La “conquista del desierto” analizada a partir de diferentes tipos de fuentes
Estudios realizados por un investigador del CONICET destacan aspectos poco conocidos de este complejo proceso histórico de nuestra nación.
Campaña del desierto
Julio Vezub estudia diferentes fuentes, documentos, testimonios y registros para poder reconstruir hechos ligados a las campañas. Foto: gentileza investigador.
Fotografías tomadas en 1882 y 1883 por técnicos e ingenieros topógrafos que acompañaban a las tropas, la confrontación de esas imágenes con los mismos paisajes en la actualidad, cartografía, partes militares y la correspondencia escrita por los propios caciques indígenas le permitieron al historiador Julio Vezub, investigador adjunto del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT), poder construir una visión más completa de la historia, de los protagonistas y de los sucesos vinculados a las campañas.
Vezub sostiene que el cruce entre diferentes tipos de fuentes posibilita conocer una dimensión mucho más cotidiana de los enfrentamientos y de la experiencia social que significó la guerra sobre un entramado de relaciones preexistentes. “Los movimientos sobre el territorio resultaron exitosos para el ejército porque combinaron la represión con la subordinación de mediadores y jefes indígenas, que facilitaron el avance y el acceso de las tropas nacionales en un contexto de violencia como nunca antes se había vivido. Esta realidad cuestiona la idea de la conquista como un evento único, al modo de una campaña napoleónica, para dar una visión más fragmentaria de una serie de acontecimientos bélicos que se registran antes y después de las expediciones encabezadas por Roca”, dice.
Las fotografías capturadas en 1882 y 1883 en el contexto de las campañas militares por los ingenieros Carlos Encina y Edgardo Moreno fueron contrastadas en la actualidad con los parajes en las que se tomaron para poder entender las modificaciones en la configuración del paisaje, los cambios ambientales, los usos sociales del territorio, los recursos y las modalidades de explotación.
Por orden del presidente Julio Argentino Roca, Encina y Moreno condujeron una expedición científica y se adentraron en lo que se denominaba en aquel entonces el “Territorio del Triángulo” delimitado por los ríos Neuquén, Limay y la cordillera de los Andes. Tomaron fotos, medidas de terreno e intervinieron en el espacio social a controlar. Publicaron el álbum “Vistas fotográficas del territorio Nacional del Limay y Neuquén”. Algo más de un siglo después y con esa fuente en mano, Vezub recorrió en Neuquén las mismas rutas y caminos que transitaron los ingenieros para comprender la lógica existente detrás de los enfrentamientos.
“Encina y Moreno iban junto a las tropas cumplían un rol de reconocimiento del territorio para su posterior mensura y para el ingreso de esas tierras en un régimen de propiedad privada. No se avanzaba hacia cualquier lugar ni por cualquier camino. Los expedicionarios no se aventuraban en territorio desconocido. Iban allí donde sabían que había agua y pasturas. Fue una guerra por los recursos, por la captación y control de poblaciones, y por la captura de ganado”, explica el historiador.
Algunas fuentes además permiten conocer a diferentes actores sociales que no han sido completamente representados en los libros clásicos que se han escrito sobre la conquista ni en los partes de campaña que elaboraban los oficiales del ejército. Las fotografías, por ejemplo, retratan la presencia de mujeres tanto en los fortines como en las tolderías. La correspondencia escrita por los propios caciques permite recrear el rol trascendente de los mediadores indígenas.
Los jefes militares indígenas contaban con sus pequeños aparatos burocráticos letrados para comunicarse con otros caciques, con otras autoridades hispano criollas para entablar negociaciones comerciales o acuerdos políticos de distinta naturaleza. La carta escrita era un canal que vehiculizaba las relaciones y la sociabilidad político económica desde décadas antes de las campañas.
Los mediadores y baqueanos aparecen en los partes militares como personajes minimizados pero las cartas destacan su figura. “Estos actores no solo tenían un conocimiento de los recursos y del paisaje sino también de los distintos grupos y de los protocolos sociales que había que respetar, los peajes, la política de regalos y agasajos. La ocupación del territorio nacional del Neuquén por ejemplo, hubiera durado mucho más tiempo de no haber sido por ellos”, asegura el historiador.
El conocimiento novedoso que empieza a surgir a partir del cruce entre diferentes fuentes hace evidente la necesidad de profundizar los estudios sobre la denominada “conquista del desierto”. Para Vezub “esta merma histórica puede deberse a que la última dictadura militar y la historiografía nacionalista se han apropiado de este evento como capital simbólico propio y eso dificultó cualquier reflexión más intensa de ese proceso además del repudio”.
CONICET
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