jueves, 6 de abril de 2023

Argentina: Sarmiento, el polímata

Domingo Faustino Sarmiento, el polímata

Cuando el sanjuanino comenzó a destacarse en la prensa chilena, a principios de la década de 1840, se decía que él –como muchos otros periodistas– era un “polígrafo”, esto es, alguien capaz de escribir sobre una multiplicidad de temas.
 



El 12 de octubre de 1868, Domingo Faustino Sarmiento asume la presidencia del país. Ocupó el cargo hasta el 12 de octubre de 1874.

Ricardo de Titto / Especial para “La Nueva.”

   En la actualidad se utiliza el término polímata para definir a aquellas personas capaces e instruidas en una gran variedad de disciplinas. Los polímatas son genios –o tienen rasgos geniales– porque se destacan por su adaptabilidad y solvencia para desenvolverse en ámbitos diversos. Se suele decir que Leonardo Da Vinci es el último “polímata” que dio la humanidad porque, prácticamente, condensó el saber de todas las ciencias y las artes de su época. Luego, con la modernidad, los avances en las distintas áreas del conocimiento motivaron la especialización y ya fue casi imposible que una sola persona resumiera el conjunto de las ciencias, las artes y las tecnologías. A tal punto es así que el intento por escribir una “Enciclopedia”, intentada por los franceses desde mediados del siglo XVIII, necesitó de un equipo de cerca de 40 colaboradores… y ni así se la logró terminar. Cada vez que se la daba por concluida, nuevos saberes irrumpían y exigían actualizarla.

Lo uno y lo diverso

   En nuestra América el escritor más destacado de mediados del siglo XIX -con la perspectiva que dio el tiempo– fue el sanjuanino Domingo Sarmiento. La vastedad de su obra implica los 52 tomos de unas Obras completas que reúnen cartas, escritos periodísticos, ensayos, discursos y libros. Entre ellos -cerca de veinte escritos con pluma, tinta y a luz de vela por las noches– se destacan varias obras maestras como “Civilización y Barbarie” (más conocido como el “Facundo”), “Recuerdos de Provincia”, “Educación popular” (“el libro que más quiero”, dijo él), “Campaña en el Ejército Grande” y sus “Viajes por Europa, Estados Unidos y África”, todos de factura en un término no mayor a diez años, entre 1845 y 1853.

   La diversidad de temas que aborda en ellos recorren desde la geografía y la historia a la sociología, la educación y la pedagogía, la novela de ficción, los diarios de viajeros comunes en aquellos años, los modelos de jurisprudencia y legislación vigentes, como las descripciones científicas, artísticas y técnicas.

   Era un observador agudo y un lector incansable y lo nutría una curiosidad insaciable, de modo que todo escrito lo enriquecía con especiales comentarios que ilustraban al lector y aportaban su opinión. Esa inmensa variedad que abarcaba su mirada se resumía en una pasión: la política, de modo tal que lo diverso se reunía en un “hacer”, la idea de transformar la realidad por medio de la lucha política.

   En el período en que el mundo occidental estaba dando forma a los modernos estados nacionales y en que la primera revolución industrial, la del vapor que movilizó ferrocarriles y barcos, comenzaba a dar paso a una segunda, con la electricidad, el petróleo, el telégrafo y la ametralladora rémington, los parlamentos, las asambleas constituyentes y las campañas electorales –cuando no, la lucha militar abierta–, eran el campo de disputa de las ideas. Y Sarmiento, que se había nutrido con las del iluminismo, el romanticismo y el socialismo, comprendió que ese escenario era su desafío. Y no solo para su país de origen, la Argentina, sino también para sus lugares de residencia como Chile y, aún, con una perspectiva americana y cosmopolita.

   Así –nuevamente– lo diverso se estructuraba alrededor de lo “uno”, la educación como herramienta clave para la construcción de ciudadanía y la disputa de programas y estrategias políticas, con la mira puesta en el progreso frente al conservadurismo propio de los largos trescientos años de influencia hispánica y colonial.

Lo teórico y lo político

   El respaldo al accionar político lo ofrecía la teoría política. Sarmiento nace y crece en su juventud influenciado por las ideas del iluminismo y el enciclopedismo que germinaron con la Revolución de Mayo de la mano de Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano. Madura con el romanticismo que, en tierras del Plata, introduce Esteban Echeverría y se instala con Juan B. Alberdi, Marcos Sastre y Juan M. Gutiérrez. Luego, Sarmiento accede al socialismo utópico de Saint-Simón y Fourier y piensa que “el romanticismo ha cumplido su ciclo”. Adhiere después al republicanismo que se fomenta desde los Estados Unidos desde Franklin y los redactores de “El Federalista” al antiesclavismo de Lincoln y a las teorías de Alexis de Tocqueville y Eduardo Laboulaye para, en su ancianidad, familiarizarse con los avances de la ciencia y la técnica que tenían lugar con Edison, Pasteur y Darwin y los pensamientos positivistas de Augusto Comte que alumbrarán en la Argentina a la Generación del 80.

   Como puede apreciarse, “el Siglo” –como se lo llamaba entonces–, le exigió plasticidad y pragmatismo para adaptarse a cambios sociales y políticos trascendentales que acompañan las luchas posteriores a la independencia americana desde 1825 en adelante. 

   Transitando esos cambios es donde fragua la extraordinaria figura de Sarmiento, “el cerebro más poderoso de América” al decir de Carlos Pellegrini al despedir sus restos y “el verdadero fundador de la Argentina”, en palabras del cubano José Martí. 

La curiosidad intelectual y el inconformismo

   El polímata Sarmiento -ese hombre que conoce bastante bien y puede referirse a casi todas las órbitas humanas– nace en una provincia marginal y atrasada del país, sin contacto franco con el mundo intelectual y es, como consecuencia, un voluntarioso autodidacta. 

   Sucesivamente estudió con apenas algún auxilio ocasional el francés primero, el inglés después, y el portugués, el italiano e incluso algo de alemán y, por lógica, también algo de latín, más tarde. Con la ayuda de diccionarios y descripciones fonéticas se acercó al pensamiento en boga a nivel internacional “traduciendo” las obras que llegaban a sus manos e imaginando o intuyendo buena parte de sus declinaciones y aproximándose a una pronunciación singular.

   Su motor era la insaciable curiosidad por el saber. Con rasgos que bien podrían caratularse de megalomanía, no se permitía a sí mismo desconocer los repliegues de un tema aunque se tratara de mundos alejados del propio como la moda, la pintura o la música. 

   Él debía estar en todo y atento a todo porque un país en formación precisaba de inventores. Es por eso que llega a afirmar que al leer la “Vida de Franklin” se sintió consustanciado con ese personaje multifacético –gran político y gran inventor– aceptando que “se sentía a sí mismo como un Franklin”, aún siendo muy joven.

   No es el caso acá rememorar su inmensa trayectoria pero recordemos que en la función pública fue diputado, senador, constitucionalista, gobernador, diplomático plenipotenciario, ministro y presidente de la nación. Que fundó los sistemas educativos de Chile y la Argentina –donde inspiró al Ley 1420 de educación pública, obligatoria y gratuita– y asesoró a los de Uruguay, Paraguay y Venezuela, que fue el fundador del sistema de Bibliotecas Populares y promocionó la lectura y traducción de obras en varios convenios entre países americanos y que, a su predicamento se debe el primer Censo Nacional, en 1869 –donde jerarquiza la importancia de la estadística como base de datos para tomar medidas–, y, entre 1869 y 1872, crea la Academia de Ciencias, el primer Observatorio 

   Astronómico y la pionera Exposición de Agroindustria en toda América latina, todos sucesos que, con perspectiva federal, se concretaron en Córdoba, durante su presidencia.

   Apuntemos, además, que poco antes de terminar su período, en 1874, dejó inaugurado el telégrafo submarino que conectó a la Argentina con Río de Janeiro, Europa y los Estados Unidos y que despidió su gobierno saludando por ese medio a las principales autoridades políticas del mundo, desde la reina de Inglaterra al Primer ministro francés y el presidente de los Estados Unidos.

   ¿Qué las pasiones, en oportunidades, le jugaron malas pasadas y tuvo exabruptos y palabras poco felices referidas a sectores marginados por la sociedad? Sin duda, lo que de modo alguna ensombrece su figura si se la aprecia de modo integral y contextualizada a su época y los valores predominantes por entonces. (Aunque solo detenerse en sus observaciones y acciones sobre el papel de la mujer podrían hacer cambiar de opinión a más de uno de los que lo abordan con prejuicios.)

   En opinión de quien esto escribe, Sarmiento es la única persona que desde México hasta Tierra del Fuego merece el título de genio. Un genio ineludible para la América latina y el mundo que, desde 1942 conmemora al 11 de septiembre como el “Día del Maestro Americano (o Panamericano)”, cuya obra literaria acaba de ser reconocida como la de uno de los cien escritos más importantes de la historia –el otro argentino de esa lista es Jorge Luis Borges– y cuyo apellido da nombre a uno de los asteroides -identificado en 1971– que orbitan en la zona estelar situada entre Marte y Júpiter. El 1971 VO “Sarmiento” tarda casi tres de nuestros años en completar una órbita al sol, para ser precisos, 979,2 días. Como diría Borges, que lo bautizó como “el primer argentino”... ¿será que precisa ese tiempo y esa distancia para seguir mirándonos críticamente y pensando en nosotros?

Un dato sorprendente: Los cargos en instituciones académicas y comunitarias

   1838. En San Juan, DFS funda con otros amigos la Sociedad Literaria. Con I. Cortínez y A. Aberastain realiza la primera publicación del semanario de El Zonda, del que se editan solo seis números.

   1843 enero. El gobierno de Chile lo designa director de la Escuela Normal de Preceptores, primera de su tipo en América Latina.

   1843. Es designado miembro del Cuerpo Académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de Santiago de Chile.

   1845. El gobierno de Chile le encomienda una misión en los países europeos de estudio de los sistemas educativos y de colonización.

   1847. Debido a su monografía sobre la “Entrevista de Guayaquil”, es incorporado al Instituto Histórico de Francia.

   1851. Es designado miembro del Estado Mayor del Ejército Grande de Sudamérica.

   1852. El emperador del Brasil, Pedro II, le otorga la condecoración de la Orden de la Rosa, por su actuación en el combate de Tonelero. Es elegido en San Juan diputado al Congreso Constituyente de Paraná, decisión que luego queda nula. El gobierno chileno lo designa para que organice y dirija El Monitor de las Escuelas Primarias.

   1854. En Buenos Aires es elegido representante a la primera Legislatura constitucional del Estado (no se incorporó). 

   1855. Es designado miembro del Consejo Consultivo de Gobierno, creado por el gobernador P. Obligado y nombrado profesor de Derecho Constitucional en la UBA

   1856. Es elegido miembro del Concejo Municipal de la Ciudad, director de Escuelas de Buenos Aires (1856-1862) y ministro de Gobierno de Mitre.

   1857. Es elegido Senador a la Legislatura de Buenos Aires; renueva la banca en 1860 y 1861.

   1858. Con la colaboración de Juana Manso comienza la edición de los Anales de la Educación Común, órgano del Departamento de Escuelas.

   1859. Coloca la piedra fundamental de la Escuela de Catedral al Norte y se publica su Informe como Jefe del Departamento de Escuelas del Estado. Tras la derrota porteña en Cepeda es segundo jefe de línea de defensa.

   1860. Es designado ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, hace un memorable discurso de clausura en la Convención de Buenos Aires y en julio, en la celebración de la unión del Estado de Buenos Aires y la Confederación, ingresa a la masonería junto con el presidente Derqui, Urquiza y Mitre. Es elegido convencional constituyente.

   1861. Renuncia al cargo de ministro de Gobierno.

   1862. La Sala de Representantes de San Juan lo designa gobernador interino y, luego, gobernador titular. Inaugura la Quinta Normal de Agricultura.

   1863. El presidente Mitre lo nombra enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en los Estados Unidos.

   1864. Es ministro plenipotenciario en Estados Unidos y concurrente en Chile y Perú. Participa del Congreso Americano reunido en Lima. 

   1865. Pronuncia su discurso de recepción ante la Sociedad Histórica de Rhode Island.

   1867. Publica la revista Ambas Américas, de la que aparecen cuatro números que redacta casi íntegramente. Asiste a la Exposición Universal de París.

   1868. La Asamblea Legislativa de San Juan lo elige senador nacional y el presidente Mitre lo designa ministro del Interior (no acepta ninguno de esos cargos). En junio la Universidad de Michigan le otorga el título de doctor en leyes honoris causa. En octubre asume como presidente de la nación.

   1869. Crea la Inspección de Telégrafos y de la Biblioteca Nacional. Impulsa la contratación de maestras y maestros norteamericanos, con respaldo de Mary Mann. Se inaugura el telégrafo entre Buenos Aires y Rosario que un año después, se extiende a Córdoba. Ejecución del Censo Nacional; sanción del Código Civil; nombramiento de Benjamin Gould como director del Observatorio Astronómico.

   1870. Creación el Colegio Militar de la Nación; sanción de la ley de fomento y creación de Bibliotecas populares; ley que crea un premio a quien descubra una mina de carbón en condiciones de explotación. Creación de la Escuela Normal de Agricultura en Santa Fe.

   1871. Creación del Boletín Oficial de la Nación; se instala la Escuela Normal de Paraná; inaugura la Exposición Nacional de la Industria y productos argentinos, en Córdoba. El gobierno de Venezuela da el nombre de Sarmiento a una escuela del Estado. Se instala el Observatorio Astronómico y DFS da el discurso inaugural.

   1872. Adopción en el país del sistema métrico decimal; primer despacho del telégrafo trasandino, creación de la Academia de Ciencias de Córdoba; creación de la Escuela Naval, del cuerpo de taquígrafos del Congreso Nacional, construcción de la Casa de Correos. 

   1873. Abre sus puertas el Banco Nacional, creado con su apoyo; ordena recorrer las costas patagónicas por las goletas Brown y Rosales para reivindicar la soberanía argentina.

   1874. Inaugura en Concordia el Ferrocarril del Este; el Congreso aprueba su proyecto de creación del Parque Tres de Febrero y es designado presidente de la Comisión de Ornato y Conservación, inaugura el cable transoceánico y el servicio telegráfico transcontinental. 

   1875. Es elegido senador nacional por San Juan, es director general de Escuelas de la provincia de Buenos Aires (hasta 188l).

   1876. Comienza la publicación de la revista Educación Común de la provincia de Buenos Aires.

   1878. Miembro honorario de la Academia Nacional de Ciencias.

   1879. Renuncia a sus cargos públicos para aceptar el Ministerio del Interior (titular) y de Relaciones Exteriores (interino). 

   1880 .Ocupa un cargo en el Consejo Nacional de Educación. Es designado para hablar en la recepción de los restos del general José de San Martín.

   1881. Es superintendente general de Escuelas del Consejo Nacional de Educación, publica El Monitor de la Educación Común; sanción de la Ley 1130, con el objetivo de unificar el sistema monetario en el país. 

   1882. En el Teatro Nacional dicta su erudita y comentada conferencia sobre Charles Darwin, que se publica. Asciende al grado de general de división.

   1883 Viaja a Montevideo. Habla en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela Normal.

  1884 .Se aprueba la Ley 1420 de Educación. Viaja a Chile, comisionado por el gobierno, y suscribe una convención entre la Argentina, Chile, Uruguay y Colombia para la traducción al castellano de obras literarias de relevancia. En Junín se levanta el acto de iniciación de los trabajos de transformación industrial de la laguna Mar Chiquita, que es bautizada Mar Sarmiento. Primera emisión de billetes del Banco Nacional de Peso Moneda Nacional (m$n), moneda vigente en el país entre 1881 y 1969. Los billetes eran de 5, 10, 20 y 50 centavos y llevaban, respectivamente, las imágenes de Avellaneda, Sarmiento, Mitre y Urquiza. 

   1886. Viaja a Córdoba y Tucumán. Denuncia la precariedad laboral en los ingenios tucumanos. Con motivo de una epidemia de cólera, es nombrado presidente de la Comisión Nacional de Auxilios en el Interior.

   1888. Colabora en la preparación de un proyecto de ley de educación para Paraguay. Escribe en diversos periódicos sobre industrialización y desarrollo. Fallece el 11 de septiembre en Asunción.

   1891. Se promulga la Ley Nacional de Protección de Animales (Nº 2786), llamada comúnmente “Ley Sarmiento”. Desde 1898 la Sociedad Protectora se denomina “Sociedad Sarmiento”.

   1895. Carlos Delcasse compra la isla de Sarmiento en el Delta para dedicarla a un santuario de aves.

   1896-1897. Se construye el primer buque escuela, la Fragata Sarmiento.

   1910. Por ley 7062 su casa natal es declarada Monumento Histórico Nacional; el primer MHN de la historia argentina.

miércoles, 5 de abril de 2023

Guerra de los Boers: La incursión de Jameson

La incursión de Jameson, Orígenes de la Guerra de Sudáfrica: 1895-1899

Weapons and Warfare

 


La lucha del siglo XIX por la supremacía en Sudáfrica entre los imperialistas británicos y los republicanos bóers culminó el 11 de octubre de 1899 con el estallido de la Guerra de Sudáfrica (Segunda Guerra Anglo Boer). La soberanía británica sobre la empobrecida república bóer de Transvaal, sin salida al mar, parecía razonablemente controlada hasta septiembre de 1886, cuando se descubrieron allí los depósitos de oro más ricos del mundo. De repente, los republicanos agrarios, que sólo una generación antes habían emigrado al interior de África para escapar del dominio y la cultura británicos, obtuvieron poder económico y político internacional a expensas de los británicos.

El primer ministro del Cabo, Cecil Rhodes, respondió rápidamente utilizando los ferrocarriles como herramientas del imperialismo. Sus agentes intentaron comprar la concesión ferroviaria de Delagoa Bay a los portugueses, cuyo tramo corto de la línea oriental proyectada de Transvaal necesitaba conectarse en la frontera para llegar al puerto libre británico de Loreno Marques. Promovió la construcción de una línea noroeste que amenazaba con dejar el Transvaal fuera de gran parte del tráfico del norte. Cuando en 1891 el Transvaal quedó virtualmente en bancarrota, Rhodes se ofreció a ayudar al presidente Paul Kruger. A cambio de un monopolio ferroviario de dos años sobre el tráfico a los campos de oro, el Cabo prestó fondos a Transvaal para construir su línea sur desde el río Vaal hasta Johannesburgo, que se inauguró en septiembre de 1892 y conectaba los campos de oro con los puertos del Cabo a través del Orange. Estado libre. El Acuerdo de Sivewright dio a los propietarios de minas acceso a equipos de minería pesados, restableció la confianza de los inversores y permitió que Transvaal hiciera circular el préstamo Rothschild para completar la línea este de Pretoria. Su inauguración en enero de 1895 y el éxito del Transvaal en engrandecer la animosidad colonial entre el Cabo y Natal, de los cuales este último estaba construyendo la línea rival Durban-Johannesburgo, fueron grandes victorias para los republicanos ferroviarios.

Cuando el Acuerdo Sivewright llegó a su fin a fines de 1894, el Cabo comenzó una guerra de tarifas ferroviarias y aduaneras. El Transvaal tomó represalias aumentando las tarifas ferroviarias en su sección de 51 millas de la línea Cape ports-Johannesburgo. El Cabo eludió este aumento descargando algunos bienes en vagones de bueyes en la frontera del río Vaal de Transvaal. Luego, estos productos se transportaban a través de las derivas (bajíos) y se entregaban directamente a los comerciantes de Johannesburg sin atravesar una sola milla de la línea sur de Transvaal. Kruger estaba furioso.

Cuando Kruger cerró las derivas a los carros de bueyes que transportaban mercancías en el extranjero el 1 de octubre de 1895, el Cabo protestó porque Kruger había violado la soberanía británica. A medida que se profundizaba la crisis de las derivas, Rhodes adaptó en secreto el Plan Loch, que el Alto Comisionado Sir Henry Brougham Loch había concebido a mediados de 1893. Loch había previsto una intervención imperial directa, provocada por los disturbios civiles en Johannesburgo, para obligar al Transvaal a unirse a Sudáfrica bajo la bandera británica. Durante 1895, Rhodes y sus agentes conspiraron con partidarios armados en Johannesburgo para ayudarlo a derrocar al gobierno bóer. El 18 de octubre, solo dos días después de que un ultimátum privado británico exigiera que Kruger abriera los ventisqueros, la Chartered Company de Rhodes adquirió una franja de tierra de seis millas de ancho en el Protectorado de Bechuanalandia a lo largo de la frontera occidental de Transvaal. Pitsani, un asentamiento aislado en la franja próxima a Johannesburgo, fue seleccionado como campamento base en el punto álgido de la Crisis de Drifts por el administrador de Rhodesia y amigo de confianza de Rhodes, el Dr. Leander Starr Jameson, en caso de que fuera necesario para llevar a cabo el ultimátum. Desafortunadamente para Rhodes, Kruger reabrió las derivas y puso fin a la crisis.

El Cabo seguía amenazado de quiebra. Mientras Kruger controlara el centro dorado de Johannesburg, podría enfrentar al Cabo contra Natal y ambos contra su línea oriental libre de británicos. Por lo tanto, una importante causa económica y política de la Guerra de Sudáfrica puede encontrarse en las políticas opuestas de los imperialistas ferroviarios y los republicanos ferroviarios, exacerbadas y dejadas sin resolver por la Crisis de las Derivaciones.

El 29 de diciembre de 1895, solo siete semanas después de la Crisis de las derivas, Jameson invadió el Transvaal desde Pitsani. Una fuerza más pequeña incursionó desde Mafeking, a unas 30 millas al sur en Bechuanalandia británica, y se unió a Jameson en Malmani. Juntos, unos 500 hombres de la policía de Chartered Company cabalgaron hacia Johannesburgo.

Para el 30 de diciembre, los Boers sabían que Jameson había invadido. Los aliados de Jameson en Johannesburgo se negaron a ayudar. Los exploradores lo traicionaron. Las autoridades imperiales de Londres y Sudáfrica le ordenaron retirarse. El se negó.

El día de Año Nuevo, los bóers tendieron una emboscada a los asaltantes de Jameson en un valle a tres millas de Krugersdorp. Rodeado, Jameson se rindió en Doornkop, a unas veinte millas al oeste de Johannesburgo. Sus fuerzas habían sufrido 17 muertos y 55 heridos; los Boers perdieron un muerto. Los Boers también recuperaron la correspondencia y los libros de códigos de Jameson que revelaron tanto la profundidad como los partidarios de la conspiración. Después de tres semanas en la cárcel de Pretoria y después de que Rhodes pagara un cuantioso rescate, Kruger entregó a Jameson a las autoridades británicas. Procesado, declarado culpable y condenado a 15 meses de prisión, el médico fue puesto en libertad antes de tiempo por problemas de salud. Sobrevivió a Rodas y se convirtió en primer ministro del Cabo.

La Crisis de los Drifts y el ataque de Jameson envenenaron las relaciones imperiales-republicanas en Sudáfrica, disminuyeron la oposición de los bóers a Kruger y distanciaron al aliado ferroviario del Cabo, el Estado Libre de Orange, que compró su sección de la línea troncal del Cabo a Johannesburgo y firmó un acuerdo militar. tratado con el Transvaal. La desconfianza, el jingoísmo y la inflexibilidad se combinaron para iniciar la guerra el 11 de octubre de 1899 públicamente por los derechos políticos de los uitlander (inmigrantes) en el Transvaal. Cuando se firmó el Tratado de Vereeniging el 31 de mayo de 1902, Inglaterra había gastado alrededor de 230 millones de libras esterlinas. De los aproximadamente 450.000 soldados imperiales y coloniales que sirvieron en la guerra, más de 22.000 yacían muertos. Al menos 7.000 soldados boer murieron de los 87.000 que lucharon. Se estima que 28.000 de 136.000 hombres, mujeres y niños bóer encontraron la muerte en 50 campos de concentración británicos; 22.000 eran niños menores de 16 años. Aproximadamente 15.000 africanos murieron ayudando a ambos bandos.

La historiografía de las causas de la incursión y la guerra es rica e inestable. Las grandes teorías y los estudios de casos se han centrado en las causas económicas, políticas, diplomáticas, estratégicas y culturales, así como en las motivaciones de los actores individuales. Joseph Schumpeter (1951) sugirió que la naturaleza atávica (feudal) de la cultura y la sociedad británicas era la responsable. Ronald Robinson y John Gallagher (1961) argumentaron que solo equilibrando las políticas, los eventos y los actores en la metrópoli (Londres) con los de la periferia (el sur de África y otros lugares) se podrían identificar las causas principales.

El capitalismo y el oro han sido examinados desde varias perspectivas. En 1900, John Hobson argumentó que el conflicto era una guerra capitalista que se libraba para proteger a los inversores británicos y a los millonarios sudafricanos. Más recientemente, Shula Marks y Stanley Trapido (1992) han argumentado desde la perspectiva de la economía política que el acceso al oro de Transvaal, tan crucial para la salud de la economía internacional, también fue fundamental para la posición de Londres como capital financiera mundial. Jean Jacques Van-Helten (1982) ha investigado el impacto de las políticas de oro del Banco de Inglaterra en el estallido de la guerra.

En contraste con los argumentos económicos, en 1900 Leo Amery creía que la guerra fue causada por diferencias políticas entre gobiernos. Andrew Porter (1980, 1990) ha encontrado las causas de la guerra en la política de la metrópoli y las consecuencias de esas políticas en Sudáfrica. Iain Smith (1990) ha argumentado de manera similar, destacando el mantenimiento de la supremacía británica en Sudáfrica y la seguridad de la ruta marítima a la India.

Mordechai Tamarkin (1997) ha señalado a Alfred Milner, el inflexible alto comisionado de Sudáfrica, mientras que Ethel Drus (1953) ha criticado a Joseph Chamberlain, secretario de Estado para las colonias en el gabinete de Salisbury, por colaborar con Rhodes durante la Crisis de las Deriva. y en los preparativos del fiasco del allanamiento; ambos funcionarios, han sostenido estos historiadores, tienen grandes responsabilidades en la guerra, ya sea por motivaciones políticas o económicas. La historiografía boer, ejemplificada por JH Breytenbach (1969-1977), generalmente ha visto la guerra como un conflicto entre un poder imperial, capitalista y agresivo que busca arrebatar la independencia de una república agraria virtuosa para sus propios fines materiales.

La guerra continúa intrigando a los estudiosos. Ian Phimister (1993) ha sugerido que el trabajo futuro se concentre en temas regionales en el sur de África, la naturaleza del gobierno y las políticas económicas de Kruger, y el carácter de la supremacía británica. En el centenario de la Guerra de Sudáfrica, el consenso entre los historiadores sigue siendo difícil de alcanzar.

Otras lecturas
Breytenbach, JH Die Gieskiendenis van die Tweede Vryheid soorlog in Suid-Afrika.
5 vols. Pretoria: Muere Staatsdrukker, 1969-1977. Drus, E. "La cuestión de la complicidad imperial en la incursión de Jameson". Revisión histórica inglesa. 58, núm. 269 ​​(octubre de 1953): 582-587. Marks, S. y S. Trapido. "Lord Milner y el estado sudafricano reconsiderado". En Imperialism, the State and the Third World, editado por M. Twaddle. Londres y Nueva York: British Academic Press, 1992, 80-94. Phimister, I. "Descifrando la lucha por el sur de África: la incursión de Jameson y la guerra de Sudáfrica revisada". Diario histórico sudafricano. 28 (1993): 203-220. Porter, A. Los orígenes de la guerra de Sudáfrica: Joseph Chamberlain y la diplomacia del imperialismo, 1895-1899. Manchester: Prensa de la Universidad de Manchester, 1980. —. “La Guerra de Sudáfrica (1899-1902): Contexto y motivo reconsiderados”. Revista de Historia Africana. 31, núm. 1 (1990): 43-57. Robinson, R. y J. Gallagher con A. Denny. África y los victorianos: la mente oficial del imperialismo. Londres: MacMillan, 1961. Schumpeter, JA Imperialismo. Oxford: Blackwells, 1951. Smith, I. "Los orígenes de la guerra de Sudáfrica (1899-1902): una reevaluación". Diario histórico sudafricano. 22 (1990): 24-60. Tamarkin, M. "Milner, los afrikaners del Cabo y el estallido de la guerra de Sudáfrica: de un punto de retorno a un callejón sin salida". The Journal of Imperial and Commonwealth History 25, no. 3 (septiembre de 1997): 392-414. Van-Helton, JJ "Imperio y altas finanzas: Sudáfrica y el patrón oro internacional, 1890-1914". Revista de Historia Africana. 23 (1982): 529-546. Wilburn, K. “Motores del Imperio y la Independencia: Ferrocarriles en Sudáfrica, 1863-1916. ” En Railway Imperialism, editado por CB Davis y KE Wilburn. Nueva York: Greenwood Press, 1991. —. "La crisis de las derivas y la incursión de Jameson: una revisión del centenario". Revista de historia imperial y de la Commonwealth. 25, núm. 2 (mayo de 1997): 219-239.

martes, 4 de abril de 2023

Vikingos: Los ejércitos que asolaron Inglaterra en el siglo 9

Ejércitos vikingos que recorren Inglaterra

W&W




Los acontecimientos de 1006 fueron típicos de la calamidad que azotó a Inglaterra entre 980 y 1016: una generación de creciente miseria durante la cual los ejércitos vikingos vagaron prácticamente sin oposición por las colinas del sur de Inglaterra, saqueando e incendiando a voluntad. Una idea de la escala de la violencia puede medirse simplemente por el número de conflictos registrados, particularmente una vez que se inició el siglo XI. En toda Inglaterra, hubo (más o menos) ochenta y ocho casos de violencia armada registrados en el registro escrito en los treinta y cinco años hasta 1016 inclusive; esto se compara con cincuenta y un eventos de conflicto registrados durante los ochenta años anteriores. Para la gente del sur de Inglaterra, cuya experiencia de las incursiones vikingas se había disipado a principios del siglo X,

Por supuesto, hay algunos problemas aquí sobre la confiabilidad del registro escrito (los cronistas a veces tenían un interés creado en minimizar o exagerar las tribulaciones de varios monarcas), pero es evidente que el cuarto de siglo después de la muerte de Eric Bloodaxe en 954 había sido notable por su estabilidad, su falta de incidentes dramáticos. Esto parece, en gran parte, haberse debido al firme control de un rey, un hombre en gran parte olvidado hoy en día, pero con una buena reputación de ser uno de los reyes anglosajones de Inglaterra más exitosos e impresionantes: Edgar pacificus. – Edgar el Pacífico. Es un nombre que evoca imágenes de tranquilidad y contemplación, un gobernante justo y gentil cuyo gobierno benévolo marcaría el comienzo de la era dorada de paz y abundancia que los cronistas del siglo XII imaginaban que él y sus súbditos habían disfrutado. Sin embargo, fueron ellos

El rey Eadred murió en 955, un año después de ver su gobierno ampliado, formal y finalmente, para incluir a Northumbria dentro del reino inglés. Fue sucedido por su sobrino Eadwig, el hijo de Edmund, pero murió en 959 y fue sucedido por su hermano, Edgar. El logro más famoso del reinado de Edgar, y el único incidente por el que se le recuerda principalmente, se produjo hacia el final de su vida. En 973, llegó a Chester con, según la Crónica anglosajona, toda su fuerza naval, para reunirse allí con los otros gobernantes principales de Gran Bretaña. Diferentes historiadores normandos ofrecen listas variables de los potentados que estuvieron presentes, pero probablemente entre ellos estaban Kenneth II de Escocia, Malcolm de Strathclyde, Iago ab Idwal Foel de Gwynedd y Maccus Haraldsson, a quien Guillermo de Malmesbury llamó archipirata ('archi-pirata') y otros se refirieron como plurimarum rex insularum ('rey de muchas islas', probablemente Man y las Hébridas). Sin duda, había temas serios y prácticos para discutir: asuntos de fronteras y seguridad y la seguridad del transporte marítimo y el comercio, etc. Sin embargo, lo que los historiadores anglo-normandos consideraron apropiado registrar que sucedió allí fue un espectáculo extraordinario: al menos media docena de los hombres más poderosos de las islas, intimidados hasta la sumisión por la majestuosa presencia de Edgar (o, más probablemente, la presencia amenazante). de su enorme flota de guerra), remando al rey inglés en una barcaza por el río Dee. Fue una demostración muy física y muy pública de lo que significaba ser un "pequeño reyezuelo" en la Gran Bretaña de Edgar. Sin duda, había temas serios y prácticos para discutir: asuntos de fronteras y seguridad y la seguridad del transporte marítimo y el comercio, etc. Sin embargo, lo que los historiadores anglo-normandos consideraron apropiado registrar que sucedió allí fue un espectáculo extraordinario: al menos media docena de los hombres más poderosos de las islas, intimidados hasta la sumisión por la majestuosa presencia de Edgar (o, más probablemente, la presencia amenazante). de su enorme flota de guerra), remando al rey inglés en una barcaza por el río Dee. Fue una demostración muy física y muy pública de lo que significaba ser un "pequeño reyezuelo" en la Gran Bretaña de Edgar. Sin duda, había temas serios y prácticos para discutir: asuntos de fronteras y seguridad y la seguridad del transporte marítimo y el comercio, etc. Sin embargo, lo que los historiadores anglo-normandos consideraron apropiado registrar que sucedió allí fue un espectáculo extraordinario: al menos media docena de los hombres más poderosos de las islas, intimidados hasta la sumisión por la majestuosa presencia de Edgar (o, más probablemente, la presencia amenazante).



Puede ser que la forma en que se informó este incidente en las fuentes anglo-normandas tuviera la intención deliberada de promover una idea anacrónica de la superioridad inglesa: los problemas de la dinámica del poder insular estaban muy presentes en los siglos XII y XIII y, de hecho, nunca se han ido realmente. lejos. Pero hay pocas dudas sobre quién estaba en la cima de la cadena alimenticia política británica en la década de 1970 e, independientemente de los detalles de lo que sucedió, parece probable que la reunión se dedicó en parte a discutir cuestiones de precedencia, a poner tierras , pueblo y príncipes en los lugares que les corresponden; porque Edgar parece haber sido un rey obsesionado con el orden. Sus leyes revelan una administración que estaba decidida a regular y reformar, creando estándares nacionales de pesos y medidas y asegurando que las monedas se hicieran con estándares uniformes en todos los lugares donde se produjeron: se acabaron los diseños idiosincrásicos de los viejos reyes vikingos en York. Las monedas de Edgar se verían y pesarían lo mismo, ya sea que se acuñaran allí, o en Exeter, Chester, Canterbury, Lincoln o Norwich (o en cualquier otro lugar donde se fabricaran monedas). También estaba interesado en armonizar administrativamente todo su reino y garantizar que la justicia estuviera disponible y se aplicara correctamente. Wessex había estado organizado durante mucho tiempo por condados y cientos, pero en todas partes había sistemas de organización diferentes (aunque quizás similares). Edgar, quizás basándose en precedentes establecidos por sus predecesores inmediatos, formalizó este sistema,

Sin embargo, lo que realmente consolidó el legado de Edgar fue el período sin precedentes de paz y estabilidad que Inglaterra parece haber disfrutado hasta su muerte en 975. Fue una paz que se logró hasta cierto punto a expensas de otros: repetidas incursiones punitivas en territorio galés. territorio demuestran que Edgar, a pesar de su apodo, no era pacifista. (De hecho, pacificus puede traducirse como 'pacificador', al igual que 'pacífico' o 'pacífico'). También fue una paz pagada mediante una inversión sin precedentes en las defensas navales del reino: durante su reinado, el número de buques de guerra , según relatos posteriores, alcanzó la improbable cifra de 4.800, y es probable que las reformas en la forma en que los barcos y los marineros eran reclutados y obligados a servir al rey comenzaron durante el reinado de Edgar. También parece probable que el poder naval del rey se basara en parte en flotas pagadas de mercenarios vikingos. El aumento de la autoridad real inglesa puede haber significado que, para algunas partidas de guerra vikingas que surcaban los mares alrededor de Gran Bretaña, los riesgos de saqueo se estaban volviendo intolerablemente altos, mientras que al mismo tiempo la riqueza que controlaba el rey inglés se volvió cada vez más atractiva. fuente de patrocinio para aquellos dispuestos a trabajar para él.



Todos estos logros se sumaron a lo que la mayoría de los escritores medievales sintieron que constituía un 'buen rey': hizo cumplir la justicia, trajo prosperidad, defendió a la Iglesia e intimidó y humilló a todos los demás habitantes (no ingleses) de Gran Bretaña, especialmente a los galeses. Este era el tipo de cosas que garantizaba una redacción favorable y, de hecho, su obituario en el texto D de la Crónica anglosajona se compone en gran parte de elogios efusivos. Y, sin embargo, a los ojos del cronista, casi con seguridad el arzobispo Wulfstan II de York (m. 1023), todos sus logros se vieron socavados por la 'fechoría […] que practicó con demasiada frecuencia'. El rey Edgar, Wulfstan revela con disgusto, "amaba las malas costumbres extranjeras y trajo hábitos paganos a esta tierra con demasiada firmeza, y sedujo a los forasteros y atrajo a gente extranjera peligrosa a este país".

Esta censura puede deberse en parte al enfoque pragmático y conciliador que adoptó Edgar. Gran parte de su reino había sido colonizado por personas de origen escandinavo durante más de un siglo, lo que produjo una población mixta cuyos gustos, conexiones comerciales y lazos familiares estaban tan íntimamente enredados con el mundo del Mar del Norte en general como lo estaban con las poblaciones de Winchester, Londres. o Canterbury. Edgar entendió que los intereses locales y la cohesión nacional podían ser atendidos conjuntamente al reconocer el carácter distintivo de las leyes y costumbres locales en aquellas regiones que se habían convertido, en el lenguaje anglosajón, en 'danesas'. En su cuarto código de leyes principal, Edgar prometió que 'debería haber en vigor entre los daneses leyes tan buenas como mejor decidan [...] debido a su lealtad, que siempre me ha mostrado'.

De alguna manera, este reconocimiento de una tradición legal separada y paralela se opone a la intención declarada de Edgar (en el mismo código) de crear leyes para "toda la nación, ya sean ingleses, daneses o británicos, en todas las provincias de mi dominio". Pero, visto más ampliamente, esta concesión limitada (no parece haber anulado todos los demás edictos del rey relacionados con la acuñación y la administración) puede entenderse como el producto de una aguda inteligencia política, que reconoció que, a largo plazo, la causa de la unidad nacional se servía mejor estableciendo confianza y mitigando los agravios que mediante un autoritarismo pesado. El resultado fue el verdadero 'Danelaw', una solución práctica destinada a incorporar voluntariamente a los más reacios de sus nuevos súbditos dentro de su visión de un estado inglés coherente y cohesivo.

Las actitudes hacia los extraños en la Inglaterra anglosajona no siempre habían sido amables, pero la xenofobia parece haber alcanzado su punto máximo a fines del siglo X, tal vez impulsada por el creciente sentido de identidad inglesa que había ido creciendo desde el reinado de Athelstan pero condicionado durante dos siglos de Depredaciones vikingas de un tipo u otro. Por su parte, el rey parece haber estado atento a cualquier amenaza que tales sentimientos pudieran representar para la paz de su reino (y sus ingresos). En 969, "el rey Edgar asoló todo Thanet", aparentemente porque los lugareños habían maltratado a algunos comerciantes escandinavos. La hostilidad hacia los ciudadanos extranjeros en los puestos fronterizos de los estuarios de Inglaterra tiene una historia angustiosamente larga, pero pocos han respondido con tanta firmeza como Edgar. Según el historiador normando Roger de Wendover, el rey estaba "conmovido con una furia excesiva contra los saboteadores,

Presumiblemente, fue este tipo de cosas lo que ofendió tanto al arzobispo Wulfstan. En 975, sin embargo, sin duda se habría sentido aliviado al descubrir que ya no tendría que soportar las "asquerosas costumbres extranjeras" de las que Edgar había disfrutado tan perversamente. Porque en ese año murió el rey. Tenía treinta y un años. Siguió una sucesión disputada y el breve reinado del hijo de Edgar, Eduardo, conocido como 'el Mártir', el último de la larga línea de reyes 'Ed'. Cuando Edward murió en marzo de 978, fue reemplazado por su hermano Æthelred. El nuevo rey era solo un niño de doce años, pero llegó al trono ya en la sombra, su pueblo dividido en sus lealtades: Eduardo había muerto, no por causas naturales como su padre, sino a manos de hombres leales a Æthelred, hecho. a muerte en Corfe (Dorset). En general, los historiadores han puesto en duda si el nuevo rey fue cómplice en el asesinato, pero puede haber hecho poco para ganarse el cariño de las personas que habían apoyado el reclamo de su hermano. Incluso cuando las historias de la (improbable) santidad y martirio de Edward comenzaron a difundirse, la reputación de Æthelred se vio manchada, como la de Eric, con el fratricidio. Poco de lo que ocurrió durante los siguientes cuarenta años ayudaría a restaurarlo.

Trece años después del reinado de Æthelred, en 991, una flota vikinga llegó al río Blackwater en Essex o, como se conocía entonces, el Pant (OE Pante). Estos no fueron los primeros vikingos en regresar a Inglaterra después de la muerte de Edgar; las incursiones se registran a partir de 980 y continúan con poca pausa a partir de entonces. El control autoritario de la corona parece haber disminuido con la mortalidad y las luchas intrafamiliares y es posible que, distraída por una crisis de sucesión, la administración inglesa se haya convertido en un pagador menos confiable que en la época de Edgar, dejando enjambres de merodeadores desempleados las aguas costeras. Southampton, Thanet y Cheshire fueron atacados en 980 (este último amenazaba a Norwegenensibus piratis, según Juan de Worcester) y Padstow (Cornualles) en 981. Portland, el escenario de la primera incursión vikinga registrada en Gran Bretaña, fue allanada en 982, dos siglos después de que los primeros 'hombres del norte' derramaran la sangre de Ealdorman Beaduheard en la playa de Portland. En el mismo año se quemó Londres. En 986, los vikingos atacaron Watchet (Devon), y en 991 llegó una flota que acosó a Folkestone y Sandwich (Kent), antes de navegar hacia el norte para asaltar Ipswich (Suffolk). Esta flota, de noventa y tres barcos, estaba dirigida por un señor de la guerra nombrado en la Crónica anglosajona como Olaf. La mayoría estaría de acuerdo en que ese individuo puede identificarse como Olaf Tryggvason, un aristócrata noruego que más tarde, como rey, sería fundamental en la (a menudo brutal) cristianización de Noruega. y en 991 llegó una flota que acosó a Folkestone y Sandwich (Kent), antes de navegar hacia el norte para asaltar Ipswich (Suffolk). Esta flota, de noventa y tres barcos, estaba dirigida por un señor de la guerra nombrado en la Crónica anglosajona como Olaf. La mayoría estaría de acuerdo en que ese individuo puede identificarse como Olaf Tryggvason, un aristócrata noruego que más tarde, como rey, sería fundamental en la (a menudo brutal) cristianización de Noruega. y en 991 llegó una flota que acosó a Folkestone y Sandwich (Kent), antes de navegar hacia el norte para asaltar Ipswich (Suffolk). Esta flota, de noventa y tres barcos, estaba dirigida por un señor de la guerra nombrado en la Crónica anglosajona como Olaf. La mayoría estaría de acuerdo en que ese individuo puede identificarse como Olaf Tryggvason, un aristócrata noruego que más tarde, como rey, sería fundamental en la (a menudo brutal) cristianización de Noruega.

El ejército de Olaf fue recibido en Blackwater por un ejército dirigido por el ealdorman de Essex Byrhtnoth en Northey Island, un trozo de tierra a la deriva en el estuario, conectado solo por una estrecha calzada de marea. Visto desde arriba, como nadie en 991 podría haberlo visto, los bordes deshilachados de la tierra son un desierto extraño, una locura de patrones sin huellas y estanques oscuros, riachuelos en espiral y barrancos retorcidos, las aguas de marea que suben y bajan limpian y ahuecan los bancos. y canales, depositando las sales y nutrientes que sustentan una compleja ecología de insectos y aves zancudas; es un paisaje moribundo, tragado por las aguas crecientes, borrado por el cambio climático acelerado. Hace mil años, la tierra era más alta y Northey Island estaba más cerca del continente. Pero habría presentado un panorama similar: barro y agua, salmuera y aves marinas, los pastos amarillentos de los pantanos y los cojines de musgo húmedo, una vista plana y quebrada bajo un cielo infinito. Los ingleses se reunieron en el continente. Más allá de la calzada inundada, la hueste vikinga estaba dispuesta en la isla, sus barcos amarrados al otro lado del estuario: cien mástiles que sobresalían del agua tranquila como las ruinas de un bosque, volados y ahogados en las aguas del río. Y allí estaban, uno frente al otro, bramando sus insultos a través de las salinas mientras las gaviotas volaban sobre sus cabezas.

Sabríamos muy poco sobre lo que sucedió en Blackwater si no fuera por la supervivencia de un fragmento poético extraordinario, La batalla de Maldon, que ofrece en 325 líneas de versos en inglés antiguo un relato detallado y dramático de lo que ocurrió. El poema carece de principio y fin, una pérdida anterior a principios del siglo XVIII, pero es notable que el poema sobreviva. Formaba parte de la biblioteca Cotton (llamada así por su coleccionista, el parlamentario y anticuario Sir Robert Cotton, 1571-1631), una empresa de bibliofilia con visión de futuro emprendida a raíz de la disolución de los monasterios de la década de 1530. Los esfuerzos de Cotton preservaron los Evangelios de Lindisfarne y la gran mayoría de la literatura poética inglesa antigua sobreviviente, entre muchas otras obras invaluables. pero todo estuvo a punto de perderse en 1731 cuando el edificio en el que se conservaba la biblioteca, acertadamente llamado Ashburnham House, se incendió. Mucho se salvó, incluido el manuscrito Beowulf mal chamuscado, pero La batalla de Maldon fue destruida. Afortunadamente, sin embargo, el poema se transcribió en 1724, menos de siete años antes del incendio. Es esta versión la que ahora proporciona la base de todas las versiones modernas del poema.

El poema comienza con un portavoz vikingo gritando sus demandas a través del agua, pidiendo anillos (beagas) y tributo enviado rápidamente (gafol) para evitar la inevitable matanza. La respuesta que el poeta pone en la boca de Byrhtnoth es el padre de todas las declamaciones de desafío condenadas al fracaso, palabras que encuentran su eco en cada declaración firme pronunciada a lo largo de la beligerante historia de Inglaterra: la resolución de una nación orgullosa, en el primer siglo de su autoconciencia. – elegir la muerte antes que la deshonra. 'Fuera habló Byrhtnoth', proclama el poeta,

levantó su escudo, agitó su delgada lanza de fresno, pronunció palabras y, enojado y obstinado, le dio respuesta:

¿Oyes, caminante del mar, lo que dice esta nación? Te darán lanzas como tributo, la jabalina con punta envenenada y espadas antiguas, esos pertrechos bélicos que de nada te servirán en la batalla. Portavoz de los marineros, informe de nuevo; dile a tu gente noticias mucho más desagradables: que aquí se encuentra un digno conde con su tropa de hombres que está dispuesto a defender este su hogar ancestral, el país de Æthelred, la nación y la tierra de mi señor. Los paganos perecerán en la batalla.

Habría sangre. Y, sin embargo, luchar a través de la calzada era imposible; para que tuviera lugar una batalla adecuada, había que permitir que el ejército vikingo cruzara, y esto es precisamente lo que Byrhtnoth, a causa de ofermod, decidió hacer. Esta palabra, 'over-mood' traducida literalmente al inglés moderno, ha estimulado una enorme cantidad de especulaciones y discusiones aprendidas sobre su significado preciso. Tolkien lo vio en términos casi irremediablemente negativos: como arrogancia, orgullo desmesurado y confianza fuera de lugar, un defecto personal que condenó a Byrhtnoth, a sus hombres y a su nación a la destrucción. Otros, sin embargo, han subrayado las connotaciones de coraje excepcional, reservas inusuales de energía y espíritu. Las ambigüedades son obvias: ¿'sobre' en este contexto implica 'demasiado' o una cantidad excepcional? ¿Qué, precisamente, ¿Qué significa 'estado de ánimo' cuando se deja sin calificar? Mi opinión personal es que la ambigüedad es deliberada, que el poeta ha optado por utilizar un término que es esencialmente un recipiente vacío, listo para ser llenado con nuestros propios juicios de valor; todo lo que vemos es a Byrhtnoth, rebosante de espíritu, con gusto, con ganas de enfrentarse al destino; depende de nosotros, lectores u oyentes, juzgar sus motivos y su sabiduría.

Al otro lado del río, vadeaban los lobos de matanza, sin preocuparse por el agua, la partida de guerra vikinga; llegaron al oeste sobre Pant, llevando tableros de escudos sobre el agua brillante y arriba en tierra, apuntalados con madera de tilo '.

Algunos han observado el sentido estratégico de permitir el paso del ejército vikingo; fue quizás la única oportunidad de llevar a esta horda vikinga a la batalla y evitar que continuara el alboroto costero que ya había golpeado a Folkstone, Sandwich e Ipswich. Esto puede ser así, aunque vale la pena recordar que este es un poema, un producto literario consciente de sí mismo, y puede que no refleje la realidad con gran precisión. Su propósito era enfatizar el coraje de Byrhtnoth, su estoicismo y la resolución de sus seguidores más cercanos de estar y morir a su lado en lugar de enfrentar la ignominia de la rendición o la retirada.

Byrhtnoth, a pesar de todo su valiente liderazgo, fue derribado por una lanza y sufrió una muerte prolongada de Hollywood, defendiéndose de los enemigos hasta que finalmente se desplomó sobre la tierra. Algunos de los ingleses huyeron del campo de batalla, y el poeta se aseguró de que sus nombres (Godric, Godwine y Godwig) vivirían para siempre en la infamia por lo que, en realidad, era probablemente el camino más sabio dadas las circunstancias. Pero la sabiduría no era lo que estaba en juego aquí: la ética animadora era la de la lealtad, incluso en la muerte, y la del coraje moral que los ingleses compartían con sus enemigos vikingos: la idea de enfrentarse a la muerte sin vacilar, aunque se les presentara. las salinas tan inevitablemente como la marea, y morir amontonados alrededor del cuerpo de su señor asesinado era el mayor fin al que podía aspirar un guerrero.

Las palabras que el poeta le da al anciano sirviente Byrhtwold, inquebrantable a pesar de la muerte de Byrhtnoth, resuenan a lo largo de los siglos como la expresión incomparable del heroísmo en la derrota, la determinación de caer luchando mientras todos los "luchadores caían muertos, exhaustos por las heridas". :

'La voluntad será más dura, los corazones más agudos, nuestro temple será mayor a medida que disminuya nuestra fuerza. Aquí yace nuestro líder, todo talado, la bondad en el suelo. Tiene motivo de duelo quien de esta lucha piensa en huir. Soy viejo en la vida. No dejaré este lugar, pero me acostaré al lado de mi señor, al lado del hombre que considero tan querido.

Maldon es un poema mejor que Brunanburh, un canto a la derrota heroica que transmite patetismo y peso emocional a través de la canción agridulce del fracaso luchado con dureza: el dolor y la gloria se entrelazan, el orgullo y la desesperación. Estas cualidades no se encuentran por ningún lado en el crudo triunfalismo de Brunanburh, su fuerza poética derrochada en brillo superficial y fanfarronería hueca, una réplica inglesa a los versos escáldicos preparados para los señores de la guerra vikingos. Y a pesar de todo el protonacionalismo del poema más antiguo, es Maldon quien habla más profundamente y con mayor verdad de los sentimientos que los británicos siempre han valorado: enfrentar al oponente en igualdad de condiciones y jugar el juego de manera justa: jugar con corazón y coraje sin importar el resultado, para luchar hasta el más amargo de los fines, es donde reside la verdadera gloria,

La Batalla de Maldon fue, sin embargo, un anacronismo incluso cuando fue escrita, una recapitulación de un ideal heroico que estaba envejeciendo, expresada en un lenguaje que se remontaba a los ideales de un pasado desaparecido: al mundo de Beowulf del siglo VI. un pasado legendario perdido. Tal vez esta fue la intención del poeta: inspirar a su audiencia a mantenerse en un nivel más alto, levantar sus lanzas frente a la calamidad que se desarrolla, un llamado a las armas para resistir la oleada de agresión, cueste lo que cueste: una renovación de la valores heroicos de la vieja Inglaterra. Ahora, sin embargo, los monstruos eran reales y los héroes estaban muriendo. Como comentó un erudito, "el poema mira con ojos anhelantes a un mundo desaparecido donde los héroes podían actuar como héroes", pero en el contexto de "un mundo que rápidamente estaba fuera del control inglés": pasar,

lunes, 3 de abril de 2023

Ejecución: El degüello

Degüello: el arte de cortar gargantas

Revisionistas




Degüello

El degüello proviene de la costumbre de matar animales trasladada a los humanos.  Es el hombre rebajado a la altura del cordero.  La práctica del degüello fue muy extendida en las contiendas internas, las argentinas, las rioplatenses y del sur del Brasil durante el siglo XIX.  Su origen como práctica corriente está en los conflictos de la Confederación Argentina entre federales y unitarios durante la primera mitad del siglo XIX, los que alcanzaron al territorio de Uruguay integrado los bandos tradicionales –blancos alineaos con federales y colorados con unitarios- en las contiendas durante el período que los orientales denominan Guerra Grande (1839-1851) y aún después de ella hasta la finalización de la guerra de la Triple Alianza.  De esa manera los orientales se “familiarizaron” con tales prácticas y las tomaron para ellos.  En esas contiendas Oribe y el Partido Blanco se alinearon con Juan Manuel de Rosas, los federales y el Paraguay bajo una cosmovisión nacionalista, federalista, antiimperialista y en defensa de los “pagos chicos”, embriones de la praxis federal.  El Partido Colorado lo hizo con los unitarios y brasileños, abroquelándose en la defensa de un liberalismo –más económico que político- de corte academicista y extranjerizante, propulsado por altas burguesías nacidas en el marco de las ciudades-puertos.

En Argentina el ritual fue tan difundido que se calcula que en los años del gobierno mitrista se degollaron más de 20.000 personas.  “No trate de ahorrar sangre de gauchos” aconsejaba Domingo F. Sarmiento a Bartolomé Mitre en carta del 20 de setiembre de 1861.  “La sangre de esa chusma incivil, bárbara y ruda es lo único que de humano tienen”.  Sus raíces en Argentina son anteriores al propio rosismo.  Una carta dirigida a Juan Galo Lavalle luego del fusilamiento de Dorrego en 1828 le aconsejaba: “una revolución es un juego de azar en el que se gana hasta la vida de los vencidos”; tal afirmación es el pensamiento matriz que otorga la justificación teórica a la eliminación física del enemigo vencido.

Juan Manuel de Rosas y la Sociedad Popular Restauradora, popularmente conocida como “La Mazorca”, lo transformaron en un método de terror político y militarmente fue aplicado en distintas batallas de la Guerra Grande como Quebracho Herrado, en esa ocasión por Oribe, General en Jefe de los Ejércitos de la Federación, el 28 de noviembre de 1840.

Tampoco los unitarios se hallaban en rezago en la materia, como lo refiriéramos previamente.  Mitre tuvo en Sarmiento al mentor ideológico de un proyecto de “limpieza social” del gauchaje para eliminar la “barbarie”, complementada con políticas educativas genéricas y migratorias selectivas.  Los ejecutores materiales de la visión mitrista no fueron curiosamente argentinos, sino extranjeros, casi en su totalidad orientales y de raíz colorada: Venancio Flores, Ambrosio Sandes y Wenceslao Paunero.  Se agregaba a éstos el chileno Irrazábal y el también oriental oribista José Miguel Arredondo, años más tarde uno de los jefes de la Revolución del Quebracho en 1886.  Este último y Paunero no se vieron involucrados en las masacres de federales.

La opus magna sucedió en Cañada de Gómez, cuando a poco de Pavón, el 22 de noviembre de 1861 cayeron de sorpresa los unitarios mitristas al mando de Flores sobre el ejército federal que estaba acampado y degollaron a más de 300 prisioneros.  Miles de gauchos riojanos, catamarqueños y cordobeses –“bípedos implumes” al decir de Sarmiento- pasaron por las dagas civilizadoras de sus compatriotas y los orientales al servicio de Mitre.

Al margen de posicionamientos en la región platense, el degüello gozó siempre de buena salud, no reconociendo diferencia de cintillos pues fue aplicado tanto por blancos como colorados, unitarios o federales.

Pronto la metodología se extendió al sur de Brasil, también fue practicada allí por los riveristas que participaron en la Revolución Farroupilha de 1835 y ulteriormente, ya instalado el hábito, éste llegó a su máxima expresión en la Riograndense o Federal de 1893-95, donde su aplicación llegó al paroxismo.

Existen autores que destacan una veta humanitaria en este bárbaro acto cuando era aplicado a los heridos –a veces por sus propios compañeros- con el fin de evitar los sufrimientos, que podían ser extremadamente dilatados e intensos.  Basta pensar en lo que era el paupérrimo desarrollo de analgésicos, anestésicos y medicamentos, la inexistencia de antibióticos, los magros desarrollos quirúrgicos de esas épocas, la lejanía de los campos de batalla de las ciudades, sumado a los precarios medios de transporte.  Todo ello conllevaba a convalidar en el marco de una sociedad primitiva el degollar para evitar el dolor.  No era otra cosa que el “despenamiento”, el quitar las penas y dolores, y al cuchillo se le llamaba coloquialmente el “quitapenas”, aunque con una acepción harto más amplia que la humanitaria.

Pero obviamente, este acto “caritativo” fue ínfimo ante lo que constituyó la barbarie propiamente dicha.  Aparecieron especialistas en el rubro y hasta denominaciones de origen según el tipo de degüello.  El “oriental” era externo y de oreja a oreja seccionando las carótidas y la yugular; a la “brasilera” cuando el corte se hacía mediante la incisión por detrás de la tráquea, cortándose de atrás hacia delante con un tajo seco; el “argentino” se denominaba cuando se hacía por delante, con dos cortes rápidos en la carótida.  Se degollaba “de parado” o “arrodillado” según la circunstancia y generalmente –se hacía sobre prisioneros inermes- las víctimas estaban maniatadas a la espalda.  Por pura diversión sádica de los vencedores también se practicaban las “carreras de degollados”; esto es el degüello simultáneo de dos o más hombres de pie de manera tal que por los estertores espontáneos e involuntarios de sus músculos y extremidades salen “corriendo” hasta caer definitivamente al suelo entre gorgoteos y vómitos de sangre.

El degüello había sido tan asimilado a las contiendas militares platenses que los clarines, en lugar de tocar “A la carga” como en otras latitudes, lo hacían dando la orden “A degüello”.

El degüello en las letras

Un ítem aparte merece la impresión que ocasionó tal costumbre en el mundo de los escritores.  Tan extendida práctica naturalmente no pasó desapercibida a la literatura.  Jorge Luis Borges le dedica un cuento –temporalmente ubicado en la Revolución de las Lanzas en Uruguay (1870-1872)- a una rivalidad entre paisanos blancos que van a la revolución con Timoteo.  Rivalidad tan grande que llega hasta la propia muerte, cuando capturados por los colorados luego de Manantiales éstos juegan con ellos una “carrera de degollados” donde “ganará” el paisano Cardoso sobre su eterno rival Silveira; mientras el resto de los prisioneros observa la carrera esperando arrodillados su turno, casi indiferentes, apostando por un ganador. (1)

También en Brasil se ha escrito sobre el tema por Tabajara Ruas y Elmar Bones en su obra “La Cabeza de Gumersindo Saraiva”, Barbosa Lessa en su cuento “Noventa y Tres” y Crispín Mira en “Terra catarinense”.

En Uruguay a principios del siglo XX Florencio Sánchez había expresado su asco ante la práctica del degüello en su escueto folleto “El caudillaje criminal en Sudamérica” (1903) donde relató las andanzas del caudillo riograndense Joao Francisco.  Allí refiere a lo natural de tal conducta en aquella zona fronteriza: “La costumbre los ha hecho familiarizarse tanto con el degüello, que él constituye la única forma de homicidio y hasta de suicidio”.

Pero el impacto literario de tal praxis no debió esperar al siglo XX para verse cristalizado en letra de molde.  Los contemporáneos fueron quienes primero reaccionaron.  Hilario Ascasubi es el autor de “La refalosa”, un mordaz poema que pasó a la historia, en el que se narra el degüello de un unitario: “a su queja / abajito de la oreja / con un puñal bien templao / y afilao / que se llama quita penas / le atravesamos las venas / del pescuezo / ¿y qué se le hace con eso? / larga sangre que es un gusto / y del susto / entra a revolver los ojos”.  El nombre “La refalosa” surgía del ámbito popular y refería a los resbalones en medio del alocado pataleo de la víctima sobre la propia sangre.

Las “degolas” riograndenses

A fines del siglo XIX el ritual sigue muy campante y alcanza su máximo despliegue sanguinario en la Revolución Riograndense con una ferocidad digna de mejor causa.  La saña será tanta que una vez muerto el líder de la revolución Gumersindo Saravia –hermano de Aparicio- es exhumado su cadáver, cortados sus miembros, orejas y cabeza, siendo esta última inicialmente colocada en una pica para luego ser enviada a Porto Alegre como prueba fehaciente de la muerte del cabecilla de los insurrectos.

En esa campaña los dos máximos actos de barbarie lo constituyen los degüellos de republicanos en Río Negro y el de federalistas en Boi Preto.  La segunda degollina, revancha de la primera, fue efectuada por las tropas gubernistas sobre 322 prisioneros federales o “maragatos”, degollados maniatados, de parado y en fila.  Tantos eran que se hacía el “servicio” prácticamente a la carrera, no terminaba de caer uno cuando ya estaba degollado otro.  Ese día 45 combatientes salvaron su vida tirando su divisa colorada-federal y cambiando de bando.

La primera degollina fue sobre 300 prisioneros republicanos o “picapalos” luego de la batalla de Río Negro, en las nacientes de dicho río que cruza el Uruguay, proximidades de Bagé.  “Los prisioneros fueron encerrados en una manguera de piedra y eran sacados uno a uno, desjarretados y luego degollados”.  Esa masacre tuvo un actor principal, fue uruguayo y blanco.  Era el coronel Adán Latorre o Adao de Latorre, más conocido como “El Pardo Adán”.  Personaje tristemente célebre ubicado en la zona fronteriza de Cerro Largo, fundamentalmente cerca de Aceguá, nacido en Cerro Chato en 1835, que inició su actuación guerrera en Brasil y luego participó en las contiendas de 1897 y 1904 en el bando saravista, para terminar muriendo en la Revolución de 1923 a los 88 años en Paso do Bento Rengo, en Rio Grande do Sul peleando junto a Nepomuceno Saravia.  No fue Latorre quien tomó la decisión que acabó con Pedrozo y los restantes prisioneros, sino Joca Tavares, siendo el primero el ejecutor.  Latorre había sufrido previamente, según versiones de la época, la muerte de su esposa e hijos en manos de los republicanos.  Ese día, quizás dando rienda suelta a su sed de venganza, toda la faena corrió por su cuenta, según narran protagonistas de la batalla.  Autores brasileños atribuyen el bárbaro acto a la importante presencia de milicias uruguayas, los maragatos.  Estos prestaron su nombre para popularizar bajo el mote de “maragatos” a todos los revolucionarios riograndenses en razón del contingente de aproximadamente 400 soldados provenientes en su gran mayoría de San José que acompañaron a los hermanos Saravia cuando invadieron Río Grande en febrero de 1893, los que jamás usaron otra divisa que no fuera la blanca en contraposición al resto de sus compañeros federalistas que usaron la tradicional colorada, identificación federal proveniente de las épocas del rosismo y también trasladada al Brasil.  No conocemos de tropelías semejantes desarrolladas por Adán Latorre en territorio uruguayo –lo que no sería de extrañar dados sus antecedentes- aunque sí sabemos que terminó expulsado de la última revolución saravista a poco de iniciada (2) y fue corrido Brasil adentro por el comandante Isidoro Noblía de Cerro Largo, a raíz de haberse apropiado de los derechos de aduana generados por la receptoría de Aceguá, unos $30.000 de la época –una fortuna por ese entonces equivalentes a unas dos mil cabezas de ganado, a un millón y medio de cartuchos o a una batería de nueve cañones-, cuyo fin era asistir financieramente al alzamiento.

Joao Francisco no fue ajeno a esta metodología, sino que la aplicó ferozmente no sólo como herramienta de represión política en tiempos de paz, sino en la guerra.  Fue el ejecutor de la matanza de Saldanha Da Gama –uno de los máximos dirigentes de la Revolución Federal- y 300 marineros salvajemente batidos y luego asesinados cerca de la frontera con Uruguay.

El balance final de esta guerra sin cuartel, se estima en 12.000 muertos en 31 meses de lucha, dentro de los cuales se calcula que una cifra superior al 10% lo fue a causa del degüello.

La refalosa 

Mirá, gaucho salvajón,
que no pierdo la esperanza,
y no es chanza,
de hacerte probar qué cosa
es Tin tin y Refalosa.
Ahora te diré cómo es:
escuchá y no te asustés;
que para ustedes es canto
más triste que un viernes santo.

Unitario que agarramos
lo estiramos;
o paradito nomás,
por atrás,
lo amarran los compañeros
por supuesto, mazorqueros,
y ligao
con un maniador doblao,
ya queda codo con codo
y desnudito ante todo.
¡Salvajón!
Aquí empieza su aflición.

Luego después a los pieses
un sobeo en tres dobleces
se le atraca,
y queda como una estaca.
lindamente asigurao,
y parao
lo tenemos clamoriando;
y como medio chanciando
lo pinchamos,
y lo que grita, cantamos
la refalosa y tin tin,
sin violín.

Pero seguimos el son
en la vaina del latón,
que asentamos
el cuchillo, y le tantiamos
con las uñas el cogote.
¡Brinca el salvaje vilote
que da risa!
Cuando algunos en camisa
se empiezan a revolcar,
y a llorar,
que es lo que más nos divierte;
de igual suerte
que al Presidente le agrada,
y larga la carcajada
de alegría,
al oír la musiquería
y la broma que le damos
al salvaje que amarramos.

Finalmente:
cuando creemos conveniente,
después que nos divertimos
grandemente, decidimos
que al salvaje
el resuello se le ataje;
y a derechas
lo agarra uno de las mechas,
mientras otro
lo sujeta como a potro
de las patas,
que si se mueve es a gatas.
Entretanto,
nos clama por cuanto santo
tiene el cielo;
pero ahi nomás por consuelo
a su queja:
abajito de la oreja,
con un puñal bien templao
y afilao,
que se llama el quita penas,
le atravesamos las venas
del pescuezo.
¿Y qué se le hace con eso?
larga sangre que es un gusto,
y del susto
entra a revolver los ojos.

¡Ah, hombres flojos!
hemos visto algunos de éstos
que se muerden y hacen gestos,
y visajes
que se pelan los salvajes,
largando tamaña lengua;
y entre nosotros no es mengua
el besarlo,
para medio contentarlo.

¡Qué jarana!
nos reímos de buena gana
y muy mucho,
de ver que hasta les da chucho;
y entonces lo desatamos
y soltamos;
y lo sabemos parar
para verlo refalar
¡en la sangre!
hasta que le da un calambre
Y se cai a patalear,
y a temblar
muy fiero, hasta que se estira
el salvaje; y, lo que espira,
le sacamos
una lonja que apreciamos
el sobarla,
y de manea gastarla.
De ahí se le cortan orejas,
barba, patilla y cejas;
y pelao
lo dejamos arrumbao,
para que engorde algún chancho,
o carancho.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Conque ya ves, Salvajón;
nadita te ha de pasar
después de hacerte gritar:
¡Viva la Federación

(Amenaza de un mazorquero y degollador de los sitiadores de Montevideo dirigida al gaucho Jacinto Cielo, gacetero y soldado de la Legión Argentina, defensora de aquella plaza).

Referencias

(1) “El otro duelo”, en El Informe de Brodie – 1970.

(2) El 27 de marzo de 1904 lo expulsó Saravia.

Fuente

  • Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
  • Umpiérrez, Alejo – La forja de la libertad – Ed. De la Plaza, 2ª Edición, Montevideo (2007)

domingo, 2 de abril de 2023

Fortalezas del Antiguo Egipto

Fortalezas del Antiguo Egipto

Weapons and Warfare



Buhen

Este fue un sitio entre la segunda y la primera catarata del Nilo cerca de WADI HALFA, establecido como un puesto de avanzada ya en la Segunda Dinastía (2770-2649 a. C.). Esta era estuvo marcada por fortificaciones y sirvió como límite de Egipto y NUBIA (Sudán moderno) en ciertas épocas. Los faraones del Nuevo Reino (1550-1070 a. C.) construyeron extensamente en Buhen. También se descubrió una FORTALEZA del Reino Medio (2040-1640 a. C.) en el sitio, con muros exteriores para la defensa, bastiones y dos templos interiores, siguiendo el patrón normal para tales estructuras militares en Egipto. HATSHEPSUT, la Reina-Faraón (r. 1473–1458 a. C.), construyó un templo en la parte sur de Buhen, con un santuario de cinco cámaras, rodeado por una columnata. TUTHMOSIS III (r. 1479–1425 AEC) renovó el templo, encerrando un complejo y agregando pórticos.

La fortaleza real de Buhen era una estructura elaborada, construida en parte de roca con adiciones de ladrillo. El fuerte estaba apartado del río, dando paso a una pendiente rocosa. Estos muros sostenían contrafuertes externos, que fueron diseñados para girar hacia el sur y el este hacia el Nilo. Se agregó una zanja para la defensa, excavada en la roca y con lados profundos que se inclinaban considerablemente y se allanaron para disuadir los intentos de escalar. Una puerta de entrada en el muro sur se abría a un complejo militar interior, que también contenía los templos originales. A AMENHOTEP II (r. 1427-1391 a. C.) se le atribuye un santuario erigido allí.

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La defensa de Egipto y sus soldados tomó varias formas, incluidas las obras de construcción defensivas (como fortalezas, muros y puestos fronterizos), el uso de escudos personales por parte de los soldados y, posiblemente, a través de maniobras políticas de los gobernantes de Egipto. Uno de los proyectos defensivos más grandes del antiguo Egipto fue la construcción de fortalezas fronterizas. Hubo varios ejemplos de estos construidos a lo largo de la historia del Egipto dinástico por orden de varios faraones. Uno de los faraones más famosos, Ramsés II, ordenó la construcción de una línea de tales fortalezas a lo largo de la costa noroeste de Egipto en un intento por evitar nuevas infiltraciones en sus tierras por parte de los 'Pueblos del Mar'.

Como se discutió anteriormente, antes del Nuevo Reino, Egipto generalmente tenía una política de defensa de sus fronteras existentes en lugar de mirar hacia afuera a la expansión geográfica y política del estado. Como resultado de esta perspectiva particular, Egipto no tenía un ejército permanente, sino que dependía casi exclusivamente de las milicias provinciales y el servicio militar obligatorio cuando estaba amenazado de invasión. Un ejemplo de esto tuvo lugar en la Sexta Dinastía (durante el reinado de Pepi I) cuando un intento de invasión de los 'habitantes de la arena' o 'Shasu' amenazó sus fronteras orientales. La fuerza levantada por Pepi I estaba dirigida por Weni, un funcionario judicial sin experiencia previa en liderazgo militar. Con los números de su lado, se superó la falta de experiencia de Weni, lo que condujo a un resultado exitoso para Egipto. Debido a esto, Weni fue nombrado comandante del ejército para al menos cuatro operaciones más contra los 'habitantes de la arena'. Parecería que Pepi I estaba perfectamente contento con dejar las actividades de su ejército en maniobras defensivas y no tenía ningún deseo, y quizás ningún recurso, de expandir las fronteras de Egipto en ese momento. Entonces, ¿las actitudes militares/defensivas del Reino Antiguo influyeron en la construcción de fortalezas? Ciertamente, las fortalezas no parecen haber sido diseñadas específicamente para invasiones externas. Entonces, ¿las actitudes militares/defensivas del Reino Antiguo influyeron en la construcción de fortalezas? Ciertamente, las fortalezas no parecen haber sido diseñadas específicamente para invasiones externas. Entonces, ¿las actitudes militares/defensivas del Reino Antiguo influyeron en la construcción de fortalezas? Ciertamente, las fortalezas no parecen haber sido diseñadas específicamente para invasiones externas.

Los antiguos egipcios construyeron fortalezas (en lugar de ciudades fortificadas) para proteger y controlar las vulnerables fronteras norte y sur de Egipto. Estas estructuras, principalmente de adobe, podrían albergar hasta unos pocos cientos de tropas (ocasionalmente compuestas por soldados nubios, filisteos o libios), sirviendo hasta por seis años a la vez. Según los Papiros de Semna (informes que fueron enviados por el comandante de la fortaleza de Semna al cuartel militar de Tebas durante el reinado de Amenemhat III), estas tropas debían realizar patrullas de vigilancia y reconocimiento de las áreas circundantes a intervalos regulares. Hubo ejemplos de fortalezas (llamadas las Murallas del Príncipe) que se construyeron en el delta oriental durante el reinado de Amenemhat I (1991-1962 aC), que fueron diseñadas para defender la ruta costera desde el Levante. Esto fue aproximadamente al mismo tiempo que se construyó una fortaleza en Wadi Natrun, que fue diseñada para defender la región occidental del Delta contra los invasores libios. Estos sitios se mantuvieron y mejoraron durante el Imperio Nuevo, quizás como una forma de evitar la reinvasión de los hicsos, que habían gobernado esta zona de Egipto en el Segundo Período Intermedio entre el Reino Medio y el Reino Nuevo.

La fortaleza de adobe de Buhen, en la Baja Nubia (en la Segunda Catarata, 156 millas río arriba de Asuán), es una de las estructuras más conocidas e impresionantes. Buhen fue una de las fortalezas más elaboradas del antiguo Egipto y unió todas las fortalezas de la Segunda Catarata bajo su mando en la época del Nuevo Reino. Inicialmente fundado en la Segunda Dinastía, el sitio se estableció desde el principio como un centro comercial, y se hizo conocido por la fundición de cobre en las Dinastías Cuarta y Quinta. Fue durante el Reino Medio cuando la fortaleza se amplió y reforzó para convertirse en una fortaleza fronteriza, una de las once existentes en la zona. Estas mejoras tomaron la forma de murallas de adobe añadidas al muro occidental exterior de 4 m de espesor, que a su vez incorporaba cinco grandes torres. También había una gran torre central que servía de entrada principal (formada por dos vanos con puertas dobles de madera) y un puente levadizo. La fortaleza interior se construyó a lo largo de un plano cuadrado más regular y tenía torres en cada esquina junto con baluartes que estaban a intervalos de 5 metros.

Si bien las fortalezas siempre jugaron un papel defensivo hasta cierto punto, existen muchas interpretaciones sobre su papel central, tanto en términos de función como de simbolismo. Shaw es de la opinión de que estas fortalezas nubias no fueron diseñadas para la defensa fronteriza sino, de hecho, para proteger el monopolio de Egipto sobre bienes comerciales exóticos (como el oro y el marfil) que se traían a Egipto a través de Nubia.412 Los arqueólogos generalmente creen que fortalezas como Buhen se diseñaron por motivos de propaganda, con elaboradas almenas, bastiones y zanjas. Como Buhen se construyó en un terreno llano con una planta cuadrada, se habría visto muy impresionante pero, posiblemente, habría sido difícil defenderlo de manera efectiva ya que carecía de cualquier ventaja, como estar construido en la cima de una colina u otra tierra elevada. Ciertamente por el Nuevo Reino,

Dejando a un lado los argumentos sobre su papel exacto, la importancia de las fortalezas no puede ignorarse y la construcción de nuevas fortalezas (o más bien fuertes y murallas) continúa durante mucho tiempo en todo el Nuevo Reino y más allá. Algunos de los más notables incluyen la serie de fuertes a lo largo de la costa mediterránea del delta que fueron encargados por Ramsés II y los fuertes en Qasr Ibrim y Qasr Qarun que fueron construidos por los gobernantes romanos en el período greco-romano de la historia de Egipto. Durante períodos de gran agitación (como el Tercer Período Intermedio y el Período Tardío) hubo un aumento en la construcción de fortificaciones. El rey kushita Piye incluso se jactó en su estela en Gebel Barkal de su derrota de los egipcios en el 734 a. C., lo que incluye una mención del Medio Egipto y sus diecinueve asentamientos fortificados junto con varias ciudades amuralladas en el delta egipcio.

La fortaleza de Mirgissa

fortalezas egipcias

Descubren la fortaleza antigua más grande de Egipto

sábado, 1 de abril de 2023

Rusia Imperial: La guerra de Smolensk (1632-1634)

La guerra de Smolensk (1632-1634)

Weapons and Warfare


 

    

Esta campaña fallida para recuperar las regiones fronterizas occidentales perdidas por la Commonwealth polaco-lituana al final de la época de los disturbios marcó el primer gran experimento de Moscovia con la nueva organización de infantería y tácticas de línea de Europa occidental.

El Tratado de Deulino (1618) puso fin a la intervención militar polaca aprovechando la época de disturbios de Moscovia y estableció un armisticio de catorce años entre Moscovia y la Commonwealth polaco-lituana. Pero tuvo un alto precio para los moscovitas: la cesión a la Commonwealth de la mayoría de las regiones fronterizas occidentales de Smolensk, Chernigov y Seversk. Este era un vasto territorio, que se extendía desde la frontera sureste de Livonia hasta más allá del río Desna en el noreste de Ucrania. Tenía más de treinta ciudades fortificadas, la más estratégica de las cuales era Smolensk, la más grande y formidable de todas las fortalezas moscovitas y guardiana de las principales carreteras occidentales hacia Moscú. A su regreso del cautiverio polaco en 1619, el patriarca Filaret, padre del zar Mikhail, hizo una nueva campaña para recuperar Smolensk, Chernigov.

Voivodato de Smolensk , mostrando en rojo el territorio en disputa.

La mayoría de las condiciones diplomáticas previas para tal revancha parecían estar en su lugar en 1630, y en ese momento el gobierno moscovita había logrado restaurar su aparato de cancillería central y su sistema fiscal. Ahora podía emprender una reorganización y modernización masivas de su ejército para la guerra que se avecinaba con la Commonwealth. Importó armas suecas, holandesas e inglesas a un costo de al menos 50.000 rublos; ofreció grandes recompensas para reclutar oficiales mercenarios de Europa occidental con experiencia en la nueva organización de infantería y tácticas de línea; y puso a estos oficiales mercenarios a trabajar formando y entrenando Regimientos de Nueva Formación: seis regimientos de hombres de infantería de estilo occidental (soldaty), un regimiento de caballería pesada (reitary) y un regimiento de dragones (draguny). Estos regimientos fueron entrenados en las nuevas tácticas europeas y equipados y asalariados a expensas del tesoro, a diferencia del antiguo ejército de caballería con base en Pomestie. La infantería y la caballería de la Nueva Formación comprenderían un poco más de la mitad del ejército expedicionario de 33.000 hombres en la próxima campaña de Smolensk. Muscovy nunca antes había experimentado con unidades de Nueva Formación a tal escala.

La muerte del rey polaco Segismundo III en abril de 1632 provocó un interregno en la Commonwealth y una lucha entre facciones en la Dieta. El patriarca Filaret aprovechó esta confusión para enviar a los generales MB Shein y AV Izmailov contra Smolensk con el cuerpo principal del ejército de campaña moscovita. Para octubre, Shein e Izmailov habían capturado más de veinte ciudades y habían sitiado la fortaleza de Smolensk. La guarnición polaco-lituana que ocupaba Smolensk contaba con solo unos dos mil hombres, y las fuerzas de la Commonwealth más cercanas en la región (las de Radziwill y Gonsiewski) no superaban los seis mil. Pero el ejército moscovita que asediaba sufrió problemas logísticos y deserciones; sus movimientos de tierra no rodearon completamente a Smolensk y no ofrecieron suficiente protección contra los ataques por la retaguardia. Mientras tanto, la coalición internacional contra la riqueza común comenzó a desmoronarse, con el resultado de que en agosto de 1633, Wladyslaw IV, recién elegido rey de Polonia, llegó a la retaguardia de Shein e Izmailov con un ejército de socorro polaco de 23.000 y colocó a los sitiadores moscovitas bajo su propio mando. cerco. En enero de 1634, Shein e Izmailov se vieron obligados a solicitar el armisticio para evacuar lo que quedaba de su ejército. Tuvieron que dejar atrás su artillería y provisiones.

A su regreso a Moscú, Shein e Izmailov fueron acusados ​​de traición y ejecutados. Según los términos del Tratado de Polianovka (mayo de 1634), los polacos recibieron una indemnización de veinte mil rublos y se les devolvieron todas las ciudades capturadas excepto Serpeisk. La siguiente oportunidad para que Moscovia recuperara Smolensk, Seversk y Chernigov llegó veinte años después, cuando Bogdan Khmelnitsky y los cosacos ucranianos buscaron el apoyo del zar Alexei para su guerra por la independencia de la Commonwealth.







REGIMIENTOS DE NUEVA FORMACIÓN

El término regimiento de nueva formación ("modelo occidental", "modelo extranjero" o "formación occidental") se refiere a unidades militares organizadas en formaciones lineales, que utilizan armas de pólvora y tácticas desarrolladas en Occidente. Estos regimientos constaban de ocho a diez compañías, cada una con un número ideal de 100 (infantería) a 120 (caballería y dragones) soldados, aunque pocos regimientos tenían toda su fuerza. El coronel y el teniente coronel estaban al mando de la primera y segunda compañías del regimiento, aunque el mando de facto de la compañía del coronel se le dio a un primer capitán (teniente). Los capitanes o tenientes (ya sean rusos o europeos) comandaban las compañías restantes. Otro personal incluía alféreces, sargentos y cabos, a nivel de compañía, y oficiales administrativos, como capitanes de armas, intendentes, maestros de campo, empleados, sacerdotes, tamborileros, y cornetas. Los regimientos presentaban armas combinadas: mosquetes, picas, artillería, granaderos e ingenieros (zapadores, mineros). Las características organizativas predominantes del regimiento de nueva formación eran su estructura de mando jerárquica y su relativa flexibilidad táctica.

Los regimientos de nueva formación participaron en las principales campañas del siglo XVII. Los primeros regimientos se formaron antes de la Guerra de Smolensk (1632-1634). El estado empleó a oficiales europeos para entrenar y armar a los rusos para luchar a la manera occidental, lo que representó una desviación significativa de la práctica anterior de contratar regimientos completos de tropas extranjeras. El impacto de estos oficiales se refleja en el hecho de que el Tratado de Polyanovka (1634) ordenó a los comandantes mercenarios extranjeros de Rusia que abandonaran Moscovia después de la guerra, aunque Alexander Leslie, Adam Gell-Seitz y otros regresaron para ayudar a reorganizar los regimientos de Moscovia nuevamente durante la guerra. 1640

Entre 1630 y 1634 se formaron diez regimientos, compuestos por diecisiete mil hombres, casi la mitad del ejército ruso en Smolensk. Durante la Guerra de los Trece Años, los regimientos de nueva formación constituían una parte importante de las fuerzas armadas de Rusia: cincuenta y cinco regimientos de infantería y veinte de caballería. El costo de estos regimientos fue mayor que el de las fuerzas tradicionales porque el estado apoyó sus necesidades de suministro y salario.

Los regimientos en la década de 1630 se formaron a partir de grupos marginales, como la nobleza sin tierra, los cosacos, los tártaros y la gente libre (volnye liudi, sin ataduras a ciudades, estados o comunas). El aumento de los ingresos y el estatus asociado con el servicio estatal motivó a estos grupos a asimilarse a los nuevos regimientos de formación. Durante las décadas de 1650 y 1660, los regimientos de nueva formación incluían cada vez más campesinos y ciudadanos, a quienes los rusos reclutaron para compensar las grandes pérdidas durante la guerra. La naturaleza de los soldados que servían en los regimientos de nueva formación cambió con el tiempo, aunque continuaron incluyendo grupos marginales. Más adelante en el siglo (décadas de 1680 a 1690), los regimientos de nueva formación continuaron siendo un escenario para el reentrenamiento de las fuerzas tradicionales.

El estado siguió contratando oficiales europeos para comandar regimientos de nueva formación a lo largo del siglo XVII. Los rusos también ocupaban puestos de mando en los regimientos, sobre todo en rangos por debajo del coronel. Existían tensiones entre los oficiales extranjeros y rusos, especialmente con respecto a la administración e implementación de los regimientos. Los oficiales extranjeros trajeron consigo su experiencia militar y literatura técnica para entrenar a sus regimientos. Dado que había pocos manuales militares impresos disponibles en ruso, la contribución de los oficiales extranjeros a la reforma militar es inconmensurable. No obstante, el estado distribuyó una traducción de Kriegskunst zu Fuss (Arte militar de infantería) de Johann Jacobi von Wallhausen a los coroneles para su uso en entrenamiento.