domingo, 21 de junio de 2015

Guerra de la Independencia: Eufrasio Videla, el último granadero

Entrevista al Último Soldado del General San Martín 
Nota del 21.05.1910

Eufrasio Videla - El Ultimo Soldado




San Lorenzo


Falleció en Mendoza en 1916 en un estado de pobreza y abandono que otorga vergüenza a su propia estirpe.

Don Eufrasio Videla es un viejo alto, flaco, nudoso, erguido, casi tan erguido como los álamos que cortan las perspectivas en los alrededores de Mendoza.
Apenas un saludo y le espeté mi invariable pregunta:

- ¿Cuántos años?
- Treinta y ocho
- ¿Nada más?

El viejo sonríe, baja la cabeza para detener la mirada en el sombrero de anchas alas, color té con leche, al que sus dedos retorcidos como sarmientos hacen girar con porfía. Pienso en que el pobre hombre ha perdido la noción del tiempo, que desvaría su cabeza, que su memoria, más flaca que su cuerpo, yace tendida bajo la nieve de muchas décadas, porque me dijeron que Don Eufrasio es hombre que ha traspuesto los cien, y recupero mi actitud de moderno inquisidor,

- ¿Treinta y ocho nada más Don Eufrasio?
Sus labios mascullan un “ciento” y sale de nuevo, bien nítido, el “treinta y ocho”.

Ahora me parecen muchos los años, más no me detengo a aclarar el punto y prosigo el interrogatorio, haciendo que repita las respuestas dos y tres veces -y hasta cuatro y cinco-, a fin de alcanzar su sentido, pues resultan ininteligibles la mitad de las palabras en el lento balbucir de sus labios. Dijéronme que fue soldado de San Martín, pero no estuvo en el Plumerillo, ni se acuerda del general.

-Yo estaba en San Juan, entonces, cuando decían que en su Mendoza se formaba el ejército, y pasamos por ahí arriba, por Los Patos.

- ¿Peleó usted?
- ¿Y cómo no? Ahí en el Zanjón de Maipú, cuando ya no quisieron pelear más.

- ¿Pero, se acuerda de Maipú?
- Si que me acuerdo. Fue allí, pues, la última batalla, donde se rindieron.

-¿Y cómo empezó la cosa?
-Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan. Después fueron viniendo otros grupos de prisioneros y así se fue formando el ejército. (pudiera el relato muy bien referirse a la llegada de dispersos de Cancha Rayada). Nosotros estábamos de la parte de aquí –prosigue Don Eufrasio, y al hacerlo sale al descanso de la escalera, poniendo cara a Los Andes, y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos.

-Flojanazos, ¿verdad?
-Hum… ¡Fieros habían sido! Peleamos y peleamos y no aflojaban… Después no quisieron pelear más cuando vieron que nosotros tampoco aflojábamos. Entonces corrimos atrás pa’ que se rindieran.

-¿Y se rindieron?
-¿Y cómo no? Si ya no tenían más ganas de pelear.

-¿Y se entregaban?
-Muchos se entregaban, otros querían escapar. Pero nosotros los alcanzábamos.

-¿Y no decían nada, los españoles?
-¿Quiénes, los godos? Si, decían: “¡No mate, corcho, no mate!”, cuando los alcanzábamos.

Brillaron un punto sus pupilas, las arrugas dibujaron con gran esfuerzo una sonrisa y luego enmudeció el hombre, bajó la cabeza, y el sombrero retornó a girar entre los dedos.

Lo demás que nos contó forma un maremagnum de hechos y episodios confundidos, en que se mezclan sin distinción de épocas, Rosas y Quiroga y las montoneras y la Guerra del Paraguay.

El viejecito Videla vive en la casa del ingeniero Fossati en la calle San Martín, 1778. Nos dijo este caballero que Videla no conserva papel alguno y que las medallas que poseyó en un tiempo las ha perdido o regalado, según relato del mismo Don Eufrasio y que el coronel Morgado, guerrero del Paraguay, lo conoció en el ejército y de aspecto casi tan viejo entonces como ahora.

El gobierno de Mendoza le pasa una pequeña pensión, que le alcanza para cubrir sus modestos gastos. Lo demás se lo otorga la caridad de las personas que le recogen en su casa.

No podemos establecer a ciencia cierta si ha sido o no guerrero de la independencia porque ni siquiera la edad consta por documento público, pero si los 138 años son muchos años, es en cambio verdad que por estos pagos no son escasos los hombres de 110 o 115 años, y Videla bien puede oscilar entre estas dos últimas cifras y haber pertenecido a alguna de las milicias o cuerpos auxiliares del ejército de San Martín.

NOTA: Eufrasio no es un nombre común y en la historia aparece un Eufrasio Videla, al mando de unos indios, peleando en San Luis y es derrotado en “Las Quijadas” el 2 de enero de 1841 por el gobernador de Mendoza, el “Fraile Aldao”.

Consultamos la Historia de San Martín por Bartolomé Mitre.
Esta obra ha sido escrita respetando fielmente la documentación existente acerca de la Campaña Libertadora, misma que se encuentra archivada y clasificada en el Museo Mitre.

1)- Referencia Zanjón de Maipú y Cerrito Blanco

“Ahí, en el Zanjón de Maipú”
“…Y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos”

Al sur de Santiago se prolonga por el espacio como de diez kilómetros, una lomada baja, de naturaleza caliza, que por su aspecto lleva el nombre de LOMA BLANCA. Sobre la meseta de ésta lomada evolucionaba el ejercito patriota. En su extremidad oeste y a su frente, se alza otra lomada mas alta…ESTA ERA LA POSICIÓN QUE OCUPABA EL EJERCITO REALISTA. LAS DOS LOMADAS ESTAN DIVIDIDAS POR UNA DEPRESION PLANA DEL TERRENO U HONDONADA LONGITUDINAL.

2)- Referencia Fuerza Libertadora en San Juan.

“Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan.”
La Expedición del Norte bajo el mando superior del comandante Cabot, se movió de San Juan el 12 de enero de 1817.

3)- Referencia a la Columna de Las Heras, Luego del Desastre en Cancha Rayada.

Después vinieron otros grupos de prisioneros, y así se fue formando el ejercito…”
El 28 de marzo llegó al nuevo campamento la columna salvadora de Las Heras; fue saludada por una salva de 21 cañonazos.

Nota: Don Eufrasio llama “prisioneros” a los integrantes de los batallones que habían sufrido una marcha de tres días bajo el fuego enemigo.

4)- Referencia a la Lucha

“Peleamos y peleamos y no aflojaban (…) entonces corrimos pa’ que se rindieran…”
“No mate corcho, no mate”
Se da la señal de asalto: el Numero 11 carga por el flanco rompiendo tapias, y pasa a bayoneta cuanto se le presenta. La batalla está terminada, los realistas se dispersan en pelotón. En ese momento hace su aparición en LA LUCHA FINAL un regimiento auxiliar de milicias del Aconcagua, que, lazo en mano, se apodera de centenares de prisioneros.
Los vencedores, continuaban matando cuando se presento Las Heras y ordeno cesar la inútil carnicería.

El viejo guerrero vivía en la calle San Martín al 1700 de la ciudad de Mendoza, en la casa de la familia del Ingeniero Fossatti.
El cronista anónimo nos dice que la Provincia le pasaba una pequeña pensión y que “lo demás” se lo otorgaba la caridad de las personas.
Vergüenza.
Solo una palabra, Vergüenza. El olvido engendra ignorancia y la ignorancia engendra corrupción, cuna de todos nuestros males.
Don Eufrasio Videla vivió con humildad pero partió con honor, ese honor que nosotros hemos perdido.
La Organización del Bicentenario lo Recuerda …falleció tiempo después de la nota en 1916, longevo, solitario y humilde ultimo guerrero.

sábado, 20 de junio de 2015

GCE: Un par de botas que hablan

Dos botas que hablan
Los muertos continúan caminando durante un tiempo, por mera inercia, hasta que caen en la cuenta de lo ocurrido
JUAN JOSÉ MILLÁS - El País

SOFÍA MORO

Vengo de un mundo en el que una de las preocupaciones máximas era el desgaste de los zapatos: tarde o temprano, aunque fueran de hierro, daban muestras de agotamiento y, tras decenas de intervenciones quirúrgicas, perecían. La muerte de los zapatos implicaba tal quebranto económico que a veces continuábamos llevándolos después de su fallecimiento y hasta su corrupción total. Un respeto, en fin, para el calzado, al que la moda relega a la categoría de “complemento” como la Seguridad Social otorga al cuidado de la boca la condición de un lujo. No obstante, y pese a su gran valor, aquí se ha enterrado a la gente siempre con zapatos. Si lo primero que uno hace al llegar a casa es descalzarse, lo perentorio, cuando llega al inframundo, es disponer de un buen calzado por si el negocio de Caronte queda lejos. No sabemos cuánto hay que caminar en el más allá, ni por qué clase de terrenos.

Observen este par de botas. Aparecieron en una fosa común, producto del aquí te pillo, aquí te mato del franquismo. El verdugo podría haberlas robado, pues no sobraban las de esta calidad y la guerra es la guerra y todo eso. No lo hizo, seguramente por no añadir más culpa a su crimen, y para que el ajusticiado pudiera alcanzar sin llagas en los pies las orillas de la laguna Estigia. Es un decir, quizá no tenía noticias de la laguna Estigia, pero tal vez creía que los muertos continúan caminando durante un tiempo, por mera inercia, hasta que caen en la cuenta de lo ocurrido. Y aquí están, 60 o 70 años después, momificadas, para decirnos algo que no sabemos lo que es.

viernes, 19 de junio de 2015

Tuyuty y el plano de la batalla

Guerra del Paraguay. Plano de los campos de Tuyutí o Yataití, 24 de mayo de 1866. 


Realizado por Honoré Roustan
Mapoteca II-336
Referencias: Victoria obtenida en ese día sobre el Ejército Paraguayo por el Ejército Aliando, quedando el campo sembrado de cadáveres cuyo número ascendió a mas de seis mil paraguayos, habiéndoles tomado infinidad de pertrechos de guerra,banderas y seis piezas de artillería.

La batalla de Tuyutí fue otro de los ejemplos de la megalomanía demencial de Francisco Solano López y de su manifiesta incapacidad militar (y lo mismo se puede achacarle a Mitre, que tiene el dudoso privilegio de haber perdido todas y cada una de las batallas en las que mandó en jefe): el ejército paraguayo era temible en defensa, pero ineficaz en ataque y sus oficiales eran inexpertos; no obstante lo cual a López se le ocurrió atacar al ejército aliado, pensando infligirle una derrota "decisiva". Todo resultó en desastre para los paraguayos, que después de cuatro horas de lucha, tuvieron que retirarse, derrotados y diezmados. Si Mitre los hubiera perseguido, la guerra habría acabado allí mismo, pues el ejército paraguayo esta destrozado (de hecho, no pudo rehacerse más); pero Mitre calzaba, en cuanto a pericia militar, los mismos puntos que López. Hay desacuerdo en el número de bajas de uno y otro bando, estimándose que el número total de muertos entre ambos ejércitos ascendió a 13.000, de los cuales 8.000 serían paraguayos (ellos afirman que entre 5.000 y 6.000) y 5.000 serían aliados (3.500 brasileros, 1.000 argentinos y 500 uruguayos). Pero las fuentes son muy contradictorias entre sí y ha resultado a la fecha imposible conocer el número exacto de bajas de uno y otro ejército.
Juan Carlos Sequeiros

jueves, 18 de junio de 2015

Verbistky fue un terrorista subversivo y un terrorista de Estado

Levinas, sobre Verbitsky: "Existe una relación demostrada entre él y la Fuerza Aérea"
El periodista contó en Odisea Argentina los detalles acerca del libro que está por publicar en el que revela datos desconocidos del titular del CELS.
TN



  "Hay pericias caligráficas que demuestran su vinculación".

El periodista Gabriel Levinas y el escritor Pedro Güiraldes acusaron al titular del CELS, Horacio Verbitsky, de haber presuntamente publicado textos para la última dictadura militar.

En Odisea Argentina, el columnista de Radio Mitre afirmó: "Lo más importante es que existe una relación demostrada entre él y la Fuerza Áerea. Hay pericias caligráficas que lo demuestran. Los peritos confirman que Verbitsky redactó discursos del Brigadier Graffigna".

Y agregó: "Yo le dije que me tenía que responder cara a cara el tema. Él miente cuando se defiende. Las memorias están estampilladas con matasellos de la época".

Por su parte, Güiraldes también habló sobre Verbitsky. "Verbitsky redactó discursos de altos mandos militares. En la revista Confirmado estuvo. Allí lo único que quisieron era derrocar a Illia. Lo que yo encontré es que fue contratado por la fuerza aérea para escribir la historia de la Aeronáutica", comentó.

El libro que está por salir sobre la vida de Horacio Verbitsky señalaría que el periodista habría trabajado para la Aeronáutica durante la dictadura militar entre 1978 y 1982.

miércoles, 17 de junio de 2015

Arqueología: Un guerrero con flecha de bronce en la columna

Punta de flecha de bronce incrustada en la columna vertebral muestra que un guerrero de élite de la Edad de Hierro sobrevivió a la batalla
Forbes

En un entierro de elite de la temprana Edad de Hierro del centro de Kazajstán, los restos de un nómada escita temprano salieron a la luz. Los huesos estaban dispersos y algunos habían desaparecido durante milenios, pero cuando los arqueólogos pusieron las piezas juntas, se dieron cuenta de algo que pocos investigadores han visto antes: una punta de flecha de metal incrustado en la columna vertebral.

Cuando fue excavado el Kurgan o túmulo en un sitio llamado Koitas, desde que surgieron los huesos de un hombre de carbono 25-45 años de edad, datado a la séptima/sexto siglos antes de Cristo. Puesto de pie de pie mide más de 1.76m, alto para la época y probablemente refleja su educación de élite y el acceso a los recursos necesarios. Uno de sus costillas reveló una fractura curada largamente, y su columna vertebral había comenzado a mostrar el paso del tiempo, con el comienzo de la osteoartritis.

En su columna inferior, justo por encima de la parte baja de la espalda, los arqueólogos Svetlana Tur, Svetlana Svyatko, Arman Beisenov y Aleksei Tishkin encontraron una punta de flecha. La mayoría de las veces, sobre todo en la antigüedad, una lesión penetrante en la columna vertebral habrían matado a una persona casi instantáneamente. Pero esta escita elite sobrevivió, y el hueso de su undécima vértebra torácica sanó a su alrededor.


Imagen de la izquierda muestra una exploración CR de la vértebra con la punta de flecha de bronce incrustado. Imagen de la derecha muestra la curación del hueso alrededor de la punta de flecha (flecha). (Fotos utilizan con el permiso de Tur y colegas.)

Tur y sus colegas utilizaron radiografía computarizada y la tomografía computarizada para mirar dentro de la vértebra para obtener una mejor visión de la punta de flecha. La tomografía computarizada mostró que era triangular en sección transversal y roto, probablemente el impacto con el hueso después de que fue despedido. Sobre la base de cómo se coloca el objeto en el hueso, los investigadores creen que la flecha voló hacia él desde la derecha y desde arriba, en ángulo. Un análisis más detallado utilizando fluorescencia de rayos X reveló la punta de flecha se hace de la aleación de cobre con un alto contenido de estaño. Afortunadamente para este nómada de élite, la punta de flecha no estaba hecha de plomo, como dejar un objeto de plomo en el cuerpo puede causar envenenamiento.



Sobre la base de una comparación con otras puntas de flecha de la Edad de Hierro temprana en Europa y Asia, Tur y sus colegas creen que esto es militar en la forma. El hombre fue golpeado, tal vez en la batalla, y alguien sacó el eje de madera de la flecha, dejando la cabeza de metal alojada en su columna vertebral. Si bien este tipo de lesión es a menudo fatal debido a hemorragia o peritonitis, en este caso, el hombre sobrevivió el tiempo suficiente para su hueso para sanar y el metal para iniciar a corroerse.

No parece haber ninguna evidencia en este caso de la atención médica otorgada a este hombre, pero hay algunos huesos restantes del esqueleto. Es posible que otros huesos mostraron lesiones o tratamiento adicionales. Teniendo en cuenta la historia de este hombre de sobrevivir a una fractura de costilla y una punta de flecha de metal incrustado en su columna vertebral, sin embargo, que puede haber sido duro y se utiliza para el dolor.

martes, 16 de junio de 2015

Guerra del Chaco: El último veterano paraguayo

El último veterano del cuartel

Andrés Benítez Flecha es el único veterano de la Guerra del Chaco que vive en el cuartel de la Victoria, en San Lorenzo. Sigue dando pelea a sus 102 años, pese a que la injusticia y la desidia del Estado hicieron que la necesidad caracterizara su vejez.
ABC Color




Aún sigue respetando la disciplina que aprendió en sus días de soldado. Don Andrés se levanta todos los días puntualmente a las 07:00, se baña, desayuna, y algunos días recibe visitas en la mañana, generalmente de estudiantes. “Vienen, pero siempre se van”, dijo el veterano con cierto pesar. Los minutos que pasa con los jóvenes son muy valorados por él, ya que no cuenta con ningún familiar vivo, según comentaron los demás soldados. También pobladores de su natal Valenzuela lo suelen visitar.

A las 10:00 es la hora de preparar su tereré, que es “uno de los vicios” que aprendió en la guerra, a la que se alistó cuando apenas tenía 18 años. De la contienda aún recuerda algunos episodios, que comparte habitualmente con la encargada de su cuidado, la señora Teodolina Sosa, quien con mucha paciencia algunas veces tiene que oír la misma historia una y otra vez, ya que la memoria de Don Andrés ya está fallando. Otro problema de salud que tiene es la ceguera. Fuera de estas dos dificultades, el veterano se muestra con mucha fuerza, inclusive puede caminar sin ayuda.




Teodolina recuerda particularmente el día en el que falleció el señor Gabino Ayala, su compañero de cuarto y también veterano de guerra. “Él se quedó muy triste, porque era su compañero, era un buen señor”, contó. Desde el año pasado, Andrés es el último veterano con vida que está en el cuartel de la Victoria.



De sus días en el campo de batalla, recordó que pasaron varios días sin comer y sin tomar agua, en el árido territorio chaqueño y bajo el fuerte sol. “Recorrías el bosque, no tomabas agua, no cenabas de dos a tres días”, relató el veterano. Según los registros, prestó servicio en el Regimiento de Zapadores Nº 4, donde tuvo una destacada labor. Participó en las batallas de Karanda’yty y Algodonal en agosto de 1934 y El Carmen en noviembre de ese año.

INJUSTICIA

El país le debe mucho a Don Andrés. Siendo joven, dejando su pueblo natal, sus estudios, su trabajo, fue a una guerra a la que ni siquiera sabía a profundidad para qué. Cada 12 de junio se enseña en las escuelas, se lee en los libros o se menciona en los discursos a los “héroes del Chaco”, que en su mayoría pasaron una vejez en medio de necesidades.

En el caso de Benítez Flecha, recibió su pensión recién el año pasado. Fue incluido en planilla fiscal de pagos desde el 7 de mayo de 2014, mediante un Acuerdo y Sentencia de la Corte Suprema de Justicia. En tal concepto, el veterano percibió una pensión de G. 1.530.672 y un subsidio de G. 1.913.340, que fue cobrado, pues el pago se realizó en el mismo Cuartel de la Victoria. Además de ese monto, que cobra mensualmente, a Andrés Benítez se le pagó un acumulado de G. 47.112.060, monto que corresponde a haberes atrasados, puesto que la Corte Suprema dispuso que el pago de sus asignaciones cubran desde el momento de la presentación de la solicitud, que fue de setiembre de 2009. Pero a estas alturas, es poco lo que pudo disfrutar.



Apenaite acobrá la che sueldomi”, manifestó Benítez Flecha al recordar cómo accedió a la pensión para veteranos de guerra. Lastimosamente, ya pasó la mayor parte de su vejez sin este beneficio. Cuando le consultamos acerca de para qué utiliza este dinero, entre risas, dice que para “naco y yerba”. Otros compañeros suyos fallecieron sin haber percibido su salario, lo cual lamentó. El dinero es destinado para sus alimentos, ya que lógicamente por su edad, debe comer productos livianos y sanos. Afortunadamente, a pesar de las carencias que pasó los últimos 20 años que está en el cuartel debido a que no gozó de su pensión, siempre tuvo el cariño de los funcionarios, de sus compañeros y de los visitantes, ya que no tiene a ningún familiar cercano vivo, nunca se casó ni tuvo hijos.

La deuda no fue solamente con Don Andrés, que tímidamente “fue saldada”, pero muy tarde. Él es consciente de ello, ya que al hablar al respecto, dijo que “hace rato ya se rindió”. Además de él, siguen vivos cerca de 700 veteranos en todo el país. Muchos aún esperan que se cumpla con ellos, ya que ellos sí cumplieron hace 80 años, pero en el campo de batalla.

lunes, 15 de junio de 2015

domingo, 14 de junio de 2015

Unión Soviética: Stalin, un flor de hijo de puta

El otro monstruo
Al igual que Hitler, Stalin fue un loco asesino. Millón más, millón menos, eliminó al mismo número de personas que el jerarca nazi y con métodos parecidos. Ni el bolchevique más ferviente estaba seguro a su lado
JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO - El País
EULOGIA MERLE


El otro día recordé —sin lamentarla— la muerte de Hitler, ocurrida hace ahora 70 años. Hoy toca hablar del otro personaje que compartió con él el dominio del tablero europeo y que, tras derrotarle en “la Gran Guerra Patria”, disfrutaba en esos mismos días de su momento de máxima gloria. Me refiero a Iósif (José) Vissariónovich Stalin; para los amigos, Koba.

Lo primero que debe decirse sobre Stalin es que, al igual que Hitler, fue un loco; un loco asesino. Millón más, millón menos, eliminó al mismo número de personas que el jerarca nazi y con métodos parecidos: los fusilamientos y los campos de concentración; con la diferencia de que en los de Stalin los prisioneros no eran inmolados en cámaras de gas al poco de llegar sino que, tras una supervivencia media de cinco años, morían a causa de los trabajos forzados, el frío o el hambre. El número de reclusos de los “campos de trabajo correctivos” (Gulag) superó los diez millones, y los muertos los dos millones. Aquellos campos fueron creados para los antiguos aristócratas, los kulaks (campesinos medios opuestos a la colectivización), el clero ortodoxo, los delincuentes comunes y, sobre todo, los disidentes políticos. Sobre estos últimos, solo en las “grandes purgas” de 1936-1938 hubo 1,3 millones de detenidos, de los que unos 700.000 acabaron ejecutados. En total, los fusilados bajo Stalin ascienden a un millón, como mínimo, que se eleva a cuatro si se añaden los muertos en campos de trabajo y en deportaciones masivas de población. Doy cifras conservadoras, multiplicadas por dos o más por algunos historiadores.

Tampoco la vida privada de Stalin superó a la de Hitler en ningún sentido. Huérfano de padre, tuvo siempre mala relación con su madre y no asistió a su entierro; hay serias sospechas de suicidio tanto de su segunda mujer como de su único hijo, y cuando le sobrevino el ataque fatal, sus íntimos dejaron pasar las horas sin llamar a un médico; Koba mismo había denunciado “conspiraciones de médicos”, pero, además, su muerte aliviaba a todos. Su obsesión paranoica es comparable a la del líder nazi, aunque menos racional y previsible. Un alemán conservador, ario por los cuatro costados y respetuoso con el partido tenía altas probabilidades de no ser molestado por los esbirros del Führer. Con Stalin, ni el bolchevique más ferviente estaba seguro. Al revés, podía ser detenido, torturado, obligado a confesar delitos imaginarios y finalmente ejecutado. Sencillamente, porque Koba sentía envidia hacia él. Stalin condenó a Trotski por “izquierdista”, a Zinoviev, Kamenev o Bujarin —que le apoyaron en la operación contra Trotski— por “derechistas”, a los jefes de la policía secreta Yagova y Yezhov... Toda la plana mayor bolchevique de 1917-1923, la protagonista del Octubre Rojo, había sido eliminada en 1939.

Y entonces, ese mismo año, se embarcó en su gran operación política, máxima prueba de su falta de principios morales: se alió con Hitler, su enemigo jurado, para repartirse Polonia. La responsabilidad del inicio de la Segunda Guerra Mundial recae, por tanto, sobre ambos, aunque luego, al atacar Hitler a su aliado (que fue así; Stalin nunca rompió el acuerdo, aunque quizás solo por falta de previsión), pasara a la historia como el adalid del antifascismo y hasta fuera candidato al Premio Nobel de la Paz.

No vale la pena dar más datos sobre la catadura moral del personaje. Al igual que con su rival nazi, su personalidad es, en definitiva, lo de menos. Lo importante, lo que no deberíamos dejar de preguntarnos nunca, es cómo pudo aquel sistema poner a un monstruo de este calibre a su cabeza.

Toda la plana mayor de 1917-1923, protagonista del Octubre Rojo, había sido eliminada en 1939

La primera respuesta que se le ocurre a uno es similar a la del caso alemán: atribuirlo a la tradición rusa; en este caso, al zarismo, tiranía brutal como pocas (aunque su número de víctimas, comparado con el de los bolcheviques, sea cosa de niños). Estar dominados por un déspota caprichoso de quien se esperaba la solución de todos los males sociales era lo habitual para un ruso.

Pero hay otra respuesta, muy distinta, que creo más interesante: me refiero a la debilidad política de la teoría marxista, a la falta de precauciones ante los posibles abusos de los futuros dirigentes de la dictadura del proletariado, un tránsito obligado en el proceso de construcción del paraíso socialista. Karl Marx, tan penetrante en su crítica social, mostró una sorprendente ingenuidad política al subirse, sin más, al tren jacobino: solo importaba la toma del poder por el proletariado.

Cuando esto ocurriera, ¿por qué poner límites al gobierno del pueblo trabajador? No previó algo tan elemental como que los representantes del proletariado, al disponer del poder absoluto, pudieran usarlo en su propio beneficio. Tampoco lo previó Lenin, el verdadero artífice del sistema. Ni Trotski, uno de sus colaboradores más crueles, que sólo comenzó a criticarlo cuando fue desplazado del poder. Stalin no hizo sino perfeccionar el modelo montado por Lenin y Trotski.

Marx fue ingenuo al pensar que solo importaba la toma del poder por el proletariado

Mucho más pesimistas, y más lúcidos, los padres del constitucionalismo norteamericano dieron por supuesto que el ser humano tiende a aprovecharse del poder cuando lo tiene en sus manos. Y a partir de ahí montaron unos mecanismos de reparto de poderes, controles y contrapesos, que ponían las máximas trabas posibles a los abusos. El sistema está lejos de ser perfecto, pero ha funcionado mucho mejor que las dictaduras en nombre del pueblo o del proletariado.

Alguna moraleja podríamos sacar hoy. Los partidos que proceden de la tradición comunista, como Izquierda Unida, y no se han desprendido suficientemente de su pasado estalinista, lo están pagando. Porque son muy pocos los europeos actuales que quieren vivir como los ciudadanos de la Europa del Este en los años 1945-1989.

Como la Iglesia católica está pagando, desde hace siglos, por su pasado inquisitorial. Se cree víctima de un “laicismo agresivo”, sin comprender que la ciudadanía desconfía, con razón, de que, si ellos recuperaran el poder de antaño, no volvieran a erigir piras para inmolar a quienes no comulgaran al cien por cien con su ideario. Y tampoco debe atribuirse aquello a la retorcida personalidad de un Torquemada, sino a un sistema totalitario de pensamiento y de poder. Instituciones con este pasado sucio no recuperarán nuestra confianza hasta que no abjuren solemnemente de ese esquema mental y garanticen, de manera creíble, que jamás volveremos a vivir aquello.

José Álvarez Junco es historiador. Su último libro es Las historias de España (Pons / Crítica).