lunes, 13 de septiembre de 2021

Chile: El enorme desastre de Antuco

Ejército trasandino: La tragedia de Antuco

Extraído de La Guerra que no fue: La crisis del Beagle de 1978 de Alberto N. Manfredi (h)
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Entre el 17 y 18 de mayo de 2005, cuarenta y cuatro conscriptos y un sargento del Regimiento Reforzado Nº 17 de Los Ángeles, perecieron durante una marcha de entrenamiento en las laderas del volcán Antuco, en la que se cometieron todo tipo de torpezas, dejando al descubierto el escaso grado de preparación y falta de profesionalidad del ejército chileno.
Los reclutas, hijos de humildes y honestos trabajadores rurales de la región del Bio Bio, fueron obligados a marchar desde un refugio de montaña próximo a la frontera argentina, hasta otro abandonado al pie de la elevación, un recorrido de más de 24 kilómetros a través de un terreno inhóspito, próximo al lago Laja, borrado por cuatro metros de nieve.
Los responsables de la tragedia fueron el coronel Roberto Mercado, jefe del mencionado regimiento, su segundo, el teniente coronel Luis Pineda, el mayor Patricio Cereceda Truán que fue el encargado de llevar al batallón de 473 efectivos hasta el refugio Mariscal Alcácer, en el paraje denominado Los Barros y el resto de la oficialidad, que demostró en todo momento una impericia y falta de conocimientos rayanos en la inconsciencia.

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Volcán Antuco, el lugar de la tragedia

Desoyendo los alertas meteorológicos tempranos lanzados por la ONEMI (Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior), Cereceda dispuso el envío del batallón completo hacia el abandonado refugio La Cortina, propiedad de la Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima (ENDESA), ubicado al pie del volcán. Lo dividió en dos escalones, el primero integrado por las compañías Cazadores y Plana Mayor, en el que servían 22 mujeres y el segundo por las Morteros y Andina, con un número aproximado de 200 soldados en cada una.
La primera sección partió el 17 de mayo por la tarde, cerca de las 15.30, una hora en la que las marchas deben finalizar, nunca comenzar y alcanzaron el objetivo doce horas después, en muy mal estado, tras una jornada plagada de incidencias, en la que los conscriptos sufrieron todo tipo de accidentes y principios de congelamiento.
Durante la noche las condiciones climáticas empeoraron y eso movió a algunos oficiales a plantear a Cereceda la necesidad de mantener a la tropa en el refugio (la mayoría de los soldados se hallaban en carpas tendidas a la intemperie, junto al edificio principal en tanto la oficialidad se mantenía a resguardo en el interior del refugio).
Cereceda no estuvo de acuerdo y cerca de las 05.00 de aquella gélida mañana de otoño, con viento, frío y nieve en abundancia, dispuso la marcha, en primer lugar la compañía de Morteros y una hora después la Andina, la primera al mando del capitán Carlos Olivares, que no tenía experiencia en montaña y la segunda al de su igual en el rango, Claudio Gutiérrez, un oficial calificado como especialista en ese tipo de terreno, con varios cursos en el exterior. La tropa, que se había levantado a las 03.30, apenas desayunó medio tarro de café y un pan duro con mermelada y con esa insuficiente ración inició el desplazamiento, vistiendo ropas no adecuadas para esa época del año.
Un viento feroz, con ráfagas heladas de varios kilómetros y una temperatura inferior a los -10º bajo cero, se abatió sobre la región y con el paso de las horas se presentó una tormenta de nieve que desorientó a los soldados y les hizo perder el rumbo.
La nieve y el viento blanco se tornaron en extremo violentos y los inexpertos reclutas entraron en pánico. Los primeros en caer exhaustos quedaron cubiertos por la nevada y murieron congelados y los que no, intentaron cavar refugios de circunstancia para ponerse a cubierto. A la mayoría no le respondían ni sus manos ni sus piernas. Varios de ellos intentaron socorrer a sus compañeros pero el agotamiento se los impidió. Aun así, hicieron lo imposible y reemprendieron la marcha en busca de salvación. Para peor, a poco de su partida, la Compañía Andina se empapó al intentar cruzar el riacho que corre próximo al refugio Mariscal Alcácer, ocasión en la que su jefe, el capitán Gutiérrez, debió haber ordenado el regreso al edificio en lugar de mandar hacer un absurdo puente de ramas que de nada sirvió. Los soldados cayeron al agua y se mojaron hasta arriba de la cintura y aun así, el improvisado oficial les ordenó seguir adelante.
Aterrados, los pobres conscriptos comenzaron a caer extenuados y a morir sobre la nieve mientras el huracán barría con fuerza la ladera del volcán.
Al ver a uno de sus compañeros muerto sobre la nieve, el soldado Pablo Urrea comenzó a llorar y a perder la calma que había intentado mantener hasta el momento. La imagen de ese cuerpo, congelado, con su guerrera abierta, semicubierto por el hielo, terminó por abatirlo.
Más adelante, el conscripto Ricardo Peña, debió llevar casi a la rastra al exhausto Morales, a quien debía esperar cada vez que este le pedía que se detuviese porque no daba más. “Peña espérame, vas muy rápido” y así sucedió en cuatro o cinco oportunidades.
En el programa especial de Televisión Nacional de Chile, La Marcha Mortal, conducido por el periodista Santiago Pavlovic (un sujeto del que hemos dicho, cubre su ojo izquierdo con un parche), se explica que los primeros en caer fueron los boyeros, “conscriptos vigorosos” que debían apisonar la nieve con las raquetas, para facilitar el paso de quienes venían detrás.



Responsables del desastre: Patricio Cereceda y Roberto Mercado

El soldado Rodrigo Morales, que en un primer momento, aún bajo bandera, habló a favor del ejército, deslindándolo de toda responsabilidad para endilgarle la culpa solo al mayor Cereceda, cambió de actitud cinco años después, desengañado por las mentiras y el abandono al que fueron sometidos los sobrevivientes de la tragedia y los familiares de las víctimas. Decidido a revelar la verdad, despojado de toda obligación con el arma, explicó durante la transmisión del programa especial Réquiem de Chile. Los Soldados de Antuco, ciclo “Sábado de Reportaje”, emitido el 15 de mayo de 2010 por la Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Canal 13), que los reclutas debieron ayudar a los boyeros y que para ello, tuvieron necesidad de deshacerse del equipo, o al menos, de buena parte de él.
Morales fue el primero en llegar a La Cortina, después de hacer lo imposible por salvar a su amigo Nacho Henríquez, quien murió congelado prácticamente en sus brazos. Todavía masticaba la indignación e impotencia que había sentido al ver huir a los cabos y sargentos, abandonando a los jóvenes soldados a su suerte. Y esos sentimientos se trastocaron en furia cuando, pasado un tiempo, los vio aparecer solos, sin ningún recluta, desesperados por ponerse a salvo “… más de doce horas caminando con nieve hasta la cintura en algunas partes y con un frío insoportable. Llegó el momento más crítico de la marcha, donde ya Hernández había caído, donde un sinfín de soldados ya no podían caminar más; no daban más y los cabos en un minuto empezaron a arrancarse [huir], se arrancaron [huyeron]. Yo fui el primero en llegar a La Cortina y después de mí, a los diez minutos, llegaron nueve cabos, sin ningún soldado y cada cabo está a cargo de siete soldados10. Quienes la iban de bravos en los cuarteles, dando órdenes a los gritos, aporreando a los reclutas y llamándolos gusanos o maricas, esos que torturaron y vejaron a los conscriptos durante la crisis del Beagle; aquellos que con sus uniformes impecables se jactaban de ser el “ejército vencedor jamás vencido”, mostraron lo que realmente eran cuando una situación se torna compleja y la muerte acecha.
Siempre siguiendo el relato de Morales, las personas que los tenían que estar esperando en La Cortina se hallaban a resguardo en la hostería de la señora Elba, algo más arriba, ajenos al desastre que vivían sus subordinados. “Ahí estaban los tres suboficiales, calentándose y comiendo, mientras mis compañeros morían por el frío y el hambre”11.
Algunos reclutas de la Compañía Andina salvaron sus vidas alojándose en el refugio abandonado de la Universidad de Concepción, un edificio vetusto, a medio camino entre Los Barros y La Cortina, sin ventanas y con parte de sus techos arrancados. Inexplicablemente, quienes los precedían, integrantes de la Compañía Morteros, siguieron caminando hacia su meta y en ese trayecto perecieron otros siete soldados.
El recluta Bustamante llegó agonizando pero murió durante la noche, pese a los intentos que se hicieron por reanimarlo. Los oficiales negarían eso pero el lugareño Patricio Meza, que estuvo con los conscriptos en el refugio para brindarles ayuda, lo confirmaría. “…era un soldadito. La hipotermia se lo llevó”12.
Ni bien llegaron las primeras noticias, los angustiados familiares corrieron hasta el cuartel de Los Ángeles para informarse sobre lo que había ocurrido y conocer la suerte de sus seres queridos. Se encontraron con la novedad de que nadie sabía nada y que todo era desorganización.
Se vivieron escenas desgarradoras en el gimnasio del regimiento cuando, después de una angustiante hora de espera, llegaron las primeras informaciones por boca del general de la III División Rodolfo González, quien se limitó a responder que “tenían un problema de comunicaciones”. Cuando los familiares lo increparon, echándole en cara las desprolijidades que el ejército estaba mostrando y el hecho de que nadie tuviera la más mínima idea de lo que sucedía, el alto oficial, falto de respuestas, se retiró.



Cuarenta y cuatro conscriptos perecieron en la nieve. Salvo el suboficial cocinero los nueve cabos restantes se encontraban a salvo en una hostería de La Cortina, comiendo y calentándose. ¿Con esta gente dice Matthei que iban a pelear hasta con cuchillos? ¿Este es el ejército del que tanto hablan los chilenos?

El día 19, el comandante en jefe del ejército, general Juan Emilio Cheyre, se comunicó con el mayor Cereceda para preguntarle cual era la verdadera situación y cuanta gente había en el refugio pero este no supo contestar. Entonces le exigió una respuesta y cuando aquel le pasó el número, le ordenó que confeccionase una lista con los respectivos nombres.
Era tal el nivel de desesperación de los responsables del ejército que nadie sabía informar quien estaba muerto y quien estaba vivo.
El paso de las horas no hizo más que incrementar el estado de desesperación de los familiares. Por entonces, el gobierno, en la persona del presidente Ricardo Lagos, seguía de cerca el desarrollo de los acontecimientos y solicitaba información minuto a minuto. Cuando se conocieron los nombres de los primeros fallecidos, la consternación llegó a límites insospechados, con escenas de dolor, gritos, llantos e histeria. Hubo desmayos, descompensaciones y gente abrazada llorando desconsolada la muerte de sus hijos y hermanos. Incluso algunos de ellos recurrieron a la violencia intentando golpear al personal militar.
“¡¡Milicos culiaos, mataron a los chicos, los mataron!!”, gritaban los familiares, “¡¡Hijos de p…, que den la cara!!”. “¡¡Asesinos, asesinos!!”. ¡¡¿Quién es ese capitán responsable?!! ¡¡¿Dónde está?!! ¡¡¿Ese asesino donde está; el que mató a mi hijo?!!

Conmueve hasta las lágrimas ver a esa gente sencilla y laboriosa, casi todos pobladores rurales, hombres de campo y de montaña, dignos, honorables, decentes, dispuestos a dar todo por su tierra, pidiendo por sus hijos a aquellos que debían protegerlos en lugar de dejarlos abandonados en medio de la borrasca. Caro le costó a la sociedad chilena que sus fuerzas armadas jugaran a la guerra.
Varios días tardaron los rescatistas en hallar el total de los cuerpos, algunos abrazados entre sí, otros de espaldas, a cuatro metros de profundidad en la nieve, algunos intentando ponerse a cubierto. Habían tardado entre tres y cuatro horas en morir por congelamiento después de recorrer apenas 7 kilómetros en cinco horas. El último en ser hallado fue el del recluta Silverio Amador Avendaño, cuyos restos aparecieron la tarde el 6 de junio de 2005.
Para la justicia militar, el principal responsable del desastre, fue el mayor Patricio Cereceda, quien envió a los jóvenes reclutas a una marcha mortal mientras se quedaba a resguardo en el refugio de Los Barros. Tanto él como sus oficiales habían pasado por alto la instrucción básica de los manuales, en el sentido de que ningún conscripto debía superar los 5 kilómetros de caminata (85 minutos continuados) transportando más de 7 kilos de pertrechos sobre sus espaldas, ello en condiciones atmosféricas normales.
Tal como afirma el soldado Rodrigo Morales, los reclutas ni siquiera conocían la nieve, no tenían instrucción elemental de montaña y no sabían utilizar las raquetas pues apenas conocían un esquí. “Imagínese, llevar unos niños que no estaban preparados para esto”, diría años después13.
Pero además de Cereceda, hubo otras personas procesadas, acusadas de impericia, negligencia, imprudencia e incluso cobardía14, tal el caso del coronel Roberto Mercado, el teniente coronel Luis Pineda, los capitanes Claudio Gutiérrez y Carlos Olivares, los suboficiales Avelino Tolosa y Carlos Grandón, los dos primeros por incumplimiento de los deberes militares y los restantes por cuasi delito de homicidio, salvo Tolosa a quien se le imputó haber dejado abandonados a cuatro soldados con principio de hipotermia en un refugio de circunstancia.
“La tragedia fue una suma de errores –manifestó la periodista Carolina Urrejola durante el programa especial que transmitió Canal 13 de Santiago en 2010, al producirse un nuevo aniversario de la tragedia- Los conscriptos tenían una preparación insuficiente y una vestimenta inadecuada. Quizás lo que resulte más dramático y que fue informado por el servicio médico legal, es que la mayoría de los fallecidos estaban mal alimentados, por lo que no tuvieron la energía necesaria para esa dura travesía”15.
El mismo ministro de Defensa, Jaime Ravinet, reconoció la falta de pericia y preparación de los oficiales del Ejército, algo que la fuerza intentaría minimizar a toda costa en los días subsiguientes.
La primera pregunta que se hicieron los familiares de las víctimas fue dónde estaban los cabos, los sargentos de las compañías, los suboficiales y los capitanes que debían resguardar a los conscriptos.
El general Cheyre se queda mudo cuando la mencionada periodista le pregunta sobre la actitud de los cabos desertores.
  • Llama la atención que al refugio hayan llegado en primera instancia ocho y nueve cabos dejando atrás a sus hombres.
  • Por supuesto que llama la atención – responde el alto oficial y luego se queda mudo, sin poder decir más16.
Él en persona había presentado a Gutiérrez poco menos que como a un héroe, pero en los días posteriores, el oficial terminaría acusado como responsable de las muertes de al menos catorce reclutas.
Cuando la madre del conscripto Ignacio Henríquez preguntó por qué habían muerto todos soldados y solo un suboficial, un responsable del regimiento le respondió que la causa era que no estaban preparados. “Los llevamos para allá para hacerse hombres” y cuando la madre volvió a insistir: “¿Por qué ustedes andan todos bien equipados y los soldados no?, aquel descarado se quedó callado y no volvió a hablar.
“¿Qué pasó con todos esos instructores? -se pregunta Rita Monares, la hermana del único suboficial muerto – Me hace pensar que ellos optaron por salvarse solos” y refiriéndose al capitán Gutiérrez agrega: “¿Quién es el que tuvo tan poco criterio de que se le moja la gente y no la devuelve?”17.



El general Cheyre se queda de piedra cuando la periodista lo pone en aprietos "Llama la atención que al refugio hayan llegado en primera instancia ocho y nueve cabos dejando atrás a sus hombres". Nada pudo responder

Durante el juicio que se entabló a los responsables de la tragedia, el comandante del batallón hizo referencia a un inesperado problema meteorológico que el servicio nacional desmintió categóricamente, demostrando con documentación fidedigna que se habían dado los alertas con varias horas de anticipación.
Cereceda fue condenado a cinco años y un día de prisión, acusado de cuasidelito de homicidio e incumplimiento de deberes militares; el ex coronel Mercado a tres años de prisión por incumplimiento de deberes militares, lo mismo el teniente coronel Pineda, a quien le impusieron 541 día de arresto. Por su parte, los capitanes Claudio Gutiérrez y Carlos Olivares fueron condenados a 800 días, en calidad de autores de cuasidelito de homicidio, penas que no conformaron en absoluto a los familiares de las víctimas. Angélica Monares, su vocera, manifestó sentirse “muy desilusionada, envenenada y burlada. El fallo es lo más sucio, indigno y cobarde que podía pasar”.
La Corte Suprema rechazó el delito simple para beneficiar a los acusados. Para los padres no bastó que la responsabilidad recayese en una sola persona, según ellos, el responsable de la tragedia fue todo el ejército.
“Se nos ocultó todo -dice Rita, la hermana del sargento Monares- partimos cero información. Nadie se acercó a nosotros. Nadie se acercó a la familia de un funcionario que llevaba 23 años en esa institución, para decirle lo que estaba pasando. Cuando me hablan de la familia militar ¿de que familia me hablan…?”.
Los sobrevivientes de la tragedia acusan al gobierno y a las fuerzas armadas de su país por abandono y les endilgan la dificultad que padecen para encontrar trabajo; hablan de la negligencia del programa de asistencia con el que se comprometió el primero para garantizar su salud, educación y viviendas y ni ellos ni sus familiares dicen haber recibido la ayuda psiquiatrita prometida. ¡Incluso las banderas con las que se cubrieron los féretros durante las exequias les fueron descontadas!, antecedente que el general Cheyre dijo desconocer.
Cereceda cumplió su sentencia en el Penal de Punta Peuco, donde permaneció recluido negándose a conceder entrevistas. Según el presidente Lagos hubo un antes y un después del desastre de Antuco. A esos muchachos los mandaron a la muerte por una orden absurda
Al conscripto Morales lo que más duele es el abandono del ejército, de ahí que en la demanda presentada en el mes de noviembre de 2012, los sobrevivientes argumentasen que como secuela del trauma vivido sufrían angustia, pánico y malestares físicos que alteraban sus condiciones normales de salud, aclarando que los responsables de estos padecimientos eran el Ejército y el Estado de Chile, debido al incumplimiento del deber de cuidado que tenían sobre ellos y sus compañeros de armas18.
A lo expuesto debemos sumarle las palabras de Tomás Mosciatti, reconocido abogado y filoso periodista de la señal de TV y Radio Bío Bío, célebre por la crudeza de sus testimonios y por trae constantemente a sus compatriotas a la realidad:


Yo quiero recordar lo que sucedió en el año 2005, el 4 de abril de 2005, cuando fallecieron 40 conscriptos y un suboficial en Antuco. Esa barbarie que cometió el Ejército, mandándolos a la nieve, la verdad a la muerte, sin ninguna indumentaria posible para resistir el frío y la nieve. Pero, incluso peor que todo eso, fue la actitud de los oficiales, porque los oficiales se salvaron. El único, único militar de alguna graduación fue un suboficial, un cocinero que se quedó con los muchachos tratando de salvarlos y murió con ellos.

La tragedia abrió los ojos a la sociedad y les mostró las graves falencias de sus fuerzas armadas. Cincuenta soldados abandonaron definitivamente las filas castrenses en el Regimiento Reforzado Nº 17 de Los Ángeles y de ellos, treinta y dos adhirieron a la demanda. El abogado patrocinante de la Corporación de Víctimas, Dr. Guillermo Claverie, argumentó que este hecho “...no sólo provocó la muerte de muchos jóvenes, sino que es causa de la tragedia permanente en los sobrevivientes a quienes cada día los atormenta estos episodios, quedando muchos de ellos con claras y evidentes secuelas físicas, psicológicas y traumas que les ha impedido a estos jóvenes tener el desarrollo normal que corresponde a su corta edad”19. Pero no solo en Antuco quedaron a la vista las miserias y negligencias del ejército chileno.
Apenas una semana antes, el 4 de mayo de 2005, el soldado César Soto Gallardo, de 17 años, tomaba parte en los ejercicios de camuflaje nocturno que realizaba el Batallón Nº 1 de Santiago, cerca del túnel Lo Prado, cuando recibió un disparo en la cabeza que lo mató instantáneamente.


Otros responsables. Desde la izq. Luis Pineda, Claudio Gutiérrez y Carlos Olivares.
Habría que agregarles a los nueve cabos que huyeron abandonando a la tropa pero
no hallamos imágenes de ellos

domingo, 12 de septiembre de 2021

Conquista del desierto: Vida de fortineros

Vida de fortineros


Nuestra tierra, los hombres que viven en ella, tienen muchas cosas por contar. Algunas ya se han ganado el lugar de la leyenda. Narraciones que parecen extraídas de la ficción pero que son historias reales, que se desarrollaron cuando se fueron dando los primeros pasos de la patria.
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El fortín es el hogar que el Estado asigna al soldado, es la fortaleza que se supone habrá de protegerlo en la avanzada de tierras de indios, un cuartel pequeño, un reducto —dicen algunos— de la civilización.

El comandante Prado confiesa: “Aquello me aterró”. Y haciendo alusión al fortín Timote decía: “De ese grosero montículo de tierra rodeado por un enorme foso vi salir de unos ranchos —que más parecían cuevas de zorros que viviendas humanas— a cuatro o cinco milicos desgreñados, vestidos de chiripás. Todos ellos llevaban la miseria en sus cuerpos y la bravura en sus ojos”.

El periodista Remigio Lupo, que acompañó a Roca en su campaña al desierto, describe así al fortín Rivadavia: “¡Ni siquiera una choza miserable! Y eso que allí están viviendo dos infelices soldados perdidos en medio del desierto”. Lupo se queja: “La civilización olvida los sacrificios de esos hombres; no les paga con regularidad; no es capaz de levantarles una ramada donde poder guarecerse y, para peor, ni siquiera premia sus esfuerzos enviándoles los alimentos indispensables para no morir de hambre”. “Llama la atención”, dice este periodista, “la cantidad de perros que acompañan a los pobres y olvidados milicos del fortín Rivadavia”. Decían los propios soldados: “Ellos nos conservan la vida, señor. Muchas veces nos faltan las raciones y entonces comemos los animales que estos perros nos ayudan a cazar”.

Por el fortín Sanquilcó anduvo el francés Alfred Ebelot —ingeniero, periodista y escritor— y en sus Memorias dejaba la descripción de su experiencia: “Imagínense ustedes un reducto de tierra de una cuadra de lado, flanqueado por chozas de juncos más pequeñas que los ranchos, dejando en el medio un sitio cuadrado en cuyo centro está el pozo; inundado de criaturas que chillan, de perros que retozan, de avestruces, nutrias, mulitas y peludos que trotan y cavan la tierra, de harapos que secan en cuerdas y fogones encendidos con excremento en los que no falta la pava y el mate y se asa el alimento al aire libre; un centinela apostado en una torre de palos [mangrullo] con la sola imagen de un desierto.”

Estanislao Zeballos —abogado, escritor y político—estuvo en el fortín Las Víboras y en una parte de sus crónicas menciona un comentario del coronel Nicolás Levalle, que no era ningún flojo, al contrario: “¿No es verdad, doctor, que es preferible pegarse un tiro antes de vivir esta vida de hambre y de tremendas privaciones?”

El fortín también tiene momentos gratos, como el que relata el comandante Manuel Prado: “Un 9 de julio en la frontera, a la salida del sol, los cuerpos están formados en línea de batalla, saludando al astro que simboliza nuestra gloriosa independencia. No hay dos vestidos de igual manera. Uno llevaba como chiripá la manta, otro carecía de chaquetilla; unos calzaban botas rotas y torcidas, otros alpargatas, otros los pies envueltos con pedazos de cueros y otros descalzos”. Sin embargo, cuenta este comandante que, cuando se tocó el Himno Nacional y el jefe vivó a Patria, aquellos pobres milicos respondieron con todo el entusiasmo de sus corazones. “Creo que creían todavía que no habían hecho bastante para merecer la gratitud de la Nación. Luego hubo carneada, caña, café, azúcar. Y al final las penas fueron sofocadas, aunque solo por un día, por el alcohol y el fandango.”

Mamá Carmen

Pampa infinita y sol de mediodía que se desploma sobre la vegetación escasa y achaparrada, chillidos de aves que a veces se mezclan con voces humanas. Desde unas cortaderas sale un pájaro como catalpultado hacia la altura. Algunos caballos relinchan y los perros, infaltables camaradas, ensayan unas corridas, husmean y ladran. Ellos ruidosamente, los humanos en silencio, todos claman por agua. Los integrantes de la tropa marchan ensimismados, como apartados unos de otros, sumidos cada cual en sus propias desventuras. La sargento Carmen Ledesma, la mamá Carmen, como le decían, con la cara surcada de veteranía, con surcos que son hitos de una vida sembrada en combates y fortines, no aparta sus negros ojos de su hijo, el cabo Ángel Ledesma.

Mamá Carmen revista en el fuerte General Paz a las órdenes del coronel Hilario Lagos. Le había dado a la Patria dieciséis hijos varones, pero quince murieron luchando contra el indio, conquistando tierras que otros habrían de disfrutar, esos otros que no arriesgan su cuerpo. Ángel es el único que le queda, de ahí su ansiedad y esa atención que no se separa del cuerpo de su hijo. Y ahora que lo ve con los labios resecos, Carmen se acerca a cebarle un mate con yerba ya secada y vuelta a ser utilizada. Ángel lo recibe con el mayor don que en estas circunstancias pudiera recibir: una sonrisa gratificante a la mamá Carmen, que por ese momento hace olvidar todas sus penurias. Poco importa el escaso gusto a yerba, el agua menos que tibia, importa el líquido que moja sus labios partidos por la sed, importa el saberse cerca de una madre que lo ampara, lo ama y lo protege.

La tropa marcha en medio de unas nubecillas de polvo y va ascendiendo un médano. De pronto los perros, incluso el “Sargento” —el perro que Ángel había salvado de las heridas recibidas de los indios en un enfrentamiento— comenzaron a ladrar furiosamente. Los caballos paran la oreja. Los hombres detienen la marcha. De pronto se divisan indios por todas partes, eran como cien.

Es tarde para pensar en otra cosa que no sea pelear. Una vez más, el viejo dueño de las Pampas sorprendió a una partida de soldados. Lanzas y boleadoras de un lado y sables y armas de fuego por el otro. Armas de fuego que, en el mejor de los casos, servían de garrote. El entrevero es feroz. La sargento Ledesma, brazo poderoso y hábil, reparte sablazos como el más aguerrido de los milicos y no se aleja de su hijo Ángel. Pero los indios lo acosan y un lanzazo le llega al cuerpo. El corpachón del cabo Ledesma siente la herida y baja del caballo. Otro lanzazo le destroza las entrañas y Ángel cae al piso moribundo.

Mamá Carmen emite un grito aterrador que hasta a los mismos indios atemorizó. Saltó de su caballo, arrancó el cuchillo de la cintura de su hijo, se arrojó sobre el indio y se trabó en lucha. Hablar de ferocidad es decir poca cosa. En esa pela la sargento Carmen Ledesma concentra todas sus fuerzas pasadas, presentes y futuras —si es que las hay para ella. El indio es arrojado al suelo y despojado de su lanza. Los cuerpos se trenzan y ruedan por unos instantes. Carmen se desprende de la lucha por un momento y el indio desata sus boleadoras. Nunca ha visto tan cerca la cara de la muerte, muerte con cara de mujer, una mujer que ruge y lo acosa, que tiene a su último hijo herido de muerte y a la que nada le importa.

La lucha es breve y la mamá Carmen triunfa. El hijo de la Pampa está muerto. Lo ha vencido el amor materno. El resto de los indios se aleja y queda la desolación y retorna el silencio. Solo se escucha el llanto de Carmen. Su hijo Ángel Ledesma ha exhalado el suspiro final. Su alma vuela a reunirse con las de sus quince hermanos. La tropa torna a marchar y en el caballo de la sargento va el cuerpo de su hijo. Atrás, haciendo surco con la tierra partida por la sed, la cabeza del indio atada a la cola del animal.

Es de noche. En el fortín Vanguardia hay una tumba más. Sable al hombro, mamá Carmen vela el último sueño de su hijo, arrojando sobre la tierra de su tumba la semilla de tanto dolor. El resto de las tropas, las mujeres, los caballos, todos contemplan con tristeza y respeto el homenaje que esa madre rinde al último de sus hijos. Sobre la tumba, el “Sargento” —aquel perro que alguna vez Angel salvó de las heridas de la indiada— gemía y aullaba como despidiendo el alma de su amo. Todos los soldados del fortín guardan en la memoria las hazañas de una mujer entera, destinada al dolor de parir y enterrar a sus hijos. Esa mujer, que alguna vez el coronel Lagos había dejado a cargo del fortín cuando tuvo que abandonarlo llamado por sus superiores, enfrentó un ataque de la indiada contando como tropas dos mujeres con fusiles y dos soldados enfermos, pero ella cargó los dos modestos y sufridos cañoncitos de bronce y descargó la metralla contra los atacantes y a sable limpio defendió el fortín poniendo en huida ala indiada.

De esa Carmen solo quedan sus tristezas. Camina, sable al hombro, junto a la tumba de su hijo. Los soldados guardan recuerdos que nunca olvidarán. A más de uno le ha quedado el regusto de las trotas fritas que muchas veces ella supo improvisar con un montoncito de harina oscura y grasa de yegua derretida, y su alegría, su pícara alegría criolla que en tantas ocasiones sirvió para entonar el ánimo caído, para olvidar siquiera por unos momentos las penas del hogar lejano. ¿Quién no recuerda todo eso ahora, cuando su dolor solo inspira un respeto reverencial? Debajo de esos rostros fieros, tajeados y curtidos hay una pena unánime, todos están de duelo.

La mujer, desde los albores de la Patria, acompañó a nuestros soldados en los fuertes, fortines y cuarteles. Sobran testimonios para respaldar esta afirmación. Recordemos nomás a las niñas de Ayohuma, Machaca Güemes, Juana Azurduy y todas las mujeres que colaboraron en silencio con las causas de Güemes y de San Martín; la mayoría muertas por enemigos o en la pobreza total. Pero el espíritu de Mamá Carmen quedó flotando en cada fortín donde hubo una china fortinera que aliviara el dolor de un soldado de la Patria. Esta reseña es una colaboración de José Olivieri, Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de la Ciudad de La Banda

viernes, 10 de septiembre de 2021

Biografía: Gral. Luis María Campos (Argentina)

General Luis María Campos





Luis María Benito Campos (Nació: el 21 de junio de 1838 en Buenos Aires - Falleció: el 15 de octubre de 1907 en Buenos Aires).
Era hijo del coronel Martín Teodoro Campos y hermano de los generales Julio y Manuel J. Campos.
Inició su carrera militar en el ejército del Estado de Buenos Aires, en 1856. Combatió en: la Batalla de Cepeda, la Batalla de Pavón y la Batalla de Cañada de Gómez.
Reunió un grupo de alrededor de cien bandoleros, gauchos desocupados dedicados al robo, con los cuales formó un escuadrón de caballería, que él mismo entrenó y formó. Se le reconoció el grado de capitán y el mando de ese escuadrón, con el cual acompañó al coronel José Miguel Arredondo en la campaña contra el caudillo Ángel Vicente Peñaloza.
Destinado al fuerte de Río Cuarto, se destacó en la defensa contra un gran ataque de indígenas ranqueles.
Participó como Jefe del Regimiento de Infantería de Línea N° 6 en la Guerra del Paraguay, en la que combatió en: la Batalla de Yatay, la Batalla de Uruguaiana, la Batalla de Estero Bellaco, la Batalla de Tuyutí y la Batalla de Curupayti; en esta última fue seriamente herido. Antes había organizado un intento de ataque hacia Asunción a través del Chaco, que fracasó debido a la falta de apoyo.
Pasó un tiempo reponiéndose de sus heridas en Buenos Aires, y luego fue enviado con el cuerpo de Arredondo al interior, a luchar contra las últimas montoneras federales: comandando el Regimiento de Infantería Nº 6, fue el héroe de la Batalla de San Ignacio, derrota clave de las fuerzas federales al mando de Juan Saá.
Regresó al Paraguay para participar en la toma de Humaitá. Fue ascendido a coronel, y luchó en Lomas Valentinas. Fue el jefe de todas las fuerzas argentinas en la captura de la fortaleza de Piribebuy y comandó tropas de apoyo en la Batalla de Acosta Ñu.
Desde antes de la guerra y durante ella, se hizo conocer como un militar brillante en cuanto a disciplina, capaz de impartírsela a sus hombres por la dureza con la que los trataba y se trataba a sí mismo.
Después de terminada la guerra, acompañó al presidente Sarmiento en su famosa entrevista con Urquiza, que fue una de las causas de su asesinato, ocurrido poco después. Participó en la represión del alzamiento del caudillo entrerriano Ricardo López Jordán, destacándose en la batalla de Santa Rosa. Fue nombrado comandante de Concepción del Uruguay, cargo que ocupaba aun cuando estalló la segunda guerra contra López Jordán. Contra este peleó en Gualeguaychú y Yuquerí.
Al estallar la revolución de 1874, formó en el ejército dirigido por Julio Argentino Roca, en su persecución de las fuerzas del general Arredondo; fue el segundo de Roca en la victoria de Santa Rosa. Poco más tarde fue ascendido a general y nombrado inspector de armas de la provincia de Buenos Aires, para ser después Jefe de Estado Mayor General.
Por dos veces fue ministro interino de guerra, a la muerte de Adolfo Alsina, y cuando Roca marchó a la Conquista del desierto.

jueves, 9 de septiembre de 2021

Guerra Sino-India: Concepción, desarrollo y derrota india

Guerra en el Himalaya: El conflicto chino-indio de 1962

El año 1962 estuvo marcado por la Crisis de los Misiles en Cuba, esas pocas semanas en las que el mundo estaba al borde de la Tercera Guerra Mundial. Si Estados Unidos y la URSS no se involucraron en un conflicto nuclear, este año fue, sin embargo, uno en el que dos de los países más poblados de lo que entonces se llamaba Tercer Mundo, India, se enfrentaron y la República Popular China. La guerra fue corta y victoriosa para los chinos. Si bien no alteró profundamente los equilibrios de la región, aún continúa nublando las relaciones entre China y la India, mientras que Nueva Delhi y Beijing se han convertido ahora en potencias mundiales.

David Francois || L´autre cote de la coline (original en francés)


En los orígenes del conflicto.

En el corazón de las montañas del Himalaya, India y China comparten más de 2000 km de fronteras comunes. Se dibujan en el 19 º siglo bajo la presión de los británicos que hizo la India, la joya de su imperio global. Años de expediciones militares y diplomáticos no resuelven el problema de sus parcelas, Londres fija frontera como la línea MacMahon que nunca será reconocido por los poderes que dirigen China durante la 20 ª siglo. Peor aún, esta línea incorpora la India británica, territorios que Beijing siempre ha considerado chinos.



Las áreas en disputa entre China e India

Existen dos áreas de tensión entre India y China, la primera está en Cachemira, una región de montañas, cuencas y valles cuya posición es estratégica, en las fronteras de India, China, Afganistán y Rusia. Beijing no reclama la soberanía sobre toda esta región, sino sobre Aksai Chin, un territorio al noroeste de la meseta tibetana tan grande como Suiza. La segunda zona de tensión es la de Arunachal Pradesh, en el noreste de la India, una región que se extiende entre Bután y Birmania.

Si la debilidad en China durante la primera mitad del siglo 20 Pekín no permite afirmar sus derechos contra los británicos, la década de 1940 se caracterizaron por cambios profundos en la región. Al sur del Himalaya, en 1947, Londres otorgó la independencia a su colonia india que se dividió en dos nuevos estados, India y Pakistán, cada uno reclamando soberanía sobre Cachemira. En el norte, en 1949, los comunistas, encabezados por Mao Tse-tung, tomaron el poder en China. El gobierno de Nueva Delhi se encuentra entre los primeros en reconocer a las nuevas autoridades chinas.

India prestó poca atención en 1947 a los problemas de sus fronteras con China. Luego fue absorbida en un conflicto con Pakistán en relación con Cachemira donde estalló la lucha en 1947 y se prolongó hasta finales de 1948. La intervención de las Naciones Unidas puso fin al conflicto y fijó la frontera entre los dos países, una frontera que todavía será objeto de combate en 1965 y 1971. India no comienza a preocuparse realmente por las acciones de su vecino chino hasta octubre de 1950 cuando el Ejército de Liberación Popular (ELP) avanza hacia Chamdo, una ciudad a 500 kilómetros al este de Lhasa, y derrota las tropas tibetanas. El gobierno indio protesta contra este uso de la fuerza, pero Nehru acepta sin embargo el dominio chino sobre el Tíbet. En mayo de 1951, cuando un tratado chino-tibetano colocó a Lhassa bajo el control de Beijing,

A pesar de las acciones de China en el Tíbet a principios de la década de 1950, las relaciones entre China y la India siguen siendo buenas. Por tanto, India proporciona suministros al ejército chino y acepta el envío de trabajadores indios para desarrollar el Tíbet. En septiembre de 1951, en medio de la Guerra de Corea, Chou En-lai, Ministro de Relaciones Exteriores de Beijing, ansioso por asegurar el flanco sur de su país, propuso negociaciones en Nueva Delhi para resolver el problema de las fronteras comunes y recibió una respuesta favorable de la India. Sin embargo, las discusiones no comenzaron hasta 1954 y terminaron con la firma de un acuerdo de amistad y no agresión, pero sin resolver el tema de las fronteras.

 
Mao y sus soldados.

A fines de 1954, la presión del gobierno chino en el Tíbet aumentó el descontento en el país y provocó una rebelión. A principios de 1955, las acciones armadas de los rebeldes ponen en peligro las líneas de comunicación chinas, lo que lleva al ELP a iniciar la construcción de una nueva ruta de abastecimiento en el Tíbet. Fue en marzo de 1956 cuando se comenzó a trabajar para unir el oeste de Xinjiang y el oeste del Tíbet a través de la meseta de Aksai-Chin. Los 1200 km de la carretera militar china se completaron finalmente en octubre de 1957. El gobierno de la India, que entonces mostró poco interés en esta región, solo se enteró de su existencia en septiembre de 1957 antes de descubrir en julio de 1958 que 'está dibujada en mapas chinos, mapas que muestran que Aksai Chin está integrado en territorio chino. Luego, Nueva Delhi envía una nota de protesta a Beijing, mientras que dos patrullas del ejército indio son enviadas de reconocimiento para examinar la ruta china. Los soldados indios son arrestados por los chinos y retenidos durante un mes.

En diciembre de 1958, Nehru le escribió a Chou En-lai para recordarle que Aksai-Chin es parte de la India. El ministro chino respondió cortésmente que la línea de la frontera entre los dos países nunca ha sido objeto de un acuerdo formal y que los reclamos indios se basan en la herencia del imperialismo británico. No obstante, propuso iniciar discusiones y, en espera de un acuerdo, mantener el statu quo. En su respuesta en marzo de 1959, Nehru no muestra ninguna voluntad de comprometerse con lo que él ve como las fronteras históricas de la India.

En marzo de 1959, los disturbios y los combates aumentaron en el Tíbet mientras el Dalai Lama abandonaba el país y recibía asilo en la India. China, que durante mucho tiempo sospechó que los indios apoyaban a los rebeldes tibetanos, con muchos insurgentes cruzando la frontera para obtener armas de Nepal e India antes de regresar al Tíbet, quiere cerrar la frontera con India y está presionando para que se resuelva el asunto. Nehru acepta discutir cambios en los detalles de la línea fronteriza, pero solo si los chinos se retiran y renuncian a sus reclamos sobre Aksai Chin. Chou En-lai, por su parte, rechaza las demandas indias y sugiere que las negociaciones tomen como punto de partida las posiciones actuales de cada país sobre el terreno.



Soldados indios en el Himalaya

Los indígenas, que se muestran mucho más sensibles a las acciones chinas en la región fronteriza, están comenzando a establecer puntos de control en las áreas en disputa y a enviar patrullas a la frontera tibetana. Esto conduce a dos escaramuzas. El primero tiene lugar en Arunachal Pradesh cuando los indios intentan apoderarse de una aldea en una zona en disputa. Se intercambian disparos antes de que la patrulla india se retire hacia el sur. El segundo, mucho más grave, tiene lugar en el paso de Konga en el oeste del Tíbet. Allí también se intercambiaron disparos pero esta vez con bajas en cada campamento y la captura de la patrulla india.

Estas peleas provocan revuelo en todos los países a medida que se intercambian cartas de protesta. En septiembre de 1959, Chou En-lai mantuvo la posición china y justificó la presencia de tropas por la necesidad de evitar que los rebeldes tibetanos cruzaran la frontera. Agrega que la actitud de la India es provocativa. Nehru, por su parte, sigue siendo inflexible y responde que no puede haber acuerdo hasta que los chinos hayan evacuado los territorios en disputa. Es en este momento que el presidente estadounidense Eisenhower anuncia su próxima visita a Nueva Delhi mientras Krushchev, durante una entrevista con Mao, apoya a Nehru lo que hace que Pekín tema el nacimiento de un eje que le sería hostil.

En Nueva Delhi, la política de Nehru fue, sin embargo, objeto de críticas por parte de los militares. Para estos últimos, el envío de patrullas y la construcción de puestos en las zonas en disputa representan un riesgo real porque el ejército indio no cuenta con la preparación militar ni con la logística necesaria para enfrentar a las fuerzas chinas en la frontera. Nehru no lo ve así y ha reemplazado a los oficiales críticos por otros más dóciles. Además del error de no escuchar a los militares, apuesta a que los chinos no se enfrentarán a una India apoyada por la URSS y los Estados Unidos, que por lo tanto no se opondrán a las patrullas y la instalación de puestos y que eventualmente lo harán. retirarse de las áreas en disputa bajo la presión india.

El año 1961 refuerza a Nehru en la idea de que su apuesta puede triunfar. Ese año, el ejército indio recibió equipamiento militar de la URSS y Estados Unidos que le permitió apoderarse, en diciembre de 1961, de Goa, un confeti del Imperio colonial portugués. El apoyo militar de las grandes potencias alienta efectivamente a Nueva Delhi a seguir una política agresiva en Aksai Chin. India recibe así 8 portaaviones Antonov, 28 helicópteros Iliouchine-14 y Mil-4 capaces de transportar hombres y equipo hasta 5.000 metros sobre el nivel del mar. En 1962, también compró dos escuadrones de cazas Mig. Este fortalecimiento de las capacidades militares indias y la anexión forzosa de Goa refuerzan a Beijing en su temor a los objetivos expansionistas indios.

A finales de 1961, Nehru envió suficientes tropas a Aksai Chin para establecer 43 puestos. Algunos están a menos de 150 km de la carretera militar china, mientras que cerca del paso de Konga, tres puestos indios se encuentran cerca de una segunda carretera china. Beijing protesta contra lo que considera una intrusión en territorio chino. Las escaramuzas entre soldados chinos e indios se multiplican y en noviembre, cuando el ELP se ve obligado a retirarse del valle de Chip Chap, Nehru se refuerza en su política de enfrentamiento. A pesar de las protestas de los militares que preferirían construir una fuerza cohesiva y organizar líneas de suministro antes de seguir adelante, Nehru ordena que continúe la presión en Aksai Chin. A principios de 1962,

La escalada a la guerra.

En 1962, si el ELP parecía poderoso con sus 3 millones de combatientes, sin embargo experimentó grandes dificultades. El desastre económico del Gran Salto Adelante impone severas restricciones al presupuesto militar. Los soviéticos proporcionaron equipo en la década de 1950, pero el deterioro de las relaciones chino-soviéticas puso fin a estos suministros en 1960. Por lo tanto, en 1962, el ejército chino carecía de equipo, municiones y combustible, como se demostró en la crisis del estrecho de Taiwán. ese mismo año.

A pesar de estas restricciones, el ELP está bien preparado para una guerra de montaña en el Himalaya. Aprendió a luchar por primera vez en este terreno en particular durante la Guerra de Corea, algunos de cuyos veteranos todavía sirven en el ejército en 1962. El ejército chino también está familiarizado con la región fronteriza con India desde la invasión del Tíbet en 1950. Se aclimataron a la clima, a la altura, construyeron postes y carreteras y aumentaron su movilidad utilizando los servicios de guías tibetanos. También están bien entrenados, acostumbrados a pasar pasos y crestas, y equipados con uniformes abrigados y raciones suficientes. También pueden contar con el apoyo de una artillería ligera móvil.

 
La tensión sigue creciendo entre China e India

En el lado indio, en el momento de la independencia en 1947, las unidades indias del ejército británico estaban divididas entre India y Pakistán. Los primeros años de la República de la India estuvieron marcados por una forma de desconfianza hacia el ejército, un recuerdo del papel desempeñado por los militares en la guerra civil que precedió a la independencia pero sobre todo producido por el sentimiento de que el país no estaba sujeto a ninguna influencia externa. amenaza, Nehru declarando que los Himalayas constituyen una barrera suficiente contra China. Así, en la década de 1950 se hizo poco esfuerzo en el campo militar. El presupuesto de defensa era mínimo y el ejército tenía sólo 350.000 hombres a mediados de la década de 1950, un número que aumentaría poco hasta 1962. La potencia de fuego india era débil ya que la artillería se redujo y sufrió daños. 'Falta de suministros. El entrenamiento de tropas es limitado y casi inexistente para el combate de montaña. El principal problema al que se enfrenta el ejército indio se refiere a la logística. A pesar de la ayuda soviética, India carece de equipo y suministros para sus tropas, especialmente para las operaciones en el Himalaya. Los soldados solo tienen uniformes de verano, las raciones son insuficientes, dejando a las tropas hambrientas y solo hay carpas para albergar a la mitad de los hombres. El transporte de suministros también fue defectuoso y solo llegó a las tropas después de un largo viaje a lomos de animales. especialmente para operaciones en el Himalaya. Los soldados solo tienen uniformes de verano, las raciones son insuficientes, dejando a las tropas hambrientas y solo hay carpas para albergar a la mitad de los hombres. El transporte de suministros también fue defectuoso y solo llegó a las tropas después de un largo viaje a lomos de animales. especialmente para operaciones en el Himalaya. Los soldados solo tienen uniformes de verano, las raciones son insuficientes, dejando a las tropas hambrientas y solo hay carpas para albergar a la mitad de los hombres. El transporte de suministros también fue defectuoso y solo llegó a las tropas después de un largo viaje a lomos de animales.

Los servicios de inteligencia indios también están fallando, ignorando tanto la topografía como el clima del Himalaya, pero sobre todo las tácticas, la movilidad y el poder de las fuerzas chinas en la región. Al final, el ejército indio tiene múltiples desventajas: su potencia de fuego, su organización logística, su preparación para la guerra de montaña y su número son inferiores a los del ejército chino. En estas circunstancias, concentrar unidades en el Himalaya, como ordena Nehru, es un error trágico porque condena a las tropas a un constante desgaste ante el frío, las enfermedades y el hambre. La política de intimidación de Nueva Delhi es, por tanto, militarmente absurda, pero el líder indio cree firmemente en la invencibilidad de su ejército contra China.

En 1962, Nehru, ignorando las advertencias de los militares y convencido de que China se retiraría, continuó su política agresiva de instalar puestos fronterizos y patrullas que debían mordisquear gradualmente los territorios bajo control chino y que India reclamaba. A principios de año, esta estrategia se traduce en operaciones destinadas, sin pasar por los puestos chinos, a cortarlos de su línea de suministro para obligar al ELP a abandonarlos.

Mientras tanto, continúan las conversaciones diplomáticas. En febrero, Beijing propuso que cada campamento debería retirar sus tropas 20 kilómetros para evitar enfrentamientos, pero Nueva Delhi sigue siendo intransigente. Poco a poco, las relaciones entre los dos países se deterioran. En los primeros meses de 1962, China se enfrentó a los problemas de la crisis del Estrecho de Taiwán y no quería un conflicto con India a cualquier precio. No obstante, continuó reclamando el Aksai Chin y aumentó el número de sus patrullas fronterizas a medida que los indios se volvían cada vez más atrevidos. En junio, cuando disminuyó la crisis del Estrecho de Taiwán, la atención de Beijing volvió a los Himalayas.

La crisis entre India y China dura tres años y si hubo escaramuzas, el número de víctimas sigue siendo mínimo. Esta situación cambia en julio. Mientras que anteriormente el ejército indio tenía derecho a abrir fuego solo en defensa, a los comandantes de los puestos se les ordena disparar contra las fuerzas chinas si sienten que sus posiciones están amenazadas. Los enfrentamientos tuvieron lugar a principios de mes en el valle de Galwan y luego el 21 en el valle de Chip Chap, donde resultaron heridos dos soldados indios. Mientras tanto, el ELP se prepara para el combate y almacena municiones, gasolina y alimentos a lo largo de la frontera.

En junio, el ejército indio estableció un puesto en Dhola, en el distrito de Tawang, en un área que la propia India reconoce como china. Beijing denuncia una nueva agresión contra su territorio y refuerza sus capacidades militares en Tíbet y Xinjiang. El 11 de septiembre, Nehru decide que las patrullas ahora tienen derecho a abrir fuego contra los chinos presentes en territorio indio. Los incidentes se multiplican durante los meses de agosto y septiembre y el 20 de septiembre se produce un enfrentamiento más grave en Chedong, en el cruce de las fronteras entre India, China y Bután. Los combates esporádicos continúan en la región, lo que demuestra la determinación de la India de hacer retroceder a China.

El 26 de septiembre, el general Kaul Indian tomó el mando de la 33ª cuerpos cuyas tropas están dispersas, mal armadas, sin ropa de invierno y mal abastecidas. Entonces sólo hay dos divisiones en las regiones en disputa. El 5 de octubre, Kaul se convierte en el comandante de todas las fuerzas fronterizas y ya se está preparando para hacer retroceder a los chinos de Arunachal Pradesh. El 9 de octubre, ordenó al general Dalvi que tomara el paso de Yumtso La y envió una patrulla de 50 hombres para apoderarse de Tseng Jong. En la mañana del día 10, esta patrulla vio a un batallón chino aparecer frente a ella. Las posiciones indias son bombardeadas con morteros pero los indios repelen el ataque provocando grandes pérdidas en el lado chino. Finalmente, las tropas de Nueva Delhi se retiraron al sur. El día 12, Nehru dio la orden de expulsar a las unidades chinas del territorio indio mientras que el día 18, había irrumpido en territorio indio.

El 6 de octubre, los líderes chinos se reúnen y escuchan al mariscal Lin Biao decirles que India se está preparando para pasar a la ofensiva. Por lo tanto, deciden lanzar un ataque a gran escala para detener a los indios. El plan chino prevé una ofensiva principal en Arunachal Pradesh coordinada con una acción más modesta en Aksai Chin. Una vez que los indígenas son expulsados ​​de los territorios en disputa, se debe proclamar un alto el fuego seguido de un regreso a la mesa de negociaciones. El 8 de octubre, se ordenó a divisiones experimentadas y tropas de élite que llegaran al Tíbet desde las regiones militares de Chengdu y Luzhou. El 18 de octubre, el buró político del Partido Comunista de China aprobó el plan propuesto por los militares para un ataque el 20 de octubre.
Ese día el ELP lanzó dos ofensivas a 1.000 km de distancia. En Cachemira, el objetivo es expulsar a los indios del valle de Chip Chap, mientras que en Arunachal Pradesh busca apoderarse de ambas orillas del Namka Chu.

Los primeros éxitos chinos.

En la noche 19 y 20, tres regimientos chinos se preparan para asaltar el 7 º Brigada india que sostiene la zona del río Namka Chu. Los indios luchan valientemente contra un enemigo superior en número, pero sus posiciones se van superando gradualmente. Los chinos tomaron rápidamente el control del río, mientras que la 7 ª Brigada pierde su cohesión y debe retirarse.

El plan chino es tomar Tsangdhar y Hathung La para cortar todas las rutas de retirada y suministro a los indios. Está perfectamente diseñado para un ejército que goza de superioridad tanto en mano de obra como en potencia de fuego. Los sobrevivientes de las tropas indias se retiran de Tawang mientras que la 7 ª Brigada dejaron de existir como fuerza de combate. Las tropas que permanecieron en estado de combate, es decir, dos batallones de infantería y artillería, recibieron la orden de retener Tawang a toda costa.


Artillería china en acción

Inmediatamente después del éxito en Namka Chu, los chinos desarrollaron ataques en tres direcciones que convergieron en Tawang. La ciudad no era muy apta para la defensa y los indígenas decidieron evacuarla el 23 de octubre. Al día siguiente, los chinos lo tomaron mientras las tropas indias se refugiaban en Se La con la intención de reforzarse y defenderse. Mientras tanto, en toda la región de Tawang, el ELP se apodera de los puestos indios. Los días 24 y 25, en el este de la región, los chinos atacaron Walong, pero a partir del 25, el frente de Arunachal Pradesh experimentó una pausa, las fuerzas chinas no avanzaron más allá de Tawang, que estaba a 15 kilómetros al sur del área que reclaman.

Al mismo tiempo, se están llevando a cabo importantes batallas en Aksai Chin. El 20 de octubre, simultáneamente con el ataque en Arunachal Pradesh, los chinos atacaron los puestos indios en los valles de Chip Chap y Galwan y cerca del lago Pangong. El puesto de Galwan fue tomado el 20 de octubre, mientras que otros, más pequeños, fueron sumergidos, las guarniciones capturadas o asesinadas. Ante la magnitud del ataque, el comando indio pidió a las tropas que ocupaban los puestos en la región que se retiraran hacia el suroeste. El día 21, después de intensos combates, el ELP capturó todos los puestos en la orilla norte del lago Pangong. Muchos puestos indios han sido evacuados pero, sin embargo, no están ocupados por los chinos porque están demasiado al sur de los territorios que reclaman. Tras la retirada de sus tropas, El general Daulat Singh organizó rápidamente sus unidades para enfrentar nuevos ataques. A principios de noviembre, estaban listas tres brigadas integradas por cuatro batallones de infantería.


Ejército indio a la defensiva

Después de sus victorias en octubre, el ELP se tomó un descanso para permitir que se reanudara la actividad diplomática. El 24 de octubre, Chou En-lai solicitó abrir negociaciones, pero Nehru respondió proponiendo un regreso a las posiciones ocupadas el 8 de septiembre. Beijing luego llega a ofrecer reconocer los reclamos indios en Arunachal Pradesh a cambio del Aksai Chin.

A nivel internacional, la URSS, principal partidaria de la India desde la década de 1950, aprueba las propuestas de paz de China, especialmente con la crisis de los misiles cubanos, Moscú presta poca atención al conflicto chino. Sin el apoyo soviético, Nueva Delhi se dirigió a Londres y Washington, que enviaron suministros militares a principios de noviembre, mientras los estadounidenses estudiaban la posibilidad de enviar barcos a la Bahía de Bengala.

Mientras el Parlamento indio adopta una resolución que pide que los chinos sean expulsados ​​del territorio indio, Pekín todavía quiere una solución diplomática a la crisis y, por lo tanto, deja a sus tropas armadas con los pies durante las dos primeras semanas de noviembre. Ante la intransigencia india, el 14 de noviembre se reanudaron los combates.

La derrota india.

En el este de Arunachal Pradesh, después de la caída de Tawang, el plan de jubilación de la India requería un retiro a Bomdila, el punto más al norte donde se podía organizar una logística eficiente. Pero las órdenes finales exigen una retirada a Se La, que parece ser una posición defensiva ideal. El paso Se La controla la carretera que va a Bomdila y domina la que conduce a Tawang. Además, a ambos lados del paso, los picos dominan la región. Pero Se La se encuentra en altitud con un clima severo mientras que la posición está lejos de Bomdila de donde llegan los suministros. La decisión de ocupar este cargo también amplía considerablemente el área a defender en una región alta donde los caminos son deficientes.

Ansioso por recuperar la iniciativa, el comando indio envía la 11a Brigada de la 2 edivisión en el sector de Walong en el oeste de Alurnachal Pradesh el 31 de octubre. Este destacamento, que incluye tres batallones de infantería, no se prepara para defender la zona sino para atacar a los chinos el 14 de noviembre, el cumpleaños de Nehru. Ese día, dos compañías indias apoyadas con morteros y artillería lanzaron un asalto contra una colina en poder de una compañía china. Pero los indios son rechazados mientras el ELP lanza un contraataque. Los indios se retiran y son perseguidos por los chinos que abruman las defensas enemigas. A continuación, se da la orden a los soldados indios de retirarse, pero muchas unidades no la reciben y mueren en el acto. Los restos de la brigada india se refugiaron luego en el valle de Lohit, prefiriendo el ELP no perseguirlos.


La captura de soldados indios por el ELP

Unas horas después de la derrota de Walong, se reanudaron los combates en Aksai Chin y Se La. En Cachemira, el comando indio concentró tropas en particular alrededor de Chushul, una región donde algunas de las posiciones se encuentran a altitudes de unos 4 500 metros y donde hay No hay bosque para construir defensas o incluso calentar. Las fuerzas al este de esta localidad se encuentran en el territorio reclamado por Pekín. Todos los demás puestos indios en Aksai Chin han sido evacuados o han caído. Chushul se convierte entonces para los indios en un punto clave para bloquear un ataque chino a la ciudad de Leh.

El 17 de noviembre, una poderosa fuerza china marchó desde el oeste sobre Chushul y en las primeras horas del 18, la artillería del ELP abrió fuego contra posiciones indias. Los soldados chinos atacaron de frente pero fueron rechazados. Por lo tanto, evitaron las posiciones indias que tomaron de los flancos después de una dura lucha. Las pérdidas indias son graves, por lo que solo hay tres sobrevivientes de una empresa completa. Cinco horas después del inicio del ataque, los indígenas fueron expulsados ​​de las áreas reclamadas por China. Luego se reagrupan para defender Chushul que los chinos, sin embargo, no atacarán. La guerra en Cachemira ha terminado, ya que todo Aksai Chin está ahora bajo control chino.

En la región de Arunachal Pradesh, las fuerzas indias continúan fortaleciéndose en la zona de Se La-Bomdila. Reagrupan 10 batallones de infantería apoyados por morteros, artillería y una docena de tanques. Si estas fuerzas se hubieran concentrado, hubieran representado una poderosa fuerza defensiva, pero se encuentran dispersas a lo largo de un centenar de kilómetros en la carretera entre Se La y Bomdila. Cinco batallones están en Se La, tres en Bomdila y dos en Dirang Dzong entre Se La y Bomdila. Sin embargo, el pueblo de Dirang Dzong, donde se establece el mando indio de la región, no es adecuado para la defensa, especialmente porque es accesible por muchos senderos de montaña. Los indios saben que si los toman prestados, los chinos pueden salir en Thembang entre Dirang Dzong y Bomdila.

El 15 de noviembre, un batallón chino atacó a la empresa india que poseía Poshing La y la aniquiló. El comando indio, que no quiere creer que un batallón haya podido tomar los senderos de la montaña, envía un segundo batallón desde Bomdila en dirección a Poshing La. Una tercera compañía también sale de Bomdila para reforzar las posiciones en Dirang Dzong.


Las dificultades de la logística india

La compañía envió a Poshing La a cavar trincheras en Tembang en la mañana del 17 de noviembre. Poco antes del mediodía, fue atacado por 1.500 soldados chinos. Los indígenas resistieron durante 3 horas pero, debido a la mala logística, rápidamente se quedaron sin municiones. Con el anochecer, comienzan a retirarse, pero en la oscuridad y la espesa vegetación, este retiro se convierte rápidamente en un desastre. Ninguno de los soldados logró llegar a Bomdila y, semanas después, algunos fueron encontrados vagando por las llanuras del sur. Una vez más, la superioridad china y los problemas logísticos indios conducen a otra derrota para Nueva Delhi. Especialmente los chinos ahora mantienen firmemente el camino entre Bomdila y Dirang Dzong,

También el 17 de noviembre, el ELP lanzó cinco asaltos contra Se La, pero la ciudad estaba bien defendida y cada ataque chino fue repelido. Con cinco batallones y artillería, las fuerzas que controlaban Se La eran considerables, pero su línea de suministro se cortó cuando los chinos tomaron Tembang. Las unidades indias que retuvieron a Dirang Dzong, por su parte, intentaron abrirse paso hacia Bomdila. Las emboscadas chinas pusieron fin a este intento, mientras que algunos supervivientes consiguieron llegar a las llanuras del sur. Las tropas que retuvieron Se La también se retiraron, inicialmente en buen estado al hacer retroceder a las primeras unidades chinas que encontraron. Pero la columna india se encontró rápidamente bajo un intenso fuego de ametralladora. Los diversos intentos de romper el cerco chino fracasan y la carretera hacia el sur se cierra permanentemente. Finalmente, aún bajo el fuego chino, las tropas en retirada lograron llegar a las llanuras después de sufrir numerosas pérdidas.

El 18 de noviembre, la 48ª Brigada India, o seis compañías de infantería, seguía siendo la única fuerza para defender Bomdila. Los soldados construyen posiciones defensivas y colocan sus morteros y artillería mientras esperan refuerzos. La ineptitud del mando y las comunicaciones indias volverá a atacar. El general Kaul, sin saber que Dirang Dzong había sido evacuado, ordenó a dos compañías de infantería, artillería y blindados que abandonaran Bomdila para reforzar las unidades en Dirang Dzong.

Solo 10 minutos después de la partida de la columna india, las fuerzas chinas atacaron. La infantería de la columna intenta volver a su posición inicial pero estos ya están ocupados por los chinos dejando al descubierto a los indios. Un segundo asalto chino finalmente abruma las posiciones indias. Los intentos de contraataques conducen a fracasos que obligan al general Singh a ordenar una retirada en Rupa.

 
El regreso de los prisioneros indios

En Rupa, la 48ª Brigada organiza la defensa, pero rápidamente ordena retirarse al borde de la llanura. Después de su salida de la ciudad, Singh recibe la orden de Kaul de darse la vuelta, pero cuando llega a Rupa, se encuentra con que los chinos mantienen las posiciones alrededor de la aldea haciendo imposible defender la localidad. La 48ª Brigada, acosada por las fuerzas chinas, se puso en camino hacia Chaku que logró. Entonces era solo del tamaño de un batallón. Fue en este momento que los chinos atacaron desde tres lados diezmando los restos de la brigada, cuyos grupos dispersos huyeron hacia el sur.

Con la desaparición de la 48ª Brigada, ya no existe ninguna fuerza militar india organizada en Arunachal Pradesh o en Aksai Chin. Militarmente, la victoria china está completa. Ante el desastre, el 20 de noviembre Nehru pidió a los estadounidenses que intervinieran militarmente contra los chinos lanzando ataques aéreos contra el ELP. Pero Beijing decide unilateralmente un alto el fuego el 22 de noviembre.

Conclusión.

El 20 de noviembre, el ELP eliminó todas las fuerzas indias en los territorios fronterizos reclamados por China. Beijing prefiere entonces poner fin al conflicto y no busca aprovechar sus ventajas. Por el contrario, si China quiere quedarse con Aksai Chin, acepta dejar los territorios en disputa en Arunachal Pradesh a la India. En total, Pekín propone dejar el 68% de los territorios en disputa a India y solo retiene el 32%, principalmente en Aksai Chin que representa para ella un territorio estratégico con su ruta militar. Nehru acepta el alto el fuego chino y las condiciones establecidas por Beijing. Por lo tanto, a partir de diciembre, China comienza a liberar a los indios hechos prisioneros durante los combates.

Nehru hizo la peligrosa apuesta de que China no haría la guerra en las áreas en disputa y que se retiraría de ellas incluso si India presionaba lo suficiente. Pero para que esta apuesta tuviera éxito, tenía que ser validada por una evaluación exacta de las fuerzas involucradas. Pero Nehru ignora deliberadamente las advertencias de sus oficiales que le advirtieron contra la falta de preparación del ejército indio. Los líderes indios tampoco saben que las tropas chinas están increíblemente superadas en número a lo largo de la frontera, están bien preparadas para la guerra de montaña y tienen una buena logística.

La preparación logística es de hecho vital para cualquier operación militar. En esta área, la India es en gran parte deficiente. En muchas ocasiones, las tropas indias se quedan sin municiones y muchos soldados se mueren de frío mientras los chinos acumulan reservas en el Tíbet. Las tropas indias también están mal preparadas para la guerra de montaña. El liderazgo indio también está fallando. Si en Aksai Chin permanece bien organizado, en Arunachal Pradesh reina la confusión, en particular debido a los numerosos cambios de cuadros. Así, las unidades se envían a posiciones ya ocupadas por los chinos. El general Kaul por su parte a menudo ignora los consejos de sus subordinados, se muestra indeciso, cambiando sus órdenes después de haberlas dado. Inmediatamente después del alto el fuego,


Soldados chinos e indios en 2012

Aunque derrotada, India se beneficia del conflicto. Primero, el país está unido como nunca antes mientras la influencia del Partido Comunista de la India se derrumba. Sobre todo, la India es consciente de sus debilidades militares. Duplicará su plantilla en los próximos dos años y mejorará considerablemente la formación de sus hombres y su organización logística. La guerra también juega un papel importante en sus relaciones con Pakistán. Al observar en esta ocasión la debilidad militar de su vecino, Islamabad se cree en una posición favorable para resolver la cuestión de Cachemira, que desemboca en la guerra de 1965.

La guerra fronteriza está cambiando profundamente el clima militar y político en el sudeste asiático. La victoria china selló el destino del Tíbet, fuente de tensión con India, a favor de Beijing. Especialmente la cuestión de las fronteras no se resolvió al final de la guerra de 1962. India continúa reclamando Aksai Chin, mientras que Beijing todavía llama a Arunachal Pradesh, el sur del Tíbet, lo que provoca muchos incidentes. Estas disputas territoriales conducen a una fuerte militarización de la región. Cada campamento ha construido infraestructura de comunicaciones, bases aéreas, puestos de avanzada mientras se despliega un gran número de tropas, India utiliza unidades paramilitares tibetanas para operaciones de inteligencia. Las escaramuzas son frecuentes y los riesgos de una escalada hacia un conflicto abierto siguen siendo relevantes.

La guerra de 1962 también fue fuente de una fuerte desconfianza y rivalidad entre China e India. Beijing todavía sospecha que Nueva Delhi intenta socavar su autoridad sobre el Tíbet con la ayuda de Estados Unidos, mientras que India ve a su vecino del norte como una potencia nacionalista y agresiva que busca dominar Asia. Cada campo ha desarrollado un sistema de alianza para contrarrestar el de su rival, China con Pakistán e India con la URSS, mientras que una lucha por la influencia entre los dos países se ejerce en Nepal y Birmania. Nueva Delhi, por lo tanto, se ha vuelto particularmente sospechosa de lo que ve como intrusiones chinas en el sur de Asia, mientras que Pekín ve con malos ojos la creciente participación de la India en los asuntos del sudeste asiático y más particularmente en el Mar de China Meridional.


Bibliografía:

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  • Neville Maxwell, I Guerra China ndia , Pantheon Books , 1971.
  • Xiaobing Li, A History of the Modern Chinese Army , The University Press of Kentucky, 2007.

martes, 7 de septiembre de 2021

SGM: Las primeras operaciones especiales nazis sobre Gran Bretaña

Las primeras misiones secretas sobre Gran Bretaña

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A mediados de la década de 1930, el alto mando alemán estaba dominado por la opinión de que la principal amenaza para la formación y expansión del "Reich de los mil años" era Francia. Además, Hitler consideraba a Gran Bretaña como un aliado potencial. Sin embargo, la omnipresente Abwehr extendió sus tentáculos secretos en dirección a Inglaterra. En 1936, la División de Inteligencia Militar de Seguridad Nacional (MI5) había descubierto y arrestado al agente de la Abwehr-I, el teniente Gortz. Fue condenado a cuatro años de prisión. Después de eso, el Führer ordenó el cese de toda actividad de espionaje en Inglaterra. Pero luego cedió y a principios de 1937 se reanudó este trabajo. En septiembre de 1939, Abwehr-I tenía 253 agentes en territorio británico.

Pero las posibilidades de inteligencia eran limitadas y durante mucho tiempo Hitler se negó a autorizar vuelos de reconocimiento sobre el Reino Unido. Pero tanto la Luftwaffe como la Abwehr hicieron intentos ilegales de actuar en esta área. Los aviones de Fliegerstaffel z.b.V., bajo la apariencia de aviones civiles de Lufthansa, fotografiaron puertos en la costa sur y este de Inglaterra, los muelles de Londres y otras instalaciones militares.

De particular interés para los alemanes fue el trabajo británico sobre radiogoniometría, que más tarde se conoció como radar. En Alemania, se sabía muy poco sobre este proyecto. La Abwehr recibió información importante de un agente en Inglaterra, que informó de la construcción de instalaciones a lo largo de toda la costa sur y este (desde la Isla de Wight hasta las Orcadas), que el propio agente llamó "estaciones de radio UKV". La misma fuente dijo que ya estaban operando estaciones similares en Suffolk, Essex y Kent, que podían identificarse fácilmente por las características torres de acero o madera con antenas. Esta fue una información de excepcional importancia. Los alemanes sabían que los británicos habían estado construyendo estaciones de radar desde 1938.

El reconocimiento de radar se confió al Grupo Rowehl. Entre mayo y agosto de 1939, realizó una serie de vuelos secretos a través del Mar del Norte hasta la costa este de Inglaterra. Además de algunos He 111, se utilizó el dirigible de pasajeros LZ-130 Graf Zeppelin II, que aparentemente realizaba "vuelos de prueba".

Era el dirigible rígido más grande del mundo, que realizó su primer vuelo el 14 de septiembre de 1938. Tenía una eslora de 245 my un volumen de 199 981 m3. El dirigible estaba propulsado por cuatro motores diésel Mercedes-Benz con una capacidad de 1200l / s. A bordo del Graf Zeppelin II había observadores experimentados, incluido Siegfried Knemeyer de Aufkl.Gr.Ob.d.L. El propósito de estas misiones era determinar la fuerza del campo electromagnético creado por los radiogoniómetros británicos y su ubicación. Pero las herramientas utilizadas eran extremadamente primitivas. Uno de estos "medios especiales" era el "vagón turístico", una pequeña góndola que podía acomodar a una persona. Cuando la aeronave se escondía en las nubes o volaba sobre ellas, se bajaba la góndola con un cable para poder observar. La longitud del cable alcanzó los 800 m, pero cuando se soltó a su longitud máxima. La góndola se alejó hacia un lado. Se adjuntó un cable telefónico al cable, a través del cual el observador mantuvo una comunicación constante con la tripulación de la aeronave.

Durante estos vuelos de reconocimiento, el LZ-130 logró interceptar y grabar muchas señales de radio diferentes, que, supusieron los alemanes, fueron emitidas por los últimos radiogoniómetros ingleses. Se tomaron fotografías de todas las torres de radio de propósito desconocido. Todos los datos se enviaron de inmediato al Generalmajor Wolfgang Martini, jefe del servicio de comunicaciones de la Luftwaffe. Los remitió a sus especialistas que se dedicaban a trabajar en el campo del radar.

Después de procesar y analizar todas las señales y fotografías registradas, los alemanes concluyeron que la investigación británica en esta área estaba muy por detrás de la de los alemanes. Pero en realidad, esta apresurada conclusión fue un error. Los británicos desde el principio fueron conscientes del propósito de los "vuelos de prueba" de la aeronave. Engañaron a los alemanes utilizando modelos antiguos de su radiogoniómetro para rastrear el Zeppelin.

En agosto de 1939, las tensiones internacionales en Europa aumentaron rápidamente. Las negociaciones anglo-franco-soviéticas sobre una convención militar, celebrada ese verano en Moscú, no dieron resultados. A mediados de agosto, la prensa británica ya informaba de que comenzaría una nueva guerra antes de que finalizara el verano. El 23 de agosto se supo que la Unión Soviética había firmado un tratado de amistad y no agresión con Alemania. "El plazo de diez años del Tratado, establecido por el artículo VI, indica que ambas partes se esfuerzan por consolidar las relaciones pacíficas entre los países durante un largo período de tiempo", afirmó el diario ruso Pravda, principal órgano del Partido Comunista.

La celebración del Tratado entre la URSS y Alemania es un hecho evidente de importancia internacional, porque el Tratado es un instrumento de paz. No solo fortalecerá las buenas relaciones entre la URSS y Alemania, sino que también o servir para consolidar la paz. La amistad de los pueblos de la URSS y Alemania, paralizada por los enemigos de Alemania y la URSS, entrará en una era de prosperidad.

La propaganda soviética afirmó que la firma del tratado (el Pacto Molotov-Ribbentrop) evitaría la guerra. La prensa alemana también se regocijó. Hitler dijo que en la gran guerra de 1914-1918, Rusia y Alemania habían luchado y se habían convertido en "víctimas". "No habrá repetición de esto", afirmó el Führer.



Pero para Europa Occidental, esta noticia fue una verdadera bomba diplomática. Para todos estaba claro que el tratado abrió el camino a Polonia para el Tercer Reich. El primer ministro británico, Neville Chamberlain, informó inmediatamente a Adolf Hitler que el Reino Unido no dudaría en cumplir con sus obligaciones en virtud del acuerdo de asistencia mutua con Polonia.

En esta situación, OKW pidió a la Luftwaffe que comenzara vuelos de reconocimiento sobre territorio británico, así como que realizara una "exploración preliminar" de la base principal de la flota británica en Scapa Flow. Para tales misiones, el avión Fw 200 de cuatro motores de largo alcance era el más adecuado. A finales de agosto de 1939, Deutsche Lufthansa transfirió tres de estos aviones al VfH: Fw 200V10 W. Nr.0001 'D-ASHH', Fw 200V2 W. Nr.2484 'D-AETA' y Fw 200A-03 W. Nr. 2895 'D-AMHC'. Primero, el avión llegó al centro de pruebas de vuelo de la Luftwaffe Rechlin, que estaba a 44 km al suroeste de Neubrandenburg. Allí fueron reequipados con dos cámaras Reihebild Rb50 / 30. Más tarde, los aviones fueron equipados adicionalmente con armamento defensivo que consta de cinco ametralladoras.

El 29 de agosto, la aeronave del grupo Rowehl realizó fotografías aéreas de objetivos en el sur de Inglaterra. A las 13:41 hora local, se notó un avión espía a gran altura sobre la ciudad de Yate, 12 km al noreste de Bristol. Luego pasó sobre Cardiff, luego sobre la ciudad de Barry, ubicada a 11 km al suroeste de la misma, luego giró hacia el sureste y, pasando por Portland, desapareció por el Canal de la Mancha.

Pero los eventos evolucionaron rápidamente. En la mañana del 1 de septiembre, la Alemania nazi atacó Polonia y las actividades de la Abwehr, Rowehl y la Luftwaffe comenzaron una nueva fase ...

Nuevo equipamiento para misiones secretas

El 5 de septiembre de 1939, un avión del primer Staffel Aufkl.Gr.Ob.d.L. sobrevoló la base naval británica en Scapa Flow. Luego, los días 21 y 22 de septiembre, exploradores del mismo grupo aparecieron sobre el norte de Francia, realizando fotografías aéreas de los aeródromos de Ruvre y Frescati, ubicados cerca de la ciudad de Metz, y en Thionville. Al mismo tiempo, los pilotos de Rowehl iniciaron vuelos a gran altura sobre Bélgica y los Países Bajos, a pesar de que estos países habían declarado su neutralidad. Como resultado, a fines de septiembre, el comando de la Luftwaffe tenía información completa sobre las precauciones defensivas de estos países, incluida la ubicación de las fuerzas de defensa aérea y los aeródromos militares.

Una vez declarada la guerra, el número de objetivos para la fotografía aérea creció rápidamente. Pronto la Luftwaffe reconoció la urgente necesidad de incrementar el Grupo Rowehl. El 24 de septiembre de 1939 3. (F) / Aufkl. Gr.Ob.dL se formó a partir de 8. (F) / LG2 en el aeródromo de Jüterbog-Damm (62 km al sureste de Berlín) y el 24 de octubre 4. (F) /Aufkl.Gr.Ob.dL se formó a partir de 2 (F) ./ Aufkl.Gr.121 en el aeródromo de Prenzlau (44 km al suroeste de Neubrandenburg) desde el cr.

Desde el otoño de 1939, el Grupo Rowehl operó desde tres aeródromos. El segundo Staffel al mando del Oberleutnant Karl-Edmund Gartenfeld permaneció en Oranienburg, que se convirtió en la base principal del grupo. El 1er y 3er Staffel realizaron vuelos de reconocimiento sobre Francia desde el aeródromo de Fritzlar, l25 km al suroeste de Kassel. Los vuelos sobre territorio británico se realizaron desde el aeródromo de Ever.

Aufkl.Gr.Ob.d.L. era una unidad de aviación de élite que llevaba a cabo misiones estratégicas secretas. Por lo tanto, recibió como prioridad nuevos aviones. En noviembre, el 3./Aufkl.Gr. Ob.d.L. recibió dos prototipos del recientemente aparecido Junkers Ju 88 - V13 W. Nr. 880005 'GU + AH' y V14 W. Nr. 880006 "D + APSF" con los motores Jumo. Los pilotos de Rowehl tuvieron que realizar vuelos operativos para probar su idoneidad como exploradores. Después de instalar dos cámaras verticales RB 50/30, que permitían fotografiar desde alturas de hasta 8.500 m (28.000 pies), y dos cámaras inclinadas RB 20/30, que tomaban fotografías desde alturas inferiores a 2.000 m (6.500 pies), se les dio la designación Ju 88A-1 / E. Más tarde, el grupo Rowehl recibió tres Ju 88 usados ​​más: V23 WNr.880023 "NK + AO", V24 W. Nr. 880024 'D-ASGQ' ('NK + AP') y V28 W. Nr. 880028 "GB + ND". Inicialmente, mantuvieron las designaciones de fábrica, luego, en el proceso de operaciones, la aeronave recibió los códigos Aufkl. Gr.Ob.d.L. ('T5') en el fuselaje.

A principios de 1940, el primer y tercer Staffel de Aufkl.Gr.Ob.d.L. estaban equipados con aviones Do 215B. Esta fue una modificación del bombardero Do 17Z, originalmente destinado a la exportación a Suecia, Hungría, Yugoslavia e incluso la Unión Soviética. El nuevo avión era casi idéntico a su predecesor. La nueva designación se inventó específicamente para aviones de exportación. Una de las series Do 17Z-0, que tenía un código civil "D-AIIB", pasó a llamarse Do 215V1 y se utilizó para vuelos de demostración y publicidad. Posteriormente, la aeronave se equipó con motores DB601A con una capacidad de 1075 l / s. En esta versión, se fabricaron trece Do 215 para venderlos a Suecia, pero a principios de 1940 se rescindió el contrato. Todas las máquinas fueron transformadas urgentemente en exploradores de largo alcance. En enero-febrero, llegaron en grupo a Rowehl. En marzo de 1940, Dornier produjo una modificación del Do 215B-4, especialmente diseñado para la recopilación de inteligencia de largo alcance y en mayo de 1940 ya había veinticuatro aviones de este tipo en Aufkl.Gr.Ob.d.L.

Los Do 215 estaban equipados con tres cámaras: una estaba destinada a disparar imágenes individuales y las otras dos, montadas a los lados del fuselaje, para vistas panorámicas. Los ángulos de visión de las lentes de las dos últimas cámaras se establecieron en 30 ° o 60 °, dependiendo de lo que se tuviera que aumentar: la precisión de la fotografía (usando marcos superpuestos) o su área.

A principios de 1940, Aufkl.Gr.Ob.d.L recibió dos exóticos aviones cuatrimotores, el Blohm und Voss BV 142. Fueron construidos en la fábrica de aviones de Hamburgo sobre la base del gran hidroavión Ha 139. La modificación fue muy simple: en lugar de flotadores, se instaló un tren de aterrizaje con ruedas convencional y los motores regulares se reemplazaron por BMW 132H más potentes. El primer prototipo, Ha-142Vl "D-AHFB", se lanzó a los cielos en octubre de 1938. Pronto se pusieron en funcionamiento tres aviones más. Inicialmente, estas máquinas estaban destinadas a vuelos postales sobre el Atlántico Norte. Después del rechazo de la designación "Ha", todas las "Hamburguesas" pasaron a llamarse BV 142.

La guerra cambió el uso de estos aviones, como muchos otros. Los prototipos V3 y V4 se convirtieron en transportes y pronto se utilizaron en la campaña noruega para transportar tropas. Los prototipos V1 y V2 se convirtieron en aviones de reconocimiento de largo alcance. Recibieron una nariz completamente acristalada y un armamento defensivo de cinco ametralladoras MG 15 de 7,92 mm. Después de eso, ambas máquinas fueron transferidas a 2. (F) /Aufkl.Gr.Ob.d.L., Donde realizaron vuelos de reconocimiento sobre Inglaterra. A veces, se utilizaron BV 142 para la administración de agentes.

El Grupo Rowehl utilizó BV 142 V2 "T 5 + B" y V1 "T5 + CB" durante ese año. Estos aviones tenían un largo alcance, pero tenían importantes inconvenientes. Su velocidad máxima era de solo 375 km / h. No había comunicación entre el fuselaje delantero y el trasero separado, por lo que el artillero de cola estaba completamente aislado del resto de la tripulación. Además, su uso se vio muy afectado por la falta de repuestos. En 1941, los cuatro BV 142 fueron dados de baja.

El grupo Rowehl jugó un papel importante en los preparativos para la invasión nazi de Dinamarca y Noruega. Esta operación recibió el nombre en código Weserübung ("Ejercicio Weser"). Cuando, a principios de 1940, Hitler decidió apoderarse de Noruega, de repente quedó claro que el OKW no tenía información de inteligencia actualizada que fuera necesaria para la planificación de la invasión. El tiempo para planificar la operación era sumamente limitado, por lo que era necesario actuar con rapidez y decisión.

Se ordenó al Oberstleutnant Theodor Rowehl que realizara inmediatamente fotografías aéreas de toda la costa sur de Noruega desde Oslo hasta Bergen, así como del fiordo de Trondheim y el puerto de Narvik en el norte del país. De particular interés fueron las fortificaciones y baterías costeras en la bahía de Bohus y los aeródromos alrededor de Oslo. Para volar las largas distancias, Aufkl.Gr.Ob.d.L consiguió un nuevo Fw 200C-1, "BS + AH". El piloto era Cornelius Noell, uno de los mejores pilotos de reconocimiento de la Luftwaffe, y su navegador era Siegfried Knemeyer.



Cornelius Noell

Se decidió iniciar la misión desde el aeródromo de Königsberg en Prusia Oriental. Esto se hizo porque en el caso de un despegue desde el norte de Alemania, el explorador "ilegal" corría el riesgo de ser descubierto por los buques de guerra británicos que patrullaban el Mar del Norte. Después de salir de Königsberg, el Condor voló la primera parte de su ruta sobre las aguas neutrales del Báltico, ganando altura gradualmente. Para acortar su viaje, Noel y Knemeyer volaron sobre la neutral Suecia. Los Fw 200 civiles de Deutsche Lufthansa sobrevolaban con frecuencia Suecia (ruta Berlín-Malmö-Estocolmo-Oslo-Copenhague-Berlín), por lo que la aparición del Condor no causó alarma.

Además de "BS + AH", otros aviones Aufkl.Gr.Ob.d.L, incluidos los BV 142, llevaron a cabo misiones de reconocimiento sobre Oslo, Kristiansand, Stavanger, Bergen y Trondheim. Como resultado, a mediados de marzo de 1940, OKW tenía fotografías aéreas detalladas de todas las áreas estratégicamente importantes de Noruega. Rowehl Group había demostrado una vez más su importancia. El 9 de abril de 1940 comenzó Weserübung.