El mismo 1 de septiembre, la jornada en que los soldados de la «Wehrmacht» (el ejército de tierra alemán), de la «Kriegsmarine» (la marina) y de la «Luftwaffe» (la fuerza aérea) pisaron suelo polaco, esta joven fue enviada al campo de concentración de Ravensbrück con apenas 19 veranos tras sus jóvenes espaldas. Aquí fue donde comenzó el cambio de Dorothea que, sin saber cómo, a los pocos meses pasaría de lavar platos a torturar hasta la muerte a centenares de prisioneras con una única y pobre excusa: no habían nacido en Alemania.
Con todo, si por algo se hizo famoso Ravensbück fue por hacer las veces de escuela para todos los guardianes y guardianas de las SS (estas últimas, conocidas con el título de «aufseherin»). «Las “aufseherin” eran equiparables a los soldados rasos de las SS nazis. Eran personal de las SS, pero no podían formar parte del ejército como tal por la normativa, por ello tenían –entre otras cosas- un uniforme distinto. Sus objetivos eran, también, otros», explica, en declaraciones a ABC, Mónica González Álvarez, periodista y escritora y autora de «Guardianas nazis. El lado femenino del mal».
Y es que, en este campo se entrenaban todas aquellas «aufseherin» que serían trasladadas posteriormente a otros lugares como Auschwitz. «En Ravensbrück, en lugar de enseñarles como se debía administrar un campo (cómo limpiar las cocinas, hacer que funcionase de forma efectiva el lugar o cómo tratar a los prisioneros) aprendían las diferentes formas de pegar, apalear y asesinar a los presos, además de todo lo referente al tema de los hornos crematorios. Todas las alemanas que pasaban por allí estaban destinadas a maltratar, humillar y en última instancia matar a cualquier preso que pasara por el campo de concentración», completa la experta.
Durante los años siguientes, Binz cometió todo tipo de tropelías que iban desde abofetear a las prisioneras, hasta asesinarlas a base de golpes. No en vano se le atribuyen las muertes de más de 100.000 prisioneros entre mujeres y niños. «En una ocasión, la guardiana vio que había una presa que, extenuada, se cayó al suelo. En ese momento, Binz se acercó, la abofeteó y cogió un hacha con la que rajó y descuartizó su cuerpo. Después se levantó y, al darse cuenta de que se había manchado sus botas negras de sangre, cortó un trozo del vestido de la fallecida para limpiarlas. Cuando terminó, se subió su bicicleta y, como si nada hubiera pasado, volvió al campo de concentración», añade González Álvarez.
Campo de concentración de Ravensbrück WIKIMEDIA
Para Binz, la violencia era una práctica habitual. De hecho, disfrutaba hasta tal punto con las torturas que las llamaba el «placer malévolo». Entre ellas, sus preferirías eran las bofetadas y las flagelaciones. A su vez, solía entrenar a sus pastores alemanes para que, a una orden suya, se lanzaran sobre los presos y les desgarraran la carne hasta la muerte. «En otra ocasión estaba paseando por el campamento cuando una prisionera se cayó al suelo agotada. Al ver el hecho, ella –que iba en bicicleta- pedaleó todo lo rápido que pudo y arrolló a gran velocidad a la presa en varias ocasiones. Después soltó a los perros para que la destrozaran», completa la experta. Era, en definitiva, una hija predilecta del nazismo y una amante de los actos infames que sus representantes llevaron a cabo en media Europa.
Con todo, y a pesar de que en el campo de concentración era un lugar donde Binz derrochaba dosis de sadismo y violencia, su edificio favorito de Ravensbrück nunca dejó de ser el búnker de castigo. Ni siquiera cuando fue ascendida en 1944 a «ober aufseherin» (ayudante en jefe de la mano de obra) y «stellvertretende oberaufseherin» (adjunta de la supervisora jefe) solía separarse mucho de él. La razón era sencilla: no quería renunciar al «placer» de acabar con la vida de los prisioneros que, temerosos, no se atrevían apenas a mirar su cara.
«Binz trabajaba en el búnker de castigo. Allí, una especie de granero comido por la humedad, perpetraba flagelaciones de hasta 100 latigazos. Solía someter a estas penas a las prisioneras que no hubiesen hecho lo que debían (lo que abarcaba desde comer un mendrugo de pan que se hubiese caído de un camión, hasta no llevar el uniforme bien ataviado). Una vez en el búnker, las desnudaba -todo ello a menos de 20 grados bajo cero- y las flagelaba con un látigo. Siempre tenían la misma norma: cada presa debía contar en voz alta el número de latigazo que era. Ninguna aguantaba más de unos pocos. Después de esto las sacaba fuera del búnker, donde las rociaba con agua fría para que muriera de frío a la intemperie», finaliza González Álvarez.
Parecía que Binz sólo había sido puesta en el mundo para maltratar a los prisioneros y, curiosamente, para dar cariño a su novio, el miembro de las SS (y también destinado en el campo) Edmund Bräuning, adjunto del comandante Rudolf Höss. Con él, para asombro de todos los presos, demostraba una delicadeza que nunca manifestaba con aquellos a los que consideraba inferiores.
Sólo hubo una ocasión en la que los prisioneros creyeron ver algo de humanidad en Binz. «Era la Navidad de 1944. Cómo había comunistas y católicos se celebraban dos fiestas en el campo de concentración. Ella acudió a una en la que varios niños iban a presencia una obra de teatro. El problema es que, repentinamente, los pequeños comenzaron a llorar. Ella se dio cuenta de la situación y debió sentirse compungida, pues abandonó automáticamente la sala. Es como si se le hubiese ablandado el corazón. Quizás sabía que la mayoría de ellos iban a morir posteriormente en las cámaras de gas, aunque es algo imposible de corroborar», añade la experta.
Según varias fuentes, durante el camino Binz trató de escapar dejando a un lado su uniforme nazi, pues sabía lo que representaba para los aliados. Por suerte, fue capturada el 30 de abril en Hamburgo por las tropas aliadas. Posteriormente fue juzgada, al igual que cientos de sus compañeras, por crímenes de guerra y maltrato y asesinato de los prisioneros. Según explica González Álvarez, durante el juicio su abogado le preguntó por qué había cometido aquellas atrocidades contra las prisioneras, a lo que ella respondió: «Creo que prefieren eso a ser privadas de su comida, o algo más». Esta fue una de las últimas palabras que pronunció la que, a día de hoy, es considerada como una de las guardianas nazis más crueles del Tercer Reich. Finalmente, fue condenada a morir en la horca el 3 de febrero de 1947.
Dos preguntas a Mónica González Álvarez
M.P.V.
Mónica Álvarez García es periodista, escritora y guionista de radio y televisión. En su currículum tiene el haber elaborado «Guardianas nazis. El lado femenino del mal», un libro que aúna en español una amplia documentación relacionada con todas aquellas mujeres que se pusieron al servicio de Hitler a partir de 1939. Experta en historia, conspiraciones y nazismo, ha escrito también «Cuentos hindúes. Desde el Índico a los Himalayas» o «Las Claves de Inferno de Dan Brown».
1-¿Cuál era el objetivo de las vejaciones realizadas por los nazis en los campos de concentración?
El planteamiento de los nazis era imponerse a aquellos que consideraban inferiores, y eso lo hacían de dos formas: privándoles de comida y maltratándolos (tanto psicológica como físicamente).
2-¿Qué opina de aquellos que afirman que éstas atrocidades debeían ser olvidadas?
Hice «Guardianas nazis» para que todo el mundo supiera la verdad de los terribles hechos que sucedieron en uno de los peores momentos de la civilización. Los crímenes deben salir siempre a la luz, me da igual la ideología o la religión que tengan los perpetradores. Hay que conocer siempre la verdad, ese es mi lema
MANUEL P. VILLATORO@ABC_ES / MADRID
Dorothea Binz, a quien se le atribuyen más de 100.000 asesinatos, fue una de las mujeres más crueles del campo de concentración de Ravensbrück
La sanguinaria guardia nazi que disfrutaba descuartizando a los presos con un hacha
Dorothea Binz (en el centro) junto a sus compañeras de las SS
Una bella mujer de pelo rubio y ojos claros que, en apariencia, era absolutamente honrada e inocente. Esta es la definición que, tras un breve vistazo, se podría dar de Dorothea Binz. Pero la realidad es bien distinta, pues esta alemana tiene el infame honor de haber sido una de las guardias nazis más sanguinarias del campo de concentración de Ravensbrück y de la Segunda Guerra Mundial. El título –desgraciadamente- no se le queda corto, pues disfrutaba golpeando hasta la extenuación a las reclusas e, incluso (y en algunos casos) descuartizándolas con un hacha. Todo ello, bajo la bendición de Adolf Hitler.
Con todo, y a pesar de ser una de las guardias más sanguinarias de la época, Dorothea Binz no era la única mujer que daba rienda suelta a sus más bajos instintos amparándose en la bandera y la esvástica nazi. De hecho, las atrocidades de muchas de ellas han quedado guardadas en la memoria colectiva de la historia del holocausto con un único objetivo: que nadie se olvide del infierno por el que tuvieron que pasar los miles de prisioneros judíos que fueron deportados a los campos de concentración. Sus nombres serán también difíciles de olvidar: Ilse Koch, María Mandel y un largo, pero que muy largo, etcétera.
Cuando el diablo vino al mundo
Dorothea Theodora Binz (más conocida como «la Binz» por los presos) vino al mundo el 16 de marzo de 1920 en una pequeña ciudad ubicada al noroeste de Alemania. Nacida en una familia de clase media, su infancia estuvo marcada por los usuales cambios de localidad que llevaba a cabo su familia. Por causas desconocidas abandonó la escuela cuando apenas contaba 15 años y comenzó a trabajar como ama de llaves. Posteriormente, desempeñó labores como lavaplatos. Todo ello, con el objetivo de ganar el dinero necesario para poder salir adelante junto a su familia. Por entonces no era todavía más que una niña inocente, pero eso cambiaría rápido.Como muchos alemanes, Binz vivió en primera persona el ascenso de Adolf Hitler al poder en 1932 mediante el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán). Por entonces no era más que una niña que, seguramente, apenas se enteraba de qué sucedía en las altas esferas de la política. Tampoco tendría constancia, por lo tanto, de los discursos en los que éste cargaba contra la población judía y contra aquellos que -según afirmaba- habían llevado a Alemania a la miseria mediante el tratado de Versalles. Con todo, no tardó mucho en verse atraída –ya fuera debido al dinero o a la ideología- por la llamada del Führer.
Así pues, y al igual que otros tantos, Binz se alistó en el verano de 1939 (apenas una semana antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial) en las SS. No tardó mucho en recibir su primer destino. El mismo 1 de septiembre, la jornada en que los soldados de la «Wehrmacht» (el ejército de tierra alemán), de la «Kriegsmarine» (la marina) y de la «Luftwaffe» (la fuerza aérea) pisaron suelo polaco, esta joven fue enviada al campo de concentración de Ravensbrück con apenas 19 veranos tras sus jóvenes espaldas. Aquí fue donde comenzó el cambio de Dorothea que, sin saber cómo, a los pocos meses pasaría de lavar platos a torturar hasta la muerte a centenares de prisioneras con una única y pobre excusa: no habían nacido en Alemania.
El campo de concentración de Ravensbrück
El primer campo de concentración que pisó Binz fue el de Ravensbrück, ubicado a menos de 100 kilómetros de Berlín y creado a finales de 1938 con el objetivo de albergar a todo aquel que Adolf Hitler considerara indigno y no perteneciente a la raza aria. Establecido en principio como una cárcel para mujeres (aunque al final de la Segunda Guerra Mundial contaba también con un espacio para varones y niños) vio pasar por sus muros a más de 130.000 prisioneros, Poco más de la mitad de ellos sobrevivirían a su cautiverio y a las torturas y experimentos científicos que allí se llevaban a cabo.Ravensbück era la perfecta escuela para las mujeres de las SS
Con todo, si por algo se hizo famoso Ravensbück fue por hacer las veces de escuela para todos los guardianes y guardianas de las SS (estas últimas, conocidas con el título de «aufseherin»). «Las “aufseherin” eran equiparables a los soldados rasos de las SS nazis. Eran personal de las SS, pero no podían formar parte del ejército como tal por la normativa, por ello tenían –entre otras cosas- un uniforme distinto. Sus objetivos eran, también, otros», explica, en declaraciones a ABC, Mónica González Álvarez, periodista y escritora y autora de «Guardianas nazis. El lado femenino del mal».
Y es que, en este campo se entrenaban todas aquellas «aufseherin» que serían trasladadas posteriormente a otros lugares como Auschwitz. «En Ravensbrück, en lugar de enseñarles como se debía administrar un campo (cómo limpiar las cocinas, hacer que funcionase de forma efectiva el lugar o cómo tratar a los prisioneros) aprendían las diferentes formas de pegar, apalear y asesinar a los presos, además de todo lo referente al tema de los hornos crematorios. Todas las alemanas que pasaban por allí estaban destinadas a maltratar, humillar y en última instancia matar a cualquier preso que pasara por el campo de concentración», completa la experta.
Rienda suelta a la crueldad
Junto con la entrada de Binz a Ravensbrück, llegaron también los primeros centenares de prisioneras al lugar. Cuando arribaron, esta sádica alemana se percató de cuál era su verdadera vocación dentro del campo de concentración: torturar presas en el búnker de castigo. Allí, junto a su mentora (María Mandel, apodada «La bestia») disfrutaba atormentando tanto a los hombres como a las mujeres que hubieran cometido la imprudencia de desobedecer las normas del lugar.La sanguinaria guardia nazi que disfrutaba descuartizando a los presos con un hacha
Durante los años siguientes, Binz cometió todo tipo de tropelías que iban desde abofetear a las prisioneras, hasta asesinarlas a base de golpes. No en vano se le atribuyen las muertes de más de 100.000 prisioneros entre mujeres y niños. «En una ocasión, la guardiana vio que había una presa que, extenuada, se cayó al suelo. En ese momento, Binz se acercó, la abofeteó y cogió un hacha con la que rajó y descuartizó su cuerpo. Después se levantó y, al darse cuenta de que se había manchado sus botas negras de sangre, cortó un trozo del vestido de la fallecida para limpiarlas. Cuando terminó, se subió su bicicleta y, como si nada hubiera pasado, volvió al campo de concentración», añade González Álvarez.
Campo de concentración de Ravensbrück WIKIMEDIA
Para Binz, la violencia era una práctica habitual. De hecho, disfrutaba hasta tal punto con las torturas que las llamaba el «placer malévolo». Entre ellas, sus preferirías eran las bofetadas y las flagelaciones. A su vez, solía entrenar a sus pastores alemanes para que, a una orden suya, se lanzaran sobre los presos y les desgarraran la carne hasta la muerte. «En otra ocasión estaba paseando por el campamento cuando una prisionera se cayó al suelo agotada. Al ver el hecho, ella –que iba en bicicleta- pedaleó todo lo rápido que pudo y arrolló a gran velocidad a la presa en varias ocasiones. Después soltó a los perros para que la destrozaran», completa la experta. Era, en definitiva, una hija predilecta del nazismo y una amante de los actos infames que sus representantes llevaron a cabo en media Europa.
Con todo, y a pesar de que en el campo de concentración era un lugar donde Binz derrochaba dosis de sadismo y violencia, su edificio favorito de Ravensbrück nunca dejó de ser el búnker de castigo. Ni siquiera cuando fue ascendida en 1944 a «ober aufseherin» (ayudante en jefe de la mano de obra) y «stellvertretende oberaufseherin» (adjunta de la supervisora jefe) solía separarse mucho de él. La razón era sencilla: no quería renunciar al «placer» de acabar con la vida de los prisioneros que, temerosos, no se atrevían apenas a mirar su cara.
«Binz trabajaba en el búnker de castigo. Allí, una especie de granero comido por la humedad, perpetraba flagelaciones de hasta 100 latigazos. Solía someter a estas penas a las prisioneras que no hubiesen hecho lo que debían (lo que abarcaba desde comer un mendrugo de pan que se hubiese caído de un camión, hasta no llevar el uniforme bien ataviado). Una vez en el búnker, las desnudaba -todo ello a menos de 20 grados bajo cero- y las flagelaba con un látigo. Siempre tenían la misma norma: cada presa debía contar en voz alta el número de latigazo que era. Ninguna aguantaba más de unos pocos. Después de esto las sacaba fuera del búnker, donde las rociaba con agua fría para que muriera de frío a la intemperie», finaliza González Álvarez.
Parecía que Binz sólo había sido puesta en el mundo para maltratar a los prisioneros y, curiosamente, para dar cariño a su novio, el miembro de las SS (y también destinado en el campo) Edmund Bräuning, adjunto del comandante Rudolf Höss. Con él, para asombro de todos los presos, demostraba una delicadeza que nunca manifestaba con aquellos a los que consideraba inferiores.
Sólo hubo una ocasión en la que los prisioneros creyeron ver algo de humanidad en Binz. «Era la Navidad de 1944. Cómo había comunistas y católicos se celebraban dos fiestas en el campo de concentración. Ella acudió a una en la que varios niños iban a presencia una obra de teatro. El problema es que, repentinamente, los pequeños comenzaron a llorar. Ella se dio cuenta de la situación y debió sentirse compungida, pues abandonó automáticamente la sala. Es como si se le hubiese ablandado el corazón. Quizás sabía que la mayoría de ellos iban a morir posteriormente en las cámaras de gas, aunque es algo imposible de corroborar», añade la experta.
Los últimos días de «la Binz»
La vida fue apacible para Dorothea durante los siguientes años. Y es que, como una de las mayores responsables del campo que era, nunca le faltaron todo tipo de riquezas. Desde mullidos colchones hasta comida de gran calidad –todo cortesía de los judíos a los que saqueaban-. Se podría decir que vivió entre lujos hasta que, en 1944, los aliados comenzaron a avanzar hacia el interior de Alemania. En ese momento la felicidad nazi pasó a convertirse en desesperación y se inició una campaña masiva de destrucción de todos los documentos que hablaran de la temible «Solución final» (el asesinato masivo de judíos).Binz murió en la horca en 1947 por sus terribles crímenesJunto con la quema de documentos, muchos campos de concentración ubicados a la afueras de Alemania comenzaron a trasladar a sus presos al interior del país para que, en el caso de que la región fuese capturada, no pudiesen contar nada de sus terribles prácticas al enemigo. Ravensbrück no fue una excepción. «Más de 20.000 presos participaron en una “marcha de la muerte” en la que se pretendía trasladarlos hasta el interior de Alemania. Esto fue a finales de abril de 1945 y, tan sólo tres días después, se liberó el campamento. Muchas de las reos que participaron en las marchas fallecieron, y todas las que cayeron fueron abandonadas en las cunetas. En ella iba, como no podía ser de otra forma, Binz», destaca la periodista y escritora.
Según varias fuentes, durante el camino Binz trató de escapar dejando a un lado su uniforme nazi, pues sabía lo que representaba para los aliados. Por suerte, fue capturada el 30 de abril en Hamburgo por las tropas aliadas. Posteriormente fue juzgada, al igual que cientos de sus compañeras, por crímenes de guerra y maltrato y asesinato de los prisioneros. Según explica González Álvarez, durante el juicio su abogado le preguntó por qué había cometido aquellas atrocidades contra las prisioneras, a lo que ella respondió: «Creo que prefieren eso a ser privadas de su comida, o algo más». Esta fue una de las últimas palabras que pronunció la que, a día de hoy, es considerada como una de las guardianas nazis más crueles del Tercer Reich. Finalmente, fue condenada a morir en la horca el 3 de febrero de 1947.
Dos preguntas a Mónica González Álvarez
M.P.V.
Mónica Álvarez García es periodista, escritora y guionista de radio y televisión. En su currículum tiene el haber elaborado «Guardianas nazis. El lado femenino del mal», un libro que aúna en español una amplia documentación relacionada con todas aquellas mujeres que se pusieron al servicio de Hitler a partir de 1939. Experta en historia, conspiraciones y nazismo, ha escrito también «Cuentos hindúes. Desde el Índico a los Himalayas» o «Las Claves de Inferno de Dan Brown».
1-¿Cuál era el objetivo de las vejaciones realizadas por los nazis en los campos de concentración?
El planteamiento de los nazis era imponerse a aquellos que consideraban inferiores, y eso lo hacían de dos formas: privándoles de comida y maltratándolos (tanto psicológica como físicamente).
2-¿Qué opina de aquellos que afirman que éstas atrocidades debeían ser olvidadas?
Hice «Guardianas nazis» para que todo el mundo supiera la verdad de los terribles hechos que sucedieron en uno de los peores momentos de la civilización. Los crímenes deben salir siempre a la luz, me da igual la ideología o la religión que tengan los perpetradores. Hay que conocer siempre la verdad, ese es mi lema
martes, 27 de enero de 2015
SGM: Tanques hundidos en las costas de Irlanda
Fotos de los tanques y los naufragios del ejército de Estados Unidos frente a la costa de Irlanda
Dara Kelly
Irish Central
Tanques hundidos estadounidenses frente a la costa de Donegal. Foto por: YouTube
A raíz de un estudio de 12 años de las aguas costeras y mares costeros alrededor de Irlanda llevada a cabo por el estudio geológico de Irlanda (GSI) y el Instituto de la Marina, el gobierno irlandés lanzó un libro ilustrado titulado "Los buques de guerra, submarinos y Liners - Una guía para naufragios asignada en aguas irlandesas ".
El libro de mesa cuenta con magníficas fotografías de restos de naufragios en los fondos marinos incluyendo el Lusitania frente a la costa del corcho y los tanques del ejército de Estados Unidos en el lecho marino 17 millas fuera de Donegal. Muchos de los 300 naufragios que aparecen en el libro en el que no sabe de antes de esta encuesta.
El libro incluye detalles sobre los antecedentes de los barcos junto a la fotografía y las imágenes de sonar.
La publicación fue lanzada en 2012 por el Ministro de Artes, Patrimonio y el Gaeltacht, Jimmy Deenihan TD, junto con Fergus O'Dowd TD, Ministro de Estado del Ministerio de Comunicaciones, Energía y Recursos Naturales.
El libro es el resultado de la colaboración entre el Servicio Geológico de Irlanda (GSI) y el Instituto de la Marina y el Departamento de Artes, Patrimonio y Unidad del Gaeltacht Arqueología Subacuática (UAU), que forma parte del Servicio Nacional de Monumentos.
El GSI y el proyecto de Instituto de la Marina INFOMAR, y su predecesora, la Encuesta Nacional de los Fondos Marinos irlandesa, conforman el programa de cartografía marina civil más grande en todo el mundo.
Según el ministro de O'Dowd, la colaboración ha "hecho verdaderamente Irlanda un líder en este campo de actividad."
Durante los mismos 12 años, la UAU han construido una extensa base de datos de naufragios, informó a flote Magazine.
Ministro Deenihan dijo: "La base de datos actual tiene más de 13.000 restos de naufragios y es una herramienta de gestión esencial para la preservación, protección y promoción del rico patrimonio arqueológico marítimo de Irlanda."
O'Dowd entonces comentó: "como una nación insular que instintivamente sabemos que nuestros mares son importantes, pero tal vez no somos plenamente conscientes de la magnitud de este recurso natural y el patrimonio que poseen."
Agregó que "más del 80% del territorio nacional se encuentra debajo de nuestros mares, y que muchos de los beneficios que pudieran obtener para el país de este recurso son aún por descubrir."
Los ministros felicitaron a los autores, Karl Brady (UAU), Charisse McKeon (GSI), James Lyttleton (UCC) y Ian Lawlor (BIM) para esta publicación y destacaron el libro como un excelente ejemplo de dos departamentos gubernamentales diferentes que trabajan juntos en sociedad, que reúne a expertos en la cartografía de la arqueología y la marina para resaltar el papel líder de Irlanda en la cartografía de los fondos marinos y la protección, así como la promoción del patrimonio cultural marítimo.
* Publicado originalmente en noviembre de 2012.
Dara Kelly
Irish Central
Tanques hundidos estadounidenses frente a la costa de Donegal. Foto por: YouTube
A raíz de un estudio de 12 años de las aguas costeras y mares costeros alrededor de Irlanda llevada a cabo por el estudio geológico de Irlanda (GSI) y el Instituto de la Marina, el gobierno irlandés lanzó un libro ilustrado titulado "Los buques de guerra, submarinos y Liners - Una guía para naufragios asignada en aguas irlandesas ".
El libro de mesa cuenta con magníficas fotografías de restos de naufragios en los fondos marinos incluyendo el Lusitania frente a la costa del corcho y los tanques del ejército de Estados Unidos en el lecho marino 17 millas fuera de Donegal. Muchos de los 300 naufragios que aparecen en el libro en el que no sabe de antes de esta encuesta.
El libro incluye detalles sobre los antecedentes de los barcos junto a la fotografía y las imágenes de sonar.
La publicación fue lanzada en 2012 por el Ministro de Artes, Patrimonio y el Gaeltacht, Jimmy Deenihan TD, junto con Fergus O'Dowd TD, Ministro de Estado del Ministerio de Comunicaciones, Energía y Recursos Naturales.
El libro es el resultado de la colaboración entre el Servicio Geológico de Irlanda (GSI) y el Instituto de la Marina y el Departamento de Artes, Patrimonio y Unidad del Gaeltacht Arqueología Subacuática (UAU), que forma parte del Servicio Nacional de Monumentos.
El GSI y el proyecto de Instituto de la Marina INFOMAR, y su predecesora, la Encuesta Nacional de los Fondos Marinos irlandesa, conforman el programa de cartografía marina civil más grande en todo el mundo.
Según el ministro de O'Dowd, la colaboración ha "hecho verdaderamente Irlanda un líder en este campo de actividad."
Durante los mismos 12 años, la UAU han construido una extensa base de datos de naufragios, informó a flote Magazine.
Ministro Deenihan dijo: "La base de datos actual tiene más de 13.000 restos de naufragios y es una herramienta de gestión esencial para la preservación, protección y promoción del rico patrimonio arqueológico marítimo de Irlanda."
O'Dowd entonces comentó: "como una nación insular que instintivamente sabemos que nuestros mares son importantes, pero tal vez no somos plenamente conscientes de la magnitud de este recurso natural y el patrimonio que poseen."
Agregó que "más del 80% del territorio nacional se encuentra debajo de nuestros mares, y que muchos de los beneficios que pudieran obtener para el país de este recurso son aún por descubrir."
Los ministros felicitaron a los autores, Karl Brady (UAU), Charisse McKeon (GSI), James Lyttleton (UCC) y Ian Lawlor (BIM) para esta publicación y destacaron el libro como un excelente ejemplo de dos departamentos gubernamentales diferentes que trabajan juntos en sociedad, que reúne a expertos en la cartografía de la arqueología y la marina para resaltar el papel líder de Irlanda en la cartografía de los fondos marinos y la protección, así como la promoción del patrimonio cultural marítimo.
* Publicado originalmente en noviembre de 2012.
lunes, 26 de enero de 2015
España: Recuperando un bosque arrasado por la Armada Invencible
Repoblando el bosque arrasado por la Armada española
ARACELI ACOSTA / MADRID
ABC
Un proyecto de restauración en la montaña pasiega intenta revertir la intensa deforestación sufrida hace tres siglos
Repoblando el bosque arrasado por la Armada española
Se estima que en la montaña pasiega se talaron 10 millones de árboles
El tapiz verde que cubre la montaña pasiega no puede esconder las señales de la brutal deforestación que se produjo en esta zona y en otras de España entre los siglos XVI y XVIII. La Real Armada fue aquí el mayor agente transformador del paisaje original dejando la tierra desnuda, sobre la que aún hoy puede adivinarse el camino que seguían los árboles talados, montaña abajo por el llamado Resbaladero de Troncos hasta llegar al río, y una cabaña de piedra, la Casa del Rey, que servía de puesto de operaciones para controlar el transporte de la madera. Su misión no era baladí, puesto que de aquí salieron los árboles con los que se construirían navíos, galeones y también armamento para la Armada española, un verdadero “bosque flotante”.
En total, en la montaña pasiega se estima que se talaron 10 millones de árboles. La extracción de madera fue destinada a los Reales Astilleros de Guarnizo y a los hornos de las Reales Fábricas de Liérganes y La Cavada, dedicadas a la fabricación de piezas de artillería y munición. La producción de un cañon de dos toneladas consumía la madera de 2,5 hectáreas de bosque, explica Carlos Sánchez, presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre. Solo entre 1720 y 1770, en Guarnizo se construyeron 15 paquebotes, 36 navíos, 23 fragatas, 3.000 cañones y 3 galeones, arrasando 50.000 hectáreas de bosque.
Una deforestación que luego se perpetuó con la explotación ganadera y la práctica transmitida de generación en generación de hacer quemas controladas en la creencia de que así se renuevan los pastos, aunque lo que han hecho es impedir la regeneración natural de estos terrenos. Desde 1999, la Fundación Hombre y Naturaleza trabaja para revertir este proceso, un proyecto en el que ahora cuenta con la ayuda de la Fundación Banco Santander, y en este tiempo llevan plantados con éxito unos 80.000 árboles. Se trata de plantaciones de especies autóctonas, como el haya, el roble, el fresno, el avellano, los serbales y el abedul.
El área de trabajo se extiende sobre unas 50.000 hectáreas de Cantabria y Castilla y León, que conforman la montaña cantábrico-burgalesa, concretamente en el norte burgalés -Espinosa de los Monteros y las Merindades- y en el sureste de Cantabria, en las zonas altas de los ríos Pas, Asón y Miera. El pueblo pasiego ha mantenido hasta hoy un modo de vida original, seminómada, basado en la ganadería trashumante y sustentado sobre el prado cercado y la cabaña pasiega.
Por tanto, como explica Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, este proyecto, “además de poner su atención en los bosques, se ocupa de la actividad agropecuaria pasiega y de especies en peligro de extinción que han ayudado al hombre durante siglos”. Y lo continuán haciendo, ya que este ganado autóctono se está convirtiendo en un aliado para la regeneración.
“Esto es solo un granito de arena -explica Carlos Sánchez, puesto que esto es un proyecto a largo plazo, pero es el primer paso para revertir el proceso y que la montaña pasiega recupere su esplendor forestal y su capacidad de retención de ag
ARACELI ACOSTA / MADRID
ABC
Un proyecto de restauración en la montaña pasiega intenta revertir la intensa deforestación sufrida hace tres siglos
Repoblando el bosque arrasado por la Armada española
Se estima que en la montaña pasiega se talaron 10 millones de árboles
El tapiz verde que cubre la montaña pasiega no puede esconder las señales de la brutal deforestación que se produjo en esta zona y en otras de España entre los siglos XVI y XVIII. La Real Armada fue aquí el mayor agente transformador del paisaje original dejando la tierra desnuda, sobre la que aún hoy puede adivinarse el camino que seguían los árboles talados, montaña abajo por el llamado Resbaladero de Troncos hasta llegar al río, y una cabaña de piedra, la Casa del Rey, que servía de puesto de operaciones para controlar el transporte de la madera. Su misión no era baladí, puesto que de aquí salieron los árboles con los que se construirían navíos, galeones y también armamento para la Armada española, un verdadero “bosque flotante”.
En total, en la montaña pasiega se estima que se talaron 10 millones de árboles. La extracción de madera fue destinada a los Reales Astilleros de Guarnizo y a los hornos de las Reales Fábricas de Liérganes y La Cavada, dedicadas a la fabricación de piezas de artillería y munición. La producción de un cañon de dos toneladas consumía la madera de 2,5 hectáreas de bosque, explica Carlos Sánchez, presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre. Solo entre 1720 y 1770, en Guarnizo se construyeron 15 paquebotes, 36 navíos, 23 fragatas, 3.000 cañones y 3 galeones, arrasando 50.000 hectáreas de bosque.
Una deforestación que luego se perpetuó con la explotación ganadera y la práctica transmitida de generación en generación de hacer quemas controladas en la creencia de que así se renuevan los pastos, aunque lo que han hecho es impedir la regeneración natural de estos terrenos. Desde 1999, la Fundación Hombre y Naturaleza trabaja para revertir este proceso, un proyecto en el que ahora cuenta con la ayuda de la Fundación Banco Santander, y en este tiempo llevan plantados con éxito unos 80.000 árboles. Se trata de plantaciones de especies autóctonas, como el haya, el roble, el fresno, el avellano, los serbales y el abedul.
El área de trabajo se extiende sobre unas 50.000 hectáreas de Cantabria y Castilla y León, que conforman la montaña cantábrico-burgalesa, concretamente en el norte burgalés -Espinosa de los Monteros y las Merindades- y en el sureste de Cantabria, en las zonas altas de los ríos Pas, Asón y Miera. El pueblo pasiego ha mantenido hasta hoy un modo de vida original, seminómada, basado en la ganadería trashumante y sustentado sobre el prado cercado y la cabaña pasiega.
Recuperar razas autóctonas
Y por eso, este proyecto de reforestación lleva asociado un modelo de gestión silvopastoral. Como cuenta Sánchez, cuando se iniciaron los trabajos de restauración “nos dimos cuenta de que las fincas que los pasiegos trabajaban no se quemaban”, por eso es importante mantener los prados y la ganadería. En este sentido, una de las claves del proyecto es la recuperación de variedades locales de ganado doméstico: la oveja lacha carranzana, la vaca roja pasiega (vaca lechera rústica en peligro de extinción, en cuya leche está el secreto de los sobaos pasiegos), el caballo losino -también en peligro de extinción- y el burro.Por tanto, como explica Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, este proyecto, “además de poner su atención en los bosques, se ocupa de la actividad agropecuaria pasiega y de especies en peligro de extinción que han ayudado al hombre durante siglos”. Y lo continuán haciendo, ya que este ganado autóctono se está convirtiendo en un aliado para la regeneración.
Recuperar «la muda»
Así, se ha podido recuperar la transterminancia pasiega del ganado, la llamada “muda”, para que el ganado aproveche los pastos en las zonas altas en verano y en las zonas bajas en invierno. Con esto, además de suponer un ahorro para el ganadero -al que costaba unos 6.000 euros al año mantener el ganado en las cabañas en época de nieves- es un beneficio para el ecosistema, pues el ganado en su camino traslada los nutrientes de las zonas bajas del valle a las zonas altas en un trasiego cíclico que dura todo el año. Asimismo, el proyecto ha conseguido la certificación oficial para la producción ecológica de corderos y terneros.“Esto es solo un granito de arena -explica Carlos Sánchez, puesto que esto es un proyecto a largo plazo, pero es el primer paso para revertir el proceso y que la montaña pasiega recupere su esplendor forestal y su capacidad de retención de ag
domingo, 25 de enero de 2015
San Martín: El hermano del Libertador en las Filipinas
El hermano desconocido de San Martín que luchó y murió en Filipinas
Claudia Peiró - Infobae
La visita del pontífice argentino al archipiélago asiático es una buena ocasión para recordar que un pariente de nuestro héroe nacional tiene su tumba en Manila. El homenaje de Perón y el orgullo filipino
Busto de San Martín en Manila. Fotografía tomada por el embajador argentino en Filipinas Joaquín Otero
Homenaje a San Martín en Manila
Homenaje a San Martín en Manila
¿Un San Martín sepultado y honrado en los confines del mundo? Es una noticia que sorprende, tan poca ha sido la atención prestada por nuestros historiadores a muchos detalles de la vida del Libertador y, particularmente, de su familia. Existe una excepción, y es el libro Los hermanos de San Martín, publicado hace unos diez años. Su autor es Armando Rubén Puente, periodista, historiador y escritor argentino radicado en España desde hace muchos años.
Reunión de la IDC en Manila Filipinas. De pie, Ricardo Romano (PJ). Sentado en el centro, el lider democristiano filipino Raúl Manglapus
El libro de Armando Puente sobre el exilio de San Martín
El Capitán Juan de San Martín, padre del Libertador
Puente es tal vez el único historiador que se dedicó a estudiar la vida de los hermanos de San Martín. Volcó el resultado de sus investigaciones en el libro mencionado -ampliamente agotado-, que por fortuna se encuentra a la espera de una reedición. Allí describe la trayectoria de Juan Fermín Rafael, nacido en 1774, y por lo tanto cuatro años mayor que José Francisco. Este hermano de nuestro prócer fue destinado a Filipinas en 1805. Ya no regresaría a España. Murió en Manila el 17 julio de 1822, a los 48 años.
Recordemos que fueron cinco los hijos del matrimonio formado por el Capitán Juan de San Martín y Gregoria Matorras, ambos oriundos de la actual Castilla. Todos nacieron en tierra americana, en las antiguas misiones jesuíticas, donde el padre fue Teniente Gobernador y se desempeñó en la defensa de la frontera, permanentemente amenazada por las incursiones de los bandeirantes portugueses. María Elena (1771), la hija mayor y única mujer, y los dos primeros varones, Manuel Tadeo (1772) y Juan Fermín (1774), nacieron en Calera de Vacas, actual territorio uruguayo, mientras que los dos menores, Justo Rufino (1776) y José Francisco (1778), en Yapeyú, hoy provincia de Corrientes. Toda la familia regresó a España en 1784. No se conocen retratos de todos los hermanos de San Martín; sólo de Justo, de María Elena. También éste, del padre, Juan.
Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.
Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.
Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.
Desde Madrid, Armando Puente sintetizó para Infobae los datos que pudo recabar para reconstruir la trayectoria de este hermano del Libertador que vivió y murió en Filipinas que, recordemos, era una colonia española desde 1521, cuando fue reclamada para la Corona de España por Fernando de Magallanes en su truncada vuelta al mundo.
Todos los varones de la familia San Martín ingresaron al ejército español desde muy jóvenes, a los 13, 14 ó 15 años. Juan Fermín lo hizo como cadete en el Regimiento de Infantería Soria el 23 de septiembre de 1788, en el cual revistó durante 14 años. Luego pasó tres años en el Batallón Veterano Príncipe Fernando. Tras combatir en el continente, pasó a la Real Armada y se embarcó en enero de 1797 y participó en la batalla de San Vicente contra la flota inglesa. Luego, permaneció en Brest hasta 1801, con la escuadra española coaligada a la francesa. De regreso a España fue destinado al Escuadrón Húsares de Luzón, la más grande de las islas Filipinas, y donde se encuentra la capital, Manila. Allá fue nombrado sargento del regimiento de húsares y años después coronel, es decir que alcanzó el mismo grado que sus hermanos. En 1815, llegó a ser Comandante de Húsares del Regimiento Luzón.
Aunque permaneció la mayor parte del tiempo en Manila, en 1821 fue destinado a Mindanao, la segunda en tamaño de las islas del archipiélago. Estuvo un año entero a cargo del fuerte de Sanboanga (o Zamboanga) –entonces apenas una aldea, pero hoy una gran ciudad de casi un millón de habitantes-, que en tiempos coloniales era una plaza estratégica, por ser una de las dos puertas del estrecho de Joló, un paso cuyo control los españoles no podían perder. Sanboanga había sido fundada en 1635 como fortaleza militar española contra los moros que acechaban desde Borneo e Indonesia. Durante su estancia allí, Juan Fermín de San Martín tuvo que defender la plaza de una insurrección de sectores musulmanes en conflicto con la población indígena y las autoridades europeas, cuenta Armando Puente. Para esa tarea, dice, tenía bajo su mando una compañía de artillería y 4 de infantería, una de ellas conformada por tropa indígena.
En Manila, en el año 1813, Juan Fermín se había casado con Josefa Manuela Español de Alburu, hija de un militar español y de una mujer indígena. Con ella tuvo tres hijos, siendo el único San Martín en haber engendrado descendencia masculina.
La curiosidad natural lleva a preguntarse si Juan Fermín, viviendo a 20.000 kilómetros del escenario americano, y considerando la lentitud de los viajes y comunicaciones entre diferentes dominios españoles, estaría al tanto de las peripecias y hazañas de su hermano menor. Y, más en general, cuánto contacto hubo entre ellos en esos años.
Seguramente sí lo había, aunque con el correspondiente delay. Una carta entre Manila y Buenos Aires bien podía demorar un año. Pero Armando Puente aportó en su charla con Infobae un detalle singular.
En el año 1819, Antonio José de Escalada, el suegro de San Martín, viajó a Filipinas para visitar a uno de sus hermanos, Bernabé Antonio Escalada, quien tenía un cargo importante en esa Capitanía General (el archipiélago no tenía categoría de virreinato). Bernabé Escalada, que era abogado, también se dedicaba al comercio y amasó una importante fortuna con esa actividad antes de regresar a Buenos Aires.
En su visita, el padre de Remedios se entrevistó con su pariente político, Juan Fermín. Podemos imaginar que el hermano de San Martín aprovechó la presencia de Escalada para ponerse al día respecto a la vida y obra del Libertador. Al menos, de lo que su suegro podía contarle. Lo comprobado es que Juan Fermín le entregó una carta para su ya célebre hermano, que en ese momento estaba tratando de organizar la campaña al Perú y a punto de entrar en conflicto con los unitarios porteños.
Según Armando Puente, el último descendiente directo de Juan Fermín murió en 1945, justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial y cuando concluía la ocupación japonesa de Filipinas.
Ahora bien, en el año 2010, a raíz del Segundo Centenario de la Revolución de Mayo, el embajador argentino en Filipinas, Joaquín Otero, descubrió que había un busto de José de San Martín en una avenida de Manila. Cuando indagó sobre los motivos de este homenaje, supo que se trataba de un obsequio hecho por el general Juan Perón al enterarse de que un hermano del Libertador había muerto allí.
En declaraciones a TN, el 17 de agosto de 2012, el embajador Otero aseguró haber hablado con "la esposa del nieto de Juan Fermín". "Se llama Mildred San Martin", dijo. La mujer le dijo que su esposo había fallecido en 1998.
Armando Puente, quien ha incursionado en otros aspectos de la vida del Libertador, como sus años de exilio –es autor, entre otros, de Historia de una amistad: Alejandro Aguado y José de San Martín (Claridad, 2011)-, asegura que aún quedan cosas por investigar sobre los otros San Martín y, más concretamente, en Filipinas, sobre la trayectoria de Juan Fermín. Evidentemente, el tema de la línea sucesoria y la fecha exacta de la desaparición del linaje es una de ellas. El autor de Los hermanos de San Martín desconoce si alguien en Filipinas se ha abocado al tema.
El embajador Otero dijo en la nota citada: "Nosotros estamos contando quién era San Martín a los filipinos. Nos parece importante transmitir qué hizo San Martín para que se sepa más sobre Argentina, y que este conocimiento promueva el intercambio en varios niveles". En la foto, uno de los actos de homenaje al Libertador en el Bicentenario (2010).
Sin embargo, matizando lo que dice el diplomático, para la clase política filipina la presencia de un San Martín en su suelo no era algo desconocido.
En el año 1997, un histórico dirigente filipino, Raúl Sevilla Manglapus (1918-1999), que fue senador y secretario de Asuntos Exteriores, y que presidía la Internacional de Partidos de Centro (IDC, ex Internacional Demócrata Cristiana) llevó a los delegados argentinos a ese foro a visitar la tumba de Juan Fermín de San Martín y depositar allí una ofrenda floral. En la fotografía, Manglapus está sentado en el centro. De pie, Ricardo Romano, delegado del justicialismo en la IDC. Esto ocurría bajo la presidencia de Fidel Ramos (1992-1998), cuyo padre, como veremos más abajo, también está vinculado a esta historia.
El homenaje al hermano de San Martín en Manila tuvo lugar durante una reunión de ese importante foro plural de partidos de centro del cual el Partido Justicialista era miembro hasta que, inexplicablemente, el kirchnerismo lo retiró.
Por otra parte, el busto de San Martín en Manila demuestra que el dato era conocido también por el Estado argentino. En 1945, al concluir la segunda guerra y la ocupación japonesa, Narciso Ramos –padre de Fidel Ramos, quien, como se vio, llegó a la presidencia varias décadas después- fue el encargado de organizar el servicio exterior filipino y varias de sus embajadas, como la de EEUU y varios países latinoamericano, el nuestro entre ellos, fue la primera persona que indagó acerca de la presencia de Juan Fermín de San Martín en su país. Y en 1950, al cumplirse los 100 años de la muerte de José de San Martín, el entonces presidente Juan Domingo Perón decretó el "Año del Libertador General San Martín" y, entre otros muchos homenajes, envió un busto de San Martín a Manila.
El fallecido Raúl Manglapus, héroe de la resistencia anti-japonesa y uno de los líderes del partido Lakas-Unión Nacional de los Cristianos Demócratas, luego fusionado por iniciativa suya con una agrupación islámica, con el nombre de Lakas-Tao-Christian Muslim Democrats, conocía y honraba estos lazos de sangre entre Argentina y Filipinas.
Claudia Peiró - Infobae
La visita del pontífice argentino al archipiélago asiático es una buena ocasión para recordar que un pariente de nuestro héroe nacional tiene su tumba en Manila. El homenaje de Perón y el orgullo filipino
Busto de San Martín en Manila. Fotografía tomada por el embajador argentino en Filipinas Joaquín Otero
Homenaje a San Martín en Manila
Homenaje a San Martín en Manila
¿Un San Martín sepultado y honrado en los confines del mundo? Es una noticia que sorprende, tan poca ha sido la atención prestada por nuestros historiadores a muchos detalles de la vida del Libertador y, particularmente, de su familia. Existe una excepción, y es el libro Los hermanos de San Martín, publicado hace unos diez años. Su autor es Armando Rubén Puente, periodista, historiador y escritor argentino radicado en España desde hace muchos años.
Reunión de la IDC en Manila Filipinas. De pie, Ricardo Romano (PJ). Sentado en el centro, el lider democristiano filipino Raúl Manglapus
El libro de Armando Puente sobre el exilio de San Martín
El Capitán Juan de San Martín, padre del Libertador
Puente es tal vez el único historiador que se dedicó a estudiar la vida de los hermanos de San Martín. Volcó el resultado de sus investigaciones en el libro mencionado -ampliamente agotado-, que por fortuna se encuentra a la espera de una reedición. Allí describe la trayectoria de Juan Fermín Rafael, nacido en 1774, y por lo tanto cuatro años mayor que José Francisco. Este hermano de nuestro prócer fue destinado a Filipinas en 1805. Ya no regresaría a España. Murió en Manila el 17 julio de 1822, a los 48 años.
Recordemos que fueron cinco los hijos del matrimonio formado por el Capitán Juan de San Martín y Gregoria Matorras, ambos oriundos de la actual Castilla. Todos nacieron en tierra americana, en las antiguas misiones jesuíticas, donde el padre fue Teniente Gobernador y se desempeñó en la defensa de la frontera, permanentemente amenazada por las incursiones de los bandeirantes portugueses. María Elena (1771), la hija mayor y única mujer, y los dos primeros varones, Manuel Tadeo (1772) y Juan Fermín (1774), nacieron en Calera de Vacas, actual territorio uruguayo, mientras que los dos menores, Justo Rufino (1776) y José Francisco (1778), en Yapeyú, hoy provincia de Corrientes. Toda la familia regresó a España en 1784. No se conocen retratos de todos los hermanos de San Martín; sólo de Justo, de María Elena. También éste, del padre, Juan.
Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.
Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.
Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.
Desde Madrid, Armando Puente sintetizó para Infobae los datos que pudo recabar para reconstruir la trayectoria de este hermano del Libertador que vivió y murió en Filipinas que, recordemos, era una colonia española desde 1521, cuando fue reclamada para la Corona de España por Fernando de Magallanes en su truncada vuelta al mundo.
Todos los varones de la familia San Martín ingresaron al ejército español desde muy jóvenes, a los 13, 14 ó 15 años. Juan Fermín lo hizo como cadete en el Regimiento de Infantería Soria el 23 de septiembre de 1788, en el cual revistó durante 14 años. Luego pasó tres años en el Batallón Veterano Príncipe Fernando. Tras combatir en el continente, pasó a la Real Armada y se embarcó en enero de 1797 y participó en la batalla de San Vicente contra la flota inglesa. Luego, permaneció en Brest hasta 1801, con la escuadra española coaligada a la francesa. De regreso a España fue destinado al Escuadrón Húsares de Luzón, la más grande de las islas Filipinas, y donde se encuentra la capital, Manila. Allá fue nombrado sargento del regimiento de húsares y años después coronel, es decir que alcanzó el mismo grado que sus hermanos. En 1815, llegó a ser Comandante de Húsares del Regimiento Luzón.
Aunque permaneció la mayor parte del tiempo en Manila, en 1821 fue destinado a Mindanao, la segunda en tamaño de las islas del archipiélago. Estuvo un año entero a cargo del fuerte de Sanboanga (o Zamboanga) –entonces apenas una aldea, pero hoy una gran ciudad de casi un millón de habitantes-, que en tiempos coloniales era una plaza estratégica, por ser una de las dos puertas del estrecho de Joló, un paso cuyo control los españoles no podían perder. Sanboanga había sido fundada en 1635 como fortaleza militar española contra los moros que acechaban desde Borneo e Indonesia. Durante su estancia allí, Juan Fermín de San Martín tuvo que defender la plaza de una insurrección de sectores musulmanes en conflicto con la población indígena y las autoridades europeas, cuenta Armando Puente. Para esa tarea, dice, tenía bajo su mando una compañía de artillería y 4 de infantería, una de ellas conformada por tropa indígena.
En Manila, en el año 1813, Juan Fermín se había casado con Josefa Manuela Español de Alburu, hija de un militar español y de una mujer indígena. Con ella tuvo tres hijos, siendo el único San Martín en haber engendrado descendencia masculina.
La curiosidad natural lleva a preguntarse si Juan Fermín, viviendo a 20.000 kilómetros del escenario americano, y considerando la lentitud de los viajes y comunicaciones entre diferentes dominios españoles, estaría al tanto de las peripecias y hazañas de su hermano menor. Y, más en general, cuánto contacto hubo entre ellos en esos años.
Seguramente sí lo había, aunque con el correspondiente delay. Una carta entre Manila y Buenos Aires bien podía demorar un año. Pero Armando Puente aportó en su charla con Infobae un detalle singular.
En el año 1819, Antonio José de Escalada, el suegro de San Martín, viajó a Filipinas para visitar a uno de sus hermanos, Bernabé Antonio Escalada, quien tenía un cargo importante en esa Capitanía General (el archipiélago no tenía categoría de virreinato). Bernabé Escalada, que era abogado, también se dedicaba al comercio y amasó una importante fortuna con esa actividad antes de regresar a Buenos Aires.
En su visita, el padre de Remedios se entrevistó con su pariente político, Juan Fermín. Podemos imaginar que el hermano de San Martín aprovechó la presencia de Escalada para ponerse al día respecto a la vida y obra del Libertador. Al menos, de lo que su suegro podía contarle. Lo comprobado es que Juan Fermín le entregó una carta para su ya célebre hermano, que en ese momento estaba tratando de organizar la campaña al Perú y a punto de entrar en conflicto con los unitarios porteños.
Según Armando Puente, el último descendiente directo de Juan Fermín murió en 1945, justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial y cuando concluía la ocupación japonesa de Filipinas.
Ahora bien, en el año 2010, a raíz del Segundo Centenario de la Revolución de Mayo, el embajador argentino en Filipinas, Joaquín Otero, descubrió que había un busto de José de San Martín en una avenida de Manila. Cuando indagó sobre los motivos de este homenaje, supo que se trataba de un obsequio hecho por el general Juan Perón al enterarse de que un hermano del Libertador había muerto allí.
En declaraciones a TN, el 17 de agosto de 2012, el embajador Otero aseguró haber hablado con "la esposa del nieto de Juan Fermín". "Se llama Mildred San Martin", dijo. La mujer le dijo que su esposo había fallecido en 1998.
Armando Puente, quien ha incursionado en otros aspectos de la vida del Libertador, como sus años de exilio –es autor, entre otros, de Historia de una amistad: Alejandro Aguado y José de San Martín (Claridad, 2011)-, asegura que aún quedan cosas por investigar sobre los otros San Martín y, más concretamente, en Filipinas, sobre la trayectoria de Juan Fermín. Evidentemente, el tema de la línea sucesoria y la fecha exacta de la desaparición del linaje es una de ellas. El autor de Los hermanos de San Martín desconoce si alguien en Filipinas se ha abocado al tema.
El embajador Otero dijo en la nota citada: "Nosotros estamos contando quién era San Martín a los filipinos. Nos parece importante transmitir qué hizo San Martín para que se sepa más sobre Argentina, y que este conocimiento promueva el intercambio en varios niveles". En la foto, uno de los actos de homenaje al Libertador en el Bicentenario (2010).
Sin embargo, matizando lo que dice el diplomático, para la clase política filipina la presencia de un San Martín en su suelo no era algo desconocido.
En el año 1997, un histórico dirigente filipino, Raúl Sevilla Manglapus (1918-1999), que fue senador y secretario de Asuntos Exteriores, y que presidía la Internacional de Partidos de Centro (IDC, ex Internacional Demócrata Cristiana) llevó a los delegados argentinos a ese foro a visitar la tumba de Juan Fermín de San Martín y depositar allí una ofrenda floral. En la fotografía, Manglapus está sentado en el centro. De pie, Ricardo Romano, delegado del justicialismo en la IDC. Esto ocurría bajo la presidencia de Fidel Ramos (1992-1998), cuyo padre, como veremos más abajo, también está vinculado a esta historia.
El homenaje al hermano de San Martín en Manila tuvo lugar durante una reunión de ese importante foro plural de partidos de centro del cual el Partido Justicialista era miembro hasta que, inexplicablemente, el kirchnerismo lo retiró.
Por otra parte, el busto de San Martín en Manila demuestra que el dato era conocido también por el Estado argentino. En 1945, al concluir la segunda guerra y la ocupación japonesa, Narciso Ramos –padre de Fidel Ramos, quien, como se vio, llegó a la presidencia varias décadas después- fue el encargado de organizar el servicio exterior filipino y varias de sus embajadas, como la de EEUU y varios países latinoamericano, el nuestro entre ellos, fue la primera persona que indagó acerca de la presencia de Juan Fermín de San Martín en su país. Y en 1950, al cumplirse los 100 años de la muerte de José de San Martín, el entonces presidente Juan Domingo Perón decretó el "Año del Libertador General San Martín" y, entre otros muchos homenajes, envió un busto de San Martín a Manila.
El fallecido Raúl Manglapus, héroe de la resistencia anti-japonesa y uno de los líderes del partido Lakas-Unión Nacional de los Cristianos Demócratas, luego fusionado por iniciativa suya con una agrupación islámica, con el nombre de Lakas-Tao-Christian Muslim Democrats, conocía y honraba estos lazos de sangre entre Argentina y Filipinas.
sábado, 24 de enero de 2015
viernes, 23 de enero de 2015
SGM: Conversaciones entre soldados alemanes y la finalidad de la guerra
Los ecos de la Segunda Guerra Mundial
Las conversaciones entre los soldados revelan la lógica secreta de la guerra
Conversaciones grabadas en secreto entre los soldados alemanes prisioneros revela la mentalidad que condujo a los combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Las transcripciones fueron encontrados por casualidad.
Cuando, en 2001, el historiador alemán Sönke Neitzel se encontró con una pila de documentos en el Archivo Nacional Británico, apenas podía creer lo que veía. Había encontrado las transcripciones de las conversaciones entre los soldados alemanes como prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, grababas en secreto. Fue una conversación íntima entre compañeros, sin darse cuenta de que un tercero tomaba notas y escuchaba con atención.
Las fuerzas británicas y estadounidenses, que tenían prisioneros alemanes, tenía la esperanza de que las conversaciones podrían proporcionar información militar importante. Pero poco se ha aprendido acerca de los arsenales secretos. Las transcripciones revelan que, en su mayor parte, era la vida cotidiana de los hombres en una guerra, que como ellos, luchaban, mataban y morían.
"Para mí, jugar con bombas se ha convertido en una necesidad", dice un pasaje. "Da un escalofrío en la espina dorsal, es una gran sensación. Disparar a alguien es tan bueno."
Sönke Neitzel y el psicoanalista Harald Welzer llegaron a estar tan fascinados con las 150 000 páginas de transcripciones que decidieron estudiar este material extraño. Los resultados de sus observaciones fueron publicados en el libro Soldaten - Protokoll vom Kämpfen, sterben und Toten (Los soldados: Protocolos para pelear, matar y morir).
"Tuvimos cuidado de evitar juicios. No queríamos sólo mostrar las cosas terribles que hicieron los soldados", dijo Neitzel. En cambio, queríamos entender los pensamientos de los soldados, y la forma en que fueron traídos estos terribles actos.
Matar por diversión
Sin embargo, los dos investigadores no dejaron de ser movidos por algunos de los informes. En algunos pasajes, se encontraron con historias acerca de cómo los soldados estaban discutiendo entre ellos sobre el gusto por el asesinato, o el número de mujeres que fueron violadas.
En raras ocasiones, algunas de las conversaciones de los participantes expresaron objeciones o criticas a este acto de jactancia. "En cierto modo, eran conversaciones más o menos normales entre dos compañeros", dijo Welzer. La única diferencia es que su trabajo era la guerra.
Cuando Neitzel contó a Welzer de las transcripciones, pronto se hizo evidente hasta qué raros y valiosos eran esos documentos. Aunque los historiadores a menudo tienen la oportunidad de estudiar las memorias de la guerra y las cartas que los soldados enviados a la familia, estas están tienen un valor limitado, dice Welzer.
"Cuando alguien escribe una carta a la madre, ciertamente no escribe cuántas mujeres violó." Estas transcripciones, a su vez, son una sensación para el mundo académico.
"No tenemos ningún material comparable o incluso guerras contemporáneas, como la de Afganistán. Por un lado, estas conversaciones no son probablemente está grabando, por el otro, incluso si lo fueran, no tendrían acceso a ellos."
El nuevo libro escrito por estos estudiosos examinan cuestiones relacionadas con la mentalidad de los militares involucrados en el combate diario y cómo veían la guerra. Uno de los sorprendentes para los autores fue que la actitud de los soldados no variaban mucho según la edad, antecedentes personales o la jerarquía militar.
Un oficio especializado
El dúo está convencido de que las conversaciones abiertas entre los combatientes alemanes de la Segunda Guerra Mundial también penetrar en la mentalidad de los soldados involucrados en otros conflictos. Un hallazgo preocupante es que la misma lógica de la guerra es lo que resulta brutal en los seres humanos.
"El primer día parecía terrible. Pero luego me dije a mí mismo, 'A la mierda, una orden es una orden". En el segundo y tercer día, pensé,' lo que sea, de todos modos. "En el cuarto, me empezó a gustar" dice un pasaje de los archivos.
Para Sönke Neitzel, "librar una guerra es como un oficio especializado, y los mejores soldados dominan estas habilidades, mayores serán las posibilidades de supervivencia y éxito. Y ellos se definen por este éxito."
En este sentido, señala Neitzel, hay poca variación de una guerra a otra. "Al final, un francotirador de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial y uno de la Bundeswehr en Afganistán están haciendo el mismo trabajo. El arma y el uniforme es diferente, pero el trabajo es el mismo, es de disparar a matar, es exactamente el lo mismo ".
El historiador está convencido de que en tales situaciones, la ideología no entra en la mente de los soldados, la Wehrmacht no reflexionaba sobre la ideología nazi de sus tropas, las fuerzas armadas alemanas de hoy en día probablemente no reflejen la consciencia de cada soldado por la Constitución alemana.
Una guerra como los otros
Según Neitzel y Welzer, había ciertamente nazis convencidos entre los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial, y estas creencias les hacía decir que el asesinato de judios era lo correcto. Estos, sin embargo, constituyeron una minoría.
Los investigadores también sostienen que los actos de violencia cometidos bajo el régimen nazi fueron más brutales que los cometidos en otras situaciones. Ellos creen que una ideología como el nazismo no es el factor más importante que conduce a las atrocidades, sino un sistema de valor militar que convierte a las personas en asesinos.
Harald Welzer considera inútil protestar públicamente en relación a los crímenes de guerra, porque la lógica de la guerra tiende a generar delitos. "En cualquier guerra moderna, las cosas exactamente el mismo pasará con los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial sostuvieron. La única manera de erradicar que pondría fin a la guerra total y su sustitución por otro camino para que los países resuelvan sus diferencias sin recurrir al asesinato ", concluye el analista.
Autor: Nadine Wojcik (np)
Revisión: Augusto Valente
DefesaNet
Las conversaciones entre los soldados revelan la lógica secreta de la guerra
Conversaciones grabadas en secreto entre los soldados alemanes prisioneros revela la mentalidad que condujo a los combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Las transcripciones fueron encontrados por casualidad.
Cuando, en 2001, el historiador alemán Sönke Neitzel se encontró con una pila de documentos en el Archivo Nacional Británico, apenas podía creer lo que veía. Había encontrado las transcripciones de las conversaciones entre los soldados alemanes como prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, grababas en secreto. Fue una conversación íntima entre compañeros, sin darse cuenta de que un tercero tomaba notas y escuchaba con atención.
Las fuerzas británicas y estadounidenses, que tenían prisioneros alemanes, tenía la esperanza de que las conversaciones podrían proporcionar información militar importante. Pero poco se ha aprendido acerca de los arsenales secretos. Las transcripciones revelan que, en su mayor parte, era la vida cotidiana de los hombres en una guerra, que como ellos, luchaban, mataban y morían.
"Para mí, jugar con bombas se ha convertido en una necesidad", dice un pasaje. "Da un escalofrío en la espina dorsal, es una gran sensación. Disparar a alguien es tan bueno."
Sönke Neitzel y el psicoanalista Harald Welzer llegaron a estar tan fascinados con las 150 000 páginas de transcripciones que decidieron estudiar este material extraño. Los resultados de sus observaciones fueron publicados en el libro Soldaten - Protokoll vom Kämpfen, sterben und Toten (Los soldados: Protocolos para pelear, matar y morir).
"Tuvimos cuidado de evitar juicios. No queríamos sólo mostrar las cosas terribles que hicieron los soldados", dijo Neitzel. En cambio, queríamos entender los pensamientos de los soldados, y la forma en que fueron traídos estos terribles actos.
Matar por diversión
Sin embargo, los dos investigadores no dejaron de ser movidos por algunos de los informes. En algunos pasajes, se encontraron con historias acerca de cómo los soldados estaban discutiendo entre ellos sobre el gusto por el asesinato, o el número de mujeres que fueron violadas.
En raras ocasiones, algunas de las conversaciones de los participantes expresaron objeciones o criticas a este acto de jactancia. "En cierto modo, eran conversaciones más o menos normales entre dos compañeros", dijo Welzer. La única diferencia es que su trabajo era la guerra.
Cuando Neitzel contó a Welzer de las transcripciones, pronto se hizo evidente hasta qué raros y valiosos eran esos documentos. Aunque los historiadores a menudo tienen la oportunidad de estudiar las memorias de la guerra y las cartas que los soldados enviados a la familia, estas están tienen un valor limitado, dice Welzer.
"Cuando alguien escribe una carta a la madre, ciertamente no escribe cuántas mujeres violó." Estas transcripciones, a su vez, son una sensación para el mundo académico.
"No tenemos ningún material comparable o incluso guerras contemporáneas, como la de Afganistán. Por un lado, estas conversaciones no son probablemente está grabando, por el otro, incluso si lo fueran, no tendrían acceso a ellos."
El nuevo libro escrito por estos estudiosos examinan cuestiones relacionadas con la mentalidad de los militares involucrados en el combate diario y cómo veían la guerra. Uno de los sorprendentes para los autores fue que la actitud de los soldados no variaban mucho según la edad, antecedentes personales o la jerarquía militar.
Un oficio especializado
El dúo está convencido de que las conversaciones abiertas entre los combatientes alemanes de la Segunda Guerra Mundial también penetrar en la mentalidad de los soldados involucrados en otros conflictos. Un hallazgo preocupante es que la misma lógica de la guerra es lo que resulta brutal en los seres humanos.
"El primer día parecía terrible. Pero luego me dije a mí mismo, 'A la mierda, una orden es una orden". En el segundo y tercer día, pensé,' lo que sea, de todos modos. "En el cuarto, me empezó a gustar" dice un pasaje de los archivos.
Para Sönke Neitzel, "librar una guerra es como un oficio especializado, y los mejores soldados dominan estas habilidades, mayores serán las posibilidades de supervivencia y éxito. Y ellos se definen por este éxito."
En este sentido, señala Neitzel, hay poca variación de una guerra a otra. "Al final, un francotirador de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial y uno de la Bundeswehr en Afganistán están haciendo el mismo trabajo. El arma y el uniforme es diferente, pero el trabajo es el mismo, es de disparar a matar, es exactamente el lo mismo ".
El historiador está convencido de que en tales situaciones, la ideología no entra en la mente de los soldados, la Wehrmacht no reflexionaba sobre la ideología nazi de sus tropas, las fuerzas armadas alemanas de hoy en día probablemente no reflejen la consciencia de cada soldado por la Constitución alemana.
Una guerra como los otros
Según Neitzel y Welzer, había ciertamente nazis convencidos entre los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial, y estas creencias les hacía decir que el asesinato de judios era lo correcto. Estos, sin embargo, constituyeron una minoría.
Los investigadores también sostienen que los actos de violencia cometidos bajo el régimen nazi fueron más brutales que los cometidos en otras situaciones. Ellos creen que una ideología como el nazismo no es el factor más importante que conduce a las atrocidades, sino un sistema de valor militar que convierte a las personas en asesinos.
Harald Welzer considera inútil protestar públicamente en relación a los crímenes de guerra, porque la lógica de la guerra tiende a generar delitos. "En cualquier guerra moderna, las cosas exactamente el mismo pasará con los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial sostuvieron. La única manera de erradicar que pondría fin a la guerra total y su sustitución por otro camino para que los países resuelvan sus diferencias sin recurrir al asesinato ", concluye el analista.
Autor: Nadine Wojcik (np)
Revisión: Augusto Valente
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