martes, 29 de septiembre de 2015

Antigüedad: Cocina hitita

Equipo arqueológico prepara comidas hititas de 4.000 años de antigüedad 

DailySabah -

Un equipo de arqueólogos excavando el sitio antiguo de Alacahöyük, uno de los centros más importantes de la antigua civilización hitita, pasteles pertenecientes a la cocina hitita que se remonta 4.000 años cocido. Los alimentos que se encuentran en las tabletas hititas fueron cocinados sin tecnología o equipo moderno



La cocina hitita de 4000 años de edad fue cocinado en Alacahöyük, un importante asentamiento neolítico y la primera área excavada nacional de Turquía. Aykut Çınaroğlu, el jefe de las excavaciones y profesor de arqueología en la Universidad de Ankara, dijo a la Agencia Anadolu (AA) que el chef Ömür Akkor, un miembro del equipo de excavación, preparó un menú especial hitita a la luz de los hallazgos arqueológicos disponibles. "Hemos llevado a cabo la investigación sobre la cultura de la cocina, la comida y el pan de Anatolia-hitita cocina data de 4.000 años", dijo. Akkor agregó que la comida estaba bien hecha imitando las condiciones de la época. "Colonos antiguos escribieron que comían carne fría, cocinados cebolla y pan en un día de fiesta. No utilizaron levadura al hacer pan o cocinar en hornos húmedos. El equipo trató de hacerlo con trigo molido, harina no tamizada," él dicho.

Akkor dijo alimentos experimentales se cocinan usando hallazgos encontrados en tablillas antiguas. "Hay una gran cantidad de información sobre la cultura alimentaria en tablillas hititas. Se utilizó el trigo sarraceno traído de Alemania por Fue aplastado en las piedras y que no usamos los utensilios de cocina que no sea un cuchillo. Teniendo en cuenta las condiciones en el tiempo de cocción., Entendimos que el hititas fueron un gran éxito en la cocina, así como en otras áreas ", dijo Akkor, y agregó que más de 100 nombres de los pasteles fueron encontrados en tablillas hititas. Durante las excavaciones, también se descubrieron hallazgos sobre el aceite de oliva, miel, bebidas y verduras. Subrayando las medidas higiénicas adoptadas en cocinas hititas, Akkor dijo que si un cocinero con una gran barba no administrado o largas, cocineros pelo no administrados en la cocina o un animal entró en la cocina, él o ella utiliza para recibir la pena de muerte junto con su familia . La regla es válida para aquellos que cocinan sin tener un baño de antemano. "Estas reglas muestran cómo los hititas tomaron cuestiones sanitarias Hace muy en serio 4.000 años", dijo.

Las excavaciones en Alacahöyük se iniciaron por primera vez en 1907 por el arqueólogo Otomano Makridi Bey. En 1935, Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la República de Turquía, de nuevo empezó proporcionando fondos para la excavación. En la actualidad, las excavaciones se llevan a cabo por la Universidad de Ankara. Alacahöyük es visto como un túmulo significativa de los hititas, que emigraron a Anatolia en torno a 2000 aC Çınaroğlu dijo hallazgos interesantes e informativos se han descubierto durante las excavaciones. Trozos de cobre que se encuentran en un taller de la minería que se remontan 3700 años y broches de bronce se encuentran entre las más interesantes.

Éstos son algunos aspectos destacados en el menú hitita:

Panes:

Ninda.imza (sin sabor)

Mulati (a base de cebada)

Ninda.gur.ra (con queso y fig)

Ninda púrpura (pequeño pan)

Ninda.ku (pan dulce)

Alimentación:

Mantequilla de albaricoque

Beruwa con pepino (beruwa es el nombre dado por puré de alimentos. Hay muchas clases)

Beruwa con garbanzos

Happena (un guiso de carne, aceite de oliva y miel)

Kariya (hígado de cordero a la parrilla y el corazón)

Carne fría

Sandwiches (de acuerdo con las tabletas hititas, sándwiches fueron hechas con carne cocida y la cebolla)

Sitio antiguo conocido de Turquía de Alacahöyük, que actualmente atrae a unos 50.000 visitantes al año, se encuentra en la provincia de Anatolia central de Çorum. El antiguo sitio fue uno de los centros más importantes de la antigua civilización hitita y también primera excavación nacional de Turquía. Obras en el lugar se fijan para continuar con el fin de descubrir más pistas como las que se encuentran el año pasado con el fin de demostrar asentamiento en la zona comenzó 1.500 años antes de lo que se pensaba. Alacahöyük se introdujo primero en el mundo en 1835 por la arqueología WC Hamilton, pero desde entonces ha sido visitada por muchos estudiosos que vinieron a Asia Menor. Las excavaciones Alacahoyuk han sido supervisado por Çınaroğlu desde 1998. Las primeras excavaciones comenzaron en el antiguo sitio en 1907 y duró sólo 15 días, y fueron renovadas en 1935. Los artefactos tales como discos solares, estatuas de toros y ciervos y 13 tumbas de los reyes hititas mostrar la alta cultura de la época. La Puerta de la esfinge y los relieves son las reflexiones de hititas Ceremonias religiosas que han sobrevivido hasta nuestros días.

lunes, 28 de septiembre de 2015

GCE: Ofrecimiento de rendición soviética

Oferta para españoles en URSS: Alojamiento y comida gratis, jornada de 8 hs. remuneradas en clima templado

JAVIER SANZ — Historias de la Historia


Aunque el título de este artículo pueda parecer una oferta de trabajo, es un ofrecimiento de rendición hecho por la URSS a los españoles de la División Azul, la unidad de voluntarios españoles que sirvió en la Wehrmacht entre 1941 y 1943 durante la Segunda Guerra Mundial.

Ofrecimiento de rendición
Lee esta hoja y pásala a tu compañero.
El Gobierno de la U.R.S.S.
Observa estrictamente todas las leyes internacionales en relación con los prisioneros de guerra. De acuerdo con la decisión del Gobierno Soviético Nº 1.798 del 1 de julio de 1.941, y la orden del Comisario de Defensa de la URSS Stalin, nº 55 del 23 de febrero de 1.942, a todo el que se entrega prisionero, el Ejército Rojo le garantiza la vida y el regreso a la patria después de terminada la guerra. Todos los prisioneros están alojados en campos especiales, visitados por representantes de la Cruz Roja Internacional. Los campos para los prisioneros de guerra españoles están situados en regiones de clima templado.
La jornada de trabajo para los prisioneros es de 8 horas.El trabajo es pagado.
A los prisioneros de guerra españoles en la URSS se les dá 3 comidas calientes al día, 400 gramos de pan, para los que trabajan 800 gramos, 300 gramos de verduras y patatas, embutidos, carne, pescado, azúcar, té y tabaco.
Los prisioneros tienen derecho a mantener correspondencia con sus familiares a través de la Cruz Roja Internacional. Esta hoja sirve de salvoconducto para presentar al Ejército Rojo.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Montoneros: Hijo de Oesterheld lamenta que le hayan hecho lo que él pregonaba

Mundos íntimos. "Bienvenido seas", dije cuando enterré a mi padre desaparecido
Sentirse cerca.Cuando tenía dos años mataron a su papá, militante montonero. También habían secuestrado a su mamá, embarazada, hija del famoso guionista de historietas Héctor Oesterheld. Para el autor, encontrar los huesos fue una triste pero esperada victoria: su padre dejó de ser –en diciembre de 2010– un desaparecido, supo cómo había muerto y pudo acompañarlo al cementerio. Por Fernando Araldi Oesterheld.



Familia. Con su papá Raúl y su mamá Diana. Fue por poco tiempo. Foto: M.E. Cerutti

Clarín


Nací en junio de 1975, en la ciudad de Buenos Aires. A los dos años perdí a mi padre, a los treinta y cinco lo volví a recuperar.
Había pasado una noche muy larga, muy oscura, llena de fantasmas, arañas y vampiros, y llena de sol, por qué no, y llena de vida, por qué no.
Pero ahora el equipo de antropólogos forenses me lo devolvía en forma de huesos que entraron en mi cuerpo y que no se quieren ir. Es verdad, son sólo huesos, pero son eso y mucho más.
Sus huesos ¿mis huesos? sus gestos ¿mis gestos? Porque ya no me siento solo: yo soy yo, yo soy él; soy los que no están, tal vez los por venir. Y digo “en forma” de huesos, porque antes siempre había estado presente en forma de pensamientos, anécdotas, relatos, fotos, recuerdos (de familiares, amigos, compañeros de colegio) nunca míos, lamentablemente.
Ya no lo esperaba, porque aunque siempre supe de su muerte, Videla, con su famoso y nefasto bautismo “desaparecidos”, logró que, hasta cierto punto de mi vida, nunca contemplara la posibilidad real de recuperarlo. A él y al resto de mi familia. Los torturaron, los asesinaron; los enterraron. Pero en definitiva, la dictadura, con su sistema de eliminación nos venía a imponer que eran personas desintegradas en el aire, cuerpos disueltos en el viento como se disolvieron en el último segundo sus últimas palabras.
Asesinar.
Desaparecer.
Los muertos más etéreos, los muertos más escondidos, los muertos más metafísicos.
Así que ahí me encontraba, en las oficinas del EAAF (los antropólogos) recibiendo la noticia. Así que ahí la parálisis. Las ganas de saber, las preguntas, las dudas, los cómo, los cuándo, los porqué. No pude llorar. Pero sí emocionarme internamente y agradecer a Pablo y a Cecilia, del equipo de antropólogos por todo lo que me estaban devolviendo.
Y sólo la distancia se interponía a las ganas de verlo en ese mismo momento: Raúl Ernesto Araldi fue encontrado en San Miguel de Tucumán, en el cementerio municipal Norte (el de los pobres, según me dijeron) donde lo mataron en agosto de 1977, casi exactamente un año después del secuestro de su mujer, mi madre, embarazada de 6 meses, también en Tucumán, donde se habían mudado por cuestiones de militancia. Aún no sé con certeza si mi hermano/a nació, ya que desde el momento del secuestro de mi madre, Diana Oesterheld, hija de Héctor Oesterheld, guionista de historietas desaparecido en abril del 77, nunca hubo un dato concreto o indicios de dónde se podía encontrar. Yo estaba ahí. Y me trasladaron a la Casa Cuna como NN de donde mis abuelos paternos me rescataron a mediados de agosto de 1976.
Salí de la oficina en estado de shock. Llamé a mi padrino, Adolfo, íntimo amigo de mi viejo, de quien su primer hijo mi padre es el padrino, y su segundo hijo se llama Raúl en su honor. A Adolfo lo conocí poco tiempo antes, y si bien lo había visto una sola vez en toda mi vida hacía ya mucho tiempo (creo que yo tenía 7 u 8 años), lo sentí siempre muy cercano desde el momento del reencuentro. Después llamé a mi primo Martín y a mi abuela Elsa (familia por parte de madre) y les dije que tenía que anunciarles una noticia, que los esperaba a cenar porque a ellos sí se los quería contar personalmente, como también lo hice con mi familia paterna sólo un par de días más tarde.
Entonces sí llegó el momento de brindar y festejar por haberlo recuperado, y sobre todo porque ya no es más un desaparecido, está claro, sus restos son la prueba de que ahora es un asesinado por la dictadura, y ve la luz y se hace cuerpo después de tantos años de silencio.
A pocos días de recibir la noticia, viajé a Tucumán, tomé en Retiro un colectivo que me dejó a la mañana siguiente en pleno centro de la ciudad, e inmediatamente llegué al lugar donde él me esperaba. Ya había estado antes en San Miguel, reconocía su gente, sus calles, su olor. Llego al lugar, una especie de galpón depósito, de color amarillo, se abre la puerta y me da la bienvenida Selva, del EAAF, la encargada de mostrarme los restos de mi padre y me conduce hasta un anexo más pequeño, cruzando un patio, donde sobre una mesa yace su esqueleto, milimétricamente armado y a la perfección. Rodeado de cajas llenas con los restos de varios compañeros, a la espera de ser identificados y tener vida nuevamente más allá de la memoria de sus seres queridos.
Ahora sí, como un mapa, como un territorio a explorar se extienden esos huesos que forman sus manos, su pecho, sus piernas, los cuencos de sus ojos. Y Selva mirándome. Y preguntándome ¿te dejo solo? NO. Por favor no. Vení, contame. Quiero saber. Por dónde entraron las balas, por dónde salieron. Quiero saber. Cuál fue la que lo mata. ¿Estaba solo?
¿Acompañado? ¿Por quién? ¿Cuáles habrán sido sus últimas palabras? Y Selva habla. Y yo la escucho. Y mi viejo me mira, de alguna forma me mira, y me acerco, muy cerca, tratando de escuchar su voz, que nunca llega, y le toco la frente, tan fría bajo tierra, tan cálida ahora sobre la mesa, y por fin escucho su silencio, como un susurro implacable, lo escucho hablándome, riéndose porque estamos más juntos que nunca, él adentro mío y yo adentro de él; yo adentro mío y todos adentro de él.
Hay que esperar. Todavía más. Que un juez firme una orden para poder trasladarlo a Buenos Aires.
–Pero me lo quiero llevar ya.
–No se puede. Sin la orden no se puede.
–¿Cuánto tarda?
–Tal vez dos, tres semanas, un mes como mucho.
–Está bien. Pasado mañana vuelvo a Capital y lo espero.
Y cae una sombra como una nube -negra cubriéndolo todo.
Las pesadillas. El miedo a dormir. Sí, el miedo a dormir. Saber que cerrar los ojos es casi una sentencia de que “algo va a pasar”. Tener que cerrar todas las puertas antes de apagar la luz. Taparme con las frazadas desde la punta de los pies hasta el último pelo de la cabeza. Perder dos manojos inmensos de llaves en el inmediato transcurso de un mes. No querer salir de ese útero llamado casa. No querer ver a nadie. No querer hablar con nadie. Apagar el celular. No revisar los mails.
De golpe yo, que no me siento hijo, que no me siento primo, que no me siento sobrino y que no me siento hermano, de golpe lo soy.
De golpe la vida es otra cosa.
La sangre corre diferente. Ya no se respira igual.
En el centro del vacío, algo se llena.
Recuperar un padre desaparecido por la dictadura implica muchas cosas, pero nunca quise cerrar nada, más bien todo lo contrario. Para mí es un proceso de apertura, que todavía dura.
El EAAF me ofreció contención psicológica (nunca había hecho terapia) y acepté. A raíz de la recuperación de sus restos conocí a mucha gente, muchos compañeros de militancia en Tucumán, algunos compañeros de la facultad, y de casualidad también al ex juez Juan Manuel Yalj, que fue quien se sentó en el banco de al lado y fue mejor amigo de mi padre desde el primer al quinto año del secundario, y a través de él a Guillermo Echavarría, otro compañero, apodado “el gordo”.
Y todos ellos, junto a mis familiares que lo conocieron, me ayudaron y me siguen ayudando a tener un padre de carne y hueso. No un héroe. No un mártir. Un hombre. Que es esencialmente un militante social, participante activo de la lucha armada integrado a la organización Montoneros, que puso su cuerpo, su mente y su voluntad en tratar de cambiar la sociedad por una más justa.
Entonces ellos me cuentan: cómo fue de adolescente, cómo fue de joven, qué música escuchaba, qué no, qué leía ¿leía? ¿le gustaban los cuentos? ¿le gustaba la poesía? ¿jugar al futbol? ¿en el secundario, ya se metía en política? ¿era encarador con las mujeres? ¿tímido? ¿era hippie? ¿le gustaba el rock, las bandas de acá?
Todo lo necesario (y me atrevería a decir lo más necesario) para que uno pueda seguir adelante con su vida. Me refiero a los que tenemos una gran parte de nuestras vidas dedicada a “buscar”. Voces, restos, historia; anécdotas, recuerdos. Traer de abajo de la tierra y desde un no-lugar lo que nos permita salir a flote. Como en el juego de la vida: uno o dos casilleros para atrás, ciento nueve para adelante.
Entonces, ¿para qué cerrar? Sería como entregarlo a él de nuevo al silencio. Enterrarlo de nuevo sin su nombre. Arrancarle de nuevo sus ojos.
El día que lo mataron estaba solo. Y por eso tuve mucha suerte en recuperarlo, ya que en esos casos, la logística para deshacerse de un cuerpo era enterrarlo solo; nunca en fosa común, lo cual significa un trabajo mucho más fácil para el EAAF a la hora de ubicarlo.
Muerto en soledad, enterrado en soledad.
Su madre, mi abuela, se llama Soledad. Y curiosamente la vida me hace un regalo. Juan, el padre de mi padre, mi abuelo, falleció en el año 2007, y ella, en el año 2009. Nunca los enterré y conservé sus cenizas por todo ese tiempo, como si una intuición muy íntima y profunda me lo hubiera impedido de alguna forma.
Y pasaron dos años intensos de terapia y por fin llegó el momento de enterrarlo.
Y como si fuera el mejor de los cuentos, el mejor de los guiones cinematográficos, tuve la enorme felicidad de poner a los tres en el mismo nicho.
Si la vida tan rápido los había separado, yo era el encargado de volverlos a unir, simbólica y literalmente.
Una alegría enorme, un regalo de la vida, ya lo dije, el placer de poder ser quien hiciera posible semejante acto. Entonces sí, llegaron algunos del interior, se arrimaron muchos de Capital, familia, amigos, compañeros de sus años de estudiante a la ceremonia de ponerlo a descansar en un lugar donde por fin lo podemos llorar cuanto queramos. Una ceremonia de festejo. De bienvenida, nunca de despedida. Por eso y para eso nos juntamos, para recibirlo, para abrazarlo.
Ahora ya le puedo hablar cara a cara: se dice que nadie está preparado para ser padre; yo no estaba preparado para ser hijo a los 35 años. Porque hasta que fui casi un adolescente, cuando me hablaban de él sentía que me hablaban de algún pariente lejano.
Ya no.
Y todavía no aprendí. Pero hoy descansa en un lugar donde lo puedo interrogar, donde lo puedo sentir muy cerca, casi tocarlo con las palmas de las manos. Y en su nombre y sobre su tumba a todos los demás.
Como me dijo Guillermo Echavarría, el Gordo, en el entierro: “Ahora está de vuelta donde pertenece, entre nosotros”. Y podemos estar los dos en paz, es mi deseo, porque en definitiva eso es lo que más anhelamos: estar en paz con nuestros muertos y que nuestros muertos estén en paz con nosotros.
Por eso, y por mucho más, bienvenido seas y salud, porque ya no sos más un manto de silencio.

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Fernando Araldi Oesterheld. Poeta, nació en 1975. Cuando tenía un año, sus abuelos paternos lo encontraron en un orfanato al que las “fuerzas de seguridad” lo habían llevado como NN luego de arrasar la casa en la que vivía con su mamá, en Tucumán. Nieto de Héctor Oesterheld y hijo de Diana Oesterheld (poeta), considera que de ellos heredó el gusto por las letras. Estudió fotografía en Barcelona, tiene cuatro lindas fotos y cientos que no valen la pena -dice-. A los 35 años se puso a escribir y abandonó por completo la fotografía, nunca más sacó una. Ha publicado el libro “El sexo de las piedras”. Es hincha de Boca y de Lionel Messi, del cine y de la música.

sábado, 26 de septiembre de 2015

SGM: Restos de soldados soviéticos y japoneses en la isla Shumshu

El último campo de batalla de la SGMde Rusia - Los restos de los soldados rusos y japoneses encontrados en la isla Shumshu 
War History Online




Después de Pearl Harbor Estados Unidos se encontró cara a cara con la realidad de la guerra y un enemigo que casi todos en el Gobierno o en el ejército subestimada y, finalmente, pagó un precio muy alto. Por otro lado, Rusia, aunque no totalmente preparado para asumir el poder militar y la preparación de Adolf Hitler, se defendió muy duro y finalmente pospuesto los nazis y los derrotó a Berlín. La noticia del éxito de Rusia en Europa fue recibida por los EE.UU. como una amenaza ya que se esperaba que los rusos a participar en el teatro del Pacífico de la guerra si Estados Unidos no llevar a Japón a sus rodillas.

Los expertos rusos han estado excavando y buscando los restos de la única entre Rusia y Japón combate incidente en la Segunda Guerra Mundial. Hasta el momento las investigaciones rusas han desenterrado los restos de al menos 26 soviético y 9 tropas japonesas del ShumshuIsland. En la batalla librada entre las tropas rusas y del Ejército Imperial Japonés 500 rusos y 250 miembros del ejército japonés perecido, Rusia finalmente se adjudicó la victoria.

El mes pasado marcó el aniversario de la invasión rusa de isla Shumshu, una parte de la cadena de islas Kuriles. Aunque no fue una batalla masiva y no dio lugar a gran número de víctimas. Esta invasión se produjo después de Japón se rindió el 15 de agosto 1945 con bombas atómicas que se cayó en Hiroshima y Nagasaki.

Japón tenía la propiedad de las islas Kuriles, como resultado de un tratado de 1875 con el entonces Imperio ruso. A cambio Japón abandonó su derecho sobre la isla de Sakhalin que fue bajo control ruso. Sin embargo Rusia sostiene que ha liberado en realidad las Islas Kuriles de la ocupación japonesa, esencialmente negar la existencia de tal tratado.

Un investigador senior ruso dijo el martes que la campaña de Rusia sobre las islas Kuriles, debe considerarse como un esfuerzo de la guerra y como parte del papel vital de Rusia en la lucha contra el fascismo y el eje nazis en Europa y el Pacífico.

Después de derrotar al Ejército Imperial Japonés en Shumshu Island, ejércitos soviéticos tomaron lentamente a lo largo de toda la cadena de las islas Kuriles, junto con otras cuatro islas que mintieron fuera de la cadena. Los civiles japoneses que viven en las islas fueron desalojadas por la fuerza de sus hogares y enviados a vivir Japón hacia el interior. Se tomaron un gran número de soldados japoneses en como prisioneros de guerra por el Ejército ruso y fueron enviados a Siberia. Rusia mantiene su legitimidad sobre las islas en disputa citando que esto era una consecuencia directa de la guerra y debe permanecer bajo control ruso. Esta larga disputa sobre algunas de las islas del Pacífico del noroeste ha impedido que ambos países para enterrar cualquier animosidades de la Primera Guerra Mundial y firmar un tratado de paz al igual que muchas otras naciones del mundo hicieron después de la guerra.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Guerras Napoleónicas: Encuentran restos del Grande Armée

Encuentran esqueletos de soldados del ejército de Napoleón
Por AFP
Nación


Alemania
Unos 200 esqueletos de soldados de la "Grande Armée" (Gran Ejército) de Napoleón fueron encontrados en Fráncfort, en un cantero de obras de un futuro complejo inmobiliario, anunció este jueves la ciudad alemana.

"Estimamos que hay unas 200 personas inhumadas aquí", explicó Olaf Cunitz, adjunto del alcalde de Fráncfort, durante una conferencia de prensa en el lugar, en el barrio de Rödelheim, en el oeste de la ciudad.

"Según nuestra primera estimación, se trata de soldados de la Grande Armée muertos en 1813", en el camino de regreso tras la dura derrota sufrida por Napoleón en la campaña de Rusia.

En la ruta hacia Francia, Napoleón libró en particular la batalla de Hanau, una ciudad vecina de Fráncfort, hacia mediados de octubre de 1813, recordó Cunitz. Los combates se extendieron en la región, provocando unos 15.000 muertos según el responsable.

Las tumbas fueron descubiertas gracias a las precauciones arqueológicas tomadas durante las obras. Las mismas fueron decididas puesto que en 1979 se encontraron restos de otros soldados en este barrio.

Los soldados encontrados en Fráncfort probablemente murieron a causa de sus heridas, o sucumbieron por la epidemia de tifus que diezmó a la Grande Armée en la época. Estas aseveraciones deben ser verificadas científicamente.


Esqueletos de soldados del ejército de Napoleón fueron descubiertos en una obra de construcción en Frankfurt, Alemania Occidental.

No obstante, es cierto que se trata "de tumbas cavadas de apuro", como lo hacían los militares, detalló Andrea Hampel, directora de la inspección de monumentos históricos de Fráncfort.

Los soldados yacen en ataúdes muy sencillos, que permitieron su buena conservación. Se encuentran alineados en fila, uno junto a otro, y no se encontró ningún objeto funerario.

Además, están alineados con una orientación Norte/Sur, en tanto que en la Europa cristiana se tenía la costumbre de enterrar los cuerpos de los muertos sobre un eje Este/Oeste. Un signo de que fueron enterrados de manera apurada, según Hampel.

Algunos botones de las ropas encontradas en las tumbas permiten asegurar la fecha de 1813.

Más de treinta esqueletos fueron exhumados, y las excavaciones han permitido contabilizar unas 200 tumbas, según el director del cantero de obras, Jürgen Langendorf. Los trabajos arqueológicos continuarán durante cuatro a seis semanas, agregó.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Guerra de la Independencia: Batalla de Cerro de Pasco

Batalla de Cerro de Pasco

Permaneció en Tucumán prestando siempre el concurso de una incansable actividad y de sus luces en el desempeño de comisiones importantes siendo posteriormente nombrado gobernador de Córdoba en 1819.  Pero la anarquía se enseñorea del territorio argentino: Alvarez de Arenales no quiere participar en la lucha que destruirá la Patria adoptiva y por tercera vez prefirió hacer el sacrificio de su vida en defensa de la libertad americana, dirigiéndose a Chile a ponerse a las órdenes del general San Martín, que a la sazón preparaba intensamente su expedición al Perú.  “Desde que el general Arenales se presentó al general San Martín en 1820, este le honró siempre con el tratamiento de “compañero”, así en la correspondencia como en el trato familiar, siendo Arenales el único general de los de su tiempo que obtuvo tan señalada y constante distinción hasta en los actos de etiqueta”.  Desembarcado en Pisco el ejército patriota, el 8 de setiembre de 1820, Arenales recibe de San Martín el mando de una División de 1.138 hombres, que debía penetrar en la Sierra, para insurreccionar las poblaciones peruanas al mismo tiempo que abatiera el esfuerzo realista.  Arenales llega rápidamente a las ciudades de Ica (6 de octubre), Humanga (donde entra después de la victoria de Nazca, el 15 de octubre), Jauja y Jauma, produciendo en todas partes un levantamiento general contra la dominación española, capturando numerosos armamentos de las muchas partidas enemigas que encuentra y dispersa.  Alarmadas las autoridades realistas ante tales progresos, despachan al Brigadier O’Reilly para batir a Arenales y sus huestes, teniendo lugar el contacto en el Cerro de Pasco, el cual se produce después que Arenales ha tomado todas las medidas de seguridad, para conocer en lo posible, la fuerza que se aproxima, a fin de lanzar sus tropas al combate en plena seguridad de no caer en una emboscada.  La fuerza realista suma 1.200 hombres; los efectivos contrapuestos son un poco diferentes en lo que a número se refiere, pues  Arenales no puede concentrar sobre el campo de batalla más de 600 hombres.  No obstante esta disparidad, no vacila y ataca con violencia al adversario, que es derrotado completamente y que deja 58 muertos y 18 heridos sobre el campo de batalla y 343 prisioneros incluidos 23 oficiales.  Cayeron además en poder de Arenales dos cañones, 350 fusiles, todas las banderas, estandartes, pertrechos de guerra y demás elementos bélicos escapando el enemigo en la más completa dispersión, pues no lograron hacer partidas de más de 5 hombres, cayendo prisionero en la persecución el propio brigadier O’Reilly.  En conocimiento del espléndido triunfo alcanzado por Arenales, San Martín, el día 13 de diciembre, expidió la siguiente orden del día:



“La División libertadora de la Sierra ha llenado el voto de los pueblos que la esperaban: los peligros y las dificultades han conspirado contra ella a porfía, pero no han hecho más que exaltar el mérito del que las ha dirigido, y la constancia de los que han obedecido sus órdenes para unos y otros se grabará una medalla que represente las armas del Perú por el anverso y por el reverso tendrá la inscripción “A los Vencedores de Pasco”.  El General y los jefes la traerán de oro, y los oficiales de plata pendiente de una cinta blanca y encarnada; los sargentos y tropa usarán al lado izquierdo del pecho un escudo bordado sobre fondo encarnado con la leyenda, “Yo soy de los vencedores de Pasco”.  San Martín extendió el diploma correspondiente al general Arenales el 31 de marzo de 1822.

Así termino la primera campaña de la Sierra, incorporándose Arenales con su División al ejército patriota el 3 de enero de 1821, evocando su presencia los riesgos y duras penalidades sufridas, no obstante lo cual la gloria había cubierto a sus componentes, siendo recibida triunfalmente por sus compañeros de armas.  San Martín recibió de manos del glorioso vencedor del Cerro de Pasco “13 banderas y 5 estandartes, entre las que se habían tomado en las provincias de su tránsito o en el campo de batalla”.  Designado el 19 de abril del mismo año por San Martín comandante general de la División, Arenales inicia su segunda campaña de la Sierra organizando su fuerza con los cuerpos siguientes: Granaderos a Caballo, coronel Rudecindo Alvarado; Batallón de “Numancia” (1º de Infantería del ejército), coronel Tomás Heres; Batallón Nº 7 de los Andes, coronel Pedro Conde; Batallón de Cazadores del ejército, teniente coronel José M. Aguirre y 4 piezas de artillería; a estas tropas debía incorporarse la pequeña fuerza del coronel Gamarra, compuesta de patriotas peruanos.  La División Arenales partió del cuartel general de Huaura, el 21 de abril.  San Martín le ha precedido en su camino triunfal con su famosa proclama a los habitantes de Tarma, en la cual les dice: “Vuestro destino es escarmentar por segunda vez a los ofensores de la Sierra; el General que os dirige conoce tiempo ha el camino por donde se marcha a la victoria; él es digno de mandar, por su honradez acrisolada, por su habitual prudencia, y por la serenidad de su coraje: seguidle y triunfaréis”.  Arenales llega a Oyón el 26 de abril; allí encuentra la División Gamarra, que se le incorpora, la cual está casi deshecha, tal es su estado.  En Oyón, Arenales recibe detalles de las fuerzas realistas que se hacen ascender 2.500 hombres de línea.  Reorganizadas sus tropas, Arenales prosigue su avance el 8 de mayo en dirección a la Sierra.  El 12 llega a Pasco.  En persecución de Carratalá llegaba el 17 de mayo a Carguamayo; el 20 estaba con su división en Palcamayo, el 21 en Tarma, y el 24 de mayo llega a Jauja.  El armisticio de Punchauca, celebrado entre San Martín y el Virrey Laserna, interrumpió las operaciones en la Sierra, pero si bien este acontecimiento fue solemnemente propicio a Carratalá, no le fue menos a Arenales, que se entregó tesoneramente a la tarea de reorganizar e instruir sus valientes tropas.  Terminado el plazo de 20 días de armisticio, que empezó a contarse desde su concertación el 23 de mayo, el día 29 de junio Arenales prosiguió sus interrumpidas operaciones, día que ocupó por la fuerza el pueblo de Guando, capturando íntegra la compañía de cazadores del batallón realista “Imperial Alejandro”, pero una nueva suspensión  de las hostilidades concertada por el General en Jefe, que le fue comunicada aquel mismo día, obligó a Arenales a detener la marcha victoriosa que había iniciado sobre Carratalá.  El general patriota regresó a Jauja, donde se encontraba el 9 de julio, fecha en que le llegó la noticia de que el general Canterac había salido de Lima con 4.000 hombres, recibiendo Arenales en el mismo día, el parte e la dirección de marcha que seguía el jefe español.

Inmediatamente se reunió una junta de guerra, la cual por unanimidad, resolvió marchar al encuentro del ejército español, para atacarlo al pasar la cordillera; con este fin, el 10 se puso en marcha Arenales con su vanguardia por la ruta de Guancayo e Iscuchaga; el 12 llegaba la División al primer punto nombrado, donde hizo alto; allí recibió Arenales a las 10 de la noche la noticia de que Canterac ya cruzaba la cordillera en dirección conocida hacia Guancavélica.  En la madrugada del 13, la División prosigue su marcha con objeto de dar alcance a la vanguardia enemiga y batirla, pero no era aún de día cuando llegó un chasque conduciendo pliegos de San Martín, en los cuales le anunciaba la ocupación de Lima por el ejército libertador.  Simultáneamente y en carta aparte, el General en Jefe encarecía a Arenales que de ningún modo comprometiera su División en un combate, mientras no tuviera la plena seguridad de vencer, que por lo tanto, si era buscado por el enemigo, se pusiese en retirada hacia el Norte por Pasco, o hacia Lima por San Mateo, lo que dejaba a su discreción y prudencia”.  Arenales, al recibir estas instrucciones ordenó detener la marcha a sus cuerpos que estaba orientada con el fin de buscar a Canterac, para batirlo.  Las fuerzas patriotas bajo su comando, sumaban 1.300.  Ante las órdenes recibidas, Arenales resolvió regresar a Guancayo y finalmente, a Jauja, donde llegó el 19 de julio.  Después de la batalla de Ayacucho, el general Canterac confesó al general Sucre “que no sabía cómo Arenales no le atacó en aquella vez: que tuvo por cierta su derrota, si se le hubiese comprometido a un ataque, cuando tampoco podía eludirlo a causa del mal estado de sus tropas y animales”.  En la noche del mismo 19 de julio, Arenales recibió del Generalísimo más claras y terminantes instrucciones en el sentido de que la División se pusiera fuera de todo compromiso lo más prestamente posible, indicando en las mismas las direcciones en que convenía ejecutarlo.  En la madrugada siguiente Arenales se puso en marcha en la dirección señalada por San Martín, cumplimentando sus disposiciones.  El 24 de julio estaba en el pueblo de Yauli, llegando a mediodía a la cima de la cordillera.  Desde allí, el camino de San Mateo conduce a Lima.  Arenales descendió la cumbre con ánimo de situarse en San Mateo y esperar allí nuevas órdenes; este punto dista 26 leguas de Lima y 9 o 10 de la cumbre, pues el intenso frío reinante lo decidió a seguir su marcha hasta San Juan de Matucana, distante 19 leguas de Lima a donde llegó el día 25.  Finalmente, el 31 de julio, Arenales recibió orden del Protector de replegarse sobre Lima con su División, la cual abandonó la quebrada de San Mateo y entró en la Capital en los primeros días de agosto con más de 1.000 hombres menos de los que contaba cuando salió de Jauja, como resultado de la deserción que sufrió por parte de los milicianos peruanos, al abandonar la región de la Sierra, en cumplimiento de órdenes superiores.  El pueblo de Lima recibió a la División con particulares demostraciones de aprecio, saliendo fuera de las murallas considerable gentío que acompañó a la División medio desnuda hasta sus cuarteles en medio de los vivas más entusiastas.  Arenales anticipó su entrada, vestido de paisano “pues nunca gustó de este género de cortesía y mucho menos en aquella ocasión en que creía haber menos motivos para ellas”.  El 28 de julio se había proclamado solemnemente la Independencia del Perú.  Arenales, el 22 de agosto de 1821, fue designado por el Protector, Presidente del departamento de Trujillo y comandante militar del mismo en el cual, siguiendo las instrucciones de San Martín, formó y disciplinó dos batallones de infantería y dos escuadrones de cazadores a caballo, enviando a Lima, además, a 1.800 reclutas de acuerdo con el general Sucre, gobernador de Guayaquil que había concertado el plan de libertar a Quito, cuando una grave enfermedad postró a Arenales, que se vio forzado a ceder a otro la gloria de Pichincha.  Restablecida su salud, Arenales fue llamado a Lima para encargársele la expedición a Puertos Intermedios, comando que rehusó y fue en cambio otorgado al general Alvarado.  Arenales no aceptó aquel comando no obstante haber declarado Sucre que serviría a las órdenes de aquél, “pues le reconocía su antigüedad y méritos y ser Arenales un acreditado general”.

En cambio aceptó el cargo de comandante en jefe del ejército del centro para expedicionar a la Sierra; pero no pudiendo realizar esta campaña por falta de recursos Arenales pidió sus pasaportes para el Río de la Plata, pretextando que sólo continuaría en el mando si el gobierno le garantizaba recursos y el apoyo de su autoridad.  Recibió la promesa gubernativa de este apoyo y de aquella garantía, pero en realidad no se cumplimentó nada ante sus justificadas demandas, poniéndose por el contrario, la situación día a día más crítica.  El Congreso quiso premiarlo y le acordó una medalla de oro con la inscripción: “El Congreso Constituyente del Perú al mérito distinguido”.  Agradeciendo Arenales este honroso y merecido premio expuso ante el Congreso Peruano cuál era el estado de su División en la segunda campaña de la Sierra y su incapacidad para buscar al enemigo.  No consiguiendo su objeto, a pesar de su insistencia, se vio obligado a pedir sus pasaportes, sintiendo la necesidad de ver a su familia después de una ausencia de cinco años, la cual por esta causa carecía de lo más necesario.  Ante tan imperiosa demanda, el Congreso decretó socorros para la familia del general Arenales, a cuenta de sueldos y premios acordados por la Municipalidad.  Entre otros nombramientos y honores que había recibido del gobierno del Perú, aparte de los señalados en el curso de esta biografía, conviene destacar: Fundador de la Orden del “Sol del Perú”, el 10 de diciembre de 1821; Gran Mariscal del Perú, el 22 de diciembre del mismo año.  La medalla acordada por decreto del 15 de agosto de 1821 y discernida el 27 de diciembre del mismo; Consejero de la Orden del “Sol del Perú”, el 16 de enero de 1822, con la pensión vitalicia de 1.000 pesos anuales; Jefe del Estado Mayor General de los Ejércitos del Perú el 25 de igual mes y año, el ya citado nombramiento de General en Jefe del Ejército del Centro, discernido el 14 de diciembre de 1822, por el general San Martín.  En Chile el 28 de marzo de 1822 había sido condecorado con la “Legión del Mérito” y el 14 de noviembre de 1820 el Director O’Higgins le otorgaba los despachos de Mariscal de campo de aquel Estado.

Después de su representación ante el Congreso peruano, el sufrimiento del Ejército llegó a su colmo y el inflexible Arenales se vio en la imprescindible necesidad de elevar una queja formal firmada por todos los jefes del cuerpo, a nombre del Ejército, señalando el abandono en que éste se hallaba, al cual no se reponían las bajas siempre crecientes, haciendo resaltar los males palpables resultantes de esa inacción, terminando su exposición con la súplica de que se emprendiera la campaña de la Sierra que abriría nuevos recursos a la capital y destruiría en parte el descontento general que produce la inacción y la miseria.  Alejado del Perú, pasó a Chile, llegando a la provincia de Salta, donde fue elegido gobernador el 29 de diciembre e 1823.  A los cuidados de la administración interior se reunieron otros que interesaban a toda la República.  Arenales fue comisionado por el gobierno el 22 de marzo de 1825 para atacar al general español Olañeta, que después de la jornada de Ayacucho permanecía al frente de una fuerza realista entre el desaguadero y Tupiza, y para cumplimentar esta orden marchó con una División para dispersarla.  El coronel Carlos Medinaceli perteneciente a las fuerzas del general Olañeta se sublevó contra su jefe y se produjo un choque entre ambos bandos, el 1º de abril de 1825, en Tumusla, donde pereció Olañeta.  Medinaceli y casi todo el resto de la fuerza realista, se entregó a Arenales, terminando así, completamente la guerra de la Independencia sudamericana.  Por ese tiempo tuvo lugar el pronunciamiento de Tarija en provincia independiente dirigiéndose Arenales al gobierno nacional, cuyo apoyo le falló a causa de la guerra que acababa de declararse al Brasil y las reclamaciones de Arenales quedaron suspendidas por disposición superior en virtud de la misión de Alvear destinada a entrevistarse con Bolívar.  Los esfuerzos posteriores del general Arenales, tendientes a evitar la desmembración, no fueron suficientes para eludirla por la influencia decisiva del caudillo colombiano.  En 1826 realizó una exploración de las costas del río Bermejo, buscando la posibilidad de su navegación, de acuerdo con una compañía constituida a tal efecto, y proyectó un camino de acceso al mismo, a la par que trazaba un plano defensivo contra los indígenas.  Poco antes se había concentrado en la tarea de organizar un cuerpo de 500 hombres para engrosar las fuerzas que alistaba la República para combatir con el imperio del Brasil.  Fue en mérito a tantos afanes y desvelos, que el presidente Rivadavia le otorgó con fecha 7 de agosto de 1826, el empleo de Brigadier de los Ejércitos de la Patria.  El 11 de febrero de este mismo año el ministro de Guerra por orden de Rivadavia nombró a Arenales “General de todas las tropas existentes en Salta”.

“El general Arenales –dice uno de los biógrafos- estrechamente ligado al gobierno presidencial, y sobre todo a la persona de Rivadavia, era la principal columna con que el gabinete presidencial contaba para organizar un poderoso grupo de fuerzas, que apoyando a Lamadrid en Tucumán, pudiera servir para desalojar de la provincia de Santiago del Estero a Ibarra, a Bustos de la provincia de Córdoba, para establecer en ambas el partido enemigo de éstos caudillos, que por lo mismo empezaba a llamarse liberal, y sofocar por fin en La Rioja la naciente nombradía de Quiroga”.  No alcanzó a realizar sus propósitos, pues en Salta se preparaba una asonada con el objeto de deponerlo, pretextando sus enemigos de que quería perpetuarse en el mando; el movimiento estalló encabezado por el Gral. Dr. José Ignacio Gorriti, el 28 de enero de 1827, y después de algunas incidencias, el movimiento se resolvió en el combate de Chicoana, el 7 de febrero, resultando exterminado, pues sólo se salvó un soldado.  Arenales se vio obligado a refugiarse en Bolivia, cuyo presidente el general Sucre, lo trató con toda deferencia.  Se dedicó a las faenas rurales para subvenir al mantenimiento de su numerosa familia.  Arenales estuvo casado con Serafina de Hoyos, con la cual tuvieron muchos hijos.

Una inflamación de garganta terminó con su vida en Moraya (Bolivia) el 4 de diciembre de 1831.

Fuera de los cargos y comisiones que se han detallado, el general Arenales fue designado el 23 de julio de 1823 por el ministro Rivadavia, para determinar como Representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la línea de ocupación por parte del Perú, entre las autoridades españolas y las de los territorios limítrofes, especialmente el de estas provincias.  Para cumplimentar tal misión, debió trasladarse a Salta, donde se situó.

Frías dice: “Arenales, solo ya, sigue peleando sin pensar en rendirse.  Un feroz hachazo le tiene el cráneo abierto en uno de sus parietales.  Su cara está tinta en sangre.  Otro tajo horrible le abre desde arriba de la ceja hasta casi el extremo de la nariz, dividiéndola en dos; otro le parte la mejilla derecha, por bajo el pómulo, desde el arranque de la sien hasta cerca de la boca.  En fin: trece heridas tiene despedazada su cara, su cabeza y su cuerpo –por lo que sus adversarios le llamarían con el apodo de “El Hachado”- y todas están manando sangre; pero él defiende la vida haciéndola pagar caro”.

“El bravo general sigue peleando solo, sin pensar en rendirse.  Todos sus demás enemigos están heridos por su espada; más uno de ellos, que logra colocarse por detrás, le da un recio golpe con la culata del fusil; le hunde bajo de la nuca el hueso, derribándolo al suelo sin sentido, y boca abajo; con lo que lo dejaron por muerto, y continuaron la fuga”.


Revisionistas

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Chile: Accidentada acta de independencia

El accidentado origen del Acta de Independencia de Chile
El texto del fin de la sujeción a España tuvo una apurada creación, tras la batalla de Chacabuco. La primera versión de 1818 fue sustituida por otra de 1832, destruida el 11 de septiembre de 1973.

Pablo Marín - La Tercera




Al decir de Diego Barros Arana, tras el triunfo patriota en Chacabuco (febrero de 1817) la revolución de Chile había entrado en un período donde no se disimulaba “un propósito firme y bien definido” en favor de la independencia. Para ese momento, agregaba el historiador, “Chile tenía bandera propia, escudo de armas, símbolo de un estado independiente”, y “no faltaba más que hacer una declaración expresa”, como en 1816 lo hicieron las provincias unidas del Río de la Plata.

Para entonces el esfuerzo del recién instalado Director Supremo, Bernardo O’Higgins, no sólo consistía en derrotar a los realistas en el sur. También, y sobre todo, estaba la creación de una marina de guerra capaz de imponerse en el Pacífico. Por ello, escribe en 1968 Luis Valencia Avaria, “no podía ignorar lo que [Juan] Mackenna le había señalado: un barco sin el pabellón de una nación independiente, oficialmente proclamada como tal, sería sólo un barco pirata frente a las demás naciones del mundo”.

La dimensión simbólica del minuto tuvo en su núcleo la necesidad de explicitar la autonomía. De fundar algo, si es que no de refundarlo. De ahí el interés que puede despertar el Acta de Proclamación de la Independencia, oficialmente jurada a un año exacto de Chacabuco. Una historia singular, tanto en su génesis como en su destino, que no es el que muchos creen (así como muchos asocian el “18” con la Independencia, más que con la instalación de la Primera Junta de Gobierno).

“Luego del triunfo en Chacabuco quedaba claro que la Independencia era algo que se había logrado y que ya no se retornaría a la monarquía”, afirma Cristián Guerrero Lira, académico del Depto. de Historia de la U. de Chile. “De ahí la importancia de formalizar esa realidad en una declaración que estableciera  expresamente que se rompían los vínculos con la monarquía de España y cualquier otra potencia extranjera, todo esto previa consulta al ‘pueblo’ y con apuro, pues los realistas tenían fuerza militar considerable en Concepción, amenazando el futuro del movimiento”.

Entre la premura y la búsqueda de legitimidad, hubo voces que pidieron la convocatoria a un Congreso Nacional. Pero no fueron escuchadas: con O’Higgins ocupado en el sitio de Talcahuano, la Junta Suprema Delegada de Santiago llamó el 13 de noviembre de 1817 -y de modo inconsulto, según Valencia Avaria- a un plebiscito. En la capital y en otras ciudades libres del dominio realista se abrieron por 15 días dos libros, uno en favor de la independencia y otro en contra. La primera opción se impuso largamente.

Acto seguido, cuenta Barros Arana, y “a imitación de lo que se había hecho en otros pueblos, se resolvió que la declaración de independencia fuese hecha en un acta en que se expresase clara y concisamente la voluntad del pueblo chileno”. Un borrador del mismo se fechó el 17 de enero de 1818 y se envió a O’Higgins. Pero este último expresaría “un justo temor al tribunal severo de la censura universal”, que “me ha detenido suscribirle”. Objetó, igualmente, que el documento defendiera la fe religiosa (“los países cultos, señaló, han proclamado abiertamente la libertad de creencias”).

Así las cosas, el Director Supremo ordenó un nuevo texto a una comisión integrada por Miguel Zañartu, Juan Egaña y Manuel de Salas. Según un descendiente del primero, fue la versión de su antepasado la que primó, aunque al decir de Vicuña Mackenna el redactor habría sido el tucumano Bernardo Monteagudo. El caso es que O’Higgins dio su aprobación, no sin hacer cuatro enmiendas cuando el texto ya circulaba impreso.

En menos de 500 palabras, el texto informa “que el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes, forman de hecho y por derecho, un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España”.

En ánimo refundacional, el Acta llevó fecha “adelantada”: el 1 de enero de 1818. Pero se juró a partir del 12 de febrero. La ceremonia en Santiago no tuvo a O’Higgins, que la presidiría en Talca, pero sí a José de San Martín, que vio los estandartes albicelestes y tricolores compartir lugar en el estrado. “La capital no había visto días de mayor contento ni de entusiasmo más sincero y ardoroso”, afirmaría Barros Arana sobre una celebración que se extendió por tres jornadas.

Hasta hoy, no todos los historiadores del período consideran que el Acta haya tenido los alcances que vio Barros Arana. La declaración de Independencia, señala J.L. Ossa Santa Cruz “es un acto retóricamente revolucionario, pero sin mayor efecto”. O’Higgins tenía que elaborarla, agrega, porque de otro modo se interrumpía el apoyo argentino. El mismo que le permitió volver a Chile e instalarse como Director Supremo, cargo originalmente ofrecido a San Martín.  “Si el cruce de la cordillera es el triunfo de O’Higgins, es precisamente porque [Juan Martín] Pueyrredon, desde la dirección suprema desde Buenos Aires, así decidió”.

Para el director del Centro de Estudios de Historia Política de la UAI, el Acta es significativa, pero no la expresión de una independencia territorial. “Un mes después, en Cancha Rayada”, agrega, “se podría haber perdido todo el proyecto de revolución. Estuvieron muy cerca, de hecho”.

Retrospectivamente el documento adquirió  centralidad. Al menos para el Presidente José Joaquín Prieto, que en 1832 ordenó a un calígrafo confeccionar una nueva versión, sin las correcciones ni las tachaduras de 1818. Pero esta vez firmada, a diferencia de la original: Miguel Zañartu, Hipólito de Villegas y José Ignacio Zenteno, que vivían en Chile, pusieron su rúbrica. Y fue necesario enviar un agente a Perú para que le ”sacara” la suya a O’Higgins.

Así, una versión del documento es la que en la década siguiente pasó a decorar el Palacio de La Moneda y permaneció allí hasta quemarse o destruirse el 11 de septiembre de 1973 (se dice que Allende lo confió a su secretaria Myriam “Payita” Contreras y que un soldado lo rompió). Pero según confirma Guerrero Lira, el original está aún en el archivo del Congreso.

martes, 22 de septiembre de 2015

Guerra contra la Subversión: Pelea de ratas en Bonasso y Verbitsky

Bonasso enfureció con Verbitsky: "Me acusó de la desaparición de Rodolfo Walsh"
El dirigente desafió a un “cara a cara” al columnista de Página/12 y advirtió que lo denunciará penalmente.




El escritor Miguel Bonasso enfureció hoy con el columnista de Página/12, Horacio Verbitsky, y advirtió que lo denunciará penalmente por “inventar pérfidamente que Rodolfo (Walsh) murió por mi culpa”.

Se trata de un documental de Canal Encuentro que se está emitiendo durante esta semana, titulado “Perro-nismo”. Los episodios tratan de entrevistas a Verbitsky, repasan su biografía y su relación con el peronismo.

Según contó el propio Bonasso, en una de las emisiones, el autor de Robo Para la Corona “sale a culparme del secuestro y la muerte de Rodolfo Walsh”.

“Verbitsky, el ghost writer del brigadier Graffigna, que sale por el Herald a defenderlo, inventa pérfidamente que Rodolfo murió por mi culpa”, sentenció Bonasso, en una catarata de mensajes en la red social Twitter.

El escritor esbozó que las palabras de Verbitsky se deben a que el columnista de Página/12 ahora tiene que defenderse de la investigación de Gabriel Levinas, que lo acusó de haberle escrito discursos a Graffigna durante la última Dictadura.

“Verbitsky fue un agente de la fuerza aérea y es un entenado de la Fundación Ford. Sale a atacarme ahora porque es el quien está en la mira. Si "sabía" que yo dejé caer a Walsh, porqué se "demoró" 38 años en decirlo. ¿Porqué me trató como colega durante todos esos años?”, replicó.

Más aún, el escritor fue a fondo y le recordó a Verbitsky un viejo “favor” que le había hecho. “¿Por qué el mitológico Perro me pidió que no descubriera una gruesa mentira de su fuente en ‘El Vuelo’? ¿Porqué me pidió un nexo con Chávez?”, siguió.

Bonasso contó que accionará judicialmente no sólo contra el periodista, si no también con las autoridades del canal. “Yo no hablo por hablar. Cuando dije que la Barrick iba a terminar envenenando los ríos así ocurrió. Ahora revelaré el por qué de esta infamia”, escribió.

Por último, Bonasso lanzó un reto para Verbitsky: “Te desafío a que me digas en la cara, frente a los medios, la mentira inmunda sobre Walsh que me tiraste en Canal Encuentro”.

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