viernes, 14 de febrero de 2025

Aonikenk: John Evans y los aborígenes encerrados en 1885

1885-1890. John Evans: “Los indios encerrados y con hambre pedían pan, gritaban ‘poco bara chiñor, poco bara chiñor’”

La voz del Chubut




Reservas indígenas en el Departamento Río Senguer. En la actualidad solo perduran las de Quilchamal y Tramaleo

El período 1885-1890 merece un tratamiento diferenciado, ya que durante ese tiempo todas las expediciones y viajeros que recorrieron Chubut (Fontana, Steinfeld-Botello, Moyano, etc) sólo encontraron vestigios de asentamientos de tribus, o individuos que vagaban separados de sus tribus. Es decir que durante ese período Chubut se presenta como un territorio despojado de presencia de los pueblos originarios. Ese vacío humano fue consecuencia de la Conquista del Desierto. Entre 1883 y 1885, las tribus tehuelches que habitaban el sur de Río Negro y Chubut fueron concentradas en Valcheta de modo voluntario o bien llevadas prisioneras.

Una nota publicada en 1937 en la revista Argentina Austral, dice al respecto:

“Cuando el Comandante Lino Oris de Roa, fue a Deseado con el Villarino, comisionado por Winter, para despejar de indios la costa e instalar en Valcheta las tolderías que hallara sobre el litoral, por más de índole mansa que aquellos fuesen, imposibilitando así que las tribus alzadas se respaldasen sobre ellas, el General Villegas se encargó de dar el último golpe al salvaje que aún señoreaba en las cordilleras”. (Argentina Austral, abril 1937)

En ese paraje, situado al sureste de Río Negro, el Ejército argentino estableció un fuerte y lo que hoy en día podría ser interpretado como un “campo de concentración”. Los testimonios de viajeros y exploradores al servicio del Gobierno argentino, como Burmeister, Francisco Moreno y Ramón Lista, hablan del asentamiento simultáneo en el lugar de tropas del ejército y tolderías tehuelches; pero el testimonio del galés John Evans devela que Valcheta no sólo era utilizado como un simple asentamiento donde aborígenes y soldados convivían en armonía. En 1888, Evans y cinco compañeros, viajaron de la colonia galesa del valle del Chubut a Patagones para comprar ganado. En el trayecto entre la colonia y Patagones pasaron por Valcheta. Allí vivió una experiencia que “le marcó el alma duramente”: “El camino que recorríamos era entre toldos de los indios que el Gobierno había recluido en un reformatorio. En esta reducción creo, que se encontraban la mayoría de los indios de la Patagonia, el núcleo más importante estaba en las cercanías de Valcheta; estaban cercados por alambre tejido de gran altura, en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut, sabían que donde iba un galés seguro que en sus maletas tenía un trozo de pan, algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento intentaban hacerse entender hablando un poco castellano un poco galés «Poco Bara Chiñor», «Poco Bara Chiñor» (un poco de pan señor) […] Al principio no lo reconocí pero al verlo correr a lo largo del alambre con insistencia gritando BARA BARA, me detuve cuando lo ubiqué. Era mi amigo de la infancia, mi HERMANO DEL DESIERTO, que tanto pan habíamos compartido. Este hecho llenó de angustia y pena mi corazón, me sentía inútil, sentía que no podía hacer nada para aliviarle su hambre, su falta de libertad, su exilio, el destierro eterno luego de haber sido el dueño y señor de extensiones patagónicas y estar reducidos en este pequeño predio. Para poder verlo y teniendo la esperanza de sacarlo le pagué al guarda 50 centavos que mi madre me prestó para comprarme un poncho, el guarda se quedó con el dinero y no me lo entregó, si pude darle algunos allí solucionaron la cuestión. Tiempo más tarde regresé por él, con dinero suficiente dispuesto a sacarlo por cualquier precio, y llevarlo a casa, pero no me pudo esperar, murió de pena al poco tiempo de mi paso por VALCHETA” (Evans, 1999)

El crudo testimonio de Evans lo dice todo: alambrados de gran altura, prisioneros, guardias armados, etc. Esto bien puede ser interpretado como lo que se conoce como un campo de concentración.

La situación, entre otros, afectó a los caciques Sacamata y Maniqueque. En 1883, Sacamata y su gente fueron encontrados por el Coronel Roa a 80 kilómetros de la colonia galesa y luego conducidos a Valcheta. Como Sacamata no opuso resistencia, colaboró conduciendo un arreo de ganado y posteriormente facilitó baqueanos (en su situación no le era posible hacer lo contrario) para que las tropas exploraran el interior del territorio, fue considerado “indio amigo”, al decir de la época.

Según manifestaron los exploradores en sus crónicas, los “indios amigos” residían en sus toldos conviviendo con las tropas, sin ser molestados.

En cambio, Maniqueque y su gente fueron tomados prisioneros en 1883 tras el combate de Apeleg. Maniqueque tuvo la mala suerte de estar acampando en ese valle cuando las tropas se enfrentaron con los manzaneros de Inacayal y Foyel.

Los indígenas capturados en el suroeste del Chubut tras los combates de Apeleg en 1883 y Genoa en 1884, fueron conducidos a pie hasta Valcheta. Los prisioneros caminaron una distancia aproximada de 900 kilómetros.

Otras tribus tehuelches que frecuentaban la región del Senguer, como los de Kánkel y Sapa, se libraron de ser conducidas a Valcheta porque en ese tiempo residían en el territorio de Santa Cruz.

Algunas de las tribus establecidas en Valcheta entre 1885 y 1886 fueron: Sacamata, Pitchalao, Cual, Chico y Maniqueque.

Hacia fines de la década de 1880, exploradores y viajeros volvieron a encontrar a las tribus tehuelches diseminadas por todo el territorio del Chubut, entre ellas a las que habían estado concentradas en Valcheta. De acuerdo a ello, se puede determinar que la reducción-prisión fue desarticulada a fines de esa década.

De no ser por el testimonio de Evans, no se hubiese tenido un panorama completo de lo que en realidad aconteció en Valcheta.

Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado.

jueves, 13 de febrero de 2025

Sumeria: Caída precipitada del primer gobierno centralizado en Uruk

Estructuras encontradas en Irak revelan el colapso deliberado de uno de los primeros gobiernos centralizados hace más de 5000 años

por Guillermo Carvajal || La Brújula Verde




Una estructura de pillares descubierta en Shakhi Kora, Irak. Crédito: C. Glatz et al.

En el sitio arqueológico de Shakhi Kora, ubicado en la región del Kurdistán iraquí, se han realizado excavaciones que ofrecen nuevas perspectivas sobre el origen y la evolución de las primeras instituciones estatales, datadas en el cuarto milenio a.C.

Un equipo internacional liderado por la profesora Claudia Glatz, de la Universidad de Glasgow, ha desenterrado estructuras y objetos que revelan tanto el surgimiento como el abandono de formas de organización centralizada, aportando evidencia clave sobre cómo estas sociedades enfrentaron el poder jerárquico.

Desde 2019, las investigaciones forman parte del Proyecto Regional Sirwan, en colaboración con la Dirección de Antigüedades de Garmian, y han desvelado un conjunto de estructuras institucionales que operaron durante varios siglos. Entre los hallazgos destacan vasijas rudimentarias utilizadas para ofrecer comidas comunales a gran escala, probablemente como pago a trabajadores vinculados a estas instituciones.


Vista aérea de la excavación de 2023 en la zona I de Shakhi Kora. Crédito: C. Glatz et al.

Los análisis de restos orgánicos y óseos muestran que estas comidas consistían en guisos sustanciosos de carne, lo que refuerza la idea de que las primeras organizaciones estatales se fundamentaban, al menos en parte, en su capacidad para distribuir alimentos y recursos entre la población.

El yacimiento también evidencia una transición cultural significativa: de tradiciones locales a influencias asociadas con la antigua ciudad de Uruk, una de las primeras urbes del mundo, conocida por sus complejos monumentales y los primeros textos escritos en tablillas de arcilla. Este vínculo refleja cómo Shakhi Kora fue absorbido en redes más amplias de interacción y control estatal.

Sin embargo, el descubrimiento más sorprendente es el abandono deliberado de las últimas estructuras institucionales. No se encontraron señales de destrucción violenta ni de estrés ambiental, lo que sugiere que las comunidades locales optaron conscientemente por desmantelar este sistema centralizado de autoridad.


Posibles depósitos de pilares rituales (A y B) y una figura de carnero reclinado [C]. Crédito: C. Glatz et al.

Según la profesora Glatz, este hallazgo desafía la noción de que la evolución de gobiernos jerárquicos fue un proceso inevitable en las primeras sociedades complejas. En cambio, demuestra que las comunidades tenían la capacidad de resistir y rechazar formas de organización centralizadas y jerárquicas cuando estas se volvieron opresivas o contrarias a sus intereses.

Salah Mohammed Sameen, director del Departamento de Antigüedades y Patrimonio de Garmian, destacó que los resultados de Shakhi Kora ofrecen datos fundamentales para comprender este período clave en la historia del Kurdistán iraquí.

Los rituales descubiertos y las evidencias de banquetes comunales subrayan que las instituciones estatales no solo gestionaban recursos, sino que también cumplían funciones simbólicas y sociales significativas.


Zona de cocción y servicio al este de la sala con pilares (A) y zona de almacenamiento al oeste (B). Crédito: C. Glatz et al.

En última instancia, estos hallazgos redefinen nuestra comprensión de cómo surgieron las primeras formas de gobierno centralizado y cómo fueron enfrentadas por las comunidades locales, revelando una dinámica compleja en la historia temprana de Mesopotamia.


Fuentes

Glatz C, Del Bravo F, Chelazzi F, et al. There and back again: local institutions, an Uruk expansion and the rejection of centralisation in the Sirwan/Upper Diyala region. Antiquity. Published online 2024:1-16. doi:10.15184/aqy.2024.189

miércoles, 12 de febrero de 2025

Rebelión anarquista en la Patagonia: Rendición en La Anita

7 de diciembre de 1921

Día de la rendición incondicional de los trabajadores en la Anita, Lago Argentino.


En las ultimas horas de la tarde del 7 de diciembre, hizo su ingreso victorioso a estancia Anita el capitán del 10 de Caballería, Pedro Viñas Ibarra. El ultimátum dio resultado: "tienen dos horas de plazo". Dos horas antes llegaron hasta su campamento dos huelguistas para entrevistarse y solicitar las condiciones de un arreglo. Sin mas trámite ni atenderlos, ordenó que fuesen fusilados al pie del cerro Comisión. Se pasea escoltado por dos suboficiales delante de la fila de trabajadores que esperaron su ingreso a la estancia, tal como lo ordenó.
Les grita y pregunta: "¿¿¿¡¡¡Dónde está Antonio Soto...!!!???", sindicado como el líder de los grupos en huelga de la zona sur del río Santa Cruz, silencio. Reitera a los gritos su pregunta, silencio.
Lección de dignidad y lealtad de los trabajadores, no ser alcahuetes, ni buchones.
Consulta el capitán con unos administradores que estaban de rehenes de los huelguistas cuales son los responsables, les señalan a siete huelguistas de entre los grupos, eran aproximadamente unos 600 trabajadores. Delante de sus compañeros son fusilados. Al día siguiente en su parte militar, triunfal, señala que resultaron muertos: "unos siete revoltosos".



Día de la rendición incondicional de los trabajadores en la Anita, en el Lago Argentino. "Muerte en el paraíso"
Fotografia: Huelguistas exhibidos en la calle interna de la Anita.


martes, 11 de febrero de 2025

Confederación Argentina: Guerreros de Caseros

Batalla de Caseros


El 3 de febrero de 1852 la Patria Triunfo, el Ejercito Grande al mando del Gral Justo Jose de Urquiza vence a las tropas del tirano cipayo de Juan Manuel de Rosas, logrando asi el fin de la tiranía por mas de 20 años y logrando el comienzo de la Organización Nacional del país.
El cobarde de Juan Manuel de Rosas escaparía del campo de batalla abandonado a sus esclavos; estaba todo arreglado, el tirano se embarcaría en el Buque de guerra Ingles rumbo a su patria, La Inglaterra , donde morirían toda su cipaya vida.


¡Soldados! ¡Hoy hace 40 días que en el Diamante cruzamos las corrientes del río Paraná y ya estabais cerca de la ciudad de Buenos Aires y al frente de vuestros enemigos, donde combatiréis por la libertad y por la gloria!.
¡Soldados! ¡Si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles y si la victoria por un momento es ingrata con alguno de vosotros, buscad a vuestro general en el campo de batalla, porque en el campo de batalla es el punto de reunión de los soldados del ejército aliado, donde debemos todos vencer o morir!.
Este es el deber que os impone en nombre de la Patria vuestro general y amigo.
Justo José de Urquiza

domingo, 9 de febrero de 2025

GCE: La Junta de Defensa de Madrid

Junta de Defensa de Madrid






La Junta de Defensa de Madrid fue un organismo creado el 6 de noviembre de 1936 por el gobierno de la República presidido por el socialista Francisco Largo Caballero. Estuvo encargado de la defensa «a toda costa» de la ciudad de Madrid ante la posibilidad de que esta cayera en manos franquistas durante la Guerra Civil. Su constitución y presidencia le fueron conferidas al general Miaja, autodisolviéndose el 23 de abril de 1937. Su constitución le hizo responsable de la defensa de Madrid.

Antecedentes

El Consejo de Ministros encabezado por Largo Caballero había creado mediante decreto de 28 de septiembre de 1936 un organismo homónimo, encabezado por el propio jefe del Gobierno e integrada por representantes de las distintas formaciones que apoyaban al Frente Popular, aunque con meras funciones consultivas. Sin embargo, de los representantes de la misma, únicamente dos -Francisco Caminero Rodríguez (Partido Sindicalista) y José Carreño España (IR)- pasarían a ser parte del nuevo organismo plenipotenciario. Este Consejo de Ministros decide igualmente que el Gobierno de la República Española debe abandonar Madrid y trasladarse a Valencia.

Localización

País: España

Información general

Tipo    Junta de gobierno
Sede    Madrid

Organización

Presidente    José Miaja Menant

Historia

Fundación    6 de noviembre de 1936
Disolución    23 de abril de 1937

Nacimiento de la Junta

Tras la ruptura del cerco sobre el alcázar de Toledo las tropas del general Varela avanzaron directamente a Madrid. El 6 de noviembre de 1936 a las ocho de la tarde se convoca al general Miaja y al general Pozas para reunirse con Largo Caballero; a ambos generales se les entrega un oficio en sobre cerrado que pone en su membrete "para abrir a las seis horas del día 7".1​ Al salir ambos generales desobedecen las instrucciones del membrete y abren el contenido de su interior. Su sorpresa fue que al abrirla el contenido había sido cambiado, quizás por las prisas por abandonar Madrid. Su contenido era:

    El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, encarga a VE de la defensa de la capital a toda costa. A fin de que lo auxilien en tan trascendental cometido, (…) se constituye una Junta de Defensa de Madrid, (…) Esa Junta tendrá facultades delegadas del Gobierno para la coordinación de todos los medios necesarios para la defensa de Madrid que deberá ser llevada al límite y, en el caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de abandonarse la capital, (…) las fuerzas deberán replegarse a Cuenca para establecer una línea defensiva en el lugar que le indique el General Jefe del Ejército del Centro.
    firmado por Largo Caballero.


Largo Caballero ordenaba al general Miaja constituir una Junta de Defensa compuesta por representantes de todos los partidos que componían el gobierno y en las mismas proporciones. Sin embargo, la plana mayor de los distintos partidos, salvo el comunista, habían huido de Madrid. Tampoco especificaban las instrucciones de Largo Caballero el modo en el que dichos representantes serían designados. Durante la noche del 6 al 7 de noviembre, representantes de distintos partidos políticos acudieron al Ministerio de la Guerra, donde se hallaba el cuartel general de Miaja. Ante ello, tomaron la decisión, que fue ratificada en la primera reunión formal de la Junta, de que «cada uno de los partidos estuviera representado por un titular y un suplente». Por esta razón, aparte de los representantes del PSOE, Izquierda y Unión Republicana, PCE y CNT, se incluyó a representantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, la Unión General de Trabajadores (a través de la Casa del Pueblo de Madrid), el Partido Sindicalista y las Juventudes Libertarias.​

Composición

La carta recibida por el general José Miaja de parte del Gobierno establecía que la Junta contaría «con representaciones de todos los partidos políticos que forman parte del Gobierno y en la misma proporcionalidad que en éste tienen dichos partidos», sin especificar, sin embargo, el modo de designación de los mismos. Finalmente se acordó que cada uno de los partidos estuviese representado por un titular y un suplente, quedando conformada su composición como sigue:

  •     Presidencia: José Miaja Menant.
  •     Secretario: Fernando Frade (PSOE).
    •         Suplente: Máximo de Dios (PSOE).
  •     Guerra: Antonio Mije García (PCE).
    •         Suplente: Isidoro Diéguez Dueñas (PCE).
  •     Orden público: Santiago Carrillo Solares (JSU).
    •         Suplente: José Cazorla Maure (JSU).
  •     Industrias de Guerra: Amor Nuño Pérez (CNT).
    •         Suplente: Enrique García Pérez (CNT).
  •     Abastecimientos: Pablo Yagüe Estebaranz (Casa del Pueblo).
    •         Suplente: Luis Nieto de la Fuente (Casa del Pueblo).
  •     Comunicaciones: José Carreño España (IR).
    •         Suplente: Gerardo Saura Mery (IR).
  •     Finanzas: Enrique Jiménez González (UR).
    •         Suplente: Luis Ruiz Huidobro (UR).
  •     Información y Enlace: Mariano García Cascales (JJ.LL.).
    •         Suplente: Antonio Oñate (JJ.LL.).
  •     Evacuación: Francisco Caminero Rodríguez (PS).
    •         Suplente: Antonio Prexés Costa (PS).


Frade y Mije fueron sustituidos el día 4 de diciembre de 1936 por De Dios y Diéguez respectivamente. Santiago Carrillo cesó en su cargo de consejero de Orden Público el día 24 de diciembre de ese mismo año, siendo sustituido al día siguiente por su suplente, José Cazorla. Carrillo pasaría a Prensa y Propaganda, porque el 19 de abril de 1937 dimitió de su cargo.​

sábado, 8 de febrero de 2025

Patagonia: El cacique Kánkel y sus grandes amigos galeses

Cacique Kánkel: “Los galeses son gente muy buena, muy amigos míos”

La voz del Chubut




Cacique Kánkel (sentado detrás del huemul) cuando ofició de guía de la expedición de Anchorena, lago Fontana, 1902. Foto: Telmo Braga

Cuenta Eduardo Botello que en una ocasión condujo hasta la toldería de Kánkel al galés Walter Cradog Jones, uno de los primeros pobladores del valle de Sarmiento. Jones, junto con otros hombres, partieron hacia el lago Fontana con el propósito de buscar oro. En Choiquenilahue se encontraron con Eduardo Botello, quien lo invitó a asistir a una fiesta que realizarían los tehuelches. Al día siguiente, Jones, Botello y su mujer salieron a caballo con rumbo a la Cordillera de los Andes. Unos 150 kilómetros después, ya en el interior de la cordillera, arribaron a una toldería y fueron directamente al toldo del cacique.

Eduardo Botello se dirigió al cacique Kánkel, y le dijo:

-“Mirá, che, Kánkel, acá tienes un galés de Chubut”.

-“Ah, ydych chi’n nabod Berwin? Ydych chi’n nabod John Thomas?” (le pregunta si conoce a Berwin y John Thomas) “Ah, gente muy buena, muy amigos míos, respondió Kánkel.

Al día siguiente, bien temprano, los tehuelches tenían preparada una tropilla de yeguas. Känkel montó sobre su mejor parejero y enlazó una de las yeguas. Luego se acercó un hombre de la tribu, la degolló cortándola debajo de la paleta y le quito el corazón. Mientras el corazón aún latía, toda la tribu gritaba y bailaba a su alrededor. Una vez que el corazón se enfrió y las voces se acallaron, Kánkel lo tomó y rellenó con todo lo que iban a comer ese día. A continuación lo envolvieron con sogas y un indígena trepó un árbol de unos treinta metros de altura y lo colocó sobre la copa. Kánkel le explicó a Jones que esa era la ofrenda que le hacían a Dios, porque si no lo hacían, el “Gualicho” (entidad de carácter maligno) los iba a molestar. Con la carne de yegua prepararon un asado con cuero del que se sirvieron a todos los presentes.

El explorador y comerciante Francisco Pietrobelli, fundador de las poblaciones Colonia Sarmiento y Comodoro Rivadavia, lo recordó como un hombre de “estatura colosal. En 1897 Kánkel lo condujo hasta un paraje de Chile para presenciar un encuentro de varias tribus tehuelches y araucanas, en la que eligieron al jefe supremo de los araucanos:

“Dos días después me encontré casualmente con otro cacique, Canquel, jefe de una tribu tehuelche, que ya había conocido en Gaiman y establecido con su gente a lo largo del río Senguer. Canquel, lo mismo que Saloweque, era de una estatura colosal, de inteligencia despierta, pero diré también que si bien no acrecentada, estaba desenvuelta en un género más en con tacto con el mundo evolucionado. Hablaba el tehuelche, el araucano, el castellano y el idioma céltico de los galenses, por haber vivido desde niño y por muchos años en las colonias del Chubut […] Canquel el cacique y mi guía se había asimilado mucho a nuestro modo de vivir desde Gaiman, y sentía mucho a través de su inteligencia despierta nuestro modo de ser. Se podría decir que cada día su alma se despojase algo de su ser primitivo […] Pues bien, ya fuese por mi propia observación o por sugestión propia, me ha parecido viajando al lado de Canquel que él sufriese o -mejor dicho- que él gozase de algunos recuerdos del pasado. Cuanto más la escena circundante aparecía áspera y salvaje, tanto más la expresión de la obra humana se envolvía en el olvido de la lotananza cuanto más la selva era intrincada, oscura y pavorosa; y la montaña escarpada y desnuda, y el río rápido, peligroso para el vadeo, tanto más me parecía que la primera naturaleza dormida se despertase en Canquel [.] Me parecía que el hombre retornase a sentir el ambiente en el cual había nacido, y que en aquel ambiente su gran tórax respirase y sus ojos tuviesen luces de rapiña y que un nuevo no sé qué vibrase en la bestia humana de las muchas lenguas [.]  El me narró muchos hechos salientes de su vida; como si hubiese conocido a José Canquel, y como si del mismo fuese un pariente lejano. Me contó extensos antecedentes de servicio prestados al Gobierno argentino; y hablaba, no como el hombre que se ensalza a si mismo, sino como aquél que habla de otros y que narra verdades de pública fe. […] Y puesto que el amigo cacique estaba en trance de contármelo todo, supe además cómo pudo él obtener por sí mismo la concesión de ocho leguas de campo pastoril, en el fértil valle Choiquenilahue cercano al río Senguer, y que pensaba vender una parte, para comprar igual monto de materiales de construcción.” (Pietrobelli, 1969)

El galés Llwyd Ap Iwan, ingeniero, agrimensor, explorador, pionero patagónico y uno de los fundadores de Phoenix Patagonian Mining & Land Company, realizó tres exploraciones junto con sus socios de la compañía a los territorios desconocidos del sur del Chubut y Norte de Santa Cruz, 1893-1894, 1894-1895 y 1897. En cada uno de los viajes a las zonas de río Guenguel, Lago Blanco y Valle Huemules, acamparon en las tolderías de Quilchamal y Kánkel. Con respecto a Kánkel, dijo:

“… hablaba bien el castellano, había hecho viajes a Buenos Aires, era naturalmente inteligente y sociable, con modales civilizados y no era ningún salvaje; con frecuencia hacía observaciones sagaces y su conversación era realmente interesante”. (Gavirati, 1998)

Ap Iwan también se refirió a su a afición a la bebida y cómo se veían perjudicados a causa de la misma:

“Este beber sistemático entre los aborígenes es su ruina. Los mercaderes no sólo arruinan a los indios vendiéndoles licor, sino que los empobrecen en gran manera demandando valores exorbitantes por las mercaderías que dan en trueque. Por media pinta de cerda o harina estos mercaderes reciben una piel de chulengo, trece de estas pieles son suficientes para poder hacer un quillango que en Buenos Aires vale 25 o 30 dólares. La misma cantidad se da por un ramo de plumas de avestruz. Por un quillango (nota: manta confeccionada con cuero de cría de guanaco) terminado el pobre indio recibe 12 yardas de una pobre tela de algodón estampada. Por 2 botellas de ginebra dan un potrillo de 2 o 3 años”. (Gavirati, 1998)

Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado.

viernes, 7 de febrero de 2025

Guerras napoleónicos: El desastre prusiano (1/2)


Desastre Prusiano

Parte I || Parte II




La Guardia Prusiana afila espadas en las escaleras de la embajada francesa en 1806 en Berlín. Imagen de Myrbach.

En el verano de 1806, Europa estaba temporalmente más o menos en paz, o, al menos, atravesando un período de "guerra falsa". Técnicamente, tanto Gran Bretaña como Rusia seguían en guerra con Francia, y había combates en Italia y los Balcanes. También continuaban las operaciones en el mar y en el mundo más amplio: la Marina Real británica vigilaba las costas europeas; una fuerza expedicionaria británica tomó Buenos Aires; y corsarios franceses, operando desde puertos tan distantes como Brest y Mauricio, atacaban las rutas marítimas con un éxito considerable en ocasiones. Sin embargo, se estaban llevando a cabo serias negociaciones de paz que, aunque pronto fracasaron, parecían descartar la posibilidad de algo comparable a la campaña de 1805. Ningún gobierno británico, ni siquiera el de los Talents, podría haberse comprometido a operaciones terrestres importantes en el continente sin el apoyo de al menos una de las grandes potencias. Tras Austerlitz, esto parecía muy lejano: Austria estaba fuera de la lucha; Prusia estaba en el bando francés; y Rusia estaba, en el mejor de los casos, decidida a adoptar una política defensiva.

Sin embargo, de manera inesperada, y menos aún por Napoleón, el otoño vio cómo el continente se sumía nuevamente en operaciones militares a gran escala y en una reanudación de la guerra de coalición. Empujada al límite por el emperador, Prusia declaró la guerra a Francia y, al igual que Austria antes de ella, aseguró el apoyo activo de Rusia. Pero los resultados no fueron mejores que en 1805. En una serie de operaciones que llevaron a la Grande Armée hasta las fronteras mismas de Rusia, el emperador derrotó a un ejército enemigo tras otro, convirtiéndose en el verdadero amo de Europa. En ningún momento fue mayor el poder del imperio francés, y el sentido de exaltación de Napoleón no conoció límites. Como proclamó a su ejército el 22 de junio de 1807:

"¡Franceses! Habéis sido dignos de vosotros mismos y de mí. Regresareis a Francia cubiertos de laureles tras haber obtenido una paz gloriosa que lleva consigo la garantía de su duración. Es hora de que nuestro país viva en reposo, seguro de la influencia maligna de Inglaterra."

Como veremos, estas palabras eran huecas. Incluso antes de que estallara la nueva ronda de combates, podría argumentarse que Napoleón había cometido un error capital al reorganizar Alemania de una manera hostil a los intereses de Austria y Prusia. Pero mucho más dañinos fueron los eventos que siguieron en los doce meses posteriores. No contento con desafiar a Rusia en los Balcanes, Napoleón estableció un estado polaco, golpeando así en el corazón mismo de las pretensiones rusas de ser una gran potencia europea. En el continente en su conjunto, el emperador involucró a cada uno de sus habitantes en un gran sacrificio colectivo para cerrar sus puertos al comercio británico y, finalmente, llevar a Londres a la bancarrota para forzar su rendición. Como observa Fouché, este era un hombre embriagado por el triunfo:

"El delirio causado por los maravillosos resultados de la campaña prusiana completó la intoxicación de Francia... Napoleón se creía hijo del destino, llamado a romper todos los cetros. La paz... ya no era considerada... La idea de destruir el poder de Inglaterra, el único obstáculo para la monarquía universal, se convirtió en su resolución fija."

Las consecuencias a largo plazo de estos desarrollos –en esencia, la garantía de nuevos conflictos y, más específicamente, acciones policiales directas por parte de Francia– serán analizadas en su debido momento. Aquí lo que importa es entender por qué Prusia abrió las hostilidades de manera repentina y en solitario, cuando un año antes podría haberlo hecho junto a una coalición poderosa. En resumen, Federico Guillermo III descubrió abruptamente los límites de la amistad de Napoleón.

Los problemas comenzaron con el acuerdo que Haugwitz había firmado con Napoleón después de Austerlitz en Schönbrunn. Primero, estaba el tema de las obligaciones internacionales de Prusia, ya que según los términos del tratado de Basilea de 1795, Prusia era garante de la independencia de Hannover. Segundo, estaba la cuestión de la neutralidad de Prusia, cuya restauración era de suma importancia. Y tercero, estaba el futuro: si Prusia tomaba el control de Hannover, era evidente que los subsidios británicos, que algún día podrían ser necesarios, no estarían disponibles.

En medio de gran indignación, Haugwitz fue enviado de regreso a Napoleón para proponer una serie de enmiendas al tratado, una de las cuales sugería que Hannover no fuera anexado, sino simplemente ocupado y mantenido como moneda de cambio para ser devuelto a su gobernante a cambio de otros territorios al final de la guerra. Esto, sin embargo, no sirvió de nada. Por el contrario, Haugwitz se enfrentó a condiciones aún peores. No solo Hannover sería prusiano, sino que Potsdam tendría que cerrar sus puertos al comercio británico. Se insinuó que el fracaso en aceptar estos términos llevaría a la guerra, y con Prusia incapaz de luchar –por razones de costo, el ejército había sido desmovilizado inmediatamente– Federico Guillermo ratificó el nuevo acuerdo el 9 de marzo y, de hecho, declaró la guerra a Gran Bretaña.

Prusia humillada

Las consecuencias de este acto fueron muy graves. Aunque apenas hubo disparos entre británicos y prusianos, la pérdida de ingresos aduaneros redujo los ingresos estatales en un 25 %. Como si esto no fuera suficientemente malo, Prusia también experimentó un período de humillación sin precedentes. En julio de 1806, Napoleón organizó su nueva Confederación del Rin sin consultar en absoluto a Prusia. Para añadir insulto a la herida, el emperador sugirió que Federico Guillermo formara su propia confederación o incluso un imperio en el norte de Alemania, mientras incitaba a estados como Sajonia y Hesse-Kassel a rechazar la idea o dejaba claro que no evacuaría Hamburgo ni Lübeck.

Peor aún, se reveló que durante las negociaciones fallidas con los Talents, Napoleón había ofrecido devolver Hannover a Gran Bretaña. Para el consternado Federico Guillermo, realmente parecía que el fin de Prusia estaba cerca, especialmente porque había persistentes rumores de movimientos de tropas francesas al sur y al oeste. Como escribió a Alejandro I: “[Napoleón] pretende destruirme.” El 9 de agosto, el ejército prusiano fue movilizado, y el 1 de octubre se emitió un ultimátum exigiendo que Francia retirara todas sus fuerzas de Alemania antes del 8 de octubre o enfrentara la guerra.

La decisión fatal de Prusia

Incluso entonces, surgieron dudas sobre si Federico Guillermo hablaba en serio. Había voces en Prusia que pedían la guerra, pero el propio rey probablemente estaba apostando a que Napoleón no buscaría enfrentarse al prestigio militar de Prusia. Como señaló Ferdinand von Funck, un oficial de caballería y consejero del rey de Sajonia:

"Todas las circunstancias apuntan claramente al hecho de que Federico Guillermo III siempre albergó la esperanza secreta de que Napoleón evitaría un enfrentamiento con el prestigio militar de Prusia y que, al ver la seriedad de la situación, negociaría la recuperación de la amistad prusiana mediante la restauración de las provincias franconas, los territorios de Westfalia, o mediante la entrega voluntaria de parte de Sajonia. Así, el rey silenciaría a los descontentos en su propio país mediante el prestigio de una expansión fresca y barata."

Los propios líderes militares prusianos tampoco estaban preparados para la guerra. Las memorias del general Muffling, enviado al estado mayor del duque de Brunswick, revelan la falta de planificación:

"Encontré al duque, como generalísimo, inseguro sobre las relaciones políticas de Prusia con Francia e Inglaterra, inseguro sobre la fuerza y posición de los ejércitos franceses en Alemania, y sin ningún plan definido sobre lo que debía hacerse. Había aceptado el mando únicamente para evitar la guerra."

La perspectiva de Napoleón

En cuanto a Napoleón, ¿realmente deseaba una guerra con Prusia? La manera en que Potsdam fue provocada sugiere que buscaba un conflicto, pero las evidencias muestran que estaba más enfocado en consolidar la Confederación del Rin. Según Talleyrand, Napoleón temía a Prusia:

"No fue sin un secreto desasosiego que el emperador fue por primera vez a medir sus fuerzas contra las de Prusia. La antigua gloria del ejército prusiano le imponía respeto."

Sin embargo, esta afirmación parece poco plausible. En realidad, Napoleón no esperaba que Prusia fuera a la guerra. Subestimó por completo el descontento en Potsdam. Como escribió a Talleyrand el 12 de septiembre de 1806:

"La idea de que Prusia podría enfrentarse a mí por sí sola es demasiado absurda para merecer discusión... Ella seguirá actuando como lo ha hecho: armándose hoy, desarmándose mañana, permaneciendo al margen, espada en mano, mientras se libra la batalla, para luego llegar a un acuerdo con el vencedor."

Lo que vemos aquí es una mezcla de desprecio y exceso de confianza. Napoleón no deseaba un nuevo conflicto en 1806, pero tampoco supo cómo evitarlo.