domingo, 18 de noviembre de 2018

Guerra del Paraguay: La batalla naval más grande de América


Riachuelo

El 11 de Junio de 1865 se libró la batalla naval más grande de América, en el sitio donde desemboca el curso de agua llamado Riachuelo, situado en la desembocadura del río Paraná en su conjunción con el río Paraguay, a pocos kilómetros de la ciudad de Corrientes, sobre aguas argentinas. Esa zona de la provincia de Corrientes estaba en esos momentos en poder de las tropas paraguayas, por lo que tenian el dominio de la costa.




Para principios de 1865, Solano López estaba determinado a tomar el dominio del río de Paraná en primer lugar para controlar una futura limpieza entera del Río de la Plata. Si tuviera éxito en acercarse por sorpresa a la flota imperial brasileña en aguas inferiores del río entonces alcanzaría una victoria importante que habilitaría para operaciones de tierra más profundas a futuro.

La sorpresa sería esencial. A finales de 1864 la armada del Paraguay consistía de 17 pequeñas embarcaciones de tamaños diversos. Solamente dos de ellas, del Anhambay y la Tacuarí fueron construidos como cañoneras. Durante los 1860s López estaba esperanzado de obtener nuevos encorazados (ironclads) agregados a su flota. Mantuvo contactos con algunos países europeos para obtener estas naves. Este proyecto, sin embargo, tuvo que ser abandonado para problemas financieros.

La flota imperial, en el otro lado, alineaba 45 embarcaciones, 33 vapores y 12 veleros en el inicio de la guerra. La fuerza tenía en la disposición una fuerza humana total de casi 2.400 oficiales y hombres. Las unidades principales eran el tipo hélice Niterói y el barco a hélice con palas traseras Amazonas. La flota, sin embargo, tenía un defecto importante: había sido proyectada para alta mar más que para operaciones de río.

El 8 de junio, la flota paraguaya fue concentrada en Asunción para la partida hacia la fortaleza de Humaitá. López mismo estaba a bordo del Tacuarí. La población de la capital entera estaba presente para atestiguar la partida. Al final de la mañana las naves se fueron hacia la fortaleza. Tan pronto como llegara a Humaitá en la mañana del día siguiente, López comenzó inmediatamente a preparar el ataque contra el escuadrón enemigo colocado próximo a Corrientes, en una anchura llamada Riachuelo, que le daba apoyo a las fuerzas terrestres de la Triple Alianza para expeler a los paraguayos de Corrientes. Recolectó el grueso de la armada paraguaya para golpear las naves brasileñas al amanecer del 11 de junio. El escuadrón consistió en ocho naves, el buque insignia Tacuarí, el Paraguarí recientemente llegado, construido en Inglaterra, el buque de vapor brasileño capturado Marquês de Olinda y el Ygureí, Ybera, Yporá, Jejuí, Salto Oriental y el Pirabebé. Junto con las naves, seis barcazas de fondo plano bajas con un cañón de ocho pulgadas cada uno, conocido como chatas, serían remolcadas para hacer frente al enemigo. El escuadrón ascendió a 36 cañones. El comodoro Pedro Ignacio Meza ordenaría el asalto. Además, las naves paraguayas tendrían el apoyo de una batería de cañones bajo el mando del coronel José Maria Bruguez colocado a lo largo del litoral del río.

El escuadrón del Brasil anclado cerca de Corrientes formó al Amazonas (buque insignia) y las naves Jequitinhonha, Belmonte, Parnaíba, Ipiranga, Mearin, Iguatemi, Araguarí y el Beberibé. El poder de fuego total del escuadrón ascendió a 59 cañones. El Almirante Francisco Manuel Barroso estaba en el mando de las naves.

Meza debe navegar hacia aguas abajo del Paraná durante el amanecer del 11 de junio para alcanzar al enemigo hacia el amanecer. La sorpresa compensaría el hecho de que las naves paraguayas eran superadas en armamento. A las dos en la mañana la flota dejó Humaitá. A las cinco los chatas ensamblaron las naves. A pesar de ello, un problema en el motor del Iberá retrasó el plan.


Plano de la batalla

Solamente a las nueve, en la luz amplia del día, las naves alcanzaron Riachuelo.

Después de colocar los chatas cerca de la costa, Meza condujo sus naves directo en el enemigo para separar el escuadrón imperial en dos.

Las naves de Barroso fueron ancladas cerca de la confluencia del Paraná y de dos canales estrechos. El ataque, si no una sorpresa entera, sucedió cuando las naves de Barroso fueron alineadas hacia la costa.


El escuadrón de Meza pasó sobre las naves enemigas enviando fuego sobre ellas. Cada uno de sus embarcaciones elige una nave para empeñar. Pronto el Amazonas estaba bajo fuego del Tacuarí, mientras que el Ipiranga intercambiaba fuego con el Salto.


Mapa satelital del escenario de la batalla

En la batalla los dos escuadrones cambiaron la posición. Meza estaba abajo del escuadrón y cortado por los enemigos de su base en Humaitá. Entonces, el comandante paraguayo adoptó la estrategia de atraer a los enemigos a los canales más bajos donde no podrían maniobrar tan bien como lo hicieron los paraguayos.

El Jequitinhonha, la nave más grande de Barroso después del Amazonas, quedó golpeado en un banco de arena. Ello lo hizo un objetivo fácil para la artillería sin piedad de Bruguez.

El Belmonte fue pegado varias veces por el fuego de los chatas.



El Parnaíba golpeó en la costa y quedó a la deriva. Varias naves paraguayas pronto la rodearon. El Marquês de Olinda subió a la nave brasileña y un combate mortal ocurrió en la cubierta de Parnaíba. En varias ocasiones, los paraguayos intentaron tomar el mando sobre la nave. Solamente con la resistencia férrea de la dotación Parnaíba salvó la nave. Finalmente, un asalto final fue expelido y la nave se deslizó lejos del enemigo.

Paso 1 de la batalla
Paso 2 de la batalla

Paso 3 de la batalla


A este punto, las cosas comenzaron a cambiar.

A pesar de las dificultades en maniobrar, el poder de fuego superior de las naves de Barroso comenzó a mostrar eficacia. El Jejuí fue hundido por el fuego cercano de naves brasileñas. El Marquês de Olinda hizo sus calderas explotar y estaba fuera de acción. El Paraguarí fue pegado por el Amazonas y quedó desamparado. Meza dio órdenes de retirada. A la 1 P.M. el combate había terminado. De los ocho embarcaciones paraguayos, solamente cuatro volvieron a Humaitá. El otros fueron hundidos, capturada o puesta desamparado en un banco de arena (éste incluyó el Paraguarí, el Jejuí, el Marquês de Olinda y el Salto Oriental). Dos chatas fueron hundidas y los otros cuatro quedaron en manos brasileñas. Unos días más adelante, sin embargo, los paraguayos tuvieron éxito en retirar al Paraguarí, enviando la nave a Asunción para la reparación. Las bajas paraguayas no se saben exactamente. Los supuestos brasileños de 1.000 bajas son probablemente exagerados. Quizá esta quede el número entre 300 y 400 (fuentes brasileñas dicen que puede alcanzar 750).

Meza murió algunos días más adelante en Humaitá de las heridas que recibió durante la batalla.

El escuadrón imperial perdió una nave, el Jequitinhonha mientras que otras dos embarcaciones, el Parnaíba y Belmonte fueron severamente dañadas. El Ipiranga fue dañado ligeramente. Barroso tenía 104 hombres muertos, 123 heridos y 20 perdidos.

Los paraguayos fallaron en la tentativa del tener el poder entero del río de Paraná de Asunción a Montevideo. Además, no podrían reemplazar las naves perdidas. Mientras que el Brasil agregaba nuevas unidades a la flota.




Comentarios
  • Destacaría el hecho que en el río los ejes de escape y maniobra Este-Oeste se achican considerablemente. Por lo mismo y por la cantidad de barcos empleada, la batalla hubo de tener mucho de congestión entre tanto buque y chata dando vuelta a los cañonazos. Otra cuestión fue la pérdida de sorpresa del ataque dado que se averió la Iberá. Ello hizo que el ataque comenzara a las 9 AM cuando estaba proyectado para las 5 AM. Fue una falla en la sorpresa que añadió luz al escenario en perjuicio del plan paraguayo. Al igual que en Tuyuty, la pérdida de la sorpresa hizo trastabillar un buen plan de ataque inicial. (SiberianSky, moderador FDRA).
  • "...batalla naval más grande de América"... Lo más paradójico es que esa acción fue en un río (Mangosta, moderador FDRA).

sábado, 17 de noviembre de 2018

PGM: Héroes argentinos en el conflicto

Las heroicas historias de los argentinos que lucharon en la Primera Guerra Mundial



Por Claudio Meunier Reus | Infobae



Foto tomada en 1916 muestra a los soldados franceses moviéndose en ataque desde su trinchera durante la batalla de Verdun, durante la primera guerra mundial (AFP / David COURBET)

Los portones de hierro en el pequeño pueblo de Alzonne, Francia, crujen empujados por las manos de sus moradores. La sinfonía desacompasada de los chirriantes sonidos se mezclan con las voces de los vecinos. Nerviosos y desconcertados, propagan la noticia ganando las calles. La quemada viva de Rouen, Juana de Arco, la Virgen María y el Arcángel Miguel se han aparecido a tres niños en un barranco sobre el arroyo Fresquel para ser escuchados.

Los pobladores, en silencio caminan entre los senderos del arroyo bajo las arboledas de generosos Álamos que aprisionan el cauce del arroyo ofreciendo alivio a cualquier bañista en el tórrido y pesado verano que atraviesa el suelo francés. Los niños corren a través de las callejuelas empedradas, otros sortean los alambres de campo, mojan sus pies desnudos y luego corren entre los trigales sesgados para llegar al lugar de los hechos.

Algunos ancianos, simples curiosos ante el rumor de lo que acontece, abandonan sus sillas en el único café del pueblo y fumando sus pipas se aventuran como los demás por los senderos atravesando barreras de cañas para observar la autenticidad de los hechos. Desde el puente que cruza el arroyo algunos observan la aparición.

¿Es Juana de Arco? Un espectro brillante translucido monta a caballo con una lanza en alto y sostiene un estandarte al viento observando en silencio a los niños. Promete volver a fines de ese mes, julio de 1913 y dejarles un mensaje de advertencia al pueblo francés anunciando la dura prueba que Francia va a sufrir.

Protestantes, católicos, supersticiosos, patriotas, no creyentes y videntes, acuden al lugar refugiándose bajo los álamos que bordean el Fresquel esperando una nueva aparición pero, nada ocurre.

Las autoridades eclesiásticas ante el desborde humano intervienen, la opinión pública debate sobre el tema, los diarios envían sus cronistas al pueblo de Alzonne para observar los milagros y tratar de reportear a la santa guerrera. Nadie logra su cometido. Juana de Arco no aparece y sorprende a todos como en su primera aparición. Las voces propalan que es un fraude, niños engañados por fuerzas demoniacas.

Mientras se intensifican las discusiones, la doncella de Francia, Juana de Arco, aparece ante los niños por última vez el 28 de julio de 1913. El tiempo queda detenido en el lugar, una sensación de vacío y perfume a rosas invade la zona de la aparición. Juana dirige su mirada a los niños, luego alza su vista y observa a todos aquellos que se hallan congregados para dejar su mensaje; hijos de Francia, preparaos para el cruel destino que les espera. Juana desaparece, dejando el lugar rodeado de santidad.

Los niños no entienden, pero los adultos sí y se empeñan en negarlo. Un año después ese mismo 28 de julio, pero de 1914, el pueblo de Alzonne se conmociona, la noticia confirma la aparición del año anterior. Francia le declara la guerra al Imperio Alemania ingresando en la mayor carnicería humana y animal del siglo XX con diez millones de muertos, veinte millones de soldados heridos y siete millones de civiles muertos.

Paul Dougall, Teniente del Segundo Regimiento a Caballos del Rey de Inglaterra se encontraba en el fondo de su trinchera, bajo la noche estrellada, las bengalas lanzadas al cielo iluminaban la tierra de nadie para descubrir a las tropas zapadoras cortando las alambradas de púa, pues en el amanecer durante los avances la infantería necesitaría de esos senderos abiertos. Un compañero suyo grito en español hacia las trincheras alemanas:

-¿Cuando va a terminar esta maldita guerra?

Del otro lado el alemán en el mismo idioma contesto:

-¡Cuando lleguemos a Londres la puta que te pario!




Teniente Dougall, voluntario argentino durante la Primera Guerra Mundial con el Segundo Regimiento británico a caballo del Rey Eduardo (Gentileza Paul Dougall)

Dougall quedo sorprendido bajo la helada lluvia que lo congelaba hasta la medula, sus botas yacían enterradas hasta los tobillos, en esos días celebró su milagro más grande, estar vivo con 28 años de edad en una trinchera a doscientos metros de la línea enemiga con balas silbando apenas unos centímetros por encima de su cabeza y los proyectiles de artillería propios volando en las alturas escupiendo su fuego y trayendo su silbido de muerte. Esos proyectiles llamados bombas de alto impacto generaban soplidos violentos, Dougall temió de ellos al creer que ese soplido podría arrancarle el cuero cabelludo. Sobrevivió dirigiendo a su tropa, exponiéndose en los avances, las balas picaron cientos de veces alrededor suyo sin tocarlo hasta que la muerte disgustada se esforzó en llevárselo.

Durante un duelo de artillería, Dougall observo en su puesto como los proyectiles de las baterías pesadas caían sobre el enemigo, sus ojos jamás pudieron olvidar esa masacre. Las barricadas y trozos de trinchera se elevaban en el aire mezclado con barro y cuerpos humanos que salían despedidos a centenares de metros.

Hacia el final del bombardeo Dougall escucho un ruido en el cielo, parecía un tren a toda velocidad, supo que era un proyectil de alto poder, quiso cubrirse pero el proyectil llego antes. Una explosión indescriptible lo noqueo, el impacto fue terrorífico, Paul Dougall alcanzo a pensar que el proyectil le había arrancado la cabeza, el rifle voló de sus manos, pensó en que ese era el final y luego perdió el conocimiento. Escuchó voces en la lejanía, descubrió que era su tropa desenterrándolo, poco después emergía y su instinto le dijo que debía agradecer a Dios. Escapar de algo así era obra de un milagro. Dougall siguió siendo cuidado por una fuerza desconocida, en su regimiento, él era uno de los pocos sobrevivientes originales tras cuatro años de carnicería.

En el último año de la guerra, un piloto de combate oraba a bordo de su pequeño avión a la Virgen María cuando su muerte parecía inevitable. "¡Virgencita ayúdame! que mi muerte sea rápida", exclamó para sí mismo en la pequeña cabina de su avión Luis Eduardo Capparucci. Ese 30 de octubre el escuadrón 78 de caza fue llamado para realizar un vuelo ofensivo sobre la llanura de San Fior en poder de los austriacos, Capparucci, nacido el 13 de marzo de 1895 en Rafaela, Santa fe, Argentina fue uno de los pilotos elegidos para la misión.

 
Luis Eduardo Capparucci, voluntario argentino en la Fuerza Aérea Italiana montado sobre un Hanriot de su escuadrón, número 78, retratándose para probar ante la superioridad su regreso en el avión Oreste Codeghini (en la cabina) luego de ser abatido por fuego austríaco (Claudio Meunier via Paolo Virriale / Roberto Gentili)

Cuando los pequeños biplanos Hanriot de color metalizado con unas espadas azules pintadas en su fuselaje arribaron al área fueron presa del fuego antiaéreo austriaco. Capparucci fue sorprendido por una explosión que lo sacudió en forma violenta dentro de su cabina. De Inmediato, el motor comenzó a ratear lanzando una columna de humo viscoso por el cielo escribiendo su destino final. Capparucci supo que los austriacos le habían dado, su avión sería presa de las llamas y su destino era uno solo, morir carbonizado en la cabina, pues ellos no utilizaban paracaídas, solo un milagro lo traería de vuelta a casa.

Oreste Codeghini, otro de los pilotos que volaba al lado suyo observo la escena tras sus enormes antiparras sin llamarle la atención, la muerte reclamaba todo el tiempo y parecía que el ticket de ese día era de Capparucci, su turno había llegado. El santafesino comenzó a retrasarse, el motor lanzo su último estertor de vida con una corta explosión y se detuvo la hélice.

En tierra los austriacos festejaban el fin de ese avión italiano y trataban de derribar al de Codeghini, las tropas abrieron fuego sobre ellos para rematarlos con fusiles, ametralladoras y cañones mientras volaban a 100 metros de altura. El humo comenzó a entrometerse dentro de la cabina del piloto santafesino, el fuego aparecería en segundos.

Por suerte el suelo se acercaba, observó delante suyo unas tierras aptas para aterrizar descubriendo que era el campo de San Fior abandonado por la aviación austriaca. Le hizo señas a Codeghini que trataría de aterrizar. Su compañero ganó altura, exponiéndose a las descargas letales de plomo lanzadas contra él para atraer el fuego sobre sí mismo mientras el santafesino se lanzaba sobre la pista y aterrizaba detrás de un bosque en el perímetro del campo aéreo. Capparucci se deslizó sobre las flores y tocoó sobre esa pampa verde como una abeja lo hace en una flor. Luego se desató el correaje de seguridad, saltó de la cabina y se alejó del avión a la carrera. La Virgen parecía haberlo acompañado en este difícil trance que duró segundos. Sin embargo esto apenas comenzaba. Escuchó el motor del otro avión, giró su cuello buscando a su amigo y observo a Codeghini aproximándose para aterrizar.

Capparucci se detuvo observando la postal, unos disparos rebotaron cerca suyo, era la infantería austriaca que no contenta con haberlo derribado buscaba darle muerte. Correr y correr fue su única opción mientras Codeghini aterrizaba con su motor en marcha. La pregunta era cómo saldría de allí, en la cabina no existía lugar para dos, apenas entraba un solo hombre de contextura menuda. El piloto argentino, salto sobre el fuselaje del avión, detrás de la cabina de Codeghini y como si estuviera cabalgando sobre un caballo presionó sus botas contra la tela del fuselaje y aferró sus manos a dos parantes que sostenían las alas superiores, sin casco, sin paracaídas, sentado fuera del avión, esperando no recibir un tiro enemigo y confiando en que la Virgen no lo abandonara Capparucci vio alejarse el piso cuando su compañero levanto vuelo. Minutos más tarde Codeghini llegaba a la base y enfrentaba un problema, el aterrizaje tendría que ser suave, evitando que su camarada cayera. Quienes se encontraban en tierra observaron el milagro, una persona abrazada al avión fuera de este. La noticia de este hecho cundió por toda la base extendiéndose a toda la Fuerza Aérea Italiana. Se les tomó una fotografía de recuerdo a Codeghini y Capparucci en la forma que volvieron para recuerdo y registro de este hecho sin precedentes en la guerra.

Paul Dougall tuvo un solo deseo al finalizar la guerra, olvidar el día en que estaban preparados para ocupar posiciones enemigas desde un sector desfavorable y sabían que sus horas de vida estaban contadas. Sin embargo, la orden jamás llegó. Aunque dejó una marca dolorosa en su vida.

En julio de 1948 escribió una carta desde El Palacio de Tribunales en Buenos Aires y decía así:

"Estoy solo, las sucias paredes de la celda parecen avanzar lentamente hacia mí, magnificando mi opresiva y humillante soledad. La manta sobre el improvisado catre está infestada de piojos, lo que me obliga a buscar descanso en el frió piso de cemento alisado. Tomo mi cabeza con las manos, mis codos encuentran apoyo en las rodillas. ¿Que hago acá? Encarcelado por el gobierno argentino del presidente Perón, este país al que le he dado todo, las imágenes vuelven a mí como fantasmas, otro calabozo en Inglaterra durante la primera guerra, encerrado allí por increpar a un suboficial ingles, esos eran gajes de oficio, pero lo de ahora es una persecución política. Anti- argentino, es el mote que me han colocado, porque así funciona este régimen, el aparato estatal apela a los mecanismos siniestros de propaganda para intentar destruir mi virtud, ser opositor a este gobierno. Soy argentino, nacido en el Tigre, clase 87 distrito militar 68, voluntario de la Primera Guerra Mundial. Mi esposa es argentina nacida en San Fernando, mis hijos son argentinos y mi padre es un escocés naturalizado que fue oficial de la Armada Argentina, valiente integrante de la Campaña del Chaco en 1884. ¿Anti argentino? Estoy acá porque soy el último broadcaster libre e independiente que no entregó su alma ni su programación al régimen. Radio Excelsior es una obra cultural y artística. La cabeza se me parte al medio, entre el hambre, el frió y la rabia, no consigo dormir. Cierro mis ojos a ver si con la intimidad de la oscuridad consigo un poco de paz".

Paul Dougall creó la era dorada de la radio en la década de los años 30 y 40 junto a Jaime Yankelevich, Benjamin Gache y los hermanos Del Ponte. Fue quien hizo famosa a Doña Petrona C de Gandulfo a través de la radio. Su radio, su creación Radio Excelsior fue la última estación de radio en ser expropiada por el régimen peronista en agosto de 1949. Paul Dougall fue liberado, no volvió jamás a los medios, murió como una persona anónima en su querida Buenos Aires.

Eduardo Capparucci sobrevivió a la contienda y se convirtió en devoto de la Virgen de Loreto, Patrona de los aviadores. El 5 de septiembre de 1922 se convirtió en el primer aviador en aterrizar en el nuevo aeropuerto de Loreto.

 
El Capitán Vicente Almandos Almonacid, aviador voluntario al servicio de Francia, pionero en el bombardeo nocturno y recordado por su hidalguía y comportamiento en los combates aéreos con el enemigo (Archivo Claudio Meunier)

Volvió a su Argentina natal luego de la guerra, pero su estadía duro poco. Un llamado desde el aerodromo de Loreto que considero impostergable lo obligo a volver y pronto se convirtió en su piloto instructor.

Capparucci fue galardonado con la medalla conmemorativa de la guerra de 1915-1918 y cuatro campañas, medalla Aeronáutica Militar, Cruz de Oro de servicio, Caballero de la Orden de la Corona de Italia y Caballero de Vittorio Veneto así como la Medalla de Plata por consagrar con valor sus dotes de soldado y piloto, audaz y valiente en la primera Guerra Mundial.

Capparucci fue nombrado Instructor Profesional de Pilotaje realizo esta actividad hasta 1939 y luego con a volar en la fábrica italiana de aviación FIAT.

Capparucci ascendido a Teniente, fue asignado como instructor de vuelo en Perugia en aviones Caproni 100. Quedó con el aeropuerto de Perugia desarrollando diferentes tareas hasta el 8 de septiembre de 1943 cuando llego el armisticio a la zona. Así concluyo la vida aventurera de Capparucci con la aviación.

En 1955 fue ascendido a capitán en la reserva y en 1972 ascendido a Mayor título de honor. Pasó el resto de su vida en la familia en Montecassiano y luego a Ancona donde dejo este mundo en 1980.

Juana de Arco no volvió a aparecer luego de la guerra, pero otro ser apareció en un cerro de Pigue dejando un mensaje a una persona, una fecha exacta, 1 de septiembre de 1939, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, con veinte años de 19 años de anticipación, pero esa, es otra historia.

viernes, 16 de noviembre de 2018

PGM: La industrialización de las matanzas

La ‘Gran Guerra’: una barbarie industrializada que cambió el siglo XX

France 24



  © data.culture.gouv.fr | Fábrica de proyectiles de artllería en Saint-Etienne, Francia, en 1916.

Texto por Tristan Ustyanowski


De 1914 a 1918, Europa fue el escenario de una guerra mundial marcada por una escala de violencia nunca vista, hecha posible por los adelantos tecnológicos de la industria militar. Un conflicto que cobró la vida de millones y barrió ciudades enteras.

Se encontraban en pie de guerra mucho antes de entrar en acción. Las potencias europeas preparaban tanto a sus tropas como a la población para entrar en conflicto. En 1914, la configuración de los dos bloques, conformados por Francia, Rusia e Reino Unido por un lado –la Triple Entente- y los imperios germánico y austrohúngaro e Italia –la Gran Alianza- por otro.

 Era un mundo todavía repartido entre imperios y en el cual las fronteras impuestas a finales del siglo XIX se veían fragilizadas por las diferentes reivindicaciones que surgían entre los pueblos. La primera guerra de los Balcanes, entre 1912 y 1913, que dejó medio millón de muertos, había dejado vislumbrar el polvorín sobre el cual se encontraba el viejo continente y la peligrosa mezcla de rivalidades regionales e industrialización.

Fue de hecho en esa región que se produjo la chispa. El 28 de junio de 1914 el asesinato del heredero al trono del Imperio austrohúngaro en Sarajevo, destapó tensiones que fueron amplificadas por las alianzas vigentes y los antagonistas.

En vísperas del estallido de las hostilidades, Europa se encontraba en plena segunda revolución industrial. Las sucesivas innovaciones técnicas hacían surgir cada vez más fábricas en las ciudades, cuya productividad se disparó hasta niveles nunca vistos. Una evolución aprovechada en cada nación a favor de la carrera armamentista en curso.

Modernizar la maquinaria industrial para alimentar la guerra

“La única manera de abolir la guerra entre los pueblos, es aboliendo la guerra económica”, decía Jean Jaurès, diputado y socialista francés, quien trató a toda costa de impedir la guerra. Postura por la cual fue asesinado por un nacionalista el 31 de julio de 1914, en pleno recrudecimiento de tensiones a nivel internacional. El día después, Francia decretó la movilización de sus tropas y el 4 de agosto, junto a Reino Unido, declaró la guerra a Alemania que acaba de invadir a Bélgica.

Una cadena imparable de reacciones que se explica por las coaliciones geopolíticas, pero también por los viejos rencores entre dirigentes. En 1871, Alemania había arrancado a Francia los departamentos de Alsacia y Lorena tras vencer a las tropas imperiales de Napoleón III.

En los años siguientes, las autoridades francesas se empeñaron a alimentar el espíritu de venganza en contra del vecino germánico. Bajo la promesa de recuperar a la región perdida, una intensa propaganda ganó a todos los estratos de la sociedad, incluso a los científicos e intelectuales. “La lucha iniciada contra Alemania es la propia lucha de la civilización contra la barbarie, todos lo sienten, pero nuestra academia tiene una autoridad particular para decirlo”, dijo el filósofo francés Henri Bergson en agosto de 1914 frente a la Academia de Ciencias Morales y Políticas. “Cumple un simple deber científico al señalar la brutalidad y el cinismo de Alemania, su desprecio de cualquier justicia y verdad, en una regresión al estado salvaje”, añadió.

Un discurso dominante impulsado desde las altas esferas del Estado con el fin de preparar el terreno para un enfrentamiento inevitable con el « enemigo », cuya derrota era considerada evidente frente a la potencia nacional, presumida en todos los aparatos de propaganda. Una potencia impulsada por la fuerza industrial que debía que llevar el país a una pronta victoria.


Submarino alemán, al momento de rendirse, en 1918. © Bibliotheque nationale de France




Soldados franceses, en 1914. © Bibliotheque nationale de France




Soldados franceses con máscaras para protegerse de los gases tóxicos en las trincheras, en 1917. © Bibliotheque nationale de France




Tanques franceses de la marca Renault, en 1918. © Bibliotheque nationale de France



Ametralladora en acción, en 1915. © Bibliotheque nationale de France




Submarino alemán, al momento de rendirse, en 1918. © Bibliotheque nationale de France




Soldados franceses, en 1914. © Bibliotheque nationale de France

En el momento de la movilización de las tropas, muchos soldados pensaban regresar a sus hogares antes de la Navidad de 1914. Una ilusión compartida por los dirigentes de ambos bandos, convencidos de tener una superioridad aplastante sobre el otro.

En agosto, al estallar la guerra, el ejército francés demandaba una producción diaria de 10.000 proyectiles de artillería. A finales de septiembre, exigía diez veces más. Después de unos enfrentamientos que se inscribían en una clásica guerra de movimientos, el frente se estancó. Al tiempo que los combates se intensificaban cada vez más y requerían más recursos, los protagonistas se disparaban entre sí desde distancias muy cortas, a veces metros, desde unas trincheras que se convirtieron en las tumbas de millones de combatientes.

Con el fin de alimentar la maquinaria, aceleraron la producción. En Francia, más de 15.000 empresas se pusieron al servicio de la defensa nacional mientras que las autoridades planteaban una reorganización casi total de la economía debido a la ocupación alemana. Al volver inaccesibles las fábricas y yacimientos del norte y este del país, las tropas imperiales alemanas privaron a Francia del 75 % de su carbón y del 63 % de su acero.

Lluvia de bombas responsables de una asombrosa cantidad de muertes y desapariciones

A marchas forzadas, la nación gala reorganizaba su industria, pero también la modernizaba. Una innovación técnica pensada en función de la guerra, nutrida por la competencia entre contrincantes, que representó un salto sin precedentes, en desmedro de los soldados, arrasados por cientos de miles precisamente gracias a este progreso armamentístico.

En primera línea, los soldados enfrentaban aguaceros de bombas. Se estima que murieron entre 8,5 y 10 millones de militares durante la Primera Guerra Mundial. Dentro de este balance trágico, millones de desaparecidos o cuerpos que nunca pudieron ser identificados debido a la intensidad de estos combates marcados por estas nuevas armas. En el Osario de Douaumont, en el noreste de Francia, se encuentran los restos de 130.000 personas sin identidad, tanto franceses como alemanes, caídos en la batalla de Verdún.

Verdún fue el infierno en la tierra. Símbolo de la barbaridad de este conflicto, los diez meses de combates dejaron más de 300.000 muertos, causados en su gran mayoría por la artillería. En los momentos más caóticos, un proyectil caía cada tres segundos. En total, más de 53 millones fueron disparados en este campo de batalla convertido en cementerio. La ofensiva alemana fue detenida, pero nadie ganó realmente esta batalla trágica.

El avance tecnológico no se limitó al campo de las municiones. Al iniciar las hostilidades, el mariscal Ferdinand Foch, un emblemático comandante de las fuerzas armadas francesas, consideraba los aviones como un deporte. Cuatro años más tarde, los aparatos bombardeaban a París, junto a cañones de alcance cada vez mayor y los zepelines.

Aunque los combates más violentos ocurrieron en Francia, cabe recordar que el conflicto fue planetario. En los mares y océanos, los submarinos sembraban el terror. La armada alemana no dudaba en atacar barcos civiles. Una guerra marítima muy avanzada para esta época, que los Aliados se tardaron en contrarrestar.

Ametralladoras, lanzallamas, granadas e incluso gases tóxicos, como el “gas mostaza”, fueron nuevos elementos que hicieron más cruentos los combates y aún más insoportables las condiciones de los soldados en las trincheras. Un verdadero giro industrial, que masificó la tecnología de la muerte a una escala sin precedentes y preparó el terreno para las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial.

En 1917, agotados, aniquilados, los motines florecieron entre los batallones de soldados. La revolución en curso en Rusia estaba en las mentes, pero la ‘carnicería’ a la cual les mandaban los generales también. Unos 600 combatientes franceses fueron fusilados por “desobediencia militar”. Refiriéndose a los dirigentes los amotinados cantaban en sus trincheras: “Si para ellos la vida es rosa, para nosotros no es lo mismo. En lugar de esconderse de todas estas emboscadas, que vengan a las trincheras, para defender sus bienes, pues nosotros no tenemos nada.”

La ‘Gran Guerra’ no solo fue una gran carnicería. Pese a que los franceses estaban convencidos de que sería la “última de las últimas” solo fue el preludio de otra gran confrontación, mucho más extensa y costosa en vidas militares y civiles: al firmarse el armisticio, con las humillantes condiciones impuestas a Alemania, se puso la semilla de la próxima gran conflagración mundial. Veintiún años después, cuando Hitler desató la Segunda Guerra, la industrialización de la muerte había llegado a su apogeo.

jueves, 15 de noviembre de 2018

El libro que sacudió el imperio colonial africano de Francia

El libro que sacudió el imperio colonial africano de Francia


Por Charu Sudan Kasturi | OZY




Por que deberias interesarte

El primer libro de un autor negro que ganó el premio literario más prestigioso de Francia también obligó al país a enfrentar su brutal registro colonial.


República Centroafricana
Ubicación 6.611111 ° N, 20.939444 ° E
Población 4,659,080
Idiomas Sango, Francés
PBI per cápita $ 681
Capital Bangui

En seis rondas de votaciones, la Académie Goncourt de París no pudo decidir la mejor novela francesa de 1921. Luego, el 14 de diciembre, un voto decisivo emitido por el presidente de la organización rompió el punto muerto y sacudió al mundo francófono: el Prix Goncourt, el de Francia. El premio literario más importante fue para René Maran, un administrador colonial de Guyana Francesa en Ubangui-Shari, lo que hoy es la República Centroafricana. Maran fue el primer ganador negro del premio de entonces 18 años de edad. Pero a medida que se agitaban los derechos civiles y los movimientos anticoloniales, fue el contenido de la novela de Maran el que realmente provocó temblores en ambos lados del Atlántico.

"Construyes tu reino sobre cadáveres", escribió Maran en el prefacio del libro, Batouala. "Usted está viviendo una mentira. Todo lo que tocas lo consumes ”.

Una acusación grave del colonialismo francés en África central, el libro fue un relato interno que obligó a Francia a enfrentar la realidad de su misión "civilizacional", así como el Corazón de la Oscuridad de Joseph Conrad había levantado el velo sobre la brutalidad belga en el Congo dos décadas antes . El parlamento francés debatió el libro, algunos acusaron a Maran de difamación y otros argumentaron que había expuesto la explotación. Varios escritores franceses criticaron a la Académie Goncourt, y algunos predijeron que Batouala pronto sería olvidado.

Ellos estaban equivocados. La propia carrera de Maran como administrador colonial terminó poco después, y frente a las amenazas de retribución, regresó a París en 1923. Pero se convirtió en el "punto de referencia africano" para los escritores del Renacimiento de Harlem, según el experto francés en África. -Estudios americanos Michel Fabre. WEB. Du Bois escribió sobre Maran y Batouala en The Crisis, la revista de la NAACP, mientras que un joven Ernest Hemingway, escribiendo en París para el Toronto Star Weekly, llamó al libro "gran arte".

No somos más que la carne de la cual se pueden imponer los impuestos.


El libro sigue al anciano jefe de Ubangui-Shari, Batouala, quien observa, desconcertado e indignado, mientras los colonizadores blancos se apoderan de su tierra y una de sus nueve esposas se enamora de un hombre más joven. Pero es el prólogo del libro, donde Maran se quita el manto de la ficción para asumir directamente el colonialismo francés, ese es el legado duradero de Batouala, dice Christopher Miller, profesor del departamento de estudios afroamericanos de Yale.

"El prefacio se lee mucho más que la novela en su conjunto", dice Miller.

Maran no comenzó tratando de cambiar el mundo. Era un hijo del colonialismo francés, nacido en un barco que se dirigía a Martinica desde la Guayana Francesa de sus padres en 1887. Su padre era un oficial de la administración colonial francesa de Gabón, y a la edad de 6 años, Maran fue enviado a un internado. escuela cerca de burdeos. Siguió a su padre a la administración colonial en 1909 a la edad de 22 años.

Sirvió fielmente a los franceses en Ubangui-Shari, donde su actitud hacia los locales era ambigua. El régimen colonial fue brutalmente opresivo en la recaudación de impuestos, la extracción de caucho y el aplastamiento de las rebeliones, y Maran demostró simpatías por la gente de Ubangui-Shari en cartas a sus amigos. Pero en una carta, también escribió que "el atavismo de los negros resiste el sello de la civilización".

Luego, en 1918, llegó lo que algunos historiadores consideran un punto de inflexión: un portero local llamado Mongo fue asesinado, y Maran fue acusada del crimen. Mientras el futuro autor insistió en que estaba cubriendo a un subordinado blanco conocido por maltratar a los locales, ninguno de sus colegas acudió en su defensa, y Maran fue procesado y reprendido.

Eso podría explicar por qué el libro, que comenzó a escribir en 1913, es menos conflictivo en su crítica del colonialismo que el prefacio, escrito más adelante. El libro "solo pinta, sin ninguna emoción, el hombre negro como lo ve el autor", dice Chidi Ikonné, una erudita nigeriana de literatura africana. En las últimas décadas, Maran ha enfrentado críticas de analistas literarios que argumentan que su exotización de los locales en Batouala solo reforzó los estereotipos de africanos perezosos e hipersexuales que ya están profundamente arraigados en las mentes occidentales.

Por el contrario, el prefacio era puntiagudo. "Los nativos", escribió Maran, "fueron derribados por un trabajo incesante, por el cual no fueron pagados. ... Vieron venir la enfermedad y tomar su morada con ellos, vieron el hambre acechar su tierra, vieron crecer su número cada vez menos ".

Aún así, la novela en sí misma no se aleja de estos temas, y Maran usó el personaje de Batouala para expresar la ira y la frustración de los locales. En un momento dado, el jefe es casi tan mordaz como el prefacio de Maran. "No somos nada más que la carne de la cual se pueden imponer los impuestos", dice Batouala. “No somos más que bestias de carga. ¿Ganado? ¡Ni siquiera eso! ... Los hombres blancos nos están matando lentamente ".

Pero la propia Batouala no produjo la investigación completa sobre los excesos en el África francesa que Maran había esperado. Seis años más tarde, el autor francés francés André Gide, quien más tarde ganaría el Premio Nobel de literatura, visitó el África ecuatorial e informó resultados similares, lo que impulsó reformas limitadas. Maran, su trabajo reivindicado, continuó su carrera como escritor y periodista en París y murió en mayo de 1960. Dos meses más tarde, la región cuya difícil situación llamó la atención del mundo se independizó como República Centroafricana.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Guerra del Pacífico: Arica peruana cae en manos chilenas

La batalla de Arica (7 de junio de 1880) 
por Gonzalo Maguiña 

En el marco de la Guerra del Pacifico, de 1879 entre Chile contra el Perú y Bolivia, tenemos que hacer una obligada mención a los sucesos ocurridos en Arica, desde el 8 de octubre de 1879 hasta el 7 de Junio de 1880. 

Arica, antiguo puerto fundado en tiempos de la Colonia Española, siempre estuvo fortificado ya que era ahí donde, desde fines del siglo XVI, se embarcaba la plata proveniente de las ricas minas de Potosí (en la actual Bolivia). Si bien para el año 1879 las fortificaciones coloniales ya eran obsoletas y casi inexistentes, el puerto (entonces peruano) había conocido un nuevo período de auge por su cercanía a las zonas salitreras de Bolivia y el Perú. Apenas comenzó la guerra, Arica se fortificó con artillería traída de Lima y se convirtió en el centro de las operaciones militares peruanas y bolivianas. 



Las condiciones geológicas del puerto lo hacían muy fácil de defender de un ataque de mar, principalmente por la presencia de un gran promontorio rocoso, el Morro de Arica donde se emplezaban las principales fortificaciones. Pero no era tan fácil de defender por tierra a menos que se contara con un gran número de efectivos y piezas de artillería de campaña. Esta deficiencia solo se haría notoria una vez perdida la campaña naval por parte del Perú (primera fase de la guerra), gracias a lo cual Chile se adueña del mar. Pudo así incomunicar a los Ejércitos aliados del Perú y Bolivia que estaban agrupados en Tacna, Iquique, Arica y Pisagua. El ejercito chileno pudo desarticular las tropas aliadas acantonadas en Pisagua e Iquique (al sur de Arica) y luego las que se encontraban en Tacna (al norte). Fue entonces cuando Chile decidió tomar Arica. 


Lado este del Morro de Arica (pocos años después de la batalla). Como se aprecia es un lado totalmente expuesto y fácilmente accesible. 

Sabiendo que Arica no contaba con gran número de efectivos y que las fuerzas Chilenas disponibles para el ataque superaban en 6 a 1, el alto mando chileno invitó al Jefe de la Plaza Coronel Peruano Francisco Bolognesi a rendirse para evitar el derramamiento de sangre ya que, estando completamente rodeado por los chilenos, estaba imposibilitado de recibir ayuda por mar o por tierra. Su respuesta fue categórica, “...tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho...” . Días después, en el asalto final, Bolognesi moriría cumpliendo su palabra. 

El bloqueo del Puerto 
Sin embargo la toma de Arica no demoró algunos minutos como cuenta la historia oficial de Chile, si no más de 6 meses desde que se iniciara el bloqueo del puerto por la flota chilena. 

Esta situación obliga a los defensores de la plaza a sobrevivir ese tiempo casi sin provisiones ni pertrechos de guerra y sin refuerzos. 

La Armada chilena intentó destruir las baterías del puerto sin ningún éxito. Desde ese momento evitó mantenerse cerca del alcance de los tiros de las defensas peruanas. 

El 27 de febrero mantenían el bloqueo del puerto el monitor Huáscar (recién capturado al Perú por la Armada Chilena) y la cañonera Magallanes. Los peruanos rompieron sus fuegos para provocar a las Naves bloqueadoras, pero esto no causó efecto en las naves chilenas que no se iban a exponer innecesariamente a un encuentro con las baterías del puerto. Apareció un penacho de humo de un tren que venia de Tacna, supuestamente con refuerzos. 


Este monitor contaba con artillería de 500 Lb de bala esférica. 

El comandante del Huáscar se puso a tiro para batir al tren y evitar su llegada al puerto. En esta acción entró en combate con el Monitor peruano Manco Cápac que contaba con artillería de 500 lb. pero un andar de 3 nudos. El comandante Thomson al mando del Huáscar decidió usar el espolón para tratar de hundir al Manco Cápac, acción casi suicida ya sea por que el blindaje del monitor peruano era muchísimo mayor que el del “Huascar” o porque la proa con espolón le impedía abordar la otra nave y quedar encima de la borda del Manco Cápac; era una técnica usada por comandantes de buques con proas lanzadas para hundir blindados de poco calado... pero este no era el caso. Para mala suerte de los chilenos el Huáscar quedo momentáneamente sin fuerza en sus maquinas lo cual lo convirtió en presa fácil del pesado monitor peruano que descargo su artillería destruyendo el palo de mesana y matando al comandante Thomson. Una vez recuperada la fuerza de sus maquinas, huyo a toda velocidad para evita el encuentro con el Manco Cápac. 

Doble ruptura del bloqueo 

El 17 de Marzo de 1880, en una acción audaz, el Capitán de Navío Villavisencio al mando de la corbeta peruana Unión rompe el bloqueo, atraca en puerto, recarga carbón, baja pertrechos a tierra y dispara sus cañones contra el blindado chileno Blanco Encalada y el Monitor Huáscar ayudada por la invalorable colaboración de los fuertes de tierra y del monitor Manco Cápac. 

Apenas terminó de cargar carbón, La Unión zarpó y salió entre el fuego enemigo rompiendo el bloqueo por segunda vez en el mismo día, contestando el fuego que se le hacia. Llegó tres días después al Callao, por lo que su misión puede considerarse un éxito. La rotura del bloqueo sirvió no solo para llevar pertrechos si no para llevar hasta ese puerto a la torpedera Alianza. Desde la aparición de esta pequeña lancha entre las defensas peruanas los buques chilenos nunca pasaron la noche cerca de su fondeadero original, si no mar adentro evitando sus incursiones. 

La batalla 

Pero volvamos al día de la batalla decisiva. Según algunas fuentes Arica era defendida por aproximadamente 1500 infantes y 300 artilleros. 


Bombardeo del 6 de junio de 1880 

Las acciones del asalto comenzaron el 6 de junio de 1880 con un ablandamiento por la artillería de campaña por tierra y la escuadra por mar. Las defensas peruanas impidieron que este ablandamiento se llevara a buen termino, anulando por completo la acción de las naves chilenas. Y como la artillería de campaña chilena estaba dentro del alcance de la peruana tampoco ésta produjo grandes daños. La acción de fuego del día 6 no tuvo la efectividad que se esperaba. 

El día 7 de Junio de 1880, el coronel chileno Lagos dispuso el ataque con 4 regimientos atacándo las defensas peruanas por el lado más desguarnecido de sus defensas hacia tierra. 

El Regimiento Lautaro atacaría los fuertes del norte en la parte baja y los regimientos 1º, 3º y 4º de línea atacarían por el Morro por detrás. 


Ilustración peruana sobre el asalto al Morro de Arica 

La infantería chilena subió valientemente a carga de bayoneta sobrepazando a los defensores en número. La mayoría de los peruanos muere en sus puestos de combate. 


Ilustración chilena de la toma del Morro de Arica. 

El asalto al Morro se vio ensombrecido por la actitud del coronel Lagos, quien arenga a su tropa para no dar cuartel a nadie, legándonos el triste recuerdo de una atroz matanza donde la mayoría de los heridos fueron rematados a cuchilladas o a culatazos, incluso aquellos que después de la batalla refugiados en la iglesia, que servia de ambulancia, fueron asesinados y sus cuerpos atravesados en los barrotes que rodeaban el recinto sagrado. 


Horrible escena donde se muestra la indiferencia con los heridos, en muchas ocasiones se dice que esta foto fue preparada y que los "supuestos" heridos serian soldados chilenos. Es obvio que es una excusa a tan infame evidencia. 

Según fuentes chilenas de los 1969 defensores de la plaza, cayeron 700 muertos (más del 30%) y el doble de heridos, de manera que podemos considerar a todos los defensores peruanos como bajas. 

De los 4379 chilenos que participaron en la toma de Arica, cayeron muertos 473 y más de 200 heridos. 

El Monitor Manco Cápac fue echado a pique por su propia tripulación y la torpedera Alianza forzó el bloqueo siendo perseguida por el Blanco Encalada y el crucero Loa y llegó hasta Ite al norte de Arica donde su tripulación fue finalmente capturada por la caballería chilena después de alargar su escape por las quebradas de la zona. 


Asalto del 7 de junio de 1880 

Desde ese momento Arica es territorio chileno, y si bien en el acuerdo de paz entre Chile y el Perú se estipuló la posible entrega de Arica después de un referéndum entre sus habitantes quienes decidirían si preferían pertenecer a Chile o al Perú. Los sucesivos gobiernos chilenos atrasarían este referéndum por más de 25 años, tiempo en el cual movilizaron un gran número de colonos chilenos y hostigaron a los peruanos residentes, mientras que el Perú no pudo ejercer fuerza alguna en las negociaciones con Chile por hallarse desvastado por la guerra. Miles de cartas, testimonios y documentos familiares que pueblan diferentes publicaciones evidencian la triste historia de aquellos peruanos que decidieron no dejar su tierra natal y seguir viviendo en Tacna, Arica y Tarapacá. Tacna, finalmente, sería devuelta al Perú en 1929 y Arica, tras el postergado referéndum, quedó definitivamente al otro lado de la frontera. 

Referencias técnicas: 

DEFENSAS DE ARICA 


Toda esta artillería era de avancarga y ya era obsoleta para la fecha del encuentro, su mayoría eran excedentes de la Guerra de secesión Estadounidense de 1862. 

Si bien se puede decir que los gruesos calibres daban la superioridad artillera a los peruanos, su lentitud de recarga y la perdida de la posición de disparo después del tiro los hacían totalmente ineficiente ante los cañones modernos de retrocarga chilenos, que podían disparan hasta 8 tiros por minuto contra 1 tiro cada 5 minutos de los peruanos. Otro problema, era ya que estas piezas eran de uso naval en su mayoría tenían una zona muerta de mas de 400 metros, es decir una vez entrado en la zona muerta de la artillería peruana, las baterías solo quedaban a la defensa de sus sirvientes que fueron superados en número fácilmente por las tropas chilenas en relación de 6 a1. 

Arica estaba preparada para repeler ataques navales, pero no contaba con suficiente granadas de fragmentacion especiales para repeler ataque de infantería. 

Estamos obligados a mencionar los campos minados que rodeaban Arica, única solución que encontraron los peruanos para proteger su flanco más expuesto. La infantería Chilena sorteó con mucha valentía dichos campos, y si bien los comandantes chilenos sabían de la ubicación de los campos minados, esto no fue comunicado a los regimientos, provocando en este tipo de arma la mayor cantidad de bajas en el ejercito chileno. 


Arica después de la Batalla, 
Fotos tomadas por las fuerzas chilenas. 


Fuerte San José, cañones Parrott de 150 lb. 

Batería Alta del Morro, Vavasseur de250 lb. y Parrott 100lb 

Batería Alta del Morro, cañónes Parrot de 100lb y Voruz 70 Lb. 

Batería Alta del Morro, Vavasseur de 250 lb. 

Artillería de Campaña Chilena, Krupp de 75 mm 

Referencias 

- Agustín Toro Dávila: Síntesis histórico militar de Chile. 
- Armada de Chile: Huáscar. 
- Boletín de la Guerra del Pacífico 1979 - 1881. (recopilación de documentos de la época) 
- Francisco Yábar. Las fuerzas sutiles (en prensa; investigación sobre la defensa de costa y las lanchas torpederas peruanas). 
- Colección fotográfica Maguiña, Pizarro y Greve. 

War-Book (c)x

martes, 13 de noviembre de 2018

Las drogas y el alcohol en la guerra

Las guerras se pelean raramente sobrios

Una breve historia del uso militar de drogas.


Wes O Donnell | War is Boring


En la parte superior, los soldados estadounidenses fuman marihuana de una escopeta en 1970.

Aunque ese fue el caso a lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, parece inconcebible que los militares estadounidenses de hoy en día utilicen drogas para mejorar el rendimiento a fin de obtener una ventaja frente a los adversarios formidables de nuestra nación.

Pero puede que te sorprendas.

Algunos de los primeros ejemplos de uso explícito de drogas se encuentran en la Odisea de Homero, la historia de un veterano de la guerra de Troya que se abalanza en el Egeo. El cannabis y el opio, el equivalente jónico del LSD, tientan a Odiseo y su equipo en casi cada paso de su viaje de 10 años.

Durante 1,000 años, el alcohol fue probablemente el motivador farmacológico más popular de los luchadores jóvenes. Los gobiernos racionaron el "valor líquido" para hacer más soportables los combates y también para aliviar el aburrimiento que acompaña a la guerra.

Los guerreros romanos bebían vino. La Royal Navy emitió ron. El Ejército Rojo tenía vodka y los alemanes bebían cerveza.

Incluso el joven gobierno estadounidense emitió alcohol durante la Guerra Civil. Whisky, por supuesto.

En su reciente libro Blitzed: Drugs in the Third Reich, el autor Norman Ohler describe una máquina de guerra nazi que estaba llena de "cocaína, opiáceos y, sobre todo, metanfetaminas, que eran consumidos por todos, desde obreros de fábricas hasta amas de casa y soldados alemanes. ”

Pero los nazis no eran la única potencia europea que buscaba crear súper soldados a través de la farmacología creativa.

Gran Bretaña fue un ejemplo. Esta nación conmemora con orgullo la Segunda Batalla de El Alamein en el norte de África. El 8vo ejército del general Bernard Montgomery ganó una victoria decisiva contra los alemanes allí y envió a las tropas del mariscal de campo Erwin Rommel a un retiro en Túnez.

Montgomery distribuyó 100,000 tabletas de anfetaminas a sus tropas justo antes de la batalla.

Sin embargo, la infantería aliada no era la única beneficiaria. Los pilotos estadounidenses de bombarderos a menudo tenían tabletas de Benzedrine ("bennies") en sus kits de emergencia para los momentos en que estar especialmente alerta era una cuestión de vida o muerte.



Ración de ron arriba. Foto via Wikipedia

El uso desenfrenado de drogas ilícitas durante la guerra de Vietnam es bien conocido. Según un informe del Departamento de Defensa, el 51 por ciento de las fuerzas armadas fumaba marihuana, el 31 por ciento usaba drogas psicodélicas como el LSD, la mescalina y los hongos de psilocibina y un 28 por ciento adicional consumía drogas fuertes como la cocaína y la heroína.

Según The Atlantic, las unidades de reconocimiento de largo alcance "que se infiltraron en Laos para una misión de cuatro días recibieron un kit médico que contenía, entre otros artículos, 12 tabletas de Darvon (un analgésico suave), 24 tabletas de codeína (un analgésico opioide) Y seis pastillas de Dexedrine. Antes de partir para una expedición larga y exigente, a los miembros de las unidades especiales también se les administraron inyecciones de esteroides ".

En la Batalla de Mogadiscio de 1993, los combatientes somalíes bajo el señor de la guerra Mohamed Farrah Aidid masticaron una planta llamada khat, conocida localmente como "qaad" o "jaad". Sus efectos incluyen una sensación de bienestar, alerta mental y emoción.

En las conversaciones que tuve con los Rangers del Ejército que lucharon en Mogadiscio, me dijeron que el uso de khat era a menudo la razón por la cual los somalíes se lanzaron a la batalla en un número tan grande, a pesar de sus grandes bajas.

El modafinilo es un medicamento que promueve la vigilia similar a las anfetaminas, pero sin muchos de los efectos secundarios. La droga se hizo popular después del lanzamiento de la película "Limitless" de Bradley Cooper de 2011. En esta película, un hombre toma una píldora que "desbloquea" partes de su cerebro que antes no se utilizaban, lo que lo convierte en la persona más inteligente del planeta.

La píldora ficticia en la película, NZT-48, se basó en el modafinil, que la Fuerza Aérea de los EE. UU. Ha estado publicando abiertamente para los pilotos desde el 2003. El modafinil está disponible en los Estados Unidos solo con receta médica, y con frecuencia se usa fuera de etiqueta para la cognición mejora.

En un informe reciente de ABC News, los científicos privaron a 16 sujetos sanos de sueño durante 28 horas. Se esperaba que los sujetos durmieran a partir de las 11:00 a.m. a las 7:00 p.m. Durante cuatro días y quédate despierto cada noche. Los que tomaron modafinilo tuvieron mejores resultados en las pruebas cognitivas que los que tomaron un placebo. Algunos de los participantes pudieron permanecer despiertos durante más de 90 horas.

El gobierno francés admite haber emitido modafinil para sus tropas de la Legión Extranjera. Los ministerios de defensa indios y británicos aprobaron el modafinilo para sus respectivas fuerzas armadas. El gobierno canadiense también informa que el modafinil es utilizado por sus astronautas en misiones a largo plazo a bordo de la Estación Espacial Internacional.

En cuanto al ejército estadounidense, el modafinil ha sido aprobado para ciertas misiones de la Fuerza Aérea como una "píldora para el control de la fatiga". El uso de dextro-anfetamina ya no está aprobado, de acuerdo con una Instrucción de la Fuerza Aérea emitida por el Comando de Operaciones Especiales.

¿En qué momento no es ético emitir medicamentos de grado farmacéutico que mejoran el rendimiento a los combatientes estadounidenses? En el caso de una "guerra total" en la que la supervivencia de nuestra nación está en juego, me imagino que haríamos cualquier cosa para ganar.

Sin duda, muchos de los adversarios de nuestra nación están experimentando nuevas formas de aumentar la letalidad de sus tropas. Por lo tanto, parece que estamos experimentando una especie de carrera de armamentos de bajo perfil en el ámbito de la modificación y mejora química que es en gran medida desconocida para los contribuyentes estadounidenses.

A medida que la tecnología médica mejore, esta práctica de dispensación solo aumentará en frecuencia y quizás en letalidad. El modafinilo es ciertamente una droga más segura y menos adictiva que las anfetaminas en el corto plazo.

El problema, porque siempre hay un problema, es que lleva años de investigación clínica determinar si un medicamento tiene riesgos para la salud a largo plazo. Los investigadores admiten que no están seguros de cómo el modafinilo hace lo que hace dentro del cerebro.

Tampoco están seguros de cuáles son los efectos secundarios a largo plazo, si los hay, y qué tan graves podrían ser.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Libro: "Un año de gloria"

"Un año de gloria"


Durante el Siglo XX, tres de los hitos más importantes del Regimiento de Granaderos a Caballo sucedieron durante el mes de Junio.



En uno de ellos, 16 de Junio de 1955, 9 Granaderos ofrendaron sus vidas cumpliendo con la misión de Escolta y Custodia Presidencial que desempeña el Regimiento desde 1907, más allá del pensamiento político de cada uno de sus integrantes.

En este trabajo podrás encontrarte con sus nombres, junto a todo el personal que resultó herido, gracias a los datos que aporta la documentación de la época.

Estos datos y más los podés encontrar en "UN AÑO DE GLORiA", el nuevo libro de Esteban Ocampo(1), te cuenta esto y mucho más.

Es un viaje donde el autor nos lleva a lo largo de un año calendario, conociendo y adentrándose en aquellos hechos del siglo XIX y XX que marcaron, no sólo la vida de los Granaderos y el Padre de la Patria, sino de nuestro país y América.

“UN AÑO DE GLORIA” es un día a día que nos propone vivir junto a los Granaderos y el Libertador todos aquellos hechos que han y deben quedar por siempre marcados en la memoria de todos nosotros.

Para los interesados en participar de esta pre venta exclusiva, pueden escribirnos a:

elhusar.ediciones@gmail.com

Participando no sólo aseguran su ejemplar, sino que también obtendrán un voucher de descuento para el próximo libro que estaremos lanzando en el mes de noviembre.

No te pierdas esta oportunidad de conocer más sobre nuestra Historia de Gloria.

Ediciones
El Húsar

(1) Esteban Ocampo ha sido miembro del Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín", es historiador y autor de los libros: "Centauros de los Andes - Historia del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín - 1812 a 1820" y "Granaderos, Libertad y Gloria - Historia del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín - 1820 a 1826"; además de artículos y publicaciones vinculadas con la historia del Regimiento de Granaderos a Caballo, el General José de San Martín, la Guerra de la Independencia y la Caballería Argentina, entre otros temas.

Foto: Tanque modelo Sherman de la Sección Armas pesadas del Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín", en Plaza de Mayo luego de los combates.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Argentinos: Los productivos y constructivos años 30

Los años 30, no tan infames como se dice

Luis Alberto Romero | La Nación




En la historia argentina, los años entre 1930 a 1943 fueron de una gran riqueza. El renacimiento cultural y político del catolicismo, el último esplendor del liberalismo reformista, la reformulación del papel del Estado, el impulso a la industrialización y el crecimiento de la cultura popular de masas, entre tantas otras cosas, indican que fue un período tan creativo como cualquier otro. Pero, en el sentido común vulgar todo esto suele resumirse en una frase concluyente: fue la "década infame".

La descalificación se apoya en sucesos de indudable impacto, como el golpe del 30, el tratado Roca-Runciman, el fraude electoral y varios casos de corrupción. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿fue una década globalmente "infame"? ¿Lo fue más que otras décadas? Para analizar este tema polémico, el Club del Progreso convocó, dentro de un ciclo de charlas sobre el pasado nacional, a dos reconocidos historiadores: Pablo Gerchunoff y Luciano de Privitellio.

Para Gerchunoff, la crisis mundial de 1929 creó en la Argentina una situación inédita, de la que surgió un régimen económico nuevo. Las políticas fueron pensadas sobre la marcha, discutidas ampliamente y luego seguidas con firmeza, al punto que sus orientaciones básicas -como la participación activa del Estado en la economía- perduraron hasta hace apenas unas décadas.


Década infame. 6 de septiembre de 1930. Fuerzas del Escuadrón de Seguridad impiden el avance de manifestantes hacia Plaza de Mayo Crédito: ARCHIVO LA NACION

Al crack de la Bolsa de Nueva York de 1929 siguió el derrumbe del sistema bancario estadounidense en 1931 y, al año siguiente, el abandono del patrón oro por Gran Bretaña. Era un mundo nuevo mucho más difícil para la Argentina. Cayeron el volumen y los precios de las exportaciones agrarias y las divisas se hicieron escasas. Luego de suspender la Conversión del peso, el gobierno de Agustín P. Justo, que siguió al del general José Félix Uriburu, estableció el control de cambios: el Estado concentraba las divisas disponibles y las asignaba a los distintos sectores a precios diferentes, de acuerdo prioridades que, día a día, le permitían desarrollar una vigorosa intervención en el rumbo económico.

Estímulo a la industria


Cumplir con la deuda externa fue una de las prioridades. Otra fue el estimulo a la industria interna, que al sustituir importaciones aliviaba la balanza de pagos. Además, la industria ofrecía empleo a los trabajadores que migraban a las ciudades, expulsados por un agro en crisis. Federico Pinedo y Raúl Prebisch, artífices de esta reestructuración estatal, se propusieron favorecer especialmente aquellas industrias más competitivas que pudieran exportar hacia los países vecinos, una línea que se abandonó en 1946.

Un factor coyuntural le permitió a la Argentina salir rápido de la crisis: la larga sequía estadounidense, iniciada en 1932, mejoró nuestras exportaciones cerealeras. Hubo beneficios para los productores rurales y, gracias al control de cambios, más ingresos para un gobierno que desarrolló una gran política de obras públicas, especialmente viales. Fue entonces cuando los camiones comenzaron a desplazar a los trenes.

Pero esos positivos cambios de largo plazo -señala De Privitellio- no fueron percibidos por la opinión pública, que en cambio criticó los términos del Tratado Roca Runciman (una "entrega" a Gran Bretaña), y se escandalizó por los privilegios a los grandes ganaderos y las empresas británicas o por el salvataje estatal de bancos quebrados.

Se trata de una interpretación simplista, opinó Gerchunoff. Sin duda el Tratado arrojó un magro resultado para la exportación de carnes, pero en realidad pudo haber sido mucho peor, dada la decisión británica de privilegiar la relación con Australia y Nueva Zelanda. En cambio, Gran Bretaña concedió un excepcional préstamo en libras para que las empresas inglesas pudieran remitir sus beneficios acumulados en pesos; sin esa ayuda hubieran quebrado, arrastrando a muchas empresas y bancos locales y produciendo un descalabro generalizado. Una decisión parecida tomó el gobierno al sostener al Banco Español; su salvataje impidió una quiebra de bancos en cadena como la ocurrida en los Estados Unidos.

La voluntad de conjurar el riesgo de todo el sistema -puntualizó Gerchunoff- explica una política que, vista desde otro punto de vista, significó un beneficio para determinados grupos. El excepcional equipo técnico encabezado por Pinedo y Prebisch, que logró lo que se proponía, gozó de una ventaja importante: por un tiempo pudo despreocuparse del problema de las elecciones.

El "fraude" es el otro gran estigma de la "década infame". La frase fue acuñada en 1944 por el periodista José Luis Torres, quien, recuerda De Privitellio, era nacionalista, pronazi y partidario del golpe castrense de 1943. Según creía, el fraude demostraba la podredumbre de la democracia liberal, que quedó en evidencia con el "escándalo de la Chade" de 1936. Para lograr que se renovara la concesión por el suministro eléctrico de la Capital, la poderosa empresa sobornó a periodistas, funcionarios, concejales de todos los partidos y hasta a Marcelo T. de Alvear, entonces jefe del radicalismo, y Justo.

Sentidos múltiples


La "década infame" resultó una frase exitosa, pero su sentido fue variando. Los radicales la usaron para reivindicar la pureza de la democracia anterior al golpe de 1930; los peronistas, para condenar el pasado anterior al golpe de 1943. Luego de 1955, la consagró Arturo Jauretche en una versión nacionalista, populista y antiimperialista en la que el villano era Gran Bretaña. Es conocido el lugar que este tópico ocupa hoy en el "relato".

Muchos historiadores han tratado de tomar distancia de la "década" y del parteaguas del golpe del 30 para reflexionar sobre el período entre las dos guerras mundiales. De Privitellio recuerda las continuidades de los años 20 y 30, en lo social y lo cultural, e invita a reflexionar también sobre la política de entreguerras, signada por la ley Sáenz Peña de voto secreto y obligatorio y por el gradual descubrimiento de sus dificultades, tanto teóricas como prácticas.


Perón junto al auto que lleva al general Uriburu al poder, el 6 de septiembre de 1930, día del golpe Crédito: ARCHIVO LA NACION

Desde 1920 hubo sucesivos proyectos de modificación de la ley, buscando una forma de representación distinta, por ejemplo la corporativa, en boga en Europa. Pero predominó una solución más práctica: retornar al uso del poder gubernamental para modificar un poco los resultados electorales. Lo hizo Yrigoyen, moderadamente. Justo no tuvo necesidad al principio, debido a la abstención radical, pero lo hizo de forma masiva desde 1936, cuando los radicales volvieron a las urnas. Entonces, las elecciones fueron sistemáticamente falseadas, pero con el tácito consentimiento de los derrotados.

¿Fue infame, en definitiva, la década del 30? Ambos historiadores coinciden en que el problema no es demasiado relevante. Gerchunoff habló de cambios estructurales en la economía. De Privitellio, de un largo proceso de discusión y de adecuación de la ley Sáenz Peña, anterior y posterior a los años 30. Pero el sentido común se concentra en tópicos más llamativos -la intervención británica, la corrupción o el fraude-, generalmente mal entendidos e hilvanados en un relato simplificado, con una matriz entre nacionalista y populista, que ha calado hondo.

¿Puede modificarse el sentido común? Los expositores fueron escépticos, y con razones. Yo creo que siempre se puede abrir una discusión, sembrar una duda, mostrar que hay diversas versiones del pasado y que entre ellas puede entablarse un diálogo civilizado y provechoso. Hoy estamos lejos de eso. Pero, parafraseando a Sarmiento, las contradicciones se vencen a fuerza de contradecirlas.

Investigación de Archivo fotográfico: Juan Trenado