martes, 8 de abril de 2014

Franco pasa por Canarias antes de la GCE

Las imágenes de los días de Franco en Gran Canaria podrían reorientar los estudios sobre el alzamiento
CÉSAR MARRERO/EFE@ABC_CANARIAS / LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
ABC




«Franco necesitaba venir a la isla para poder luego viajar a Marruecos», expone el historiador Alberto Anaya, investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Solo 24 horas antes de que estallara la Guerra Civil, los republicanos preparaban en Las Palmas de Gran Canaria un golpe de mano que pudo cambiar la historia de España. Una carpeta con viejas fotos olvidadas en un archivo revela ahora cómo fue aquel 17 de julio de 1936 en la vida de Franco.
El Ayuntamiento de Arucas ha descubierto entre sus fondos casi 381 fotos anónimas en blanco y negro de 1936, entre las que figuran varias escenas del entonces capitán general de Canarias presidiendo el entierro del general Amado Balmes, la víspera de que partiera hacia Marruecos para liderar la sublevación contra la II República.
Los responsables del archivo municipal de Arucas reconocen que ellos fueron los primeros sorprendidos al descubrir en qué consistía ese material fotográfico, hallado durante tareas rutinarias de revisión y catalogación de la numerosa documentación acumulada en una caja de cartón, cuya apariencia no hacía sospechar en absoluto su valioso contenido.
«Fue una sorpresa lo que había en la caja, las fotografías nos llamaron la atención desde el primer momento», afirma la archivera municipal y licenciada en Historia Carmen Rodríguez.
En especial, les impresionó el hecho de encontrar entre esas instantáneas cerca de una decena en las que aparecía Francisco Franco presidiendo en Las Palmas de Gran Canaria el entierro del gobernador militar de la provincia, un acto del que solo se había documentado hasta ahora la existencia de una o dos fotografías.
Ese sepelio ha abonado, además, la leyenda que gira en torno a las horas previas a la insurrección del 18 de julio, puesto que hay expertos que especulan con el hecho de que la muerte de Balmes, que oficialmente falleció disparándose su propia arma en un suicidio o por accidente, pudo ser asesinado por órdenes del propio Franco.
Evitar que el gobernador militar de Las Palmas se opusiera a la sublevación, debido a que era fiel a la República, o incluso dar a Franco una excusa para desplazarse desde Tenerife —sede de la Capitanía General— a Gran Canaria para poder coger un avión hacia Marruecos, habrían sido, según esa hipótesis, las posibles razones.
«Franco necesitaba venir a Gran Canaria para poder luego viajar a Marruecos», expone el historiador Alberto Anaya, investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria especializado en el estudio de la Guerra Civil.
Este experto califica de «asombrosas» y «valiosísimas» las fotos descubiertas en Arucas, porque retratan unos momentos singulares de la historia de España, 24 horas en las que los planes de Franco pudieron haberse ido al traste, subraya, si solo hubieran sido algo distintas las circunstancias de su estancia en Gran Canaria.
Alberto Anaya recuerda que en la isla se proyectaron varios intentos de atajar sus propósitos golpistas, de los que tenían sospechas civiles afines a la República que, según teorías nunca demostradas, le prepararon el mismo 18 de julio una emboscada que burló viajando por mar en vez de por tierra a Gando, el lugar donde tomó el «Dragón Rapide» hacia Marruecos.
También tenían indicios de esos planes las propias autoridades, que ordenaron que le siguieran en Las Palmas de Gran Canaria espías y policías que incluso preveían detenerlo en el Hotel Madrid, donde se alojaba en aquellas fechas, aunque finalmente renunciaron a sus propósitos debido a que el general estuvo «en todo momento escoltado por falangistas y por cuatro oficiales del Ejército».
«Entonces, al verlos allí con sus pistolas, los policías desistieron», explica Anaya, que destaca que el hallazgo de estas fotos es importante sobre todo por las imágenes del dictador, pero también porquemuestran otras escenas de la Guerra Civil, como el embarque de tropas que viajaron a la península o la formación de civiles armados que se sumaron a la contienda en sus primeros días.
La archivera Carmen Rodríguez recalca que esas fotos acercan al público actual a una realidad temporal y sociológicamente remota, con imágenes curiosas como las de «los familiares vestidos de domingo despidiendo a las tropas embarcadas» o la de «un soldado que posa entre un grupo militar luciendo claramente un agujero en una de sus alpargatas».



lunes, 7 de abril de 2014

La criminalidad vikinga recordada


Los vikingos eran temidos por una razón

Visión global : Ignora el reciente revisionismo. Los escandinavos realizaron atrocidades igualables los de la SS alemana

Por Patrick Cockburn - The Independent


Ataque de vikingos a una aldea representado por la película Pathfinder de 2007.


El periodismo se dice que es el primer borrador de la historia, pero a menudo es decepcionante para encontrar que la segunda o tercera corrientes de aire, por los historiadores, se mueven poco más en el establecimiento de la verdad sobre lo sucedido. Los errores cometidos por los periodistas en el calor del momento, en vez de desaparecer, se han convertido en parte de la versión autorizada. Los factores que son cruciales en la creación del contexto en el que ocurrieron los acontecimientos dejar de mencionarse.
Ese contexto es la mezcla de esperanzas, miedos, odios y hábitos, a menudo fruto de un individuo o historia previa de una comunidad, que son tan importantes para determinar cómo van a actuar. Esto es particularmente cierto de las guerras en que, incluso unos pocos segundos después de estar verdaderamente asustado, que es tan difícil de evocar en la mente lo que esos momentos de terror sentían. "¿Puede un hombre que es cálido entender a un hombre que está congelando? " Alexander Solzhenitsyn pregunta célebremente en Un Día en la Vida de Ivan Denisovich.

La experiencia del miedo de masas, cuando grandes grupos de personas que creen que están en peligro de exterminio o la esclavitud, es tan importante en la formación de los instintos históricas de los países y los gobiernos. La mayoría de los países europeos han sufrido devastadora guerra, la ocupación extranjera o los dos durante el siglo pasado, con excepciones de los británicos que se quedaron sin marcar por alguna experiencia reciente de ser completamente a merced de los ejércitos de los demás.

Para todo el enfoque actual en 1914 y la masacre en masa en el frente occidental, la experiencia británica de la Primera Guerra Mundial fue, en muchos aspectos, no es tan malo como lo que está sucediendo a los sirios en la actualidad. Los británicos no fueron expulsados ​​de sus hogares y sus familias enteras no fueron amenazados, lo que sea la muerte de peaje de las trincheras. La mayoría de la gente son más miedo por sus hijos que ellos mismos, por lo que las guerras sirias, iraquíes y libaneses crearon tales omnímodo terror.

No es que los británicos nunca han tenido una experiencia de la guerra total tal. Pero para encontrarlo hay que retroceder más de un millar de años, al largo período en que los vikingos habían hecho cargo de gran parte de las islas británicas y estaban devastando el resto. Son objeto de una exposición en el Museo Británico llamado Vikings : Vida y leyenda, lo que es más revelador en muchos aspectos acerca de las actitudes británicas hacia la violencia y la guerra que son las reflexiones actuales sobre la Primera Guerra Mundial. Leer comentarios académicos sobre los vikingos y escuchando la conversación de la gente que ve los objetos expuestos, parece que hay una incredulidad común acerca de cómo las guerras pueden ser desagradables y un deseo común de encontrar explicaciones alternativas o excusas para los autores de crímenes de guerra.

En el caso de los vikingos, muchos historiadores desde los años sesenta han ignorado evidencia convincente de que eran asesinos en masa, cuyas atrocidades eran el equivalente de las llevadas a cabo por las divisiones de las SS invaden Polonia hace 75 años. Los escritores de toda Europa en la época de los vikingos, cuyo solo nombre en nórdico antiguo significa "pirata", coinciden en la descripción de su salvajismo. Pero sus cuentas aterrorizados de lo que pasó fueron dejados de lado por los expertos como un sesgo debido a que los testigos a menudo eran monjes cuyos monasterios eran los principales objetivos de los atacantes. El énfasis fue puesto en su lugar sobre el papel de los vikingos como comerciantes (aunque su comercio principal era de esclavos), los marineros, los poetas ( aunque el Sagas fueron escritos mucho después) y artesanos (aunque los objetos más impresionantes hordas vikingas fueron saqueados de otros países).

La pieza central de esta exposición son los restos de lo que se conoce como Roskilde 6, un barco del siglo 11, descubierto y excavado en la parte inferior de un puerto Vikingo en Dinamarca en 1996-1997. Skilled aunque los escandinavos pueden haber estado en la construcción de mejores buques de guerra que cualquier otra persona, también es importante recordar que estos vasos jugaron el mismo papel en el ataque a los demás pueblos de Europa como los tanques alemanes hicieron mucho más tarde.

Es extraordinario que el mito de los vikingos como esparcidores incomprendidos de la cultura nórdica nunca debería haber tenido ninguna credibilidad. Mi difunto amigo Patrick Wormald, uno de los grandes expertos en la Inglaterra anglosajona, escribiendo en Los anglosajones, editado por James Campbell, burlonamente se burla de la idea de que los ataques vikingos eran "meras incursiones de saqueo que eran lo suficientemente sensibles a las susceptibilidades religiosas locales".

Los signos son abrumadoras de que los vikingos libraron una guerra total contra los anglosajones desde el momento de su primera incursión registrada en el año 789. Estos aumentaron para 865 en invasiones de cientos de barcos empeñados en la conquista y colonización. Wormald señala que los reyes de East Anglia y Northumbria fueron derrotados y luego aparentemente murieron en un ritual vikingo asquerosamente horrible conocido como "la sangre de águila", que implicaba "rasgarle los pulmones de la víctima fuera de su caja torácica, y cubrir con ellos a través de su hombros como alas de águila ".

La afirmación de lobby pro-vikingo esto es algo exagerado y no hay ninguna prueba de tales atrocidades vikingos. Pero la ausencia de pruebas no es de extrañar. Los invasores, analfabetos ellos, eran tan destructivos que casi no hay escritos sobrevivientes de los reinos anglosajones conquistados.

Los anglosajones se defendieron heroicamente, reconquistando gran parte del país, sólo para sucumbir a un ataque final de los vikingos en el temprano siglo 11. La guerra nunca perdió su ferocidad: si miro por la puerta principal de la casa donde estoy escribiendo esto en Canterbury, puedo ver grandes murallas medievales de la ciudad detrás de una versión anterior detrás de la cual la población local resistió tres semanas el asedio de los vikingos del 8-29 de Septiembre de 1011. Los Vikingos finalmente irrumpieron y saquearon la ciudad, tomando prisionero al Arzobispo Alphege como rehén. Enfurecidos por su negativa a permitir que las personas en Canterbury pagaran un rescate por él sobre la base de que ya eran demasiado pobres, los vikingos lo golpearon hasta la muerte en una fiesta de borrachos.

La intensidad de la violencia fue igual a nada en la actual Siria. No muchas personas han oído hablar del Día de la masacre de San Brice del 13 de noviembre de 1002, cuando el rey anglosajón Ethelred el Indeciso, ordenó la muerte de todos los daneses en su reino. En Oxford, los daneses sobrevivientes se atrincheraron en una iglesia (donde la Iglesia Catedral de Cristo se ubica actualmente ) y con éxito se defendieron hasta que cuaje pobladores incendiaron la iglesia. Los esqueletos de unos 34 jóvenes que se cree que murieron en la misma masacre fueron descubiertos bajo la universidad de San Juan en 2008.

En general, los escandinavos tienen mucho de qué disculparse. El líder de casi cada grupo de ataque vikingo o el ejército sobre la que nada se sabe han cometido crímenes que hoy iba a ver los acusó ante la Corte Penal Internacional.

La exposición en el Museo Británico no acaba de tomar una determinación sobre los vikingos, aunque es desdeñoso de la opinión de que su expansión era "esencialmente un ser violento ". Al mismo tiempo, los autores del libro sobre la exposición admiten cautelosamente que el estereotipo de asesinos sedientos de sangre no puede ser completamente descartada. Por último, hacen que la excusa de que : " guerreros vikingos constituían sólo una pequeña y no particularmente representativa proporción de la sociedad escandinava en su conjunto. " Por supuesto, lo mismo podría decirse de la relación entre la SS y de la sociedad alemana en su totalidad.

domingo, 6 de abril de 2014

Port Arthur/Luyshun y una lección para aprender

Port Arthur: una lección olvidada de la Historia 




Ilia Kramnik, RIA Novosti

El 24 de mayo de 1955, la URSS entregó a China la base naval de Port Arthur, culminando así una historia de casi sesenta años de conflictos en torno a esta ciudad, que ha cambiado de manos entre China, Rusia y Japón en varias ocasiones.

La ciudad, que los chinos llaman Luyshun (Luyshunkou), fue fundada en el lugar que ocupaba una pequeña aldea de pescadores con este mismo nombre en los años 80 del siglo XIX. Lo de Port Arthur le viene del hecho de que, durante el verano de 1860, en aquel pequeño puerto estuvo reparando su barco un teniente inglés, se llamaba William C. Arthur. Este nombre dado por los ingleses fue posteriormente adoptado también por Rusia y otros países europeos.

La razón primordial que explica la aparición y el auge de la ciudad se halla en la comodidad de sus bahías que, con unos pequeños retoques de dragado en sus canales de acceso y en los espacios de fondeo, constituían un puerto natural extraordinariamente amplio. Este puerto incluía una rada occidental perfectamente protegida del viento y del oleaje, una rada oriental menos amplia, pero más profunda, y una zona de fondeo exterior.

La recién construida ciudad de Port Arthur estaba destinada a cambiar de dueño muy pronto. En 1894, durante la Guerra chino-japonesa la ciudad fue ocupada por Japón. En 1895, sin embargo, debido a la presión de las grandes potencias, Japón se vio obligado a devolverle la ciudad y su puerto a China. En diciembre de 1897, serían los buques de guerra rusos los que harían su aparición. Toda China y, muy especialmente, su zona costera era, en aquel momento, uno de los escenarios en los que se desarrollaba la rivalidad entre Rusia, Gran Bretaña, Alemania y Japón. De modo que la aparición de la escuadra al mando del contralmirante Dubasov, que cumplía órdenes directas del Emperador Nicolás II, respondía a la aspiración rusa a hacerse con una base naval en esa zona estratégica antes de que lo hicieran los ingleses o los alemanes. Cerca de Port Arthur también se empezaba a levantar otra ciudad, dotada de un puerto comercial que recibió el nombre de Dalny (Dalian).

La base naval de Port Arthur debía defender desde el mar la península de Liaodong (Guandong), que había sido dada en arriendo por 25 años a Rusia, en virtud del Tratado ruso-chino, firmado en Pekín en 1898.

En el territorio conseguido por Rusia, se habilitó la región de Guandong, en la que comenzó un rápido desarrollo económico. La ciudad de Dalian, bien construida y equipada, se convirtió pronto en uno de los puertos más importantes de China, ocupando el segundo puesto (después de Shanghái) por el volumen de mercancías facturadas entre todos los puertos del continente desde el Mar de Ojotsk hasta el Mar de la China Meridional.

En 1904, como consecuencia de una larga cadena de conflictos, estalló la guerra entre Rusia y Japón, apoyado éste último por Gran Bretaña. Japón empezó sus operaciones militares atacando a la flota rusa en Port Arthur, donde acabaron fuera de combate por el ataque de los torpederos japoneses los acorazados de línea Zarevich y Rattvisan y el crucero Palas; y en Chemulpo, donde, tras un combate en inferioridad de fuerzas con la escuadra japonesa, se fue a pique, hundido por su propia tripulación, el crucero Variag y acabó destrozado el cañonero Coreano. Las tropas japonesas, que habían desembarcado ya en el continente, comenzaron su avance hacia el norte, en dirección hacia la Manchuria controlada por los rusos, y hacia el sur, en dirección hacia Port Arthur.

En el verano de 1904, las tropas japonesas llegaron hasta Port Arthur y la sometieron a asedio. El 23 de diciembre de 1904, la ciudad se entregó al enemigo. En 1907, un tribunal determinaría que el responsable de la defensa de la ciudad, el Teniente General Stessel, había dado de forma consciente los pasos necesarios para entregar la ciudad, "en unas condiciones poco beneficiosas y humillantes para Rusia, a pesar de la opinión contraria del consejo militar y sin que se hubieran agotado todos los medios de defensa con que se contaba".

Los siguientes cuarenta años, Port Arthur y toda la península de Guandong quedaron en manos de los japoneses, en virtud de lo dispuesto en el Tratado de Portsmouth. Durante las dos guerras mundiales, la ciudad estuvo fuera de los escenarios bélicos principales hasta el 22 de agosto de 1945, cuando los paracaidistas soviéticos tomaron Port Arthur, haciendo prisionera a la guarnición japonesa.

En virtud del tratado que firmaron ese mismo mes China y la Unión Soviética, Port Arthur fue alquilada a la URSS por 30 años para ser usada como base naval. En esta ocasión, sin embargo, ni se planteó la concesión de la ciudad de Dalny y del resto de Guandong. El 12 de octubre de 1954, no obstante, después de finalizada la Guerra de Corea, se firmó un acuerdo por el que se decidió la devolución de Port Arthur a China y la retirada de las tropas soviéticas de esta ciudad.

La devolución de Port Arthur era un final lógico, ya que China, fuerte y unida, que salió de la guerra civil, no tenía ninguna intención de tolerar la presencia en su territorio de fuerzas extranjeras, incluso si se trataba de fuerzas de un país amigo.

La historia de la lucha por Port Arthur y, en general, por toda la región Asia-Pacífico sirve para extraer algunas lecciones de provecho futuro.

La creciente importancia de esta zona en el mundo actual, así como el papel que siguen jugando los puertos y las bases navales, ilustran mejor que nada hasta qué punto era acertado el deseo de Rusia de reforzar allí su presencia. Por desgracia, después de la caída de Port Arthur y el final de la Guerra ruso-japonesa, la historia de la presencia rusa y/o soviética en la región se reduce a la mera defensa de las propias fronteras y a la recuperación de los territorios anexionados (el sur de Sajalin y las islas Kuriles).

En un contexto, además, en el que la explotación de las inmensas reservas del Extremo Oriente (excluyendo los recursos pesqueros y petrolíferos de la plataforma continental de Sajalin), siguen en estado embrionario.

Sin olvidar el hecho de que, en los últimos veinte años, se venga observando un sensible descenso de la población rusa y de la presencia militar de Rusia en aquella región.

Esto no debe continuar por mucho tiempo más. Rusia tiene que buscar la forma de explotar aquellos territorios y garantizarles seguridad.

En caso contrario, la historia de Port Arthur podría repetirse, esta vez en nuestro propio país. Conviene repasar la historia y no olvidar que, en vísperas de la Guerra ruso-japonesa, la correlación de fuerzas entre los contendientes era mucho más equilibrada de lo que lo es ahora...

sábado, 5 de abril de 2014

Un valiente tanquista español rechaza un ataque estando ciego

García Esteban, el tanquista español que siguió luchando pese a quedar ciego
Manuel P. Villatoro - ABC

En 1923, este heroico sargento detuvo, con su carro de combate, un ataque enemigo en Marruecos a pesar de haber perdido la vista



En el comienzo del SXX, hablar sobre la contienda que España mantenía en el Norte de África contra los cabileños era como hacer referencia a una mala pesadilla. Y es que, decenas de soldados de nuestro país fallecían casi a diario en aquel paraje al verse superados por las tropas rifeñas. Sin embargo, esta guerra pronto se convirtió también en sinónimo de heroicidad y valentía, dos características que, precisamente, pueden atribuirse al sargento de infantería Mariano García Esteban, un valeroso carrista de nuestro país que, embutido en su blindado «Renault», siguió combatiendo contra los marroquíes el 5 de junio de 1923 tras quedarse ciego debido a un disparo enemigo. A la postre, este acto le valió ser galardonado con la Cruz Laureada de San Fernando, lo que le convirtió en el primer tripulante de un carro de combate español en recibir tan alto honor.
Corría por entonces 1921, una época en la que España se encontraba combatiendo, fusilazo para arriba y sablazo para abajo, contra varias tribus del Norte de África. Y es que, en aquellos años nuestro país buscaba afianzar el Protectorado que, décadas atrás, le había sido concedido por decreto internacional en Marruecos. De esta forma, miles de soldados partían continuamente desde la Península hasta las calurosas tierras del Rif con el único objetivo de lograr poner paz en un territorio que, levantado en armas contra la ocupación, dio más quebraderos de cabeza que alegrías a los hispanos.
Sin embargo, y a pesar de lo fácil que parecía en principio acabar con unas fuerzas que carecían de carros de combate y aviación, los rifeños se convirtieron en una constante molestia para las tropas de nuestro país. A su vez, tampoco benefició a los españoles la aparición de líderes como Abd el-Krim, un cabileño que se rebeló contra las autoridades peninsulares y logró poner en jaque a los oficiales hispanos gracias a su extenso conocimiento del terreno.
Finalmente, la situación terminó de recrudecerse cuando, a finales de julio de 1921, los rifeños cercaron el campamento español de Annual (a 60 Km. de Melilla) y, tras varios días, acabaron con la vida de entre 8.000 y 10.000 soldados españoles cuando éstos se retiraban. Tal fue la masacre, que aquel suceso quedó grabado con letras de sangre en los libros de historia peninsulares como el «Desastre de Annual».

El convoy a Tizzi Azza

En los meses siguientes a esta matanza, las tropas de Abd el-Krim continuaron tomando, a base de espada y lanza, los diferentes pueblos y fuertes en los que ondeaba la rojigualda. Al parecer, esto fue demasiado para los oficiales hispanos quienes -hasta el chambergo de cosechar derrotas en sus historiales- decidieron calzarse las botas e iniciar, en 1923, una operación militar para detener el avance enemigo. Ansiosos de cobrarse venganza, los españoles pusieron los ojos sobre el que sería uno de sus primeros objetivos: Tizzi Azza, una posición ubicada a menos de 100 km de Melilla y que necesitaba ayuda por encontrarse asediada por los cabileños.
Así pues, el calendario marcaba el mes de junio cuando los españoles iniciaron los preparativos para socorrer a sus compatriotas cercados. Concretamente, se estableció que un convoy escoltado por varias columnas de infantería atravesaría el Norte de África e introduciría suministros en la desesperada posición de Tizzi Azza. Esta era, por descontado, una tarea difícil, pues los rifeños sabían que la única forma de desalojar a los hispanos de aquel lugar sin perder una gran cantidad de hombres era esperar a que los defensores murieran de hambre y sed o se quedaran sin munición.
«En tan molesta situación (…) se hacía indispensable batir al osado provocador y darle la verdadera sensación de nuestra fuerza y poder. El día 1 (…) se trazó un plan para aprovisionar las posiciones del sector de Tizzi Azza y ocupar y fortificar algunos puntos que asegurasen con toda garantía el camino que, en lo sucesivo, habría de seguir el convoy, batir la harca echándola de los alrededores y evacuar los heridos y enfermos de aquellas posiciones», destaca el Servicio Histórico Militar como autor conjunto de la obra «Historias de las campañas de Marruecos» (ubicada en el Instituto de Historia y Cultura Militar).
Con todo, fue necesario aguardar unas jornadas más de lo esperado para realizar la misión. «Hasta el 5 no fue posible llevar a cabo el referido plan, ya que con el desgaste sufrido en los anteriores combates se habían disminuido los efectivos de las fuerzas de choque, además de que era preciso concentrar un gran número de ellos que nos diera superioridad sobre el enemigo y reunir los elementos de municionamiento, enlaces y ganado para el convoy que había de llevarse tanto a las posiciones ocupadas como a aquellas que se pretendían establecer», se añade en el texto.

Un plan minucioso

Una vez dispuesto el convoy, se estableció que siete columnas abrirían paso y asegurarían el avance a través de las múltiples colinas que rodeaban la posición de Tizzi Azza. Para ello, las fuerzas se dividieron en tres grupos. El primero, al mando del coronel Fernández Pérez, estaría formado por cuatro unidades y se encargaría de proteger el flanco izquierdo. El segundo, a las órdenes del coronel Salcedo, lo compondrían dos subgrupos con la tarea de asegurar las posiciones del ala derecha. Finalmente, un último grupo, dirigido por el general Echagüe, se situaría en reserva.
A pesar de la aparente simplicidad del objetivo, la misión era sumamente peligrosa, pues, cuando los rifeños descubrieran las intenciones de los españoles, podrían usar su mayor conocimiento del terreno para atrincherarse encima de los montículos y, desde una ventajosa posición elevada, soltar una mortal lluvia de fuego sobre los soldados hispanos.
No obstante, los tropas de nuestro país contaban con una novedosa arma que, hacía pocos meses, había llegado de la Península para batir a los rifeños: una compañía de carros de combate «Renault FT-17» -armados principalmente con ametralladoras- y contra los que los moros poco podían hacer. Concretamente, la unidad formaba parte de una de las cuatro columnas del flanco izquierdo y se dividía, a su vez, en dos compañías (cada una de cuatro blindados) dispuestas a dar más de un dolor de cabeza a los rifeños. Su objetivo estaba claro: cubrir el avance de sus compañeros a pie.

Comienza la batalla

La operación comenzó con los primeros despuntes del alba del 5 de junio. Sin embargo, y para sorpresa de los oficiales peninsulares, los rifeños se adelantaron a los movimientos de las tropas españolas y, tras un breve avance hispano, abrieron fuego sobre ellas desde varios barrancos cercanos. Esta acometida fue especialmente violenta en el flanco izquierdo, donde se hallaban las dos compañías de carros «Renault». Bajo un fuego constante, el capitán de los blindados no dudó y ordenó a sus ocho carros dirigirse a toda cadena hacia los hombres de Abd el-Krim para contener el ataque. Inmediatamente, los ingenios acorazados españoles (aunque de fabricación francesa) giraron sus torretas y, ruedas en movimiento, iniciaron el camino atravesando una intensa lluvia de balas.
Fue aproximadamente a las siete y media de la mañana cuando los «Renault» abrieron un fuego ametrallador intenso sobre los rifeños, quienes, lejos de retirarse, se parapetaron tras todo tipo de trincheras y pedruscos y continuaron lanzando balas contra aquellos extraños artilugios. La situación era, cuanto menos, tensa, pues los carristas sabían que debían resistir en aquella posición para evitar que la infantería española fuera hostigada y flanqueada. Una buena parte del peso de la batalla se encontraba, en definitiva, sobre las anchas espaldas metálicas de estos blindados y sobre los hombros de los militares que, desde su interior, disparaban contra los cabileños.

García Esteban, al asalto

Durante los siguientes minutos, el fuego se recrudeció sobre los blindados, los cuales, aunque podían resistir los disparos enemigos, tenían también aberturas y mirillas a través de las que podían entrar las balas enemigas. Para su desgracia, la sección que más balas tuvo que resistir fue la segunda. De hecho, la violencia del ataque cabileño fue tal que el alférez que se encontraba al mando de este grupo fue herido de gravedad y tuvo que retirarse hasta las líneas hispanas para ser atendido.
García Esteban, el carrista español que siguió luchando contra los rifeños tras quedarse ciego
INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA MILITAR
Mariano García Esteban a los 29 años
Con su superior herido, el mando de la sección de blindados quedó a cargo del sargento de infantería Mariano García Esteban, el encargado del carro de combate número 9. Este militar, lejos de verse superado por el miedo, preparó su arma desde las tripas del «Renault» y, ametralladora en mano, ordenó a su conductor avanzar sobre las posiciones enemigas a toda velocidad. «Esteban avanzó en virtud de órdenes recibidas sobre las trincheras enemigas, siendo recibido con nutridísimo fuego, consiguiendo no obstante desalojarlas y causar numerosas bajas», determina un informe realizado años después en la Península sobre los sucesos y que ha sido cedido a ABC por elInstituto de Historia y Cultura Militar.

El héroe ciego

«Una vez alcanzado el objetivo propuesto, y ya rebasada la línea de trincheras, (Esteban) ordenó al conductor que hiciese un alto con el doble objetivo de evitar el consumo y hacer fuego con mayor precisión sobre un grupo de moros que descubrió parapetados en un morabito a su izquierda, pero apenas iniciado el fuego, un proyectil disparado a muy corta distancia penetró por la mirilla de la torre desde la que observaba al enemigo, produciéndole heridas que le causaron instantáneamente la pérdida del ojo derecho y grave lesión en el izquierdo con pérdida (severa) de la vista», destaca el documento.
Herido de gravedad y sin apenas visión, lo lógico hubiera sido que García Esteban se retirara hacia la retaguardia española para ser atendido con urgencia. En cambio, el sargento sabía que, si abandonaba su puesto, los cabileños penetrarían por el hueco dejado por su «Renault». Por ello, desoyendo los consejos de su conductor, decidió mantener la posición y seguir disparando sobre los enemigos. «Sobreponiéndose al intenso dolor producido por las heridas, conservando la imagen y situación del enemigo y demostrando una fortaleza de espíritu y una abnegación difícilmente igualada continuó haciendo fuego por ráfagas, (…) con objeto de evitar el efecto moral que hubiera producido en el enemigo si no se continuaba disparando desde el carro», completa el texto cedido pro Instituto de Historia y Cultura Militar.
El sargento continuó disparando durante varios minutos y únicamente consintió ser evacuado cuando hubo disparado cada uno de los proyectiles que quedaban en la ametralladora de su «Renault». Una vez en el campamento hispano, y según varios testigos, García Esteban dirigió la siguiente frase al oficial de la compañía de carros: «¡Todo por la Patria, mi capitán. Qué le vamos a hacer!». Mientras, en el resto del campo de batalla, la contienda se detenía debido al ingente número de enemigos.
Un año después García Esteban se quedó totalmente ciego tras una larga y dolorosa convalecencia. Esta desgracia hizo que fuera derivado al Cuerpo de Inválidos, donde, con el paso del tiempo, llegó a ascender a general de brigada. Por su parte, España reconoció sus méritos y su valentía otorgándole la Medalla Militar Individual en 1923 y, cinco años después, la Cruz Laureada de San Fernando –lo que le convirtió en el primer carrista español en lograr tal distinción-.

viernes, 4 de abril de 2014

Nosotros en la historia en 40 fotos

40 imprescindibles fotos del pasado
Galeria de fotos que no podes perderte

Una mujer con máscara de gas y carrito de bebé adaptado. Inglaterra, 1938.


 Desempaquetando la cabeza de la estátua de la Libertad. Nueva York, 1885.


Elvys en la Armada. 1958.


Animales como terapia médica para niños. 1956.


Probando chalecos anti balas. 1923.


Charlie Chaplin a la edad de 27 años. 1916.


La catástrofe del Hindenburg. 6 de Mayo de 1937.


Hipopótamo tirando de un carro de circo. 1924.


Annette Kellerman promocionando un vestido de baño ajustado y de una pieza. Fue arrestada por indecencia. 1907.(para mí, una de las mujeres más bellas de la Historia)


Annie Edison Taylor, la primera persona en atravesar viva las cataratas del Niágara en un barril. 1901.


Una mujer de 106 años protege su hogar en Armenia. 1990.


Jaula para niños, para garantizar que recibían suficiente aire fresco y luz solar aún viviendo en apartamentos de grandes ciudades. 1937.


El payaso Ronald McDonald original. 1963.


Cafetería para empleados de Disneyland. 1961.


Escabrosa publicidad de Atabrine, un medicamento anti malaria. Papúa Nueva Guinea durante la Segunda Guerra Mundial.


Soldado comparte plátanos con una cabra durante la batalla de Saipan, 1944.


Una niña con su muñeca espera en las ruinas de su casa derribada por los bomardeos. Londres, 1940.


Construcción del muro de Berlín. 1961.


Soldado desconocido en la guerra de Vietnam. 1965.


Librería londinense destruida por los bombardeos aéreos. 1940.


Walter Yeo, una de las primeras personas en ser sometidas a cirugía plástica avanzada y transplante de piel. 1917.


Máquinas expendedora de crema solar. 1949.


Midiendo el largo de los trajes de baño. Si eran demasiado cortos, la mujer recibía una multa. Años 20.


Martin Luther King con su hijo quitando una cruz quemada de su jardín. 1960.


El propietario de un hotel vierte ácido una piscina, en la que algunas personas negras están nadando. 1964.


Salvavidas en la playa. Años 20.


Prótesis ortopédicas. Reino Unido, 1890.


Madre y su hijo observando el hongo de una explosión atómica en los test nucleares. Las Vegas, 1953.


Madre avergonzada se tapa la cara tras poner a la venta a sus cuatro hijos. Chicago, 1948.


Niño austriaco recibe unos zapatos nuevos durante la Segunda Guerra Mundial.


Oficiales y cadetes de Hitler celebran la navidad. 1941.


Cena de navidad durante la Gran Depresión.


El Winnie the Pooh original. 1927.


Los últimos presos de Alcatraz abandonan la prisión. 1963.


Maniquíes y figuras fundidas tras el incendio del museo de cera de Londres. 1930.


Un chimpancé astronauta posa tras su exitosa misión al espacio. 1961.


Alcohol ilegal incautado durante la Ley Seca. Detroit, 1929.


Estudiantes de Princeton después de una guerra de bolas de nieve contra los novatos. 1893.



Un “bello” suicidio desde la planta 83 del Empire State Building de Nueva York. 1947.


El tráfico la primera mañana en que Suecia cambió el carril por el que se debía circular, pasando del izquierdo al derecho. 1967.


jueves, 3 de abril de 2014

Brown, heroico marino y productor rural

Un marino heroico y productor rural 
Mayo 12th, 2012 
Una faceta poco conocida del almirante Guillermo Brown fue su condición de chacarero. Antes de empezar su carrera naval en el país, el marino decide vivir en Buenos Aires. 

Vistiendo como un criollo, con poncho pampa como abrigo y hablando unas pocas palabras en español, compra unos terrenos anegadizos en el Bañado de Barracas. Como en cada sudestada la zona se inundaba, se decide rellenar el terreno donde se va a levantar la casa, tarea que le fue encomendada a su amigo, el alarife Mateo Reid, quien la proyecta y construye. Era de estilo inglés y contrastaba con las otras quintas de la zona. El frente de la propiedad tenía una verja de material combinada con la reja que la separaba de la calle de tierra y un amplio portón de hierro de dos hojas. Al pie de cada pilar de la entrada, plantados en forma oblicua, a manera de poste, dos cañones, algo carcomidos por el tiempo. Estaban para resguardar la entrada, para evitar que algún conductor distraído en el manejo de los carros atropellara la pared. Se la conocía como la casa "de los cañones" o la "mansión del inglés" 

 
Fotografìa de la quinta de Guillermo Brown - Witcomb 

La casa estaba rodeada de árboles: sauces, álamos y cipreses. Brown cultivaba frutas y verduras en forma personal. El mismo dirigía la cosecha de alfalfa, que era uno de sus medios de subsistencia. Conocía el trabajo de campo, seguía así su tradición por pertenecer a una familia de agricultores y no de marinos. Había nacido en un hogar labriego, humilde y católico. Su padre tenía una pequeña heredad en Foxford, condado de Mayo, Irlanda. Un país casi enteramente rural y sojuzgado. Era su lugar de nacimiento. 

 

Cuando sus compromisos con la Patria no lo requerían, se dedicaba a las tareas rurales, que sólo interrumpía para hacer los viajes a Quilmes, donde se ocupaba de la venta de caballos, y a Colonia, Uruguay, donde tenía arrendados unos campos. Con el tiempo, el chacarero compra más tierras y las suma a su quinta, que llega entonces hasta la costa en el Río de la Plata. Sobre la "calle del héroe Brown", hoy avenida Martín García, hace construir siete casitas para guardar las herramientas y para que las utilicen los trabajadores. Las tareas rurales las combinaba con las celebraciones religiosas, con las obras benéficas y con sus amigos irlandeses. Madrugador, modesto, recatado en los actos comunes, frugal en las comidas, poco amigo de las bebidas, así era el chacarero. Buen jinete, salía a caballo, a veces cubierto con un poncho, bordeando la costa del río, eludiendo la muchedumbre del centro. Iba desde su quinta de Barracas hasta Recoleta. 

Por el decreto 18.536 del 22 de junio de 1948, el lugar donde estuvo su quinta, Martín García 584, fue declarado lugar histórico. Una placa recuerda: "En este lugar se alzó la casa donde vivió el almirante Guillermo Brown y aquí falleció...". La placa no evoca su condición de chacarero, tarea que desempeñó en ese lugar durante tantos años. 

por Susana Boragno 
Fuente: 
Diario La Nación 12/5/2012 
Dias de Historia