Se cumplen hoy 46 años del fallecimiento de John William Cooke, una de las principales figuras del movimiento nacional en el siglo XX. Mucho podría hablarse sobre él, sobre su espíritu revolucionario, su coraje a prueba de balas, su crítica a la burocracia, su amistad con el "El Che", su singular condición de intelectual capaz de meterse, armas en la mano, en los conflictos de junio del 55 y en el de playa Girón en la Cuba, de 1961, de su militancia permanente y de su alto valor intelectual a veces no reconocido. Mucho también de su concepción acerca de la vida y la muerte que lo llevó –hace medio siglo– a donar sus órganos, hecho inusual en aquellos años. Así también acerca de su porfiado proyecto de construir una izquierda nacional dentro del gran movimiento nacional y prever el armado de una dirección revolucionaria que remplazase al General cuando este abandonase este mundo.
Pero más allá de todo esto, Cooke tuvo una peculiaridad que no cultivaron los hombres más calificados del peronismo de aquel tiempo (sólo quizás Arturo Jauretche), que consistió en discutirle, mano a mano, al jefe del movimiento, en puntualizar sus disidencias y marcarle los peligros de ignorar el futuro. En este sentido, sus cartas con Perón constituyen una cantera riquísima de enseñanzas. En ellas, Cooke se adelantó a plantear problemas que aún hoy acosan a la militancia peronista, a disipar incertidumbres, a evitar malentendidos y equívocos. Hoy, cuando en los corrillos y mesas de café se discute qué tiene Massa de peronista, cuál es el peronismo que se arrogan algunos punteros de Macri, hasta dónde llega el peronismo de Scioli o peor aún, cómo pudo Menem aplicar el Consenso de Washington, en nombre del peronismo, para destruir todo aquello que había concretado Perón, está presente "El Bebe", "El Gordo" Cooke.
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Sólo Cooke –peleando con los Matera, los Tecera del Franco, los Cafiero– se atrevió a advertirle al Jefe, que había que depurar al movimiento de los oportunistas, de los tránsfugas, de los obsecuentes. Frente al enorme potencial del movimiento, sostuvo vigorosamente que el "peronismo es el hecho maldito del país burgués", que "no es un partido de la burguesía ni una alienación de la clase trabajadora tal como la concibe un izquierdismo pueril. Fue el más alto nivel de conciencia a que llegó la clase trabajadora argentina. Hemos sido formidables en la rebeldía, la resistencia, la protesta, pero no hemos conseguido ir más allá porque, como alguna vez lo definimos –con gran indignación de los adoradores de mitos y de fetiches– seguimos siendo, como Movimiento, un gigante invertebrado y miope." Estas definiciones se incorporarán luego al lenguaje común de la política argentina, pues ellas definen las dos caras del movimiento: "El peronismo es el hecho maldito de la política del país burgués… El Peronismo es, como movimiento, un gigante invertebrado y miope."
"Concuerdo –le dirá Perón más de una vez– con sus excelentes juicios… Todo es consecuencia de los desmesurados apetitos de los que anhelan vender la liebre antes de cazarla." Pero "El Bebe" no dejará de contestarle: "…Mis argumentos, desgraciadamente, no tienen efecto; usted procede en forma muy diferente a la que yo preconizo y a veces, en forma totalmente antitética."
Pero, si echamos de nuestras filas a los obispos, a los generales, a los empresarios –le responderá Perón– ellos se fortalecerán en la derecha y nosotros seremos muy pocos para combatirlos. Y ahí reside la polémica que todavía nos debemos, aquello que en las cartas cruzadas entre Perón y Cooke quedó sin definir porque "El Bebe" se murió muy joven y porque el viejo General intentó reeditar el 45 cuando, merced a su táctica inteligente, logró regresar, pero ya muy enfermo y en una Argentina distinta a la de aquella del 17 de octubre.
Esa discusión está todavía pendiente, especialmente cuando hay tanto liberal conservador que esconde su viejo pelaje gorila, pero hay que saldarla porque se trata de la Argentina que queremos y cómo llegar a construirla, aquello que en última instancia ambicionaban tanto Perón como Cooke.
por Norberto Galasso
Fuente:
Diario Tiempo Argentino 19/9/2014
Dias de Historia
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