martes, 1 de octubre de 2019

Reyes dementes y asesinos

Asesinos, crueles, codiciosos, paranoicos, inútiles: estos son los peores 6 monarcas de la historia

Por avidez de poder, venganza, odio, resentimiento, sadismo, locura, estupidez, se lanzaron a empresas imposibles e hicieron tambalear sus tronos
Por Alfredo Serra || Especial para Infobae




En los tronos, como en la Viña del Señor, hubo poderosos de todo pelaje: locos, asesinos, crueles, despiadados, idiotas, inútiles…, etcétera. Pero un ramillete de ellos reunió todos los defectos y se ganó –salvo error u omisión– el baldón de "los peores de la historia".
Viajemos a sus reinos con tronos con lupa y bisturí…

Cayo Julio César Augusto Germánico


Cayo Julio César Augusto Germánico, conocido como Calígula

Llamado Calígula por su manía de usar unas pequeñas botas de ese nombre, fue emperador de Roma entre los años 12 y 41 de la Era Cristiana.
Empezó su gobierno con planes que auguraban un mandato racional y una prosperidad que haría aun más grande a Roma. Pero el poder despertó todos los demonios ocultos en su alma y entre los pliegues de su túnica…
No tardó en proclamarse dios. Grave ofensa contra Jerusalén y también contra los suyos, los romanos, que sólo concebían la divinidad después de la muerte.

Ciego de odio por el prestigio del Senado y el alto mando del ejército, desplegó una serie de calumnias para atemorizarlos y humillarlos.
Ya en el apogeo de su perversión, fundó el reinado del terror: la persecución, la cárcel y la muerte "por traición", una vaguedad tan grave como –en la mayoría de los casos– falsa y sin pruebas.

Seguirían dos modelos históricos de torpeza, ineptitud y riesgo para el imperio: lanzó una campaña militar contra los alemanes, de resultado desastroso, y se adjudicó la victoria, y le declaró la guerra… ¡al dios Neptuno!

¿Cómo? Ordenó a la tropa arrojarse al mar con sus espadas…, luchar contra las olas, y llenar sus cofres con conchas marinas: el botín de su delirante cruzada contra el amo del tridente y las largas barbas.

Llegado el año 41, la Guardia Pretoriana destinada a escoltar y defender la vida de los emperadores, lo masacró.

Un final sin sorpresa.

El Papa Juan XII




Los papas medievales no fueron una biblia de virtudes. Pero entre ellos, el que se lleva el premio mayor a la inutilidad y la concupiscencia fue Juan XII, que reinó entre 955 y 964.

Elegido papa apenas a sus 18 años (un despropósito desde el vamos), llegó al trono de Pedro por un acuerdo político entre la nobleza de Roma…, y con un conflicto como carga sobre su espalda: la lucha entre la iglesia y el rey italiano Berengario de Friuli.

Entre la espada y la pared por ese conflicto, el joven fue sostenido como vicario de Cristo por el poderoso emperador alemán Otto I.

Pero los esfuerzos de herr Otto fueron inútiles: Juan XII pasaba sus noches –y también sus días– en pleno desenfreno sexual y alcóholico entre las no demasiado discretas paredes del Palacio de Letrán.

Harto, el alemán acabó aliándose con Berengario, su enemigo, y cargó contra Juan, derrocándolo bajo la acusación de simonía (corrupción clerical), asesinato, incesto y perjurio.

Reemplazado por León VIII, Juan –ciego de ira y resentido–, reunió un pequeño ejército y atacó a partidarios de su sucesor: en la pugna, a un cardenal le cortaron una mano, y azotaron a un obispo casi hasta la muerte.
La ya declarada guerra entre Juan y Otto no duró mucho: el destronado papa murió en la cama… con la mujer de otro hombre.

Juan I de Inglaterra






Inútil si los hubo e hijo menor y predilecto de Enrique II, reinó entre 1129 y 1216…, pero no le fue concedida tierra alguna, como era práctica común en esos casos. Extrañeza que le valió el mote de John Lackland (Juan Sin Tierra).

Incompetente pero codicioso (cóctel funesto), trató de ocupar el trono que era, sin discusión, de su hermano Ricardo I, llamado Corazón de León, que en esos tiempos guerreaba en una Cruzada…

Retornó en 1189, ocupó su sitial, murió una década después, y Juan fue coronado.

Primer acto de gobierno: hizo asesinar a su hermano Arturo, aterrado por la posibilidad de que lo destronara.

Segundo acto: se lanzó a una guerra desigual contra el rey Felipe II de Francia… ¡y perdió hasta el último metro de tierra en Normandía!
Semejante estupidez no sólo despojó a los barones de una parte clave de su poder: los sofocó con más impuestos…, y arrastró a su cama a varias de sus esposas.

Éstos, enfurecidos, lo obligaron a aceptar la Carta Magna (Magna Carta Liberatum o Gran Carta de las Libertades, aprobada el 15 de junio de 1215), clave del futuro sistema judicial inglés e inspiradora de muchas constituciones en cuanto a derechos humanos y libertades individuales.
Pero apenas y a regañadientes la consagró con su sello real…, se lanzó otra vez a la batalla contra Francia, perdiendo gran parte de Aquitania.
La historia no lo exculpó, como a otros tiranos. Según el historiador Ralph Turner, "Sólo se destacó por los rasgos más desagradables y peligrosos de su personalidad: mezquindad, rencor y crueldad".

Iván IV el Terrible


 

Gran príncipe de Moscú, en 1547 fue coronado zar (emperador) de toda Rusia: primero en ostentar ese título.

No hubo bestia igual. En 1538, al morir su madre, Elena Glinskaya, imaginó que había sido envenenada por los boyardos (los nobles, los señores feudales), y decidió no sólo odiarlos de por vida: robándoles sus tierras y sometiéndoles a atroces torturas: por caso, freírlos vivos en grandes recipientes, o despellejarlos con agua hirviente…

Eco feroz de un hábito de su niñez: arrojar gatos y perros desde una torre.
Apenas sentado en el trono se casó con Anastasia Romanova, que apaciguó su brutalidad y su paranoia: veía enemigos y asesinos en cada rincón.
Pero muerta ella en 1560, su crueldad retornó corregida y aumentada. Condenó a millones de rusos a perpetua servidumbre. Fundó una policía montada con libre potestad para arrestar y matar a quien fuere.
Ordenó saquear la ciudad de Nóvgorod y masacrar a sus habitantes. Se embarcó en guerras de final catastrófico contra los países vecinos.
En un ataque de furia mató a su hijo…
Fanático, tirano, sádico, tuvo un solo admirador: Iósif Stalin, que sin embargo lo consideraba "demasiado blando".

Eso lo explica todo.

Ranavalona I de Madagascar


 

Reina de maldad fundida en acero, mandó entre 1828 y 1861.

Eran tiempos en que Europa, a sangre y fuego si era necesario, capturaba tierras para su vasto plan colonial. Sin embargo, Ranavalona, logró mantener a Madagascar –una isla acaso fácil de ser conquistada– libre de la avidez británica y francesa.

Pero a un costo pírrico…: la reducción de su pueblo a la mitad, obligado a formar parte de un enorme ejército defensivo, y sometido a brutales trabajos forzados en lugar de pagar impuestos.

Tan cruel como tornadiza, sus deseos e improntas eran un delirio tras otro. Por caso, organizó una cacería de búfalos –con ella a la cabeza– para nobles, sus familias y sus fanáticos. Pero antes hizo construir un camino interminable para que los jinetes avanzaran sin dificultades. Una especie de red carpet del siglo XIV…

Su paranoia redoblaba la apuesta. Atormentaba a sus súbditos con la Prueba de la Tangena (un árbol de la isla). Los desdichados debían comer tres trozos de piel de pollo, y luego tragar una nuez venenosa que causaba vómitos y –a veces– la muerte. Si en algún vómito no estaban la trilogía de piel de pollo, su dueño era ejecutado…

Al comienzo, respetó y alentó al cristianismo. Pero –vuelta de tuerca– acabó decretando la persecución y muerte de los nativos que habían abrazado ese culto.

No faltaron complots y atentados contra ella. Pero sobrevivió a todos.

Murió en su cama a los 83 años.


María I de Inglaterra


 


Hija del disoluto Enrique VIII y de Catalina de Aragón, reinó apenas cinco años (1553 a 1558). Pero ese relámpago le bastó para pasar a la historia como Bloody Mary –María la Sanguinaria o la Sangrienta–, y perpetuarse en un cóctel famoso…, de intenso color rojo producido por el jugo de tomate.
Lentamente, rumió odio.

Su madre, repudiada. Su padre, unido a una amante: Ana Bolena, renunciando a la Iglesia católica porque ésta no le concedió el divorcio.

Decidió seguir junto al catolicismo, debió renunciar a su título de princesa, ceder su derecho de sucesión a favor de Isabel, hija de Ana Bolena, y humillarse como su dama de honor…

Muere Enrique VIII. Sube al trono Eduardo VI. Muere pronto. ¡Y María Tudor es reina!

Pudo ser moderada. Pero el odio, el fanatismo y la revancha la arrastraron al crimen.

Abolió casi todas las leyes promulgadas por Eduardo. Encarceló a decenas de obispos que profesaron fe protestante. Buscó un marido católico: el príncipe Felipe, heredero de la colonia española. Desató una brutal represión contra los enemigos del retorno al catolicismo.

Trescientas almas a la hoguera. Miles encarcelados esperando el hacha o la horca. Otros miles huyendo de la tropa real…

Sangre, sangre, sangre… y su apodo para la eternidad.

Murió a los 42 años.

Asumió su hermana: Isabel I. La reina que construyó el mayor imperio de su tiempo.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Peronismo: La muerte de la mujer de Peron... picatelas!!!

"Me voy, la flaca se va, Evita se va a descansar": las últimas y dramáticas horas de Eva Perón 

Minuto a minuto la agonía de Evita el 26 de julio de 1952 en un vestidor del Palacio Unzué, donde había pedido estar para no molestar a Juan Domingo Perón. Sus palabras finales y el relato de la enfermera que la acompaño hasta la muerte


Por Eduardo Anguita - Ex-terrorista condenado por asesinato

Por Daniel Cecchini
Infobae







  Eva Perón, ya muy enferma, rodeada por Juan Domingo Perón, y los doctores Raúl Mendé, Armando Mendez San Martín, Roberto Goyenechea, Ricardo Finocchieto, Jorge Albertelli y Raúl Apold. (Foto: Cien días de Eva Perón)

-Me voy, la flaca se va, Evita se va a descansar – dijo con un hilo de voz.

Eran poco más de las 11 de la mañana del 26 de julio de 1952 cuando Eva Duarte de Perón miró a su mucama Hilda Cabrera de Ferrari y pronunció las que serían sus últimas palabras. Ya no volvió a hablar y cinco horas después entró en coma.

Este relato del último momento de lucidez de Evita, que está lejos de cualquier pretensión mitológica, corresponde a la enfermera María Eugenia Álvarez, por entonces de 23 años, una de las dos personas –junto con Cabrera– que estaban con ella cuando las pronunció, casi perdida entre las sábanas de la cama que le habían instalado en el vestidor próximo al dormitorio de Juan Domingo Perón en el Palacio Unzué, por entonces residencia presidencial que se levantaba en los terrenos de la actual Biblioteca Nacional.

La habían trasladado allí hacía pocos días desde la habitación que venía ocupando después de su operación, en el primer piso de la casona, con dos ventanales que daban a los jardines que daban sobre Avenida del Libertador. Aquella era una habitación amplia y luminosa, con una enorme cama Luis XV y cortinados de voile y terciopelo rojo. Pero Evita quería estar más cerca de Perón y prefirió que la llevaran a ese vestidor de paredes gris, con una sola ventana y escaso mobiliario: un pequeño tocador, un espejo ovalado en un rincón, y dos pequeñas sillas con fundas claras. Quería estar cerca pero no molestarlo, por eso se había negado a dormir con él.

Lágrimas guardadas en un pañuelo

La enfermera Álvarez reconstruyó aquel momento cuando tenía 83 años, durante un homenaje que la Legislatura porteña le hizo a Eva Perón en julio de 2012. Contó también que al pronunciar esas palabras Eva tenía lágrimas en los ojos y que ella se las secó con un pañuelo que guardó celosamente durante 60 años hasta que decidió donarlo.

"Pensé: 'serán sus últimas lágrimas, ¿hacia dónde irán?'. Recordé que debajo de la almohada estaba su pañuelo. Lo saqué y sequé sus lágrimas, pero no opté por ponerlo otra vez debajo de la almohada sino que lo guardé en mi bolsillo. Hoy he decidido dejarlo donde debe estar, en el Museo Evita", dijo.
  Eva Perón el día que conoció a María Eugenia Álvarez, quien luego sería su enfermera

Fue ella la que llamó al doctor Ricardo Finochietto, que estaba en otra habitación, para que le tomara el pulso. "Fue un momento muy fuerte, pero muy fuerte… para mí muy fuerte… Quedó como angelada… bella… en paz. No tuvo estertor como lo tienen otros enfermos, fue como si se hubiera dormido, hasta que no hubo más pulso, ni más respiración. Se fue tranquila, en una paz absoluta", contó.

Pasarían todavía más de 9 horas entre aquellas últimas palabras y su muerte.


La operación final

Hacía apenas ocho meses que el cancerólogo norteamericano George Pack, del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, la había operado de un cáncer de cuello de útero, el 6 de noviembre de 1951 en el Hospital Presidente Perón de Avellaneda, que dirigía Finochietto. Curiosamente ese hospital había sido inaugurado unos años antes por la propia Evita con la idea de que sus "descamisados" tuvieran un centro de salud de excelencia.

Pack había viajado expresamente desde Nueva York para operarla, por sugerencia del oncólogo argentino Abel Canónico: "Un mes antes de que me llamaran para que sugiriera el nombre de un profesional para que la tratara, Pack había asistido como invitado de honor al Congreso Mundial del Cáncer que organicé en el país. Él era un médico muy reconocido en la Argentina. Pero en ese entonces no sabíamos nada de la enfermedad que padecía Eva, aunque ya estaba sometida a un tratamiento de radium", contó el médico.

  El prestigioso oncólogo norteamericnao George Peck- por recomendación del médico argentino Abel Canónico- fue quien operó a Eva Perón (NA/ AFP)

Según Canónico, la elección de un cirujano extranjero se debió a presiones del propio Perón. "Acá había muy buenos cirujanos y muy buenos oncólogos, y se hacía con frecuencia esa operación. Más bien creo que Perón no quería que si le pasaba algo le reprocharan no haber recurrido a los mejores especialistas", señaló. Fue en ese momento cuando Perón dijo: "Si hay que hacer una cirugía grande, que sea también un gran cirujano quien la atienda". Cuando Canónico recomendó a Pack, se impuso una consigna: que el nombre del norteamericano no debería figurar en ninguna parte, "ni frente a ella ni frente a la prensa", recordó.

La visita de Pack duró apenas 48 horas, el tiempo justo para preparar la operación y realizarla. El diagnóstico, tan terminante como duro era cáncer. Los datos los tuvo Perón y fueron guardados celosamente en secreto.

El primer voto y la foto

Cinco días después de la operación, el 11 de noviembre de 1951, una foto mostró a Eva Perón, demacrada, votando en su cama de hospital, hasta adonde habían llevado la urna. Era la primera vez que votaban las mujeres en la Argentina y ella, que había impulsado la ley, no quería dejar de votar.

Ese día, Perón era reelecto por segunda vez y con el 63 % de los votos. Su presidencia comenzó el 4 de junio de 1952, 22 días antes de la muerte de Eva. De acuerdo a la Constitución, debía terminar su mandato el 4 de julio de 1958. Sin embargo, en septiembre de 1955, un feroz golpe de Estado, que llevó el pomposo nombre de Revolución Libertadora terminó con el segundo gobierno de Perón.

Evita, dos días antes de aquellas elecciones del 11 de noviembre, había grabado un mensaje radial donde se la escuchó decir, con voz débil: "No votar a Perón es, para un argentino, traicionar al país".

Internada, Eva Perón pidió que le llevaran una urna para poder votar el 11 de noviembre de 1951

Uno de los que acompañaron la urna hasta el hospital fue el escritor David Viñas, por entonces de 42 años y fiscal por la Unión Cívica Radical. Lo recordaría así: "Llovía. Asqueado por la adulonería que encontré en torno de Eva Perón, me conmovió al salir la imagen de las mujeres que afuera, de rodillas, rezando en la vereda, tocaban la urna electoral y la besaban. Una escena alucinante, digna de un libro de Tolstoi".

La potencia del gesto político de votar tuvo como contrapartida el cuadro que mostraba la imagen de Eva: flaca, demacrada, débil. Tres días después la trasladaron en ambulancia al Palacio Unzué. Se negó rotundamente a que la instalaran en el dormitorio que hasta entonces había compartido con Perón. "No quiero molestarlo a Juan", dijo, terminante.

Los últimos actos

A pesar de su debilidad y su precario estado de salud, Eva Perón se negó a guardar el reposo casi absoluto que le recomendaban los médicos. Insistía en participar de todos los actos posibles.

El 1° de mayo de 1952 se la vio consumida en el acto central que se realizó en la Plaza de Mayo, donde habló por última vez frente al pueblo desde un balcón de la Casa Rosada.

-Otra vez estoy en la lucha, otra vez estoy con ustedes, como ayer, como hoy y como mañana – dijo a sus descamisados, pero su estado físico decía todo lo contrario.

  4 de junio de 1952, el último acto público de Evita: ya muy debilitada, quiso acompañar a Perón cuando iniciaba su segundo período presidencial (Granger/Shutterstock)

En una entrevista que le realizaron en 1969 los periodistas Roberto Vacca y Otelo Borroni al ex secretario de prensa de Perón, Raúl Alejandro Apold, recordó la determinación de Eva:

"Ese día llegué a la residencia a las 10 de la mañana para entregarle un ejemplar de Eva Perón, un libro que la Subsecretaría acababa de editar y que reflejaba su obra. Perón conversaba animadamente don doña Juana, madre de Eva: ambos están preocupados porque no habían podido convencerla de que no debía asistir a la ceremonia. El general me sugirió que le dijera que hacía mucho frío.

"Cuando entré a su habitación la señora vestía un piyama celeste. Hojeó el libro con atención y al ver las fotos las lágrimas anegaron su mirada triste: 'Lo que llegué a ser y mire cómo estoy ahora…', me dijo. Para cambiar de tema le comenté que en la calle hacía un frío tremendo, pero me interrumpió: 'Esa es una orden del general. Yo voy a ir igual. La única manera de que me quede en esta cama es estando muerta'. No tuve más remedio que comunicarle a Perón que mi gestión había fracasado".

Para que pudiera asistir tuvieron que hacerle varias aplicaciones de morfina en la nunca y el tobillo, donde le habían aparecido metástasis del tumor, y pudo mantenerse erguida durante todo el acto gracias a un sistema para apuntalarla que había ideado un empleado de la residencia presidencial. Se la vio de pie, vestida con un tapado de piel, viajando en el coche descubierto que partió desde el Palacio Unzué por Avenida del Libertador hasta la Casa Rosada, donde tuvieron que aplicarle dos nuevos calmantes. También presenció toda la ceremonia de pie, ayudada por el dispositivo que le habían construido y apoyada disimuladamente en una silla. Pesaba apenas 37 kilos.

La rutina de la enferma

Después de ese acto, Eva no volvió a salir de la residencia. A través de diversos testimonios, Vacca y Borroni pudieron reconstruir la rutina de la enferma en esos días.

"El día de Eva Perón era tan agitado como se lo permitía su declinante salud. A las 7 se despertaba y era atendida por las hermanas María Eugenia y Marta Rita Álvarez, diplomadas en la Escuela de Enfermeras de la Fundación. A las 8 llegaba el peinador Julio Alcaraz, quien permanecía junto a ella mientras Irma Cabrera de Ferrari, su mucama personal, servía el frugal desayuno y preparaba la habitación para las primeras audiencias, en general dedicadas a delegaciones gremiales. Perón la visitaba tres veces por día: antes de salir hacia la Casa Rosada, cuando regresaba y para despedirla antes de dormir. Los familiares sólo en las últimas semanas se fijaron turno para atenderla. (Su secretario personal Atilio) Renzi pasaba prácticamente todo el día a su lado: a medianoche era reemplazado por (su amigo personal Oscar) Nicolini, Apold o algún otro funcionario amigo. Tres veces por semana un chofer de la Presidencia traía a su manicura personal. A pesar de sus insistentes pedidos le eran retaceados diarios y revistas: apenas le llegaba, puntualmente el semanario de historietas El Tony", escribieron en 1969.

Las últimas horas

La noche del 25 de julio, Eva le pidió a la enfermera María Eugenia Álvarez que la acompañara hasta el baño. Tuvo que llevarla casi en vilo.

-Ya queda poco – le dijo Evita cuando estaban volviendo.
-Sí, señora, queda poco para ir a la cama – le respondió, confundida, la enfermera.
-No, querida – insistió Evita -. A mí me queda poco.

Eva se levantó de su cama para acompañar a Perón el 4 de junio: “Yo voy a ir igual. La única manera de que me quede en esta cama es estando muerta”. Tuvieron que hacerle varias aplicaciones de morfina

Sesenta años después, Ferrari recordó ese momento "Volvimos despacito caminando y la acosté. La arropé bien, puse la ropa de cama debajo del colchón. Fui volando a buscar al médico y le expliqué lo que había pasado. Le tomó el pulso, la revisó y le hicimos un inyectable", contó.

Faltaban pocas horas para que le dijera a su mucama, Hilda, sus últimas palabras:

-Me voy, la flaca se va, Evita se va a descansar.

La espera y el final

Eva Perón habló por última vez poco después de las 11 de la mañana y entró en coma a las 16.30. A su lado, además de la enfermera Álvarez, se fueron reuniendo Perón, Apold, Nicolini, Juan Duarte – hermano de Eva -, el doctor Raúl Mendé, el padre Hernán Benitez – confesor de Eva – y el doctor Finochetto, que no podía evitar las lágrimas ante una muerte que sabía inminente.

Instaladas en una habitación cercana también estaban sus hermanas Erminda, Blanca y Elisa, y su madre, Juana Ibarguren, que entraban y salían constantemente. No querían llorar frente a ella.

  Hubo 16 días de velorio. La capilla ardiente se armó en el Ministerio de Trabajo y Previsión, donde diariamente Eva había trabajado desde 1947

El pulso de Eva Perón se fue haciendo cada vez más débil hasta que pasadas las ocho de la noche – la hora oficial de su muerte quedará fijada en las 20.25 – se apagó definitivamente. El encargado de comprobarlo fue el doctor Ricardo Finochietto. La muerta tenía 33 años.

Cuando el médico confirmó la muerte, Perón lloró. "Se puso a llorar como un niño y llegó a decirme: '¡Qué sólo me quedo, María Eugenia!'", contaría seis décadas después la enfermera que la vio morir.

Una hora después, a las 21.36, locutor oficial Jorge Furnot, leía el escueto comunicado redactado por Apold en la misma habitación donde había visto morir a Evita:

"Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación".

Llovía sobre Buenos Aires, donde la temperatura era de 13 grados centígrados.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Organización de campaña y guerra medieval (2/2)

Organización de campaña y guerra medieval

Parte 1 || Parte 2
Weapons and Warfare



Fulk le Réehin, conde de Anjou (1067–1109) describió cómo luchó contra su hermano por el condado durante un período de ocho años:

Pero aún así me atacó una vez más, asediando mi fortaleza de Brissac. Allí cabalgué contra él con aquellos príncipes a quienes Dios en su clemencia permitió unirme, y luché con él en una batalla campal en la cual, por la gracia de Dios, lo vencí; y fue capturado y entregado a mí y a miles de sus hombres con él.

La invocación repetida del nombre de Dios muestra cuán pocas ilusiones tenía Fulk sobre las posibilidades de la batalla.

El duque Guillermo de Normandía compartió su cautela, pero en la expedición contra Inglaterra la batalla fue inevitable. Sus riesgos probablemente subyacen a la falta de voluntad de algunos de los señores normandos para unirse a la empresa. El ataque de William contra Inglaterra disfrutó de una gran fortuna. Sus preparativos habían llevado mucho tiempo, pero encontró un clima excepcionalmente bueno muy tarde en el año para el cruce el 27 de septiembre de 1066. En el paso de Dives a St Valéry, su flota había sufrido pérdidas, pero ninguna se registró para el cruce principal. el 27 de septiembre y esto sugiere que la brisa favorable de ese día no superó la Fuerza 3.5, alrededor de 10 mph. En cualquier viento mayor, sus preciosos caballos probablemente habrían sufrido pérdidas, ya que fueron alojados en transportes ordinarios, no en barcos especialmente diseñados para ese propósito. Parece probable que haya enviado naves ligeras para vigilar la flota y las costas inglesas, por lo que habría sabido del colapso parcial de las defensas enemigas el 8 de septiembre y probablemente también de la marcha hacia el norte de Harold. Como William parece haber sido muy consciente del interés nórdico en Inglaterra y había alentado a Tosti, el hermano separado de Harold, en sus ataques contra Inglaterra, esto no fue mera buena suerte. La diplomacia de William para aislar a Harold había sido intensa y pudo desplegar una bandera papal ante su ejército. Después de aterrizar en Pevensey, William pronto se dio cuenta de que Hastings era un sitio mejor y se mudó allí un día después. Inmediatamente comenzó a fortificar sus bases, construyendo castillos en ambos para protegerse y proporcionar un puerto seguro para la flota. Al mismo tiempo, atacó el campo, un proceso que se muestra vívidamente en el Tapiz. Es posible que esta devastación, en el propio condado de Harold, pretendiera provocar al enemigo en un ataque apresurado, pero la alimentación de un anfitrión tan grande lo habría obligado de todos modos. Con una base segura, William podría dominar la costa de Sussex, pero a largo plazo su situación no era muy favorable, ya que la flota inglesa pronto amenazaría sus comunicaciones, que en cualquier caso estaban en riesgo a medida que el clima se deterioraba y las tormentas de otoño estallaban. William quería una solución rápida, como probablemente lo había sabido todo el tiempo; Necesitaba buscar la batalla y capitalizar rápidamente su fuerza y ​​la alta moral de su ejército impulsada por las promesas de la tierra inglesa. Por otro lado, apenas se atrevió a arriesgarse a penetrar profundamente en un interior enemigo donde encontraría dificultades lo suficiente más tarde, incluso sin oposición. Pero él estaba listo para la batalla. Según William de Poitiers, un sirviente bretón del confesor, Robert Fitz-Wimarch, le envió un mensaje advirtiéndole de la llegada del ejército sajón y le instó a refugiarse en sus fortificaciones, pero William rechazó este consejo con entusiasmo diciendo su deseo de batalla. Fue la gran fortuna de William lo que Harold jugó en sus manos, pero este fue un error de cálculo brillantemente explotado por el duque normando.



La victoria de Harold sobre los daneses en York el 25 de septiembre fue, a todas luces, un asunto sangriento que, sumado a las pérdidas en Fulford el 20 de septiembre, debe haber reducido seriamente los efectivos disponibles en el ejército anglosajón. Tradicionalmente, se supone que debe haber oído hablar del aterrizaje de William el 1 de octubre o poco después y que luego se vio obligado a volver sobre su marcha de trece días de 190 millas a Londres, llegando a Hastings el 13 de octubre. Si esta cronología es de alguna manera correcta, entonces podemos suponer que no todo su ejército vino con él, ya que Ordericus dice que pasó cinco días en Londres reuniendo fuerzas. Esto puede o no ser precisamente cierto, pero Harold habría necesitado algo de tiempo para concentrar tropas y seguramente ningún ejército considerable podría haberse movido tan rápido. Harold partió y llegó a Battle en la noche del 13 de octubre. No sabemos cuáles fueron sus intenciones. Es posible que esperara tomar por sorpresa a los normandos como lo había hecho con los nórdicos y esto fue lo que los normandos pensaron más tarde, incluso temiendo un ataque nocturno que hizo que el ejército pasara una noche incómoda y sin dormir. Es igualmente posible que quisiera obligar al ejército de William a concentrarse por medio de sus fortificaciones, separándolo de los alimentos, una táctica que hemos notado utilizada por el propio William. En cualquier caso, su error fue marchar tan cerca de su enemigo como Battle, a solo siete millas del campamento enemigo principal. Este era el límite de las tierras boscosas y no podía ir más allá, ya que, como todas las fuerzas anglosajonas, su ejército estaba acostumbrado a luchar a pie, aunque sus principales miembros viajaban a caballo. En los Downs abiertos, la caballería normanda podría cortar en pedazos tal fuerza de infantería. El error se agravó porque William se abalanzó sobre él. Para William se había esforzado por vigilar de cerca los movimientos enemigos; su énfasis en el buen reconocimiento era una característica de toda la vida. Temprano en la mañana del 14 de octubre, marchó rápidamente hacia Battle y desplegó su ejército para atrapar a Harold sin darse cuenta, como lo dice la Crónica E: "antes de que todo el ejército hubiera venido" y D de manera más interesante: "Y William vino contra él por sorpresa antes de el ejército fue redactado en batalla. Pero el rey, sin embargo, luchó duro contra él con los hombres que estaban dispuestos a apoyarlo ". Florence of Worcester dice que solo la mitad del ejército de Harold se había reunido y solo un tercio se desplegó cuando los normandos atacaron.

Harold logró tomar una posición fuerte en la boca de un embudo a través del bosque en la carretera principal junto a la actual aldea de Battle. Tenía una posición fuerte para la defensa y sus hombres estaban decididos. Pero no tenían forma de atacar al enemigo que podía retirarse fácilmente y atacar una vez más, a menos que entraran en pánico. Tampoco podían las fuerzas de Harold retirarse para el enemigo estaban sobre ellos. El impetuoso avance de Harold significaba que su ejército estaba inmovilizado, incapaz de avanzar o retroceder, y aunque impedía la ruta de William hacia el interior, la iniciativa en la próxima batalla recaería en los normandos. Esta es la fuerza del famoso comentario de William de Poitiers: "Qué extraño concurso comenzó entonces, en el que uno de los protagonistas atacó libremente y a voluntad, el otro soportó el asalto como si estuviera arraigado al suelo". Además, hubo un problema adicional que surgió de la prisa de Harold; su ejército parece haber tenido muy pocos arqueros. Esto no significa que no tenían lanzadores de misiles: jabalinas, hachas y palos vuelan por el aire en el Tapiz. Pero la reverencia superó todo esto: era una vulnerabilidad sorprendente, y el despliegue de William fue organizado para explotarlo. Su ejército avanzó en tres líneas con arqueros lanzados hacia adelante, seguido de un pie blindado y luego la caballería. Además, su línea se dividió en tres divisiones, con los bretones a la izquierda, los normandos en el centro y los franceses a la derecha. En efecto, William estaba asaltando una fortaleza: la infantería anglosajona y danesa se encontraba en una posición fuerte en la cima de la colina. De ellos, muchos eran profesionales tan bien armados como sus enemigos, pero, como muestra el Tapiz, había mucha gente menor que carecía de cualquier cosa excepto una lanza.

William claramente tenía la intención de que sus arqueros debían debilitar al enemigo con su fuego, probablemente desde unos cincuenta metros, protegido del enemigo mediante la presencia de infantería fuertemente armada que luego atacaría al asalto haciendo brechas que la caballería podría explotar. La fuerza de la posición sajona y la efectividad de sus armas obstaculizaron a los normandos. La caballería luego se unió al mêlée hasta que, a la izquierda, los bretones fueron repelidos y perseguidos por los ingleses: William reunió a sus hombres mostrándoles que el rumor de su muerte era falso y cayeron sobre los ingleses expuestos con gran matanza. Tal vez fue el resultado de este desastre cercano que William recurrió a la fingida huida, sacando dos veces fuerzas sustanciales de su enemigo que luego fueron cortadas en pedazos. Este desgaste se vio reforzado por el asalto directo a la posición inglesa, apoyado por descargas de flechas. En su descripción de esta etapa final de la batalla, William de Poitiers deja en claro que los ingleses continuaron luchando duro pero fueron rodeados gradualmente, las pérdidas forzaron la contracción de su línea. Sin embargo, fue probablemente la muerte de Harold y sus hermanos lo que condujo a la eventual huida.

La batalla ilustra las habilidades de un comandante de finales del siglo XI. La organización de los recursos dice mucho de la capacidad del duque para explotar el excedente campesino. Muchos de los soldados en el ejército normando eran profesionales pagados de toda Francia, y había personas similares, inglesas y danesas, en la fuerza de Harold. William buscó la batalla, pero obviamente había planeado fortalecer sus bases y vivir del país. Mantuvo una estrecha vigilancia sobre su enemigo que no pudo sorprenderlo. Incapaz de avanzar o retirarse, Harold fue atrapado, en la mañana del 14 de octubre, por la velocidad con la que los normandos avanzaron y se desplegaron, pero logró tomar una posición fuerte. El orden de batalla normando estaba bien diseñado, para el asalto y la movilidad que les había dado la iniciativa se utilizó con habilidad para erosionar la fuerza inglesa. Una característica de la batalla fue el control de William sobre su ejército. Lideró con el ejemplo, una cualidad esencial de un comandante medieval, con tres caballos muertos bajo su mando, mientras que al mismo tiempo supervisaba sus fuerzas y las animaba incluso al final cuando algunos ingleses se pusieron de pie en la Malfosse. El hecho de que Harold no aguardara los refuerzos significaba que carecía de arqueros y por eso expuso cruelmente a sus hombres.

El arma decisivo en la batalla fue, sin embargo, la caballería normanda. No era que pudieran cargar a su casa barriendo todo antes que ellos, porque claramente no podían. El Tapiz les muestra que no están cargando tanto al enemigo como golpeándolos y hackeándolos. La carga masiva con las lanzas armadas, que sería la característica de la guerra de caballería más adelante en el siglo XII, no era una característica de Hastings: en el Tapiz algunas figuras llevan sus lanzas armadas, pero en su mayoría aquellos con lanzas golpean con sus garras. enemigos sobrebrazo o axila, o incluso arrojarlos, mientras que otros piratean con sus espadas. Se ha debatido mucho sobre cuándo se desarrolló este estilo de "tácticas de choque", con los jinetes en masa y apretando sus lanzas largas y pesadas bajo los brazos. Ahora se acepta generalmente que la técnica solo estaba en su infancia en 1066, pero las opiniones sobre cuándo se convirtió en un método ampliamente aceptado varían de aproximadamente 1100 a 1140. Inevitablemente, gran parte de la discusión se ha basado en ilustraciones medievales y su interpretación, un factor que también ha complicado la discusión sobre el tamaño de los caballos. Sin embargo, las ilustraciones utilizadas con demasiada frecuencia muestran guerreros individuales y las discusiones se han centrado en estas representaciones. De hecho, los soldados montados a menudo deben haber metido sus lanzas debajo de sus brazos; era una forma natural y útil de usar el arma, aunque otras podrían ser tan útiles como muestra el Tapiz de Bayeux. Lo novedoso fue el empleo de esta técnica por grandes números en unidades disciplinadas, un tema en el que el material ilustrativo no es muy útil. Al presente escritor le parecería que la Primera Cruzada representa una etapa crítica en la evolución de esta técnica, como se indicará más adelante. Los normandos que lucharon en Hastings probablemente debían su cohesión y disciplina, lo que les permitió maniobrar como en los vuelos fingidos, practicar durante mucho tiempo la lucha junto a sus vecinos agrupados alrededor del señor local. Este no fue el triunfo de la caballería sobre la infantería según lo retratado por Omán, sino el triunfo de un buen comandante que utilizó todos los medios a su alcance para derribar a un valiente enemigo. Su campaña fue metódica y su formación de batalla bien adaptada para su propósito. Los arqueros debilitaron al enemigo y fueron custodiados por un pesado pie que luego se trasladó al asalto seguido por la caballería. La resistencia de la fuerza de Harold debilitó este plan, pero William pudo extender los fingidos vuelos que debilitaron a su enemigo para el asalto sangriento final en el que, entre los ingleses, parecía que los muertos al caer se movían más que los vivos. No fue el valor de choque de la caballería lo que triunfó, sino su disciplina disciplina y coraje. La infantería ininterrumpida siempre fue muy peligrosa para la caballería. En Bourgethéroulde en 1124, algunos de los rebeldes se regocijaron cuando las tropas domésticas del rey inglés desmontaron, pero el experimentado Amaury de Montfort adoptó una visión más realista. "Un soldado montado que ha desmontado con sus hombres no volará desde el campo: morirá o conquistará". En Tinchebrai en 1106, Henry I de Inglaterra (1099–1135) desmontó gran parte de su fuerza y ​​fueron estos los que detuvieron la última carga de Robert Curthose. De hecho, siempre se reconoció el valor de la infantería para anclar una línea de defensa: Leo VI "el Sabio" (886–912) había sugerido que la infantería se colocara detrás de la caballería en la línea de batalla para que este último pudiera retirarse detrás de ellos si las cosas salió mal, y el rey Balduino de Jerusalén (1118–32) usaría solo esta formación en Hab en 1119. Un escritor musulmán español del siglo XI, Abu Bakr at-Turtusi, sugirió una formación táctica bastante más compleja aunque no diferente:

Estas son las tácticas que usamos y que parecen las más eficaces contra nuestro enemigo. La infantería con sus escudos de antílope [ocultar], lanzas y jabalinas con punta de hierro se colocan, arrodillándose en filas. Sus lanzas descansan oblicuamente sobre sus hombros, el eje toca el suelo detrás de ellos, el punto dirigido hacia el enemigo. Cada uno se arrodilla sobre su rodilla izquierda con su escudo en el aire. Detrás de la infantería están los arqueros escogidos que, con sus flechas, pueden perforar capas de correo. Detrás de los arqueros están la caballería. Cuando los cristianos atacan, la infantería permanece en posición, arrodillada como antes. Tan pronto como el enemigo llega al alcance, los arqueros sueltan una lluvia de flechas mientras la infantería lanza sus jabalinas y recibe la carga en las puntas de sus lanzas. Luego, la infantería y los arqueros abren sus filas a derecha e izquierda y, a través de los huecos que crean, la caballería se apresura al enemigo y le inflige lo que Allah quiere.

Al reconocer las limitaciones de la caballería y el valor de la infantería, debemos tener en cuenta que los caballos utilizados en Hastings eran animales relativamente pequeños. Investigaciones recientes sugieren que a fines del siglo XI un caballo de doce manos era bastante grande y uno de catorce o más excepcional. Para poner esto en perspectiva, un Shetland tiene diez manos, un caballo de doce manos ahora se clasificaría como un pony y catorce un pequeño cazador. Estas estimaciones se basan en el examen de las representaciones de caballos en el Tapiz de Bayeux, particularmente en relación con sus jinetes. En el Tapiz, todos los jinetes montan "largos", es decir, con las piernas casi estiradas y los pies en los estribos completamente extendidos, una configuración que brinda estabilidad. En todos los casos, las piernas del jinete se proyectan muy por debajo del cuerpo del caballo, lo que sugiere un animal pequeño. Es posible que se trate de una convención artística, pero la historia de Richard, hijo de Asclctin de Aversa, a quien le gustaba montar caballos tan pequeños que sus pies casi tocaban el suelo es bien conocida. Además, se conocen representaciones similares en contextos bastante diferentes; un relieve de mármol español del siglo XI y los comentarios de principios del siglo XII del Beatus (BM Add 11695) son ejemplos de arco y muchos más podrían citarse. Es interesante que en el mural de Aquileia de un cruzado con lanza que persigue y mata a un sarraceno, no se sugiere ninguna diferencia en el tamaño de los caballos, y esto parece ser cierto en general para las imágenes de principios del siglo XII. Los caballeros de William cargando cuesta arriba contra la infantería estable deben haber necesitado buenos nervios y es dudoso que fueran conscientes del efecto de "choque" que los escritores posteriores les atribuirían. Lo que sucedió a lo largo de la cresta de esa colina donde ahora se encuentra Battle Abbey debe haberse parecido al "empujón a la pica" del siglo XVI, no al cargo de alguna Brigada de Hollywood Light. William aprovechó su buena suerte y, decisivamente, utilizó la movilidad de su caballería con gran habilidad. Pero el hecho de que la caballería fuera decisiva no significa que fuera totalmente dominante, como lo demuestra la experiencia posterior mencionada aquí. William ciertamente tuvo cuidado de traer muchos soldados de a pie con él. La batalla siempre fue arriesgada: William pudo reunir a sus hombres contra un momento temprano de pánico que podría haberlo destruido. Una vez que terminó esta crisis, sostuvo la iniciativa y pudo planear sus ataques y lo hizo con gran efecto. Hastings fue una batalla decisiva en gran medida porque el asesinato de Harold y sus hermanos, junto con un gran número de tegnos cuyas muertes se produjeron en la parte superior de la carnicería en Fulford y Stamford, privó al reino anglosajón de gran parte de su liderazgo. Harold mismo pagó el precio por su locura al comprometerse demasiado pronto. Aun así, la batalla no entregó todo el reino a William. Pronto sería coronado, pero fue solo por la terrible devastación en el norte y cubriendo la tierra con una red de castillos que pudo asegurar su dominio. Este proceso de conquista fue facilitado en gran medida por la falta de castillos en Inglaterra. Los ingleses aprendieron: Hereward construyó un castillo en Ely en 1071, pero para entonces ya era demasiado tarde y la larga guerra de desgaste de William, que siguió a Hastings, estaba al borde del éxito.

La conquista de Inglaterra no está aislada como un ejemplo de esfuerzo militar complejo y de gran escala en la Europa de finales del siglo XI. Solo unos años más tarde, Robert Guiscard, el conquistador normando del sur de Italia, lanzó una gran expedición para capturar el Imperio Romano del Este. Esto implicó la creación de una flota y un gran ejército que se mantuvo en el campo durante unos cuatro años desde 1081 hasta 5. Guiscard había estado buscando un matrimonio bizantino para su familia y cuando sus esfuerzos colapsaron se aprovechó de la debilidad interna del imperio en los primeros años de Alejo I Comneno (1081-1118). Fue un acto extraordinariamente audaz, ya que el hermano de Robert, Roger, no completaría la conquista de Sicilia hasta 1091, mientras que él mismo había prometido ayudar al papa Gregorio VII (1073-1085) contra Enrique IV de Alemania. En estas circunstancias, los bizantinos pudieron crear dificultades diplomáticas al subsidiar a Enrique IV, lo que enardeció la hostilidad entre los muchos líderes normandos que habían resentido la dominación de Hauteville, algunos de los cuales en realidad fueron empleados como mercenarios por Alejo, y jugando con la preocupación veneciana por un normando. dominio a ambos lados del Adriático. Este trasfondo diplomático obstaculizó severamente la campaña normanda. La guerra comenzó a fines de 1080 cuando Bohemond desembarcó en Avlona con la vanguardia de un ejército de 15,000 miembros cuyo núcleo era una fuerza puramente normanda de 1,300 caballeros. Para el 17 de junio de 1081, después de apoderarse de Corfú, Robert y Bohemond se encontraban ante Dyrrachium, el término occidental de la Via Egnetia, el gran camino a Constantinopla, que George Paleologus sostenía para Alexius. Se estableció un cerco cercano a Dyrrachium con la construcción de una gran torre de asedio cubierta de cuero. Contra él, Paleologus construyó una torre en la pared equipada con vigas de madera para contener el ataque normando, y cuando las dos torres se enfrentaron, sus tropas salieron y quemaron la torre de asedio. En julio de 1081, los venecianos destruyeron en gran medida la flota normanda, y Guiscard ahora se enfrentaba a un fuerte ejército griego al mando de Alejo, que para el 15 de octubre estaba cerca de Dyrrachium. La situación de Guiscard ahora era extremadamente difícil, sus comunicaciones fueron cortadas y una fuerza enemiga estaba en el campo. Alejo debatió si atacar o establecer un contrabloqueo que mataría de hambre a los normandos. Había mucho que recomendar en cualquier curso de acción. El problema con el bloqueo era que llevaría tiempo y Alexius tenía problemas en otros lugares, y probablemente fue por esto que avanzó a la batalla el 18 de octubre de 1081. Guiscard quemó el resto de su flota, obligando a sus tropas a luchar. Parece haber sorprendido a Alexius al abandonar su campamento temprano en la mañana, de modo que fue capturado por la guarnición de Dyrrachium y otras fuerzas enviadas por Alexius. A medida que el ejército griego se desplegaba, la guardia varangiana, que en sus filas contaba con muchos anglosajones, se preparó para la acción. Luego cargaron, en contra de las órdenes de Alexius y aunque hicieron retroceder al caballo y la infantería bajo el conde de Bari, fueron sobreextendidos y derrotados por una carga de infantería en el flanco. Muchos de la fuerza compuesta de Alexius, incluidos los turcos y la gran fuerza eslava bajo su gobernante Bodin, huyeron sin hacer ningún esfuerzo por intervenir cuando los normandos cayeron sobre Alexius en el centro. La victoria de Guiscard abrió el camino para la caída de Dyrrachium en febrero de 1082 permitiendo a los normandos avanzar a través de Deabolis a Kastoria en la primavera de 1082. En este punto, Guiscard se vio obligado a regresar a Italia por una revuelta en sus propias tierras, avivado por el dinero bizantino y por el asalto de Enrique IV a Roma que alentó Alejo, dejando a Bohemundo para llevar a cabo una campaña cuyo propósito inmediato era probablemente asegurar una base firme para un mayor avance. Aunque varias ciudades cayeron y Bohemond derrotó dos veces los esfuerzos de Alexius para aliviar a Joannina, la expedición normanda ahora estaba en dificultades. Bohemond no pudo apoderarse de Ochrida y Berroea, mientras que el fuerte en Moglena cayó en un contraataque bizantino. Skopia, Pelagonia y Trikala, entre otros, cayeron, pero el asedio de Larissa se llevó a cabo a fines de 1082 en un momento en que hubo deserciones y traiciones en la fuerza normanda. Estos síntomas de agotamiento prepararon el camino para que Alexius desafiara a Bohemond en campo abierto. Su experiencia anterior no había sido buena. Anna nos dice que después de la derrota en Dyrrachium, Alexius había decidido que: "la primera carga de la caballería Keltic fue irresistible". En sus intentos por aliviar el asedio de Joannina, utilizó estrategias para contrarrestar esto. En su primer esfuerzo fortaleció su centro con vagones montados con postes, cuya presencia estaba destinada a romper el asalto de la caballería enemiga. Sin embargo, Bohemond fue advertido y atacado en los flancos. No fue una derrota decisiva y el emperador regresó, esta vez protegiendo su centro con caltrops, púas de hierro esparcidas por el suelo, pero Bohemond nuevamente atacó en el flanco. Sin embargo, en Larissa, en la primavera de 1083, Alexius atrajo a gran parte de la fuerza de Bohemond fuera de su campamento que los bizantinos capturaron, lo que obligó a los normandos a levantar el asedio, aunque la victoria dejó al ejército normando intacto. Bohemond ahora se enfrentaba a la retirada y a un ejército descontento que no había sido pagado y esto lo obligó a regresar a Italia, mientras que Alexius se secó las guarniciones. En el verano de 1083, una flota veneciana tomó Dyrrachium y con la caída de Kastoria ante las fuerzas griegas en noviembre, parecía que la campaña había terminado. En el otoño de 1084, Robert Guiscard levantó otro ejército y una flota de 150 barcos. Derrotó a la flota veneciana antes de Corfú, que volvió a apoderarse, pero su ejército fue diezmado por una enfermedad en el continente y se disolvió totalmente cuando murió en julio de 1085.



Transporte de caballos bizantinos.

La guerra normanda contra Bizancio fue un asunto largo. Es casi seguro que fue provocado por la debilidad del imperio en esta coyuntura, pero Guiscard había subestimado sus propios problemas y el alcance de sus enemigos, cuyos diversos ataques debilitaron a su ejército. Se convirtió en una guerra de desgaste en la que ambas partes carecían desesperadamente de recursos. Después de su derrota en Dyrrachium, Alexius tuvo que recurrir a la toma de la riqueza de la iglesia para formar otro ejército. Bohemond, a cargo de su padre, procesó una hábil campaña. Los normandos continuaron siendo una fuerza de combate fuerte, pero sus dos victorias sobre Alejo no fueron concluyentes, como lo fue su única victoria sobre ellos. Al final, la escasez de dinero y de hombres fue más aguda en el lado normando que en el griego, pero fue un asunto cerrado. Es notable que los normandos del sur de Italia pudieran sostener tal esfuerzo en todas las circunstancias. Ciertamente, la campaña hizo que Bohemond se llamara soldado.

Las campañas de William the Conqueror y Robert Guiscard fueron, sin embargo, algo inusuales por la ferocidad con la que se pelearon y la disposición de ambas partes para recurrir a la batalla. Cuando el conquistador murió en 1087, dividió su tierra entre sus hijos. Robert Curthose sostuvo a Normandía y Guillermo II ‘Rufus’ se convirtió en rey de Inglaterra. El tercer hijo, Henry, recibió dinero que usó para fundar un señorío en el Cotentin. Estas disposiciones pronto fueron cuestionadas por los hermanos, cada uno de los cuales esperaba obtener toda la herencia de su padre. Cuando Rufus murió en un accidente de caza en 1099, el hermano menor, Henry, asumió el desafío con el mayor éxito, porque se apoderó del trono inglés y luego de Normandía con la victoria de Tinchebrai en 1106. En casi veinte años de guerra, Tinchebrai fue el único gran batalla En la primera etapa del conflicto, Odo de Bayeux conspiró con muchos de los nobles de Inglaterra contra el rey, y Robert Curthose envió a Robert de Bellême y Eustace de Boulogne que se apoderaron de Pevensey y Rochester. Sin embargo, no pudo levantar una expedición para apoyarlos y la trama se desvaneció. En la siguiente fase, William, con sus recursos mucho mayores, se dedicó a seducir a los vasallos del duque y, por lo tanto, aseguró los castillos como bases. Fue en el este de Normandía al norte del Sena donde William concentró sus esfuerzos desde 1089 en adelante, construyendo una posición fuerte. La contraofensiva de Robert fue apoyada por el rey Felipe de Francia, quien, sin embargo, permitió que William lo comprara. En noviembre de 1090, el rey inglés pudo aprovechar las luchas entre facciones en Ruán y casi se apoderó de la ciudad. No fue sino hasta 1091 que William acudió en persona a la escena de esta lucha y asalto desmoralizados, que fueron finalizados en febrero de 1091 por la paz entre los hermanos en guerra. Esto le dio a William una posición fuerte en Normandía, en parte a expensas de las tierras de Henry en Cotentin e inauguró un período de acercamiento durante el cual los dos hermanos intentaron imponer el orden en Normandía. Sin embargo, en 1093, los dos hermanos estaban nuevamente en guerra y al año siguiente William dirigió un ejército fuerte en Normandía. Esta vez, Robert emprendió una campaña bastante exitosa contra William y sus aliados, apoderándose de castillos importantes y amenazando su arraigo en el este de Normandía, hasta que Felipe de Francia fue nuevamente comprado con sobornos ingleses. Probablemente fue en previsión de esta campaña que en 1093 William conoció a Roberto II de Flandes y concluyó un tratado en virtud del cual el conde de Flandes se comprometió a suministrar mercenarios al rey inglés. Al final, la campaña inglesa se detuvo cuando Robert Curthose tomó la cruz. El abad Jarento de St Bénigne, el legado papal, luego negoció un acuerdo por el cual Robert empeñó el ducado a William por tres años por la suma de 10,000 marcos. Esto liberó a Robert Curthose para unirse a la cruzada y le proporcionó las finanzas.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Imperio Español: Potosí, la primera ciudad global

La primera ciudad global

En lo alto de los Andes, Potosí suministró plata al mundo y, a cambio, cosechó bienes y pueblos desde Birmania hasta Bagdad


Detalle del Cerro Rico y el Municipio Imperial de Potosí (1758), por Gaspar Miguel de Berrío. Cortesía del Museo Universitario Charcas, Sucre, Bolivia / AKG


Kris Lane

ocupa la Cátedra France V Scholes en Historia Colonial Latinoamericana en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans. Es autor de Potosí: La ciudad de plata que cambió el mundo (2019), Pillaging the Empire: Global Piracy on the High Seas, 1500-1750 (2015); Color of Paradise: The Emerald in the Age of Gunpowder Empires (2010), y Quito 1599: City and Colony in Transition (2002). Actualmente está terminando una historia global del gran fraude de menta de Potosí de 1649.

En 1678, un sacerdote caldeo de Bagdad llegó a la Villa Imperial de Potosí, el campamento minero de plata más rico del mundo y, en ese momento, la ciudad más alta del mundo a más de 4,000 metros (13,100 pies) sobre el nivel del mar. Una capital regional en el corazón de los Andes bolivianos, Potosí sigue siendo, más de tres siglos y medio después, una ciudad minera en la actualidad. Sus torres de iglesias barrocas vigilan cómo los camiones de mineral retumban en la ciudad, transportando minerales de zinc y plomo para su exportación a Asia.

Elias al-Mûsili, o Don Elias de Mosul, como se le conocía, llegó a Potosí en el siglo XVII con el permiso de la reina regente de España, Mariana de Austria, para recoger limosnas para su iglesia en guerra. La plata de Potosí, creía Don Elias, evitaría a los otomanos sunitas y a los safavíes chiítas que luchaban por el control de Irak, haciendo explotar periódicamente a Bagdad en pedazos con armas de pólvora recién escaladas. Igual de preocupantes para Don Elias eran los cristianos, cismáticos sin vínculos con Roma.

El gran Cerro Rico rojo o "Rich Hill" se alzaba sobre la ciudad de Potosí. Había sido extraído desde 1545 por ejércitos reclutados de hombres andinos nativos alimentados con hojas de coca, cerveza de maíz y papas liofilizadas. Cuando Don Elías llegó un siglo y cuarto después, el gran auge de c1575-1635, cuando Potosí solo produjo casi la mitad de la plata del mundo, había terminado, pero las minas aún producían el metal precioso.

En 1678, los trabajadores nativos eran escasos y la producción de las minas disminuía. Sin embargo, en la casa de moneda real de la ciudad, Don Elias se maravilló de las pilas de "piezas de ocho", precursores del dólar estadounidense, tallados por hombres africanos esclavizados. Los vio "amontonados en el piso y pisoteados como tierra que no tiene valor". Durante mucho tiempo, las tecnologías medievales de Potosí siguieron produciendo fortunas, aunque en menor escala.

En la plaza del mercado principal de Potosí, las mujeres indígenas y africanas sirvieron cerveza de maíz, sopa caliente y yerba mate. Las tiendas exhibieron las mejores telas de seda y lino del mundo, porcelana china, cristalería veneciana, artículos de cuero ruso, lacados japoneses, pinturas flamencas y libros superventas en una docena de idiomas. Los marfiles africanos votivos tallados por artesanos chinos en Manila fueron especialmente codiciados por las mujeres más piadosas y ricas de la ciudad.

Piadosas o no, las mujeres ricas hacían clic en las calles empedradas de Potosí con zapatos de plataforma de tacón plateado, sus aretes de oro, gargantillas y pulseras con diamantes indios y rubíes birmanos. Las esmeraldas colombianas y las perlas caribeñas eran casi demasiado comunes. Los “foodies” peninsulares españoles pueden saborear almendras importadas, alcaparras, aceitunas, arroz arborio, azafrán y vinos castellanos dulces y secos. La pimienta negra llegó de Sumatra y el suroeste de la India, canela de Sri Lanka, clavo de Maluku y nuez moscada de las Islas Banda. Jamaica proporcionó pimienta de Jamaica. Los galeones sobrecargados pasaron meses transportando estos lujos a través de los océanos Pacífico, Índico y Atlántico. Caminando con mulas y trenes de llamas los llevaron a la elevada Villa Imperial.
Potosí suministró al mundo plata, el alma del comercio y los nervios de la guerra, y como Don Elias sabía, el medio más seguro para propagar la fe católica romana. A su vez, la ciudad consumió los principales productos y manufacturas del mundo. Los comerciantes saborearon la oportunidad de cambiar sus productos por dinero duro y reluciente. Los más de una docena de notarios de la ciudad trabajaron sin parar haciendo inventario de barras de plata y sacos de pesos, cargados en mulas gruñentes para la caminata transandina hasta el puerto de Arica en el Pacífico o durante el largo recorrido de cuatro a seis meses hacia el sur hasta Buenos Aires. . En la estación lluviosa los ríos crecieron, y en la estación seca el ganado murió de sed entre pozos de agua escasos.

Los trenes de mulas que regresaban del Pacífico trajeron mercancías y mercurio, el ingrediente esencial para el refinado de plata. La mayor parte del mercurio provenía de Huancavelica en Perú, pero los Habsburgo españoles también explotaron minas en Almadén (La Mancha) e Idrija (Eslovenia). Desde Buenos Aires llegaron esclavistas con africanos cautivos del Congo y Angola, transbordados a través de Río de Janeiro. Muchos de los esclavos eran niños marcados con marcas que reflejaban aquellos, incluida la corona real, inscrita en barras de plata.

Poco después de su descubrimiento en 1545, Potosí ganó fama mundial, pero las minas de Europa central también florecieron después de 1450, vacilando solo antes de que Potosí alcanzara su paso en la década de 1570. La plata fue descubierta en Noruega en la década de 1620, pero no es suficiente para la exportación. Las minas de plata Iwami del suroeste de Japón, desarrolladas en la década de 1520, exportaron plata sustancial a través del puerto de Nagasaki después de 1570, primero por los portugueses y luego, entre 1641 y 1668, por los holandeses. Sin embargo, los principales exportadores de plata japonesa fueron los chinos. Los eruditos disputan los números, pero Iwami no era otro Potosí.

Potosí, como proclamó Don Quijote, era la materia de los sueños.

Ya en la década de 1530, México también exportó plata, y cantidades considerables. Sin embargo, los numerosos campamentos mineros de México (Zacatecas, Guanajuato, Taxco, Pachuca, Real del Monte y el homónimo San Luis Potosí) alcanzaron su punto máximo solo después de 1690. En el siglo XVIII, el peso mexicano o "dólar pilar" arrasó el mundo. Incluso en los Andes de América del Sur había otras ciudades (o pueblos) de plata además de Potosí, incluidos Oruro y Castrovirreyna en Perú. Pero ningún depósito de plata en el mundo coincidía con el Cerro Rico, y ningún otro conglomerado de minería y refinación creció tanto. Potosí era único: una metrópoli minera.

Así, Don Elías, como otros, hizo la peregrinación a la montaña de plata. Era un prodigio divino, una hierofanía. En 1580, los artistas otomanos describieron a Potosí como una porción del paraíso terrenal, el Cerro Rico exuberante y verde, la ciudad rodeada de paredes almenadas. Potosí, como proclamaba Don Quijote, era la materia de los sueños. Otro buscador de limosnas, en 1600, declaró al Cerro Rico la Octava Maravilla del Mundo. Un visitante indígena en 1615 dijo: "Gracias a sus minas, Castilla es Castilla, Roma es Roma, el papa es el papa y el rey es el monarca del mundo". Un mapa mundial chino de 1602 identificó al Cerro Rico como Bei Du Xi Shan, o 'montaña Pei-tu-hsi'.

En todo su esplendor, Potosí fue también una pesadilla, un diorama de brutalidad, contaminación y crimen. Lo que Don Elias podría no haber sabido en 1678 era que la reputación de Potosí, y con ella la del Imperio español, había sufrido una generación anterior. En 1647, en medio de la bancarrota real, el rey Felipe IV envió a un ex inquisidor para desentrañar un esquema de degradación masiva que había hecho metástasis dentro de la casa de moneda real de Potosí. La trama corrompió a casi todos los funcionarios dentro de 1,000 millas. Incluso el virrey del Perú era sospechoso de complicidad. Las monedas degradadas de Potosí, en su mayoría piezas de ocho, llegaron a los mercados mundiales después de 1638, y antes de que los comerciantes desde Boston hasta Beijing rechazaran las monedas de Potosí. La fuente de la fortuna se había convertido en un pozo envenenado.

Le llevó más de una década cazar y castigar a los grandes culpables del fraude de menta de Potosí y restaurar la moneda al peso y la pureza adecuados. Un nuevo diseño debutó para señalar las nuevas monedas, pero recuperar la confianza global en la plata de Potosí tomó décadas. En la década de 1670, incluso cuando Don Elias recibió donaciones a cambio de sermones en siríaco, los productores de pimienta de Sumatra se resistieron a las monedas estampadas con una "P".

Al igual que el escándalo de Bernard Madoff de la década de 2000, el fraude de menta de Potosí de la década de 1640 cuenta una historia interesante, si no universal. Nadie quería admitir que habían sido engañados. Para el rey Felipe IV de España, el fraude de menta, un trabajo interno, fue una vergüenza de clase mundial y una señal del declive de la fortuna de su imperio. La avalancha mundial de monedas malas perjudicó a todos, ricos y pobres. Los banqueros genoveses, gujarati y chinos sufrieron cut cortes de cabello ’, los comerciantes de todo el mundo perdieron preciosos lazos de confianza intercultural, y los soldados en toda Eurasia vieron que su salario se redujo a la mitad o peor.

Casi un siglo antes de que Don Elias visitara Potosí, el virrey Francisco de Toledo revolucionó la producción mundial de plata. Toledo era un burócrata del imperio español que conducía con dureza, y más que ningún otro hombre transformó a Potosí de un campamento minero en una ciudad de buena fe. Era una empresa colosal, pero adecuada para las ambiciones del rey Felipe II, el primer monarca europeo en gobernar un imperio sobre el cual el sol nunca se ponía. Toledo llegó a Potosí en 1572, ansioso por convertirlo en el motor de comercio y guerra del imperio.

Para 1575, el virrey había organizado un extenso proyecto de mano de obra, lanzó una campaña de construcción de molinos de 'alta tecnología' y supervisó la construcción de una red de presas y canales para suministrar a la Villa Imperial energía hidráulica durante todo el año, todo en la alta Andes en el nadir de la Pequeña Edad de Hielo. Toledo también supervisó la construcción de la menta Potosí, a tiempo completo con africanos esclavizados. Sus primeras monedas fueron acumuladas, más altas en contenido de plata de lo que se suponía que debían ser, y con sobrepeso.

Los éxitos de Toledo llegaron con un alto precio. Gracias a las "reformas" del virrey, cientos de miles de andinos se convirtieron en refugiados virtuales (los que sobrevivieron) y, en la búsqueda de madera y combustible, los colonos despojaron cientos de millas de tierra frágil y de gran altitud. La implementación de una nueva tecnología, la amalgamación de mercurio, introducida desde México por orden del virrey, ensució el aire y las corrientes de la región. Las fundiciones de la ciudad arrojaron humo rico en plomo y zinc, lo que garantiza que sus niños sufrirán estupefacción de por vida.

Los riesgos ambientales se multiplicaron a medida que la ciudad floreció, y con estos males surgieron conflictos sociales asesinos, vagabundeo, tráfico sexual, juegos de azar, corrupción política y criminalidad general. Las epidemias barrieron la ciudad cada pocas décadas, sacrificando a los más vulnerables. ¿Cómo respondió la gente a este desorden y caos? ¿Cómo podían vivir en un lugar tan inicuo y asqueroso? En lo que podría llamarse la "paradoja de Deadwood", la bonanza sacó lo peor de las personas, aunque también provocó sorprendentes actos de liberalidad. Después de todo, fue la generosidad de la ciudad, su piedad derrochadora, lo que llevó a Don Elías a Potosí, desde Bagdad.

Los Habsburgo habían descubierto la fórmula mágica para convertir la plata en piedra.

Los reyes de los Habsburgo de España se preocuparon poco por los horrores sociales y ambientales de Potosí. La plata de Potosí, para ellos, era una adicción: mortal e ineludible. Durante más de un siglo, el Cerro Rico alimentó el primer complejo militar-industrial global del mundo, otorgando a España los medios para perseguir guerras de décadas en una docena de frentes, en tierra y en el mar. Nadie más podría hacer todo esto y aún así permitirse perder.

Un flujo constante de plata de Potosí, o, más bien, la promesa de futuros de plata, hizo posible los absurdos sueños de los Habsburgo españoles. Entonces, de repente, no fue así. Incluso antes del fraude de menta de la década de 1640, que ayudó a quebrar la corona, grandes cantidades de plata de Potosí se escaparon, desviadas por amigos y enemigos del imperio por igual: banqueros extranjeros, comerciantes de contrabando, piratas. Al mismo tiempo, la abundancia de plata atrofió otras partes de la economía interna de Castilla. Algunos bromearon diciendo que los Habsburgo habían descubierto la fórmula mágica para convertir la plata en piedra.

La gran bonanza de Potosí, fuente de interrupciones de precios, crisis fiscales y proyectos de construcción costosos en toda Europa, impulsó principalmente la expansión comercial e imperial en Asia. A lo largo del siglo XVII, colonos mercantes holandeses, ingleses y franceses, seguidos por algunos intrépidos italianos y escandinavos, se disputaron entre sí y con los españoles y portugueses en busca de un espacio en la gran mesa asiática. Todo lo que Asia quería, más allá de los consejos sobre diseño de armas, era plateado. Los europeos dirigieron o inflexionaron parte de este comercio pan-asiático y la construcción de imperios, pero no la mayor parte.

A menudo se olvidaron los miles de comerciantes y banqueros asiáticos y africanos con sede en Mombasa, Mocha, Mosul, Gujarat, Aceh, Makassar, Cantón y muchas otras ciudades portuarias, incluidas Goa, Batavia, Madrás, Macao y Manila, controladas por los europeos. En el siglo XVII, estos "comerciantes del país", como los llamaban los europeos, se mudaron y prestaron más plata de Potosí que todos los europeos combinados. Las comunidades de comercio de diásporas chinas solo en el sudeste asiático controlaban una gran parte de este negocio global.

Los emperadores asiáticos eran otro asunto. Los mogoles como Akbar y Shah Jahān, o los Safavid Shahs Abbās I y II, o los sultanes otomanos Murad III y IV, gobernaron estados tributarios cuyo tamaño y diversidad coincidían con los imperios de los íberos. Los europeos del norte, a pesar de las ambiciones holandesas, estaban muy por detrás. Justo cuando los Habsburgo españoles comenzaron a enfrentarse a los franceses e ingleses, los monarcas de la "pólvora" del Medio Oriente y Asia del Sur recogieron reinos y principados satélites, impulsados ​​en cierta medida por la plata de Potosí.

¿Y qué hay de China? Cuando el fraude de menta de Potosí reverberó, la dinastía Ming colapsó. El punto de inflexión llegó en 1644, pero la histórica adquisición de Qing fue casi instantánea. Tanto Qinqs como Mings gastaron masivamente a medida que la economía de China se estremeció por la guerra y la hambruna. Los sujetos Ming lucharon por astillas de plata para protegerse de los soldados invasores o para comprar un pasaje a la libertad. Incluso un peso rebajado era un regalo del cielo.
Cuando Don Elias visitó en la década de 1670, Potosí había visto mejores días. Pero fue sin calificación una ciudad global, un sitio de sufrimiento pero también de maravilla, un escaparate de innovación tecnológica y sofisticación cultural. En la década de 1970, los defensores de la teoría de la dependencia, más famoso Eduardo Galeano en Open Veins of Latin America (1971), sostuvieron a Potosí como el trágico ejemplo del subdesarrollo del tercer mundo, una periferia hueca. Sin embargo, en su día, Potosí era un centro reconocido. Un manual de 1640 de Alvaro Alonso Barba, su gran metalúrgico, fue traducido y republicado durante siglos. Numerosos pintores, poetas y dramaturgos hicieron de la ciudad su hogar. En las décadas previas al gran fraude de la menta, los potosinos desafiaron al rey, proclamando que él (y el mundo en general) los necesitaba más que viceversa.

El final llegó no como una implosión espectacular sino como un declive irreversible. Los impuestos más bajos y la imposición de un régimen laboral más severo elevaron la producción de plata a fines del siglo XVIII, pero las minas eran profundas y el mercurio caro. Las soluciones tecnológicas fallaron. Simón Bolívar llegó a un golpeado pero jubiloso Potosí en 1825, pero los capitalistas británicos, cercanos a los talones del Libertador, no pudieron revivir las minas. Fueron empresarios locales y mineros y refinerías de pequeña escala, muchos de ellos indígenas, quienes mantuvieron vivo a Potosí hasta fines del siglo XIX utilizando tecnologías arcaicas pero confiables, incluidos los métodos de Barba.

Cuando el historiador estadounidense Hiram Bingham visitó la antigua Villa Imperial en 1909, Potosí tenía menos de una décima parte de la población de la que se jactaba tres siglos antes. Precursor colonial del "descubrimiento" de Bingham en 1911 de Machu Picchu, la antigua Villa Imperial le pareció al espectro un espectro silencioso, no un pueblo fantasma típico de los EE. UU., Sino más bien una lección objetiva de "gran tamaño" en la vanidad de las ambiciones globales de la España católica. En este momento, las precipitaciones minerales habían ayudado a producir ciudades como San Francisco y Johannesburgo, pero nada comparado por su audacia con la Villa Imperial de Potosí, una metrópolis minera neomedieval encaramada en los Andes de América del Sur.

Hoy, casi 500 años después de su descubrimiento, el Cerro Rico de Potosí continúa suministrando al mundo metales en bruto, un poco de plata y estaño, pero principalmente plomo y zinc. Los minerales semiprocesados ​​se abren paso a través de la ciudad y cruzan las montañas y el Altiplano, hasta las refinerías en China, India, Corea del Sur y Japón. La ciudad ha crecido considerablemente en las últimas décadas, superando ahora a su población colonial (y agotando severamente su suministro de agua). ¿Potosí ha cerrado el círculo o está atrapado en la misma rutina? ¿La venta de lodo metálico a los fabricantes asiáticos hará más para la gente común que lo que hicieron los españoles, británicos o yanquis hambrientos de plata?

Potosí sigue siendo una ciudad conectada a nivel mundial, un engranaje en la economía mundial, un imán regional para los migrantes, un espacio para la reinvención. Sin embargo, recordando su apogeo de los Habsburgo, la Villa Imperial de Potosí era famosa no solo por su generosidad mineral sino también por su producción artística, su peso político, su piedad. A pesar de sus propios problemas, los habitantes de la ciudad le dieron a Don Elias una pequeña fortuna en plata para financiar su proyecto quijotesco en "Babilonia". Potosí también permaneció infame por su contaminación, los horrores de sus trabajadores las 24 horas, su violencia perenne, su corrupción. Potosí era una montaña de plata que cambió el mundo incluso como el mundo lo cambió. Después de cinco siglos de globalización y explotación, podemos mirar hacia atrás en la historia de esta ciudad única y preguntar qué, en verdad, significa "valer un Potosí".

viernes, 27 de septiembre de 2019

Rusia Imperial: La pacificación de Hungría

La pacificación de Hungría.

Revista Militar





La incursión húngara de Rusia en el año 1849 salvó a su enemigo mortal. La sangre rusa se salvó del imperio de los Habsburgo. Es obvio que San Petersburgo no tuvo que interferir en el colapso completamente natural del imperio austríaco "patchwork". Por el contrario, fue necesario extraer beneficios políticos de este evento.




La batalla de Temesvár. El artista austriaco V. Katsler

La derrota y la rendición de los húngaros.

Las fuerzas principales de Gergei se escabulleron de nuevo. El comandante en jefe húngaro de las marchas rápidas se trasladó a Banat, en el camino fortaleció parte de las fuerzas de Bema desde Transilvania. Los húngaros entraron a Oradea (Grosvardein) el 27 de julio (8 de agosto). Gergey planeaba combinar sus fuerzas con el ejército de Dembinsky, pero se retiró al norte, en lugar de unirse al ejército principal.

Mientras tanto, después de la salida del ejército principal de los húngaros de Comorna, los austriacos comenzaron a moverse y 12 (24) Julio ocupó Pest. El gobierno húngaro huyó a Segedin. El ejército austriaco de Gainau también se movió hacia el sur para liberar a Temeshvar del sitio y unirse a las fuerzas de Yelačić. Julio 23 (agosto 3) Los austriacos ocuparon Segedin y julio 25 (agosto 5) derrotaron al Ejército del Sur de Dembinsky. Los húngaros se retiraron a Temeshvar.

En lugar de Dembinsky, llamaron a Behm con urgencia desde Transilvania. Además, el ejército húngaro fue reforzado por la división de Kmet, que venía del sur. El ejército húngaro contaba con aproximadamente 50 mil personas con armas 120, el austriaco, con 90 mil personas con armas 350. Sin embargo, una parte significativa del ejército austríaco defendió a Arad para evitar que Bemu se uniera al ejército de Gergei. Por lo tanto, los austriacos no tenían una ventaja numérica, pero sus tropas eran de mejor calidad que los húngaros (principalmente la milicia). Julio 29 (agosto 9) el ejército de Bema fue aplastado. La división de Panyutin jugó un papel decisivo en esta batalla. Las pérdidas de las tropas austro-rusas, sobre 5 mil personas, húngaros, sobre 10,5 mil personas y casi toda la artillería. En los días siguientes, miles de rebeldes húngaros del dispersado Ejército del Sur se rindieron. Los restos del ejército húngaro huyeron a Transilvania o a las posesiones turcas.

Así, el ejército de Gergei estaba en un aprieto. Los húngaros fueron derrotados cerca de Debrychin, fueron perseguidos por las tropas rusas. Resultó una gran superioridad de Rusia, lo que causó la descomposición de las tropas húngaras. La milicia comenzó a correr a casa. En Arad, donde Gergey esperaba unir fuerzas con Bem, el cuerpo austriaco de Schlik se puso de pie, bloqueando el camino a Temeshwar. El ejército del sur fue aplastado y dispersado. Gergey decidió que una mayor resistencia no tenía sentido, y decidió rendirse a los rusos. Los húngaros despreciaron a los austriacos y, además, sabían que serían tratados como traidores. 1 (13) de agosto bajo Vilagoshe, el ejército húngaro, más de 30 mil personas con banderas y estándares 60 y armas 144 dirigidas por Gergei se entregaron al General Reediger.



Capitulación en Vilagosh. Istvan Klinovsky

La supresión del levantamiento en Transilvania.

El ejército del general polaco Bem estaba ubicado en Transilvania: 32 mil personas con armas 110. Eran principalmente milicias de la tribu húngara de los Sekler (Skei). Los rebeldes controlaban todo el país, solo los austriacos se sentaban en la fortaleza de Karlsburg. El débil cuerpo austriaco del conde Clamg-Galas se retiró más allá de la línea fronteriza hacia West Wallachia.

Transilvania de los rebeldes tuvo que limpiar el Cuerpo de Líderes 5 - 35 miles de personas. Las tropas rusas se dividieron en grupos. El grupo del norte, liderado por el General Grotengelma, parte de las divisiones de infantería 10 y 13 (10,5 mil personas con armas 24), se concentró en Bukovina cerca de Dorn-Vatra y debía avanzar en la dirección general desde el noreste hacia el suroeste. . El propio grupo de Liders del sur, las divisiones de infantería 14-I y 15-I (25 mil personas, armas 56), estaba ubicado en Wallachia en Predel y tuvo que atacar de sur a norte para forzar la cresta principal de los Cárpatos de Transilvania. Ambos grupos rusos tuvieron que entrar en Transilvania, para unirse. El cuerpo austriaco de Clam-Galas (cerca de 10 mil personas), que constituía el flanco izquierdo del grupo del sur, estaba subordinado a Liders.

6 (18) Junio ​​1849 Las tropas de los Liders se concentraron en la frontera de Transilvania en Predeal. Se decidió entregar el golpe principal a través de la garganta Temeshsky a Kronstadt (Brasov). 7 (19) June Liders dirigió personalmente a las tropas, derribó la barrera enemiga, 8-th con la batalla venció la garganta de Temeshsky y tomó Kronstadt. La fuerte posición húngara ha caído. Los húngaros perdieron a 550 y mataron y capturaron, el estandarte de 1 y las armas de 5. Nuestras pérdidas son personas 126.




El comandante del Cuerpo 5, Alexander Nikolaevich Liders



Comandante del ejército de Transilvania Jozef Bem

Después de conocer la situación y dar descanso a las tropas, Liders continuó con la ofensiva y en junio 23 (julio 2) derrotó a los cuerpos húngaros Gal Shandora y Georgi en Chik Sereda. 1 (13) Julio Engelhardt vanguardia con un ataque repentino se apoderó de la fortaleza de Fogarash. Fue llevado a los prisioneros 800 y armas 4. Habiendo derrotado a las fuerzas opuestas del enemigo, el cuerpo de Liders 9 (21) de julio tomó Sibiu (Hermanstadt). Mientras tanto, el Grupo del Norte del General Grotengelm 7 (19) June comenzó un lento movimiento de Dorno Vatra. 15 (27) Las tropas rusas de junio atacaron el cuerpo de Bema, que estaba ubicado en la dirección de Bukovina. El ataque húngaro fue repelido. Bem no se atrevió a un nuevo ataque y se retiró. El grupo del norte pasó a Bystritsa, ocupó Sas Regen. Enérgico Bem, habiendo puesto barreras contra el destacamento de Grotengelm y Liders, en ese momento hizo una incursión en Moldova, con el fin de levantar una rebelión en la parte trasera del ejército ruso. Sin embargo, sus esperanzas no estaban justificadas, los lugareños ni siquiera pensaban en rebelarse. Bemu tuvo que regresar a Transilvania.

14 (26) July Liders continuó la ofensiva y lanzó desde Sibiu (Germanstadt) en Segeshwar. En Sibiu, quedó un destacamento del General Gasford: 4 mil personas con armas 12. 19 (31) Julio, la batalla de Segeshwar tuvo lugar. Bem atacó el cuerpo de Liders, pero fue aplastado. Pérdidas rusas - hombre 258, húngaro - hombre 1700, armas 8. En julio 22 (agosto 3), las fuerzas de Liders establecieron contacto con el Grupo del Norte del Grotengelm. Al enterarse de la partida de Liders con la mayoría de las fuerzas, el Cuerpo de Stein de Hungría (miles de 3,5) intentó recuperar Sibiu. En julio 20, los húngaros fueron derrotados por Gasford en Koelneck. Los húngaros han perdido a personas 1200, en su mayoría prisioneros, banderas 2 y armas 2. Nuestras pérdidas son 64 hombre.

Broken Bem aún no ha perdido la esperanza de éxito. Dirigió a otro escuadrón y corrió a Sibiu (Germanstadt) para aplastar al escuadrón de Gasford. Al enterarse de la marcha de Bema en Sibiu, se apresuró a ayudar a su unidad trasera. Nuestras tropas marcharon en una marcha forzada durante tres días 150 versts a lo largo de caminos de montaña y condiciones de calor abrasador y llegaron a tiempo. Julio 25 (agosto 6) Sibiu tuvo la última batalla decisiva. Gasford, agobiado por los carros de todo el cuerpo de 5, duró todo un día: el 24 de julio. En este día, nuestras tropas perdieron al hombre 351. Al día siguiente, en julio 25, el escuadrón Liders entró en la batalla. Los húngaros fueron derrotados, perdiendo solo prisioneros 1 mil personas y armas 14. Julio 30 (agosto 11) Los líderes en Mullenbach dispersaron el último 8 restante de los húngaros El cuerpo de Stein. Pérdidas húngaras: más de 2,2 mil personas y armas 13. Nuestras pérdidas son menores - 39 personas.

Así, el ejército de Transilvania de Behma dejó de existir. Sus restos depositados оружиеcuando recibimos noticias de la capitulación de Vyagosha del ejército de Gergei. El mismo Bem fue convocado a Hungría para liderar el Ejército del Sur, sufrió una nueva derrota en Temesvár y huyó al Imperio Otomano. En Turquía, Bem aceptó el Islam y trabajó en la modernización del ejército otomano. Después de la capitulación de los rebeldes en Transilvania, las fuerzas principales del cuerpo de los Liders regresaron a Valaquia.

Después de la noticia de la derrota y la rendición de los ejércitos húngaros, la guarnición de Comornos al mando de Klapki, que había tenido mucho éxito en la restricción de los austriacos, capituló en septiembre 21 - 23 en condiciones honorables. Este fue el final del levantamiento húngaro.




La batalla de Segeshwar Fuente: https://ru.wikipedia.org

Valor de la incursión

Cerca de 170 mil soldados y oficiales rusos participaron en la campaña húngara. Las pérdidas en combate fueron insignificantes: más de 3 mil personas, aproximadamente 11, 13 mil personas murieron por enfermedades (y la incidencia fue la mitad del ejército: 85 mil personas). Los gastos de material ascendieron a 47,5 millones de rublos.

Los húngaros se mostraron como guerreros valientes, pero en general eran la milicia, no tropas regulares. Pudieron vencer a los desconcertados austriacos, pero no pudieron resistir la maquinaria militar rusa. El comando húngaro cometió una serie de errores, al no haber establecido relaciones entre los teatros del norte y del sur, para aplicar una maniobra a lo largo de las líneas operativas internas. La situación se vio agravada por el conflicto entre el dictador húngaro Kossuth y el comandante del ejército, Gergey. Los problemas estaban al mando del ejército húngaro. Así, los antiguos generales polacos, líderes de la revuelta de 1830 del año, tomaron posiciones prominentes. Bem demostró ser un comandante enérgico en Transilvania. Gyorgei también fue un comandante talentoso. Su marcha de flanco desde Weizen a Debrechin fue una forma brillante y ejemplar de salir de la trampa.

Paskevich en esta campaña demostró no ser la mejor manera. En las guerras con los persas y los turcos, luchó mucho mejor. La campaña húngara se llevó a cabo mediocre. Estando a cargo de 100-th. El ejército, al tener una superioridad cuantitativa y cualitativa, el príncipe de Varsovia no pudo alcanzar y derrotar al enemigo. Paskevich sobreestimó las fuerzas del enemigo, llegó tarde, no usó la caballería poderosa. El ejército ruso no pudo dar una sola batalla general. Las mejores cualidades de los líderes militares rusos mostraron Reediger, Liders y Panyutin.

En general, la campaña húngara mostró la decadencia que había comenzado, el retraso del ejército ruso, que por inercia era el mejor del mundo. Con cada nueva guerra, en Crimea, en los Balcanes, en Manchuria, estos problemas serán cada vez más pronunciados. Y todo terminará en una catástrofe de la Primera Guerra Mundial. En particular, la iniciativa, la independencia y el espíritu ofensivo de Suvorov fueron expulsados ​​del ejército. Entre los generales en primer lugar se encontraban los profesionales de la carrera, los aduladores. Estos comandantes de combate fueron derrocados, no dieron el camino. La preparación de las ventanas reinaba en el entrenamiento de las tropas, que no tenía nada que ver con operaciones de combate reales. Como resultado, el ejército, que derrotó a Napoleón "invencible", perdió gradualmente la capacidad de luchar, y no se preparó para la guerra, apoyándose en viejos laureles. Los resultados serán tristes: los rusos se lavan las manos con sangre en Sebastopol, durante la liberación de Bulgaria, la campaña japonesa.

En general, el ejército completó su tarea: Hungría fue pacificada en el menor tiempo posible. Pero las lecciones de la campaña no lo hicieron. Y en el sentido estratégico-militar, la campaña húngara no solo fue inútil, sino errónea. Los húngaros odiaban a Rusia y llevaban este odio antes de la Primera Guerra Mundial, cuando los regimientos Magyar se enfrentaron nuevamente con los rusos. Durante la vida de Nicolás I, Rusia experimentó la "gratitud austriaca". La posición hostil de Viena, que estaba lista para comenzar una guerra con Rusia, llevó a la derrota en la Guerra de Crimea. La posición de Austria no permitió que Rusia obtuviera todos los frutos de la victoria sobre el Imperio Otomano en el año 1878. Austria-Hungría impidió que Rusia dominara los Balcanes y se convirtió en nuestro enemigo en 1914.

Así, Rusia en el año 1849 salvó a su enemigo mortal. La sangre rusa se salvó del imperio de los Habsburgo. Es obvio que San Petersburgo no tuvo que interferir en el colapso completamente natural del imperio austríaco "patchwork". Por el contrario, fue necesario extraer beneficios políticos de este evento. Por lo tanto, fue posible conseguir la vecina Hungría amistosa, cuya existencia dependería de la buena voluntad de Rusia. Establecer el control sobre las regiones eslavas del Imperio de los Habsburgo. Devuelva las tierras indígenas rusas: Galicia, Cárpatos (estas tareas se establecieron solo en la Primera Guerra Mundial).

jueves, 26 de septiembre de 2019

Medioevo: El cristianismo luego de la batalla de Poitiers

Después de la victoria cristiana en Poitiers

Weapons and Warfare





El rey franco Carlomagno fue un católico devoto que mantuvo una estrecha relación con el papado durante toda su vida. En 772, cuando el papa Adrián I fue amenazado por los invasores, el rey se apresuró a Roma para brindar asistencia. Aquí, el Papa le pide ayuda a Carlomagno en una reunión cerca de Roma.

Charles Martel había logrado mucho más que simplemente derrotar una incursión islámica a gran escala con su victoria al norte de Poitiers en el año 732. El príncipe Eudes de Aquitania era ahora su vasallo, mientras que los poderosos obispos de Borgoña eran meros satélites del Reino franco. Pero en lugar de tomar ventaja militar de su nueva posición, Charles Martel actuó con moderación, formando alianzas locales con los borgoñones mientras intentaba extender el control franco por el valle del Ródano. Sin embargo, solo dos años después, en el año 734 d. C., los representantes francos fueron expulsados ​​de Lyon y el "sub-reino" de Borgoña reafirmó su independencia. La muerte de Eudes de Aquitania a principios del año siguiente, y la sucesión de su hijo más asertivo Hunald, significaron que Charles no podía castigar de inmediato la "rebelión" de Borgoña, sino que lanzó una campaña contra el Príncipe Hunald de Aquitania antes, en el otoño de 737 d. C. nuevamente arrestó a los obispos "poco confiables" de Orleans y Auxerre como preludio a la reconquista de Borgoña. Tal problema más cerca de casa significaba que los asuntos de al-Andalus islámico apenas preocupaban a Charles Martel en absoluto.

El impacto de la campaña de Poitiers en Aquitania fue mucho más grave, a pesar de la victoria cristiana. El año 732 d. C. fue testigo de la primera gran derrota del Príncipe Eudes y le impidió convertirse en un serio rival de Charles Martel. Parafraseando al reconocido historiador medieval Henri Pirenne, sin que Abd al-Rahman aplastara a Eudes, el ascenso de Carlomagno como gobernante de la mayor parte de Europa occidental no hubiera sido posible.

Eudes había aceptado su nuevo puesto como vasallo de Carlos, pero sus sucesores Hunald I, Waifer y Hunald II no. Como resultado, Aquitania seguiría siendo el enemigo más amargo de los francos dentro de lo que finalmente se convirtió en Francia. De hecho, los aquitanianos resistieron repetidas invasiones francas, la mayoría de las cuales penetraron a corta distancia para saquear y asediar fortalezas. Eventualmente, sin embargo, triunfó el potencial militar mucho mayor de los francos, Hunald II fue derrotado y Lupus, príncipe de los Gascons 'como era conocido en las fuentes francas, entregó sus tierras a Carlomagno.

La presencia musulmana en Septimania fue, por supuesto, un factor en esta lucha y se dice que el príncipe Waifer atacó sin éxito a Narbonne, tal vez en el año 749 dC cuando se esperaba que una hambruna en al-Andalus debilitara su guarnición musulmana. Finalmente, los francos, en lugar de los aquitanianos, derrocaron el gobierno omeya en Septimania en 759 dC, su éxito y ocupación de Narbona hizo que Waifer se sintiera aún más vulnerable ahora que estaba casi rodeado por fuerzas francas hostiles.

El impacto a largo plazo de la campaña de Poitiers en el norte de Francia, los Países Bajos y Alemania Occidental es más difícil de descifrar. Sin embargo, esta victoria eventualmente permitiría a los sucesores carolingios de Charles Martel dominar toda la región, atrayendo más apoyo a medida que el éxito generara éxito. Antes de eso, la muerte de Charles Martel en el año 741 d. C. fragmentó una vez más el Reino franco con su hijo mayor Carloman como alcalde del palacio en Austrasia, Alemannia y Turingia, mientras que su hijo menor, Pepin the Short, se convirtió en alcalde en Neustria, Borgoña y Provenza. Sin embargo, esto fue temporal y Pipino pronto surgió como el único, aunque todavía nominal, gobernante de los francos.

Se ha sugerido que las campañas de Charles Martel fueron conservadoras y defensivas, mientras que las de Pepin se volvieron expansionistas y agresivas, siendo las guerras de Pepin contra los musulmanes en Septimania las más conocidas. Aun así, las guerras de Pipino en Italia eventualmente resultarían más importantes para el curso de la historia europea. Lo que Charles Martel y los carolingios obtuvieron de sus diversos éxitos contra los musulmanes fue un gran prestigio internacional. Esto lo utilizaron hábilmente en sus tratos con el papado, como excusa para interferir en los asuntos italianos.

El impacto de la derrota de Abd al-Rahman al-Ghafiqi en el año 732 DC tuvo un impacto mucho más profundo en aquellas regiones del norte de la Península Ibérica que estaban bajo la autoridad nominal de los Omeyas o que ya eran efectivamente independientes. Aquí la población cristiana indígena fue alentada por la derrota musulmana y algunos se levantaron en rebelión. Sin embargo, el nuevo muro omeya, Abd al-Malik, reaccionó rápidamente con campañas militares en Cataluña, Aragón y Navarra, donde sometió a los vascos de las tierras bajas en el año 733 DC. Más al oeste y al sur, en el valle del Duero y lo que ahora es Galicia, el musulmán superficialmente Los bereberes que habían establecido estas regiones se levantaron de manera similar en la revuelta de 740 o 741 d. C. Aunque esto no fue un resultado directo de la derrota musulmana en la Galia, los acontecimientos del año 732 dC debilitaron la autoridad musulmana y minaron el prestigio árabe. Es probable que una causa más inmediata haya sido la simpatía bereber con la actual revuelta bereber en el norte de África. Cualquiera sea la motivación, según los informes, las fuerzas bereberes andaluzas marcharon contra Toledo, Córdoba e incluso Ceuta en el extremo norte de Marruecos, debilitando gravemente un control militar islámico ya tenue sobre lo que ahora es el noroeste y el norte de España. Uno de los líderes de la revuelta bereber en la Península Ibérica fue Kulan al-Yahudi, cuyo nombre indica que era de origen judío bereber o incluso, tal vez, seguidor del judaísmo. Se dice que intentó expulsar a los árabes de al-Andalus pero, con el fracaso de su golpe, la mayoría de los bereberes bereberes que habían acompañado la conquista islámica de la Península Ibérica parecen haber regresado al norte de África, muchos de los cuales se establecieron en el norte de África. Área de Temesma.

Estos desarrollos permitieron al rey Alfonso I de Asturias hacerse cargo de grandes áreas. A pesar de muchos mitos asociados con esta primera fase de la llamada quista Reconquista, es muy poco probable que estos eventos hayan hecho una gran diferencia para la población indígena para la que fue simplemente un cambio de gobernantes. El siglo VIII dC también vería que el aún pequeño reino cristiano de Asturias rompió casi por completo con su pasado visigodo preislámico y comenzaría a evolucionar hacia algo nuevo y fuertemente influenciado por la cultura emergente de al-Andalus islámico.