miércoles, 18 de diciembre de 2019

SGM: Aniversario de la ofensiva de las Ardenas

"Las personas y los materiales deben usarse sin descanso"

El último gran ataque alemán en el oeste comenzó el 16 de diciembre de 1944. Waffen-SS y Wehrmacht utilizan sus mejores asociaciones. Pero el cálculo era desesperado, y la presión era correspondientemente alta. Con consecuencias.
Por Sven Felix Kellerhoff - Welt (original en alemán)



La muerte llegó tres horas antes del amanecer. El sábado 16 de diciembre de 1944, todavía había una profunda oscuridad sobre la cordillera de las Ardenas en el sur de Bélgica y en Luxemburgo. Luego, los guardias de la 106a División de Infantería de EE. UU., que perseveraron en trincheras heladas, vieron el horizonte hacia el este parpadear a las 5.20 a.m.

La mayoría de sus camaradas dormían en granjas, graneros o cabañas forestales tres horas antes del amanecer. Y fueron despertados por el impacto de innumerables granadas. Los artilleros alemanes concentraron su fuego en los asentamientos conocidos, y debido a que el principal ataque alemán en el oeste ya había atravesado las Ardenas en 1940 (aunque un poco más al sur), la documentación era buena.


Un tanque King Tiger de la Wehrmacht en posición durante la Batalla de las Ardenas. El 16 de diciembre de 1944, la ofensiva de las Ardenas, el último intento de Adolf Hitler para repeler a los Aliados en Occidente, comenzó bajo el nombre en clave "Wacht am Rhein". Después de los éxitos iniciales sobre las sorprendidas tropas aliadas, la Reichswehr tuvo que retirarse a su posición inicial en el Muro del Oeste a mediados de enero de 1945. Alrededor de 20,000 soldados alemanes y 30,000 soldados aliados fueron asesinados en la ofensiva de las Ardenas. Con el desembarco de los aliados en Normandía el 6 de junio de 1944, la caída de los nacionalsocialistas fue sellada. El avance de los aliados fue imparable; El 8 de mayo de 1945, la Segunda Guerra Mundial en Europa terminó con la rendición de Alemania. | Usar en todo el mundo

En pánico, los soldados trataron de salir de los sacos de dormir húmedos y tomar su equipo. Pero llegaron demasiado tarde: cuando amaneció, entendieron que un gran número de infantería alemana ya estaba al oeste de ellos. Al contrario de los planes ofensivos alemanes anteriores, Hitler había ordenado que los tanques no debían atravesar el frente enemigo, sino hombres a pie, para proteger los valiosos vehículos rastreados.

Por lo tanto, la carga principal del primer ataque recaía en ocho divisiones de Granaderos Volks, todas ellas consistían en unidades de reemplazo y soldados dispersos de otras asociaciones; la mayoría de ellos estaban insuficientemente entrenados. Entonces sus soldados no sabían cómo usar el apoyo de artillería de manera efectiva.




Sin embargo, el primer día de la ofensiva de las Ardenas, esto solo obstaculizó ligeramente el éxito de las asociaciones alemanas. Dos regimientos enteros de la 106a división de los EE. UU., La 422a y la 423a, con un total de aproximadamente 6,000 soldados, fueron rodeados por la 18a División de Granaderos del Pueblo pocas horas después del inicio del ataque de artillería; se rindieron tres días después.

El objetivo principal de la ofensiva no era ser combatido por unidades débiles como las Divisiones de Granaderos del Pueblo, sino por unidades blindadas fuertes. Específicamente: la 1ª División Panzer SS en el norte y la División de Enseñanza Panzer en el sur. Ambos estaban totalmente motorizados, y su trabajo consistía en avanzar de 70 a 100 kilómetros hacia el oeste y cruzar el Mosa, luego girar hacia el norte y llegar a Amberes.

La idea básica de la ofensiva era avanzar a través de las Ardenas hasta el Canal de la Mancha (esta vez a Amberes, no a Calais) al estilo de la campaña occidental alemana en 1940, rodeando a las grandes asociaciones estadounidenses y británicas y luego arrojando el poder principal de las victoriosas asociaciones alemanas en el Frente Oriental , Toda la planificación se basó en supuestos muy positivos: por ejemplo, la logística de la Wehrmacht no pudo proporcionar suficiente combustible, por lo que la conquista de las instalaciones de almacenamiento de los Aliados se planificó con firmeza.

La 1.ª División Panzer SS avanzó hacia el norte de Losheim tan pronto como la 12.ª división estadounidense frente a ella fue eliminada por la 12.ª División Volksgrenadier. La parte superior era un grupo de batalla con Joachim Peiper, el ayudante de mucho tiempo de Heinrich Himmler. Tenía dos batallones con tanques V Panther y Panzer IV, así como la división de tanques pesados ​​501 con nuevos tanques VI Königstiger. En total, Peiper pudo deshacerse de 45 tigres rey, 38 panteras y 34 Panzer IV, la mayoría de ellos en la versión H con mayor valor de combate. También había alrededor de 100 vehículos de media vía.


Las tropas alemanas de las SS con la primera división Panzer verifican una señal de carretera en un cruce de Ardenas. Un destino en el cartel, Malmedy, se convertiría en el sitio de una masacre nazi de 84 prisioneros de guerra estadounidenses desarmados en la Batalla de las Ardenas. Fotograma de una película alemana capturada. aproximadamente Diciembre 10-17, 1944.

Su misión era clara: el "Grupo de Combate Peiper" era avanzar "hacia las profundidades del espacio enemigo" para llegar al Mosa entre Lieja y Huy "independientemente de las amenazas de flanco". Allí, la asociación debía formar cabezas de puente en la otra orilla del Mosa y prepararse para el mayor avance en Amberes.

El fanático Nazi Peiper hizo una instrucción de esto a sus comandantes de batallón: “El grupo de combate avanza sin detenerse y sin tener en cuenta nada; El único objetivo: alcanzar el Mosa a la máxima velocidad y aprovechar el momento sorpresa. Las personas y los materiales deben ser utilizados sin descanso ".


Batalla de las Ardenas, seis soldados estadounidenses de la Séptima División Blindada patrullan St. Vith durante la Batalla de las Ardenas, también conocida como la Ofensiva de las Ardenas o la Ofensiva de Von Rundtstedt. Enero de 1945. St. Vith está bajo ataque de las fuerzas de la Wehrmacht. Los defensores son liderados por la 7ª División Blindada. Bélgica.

Debido a que la 99a división estadounidense ofreció más resistencia que la 106a desplegada en el sur, Peiper hizo arrancar y avanzar los motores de los tanques a las 4:00 p.m., aunque el avance aún no se había logrado. A las 4.30 p.m., su grupo de combate cruzó la línea del frente anterior.

Pero a las 8 p.m.se produjo el primer revés: dos de las principales panteras fueron a las minas y tuvieron que ser abandonadas. Peiper reaccionó enojado: "Como ya se había perdido demasiado tiempo, limpiamos las calles simplemente conduciendo sobre las minas y sacrificamos cinco o seis tanques o vehículos blindados".

El historiador Jens Westemeier, autor de la excelente biografía de Peiper "Himmlers Krieger", juzga: "Rodar sobre las minas fue un acto de desesperación. El cumplimiento de la tarea lo fue todo ".


Algunas de las víctimas de la masacre de Malmedy
Fuente: US Signal Corps

Esta actitud condujo a un grave crimen de guerra: el 17 de diciembre de 1944, los hombres de Peiper asesinaron a más de 80 soldados que se habían entregado a ellos. Casi la mitad de ellos fueron asesinados por disparos en la cabeza. Esta campaña de asesinatos se conoció como la masacre de Malmedy, a pesar de que el grupo de batalla de Peiper pasó por alto a Malmedy y el asesinato se cometió en una encrucijada en Baugnez, a una milla de distancia.

Aunque también hubo una serie de casos en los que grupos de soldados estadounidenses se rindieron cuando la División de Entrenamiento Panzer avanzó más al sur, no hubo ningún delito similar. Aunque esta organización fue dirigida por el muy agresivo teniente general Fritz Bayerlein, esta fuerza de la Wehrmacht no cometió crímenes de guerra tan graves como el grupo de combate SS de Peiper.
El 19 de diciembre, tres días después de que comenzara la ofensiva, la situación parecía mala para los estadounidenses: Bastogne estaba a punto de ser rodeada; La séptima división blindada de Estados Unidos, que St. Vith había defendido hábilmente, tuvo que retirarse rápidamente para no sufrir el mismo destino. El mal tiempo persistente hizo imposible desplegar las asociaciones de la fuerza aérea aliada muy superiores, y la línea del frente estaba tan confundida que el bombardeo sin objetivo del área de combate también podría golpear a sus propias tropas.

La dinámica de la ofensiva alemana continuó. El único punto brillante desde una perspectiva estadounidense: la 101a División Aerotransportada de los EE. UU., Una asociación de élite experimentada en la batalla, llegó a la pequeña ciudad belga antes de que Bastogne fuera encerrada, reemplazando los restos desgastados e inexpertos de la 28a división estadounidense.

martes, 17 de diciembre de 2019

Uruguay no sabe que hacer con el mascarón de proa del Admiral Graf Spee

El águila nazi encerrada en una fortaleza militar de Uruguay

El miedo a que se use para venerar la simbología nazi ha hecho que las autoridades uruguayas se resistan a autorizar su venta


El águila del acorazado Admiral Graf Spee con la cruz gamada nazi tapada (LV)


La Vanguardia

Un águila nazi se percibe en la Fortaleza del Cerro, una dependencia militar del Estado uruguayo. Este fue uno de los restos rescatados del fondo de la bahía de Montevideo, donde descansa el armazón del imponente acorazado Admiral Graf Spee, hundido en 1939, hace ahora ochenta años.



Tras la derrota ante los británicos en la Batalla del Río de la Plata, que tuvo lugar en Punta del Este (sureste de Uruguay) el 13 de diciembre de 1939, el navío germano se dirigió al puerto montevideano para reparar los daños sufridos y enterrar a sus caídos en combate.

Sin embargo, el desenlace fue otro. Tras las 72 horas marcadas como plazo por las autoridades uruguayas para abandonar la costa montevideana, el capitán Hans Langsdorff hizo explotar el 17 de diciembre el barco para impedir que cayera en manos enemigas.

Durante las décadas transcurridas, muchas fueron las personas interesadas en los restos hundidos en las profundidades de la bahía de Montevideo. Entre ellas, el empresario Alfredo Etchegaray y el investigador Daniel Acosta y Lara explican a Efe cómo, ante la curiosidad por conocer qué se oculta en ese impresionante navío de guerra, emprendieron un arduo camino de rescate.

El águila del Graf Spree


El Graf Spee era el orgullo de la Kriegsmarine (Armada) de la Alemania nazi y, durante los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial, sembró el pánico como corsario en las rutas comerciales del Atlántico Sur.

Etchegaray explica que tiene unos 40 cajones con miles de documentos sobre el navío. Su obsesión por conocer cada detalle sobre este acorazado le llevó a recopilar fotos, vídeos, planos, documentación académica e incluso recortes de diarios y revistas que trataron el tema.

Su relación con el barco comenzó hace varias décadas y en 2004 logró retirar el impresionante telémetro que hoy se exhibe en las instalaciones del puerto de Montevideo. Dos años después el equipo de trabajo descubrió el águila de bronce, con sus alas extendidas, de más de 300 kilos, dos metros de alto y 2,8 de ancho ubicado en la proa del navío. La esvástica en la zona inferior provocó “una repercusión en la prensa de todo el mundo”, comenta.

”Se decía que había la posibilidad del águila, que la podían haber retirado los alemanes en forma secreta; también los ingleses que tuvieron buzos trabajando allí. Sin embargo, el águila estaba allí con sus bulones y en muy buen estado”, recuerda.

 
Fotografía de archivo del 25 de febrero de 2019 que muestra el telémetro del acorazado nazi Graff Spee (Camilo Martizzoni / EFE)

Por su parte, Acosta y Lara, experto en la historia del barco y autor del libro “Graf Spee. 1939-2009 De Wilhelmshaven al Río de la Plata”, cuenta que comenzó investigando la artillería alemana y luego se integró al grupo de Etchegaray para aportar su conocimiento.

Describe como “impresionante” el momento de extraer el águila de las marrones aguas del Río de la Plata y apunta que fue él quien propuso cubrir la esvástica -cuando se exhibió públicamente la pieza- por la sensibilidad que despierta en la comunidad judía.

”Emotivamente para mí tuvo un efecto impresionante ver surgir el águila. No porque tenga ningún tipo de inclinación por las imágenes nazis, todo lo contrario. Cuando me preguntan del barco digo que estuvo bien hundido y siempre me interesa aclarar eso”, subraya.

Acosta y Lara asegura que no es posible retirar del río el barco en su totalidad porque está muy deteriorado y el buceo en las costas montevideanas “es ciego totalmente”. Ambos resaltan su orgullo por haber recuperado esta pieza, con la colaboración del buzo Héctor Bado (fallecido en 2017), y las dificultades para poder decidir sobre su destino.

¿Qué hacer con los símbolos nazis?

Desde su extracción, el águila ha pasado por idas y vueltas y quienes la sacaron no pueden acceder a ella, ya que es custodiada por el Ministerio de Defensa Nacional en la Fortaleza del Cerro de Montevideo. El miedo a que se use para venerar la simbología nazi ha hecho que las autoridades uruguayas se resistan a autorizar su venta.

Aunque su valor es inmenso, Etchegaray asegura que hay interesados en adquirir la pieza y ninguno pertenece a grupos neonazis sino que, por el contrario, son académicos o personas que quieren donar la pieza al Museo del Holocausto. La situación fue puesta en manos de la Justicia, que decidió meses atrás que el Ministerio debía dar las condiciones para que se vendiera.

Una vez vencido el plazo para la apelación de la cartera de Defensa y, tras un proceso de negociación entre ambas partes, el asunto está en manos del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien se espera que emita “un decreto que beneficia con recursos económicos al Estado y además cumplen con el contrato y el dictamen de la Justicia”, explica Etchegaray.

El empresario afirma que se quedó con ganas de ir en busca de más restos, pero le ha costado conseguir la autorización del Gobierno. ”El barco está escorado, en muy mal estado pero no importa, hay que dejarlo que se vea. No es el barco, es todo el contexto cultural, cómo era Montevideo”, explica.

Para el empresario, la reflexión “es de las cosas más importantes”, ya que ayuda a no cometer errores del pasado y con ese espíritu considera que este elemento debe ser expuesto para que la gente tome conciencia sobre las atrocidades del nazismo.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Independencia de España: Juan Martín Díez, el Empecinado

Héroe popular es asesinado por un rey vengativo y abyecto

El Empecinado sembró el terror entre los generales de Napoleón




'Juan Martín Díaz, el Empecinado' de Goya (Tiberioclaudio99 / Wikimedia Commons)


Pepe Verdú || La Vanguardia

Castrillo de Duero es un pueblito vallisoletano con apenas 150 habitantes. Pese a sus diminutas dimensiones, tiene varios edificios con interés, como la iglesia parroquial o diversas casas blasonadas. El motivo de mi presencia, sin embargo, no es turístico: sigo el rastro del guerrillero Juan Martín Díez, más conocido como El Empecinado , un líder popular nacido aquí . Una estatua suya preside la plaza Mayor. También encuentro la sede del Círculo Cultural Juan Martín el Empecinado, creado por voluntarios, dispuestos a rescatar a su convecino del olvido con más entusiasmo que medios.

Martín fue un simple labrador que abandonó sus tierras en mayo de 1808 junto a dos amigos, Juan García y Blas Peroles, porque habían decidido echar a los invasores napoleónicos de España. Casi nada. El propósito tal vez les parezca un poco pretencioso, pero Martín mandaba a seis mil hombres solo tres años después y, victoria tras victoria, sacó los colores a los franceses. Todo eso lo consiguió sin formación militar ni conocimientos tácticos.
En 1808 ‘El Empecinado’ se unió al Ejército de Castilla, cuyo objetivo era el corte de las comunicaciones francesas entre Madrid e Irún

Durante los seis años que duró la guerra, la prensa de la época le dedicó más de 400 artículos, donde lo presentaban como una reencarnación de Viriato, don Pelayo y el Cid, todos juntos. Su apodo, por cierto, se debe al arroyo que atraviesa Castrillo de Duero y que deja pecina (cieno negruzco) a su paso. La abundancia de esta hace que los lugareños sean conocidos comarcalmente como “empecinados”, de donde procede el sobrenombre del guerrillero.

Nacido el 2 de septiembre de 1775, Juan Martín tenía 32 años cuando estalló la guerra de la Independencia. Vivía entonces en Fuentecén, el pueblo de Catalina de la Fuente, su esposa, donde aún permanece la vivienda familiar. Tradicional tierra de viñedos, los caldos de Fuentecén forman parte hoy de la Denominación de Origen Ribera de Duero.

Campanas de la iglesia de San Mamés Mártir de Fuentecen (Malopez 21 / Wikimedia Commons)

La revuelta madrileña del 2 de mayo de 1808 había enardecido el país. Quienes no se alistaron en el ejército regular, se agruparon en partidas que hostigaban a los invasores como buenamente podían. Juan Martín fue pronto el líder de una de ellas, formada por amigos suyos y familiares. Cerca del pueblo segoviano de Honrubia de la Cuesta protagonizaron su primera acción: la captura de un correo francés.

A principios del verano de 1808, el general Gregorio García de La Cuesta mandaba el Ejército de Castilla, que pretendía absorber las partidas dispersas. El Empecinado se unió a esa milicia, cuyo objetivo era el corte de las comunicaciones francesas entre Madrid e Irún. Españoles y galos se enzarzaron en una batalla campal en Cabezón de Pisuerga el 12 de de julio de 1808, con un resultado catastrófico para los primeros, aplastados por las formidables tropas del general Antoine-Charles-Louis de Lasalle.

Cabezón de Pisuerga fue escenario de una cruenta batalla en 1808 (Luis Rogelio HM / Wikimedia Commons)

Cuando la historia se repitió en Medina de Rioseco, Juan Martín comprendió la inviabilidad de enfrentarse a los franceses en campo abierto, de igual a igual. Él y sus hombres abandonaron el ejército y se consagraron de nuevo a la acción guerrillera. Su objetivo sería hostigar las comunicaciones y el suministro del ejército francés mediante la interceptación de correos y mensajes, y la captura de convoyes de víveres, dinero o armas.

En sus Episodios Nacionales, Benito Pérez Galdós reflexiona sobre ese tipo de combatientes: “En las guerrillas no hay verdaderas batallas; es decir, no hay ese duelo previsto y deliberado entre ejércitos que se buscan, se encuentran, eligen terreno y se baten. Las guerrillas son la sorpresa, y para que haya choque, es preciso que una de las dos partes ignore la proximidad de la otra. (...) Su principal arma no es el trabuco ni el fusil; es el terreno, sí, el terreno, porque según la facilidad y la ciencia prodigiosa con que los guerrilleros se mueven en él, parece que se modifica a cada paso prestándose a sus maniobras”.

A finales de 1809 su campo de acción ya se extiende por las sierras de Gredos, Ávila y Salamanca, y por las provincias de Cuenca y Guadalajara

La partida del Empecinado da afortunados golpes de mano en Aranda de Duero, Sepúlveda, Pedraza... Fruto de esos éxitos, en 1809 es nombrado capitán de caballería. A finales de ese año su campo de acción ya se extiende por las sierras de Gredos, Ávila y Salamanca , y por las provincias de Cuenca y Guadalajara . En 1811 está al mando del regimiento de húsares de Guadalajara, con seis mil hombres a sus órdenes.

El daño infringido a los franceses es grande. Tanto, que Napoleón encomienda personalmente al general Sigisbert Hugo que persiga al Empecinado y acabe con él a cualquier precio. El militar lo intenta durante tres años, sin éxito: sus soldados no acorralan a los escurridizos guerrilleros. También intentó atraer a Juan Martín a la causa bonapartista a cambio de dinero, mediante el soborno, pero el guerrillero rechazó la oferta. Hugo llegó a encarcelar a la madre del guerrillero y a otros familiares, pero la reacción de Martín fue multiplicar su actividad y amenazar con el fusilamiento de cien prisioneros franceses. Los rehenes fueron liberados. Un ejemplar de los 'Episodios Nacionales' de Galdós con 'El Empecinado' como protagonista (http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/0/x/0/05?searchdata1=Mimo0002200980 / Wikimedia Commons)

Aquellos años, las victorias del Empecinado se vivían con euforia colectiva. En 1812, cuando su guerrilla tomó Guadalajara, varios teatros de Madrid programaron representaciones de sus hazañas. El último año de la guerra, 1814, Juan Martín fue ascendido a mariscal de campo y recibió el derecho a firmar documentos oficiales como El Empecinado.

Astuto y audaz, Juan Martín fue un líder. Acudimos de nuevo a Pérez Galdós, quien reflexionó sobre la época y esa forma de carisma: “Tres tipos ofrece el caudillaje en España, el guerrillero, el contrabandista, el ladrón de caminos. El aspecto es el mismo, solo el sentido moral los diferencia. (...) La Guerra de la Independencia fue la gran academia del desorden. (...) Los guerrilleros constituyen nuestra esencia nacional, (...) la dignidad dispuesta al heroísmo, la crueldad inclinada al pillaje”.

Restaurado el absolutismo, ‘El Empecinado’ fue desterrado en Valladolid por orden del monarca, quien lo persiguió con saña por liberal

Si la guerra de la Independencia unió a buena parte de España en torno a un objetivo común, la expulsión de los franceses, la victoria puso fin a ese consenso. Por una parte, no todos supieron readaptarse a la rutina y al esfuerzo cotidiano asociados al trabajo. Muchos antiguos guerrilleros degeneraron hacia el bandolerismo. Por otra parte, el abyecto Fernando VII no fue un rey agradecido con quienes se jugaron la vida para su restitución en el trono. Restaurado el absolutismo, El Empecinado fue desterrado en Valladolid por orden del monarca, quien lo persiguió con saña por liberal. Sus victorias ya no importaban.

El 1 de enero de 1820, El Empecinado se sumó al levantamiento del general Rafael del Riego en Las Cabezas de San Juan en defensa de la Constitución de Cádiz. Durante sus marchas, la tropa entonaba una canción que la Segunda República adoptaría como himno más de un siglo después: el Himno de Riego.

Durante el Trienio Liberal (1820-1823), Juan Martín fue gobernador militar de Zamora. Pero la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis puso fin al paréntesis progresista y restituyó el poder absoluto de Fernando VII. Martín huyó a Portugal, hasta que el Rey lo autorizó a regresar a España con todo tipo de garantías. Era una trampa: El Empecinado y 60 fieles fueron detenidos en Olmos de Peñafiel por los Voluntarios Realistas.

Zamora, ciudad en la que 'El Empecinado' desempeñó el cargo de gobernador civil (venemama / Getty Images)

Los presos fueron conducidos a Roa de Duero (hoy, Roa), en cuya plaza Mayor fueron insultados y apedreados por la chusma, y encarcelados. Doce años antes habían liberado el pueblo de los invasores franceses. El 20 de abril de 1825, Fernando VII aprobó la sentencia que condenaba a El Empecinado a la horca. El reo pidió ser fusilado en consideración a los servicios prestados a España, pero el soberano negó su permiso: lo colgaron como a un criminal el 20 de agosto de ese mismo año. El municipio de Roa levantó un monumento a El Empecinado en 1993. También organiza cada año un homenaje que coincide con el aniversario de su muerte.

Los restos de Juan Martín descansan en Burgos, en un mausoleo construido en 1851 en la calle Fernán González por suscripción popular. Sobre él escribió Pérez Galdós: “Poseía en alto grado el genio de la pequeña guerra, fue el Napoleón de las guerrillas, no hubo otro en España ni tan activo ni de tanta suerte. (...) Al estallar la guerra se había echado al campo con dos hombres, como Don Quijote con Sancho Panza, y empezando por detener correos, acabó por destruir ejércitos”.

Monumento a 'El Empecinado', Burgos (Rowanwindwhister / Wikimedia Commons)

domingo, 15 de diciembre de 2019

Comunismo: Stalin y sus banquetes asesinos

Borracheras y muerte en las cenas de Stalin

El núcleo duro del dictador decidió durante décadas el destino de miles de personas en celebraciones marcadas por el alcohol y el miedo 

 
Fotografía oficial de Stalin con Nikolai Yezhov y, a la derecha, la misma foto retocada tras su ejecución. (Getty/AFP)


Fèlix Badia || La Vanguardia


Grigori Zinoviev (1883-1936) fue uno de los primeros líderes pata negra de la revolución rusa ejecutado en las purgas de los años 30. Días después de su asesinato, en una cena del círculo de poder más próximo a Stalin, Karl Paker, jefe de seguridad del líder soviético, imitó las súplicas desesperadas por su vida que supuestamente habría hecho Zinoviev segundos antes de ser fusilado. A Stalin le entró tal ataque de risa que tuvo que pedir a Paker que parara.

En la época de las purgas y tras la guerra, las cenas de Stalin se convirtieron en un teatro en que, entre litros de alcohol y bromas macabras, se tomaban grandes decisiones de Estado y se sellaba el destino de miles de personas; un escenario, dominado por la paranoia, en que un desliz insignificante podía suponer el fin de una carrera política. O algo peor.


Stalin celebró casi 50 lujosos banquetes en el Kremlin entre 1935 y 1945, algunos para miles de personas

El historiador ruso Vladimir Nevezhin publicó en 2011 un libro en el que repasa los 47 grandes banquetes ofrecidos por el Vohzd entre 1935 y 1949, con la excepción del período 1941-1945, en que no hubo celebraciones de este tipo. Nevezhin contabiliza cenas en el Kremlin para entre 500 y 2.000 invitados que, pese a las penalidades de esos años, se caracterizaban por su suntuosidad. Las había de todo tipo: las que conmemoraban fechas señaladas del santoral socialista, como el aniversario de la Revolución, y otras que celebraban eventos especiales.

 
Molotov firma el pacto germano soviético de no agresión, ante Stalin y el ministro alemán Von Ribbentrop de pie a la izquierda

Entre estas últimas, el economista Branko Milanovic publicó recientemente un artículo en el que cuenta una anécdota sobre un banquete ofrecido a los mejores aviadores de la URSS, gremio cuyas hazañas, al parecer, ponía de excepcional buen humor al líder soviético. Según cuenta Milanovic, Stalin hizo llamar a su mesa a una docena de aviadores y los abrazó y besó uno por uno, tras lo cual todo el politburó presente imitó sin titubear su gesto. El resultado fue una acumulación de efusivos besos y abrazos que, tal como expilca Milanovic, “habría sido inimaginable para los estándares occidentales”

En otra ocasión, las autoridades soviéticas ofrecieron un banquete a una delegación nazi con motivo del pacto de no agresión entre ambas potencias. Antes de empezar la cena, el ministro de exteriores, Viacheslav Molotov, brindó 22 veces por sus huéspedes. Cuentan que cuando los alemanes se disponían a probar el primero de los 24 platos del menú, un achispado Molotov aún intentó empezar a brindar por cada uno de los jerarcas ausentes.


De las 21 personas que se sentaron en la mesa presidencial en 1937 y 1938, ocho fueron fusiladas y dos se suicidaron

Aquellos lujosos eventos contrastaban con el color gris de la vida de la calle, pero, además, ocultaban otra realidad, la de las purgas y la persecución de supuestos disidentes o miembros del partido caídos en desgracia. En condiciones normales, en un régimen dictatorial, estar en la mesa presidencial junto al líder hubiera sido un gran privilegio, pero, dentro del clima de la segunda mitad de los años 30, no suponía ninguna garantía de quedar al margen de las purgas. De las 21 personas que se sentaron con Stalin en esa mesa entre 1937 y 1938, ocho fueron fusilados y a otros dos no les quedó más salida que suicidarse.

Uno de los ejemplos que destaca Nevezhin es el de Stanislav Kosior, miembro del politburó y secretario general del Partido Comunista de Ucrania, que en esos dos años cenó en cinco ocasiones con el Vozhd; en agosto de 1938 su esposa fue fusilada y poco después él mismo fue detenido, para ser ejecutado en 1939.



Es algo parecido a lo que le ocurrió a Nikolai Bujarin, quien, desde la dirección del periódico Izvestia, escribía en esos años grandes loas a Stalin correspondidas por el dictador con brindis públicos en su honor, y que terminó ejecutado en 1938, al mismo tiempo que otro ilustre, Alexei Rikov, antiguo primer ministro -un cargo meramente nominal- conocido también como rikovka, por su afición al vodka. El propio Nikolai Yezhov, brazo ejecutor -a veces literalmente- de las purgas, fue torturado y fusilado en febrero de 1940.

 
Los fastos ocultaban las rencillas y tensiones. Stalin, en el centro, el segundo por la izquierda es Jrushchov y el primero por la izquierda, Molotov (Universal)

Al margen de los espectaculares banquetes, había otro tipo de cenas reservadas a un grupo más selecto de líderes soviéticos, pero ni siquiera estar en ese núcleo duro del régimen aseguraba una vida plácida. El historiador Simon Sebag Montefiore publicó hace unos años La corte del zar rojo (Crítica), donde relata, gracias a la información de testimonios orales y escritos, algunos de los más escabrosos entresijos de los años de Stalin.

De toda la descripción de este autor -que este año ha publicado en castellano Escrito en la historia: Cartas que cambiaron el mundo (Crítica)- resulta particularmente perturbador el clima de tensión que reinaba entre los líderes soviéticos en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra mundial, cuando las paranoias del Vozhd alcanzaron su más alto nivel, lo que acabó creando un ambiente de odio y desconfianza entre los jerarcas. “El peligro acechaba en los amigos -escribió el hijo de Nikita Jrushchov, Sergei-. Una reunión inocente podía tener un final trágico”.

 
Laurenti Beria, en primer término, con Svetlana Stalin. Al fondo, Stalin. (wikimedia)

Stalin había tenido que moderar su consumo de alcohol por consejo médico tras sus tremendas borracheras de 1944-45 -¡en plena guerra!-, pero eso no quería decir de ningún modo que los demás tuvieran que mantenerse sobrios. En esas cenas privadas, “nos obligaba a beber hasta que teníamos la lengua de trapo”, recordó tiempo después Anastas Mikoyán, que llegó a ser viceprimer ministro durante la guerra. Uno de los juegos favoritos del líder soviético era el de intentar adivinar la temperatura: en una ocasión, Laurenti Beria, el poderoso jefe del aparato de seguridad soviético se equivocó por tres grados y tuvo que beber tres vodkas de una tacada.

Pero en otras muchas ocasiones era precisamente la siniestra a mano derecha de Stalin quien se encargaba de que corriera el alcohol y de que ninguno de los miembros de la camarilla del Vozhd se librara de agarrar una contundente borrachera, ni de humillarse ante ambos. En muchos casos, cuenta Sebag Montefiore, “se bebía tanto en aquellas bacanales que los jerarcas (…) tenían que salir dando trompicones de la habitación para ir a vomitar”. Algunos sobornaron a una camarera para que les sirviera agua coloreada. Cuando se enteró, Stalin advirtió a Mikoyán: “Quieres ser más listo que los demás ¿verdad? Ten cuidado, no vayas a tener que lamentarlo más tarde”


En las cenas privadas, los jerarcas soviéticos tenían que soportar las burlas de Stalin y Beria

La humillación, efectivamente, era uno de los grandes objetivos de esas cenas “cuyo nivel se parecía al de una despedida de solteros de hombres de Neandertal”, explica Sebag Montefiore. Algunos de los miembros del núcleo duro del poder se convertían en el centro de las bromas. Beria la emprendía, por ejemplo, con Mikoyán, a quien metía tomates maduros dentro de la chaqueta para luego acorralarle contra la pared y provocar así que reventaran.

En una ocasión Nikita Jrushchov llevó, para su escarnio, un buen rato un papel que Beria le había pegado en la espalda y donde se podía leer “gilipollas”. Y Molotov tuvo que soportar la burla general después de haberse sentado sobre un tomate. Mientras este último llevaba como podía esas peculiares reuniones sociales, su esposa Polina, de la que había sido obligado a divorciarse, languidecía en un gulag .

Tras aquellas cenas interminables, Stalin ofrecía a los jerarcas la posibilidad -en realidad era una oferta irrechazable- de acompañarle a la sala de proyecciones para ver una película. Allí les esperaba un aterrorizado Ivan Bolshakov, ministro de Cinematografía, cuyos dos antecesores habían sido fusilados en las purgas. Su misión era decidir qué película proyectar y cruzar los dedos para acertar ante el humor siempre cambiante del líder soviético. En muchas ocasiones, Stalin le pedía películas en inglés que él traducía simultáneamente… aunque sin saber el idioma. En realidad, al Vozhd casi le gustaba más ver cómo aquel hombre, azorado, trataba de salir del aprieto que las películas en sí.

 
Polina Molotova cuando aún no había sido objeto del proceso contra ella que la llevó al gulag. Fue liberada tras la muerte de Stalin. (AFP)

Después de la muerte de Stalin, algunos de aquellos hombres se tomaron la revancha con Beria, ya que no pudieron o no se atrevieron durante la vida del líder. Jrushchov, que había sido objeto de sus burlas y humillaciones encabezó la operación que apartó del poder y que a la postre terminó con la ejecución del antes temible georgiano. Fue una maniobra en la que también participó otra de las víctimas de aquellas cenas, Molotov. La esposa de este último sería liberada de su reclusión en el gulag inmediatamente después del fallecimiento del Vozhd. A pesar de todo, ambos seguirían siendo férreos estalinistas hasta su muerte.


El líder soviético forzó el divorcio del matrimonio Molotov y envió a Polina al gulag; pese a todo siguieron siendo fervientes estalinistas

sábado, 14 de diciembre de 2019

Las guerras más absurdas

Las guerras más absurdas de la historia

Javier SanzHistorias de la Historia




Ya sea por motivos económicos, políticos, por afán de conquista, por intereses particulares de algunos que logran hacer creer que son intereses colectivos…, el caso es que, a lo largo de la historia, las guerras han estallado por diferentes razones y, en muchas ocasiones, por simples nimiedades, ya fuese por el motivo de la disputa o por el objeto de la disputa. Bajo mi punto de vista, estos son algunos de los conflictos bélicos más absurdos. Como dice el refrán, no están todos los que son, pero sí son todos los que están.

La guerra del cerdo.

El llamado Territorio de Oregón es el nombre con el que se conocía la región del noroeste de América del Norte situada entre las montañas Rocosas y el océano Pacífico, y que en la actualidad comprendería la provincia canadiense de la Columbia Británica y los territorios estadounidenses de Oregón, Washington, Idaho y parte de Montana y Wyoming. Tras la desaparición de la presencia española, el territorio fue ocupado conjuntamente por británicos y estadounidenses. Con la firma del Tratado de Oregón (1846) se fijaron los límites: al Norte del paralelo 49º para los británicos y al Sur, hasta el paralelo 42º, territorio estadounidense, pero había un pequeño archipiélago, las islas San Juan, situado entre la isla Vancouver y el continente, que ambos pretendían.



En las islas convivían los colonos estadounidenses con sus pequeñas explotaciones agrícolas y la compañía británica Bay Hudson con grandes explotaciones ganaderas ovinas y porcinas. Lamentablemente, un pequeño altercado prendió la mecha. El 15 de junio de 1859, un cerdo propiedad de la Bay Hudson se metió en el terreno de un agricultor estadounidense e hizo de las suyas. Lyman Cutlar, el propietario del terreno, mató al cerdo. Las autoridades británicas, a petición de la Bay Hudson, lo arrestaron y el resto de agricultores solicitaron la ayuda militar de su gobierno. Los EEUU enviaron un pequeño contingente de tropas y los británicos respondieron con tres buques de guerra. No hubo ningún disparo, pero durante dos meses los estadounidenses siguieron enviando tropas y los británicos dos buques más. Ambos gobiernos entendían que era absurdo comenzar una guerra por un cerdo, pero nadie daba su brazo a torcer. Bajo aquella estúpida excusa subyacía la verdadera realidad: la disputa por la propiedad de las islas San Juan. El comienzo de la Guerra de Secesión americana dejó aparcado el conflicto que no se arreglaría hasta 12 años más tarde cuando ambos países decidieron someterse al arbitraje de un tercero, el Kaiser Guillermo I de Alemania, que declaró las islas San Juan propiedad de los EEUU. Ambos aceptaron la resolución y las tropas británicas se retiraron.

La guerra de los pasteles.

Lo que puede llegar a cambiar una frase si suprimimos unos artículo, de “guerra de pasteles” a “guerra de los pasteles”. En la primera de ellas a nadie nos importaría participar y la segunda la libraron Francia y México en 1838.



Tras lograr al independencia de España en 1821, México se enfrentaba a una delicada situación económica lastrada por las cuantiosas deudas con los países que había financiado la guerra de Independencia, sobre todo Francia, y agravado con enfrentamientos entre partidarios de los distintos candidatos a la presidencia. En la década de los treinta una serie de disturbios callejeros desembocaron en el asalto de varios comercios, entre los que estaba la pastelería de un ciudadano francés, el señor Remontel. El francés se puso al frente de los comerciantes asaltados y exigieron al gobierno mexicano una indemnización por los daños y perjuicios causados… 600.000 pesos. Ante la falta de respuesta, solicitaron ayuda al gobierno francés. Poco o nada importaban las reparaciones económicas exigidas por los comerciantes, pero Francia utilizó este conflicto menor para exigir a México su pago y, lo más importante, para avisarles de lo que podría ocurrir si no devolvían los préstamos que se adeudaban a Francia. Luis Felipe I, rey de Francia, envió una flota al mando del almirante Charles Baudin que bloqueó los principales puertos del Golfo de México. Ante dicho bloqueo, en noviembre de 1838, México le declaró la guerra a Francia. El almirante Baudin ordenó tomar Veracruz. A pesar del regreso del general Santa Ana para dirigir la defensa, en la que incluso llegaría a perder una pierda, nada se pudo hacer ante la superioridad numérica y, sobre todo, de armamento del ejército francés. En marzo de 1839, y actuando de intermediarios los británicos, México se comprometió a pagar los 600.000 pesos y la flota francesa se retiraba.

La guerra de la sandía

El Tratado Mallarino-Bidlack, firmado el 12 de diciembre de 1846 entre Estados Unidos y la República de Nueva Granada (actuales Colombia y Panamá), fue un convenio de reciprocidad comercial entre ambos países. El problema es que resultaba tremendamente favorable para los intereses económicos y comerciales de EEUU y, peor aún, de los ciudadanos norteamericanos sobre lo población autóctona en el territorio de Nueva Granada. Además, muchos hicieron uso de esa superioridad, adquirida legalmente, y protagonizaron actos de abusos, violencia e irresponsabilidad que agudizó el recelo y resentimiento entre la población local. Sólo faltaba una chispa que prendiese aquella bomba latente… y fue una rodaja de sandía.


Ilustración Xurxo Vázquez

El incidente tuvo lugar el 15 de abril de 1856 cuando un grupo de norteamericanos, entre los que se encontraba Jack Olivier, paseaba por la estación del ferrocarril después de pasar varias horas de copas. El tal Jack, más chulo que un ocho, cogió una rodaja de sandía de un puesto ambulante. Cuando el propietario, José Manuel Luna, le indicó que el precio eran 5 centavos, Jack se dio la vuelta y se marchó. El vendedor volvió a requerirle el pago y Jack siguió sin hacer caso. José Manuel sacó un cuchillo y le amenazó, pero Jack, altanero y ufano, desenfundó su arma de fuego y le apuntó. Este incidente fue contemplado por todos los presentes y derivó en una pelea callejera entre estadounidenses y la población local que terminó con un saldo de 15 muertos y 16 heridos estadounidenses y, por el lado local, dos muertos y 13 heridos.

Aquel conflicto acarreó consecuencias internacionales: los estadounidenses acusaban a las autoridades locales de no mantener el orden y éstos, apoyados en el informe de los cónsules de Francia y Gran Bretaña, a la pandilla de Jack de provocar el incidente. El gobierno de EEUU, ante el informe del comisionado estadounidense Amos Corwine, que aconsejaba la inmediata ocupación del istmo, envió un contingente de 160 soldados que tomaron la estación del ferrocarril. Tras tres días de ocupación, los soldados se retiraron sin disparar un solo tiro cuando las autoridades locales accedieron a negociar. El 10 de septiembre de 1857 se firmaba el Tratado Herrán-Cass, mediante el cual la República de Nueva Granada aceptaba su culpabilidad y, además, se fijaba una indemnización en favor de los estadounidenses de 412.394 dólares en oro por daños y perjuicios.

En ocasiones, como decía al principio, lo absurdo del conflicto no es el motivo de la disputa, sino el «objeto» de la disputa, como un peñasco o una isla que apenas «existió» durante cinco meses.

Conflicto de la isla de Hans.

La legislación internacional establece que las aguas territoriales de un país se extienden hasta 12 millas náuticas (unos 22 Km) de la costa de cada país. En el caso de los estrechos, como es el caso del Estrecho de Gibraltar, al estar las costas de uno y otro país tan cerca, el límite de las aguas territoriales se establece en el punto medio entre ambas costas. Así que, ¿de quién sería una isla situada justo en este punto medio?



En el Estrecho de Nares, en el norte de Groenlandia, la línea que separa las aguas territoriales de Canadá y Dinamarca está a unas 10 millas de ambos lados. Y justo en ese punto medio está la Isla Hans, un trozo de roca que a penas llega a algo más de 1 Km de punta a punta. Las poblaciones más cercanas son la base Alert de las Fuerzas Canadienses (el lugar habitado situado más al norte del planeta), y los pueblos de Siorapaluk y Qaanaaq en Groenlandia (Dinamarca), todos ellos situados a más de 200 Km.

En los años 30, la Liga de las Naciones (predecesora de las Naciones Unidas) estableció que la Isla Hans pertenecía a los daneses. Pero los canadienses alegan que, al desaparecer esta institución, la decisión queda invalidada y, de momento, las Naciones Unidas no se han mojado. Durante los años 70, ambos gobiernos pactaron una lista de 127 puntos geográficos que delimitaban la frontera marítima entre los dos países en el estrecho de Nares. Pero entre los puntos 122 y 123 decidieron no dibujar ninguna línea y, por tanto, no delimitar la frontera, era la Isla Hans. Pero no penséis que la cosa se queda ahí. La tensión entre ambos países es muy fuerte y, hasta podríamos hablar de uno de los puntos calientes de la geopolítica mundial -modo ironic-. En una muestra de “violencia descontrolada”, cada año se repite un enfrentamiento entre las fuerzas armadas canadienses y danesas. Cada mes de agosto, el ejército canadiense lleva a cabo unas maniobras militares en la zona de la Isla Ellesmere. Cuando pasan cerca de la Isla Hans, desembarcan unos cuantos soldados, retiran la bandera danesa, izan la canadiense y, junto al mástil dejan una botella de whisky canadiense con el mensaje: “Bienvenidos a Canadá“. El ejército danés no se queda atrás en el uso desproporcionado de la fuerza y, cada primavera, envían un destacamento a la Isla Hans que se encarga de descolgar la bandera de Canadá, colocar la danesa, se beben el whisky y depositan una botella de Schnapps con un cartel que dice: “Estáis en territorio de Dinamarca“.



Y todo por una roca desnuda, inhóspita, gélida y que no tiene ningún valor. Bueno, sí, el de una botella de whisky y una de Schnapps al año.

El territorio que apenas existió 5 meses

Estoy hablando de la isla Graham, isla Julia o isla Ferdinandea, dependiendo de qué país de los que se disputaron su soberanía la nombre. Esta isla no es más que el Empédocles, un gran volcán submarino situado a 30 km al sur de la isla de Sicilia y cuyo pico se encuentra a pocos metros de la superficie del mar. Lleva el nombre del filósofo griego que, según cuenta la leyenda, murió al arrojarse al volcán Etna. La primera aparición documentada de una erupción del Empédocles, convirtiéndose en una isla momentáneamente, se remonta al siglo III a.C.

Pero el motivo de este conflicto se debe a la erupción que se produjo en 1831, cuando de la noche a la mañana apareció un islote que cuando dejó de escupir lava tenía una longitud de 4 km, una superficie de 1,6 km², una altura máxima de 60 metros sobre el nivel del mar y dos pequeños lagos interiores. El 2 de agosto de 1831, cuando apenas se había enfriado la isla surgida del mar, el capitán inglés Humphrey Fleming Senhouse partía desde la isla de Malta para plantar la bandera británica y la bautizó con el nombre de Graham Island. El 17 de agosto, un barco del rey Fernando II de las Dos Sicilias (reino compuesto por la unión de Nápoles y Sicilia, y bajo soberanía de la Casa de Borbón española que en 1861 pasará a formar parte de Italia) llegaba a la isla, quitaba la bandera británica y plantaba la suya cambiándole el nombre por isla Ferdinandea. El 29 de septiembre, una misión científica francesa plantaba su bandera y la bautizaba con el nombre de île Julia. Aquella situación estuvo a punto de crear un conflicto internacional por la soberanía del islote que, por suerte, se solucionó sin ningún enfrentamiento. La lava que escupió el volcán estaba compuesta por material fácilmente erosionable y la acción de las olas y el viento hicieron que la isla desapareciese el 17 de diciembre, apenas cinco meses después de su aparición.



Esta isla todavía daría para otro curiosa situación. En abril de 1986, en la llamada Operación El Dorado Canyon, la Fuerza Aérea de los EEUU bombardeaba Libia como represalia por la bomba que estalló en una discoteca de Berlín frecuentada por los soldados estadounidenses. Los bombarderos detectaron una sombra bajo el mar, que no era otra cosa que la isla, y creyendo que era un submarino libio… la bombardearon.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Cuba a 60 años del comunismo: Sumidero de criminales e inútiles

Cuba cumplió 60 años de la revolución comunista con una tasa de pobreza de 90%

A 6 décadas de la revolución comunista, Cuba tiene hoy una tasa de pobreza de 90%, un sueldo mínimo de US$9 y una economía similar a la de Corea del Norte

Fidel Castro llegó al poder de Cuba el 1 de enero de 1959 y lo mantuvo por casi cinco décadas, hasta que una enfermedad lo alejó del gobierno.

Daniel Macera || El Comercio



El problema de Fidel Castro para admitir que desde un inicio lideraba una revolución comunista era que “el pueblo de Cuba no estaba listo para entender estos principios”, confesó él mismo en 1961, dos años después de su golpe de estado. Así que decidió ocultar su real motivación y envió el país hacia una realidad económica y política comparable hoy únicamente con Corea del Norte y Venezuela.

La ironía del modelo económico cubano, que este 2019 cumplió 60 años, reside en el hecho de que a pesar de funcionar bajo lineamientos (según el gobierno local) socialistas y de autosuficiencia, ha dependido casi exclusivamente –desde 1959- de lo que otros gobiernos, capitalistas varios, pudieran brindarle.

De acuerdo al economista nacido en Cuba Carmelo Mesa Lago, Cuba ha recibido más ayuda de la Unión Soviética y otros países que ningún otro país en América Latina: US$65.000 millones en 30 años.

Después de su victoria en la revolución cubana contra la dictadura de Fulgencio Batista (1959), Castro inició un proceso para eliminar la clase media y alta de la sociedad, principalmente a través de dos reformas agrarias. La segunda, más radical que la primera, incluyó la nacionalización de empresas estadounidenses y la erradicación de la propiedad privada sobre los medios de producción.

“Prometió que tras 20 años, Cuba iba a tener un PBI superior al de EE.UU., íbamos a ser la Suiza de América. En los años 70 fracasaron todos los experimentos estatales y la Unión Soviética comenzó a subvencionarnos”, explica Carlos Oliva, economista y miembro de la dirección de la organización Unión Patriótica de Cuba.

Como economía dependiente, lo que sucedió en realidad fue que, una vez disuelta la Unión Soviética (1991), Cuba ingresa en la mayor crisis económica de su historia, lo que los cubanos llaman “periodo especial”. En solo tres años, el PBI retrocede 35%, según Mesa Lago, por lo que el gobierno recurre a abrir tímidamente su economía, despenaliza el uso del dólar y, gracias a esto, ingresa capital extranjero.

Empieza a crecer, por este periodo, la figura del ‘trabajador por cuenta propia’, un eufemismo estatal para no reconocer a la persona como propietario de un negocio donde, por ejemplo, el dueño de un restaurante no es catalogado como tal, sino como un ‘vendedor-elaborador de alimentos’, cuenta Oliva.

No obstante, con la llegada de Hugo Chávez a Venezuela (1998), Cuba retrocede en el otorgamiento de permisos a trabajadores por cuenta propia (ya que nuevamente empiezan a confiar que el Gobierno podrá resolver los problemas económicos) y aumenta los impuestos y fiscalizaciones para ellos.

“A los pequeños productores que se beneficiaron con las reformas agrarias tampoco se les da plena libertad: el Estado les dice qué producir, a qué precio y no pueden ni siquiera matar una vaca de propiedad. Dan hasta 25 años de prisión”, explica María Werlau, directora ejecutiva de Archivo Cuba.

A la fecha de redacción de este informe, Cuba mantiene una deuda externa con Rusia de US$32,1 mil mlls., con el Club de París (19 países) de US$11,1 mil mlls., con China de US$6 mil mlls, entre otros.

Gran parte de estos montos, algunos provenientes desde la década de los 80, han sido condonados [ver infografía], por lo que la cifra oficial, al 2015, rondaría los US$15.800 millones. Irónicamente, entre 180 países supera únicamente en el índice de Libertad Económica de The Heritage Foundation a Corea del Norte y Venezuela.(Infografía: El Comercio)

“Se puede hacer una analogía entre lo que sucede en Cuba y lo que sucedía en la Europa de la Inquisición: toda persona que disiente del socialismo que establece el gobierno es reprimido, le allanan la vivienda, entra otras cosas”, analiza Oliva.

El recuerdo de 1959


Las estadísticas en Cuba son difíciles –y en algunos casos imposibles- de calcular. A partir de estudios de Mesa Lago y Maddison, la Cuba de Batista aparecía en los primeros puestos de la región en ámbitos como el control de la inflación, estabilidad fiscal, tasa de alfabetización, esperanza de vida, y su PBI per cápita se movía en los niveles del español y era tres veces el de China.

Hoy el sueldo mínimo cubano se reduce a US$9, mientras que el promedio es de US$30. El PBI per cápita pasa a ser la mitad del de China y la tasa de pobreza, estima Werlau, alcanza al menos al 90% de la población.

Asimismo, de acuerdo a cifras de Archivo Cuba, antes de la revolución, Cuba era autosuficiente en alimentos y era el mayor exportador de azúcar del mundo. Hoy importa el 80% de su comida, incluido el azúcar.

“La Venezuela de hoy es la Cuba desde hace décadas”, sentencia Werlau.

La apuesta por lo mismo

Sesenta años después de la revolución, la isla de Fidel se encuentra cerca del debate de una nueva Constitución. La expectativa, explica Oliva, siempre es la apertura económica y la apuesta por eliminar el comunismo.

“El país no volverá jamás al capitalismo”, indica el texto de la nueva Carta Magna, dándole la contra a Oliva.

“El Partido Comunista Cubano orienta los esfuerzos comunes en la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”, se lee, condenando al país a, probablemente, otros 60 años de involución.