domingo, 26 de marzo de 2017

Conquista del desierto: La batalla de San Carlos (1872)

Batalla de San Carlos y el fin del raid de Calfucurá




 
Fortín San Carlos


El 8 de marzo de 1872 las fuerzas del Ejército Argentino dirigidas por el General Rivas y el Coronel Boerr derrotaron a más de 3. 500 indígenas mandados por el cacique chileno Juan Calfucurá marcando así el inicio del fin de un reinado de terror que por más de 20 años asoló las poblaciones de la campaña argentina. 

Introducción 
Desde la llegada de los españoles al actual territorio argentino las diversas tribus indígenas que lo habitaban ejercieron una fuerte resistencia al avance del hombre blanco, lo que motivó que continuamente se produjeran enfrentamientos entre las partes en conflicto. Producida la Revolución de Mayo, los primeros gobiernos patrios debieron realizar negociaciones con los naturales con el fin de evitar que éstos llevaran a cabo ataques contra las poblaciones de la frontera, a pesar de ello y aprovechando que las fuerzas militares debían ser empleadas en las guerras por la independencia, voroganos, ranqueles, pampas y araucanos continuamente asolaban las estancias y poblaciones del sur de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza. 

Con el fin de terminar con las depredaciones el gobernador bonaerense Martín Rodríguez efectuó dos campañas en 1823 y 1824 que no dieron los resultados esperados debido a la falta de tácticas adecuadas; mejor suerte tuvieron las realizadas por el coronel Rauch en 1826 y 1827 que junto con los tratados de paz firmados por el entonces coronel Juan Manuel de Rosas lograron mantener la frontera en relativa paz. En esos momentos el interés por lograr este propósito era mayor que nunca debido al peligro que se corría por estar desarrollándose la guerra contra el Brasil, no debe olvidarse que uno de los propósitos de la desastrosa incursión imperial a Carmen de Patagones había tenido como principal objetivo el establecimiento de una alianza con las tribus locales para abrir un segundo frente de batalla a nuestro país. 

En 1833, Juan Manuel de Rosas realizó la primera gran campaña para pacificar la frontera, logrando mediante una combinación de tratados de paz y acciones militares neutralizar a los salvajes y mantenerlos en relativa inacción hasta 1852. La frontera avanzó hasta el río Colorado. Con su caída el 3 de febrero del citado año, los indígenas reiniciaron los ataques asolando la campaña y dando inicio a una etapa durante la cual las fuerzas nacionales sufrieron continuas derrotas y la frontera fue devastada. A las malas tácticas y a la falta de medios se sumaron los continuos problemas internos y externos, las luchas entre liberales y federales, la guerra con el Paraguay y las tensiones con Chile y Brasil, que hábilmente fueron explotados por los indígenas en su favor. Esto fue posible por la presencia de un cacique chileno que fue capaz de utilizar todas estas circunstancias en su propio beneficio: Juan Calfucurá. 

Calfucurá y la confederación de tribus 
En 1835, una caravana de unos 200 indios araucanos llegados de Chile se presentó a comerciar, como era habitual al menos una vez al año, con la tribu vorogana de Salinas Grandes (actual provincia de La Pampa). En el momento en que debían iniciarse los festejos por la reunión, los araucanos atacaron a sus parientes y en medio de un infernal griterío degollaron a los caciques Rondeau, Melin, Venancio, Alún, Callvuquirque y a muchos capitanejos y ancianos. Por primera vez se escuchó en las pampas el nombre del cacique Juan Calfucurá que comandaba a los chilenos. Inmediatamente procedió a ejecutar a otros caciques de tribus vecinas y a buscar la alianza con las mismas una vez "decapitadas". Fue así como atrajo a voroganos, pampas, ranqueles y araucanos y en pocos años formó una enorme confederación con la que dominó rápidamente el sur de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba San Luis, Mendoza, y las actuales provincias de La Pampa, Neuquén y Río Negro teniendo como centro Salinas Grandes. Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas firmó una serie de pactos por los cuales, a cambio de vacas, yeguas, bebidas, azúcar, yerba y tabaco, se abstenía de atacar la frontera, con lo cual la misma pudo mantenerse en relativa seguridad, pero aunque los malones disminuyeron no cesaron completamente. Derrocado Rosas el 3 de febrero de 1852, Calfucurá (calfú azul, curá piedra) dio una muestra de la nueva etapa que comenzaba en la trágica historia de la lucha contra el indio al atacar al día siguiente Bahía Blanca con 5.000 guerreros. La línea de frontera retrocedió hasta la existente en 1826 y todo lo ganado en la campaña de 1833 se perdió. 

El 13 de febrero de 1855 arrasó el poblado de Azul con una fuerza de 5.000 lanceros asesinando a 300 personas, cautivando 150 familias y robando 60.000 cabezas de ganado pero esto sólo era el principio. En septiembre del mismo año el comandante Nicolás Otamendi murió junto a 125 de sus hombres en un combate contra los indígenas en la estancia de San Antonio de Iraola. Ocho días después Yanquetruz, subordinado del cacique chileno, al frente de 3.000 guerreros asoló Tandil. Mientras tanto, Calfucurá saqueó la población de Puntas de Arroyo Tapalqué. Ante tanta destrucción, Mitre organizó un ejército al que llamó "Ejército de Operaciones del Sur" que constaba de unos 3.000 hombres y 12 piezas de artillería poniendo al frente al General Manuel Hornos. El 29 de octubre las fuerzas nacionales fueron atraídas por Calfucurá hacia una zona llana y fangosa llamada San Jacinto ubicada entre las sierras de ese nombre y el Arroyo Tapalqué donde la caballería argentina casi no podía moverse. Las fuerzas de Hornos fueron atacadas desde todas direcciones y sufrieron una terrible derrota quedando muertos sobre el campo de batalla 18 jefes y oficiales y 250 soldados, además 280 resultaron heridos y se perdieron numerosas armas, pertrechos y municiones. Aprovechando la victoria, los naturales continuaron los malones sobre las ahora indefensas poblaciones de Cabo Corrientes, Azul, Tandil, Cruz de Guerra, Junín, Melincué, Olavarría, Alvear, Bragado y Bahía Blanca. El ganado robado era en parte utilizado por los indios para propio consumo pero en su gran mayoría se llevaba a Chile donde era vendido a los estancieros locales que luego a su vez lo comercializaban en Europa. 

A pesar del desastre, los coroneles Conesa, Granada y Paunero lograron infligir algunas derrotas a los indígenas. La separación de Buenos Aires de la Confederación Argentina y más tarde las guerras civiles y con el Paraguay aumentaron la vulnerabilidad de la frontera. Esto obligó al gobierno argentino a celebrar humillantes tratados de paz por los cuales a cambio de alimentos, mantas, ganado y vicios (yerba, tabaco, alcohol) Calfucurá no atacaría la frontera, aunque los malones continuaron. 

El 5 de marzo de 1872, rompiendo el tratado de paz firmado con el gobierno del entonces presidente D. F. Sarmiento, el cacique chileno al frente de 3.500 guerreros cayó sobre los partidos de Alvear, 25 de Mayo y 9 de Julio asesinando a 300 pobladores, cautivando a 500 y robando 200.000 cabezas de ganado. Para que el lector tenga una idea de la magnitud de las fuerzas empleadas en estas invasiones debe tener en cuenta, usándolo como punto de comparación, que el Ejército de los Andes apenas superó los 5.000 efectivos. Cuando el grueso de los salvajes se retiraban con el botín fueron interceptados por las tropas de Rivas y Boerr en las proximidades del fortín de San Carlos (actual Bolívar), generándose la batalla que nos ocupa tratar. 


EL FORTIN SAN CARLOS
El centro de la provincia de Buenos Aires estaba habitado por aborígenes. En 1850 se instaló el “Fortín San Carlos”, el primero de una línea de avanzada sobre los nativos.

El Fortín San Carlos junto a la Laguna Pichi Carhué alzó su mangrullo en la inmensidad de la pampa salvaje, anticipando sueños fundadores.
Un día caluroso y pesado, el 8 de marzo de 1872, se libró la batalla de San Carlos, una de las más importantes y encarnizadas, no sólo de la Conquista del Desierto, sino de la historia argentina. Calfucurá perdió esta vital batalla y su llama vital se extinguió el 3 de julio de 1873 en Chilihué. Desde ese momento, el fortín fue un punto de paso hacia la frontera que cada vez se internaba más empujando al indio.
Con el adelanto de la línea de fortines quedó entre los pueblos de Guaminí y 25 de Mayo, Olavarría y 9 de Julio, un gigantesco rombo de 270 kilómetros de largo por 170 de ancho, de tierras vacías.
En base a ello, se decidió fundar un pueblo aproximadamente en el centro del rombo, eligiéndose como punto poblador la ubicación del Fortín San Carlos.

Un decreto del gobernador de la Pcia. de Bs. As., Dr. Carlos Casares dio vida a una nueva población en la avanzada de la frontera hacia las Salinas Grandes. Fue el 26 de Octubre de 1877. Desde ese instante y a través de otras disposiciones gubernamentales se fue preparando la caravana fundadora que partió de la localidad de 25 de Mayo, pueblo en el cuál la oferta de tierras cercanas al Fortín San Carlos había tenido gran repercusión.

Tal es así que luego de la llegada del ingeniero geógrafo Rafael José Hernández, a quién se había otorgado el trazado de la nueva ciudad, bastaron sólo cuatro días para ultimar los preparativos de la partida que se concretó el 30 de Enero.

El 3 de Febrero llegaron al Fortín San Carlos y a su vera levantaron un campamento. Todo era improvisado para los futuros pobladores, quienes debieron cuerpearle a las penurias, mientras el Ing. Hernández reconocía los alrededores para estudiar la mejor ubicación del pueblo.
El mismo, realizando sus exploraciones, encontró mojones que le comunicaban que el fortín y sus inmediaciones se hallaban dentro de una propiedad privada.

Por esto, decidió apartarse de allí en busca de nuevos terrenos, y al cabo, tras consultar con los miembros de la Comisión, coincidieron de que el lugar más apropiado ( y en tierras fiscales ) se encontraba inmediatamente al sur de las lagunas Acollaradas.

El 2 de Marzo de 1878 comunicó esa decisión a las autoridades y desde entonces, en esta fecha se conmemora la fundación de la ciudad, que asoció para gloria nuestra, dos nombres: San Carlos y Bolívar. El primero ya en uso en la zona por una vieja tradición y el otro en homenaje al Libertador Simón Bolívar, militar de origen venezolano. 


Las fuerzas opuestas 

a) El Ejército Argentino 
La composición de las fuerzas nacionales que intervinieron en San Carlos presenta varias particularidades. En primer lugar la misma era bastante heterogénea, estando formadas por regulares, guardias nacionales, vecinos e indios amigos, curiosamente estos últimos integraron el grueso de las mismas. La razón para esta diversidad estuvo dada por el hecho de que la invasión no era esperada y Rivas debió echar mano rápidamente de cuanto efectivo tenía disponible para impedir que los naturales se retiraran impunemente tras los saqueos. Tras la apresurada convocatoria que motivó que varios de los contingentes pudieran concentrarse, como veremos más adelante, gracias a repetidas marchas forzadas, la fuerza nacional quedó conformada de la siguiente manera: 



 
· Batallón de Infantería de Línea Nº 5, con 95 hombres y una pieza de artillería al mando del Teniente Coronel Nicolás Levalle. 
· Batallón de Infantería de Línea Nº 2 con 170 hombres con el Sargento Mayor Pablo Asies al frente. 
· Regimiento Nº 5 de Caballería de Línea con 50 hombres a cargo del Mayor Echichury y Plaza. 
· Regimiento Nº 9 de Caballería de Línea con 50 hombres al mando del Teniente Coronel Pedro Palavecino. 
· Guardias Nacionales de 9 de Julio bajo el comando del Capitán Núñez con 150 hombres. 
· Guardias Nacionales de Costa Sud dirigidos por el Teniente Coronel Francisco Leyría con 170 hombres, 800 guerreros de la Tribu aliada del Cacique General Cipriano Catriel con 800 guerreros. 
· Tribu amiga del Cacique General Coliqueo con 140 guerreros. 
· A estos efectivos hay que sumar los del servicio sanitario de las fronteras oeste y sur dirigidos por los cirujanos Juan M. Franceschi y Eduardo Herter, respectivamente. 
· En total 1.525 hombres aproximadamente: 165 infantes de línea, 100 hombres de caballería, 320 Guardias Nacionales y 940 indios aliados. 

En cuanto al equipamiento de los mismos era variado. La Infantería llevaba las carabinas Merrol a fulminante y Rayada a fulminante, sable bayoneta y machetes. La Caballería estaba provista con carabinas rayada y lisa a fulminante, sables y lanzas. Los indios amigos portaban lanzas, cuchillos, boleadoras y algunas carabinas. 

Tanto la Infantería como la Caballería llevaban chaquetas de brin, pantalones del mismo material y kepís. El primer arma calzaba botas o pantorrilleras de cuero con botín y la segunda botas. La vestimenta de los Guardias Nacionales era provista por los medios de cada uno de sus integrantes por lo que era muy heterogénea. Los indios amigos tenían un vestuario rudimentario que variaba según las posibilidades y posición social del propietario del mismo. La calidad de las caballadas a disposición de las fuerzas nacionales era en general buena, pero la agotadora marcha hasta San Carlos hizo que los animales se fatigaran excesivamente teniendo este hecho especial influencia para el desarrollo de las operaciones finales de la batalla. 

b) Ejército de Calfucurá 
En total, el cacique chileno logró concentrar en San Carlos alrededor de 3.500 guerreros bajo su mando supremo. En el momento de la batalla los dividió en cuatro grupos, tres de ellos con 1.000 hombres cada uno al frente de los Caciques Renquecurá, Catricurá y Manuel Namuncurá y el cuarto con 500 con Mariano Rosas que actuó como reserva. Todos montaban a caballo siendo la calidad de los mismos excelente, como era común entre los indios. 

El armamento era bastante rudimentario, la lanza era el arma más usual, hecha en general con caña tacuara elegida por su flexibilidad, la punta de las mismas podía ser de piedra o metal. Otras armas de uso generalizado eran las boleadoras, utilizadas para enredar las patas del caballo del rival o para golpear al oponente con ellas en el combate cuerpo a cuerpo. También se utilizaban cuchillos de diversos materiales. 

La vestimenta dependía de las posibilidades del usuario aunque en general era pobre, andando semidesnudos cubriéndose con algunas pieles y una vincha para sujetarse la larga cabellera. Sobre el lomo de los caballos se ponía una manta o jerga para protegerlo. Como puede verse el equipamiento de los indígenas era sumamente liviano lo que les daba una gran agilidad sobre todo para escapar ya que en general evitaban el combate salvo que consideraran que eran superiores al enemigo. 

La aproximación a San Carlos 
Calfucurá concentró sus fuerzas en Salinas Grandes y se movió hacia 9 de Julio, recorriendo aproximadamente unos 300 kilómetros en 5 días, pasando el día 5 de marzo la línea defensiva por la zona ubicada entre los fortines Quemhuimn y San Carlos. Enseguida saqueó los partidos de 25 de Mayo, Alvear y 9 de Julio, tras lo cual retrocedió hacia el lugar por donde había penetrado la línea defensiva llevando consigo el botín consistente en ganado, cautivos y todo tipo de objetos producto del robo. 

El 5 de marzo a las 2 p.m. en 9 de Julio camino hacia Buenos Aires, el jefe de la frontera Oeste, Coronel Juan C. Boerr fue informado por el Capitán de Guardias Nacionales Núñez de la invasión de Calfucurá. Inmediatamente ordenó al citado Capitán la movilización de sus fuerzas, también giró órdenes para que el Cacique General Coliqueo ubicado en 9 de Julio se le incorporara por el lado de Quemhuimn y para que el Teniente Coronel Nicolás Levalle que estaba en el fuerte General Paz hiciera lo mismo. A la vez se pidió apoyo los jefes de la fronteras Norte de Buenos Aires y Sur de Santa Fe, Coronel Francisco Borges, y Sur, Costa Sur y Bahía Blanca General Ignacio Rivas. 

A las 2.30 p.m. de ese día, el Cnl. Boerr inició la marcha hacia la laguna del Curá con unos 100 Guardias Nacionales pero al enterarse de que los indios del cacique Raninqueo se habían plegado a los rebeldes modificó la dirección y se dirigió al fuerte General Paz buscando la incorporación de Levalle y Coliqueo. Allí llegó a las diez de la noche recibiendo la noticia de que los salvajes se encontraban en la laguna Verde en número aproximado a los 3.000. Al no llegar los refuerzos de la División Norte y ante el peligro de que los indios escaparan, el Cnel. Boerr decidió marchar hacia San Carlos con los Guardias Nacionales y los hombres de Coliqueo, ya incorporado, para cortar la retirada a Calfucurá. Partió el 6 de marzo a las 9 p.m. Al día siguiente, a las 9 a.m. llegó a San Carlos donde se le unió el Teniente Coronel Levalle con las fuerzas que había podido reunir procedentes de los fortines de la frontera Oeste. Durante el trayecto hacia el punto de reunión, Boerr debió enfrentar la dura resistencia ejercida por las avanzadas de Calfucurá. Mientras tanto el General Ignacio Rivas avanzaba a marcha forzada desde Azul para incorporársele con 390 soldados y 800 indios del Cacique Catriel. Rivas había partido desde Azul el 6 de marzo a las 2 a.m., llegando a San Carlos tras una marcha agotadora el día 8 a la madrugada, inmediatamente asumió el comando de las fuerzas nacionales. El Coronel Francisco Borges a la vez movilizó a sus hombres pero éstos llegarían recién a la tarde del día 8, cuando la batalla había concluido. 

El 8 de marzo a las 7 de mañana Rivas fue informado por el Sargento Mayor Santos Plaza, jefe de la descubierta, que la indiada de Calfucurá se movía. El comandante dispuso inmediatamente la partida de sus efectivos para interceptar a los salvajes. Las fuerzas nacionales quedaron organizadas en tres columnas de la siguiente manera: a la derecha el Cacique General Cipriano Catriel con 800 guerreros, en el centro el Mayor Asies con el Batallón Nº 2 de Infantería de Línea de 170 hombres junto con 50 del Regimiento Nº 9 de Caballería al mando del Teniente Coronel Palavecino. Finalmente el ala izquierda quedó conformada por el Batallón Nº 5 de Infantería de Línea al mando del Teniente Coronel Levalle con 100 plazas, 140 lanceros del Cacique General Coliqueo, 80 Guardias Nacionales de 9 de Julio y 70 vecinos protegidos por 50 hombres del Regimiento Nº 5 de Caballería de Línea, toda el ala era dirigida por el Coronel Boerr. La retaguardia fue cubierta por el teniente Coronel Leyría con 140 Guardias Nacionales y 40 indios amigos. Ante la proximidad del enemigo Rivas ordenó al Teniente Coronel Palavecino del Regimiento de Caballería Nº 9 que con sus tropas y 200 guerreros se constituyera en vanguardia de la división (ver gráfico fase I). Ante la inminente batalla, las fuerzas marchaban listas para enfrentarse a la indiada de Calfucurá en cuanto ésta se presentara, medida que resultó de lo más acertada.


 
Fase I: Avance de las fuerzas nacionales hacia San Carlos en los momentos previos a la batalla 

 
La batalla 
Palavecino que marchaba con la vanguardia a 3 kilómetros del cuerpo principal informó que los indígenas se aproximaban con fuerzas considerables por lo que Rivas ordenó al Coronel Ocampo que dirigía la columna del centro ubicarse con sus hombres a la izquierda de los de Palavecino. Entre tanto el Coronel Boerr ocupó la extrema izquierda y los guerreros de Catriel la derecha (ver gráfico fase II). 

 
Fase II: Movimiento final de las fuerzas nacionales previo a la batalla de San Carlos 



Calfucurá organizó su ejército en cuatro grupos: el Cacique Renquecurá con 1.000 guerreros formó el ala izquierda, Catricurá con otros tantos se ubicó en el centro (indios de Salinas y Pincén), Manuel Namuncurá con 1.000 más formó la derecha (araucanos) y finalmente Mariano Rosas con 500 ranquelinos quedó como reserva. 

Calfucurá arengó a sus tropas e hizo desmontar a parte de sus hombres con el fin de utilizar las mejores caballadas para atacar al ejército nacional por los flancos. A continuación el ala derecha y el centro del chileno cargaron contra las fuerzas argentinas que respondieron echando pie a tierra y disparando sus armas contra la indiada que a pesar de las bajas se aproximó produciéndose un durísimo combate cuerpo a cuerpo. La falta de entusiasmo de las cargas de la indiada del Cacique General Coliqueo en el ala izquierda de Boerr permitieron que el enemigo les arrebatara la caballada, ante lo crítico de la situación Rivas ordenó a la reserva del Teniente Coronel Leyría reforzar dicha ala (ver gráfico fase III). 

 
Fase III: Choque inicial de las fuerzas opuestas, movimiento de la reserva del Tte. Cnel. Leyría para apoyar el ala izquierda de las fuerzas nacionales. Ataques de Calfucurá sobre los flancos de Rivas 


En la derecha nacional Catriel hizo desmontar a la mitad de sus hombres, su indiada realizó las cargas sin decisión, fingiéndose vencidas. El valiente Cipriano solicitó a Rivas su escolta personal para colocarse a retaguardia de su propia indiada y fusilar a los que intentasen desertar con lo que permitió mantener firme este sector. Poniéndose él mismo al frente de sus hombres realizó una impetuosa carga contra la indiada de Renquecurá logrando rechazarla. A media hora de comenzado el combate el resultado del mismo era dudoso, las fuerzas de Calfucurá cargaban continuamente sobre los flancos nacionales siendo rechazados en todas las oportunidades; a medida que el tiempo pasaba los salvajes iban internando el ganado robado en el desierto por lo que Rivas decidió definir la batalla. A tal fin ordenó a Ocampo, Boerr, Coliqueo y Leyría que rompieran el cerco cargando contra el enemigo. 

El Batallón Nº 2 de Infantería de Línea abrió un intenso fuego contra la derecha enemiga a la vez que las fuerzas de Leyría, Coliqueo y Catriel dirigidas personalmente por el General Rivas realizaban una impresionante serie de cargas que rompieron las líneas enemigas comenzando el desbande de las fuerzas de Calfucurá. También Boerr con sus tropas reorganizadas se les unió contribuyendo con eficacia a la derrota de los salvajes. Rota la línea de batalla enemiga y desmoralizados los indios, Rivas comenzó la persecución que se extendió por unas 14 leguas completando de esta manera la completa dispersión del enemigo. La misma no pudo prolongarse más debido al cansancio de la propia caballada, el polvo, la falta de agua y el calor del día. 

 
Fase IV: Carga general de las fuerzas nacionales, desbandada del ejército de Calfucurá y persecución 


Las consecuencias de la batalla 
Al culminar la batalla quedaron sobre el campo 200 guerreros de Calfucurá muertos y numerosos heridos. Las fuerzas nacionales tuvieron 35 muertos y 20 heridos. El cacique chileno que por más de 20 años había asolado impunemente la campaña argentina había sido escarmentado y se retiraba a Salinas Grandes a curarse las heridas. La rapidez con la que reaccionaron Boerr y Rivas ante la invasión para cortar la retirada de los salvajes, la velocidad con que se efectuaron las marchas forzadas, el valor de las fuerzas nacionales e indios amigos y el coraje y acertadas tácticas de Rivas en el momento clave del combate permitieron la victoria que marcó el inicio del fin de la confederación de tribus creada por Calfucurá. El 4 de junio del año siguiente éste murió con casi 100 años de edad en Salinas Grandes, su testamento decía: "No entregar Carhué al huinca", lo que señalaba que aún quedaba una dura lucha por delante. Tras su muerte comenzó la disgregación de su confederación, el reinado de terror del cacique araucano tocaba sus horas finales y las campañas de Alsina y Roca terminarían para siempre con el peligro del malón afirmando la soberanía argentina en las tierras del sur. 


Bibliografía 

-Ramírez Juárez, Evaristo. Teniente Coronel: La Estupenda Conquista, segunda edición, Buenos Aires, Plus Ultra, 1968. 
-Piccinali, Héctor Juan. Coronel: Vida del Teniente General Nicolás Levalle, Buenos Aires, Círculo Militar, 1982. Biblioteca del Oficial, vol 708. 
-Prado, Manuel. Comandante: La Guerra al Malón, Buenos Aires, Xanadu, 1976. 
-Serres Güiraldes, Alfredo, M: La Estrategia del General Roca, Buenos Aires, Pleamar, 1979. 
-Walther, Juan Carlos: La Conquista del Desierto, cuarta edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1980. 
-Zeballos, Estanislao. S: Callvucurá. Relmú. Painé, Buenos Aires, El Elefante Blanco, 1989. 
-Zeballos, Estanislao. S: La Conquista de las 15.000 leguas, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986. 
-Zeballos, Estanislao. S: Viaje al País de los Araucanos, Buenos Aires, Solar, 1994.


Por Sebastián Miranda 


Fuente 1
Fuente 2

sábado, 25 de marzo de 2017

Lectura Militar: Sobreviviendo a un campo de prisioneros

Sobreviviendo a Andersonville: Los beneficios de las redes sociales en un campo de prisioneros de guerra  
Surviving Andersonville: The Benefits of Social Networks in POW Camps 
Por  Dora L. Costa del MIT y Matthew E. Kahn. 






El veinte y siete por ciento de los prisioneros del Ejército de la Unión capturado en julio de 1863 o más tarde murieron en cautiverio. En Andersonville la tasa de mortalidad puede haber sido tan alta como el 40 por ciento. ¿Cómo sobrevivir a los hombres como las condiciones terribles? El uso de dos conjuntos de datos independientes nos encontramos con que los amigos tuvieron un efecto positivo estadísticamente significativo sobre las probabilidades de supervivencia y que cuanto más los lazos entre amigos, medido por los identificadores como la etnia, el parentesco y la misma ciudad más grande es el impacto de los amigos de probabilidades de supervivencia.

Es un articulo cientifico publicado por la NBER de USA. Andersonville fue un campo de prisioneros en el Sur norteamericano durante la guerra Civil. Las probabilidades de morir en este campo eran las mas grandes de cualquier otro campo en la guerra: 40 %. Es decir, si entrabas habia una muy alta probabilidad de que te saquen con las patas para adelante.

Lo que encuentran los autores, usando una base de datos historica, es que la probabilidad de sobrevivir en este campo de prisioneros esta positivamente relacionado con la cantidad de amigos o conocidos a los que se puede acceder. Es decir, desarrollar redes sociales (amistades, relaciones) mejora la probabilidad de salir con vida de un campo de prisioneros. Ello es porque teniendo mas conocidos posibilita en acceder a mas alimentos, cuidados y remedios. 







La tabla 2 se publica de la composición de los prisioneros, el 7% eran de origen alemán y el 3% de origen británico (escocés, galés) mientras otro 7% era de origen irlandés.

Otro detalle de dicha tabla: el promedio de altura de los prisioneros fue de 1.8 metros... mucho mas altos que cualquier latinoamericano de aquella época.

El archivo esta escrito en PDF y tiene 252 K. Pueden descargar el archivo en 
 
http://papers.nber.org/papers/w11825.pdf  

viernes, 24 de marzo de 2017

Guerra Hispano-Norteamericana: La confusa entrada del USS Charleston a Guam (1/2)

1898: El español en Guam pensó que el ataque de USS Charleston disparó disparos de saludo y pidió a la pólvora para devolver el gesto

Jinny McCormick WHO


USS Charleston

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Manning una isla remota fortaleza, aparentemente sin ningún peligro inminente en el horizonte, debe haber hecho para un puesto bastante cómodo. Esa fue la situación en Guam hasta junio de 1898, durante el estallido de la guerra española y americana.

Guam había estado en manos de España desde la década de 1660. España se había comunicado con los funcionarios en la isla el 14 de abril de 1898, pero la guerra aún no había sido declarada. Cuando lo fue, las autoridades se olvidaron de comunicar las noticias a sus fuerzas en Guam.

Estados Unidos se apresuró a tomar medidas y decidió que la captura de varias islas del Pacífico le daría influencia en los próximos años. Guam, en particular, sería un gran carbón reabastecimiento pit-stop para los buques de guerra de los Estados Unidos.

Henry Glass, capitán del USS Charleston, fue fondeado en Honolulu cuando recibió órdenes de llevar su barco y algunos transportistas al Pacífico. Cuando estaban en marcha, recibió nuevas órdenes, que le indicaron que se dirigiera a Guam, que se apoderara del puerto, que destruyera todas las fortificaciones y que llevara a soldados y funcionarios del gobierno a prisión como prisioneros de guerra. Sus superiores le dijeron que la misión no le llevaría "más de uno o dos días". Esa estimación resultó ser correcta.


Fotografía de Charleston a la entrada del puerto de Agana, Guam, 20-21 de junio de 1898, cuando capturó la isla de los españoles.

Durante el viaje, el capitán Glass realizó simulacros con uno de los transportistas, la SS City of Peking, porque había oído un rumor en Honolulu de que había una cañonera española en el puerto de Guam. Sin embargo, cuando llegaron a la isla el 20 de junio, se sorprendieron al descubrir que no había mucho que hacer. El único barco anclado allí era un barco mercante japonés.

Recorrieron la isla hasta encontrar Fort Santa Cruz, que tampoco parecía ser animada. En parte porque no podía decir exactamente lo que estaba pasando en el fuerte y si estaba o no ocupado, Glass disparó 13 rondas con armas de 3 libras.

Cuando después de un tiempo no recibió represalias ni respuesta, el capitán dejó caer el ancla "tomando el control" del puerto desolado y aparentemente inusitado. La aparente falta de actividad de la isla estimuló al capitán Glass a enviar un oficial al buque japonés para averiguar lo que sabía de Guam y sus habitantes y el estatus de gobierno.

Cuando estaba enviando a este oficial, debió sorprenderse de ver un barco que volaba la bandera española en su camino hacia su propio barco. Cuatro hombres, entre ellos el teniente García Gutiérrez, comandante del puerto de la Marina española, y el doctor Romero, oficial de salud portuaria del Ejército español, abordaron el Charleston con la intención de mostrar amistad y dar la bienvenida a sus visitantes.

jueves, 23 de marzo de 2017

Antigüedad: El campo de concentración acadio

EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN MÁS ANTIGUO
JAVIER SANZ — Historias de la Historia


En algunos foros de militaria en internet suele discutirse acerca de quién inventó los campos de concentración. Es un tema peliagudo, pues implica un gran peso ideológico y político. A nadie le gusta reconocer que su abuelo fue un bestia. Por ello, los partidarios del nazismo intentan remitir la culpa de la invención a los ingleses, durante la Guerra de los Boers. Y como es natural, los británicos alegan que los españoles ya habíamos creado “campos de reconcentrados” en la Guerra de Cuba de 1898. De esta forma, tirándose la pelota unos a otros, nos vamos remontando poco a poco en la antigüedad, descubriendo que la idea del genocidio siempre ha estado en la mente del ser humano, al margen de etnias, religiones, economía o ideologías políticas.

Sargón de Akhad

Hace más o menos unos 4300 años, en Mesopotamia se creó el primer imperio del que tenemos noticias, el acadio. Aunque se forjó a sangre y fuego, Sargón de Akhad, su fundador, será recordado siglos después como un gobernante justo. En todo momento intentó buscar la reconciliación con los sometidos sumerios, respetando y asimilando su cultura, su religión, su idioma y procurando no imponer gobernantes no deseados. Pero su hijo y sucesor, Rimush, estaba hecho de otra pasta. Se piensa que Rimush intentó colocar como gobernadores a toda una camarilla de acadios, lo que enfadó al pueblo sumerio que acabó rebelándose contra el monarca. Dirigidas por gobernadores sumerios, las ciudades de Zabala, Adab, Umma, Kidingira, Ur y Lagash se levantaron en armas. Entre éstos, destacaba un antiguo enemigo de su padre: Meskigala de Adab, al que Sargón había perdonado la vida y mantenido en el cargo. El resultado de la guerra fue adverso para los sumerios, que fueron sometidos de nuevo. Y los datos ofrecidos por los textos de autobombo de Rimush son impresionantes: Adab y Zabala, 15.718 muertos, 14.576 prisioneros y deportados; Umma y Kidingira, 8.900 muertos, 3.450 prisioneros y 3.600 deportados; Lagash y Ur, 8.040 muertos, 5.460 prisioneros y 5.985 deportados. En otro texto adicional se mencionan tres batallas en las que la coalición sumeria sufre 11.322 muertos, 10.680 prisioneros y 14.100 deportados (en aquella época, una ciudad como Ur podía tener una población de 50.000 habitantes de media).

Se cree que llegaron a morir en batalla alrededor de 50.000 personas. Y en esos instantes, para tener las manos libres, Rimush crea el primer campo de concentración del que tenemos noticia, donde llegó a haber más de 35.000 seres humanos internados. No se sabe muy bien si era un campo de trabajos forzados o de exterminio a secas. “A-na ga-ra-si-im ish-kun” son las palabras con que en el texto de Rimush se define al campo, pero los sumeriólogos aún discuten el sentido de la traducción. En todo caso, miles de seres humanos fallecieron en ese lugar. Tras nueve años de reinado, Rimush murió en un golpe de estado al ser golpeado en la cabeza con un sello de piedra. No hemos cambiado gran cosa en 4000 años.

miércoles, 22 de marzo de 2017

SGM: El mito de los Kamikaze

Pro patria mori

Una corrección necesaria de un mito popular



"Cosa insoportable de morir en el cielo", escribió Tadao Hayashi, un estudiante piloto, en su diario el 27 de julio de 1945, la noche anterior a que su avión fue derribado. Los escritos de Hayashi, como los de otros estudiantes japoneses compilados en este libro, contradicen la caricatura del fanático piloto kamikaze imaginado por americanos y británicos durante la guerra y desafían el mito del héroe nacionalista hilado por instituciones conservadoras en Japón.

Los soldados estudiantiles, argumenta el autor, fueron sacrificados injustamente en el gambito final del gobierno militar de la guerra. Ella revela que el tokkotai ("fuerza de ataque especial", que es cómo el kamikaze se refiere en Japón) no tenía voluntarios cuando se formó en octubre de 1944. En cambio, los nuevos reclutas fueron asignados por sus superiores o obligados a inscribirse utilizando Tácticas de presión. Ningún oficial superior ofreció su vida para esta misión; En su lugar, el cuerpo "voluntario" comprendía recién reclutados muchachos-soldados apenas de edad y reclutas de estudiantes de las mejores universidades de la nación.

Los poemas, cartas y diarios que aparecen en este libro dan la mentira a la noción de que Japón se unificó detrás de la guerra. Las voces de los estudiantes-soldados hablan de manera reflexiva y elocuente acerca de su dilema entre el deber para con la nación y el deseo de mantenerse con vida. La mayoría de ellos habían sido redactados al final de la guerra y representaban a la élite intelectual del país. Bien leídos, muchos de ellos recurrieron a la literatura y filosofía europea para racionalizar sus muertes. "Zwei Seelen wohnen ach in mein Herz!" ("¡Ah, dos almas residen en mi corazón!") Grita Hachiro Sasaki, mientras trata de reconciliar su patriotismo con su deseo de vivir. Otro piloto lleva a Soren Kierkegaard "La enfermedad a la muerte", junto con la Biblia, en su vuelo final. Al igual que cualquier joven adolescente lejos de casa, los estudiantes soldados estaban intensamente solos. En la base aérea naval de Tsuchiura, hogar de muchos tokkotai, la canción que cantaban con más frecuencia no era nada patriótica, sino una canción de cuna en el dialecto de Kumamoto que decía: "Estoy aquí lejos de mi hogar. Incluso cuando muera, nadie llorará por mí; ¡Qué solitario es sólo oír a las cigarras gritar! "La muerte de estos jóvenes intelectuales no llegó en un estallido de fuego y gloria, pero al final de una larga lucha lucharon solos.

La palabra "kamikaze" entró en el idioma Inglés durante la segunda guerra mundial y ha soportado como un símbolo del militarismo zeloso de Japón. Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, fueron renacidos como los suicidas del siglo XX. El autor sostiene que ambas caracterizaciones son profundamente defectuosas. Los tokkotai, como ella prefiere llamarlos, no se suicidaron, pero fueron condenados a muerte en las misiones militares a las que fueron asignados. Los terroristas de al-Qaeda, por otra parte, buscaron la muerte en su intento de ejercer el máximo daño civil. "Kamikaze Diaries" es una corrección oportuna y necesaria de un mito popular, y una importante contribución a la comprensión de Japón en guerra.

martes, 21 de marzo de 2017

Accidente nuclear: El incidente oculto de Semipalatinsk en la URSS

Revelado: El encubrimiento soviético de las consecuencias nucleares que fueron peores que Chernobyl


Centro de pruebas nucleares de Semipalatinsk en Kazajstán
Alain Nogues / Getty

Por Fred Pearce - The New Scientist

Fue un desastre nuclear cuatro veces peor que Chernobyl en cuanto al número de casos de enfermedad por radiación aguda, pero la complicidad de Moscú para encubrir sus efectos sobre la salud de las personas ha permanecido en secreto hasta ahora.

Sabíamos que en agosto de 1956, las consecuencias de una prueba soviética de armas nucleares en Semipalatinsk, en Kazajstán, engullieron la ciudad industrial kazaja de Ust-Kamenogorsk y pusieron a más de 600 personas en el hospital con enfermedades por radiación, pero los detalles han sido incompletos.

Después de ver un informe recién descubierto, New Scientist puede ahora revelar que una expedición científica de Moscú después del desastre ocultado descubrió contaminación radioactiva generalizada y enfermedades por radiación a través de las estepas de Kazajstán.

Los científicos luego rastrearon las consecuencias como pruebas de la bomba nuclear continuó - sin decir a las personas afectadas o el mundo exterior.

El informe de científicos del Instituto de Biofísica de Moscú fue encontrado en el archivo del Instituto de Medicina de Radiación y Ecología (IRME) en Semey, Kazajstán. "Durante muchos años, esto ha sido un secreto", dice el director del instituto, Kazbek Apsalikov, quien encontró el informe y lo pasó a New Scientist.

Más pruebas de bombas nucleares se llevaron a cabo en Semipalatinsk que en cualquier otro lugar del mundo durante los años 1950 y principios de 1960. Periodistas occidentales han informado desde el desmembramiento de la Unión Soviética sobre los aparentes efectos sobre la salud de los pobladores a favor del viento de las pruebas. Y algunos estudios recientes han estimado las dosis de radiación utilizando proxies como la radiactividad en el esmalte de los dientes.

El informe recientemente revelado, que describe "los resultados de un estudio radiológico de la región de Semipalatinsk" y está marcado como "top secret", muestra por primera vez cuánto sabían los científicos soviéticos en ese momento sobre el desastre de salud humana y el alcance de El encubrimiento.

Detalla cómo los investigadores de Moscú en tres expediciones a Ust-Kamenogorsk encontraron la contaminación radiactiva extensa y persistente del suelo y de la comida allí y a través de las ciudades y de las aldeas de Kazakhstan del este.

En el camino de las nubes

A mediados de septiembre de 1956, un mes después de la caída de la nube, las tasas de dosis en Ust-Kamenogorsk eran todavía de hasta 1,6 millirems por hora, cien veces lo que el informe considera la "tasa permisible", y lo que se recomienda como seguro por el Comisión Internacional de Protección Radiológica.

El mes siguiente, la expedición se trasladó a un número de aldeas. "Cerca de Znamenka, las sustancias radiactivas que afectaron a la gente y al medio ambiente cayeron repetidamente durante años", dice el informe. Las consecuencias fueron "peligrosas para la salud" y "más graves y peligrosas que en el distrito de Ust-Kamenogorsk".

Oficiales médicos militares que visitaron el pueblo después de la prueba de agosto habían encontrado a tres personas con enfermedad de radiación aguda.

Los hallazgos coinciden con informes anteriores de la trayectoria de las nubes de precipitación. En 2002, Konstantin Gordeev en el Instituto de Biofísica de Moscú publicó un mapa que muestra que el 24 de agosto de 1956 una nube viajó directamente sobre Znamenka y Ust-Kamenogorsk.

Anteriormente, una prueba el 12 de agosto de 1953 había enviado una nube a través de Karaul, que según la expedición de 1956 tenía consecuencias que seguían siendo "peligrosas para la salud" tres años después.

Un resultado de las expediciones científicas fue el establecimiento de una clínica especial conocida como dispensario, bajo el control de Moscú, encargada del seguimiento de la radiación y sus efectos sobre la salud. Eventualmente tuvo un registro de unas 100.000 personas expuestas a las pruebas y sus hijos.

La instalación fue conocida durante mucho tiempo como el Dispensario Anti-Brucelosis No. 4. El nombre fue elegido, dice Apsalikov, "para no llamar la atención sobre su actividad real", que fue "clasificada como secreto hasta 1991".


El informe más secreto

Cuando la Unión Soviética se derrumbó ese año, el dispensario se convirtió en el IRME. Sin embargo, según su actual jefe científico, Boris Gusev, que trabajó por primera vez en el dispensario número 4 en 1962, muchos informes en sus archivos fueron llevados a Moscú o destruidos antes de la entrega.

Un informe, dice, registró que 638 personas fueron "hospitalizadas con intoxicación por radiación" en la ciudad después de la prueba de 1956. Esto fue más de cuatro veces los 134 casos de radiación diagnosticados después del accidente de Chernobyl. Nadie sabe cuántos murieron.

El informe recientemente expuesto de las expediciones en 1956 y 1957 fue uno de los pocos que escaparon a los censores soviéticos que destruyeron o movieron otros informes del país. Se encontró "considerable contaminación radiactiva de suelos, cobertura vegetal y alimentos" en Kazajstán oriental. Las muestras fecales tomadas de personas en una granja colectiva justo al sur de Ust-Kamenogorsk contenían altos niveles de radioactividad, que ya no eran detectables entre dos y cinco días después de que dejaron de comer alimentos locales y cambiaron a alimentos importados.

La expedición pidió que se detuviera el consumo de grano local, y sugirió que era "impredecible realizar pruebas atómicas (especialmente explosiones en tierra) antes de la cosecha completa de los campos" por lo que la comida estaba protegida de las lluvias.

Pero evidentemente no se actuó sobre esta recomendación. Gordeev mapeó las trayectorias de fallout de las pruebas mayores subsecuentes en agosto de 1957 y agosto de 1962.

El informe también minimizó los peligros, diciendo que varios cambios en el sistema nervioso de las personas y la sangre registrada por los médicos "no podían considerarse como los cambios que surgieron sólo debido al impacto de la radiación ionizante". En lugar de eso, se culpa de un saneamiento deficiente, una "dieta aburrida" y varias enfermedades como la brucelosis y la tuberculosis.

Las pruebas de la bomba atmosférica en Semipalatinsk se detuvieron en 1963. Aunque gran parte del área a favor del viento es ahora segura para vivir, "algunas áreas nunca volverán a la naturaleza", dice Apsalikov. "La situación en otros es incierta y potencialmente peligrosa".

Roman Vakulchuk del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales acoge con agrado la nueva apertura de Kazajstán sobre el tema. El informe es el primer registro contemporáneo de investigación sobre los efectos de las pruebas en las poblaciones locales, dice. "Hasta 1956, el gobierno [soviético] no realizó estudios".

Pero todavía hay incertidumbre sobre el alcance de la contaminación continua y los impactos en la salud, dice. "Gran parte del área no presenta peligro, pero algunas partes tienen que ser salvaguardadas indefinidamente".

lunes, 20 de marzo de 2017

Biografía: Riphagen, una rata fascista amigo de Perón y Evita

Bernardus Andreas "Dries" Riphagen
La Segunda Guerra




(7 de septiembre de 1909 Amsterdam [Holanda], + 13 de mayo de 1973, Montreux [Suiza]. Fue un conocido delincuente holandés, el cual colaboró con los alemanes durante la SGM, estando involucrado en al menos 200 muertes.


BIOGRAFÍA


Nació en una familia numerosa, siendo el undécimo hijo. Su padre, alcohólico, trabajaba en la Marina. Su madre, falleció a los pocos años de nacer. Poco más tarde, su padre se volvió a casar.

A los catorce años, ya era un adolescente difícil, fue enviado a una escuela de la Marina, donde alcanzó el grado de cadete. Estuvo navegando durante un año. Residió durante dos años en Estados Unidos, donde empezó a tratar con los círculos criminales, aprendiendo de sus métodos, de dónde le vino el sobrenombre posterior de Al Capone, y a la vez, trabajaba en la empresa de petróleo Standard Oil.

A su regreso de los EE. UU., con dieciocho años, Dries se unió al NSNAP (Partido Nacional Socialista de los Trabajadores holandeses), el cual era antisemita y abogaba por la unión de Holanda con Alemania.

Empezó a moverse en los bajos fondos de Amsterdam, donde su ocupación era como proxeneta y ladrón, demostrando una cierta habilidad para moverse en este mundo, asimismo, su pasión era las apuestas, las joyas (principalmente diamantes) y los coches.

Con la ocupación alemana de 1940, no sólo continuó con sus actividades, sino que abarcó mucho más, empezando a colaborar con el SD Sicherheitsdienst Servicio de Seguridad alemán y como miembro de la Oficina Central de Emigración Judía (Zentralstelle für jüdische Auswanderung), primero en La Haya y después en su ciudad natal, junto a los miembros de la familia Olij, Jan, Kees y Sam.

Esto le permitió, junto a sus compinches, introducirse (y ganar la confianza) de los judíos, los cuales estaban a disposición de las autoridades alemanas, lo cual incluía sus propiedades, un filón del cual Dries empezó a aprovecharse con las confiscaciones de propiedades y joyas, con coacciones incluso para que delataran a otros judíos, y él daba a los alemanes, no sin antes llevarse su parte (10%) establecida con éstos, aunque se embolsaba más de lo pactado. tampoco faltaban judíos como agentes encubiertos, los cuales amenazados con la deportación de ellos o de su familia, se infiltraban en la Resistencia.

En 1943, formó parte de la Columna Henneicke, que era un grupo de unos treinta colaboradores holandeses, en su mayoría miembros de los bajos fondos, los cuales se dedicaban (cobrando en metálico por cada judío) a buscar a los judíos que se habían escondido de las persecuciones. En este mismo año, entregaron a las autoridades alemanas más de 3000 judíos holandeses.

Dries atesoraba ya una pequeña fortuna, el cual iba ingresándola en cuentas de Suiza y Bélgica.

En octubre de este año, la columna fue disuelta, acusada de corrupción en su propio beneficio.

Dries se traslada a Assen, donde empieza a trabajar en otra columna (Hoffman) [especializada en ejecuciones y en localizar aviadores aliados que habían sido derribados] y colaborando con el SD de la ciudad. Asesinó al resistente holandés Gerhard Badrian. En esta ciudad, tiene un accidente de coche, donde se lesiona de gravedad en una pierna.

Al finalizar la guerra, empezó a ser buscado por la policía como traidor y por asesinatos de judíos. Al verse acorralado, se puso en contacto con un antiguo jefe de policía de Enschede y miembro de la Resistencia, Wim E. Sanders, para negociar.
No fue entregado a las autoridades locales, pero sí bajo arresto domiciliario, a cambio de información de colaboradores y redes de los alemanes.

En febrero de 1946 escapa, con la ayuda de miembros de la Oficina de Seguridad holandesa BNV (Bureau voor Nationale Veiligheid), en un coche fúnebre, dentro de un ataúd, cruzando la frontera con Bélgica. Posteriormente, estuvo un tiempo recorriendo España.

A mitad de este año, fue detenido cerca de la frontera con Francia, al carecer de documentación, e ingresado en la cárcel, siendo posteriormente liberado bajo fianza, ayudado por algún contacto (se cree que fue un sacerdote español), con la obligación de tramitar su documentación.

Obtiene un pasaporte Nansen (una tarjeta de identidad para los refugiados apátridas), por medicación de un miembro del Servicio de Seguridad holandés, el cual le proporciona ropa y calzado, con la salvedad de que en los talones del calzado, había diamantes.

Cuando estaba a punto de ser extraditado a Holanda, en marzo de 1948, vuela hacia Argentina con un amigo. Al enterarse de su presencia en este país, la Embajada holandesa cursa una solicitud de extradición, pero sólo con los cargos de robo de automóviles y robo, con lo cual las autoridades argentinas denegaron la solicitud, manifestando que ese delito ya había prescrito. Cabe destacar que Dries se había hecho amigo de un miembro de la Corte Suprema de Argentina.

También consiguió acercarse al matrimonio Perón, llegando a tener un puesto como secretario. Se instala en la capital de este país, donde pone en marcha un negocio de fotografía, y a la vez, organizando competiciones de boxeo, a lo que era aficionado desde su juventud, y colaborando con los servicios secretos de Argentina.

Cuando el Presidente del país fue derrocado, Dries viajó a Europa, viviendo en varios países. Su última dirección conocida fue en Madrid (España), en la calle Padilla 4, de alquiler, que pagaba una tal Alicia López García, donde vivía rodeada de lujo y de mujeres adineradas, las cuales le mantenían. (esta dirección fue facilitada por el Servicio de Inteligencia holandés en Londres).

En 1973, se trasladó a una clínica en Suiza, enfermo de cáncer, donde murió. Nunca más volvió a ver a su mujer Greetje ni a su hijo cuando se fue de Europa en 1946.

Su mujer se casó con el hombre que ayudó a su marido a cruzar la frontera con Bélgica, Frits Kerkhoven, ex detective y miembro de la Resistencia, y ésta adoptó a su hijo.

En 2010, dos periodistas holandeses publicaron un libro sobre Dries “Riphagen: de Amsterdamse onderwereld 1940-1945 [solo está editado en holandés] con las declaraciones de su hijo Rob y de otros compinches.

Tres años más tarde, una emisora de radio holandesa realizó una serie sobre su persona.

En 2016, se hizo la película sobre su vida Riphagen por el director Pieter Kuijpers, con guión de Thomas van der Ree y Paul Ene Nelisse, el papel principal fue interpretado por Jeroen van Koningsbrugge, que también lo había interpretado en la serie de la radio.


ALBUM FOTOGRAFICO



Con su hijo Rob






Imagen






Enlace del artículo de la película en este foro: Riphagen



FUENTES


https://nl.wikipedia.org/wiki/Dries_Riphagen
http://www.miguelgarciavega.com/no-hubo ... -riphagen/
http://www.go2war2.nl/artikel/2624/Biog ... phagen.htm
https://www.google.es/

domingo, 19 de marzo de 2017

SGM: Midway

Midway 
por Horacio M. Rodríguez 

A fines de 1910 el piloto acrobático Eugene Ely a bordo de un biplano Curtiss efectuó el primer despegue de una aeronave desde la cubierta de un barco. Dos meses más tarde, en otro vuelo experimental, el mismo aviador realizó el primer aterrizaje sobre un navío. La hazaña fue celebrada por los periódicos de la época desde donde comenzó a especularse que aquellos vuelos obligaban a rever las tácticas navales. En efecto, Eugene Ely había demostrado la factibilidad de lo que iba a convertirse con el tiempo en el arma más poderosa que cualquier marina podía poseer: el portaaviones, un barco capaz de transportar aviones de guerra hasta la batalla, lanzarlos contra el enemigo y recuperarlos para volver a atacar una y otra vez. 

Sin embargo, esta revolucionaria máquina de guerra maduraría lentamente. Los almirantes tradicionalistas resistieron la idea y tuvieron que transcurrir más de dos décadas y una guerra mundial para que los diversos experimentos y desarrollos alumbraran el primer portaaviones tal como hoy los conocemos. Finalmente al estallar la II GM, las marinas de las naciones más poderosas ya contaban con estos magníficos buques que alterarían definitivamente los planteamientos de la guerra naval. 

Luego de los fulminantes éxitos conseguidos desde el ataque a Pearl Harbor, los japoneses preparaban la ocupación de Nueva Guinea para extender su dominio sobre el Mar del Coral y así aislar Australia y continuar su expansión en el Pacífico. Era la primavera de 1942 y la batalla que se desarrolló en aquel mar fue la primera en la que se combatió exclusivamente con aviones embarcados sin que los buques adversarios se pusieran en contacto o si quiera se avistasen. Sin embargo, aquel encuentro fue tan sólo el preludio de lo que sería un mes más tarde la gran batalla del Pacífico, el enfrentamiento donde se decidiría el control del Pacífico Central. 
El objetivo era Midway, un atolón en medio del océano donde EE.UU. contaba con un destacamento del US Marine Corps y un aeródromo. Hacia aquella isla se dirigía la mayor flota que jamás se hubiese visto: cinco grupos tácticos al mando del propio comandante en jefe de la Armada Imperial Japonesa, el almirante Isoruku Yamamoto a bordo del enorme acorazado Yamato, con un total de 200 buques entre los que se encontraban 11 acorazados, 8 portaaviones -con más de 300 aviones embarcados-, 22 cruceros y 20 submarinos. Desde bases en tierra operarían además unos 250 aviones. Frente a tan descomunal armada la US Navy sólo pudo oponer dos grupos, la Task Force 17 con el portaaviones Yorktown y la Task Force 16 con los portaaviones Enterprise y Hornet. Las dos flotas, como había sucedido en el Mar del Coral, no llegarían a verse en ningún momento. Todos los ataques y la suerte de la guerra en el Pacífico se desarrollarían en el cielo. 

Del 3 al 6 de junio de 1942 el cielo del Pacífico central se llenó de aviones de reconocimiento, de cazas, de bombarderos en picada y torpederos. A pesar de la desproporción de fuerzas, diversos factores, entre ellos la buena fortuna, volcaron la balanza a favor de los norteamericanos. Los buques japoneses carecían de radar y sus cazas tenían que interceptar a las formaciones descubiertas a simple vista. Los Zero, más veloces y maniobrables que los aviones norteamericanos, encontraron sin embargo adversarios temibles. Los jóvenes pilotos norteamericanos -la mayoría recién salidos de la escuela de adiestramiento- fueron a la lucha guiados por el capitán de corbeta John S. Thach quien supo sacar el mayor provecho posible de sus máquinas utilizando tácticas conjuntas que lograron contrarrestar y hasta superar a los cazas japoneses. 
Hasta media mañana del 4 de junio el almirante Yamamoto estaba bastante satisfecho: los norteamericanos habían demostrado una agresividad extraordinaria, pero sus buques habían logrado rechazar siete oleadas de ataque sin sufrir ningún daño. El almirante estaba seguro de tener la victoria entre sus manos. Sin embargo, mientras buena parte de sus aviones aterrizaban y eran febrilmente reabastecidos con torpedos para que atacaran ahora a la flota americana, los bombarderos en picada Dauntless provenientes del portaaviones Enterprise se precipitaron desde 5 000 metros de altura, atravesaron el fuego antiaéreo de los buques de escolta y lanzaron sus bombas. Dos portaaviones -el Akagi y el Kaga- quedaron envueltos en llamas. Era el comienzo del fin. 
La batalla de Midway fue uno de los enfrentamientos decisivos de la historia, un revés que eliminó súbitamente la aplastante superioridad aeronaval de los japoneses, factor esencial para que los norteamericanos continuaran con éxito la guerra en los inmensos espacios del Pacífico. Los japoneses perdieron allí cuatro portaaviones, un crucero pesado y más de 330 aviones con sus tripulaciones. Los norteamericanos por su lado perdieron sólo un portaaviones, un destructor y 179 aviones. La aviación naval japonesa ya nunca se sobrepondría a la pérdida de la mayoría de sus pilotos más expertos y aunque lucharía con determinación -e incluso con fanatismo- resultó evidente que la marea baja había comenzado ya para el Imperio del Sol Naciente. 
Más de treinta años después de aquellos días y coincidiendo con el bicentenario de la independencia de EE.UU., se estrenó en ese país Midway, superproducción fílmica que examina con rigor histórico los avatares de aquella batalla. Minuciosa y ecuánime en el relato de los hechos, la película cuenta con abundante material documental y resulta de gran interés para el aficionado a la aviación. El film cierra con las palabras del almirante Nimitz, comandante en jefe de la Armada de los Estados Unidos: "¿Fuimos mejores que los japoneses o tan sólo más afortunados?" Nimitz se interrogaba cuando aún se escuchaban los ecos de la batalla y todavía quedaban muchas más por librarse. Tres años de lucha lo separaban de la victoria definitiva. 

Aeroespacio