lunes, 14 de marzo de 2022

SGM: ¿Por qué se supo tarde la rendición nazi?

Por qué se supo tarde la rendición de Alemania

Por Edward Kennedy

Historias secretas de la última guerra


A PRINCIPIOS de abril de 1945 se desmoronaba rápidamente la resistencia alemana en el frente occidental. Fuerzas estadounidenses habían cruzado el Elba y los obstáculos en el camino de Berlín eran insignificantes; pero recibieron orden de retroceder para dar tiempo a que los rusos llegasen a la capital de Alemania.

El pueblo y los soldados estadounidenses consideraban todavía a los rusos como valerosos aliados; pero las relaciones oficiales entre Washington y Moscú estaban ya perturbadas por la manifiesta desconfianza y hasta hostilidad de los rusos. La política de los aliados occidentales se inspiraba en el convencimiento de que ganar la guerra sería estéril si sólo conducía a una nueva contienda con Rusia y cultivaba, por lo tanto, el apaciguamiento de Moscú. Se advirtió a los jefes militares aliados que evitasen hasta la mera apariencia de aprovechar la preferencia que los alemanes mostraban por las fuerzas occidentales sobre las rusas.

Tal era la delicada situación que existía cuando dos oficiales alemanes, el almirante Hans Georg von Friedeburg y el coronel Fritz Poleck, llegaron al cuartel general del mariscal de campo Montgomery el día 4 de mayo. Iban enviados por el gobierno del almirante Karl Doenitz —que había asumido el poder al morir Hitler— para negociar la rendición de lo que aún quedaba del Tercer Reich. Pero Montgomery carecía de facultades para entrar en arreglos con los comisionados y los remitió a Eisenhower, quien se encontraba en su cuartel general de avanzada en la ciudad de Reims.

El gabinete de Doenitz había huído a Flensburgo, ciudad situada en la frontera germano-danesa. Las tropas británicas invadieron a Flensburgo y el gobierno quedó prisionero, pero continuó ejerciendo sus funciones. La potente radioemisora de Flensburgo estaba manejada por los alemanes bajo la censura aliada.

Se notificó al almirante Friedeburg que el nuevo gobierno alemán tenía que autorizar inmediatamente la rendición incondicional a los aliados occidentales y a Rusia. Friedeburg transmitió la respuesta a Doenitz.

En la mañana del domingo 6 de mayo, los corresponsales escogidos para el caso nos reunimos en un pequeño aeródromo en las afueras de París y subimos a un avión que salió para Reims. Éramos 17 corresponsales que representábamos indirectamente, por medio de nuestras respectivas agencias de noticias, a casi todos los periódicos y estaciones de radio del mundo aliado.

Mientras nuestro avión volaba hacia el Nordeste el brigadier general Frank A. Allen, jefe de la división de relaciones públicas del Mando Supremo, nos advirtió que las negociaciones de rendición podían fracasar y que si tal cosa ocurría, los efectos de una noticia prematura serían desastrosos. En consecuencia exigió que cada uno de nosotros se comprometiese a “no comunicar los resultados de aquella conferencia ni siquiera el hecho de su celebración hasta que el cuartel general del Mando Supremo autorizase la información”. Di mi palabra con absoluta buena fe e intención de honrarla. Y la honré.

En Reims nos llevaron al cuartel general de avanzada del Mando Supremo que ocupaba el edificio de ladrillo rojo de una escuela técnica y nos dijeron que esperásemos en un salón de clase del piso bajo. Estuvimos esperando nueve horas. Allen nos visitó unas cuantas veces e hizo diversas declaraciones según iban cambiando los planes de los que conferenciaban en la planta alta. En una ocasión dijo que se retendría el envío de nuestras informaciones hasta tanto que los jefes de los gobiernos aliados hubieran hecho pública la noticia de la rendición.

Por fin, a las 2,41 de la madrugada del lunes 7 de mayo, se nos permitió subir a la habitación donde se celebraba la conferencia y presenciar la firma de la rendición incondicional por el coronel general Gustav Jodl, nuevo jefe del Estado Mayor del ejército alemán, y el almirante von Friedeburg. Otros colegas nuestros menos afortunados, que se habían enterado de lo que ocurría por indiscreciones del personal de relaciones públicas a las órdenes de Allen, trataban de entrar en calor pateando las aceras de Reims en la desapacible madrugada..., aunque varios oficiales del cuartel general se las arreglaron para que sus amigas del Cuerpo Auxiliar Femenino y la Cruz Roja se deslizasen en la estancia y presenciasen el acontecimiento histórico.

Cuando todos hubieron firmado —Bedell Smith por el mando Supremo, el general Francois Sevez por Francia, el general Iván Susloparov por la Unión Soviética y el almirante Sir Harold Burrough por la Gran Bretaña— nos hicieron volver al salón de clase para esperar la decisión final en cuanto al momento de enviar nuestros despachos. A eso de las cuatro de la madrugada Allen se presentó y nos dijo: “Señores, el general Eisenhower desea que la noticia se haga pública inmediatamente por los efectos que puede tener en ahorrar vidas; pero le han atado las manos en las altas esferas políticas y nada podemos hacer para remediarlo. Se ha decidido que el momento de la publicación sea las tres de la tarde del martes, hora de París”.

Volamos de retorno a París entre los fulgores oro pálido del sol mañanero de mayo. A las diez de aquella misma mañana el general Allen tuvo una entrevista con la prensa en el Hotel Scribe, cuartel general de la sección de relaciones públicas. Fue una reunión tormentosa. Los corresponsales a quienes se había impedido asistir al acto de la firma protestaron ruidosamente. La incomprensible decisión de retener la publicación de la noticia por treinta y seis horas nos tenía desazonados a todos.

Altos oficiales del cuartel general de la Fuerza Expedicionaria Aliada me dijeron que el aplazamiento había sido ordenado por Washignton a requerimiento de los rusos, que querían celebrar otra ceremonia “más formal” en Berlín. Aquello era muy raro. La rendición de Reims era incondicional y Rusia había participado plenamente en ella. Cualquier otra ceremonia carecería de sentido, salvo para fines de propaganda soviética.

Ilustración 30: Montgomery recibe a los plenipotenciarios alemanes

[1]

Por dondequiera corrían los rumores del fin de la guerra y la extrañeza de que no se hubiese hecho público. Los periódicos parisienses de mediodía publicaban despachos de Londres en los cuales se decía que se estaban instalando altavoces en el número 10 de Downing Street y que Inglaterra esperaba solamente la publicación formal. Los soldados aliados en los frentes habían recibido comunicación oficial.

Por mi parte estaba convencido que si la orden de publicación no venía pronto, la noticia escaparía por algún otro conducto. Así ocurrió a las 2,03 de la tarde, hora de París. El conde von Krosigk, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno Doenitz en Flensburgo, hizo pública la rendición incondicional en una emisión radiada al mundo entero y dirigida a los “hombres y mujeres alemanes”.

Sabía yo que el gobierno de Doenitz no podía radiar la noticia sin consentimiento del Mando Supremo. Era evidente que el mismo cuartel general de la Fuerza Expedicionaria Aliada había quebrantado la consigna.

Intenté hablar por teléfono con el general Allen, pero me dijeron que estaba ocupadísimo y no podía recibirme. Acudí a la oficina del teniente coronel Richard H. Merrick, jefe de la censura estadounidense, y le enseñé el texto de la emisión de Flensburgo.

—Nada puedo hacer —me dijo—. Obedezco órdenes superiores. Yo había prometido guardar silencio “hasta que la noticia fuese hecha pública por el cuartel general del Mando Supremo”. En consecuencia, participé a Merrick que habiendo el Mando Supremo hecho pública la noticia por conducto de los alemanes, no me sentía obligado a mantener el silencio por más tiempo.

—Haga usted lo que quiera —me contestó.

Naturalmente le era imposible concebir que un corresponsal lograra enviar un despacho a través de la cortina de hierro que la censura creía haber tendido en torno al teatro europeo de guerra.

No fue el deseo de adelantarme con una información exclusiva lo que me impulsó inexorablemente a tomar aquella decisión, sino el convencimiento de que mi deber era dar la noticia. Aquello era un caso claro de censura política en violación flagrante del principio cardinal de la censura estadounidense, que la limita a materias de estricta seguridad militar. Nunca me he arrepentido de mi decisión.

Sabía que me era posible hablar con nuestra oficina de Londres utilizando el teléfono militar. Todo el mundo podía pedir “París, Comunicación Militar” desde el Hotel Scribe y lograr comunicación con cualquier teléfono de Londres. Cualquier agente enemigo en París pudo haber utilizado este procedimiento. El hecho de que el cuartel general de las Fuerzas Estadounidenses dejase abierta esta rendija en su organización, que se suponía hermética, es algo que sólo los militares pueden explicar.

Ilustración 31: La firma de la rendición alemana, en Reims

[2]

Puntualicé todos los detalles esenciales del acontecimiento de Reims —hasta donde era preciso— para hacer patente que no se trataba de un rumor sino del relato auténtico de un testigo ocular; que aquella era la noticia que el mundo estaba esperando.

—Bueno, ahora veremos lo que pasa —dije a algunos miembros de mi personal—. Tal vez no me dejen seguir entre ustedes mucho tiempo.

La tormenta sobrevino rápidamente. El general Allen suspendió las actividades de la Prensa Asociada en todo el teatro europeo. Hasta nuestros teléfonos de redacción quedaron incomunicados. Llovían mensajes de las otras agencias de noticias preguntando por qué no habían recibido ellas la noticia.

Mi despacho fue publicado y radiado en todo el mundo y dio lugar a gigantescas manifestaciones de júbilo. El mismo cuartel general de las Fuerzas Aliadas lo difundió por Europa en veinte idiomas desde la estación emisora del Alto Mando.

La suspensión impuesta por Allen a la Prensa Asociada ocasionó un bombardeo de protestas en los Estados Unidos. La autoridad militar no sólo había castigado a la Prensa Asociada sino a todos los periódicos y estaciones de radio que recibían sus noticias y a sus lectores y oyentes —precisamente cuando tenían vital interés en recibir noticias del teatro europeo de guerra. Se condonó el castigo a la Prensa Asociada, pero mi suspensión como corresponsal de guerra continuó en vigor.

Entonces marché a los Estados Unidos. Al llegar me encontré con que había estallado un violento debate nacional sobre la ética de mi acción, pero la superioridad de las opiniones a mi favor era abrumadora. La gran masa del público estadounidense opinaba que, puesto que la guerra había terminado, tenía derecho a saberlo.

Inmediatamente procuré que se me sometiese a un juicio imparcial en la confianza de salir reivindicado. Pedí al Ministerio de Guerra una explicación de cómo se había hecho la emisión de Flensburgo. La respuesta se demoró un año, pero por fin conseguí lo que deseaba; una declaración firmada por Bedell Smith, jefe de Estado Mayor del Mando Supremo, que decía:

“Ludwig Schwerin von Krosigk hizo pública oficialmente la rendición incondicional de Alemania en una emisión radiada desde Flensburgo al pueblo alemán y al mundo entero. Este anuncio se hizo obedeciendo órdenes del cuartel general del Mando Supremo de que se informase a las tropas alemanas por todos los medios posibles del hecho de la rendición y se les mandase cesar en la resistencia.”

El mismo cuartel general de la Fuerza Aliada Expedicionaria no sólo había autorizado la publicación de la noticia antes de la hora “oficialmente” fijada sino que había ordenado hacerlo así.

El resto fue fácil. El senador Sheridan Downey presentó hechos y pruebas al general Eisenhower, quien después de revisar el caso me devolvió mis credenciales de corresponsal de guerra. Por fin mi hoja de servicios quedaba limpia.

Los acontecimientos que siguieron mostraron el verdadero sentido de la ceremonia de rendición que pusieron en escena los rusos. Fue el primer paso de Moscú en la postguerra contra las potencias occidentales. El propósito de los rusos al pedir el aplazamiento de la publicación era ganar tiempo para organizar una ceremonia teatral en las ruinas de la capital alemana. Para que la rendición de Berlín pareciese ser la auténtica pidieron que se retrasase la noticia del acontecimiento de Reims hasta unas horas después de la representación de Berlín. Rechazóse esta pretensión, pero Truman y Churchill —este último a regañadientes y solamente obedeciendo a la presión de Washington— consintieron en retrasar aquella noticia, que los pueblos aliados tenían derecho a conocer, hasta que se celebrase la reunión de Berlín. Fue una concesión política que pudo haber costado vidas aliadas si el mismo cuartel general de la Fuerza Aliada Expedicionaria no la hubiese violado. Fue una de las decisiones incomprensibles del presidente Truman, una medida de apaciguamiento del período Yalta-Potsdam.

La prensa controlada del Soviet nunca ha publicado una palabra sobre la rendición verdadera de Reims. Al otro lado de la cortina de hierro la inmensa mayoría de la gente cree que el ejército rojo, con muy poca ayuda de los ejércitos de occidente, hizo rendirse a los alemanes. Esta falsa información puede influir sobre la buena disposición con que esas gentes vayan a una guerra futura.

La acción rusa estaba completamente de acuerdo con el concepto soviético de la Prensa como instrumento de propaganda; nuestra fue la culpa si caímos en la trampa.

De “The Atlantic Monthly”.



[1] La llegada de los plenipotenciarios alemanes, encabezados por el almirante Von Friedeburg, al cuartel general de Montgomery, que sale de la tienda para ir a su encuentro. En tal ocasión (4 de mayo de 1945) fue firmada la rendición de las tropas alemanas que operaban en Holanda, Alemania del Noroeste, Dinamarca, Heligoland e Islas Frisias.

Foto Camera Press. Londres.

[2] La histórica sesión del 7 de mayo de 1945, en Reims. En una sala del mando supremo aliado, Alemania firma su rendición incondicional. Por parte de Alemania, firmó Jodl; por los angloamericanos, Bedell Smith; por Rusia, Suslaparov; por Francia, Sevez. Eran las 2 y 41 minutos de la madrugada; a las 11 y un minuto de la noche del día siguiente, 8, cesó el fuego. Foto gentilmente cedida por el Museo Imperial de Guerra de Londres.

sábado, 12 de marzo de 2022

SGM: Cómo falló la operación Tifón

"El último batallón". Cómo falló la Operación Typhoon

Samsonov Alexander || Revista Militar



Los soldados del destacamento partidista Naro-Fominsk muestran el camino a Borovsk en un mapa a los tanqueros en un tanque T-40. Invierno de 1941-1942


Mareado de éxito


Evidentemente, la guerra relámpago del otoño de 1941 fracasó. Los alemanes no pudieron llevar a Moscú en movimiento. A principios de noviembre, la ofensiva alemana contra la capital soviética se ahogó en todas direcciones. La Wehrmacht se tomó un descanso. En la zona del Grupo de Ejércitos Norte, los alemanes no pudieron tomar Leningrado y unirse al ejército finlandés en el río. Swir. En dirección sur, las tropas del Grupo de Ejércitos Sur tomaron Rostov-on-Don el 21 de noviembre, pero el Ejército Rojo contraatacó con éxito y el 29 de noviembre recapturó Rostov.

De los informes sobre la situación cada vez más deteriorada en el frente, Hitler no extrajo conclusiones adecuadas. El Führer, intoxicado por las victorias de Vyazma y Bryansk, seguía creyendo que la guerra ya estaba ganada. En una conversación con el ministro de Relaciones Exteriores italiano, el conde Ciano, el 25 de octubre de 1941, Hitler argumentó que Rusia ya había sido derrotada. Ya soñaba con un gran avance hacia el Cáucaso y más allá de la India. El cuartel general alemán creía que Rusia ya no se recuperaría de sus pérdidas y estaba "en sus últimas etapas". Que los rusos están lanzando a la batalla a la última milicia.

El panorama real en el frente ruso era diferente.

Los rusos no iban a "morir" y resistían cada vez con más fiereza. Los recursos de la URSS no se agotaron. Por el contrario, la defensa cerca de Moscú se fortaleció significativamente. Se erigieron nuevas posiciones, la minería se utilizó ampliamente. Para minar las carreteras, se formaron 2 grupos de ingenieros operativos (9 batallones de zapadores en cada uno). El cuartel general formó todo un ejército de ingenieros, los batallones de trabajadores también participaron en la construcción y la población civil de Moscú y la región de Moscú estuvo involucrada.

Las alturas y los bosques brindaban buenas oportunidades para organizar la defensa, determinando las formaciones móviles del enemigo. El Ejército Rojo tenía bases de suministro cercanas, podía maniobrar fuerzas y transferirlas a direcciones peligrosas mediante los ferrocarriles Rockad. La Fuerza Aérea Soviética tenía aeródromos bien equipados alrededor de la capital. No fue la milicia la que se transfirió a la defensa de Moscú, sino que se transfirieron nuevas divisiones de personal, que fueron transportadas desde Asia Central, desde el Lejano Oriente, desde otros frentes.

Todavía no había suficientes tanques, entre los grandes fabricantes solo quedaban las plantas de Stalingrado y Gorky. Las fábricas de Kirov y Jarkov fueron evacuadas hacia el este. Les tomó tiempo comenzar la producción en masa. Pero las entregas ya han comenzado bajo Lend-Lease de los aliados de Inglaterra y Estados Unidos. Entonces, a fines de año, la URSS recibió 750 tanques británicos y 180 estadounidenses.

La Wehrmacht sufrió grandes pérdidas humanas y materiales, la capacidad de choque de las formaciones estaba cayendo. Las reservas preparadas para la Operación Tifón se agotaron. Las tropas vivían de suministros diarios que no podían satisfacer sus necesidades. Los soldados no tenían uniformes y equipo de invierno, ya que iban a terminar la guerra antes del invierno. El plan "Barbarroja", que se basó en la estrategia de la guerra a la velocidad del rayo, procedía del hecho de que la campaña rusa se completaría a más tardar, en el otoño de 1941.


A las advertencias del Subjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Terrestres, General Paulus, sobre posibles problemas en el suministro de tropas en el Frente Oriental, Hitler objetó:

“No quiero escuchar esta charla sobre las dificultades de abastecer a nuestras tropas en invierno ... No habrá campaña de invierno. Las fuerzas terrestres solo tienen que infligir unos pocos golpes más poderosos a los rusos ... Por lo tanto, prohíbo categóricamente hablar conmigo sobre la campaña de invierno ".

En la propia Alemania, a finales de octubre de 1941, los especialistas del complejo militar-industrial comprendieron claramente que era necesario incrementar radicalmente la producción militar. Es decir, necesitamos una transición de la idea de una guerra relámpago, cuando la economía y el pueblo vivían en su conjunto en un régimen normal, a la transferencia de la economía a un pie de guerra, la movilización total del país. Sin esto, la victoria es imposible.

En particular, Alemania tenía un sistema de reparación de tanques centralizado. Los tanques que no podían reparar y restaurar las unidades de reparación en el frente se enviaron a Alemania a las fábricas. El servicio central de reparación y restauración no tuvo tiempo de aumentar su capacidad, las fábricas estaban sobrecargadas y pudieron cumplir con las tareas de producción de nuevos tanques. Además, los ferrocarriles estaban sobrecargados con el transporte de tanques desde y hacia Alemania. Solo en 1942 cambiaron a un sistema descentralizado de reparación de vehículos blindados en la parte delantera.

El Führer también recibió un informe del general Thomas, en el que se señaló que la captura de la capital rusa no significó el colapso económico de la URSS. Para hacer esto, necesita al menos capturar la región industrial de los Urales. Sin embargo, esta valoración, contraria a los planes del Führer y su séquito, no encontró apoyo en el Cuartel General alemán. Allí, se concedió una importancia decisiva a la resonancia política dentro y fuera de Alemania, que habría provocado la toma de Moscú.

 
Los cazas de la 144a división de fusileros del destacamento de cazas del teniente Khaidakov con un sistema de misiles antitanque avanzan hacia una nueva línea de fuego cerca de Zvenigorod. Salen del barranco cerca de la Ciudad Antigua a la calle Krasnaya Gora. Noviembre de 1941

 
General del Ejército Georgy Konstantinovich Zhukov en el mapa en la sede del Frente Occidental en la aldea de Perkhushkovo. Noviembre-diciembre de 1941

  Cazas soviéticos LaGG-3 del quinto GIAP antes del despegue del aeródromo delantero. Frente de Kalinin. Invierno de 1941-1942

Toma Moscú a cualquier precio


Hitler y su séquito estaban convencidos de que los rusos apenas aguantaban, tenían que empujar y Moscú caería. La victoria está cerca, solo se necesita un último esfuerzo. El Führer confiaba tanto en el éxito total que ordenó el traslado de la mayor parte de la 2ª Flota Aérea a Italia . Para apoyar al Grupo de Ejércitos Centro, solo quedaba el 8º Cuerpo Aéreo.

Los generales alemanes de primera línea entendieron que sería difícil tener éxito en una nueva ofensiva importante, y era probable que fracasara. Sin embargo, no pudieron detener la ofensiva y ponerse a la defensiva hasta la primavera de 1942. Desde entonces era necesario admitir el fracaso de la blitzkrieg, toda la estrategia nazi en Oriente, e ir al plan "B", pero no existía. Ese reconocimiento podría dar lugar a complicaciones de política interior y exterior.

En una reunión de los comandantes de los grupos de ejércitos, que tuvo lugar el 13 de noviembre en Orsha, Hitler ordenó la captura de la capital rusa a toda costa. Fue apoyado por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Terrestres Brauchitsch, el Jefe del Estado Mayor General Halder, el Comandante del Grupo de Ejércitos Center Bock.

Debido al poco tiempo que quedaba antes del inicio del invierno y la falta de reservas estratégicas, los alemanes no llevaron a cabo reagrupaciones particularmente complejas. Los alemanes reanudaron su ofensiva a mediados de noviembre de 1941 en el mismo grupo. La dirección de los golpes principales era obvia para el enemigo. Por tanto, los alemanes perdieron ventaja en la maniobra.

Desde el noroeste, el tercer y cuarto grupo de tanques, parte de las fuerzas del noveno ejército de campaña, atacaron Moscú, en dirección suroeste, el segundo ejército de tanques. El 4º ejército de campaña atacó en las direcciones de Zvenigorod, Cuba, Naro-Fominsk, Podolsk y Serpukhov.

Un cuerpo de ejército, reforzado con tanques, operaba en cada dirección. El mando hitleriano planeaba aplastar las defensas enemigas con dos poderosos golpes, aplastar la agrupación moscovita del Ejército Rojo y esquivar rápidamente a Moscú desde el norte y el sur, cerrando las pinzas en el este de la capital. Entonces toma Moscú.

  Los soldados alemanes se calientan junto al fuego durante las batallas cerca de Moscú.

  Los soldados del Ejército Rojo se calientan junto al fuego durante la batalla de Moscú

El "tormento continuo" de Guderian


Simultáneamente con el rechazo de los ataques del noroeste ( "Los tanques siguieron adelante" ), se desarrollaron intensas batallas en la dirección Tula-Kashira.

El 50º ejército de Boldin se defiende aquí: 7 fusiles, 2 caballería, 1 división de tanques, 2 brigadas de tanques. Es cierto que después de la Batalla de Bryansk, el "caldero" y los intentos de contraataques, 800-2000 combatientes permanecieron en las divisiones, cada una con 2-3 baterías de artillería. La 108ª División Panzer del coronel Ivanov tenía 32 tanques ligeros, 11 cañones antiaéreos y de campaña, y la 32ª Brigada de Tanques tenía 13 vehículos. Solo la 413ª División de Infantería (fue transferida desde el Lejano Oriente) era pura sangre, tenía alrededor de 100 cañones y morteros.

El ejército de Guderian constaba de 4 tanques, 2 motorizados y 6 divisiones de infantería. El 24º Cuerpo Motorizado de Schweppenburg recibió la tarea de cubrir desde ambos lados y tomar Tula. Se suponía que el grupo de batalla de la 17ª División Panzer penetraría en Kashira, tomaría el puente sobre el Oka e impediría la llegada de refuerzos soviéticos desde Moscú. En retrospectiva, Guderian notó que las tareas asignadas al 2. ° Ejército Panzer eran "más que dudosas". Las capacidades de choque de las unidades móviles, que libraron batallas incesantes durante varios meses, disminuyeron significativamente, la infantería perdió sus vehículos y no tenía uniformes de invierno.

El 18 de noviembre de 1941, los alemanes lanzaron una ofensiva, rompieron las defensas soviéticas al sureste de Tula y comenzaron a abrirse paso en dirección a Kashira y Kolomna. Sin embargo, la resistencia de los rusos no se debilitó, sino que solo se intensificó, no hubo reservas para el desarrollo de un gran avance y las divisiones existentes fueron desangradas por batallas anteriores.

En los accesos a Tula, nuestra infantería y tanques operaban en pequeños grupos (2-3 tanques, una división de infantería y cazacarros) desde emboscadas, infligiendo grandes daños al enemigo. Ya en el tercer día de la ofensiva, Guderian se quejó de "el frío terrible", las miserables condiciones de acuartelamiento, la falta de uniformes, las grandes pérdidas "y la falta de combustible. Según el general alemán, el liderazgo de las operaciones de combate se convirtió en un "puro tormento".


 
Tanque soviético KV-1 derribado cerca de la prisión de Venev. El tanque pertenecía a la 32a brigada de tanques, fue noqueado el 27 de noviembre de 1941 durante las batallas por la ciudad.

El 25 de noviembre, el destacamento de avanzada de la 17ª División Panzer alemana, sin pasar por Tula desde el este, se abrió paso hasta Kashira. Es cierto que solo quedaban 5 tanques. Para eliminar el avance del enemigo, el comando soviético formó un grupo operativo del general Belov: 1er Cuerpo de Caballería de la Guardia, 112 División de Tanques del Coronel Getman, 9 Brigada de Tanques Kirichenko, dos batallones de tanques separados. El grupo estaba formado por hasta 100 tanques. El 27 de noviembre, el grupo de Belov, junto con la 173ª División de Infantería, lanzaron un contraataque contra el enemigo que se había abierto paso y lo arrojaron de regreso a Mordves. Al mismo tiempo, la 32ª brigada de tanques de Yushchuk atacó a Venev desde Tula.

Aturdido por la sorpresa y la fuerza de los golpes, el enemigo retrocedió 15 km y pasó a la defensiva. Guderian pidió permiso al comando para detener el avance. El 28 de noviembre, Bock dio tal permiso. Así, el ataque a Moscú desde Tula fue repelido.

Finalmente, Guderian intentó llevarse Tula de todos modos. Los alemanes tenían la intención de cerrar el cerco al norte de la ciudad. Todavía pudieron cortar el ferrocarril y la carretera Tula-Serpukhov, pero no tenían suficiente fuerza para más. A principios de diciembre, las tropas soviéticas lanzaron un contraataque y devolvieron al enemigo a sus posiciones originales. La ofensiva del ejército de Guderian en dirección a Tula se estancó.

 
Cálculo del cañón antiaéreo de 85 mm mod. 1939 (52-k) baterías del 732 ° regimiento antiaéreo en las líneas de defensa de Tula. Noviembre de 1941

 
Feljandarm y el Pz.Kpfw III ausf. H cerca de la sede de la 10ª División Panzer de la Wehrmacht, cerca de Moscú. Noviembre-diciembre de 1941

Tramo central


Simultáneamente con los ataques en los ejes de Volokolamsk y Tula, los nazis intentaron romper las defensas soviéticas en el sector central del Frente Occidental.

El 19 de noviembre de 1941, los alemanes lanzaron una ofensiva en el área de Zvenigorod con las fuerzas del 9º Cuerpo de Ejército (3 divisiones de infantería). El 4º ejército de campaña de Kluge intentó explotar el relativo éxito de la fuerza de ataque que avanzaba sobre Moscú en el norte.

El flanco derecho del 5.º Ejército de Govorov se vio obligado a retirarse. Luego, la 108.a división y la 22.a brigada de tanques de la reserva fueron transferidas al flanco derecho desde la dirección de Mozhaisk. En duras batallas, a finales de noviembre, los alemanes fueron detenidos en Zvenigorod.

El 1 de diciembre, las tropas alemanas fallaron al norte de Naro-Fominsk. Aquí, la infantería alemana, apoyada por unidades de la 19ª División Panzer y la 3ª Divisiones Motorizadas, se encajaron en las formaciones de batalla del 33º Ejército de Efremov. Los nazis intentaron abrirse paso por la retaguardia del 5.º Ejército, hasta Kubinka, en la carretera Moscú-Minsk. Pero el avance de los nazis fue detenido por los contraataques de los ejércitos 5 y 33, que incluían la 1ª División de Fusileros Motorizados de la Guardia de Novikov, la 5ª Brigada de Tanques de Sakhno, la 20ª Brigada de Tanques de Antonov y 5 batallones de tanques separados. El 4 de diciembre, nuestras tropas derrotaron al enemigo y restauraron el frente a lo largo del río. Nara.

 
Carga de tanques alemanes Pz.Kpfw. III a un andén de ferrocarril en una estación cerca de Moscú. Noviembre de 1941

 
Soldados del 175º Regimiento de Fusileros Motorizados de la 1ª División de Fusileros Motorizados de la Guardia en posición cerca de Naro-Fominsk. Noviembre de 1941

 
Los partisanos toman posiciones defensivas en el patio de la hilandería Naro-Fominsk. Diciembre de 1941

"El último batallón"


El mariscal de campo alemán Bock señaló que

"Ha surgido una situación en la que el último batallón que puede ser lanzado a la batalla puede privar el resultado de la batalla".

Pero el mando del Grupo de Ejércitos Centro no tenía reservas que pudieran lanzarse a la batalla. Las divisiones de tanques perdieron la mayoría de sus vehículos. Las divisiones de infantería fueron desangradas. El comandante Kluge informó:

"La efectividad de combate de los cuerpos 57 y 21 ha caído tanto que en términos operativos ya no importan ... Las bajas en personas son simplemente colosales".

Los alemanes no irrumpieron en la zona de defensa real de Moscú y agotaron por completo sus recursos humanos y materiales.

Mientras tanto, en la retaguardia soviética ya había nuevos ejércitos enteros: 1º choque, 20º, 10º y 61º. Constan de 18 divisiones y 10 brigadas. El 24º Ejército se reformó, el 60º Ejército se acercaba desde el distrito del Volga. Al mismo tiempo, los ejércitos 16 y 30 se reabastecieron de la reserva del cuartel general, que sufrió grandes pérdidas. Los ejércitos del Frente Kalinin se fortalecieron. Se enviaron tanques para reponer las unidades de tanques.

Por tanto, la Operación Typhoon fracasó.

Los ejércitos soviéticos se detuvieron y empujaron al enemigo en todas direcciones. Las fuerzas de ataque del Grupo de Ejércitos Centro estaban agotadas y sin sangre, más de 1.470 tanques se perdieron en noviembre. La mayoría de las divisiones perdieron hasta la mitad de su fuerza original. Los alemanes se pasaron a la defensiva.

Peor aún que las pérdidas materiales y humanas que pudieron reponerse, la situación fue con la moral. Los contraataques de las tropas soviéticas en algunos sectores del 2º tanque y 4º ejércitos de campaña provocaron un verdadero pánico entre los soldados alemanes. El comando admitió que las tropas habían perdido su habitual moderación y confianza en sí mismas. A los soldados alemanes les quedó claro que la guerra no terminaría rápidamente y que les aguardaban nuevas dificultades. Las esperanzas de un paseo fácil por el Este se estaban extinguiendo.

Guderian señaló:

“El ataque a Moscú ha fracasado. Todos los sacrificios y esfuerzos de nuestras valientes tropas fueron en vano. Sufrimos una grave derrota que, debido a la terquedad del Alto Mando, tuvo consecuencias fatales en las próximas semanas ”.

Junto con la Operación Typhoon, la estrategia de blitzkrieg finalmente fue enterrada.

Alemania estaba al borde de una crisis económica y militar. El 29 de noviembre de 1941, el ministro de Armas y Municiones, Todt, le dijo a Hitler que en el sentido económico-militar, la guerra ya se había perdido y se necesitaba un arreglo político.

Resultó que el Tercer Reich no estaba preparado para una guerra larga. Ni las fuerzas armadas ni la economía están preparadas. Que ni siquiera hay planes en caso de una guerra prolongada en Oriente. El escenario de que la guerra relámpago fracasaría ni siquiera se consideró.

 
Soldados alemanes abandonan el pueblo soviético en llamas

 
Forme partidarios del distrito de Solnechnogorsk de la región de Moscú. Noviembre de 1941

 
Soldados del destacamento partidista del distrito de Borovsky en reconocimiento

viernes, 11 de marzo de 2022

Peronismo: Cuando el dictador pedófilo salió a combatir a los terroristas que él mismo alentó

 

Cuando los empresarios huían del país espantados por la guerrilla y Perón decidió terminar con el ERP, FAR y Montoneros

El Presidente, a principios de 1974, tenía un objetivo principal: combatir a las distintas facciones guerrilleras de izquierda. Estas, mediante secuestros como el del ejecutivo de la ESSO Víctor Samuelson, se habían alzado con 22 millones de dólares y estaban aterrorizando a las empresas internacionales. “El peronismo no es marxista”, sentenció el general

Por Juan Bautista Tata Yofre || Infobae


El pedófilo dictador y corrupto Perón vs. el ERP, la última batalla del general

El sábado 1° de diciembre de 1973 en la tapa de La Opinión el matutino se preguntaba: “En las elecciones del 23 de septiembre último, el 90 por ciento del país se inclinó por los dos candidatos más votados, ¿eligió un programa de asesinato y expulsión de ejecutivos de compañías multinacionales, o un programa que determinara que esas compañías estuvieran al servicio de la Argentina?”.

“Otra pregunta: Al pueblo argentino, ¿le interesa o conviene que los ejecutivos de Ford abandonen el país, o que la Ford esté obligada a acatar planes argentinos de expansión de la industria automotriz y exporte automotores a Cuba sobre la base de una política de comercio exterior progresista y democrática?”.

Luego, la nota de tapa hacía hincapié que una semana antes “al salir de su casa en la Alta Córdoba, sucumbió John Albert Swint, gerente general de Transax, subsidiaria de la Ford: un comando de las FAP, emboscado en la vecindad, salió al cruce de su automóvil y lo ametralló. Swint, su chofer y uno de sus guardaespaldas murieron en el acto. Otro de los custodios quedó malherido.”

La larga nota a tres columnas finalizaba así: “Los balazos, la extorsión, las amenazas, violan la voluntad de la mayoría; es más, la agreden, porque el pueblo optó en marzo y en septiembre por el fin de todo desorden y por la realización de un programa progresista, un programa económico-social que se está implementando desde el 25 de mayo y que ayer recibió los elogios del Presidente Perón.”

El dictador Perón vuelve a su despacho en la Casa de Gobierno tras atravesar un problema cardíaco.

Los interrogantes del diario de Jacobo Timerman no fueron lanzados al azar. El día anterior el Presidente había pronunciado un discurso que, además de anunciar un aumento a los jubilados del 30 por ciento, intentaba llevar calma a la sociedad luego de una importante reunión de empresarios extranjeros con el Ministro del Interior, Benito Llambí, tras la ola de violencia terrorista en la Argentina.

Horas más tarde, Perón se reuniría con jefes militares en la residencia de Olivos. En esa cumbre, Perón tras una mirada general, pidió que se le sirviera otro café y prendió el segundo Kent, y observándolo al general Carlos Dalla Tea, jefe de la Jefatura II Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, a quien conocía muy bien porque había sido Agregado Militar en Madrid durante su última etapa del exilio, le dijo: “Dalla Tea, a veces veo en los diarios que hay una organización que se autodenomina Fuerzas Armadas Peronistas. En concreto ¿me puede decir qué es eso y cómo siguen funcionando?”

Perón tenía esta cuestión en su mente porque las FAP habían asesinado al Secretario General de la CGT de la Regional Mar del Plata, y habían matado al empresario de la empresa Transak, John Swint y sus dos custodias en Córdoba.

Rápido de reflejos, Dalla Tea respondió: “Señor Presidente aquí le presento un trabajo que contiene la información que me pide”. “No, general, háganos una resumen de ese grupo… esa secta”, se corrigió.

Entonces el militar abrió una carpeta, tomó algunos datos que leyó y luego con una precisa improvisación expuso: “Su origen se produce como consecuencia de la infiltración de cuadros políticos militares marxistas, instruidos en Cuba entre 1966 y 1967. No existe legislación legal que la reprima como organización ilegal”.

Tratando de medir la atención que reflejaban sus palabras, lo miró a Perón y dijo: “La organización FAP profesa una ideología seudoperonista y marxista”.

”Nadie es seudoperonista, se es o no se es peronista, y he dicho muchas veces que el peronismo no es marxista”, comentó Perón.

”Mi Teniente General, es lo que ellos declaman”, respondió un tanto incómodo Dalla Tea y Perón, entonces, aprovechó para contar una anécdota: “Esto me hace acordar a cuando John William Cooke decía que en el peronismo ‘hay un poco de derecha y otro poco de izquierda y en el medio hay aire’. Es cierto, hay un poco de las dos cosas pero contenido en una doctrina… y el aire ¿qué es el aire? ¿El pueblo? Eso no es aire, es el pueblo, es la masa peronista”.

La respuesta a los interrogantes y prevenciones de los empresarios nacionales y extranjeros, a la búsqueda de la paz que intentaba dar el Presidente en sus encuentros con la dirigencia política, oficial y opositora, llegó en menos de una semana. El 6 de diciembre de 1973, un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo secuestró al ejecutivo de la empresa norteamericana ESSO Víctor Samuelson en la ciudad de Campana.

El diario El Mundo, controlado por el ERP, publico la foto del secuestrado Samuelson, destacando que el rescate solicitado para la liberación del ejecutivo norteamericano trepaba a los diez mil millones de pesos viejos.

Samuelson, ejecutivo de la ESSO secuestrado por el ERP, en familia

El mismo día, la esposa del secuestrado coronel Florencio Crespo, con más de un mes de cautiverio en manos del ERP, se ofrecía a interceder ante las autoridades militares para el canje que proponían los terroristas: dejar en libertad al militar por los detenidos en ocasión del ataque del mismo grupo al Comando de Sanidad en la ciudad de Buenos Aires.

En una carta que se dio a publicidad, el militar afirmaba que se encontraba dispuesto a aceptar el juicio revolucionario de la organización terrorista que lo mantenía secuestrado aceptando la legislación y usos de la guerra establecidas en la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949. Se entendía que como contrapartida el PRT-ERP liberaría al militar después de la “condena” que recibiría, especulaba la prensa, pero no hubo ninguna reacción oficial al respecto. El reclamo del PRT-ERP, acogerse a la Convención de Guerra, fue una maniobra que no prosperó en ningún momento y quedó descartada de plano, aunque la organización guerrillera continuaría insistiendo en ese camino.

Según el relató que hizo el PRT-ERP, en su medio Estrella Roja, la brigada “Raúl” Oscar Tettamanti y Ricardo Silva de la organización había tomado prisionero a Samuelson para “someterlo a un juicio revolucionario”.

La inteligencia terrorista sabía que el empresario estadounidense almorzaba en el comedor de la empresa en Campana. Entonces, un grupo fue, copó el lugar, y lo secuestró. Todo el operativo fue dirigido por “El Tordo” Osvaldo Sigfrido De Benedetti y “El Cuervo” Carlos All, uno de los fundadores del ERP, fue el negociador.

Para ese entonces, la Inteligencia Militar le había redactado al presidente Perón un documento de “análisis” sobre el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)”, en el que se destacaban los siguientes párrafos:

- “(…) Para la dirección del ERP la situación económica no tiene soluciones a corto ni mediano plazo, siendo del caso destacar los fundamentos aducidos para negar cualquier posibilidad de radicación de capitales extranjeros a largo plazo se centran en la inestabilidad político-social del país y en la perspectiva de que los ejecutivos de las empresas ‘vayan a parar a una cárcel del pueblo’”.

- “El PRT-ERP considera al gobierno constitucional un adversario potencial aunque espera valerse de las eventuales concesiones que el mismo haga para incrementar sus tareas de propaganda y captación”.

- “Se ha concretado un primer paso hacia la continentalización de la lucha armada mediante el apoyo mutuo, el intercambio y la creación de un comité conjunto permanente entre el MIR de Chile, el MLN-T (Tupamaros) de Uruguay, el PRTB-ELN de Bolivia y el PRT-ERP de Argentina”.

-“El accionar armado del ERP no sufrirá variantes sustanciales, siendo del caso esperar acciones en colaboración con agrupamientos subversivos extranjeros”.

- “La calificación de débil que otorga el ERP al gobierno constitucional alentará el accionar de la organización y sus simpatizantes”.

Tapa de Estrella Roja anunciando el pago del rescate de Samuelson

El trabajo del Ejército era claro, aunque Perón no quisiera abiertamente reconocerlo: la Argentina se había convertido en un “aguantadero”, al decir de Horacio Bustos, un cultor del lunfardo, un “lugar transitorio para ocultar delincuentes u objetos afanados”.

En 1972 la guerrilla uruguaya estaba casi derrotada. Su dirigencia principal, gran parte de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), es detenida y encarcelada en penales donde se los rotaba.

Como declaró el terrorista Efraín Martínez Platero al periodista Alfonso Lessa, en La revolución imposible, para 1972 “había caído Raúl (Sendic), había caído el ‘Alemán’ Engler, había caído el ‘Pepe’ Mujica. Quedaba yo solo”. Fue en ese momento en que varios cientos de sus cuadros con experiencia militar y política abandonaron clandestinamente el Uruguay para quedarse en la Argentina o pasar a Chile, donde aún gobernaba Salvador Allende. Otros siguieron rumbo a Cuba para recibir instrucción militar.

“Domingo”, un integrante de la vieja guardia del MLN que se salvó milagrosamente en 1972, se refugió en la Argentina y fue el “responsable” del comité militar. Salió de Montevideo por el aeropuerto de Carrasco el 27 de septiembre de 1972, el mismo día que Efraín Martínez Platero. “Creo que con un vuelo de diferencia. Me acompañó una compañera ‘legal’ hasta Buenos Aires: la mujer de Luis Alemañy (a) ‘Luis Bolívar’. Yo venía de “El Abuso”, la fuga de Punta Carretas y estaba clandestino.”

“Domingo” cuenta cómo tras su paso por Buenos Aires en octubre de ese año sigue a Chile y luego viajó a una reunión con la dirección de la “orga” a Cuba. Luego vuelve a Chile para participar del simposio de Viña del Mar, en febrero de 1973, en el que participaron innumerables miembros de diferentes organizaciones armadas del Cono Sur y en el que el MLN adopta la línea marxista-leninista. Luego vuelve a Cuba por no más de quince días, retorna a Santiago de Chile y pasó a la Argentina. “Estoy en Buenos Aires a mediados de 1973, después ando por Corrientes, por Entre Ríos.”

El secuestro de Samuelson en la tapa de Estrella Roja

-¿Contaban con el apoyo de las organizaciones armadas argentina?

-Sí, sí. Yo iba todas las semanas al ejecutivo del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

-¿Qué relaciones mantenían con Montoneros y FAR?

-Con los Montos nos juntábamos en los boliches, conversábamos. Con todos los compañeros conversábamos. Porque estaban la FAL (Fuerzas Argentinas de Liberación) en esa época, las FAR, los Montos, y otras chicas que se reabsorben en Montoneros. Pero la influencia política en el MLN es del PRT. Y del Negro (Mario Roberto) Santucho, además.

-¿Dónde obtenían los recursos para financiar tan frecuentes viajes de los dirigentes?

-De los secuestros. Yo tengo el record nacional. No tengo el sudamericano porque los Montoneros me hicieron el de 60 millones de dólares (secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born, septiembre de 1974).

-¿Qué secuestros?

-En 1973, en la Argentina. Tres secuestros, 22 millones de dólares. Tengo uno de catorce millones, el de (Víctor) Samuelson.

-¿Fueron realizados con el ERP o con la Junta Coordinadora Revolucionaria?

-No, los hacíamos todos los de la Junta Coordinadora Revolucionaria: el ELN (Ejército de Liberación Nacional, de Bolivia), que no ponía gente, pero le dábamos guita; el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria, de Chile), que no operaba en Argentina, pero le dábamos guita también, el PRT y el MLN. Con Samuelson sacamos 14.000.000 dólares. Cinco millones con el (secuestro) de Swissair. Firmaba la Junta. Se mando plata a Chile para el MIR, se mandó al ELN, nos quedamos nosotros, y el toco grande se lo quedó el PRT-ERP.

Osvaldo Sigfrido De Benedetti

-En 1973 y 1974 ¿cuántas personas integraban el MLN de Argentina? ¿Mantenían su verdadera identidad o se hallaban clandestinos?

-Podrían ser entre 30 y 50 personas, no más. Estaban con documento falso. Y trabajamos en la Logística.

-¿Qué significa?

-Dónde estaban haciendo la “metra” en Buenos Aires? (se refiere a la fábrica de las ametralladoras JCR-1).

El líder histórico tupamaro Efraín Martínez Agüero años más tarde relató en Memorias de la insurgencia:

-¿Cuál fue el destino de los 22 millones de dólares obtenidos? (en la Argentina por los secuestros)

-El PRT-ERP quedó con la mayor parte para montar toda su infraestructura.

-¿En qué otras operaciones participó el MLN con la JCR?

-De finanzas y estudios operacionales con respecto a Tucumán. En Catamarca, en agosto de 1974, mueren dos tupamaros integrados al ERP, Hugo Cacciavillani y Rutilio Bentancour. En los años siguientes murieron en enfrentamientos o desaparecieron otros tupamaros integrados a organizaciones argentinas, en Buenos Aires, Monte Chingolo, Caseros, Tucumán. El 27 de agosto de 1973 yo estaba en Tucumán, en una reunión donde se estaba preparando toda la guerrilla.

Años más tarde en sus Memorias, Enrique Haroldo Gorriarán Merlo reconoció los secuestros del gerente de la compañía Swissair “por cuya libertad obtuvimos tres millones ochocientos mil dólares” y el secuestro de Víctor Samuelson, el gerente general de la empresa ESSO.

Según Gorriaran Merlo, la operación la realizó Osvaldo Sigfrido De Benedetti, (a) el “Tordo” (a) Alejandro, liberado de la cárcel de Devoto el 25 de mayo de 1973, donde se encontraba condenado a 12 años de prisión por el secuestro y asesinato del empresario italiano de la FIAT Oberdam Sallustro, y amnistiado por ley 25.508 del Congreso de la Nación dos días más tarde.

El “Tordo” también estaba señalado como uno de los causantes de la muerte del Teniente General Juan Carlos Sánchez, comandante del Cuerpo II. Murió en 1978. Su hermano Gabriel Francisco De Benedetti (a) “Tordito”, en el momento del secuestro de Samuelson, estaba preso por participar en el asalto al Comando de Sanidad, el 6 de septiembre de 1976, junto con 40 efectivos del PRT-ERP, entre los que se encontraban otros amnistiados en mayo de 1973.

Aunque con meros detalles dispares, Gorriarán reconoció que la negociación fue conducida por un jefe tupamaro con la colaboración de Carlos Emilio All, (a) “El Cuervo”, “Capitán Alejandro”, más tarde jefe de Inteligencia de la Compañía de Monte en Tucumán. También reconoció que el dinero entregado para el MIR no llegó a destino: “¡No podía creer que (al dinero) se lo hubieran robado!”. También aceptó la activa participación en el secuestro de Samuelson del cabecilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano Osvaldo “Chato” Peredo, quien junto con sus hermanos integró la expedición de Ernesto “Che” Guevara a Bolivia, donde murió fusilado el 9 de octubre de 1967.

El ERP planteaba que el gobierno de Perón era débil

El empresario Víctor Samuelson atravesó durante su cautiverio, como los coroneles Jorge Roberto Ibarzábal y Argentino del Valle Larraburu, entre otros, un desgarrador sufrimiento, que fue motivo de burla y risas en la revista Militancia N° 34 de Eduardo Luis Duhalde: “Servidor eficiente de una de las más grandes empresas multinacionales, el mentado Mr. Samuelson no pudo festejar, como acostumbran los ejecutivos extranjeros, este happy new year”. Fue liberado en abril de 1974.

Para ese entonces Perón había tomado el toro por las astas. El ERP, en enero de 1974, había atacado la Guarnición de Azul. Primero le ofreció la jefatura de la Policía Federal al general retirado Ibérico Saint Jean (luego gobernador de Buenos Aires durante el gobierno de facto de Jorge Videla) y, al no aceptar, designó al Comisario Mayor Alberto “Tubo” Villar, un especialista en guerra antisubversiva.

Perón, en esos días de enero de 1974, ya estaba al tanto de lo que tenía que enfrentar, aunque no su verdadera dimensión. Ya había sido asesinado José Ignacio Rucci por Montoneros y el PRT-ERP había intentado copar el Comando de Sanidad (6 de septiembre de 1973). Por ese entonces no dejaba de decir que a la subversión la corría con la Policía.

Cuando se asesinó a José Ignacio Rucci se llegó a la certeza de que FAR y Montoneros habían retomado la acción armada y “Perón allí decide que va a terminar con esos sectores”, observó Juan Manuel Abal Medina en la revista Siete Días (8 de marzo de 1983). Julio Santucho, hermano del líder del PRT-ERP, diría en su libro Los últimos guevaristas que durante “el último año de su vida, más que gobernar, Perón lo dedicó a combatir a la izquierda. Para ello desplegó una estrategia basada en la utilización combinada de métodos legales e ilegales”.

El jefe operativo del secuestro de Samuelson, “El Tordo” Osvaldo Sigfrido De Benedetti, detenido en Tucumán en 1974 y preso hasta el 20 de julio de 1978 (gobierno Jorge Rafael Videla), en que se le aplicó la ley de fuga, en 1998 alguien cobró por “detenido o exiliado”, como si estuviera vivo, la suma de $12.376.059 y figura en el Parque de la Memoria. Su hermano Gabriel, asaltante del Comando de Sanidad, cobraría en julio 1999 (gobierno Menem), por Ley 24.043 $ 6.519.236 y en julio de 2006 (gobierno Néstor Kirchner), en virtud de la Ley 24.411 la suma de $ 22.724.917. Ambas indemnizaciones sumaron la friolera de $ 29.244.153.


jueves, 10 de marzo de 2022

Guerra de Invierno: La vez que una pequeña nación humilló a los rusos

El ejemplo de la Guerra de Invierno: cómo una pequeña nación humilló al gigante ruso

En 1939 la URSS atacó a la minúscula Finlandia que, sin embargo, logró pararle los pies al gigante varios meses hasta lograr un armisticio; ¿cómo lo hizo?


  Finlandeses en 1940 durante la Guerra de Invierno contra la URSS. (Cedida)


Por Daniel Arjona || El Confidencial

Aguardaban ocultos en zanjas heladas a que llegara un tanque ruso. Justo entonces, mientras unos atascaban las ruedas con un tronco, otros corrían jugándoselo todo hacia la máquina inutilizada, metían su rifle por el cañón y las mirillas y disparaban a los soldados que iban en su interior. Era eficaz, pero también muy peligroso: el porcentaje de bajas de los equipos antitanque finlandeses superaba el 70 por ciento. Se movían sigilosos con sus esquíes por el bosque, invisibles con sus uniformes blancos, localizaban una columna soviética, subían a un árbol, identificaban a los oficiales enemigos que se calentaban a la luz de una hoguera y los liquidaban. También inventaron algo cuya procedencia muchos creen equivocadamente rusa, un arma popular tan barata como útil contra los tanques: el cóctel Molotov.

En el invierno de 1939-40 una pequeña nación escandinava entonces muy pobre de 3.700.000 habitantes sorprendió al mundo al resistir la invasión de un imperio gigantesco de 170 millones de personas. La contienda desatada entonces entre Finlandia y la URSS -una derivada regional en los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial-, mostró como en la ecuación entre el peso bruto de la fuerza del invasor y la motivación del que resiste luchando por su país y por sus propias familias, lo segundo puede compensar durante mucho más de lo que cabría esperar un salvaje desequilibrio de fuerzas. Estos días que muchos se aplican, ante el horror de la guerra entre Rusia y Ucrania, a esa tarea tan ardua y siempre arriesgada de buscar similitudes históricas, probablemente la 'Guerra de Invierno' sea la más interesante.

Soldados finlandeses con sus esquíes durante la Guerra de Invierno (1939-40) (Cedida)

El último que se ocupó extensa y brillantemente de la 'Guerra de Invierno' entre la URSS y Finlandia en los años 1939 y 1940 fue el historiador y premio Pulitzer Jared Diamond en su libro 'Crisis: cómo reaccionan los países en los momentos decisivos' (Debate). Allí dedicaba uno de los mejores capítulos a lo ocurrido entonces: "La cifra total de víctimas mortales finlandesas en la guerra contra la Unión Soviética fue de casi 100.000, hombres en su mayoría. Puede parecer una cifra modesta pero representaba el 2,5 por ciento de la población total de Finlandia y el 5 por ciento de los varones. Es como si hoy murieran en una guerra nueve millones de estadounidenses, casi diez veces más que el total de víctimas mortales de EEUU en todas las guerras de sus 240 años de historia".

Cómo lo hicieron

Diamond es algo parecido a un sabio genial. Profesor en la Universidad de California, políglota en seis idiomas y polímata versado en disciplinas tan dispares como la geografía, la fisiología, la biología evolutiva, la economía o la historia, ha escrito ensayos imponentes como 'Armas, gérmenes y acero' por el que ganó el Pulitzer en 1998, 'Colapso', o 'El mundo hasta ayer'. 'Crisis', su último libro, es una originalísima aportación a la historia comparada en la que, haciendo uso como modelo flexible de los métodos terapéuticos para resolver las crisis personales, se atreve a dilucidar qué es lo que hicieron bien -y mal- algunos países paradigmáticos de la contemporaneidad como Chile, Japón, Indonesia, Australia o Estados Unidos. O Finlandia en la Guerra de Invierno.

Buscaron que la victoria del enemigo fuera tan lenta, tan gravosa y tan costosa para los rusos como fuera posible

¿Cómo logró Finlandia resistir durante cuatro meses, desde la invasión rusa el 30 de noviembre de 1939 hasta el Tratado de Paz de Moscú de marzo de 1940, en una relación de fuerzas tan desequilibrada? Explica Diamond que los finlandeses no estaban tan locos como para pensar que pudieran ganar semejante enfrentamiento. Su objetivo desde el principio fue lograr que la victoria del enemigo fuera tan lenta, tan gravosa y tan costosa para los rusos como fuera posible y acabaran por recular. Y su feroz resistencia lo logró. Perdieron un 11 por ciento del territorio y aquella primera contienda solo fue la primera de otra serie de guerras que tuvieron que lidiar hasta que la gran conflagración mundial concluyó en 1945. Al término de esta, lograron algo más difícil aún si cabe, algo que la actual guerra de Ucrania ha cambiado al fin.

"Hoy en día", explica Diamond", Finlandia es famosa en todo el mundo por su tecnología y su industria, y se ha convertido en uno de los países más ricos del mundo, con una renta per cápita comparable a la de Alemania o Suecia. Su estabilidad está fundada en una flagrante paradoja: se trata de una socialdemocracia liberal que durante muchas décadas mantuvo una excelente relación de confianza con la antigua Unión Soviética comunista y después con la actual Rusia autocrática. Esa combinación de rasgos constituye un notable ejemplo de cambio selectivo".

 

miércoles, 9 de marzo de 2022

Argentina: Bandoleros en la Patagonia Norte

¡Otra que bandolero!

Río Negro











La siguiente anécdota ocurrió hace ya unos noventa años y quedó plasmada en los archivos de la misión salesiana.

Por ese entonces la localidad de Valcheta era una población incipiente cuyos habitantes al igual que todos los de la región del territorio rionegrino vivían siempre bajo el peligro y la amenaza de los bandoleros, legendarios por sus correrías.

Hombres facinerosos y furibundos deambulaban por los dilatados desiertos patagónicos viviendo de asaltos, ávidos de aventuras y de saqueos.

Por eso los pocos habitantes afincados en el pintoresco valle de Valcheta estaban bien armados. La Patagonia era por aquellos años virtualmente un verdadero Far West, donde hasta los más pequeños pleitos se resolvían a balazos.

Uno de los primeros colonos de Valcheta venido del sur de Italia fue don Nicodemo Larrosa. A diferencia de otros, desde su llegada a la pequeña colonia agrícola quiso echar raíces convirtiéndose en un paisano más: “Se hizo amigo del mate, del caballo, del perro ovejero, del asado y de los tehuelches. Tanto es así que contrajo nupcias con doña María, la hija del cacique Sacamata que se encontraba asentado en el lugar con su gente”.

Fue uno de los vecinos más acaudalados y respetados, propietario de varias chacras y un ejemplo de trabajo y honradez.

Jinete misterioso

Solía contar con voz emocionada anécdotas de su vida de inmigrante. Recuerda que una tarde “volvía arreando su puntita de ovejas para “las casas”, cuando a poca distancia divisó un jinete que se adelantaba hacia él. Era un hombre barbudo. Tenía un sombrero negro, agujereado y abollado por mil y una partes. Vestía una especie de chiripá también negro, pero totalmente hecho jirones.

El caballo flaco, cansino y sumido denotaba que había andado mucho y que venía de muy lejos. ¡Un bandolero! Fue lo primero que se le ocurrió a Larrosa, y maquinalmente echó mano al trabuco que solía llevar siempre al cinto. ¡Cuál no sería su terror cuando se dio cuenta de que no lo tenía! ¡Lo había olvidado ese día! Entretanto, el bandido avanzaba confianzudamente.

Larrosa lo hizo detener a una distancia respetable. Y desde unos quince metros, acariciando significativamente el cuchillo que llevaba, le preguntó qué quería y quién era… El bandolero se detuvo mucho más alarmado que el chacarero. Pero cuando escuchó esa pronunciación netamente italiana exclamó ante el asombro y la alegría de don Nicodemo: “¡Dio sia Benedetto! ¿Dunque lei italiano? ¡O Providenza Divina, grazie, grazie!”.

Y taconeando su jamelgo enderezó hacia Larrosa que aún no las tenía todas consigo, gritándole con un júbilo indescriptible sus más afectuosas salutaciones en correcto idioma italiano. ¡Era el padre Boido! ¡Era el buen padre Boido que llegaba por primera vez a Valcheta, extenuado por el hambre, deshecho por los trajines de ocho días de cabalgata! Cuando ya creía desfallecer y morir en el desierto patagónico, su caballo olfateó el valle del arroyo Valcheta y allá lo llevó, donde estaba la Providencia en la casa de don Nicodemo Larrosa”.

¿Era un asaltante que llegaba? Sí, era el misionero de Don Bosco que venía a tomar por asalto aquella población y conquistarla para Dios.

Salesianos en la Patagonia

Historias de vida y anécdotas de los inmigrantes italianos en la Patagonia que como en otros lugares contribuyeron con su tesón a forjarla y convertir los eriales en verdaderos vergeles.

Y retazos de vida de los salesianos que aquí como lo soñara San Juan Bosco encontraron su lugar en el mundo, como el Patirú Domingo Milanesio, el venerable enfermero santo Artémides Zatti, el padre “dotor” Evasio Garrone, el cardenal Cagliero y tantos otros.

Hombre de gran bonhomía y querido por toda la comunidad, don Nicodemo Larrosa falleció cargado de años y dejó una de las familias tradicionales que todavía siguen trabajando la tierra, como aquel inmigrante que un día lejano llegó lleno de sueños a forjar la querida Patagonia.

*Escritor de Valcheta



Los pocos habitantes afincados en el valle de Valcheta estaban bien armados. La Patagonia era por aquellos años un verdadero Far West, donde hasta pequeños pleitos se resolvían a balazos.


Datos

Los pocos habitantes afincados en el valle de Valcheta estaban bien armados. La Patagonia era por aquellos años un verdadero Far West, donde hasta pequeños pleitos se resolvían a balazos.