Sitio de la masacre más sangrienta de nativos americanos identificados en Idaho
Publicado por Blake de Pastino - Western Digs
Un parche pacífica de las tierras agrícolas en el sureste de Idaho probablemente tiene un espeluznante, amarga historia - pero la historia completa permanece oculto, al menos por ahora.
Los arqueólogos agrimensura superficie a lo largo del río del oso, justo al norte de la ciudad de Preston, dicen que hay signos "imperiosas" que es el sitio de un evento cuyo gruesomeness sólo es igualada por su oscuridad: la mayor masacre solo de los nativos americanos en la historia de Estados Unidos.
Una vista desde un acantilado con vista al sitio del río Masacre Bear, cerca de Preston, Idaho. (Foto cortesía K. Cañón / USU)
Los investigadores dicen que sus investigaciones pueden finalmente traer a la luz la historia perdida de la Masacre del río del oso, una incursión de madrugada llevada a cabo por soldados estadounidenses en una aldea de invierno de la Banda del noroeste de Shoshone, mataron hasta a 250 hombres, mujeres y niños en un mañana de enero en 1863.
"Realmente es bastante sorprendente que el mayor masacre india es muy poco conocida", dijo el doctor Ken Cannon, un arqueólogo con USU Servicios Arqueológicos que recientemente condujo una encuesta del sitio.
"Si usted va a través de todos sus libros de historia, no vas a encontrar nada de lo que enseñó [sobre esto]. ...
"Así que si somos capaces de encontrar restos físicos de la masacre, que podrían hacer más accesible a la gente, para que la gente hable más sobre este evento."
El año pasado, la Sociedad Histórica del Estado de Idaho contrató a la firma de Cannon para llevar a cabo el primer arqueológico investigación relacionada con el incidente, con el fin de determinar exactamente dónde tuvo lugar y la identificación de los artefactos, por lo que el sitio podría ser conmemorado como un campo de batalla histórico .
A pesar de la infamia del evento, su legado físico ha sido difícil de rastrear, dijo Cannon.
"La zona general era conocido, pero lo que ha sido frustrante nosotros es que ha habido tanta construcción moderna que se ha ido de allí", dijo.
Las huellas de la aldea destruida Shoshone han sido casi borrada por generaciones de infraestructuras, de un ferrocarril de vía estrecha establecido a través del sitio a finales de 1800, a un canal de dragado décadas más tarde, a una carretera federal moderno que pasa cerca.
"Tenemos una idea de dónde las piezas y partes eran, pero en realidad para encontrar la ubicación exacta, eso ha sido frustrante en algunos aspectos", dijo Cannon.
"Pero es la arqueología, y es un proceso que sólo tenemos que trabajar."
[Ver un descubrimiento reciente de finales de 1800: "'Misterioso' Rifle Winchester Desde 1882 Encontrado inclina contra árbol en el parque nacional de Nevada"]
Entre las herramientas que su equipo ha pedido a los tres mapas históricos, atraídos por los testigos de la masacre, que han ayudado a los investigadores a identificar puntos de referencia y en última instancia, recrean lo Cañón llama "que una mañana horrible."
Bear River Masacre mural
Un mural en el Preston, Idaho, oficina de correos, pintado por Edmond J. Fitzgerald en 1941, conmemora "La batalla del río del oso." (Foto cortesía del Servicio Postal)
Según los relatos de la época, en la madrugada del 29 de enero de 1863, un regimiento de 200 Voluntarios de California se acercó a un pueblo donde unos 390 miembros de la Banda de Música de la Northwestern Shoshone se invernada, cerca de la confluencia del río del oso y un arroyo congelado.
El objetivo del comandante del regimiento, el coronel Patrick Connor, era "castigar" los Shoshone, como él mismo dijo en una carta al Departamento de Guerra, por una serie de recientes incursiones y ataques mortales contra los colonos blancos.
Después de haber visto el pueblo desde un acantilado cercano al sureste, Connor envió tropas a la zona de inundación y en todo el Oso, donde abrieron fuego.
Fusileros Shoshone devolvieron el fuego, matando a cerca de 14 de los Voluntarios. En respuesta, Connor envió otra oleada de tropas para rodear y someter al pueblo.
"Eso creó lo que inicialmente era una batalla, pero que duró un período muy corto de tiempo", dijo Cannon.
"El Shoshone probablemente se quedó sin municiones, y ellos se vieron desbordados por los Voluntarios de California.
"Y entonces es cuando se convierte en una masacre, cuando [los voluntarios] flanqueado y derrotaron al pueblo y comenzaron a matar a hombres, mujeres y niños donde se encontraban."
Testigos describen Shoshone huyendo hacia el río helado, donde algunos se ahogaron y otros más tarde murieron congelados. Otro relato habla de un bebé encontrado con vida al día siguiente, en lo alto de un árbol, presuntamente colocada allí por uno de sus padres, en un intento desesperado por protegerla.
Aunque los recuentos finales varían, la mayoría de las estimaciones sitúan la cifra en 23 soldados, y aproximadamente 250 Shoshone, murieron en el lapso de unas cuatro horas.
Grim como son, no obstante, estas representaciones dan a los investigadores pistas sobre la disposición de la tierra, ya que apareció hace más de 150 años. El curso del río Oso cambió con el tiempo, Cannon explicó, y el arroyo por el pueblo - por un tiempo que se recuerde como Battle Creek - ya que ha sido desviado por proyectos de irrigación.
"Ese fue el punto de referencia más importante para nosotros - para entender dónde estaba el transcurso de Battle Creek - porque ahí es donde estaba el pueblo", dijo Cannon.
"Si pudiéramos identificar a esta particularidad en un paisaje y trabajar hacia atrás desde allí ... lo más probable tendríamos las mejores posibilidades de encontrar una firma arqueológico de la aldea de invierno."
[Explore el sitio de otro conflicto fundamental: "Primero Se encuentra evidencia de Storied batalla que paró expansión hacia el este de España"]
Tomando sus señales de los mapas y otras fuentes, el equipo de Cannon comenzó topografía del terreno con radar de penetración terrestre, gradiómetro magnético y detectores de metales.
Los arqueólogos examinaron el sitio con el radar de penetración terrestre, gradiómetro magnético y detectores de metales. (Foto cortesía K. Cañón / USU)
Aunque la tierra se ha utilizado intensamente desde la década de 1860, Cannon dijo, estas tecnologías pueden recoger los rastros de las logias Shoshones ', al igual que los alineamientos de rocas, suelos endurecidos, y chimeneas antiguas de carbón.
"Creemos que las logias tendrían una firma geofísica porque tendrían un hogar central, tienen rocas que rodeaban las logias que mantenían el lienzo hacia abajo, y luego cada uno de ellos se quemaron, por lo que esas cosas que queman en su lugar deberíamos dejar un firma geofísica atrás ", dijo Cannon.
Si bien hasta ahora la evidencia es escasa, las encuestas han producido indicios débiles de donde el pueblo en ruinas podría descansar.
"Tenemos algunas anomalías que parecen realmente interesante", dijo Cannon.
"Una imagen magnetómetro tiene una alineación semicírculo que puede ser uno de los refugios. Así que las cosas que vemos que sale de la geofísica es lo que vemos como más convincente en este punto.
"Pero hasta que excavamos, nunca lo sabremos qué es exactamente lo que son."
[Lea sobre el sitio recién descubierto de otro conflicto importante: "Plains Fortaleza Indio Con Foso, 'Underground Apartamentos' Unearthed en Oklahoma"]
Equipo de Cannon se reanudará el trabajo de esta primavera, el uso de la termografía aérea y otros métodos para explorar los posibles sitios de la casa de campo más de cerca.
Todos los grupos involucrados en la investigación, dijo - de las agencias gubernamentales y terratenientes al noroeste de Banda de la Nación Shoshone - siguen siendo "muy en serio la protección del patrimonio" en torno a una de las tragedias olvidadas de Occidente.
"Nadie sabe acerca de estos eventos", dijo. "Ellos han estado perdidos, y sin embargo, son increíblemente importantes.
"Así que si somos capaces de encontrar restos físicos, podemos ser más capaz de hacer este evento más visible para el público en general."
lunes, 4 de mayo de 2015
domingo, 3 de mayo de 2015
España: 2 de Mayo
El Levantamiento del 2 de Mayo
Javier Sanz - Historias de la Historia
En la corte del rey Carlos IV (tonto, calzonazos y cornudo), cuyo gobierno era ejercido en la práctica por Godoy -amante de la reina-, existía un grupo de conspiradores, liderados por su hijo Fernando. Este grupo estaba encabezado por los sectores más reaccionarios y por los descontentos con Godoy. Tal situación, desembocó en el motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808). La conspiración de la corte, un rey débil, Godoy caído en desgracia y la protesta popular obligaron al rey a ceder el trono a su hijo Fernando VII (el peor rey de la historia). Nada cambió en España, el rey era un pelele en manos de Murat y sus tropas militares. Fernando VII es llamado a Bayona para entrevistarse con Napoleón. El rey, deseoso de que el emperador le reconociese, parte hacia Bayona, dejando a la Junta Suprema de Gobierno el control de la nación. Murat solicita a la Junta de Gobierno que se le entregue a Godoy, al principio se niega pero finalmente tiene que ceder. El día 30 de abril, Napoleón reúne en Bayona a Carlos IV, Godoy y Fernando VII. Napoleón controla España (o eso creía él).
Los insurrectos se dirigieron al parque de Artillería de Monteleón, donde algunos artilleros y dos capitanes, Daoiz y Velarde, haciendo caso omiso de las órdenes de su superior, el general Negrete, se unieron a los sublevados. Defendieron heróicamente el parque, pero al final fue tomado al asalto por los franceses. Madrid había sido el triste protagonista de una batalla campal, entre dos ejércitos desiguales: uno formado por las tropas de élite francesas y otro formado por el pueblo llano madrileño.
Carga de los mamelucos (Goya)
Murat encontró la escusa perfecta para ocupar la capital. Actuó de forma implacable y violenta. Confirmó la orden de acuartelamiento del general Negrete (así controlaba al ejército español) y castigó, sentencias de muerte, a los rebeldes. Reproducimos la proclama publicada en la Gaceta de Madrid el 6 de mayo:
Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a 2 de mayo de 1808.
Fusilamientos del 3 de mayo (Goya)
Madrid fue la mecha que prendió la revuelta, pero esa misma tarde, fugitivos de Madrid, llevaron las noticias de lo ocurrido en la capital. Andrés Torrejón y Simón Hernández, alcaldes de Móstoles, dictaban una proclama a sus vecinos instándoles a tomar las armas (Bando de Independencia):
Javier Sanz - Historias de la Historia
Antecedentes
En el año 1807, Francia y España firman el Tratado de Fontainebleau. Acuerdan el reparto de Portugal (aliado de Inglaterra) entre ambas potencias. Controlado el mar por ingleses y portugueses, la única opción es que las tropas francesas atraviesen la península, por lo que numerosos contingentes militares franceses entran en España. Napoleón consciente de la crisis política del régimen borbónico, decidió aprovechar la situación.En la corte del rey Carlos IV (tonto, calzonazos y cornudo), cuyo gobierno era ejercido en la práctica por Godoy -amante de la reina-, existía un grupo de conspiradores, liderados por su hijo Fernando. Este grupo estaba encabezado por los sectores más reaccionarios y por los descontentos con Godoy. Tal situación, desembocó en el motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808). La conspiración de la corte, un rey débil, Godoy caído en desgracia y la protesta popular obligaron al rey a ceder el trono a su hijo Fernando VII (el peor rey de la historia). Nada cambió en España, el rey era un pelele en manos de Murat y sus tropas militares. Fernando VII es llamado a Bayona para entrevistarse con Napoleón. El rey, deseoso de que el emperador le reconociese, parte hacia Bayona, dejando a la Junta Suprema de Gobierno el control de la nación. Murat solicita a la Junta de Gobierno que se le entregue a Godoy, al principio se niega pero finalmente tiene que ceder. El día 30 de abril, Napoleón reúne en Bayona a Carlos IV, Godoy y Fernando VII. Napoleón controla España (o eso creía él).
Levantamiento del 2 de mayo
En torno a las ocho de la mañana del 2 de mayo dos coches se encontraban detenidos a las puertas del Palacio Real de Madrid, había mucha gente en los alrededores , ya que era día de mercado. En el primero de ellos la gente vio subir a la reina de Etruria (María Luisa, hija de Carlos IV) y en el segundo coche la gente pensó que era para el infante Francisco de Paula. En ese momento, el maestro José Blas Molina gritó:Muchos se unieron al maestro gritando:
¡Traición!
Quieren llevarse al infanteSoltaron los caballos y entraron al Palacio, donde el infante saludó a la multitud. La revuelta había estallado. Murat envió compañías de granaderos de la Guardia Imperial acompañados de 2 piezas de artillería que sembraron el suelo de cadáveres. Por todo Madrid los franceses aislados eran asesinados y, en la Puerta de Sol, centenares de madrileños se concentraron. Allí llegaron los mamelucos, coraceros y dragones que acuchillaron a la multitud, ésto todavía encendió más la furia y el odio de los madrileños.
Los insurrectos se dirigieron al parque de Artillería de Monteleón, donde algunos artilleros y dos capitanes, Daoiz y Velarde, haciendo caso omiso de las órdenes de su superior, el general Negrete, se unieron a los sublevados. Defendieron heróicamente el parque, pero al final fue tomado al asalto por los franceses. Madrid había sido el triste protagonista de una batalla campal, entre dos ejércitos desiguales: uno formado por las tropas de élite francesas y otro formado por el pueblo llano madrileño.
Carga de los mamelucos (Goya)
Murat encontró la escusa perfecta para ocupar la capital. Actuó de forma implacable y violenta. Confirmó la orden de acuartelamiento del general Negrete (así controlaba al ejército español) y castigó, sentencias de muerte, a los rebeldes. Reproducimos la proclama publicada en la Gaceta de Madrid el 6 de mayo:
Art. I: Esta noche, convocará el general Grouchy la comisión militar.
Art. II: Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.
Art. III: La Junta de Gobierno va a mandar desarmar a los vecinos de Madrid. Todos los moradores de la Corte, que pasado el tiempo prescrito para la ejecución de esta resolución, anden con armas, o las conserven en su casa sin licencia especial serán arcabuceados.
Art. IV: Todo corrillo, que pase de ocho personas, se reputará reunión de sediciosos y se disparará a fusilazos.
Art. V: Toda villa o ladea donde se aaseinado un francés será incendiada.
Art. VI: Los amos responderán de sus criados, los empresarios de fábricas de sus oficiales, los padres de sus hijos, y los prelados de los conventos de sus religiosos.
Art. VII: Los autores de libelos impresos o manuescritos que provoquen la sedición, los que los distribuyeren o vendieren, se reputarán agentes de Inglaterra y como tales pasados por las armas.
Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a 2 de mayo de 1808.
Fusilamientos del 3 de mayo (Goya)
Madrid fue la mecha que prendió la revuelta, pero esa misma tarde, fugitivos de Madrid, llevaron las noticias de lo ocurrido en la capital. Andrés Torrejón y Simón Hernández, alcaldes de Móstoles, dictaban una proclama a sus vecinos instándoles a tomar las armas (Bando de Independencia):
Señores justicias de los pueblos a quienes se presentare este oficio, de mi el alcalde ordinario de la villa de Móstoles.Era la primera declaración de Guerra contra el ejército invasor y fue hecha por los alcaldes.
Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre. Somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que, so color de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta persona del rey. Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistándonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.
Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.
Móstoles, dos de Mayo de mil ochocientos ocho.
Andrés Torrejón
Simón Hernández
sábado, 2 de mayo de 2015
SGM: La hija de Goering reclama lo robado por su padre
La hija de Hermann Goering no recuperará objetos saqueados por el jefe nazi durante la Segunda Guerra Mundial
Gobierno bávaro aparentemente rechazó la petición de Edda Goering después de sólo unos minutos
Rose Troup Buchanan - The Independent
La hija de Hermann Goering ha fallado en otra petición al Estado de Baviera para devolver algunas de las posesiones de su padre confiscados después de la Segunda Guerra Mundial.
Edda Goering, ahijada de Adolf Hitler, había solicitado un comité legal de regresar algo de la posesión saqueado por el líder nazi diputado durante la expansión del régimen fascista en toda Europa.
Se cree que la Sra Goering, de 76 años, no pidió todo de nuevo, pero en lugar suficiente para una "vida de subsistencia".
Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento de Baviera para la compensación rechazó su audiencia de indemnización por "El legado de padre expropiada en el año 1948" ella después de un período de reflexión aparentemente duradera sólo unos minutos.
Sra Goering, que nunca ha criticado públicamente las acciones de su padre, aún vive en Munich.
Edda en su bautizo con sus padres, Emmy y Hermann Goering, y Adolf Hitler Edda en su bautizo con sus padres, Emmy y Hermann Goering, y Adolf Hitler
Goering, que se suicidó poco antes de que iba a ser ejecutado por crímenes de guerra después de ser condenado en los juicios de Nuremberg, fue tristemente célebre por el saqueo de las colecciones de arte privadas y públicas como el nazi conquistó grandes extensiones de Europa.
Su colección, numeración de miles de piezas, se cree que está valorada en aproximadamente $ 200 millones.
Sra Goering, desde el segundo matrimonio de la cabeza Lutwaffe, a la actriz Emmy Sonnemann, intentado en los años sesenta para tener una pintura - saqueado por su padre y se presentó a su al nacer - regresado. Esa petición también falló.
Gobierno bávaro aparentemente rechazó la petición de Edda Goering después de sólo unos minutos
Rose Troup Buchanan - The Independent
La hija de Hermann Goering ha fallado en otra petición al Estado de Baviera para devolver algunas de las posesiones de su padre confiscados después de la Segunda Guerra Mundial.
Edda Goering, ahijada de Adolf Hitler, había solicitado un comité legal de regresar algo de la posesión saqueado por el líder nazi diputado durante la expansión del régimen fascista en toda Europa.
Se cree que la Sra Goering, de 76 años, no pidió todo de nuevo, pero en lugar suficiente para una "vida de subsistencia".
Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento de Baviera para la compensación rechazó su audiencia de indemnización por "El legado de padre expropiada en el año 1948" ella después de un período de reflexión aparentemente duradera sólo unos minutos.
Sra Goering, que nunca ha criticado públicamente las acciones de su padre, aún vive en Munich.
Edda en su bautizo con sus padres, Emmy y Hermann Goering, y Adolf Hitler Edda en su bautizo con sus padres, Emmy y Hermann Goering, y Adolf Hitler
Goering, que se suicidó poco antes de que iba a ser ejecutado por crímenes de guerra después de ser condenado en los juicios de Nuremberg, fue tristemente célebre por el saqueo de las colecciones de arte privadas y públicas como el nazi conquistó grandes extensiones de Europa.
Su colección, numeración de miles de piezas, se cree que está valorada en aproximadamente $ 200 millones.
Sra Goering, desde el segundo matrimonio de la cabeza Lutwaffe, a la actriz Emmy Sonnemann, intentado en los años sesenta para tener una pintura - saqueado por su padre y se presentó a su al nacer - regresado. Esa petición también falló.
viernes, 1 de mayo de 2015
Argentina: La elección de ser argentinos en Trevelín
LA VOLUNTAD DE SER ARGENTINOS
El 30 de abril de 1902 se encontraban en el valle 16 de octubre, a 13 kilómetros de Trevelín, en Chubut, en la zona disputada por los límites con Chile, el delegado arbitral británico, Coronel Sir Thomas Holdich, el representante chileno Hans Steffen (geógrafo alemán) y en representación de Argentina, nuestro perito Francisco P. Moreno junto a unos trescientos pobladores. Sir Thomas Holdich, en su condición de árbitro, consultó a los pobladores del lugar a qué nación querían pertenecer, ellos optaron por la nacionalidad argentina del territorio, patria que los había cobijado desde 1885.
Manifestando ese día «Queremos seguir perteneciendo a la patria que nos cobijó», este acto patriótico y público contribuyó a la resolución pacífica del diferendo entre ambos países. El Rey de Inglaterra, Eduardo VII, tuvo en cuenta la pretensión de los lugareños de que ese valle era argentino, que había sido ocupado por el estado con la presencia de la escuela, capilla, correo y la colonización fomentada por el estado argentino.
El 30 de abril de 1902 se encontraban en el valle 16 de octubre, a 13 kilómetros de Trevelín, en Chubut, en la zona disputada por los límites con Chile, el delegado arbitral británico, Coronel Sir Thomas Holdich, el representante chileno Hans Steffen (geógrafo alemán) y en representación de Argentina, nuestro perito Francisco P. Moreno junto a unos trescientos pobladores. Sir Thomas Holdich, en su condición de árbitro, consultó a los pobladores del lugar a qué nación querían pertenecer, ellos optaron por la nacionalidad argentina del territorio, patria que los había cobijado desde 1885.
Manifestando ese día «Queremos seguir perteneciendo a la patria que nos cobijó», este acto patriótico y público contribuyó a la resolución pacífica del diferendo entre ambos países. El Rey de Inglaterra, Eduardo VII, tuvo en cuenta la pretensión de los lugareños de que ese valle era argentino, que había sido ocupado por el estado con la presencia de la escuela, capilla, correo y la colonización fomentada por el estado argentino.
jueves, 30 de abril de 2015
Genocidio Armenio: Vidas en Argentina
Del horror al amor: la historia de mi abuela armenia
Memoria.A cien años del Genocidio Armenio, una periodista de Viva cuenta la historia de su abuela Armenuhi, que escapó dos veces de la muerte, emigró a la Argentina a los 13 años, se casó con un joven a quien no conocía y con quien estuvo toda la vida. Una historia que va del horror al amor.
Boda. Armenuhi y Yervant Tagtachian se casaron en 1930 en Buenos Aires. No se conocían y estuvieron juntos 50 años.
Magda Tagtachian - Clarín
"Querida, coma, dele, está rico”, insistía mi abuela Armenuhi con ojos cansados y el acento que nunca perdió. Armenuhi, que significa "mujer armenia", notó que dejaba buena parte del sarmá en mi plato y quiso intervenir. Adolescente al fin, yo intentaba bajar algunos kilos privándome de exquisiteces típicas de la colectividad. Pero la casa de mi abuela en Villa Urquiza no era el mejor lugar para iniciar la dieta. Ese domingo –como todos los que pasábamos en el PH de la calle Pampa–, fue el único en que vi llorar a mi abuela. Todavía sentía en la piel y el estómago el hambre. Alguien en la mesa preguntó otra vez por su historia y ella interrumpió el reparto de porciones. Con la voz quebrada contó cómo siendo una nena había escapado en dos oportunidades de su pueblo, Aintab, perseguida por el Imperio Otomano.
La familia del abuelo paterno, Yervant Tagtachian (arriba, en el centro, con bigote) en Aintab en 1919, donde tenían plantaciones de pistacho.
Tristezas del desierto. La primera vez que Armenuhi tuvo que huir tenía un año y medio. Mi abuela paterna había nacido el 17 de diciembre de 1913 y su papá, Joseph Demirjian, era un dirigente político. Sin otra alternativa, mi bisabuelo colocó a mi abuela adentro de la alforja de un burro y en la otra bolsa metió a Antranik (Antonio), el hermanito de nueve meses. Sobre el lomo del burro iba Satenik Kabakian, mi bisabuela que, como Armenuhi, viajaban vestidas de varón para zafar de los controles. Mi bisabuelo guió la fuga en la que caminaron varios días sin más que lo puesto, con hambre, frío y sed hasta llegar a Alepo, en Siria.
La familia del bisabuelo Joseph (segundo desde la izquierda con bigotes), poco antes de que enviudara. Luego de que fallece su esposa Satenik (sentada a la izquierda), envían a la abuela Armenuhi (arriba en el centro con corbata) a la Argentina. Tenía 13 años. La foto fue tomada en 1927, pocos meses antes de que viajara.
Aquel mediodía, no volaba una mosca en el comedor familiar. Todavía siento el frío que me corrió por la espalda al escuchar la historia. Yo tendría unos 12 años y no me animé a preguntar. Crecí en un ambiente donde el asado de los domingos era suplantado por el dolmá (zucchini relleno) y shish kebbab (carne asada en un pincho de acero). Mi abuela siempre fue feliz y tenía una dulzura inmensa. Jamás la vi quejarse, ni tener rencor o resentimiento. De chica, pasaba en su casa los fines de semana. Armenuhi me enseñó a tejer crochet y también con dos agujas. Hacíamos bufandas, almohadones y pulóveres. Juntas cocinábamos el kebbe en una palangana azul. Lo que más me divertía era pegotearme los dedos con la masa que se formaba con el trigo y la carne cruda. Armábamos los bollitos y después hacíamos una sopa donde los poníamos a flotar. Cuando llegaban Jorge y Beatriz, mis padres, los devorábamos felices.
Luego de enviudar, el bisabuelo Joseph Demirjian se casa en Siria con Caterina Stepanian. Una vez que la abuela Armenuhi se establece en Argentina, logra traerlos.
Tuvo que pasar bastante tiempo hasta que entendí todo lo que había sucedido con mi abuela. Mi bisabuelo sacaba a Armenuhi de la alforja cada dos horas para que respirara. Rogaban que sus hijos no gritaran o lloraran al acercarse a los controles donde estaban los otomanos. En silencio llegaron a Alepo. A mi abuela le quedó una tortícolis de por vida por la posición de su cuello dentro de la alforja y dicen que se encaneció por completo en una noche cuando sólo tenía 18 meses. Por el estrés, su pelo negro se volvió blanco en horas. Cuando estuvieron “a salvo”, la raparon para que su cabello negro y brillante, como ella, volviera a nacer.
La abuela Armenuhi y Yervant Tagtachian se casaron en Buenos Aires en octubre de 1930. Los presentaron en 1927 cuando mi abuela llegó a la Argentina. No se conocían. Estuvieron juntos 50 años.
Regresaron a Aintab recién cuando a mi bisabuelo, que además se dedicaba a los hilados, le avisaron que todo estaba en calma. La tregua no duró mucho. La segunda huida se produjo hacia 1921 y fue peor que la primera. Para ese entonces, mi abuela ya tenía dos hermanos más, Asniv y Zareh. Cuando llegó al mundo Zareh, Joseph estaba bajo tierra en una trinchera resistiendo los embates del Imperio Otomano. Mi abuela, que tenía siete años, corrió bajo los túneles que unían Aintab para darle la noticia a su papá. Un tiempo después, mi bisabuela Satenik (embarazada), su esposo y los cuatro hijos tuvieron que volver a dejar su pueblo. Y esta vez fue para siempre.
Un día tomaron a todos prisioneros y los subieron a un tren rumbo a la muerte. Los llevaban al desierto donde funcionaban los campos de concentración para masacrar a los armenios. Durante el viaje, mi bisabuelo tomó la decisión y se la comunicó a Satenik. El mismo los iba a arrojar del tren, de noche y en movimiento, uno a uno para después rescatarlos. Envolvió a cada hijo en una manta y los fue tirando del vagón por un hueco que había encontrado en el piso. De mayor a menor dejó ir primero a los pequeños, luego a su esposa con panza y por último llegó su turno. Sucio y con el espíritu intacto, Joseph corrió hacia atrás hasta levantar a toda su familia del suelo. Caminaron unos 100 kilómetros de noche, escondiéndose entre los matorrales y durmiendo de día, hasta llegar nuevamente a Alepo, donde pidieron auxilio a una prima armenia.
Argentina, tierra de sueños. Todavía hoy, cuando mi tía Alicia –que sigue viviendo en el PH de la calle Pampa–, cuenta la historia, se nos llenan los ojos de lágrimas. Una vez a salvo, la idea de la familia de Armenuhi era establecerse en Siria. Mientras trataban de que la vida volviera a comenzar, la tragedia los golpeó de nuevo. Muy enferma por la huida, y luego de dar a luz a mi tía abuela Hermin, murió Satenik. Tenía 32 años y mi abuela 13. Armenuhi tuvo que reponerse una vez más. Mi bisabuelo había quedado “solo” para criar a cinco chicos. Quisieron presentarle a él una novia. Pero para que pudiera casarse, según las costumbres de la época, mi abuela que ya era “señorita” tenía que “salir” de la casa. En el colegio, Armenuhi le confió esta situación a su mejor amiga Hiripsime Tagtachian. Y ella se ofreció a mediar. Habló con su papá, Kevork (Jorge) Tagtachian, que fue a ver a Joseph para hacerle una propuesta. Le pedía a Armenuhi para traerla con los Tagtachian a la Argentina y casarla con su segundo hijo Yervant (Eduardo). La única condición que puso Joseph fue que esperaran a que su hija tuviera al menos 16 años como para “estirar” su adolescencia. En octubre de 1927, Aniza Chouldjian y su esposo Kevork Tagtachian trajeron a Armenuhi a la Argentina como a una hija más, junto a Hiripsime y a otros familiares.
Al mejor estilo Titanic, cuando el barco Kerguelen llegó a la zona donde todavía hoy está el Hotel de los Inmigrantes, Armenuhi apoyada en la baranda de cubierta divisó a Yervant, alto y de ojos verdes. Ella tenía 13. El, 26. Aquel muchacho la esperaba con más nervios que sonrisas. Sin embargo, mi abuela miró al cielo y rogó que fuera él su prometido. Se casaron el 10 de octubre 1930. Antes, un juez vecino y amigo se encargó de sumarle a mi abuela los años suficientes para “convertirla” en mayor de edad y poder dar el sí. A los nueve meses casi exactos nació mi papá Jorge, el mayor de cuatro hermanos. Le siguió mi tía Alicia; José, que falleció a los dos años por muerte súbita, y mi tío Eduardo. Meses antes de cumplir las bodas de oro, murió mi abuelo Yervant, en febrero de 1980. La abuela se fue en junio de 2004. Se trataron siempre con amor y respeto. Se amaron hasta el último minuto.
Armenuhi fue, sin duda, el pilar y motor de la familia. Cuando ella finalmente se instaló en Buenos Aires, se movió para traer uno a uno al resto de los suyos desde Alepo. Yo tendría unos ocho años y todavía recuerdo cuando me llevaban a visitar a mis bisabuelos Joseph y Caterina Stepanian, que era su segunda mujer y con quien tuvo a Zarman, Hasmic y Vahe. Los “abuelos viejitos”, como los llamábamos, vivían en Pampa y Triunvirato. Los veo en su casa de paredes azules. Sus caras me llamaban la atención por sus eternas arrugas. Un día, Caterina enfermó y la internaron en el hospital. A Joseph, con 97 años, quisieron protegerlo con una mentira piadosa. Su compañera había muerto. Se dio cuenta mi abuelo viejito, dejó de comer y a los dos meses subió al cielo de los amores y las tristezas.
El 31 de agosto del año pasado, en el cumple 80 de mi tía abuela Zarman, la historia familiar sobrevolaba el salón del club Aintab, sobre Niceto Vega, en Palermo. Las fotos de los casamientos y reuniones familiares en pantalla gigante se mezclaban con las risa fresca de los chicos, los primos, tíos y abuelos, unas 100 personas entre descendientes y familiares. Mientras disfrutábamos de las danzas y platos típicos, seguí el viaje hacia mi infancia.
Postales de domingo. Una vez más recordé a Yervant cuando me hacía pisar un diario para sacar el molde de mi pie y fabricar él mismo las guillerminas marrones que llevaba al colegio. Había aprendido el oficio de zapatero en el barco. El vino primero con su hermano Pissant y cuando se instalaron empezó a llegar el resto. Mi abuelo traía como único bien una alfombra persa que había comprado en el viaje con las monedas que se había ganado remendando calzados. Todavía lo imagino separando las semillas de calabaza sobre un papel, apoyado en esa alfombra persa en el living de Pampa.
El legado. Por el lado de mamá, mi abuela María huyó sola desde su pueblo Marash con su papá Avac. Su mamá había muerto en el parto después de que tuviera mellizos, que también fallecieron. A Mari la metieron en un cajón de verduras y caminaron hasta que el horror dio paso a otra pena. En Beirut, mi bisabuelo, un sastre sin trabajo, la dejó en un orfanato americano. Por eso Mari, además de armenio, hablaba inglés. Al cabo de unos años, el padre asumió que no podía criarla y se ocupó de buscarle una familia para que la trajera a Argentina. Le cambiaron su apellido Bayramian por el de la familia que la “adoptó”, Yelanguezian. En Buenos Aires le arreglaron un casamiento con otro joven armenio desconocido. Mi abuela dio el sí a Simón Balian, de quien dicen que también heredé los ojos claros. María y Simón tuvieron a mi tía Rosita, mi tío Jorge y mi mamá Beatriz. El abuelo murió cuando mamá tenía siete años.
Durante mi niñez, estas historias me resultaban “normales”, tanto como las comidas tan diferentes a las de mis compañeras de colegio, que no era armenio. Recién de grande empecé a darme cuenta del peso de cada anécdota y cómo formaban parte de mi propia identidad y tradiciones. Las fiestas con mis abuelos me fascinaban. Para Pascuas, Armenuhi teñía con remolacha y acelga la cáscara de los huevos mientras los hervía. Después del almuerzo venía la competencia. Había que tomar uno de ellos y envolverlo con la mano derecha. Puño con puño contra el contrincante. Cada uno golpeaba la base del otro huevo y el que se rompía, perdía. Nos pasábamos la semana comiendo huevos rotos y de colores. En Navidad aprovechaba para probarme los zapatos que vendía mi abuela Mari en Cotté, la zapatería que atendía en su casa de Monroe y Bauness. Mientras la familia se agrupaba junto al arbolito, yo desfilaba y me sentaba en las sillas verdes de pana del negocio que hoy brillan en mi casa. El 31 de diciembre, en lo de Armenuhi, llegaba el momento más excitante. A la medianoche, con mi abuela y mis hermanos, Jorge Simón y Carolina, salíamos a la puerta de su departamento para estrellar con todas nuestras fuerzas los platos contra el piso. Una ceremonia catártica y ruidosa para decirle chau a la mala suerte y recibir a la buena. Desde un costado del salón, mi tío Cacho presidía la reunión. Lo recuerdo tocando el derbake. Era el hijo de Hiripsimé, la amiga de mi abuela con quien había hecho un pacto: cuidaría de Cacho, después de la muerte de su mamá y de su papá, Martín Kerboyan, un apasionado bailarín tanguero. Cada vez que veo un derbake me acuerdo de Cacho. Partió en 1978 cantando Cuando un amigo se va, de Alberto Cortez. Fue mi primera muerte cercana.
Si hablamos de genes, dicen que soy la que menos heredé la fisonomía armenia. Pero llevo una determinación y fuerza de voluntad que entiendo vienen de mis antepasados. De ellos aprendí a luchar por los ideales y a enhebrar con palabras y paciencia el olvido. A ordenar la melancolía si se sale de la caja y a valorar la intuición. Muchas búsquedas en mi vida tienen que ver con darle sentido al dolor y transformarlo en algo bello: una rica comida, un buen cuadro, una danza liberadora, un momento compartido con amor. Mis abuelos fueron parte de ese camino. Sus músicas, colores y olores me ayudan a encontrarme. A sonreír y a seguir indagando. Viven en mi corazón por siempre. mtagtachian@clarin.com
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Memoria.A cien años del Genocidio Armenio, una periodista de Viva cuenta la historia de su abuela Armenuhi, que escapó dos veces de la muerte, emigró a la Argentina a los 13 años, se casó con un joven a quien no conocía y con quien estuvo toda la vida. Una historia que va del horror al amor.
Boda. Armenuhi y Yervant Tagtachian se casaron en 1930 en Buenos Aires. No se conocían y estuvieron juntos 50 años.
Magda Tagtachian - Clarín
"Querida, coma, dele, está rico”, insistía mi abuela Armenuhi con ojos cansados y el acento que nunca perdió. Armenuhi, que significa "mujer armenia", notó que dejaba buena parte del sarmá en mi plato y quiso intervenir. Adolescente al fin, yo intentaba bajar algunos kilos privándome de exquisiteces típicas de la colectividad. Pero la casa de mi abuela en Villa Urquiza no era el mejor lugar para iniciar la dieta. Ese domingo –como todos los que pasábamos en el PH de la calle Pampa–, fue el único en que vi llorar a mi abuela. Todavía sentía en la piel y el estómago el hambre. Alguien en la mesa preguntó otra vez por su historia y ella interrumpió el reparto de porciones. Con la voz quebrada contó cómo siendo una nena había escapado en dos oportunidades de su pueblo, Aintab, perseguida por el Imperio Otomano.
La familia del abuelo paterno, Yervant Tagtachian (arriba, en el centro, con bigote) en Aintab en 1919, donde tenían plantaciones de pistacho.
Tristezas del desierto. La primera vez que Armenuhi tuvo que huir tenía un año y medio. Mi abuela paterna había nacido el 17 de diciembre de 1913 y su papá, Joseph Demirjian, era un dirigente político. Sin otra alternativa, mi bisabuelo colocó a mi abuela adentro de la alforja de un burro y en la otra bolsa metió a Antranik (Antonio), el hermanito de nueve meses. Sobre el lomo del burro iba Satenik Kabakian, mi bisabuela que, como Armenuhi, viajaban vestidas de varón para zafar de los controles. Mi bisabuelo guió la fuga en la que caminaron varios días sin más que lo puesto, con hambre, frío y sed hasta llegar a Alepo, en Siria.
La familia del bisabuelo Joseph (segundo desde la izquierda con bigotes), poco antes de que enviudara. Luego de que fallece su esposa Satenik (sentada a la izquierda), envían a la abuela Armenuhi (arriba en el centro con corbata) a la Argentina. Tenía 13 años. La foto fue tomada en 1927, pocos meses antes de que viajara.
Aquel mediodía, no volaba una mosca en el comedor familiar. Todavía siento el frío que me corrió por la espalda al escuchar la historia. Yo tendría unos 12 años y no me animé a preguntar. Crecí en un ambiente donde el asado de los domingos era suplantado por el dolmá (zucchini relleno) y shish kebbab (carne asada en un pincho de acero). Mi abuela siempre fue feliz y tenía una dulzura inmensa. Jamás la vi quejarse, ni tener rencor o resentimiento. De chica, pasaba en su casa los fines de semana. Armenuhi me enseñó a tejer crochet y también con dos agujas. Hacíamos bufandas, almohadones y pulóveres. Juntas cocinábamos el kebbe en una palangana azul. Lo que más me divertía era pegotearme los dedos con la masa que se formaba con el trigo y la carne cruda. Armábamos los bollitos y después hacíamos una sopa donde los poníamos a flotar. Cuando llegaban Jorge y Beatriz, mis padres, los devorábamos felices.
Luego de enviudar, el bisabuelo Joseph Demirjian se casa en Siria con Caterina Stepanian. Una vez que la abuela Armenuhi se establece en Argentina, logra traerlos.
Tuvo que pasar bastante tiempo hasta que entendí todo lo que había sucedido con mi abuela. Mi bisabuelo sacaba a Armenuhi de la alforja cada dos horas para que respirara. Rogaban que sus hijos no gritaran o lloraran al acercarse a los controles donde estaban los otomanos. En silencio llegaron a Alepo. A mi abuela le quedó una tortícolis de por vida por la posición de su cuello dentro de la alforja y dicen que se encaneció por completo en una noche cuando sólo tenía 18 meses. Por el estrés, su pelo negro se volvió blanco en horas. Cuando estuvieron “a salvo”, la raparon para que su cabello negro y brillante, como ella, volviera a nacer.
La abuela Armenuhi y Yervant Tagtachian se casaron en Buenos Aires en octubre de 1930. Los presentaron en 1927 cuando mi abuela llegó a la Argentina. No se conocían. Estuvieron juntos 50 años.
Regresaron a Aintab recién cuando a mi bisabuelo, que además se dedicaba a los hilados, le avisaron que todo estaba en calma. La tregua no duró mucho. La segunda huida se produjo hacia 1921 y fue peor que la primera. Para ese entonces, mi abuela ya tenía dos hermanos más, Asniv y Zareh. Cuando llegó al mundo Zareh, Joseph estaba bajo tierra en una trinchera resistiendo los embates del Imperio Otomano. Mi abuela, que tenía siete años, corrió bajo los túneles que unían Aintab para darle la noticia a su papá. Un tiempo después, mi bisabuela Satenik (embarazada), su esposo y los cuatro hijos tuvieron que volver a dejar su pueblo. Y esta vez fue para siempre.
Un día tomaron a todos prisioneros y los subieron a un tren rumbo a la muerte. Los llevaban al desierto donde funcionaban los campos de concentración para masacrar a los armenios. Durante el viaje, mi bisabuelo tomó la decisión y se la comunicó a Satenik. El mismo los iba a arrojar del tren, de noche y en movimiento, uno a uno para después rescatarlos. Envolvió a cada hijo en una manta y los fue tirando del vagón por un hueco que había encontrado en el piso. De mayor a menor dejó ir primero a los pequeños, luego a su esposa con panza y por último llegó su turno. Sucio y con el espíritu intacto, Joseph corrió hacia atrás hasta levantar a toda su familia del suelo. Caminaron unos 100 kilómetros de noche, escondiéndose entre los matorrales y durmiendo de día, hasta llegar nuevamente a Alepo, donde pidieron auxilio a una prima armenia.
Argentina, tierra de sueños. Todavía hoy, cuando mi tía Alicia –que sigue viviendo en el PH de la calle Pampa–, cuenta la historia, se nos llenan los ojos de lágrimas. Una vez a salvo, la idea de la familia de Armenuhi era establecerse en Siria. Mientras trataban de que la vida volviera a comenzar, la tragedia los golpeó de nuevo. Muy enferma por la huida, y luego de dar a luz a mi tía abuela Hermin, murió Satenik. Tenía 32 años y mi abuela 13. Armenuhi tuvo que reponerse una vez más. Mi bisabuelo había quedado “solo” para criar a cinco chicos. Quisieron presentarle a él una novia. Pero para que pudiera casarse, según las costumbres de la época, mi abuela que ya era “señorita” tenía que “salir” de la casa. En el colegio, Armenuhi le confió esta situación a su mejor amiga Hiripsime Tagtachian. Y ella se ofreció a mediar. Habló con su papá, Kevork (Jorge) Tagtachian, que fue a ver a Joseph para hacerle una propuesta. Le pedía a Armenuhi para traerla con los Tagtachian a la Argentina y casarla con su segundo hijo Yervant (Eduardo). La única condición que puso Joseph fue que esperaran a que su hija tuviera al menos 16 años como para “estirar” su adolescencia. En octubre de 1927, Aniza Chouldjian y su esposo Kevork Tagtachian trajeron a Armenuhi a la Argentina como a una hija más, junto a Hiripsime y a otros familiares.
Al mejor estilo Titanic, cuando el barco Kerguelen llegó a la zona donde todavía hoy está el Hotel de los Inmigrantes, Armenuhi apoyada en la baranda de cubierta divisó a Yervant, alto y de ojos verdes. Ella tenía 13. El, 26. Aquel muchacho la esperaba con más nervios que sonrisas. Sin embargo, mi abuela miró al cielo y rogó que fuera él su prometido. Se casaron el 10 de octubre 1930. Antes, un juez vecino y amigo se encargó de sumarle a mi abuela los años suficientes para “convertirla” en mayor de edad y poder dar el sí. A los nueve meses casi exactos nació mi papá Jorge, el mayor de cuatro hermanos. Le siguió mi tía Alicia; José, que falleció a los dos años por muerte súbita, y mi tío Eduardo. Meses antes de cumplir las bodas de oro, murió mi abuelo Yervant, en febrero de 1980. La abuela se fue en junio de 2004. Se trataron siempre con amor y respeto. Se amaron hasta el último minuto.
Armenuhi fue, sin duda, el pilar y motor de la familia. Cuando ella finalmente se instaló en Buenos Aires, se movió para traer uno a uno al resto de los suyos desde Alepo. Yo tendría unos ocho años y todavía recuerdo cuando me llevaban a visitar a mis bisabuelos Joseph y Caterina Stepanian, que era su segunda mujer y con quien tuvo a Zarman, Hasmic y Vahe. Los “abuelos viejitos”, como los llamábamos, vivían en Pampa y Triunvirato. Los veo en su casa de paredes azules. Sus caras me llamaban la atención por sus eternas arrugas. Un día, Caterina enfermó y la internaron en el hospital. A Joseph, con 97 años, quisieron protegerlo con una mentira piadosa. Su compañera había muerto. Se dio cuenta mi abuelo viejito, dejó de comer y a los dos meses subió al cielo de los amores y las tristezas.
El 31 de agosto del año pasado, en el cumple 80 de mi tía abuela Zarman, la historia familiar sobrevolaba el salón del club Aintab, sobre Niceto Vega, en Palermo. Las fotos de los casamientos y reuniones familiares en pantalla gigante se mezclaban con las risa fresca de los chicos, los primos, tíos y abuelos, unas 100 personas entre descendientes y familiares. Mientras disfrutábamos de las danzas y platos típicos, seguí el viaje hacia mi infancia.
Postales de domingo. Una vez más recordé a Yervant cuando me hacía pisar un diario para sacar el molde de mi pie y fabricar él mismo las guillerminas marrones que llevaba al colegio. Había aprendido el oficio de zapatero en el barco. El vino primero con su hermano Pissant y cuando se instalaron empezó a llegar el resto. Mi abuelo traía como único bien una alfombra persa que había comprado en el viaje con las monedas que se había ganado remendando calzados. Todavía lo imagino separando las semillas de calabaza sobre un papel, apoyado en esa alfombra persa en el living de Pampa.
El legado. Por el lado de mamá, mi abuela María huyó sola desde su pueblo Marash con su papá Avac. Su mamá había muerto en el parto después de que tuviera mellizos, que también fallecieron. A Mari la metieron en un cajón de verduras y caminaron hasta que el horror dio paso a otra pena. En Beirut, mi bisabuelo, un sastre sin trabajo, la dejó en un orfanato americano. Por eso Mari, además de armenio, hablaba inglés. Al cabo de unos años, el padre asumió que no podía criarla y se ocupó de buscarle una familia para que la trajera a Argentina. Le cambiaron su apellido Bayramian por el de la familia que la “adoptó”, Yelanguezian. En Buenos Aires le arreglaron un casamiento con otro joven armenio desconocido. Mi abuela dio el sí a Simón Balian, de quien dicen que también heredé los ojos claros. María y Simón tuvieron a mi tía Rosita, mi tío Jorge y mi mamá Beatriz. El abuelo murió cuando mamá tenía siete años.
Durante mi niñez, estas historias me resultaban “normales”, tanto como las comidas tan diferentes a las de mis compañeras de colegio, que no era armenio. Recién de grande empecé a darme cuenta del peso de cada anécdota y cómo formaban parte de mi propia identidad y tradiciones. Las fiestas con mis abuelos me fascinaban. Para Pascuas, Armenuhi teñía con remolacha y acelga la cáscara de los huevos mientras los hervía. Después del almuerzo venía la competencia. Había que tomar uno de ellos y envolverlo con la mano derecha. Puño con puño contra el contrincante. Cada uno golpeaba la base del otro huevo y el que se rompía, perdía. Nos pasábamos la semana comiendo huevos rotos y de colores. En Navidad aprovechaba para probarme los zapatos que vendía mi abuela Mari en Cotté, la zapatería que atendía en su casa de Monroe y Bauness. Mientras la familia se agrupaba junto al arbolito, yo desfilaba y me sentaba en las sillas verdes de pana del negocio que hoy brillan en mi casa. El 31 de diciembre, en lo de Armenuhi, llegaba el momento más excitante. A la medianoche, con mi abuela y mis hermanos, Jorge Simón y Carolina, salíamos a la puerta de su departamento para estrellar con todas nuestras fuerzas los platos contra el piso. Una ceremonia catártica y ruidosa para decirle chau a la mala suerte y recibir a la buena. Desde un costado del salón, mi tío Cacho presidía la reunión. Lo recuerdo tocando el derbake. Era el hijo de Hiripsimé, la amiga de mi abuela con quien había hecho un pacto: cuidaría de Cacho, después de la muerte de su mamá y de su papá, Martín Kerboyan, un apasionado bailarín tanguero. Cada vez que veo un derbake me acuerdo de Cacho. Partió en 1978 cantando Cuando un amigo se va, de Alberto Cortez. Fue mi primera muerte cercana.
Si hablamos de genes, dicen que soy la que menos heredé la fisonomía armenia. Pero llevo una determinación y fuerza de voluntad que entiendo vienen de mis antepasados. De ellos aprendí a luchar por los ideales y a enhebrar con palabras y paciencia el olvido. A ordenar la melancolía si se sale de la caja y a valorar la intuición. Muchas búsquedas en mi vida tienen que ver con darle sentido al dolor y transformarlo en algo bello: una rica comida, un buen cuadro, una danza liberadora, un momento compartido con amor. Mis abuelos fueron parte de ese camino. Sus músicas, colores y olores me ayudan a encontrarme. A sonreír y a seguir indagando. Viven en mi corazón por siempre. mtagtachian@clarin.com
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No me olvides
Si bien la fecha simbólica del inicio del Genocidio Armenio es el 24 de abril de 1915 (se toma como referencia el asesinato de unos 250 intelectuales y líderes armenios), la matanza de un millón y medio de armenios en el Imperio Otomano (actual Turquía) se extendió hasta 1923. El Genocidio fue reconocido por muchas instituciones y países, incluida la Argentina. Luego de Estados Unidos y Francia, Argentina es el tercer país que recibió mayor cantidad de armenios. El viernes 24, a las 17, habrá una misa en San Gregorio El Iluminador; el sábado 25, a las 16, un acto cultural en la Feria del Libro en la Rural; y el miércoles 29, a las 20, el Acto Cívico en el Luna Park. La flor “Nomeolvides” fue elegida como símbolo mundial para conmemorar los 100 años del Genocidio Armenio.miércoles, 29 de abril de 2015
Genocidio Armenio: Cada vez más difícil de negar
Genocidio armenio: Seguir negando la verdad de esta crueldad humana masa está cerca de una mentira criminal
Saqué los huesos y cráneos de armenios masacrados por el desierto de Siria con mis propias manos en 1992
Robert Fisk - The Independent
A las siete de la noche del jueves, un grupo de hombres y mujeres muy valientes se reunirán en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para organizar una conmemoración sin precedentes y en movimiento. Los hombres y las mujeres serán turco y armenio, y estarán reuniendo para recordar los 1,5 millones de cristianos armenios hombres, mujeres y niños asesinados por los turcos otomanos en el genocidio de 1915. Eso Holocausto armenio - el precursor directo del Holocausto judío - comenzó hace 100 años este jueves, a sólo media milla de Taksim, cuando el gobierno de la época redondea cientos de intelectuales y escritores armenios de sus hogares y los preparó para la muerte y la la aniquilación de su pueblo.
El Papa ya ha molestado a los turcos llamando a este malvado acto - la más terrible masacre de la Primera Guerra Mundial - un genocidio, que era: el intento deliberado y planificado para liquidar una raza de gente. El gobierno turco - pero, gracias a Dios, no todos los turcos - han mantenido su negación petulante e infantil de este hecho de la historia sobre la base de que los armenios no fueron muertos, según un plan (el antiguo "caos de la guerra" sin sentido) , y que la palabra "genocidio" fue acuñado todos modos sólo después de la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto no puede aplicarse a ellos. Sobre esa base, la Primera Guerra Mundial no fue la Primera Guerra Mundial, ya que no fue llamado a la Primera Guerra Mundial en el momento!
Dos pensamientos vienen a la mente, entonces, en este centenario de la carnicería, la violación masiva y el asesinato del niño de 1915. La primera es que para un poderoso gobierno de un fuerte - y valiente - nación europea y la OTAN, como Turquía que continúan negando la verdad de esta crueldad humana masa está cerca de una mentira criminal. Más de 100.000 turcos han descubierto que tienen abuelas armenias o bisabuelas - las mismas mujeres secuestradas, esclavizadas, violadas o convertidas en las marchas de la muerte de Anatolia en el desierto de Siria norte - y los propios historiadores turcos (por desgracia, no lo suficiente de ellos) ahora se presenta la prueba documental detallada de las órdenes siniestras de exterminio de Talat Pasha emitidos desde lo que entonces era Constantinopla.
Sin embargo, cualquiera que se oponga a la negación del genocidio del gobierno sigue siendo vilipendiado. Durante casi un cuarto de siglo, he estado recibiendo correo de turcos acerca de mi propia escritura sobre el genocidio. Comenzó cuando cavé los huesos y cráneos de armenios masacrados fuera del desierto de Siria con mis propias manos, en 1992. A los pocos corresponsales querían expresar su apoyo. La mayoría de las cartas eran poco menos perniciosa. Y me temo que más bien la negación continuada por el gobierno turco podría ser tan peligroso para Turquía, ya que es una barbaridad para los descendientes armenios de los muertos. Recuerdo una señora armenia ancianos describiendo a mí cómo ella vio milicianos turcos apilando los bebés que viven en la parte superior de uno al otro y prendiendo fuego a ellos. Su madre le dijo que sus gritos eran el sonido de sus almas van al cielo. ¿No es esto - y la esclavitud de las mujeres - exactamente lo que Isis está perpetrando contra sus enemigos étnicos justo al otro lado de la frontera turca hoy? La negación es llena de peligros.
Y vamos a preguntarnos qué pasaría si el actual gobierno alemán fue afirmar que cualquier demanda de reconocer los "eventos" de 1939-1945 - en el que seis millones de Judios fueron asesinados - como un genocidio era "propaganda judía" y "mutilar la historia y ley ". Sin embargo, eso era más o menos lo que el gobierno turco dijo que cuando la semana pasada de la UE pidió que reconozca el genocidio armenio. La UE, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en Ankara, había sucumbido a la "propaganda armenia" sobre los "eventos" de 1915, y fue "mutilando la historia y la ley". Si Alemania hubiera adoptado tales palabras imperdonables sobre el Holocausto judío, no habría sido capaz de ver a través de los gases de escape de Berlín como embajadores del mundo se dirigieron al aeropuerto.
Sin embargo, al día siguiente de la pequeña conmemoración valiente prevista para la plaza Taksim de esta semana, la grande y la buena parte del mundo occidental se reunirán con líderes turcos a pocos kilómetros al oeste de Estambul para honrar a los muertos de Gallipoli, extraordinaria de Mustafa Kemal - y brillante - 1915 la victoria sobre los aliados en la Primera Guerra Mundial. ¿Cuántos de ellos se recuerda que entre los héroes turcas luchan por Turquía en Gallipoli era cierto armenio capitán Torossian - cuya propia hermana moriría pronto en el genocidio?
Tengo la intención de informar sobre la conmemoración de la próxima semana en compañía de amigos turcos. Pero el segundo pensamiento que viene a la mente - y amigos armenios que perdonarme - es que no estoy muy interesado en lo que los armenios dicen y hacen en este 100 aniversario. Quiero saber lo que planean hacer en el día después de que el día del 100 aniversario. Los sobrevivientes armenios - los que podía recordar - ahora están todos muertos. En unos 30 años, Judios de todo el mundo van a sufrir la misma tristeza profunda como sus últimos supervivientes desaparecen del mundo del testimonio vivo. Pero los muertos viven en, sobre todo cuando su víctima se negó - una maldición que les obliga a morir una y otra vez.
Armenios seguramente debe ahora elaborar una lista de los valientes turcos que salvaron sus vidas durante la persecución de su pueblo. Hay por lo menos un gobernador provincial, y los soldados individuales nombrados turcos y policías, que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los armenios en este momento horrible en la historia turca. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro triunfalista de Turquía, ha hablado de su dolor por los armenios, sin dejar de negar el genocidio. ¿Se atreven a negarse a firmar un libro genocidio armenio de conmemoración lista de los valientes turcos que trataron de salvar el honor de su nación en su hora más oscura?
He estado golpeando sobre esta idea a los armenios durante años. Le dije lo mismo a los armenios en Detroit la semana pasada. Honra a los buenos turcos. Por desgracia, todo el mundo aplaude. Y no hace nada.
Saqué los huesos y cráneos de armenios masacrados por el desierto de Siria con mis propias manos en 1992
Robert Fisk - The Independent
A las siete de la noche del jueves, un grupo de hombres y mujeres muy valientes se reunirán en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para organizar una conmemoración sin precedentes y en movimiento. Los hombres y las mujeres serán turco y armenio, y estarán reuniendo para recordar los 1,5 millones de cristianos armenios hombres, mujeres y niños asesinados por los turcos otomanos en el genocidio de 1915. Eso Holocausto armenio - el precursor directo del Holocausto judío - comenzó hace 100 años este jueves, a sólo media milla de Taksim, cuando el gobierno de la época redondea cientos de intelectuales y escritores armenios de sus hogares y los preparó para la muerte y la la aniquilación de su pueblo.
El Papa ya ha molestado a los turcos llamando a este malvado acto - la más terrible masacre de la Primera Guerra Mundial - un genocidio, que era: el intento deliberado y planificado para liquidar una raza de gente. El gobierno turco - pero, gracias a Dios, no todos los turcos - han mantenido su negación petulante e infantil de este hecho de la historia sobre la base de que los armenios no fueron muertos, según un plan (el antiguo "caos de la guerra" sin sentido) , y que la palabra "genocidio" fue acuñado todos modos sólo después de la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto no puede aplicarse a ellos. Sobre esa base, la Primera Guerra Mundial no fue la Primera Guerra Mundial, ya que no fue llamado a la Primera Guerra Mundial en el momento!
Dos pensamientos vienen a la mente, entonces, en este centenario de la carnicería, la violación masiva y el asesinato del niño de 1915. La primera es que para un poderoso gobierno de un fuerte - y valiente - nación europea y la OTAN, como Turquía que continúan negando la verdad de esta crueldad humana masa está cerca de una mentira criminal. Más de 100.000 turcos han descubierto que tienen abuelas armenias o bisabuelas - las mismas mujeres secuestradas, esclavizadas, violadas o convertidas en las marchas de la muerte de Anatolia en el desierto de Siria norte - y los propios historiadores turcos (por desgracia, no lo suficiente de ellos) ahora se presenta la prueba documental detallada de las órdenes siniestras de exterminio de Talat Pasha emitidos desde lo que entonces era Constantinopla.
Sin embargo, cualquiera que se oponga a la negación del genocidio del gobierno sigue siendo vilipendiado. Durante casi un cuarto de siglo, he estado recibiendo correo de turcos acerca de mi propia escritura sobre el genocidio. Comenzó cuando cavé los huesos y cráneos de armenios masacrados fuera del desierto de Siria con mis propias manos, en 1992. A los pocos corresponsales querían expresar su apoyo. La mayoría de las cartas eran poco menos perniciosa. Y me temo que más bien la negación continuada por el gobierno turco podría ser tan peligroso para Turquía, ya que es una barbaridad para los descendientes armenios de los muertos. Recuerdo una señora armenia ancianos describiendo a mí cómo ella vio milicianos turcos apilando los bebés que viven en la parte superior de uno al otro y prendiendo fuego a ellos. Su madre le dijo que sus gritos eran el sonido de sus almas van al cielo. ¿No es esto - y la esclavitud de las mujeres - exactamente lo que Isis está perpetrando contra sus enemigos étnicos justo al otro lado de la frontera turca hoy? La negación es llena de peligros.
Y vamos a preguntarnos qué pasaría si el actual gobierno alemán fue afirmar que cualquier demanda de reconocer los "eventos" de 1939-1945 - en el que seis millones de Judios fueron asesinados - como un genocidio era "propaganda judía" y "mutilar la historia y ley ". Sin embargo, eso era más o menos lo que el gobierno turco dijo que cuando la semana pasada de la UE pidió que reconozca el genocidio armenio. La UE, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en Ankara, había sucumbido a la "propaganda armenia" sobre los "eventos" de 1915, y fue "mutilando la historia y la ley". Si Alemania hubiera adoptado tales palabras imperdonables sobre el Holocausto judío, no habría sido capaz de ver a través de los gases de escape de Berlín como embajadores del mundo se dirigieron al aeropuerto.
Sin embargo, al día siguiente de la pequeña conmemoración valiente prevista para la plaza Taksim de esta semana, la grande y la buena parte del mundo occidental se reunirán con líderes turcos a pocos kilómetros al oeste de Estambul para honrar a los muertos de Gallipoli, extraordinaria de Mustafa Kemal - y brillante - 1915 la victoria sobre los aliados en la Primera Guerra Mundial. ¿Cuántos de ellos se recuerda que entre los héroes turcas luchan por Turquía en Gallipoli era cierto armenio capitán Torossian - cuya propia hermana moriría pronto en el genocidio?
Tengo la intención de informar sobre la conmemoración de la próxima semana en compañía de amigos turcos. Pero el segundo pensamiento que viene a la mente - y amigos armenios que perdonarme - es que no estoy muy interesado en lo que los armenios dicen y hacen en este 100 aniversario. Quiero saber lo que planean hacer en el día después de que el día del 100 aniversario. Los sobrevivientes armenios - los que podía recordar - ahora están todos muertos. En unos 30 años, Judios de todo el mundo van a sufrir la misma tristeza profunda como sus últimos supervivientes desaparecen del mundo del testimonio vivo. Pero los muertos viven en, sobre todo cuando su víctima se negó - una maldición que les obliga a morir una y otra vez.
Armenios seguramente debe ahora elaborar una lista de los valientes turcos que salvaron sus vidas durante la persecución de su pueblo. Hay por lo menos un gobernador provincial, y los soldados individuales nombrados turcos y policías, que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los armenios en este momento horrible en la historia turca. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro triunfalista de Turquía, ha hablado de su dolor por los armenios, sin dejar de negar el genocidio. ¿Se atreven a negarse a firmar un libro genocidio armenio de conmemoración lista de los valientes turcos que trataron de salvar el honor de su nación en su hora más oscura?
He estado golpeando sobre esta idea a los armenios durante años. Le dije lo mismo a los armenios en Detroit la semana pasada. Honra a los buenos turcos. Por desgracia, todo el mundo aplaude. Y no hace nada.
martes, 28 de abril de 2015
SGM: El suicidio colectivo alemán ante la derrota
Cuando las madres tiraban al río a sus hijos
Alemania recuerda la oleada de suicidios en los últimos meses de la II Guerra Mundial
Los aniversarios se convierten en arma diplomática
Luis Doncel - El País
Bärbel Schreiner, con su madre y su hermano en Demmin en 1944.
El documento es estremecedor. 28 páginas repletas de nombres acompañados de la fecha y el motivo de su muerte. Elegida una al azar, aparecen varias familias —los Gaut, los Schubert (madre e hija), los Rienaz (también madre e hija)…—. Todos fallecieron el 8 de mayo de 1945. Y todos por una misma causa: suicidio. Estamos en el Museo Regional de Demmin, una pequeña ciudad del noreste de Alemania que estos días revive sus días más dramáticos. En los últimos meses de la II Guerra Mundial, cuando la victoria final tantas veces anunciada por Adolf Hitler parecía cada vez más irreal y el Ejército Rojo acechaba, entre 700 y 1.000 ciudadanos de Demmin —que entonces tenía unos 15.0000 habitantes— prefirieron morir antes que vivir en un mundo en el que los nazis no gobernaran. Fue el mayor suicidio masivo en la historia de Alemania.
Bärbel Schreiner, entonces una niña de seis años, estuvo a punto de caer víctima de esa locura colectiva. Pero su hermano consiguió que su madre no hiciera con los dos niños lo que tantos padres hacían esos días. “Mamá, nosotros no, ¿verdad?”, recuerda Schreiner que dijo su hermano, mientras observaba el río Peene, repleto de cadáveres. “Todavía me acuerdo del agua enrojecida por la sangre. Sin esas palabras, estoy convencida de que mi madre nos habría ahogado a los dos”, asegura con la voz entrecortada esta mujer de 76 años.
Registro de fallecidos de Demmin, en el Museo Regional. / LUIS DONCEL
El caso de Schreiner no fue excepcional. Una ola de suicidios recorrió Alemania entre enero y mayo de 1945. No existen cifras exactas, pero los historiadores calculan que entre 10.000 y 100.000 personas tomaron esta decisión. Al quitarse la vida, era habitual que los adultos se llevaran también a sus hijos. Es lo que hizo Joseph Goebbels, ministro de Propaganda y canciller en los últimos días del III Reich, cuando él y su mujer, Magda, envenenaron a sus seis hijos.
Se ha escrito mucho sobre la inmolación de los líderes nazis. Además de Hitler, del que el próximo 30 de abril se cumplirá el 70 aniversario de su muerte, y de Goebbels, también se quitó la vida el jefe de las temibles SS, Heinrich Himmler. Pero hasta ahora no se había prestado demasiada atención a los ciudadanos de a pie que siguieron el destino de sus fanáticos líderes. Precisamente ese desconocimiento sobre la tragedia que vivieron miles de personas anónimas llevó al historiador Florian Huber a escribir Hijo, prométeme que te vas a disparar. El éxito del libro, que en dos meses ha vendido más de 20.000 ejemplares, ha sorprendido incluso al autor.
“Estudié historia y nunca había oído hablar de este episodio trágico. Un día, vi en un libro un pie de página que mencionaba la oleada de suicidios de los últimos meses de la guerra y decidí investigar”, explica en una cafetería berlinesa. Pero, ¿qué es lo que llevó a estos hombres y mujeres de a pie a pegarse un tiro, colgarse de un árbol o a tirarse al río más cercano? ¿Miedo por las represalias de los vencedores? ¿Fanatismo nazi? ¿O sentimiento de culpa por las tropelías de 12 años de nacionalsocialismo y seis de guerra? “Una mezcla de todos estos factores. También influyó un efecto psicológico que convierte el suicidio en algo contagioso, casi como una infección. Si ves que en esta cafetería todo el mundo empieza a matarse, a lo mejor te lo plantearías tú también”, responde.
Justo el mismo día en el que Hitler se pegaba un tiro en su búnker en Berlín, los soldados rojos quemaban Demmin y cundía el pánico. Los años de guerra, las ganas de revancha y la bebida que corrió esa noche fomentaban la violencia de los soviéticos. El resultado de este cóctel fue tremendo. Huber asegura que los ríos hicieron de cementerios durante semanas; y que los trabajos para sacar los cuerpos del agua se alargaron entre mayo y julio de ese año. “Los testigos recuerdan a gente colgada en los árboles por todas partes”, añade.
Eso mismo ocurre aún hoy en Demmin. Desde hace una década, cada 8 de mayo, día de la capitulación, un pequeño grupo de manifestantes cercano al partido de ultraderecha NPD recuerdan a las víctimas alemanas. “Durante los años del comunismo, este era un tema tabú. Nadie quería recordar las violaciones o crímenes cometidas por los soldados que nos liberaron del fascismo. Y ahora los neonazis también utilizan el dolor pasado para sus fines”, explica Petra Clemens, la directora del museo, rodeada de vestigios de la historia de la zona. En esta castigada ciudad del este alemán, el paro afecta al 17% de la población (un porcentaje altísimo para un país en el que la media está en el 6,9%) y el alcoholismo hace mella.
Demmin fue quizás el caso más extremo de locura colectiva que invadió al país en los primeros meses de 1945, pero no el único. En Berlín se registraron ese año 7.000 suicidios, de los que casi 4.000 se produjeron en el mes de abril. En su libro, Huber recoge testimonios de aquellos que asociaron a sus propias vidas el fin del nacionalsocialismo. Como el profesor Johannes Theinert y su mujer Hildegard, que comenzaron a escribir un diario en 1937, al año siguiente de casarse. La última entrada está fechada el 9 de mayo de 1945. “La crisis se acaba. Las armas callan”, anota Hildegard. Ese mismo día, Johannes disparó a su mujer y después a sí mismo. La última entrada del diario que alguien encontró tras su muerte decía: “¿Quién se acordará de nosotros, quién sabrá cómo hemos acabado? ¿Tienen estas líneas algún sentido?”.
Alemania recuerda la oleada de suicidios en los últimos meses de la II Guerra Mundial
Los aniversarios se convierten en arma diplomática
Luis Doncel - El País
Bärbel Schreiner, con su madre y su hermano en Demmin en 1944.
El documento es estremecedor. 28 páginas repletas de nombres acompañados de la fecha y el motivo de su muerte. Elegida una al azar, aparecen varias familias —los Gaut, los Schubert (madre e hija), los Rienaz (también madre e hija)…—. Todos fallecieron el 8 de mayo de 1945. Y todos por una misma causa: suicidio. Estamos en el Museo Regional de Demmin, una pequeña ciudad del noreste de Alemania que estos días revive sus días más dramáticos. En los últimos meses de la II Guerra Mundial, cuando la victoria final tantas veces anunciada por Adolf Hitler parecía cada vez más irreal y el Ejército Rojo acechaba, entre 700 y 1.000 ciudadanos de Demmin —que entonces tenía unos 15.0000 habitantes— prefirieron morir antes que vivir en un mundo en el que los nazis no gobernaran. Fue el mayor suicidio masivo en la historia de Alemania.
Bärbel Schreiner, entonces una niña de seis años, estuvo a punto de caer víctima de esa locura colectiva. Pero su hermano consiguió que su madre no hiciera con los dos niños lo que tantos padres hacían esos días. “Mamá, nosotros no, ¿verdad?”, recuerda Schreiner que dijo su hermano, mientras observaba el río Peene, repleto de cadáveres. “Todavía me acuerdo del agua enrojecida por la sangre. Sin esas palabras, estoy convencida de que mi madre nos habría ahogado a los dos”, asegura con la voz entrecortada esta mujer de 76 años.
Registro de fallecidos de Demmin, en el Museo Regional. / LUIS DONCEL
El caso de Schreiner no fue excepcional. Una ola de suicidios recorrió Alemania entre enero y mayo de 1945. No existen cifras exactas, pero los historiadores calculan que entre 10.000 y 100.000 personas tomaron esta decisión. Al quitarse la vida, era habitual que los adultos se llevaran también a sus hijos. Es lo que hizo Joseph Goebbels, ministro de Propaganda y canciller en los últimos días del III Reich, cuando él y su mujer, Magda, envenenaron a sus seis hijos.
Se ha escrito mucho sobre la inmolación de los líderes nazis. Además de Hitler, del que el próximo 30 de abril se cumplirá el 70 aniversario de su muerte, y de Goebbels, también se quitó la vida el jefe de las temibles SS, Heinrich Himmler. Pero hasta ahora no se había prestado demasiada atención a los ciudadanos de a pie que siguieron el destino de sus fanáticos líderes. Precisamente ese desconocimiento sobre la tragedia que vivieron miles de personas anónimas llevó al historiador Florian Huber a escribir Hijo, prométeme que te vas a disparar. El éxito del libro, que en dos meses ha vendido más de 20.000 ejemplares, ha sorprendido incluso al autor.
“Estudié historia y nunca había oído hablar de este episodio trágico. Un día, vi en un libro un pie de página que mencionaba la oleada de suicidios de los últimos meses de la guerra y decidí investigar”, explica en una cafetería berlinesa. Pero, ¿qué es lo que llevó a estos hombres y mujeres de a pie a pegarse un tiro, colgarse de un árbol o a tirarse al río más cercano? ¿Miedo por las represalias de los vencedores? ¿Fanatismo nazi? ¿O sentimiento de culpa por las tropelías de 12 años de nacionalsocialismo y seis de guerra? “Una mezcla de todos estos factores. También influyó un efecto psicológico que convierte el suicidio en algo contagioso, casi como una infección. Si ves que en esta cafetería todo el mundo empieza a matarse, a lo mejor te lo plantearías tú también”, responde.
“Mamá, nosotros no”, dijo el hermano de Schreiner al ver los muertos en el ríoLa epidemia suicida se extendió por muchos rincones de Alemania, ¿pero por qué afectó sobre todo a algunas zonas, como el este del país, y muy especialmente a lugares como Demmin? Huber desgrana la mezcla de circunstancias históricas y geográficas que convirtieron esa localidad en una ratonera de la que era imposible escapar. “Rodeada por tres ríos, forma una especie de península. En su huida, los jerarcas nazis dinamitaron los tres puentes existentes. Así que cuando llegaron los soviéticos, no podían seguir avanzando. Los soldados del Ejército Rojo llegaron el 30 de abril, deseosos de abandonar pronto Demmin para celebrar la fiesta del 1 de mayo”, explica.
Justo el mismo día en el que Hitler se pegaba un tiro en su búnker en Berlín, los soldados rojos quemaban Demmin y cundía el pánico. Los años de guerra, las ganas de revancha y la bebida que corrió esa noche fomentaban la violencia de los soviéticos. El resultado de este cóctel fue tremendo. Huber asegura que los ríos hicieron de cementerios durante semanas; y que los trabajos para sacar los cuerpos del agua se alargaron entre mayo y julio de ese año. “Los testigos recuerdan a gente colgada en los árboles por todas partes”, añade.
Una mezcla de fanatismo nazi, miedo y contagio explica la locura colectivaEl sufrimiento de los civiles alemanes durante la guerra —ya sean las violaciones de mujeres o los bombardeos de ciudades como Potsdam, del que esta semana se han cumplido 70 años— es un tema complejo. Es indudable que muchos inocentes padecieron las consecuencias, pero también este sufrimiento sirve de agarradero para los neonazis, que siguen tratando de confundir e igualar el dolor del pueblo agresor con el de los agredidos.
Eso mismo ocurre aún hoy en Demmin. Desde hace una década, cada 8 de mayo, día de la capitulación, un pequeño grupo de manifestantes cercano al partido de ultraderecha NPD recuerdan a las víctimas alemanas. “Durante los años del comunismo, este era un tema tabú. Nadie quería recordar las violaciones o crímenes cometidas por los soldados que nos liberaron del fascismo. Y ahora los neonazis también utilizan el dolor pasado para sus fines”, explica Petra Clemens, la directora del museo, rodeada de vestigios de la historia de la zona. En esta castigada ciudad del este alemán, el paro afecta al 17% de la población (un porcentaje altísimo para un país en el que la media está en el 6,9%) y el alcoholismo hace mella.
Demmin fue quizás el caso más extremo de locura colectiva que invadió al país en los primeros meses de 1945, pero no el único. En Berlín se registraron ese año 7.000 suicidios, de los que casi 4.000 se produjeron en el mes de abril. En su libro, Huber recoge testimonios de aquellos que asociaron a sus propias vidas el fin del nacionalsocialismo. Como el profesor Johannes Theinert y su mujer Hildegard, que comenzaron a escribir un diario en 1937, al año siguiente de casarse. La última entrada está fechada el 9 de mayo de 1945. “La crisis se acaba. Las armas callan”, anota Hildegard. Ese mismo día, Johannes disparó a su mujer y después a sí mismo. La última entrada del diario que alguien encontró tras su muerte decía: “¿Quién se acordará de nosotros, quién sabrá cómo hemos acabado? ¿Tienen estas líneas algún sentido?”.
lunes, 27 de abril de 2015
Comunismo: Un crack del futbol ruso a Siberia
¿Por qué acabó encerrado en un gulag en Siberia el Pelé ruso?
Javier Sanz - Historias de la Historia
En los Juegos Olímpicos en 1956, celebrados en Melbourne (Australia), la selección de fútbol de la URSS se alzaba con la medalla de oro. La estrella de aquel equipo era Eduard Streltsov, un joven delantero veloz y habilidoso que triunfaba en el Torpedo de Moscú… le llamaban el Pelé ruso. Dos años más tarde, con 21 años, era encerrado en un gulag siberiano. ¿Qué ocurrió en esos dos años?
Streltsov -el primero de la foto- con la selección olímpica.
Después de una semifinal épica en la que la URSS consiguió derrotar a Bulgaria con 9 jugadores -se lesionaron dos jugadores soviéticos y todavía no se permitían las sustituciones- remontado el partido con dos goles de Streltsov, en la final frente a Yugoslavia el seleccionador soviético decidió dejar en el banquillo a su joven estrella y jugó en su lugar Nikita Simonyan. A pesar de esta decisión, los soviéticos consiguieron el triunfo. Como los suplentes no recibían medallas, fue el propio Simonyan quien le ofreció la suya a Streltsov reconociendo que habían llegado hasta allí gracias a él…
No te preocupes, ganaré muchos más trofeos en el futuro.
En el Kremlin se organizó un evento para homenajear a los triunfadores de Melbourne, a la que asistió la delegación de fútbol soviética y los miembros más destacados del Politburó, entre los que se encontraba Yekaterina Furtseva -la mujer más poderosa del país- que asistió con su hija de 17 años. Ésta, estaba prendada de la joven estrella y quería conocerle a toda costa; para su madre, aquel noviazgo podía consolidar su posición en el partido. Lamentablemente, Streltsov no estaba por la labor y la rechazó con buenas palabras… después de algunos vodkas, y ante la insistencia de madre e hija, dijo:
jamás me casaría con esa cara de mono
Yekaterina Furtseva no olvidaría aquel desplante y para empeorar más su situación, si cabe, Streltsov rechazó los ofrecimiento de los dos equipos más poderosos de Moscú (CSKA, el equipo del ejército rojo, y el Dynamo de Moscú, el equipo del KGB) para quedarse en el humilde Torpedo… Había firmado su destino. El 25 de mayo de 1958, en plena preparación del Mundial de Suecia, estaban concentrados en las afueras de Moscú en una dacha propiedad de Eduard Karakhanov, oficial del ejército rojo. A la mañana siguiente, después de una noche de fiesta, Streltsov era arrestado y acusado de la violación de Marina Lebedeva, una joven de 20 años que había conocido en la fiesta.
Tras un primer interrogatorio de la KGB, firmó una declaración jurada declarándose culpable… fue juzgado y condenado a 12 años de trabajos forzados en un gulag de Siberia. Cuando se conoció el arresto, los trabajadores de la ZIP, empresa a la que pertenecía el Torpedo, organizaron una manifestación en la que participaron más de 100.000 personas gritando que aquello fue una venganza. La KGB se encargó de acallar las protestas. ¿Por qué firmó aquella declaración cuando había enviado un carta a su madre declarando su inocencia? La presión y las amenazas de la KGB, y la promesa de que si firmaba le permitirían participar en el Mundial de Suecia… volvió a caer en la trampa. Sin la participación de Streltsov, la URSS caería ante Suecia, selección a la que hacia poco tiempo había derrotado 6-0 con 3 goles de Streltsov.
Después de siete años recluido en el gulag se le condonó el resto de la condena y Streltsov, fiel a su equipo, regresó al Torpedo con el que fue campeón en 1965 y 1968 y él mismo declarado mejor jugador en las temporadas 1967 y 1968. Murió en 1990 a causa de un cáncer de garganta. El Torpedo le rindió homenaje, al que para muchos habría sido el mejor jugador del mundo, poniendo su nombre a su estadio y colocando una estatua en los alrededores.
Investigaciones posteriores han descubierto fotos de Marina Lebedeva en las que aparece en la cama de un hospital con moratones que podrían demostrar la violación, pero… ¿fue Eduard Streltsov? Muchos creyeron en su inocencia y en 2001 se creó el Comité Streltsov, encabezado por el ajedrecista Anatoly Karpov y el alcalde de Moscú Yury Luzhkov, para limpiar su nombre. Tras el suceso de la dacha, Marina Lebedeva desapareció del mapa y se cuenta que durante años estuvo visitando la tumba de Streltsov para depositar un ramillete de flores.
Estatua Eduard Streltsov
Javier Sanz - Historias de la Historia
En los Juegos Olímpicos en 1956, celebrados en Melbourne (Australia), la selección de fútbol de la URSS se alzaba con la medalla de oro. La estrella de aquel equipo era Eduard Streltsov, un joven delantero veloz y habilidoso que triunfaba en el Torpedo de Moscú… le llamaban el Pelé ruso. Dos años más tarde, con 21 años, era encerrado en un gulag siberiano. ¿Qué ocurrió en esos dos años?
Streltsov -el primero de la foto- con la selección olímpica.
Después de una semifinal épica en la que la URSS consiguió derrotar a Bulgaria con 9 jugadores -se lesionaron dos jugadores soviéticos y todavía no se permitían las sustituciones- remontado el partido con dos goles de Streltsov, en la final frente a Yugoslavia el seleccionador soviético decidió dejar en el banquillo a su joven estrella y jugó en su lugar Nikita Simonyan. A pesar de esta decisión, los soviéticos consiguieron el triunfo. Como los suplentes no recibían medallas, fue el propio Simonyan quien le ofreció la suya a Streltsov reconociendo que habían llegado hasta allí gracias a él…
No te preocupes, ganaré muchos más trofeos en el futuro.
En el Kremlin se organizó un evento para homenajear a los triunfadores de Melbourne, a la que asistió la delegación de fútbol soviética y los miembros más destacados del Politburó, entre los que se encontraba Yekaterina Furtseva -la mujer más poderosa del país- que asistió con su hija de 17 años. Ésta, estaba prendada de la joven estrella y quería conocerle a toda costa; para su madre, aquel noviazgo podía consolidar su posición en el partido. Lamentablemente, Streltsov no estaba por la labor y la rechazó con buenas palabras… después de algunos vodkas, y ante la insistencia de madre e hija, dijo:
jamás me casaría con esa cara de mono
Yekaterina Furtseva no olvidaría aquel desplante y para empeorar más su situación, si cabe, Streltsov rechazó los ofrecimiento de los dos equipos más poderosos de Moscú (CSKA, el equipo del ejército rojo, y el Dynamo de Moscú, el equipo del KGB) para quedarse en el humilde Torpedo… Había firmado su destino. El 25 de mayo de 1958, en plena preparación del Mundial de Suecia, estaban concentrados en las afueras de Moscú en una dacha propiedad de Eduard Karakhanov, oficial del ejército rojo. A la mañana siguiente, después de una noche de fiesta, Streltsov era arrestado y acusado de la violación de Marina Lebedeva, una joven de 20 años que había conocido en la fiesta.
Tras un primer interrogatorio de la KGB, firmó una declaración jurada declarándose culpable… fue juzgado y condenado a 12 años de trabajos forzados en un gulag de Siberia. Cuando se conoció el arresto, los trabajadores de la ZIP, empresa a la que pertenecía el Torpedo, organizaron una manifestación en la que participaron más de 100.000 personas gritando que aquello fue una venganza. La KGB se encargó de acallar las protestas. ¿Por qué firmó aquella declaración cuando había enviado un carta a su madre declarando su inocencia? La presión y las amenazas de la KGB, y la promesa de que si firmaba le permitirían participar en el Mundial de Suecia… volvió a caer en la trampa. Sin la participación de Streltsov, la URSS caería ante Suecia, selección a la que hacia poco tiempo había derrotado 6-0 con 3 goles de Streltsov.
Después de siete años recluido en el gulag se le condonó el resto de la condena y Streltsov, fiel a su equipo, regresó al Torpedo con el que fue campeón en 1965 y 1968 y él mismo declarado mejor jugador en las temporadas 1967 y 1968. Murió en 1990 a causa de un cáncer de garganta. El Torpedo le rindió homenaje, al que para muchos habría sido el mejor jugador del mundo, poniendo su nombre a su estadio y colocando una estatua en los alrededores.
Investigaciones posteriores han descubierto fotos de Marina Lebedeva en las que aparece en la cama de un hospital con moratones que podrían demostrar la violación, pero… ¿fue Eduard Streltsov? Muchos creyeron en su inocencia y en 2001 se creó el Comité Streltsov, encabezado por el ajedrecista Anatoly Karpov y el alcalde de Moscú Yury Luzhkov, para limpiar su nombre. Tras el suceso de la dacha, Marina Lebedeva desapareció del mapa y se cuenta que durante años estuvo visitando la tumba de Streltsov para depositar un ramillete de flores.
Estatua Eduard Streltsov
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