sábado, 9 de agosto de 2014

Tucumán, el Vietnam argentino

Así fue la cruel guerrilla comunista en Tucumán
Por Nicolás Márquez



En el fragor de la dramática guerra interna acaecida en la Argentina en los años 70´, un tema tan esencial como poco explorado (y en torno del cual giró la contienda), fue el intento por parte del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)- la organización guerrillera mejor preparada y más aguerrida del continente- de llevar la guerra a la selva de Tucumán con el propósito de dominar la provincia, expandir su imperio a las provincias del norte, segregar una porción del territorio argentino e intentar conseguir el aval de la comunidad internacional para que fuera reconocido Estado Independiente, y desde allí, bajar a Buenos Aires y hacer un golpe de estado de filiación castro-comunista.

Miles de combatientes del ERP al mando del emblemático guerrillero Mario Roberto Santucho, se lanzaron al ataque contra la democracia en búsqueda de ese objetivo. Para tal fin, a partir de mayo de 1974 (tercera presidencia de Perón) los castristas locales montaron numerosos campamentos guerrilleros en la selva de Tucumán secundados por un formidable aparato de retaguardia tanto en zonas urbanas de esa Provincia como en las provincias aledañas. Atacaron numerosos cuarteles, guarniciones militares y dependencias policiales en todo el país, con el propósito de conseguir armamentos y reforzar la Compañía de Monte en la Cuna de la Independencia. Crearon sofisticadas fábricas de armas, imprentas clandestinas y llevaron adelante un plan sistemático de secuestros a empresarios y militares (muchos de ellos seguidos de muerte) para canjearlos por dinero o negociarlos por guerrilleros detenidos por las fuerzas legales. Exactamente la misma situación vive hoy el estado de Colombia con el terrorismo narcomarxista de las FARC.

Por entonces, la experiencia cubana, el ejemplo del Che Guevara y otros episodios ideológicamente afines, fueron el faro que marcó la senda de la guerrilla “santuchista”. Pero sin dudas, fue la guerra de Vietnam la que atravesó y marcó por completo al ERP y la virtual guerra de secesión que vivió la Argentina entre 1974 y 1977. El Che Guevara había ordenado a sus feligreses “crear dos, tres, cien Vietnam” y encender la pradera revolucionaria en el conosur. Santucho y sus miles de combatientes leían permanentemente a los doctrinarios vietnamitas, estudiaban sus estrategias, se entrenaban en función de ellas; a Buenos Aires la llamaban “Saigón”. Su objetivo era cumplir el papel del Vietcong (ejército irregular que peleó contra las tropas americanas en Vietnam) y para tal fin, escogieron la zona geográfica más parecida posible a la existente en Vietnam. Ahora la selva vietnamita sería reemplazada por la de Tucumán (que era más cerrada y espesa) y los cañaverales de azúcar ocuparían el lugar de los arrozales. Sendos ámbitos eran ideales para “pegar y esconderse” tal el dogma de la “guerra de guerrillas”. Asimismo, la gran densidad de población y la pobreza imperante en Tucumán, les permitiría (según ellos creían) ganarse el apoyo masivo de la gente. El ERP no estaba sólo: peleó con tropas de refuerzo de guerrillas provenientes del MIR de Chile, del ELN de Bolivia, de Tupamaros del Uruguay y de otros países. El entrenamiento y adoctrinamiento fue proporcionado por el estado totalitario de Cuba y fue el único campo de batalla donde el ERP realizó tareas de guerra conjuntas con Montoneros.

En tanto, el gobierno nacional, en medio de una situación preanárquica en un país en grave riesgo de ser segregado, tras varios fracasos lanzó en febrero de 1975 el “Operativo Independencia”, ordenándole a las Fuerzas Armadas entrar en guerra y aniquilar a través de operaciones de combate el accionar de los elementos subversivos obrantes en Tucumán.

Durante los primeros tiempos, dicho Operativo fue encabezado por el General Acdel Vilas. No es casualidad que dadas las condiciones de una guerra que por imposición del bando atacante siguiera a pie juntillas la experiencia vietnamita, meses después fuera convocado a comandar el Operativo el General Antonio Domingo Bussi, quien fuera entrenado precisamente en Vietnam en 1968. Nunca se imaginaría Bussi que casi un lustro después, todo lo allí aprendido debería aplicarlo en su país, ahora no como aprendiz y espectador, sino como protagonista y conductor. Tanto sea por el lado de la guerrilla como por el de las fuerzas legales, el emblema de Vietnam sobrevolaba Tucumán (el corazón de la guerra revolucionaria) y por añadidura el resto del país.

Nuestro pasado reciente se encuentra tan pésimamente contado y distorsionado, para erradicar las historietas que se difunden por los medios masivos de comunicación hemos relanzado este libro “El Vietnam Argentino, la guerrilla marxista en Tucumán”, obra prologada por el avezado politólogo Rosendo Fraga.

Los documentos, los testimonios (muchos inéditos), el fanatismo ideológico, la estructura sectaria del ERP, los combates, los objetivos, el nexo con tropas guerrilleras extranjeras, la vida en los campamentos guerrilleros, el apoyo de Montoneros, el Operativo Independencia, la respuesta militar, la lucha por ganar el consenso de la población, los enfrentamientos terrestres, aéreos y todos los detalles de esta dramática guerra, constituyen el objeto de análisis de la presente obra.

Debo confesar que, a diferencia de mis trabajos anteriores, nunca me sentí tan espectador de mi propio libro. Los numerosos y escalofriantes testimonios y datos hablan por sí.

Llama mucho la atención que quienes hoy levantan la atractiva y remunerable banderita de los “Derechos Humanos”, no recuerden ni reclamen en lo absoluto a quienes para llevar adelante un Vietnam Argentino, no dudaron, llegado el caso, en asesinar niños, mujeres, simples pobladores y por supuesto un sinfín de uniformados, si sus objetivos ideológicos así se los imponía.

Quizás el relanzamiento de este aporte sirva para enriquecer un debate incompleto (verdadero monólogo) mal llevado por imposición de la insistente mirada tuerta que emana desde el Poder Ejecutivo Nacional.

Prensa Popular

viernes, 8 de agosto de 2014

PGM: Recrean la batalla de Tannenberg

Recrean una histórica batalla de la Primera Guerra Mundial
El Correo

Los miembros de un club militar histórico recrearon la batalla de Tannenberg en los campos de Szkotowo, al norte de Polonia, reviviendo el enfrentamiento entre los soldados del imperio ruso y el alemán en los inicios de la Primera Guerra Mundial.


jueves, 7 de agosto de 2014

Cine: El cadete San Martín retratado por la televisión española

EL CADETE JOSE DE SAN MARTIN


Magnifica visión española de los años 60 de nuestro Libertador
Serie producida por TVE, emitida a finales de los años sesenta. El personaje de San Martín surge en el minuto 16.
La acción se centra en las aventuras de un joven recién llegado a la península desde una provincia de ultramar, durante los acontecimientos habidos en España en los últimos años del reinado de Carlos IV, que coinciden con la invasión napoleónica; de esta manera, a lo largo de trece capítulos pudimos conocer hechos tan significativos como el Motín de Aranjuez, la Conjura de El Escorial, el secuestro de la familia real y su posterior traición en Bayona y el alzamiento del Dos de Mayo, entre otros, desfilando por la pantalla personajes históricos tales como rey Carlos IV y la reina María Luisa, su favorito Godoy, la Duquesa de Alba y don Francisco de Goya, los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, Manuela Malasaña, Molina "el Cerrajero" y los sorprendentemente bien tratados Simón Bolivar, José de San Martín y el príncipe de Asturias.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Biografía: Santiago de Liniers, un héroe francés en las invasiones inglesas


Santiago de Liniers, de virrey a estanciero
Por Roberto L. Elissalde
Para LA NACION


La actuación de don Santiago de Liniers, durante la primera invasión británica en 1806, lo catapultó a los más altos cargos y a la admiración popular, pero también le impidió, en medio de otros problemas, retirarse, como era su deseo, a una isla del delta del Paraná. Deseaba obtener de la corona el beneficio de una de esas tierras tan fértiles y dedicarse a trabajarlas.

Don Santiago logró su cometido, pero en otra región. Alejado de la función pública, se trasladó a Córdoba en 1809, donde se instaló con su numerosa familia. Conoció la estancia de don Victorino Rodríguez en Alta Gracia, que había sido una de las estancias de los jesuitas. Sabía que era una de las predilectas de los padres fundadores y cuando la conoció a pesar de los muchos elogios que había oído sobre la propiedad y del estado de abandono en que se encontraba, le pareció muy superior a lo que pensaba.

Enamorado del paisaje, decidió intentar hacerse propietario de esas tierras, lo que concretó en la escritura firmada hace dos siglos ante el notario Diego Olmos de Aguilera, el 3 de febrero de 1810, en la suma de 11.000 pesos, con facilidades de pago. Sin duda, era un excelente negocio, ya que construir todos los edificios no se podría hacer con menos de 150.000 pesos.

Inmediatamente, Liniers empezó a interiorizarse de las ventajas y las tareas del campo, a las que sin duda estaba aficionado. Le informó a su apoderado en Buenos Aires, don Francisco A. de Letamendi que las tierras por las abundantes aguas facilitaban "poner alfalfares para engordes de reses, que bien sabe Ud. pastarán en los meses de octubre, noviembre y diciembre en términos que se sacan de 10 a 12 pesos de un novillo, solamente en la carne".

Observó también el pingüe precio del trigo y que diariamente podía remitir 8 a 10 carretas de leña al pueblo, que le daban buenas utilidades; además de la siembra de maíz y el arroz, todo beneficiado por el abundante regadío.

Durante su estancia en las Misiones como gobernador había conocido el cultivo del algodón, y creía que también podía darse en esa propiedad. Todas estas reflexiones a Letamendi las escribió a cinco días de haber comprado la propiedad, con esta frase como colofón: "Ya me ve Ud. hecho un labrador y que he colgado la espada para empuñar el arado".

Pocos días después volvía a informar a su amigo, los beneficios del famoso tajamar, la posibilidad de desviar uno de los manantiales con el trabajo de dos peones a medio jornal; además de los arreglos en la casa habitación, de tirar dos paredes interiores para hacer una sala y un comedor, construir una cocina, ya que hasta entonces se cocinaba en un galpón de paja, poner vidrios en las ventanas, etcétera. También lamentaba no tener cerca a Valentín, un maestro mayor carpintero para ayudarlo en la construcción de algunos instrumentos de labranza.

También le pedía a Letamendi que le remitiera toda clase de semillas, particularmente de remolachas, zanahorias, cebollas blancas, apio, perejil, melones, ajíes; toda clase de lechuga, rabanitos, coliflor, brócoli y cuantas semillas pudiera encontrar. Sin duda, pensaba hacer un establecimiento modelo, con una gran huerta para satisfacer las necesidades de la familia. Con buen criterio, pensaba don Santiago que si la tierra no daba lo suficiente como renta, seguramente con el trabajo la familia no iba a pasar necesidades, ya que la subsistencia con los productos de la tierra estaba en buena parte garantizada.

Los sucesos de mayo de 1810 en Buenos Aires, sacaron a don Santiago de su tranquilidad y encabezó la contrarrevolución en Córdoba, en la que ofrendó su vida. A su muerte, la propiedad quedó largos años abandonada; en 1820 pasó a manos de un nuevo propietario, don José Manuel Solares, y años después a sus parientes, los Lozada. De alguna manera, a través del tiempo, esa estancia se conservó en poder de una familia hasta que en 1969 fue expropiado el edificio y convertido desde 1977 en Museo de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers. El 2 de diciembre de 2000, la Unesco junto a otras propiedades de los jesuitas en Córdoba la declaró patrimonio de la humanidad.

A doscientos años de la compra de ese solar, las autoridades del museo y su personal, con verdadera devoción conservan el ámbito en que don Santiago de Liniers pasó los últimos meses de su vida. De seguro está presente aquella frase que escribió el virrey cuando se convirtió en estanciero: "Por mí solo amarrado me sacan de Alta Gracia, ya no quiero más guerra que con las perdices, patos y vizcachas". No la pudo cumplir porque, como afirmó uno de sus contemporáneos, "nació con sangre francesa, murió de corazón español". .


lunes, 4 de agosto de 2014

Patagonia: Sobre la colonización de Tierra del Fuego


De Castores y Colonizadores
Tierra del Fuego está plagada de castores, un animal que no es autóctono de la región. Dicen que por el año 1946 el Ministerio de Marina dejó escapar 25 parejas de castores con el fin de generar la industria peletera dado que aquí no había especies que pudieran cubrir tal necesidad. Sin embargo, la intención de mantener controlado el índice de natalidad de los castores fracasó.




Rápidamente los animales se familiarizaron con el lugar. Se dispersaron por los cursos de agua hasta colonizar la región. Hoy es común ver perfectos diques construidos por los castores en los arroyos de la provincia. De allí, obtienen su alimento. Para más no tienen depredadores. Han modificado notablemente el ecosistema de la isla hasta tal punto que en Chile se permite cazarlos. La legislatura de la provincia de Tierra del Fuego nombró a esta especie como “dañina y perjudicial para el ecosistema de la región”.

Mucha similitud tiene el castor con el hombre blanco que llegó para civilizar estas tierras. Los shelknam llamaban a Monseñor Fagnano, el “capitán bueno”. Fue de los pocos hombres blancos que se propuso ayudar a nuestros indios. En 1897 creó la Misión Salesiana en Río Grande, a pocos kilómetros del cabo Santo Domingo. Allí, se encargaría de enseñarles a los shelknam el arte de la hilandería. Puso un aserradero, construyó caminos y museos. Instaló el telégrafo y luego el teléfono. Sin embargo, con la llegada de misioneros salesianos y de hombres blancos a colonizar y explotar la isla, los territorios que antes eran el libre hogar de estos cazadores nómadas, fueron cercados. Muchos indios rompieron las cercas, cazaron y comieron la carne de las ovejas, a las que llamaban "guanaco chico" o "guanaco blanco". El contacto permanente con el hombre blanco tuvo devastadoras consecuencias para esta etnia, pues además de transmitirles enfermedades contagiosas, los desplazaron de sus territorios de caza. También construyeron capillas para evangelizarlos a la fuerza.

Antes de tal intrusión, dicen que los shelknam tenían su propia religión. Adoraban al sol y la luna, a los cuales llamaban Kreen y Krenn. Creían en un ser supremo que castigaba la maldad. Temáukel era la denominación de una gran entidad sobrenatural que mantenía ordenado al mundo, aunque la deidad creadora del orbe era llamada Kénos o Quénos. Se pintaban los cuerpos como rito de iniciación a los más jóvenes y se valían de chamanes para curar enfermedades y ayudarles a los cazadores en su arte. Creo que el hombre blanco debió consultarle a los indios si querían ser evangelizados a la fuerza.

El gringo blanco, en su ambición irrefrenable y, con el afán de quedarse con estas tierras, llevaba a los indios a la punta alta del cabo Domingo, les daban de beber alcohol como una manera de llegar al concilio cuando éstos intentaban rebelarse ante las imposiciones ajenas. Luego, una vez que estaban totalmente borrachos, abrían fuego contra los indefensos onas. Uno a uno caían desde lo alto del cabo, una distancia fatal cercana a los noventa metros. Los aguiluchos se hacían con los hígados de los indios. Cuando la marea subía, los peces terminaban de devorarlos. Murray, Popper, Maclennan, entre otros, fueron los encargados de acribillar a nuestros olvidados onas.

Para más, alrededor de 1846, en el otro extremo de nuestra isla, el capitán Fitz Roy, descubridor del Canal de Beagle, tuvo un maravilloso plan.

Quería llevarse algunos yámanas para Inglaterra con dos objetivos: Por un lado intentaba demostrarle a los reyes de su país los hallazgos de su ardua empresa y lo fácil que era manipular a aquellos indios para apoderarse del confín de la tierra. Por otro lado, estaba ansioso por enseñarle esos especímenes salvajes a su amigo Charles Darwin, naturalista en ascenso. Entonces, sólo tuvo que tomar por la fuerza a cuatro rehenes, a cuatro yámanas. Los engrilló a la proa del barco y les puso nombres anglosajones. A partir de aquel día ellos serían: Jimmy Button, FuegiaBasket, York Minster y BoatMemory. Una vez que el Beagle, comandado por Fitz Roy, se hubo alejado de tierras fueguinas, liberaron a los indios y comenzaron sutilmente a “civilizarlos”. Ellos permanecían acurrucados en la proa del barco, sentían una y otra vez la mirada acerada de los marinos. Sentían el agua del mar golpear contra los rostros invadidos de tristeza. Si bien estaban acostumbrados al clima hostil, necesitaban la grasa de foca con la que untaban sus cuerpos para combatir el frío o tal vez la piel del animal para guarecerse de las temperaturas bajo cero.

Necesitaban eso y mucho más. Necesitaban a su familia, su geografía, sus raíces, sus nombres. Ahora se habían transformado en simios destinados a los experimentos del hombre blanco. Así fueron acribillando a nuestros indios, así, poco a poco, se quedaron con nuestras tierras.

Malvinas es el corolario de aquella invasión comenzada muchos años atrás.

Por Francisco Cappellotti, abogado, escritor. Autor de la novela “Matar a Borges”, publicada por Editorial Planeta.

Tiempo Fueguino

domingo, 3 de agosto de 2014

Un minuto de silencio por la revuelta del gheto de Varsovia

Pensé Que Era Una Fotografía, Pero Después Me Explicaron La Dolorosa Verdad

Cada 1ro de Agosto, la ciudad de Varsovia en Polonia se congela por un minuto para conmemorar la pérdida de 200.000 vidas polacas durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.

sábado, 2 de agosto de 2014

Terrorismo: El atentado a Paula Lambruschini

El atentado a Paula Lambruschini y Margarita Obarrio de Vila - Ricardo Álvarez

Las compañeras de colegio de Paula relataron “Es muy difícil definir su personalidad. Detrás de sus ojos tímidos encontrábamos muchas ganas de vivir, de divertirse. (…)Tenía sus particularidades: un perfume característico, preferencia por las galletitas de chocolate, mantener siempre, a pesar de la moda, su pelo lacio y usar jeans. De repente, todo terminó. Un estruendo, sirenas, vacío inmenso…”



Aquel 1 de agosto de 1978, aproximadamente a las 01:40 hs. de la madrugada, una bomba de gran poder estalló en un edificio ubicado en Pacheco de Melo entre Ayacucho y Junín de la ciudad de Bs. As., en el barrio de la Recoleta, contiguo al que vivía el Alte. Armando Lambruschini. explotó la bomba en el edificio de Pacheco de Melo 1957, en el que vivía el vicealmirante Armando Lambruschini, jefe del Estado Mayor de la Armada. Los terroristas de Montoneros alquilaron un departamento lindero al de la familia Lambruschini, y ahí dejaron la bomba que estalló cuando la familia dormía. La pared del dormitorio de Paula Lambruschini, de 15 años, era la que colindaba con el departamento en donde fue dejada la bomba de 25 Kg. de nitroglicerina. Ella murió, así como una de sus vecinas: Margot Obarrio de Villa.
El Sr. Ricardo Alvarez sufrió heridas de tal consideración que lo tuvieron internado por muchísimo tiempo, y sufrió heridas inenarrables. Dicho edificio aledaño al de la familia Lambruschini quedó destruido en sus cuatro primeros pisos y hubo que derribarlo. Murió Paula Lambruschini de 15 años y con ella, murieron también la Sra. Margarita Obarrio de Vila y Ricardo Álvarez. Quien puso la bomba fue la madre del actual diputado Wado De Pedro. Aún no se ha hecho justicia con estas víctimas.